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INSTITUTO SUPERIOR DEL PROFESORADO PROVINCIAL N° 1

Profesorado para la Educación Secundaria en Historia


Pablo Martínez y Oriana Orieta
Historia de América III
Profesora Margarita Fantoni
3º B
2021

Estilos de autoridad y mecanismos de dominación:


Caudillos, caciques y clientelas

Caudillos y dictadores

Al hablar de los caudillos y los dictadores, Rouquié comienza diciendo que el caudillismo
nace en el siglo XIX por la descomposición del Estado tras la caída de las autoridades
coloniales en las naciones procedentes del antiguo imperio español. Los define como
señores de guerra que se hacen de un feudo por la fuerza de las armas.

Su poder señorial nace en periodos preestatales, donde el vacío institucional y desierto


administrativo engendran situaciones de preponderancias y patrimonialismo. En estas
situaciones, el poder central dispone de una autoridad nominal o negociada con los señores
enfeudos en una parte del territorio nacional. Con el caudillismo se llega al
desmembramiento del Estado o puede surgir un caudillo unificador que al imponer su ley
llega a consolidar su dominio.

Rouquié menciona que en la precariedad preestatal son estos hombres los que se
consolidan. Son los vínculos personales los que ofrecen cierta protección en toda estructura
política. Al arrastrar a su familia y a quien le debe favores a su lucha por el poder, genera un
vínculo de reciprocidad desigual entre poderosos y dependientes. El poder del caudillo
siempre se ejerce en persona y dando la cara. El caudillo se convierte en gobernante,
coloca a su familia en puestos grandes, asegurando su enriquecimiento. Estos caudillos
tendían a ser prolíficos y generosos procreadores. Por otro lado, se daban los parentescos
ficticios, los cuales eran buscados por que generaban recuperación política. Rouquié nos
habla del padrinazgo de un hijo, el cual crea la relación de compadrazgo de innegable
eficacia sociopolítica.
Entonces ¿Quiénes son esos caudillos? Son aventureros que poseen los partidarios
necesarios para lanzarse a la conquista del poder por la fuerza. Esos señores raramente
son militares. Declaran la guerra, levantan soldados para cumplir su objetivo, pero detestan
las presiones disciplinarias y burocráticas del oficio de las armas. Algunos hasta fueron
sanguinarios. Estos dictadores aseguran su poder mediante astucia, violencia y corrupción.
Rouquié lo define como un estilo político cauteloso y brutal donde se da una confusión entre
el Estado y los intereses familiares.

Caciquismo, dominación y reciprocidad

Rouquié señala que si bien el caudillismo en su forma más cruda y caprichosa está en vías
de desaparición, los caciques locales se encuentran en plena forma, inclusive se integran a
los sistemas políticos modernos.
La dominación local tendría más que ver con el encuentro de dos universos o de dos lógicas
económicas dentro de una fase capitalista de las estructuras y/o con la valorización de los
notables locales mediante el sufragio universal dentro de contextos autoritarios.
Se cita a la autora Luisa Paré para definir que el caciquismo es una forma de dominación
política que corresponde a la articulación del modo de producción capitalista con una forma
no capitalista. Nace en sociedades que le brindan condiciones favorables para las
relaciones de patrocinio y las redes de clientelismo, siendo el patrón es el hombre rico e
influyente en el circuito social y que “hace favores”, siendo la clientela una especie de
seguro para la subsistencia mediante la búsqueda de un protector que reduzca las
incertidumbres en contra de las amenazas latentes. Estas relaciones surgen como
resultado, por otro lado, de búsquedas a conciencia del patrón, formándose así una
situación de reciprocidad de ventajas mutuas.
Es importante destacar la política caciquista de la dádiva o escasez, donde se aprovecha un
contexto de desempleo cuantioso, escasez de tierra, la inmigración y el éxodo rural, también
el analfabetismo o el multilingüismo y las dificultades en la comunicación para generar
escasez de bien vital y la vulnerabilidad de la condición económica. Es decir que el que
detenta tierras, aguas o distribuye créditos posee las facultades de poder por encima del
resto, por eso la empresa pública y los empleos municipales son fuentes de clientela.
También el patrón sirve de mediador entre el centro y la periferia, aprovechando el
aislamiento, siendo la gran propiedad que vive aislada y que sólo se comunica con la ciudad
o pueblo mediante el patrón la imagen ideal clientelista más autoritario latinoamericano.
Para controlar ese monopolio, dice Rouquié, no era extraño que el patrón abra una tienda y
a veces distribuya alcohol más o menos gratuitamente u organice fiestas, por ejemplo.
Una figura administrativa que destaca dentro de este sistema es la del despachante, un
personaje servicial que llena formularios, se desenvuelve en establecimientos tales como
aduanas y tribunales.
Apoya a esta figura el hecho de que ni siquiera los medios elementales de existencia ni los
de protección social eficaz son proporcionados, o el Estado mínimo y lejano se preocupa
poco por el bienestar de sus ciudadanos o delega su poder a autoridades territoriales
privadas a cambio del mantenimiento del orden y un apoyo electoral. Siendo así, en los
sistemas políticos centralizados, donde los notables locales tienen un papel primordial: el
cacique se transforma en un engranaje indispensable para el funcionamiento de la
democracia, donde el voto clientelista puede ser o vendido, coercitivo o sin libertad, o
gregario (que comprende cierta gratificación, colectivo y de forma pasiva).
El sufragio significa un valor de intercambio, si se contrae deuda contribuye a fortalecer la
relación de clientelismo. Para ello, el voto gregario busca organizar al cuerpo del electorado
para el día del escrutinio: se transporta, aloja y alimenta a los electores, incluso se les
gratifica mediante una especie de presente.
El patrón goza del control de los “bancos de voto”, un verdadero voto plural que es
manejado a voluntad y que puede ser cedido al mejor postor, ya sea político o partido. Sin
embargo, esta modalidad se da mayormente en zonas rurales y, sobre todo, en las más
atrasadas.
Sin embargo, con la modernización del caciquismo, aparecen nuevas formas de patrocinio
que se añaden a las antiguas, para completarlas o reemplazarlas. El Estado, con su nuevo
papel, con los partidos políticos modernos u otras instituciones dentro de las sociedades en
vías de industrialización, releva el poder del notable local (que sigue dominando en los
sectores rurales). Es decir que se multiplican los actores de intervención, como los
dirigentes sindicales de grandes empresas, pero el clientelismo sigue en vigencia.
Entonces, queda expresa de esta manera que una de las formas modernizadas más
frecuentes de patrocinio es la “privatización” de entidades estatales o de servicios públicos
diversos.

Del patrocinio al clientelismo de estado

Rouquié nos dice que el patrocinio de partido es una forma modernizada de la relación de
patrón-cliente, donde el voto no depende de la opinión del elector sino de los favores
obtenidos y de la protección.
Otra forma de clientelismo de partido se relaciona con el uso de máquinas electorales. Se
trata de una institución que responde a las demandas a cambio de votos. El terreno de esta
forma de clientelismo es la ciudad en procesos de urbanización y de fuerte inmigración. De
este modo se vuelve en un sistema de dependencia que ata a los ciudadanos por el servicio
o favor realizado.
En América Latina, el Estado integrador práctica un patrocinio o se encuentra sometido al
poder estatal. Rouquié nos dice que la movilización "correcta" de los estratos subordinados
se efectúa a través de instituciones, donde el Estado instaura un clientelismo, dando una
dimensión más interpersonal de los mecanismos de intercambios sociopolíticos, sin
abandonar los criterios de protección y dependencia.
Por otro lado, el organismo de ayuda social y el sindicato estatizado reemplaza al gran
propietario o al notable de clase media, manteniendo idéntico el mecanismo constitutivo de
base. Se cambian los favores por lealtad política.
El autor resalta que el marco político adecuado para este tipo de sistema se da con la
presencia de un partido único o dominante. En este sistema controlado, el
presidente/partido descansa bajo una dependencia y lealtad. Los sindicatos reciben
recursos de patrocinio para utilizar con sus mandantes para así continuar con la cadena de
reciprocidad que tenga a su cargo. Si el sindicato logra su cometido, sus dirigentes llegan a
su grado máximo.
Estilos de autoridad

Caudillismo Clientelismo

 Posesió n de poder local y  El Estado integrador


regional patrocina de manera
Caciquismo
 Nace de la descomposició n burocrá tica, donde somete a
estatal luego de la caída de las la iniciativa privada a su
autoridades coloniales control
 Impone su ley por la fuerza o  Integració n a la modernidad  La movilizació n de los
mediante la imposició n de política estratos subordinados se
una red de vasallos  Aprovecha la escasez de efectú a a través de
 Poder de cará cter carismá tico bienes vitales y la instituciones
 Nepotismo como piedra vulnerabilidad econó mica  Se cambian los favores por la
angular de su mecanismo  Sirve de mediador entre el lealtad política: el presidente
político centro y la periferia o el partido descansa sobre
 Muestra de virilidad:  Agente fundamental de la este precepto
abundancia de descendencia democracia representativa  Se da en un período de ló gica
natural dentro del orden patrimonial corporativista dentro de un
contexto de una “sociedad de
masas”
 Se pone acento en la
solidaridad nacional, en
detrimento de las ideologías
extranjeras

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