Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
"Siga esta hoja de ruta y es probable que nunca tenga que consultar otra
‘cómo conceptualizar mi enfoque de tratamiento’ mapa de nuevo! Este
volumen traslada la promesa de la práctica transdiagnóstica al ámbito de la
posibilidad, mostrando cómo las últimas investigaciones sobre mecanismos
transdiagnósticos informan enfoques individuales, basados en la formulación
de casos, para la planificación, implementación y evaluación del tratamiento.
Rochelle Frank y Joan Davison han escrito un libro muy oportuno,
importante y útil que será de utilidad para médicos, investigadores y
estudiantes de salud mental. Cualquiera que esté interesado en entender
cómo las últimas investigaciones sobre mecanismos que trascienden los
límites del diagnóstico pueden informar una guía práctica y basada en
evidencia para el tratamiento se beneficiará de la lectura de este libro".
—Ann Kring, doctora, vicepresidenta y profesora de psicología
en la Universidad de California, Berkeley, y presidenta de la
Sociedad para la Investigación en Psicopatología
"Este libro es el primer intento clínicamente accesible de utilizar la
investigación transdiagnóstica para crear una nueva forma poderosa de
análisis funcional: uno que sea específico, comprobable, replicable y
modificable. A medida que el DSM-V tropieza, este libro presenta la
emocionante posibilidad de que ahora tengamos suficientes conocimientos
de transdiagnóstico para crear un sistema de categorización que ayude a los
profesionales a seleccionar las intervenciones en función de su utilidad para
enfocar los procesos de cambio identificados. Los detalles podrían ser
erróneos, pero este es un paso adelante audaz y creativo que merece la
atención de los profesionales e investigadores por igual".
—Steven C. Hayes, PhD, profesor de la fundación y director
de formación clínica en la Universidad de Nevada y
cofundador de la terapia de aceptación y compromiso
(ACT)
Orientación práctica
para clínica
Toma de decisiones
ROCHELLE I. FRANK, PhD
JOAN DAVIDSON, PhD
Prólogo vii
Agradecimientos xi
Parte 1: Definición del problema y asignación de
soluciones
1 Por qué necesitamos una hoja de ruta transdiagnóstica 3
2 Mecanismos de vulnerabilidad 13
3 Mecanismos de respuesta 33
4 Principios básicos de la hoja de ruta transdiagnóstica 47
Parte 2: Desarrollo de hipótesis de mecanismo
transdiagnóstico
5 Evaluación y recopilación de datos: El camino al mecanismo
Hipótesis 69
6 Desarrollo de un Mecanismo de Transdiagnóstico
con el paciente 93
VIII
Prólogo
IX
Agradecimientos
Antes de reconocer a las muchas personas que contribuyeron a este proyecto, nos
gustaría expresar nuestro sincero agradecimiento y gratitud a nuestros
cónyuges, amigos y colegas, cuyos continuos estímulos
El pensamiento y el apoyo durante innumerables horas de conceptualización,
investigación y escritura ayudaron a transformar una conversación de cena en
un libro.
Queremos agradecer al Dr. Matthew McKay y a Catharine Meyers por su
visión al reconocer la contribución potencial que este libro puede hacer a
nuestro campo y a la vida de las personas a las que servimos. Agradecemos a
la doctora Patricia Zurita Ona su participación y aportes durante las etapas
formativas de este proyecto, y por su permanente colegialidad, amistad y
apoyo entusiasta. Nuestro profundo agradecimiento va a la Dra. Jacqueline
Persons, quien siempre se tomó el tiempo de leer borradores, intercambiar
ideas, ofrecer orientación y proporcionar comentarios y apoyo invaluables
desde el inicio de este proyecto. Junto con el Dr. McKay, quien fue
fundamental para ayudarnos a llegar a nuestra conceptualización final de los
mecanismos de transdiagnóstico, el Dr. Persons nos ayudó a refinar y aclarar
muchas de nuestras ideas.
Nuestros editores, gerentes y personal de New Harbinger —Jess Beebe, Jesse
Burson, Ben Clausen, Heather Garnos, Vicraj Gill, Melissa Valentine y otros—
ofrecieron muchas sugerencias valiosas, plancharon las torceduras y recortaron
todos los pasos tras bambalinas que ayudaron a completar este libro.
Agradecemos especialmente a Jasmine Star por su paciencia, guía y experiencia a
través de innumerables ediciones para ayudarnos a refinar y pulir el manuscrito.
Agradecemos que se nos acoja en la familia New Harbinger, y esperamos con
interés los próximos cuarenta años de contribuciones de la empresa, que traen,
en palabras de su
La hoja de ruta transdiagnóstica para la formulación de casos y la planificación del tratamiento
fundador, "el conocimiento de los pocos en beneficio de muchos". Nos
sentimos profundamente honrados de ser parte de ese legado.
Agradecemos a nuestros colegas del Centro de Terapia Cognitiva del
Área de la Bahía de San Francisco (Drs. Daniela Owen, Michael Tompkins y
Dan Weiner) y los Drs. Polina Eidelman y Janie Hong por compartir sus
conocimientos y ofrecer sugerencias útiles mientras afinamos cuestiones
conceptuales e intervenciones específicas. También agradecemos a Emma
Netland, quien nos asistió en las búsquedas de literatura. Estamos
agradecidos por los muchos médicos e investigadores talentosos en el Área
de la Bahía que apoyaron de todo corazón nuestra idea para este libro y nos
animaron en cada coyuntura en el camino.
Estamos siempre en deuda con nuestros supervisores y maestros a través de
los años, que proporcionaron una base sólida para nuestra sabiduría clínica, nos
ayudaron a tener el valor de tomar riesgos y ser innovadores, y nos dio una sed
insaciable de aprendizaje a lo largo de toda la vida. Si este libro ilumina el
camino para otros médicos, supervisores y profesores para que puedan hacer
una diferencia aún mayor en las vidas de sus pacientes, aprendices y estudiantes,
entonces habremos tenido éxito en lo que nos propusimos hacer hace varios
años cuando se concibió la idea de este libro.
Por último, queremos agradecer a nuestros pacientes —pasado, presente y
futuro— por honrarnos con su confianza y por inspirarnos con su valor al
permitirnos mirar dentro, acompañarlos en cada viaje increíble y guiarlos al
otro lado de la montaña.
XII
PARTE 1
Definición del
problema y asignación
de soluciones
CAPÍTULO 1
6
Por qué necesitamos una hoja de ruta de transdiagnóstico\
múltiples dimensiones de la vida de un paciente. Este paradigma ofrece una
guía para la elección de intervenciones basadas en supuestos mecanismos de
acción que se dirigen dentro de tratamientos específicos del trastorno, pero no
identifica los mecanismos subyacentes a través de una gama de problemas co-
ocurriendo o comorbilidades psiquiátricas.
La formulación de casos personifica la flexibilidad y el empirismo al
permitir que los terapeutas se salgan de los protocolos manuales e
individualicen las intervenciones en un esfuerzo por lograr mejores resultados
de tratamiento. Un ciclo continuo de retroalimentación en torno a la toma de
decisiones colaborativa y el monitoreo del progreso del paciente guía este
proceso (Persons, 2008), proporcionando una alternativa a la aplicación
simultánea o secuencial de múltiples protocolos, que puede no ser práctico o
deseable (Persons et al., 2006). Sin embargo, el proceso de desarrollo de
fórmulas y elección de intervenciones no siempre es sencillo, ya que existen
muchas opciones de tratamiento para muchos trastornos, incluida la depresión
(A. T. Beck et al., 1979; Martell et al., 2010), trastorno obsesivo-compulsivo
(Foa et al., 2012; Wilhelm & Steketee, 2006), trastorno de ansiedad social (D.
M. Clark & Wells, 1995; Rapee & Heimberg, 1997), y PTSD (Foa et al., 2007;
Resick & Schnicke, 1996). Incluso cuando se trata de un constructo singular
dentro de un trastorno, como la preocupación en el trastorno de ansiedad
generalizada (TAG), los terapeutas deben considerar múltiples hipótesis de
formulación como la evitación cognitiva, la intolerancia a la incertidumbre y la
desregulación emocional (Behar et al., 2009). Por lo tanto, ya sea que los
médicos estén tratando problemas singulares o condiciones comórbidas, hay
muchas buenas opciones -aunque poca claridad- con respecto a cómo desarrollar
hipótesis de mecanismos más precisos y planes de tratamiento eficaces para el
paciente individual.
7
La hoja de ruta transdiagnóstica para la formulación de casos y la planificación del tratamiento
2013), y ayuda a sintetizar elementos comunes en los constructos teóricos
subyacentes a los modelos de tratamiento y diagnósticos en un sistema
coherente, integrador y parsimonioso (por ejemplo, Barlow et al., 2011; S. C.
Hayes y otros, 2012). Esto conlleva potencialmente a un tratamiento más
expedito, práctico y eficaz de la psicopatología en general (D. A. Clark, 2009;
Craske, 2012; Egan et al., 2012).
Procesos de transdiagnóstico
Ingram (1990) fue un pionero temprano de los procesos de
transdiagnóstico, identificando la atención auto-enfocada (es decir, la
conciencia aumentada y a menudo inflexible de los estímulos internos) como
una variable de mantenimiento común a través de una amplia gama de
trastornos (por ejemplo, depresión, ansiedad, psicosis, psicopatía), que
distingue adaptativa de mal funcionamiento adaptativo. Incluso antes del
concepto actual de procesos transdiagnósticos, Aaron Beck (1976) reconoció
que su teoría cognitiva y tratamiento de la depresión podían aplicarse con
éxito a los trastornos de ansiedad. Estudios posteriores han examinado otros
mecanismos psicológicos que se comparten entre categorías diagnósticas y
que tienen un papel crítico en el mantenimiento del funcionamiento
psicopatológico. Por ejemplo, el pensamiento negativo repetitivo (por
ejemplo, rumiación, preocupación) se ha relacionado con el aumento de la
depresión y la ansiedad en una serie de trastornos psicológicos, como la
depresión mayor, el trastorno de ansiedad social, el trastorno de ansiedad
generalizada y el trastorno de estrés postraumático (véase Watkins, 2008, para
una revisión). Asimismo, la evitación experiencial se ha identificado como un
factor principal en el mantenimiento de la angustia subjetiva a través de
múltiples trastornos (S. C. Hayes et al., 1996). Gilbert e Irons (2004)
identificaron el autoataque como un proceso subyacente que mantiene los
síntomas psicopatológicos y el funcionamiento desadaptativo a través de los
trastornos relacionados con el estado de ánimo, la ansiedad y el trauma, y
crearon intervenciones de tratamiento centradas en técnicas experienciales
para la autocalmante y la autocompasión como medio para abordar este
mecanismo. Harvey y sus colegas (2004) identificaron doce procesos
transdiagnósticos (por ejemplo, evitación atencional, evitación conductual,
razonamiento emocional) dentro de los dominios de atención, memoria,
razonamiento, pensamiento y comportamiento que parecen responsables de
causar y/o mantener la psicopatología a través de categorías diagnósticas.
Modelos transdiagnósticos de tratamiento
Una perspectiva transdiagnóstica que se centra en los mecanismos
psicológicos subyacentes está ganando cada vez más apoyo tanto en los
escenarios clínicos como de investigación (Craske, 2012; Egan et al., 2013;
Mansell et al., 2009). Barlow y
8
Por qué necesitamos una hoja de ruta de transdiagnóstico\
colegas (2011) desarrollaron un protocolo unificado que integra técnicas clínicas
conocidas, como habilidades de mindfulness y exposición interoceptiva, que ha
demostrado ser eficaz en el tratamiento de la ansiedad comórbida y los
trastornos del estado de ánimo unipolar. Del mismo modo, el protocolo de
trastornos de la conducta alimentaria de Fairburn (2008) abarca múltiples
procesos psicológicos, y ahora existe un manual de habilidades (Leahy et al.,
2011) para terapeutas que tratan problemas de desregulación emocional que
utiliza intervenciones tomadas de las EST existentes. Incluso la comunidad de
autoayuda ha avanzado hacia soluciones transdiagnósticas, incluyendo una guía
para reducir el perfeccionismo (Shafran et al., 2010), y un protocolo para
mejorar la regulación de las emociones y el afrontamiento general (McKay et al.,
2011) integrando habilidades de la terapia de aceptación y compromiso (ACT),
la terapia cognitivo conductual (CBT) y la terapia dialéctica conductual (DBT).
Algunos modelos transdiagnósticos se centran exclusivamente en uno o dos
procesos bajo mentira, como la atención autoenfocada (Ingram, 1990), la
desregulación de las emociones (Suveg et al., 2010) o la fusión cognitiva y la
evitación experiencial (S. C. Hayes et al., 2012). A pesar del impacto innovador
de estos modelos teóricos y los protocolos de tratamiento correspondientes, no
guían a los clínicos a considerar cómo múltiples procesos psicológicos,
incluyendo procesos no incluidos en esos modelos, podrían interactuar dentro
de problemas clínicos singulares y comórbidos. Del mismo modo, los sistemas de
categorización para los procesos transdiagnósticos (por ejemplo, Harvey y otros,
2004) han sido útiles para ilustrar los aspectos comunes etiológicos y funcionales
de los diferentes trastornos que pueden informar las posibles intervenciones,
pero no proporcionan orientación sobre cómo incorporar las consideraciones
transdiagnósticas en la evaluación integral y la planificación del tratamiento en la
práctica real.
Las perspectivas transdiagnósticas reflejan una apreciación de que los
procesos psico-lógicos comunes impulsan trastornos clínicos aparentemente
diferentes. Sin embargo, no ofrecen un enfoque verdaderamente individualizado
e integral para entender y tratar a la persona detrás del problema que se presenta.
Los modelos de formulación de casos sí ofrecen esta posibilidad, aunque ofrecen
poca orientación sobre cómo identificar hipótesis de mecanismos específicos
dentro de la gama más amplia de opciones que se han establecido a través de la
investigación empírica sobre mecanismos psicológicos y los tratamientos que los
apuntan.
Por lo tanto, la necesidad de un entendimiento clínicamente relevante de los
procesos transdiagnósticos que pueden ser utilizados en la práctica para informar la
toma de decisiones clínicas es inequívocamente clara. Tanto los terapeutas como los
pacientes se beneficiarían de directrices prácticas para un enfoque colaborativo y
empírico de la comprensión de los problemas que se presentan en un contexto
global; desarrollo de hipótesis sobre los mecanismos etiológicos y funcionales
específicos (derivados
9
La hoja de ruta transdiagnóstica para la formulación de casos y la planificación del tratamiento
tanto de modelos transdiagnósticos como de modelos específicos de
trastorno) que subyacen a los problemas de los pacientes; y la selección de
intervenciones para dirigir eficazmente esos mecanismos, facilitar el logro de
los objetivos del tratamiento y mejorar las capacidades funcionales y la
calidad de vida de los pacientes. La hoja de ruta transdiagnóstica ofrece esta
solución tan esperada y tan necesaria.
Una hoja de ruta transdiagnóstica
para la formulación de casos y la
planificación del tratamiento
Al igual que la mayoría de los profesionales basados en la evidencia, hemos
luchado por mantenernos al tanto de la literatura científica para averiguar qué
mecanismos psicológicos podrían estar impulsando la presentación de
problemas y qué intervenciones son más efectivas y apropiadas para cualquier
paciente dado. Para satisfacer esta necesidad, se desarrolló el constructo de
mecanismos transdiagnósticos (MDTs), el cual integra principios de la literatura
sobre procesos transdiagnósticos y mecanismos psicológicos con conocimientos
actuales sobre tratamientos teóricos y basados en el trastorno. Definimos los
TDM como vulnerabilidades subyacentes y patrones de respuestas que se
hipotetizan para desencadenar y mantener síntomas cognitivos, conductuales,
emocionales y fisiológicos y deficiencias funcionales en las categorías de
diagnóstico. Los TDM son procesos psicológicos que pueden ser focalizados en
el tratamiento utilizando nuestro sistema de clasificación único, que permite a
los clínicos seleccionar intervenciones basadas en las acciones necesarias para
enfocar los mecanismos identificados en la formulación transdiagnóstica y lograr
los objetivos de resultado deseados por cada paciente.
La identificación de los TDM es la fuerza impulsora de la formación de
casos transdiagnósticos. Nuestra hoja de ruta clínica guía a los médicos a
través del proceso de psicoterapia desde la ingesta hasta la terminación e
incorpora la creatividad del terapeuta y el paciente para mejorar las
intervenciones y refinar aún más la planificación del tratamiento. Ilustramos
cómo realizar evaluaciones clínicas que generen hipótesis de MDT para
explicar los problemas que presentan los pacientes, y enseñamos a los
terapeutas cómo usar hipótesis de mecanismos como guía en la colaboración
con los pacientes para desarrollar objetivos, elegir intervenciones de opciones
basadas en evidencia y individualizar planes de tratamiento para satisfacer
mejor las necesidades de los pacientes, ayudarlos a resolver problemas y
mejorar sus vidas. Aquí presentamos un esquema de la hoja de ruta
transdiagnóstica que destaca el papel central de la identificación de
mecanismos en la conceptualización de casos y la planificación del
tratamiento.
10
El papel de los MDT en la planificación del tratamiento
Evaluación
Experiencia del ·Admisión y fondo información Desarrollar hipótesis TDM
paciente ·Instrumentos de evaluación basado en datos de evaluación
·Presentar problemas y ·Hipótesis diagnósticas y descartes ·Mecanismos de vulnerabilidad
síntomas ·Observaciones ·Mecanismos de respuesta
·Ejemplos concretos de problemas
·Medidas del mecanismo
transdiagnóstico
Por qué necesitamos un
progreso tratamiento
TDM
·Supervisar la eficacia de ·Identificar resultado
global ·Explicar los problemas y
intervenciones Seleccionar intervenciones síntomas del paciente en el
objetivos
·Mecanismo del monitor ·Cambio del mecanismo de destino contexto de los
·Identificar mecanismo
cambio y global y los objetivos globales de mecanismos
objetivos de resultados resultados ·Identificar factores que
cambiar objetivos
·Ajustar la formulación TDM ·Considerar la utilidad funcional de podrían empeorar los
·Definir medibles
y plan de tratamiento como intervenciones problemas o impedir el
marcadores de cambio
necesario ·Incorporar creatividad hábil tratamiento
·Evaluar la preparación
del paciente ·Identificar las fortalezas del
para el cambio paciente
·Priorizar objetivos y recursos
Terminar según corresponda
11
La hoja de ruta transdiagnóstica para la formulación de casos y la planificación del tratamiento
Queremos enfatizar que la hoja de ruta transdiagnóstica no es un intento de
crear otro protocolo de tratamiento. Más bien, es una solución práctica para los
médicos que buscan las estrategias más eficaces para ayudar a sus pacientes.
Nuestras hojas de trabajo fáciles de usar (disponibles en el apéndice, y como
descargas en http:// www.newharbinger.com/28951) proporcionan
herramientas en la sesión que se pueden aplicar a una amplia gama de problemas
de presentación, síntomas psicológicos y dificultades funcionales. Al igual que
otros modelos de formulación de casos, la hoja de ruta está fuertemente
arraigada en los principios científicos y los métodos empíricos, y se basa en un
ciclo continuo de retroalimentación de la evaluación colaborativa y continua de
presentar problemas y síntomas, el seguimiento de las respuestas de los pacientes
a las intervenciones, y la prueba de las hipótesis del mecanismo de
transdiagnóstico. Aunque nuestra compilación de TDMs no es exhaustiva,
hemos incluido muchos mecanismos frecuentemente descritos en la literatura
sobre procesos psicológicos, trastornos y tratamientos. La flexibilidad de la hoja
de ruta le permite adaptar y ampliar nuestras directrices para adaptarse a su
propia práctica y a las necesidades de los pacientes, e incorporar mecanismos e
intervenciones adicionales a medida que evolucionan y se desarrollan nuevas
investigaciones. Estamos seguros de que la hoja de ruta de transdiagnóstico
resultará ser una brújula de confianza, lo que le permitirá navegar su viaje clínico
con pacientes con habilidad y aplomo.
12
CAPÍTULO 2
Vulnerabilidad
Mecanismos
14
Mecanismos de vulnerabilidad\
Consideramos que los TDM representan componentes de vulnerabilidad y
respuesta de los problemas, que están interconectados y contribuyen a un ciclo
continuo de retroalimentación que perpetúan aún más esos problemas, y a
menudo dan lugar a dificultades adicionales. El desarrollo de hipótesis sobre cómo
la vulnerabilidad y los mecanismos de respuesta pueden influenciarse
colectivamente entre sí contribuye a la comprensión del cuadro clínico más amplio
por parte de los terapeutas. Si bien la formulación transdiagnóstica se centra en los
TDM, también incluye variables internas, como el riesgo genético para ciertos
problemas, los factores de estrés ambiental y las consideraciones culturales.
Está fuera del alcance de este libro proporcionar revisiones detalladas de la
literatura de los mecanismos descritos aquí. La investigación sobre los mecanismos
avanza a un ritmo rápido y es prácticamente imposible crear una lista exhaustiva.
Le animamos a mantenerse al tanto de estos avances para mejorar su comprensión
de los problemas de los pacientes y las fuerzas que los impulsan. Al centrarnos en
los TDM, buscamos salvar la brecha entre la ciencia clínica y la práctica, facilitar el
logro de las metas de los pacientes y mejorar los resultados clínicos.
En este capítulo analizamos los mecanismos de vulnerabilidad y abordamos
los mecanismos de respuesta en el capítulo 3, incluyendo medidas de estos
constructos cuando sea posible. Estos capítulos proporcionan la base empírica para
nuestra compilación de TDM y sirven como referencia rápida para ayudarle a
aprender sobre mecanismos específicos, facilitar la evaluación de los problemas de
los pacientes y guiar sus decisiones sobre los TDM y cómo tratarlos mejor. Muchos
mecanismos de vulnerabilidad evolucionaron a partir de la investigación sobre
distintos trastornos y síntomas específicos del problema, aunque su naturaleza
transdiagnóstica se está haciendo cada vez más evidente. Mientras que constructos
de vulnerabilidad como el "neuroticismo", una dimensión del temperamento que
involucra la propensión hacia estados emocionales negativos (por ejemplo,
ansiedad, depresión), se han implicado como vulnerabilidades biológicas que
contribuyen a la predicción de trastornos psicológicos (Barlow, 2002; Brown &
Naragon-Gainey, 2013), los TDM descritos a continuación representan
componentes específicos de vulnerabilidad de los problemas más susceptibles a
intervenciones clínicas directas.
Predisposiciones neurofisiológicas
Algunos mecanismos de vulnerabilidad son neurofisiológicos, reflejando
déficits en los factores regulatorios involucrados en la excitación e inhibición, el
funcionamiento ejecutivo, la regulación de las emociones y el sueño, y el
procesamiento, almacenamiento y recuperación de información. Los mecanismos
neurofisiológicos han sido identificados como potenciales mediadores del cambio
de síntomas, y dirigirlos directamente en el tratamiento puede producir mejoras
significativas en el funcionamiento del paciente a través de múltiples trastornos,
15
La hoja de ruta transdiagnóstica para la formulación de casos y la planificación del tratamiento
incluyendo ansiedad, depresión, adicción y psicosis (Siegle et al., 2007). A
menudo evocan mecanismos de respuesta, como conductas impulsadas por
emociones (por ejemplo, corte), relacionadas con la hiperexcitación límbica y
la desinhibición cortical. Dirigirse a los mecanismos neurofisiológicos y
explicarlos a los pacientes puede reducir la sensación de fracaso de los
pacientes y ayudar a los terapeutas a comprender posibles obstáculos para el
tratamiento, como cuando los pacientes experimentan dificultades para
completar los deberes o no responden a las intervenciones como se esperaba.
Por ejemplo, un funcionamiento ejecutivo deficiente podría impedir que un
paciente altamente motivado completara un registro de pensamientos, y los
déficits en el procesamiento, almacenamiento o recuperación de información
podrían interferir con la capacidad de aprender e implementar estrategias para
tolerar la incertidumbre. A menudo, múltiples vulnerabilidades siguen
presentando problemas, y el tratamiento frecuentemente implica enseñar
estrategias compensatorias en lugar de erradicar los déficits (Solanto, 2011).
Regulación de excitación y control inhibidor
Los déficits en la regulación de la excitación y el control inhibitorio alteran la
autorregulación y la inhibición conductual y están implicados en el TDAH
(Barkley, 1997; Solanto, 2011). La desinhibición también está asociada con
trastornos de ansiedad y estado de ánimo, abuso de sustancias,
comportamiento antisocial, esquizofrenia y TEPT (ver Nigg, 2000, para una
revisión). La impulsividad se correlaciona con los sustratos neuronales para
múltiples trastornos (Moeller et al., 2001) y con el aumento del
comportamiento suicida en pacientes bipolares y otros (Swann et al., 2005). La
hiperexcitación emocional se ha relacionado transdiagnosticalmente con la
preocupación (Turk et al., 2005), y la hiperexcitación emocional y fisiológica
puede conducir al insomnio, especialmente en ausencia de habilidades
efectivas para controlar la excitación (Morin & Espie, 2012). La pobre
regulación de la excitación después de eventos estresantes en la vida parece
estar correlacionada con trastornos del sueño y aumento de los síntomas
maníacos en pacientes bipolares (ver Levenson et al., 2013, para una revisión).
Craske y Barlow (2008) sugieren que la conciencia aparentemente aumentada de
las sensaciones somáticas de la excitación que acompañan a los ataques de pánico
(Ehlers & Breuer, 1992) puede ser un factor predisponente en el trastorno de
pánico. Esto parece estar relacionado con mecanismos de control respiratorio
problemáticos, que reducen los niveles sanguíneos de dióxido de carbono, una
condición conocida como hipocapnia (Klein, 1993; Ley, 1985), desencadenando
múltiples cambios fisiológicos que contribuyen al desbalance cognitivo de las
sensaciones de pánico (Meuret et al., 2010). De manera similar, la modu
inadecuada de la función cardiaca durante la respiración ha estado implicada en
la desregulación emocional en una serie de problemas, incluyendo el
comportamiento antisocial (Crowell et al., 2006), el comportamiento parasuicida
(Crowell et al., 2005), la ansiedad y la preocupación
16
Mecanismos de vulnerabilidad\
(Thayer et al., 1996), depresión (Rottenberg et al., 2002), y pánico (Yeragani et
al., 1993). El rápido aumento de la excitación emocional y el lento retorno a la
línea de base que comúnmente se observa en el trastorno límite de la
personalidad (TLP) se han relacionado con déficits en la regulación a la baja de
las estructuras límbicas y una pobre modulación de los impulsos de acción
conductual mal adaptativa (Linehan et al., 2007).
Funcionamiento ejecutivo
El funcionamiento ejecutivo incluye la navegación por nuevas situaciones,
el análisis de problemas y la selección de estrategias para resolverlos, la
inhibición de comportamientos incorrectos e inapropiados, y la evaluación del
rendimiento y el ajuste de la planificación futura en consecuencia. Si bien los
déficits del funcionamiento ejecutivo se asocian más notablemente con el
TDAH, que implica deficiencias en la motivación, la memoria de trabajo y la
autorregulación (Barkley, 1997), también ocurren en la depresión, la ansiedad,
los trastornos alimentarios y el abuso de sustancias (que a menudo acompañan
al TDAH) y pueden estar directamente dirigidos al tratamiento (Solanto,
2011).
Se ha demostrado que la ansiedad disminuye el funcionamiento ejecutivo
(Eysenck et al., 2007). Los déficits del funcionamiento ejecutivo también ocurren
en la esquizofrenia y el TOC (véase Gotlib & Jormann, 2010, para una revisión),
así como en el acaparamiento compulsivo (Grisham et al., 2007) y el TEPT
(Aupperle et al., 2012). Las regiones frontales del cerebro que gobiernan el
funcionamiento cognitivo y emocional del ejecutivo y están involucradas en la
regulación de las emociones han sido implicadas en la psicopatología de la BPD
(Salavert et al., 2011) y parecen estar relacionadas con deficiencias generalizadas en
el funcionamiento ejecutivo de esos pacientes (Quiraishi & Frangou, 2002).
17
La hoja de ruta transdiagnóstica para la formulación de casos y la planificación del tratamiento
Los sesgos negativos en el procesamiento de la información son característicos
tanto de la depresión unipolar como de la bipolar y crean factores de riesgo
cognitivos para tasas de depresión más elevadas durante toda la vida (véase Alloy y
otros, 2006, para una revisión). Estos sesgos agotan los recursos cognitivos e
impiden el procesamiento reflexivo que podría proporcionar información
correctiva (Beevers, 2005). Los individuos deprimidos también muestran déficits
en el control inhibitorio de la información irrelevante, lo que interfiere con la
atención selectiva y la memoria de trabajo y puede explicar la propensión
característica hacia la rumiación, las dificultades para desvincularse del material
negativo y los problemas de regulación emocional (Gotlib & Jormann, 2010).
Los síntomas característicos del trastorno de estrés postraumático (por
ejemplo, recuerdos e imágenes intrusivos, disociación) se han relacionado con el
procesamiento y la recuperación de información defectuosa, lo que puede explicar
por qué muchos supervivientes de traumas experimentan lagunas importantes en
la memoria autobiográfica y son propensos a prestar atención selectiva a las
señales relacionadas con la amenaza (Brewin y otros, 1996; Ehlers & Clark, 2000).
Perturbaciones similares ocurren en la fobia social: las imágenes intrusivas
recurrentes de eventos sociales negativos acompañan el desarrollo o
empeoramiento de los síntomas y conducen a evitar estímulos o situaciones
sociales, lo que impide la codificación adecuada de esta información en la
memoria autobiográfica y exacerba aún más los síntomas (Wild et al., 2007). Los
recuerdos y las imágenes intrusivas ocurren en la depresión bipolar, y las imágenes
intrusivas y vívidas positivas parecen alterar los ritmos circadianos y desencadenar
la hipomanía (Gregory et al., 2010). Foa y Kozak (1986) propusieron una "red de
miedo" de estructuras de memoria relacionadas con el trauma que colorea
esquemas del yo (como incompetentes) y del mundo (como peligrosos),
interrumpiendo la asimilación de nueva información. La eficacia de la TCC en el
tratamiento del TEPT se ha relacionado con su capacidad para crear
representaciones mentales alternativas que compitan con las memorias e imágenes
negativas relacionadas con el trauma (Brewin, 2006).
Reglamento de emociones
Los déficits de regulación emocional (ER) son características centrales de las
condiciones del espectro bipolar (Goodwin & Jamison, 2007) y del trastorno
límite de la personalidad (Linehan, 1993a). Las alteraciones en los sistemas de
dopamina y serotonina responsables de regular las emociones se asocian con
muchos de los síntomas característicos del trastorno bipolar, incluyendo
depresión, manía y aumento del apetito en el interior (Miklowitz & Johnson,
2006). La hipersensibilidad emocional característica y la desregulación conductual
asociada en la DBP se han relacionado con una mayor activación de la amígdala
(Herpertz et al., 2001). Los cambios relacionados con el trauma en las estructuras
neuronales se asocian con hiperexcitación, disociación, y entumecimiento
emocional y desregulación en el TEPT (Malta, 2012). Los déficit de Urgencias
18
Mecanismos de
vulnerabilidad\
la gravedad de los síntomas y las deficiencias funcionales en el TEPT (Cloitre et
al., 2005), así como la identificación y focalización de los mecanismos
subyacentes a la disregulación emocional pueden mejorar los resultados del
tratamiento para el TEPT complejo (Bryant, 2010). Los problemas para
experimentar, diferenciar, atenuar y modular las emociones ocurren en la
anorexia nerviosa y la depresión mayor y pueden distinguir a los pacientes en
ambos grupos de los controles no clínicos (Brockmeyer, Bents, et al., 2012). Los
déficits de ER se han implicado en pacientes con problemas de recolección de la
piel y tricotilomanía (Snorrason et al., 2012), apoyando la utilidad de
tratamientos de reversión de hábitos potenciados por DBT que mejoran la
regulación de las emociones (Keuthen et al., 2012).
Regulación del sueño
La regulación de las emociones y del sueño están estrechamente relacionadas.
Por ejemplo, la reactividad emocional excesiva puede ser un mecanismo
subyacente en el insomnio y otros trastornos del sueño (Gehrman et al., 2012). Los
déficits en la arquitectura y regulación del sueño se han relacionado con problemas
de ER en enfermedades bipolares, depresión mayor, TDAH y psicosis, sugiriendo
el sueño como mecanismo causal de transdiagnóstico y apoyando terapias que
apuntan a los ritmos circadianos y la exposición a la luz y la restricción para
reducir los síntomas psiquiátricos (Harvey et al., 2011). Las alteraciones del sueño
se han relacionado con una mayor manía a través de múltiples caminos (Levenson
et al., 2013). Las alteraciones del sueño y la disfunción reguladora también están
asociadas con la esquizofrenia, a menudo precediendo a episodios psicóticos, y
pueden desempeñar un papel en su etiología (Lunsford-Avery & Mittal, 2013).
Respuestas aprendidas
Las respuestas aprendidas se adquieren a lo largo de la vida y pueden ser
específicas a ciertos eventos o generalizadas a través de situaciones. La terapia
incluye la identificación de las consecuencias de las respuestas aprendidas para
revelar patrones contextuales y funcionales de comportamiento problemático, y
para alentar y probar nuevos aprendizajes para reducir el estrés y mejorar el
funcionamiento y la calidad de vida. La comprensión de las respuestas
aprendidas puede contribuir a las hipótesis sobre otros mecanismos de
vulnerabilidad (por ejemplo, esquemas, control percibido, intolerancia a la
incertidumbre) y los mecanismos de respuesta asociados (por ejemplo,
evitación, búsqueda de seguridad, evaluaciones cognitivas erróneas), lo que
contribuye a las decisiones sobre el tratamiento.
19
La hoja de ruta transdiagnóstica para la formulación de casos y la planificación del tratamiento
El modelo de triple vulnerabilidad de los trastornos emocionales de Barlow
(2000, 2002) destaca el papel de las experiencias de aprendizaje temprano en un
sentido disminuido de la predictibilidad o controlabilidad de los eventos
estresantes, que es una vulnerabilidad psico-lógica general al desarrollo de
ansiedad o depresión crónicas. Por ejemplo, los niños aprenden de sus padres (y
de otros) a temer las sensaciones fisiológicas, buscar tranquilidad médica, evitar
situaciones incómodas o fortalecer ciertos pensamientos o creencias
disfuncionales. El aprendizaje temprano influye en el foco de la angustia de los
pacientes y en el desarrollo de distintas vulnerabilidades psicológicas que
subyacen a trastornos específicos (por ejemplo, sensibilidad a la ansiedad en caso
de pánico, miedo a la evaluación negativa en caso de ansiedad social). Entender
cómo se aprenden las conductas problemáticas ayuda a los clínicos a elegir las
intervenciones que mejor aborden las experiencias de los pacientes. Tres grandes
teorías del aprendizaje informan estos esfuerzos: condicionamiento (clásico) de los
encuestados, condicionamiento operante y aprendizaje observacional. (Para una
revisión completa de los principios conductuales y su aplicación a la práctica
clínica, véase Ramnerö & Törneke, 2008.)
20
Mecanismos de vulnerabilidad\
Modelado
La gente también aprende observando e imitando comportamientos
modelados por otros (A. Bandura, 1977). En consecuencia, observar cómo
responden los cuidadores y otros individuos significativos a las situaciones
puede contribuir al desarrollo y mantenimiento de comportamientos
problemáticos y estilos de afrontamiento. Por ejemplo, los padres que sienten
ingenio gritan y golpean a otros cuando están frustrados y enojados sirve como
modelo para que los niños usen respuestas verbales y físicas similares a tales
sentimientos. De la misma manera, si un cuidador evita hablar por sí mismo
cuando es culpado o criticado, sus hijos pueden aprender a imitar su
comportamiento en situaciones similares. El modelado es una de las diversas
formas en que se ha demostrado que el contexto familiar afecta el ajuste
emocional de los niños y el desarrollo de habilidades de regulación emocional
(Morris et al., 2007). El aprendizaje también puede ocurrir fuera de la
experiencia directa (por ejemplo, a través de lo que los individuos son contados
por otros o leídos en los medios). El contexto social, familiar y de desarrollo del
aprendizaje observacional arroja luz importante sobre las respuestas aprendidas
y el estilo de afrontamiento de los pacientes.
Creencias omnipresentes
Las creencias dominantes son ideas centrales profundamente arraigadas que
influyen en patrones de pensamiento, comportamientos, estado de ánimo e
interpretaciones de los acontecimientos. Cuando se activan, estos
constructos provocan mecanismos de respuesta, síntomas e impedimentos
funcionales.
21
La hoja de ruta transdiagnóstica para la formulación de casos y la planificación del tratamiento
Esquemas negativos
El modelo de depresión de Aaron Beck (1964) identifica esquemas como
estructuras cognitivas subyacentes que se desarrollan temprano en la vida y
afectan la interpretación de las experiencias de las personas. El contenido del
esquema puede incluir creencias negativas básicas acerca de uno mismo (por
ejemplo, soy inútil e inadorable), otros (por ejemplo, la gente no se preocupa y
juzga), el mundo (por ejemplo, El mundo es peligroso y castigador), y el futuro
(por ejemplo, las cosas nunca mejorarán). Los esquemas típicamente son
activados por eventos de la vida externa, aunque experiencias internas como
respuestas emocionales (por ejemplo, vergüenza) también pueden
desencadenarlos y fortalecerlos (por ejemplo, soy malo). Las creencias
fundamentales negativas generalmente se dividen en tres categorías
generales: impotencia, desamor e inutilidad (J. S. Beck, 2011), y el contenido
del esquema de una persona puede abarcar múltiples categorías. Los
esquemas negativos se han relacionado con trastornos traumáticos (Foa et al.,
2007), trastornos de ansiedad (A. T. Beck et al., 1985) y trastornos de
personalidad (A. T. Beck et al., 2006).
Cuando se disparan, los esquemas pueden actuar como una lente que
distorsiona la realidad para ajustarse y confirmar los esquemas existentes. La
activación del esquema evoca emociones negativas y mecanismos de respuesta
como distorsiones cognitivas y comportamientos de evitación. Por ejemplo, si
Tim cree que es poco adorable y otros siempre lo rechazan, una respuesta tardía
de un amigo a quien le envió un mensaje de texto podría llevar a Tim a concluir
que su amigo ya no le gusta, "probando" así los esquemas que soy poco amoroso y
Otros están rechazando. Tim puede entonces retirarse de la relación, evitar a otros
amigos, o selectivamente buscar evidencia de otros rechazos percibidos, lo que
potencialmente conduce a la depresión, ansiedad social, conflictos con
compañeros de trabajo, o una serie de otros problemas emocionales y de
comportamiento. Los terapeutas a menudo pueden identificar esquemas a
través de los pensamientos automáticos de los pacientes afiliados con
experiencias emocionales negativas (A. T. Beck et al., 1979; J. S. Beck, 2011).
Creencias metacognitivas
La metacognición involucra creencias sobre las propias cogniciones (Wells,
2000) e influye en cómo los individuos responden a sus pensamientos y
sentimientos. Wells (2009) describe cómo la metacognición impulsa estilos
repetitivos de pensamiento que mantienen un sentido de amenaza (por ejemplo,
preocupación, rumiación, atención a la amenaza) y contribuyen a los esfuerzos
(es decir, mecanismos de respuesta) dirigidos a controlar, suprensar o deshacer
pensamientos. Por ejemplo, ambas creencias positivas sobre la preocupación
(Preocuparse es útil; Necesito preocuparme para estar preparado y no ser tomado por
sorpresa) y
22
Mecanismos de
vulnerabilidad\
creencias negativas sobre la preocupación (La preocupación es dañina; Necesito
dejar de preocuparme) puede mantener la preocupación y alimentar los intentos
de controlarla o suprimirla. Las creencias metacognitivas acerca de las
emociones también son objeto de tratamiento (por ejemplo, Greenberg, 2002;
Linehan, 1993a). Manser y colegas (2012) examinaron creencias sobre
emociones, revelando seis dimensiones: abrumadora e incontrolable;
vergonzoso e irracional; inválido y sin sentido; inútil; perjudicial; y contagioso.
Las creencias metacognitivas sobre el significado y el peligro de los
pensamientos y la utilidad de los rituales son una característica central del TOC
(Wells, 1997). La importancia y el control de los pensamientos es uno de los
tres constructos cognitivos asociados al TOC (Obsessive Compulsive
Cognitions Working Group [OCCWG], 1997, 2005) y se mide utilizando el
Obsessive Belief Questionnaire -44 (OBQ- 44; OCCWG, 2005). Los pacientes
interpretan los pensamientos intrusivos como significativos y significativos y
fusionan pensamientos con acciones y equivalentes morales, como Si tengo un
mal pensamiento, significa que podría actuar en consecuencia, o que soy una mala
persona (Rachman, 1993). Estas creencias interpretativas se denominan fusión
pensamiento-acción (TAF), en las que tener un pensamiento perturbador se
cree que aumenta la probabilidad de su ocurrencia o es el equivalente moral a
llevarlo a cabo (Rachman et al., 1995); este constructo puede ser evaluado
usando la Escala TAF (Shafran et al., 1996). Si bien el TAF es un constructo
importante en la sintomatología del TOC, su calidad supersticiosa refleja su
alcance más amplio a otros trastornos también, incluyendo el TAG, el trastorno
de pánico y los trastornos de la alimentación (Shafran & Rachman, 2004).
23
La hoja de ruta transdiagnóstica para la formulación de casos y la planificación del tratamiento
Sensibilidad a la ansiedad
La sensibilidad a la ansiedad (EA) es el miedo a las sensaciones
relacionadas con la ansiedad debido a las creencias de que experimentar
ansiedad puede tener implicaciones negativas (Reiss et al., 1986). Involucra
temores de consecuencias somáticas, cognitivas y sociales de la ansiedad,
aunque algunas dimensiones son más específicas de ciertos trastornos, como
los temores somáticos en el trastorno de pánico, y los temores de reacciones
de ansiedad públicamente observables en la fobia social (Deacon &
Abramowitz, 2006). La EA puede evaluarse mediante el Índice de
Sensibilidad a la Ansiedad -3 (ASI-3; Taylor et al., 2007).
AS es uno de los tres temores fundamentales dentro del modelo de
expectativa de miedo de Reiss y McNally (1985): miedo a la ansiedad o al miedo
mismo (EA), miedo a una lesión o enfermedad y miedo a una evaluación
negativa. Ese modelo amplió la investigación sobre la ansiedad más allá de la
teoría del aprendizaje para incluir la expectativa y el procesamiento de la
información. Por ejemplo, la evitación puede estar motivada por las expectativas
de lo que las personas piensan que sucederá y por qué tienen miedo de los
acontecimientos previstos. Así, la EA puede ser un factor de riesgo para
trastornos de ansiedad, y no sólo una consecuencia de experimentar pánico o
ansiedad (Reiss, 1991). La EA se asocia con el miedo, las fobias y el abuso de
sustancias (Reiss, 1991), y se producen correlaciones consistentemente fuertes
con la agorafobia, el TAG, el pánico y el TEPT (Naragon-Gainey, 2010).
La EA puede predecir síntomas depresivos (Reardon & Williams, 2007)
y se ha demostrado como un factor de vulnerabilidad para el acaparamiento
compulsivo (Medley et al., 2013). Se correlaciona con la supresión del
pensamiento para predecir aditivamente los síntomas de ansiedad (Keough,
Timpano, et al., 2010) y eleva el riesgo de trastornos por consumo de
sustancias (Schmidt, Buckner, et al., 2007). La EA también aumenta la
gravedad de los síntomas de abstinencia y el riesgo de recaída, y disminuye la
tolerancia de los síntomas de abstinencia (Stewart & Kushner, 2001).
Basándose en su papel en la etiología y el mantenimiento de los trastornos
de ansiedad, el abuso de sustancias y los trastornos del estado de ánimo,
Schmidt, Eggleston y colegas (2007) desarrollaron un programa de
prevención dirigido a la EA como vulnerabilidad cognitiva transdiagnóstica.
Las intervenciones de la TCC son eficaces para reducir la EA, aunque los
mecanismos de cambio siguen sin estar claros (Smits y otros, 2008).
Control percibido
Barlow (2000, 2002) planteó un menor sentido de control sobre eventos
aversivos y experiencias emocionales (debido al aprendizaje temprano) como
un factor de vulnerabilidad psico-lógica general para trastornos emocionales,
incluyendo ansiedad crónica y depresión. El control percibido está implicado
como factor de vulnerabilidad para
24
Mecanismos de
vulnerabilidad\
la ansiedad, basada en el papel contribuyente de las primeras experiencias de
control disminuido para aumentar la probabilidad de interpretar eventos
futuros como fuera de control (Chorpita & Barlow, 1998). El Cuestionario de
Control de Ansiedad -Revisado (ACQ-R; Brown et al., 2004) evalúan el control
emocional percibido y sus factores específicos: control de emociones, amenazas
y estrés. Se ha demostrado que tanto la EA como los déficits en el control
percibido predicen los síntomas del trastorno de pánico, y su interacción puede
aumentar la gravedad de los síntomas (Bentley et al., 2013). El control
percibido de las amenazas parece moderar la relación entre EA y agorafobia, y
las percepciones de emociones y situaciones como incontrolables e
impredecibles pueden ser un factor de vulnerabilidad psicológica generalizada
(White et al., 2006).
El control percibido está recibiendo un apoyo creciente como objetivo del
tratamiento que puede mejorar los resultados del tratamiento. Por ejemplo, el
control percibido se demostró como mediador del cambio en los síntomas del
trastorno de pánico tanto en el entrenamiento respiratorio asistido por
capnometría como en el entrenamiento cognitivo, lo que sugiere que el
tratamiento dirigido a mejorar las percepciones del control sobre las
experiencias externas e internas puede producir mayores reducciones en los
síntomas de pánico (Meuret et al., 2010). Un protocolo de aceptación basado
en mecanismos de selección asociados con el TAG produjo mejoras
significativas en el control percibido sobre la ansiedad y tolerancia de la
incertidumbre, y disminuyeron las dificultades de regulación emocional y los
temores de respuestas emocionales, sugiriendo que el control percibido puede
ser multifacético y que aprender a aceptar y enfrentar la ansiedad puede
aumentar un sentido de eficacia (Treanor et al., 2011).
Intolerancia a la incertidumbre
Existe evidencia considerable que señala a la intolerancia a la incertidumbre
(IU) como una vulnerabilidad transdiagnóstica y un factor de mantenimiento
entre los trastornos de ansiedad (ansiedad social, pánico, agorafobia, GAD y TOC)
y la depresión (por ejemplo, Boelen & Reijntjes, 2009; Carleton et al., 2012;
Mahoney & McEvoy, 2012). Existen diversas definiciones y conceptualizaciones de
IU, incluyendo una visión de ella como "la tendencia a reaccionar negativamente a
nivel emocional, cognitivo y conductual ante situaciones y eventos inciertos"
(Dugas et al., 2004, p. 143). Dado que existe cierto grado de incertidumbre en la
vida cotidiana, es probable que IU "conduzca a una angustia y preocupación con
necesidad de altura" (Buhr & Dugas, 2006, p. 223). Algunas dimensiones de la IU
se superponen con la intolerancia a la ambigüedad (IA; Grenier et al., 2005),
aunque las construcciones son diferentes: La IA implica experimentar las
situaciones actuales como una amenaza debido a sus características ambiguas; IU
implica una sensación de amenaza relacionada con la imprevisibilidad de eventos
futuros (Grenier et al., 2005). Esta distinción
25
La hoja de ruta transdiagnóstica para la formulación de casos y la planificación del tratamiento
puede ser útil para determinar el contenido y los desencadenantes de los miedos
o creencias fundamentales que subyacen a los comportamientos problemáticos.
IU ha estado implicada en el desarrollo y mantenimiento de la preocupación
(Behar et al., 2009; Buhr & Dugas, 2006; Meeten et al., 2012) y pueden plantear
una vulnerabilidad cognitiva a la preocupación a través del procesamiento
sesgado de la información (Koerner & Dugas, 2008; van der Heiden et al., 2010).
El modelo de IU de GAD (Dugas et al., 1998) también implica creencias positivas
sobre la preocupación, la orientación negativa del problema y la evitación
cognitiva como constructos que contribuyen a la preocupación clínica (Dugas et
al., 2005). Un protocolo cognitivo conductual (CBT-IU) dirigido a IU y sus
constructos relacionados (preocupación, creencias metacognitivas sobre
preocupación, orientación negativa al problema, evitación cognitiva) ha
demostrado ser eficaz en el tratamiento de la TAG (Robichaud, 2013).
La escala de intolerancia a la incertidumbre -12 (IUS-12; Carleton, Norton, et
al., 2007) evalúa las reacciones ante la incertidumbre, las situaciones ambiguas y
el futuro. Tiene dos factores: ansiedad prospectiva (anticipación de la
incertidumbre) y ansiedad inhibitoria (inacción ante la incertidumbre). La
ansiedad prospectiva se ha asociado con los síntomas de TAG y TOC, mientras
que la ansiedad inhibitoria muestra asociaciones con fobia social, trastorno de
pánico, agorafobia y depresión (McEvoy & Mahoney, 2011). Los componentes
específicos de la IU, incluida la IU específica de cada situación, pueden
desempeñar un papel importante en el mantenimiento de los diferentes
trastornos (Mahoney & McEvoy, 2012).
La IU y el perfeccionismo se combinan como un factor subyacente a la
sintomatología del TOC, que se mide utilizando el Cuestionario de Creencias
Obsesivas -44 (OBQ- 44; OCCWG, 2005). Esta medida define a IU como la
"creencia de que la incertidumbre, la novedad y el cambio son intolerables porque
son potencialmente peligrosos" (OCCWG, 1997, p. 669). Debido a que IU se
correlaciona con GAD, TOC y depresión mayor, potencialmente arroja luz sobre
la comorbilidad entre esas condiciones e implica a IU como una vulnerabilidad
cognitiva general a trastornos de afecto negativo (Gentes & Ruscio, 2011).
Perfeccionismo
El perfeccionismo es un factor de riesgo transdiagnóstico y de mantenimiento
de los trastornos de ansiedad, depresión y trastornos de la conducta alimentaria y se
asocia con peores resultados de tratamiento para esas enfermedades (Egan et al.,
2011). El perfeccionismo también se ha relacionado con el trastorno dismórfico
corporal, el síndrome de fatiga crónica, el trastorno bipolar y la ideación suicida
(Egan et al., 2012), así como con el TOC (véase Frost et al., 2002, para una revisión),
la ansiedad social (véase Frost et al., 2010, para una revisión) y los trastornos
alimentarios (véase Bardone-Cone et al., 2007, para una revisión). En el TEPT,
26
Mecanismos de
vulnerabilidad\
el perfeccionismo elevado parece estar mediado por la rumiación (Egan et
al., 2013), demostrando una de las muchas formas en que interactúan la
vulnerabilidad y los mecanismos de respuesta.
Las definiciones de perfeccionismo varían según las medidas utilizadas para
evaluar el constructo. En el TOC se ha definido como "la tendencia a creer que hay
una solución perfecta a cada problema, que hacer algo perfectamente (es decir, libre
de errores) no solo es posible, sino también necesario, y que incluso errores
menores tendrán graves consecuencias" (OCCWG, 1997, p. 678). En la OBQ-44, el
perfeccionismo se mide en conjunto con IU (OCCWG, 2005). Otras medidas que
evalúan el perfeccionismo fuera del contexto de un trastorno específico son la
Escala de Perfeccionismo Multidimensional de Escarcha (FMPS; Frost et al., 1990)
y la Escala de Perfeccionismo Multidimensional (MPS; Hewitt & Flett 1991), que
incorporan diferentes y superpuestas dimensiones de perfección-ismo. Los
estándares personales y las preocupaciones evaluativas captan mejor los dos factores
que se apoyan en la literatura, siendo las preocupaciones evaluativas autocríticas un
foco importante de atención clínica (Dunkley et al., 2006).
Shafran y colegas (2002) propusieron una definición clínica de perfección-ismo
enfatizando "la dependencia excesiva de la autoevaluación en la búsqueda decidida
de estándares personalmente exigentes, autoimpuestos, en al menos un dominio
altamente sobresaliente, a pesar de las consecuencias adversas" (p. 778). Este
constructo incorpora la autocrítica cuando no se cumplen esos estándares,
diferenciándola del sano deseo de sobresalir y alcanzar altos estándares de los
individuos. El Cuestionario de Perfeccionismo Clínico (CPQ; Fairburn et al.,
2003) evalúan el grado en que se establece la autoestima mediante el logro de altos
estándares, la evitación de objetivos relacionados con el desempeño y la sensación
de fracaso. Debido a que es un problema tanto de TDM como independiente, el
perfeccionismo clínico a menudo es un objetivo de tratamiento primario. Los
resultados del tratamiento para el perfeccionismo clínico, incluyendo la reducción
de la ansiedad, la depresión y los trastornos de la conducta alimentaria, subrayan
su relevancia como mecanismo transagnóstico (Egan et al., 2012; Riley et al., 2007;
Steele et al., 2013).
Miedo a la evaluación
Las preocupaciones evaluativas a menudo acompañan a los problemas que se
presentan, como la preocupación transdiagnóstica, la vergüenza y el bochorno
relacionados con los síntomas psicológicos. Las conceptualizaciones
biopsicosociales de la vergüenza la enmarcan en el contexto del rechazo temido
por los demás (Gilbert, 2005). El perfeccionismo prescrito socialmente, que
implica preocupaciones de que otros tienen altos estándares y uno será
criticado o rechazado si no es perfecto, puede jugar un papel en la depresión y
otros problemas clínicos (Hewitt & Flett, 2002).
27
La hoja de ruta transdiagnóstica para la formulación de casos y la planificación del tratamiento
El miedo a la evaluación negativa (FNE) es un rasgo central del trastorno de
ansiedad social (D. M. Clark & Wells, 1995; Rapee & Heimberg, 1997) y puede
evaluarse utilizando la Escala de Evaluación Breve Temor a Negativo - 2 (BFNE-2;
Carleton, Collimore, et al., 2007). El miedo a la evaluación positiva (FPE) implica
un sentimiento de temor asociado a la evaluación favorable y pública debido a las
comparaciones sociales entre uno mismo y los demás y puede ser medido por la
Escala de FPE (FPES; Weeks y otros, 2008). La FPE parece ser un componente
distinto pero relacionado del trastorno de ansiedad social (Rodebaugh et al.,
2012; Weeks et al., 2010), destacando un miedo general a la evaluación en el
trastorno de ansiedad social (Weeks et al., 2012). La FPE puede desempeñar un
papel en las malas valoraciones cognitivas (por ejemplo, descontando los
positivos) que pueden fortalecer las autocreencias negativas (Weeks et al., 2008).
Se ha demostrado que el FNE aumenta el riesgo y los síntomas de la bulimia
a través de su asociación con un estándar internalizado de ultrasensibilidad y las
temidas críticas y efectos negativos experimentados cuando no se alcanza ese
estándar (Utschig et al., 2010). El FNE y la ansiedad por la apariencia social
relacionada con la forma corporal (Hart et al., 2008) pueden actuar como
vulnerabilidades para la ansiedad social y los trastornos de la alimentación, y las
intervenciones dirigidas al FNE pueden reducir los riesgos para desarrollar esos
problemas (Levinson et al., 2013). Se han demostrado fuertes correlaciones entre
FNE y probabilidad de desarrollar TEPT entre individuos expuestos a trauma
(Collimore et al., 2009) y pueden explicar por qué los pacientes con TEPT que
también tienen trastorno de ansiedad social reportan más culpa y vergüenza que
aquellos sin ese trastorno (Zayfert et al., 2005).
Orientación negativa del problema
La orientación al problema se define como "el conjunto de esquemas
cognitivo-afectivos relativamente estables que representan las creencias, actitudes y
reacciones emocionales generalizadas de una persona sobre los problemas en la
vida y la capacidad de una persona para hacer frente con éxito a tales problemas"
(Nezu et al., 2013, p. 11). Uno de los componentes de la resolución de problemas,
la orientación negativa a los problemas (NPO), se ha definido como una
tendencia a percibir los problemas como amenazas, a esperar que los problemas
sean irresolubles, a dudar de la capacidad de uno para hacer frente con éxito a los
problemas, y a frustrarse y alterarse cuando se enfrenta con problemas o
emociones negativas, todo lo cual puede socavar la motivación y la capacidad de
participar en la resolución efectiva de problemas en varios dominios de la vida
(Nezu et al., 2013).
El Inventario Social de Resolución de Problemas Revisado (SPSI-R; D’Zurilla et
al., 2002) evalúan a la ONP como uno de los cinco factores de resolución de
problemas sociales, incluyendo la orientación positiva al problema (Maydeu-Olivares
& D’Zurilla, 1996), mientras que el Cuestionario de Orientación Negativa al
Problema (NPOQ; Robichaud y
28
Mecanismos de vulnerabilidad\
Dugas, 2005) mide la NPO como un constructo único que refleja un conjunto
de creencias negativas relativas a los problemas y la capacidad de resolución de
problemas.
La terapia de resolución de problemas ha sido efectiva en el tratamiento de la
depresión, especialmente cuando incluye entrenamiento en orientación positiva
al problema junto con entrenamiento en habilidades de resolución de problemas
(Bell & D’Zurilla, 2009). La NPO es vista como una vulnerabilidad cognitiva a la
GAD (Koerner & Dugas, 2006) y se correlaciona con los síntomas tanto de la
GAD como del TOC (Fergus & Wu, 2010). La NPO se ha identificado como la
variable cognitiva única que se correlaciona con los síntomas del estado de
ánimo y la ansiedad, incluyendo la depresión, el trastorno de ansiedad social, el
TAG y el TOC, lo que apunta a la posibilidad de que pueda conferir una
vulnerabilidad general a los síntomas del estado de ánimo y la ansiedad (Fergus
& Wu, 2011).
Responsabilidad inflada y estimación de amenazas
Se han propuesto múltiples vías en la etiología de las creencias de la
responsabilidad inflada (Salkovskis et al., 1999), que influyen en la interpretación de
los pensamientos intru-sivos y se relacionan con la rumiación en problemas
obsesivos (por ejemplo, Julien et al., 2006; Salkovskis et al., 2000). En conjunto, la
responsabilidad inflada y la sobreestimación de la amenaza son un factor central en
el TOC, y este factor se mide por la OBQ-44 (OCCWG, 2005). Salkovskis y colegas
(2000) desarrollaron la Escala de Actitud de Responsabilidad (RAS), que mide las
creencias generales sobre la responsabilidad, y el Responsibility Interpretations
Questionnaire (RIQ), que mide la frecuencia y la creencia en las interpretaciones de
pensamientos intrusivos sobre posibles daños. Rachman y sus colegas (1995)
desarrollaron el Responsibility Appraisal Questionnaire (RAQ), que evalúa
múltiples aspectos de las creencias de responsabilidad inflada, incluyendo la
responsabilidad por el daño, la responsabilidad en contextos sociales, la perspectiva
positiva hacia la responsabilidad y la fusión pensamiento-acción. La responsabilidad
inflada es multifactorial, con un solo factor (TAF) siendo especialmente relevante
para ciertos aspectos del TOC (Rachman et al., 1995). Algunos han argumentado
que las creencias de responsabilidad deben ser subsumidas bajo metacognición
como un factor que contribuye al TOC (Myers & Wells, 2005).
Se ha demostrado que el factor de la responsabilidad inflada y la
sobreestimación de la amenaza (como lo demuestra la OBQ-44) es un predictor de la
tendencia a preocuparse por una posible enfermedad (Wheaton et al., 2010). Esta
correlación con la ansiedad de salud es consistente con el hallazgo de que la
responsabilidad inflada y la estimación de la amenaza no son específicas del TOC
sino que se aplican a la ansiedad en general (Tolin et al., 2006). Varias creencias
implicadas en el TOC (intolerancia a la incertidumbre, estimación de amenazas,
responsabilidad y perfeccionismo) fueron más infladas en una muestra médica que
en los pacientes con TOC, lo que sugiere que disfuncionales
29
La hoja de ruta transdiagnóstica para la formulación de casos y la planificación del tratamiento
las creencias en estos dominios se asocian con otros estresores, incluyendo la
enfermedad física (Baptista et al., 2011). La consideración de los mecanismos de
sesgo de amenaza y responsabilidad por daño es relevante para la formulación de
casos y enfoques para tratar la ansiedad, la depresión y la preocupación (Persons
et al., 2013).
Sensibilidad a enfermedades o lesiones
El modelo de expectativa de miedo de Reiss (Reiss & McNally, 1985) identificó
el miedo a una lesión o enfermedad como uno de los tres temores fundamentales
que "se cree que subyace en las sensibilidades a las amenazas inherentemente
aversivas, y ahí, para representar las habilidades de vulnerabilidad de las que surgen
los miedos comunes (por ejemplo, miedo a volar, miedo a los hospitales)" (Carleton
et al., 2006, p. 340). El Índice de Sensibilidad a Enfermedades/Lesiones - Revisado
(ISI-R; Carleton et al., 2006) evalúan los temores o las valoraciones catastróficas
relacionadas con la enfermedad y las lesiones, que pueden ser factores de
vulnerabilidad que contribuyen a los temores y creencias en la ansiedad por la salud
y las fobias específicas. Existen otras medidas de evaluación (revisadas en Taylor &
Asmundson, 2004) para evaluar múltiples facetas de la ansiedad por la salud, que
incluyen diferentes mecanismos de vulnerabilidad y respuesta relacionados con los
problemas de ansiedad por la salud. Cuando los pacientes presentan ciertas fobias
(por ejemplo, gérmenes, viajes aéreos), ansiedad por la salud y dolor crónico, es
prudente evaluar la sensibilidad a la enfermedad o lesión como un TDM potencial.
Construcción multidimensional
El grado en que los individuos pueden regular las emociones implica una compleja
interacción de procesos afectivos, cognitivos, conductuales y fisiológicos y ha estado
ligado a numerosas tareas de desarrollo a lo largo de la vida (Diamond
& Aspinwall, 2003; Gross & Thompson, 2007). En relación con la
regulación de las emociones, la tolerancia a la angustia —o, más exactamente, la
intolerancia— está implicada como un factor de riesgo y mantenimiento de los
trastornos subyacentes de ansiedad (Keough, Riccardi, et al., 2010), estado de
ánimo (Clen et al., 2011), personalidad (Gratz & Tull, 2011), consumo de
sustancias (Richards et al., 2011) y alimentación (Anestis et al., 2011). Por
ejemplo, la baja tolerancia a la angustia (DT) puede amplificar la experiencia de
ansiedad en las pre-sentaciones clínicas (Schmidt et al., 2011) y se asocia con
mecanismos de respuesta como la abstinencia conductual, la rumiación depresiva
y la supresión o evitación de emociones (Clen et al., 2011; Vujanovic, Bonn-
Miller, et al., 2011). Independientemente de la presentación del problema, la
focalización del DT es un aspecto importante de la planificación del tratamiento.
30
Mecanismos de vulnerabilidad\
31
La hoja de ruta transdiagnóstica para la formulación de casos y la planificación del tratamiento
32
CAPÍTULO 3
Respuesta
Mecanismos
Evitación experiencial
La evitación experiencial (EA) se define como "el fenómeno que ocurre cuando
una persona no está dispuesta a permanecer en contacto con experiencias
privadas particulares (por ejemplo, sensaciones corporales, emociones,
pensamientos, recuerdos, preeficiencias conductuales) y toma medidas para
alterar la forma o frecuencia de estos eventos y los contextos que los ocasionan,
incluso cuando hacerlo crea daño" (S. C. Hayes
La hoja de ruta transdiagnóstica para la formulación de casos y la planificación del tratamiento
et al., 1996, p. 1154). Si bien la EA incorpora la interconexión de todas las
experiencias privadas, aspectos específicos (por ejemplo, emociones,
cogniciones) a menudo son el centro del tratamiento (S. C. Hayes et al.,
1996). Se desarrollaron intervenciones basadas en la aceptación para reducir
la EA, enfocando estrategias de regulación conductual dirigidas a controlar
emociones, pensamientos y estados corporales angustiosos, y aumentando la
disposición a permanecer en contacto con esas experiencias internas (S. C.
Hayes, 1994). Muchos problemas psicológicos pueden ser vistos como
expresiones de EA (S. C. Hayes et al., 1996) e inflexibilidad psicológica,
ambos pueden ser evaluados con el Cuestionario de Aceptación y Acción - 2
(AAQ-2; Bond et al., 2011).
Estrategias de evitación y escape
Las conductas de evitación y escape son una característica definitoria de
muchos trastornos de ansiedad. Contribuyen a múltiples problemas
psicológicos a través del refuerzo negativo al permitir que las personas
interrumpan o eviten situaciones, sensaciones, pensamientos o sentimientos
desagradables o amenazantes. Por ejemplo, si una persona se vuelve muy
ansiosa cuando se expone a arañas, entonces escapar de la situación
proporciona una reducción inmediata de la incomodidad emocional y
fisiológica, lo que refuerza negativamente la evitación futura de otras
situaciones donde la probabilidad de encontrarse con arañas es alta. La
comprensión de las cogniciones relacionadas con la evitación, como los
temidos resultados de encontrar lo que se está evitando, proporciona
información importante sobre el mantenimiento de los factores subyacentes
a comportamientos de evitación específicos (Salkovskis, 1991). Así, dilucidar
qué se está evitando y por qué (por ejemplo, si asisto a la fiesta, nadie me
hablará y pareceré un perdedor) arroja luz importante sobre la función de la
evitación en el mantenimiento de los problemas de los pacientes.
Cualquier comportamiento de evitación puede tener múltiples
explicaciones dependiendo de sus funciones previstas. Por ejemplo, las
conductas de procrastinación surgen en el contexto de evitar experiencias
aversivas como estados emocionales asociados a una tarea específica,
activación de esquemas de incompetencia, creencias de perfeccionismo o
malestar asociado a la incertidumbre u orientación negativa al problema.
También es concebible que los individuos eviten o retrasen ciertas tareas
debido a la desregulación emocional y la baja tolerancia a la angustia (por
ejemplo, firmar papeles de divorcio, discutir-en una revisión del desempeño
laboral) o déficits de funcionamiento ejecutivo (por ejemplo, completar la
tarea, presentar una declaración de impuestos). Así, al identificar las razones
para evitar situaciones y sus temidas consecuencias, se dilucidan las
propiedades funcionales de las conductas de evitación y escape en esos
contextos, lo cual informa las decisiones de tratamiento.
34
Mecanismos de
respuesta\
Búsqueda de seguridad
Los comportamientos de búsqueda de seguridad son respuestas de evitación
que también están relacionadas con consecuencias temidas (Salkovskis, 1991). Reducen
las molestias y se perciben como una contribución a la prevención de consecuencias no
deseadas y, en algunos casos, potencialmente desastrosas. Por ejemplo, alguien con
ansiedad social puede evitar el contacto visual, preparar un discurso en exceso o elegir
ropa para evitar mostrar la piel roja o manchada en los esfuerzos por evitar la atención
negativa y la vergüenza. Los pacientes con trastorno dismórfico corporal participan en la
comprobación de comportamientos y esfuerzos para camuflar los déficits percibidos
(Neziroglu et al., 2008). Las personas propensas al pánico a menudo llevan medicamentos
recetados de benzodiacepinas cuando se involucran en situaciones temidas (por ejemplo,
viajes aéreos), aunque en realidad no los toman.
Los comportamientos de búsqueda de seguridad tradicionalmente han
sido vistos como contraterapéuticos porque impiden el aprendizaje de que los
temidos resultados negativos, incluyendo las temidas consecuencias de
experimentar ansiedad, son altamente improbables (Salkovskis, 1991). Los
tratamientos basados en la exposición buscan extinguir los comportamientos de
seguridad, sin embargo Rachman y sus colegas (2008) encontraron que el uso
juicioso de los comportamientos de seguridad, especialmente al inicio del
tratamiento, puede en realidad facilitar el acercamiento a estímulos temidos,
promover la autoeficacia y permitir una mayor integración de la información
correctiva a través de experiencias desconfirmatorias.
Búsqueda de tranquilidad
Los comportamientos de búsqueda de tranquilidad apuntan a reducir y
escapar de la ansiedad. Los pacientes con TOC a menudo buscan tranquilidad para
aliviar la ansiedad relacionada con la incertidumbre, sentimientos de responsabilidad
o creencias sobre el significado de sus pensamientos. Las personas con TAG pueden
buscar tranquilidad para aliviar la ansiedad asociada con la incertidumbre y el
contenido de sus pensamientos de preocupación. La búsqueda de tranquilidad
también ocurre en el contexto de sensaciones de pánico, preocupaciones de salud y
evaluación negativa percibida por otros. Al igual que con todos los comportamientos
de evitación y escape, la búsqueda de seguros de área puede proporcionar alivio
temporal a través de un refuerzo negativo, impulsando y fortaleciendo la búsqueda de
más garantías, pero como la certeza es inalcanzable y el alivio se disipa rápidamente,
estas respuestas no son una solución a largo plazo y solo empeoran los problemas.
Compulsiones
Las compulsiones se definen como conductas repetitivas o actos mentales
realizados al servicio de reducir la ansiedad o la angustia y son fundamentales para el
TOC (American Psychiatric Association, 2013). Comportamientos como comprobar,
contar y
35
La hoja de ruta transdiagnóstica para la formulación de casos y la planificación del tratamiento
se repiten las respuestas a la amenaza percibida y reflejan los intentos de escapar
de estados emocionales angustiosos o potencialmente evitar una serie de conse-
cuencias negativas temidas. Las compulsiones a menudo se realizan de manera
ritual y tienen requisitos estructurales específicos (por ejemplo, revisar la estufa
cinco veces antes de salir a trabajar, usar un atuendo prescrito en un día
determinado de la semana).
36
Mecanismos de respuesta\
Evitación cognitiva
Las estrategias de evitación cognitiva buscan reducir la angustia asociada
con pensamientos perturbadores e incluyen esfuerzos desadaptativos para
controlar, suprimir, distraer, neutralizar o reemplazar pensamientos.
Control del pensamiento
Las estrategias de control del pensamiento son usadas por los pacientes a
través de una gama de trastornos emocionales (Purdon, 1999). La metacognición
juega un papel clave en la interpretación de los pensamientos como significativos e
importantes para el control, y el Cuestionario de Metacogniciones - 30 (MCQ-30;
Wells & Cartwright-Hatton, 2004) se pueden utilizar para evaluar creencias sobre las
consecuencias de no controlar los pensamientos (y otras metacogniciones). Las
estrategias de control del pensamiento son comunes a los pacientes con TOC
(Abramowitz et al., 2003), y las creencias de que el control del pensamiento es posible
y necesario aparecen en asociación con TOC más que con otros trastornos de
ansiedad (Tolin et al., 2006). Cuando los pacientes experimentan intrusiones
cognitivas como amenazantes, como en el TOC y el TEPT, se pueden evocar
respuestas para controlarlas, neutralizarlas o reemplazarlas en un esfuerzo por regular
las emociones y reducir la angustia. El Cuestionario de Control del Pensamiento
(TCQ; Wells & Davies, 1994) mide las estrategias utilizadas para hacer frente a
pensamientos no deseados.
Supresión del pensamiento
Muchos individuos tratan de suprimir los pensamientos no deseados para
reducir la angustia emocional que los acompaña, aunque esto típicamente produce un
efecto paradójico: los esfuerzos de supresión realmente aumentan los pensamientos
(Wegner et al., 1987). El Inventario de Supresión de Osos Blancos (WBSI; Wegner &
Zanakos, 1994) mide la tendencia disposicional a suprimir los pensamientos no
deseados. Las revisiones sobre la supresión del pensamiento y su relación con la
psicopatología (en particular, la ansiedad y la depresión) han subrayado la
importancia clínica de dilucidar las motivaciones para la supresión del pensamiento,
las respuestas a la recurrencia del pensamiento y las interpretaciones de los esfuerzos
infructuosos de supresión del pensamiento (Abramowitz et al., 2001; Magee et al.,
2012). La supresión del pensamiento se asocia con un aumento de la angustia
emocional a través de múltiples problemas (ver Wenzlaff & Wegner, 2000, para una
revisión). Las interpretaciones negativas de las intrusiones postraumáticas (por
ejemplo, me estoy volviendo loco) predicen la evitación conductual, la supresión del
pensamiento y la rumiación, todo lo cual aumenta la angustia emocional y la
excitación, interrumpe el proceso emocional e intensifica la gravedad del TEPT (Steil
& Ehlers, 2000). Esfuerzos para suprimir
37
La hoja de ruta transdiagnóstica para la formulación de casos y la planificación del tratamiento
las cogniciones relacionadas con el trauma están vinculadas con el aumento
de la ansiedad, la depresión y el afecto negativo (J. G. Beck et al., 2006) y
median la relación entre el estado de ánimo negativo y el TEPT en el trauma
sexual (Rosenthal et al., 2006).
Preocuparse
El modelo de evitación de la preocupación y el TAG de Borkovec
(Borkovec et al., 2004) plantea la preocupación como un mecanismo de
evitación cognitiva que inhibe las imágenes mentales y la activación somática
y emocional, impidiendo el procesamiento emocional del miedo. La
preocupación actúa como una estrategia de evitación cognitiva para eliminar
un sentido de amenaza, y en el TAG a menudo ayuda a los individuos a
evitar experiencias emocionales más angustiosas (Borkovec & Roemer,
1995). El modelo de intolerancia a la incertidumbre del TAG postula que la
evitación cognitiva, junto con la preocupación y la orientación negativa al
problema, se desencadena por la intolerancia a la incertidumbre y se refuerza
negativamente, impidiendo así la modificación de las evaluaciones de
amenazas (Dugas et al., 2005).
Evitación Interoceptiva (Somática)
La evitación interoceptiva es la evitación de sensaciones somáticas que
podrían desencadenar ataques de pánico (Barlow, 2002). Los pacientes suelen
hacer grandes esfuerzos para evitar sensaciones somáticas incómodas y temidas y
la excitación fisiológica. Las consecuencias temidas que alimentan la evitación
parecen estar relacionadas con la tolerancia a la angustia (Leyro et al., 2010) e
incluyen creencias de que el individuo no será capaz de tolerar sensaciones
incómodas o que las sensaciones, una vez provocadas, pueden no remitir
(Schmidt et al., 2011). Los pacientes pueden temer amenazas inminentes para la
salud (por ejemplo, ataque cardíaco), pérdida de funcionamiento cognitivo o
incapacitación debido a creencias de que las sensaciones fisiológicas indican
amenaza o peligro. Para evitar las sensaciones fisiológicas, los pacientes pueden
evitar el ejercicio, el sexo, la cafeína o cualquier sustancia que pueda alterar su
percepción del control sobre las sensaciones fisiológicas.
Evitación emocional
Las emociones proporcionan información importante sobre los organismos
y su entorno interno y externo, funcionando para motivar y orientar el
comportamiento (Gross, 1998). Las emociones y su regulación involucran
procesos multisistémicos complejos que abarcan experiencia subjetiva, cognición
(atención y valoración), fisiología (respuestas límbicas controladas por estímulo y
regulación cortical
38
Mecanismos de respuesta\
procesos), y respuestas conductuales (Gross & Thompson, 2007). La mayoría de los
problemas de los pacientes implican una incapacidad para regular las emociones
dentro de uno o más de estos dominios. La evitación emocional apunta a estados
emocionales desagradables, a menudo debido a temores sobre las consecuencias de
experimentar emociones negativas, y puede expresarse a través de intentos de suprimir
emociones, disociarse de ellas, o sustituir diferentes emociones (por ejemplo, la ira en
lugar de la vergüenza o la decepción).
La Escala de Control Afectivo (ACS; Williams et al., 1997) mide el estrés y el
miedo a perder el control mientras experimentan fuertes estados afectivos. La
terapia cognitiva basada en la exposición fue desarrollada para enfocar la evitación
emocional en la depresión (A. M. Hayes et al., 2005), aunque sus principios
también parecen relevantes para evitar otros estados emocionales. Se alienta a los
pacientes a tolerar el miedo a la tristeza (Taylor & Rachman, 1991), en lugar de
evitar las emociones negativas, por lo que se pueden abordar temas de impotencia,
defectividad y fracaso (A. M. Hayes et al., 2007). La evitación emocional
impulsada por el temor a una recaída puede reforzar los comportamientos de
escape y evitación en pacientes previamente deprimidos (Persons & Davidson,
2010). De manera similar, los pacientes anteriormente deprimidos reportan una
mayor evitación emocional que los pacientes sin antecedentes de depresión
(Brockmeyer, Holtforth, et al., 2012), lo que concuerda con el hallazgo de una
menor aceptación emocional en pacientes deprimidos (Campbell-Sills et al.,
2006).
La evitación emocional está intrincadamente relacionada con las dificultades de
regulación emocional (Campbell-Sills & Barlow, 2007; Gross & Thompson, 2007).
Por ejemplo, la autolesión deliberada puede reflejar fuertes diez dencias experienciales
de evitación-respuesta, que se ven fortalecidas y exacerbadas por una pobre tolerancia
a la angustia y déficits en la regulación de las emociones (Chapman et al., 2006). No
es de extrañar que los individuos que creen que pueden regular el estado de ánimo y
las emociones negativas no perciban la necesidad de evitar los estados emocionales,
demostrando así una evitación menos exponencial (Brockmeyer, Holtforth, et al.,
2012).
La disociación es una forma extrema de evitación emocional que resulta en
experiencias fragmentadas del yo (S. C. Hayes et al., 2012). Se puede evaluar con la
Subescala de Disociación del Inventario de Síntomas de Trauma -2 (Briere, 2011) o la
Escala de Experiencias Disociativas (DES; E. M. Bernstein & Putnam, 1986). La
disociación está altamente correlacionada con la alexitimia (Grabe et al., 2000) y
cumple la función de evitar el malestar emocional y las señales relacionadas con el
trauma en el TEPT (Foa et al., 2007). La disociación peritraumática y la evitación
experiencial predicen el TEPT y los problemas asociados (Kumpula et al., 2011). Los
pacientes con TLP también se disocian para evitar estados internos aversivos
asociados con la desregulación de las emociones (Stiglmayr et al., 2001), lo que
contribuye a los trastornos disociativos de autolesión y comorbilidad (Korzekwa et al.,
2009)
39
La hoja de ruta transdiagnóstica para la formulación de casos y la planificación del tratamiento
Enfoque atento
El sesgo atencional con hipervigilancia hacia la amenaza está bien establecido
como mecanismo subyacente a los trastornos de ansiedad (Barlow, 2002). El sesgo
atencional implica una atención fija en los estímulos relacionados con la amenaza y
es parte del síndrome cognitivo atencional (Wells, 2009), que consiste en un
patrón de respuestas a pensamientos y creencias negativas (en lugar de flexibilidad
para responder a ellos) que incluye atención fija, preocupación, rumiación y
estrategias autorregulatorias poco útiles. Ingram (1990) planteó que la atención
auto-enfocada (SFA) combinada con déficits de regulación de la atención
contribuye a la psicopatología. Por ejemplo, los individuos con alta SFA
demuestran una mala resolución de problemas (Woodruff-Borden et al., 2001) y
son propensos a la ansiedad y la depresión (Muraven, 2005). El SFA se
correlaciona fuertemente con el afecto negativo (Mor & Winquist, 2002), y el SFA
negativo alimenta la rumiación depresiva y el deterioro del estado de ánimo en la
depresión (Nolen-Hoeksema, 1991). Los modelos de ansiedad social implican al
SFA en la generación y mantenimiento de la ansiedad y en la prohibición del
procesamiento de información correctiva que pueda desafiar los miedos sociales
(D. M. Clark & Wells, 1995; Rapee & Heimberg, 1997), y la orientación hacia la
SFA muestra resultados prometedores en el tratamiento del trastorno de ansiedad
social (Schreiber et al., 2013).
41
La hoja de ruta transdiagnóstica para la formulación de casos y la planificación del tratamiento
Al igual que con las valoraciones erróneas cognitivas, los pacientes
probablemente centrarán la atención en preocupaciones específicas. El trastorno
de pánico y la ansiedad por la salud se asocian con una vigilancia elevada de los
cambios corporales y las sensaciones (Deacon & Abramowitz, 2008), que
también se ha demostrado en la hipocondriasis, el TAG y la utilización médica y
los comportamientos de búsqueda de seguridad relacionados con problemas de
salud (Olatunji et al., 2007). La atención y vigilancia hacia las amenazas en el
ambiente que pueden indicar una evaluación negativa por parte de otros
contribuyen a la ansiedad social (Violación
& Heimberg, 1997), y el enfoque atencional interno y externo puede estar
relacionado con la ansiedad social (Schultz & Heimberg, 2008). De manera
similar, la atención autocentrada y selectiva a las imágenes mentales negativas
y a la imagen corporal distorsionada son características definitorias del
trastorno dismórfico corporal, junto con comparaciones con la apariencia de
otros (Neziroglu et al., 2008).
Sesgo atribucional
La teoría de la atribución describe cómo los individuos explican su propio
comportamiento y el de otros (Jones et al., 1971). Las atribuciones causales
juegan un papel clave en la motivación y la emoción, especialmente en el
contexto de las causas percibidas de éxito y fracaso (Weiner, 1985). El estilo
atribucional puede contribuir a la exacerbación de síntomas tanto depresivos
como hipomaníacos en individuos bipolares cuando se combina con eventos
vitales negativos y positivos, respectivamente (Mansell et al., 2011). Las
atribuciones desadaptativas suelen surgir en respuesta a sentimientos de culpa y
vergüenza (Tangney & Dearing, 2002), que pueden vincularse con mecanismos
de vulnerabilidad, como los déficits de regulación de las emociones (Linehan,
1993a) o esquemas negativos (Young et al., 2003). La propensión a
experimentar vergüenza ha estado ligada a numerosos problemas psicológicos,
incluyendo ansiedad, depresión, TEPT, trastornos alimenticios, obsesivo-
compulsivo, psicoticismo y adicciones (para reseñas, ver Stuewig et al., 2010; y
Van Vliet, 2009). Reducir la vergüenza y las atribuciones internas (por ejemplo,
la autocrítica) puede conducir a una mayor empatía y tolerancia al estrés a través
de intervenciones centradas en la compasión que activan los sistemas neuronales
sociales de afiliación y calmantes (Gilbert & Irons, 2005).
Internalizar
La autoculpa, la autocrítica y otras conductas autoagresivas que acompañan
los sentimientos de culpa y vergüenza se asocian con numerosas conductas
psicológicas
42
Mecanismos de
respuesta\
problemas (Tangney & Dearing, 2002). La vergüenza acompaña
frecuentemente al TEPT (Cloitre et al., 2005; Lee et al., 2001), especialmente
en el contexto de respuestas de no apoyo-cinco o culpabilidad por parte de
los cuidadores (Fletcher, 2011), y puede desempeñar un papel etiológico clave
en el TEPT después del trauma interpersonal (La Bash & Papa, 2013). Los
recuerdos de experiencias vergonzosas que se vuelven centrales para la
autoidentidad juegan un papel importante en la paranoia y la depresión, esta
última mediada por la autocrítica (Pinto-Gouveia et al., 2013). La potencia de
la autoculpa y su importancia como objetivo del tratamiento pueden verse
tanto en su efecto amortiguador sobre los factores de riesgo genéticos como
en su efecto potenciador sobre variables ambientales en el TDAH (Nikolas et
al., 2012).
Las atribuciones internalizadas en respuesta a la vergüenza se asocian con
desregulación emocional y pobre autoconcepto en BPD (Rüsch et al., 2007). La
vergüenza puede predecir los síntomas de BPD a través de las vías de la ira, la
rumiación y la ira (Peters et al., 2013) y puede contribuir a la depresión, la
disociación y el TEPT complejo en los sobrevivientes de traumas (Fletcher,
2011). Los individuos que explican el trauma personal con atribuciones de
autoculpabilidad experimentan vergüenza, lo que activa esquemas negativos,
exacerba los síntomas y contribuye a evitar buscar tratamiento (Lee y otros,
2001). La ira autodirigida asociada a la vergüenza se ha relacionado con el
miedo a la evaluación negativa y la ansiedad social (A. T. Beck et al., 1985;
Gilbert et al., 1994), y el autodesprecio se ha relacionado con la obesidad y los
trastornos de la alimentación (Edman et al., 2011; Fairchild & Cooper, 2010).
Externalización
Juzgar y culpar a otros es un estilo de afrontamiento desadaptativo que se
asocia con problemas emocionales y de comportamiento tanto en las pop-
ulaciones clínicas como no clínicas (Tangney & Dearing, 2002). Al igual que
con las atribuciones internalizadas, las atribuciones externalizadas pueden ser
una respuesta a sentirse avergonzado (Van Vliet, 2009) y pueden generar
problemas de comportamiento como el acoso escolar (Ahmed & Braithwaite,
2004). Cuando los individuos responden a la vergüenza juzgando o culpando a
otros, pueden ser más propensos a la ira, la hostilidad y la agresión (Bennett et
al., 2005), implicando la externalización de la culpa como un objetivo
importante de tratamiento en una gama de problemas. Por ejemplo, se
demostró que la externalización de la culpa mediaba en correlaciones positivas
significativas entre la vergüenza y la agresión (tanto física como verbal) entre
muestras independientes de estudiantes universitarios, adolescentes, reclusos y
jóvenes en riesgo (Stuewig et al., 2010).
43
La hoja de ruta transdiagnóstica para la formulación de casos y la planificación del tratamiento
44
Mecanismos de
respuesta\
estela de eventos negativos (Hebert et al., 2014). La evaluación de las
funciones de preocupación percibidas es un aspecto importante del
desarrollo de hipótesis de MDT.
Rumiación
Nolen-Hoeksema (1991) propuso que las personas que responden a la
depresión centrándose repetidamente en sus síntomas y las posibles causas y
consecuencias de esos síntomas sin hacer planes o tomar medidas para aliviar la
angustia (es decir, rumiar) experimentarán una depresión prolongada y más
severa. La rumiación se ha relacionado con síntomas de depresión, ansiedad y
trastornos de la conducta alimentaria en estudiantes de pregrado (Aldao y
Nolen-Hoeksema, 2010), e impacta negativamente en la resolución de
problemas, el comportamiento dirigido a objetivos y el apoyo social (Nolen-
Hoeksema et al., 2008). La naturaleza transdiagnóstica de la rumi-nación se
destaca por los numerosos problemas en los que aparece: trastornos de
ansiedad, depresión, TEPT, insomnio, trastornos alimentarios, hipocondriasis,
abuso de alcohol, autolesiones, trastorno bipolar y psicosis (para comentarios,
ver Ehring
& Watkins, 2008, y Olatunji et al., 2013). La rumiación y las emociones
negativas interactúan en la DBP para contribuir a la desregulación emocional
y la evitación experiencial (ver Baer et al., 2012, para una revisión), y la
rumiación interactúa con estilos cognitivos negativos para predecir la
duración de los síntomas depresivos (Nolen-Hoeksema et al., 2008). La
rumiación media la asociación concurrente entre los síntomas depresivos y de
ansiedad en adolescentes, y en adultos media tanto los aumentos predichos
de ansiedad basados en la depresión existente como los aumentos predichos
de depresión basados en la ansiedad existente (McLaughlin & Nolen-
Hoeksema, 2011). También medita la relación entre la preocupación por los
errores (perfeccionismo) y el TEPT (Egan et al., 2013) y actúa tanto como
mediador como moderador de la intolerancia a la incertidumbre en la
depresión y la ansiedad (Liao & Wei, 2011). La rumiación puede evaluarse
con el Response Styles Questionnaire (RSQ; Nolen-Hoeksema, 1991).
Procesamiento posterior al evento
El procesamiento posterior al evento (D. M. Clark & Wells, 1995)
implica revisiones cognitivas del desempeño social y las interacciones
interpersonales, incluyendo eventos previos en los que los individuos
perciben el fracaso social. Se ha estudiado como uno de los tres mecanismos
transdiagnósticos dentro del pensamiento negativo repetitivo, que se ha
vinculado a la ansiedad, la depresión, la ira, la vergüenza y el malestar
general (McEvoy et al., 2010).
45
CAPÍTULO 4
Principios básicos de la
hoja de ruta
transdiagnóstica
Empiricismo colaborativo
La psicoterapia es inherentemente una asociación entre el clínico y el paciente.
La formación y la pericia del terapeuta determinan el tipo y la calidad del
tratamiento, pero sin el compromiso y la participación activos del paciente, la
probabilidad de éxito es mínima. Los individuos tienen el mayor conocimiento
acerca de sus experiencias internas como emociones y pensamientos, y sus
observaciones y retroalimentación acerca de los síntomas, comportamientos,
intervenciones clínicas e interacciones con el terapeuta son integrales al proceso
de tratamiento.
La terapia cognitivo conductual se basa en métodos empíricos y en la
colaboración entre paciente y terapeuta (Dattilio & Hanna, 2012; Overholser,
2011; Tee & Kazantzis, 2011). Desde el primer punto de contacto, nos
esforzamos por involucrar a los pacientes en un esfuerzo colaborativo para
entender sus problemas y desarrollar estrategias eficaces para abordarlos, al
tiempo que enfatizamos la participación activa de los pacientes en todas las fases
del tratamiento. A través de un equilibrio entre la discusión lógica y las
decisiones mutuas en torno a la recolección y el análisis de datos, las tareas entre
sesiones y los objetivos de la terapia, el empirismo colaborativo implica que el
terapeuta y el paciente trabajen juntos para explorar hipótesis sobre los
problemas del paciente y desarrollar un plan de acción para abordarlos (Dattilio
& Hanna, 2012). Adoptar una postura curiosa más que didáctica o autorizada
contribuye a un proceso empático y exploratorio que carece de juicio y facilita
una atmósfera de compasión, interés mutuo y respeto. Esto refleja una
consideración positiva incondicional hacia los pacientes (Rogers, 1951) y
subraya la influencia de la alianza terapéutica en los resultados de la psicoterapia
(Norcross, 2010). Hemos encontrado que estos elementos son cruciales para
enfrentar la vergüenza y el bochorno que a menudo experimentan las personas
que están luchando con enfermedades mentales, lo que hace mucho más
probable que compartan abiertamente información valiosa y se involucren en
una exploración significativa de los temas críticos que subyacen a sus problemas
que presentan.
Nuestro trabajo como terapeutas es integrar la teoría disponible, la
investigación y los tratamientos basados en la evidencia para satisfacer mejor las
necesidades de las personas que buscan nuestra ayuda. Nos basamos en métodos
científicos como la observación de comportamientos, pensamientos, emociones y
sensaciones, tanto dentro como fuera de la sesión, para informar y probar
hipótesis sobre los mecanismos subyacentes que impulsan los problemas de los
pacientes, y para guiar
48
Principios básicos de la hoja de ruta de transdiagnóstico\
las decisiones sobre qué intervenciones se centrarán mejor en esos mecanismos y
mitigarán los problemas y síntomas que presenten. La observación y la recolección
de datos, las pruebas de hipótesis y el monitoreo de síntomas y progreso crean un
ciclo de retroalimentación continuo que impulsa el tratamiento y contribuye a su
éxito. También colaboramos estrechamente con otros miembros del equipo de
tratamiento, incluyendo psiquiatras y profesionales de la salud aliados, y traemos a
familiares, parejas y amigos según sea necesario (con el consentimiento de los
pacientes) para proporcionar apoyo y facilitar el logro de la meta. Establecer una
agenda con los pacientes proporciona una estructura de la sesión y asegura la
priorización de las necesidades del paciente, la revisión del progreso y el
movimiento hacia los objetivos de la terapia (J. S. Beck, 2011; Persons, 2008). La
introducción de estos constructos al inicio del tratamiento a través del proceso de
consentimiento informado aclara las expectativas y la infraestructura de la terapia y
pone en marcha la colaboración entre terapeuta y paciente.
Terapeuta: Puedo ver cuánto dolor tienes, Jonah, y tiene sentido que te
sientas sin esperanza. (Valida la experiencia de Jonás.)
Terapeuta: (Sonríe cálidamente y habla en un tono suave.) Bueno, puedo ver por
qué puedes pensar eso, Jonah, pero no has estado en terapia
conmigo antes. Definitivamente quiero escuchar más acerca de
sus experiencias pasadas de terapia y lo que funcionó y no
funcionó. Eso va a ser importante para que no sigamos un
camino ineficaz. Y estoy bastante seguro de que puedo ayudarte.
Hay muchos buenos tratamientos para los tipos de problemas
que tienes, y una de las cosas que haremos, si eliges trabajar
conmigo, es averiguar qué podría estar impulsando tus
problemas para que podamos usar las intervenciones que tengan
más sentido para ti. (Comunica la comprensión del escepticismo de
Jonás y la importancia de investigar experiencias terapéuticas pasadas,
ofreciendo esperanza e introduciendo la idea general detrás de los TDM
y la hoja de ruta transdiagnóstica.)
Jonah: (Se sienta, mira al terapeuta, y parece un poco más interesado.) ¿Cómo
funciona eso? ¿Es diferente de la TCC?
Terapeuta: Algo así. Utilizaremos un marco de CBT y tal vez incluso algunas
intervenciones de CBT que ha utilizado antes que han sido útiles
para usted. Muchas personas que luchan con problemas como el
suyo también se benefician de otros tratamientos, como la terapia
de aceptación y compromiso, o ACT, y la terapia de
comportamiento dialéctico, o DBT. Sin embargo, en lugar de pasar
por varios tratamientos diferentes, que podría ser abrumador y tal
vez innecesario, puedo ofrecerle
51
La hoja de ruta transdiagnóstica para la formulación de casos y la planificación del tratamiento
una estrategia —una especie de hoja de ruta clínica— que nos
guiará a la hora de descubrir qué podría estar impulsando las
cosas con las que estás luchando. También nos ayudará a
encontrar las intervenciones y habilidades que se ajustan a sus
necesidades particulares para ayudarle mejor.
52
Principios básicos de la hoja de ruta de transdiagnóstico\
Terapeuta: (Introduce el concepto de creatividad hábil y subraya la naturaleza
dinámica y empírica de la terapia.) Otra característica realmente
genial de tener nuestra propia hoja de ruta es que tú y yo vamos
a ser creativos a la hora de reunir nuestros conocimientos,
habilidades y talentos para idear intervenciones únicas diseñadas
específicamente para ti. Desarrollaremos metas que reflejen la
vida que quieres tener, e identificaremos objetivos medibles para
guiarnos en el avance hacia esas metas y ayudarnos a saber si
estás mejorando. Todo el tiempo, estaremos monitoreando
cómo lo estás haciendo recopilando datos sobre tus
pensamientos, sentimientos y síntomas. Eso nos dirá si estamos
apuntando a los mecanismos correctos. Si no lo somos, nuestra
hoja de ruta nos guiará en hacer los ajustes necesarios a su
tratamiento. ¿Cómo suena todo eso?
53
La hoja de ruta transdiagnóstica para la formulación de casos y la planificación del tratamiento
Jonah: Eso tiene mucho sentido. Lo más grande que se interpuso fue
que sentía que íbamos demasiado rápido a veces, especialmente
cuando yo estaba luchando. Cuando traté de hablar de lo difícil
que era —lo que también era difícil de hacer— mi terapeuta en su
mayoría me presionaba para seguir haciendo la tarea, y
simplemente no me sentía escuchado. (Baja la voz y parece
avergonzado.) También me hacía sentir peor cuando no podía
hacer algo que el terapeuta me pedía, porque entonces parecía
un fracaso aún mayor. Dejé de intentarlo porque no podía
soportar la idea de ni siquiera ser capaz de hacer la terapia bien.
Con el tiempo, renuncié.
Terapeuta: Claro que sí, Jonah, y estoy deseando trabajar contigo. La gente
puede mejorar y lo hace, y creo que puedo ayudarte a recuperar
tu vida.
54
Principios básicos de la hoja de ruta de transdiagnóstico\
Terapeuta: En el tiempo que nos queda, me gustaría hablar de establecer
algunas metas para lo que les gustaría lograr en terapia y
averiguar cómo mediremos el progreso. Antes de que te vayas,
podemos decidir en qué tiene más sentido que trabajes entre
ahora y la próxima vez que nos veamos y tratar de intercambiar
ideas sobre cualquier cosa que se interponga en tu camino para
que podamos resolver problemas juntos. Por supuesto, si surge
algo que no hayamos pensado, o si necesitas ayuda o apoyo
adicional, siempre puedes ponerte en contacto conmigo.
(Informa a Jonah de su disponibilidad para el entrenamiento y apoyo
fuera de las horas de oficina, incluyendo restricciones de tiempo,
métodos preferidos de contacto, y cómo manejar comunicaciones
urgentes. Explica cómo el coaching puede facilitar la realización de
tareas y la práctica de habilidades y tender puentes con el trabajo en la
sesión, y concluye la sesión introduciendo el establecimiento de metas y
el retorno a la solución de cualquier obstáculo previsto para la
finalización de tareas.)
55
La hoja de ruta transdiagnóstica para la formulación de casos y la planificación del tratamiento
mantener la confianza, demostrar empatía y compasión y facilitar una
conexión interpersonal con el paciente (Norcross, 2010). La formulación de
casos transdiagnósticos se basa en gran medida en establecer y mantener una
alianza terapéutica sólida y duradera que se monitorea y fortalece
continuamente durante el tratamiento.
La investigación sobre la correlación robusta entre la relación terapéutica y
los resultados de la psicoterapia está bien establecida (por ejemplo, Horvath &
Bedi, 2002; Lambert & Barley, 2002; Norcross, 2010). A pesar de las
considerables diferencias teóricas y estructurales entre los diversos tipos de
psicoterapia, los clínicos generalmente coinciden en la importancia de la díada
terapeuta-paciente como contexto para el cambio positivo. La relación en sí
misma también puede ser bastante poderosa como estrategia de contingencia
para motivar a los pacientes a participar más plenamente en el tratamiento
(Linehan, 1993a). Además, las expresiones de calidez y genuinidad de los
terapeutas son fundamentales para involucrar activamente a los pacientes,
transmitir empatía y construir y fortalecer la alianza terapéutica (Rogers, 1951).
La TCC ha reconocido desde hace tiempo el papel esencial de la relación
terapéutica, que fue descrita por Aaron Beck y colegas (1979) como necesaria
pero no suficiente para lograr buenos resultados de tratamiento. Algunas
terapias, como el sistema de análisis cognitivo conductual de la psicoterapia
(McCullough, 2000) y la psicoterapia analítica funcional (Kohlenberg & Tsai,
1991), utilizan la comunicación verbal y no verbal terapeuta-paciente para
ilustrar aspectos clave de las luchas de los pacientes, que luego se convierten en
el foco de la intervención clínica. La DBT alienta a los clínicos a practicar la
"genuinidad radical", que incluye la autorevelación del terapeuta y la
comunicación irreverente como características centrales del tratamiento y refleja
el más alto nivel de validación de la experiencia del paciente (Linehan, 1993a).
Liderar con validación facilita la capacidad de los pacientes para involucrarse en
estrategias de cambio y es una intervención poderosa en sí misma. Mediante la
comunicación de la empatía y el reconocimiento de la perspectiva del paciente
como legítimo compañero, la validación permite a los individuos sentirse
escuchados y comprendidos, reduciendo la excitación fisiológica que a menudo
acompaña al sufrimiento y permitiendo la expresión de emociones más
adaptativas (Bohart et al., 2002; Koerner, 2012). A continuación, nos basamos
en esta perspectiva para ilustrar cómo la integración de los principales rasgos de
la personalidad del terapeuta en el tratamiento puede fortalecer la alianza
terapéutica y amplificar su impacto beneficioso en los resultados deseados del
tratamiento.
Claudia: (Parece un poco escéptico pero interesado.) ¿Tienes miedo de las cosas
también?
59
La hoja de ruta transdiagnóstica para la formulación de casos y la planificación del tratamiento
Terapeuta: (Risas.) ¡Ojalá! Cada vez que me paro en la cima de esa montaña
mirando por una pista de esquí, me da bastante miedo. Cuanto
más lo hago, menos miedo da, aunque mi miedo nunca desaparece.
Más importante aún, aprendo que aunque tengo miedo, todavía
puedo hacer lo que me asusta; así es como funciona la exposición.
También aprendo que tener miedo no significa necesariamente que
esté en peligro, y que a menudo soy más capaz y resiliente de lo que
me doy cuenta. Girar hacia las cosas que tememos se llama acción
opuesta, o enfrentar nuestros miedos.
Claudia: (Parece un poco incierto.) Haces que suene tan fácil. ¿Y si no puedo
hacerlo?
Terapeuta: (Una vez más valida las preocupaciones de Claudia al revelar sus
propias emociones y reticencias a participar en la temida actividad, al
tiempo que ofrece aliento y apoyo.) No es nada fácil, Claudia, no
para nadie —incluyéndome—, por eso vamos a tomarlo con
calma y despacio. Y voy a estar contigo en cada paso del camino
para ayudarte. Vamos a superar esto juntos, pero quiero
recordarles que ustedes son los que conducen el coche; Acabo
de recibir un segundo juego de frenos y una gran herramienta de
GPS (se refiere a la hoja de ruta) para llevarnos con seguridad a la
línea de meta.
61
La hoja de ruta transdiagnóstica para la formulación de casos y la planificación del tratamiento
presentar comentarios francos sobre las interacciones, lo cual es vital para
fortalecer la alianza y asegurar la sostenibilidad del tratamiento.
A pesar de nuestros mejores esfuerzos e intenciones de proteger y preservar
el trato, sin embargo, ocasionalmente somos incapaces de evitar rupturas de
relaciones, y no todas las rupturas son reparables. Por ejemplo, los terapeutas
difieren en su capacidad para tolerar y responder eficazmente a
comportamientos que interfieren con la terapia, como comentarios hostiles (por
ejemplo, insultar al terapeuta), comunicaciones deshonestas (por ejemplo, no
informar de actos autodestructivos) o incumplimiento repetido de la medicación
o la tarea. Independientemente de si una ruptura irreparable (y la consiguiente
terminación del tratamiento) se debe a la conducta que interfiere con la terapia
de un paciente o a la pérdida de objetividad de un terapeuta, el terapeuta debe
trabajar con el paciente para ayudarle a entender lo que sucedió en el contexto
de comportamientos ineficaces, límites personales y falibilidad humana, y para
facilitar derivaciones apropiadas tan pronto como sea posible para que el
tratamiento pueda continuar con otro clínico.
Creatividad hábil
La creatividad hábil transpira vida en la hoja de ruta y realmente individualiza el
tratamiento incorporando la mezcla única de los talentos, habilidades e ideas
creativas de cada díada terapeuta-paciente en las intervenciones clínicas. Puede
incluir el uso de humor, música, libros, metáforas, videos, arte y cualquier otra
cosa que el terapeuta o el paciente piense para mejorar las intervenciones,
adaptarlas a las necesidades individuales y facilitar el movimiento hacia los
objetivos de la terapia. Debido a que cada persona trae diferentes atributos para
tener en cuenta en este principio, las posibilidades realmente son infinitas.
Además, animar a los pacientes a ser creativos y aportar ideas al plan de
tratamiento puede ser terapéutico, transmitiendo el mensaje de que son
miembros valorados e importantes del equipo de tratamiento. Para muchos
pacientes, esta validación por parte del terapeuta son datos importantes para
yuxtaponer con sus historias de aprendizaje, que a menudo están llenas de
mensajes negativos y conceptos inexactos sobre su identidad propia. Además de
proporcionar pruebas contradictorias para desafiar estas experiencias
invalidantes, este tipo de estímulo y asociación activa puede ayudar a motivar a
los pacientes a comprometerse más en su propio tratamiento. Además, el cultivo
por parte de los pacientes de técnicas creativas para abordar sus problemas
puede generar autosuficiencia para continuar con el trabajo de la terapia mucho
después de su terminación.
La creatividad hábil puede aumentar las intervenciones clínicas de muchas
maneras, desde escribir una carta a uno mismo para promover la
autocompasión hasta diseñar medidas individualizadas para monitorear el
progreso. Incorporando metáforas, como suavemente
63
La hoja de ruta transdiagnóstica para la formulación de casos y la planificación del tratamiento
observar que un paciente se ha "caído por un agujero de conejo" y ofrecerse a
entrar y ayudarlo a salir puede ser un catalizador empático y efectivo para volver al
momento presente en que los pacientes se sienten consumidos por sus problemas y
pierden la perspectiva. Dado que muchos pacientes ahora tienen teléfonos
inteligentes, la introducción de ellos a aplicaciones basadas en la terapia que puede
puente en el trabajo en la sesión, ayudarles a acceder a la orientación y el apoyo, y
facilitar el desarrollo de habilidades puede ser útil en el aumento de las
intervenciones y el avance del tratamiento.
La creatividad hábil es especialmente importante y puede ser bastante
fructífera para los problemas transdiagnósticos (por ejemplo, arrebatos atroces) o
cuando no hay EST disponibles para los problemas que presenta una persona
(por ejemplo, trastorno de identidad disociativo). Bárbara, una mujer con un
historial de trauma infantil severo, experimentó una rabia abrumadora que a
menudo ponía en peligro sus relaciones. Ella tenía mucho miedo de cualquier
expresión de ira porque esto frecuentemente resultaba en disociación, arrebatos
terribles y conflictos interpersonales. Estaba avergonzada por esta pérdida de
control y aterrorizada de que su comportamiento causara que otros la evitaran y
rechazaran. Se comparó con una leona del zoológico local que recientemente fue
sacrificada porque atacó a un espectador, y temía que su ira tuviera un impacto
igualmente catastrófico en su vida. La terapeuta de Bárbara utilizó una hábil
creatividad al sugerir que comprara una leona de juguete para ayudarla a tener un
sentido más tangible de las emociones y visualizar apartarse de ellas. La imagen de
tener un collar de cadena de gargantilla en la leona ayudó a Barbara a imaginar
dominar sus emociones, en lugar de su experiencia habitual de emociones que la
superan y consumen, lo que proporcionó un puente a las intervenciones de
exposición, desarrollo de habilidades de regulación de emociones y
reestructuración cognitiva para ayudarla a replantear su ira como un aspecto
bienvenido de su personalidad en lugar de algo que se temiera y evitara.
Incluso cuando los problemas de los pacientes son menos complejos y existen
tratamientos basados en la evidencia, la creatividad hábil es una adición importante a
las intervenciones clínicas estandarizadas. Por ejemplo, utilizar un juguete caprichoso
como un "gremlin de preocupación" puede ser bastante efectivo para recordar a los
pacientes las metáforas utilizadas en la sesión para ayudarlos a alejarse de los
comportamientos sintomáticos y practicar habilidades recién desarrolladas para
observar pensamientos preocupantes en lugar de sentirse obligados a reaccionar ante
ellos. Las metáforas y las imágenes se utilizan frecuentemente como intervenciones
clínicas directas (S. C. Hayes et al., 2012) y pueden ayudar a terapeutas y pacientes a
desarrollar un léxico compartido para describir experiencias internas y hacer las
intervenciones más significativas y efectivas (Stott et al., 2010). El uso de metáforas
que reflejan los problemas, metas y valores de los pacientes ayuda a que este enfoque
sea mucho más significativo y efectivo. También recomendamos el uso de libros que
reflejen los valores de la vida y los temas de la relación (por ejemplo, historias para
niños), videos y música
64
Principios básicos de la hoja de ruta de
transdiagnóstico\
selecciones para reflejar y validar las experiencias de los pacientes, construir
la autocompasión y un sentido de conexión con los demás, y facilitar el
autocalmante.
Los pacientes suelen demostrar una creatividad excepcional en la elaboración de
intervenciones para satisfacer sus propias necesidades. Una mujer que ingresó a la
terapia para superar su historia de trauma infantil construyó muñecas para
representarse a sí misma en las etapas críticas de la vida para que pudiera usarlas
como vehículos para la autocalmante y la autocompasión en el camino hacia el
desarrollo de un autoconcepto más positivo y equilibrado. Otra paciente dibujó
caricaturas de sus temores relacionados con el TOC, lo que la ayudó a participar en
intervenciones basadas en la aceptación y la exposición. Un paciente que tenía
dificultades para grabar pensamientos automáticos porque no podía tolerar la
naturaleza angustiosa de su contenido áspero optó por capturar su diálogo interno
con ilustraciones de personajes de dibujos animados comprometidos en
intercambios humorísticos pero realistas que representaban sus pensamientos y
respuestas. Esto finalmente lo ayudó a ser más compasivo consigo mismo, aumentar
su tolerancia a la angustia y modificar su autoesquema negativo.
Si bien podríamos llenar estas páginas con innumerables ejemplos de
creatividad hábil, lo alentamos a trabajar en colaboración con sus pacientes para
modificar las intervenciones y desarrollar técnicas que se ajusten a las
características del paciente, aborden los TDM relevantes y satisfagan mejor las
necesidades de los individuos.
66
PARTE 2
Desarrollo
Transdiagnóstico
Mecanismo Hipótesis
CAPÍTULO 5
Evaluación y datos
Colección: El camino
hacia las hipótesis del
mecanismo
Una vez que hayamos discutido la hoja de ruta transdiagnóstica con los pacientes y
obtenido el consentimiento informado, estamos listos para empezar a
recopilar datos y pensar en hipótesis de mecanismos. La evaluación
comienza con
identificar los problemas que se presentan en el contexto de la situación de vida
actual de las personas, incluidos los factores estresantes notables que podrían
estar afectando los síntomas y el nivel de funcionamiento notificados, y recopilar
una amplia gama de información histórica (por ejemplo, sobre el desarrollo, la
familia, la educación académica, la formación profesional, la interpersonal y la
psiquiatría). Las observaciones de terapeutas y pacientes en torno a
comportamientos problemáticos, experiencias emocionales, creencias básicas y
respuestas a desencadenantes tanto dentro como fuera de la sesión se combinan
con entrevistas clínicas, datos de ingesta e informes históricos para desarrollar
hipótesis de diagnóstico iniciales y descartes que sugerirán posibles TDM a
considerar basados en protocolos de tratamiento específicos y teóricos del
trastorno. Utilizamos técnicas estándar de TCC como registros de pensamiento,
cuestionamiento socrático y análisis de comportamiento funcional para
deconstruir los problemas de los pacientes en componentes cognitivos,
conductuales, emocionales y fisiológicos, aclarando aún más las posibles
hipótesis de mecanismo. Las hipótesis iniciales de MDT también pueden
evaluarse utilizando medidas estandarizadas de autoinforme que confirmen o
desconfirmen la presencia de mecanismos específicos. En este capítulo,
describimos cada uno de estos elementos del proceso de evaluación.
La hoja de ruta transdiagnóstica para la formulación de casos y la planificación del tratamiento
Admisión y evaluación
La recopilación de datos comienza con el contacto inicial de los terapeutas con
los pacientes y continúa durante todo el tratamiento. La Hoja de Trabajo de
Hipótesis de TDM (disponible en el apéndice y como descarga en
http://www.newharbinger.com/28951) puede utilizarse para tomar notas y
organizar reflexiones sobre posibles mecanismos a considerar a medida que los
médicos recopilan información sobre problemas de los pacientes. Esta hoja de
trabajo se centra en cuatro elementos clave del proceso de evaluación en la
búsqueda de posibles mecanismos para explicar los problemas de los pacientes:
consideraciones diagnósticas, observaciones de terapeutas y pacientes,
deconstrucciones de problemas de pacientes utilizando ejemplos específicos y
uso de medidas de mecanismos estandarizados. Se puede recopilar información
adicional, dependiendo de las características del paciente y del problema, pero
estas cuatro categorías proporcionan una base sólida.
70
Evaluación y recolección de datos: El camino al mecanismo Hipótesis\
experiencias. Siempre estamos escuchando más allá de la información obvia
y reveladora de múltiples fuentes para descubrir tendencias conductuales
que conducen a hipótesis de mecha-nismo. Mantener un enfoque curioso y
no crítico a lo largo de este proceso invita a los pacientes a ofrecer sus
propias ideas sobre temas subyacentes dentro y entre situaciones,
comportamientos problemáticos, emociones y respuestas de afrontamiento,
lo que resalta la relación de colaboración y ayuda a mantener a los pacientes
activamente comprometidos.
Medidas normalizadas
Las formas de ingesta y las medidas de autoinforme proporcionan una base
rudimentaria para comprender el contexto actual e histórico de las dificultades
de un paciente, revelando síntomas relevantes y vulnerabilidades ambientales y
genéticas (por ejemplo, estresores situacionales e historia familiar de enfermedad
mental). Para maximizar la información disponible y utilizar el tiempo de cita de
manera efectiva, pedimos a los pacientes que completen un cuestionario de
admisión y varias herramientas de autoevaluación antes de las sesiones iniciales,
seleccionando medidas de detección basadas en los problemas identificados
durante el contacto inicial. Nuestros paquetes de admisión incluyen acuerdos de
tratamiento para el consentimiento informado, con información detallada sobre
el proceso de evaluación y tratamiento, confidencialidad y políticas de oficina.
Utilizamos un cuestionario completo que cubre varios aspectos de la vida del
paciente, incluyendo razones para buscar tratamiento, información de
identificación, estado de relación y situación de vida, antecedentes educativos,
estado laboral e historial laboral, historial familiar y de desarrollo, historia
psiquiátrica individual y familiar (incluyendo experiencias de tratamiento previo
y medicamentos pasados y actuales), historia social, uso de sustancias, detección
de historial de trauma, estado de salud e historial médico, historia legal o
criminal, conductas de autocuidado y factores estresantes actuales. Se
recomienda utilizar medidas generales de síntomas como la Lista de Síntomas -
90 -Revisada (SCL-90-R; Derogatis, 1977) y las Escalas de Estrés por Ansiedad
Depresiva (DASS; Lovibond & Lovibond, 1995), así como medidas de síntomas
específicos como el Inventario de Depresión de Beck -2 (BDI-2; A. T. Beck et al.,
1996) y el Burns Anxiety Inventory (BAI; Burns, 1999). Con base en la
información sobre los problemas que presenta el paciente, los terapeutas pueden
decidir incluir medidas más específicas para cada síntoma, como la Yale-Brown
Obsessive Compulsive Scale -2 (Y-BOCS-2; Storch et al., 2010) o el Mood
Disorder Questionnaire (MDQ; Hirschfield et al., 2000).
Dadas las diferencias en el estilo y la experiencia del terapeuta, alentamos a
los médicos a elegir formas de admisión, medidas de auto-informe y preguntas
de entrevista que les resulten más útiles a la hora de evaluar los problemas del
paciente. Para el ánimo y el trauma
71
La hoja de ruta transdiagnóstica para la formulación de casos y la planificación del tratamiento
se utiliza la CDM y la Evaluación Detallada del Estrés Postraumático (PDA;
Briere, 2001) o el Trauma Symptom Inventory -2 (TSI-2; Briere, 2011) para
identificar síntomas específicos del trastorno y guiar una exploración más
exhaustiva de los comportamientos objetivo y las posibilidades de
diagnóstico en el camino hacia las hipótesis del mecanismo. Otros
instrumentos, como el Inventario de Funcionamiento y Satisfacción (FSI;
Davidson et al., 2006) o el Inventario de Calidad de Vida (QOLI; Frisch,
1994) proporcionan información sobre las percepciones de los pacientes
sobre el funcionamiento y la satisfacción o importancia de diversos dominios
de la vida. También es importante evaluar los apoyos sociales reales y
percibidos para ayudar al terapeuta a entender qué recursos pueden ser
aportados a las hipótesis de MDT y la planificación del tratamiento.
Consideraciones de diagnóstico
Dado que muchos TDMs se derivaron de décadas de investigación empírica
sobre su papel en trastornos específicos y tipos de problemas —lo que produce
muchas de las ESTs en la práctica hoy en día—, a menudo comenzamos con la
consideración de constructos asociados con problemas específicos de
presentación al desarrollar hipótesis de mecanismos. Por ejemplo, el trastorno
de pánico típicamente involucra sensibilidad a la ansiedad, con cogniciones
acerca de las sensaciones somáticas temidas y evitarlas. Es probable que el
trastorno de ansiedad social incluya mecanismos como la atención enfocada en
uno mismo, evaluaciones relacionadas con la evaluación por parte de otros, y
comportamientos de seguridad o evitación para disminuir la probabilidad de
vergüenza social y juicio. La depresión puede implicar ciertos esquemas propios
negativos y la retirada de las actividades, lo que conduce a una escasez de
refuerzos positivos. La identificación de las posibilidades diagnósticas informa
las hipótesis iniciales de MDT, que luego pueden ser evaluadas para el paciente
específico.
Mientras que el campo se aleja del diagnóstico categórico (Insel, 2013), el
diagnóstico diferencial es crucial cuando los mismos mecanismos son centrales
para los diferentes trastornos. Por ejemplo, cuando los pacientes presentan
síntomas de depresión, el tratamiento adecuado se basa en la diferenciación
entre entidades diagnósticas como los trastornos del estado de ánimo (incluidos
los tipos bipolares frente a los unipolares), los trastornos traumáticos y los
problemas generalizados de desregulación emocional como la DBP (American
Psychiatric Association, 2013). Estas condiciones comparten MDT comunes,
como la evitación experiencial y la rumiación (Baer et al., 2012; Dickson et al.,
2012; Giorgio et al., 2010; Kim et al., 2012; McLaughlin & Nolen-Hoeksema,
2011), y la comprensión de las entidades diagnósticas y los mecanismos
asociados nos permite probar hipótesis basadas en las especificidades del
paciente y cómo se presentan los problemas en
72
Evaluación y recolección de datos: El camino al mecanismo Hipótesis\
la vida cotidiana. Así, podríamos identificar tipos específicos de mecanismos
de mala valoración cognitiva para distinguir entre depresión unipolar (A. T.
Beck et al., 1979) y bipolar (Searson et al., 2012). De igual manera,
diferentes tipos de sesgos de procesamiento atencional y cognitivo podrían
ayudarnos a diferenciar entre BPD (Matthews & MacLeod, 2005) y
trastornos traumáticos (Brewin et al., 1996; Shipherd & Salters-Pedneault,
2008). La dilucidación de estos y otros mecanismos derivados de entidades
de diagnóstico conocidas informa la formulación de MDT y proporciona
orientación hacia opciones de tratamiento viables.
La entrevista clínica ofrece la primera oportunidad de trabajar con los
pacientes para evaluar formalmente el estado mental, conocer detalles de sus
problemas y síntomas de presentación y considerar descartes diagnósticos.
Los terapeutas pueden decidir usar preguntas de entrevistas estructuradas
para considerar una amplia gama de problemas. La mayoría de los clínicos
tienen su propio enfoque de la entrevista clínica basado en la formación y la
experiencia, que puede o no incluir una herramienta de detección
diagnóstica. La determinación de las consideraciones diagnósticas
pertinentes proporciona los elementos iniciales para las hipótesis de MDT,
que luego pueden refinarse mediante observaciones conductuales.
Observaciones
Los terapeutas a menudo confían en sus observaciones clínicas para evaluar los
problemas de los pacientes y las ideas de las pruebas durante todo el
tratamiento. Tanto los médicos novatos como los experimentados pueden
beneficiarse de hacer sus observaciones explícitas y concretas. Animamos a los
terapeutas a documentar continuamente las conductas de los pacientes que
pueden ser relevantes al elegir o confirmar las hipótesis del mecanismo. Por
ejemplo, un paciente puede iniciar el tratamiento por correo electrónico y
dudar en hablar directamente con el médico por teléfono. A veces, familiares o
amigos hacen la llamada inicial para discutir el tratamiento de un ser querido.
Estos comportamientos pueden sugerir muchas posibilidades diferentes,
incluyendo ansiedad social (y tendencias relacionadas para evitar interacciones
interpersonales), déficit de habilidades, ambiva-lencia sobre el inicio del
tratamiento, o sentimientos de vergüenza cuando se discuten problemas o se
contacta con un profesional de la salud mental. Observaciones como estas
mejoran la comprensión de los clínicos de presentar problemas e informan sus
esfuerzos para involucrar a los pacientes en el tratamiento.
Del mismo modo, cuando los individuos llaman para iniciar el
tratamiento, es importante prestar mucha atención a la naturaleza y calidad
de la interacción. Pueden sonar ansiosos, proporcionar detalles excesivos
sobre los síntomas, haber presionado o
73
La hoja de ruta transdiagnóstica para la formulación de casos y la planificación del tratamiento
habla superproductiva, minimizar problemas, transmitir un sentido de
urgencia o usar el humor con diversos grados de idoneidad. Pueden tratar de
controlar el flujo de información y hacer muchas preguntas, o pueden
parecer pasivos y tener dificultades para entablar conversación. Las
descripciones de los problemas y fortalezas de los pacientes ofrecidas por
otros que conocen al paciente (por ejemplo, un padre o cónyuge que
acompaña al paciente a la cita de admisión) permiten a los termólogos
comparar cómo los pacientes se ven a sí mismos y sus problemas con cómo
son percibidos por otros significativos. Esto es relevante porque puede
transmitir la capacidad del paciente y de otros para aceptar los problemas, su
nivel de motivación para abordarlos, los potenciales factores estresantes (por
ejemplo, la discordia marital) y los tipos de recursos (tanto internos como
externos) disponibles para apoyar al paciente. Notar las similitudes y
diferencias en la forma en que los problemas se presentan a través de las
situaciones (por ejemplo, cómo el paciente se comunica por teléfono frente a
la sesión) y cómo los problemas son descritos por los pacientes y sus otros
significativos puede resaltar variables importantes que influyen en el
comportamiento de los pacientes y, potencialmente, su respuesta a las
intervenciones de tratamiento. Las observaciones de los terapeutas sobre
estos primeros puntos de contacto proporcionan una valiosa aportación a las
hipótesis de los mecanismos más adelante.
A partir de la cita inicial de admisión, obtenemos pistas de TDM a partir
de las conductas de los pacientes. Por ejemplo, si un miembro de la familia
tiene que acompañar al individuo a la cita de admisión, esto puede sugerir
que los síntomas y problemas afectan la capacidad del paciente para
funcionar de manera independiente, lo que también plantea preguntas sobre
el autoconcepto y si el paciente podría experimentar vergüenza y
desesperación. Del mismo modo, si un paciente llega tarde a la sesión, el
terapeuta debe evaluar las posibles razones de la tardanza, tales como la
ansiedad por conocer al terapeuta, la necesidad de una revisión repetida para
asegurarse de que la casa estaba bloqueada al salir para la cita, o un
comportamiento muy desorganizado y la incapacidad de seguir instrucciones
simples al consultorio, entre muchos otros. Observar cómo y por qué se
compromete el comportamiento es lo que conduce a ideas iniciales sobre
posibilidades diagnósticas e hipótesis de mecanismos potenciales, sentando
una base sólida para la formulación de MDT.
Mirando bajo la superficie
Las observaciones del estado mental de los pacientes pueden
proporcionar detalles significativos sobre sus problemas psicológicos e
informar hipótesis potenciales sobre mecanismos. Grado y calidad del
contacto visual, claridad del habla y adecuación
74
Evaluación y recolección de datos: El camino al mecanismo Hipótesis\
El conocimiento de las interacciones con el terapeuta proporciona una idea de
cómo esa persona se relaciona con los demás. Por ejemplo, si el
comportamiento de un individuo hace que el terapeuta se sienta incómodo,
molesto o frustrado, y esto rara vez sucede con otros pacientes, eso puede
proporcionar información sobre las relaciones interpersonales del paciente y los
posibles impactos en los sistemas de apoyo social y emocional.
Alternativamente, si un paciente interactúa de una manera agradable y
colaborativa, el terapeuta podría esperar que ese individuo se involucre
fácilmente en una alianza terapéutica efectiva y esté bastante motivado para el
tratamiento. Es igualmente plausible, sin embargo, que los placeres iniciales
puedan reflejar un esfuerzo por mantener una distancia superficial con el
terapeuta, sirviendo la función de evitar la ansiedad sobre el juicio anticipado de
otros y la discusión dolorosa de temas más complejos. La postura, la
comunicación no verbal, el afecto expresado y la congruencia de lo anterior con
el contenido del pensamiento transmiten información sobre el estado
emocional del individuo y su impacto en el funcionamiento. Por ejemplo,
comportamientos como evitar tocar cualquier cosa en la oficina, inquietarse y
tener dificultades para permanecer sentado, parecer perdido en el pensamiento
o jugar con el pelo o morderse las uñas revelan pistas importantes sobre las
consideraciones de diagnóstico y mecanismo.
Observación directa
Las observaciones clínicas pueden servir como puntos de partida críticos
que dirigen al terapeuta hacia posibles hipótesis de mecanismo. Cuando un
paciente llamado Tom (cuyo caso será examinado a lo largo de este libro) llamó
para hacer una cita inicial, dejó un mensaje en el contestador automático del
terapeuta a última hora de la noche del sábado. Este dato cobra relevancia, ya
que la mayoría de los individuos saben que los profesionales generalmente no
están en la oficina los fines de semana por la noche. Después de numerosos
intercambios de correo de voz, el terapeuta finalmente llegó a Tom y observó
que era vago sobre sus síntomas y razones para buscar tratamiento, ofreciendo
solo que estaba tratando con estrés laboral. Cuando se le preguntó por su
interés en la terapia, Tom explicó que se preocupaba demasiado y había leído
que la TCC podría ayudarlo. En la primera sesión, Tom caminó muy despacio
cuando el terapeuta lo escoltó por el pasillo, sus formularios de admisión se
desmoronaron y desorganizaron, y se tomó su tiempo mirando alrededor de la
oficina y por la ventana antes de sentarse. Sonrió débilmente cuando miró al
terapeuta pero parecía distante y no hizo contacto visual. Los comportamientos
de Tom generaron varias hipótesis iniciales sobre posibles mecanismos,
incluyendo dificultades organizacionales, esfuerzos para controlar sentimientos
de ansiedad o malestar, preocupaciones por ser juzgado y vergüenza por buscar
ayuda.
75
La hoja de ruta transdiagnóstica para la formulación de casos y la planificación del tratamiento
Comparaciones de datos
Aunque el objetivo principal de los formularios de admisión y las medidas
de cribado es recopilar información pertinente sobre la vida y los síntomas de
un paciente, la forma en que los pacientes completan los formularios puede ser
igualmente relevante. Por ejemplo, si un paciente se salta ciertas preguntas, esto
podría ser simplemente un descuido o podría indicar dudas para dar respuestas
a preguntas sensibles por una variedad de razones. Los pacientes que luchan con
el perfeccionismo pueden tener dificultades para responder preguntas o elegir
respuestas porque no hay opciones que reflejen con precisión sus síntomas. En
su lugar, pueden escribir explicaciones detalladas para preguntas directas en los
márgenes de las formas para estar seguro de que el clínico entiende sus
respuestas. Todas estas observaciones ayudan a pintar un retrato del paciente y
cómo esa persona responde al entorno y a los distintos grados de estrés.
Vale la pena señalar las discrepancias entre las descripciones de los
pacientes de sus problemas, sus puntuaciones en las medidas de autoinforme
y su presentación real en el consultorio. Por ejemplo, un individuo podría
respaldar elementos que indican depresión severa o ansiedad pero parecen
bastante tranquilos y alegres cuando interactúan con el terapeuta. Otro
paciente podría no avalar ningún síntoma clínicamente relevante en un
instrumento de diagnóstico de tamizaje, pero reportar un historial de
hospitalizaciones psiquiátricas e intentos de suicidio. Inconsistencias como
estas pueden alertar al terapeuta sobre posibles razones por las que los
pacientes pueden enfatizar, minimizar o experimentar grandes fluctuaciones
en sus síntomas psiquiátricos y niveles subjetivos de angustia.
Además de observar cómo los individuos completan las formas de ingesta y
las medidas de los síntomas, las observaciones sobre cómo explican sus
problemas de presentación, sus historias y las razones para buscar tratamiento
pueden arrojar información valiosa para guiar las hipótesis de TDM. Por
ejemplo, algunos pacientes evitan describir el contenido de ciertas cuestiones o
actúan como si las deficiencias significativas no fueran en absoluto prob-
lemáticas, sugiriendo evitación cognitiva y emocional como potenciales
mecanismos. Otros pueden tener dificultades para regular los estados
emocionales mientras describen ciertos problemas, se agitan o lloran, evitan el
contacto visual y parecen avergonzados y desesperanzados. Estas observaciones
sugieren que mecanismos de vulnerabilidad como los déficits en la regulación de
la excitación y las emociones podrían estar en juego. Algunos individuos
minimizan las historias psiquiátricas de sus familiares, pero respaldan elementos
de auto-reporte que reflejan problemas significativos como trastorno bipolar y
abuso de sustancias entre múltiples miembros de la familia, implicando
evitación emocional y cognitiva y esquemas de auto-reporte negativos como
potenciales TDMs. No podemos enfatizar lo suficiente el grado en que las
observaciones clínicas—no
76
Evaluación y recolección de datos: El camino al mecanismo Hipótesis\
No importa lo aparentemente trivial - contribuir a una comprensión de los
problemas del paciente y cómo tratarlos mejor.
Incorporar observaciones de pacientes y
familiares
Es importante animar a los pacientes a compartir sus propias
observaciones de sus experiencias, dentro y fuera de la sesión, tanto para
fortalecer la colaboración como para seguir informando las hipótesis del
mecanismo. Algunas personas comienzan el tratamiento estando bien
informadas sobre sus problemas y pueden tener ideas sólidas sobre cómo
responden a los estresores y por qué están luchando o sufriendo. Otros
pueden no entender sus síntomas pero aún tienen observaciones o teorías
importantes sobre ellos.
Aquí, usamos el caso de Tom para obtener una visión más profunda de
cómo terapeutas y pacientes comparten observaciones para construir un
entendimiento colectivo de presentar problemas. Una vez que Tom se instaló y
comenzó a discutir lo que lo llevó al tratamiento, se disculpó por no poder
describir su problema más claramente. Explicó que estaba "metido en un funk"
pero no estaba seguro de cuál era exactamente su problema, aparte de sentirse
incómodo por tomar una decisión sobre una posible transferencia de empleo.
Tom informó que su esposa pensó que el tratamiento lo ayudaría y estaba
encantada de que él hubiera hecho la llamada para comenzar la terapia.
Rápidamente agregó que también le pareció una buena idea, pero nunca había
estado en tratamiento antes y no sabía qué esperar. Tom reconoció que sus
síntomas parecían vagos, y se dio cuenta, incluso mientras hablaba con el thera-
pist, que se quedó atascado en pensamientos preocupantes sobre la toma de
decisiones. También observó que solo se había sentido en un funk como este un
par de veces en su vida, y que generalmente ocurría cuando necesitaba tomar
decisiones importantes. No le gustaba que no estuviera interactuando mucho
con su esposa e hijos y estaba preocupado por cómo esto podría afectarles. Tom
le dijo al terapeuta que sabía que tenía "muchas bendiciones" en su vida,
incluyendo una perspectiva de trabajo prometedora, así que estaba confundido
por qué se sentía tan deprimido y atascado. Aunque Tom no tenía un
vocabulario clínico, hizo observaciones importantes sobre sus sentimientos,
pensamientos y comportamientos y reconoció posibles antecedentes (por
ejemplo, toma de decisiones) a los síntomas que estaba experimentando y las
consecuencias de sus comportamientos (por ejemplo, el efecto en su familia).
Las observaciones de familiares u otras personas que conocen al paciente
pueden ser igualmente informativas. A veces, un cónyuge o padre acompaña al
paciente a la sesión, ya sea en la toma o en diferentes momentos durante el
tratamiento, lo que podría transmitir información crítica sobre la situación
actual del paciente
77
La hoja de ruta transdiagnóstica para la formulación de casos y la planificación del tratamiento
funcionamiento, especialmente si difiere de los niveles anteriores. Los terapeutas
podrían pedir a los pacientes que consideren llevar a amigos o familiares de
apoyo a una sesión para proporcionar otra perspectiva que podría ayudar a
entender los problemas de los pacientes. Las parejas y los familiares pueden
observar conductas que los pacientes no denuncian, y pueden arrojar luz sobre
lo que sucede en el hogar, incluida la forma en que el paciente interactúa con
otros y afronta el estrés, y si el paciente es capaz de cumplir con las
responsabilidades del hogar y realizar tareas básicas para sí mismo y para los
demás. Los terapeutas pueden observar las interacciones de los pacientes con
otros en la sesión y comparar diferentes descripciones de los mismos problemas
para aprender sobre patrones de comportamiento y dinámicas interpersonales
que afectan directamente las decisiones de tratamiento. Por ejemplo, si el único
momento en que los miembros de la familia interactúan con un paciente y
atienden sus necesidades es cuando está muy angustiada y luchando, entonces
avanzar hacia la estabilidad emocional y un mejor funcionamiento puede
incurrir en un costo potencial de apoyo disminuido, mayor aislamiento y
sentimientos resultantes de soledad, lo que hace difícil mantener los cambios
positivos desarrollados en la terapia.
Observaciones In Vivo
Acompañar a los pacientes fuera del consultorio para observar sus respuestas
en situaciones problemáticas proporciona información sobre cómo navegan por
sus entornos naturales. Por ejemplo, observar a los pacientes a medida que se
encuentran con desencadenantes de ansiedad permite al terapeuta identificar
mecanismos específicos de evitación, incluyendo intentos de evitar el escrutinio
público y el juicio, o el uso de comportamientos de seguridad para disminuir la
probabilidad de experimentar sensaciones incómodas. Las visitas domiciliarias
crean oportunidades para entender mecanismos como respuestas conductuales a
los desencadenantes de la contaminación, comportamientos de acaparamiento o
evaluaciones erróneas del daño al salir de casa. Las oportunidades para estas
observaciones suelen ocurrir después de que se ha establecido una sólida alianza
terapéutica.
78
Evaluación y recolección de datos: El camino al mecanismo Hipótesis\
las observaciones por sí solas no confirman ni desconfirman las hipótesis de
MDT y justifican una mayor exploración de los mecanismos que podrían estar
en juego para un paciente determinado. La deconstrucción de los problemas del
paciente en sus componentes cognitivos, conductuales, emocionales y
fisiológicos (es decir, sensatos) proporciona pistas valiosas sobre qué mecanismos
pueden estar operando y cómo contribuyen a problemas específicos para un
paciente dado. Puede confirmar o descifrar hipótesis de mecanismo basadas en
observaciones iniciales y consideraciones diagnósticas, o puede revelar nuevas
hipótesis de mecanismo a considerar en el camino.
El análisis funcional se ha utilizado durante décadas para identificar
antecedentes, secuencias y funciones de comportamientos problemáticos,
pensamientos y emociones (por ejemplo, M. Bandura & Goldman, 1995; Ferster,
1973). Esto ayuda a los terapeutas a descubrir estresores situacionales (por ejemplo,
pérdida de empleo), esquemas (por ejemplo, soy un fracaso), emociones angustiantes
(por ejemplo, vergüenza) y resultados relacionados (por ejemplo, relación con el
conflicto), que luego pueden ser dirigidos en el tratamiento. Algunos métodos
analíticos funcionales son específicos de los síntomas clínicos. Por ejemplo, si un
paciente presenta ataques de pánico y agorafobia, los terapeutas pueden usar una
herramienta de monitoreo que engaña la secuencia de componentes fisiológicos,
emocionales, cognitivos y conductuales experimentados antes, durante y después de
los ataques de pánico. En el caso de comportamientos repetitivos centrados en el
cuerpo, como el estiramiento del cabello o el recogimiento de la piel, es útil
monitorear antecedentes, comportamientos y consecuencias dentro de los dominios
sensorial, cognitivo, afectivo, motriz y ambiental (Mansueto et al., 1999). La Hoja de
Análisis del TOC (Abramowitz, 2009) se puede utilizar para entender los
desencadenantes de obsesiones, consecuencias temidas, estrategias de evitación,
rituales y otras estrategias de reducción de la ansiedad cuando el TOC es el
problema que se presenta. Una herramienta más general es el análisis de la cadena
conductual, que se utiliza en la DBT para identificar el afrontamiento infectivo y
para destacar las oportunidades de elegir comportamientos más hábiles con el fin de
reducir el sufrimiento y mejorar el funcionamiento después de desencadenar
eventos y vulnerabilidades dolorosas (Linehan, 1993a). Independientemente del
método elegido, el análisis funcional es altamente efectivo en la identificación de
posibles vulnerabilidades, desencadenantes, contextos, pensamientos, emociones,
comportamientos y consecuencias para comprender mejor los problemas de los
pacientes y cómo abordar mejor los mecanismos que los impulsan.
79
La hoja de ruta transdiagnóstica para la formulación de casos y la planificación del tratamiento
mantener la angustia y las limitaciones funcionales del paciente. Mientras
que esta estrategia también podría ser utilizada para ayudar al paciente a
avanzar hacia estrategias de afrontamiento más efectivas, aquí estamos
limitando el diálogo a su uso en la evaluación del comportamiento y la
generación de hipótesis de mecanismos. En este ejemplo también se destaca
el carácter permanente de la evaluación y el desarrollo de hipótesis de MDT
durante todo el proceso de tratamiento.
La paciente, Linda (cuyo caso será examinado a lo largo de este libro), es una
joven soltera que regresó a la escuela de medicina después de que el trastorno
bipolar la obligara a tomar una licencia prolongada y a volver a casa con sus
padres. Ella pudo regresar a la escuela después de aproximadamente un año de
tratamiento en su estado natal que se centró en estabilizar su estado de ánimo y
aumentar su capacidad funcional diaria. El terapeuta actual utiliza una hoja de
trabajo de análisis de cadena en la sesión para observar un episodio reciente de
hipomanía resultante de la falta de cumplimiento de los medios, sueño
interrumpido y patrones sociales, y conducta excesiva dirigida a objetivos
(navegación por Internet y compras). Mientras que el análisis de cadena
completo aparece a continuación, en la práctica el terapeuta y el paciente lo
rellenan a medida que se desarrolla el proceso de evaluación y se revelan
diferentes elementos. Lo que aprenden sobre los mecanismos potenciales
también se puede registrar en la Hoja de Trabajo de Hipótesis de TDM. Observe
cómo el terapeuta asimila toda la información disponible, incluyendo
observaciones conductuales en la sesión, para evaluar el problema y comenzar a
generar hipótesis de TDM lo antes posible.
80
Evaluación y recolección de datos: El camino al mecanismo Hipótesis\
Se sentía realmente solo y sin poder lidiar con estar cerca de la gente No
seguir la rutina de ejercicios o las prácticas de alimentación
saludable
¿Pasaba algo, interno o externo, que te hiciera más vulnerable a involucrarte en el
comportamiento problemático?
Cambios estacionales de humor (tiende a ponerse hipománico en primavera)
Evitó prestar atención a los cambios de humor y comportamiento ("No quería pensar
en ello")
Mayor carga de trabajo académico y clínico Difícil seguir el ritmo
Retirarse de los amigos y aumentar la navegación por Internet
¿Cuáles son algunas ideas para cómo usted pudo haber hecho diferentes
elecciones en el camino?
Preste atención a las fluctuaciones del estado de ánimo (estado de ánimo gráfico!)
Consigue una caja de organizador médico
Atender el autocuidado (más sueño y ejercicio; menos navegación por Internet)
Llama a alguien
81
La hoja de ruta transdiagnóstica para la formulación de casos y la planificación del tratamiento
Terapeuta: Linda, sé que has tenido un momento difícil últimamente, y creo
que esa es parte de la razón por la que podrías haber saltado tus
medicamentos. (Utiliza un tono suave y sin prejuicios y una expresión
compasiva para reducir la vergüenza, validar la experiencia de Linda y
involucrarla en el proceso de evaluación reformulando el incumplimiento
de los medicamentos como una expresión potencial de las dificultades
actuales.) Me gustaría ver si podemos controlar lo que está
impulsando la alteración del estado de ánimo y todas las otras
cosas con las que has estado luchando, como la escuela y las
relaciones, para que podamos volver a encarrilar tu vida. (Destaca
los beneficios de explorar los problemas actuales.)
82
Evaluación y recolección de datos: El camino al mecanismo Hipótesis\
Linda: Últimamente me he estado sintiendo bastante acartonado, lo
que suele suceder en primavera. (Este es un excelente ejemplo de la
importancia de las observaciones de los pacientes en el desarrollo de
hipótesis de TDM.) Supongo que estaba tratando de ignorarlo
porque no quería pensar que esto podría suceder de nuevo
después de todos estos meses de estar estable en mis
medicamentos. Sé que suena tonto, pero estaba tratando de no
pensar en ello y esperaba que las cosas mejoraran. (Mira hacia
abajo y lejos, aparentando vergüenza.)
83
La hoja de ruta transdiagnóstica para la formulación de casos y la planificación del tratamiento
Linda: La escuela ha sido bastante estresante, y con todas mis tareas y
responsabilidades clínicas, no tengo tiempo para hacer nada. Es
bastante abrumador. No he estado en el gimnasio en semanas, y
aunque sé que ayuda a mi estado de ánimo, no puedo ir. He
rechazado algunas fiestas y no he estado contestando mi
teléfono, y ahora me temo que mis amigos están enojados
conmigo. Me siento tan sola, pero no puedo lidiar con estar
cerca de nadie. Y encima de todo, acabo de escuchar que mi
mejor amigo, Bill, se va a casar. Me siento como un fracaso.
Todo apesta. (Mira hacia abajo y suena abatido de nuevo.)
84
Evaluación y recolección de datos: El camino al mecanismo Hipótesis\
vínculo funcional entre pensamientos, emociones y comportamientos (J. S.
Beck, 2011). Se desarrolló el Registro de Desconstrucción de Problemas (PDL;
disponible en el appen-dix y en formato descargable en
http://www.newharbinger.com/28951) para investigar ejemplos de problemas
clínicamente relevantes en la vida de los pacientes. La PDL incorpora
observaciones de los pacientes sobre los elementos deconstruidos de una
situación prob-lemática. Al aumentar la conciencia y comprensión de los
pacientes de sus experiencias, la PDL les ayuda a generar ideas para cambiar la
forma en que responden a los problemas y proporciona un peldaño para
desarrollar hipótesis de MDT.
Aunque la PDL es una herramienta relativamente simple, proporciona
información rica sobre las experiencias cognitivas, conductuales, emocionales y
fisiológicas de los pacientes. Los terapeutas pueden usar múltiples PDLs a través
de situaciones para buscar temas recurrentes y tendencias conductuales que
sugieran hipótesis particulares de mecanismos y posibilidades de diagnóstico.
Por ejemplo, si las PDL revelan un patrón de pensamientos autocríticos y
rumiantes, estado de ánimo disfórico, letargo y retraimiento social, el terapeuta
consideraría la depresión asociada con la rumiación, la evitación conductual e
interiorización de atribuciones. Alternativamente, si las PDLs descubren que el
paciente a menudo se involucra en preocupaciones excesivas, pensamiento
catastrófico con respecto a la falta de sueño y evitar situaciones donde el
resultado se desconoce, un diagnóstico más probable de TAG impulsado por la
preocupación, intolerancia a la incertidumbre y mala evaluación cognitiva sería
considerado. Y si una PDL indica pensamiento grandioso, agitación e
irritabilidad, sentimientos alternos de depresión y estado de ánimo elevado, y
períodos de aumento de actividades dirigidas a objetivos y comportamientos de
evitación, el terapeuta consideraría una condición del espectro bipolar
impulsada por evitación experiencial, evaluaciones erróneas cognitivas y
mecanismos de vulnerabilidad neurofisiológica. Dependiendo de la
formulación, el terapeuta puede desarrollar un plan de tratamiento que mejor
se dirige a los mecha-nismos identificados. Por supuesto, en todos estos
escenarios, otros mecanismos también podrían estar en juego, por lo que la
evaluación y discusión de los hallazgos con los pacientes es continua a lo largo
de la terapia.
Al igual que con los registros de pensamientos y los análisis de cadena, la
PDL se puede utilizar en la sesión para ayudar a los pacientes a avanzar hacia
una postura más curiosa y colaborativa como socios en igualdad de
condiciones en el proceso de tratamiento y, más tarde, se puede asignar
como trabajo en casa para recopilar datos sobre posibles desencadenantes y
componentes de los problemas. El siguiente ejemplo de una PDL
completada al principio del tratamiento por Tom ilustra su valor en la
búsqueda de hipótesis de TDM.
85
La hoja de ruta transdiagnóstica para la formulación de casos y la planificación del tratamiento
Observaciones: Por favor, indique cualquier cosa que destaque por usted.
Pienso demasiado en las decisiones profesionales y laborales. Me preocupo,
pero no tomo decisiones. Pienso en lo que otras personas pensarán de mí
debido a mis decisiones. No quiero que mi padre o mi esposa se sientan
decepcionados conmigo. Cuando me siento así, evito a la gente.
86
Evaluación y recolección de datos: El camino al mecanismo Hipótesis\
Tom tenía dificultades para describir sus problemas y síntomas, así que el
terapeuta introdujo la PDL en la sesión para centrarse en un caso específico de
su problema. Tom eligió una situación que ocurrió el día anterior en el trabajo
cuando un colega comentó sobre la suerte que tuvo de ser elegido para una
transferencia de trabajo. Después de que el terapeuta guiara a Tom en la
identificación de los pensamientos, emociones, sensaciones físicas y
comportamientos involucrados en esta situación problemática, ella involucró a
Tom en una discusión colaborativa sobre lo que observaron y aprendieron de la
PDL. Esta discusión también ayudó a Tom a dar más detalles sobre sus
observaciones iniciales, proporcionando más información sobre posibles TDMs.
Tom: Noto que puedo pasar horas pensando qué hacer y nunca
acercarme a una decisión. Me siento peor y más atascado. Y
todavía no he descubierto qué hacer. (Parece algo estresado y
abatido.)
87
La hoja de ruta transdiagnóstica para la formulación de casos y la planificación del tratamiento
Terapeuta: (Toma nota de la preocupación de Tom acerca de lo que otros piensan
de él, especialmente de su padre, y considera posibles esquemas
subyacentes de ser un perdedor y otros ser críticos.) Vaya, Tom, esas
son palabras poderosas. (Utiliza un tono compasivo mientras valida
la experiencia de Tom.) ¿Así que tienes miedo de que piense que
eres un perdedor?
Terapeuta: (Atiende al tema aparente del miedo a la evaluación negativa por parte
de otros.) Parece que te preocupas por decepcionar a personas
importantes en tu vida.
Terapeuta: Eso es interesante Tom. ¿Te preocupas mucho por lo que otras
personas piensan de ti incluso cuando tienes evidencia de que te
aman y te apoyan? (Valida las observaciones de Tom y su
autoconciencia, animándolo a decir más.)
88
Evaluación y recolección de datos: El camino al mecanismo Hipótesis\
Terapeuta: Así que si te preocupas por cosas que probablemente no pasarán,
¿por qué crees que te preocupas? (Evalúa las creencias
metacognitivas sobre la preocupación.)
Tom: ¡Gran pregunta! No lo sé... Supongo que creo que si pienso en las
cosas lo suficiente, las averiguaré. Encontraré una respuesta o al
menos me sentiré más seguro sobre mi decisión.
Terapeuta: ¿Así que preocuparse se siente como una manera útil de entender
las cosas y encontrar certeza? (Observa una creencia metacognitiva
sobre la función positiva de la preocupación y el deseo de certeza.)
Tom: Eso es correcto. A menudo tengo esta sensación de roer en la boca del
estómago y empiezo a sudar. Me siento un poco mal y quiero
esconderme...
89
La hoja de ruta transdiagnóstica para la formulación de casos y la planificación del tratamiento
Ahí es cuando tiendo a evitar a la gente. Últimamente, incluso
evito pasar tiempo con mi esposa e hijos cuando llego a casa. Me
siento fatal por ello, pero sólo quiero retirarme y ver la
televisión. Así no es como yo quiero ser. Me siento tan
deprimido y desanimado por esta decisión que me enfrenta que
quiero evitar todo. Es horrible... (Cuelga la cabeza y se cae en el
sofá).
Herramientas de evaluación de
Mechanism
Además de las medidas generales de los síntomas, existen otras herramientas de
evaluación que ayudan a respaldar o desconfirmar las hipótesis del mecanismo.
Estos también pueden ayudar al terapeuta a identificar y centrarse en
mecanismos que pueden ser más relevantes que otros para un individuo
específico. En los capítulos 2 y 3 se describieron algunas medidas del
mecanismo, y muchas son de dominio público. Le animamos a
90
Evaluación y recolección de datos: El camino al mecanismo Hipótesis\
considerar el uso de medidas de mecanismo para aclarar las hipótesis de
MDT y los posibles objetivos de tratamiento y evaluar el progreso de los
pacientes a lo largo de la terapia, teniendo en cuenta que hay diferentes
restricciones de uso basadas en la investigación frente a aplicaciones clínicas,
permisos previos y otras advertencias. Cuando sea posible, la realización de
búsquedas de literatura en línea le mantendrá informado sobre las nuevas
medidas que se están desarrollando. También se encuentran disponibles
libros que ofrecen recopilaciones extensas de medidas de evaluación
psicológica (Antony et al., 2001; Corcoran & Fischer, 2013a, 2013b; Nezu et
al., 2000).
Además de su utilidad para la planificación del tratamiento, estas
medidas pueden centrar la atención de los pacientes en los TDM, mejorando
su comprensión de lo que puede estar impulsando sus síntomas y problemas
de presentación. A menudo escuchamos comentarios como "Nunca me di
cuenta de que la incertidumbre está en el corazón de tantos de mis
problemas" o "Wow, aprender sobre por qué me preocupo realmente me
muestra por qué ha sido tan difícil dejar de preocuparse". Cuando los
pacientes desarrollan conocimientos sobre los mecanismos subyacentes,
pueden ser más conscientes de ellos, con el objetivo de apuntar a los TDM a
medida que se activan en tiempo real. El tratamiento puede parecer menos
intimidante y más prometedor, lo que puede ayudar a consolar a los
pacientes que presentan múltiples problemas o se sienten abrumados por sus
síntomas.
91
CAPÍTULO 6
Desarrollo de un
mecanismo de formulación
transdiagnóstico con el
paciente
Los esfuerzos por tejer las hipótesis iniciales de MDT generadas durante la fase de
evaluación sirven de base para la formulación de MDT. Educando a los
pacientes sobre los TDM y su asociación con diferentes problemas,
los síntomas, y los diagnósticos, los terapeutas pueden ayudar a los pacientes a
tener curiosidad sobre qué mecanismos podrían explicar las experiencias que los
llevaron a la terapia. Más importante aún, el terapeuta puede comenzar a
identificar posibles blancos de intervención clínica. Nuestra hoja de trabajo de
formulación de TDM (disponible en el apéndice y en formato descargable en
http://www.newharbinger.com/28951) proporciona un vehículo para que el
terapeuta piense en la formulación con los pacientes, ilustrando las relaciones
entre presentar problemas, mecha-nismos, impedimentos potenciales y recursos
que pueden apoyar a los pacientes a medida que avanzan en el proceso de
tratamiento.
La discusión de la formulación con los pacientes comienza con una
revisión de los problemas actuales, que incorpora impresiones diagnósticas
iniciales y datos observacionales para ilustrar cómo los problemas se
relacionan con las hipótesis del mecanismo. Es importante asegurarse de que
la formulación responde a todas las preocupaciones clínicas
La hoja de ruta transdiagnóstica para la formulación de casos y la planificación del tratamiento
que son un foco de tratamiento. Ejemplos concretos de la presentación de
problemas recopilados durante la evaluación pueden ilustrar las muchas
maneras en que los mecanismos subyacentes se unen para conducir y mantener
los problemas y contribuir al sufrimiento de los pacientes. Esto caracteriza los
problemas como expresiones de vulnerabilidades subyacentes y respuestas
definidas como patrones a los factores de estrés, lo que allana el camino para
seleccionar intervenciones que se dirigirán específicamente a esos TDM. Los
mecanismos de vulnerabilidad ayudan a encuadrar los problemas en el contexto
de variables similares a rasgos como las predisposiciones genéticas y los
constructos formados al principio del desarrollo de los individuos (por ejemplo,
esquemas). Los mecanismos de respuesta guían al terapeuta hacia intervenciones
que cambiarán activamente la forma en que el paciente responde y afronta los
factores estresantes y desencadenantes de los mecanismos de vulnerabilidad. La
formulación de MDT también incluye cualquier factor relevante que pueda
empeorar los problemas o impedir el tratamiento, así como fortalezas del
paciente que puedan maximizar la efectividad de las intervenciones.
Introducción a la formulación
En lugar de que el terapeuta presente una narrativa completa de cómo
ciertos mecanismos impulsan y mantienen los problemas de los pacientes, el
desarrollo de un TDM para-mulación es un proceso colaborativo que implica
el intercambio mutuo de información, observaciones y perspectivas sobre
cómo presentar problemas y síntomas se relacionan con las hipótesis del
mecanismo. Una formulación de MDT y las hipótesis del mecanismo a partir
de las cuales evoluciona pueden cambiar (y a menudo lo hacen) a medida
que avanza la terapia. Esto no es sorprendente, ya que la formulación está
impulsada por un proceso empírico que incluye la observación y evaluación
continuas del comportamiento y funcionamiento del paciente en todos los
dominios de la vida, ya que el terapeuta prueba la veracidad y la idoneidad
de las hipótesis de MDT y monitorea las respuestas del paciente a las
intervenciones.
Impresiones diagnósticas
Como se ilustra en el capítulo anterior, las consideraciones diagnósticas
sirven de trampolín importante para desarrollar hipótesis de MDT que permitan
comprender los problemas de los pacientes. El diagnóstico diferencial es
particularmente relevante cuando los mismos mecanismos subyacen a diferentes
trastornos. Por ejemplo, un déficit en la regulación de las emociones es un
mecanismo de vulnerabilidad común en todos los trastornos, incluidos los
trastornos del espectro bipolar, la desregulación emocional generalizada (por
ejemplo, la BPD) y los trastornos traumáticos y disociativos (por ejemplo, el
TEPT). Sin embargo, la naturaleza exacta y
94
Desarrollo de un mecanismo de transdiagnóstico Formulación con el paciente\
la presentación de dicha vulnerabilidad difiere entre dichos trastornos e influye
en el tipo de intervención requerida para tratarla, como por ejemplo si está
indicada la medicación y, en caso afirmativo, cuáles. Por lo tanto, el desarrollo
de habilidades es una intervención central para la DBP (Linehan, 1993a), el
TEPT responde bien a los tratamientos basados en la exposición (Foa et al.,
2007), y la medicación típicamente es necesaria para la estabilización del estado
de ánimo sostenido en el trastorno bipolar (Goodwin & Jamison, 2007).
Cuando se discuten las posibilidades diagnósticas con los pacientes, es
importante pensar en cómo recibirán la información, ya que su respuesta puede
proporcionar información adicional sobre las hipótesis del mecanismo. Por
ejemplo, las personas que están altamente ansiosas o autocríticas podrían
escuchar información sobre sus diagnósticos como crítica o preocupante, lo que
podría aumentar el estrés y interrumpir su capacidad para participar en la
terapia. Los pacientes que son fácilmente abrumados y por lo tanto tienden a
evitar sus emociones podrían centrarse en consideraciones de diagnóstico de
una manera emocionalmente desprendida e intelectual que en realidad exacerba
los mecanismos dirigidos por la formulación. El terapeuta debe evaluar qué es lo
mejor para cada paciente y discutir las consideraciones de diagnóstico de una
manera que aumente, en lugar de impedir, la capacidad del paciente para
colaborar en el desarrollo de la formulación y participar en el tratamiento que se
deriva de ella. En general, hemos encontrado que compartir información con
los pacientes de una manera pensada, compasiva y respetuosa a menudo
proporciona un contexto en el que entender mejor sus problemas, lo que
resulta en una mayor capacidad para participar en el tratamiento y una alianza
terapéutica más fuerte. Además, el empoderamiento que conlleva un mayor
conocimiento puede ayudar a los pacientes a volverse hacia sus problemas,
experimentar una mayor sensación de control sobre ellos y obtener un alivio
muy necesario para el dolor emocional de larga data.
Datos Observacionales
Los médicos deben buscar continuamente información que les permita
comprender mejor y de forma más completa los problemas de los pacientes y
tomar decisiones de tratamiento más eficaces. Las sutilezas del lenguaje en la
forma en que un paciente se refiere a sí mismo y los problemas para los que
busca tratamiento, una mirada hacia abajo mientras preguntamos a un paciente
sobre cómo sus síntomas han afectado sus relaciones y su capacidad de trabajo, y
las discrepancias que se hacen evidentes al comparar el estado de ánimo, el
afecto y el comportamiento demostrado con las respuestas a una herramienta de
ingesta y detección, todos transmiten detalles críticos de las experiencias de un
paciente. Por ejemplo, podríamos considerar el autoesquema negativo como un
TDM para la depresión y encontrar apoyo para esta hipótesis ya que observamos
que la paciente apenas puede mirar a la terapeuta mientras discute su
incapacidad para levantarse de la cama y ayudarla
95
La hoja de ruta transdiagnóstica para la formulación de casos y la planificación del tratamiento
los niños se visten para la escuela. Del mismo modo, mientras discutimos la
reducción de la intolerancia de incertidumbre de un paciente ansioso, puede
soltar: "¡No hay manera de que deje de preocuparse por las cosas!" Además de
proporcionar información sobre su motivación para participar en algunas
intervenciones de tratamiento, esto sugiere que las creencias metacognitivas
sobre la preocupación podrían estar involucradas en el mantenimiento de sus
síntomas y ser dignas de exploración. Aunque no son concluyentes como puntos
de datos aislados, estas observaciones y otras similares proporcionan apoyo para
o contra las hipótesis de mecanismo y pueden refinar la formulación TDM de la
misma manera que un chef observa cómo los ingredientes se están uniendo
durante el proceso de cocción para afinar la receta de un plato deseado y guiar
sus decisiones en la creación de él.
Volviendo a Linda, la estudiante de medicina bipolar, el siguiente
diálogo ilustra cómo el terapeuta podría involucrarla en una discusión de
hipótesis de TDM basada en el análisis de cadena, incorporando
información de diagnóstico y observaciones para explicar el episodio
hipománico reciente y los problemas asociados.
Terapeuta: Realmente aprecio cómo te quedaste ahí conmigo para hacer ese análisis
de cadena. Sé que no fue fácil para ti, y ciertamente no podría haberlo
hecho sin tu ayuda. (Valida la dificultad del proceso de evaluación y subraya
la importancia de la colaboración.)
Linda: Sí, todo esto es bastante difícil. Sólo quiero sentirme mejor.
Terapeuta: Quiero que te sientas mejor también, Linda. Creo que descubrimos algunas
ideas realmente buenas sobre lo que podría estar haciendo tu vida tan
difícil en este momento. Una de las principales cosas es que es primavera, y
como usted ha experimentado, las personas con trastorno bipolar a
menudo responden a los cambios estacionales en el tiempo y la luz
volviéndose hipománicos, o amplificados como usted lo dice. Me he dado
cuenta de que ha tenido algunos problemas para mantenerse en el tema y
han estado hablando un poco rápido, y me pregunto si usted también se
dio cuenta de esto. (Ofrece observaciones del comportamiento de Linda,
enmarcando las dificultades actuales en el contexto de los cambios afectivos
estacionales conocidos por estar en juego en su diagnóstico, e invita a Linda a
compartir sus propias observaciones de su comportamiento.)
Linda: Sí, pensé que eso era lo que estaba pasando cuando tuve problemas para
concentrarme en clase y ni siquiera estaba cansado después de no dormir
mucho. Simplemente no podía apartarme de Internet, a pesar de que sabía
que me estaba quedando atrás. Supongo que tenía miedo de admitir que
mi estado de ánimo se estaba volviendo inestable, especialmente porque me
sentía un poco bien, lo que hacía mucho más fácil no tomar mis
medicamentos. (El
96
Desarrollo de un mecanismo de transdiagnóstico Formulación con el paciente\
El terapeuta anota la referencia de Linda a la evitación cognitiva, conductual y
emocional, y agrega esto a la hoja de trabajo de formulación de TDM.)
Terapeuta: (Habla de una manera fácil para reflejar el no juicio.) Bueno, como
saben, esa es la espada de doble filo del trastorno bipolar: la hipomanía
se siente bien, lo que hace difícil pensar en ella como un desgarrador
del desplome anímico que inevitablemente sigue. La buena noticia es
que unos pocos cambios en tu rutina, como volver a un buen horario
de sueño, apagar la electrónica mucho antes de acostarse y comer
alimentos saludables, serán de gran ayuda para estabilizar tu estado de
ánimo y lograr que te sientas mejor y que funcione a tu potencial,
especialmente porque estás tomando tus medicamentos con regularidad
ahora. (Relaciona las experiencias de Linda con su diagnóstico y los
mecanismos de vulnerabilidad relacionados de la regulación de la emoción y el
sueño desencadenados por los cambios estacionales. También señala la
importancia de tomar acción mediática e infunde esperanza al mencionar las
intervenciones conocidas por ser efectivas para la estabilización del estado de
ánimo bipolar.)
Linda: Sé que no quiero volver a pasar por esto, así que estoy dispuesto
a hacer lo que sea necesario para seguir mejorando. (El terapeuta nota
que Linda parece muy motivada y dispuesta a participar en el tratamiento.)
97
La hoja de ruta transdiagnóstica para la formulación de casos y la planificación del tratamiento
de qué mecanismos se correlacionan con los problemas identificados,
aunque estas hipótesis deben probarse a través de la capacidad de respuesta
del paciente a intervenciones seleccionadas y otros métodos de evaluación.
Las hipótesis de mecanismo generadas durante los análisis situacionales y
funcionales de ejemplos de problemas específicos y otras herramientas de
evaluación se convierten en los pilares de una formulación transdiagnóstica
que informa y orienta la selección de intervenciones para dirigir eficazmente
esos MDT. Esto coloca al terapeuta y al paciente bien en el camino para
resolver los problemas del paciente, mejorar el funcionamiento y mejorar la
calidad de vida general.
Hipótesis de mecanismo generadas a partir
de un análisis de cadena
Permaneciendo con Linda, ahora ilustramos cómo continuar la
discusión de la formulación de TDM vinculando ejemplos de problemas a
mecanismos específicos que pueden arrojar luz sobre la presentación de
problemas y síntomas.
Terapeuta: Una de las razones por las que es importante para nosotros hacer
estos análisis de cadena y ver ejemplos específicos de cómo estás
luchando es para que podamos averiguar lo que podría estar
desestabilizando tu estado de ánimo y contribuyendo a tus
problemas académicos y dificultad para conectar con tus amigos.
Nuestro objetivo principal, además de ayudarte a sentirte mejor,
por supuesto, es tratar de identificar los mecanismos subyacentes
que impulsan estos diferentes problemas. Eso nos ayudará a
averiguar qué intervenciones tienen más sentido para ayudarle a
volver a encaminarse hacia las cosas que son importantes para
usted, como sentirse fuerte y competente, hacerlo bien en la
escuela, cuidarse a sí mismo e interactuar con los amigos. (Reitera
brevemente el concepto de MDT para involucrar a Linda en el proceso
de explorar mecanismos y desarrollar la formulación.)
Terapeuta: Así es, Linda. Así que, mirando hacia atrás en este análisis de
cadena que hicimos durante la última sesión (saca la hoja de trabajo
de análisis de cadena de Linda), podemos realmente ir a través de él y
ver dónde algunos de estos mecanismos podrían estar en juego con
las diferentes cosas con las que luchó
98
Desarrollo de un mecanismo de transdiagnóstico Formulación con el
paciente\
en el camino. (Extrae una hoja de trabajo de formulación de TDM.)
Podemos usar esta otra hoja de trabajo para enumerar nuestras ideas de
mecanismos y llegar a una formulación que lo vincule todo para que
podamos entender lo que sucedió y, con suerte, prevenir escenarios
similares en el futuro. Hice algunas notas sobre posibles mecanismos
cuando estábamos haciendo el análisis de cadena (muestra Linda la hoja
de trabajo de hipótesis TDM) para que podamos considerar todas las
posibilidades de lo que podría estar detrás de sus problemas actuales.
Linda: Bueno, una cosa que sabemos con certeza es que los factores
biológicos están involucrados ya que tengo trastorno bipolar y el
cambio de estaciones parece haber desencadenado cierta hipomanía.
(Aprovecha su conocimiento del trastorno bipolar para identificar un
mecanismo potencial.) ¿Sería eso un mecanismo?
99
La hoja de ruta transdiagnóstica para la formulación de casos y la planificación del tratamiento
Terapeuta: Déjame ver si estoy entendiendo lo que estás diciendo. Suena
como si tuvieras la sensación de que no te iba bien,
especialmente cuando te dejaste los medicamentos, pero
entonces tal vez te asustaste un poco de pensar en eso y lo que
significaba en términos de tener trastorno bipolar. Así que
seguiste haciendo cosas como navegar por Internet y saltarte la
clase para alejarte de esos pensamientos y tal vez incluso algo de
ansiedad y tristeza sobre cómo lo estabas haciendo. ¿Es cierto?
(Comparte su comprensión de lo que Linda está describiendo y
comprueba la precisión de las hipótesis de mecanismos más refinados en
cuanto a la evitación cognitiva, conductual y emocional.)
100
Desarrollo de un mecanismo de transdiagnóstico Formulación con el paciente\
Mecanismo Hipótesis Generadas a partir de una PDL
En la siguiente viñeta, regresamos a Tom para ilustrar cómo discutir la
formulación de TDM con un paciente que presenta problemas más difusos y
menos conocimiento sobre ellos. Mientras el terapeuta construye la
formulación con Tom, ella escribe los diferentes mecanismos, ilustrando
cómo se relacionan con sus problemas. Recomendamos utilizar diagramas
para ayudar a los pacientes a visualizar la formulación tal como se está
discutiendo y hemos incluido un ejemplo un poco más adelante en el
capítulo. También recomendamos entregar a los pacientes una copia de
cualquier diagrama dibujado durante las sesiones de estudio para que
puedan seguir generando ideas y analizando datos que apoyen su
tratamiento.
Terapeuta: (Habla con entusiasmo y revisa la PDL de Tom con él.) Tom, creo que
hemos tenido un gran comienzo en la comprensión de tus
problemas. Revisemos lo que hemos aprendido hasta ahora para que
podamos empezar a hacer un plan de tratamiento. ¿Cómo suena eso?
Tom: (Suena un poco más esperanzador.) Eso suena genial. Quiero saber qué
debo hacer para empezar a sentirme mejor, y ya puedo ver algunas
cosas que me ayudarán.
101
La hoja de ruta transdiagnóstica para la formulación de casos y la planificación del tratamiento
creencias subyacentes que influyen en cómo piensan. Por ejemplo,
me dijiste que tienes creencias subyacentes y temores de que tal vez
eres un perdedor. Parece como si esta creencia, o tu temor de que
esta creencia pueda ser verdadera, realmente te afecta cuando tienes
que tomar decisiones importantes relacionadas con el trabajo,
especialmente las que son como esta. ¿Eso captura más o menos lo
que estás experimentando? (Comprueba con Tom para asegurarse de que
su conceptualización de su problema refleja con precisión su experiencia.
Esto asegura que el terapeuta y Tom estén de acuerdo, subraya el papel
colaborativo de Tom en su tratamiento y valida su comprensión de sí mismo
y sus problemas.)
Tom: Sí, eso lo resume bastante. No voy por ahí pensando que soy un
perdedor todo el tiempo, pero ese miedo siempre está ahí, y surge
mucho cuando tengo que tomar decisiones laborales, sobre todo
grandes sobre mi carrera.
Terapeuta: (Empieza a educar a Tom sobre los mecanismos.) A menudo nos referimos
a creencias subyacentes como esas como esquemas, es decir, creencias
profundas que tenemos sobre nosotros mismos, los demás o el futuro.
Estas creencias subyacentes pueden desencadenarse y dar lugar a otros
problemas, como pensamientos negativos, emociones perturbadoras y
comportamientos problemáticos.
102
Desarrollo de un mecanismo de transdiagnóstico Formulación con el paciente\
certeza sobre ello y resolver lo que te preocupa. Pero, como
estamos aprendiendo, esa estrategia no está funcionando tan
bien, ¿verdad?
Terapeuta: Bien. Así que podemos trabajar juntos para entender por qué te
preocupas, además de encontrar maneras de ayudarte a tomar
decisiones y preocuparte menos.
Terapeuta: También observó que se queda aún más atascado y se siente peor
cuando pasa el tiempo preocupándose por los resultados futuros
y revisando eventos pasados. Te sientes deprimido y atascado
pero también ansioso. Incluso tienes algunos síntomas físicos de
ansiedad. (Se refiere a la PDL y señala los componentes emocionales y
somáticos asociados con su pensamiento negativo repetitivo.)
Terapeuta: Eso es correcto. Así que podemos ver cómo estos mecanismos
subyacentes de pensamiento negativo repetitivo, esquemas
negativos y evitación de
103
La hoja de ruta transdiagnóstica para la formulación de casos y la planificación del tratamiento
la gente y tomar decisiones parecen contribuir tanto a tu
depresión como a tu ansiedad.
104
Desarrollo de la formulación TDM de Tom
Problema Problema
Problema Problema
No hacer Tiempo
Ansiedad Depresión reducido
decisión laboral
con la familia
Mecanismos de vulnerabilidad
Intolerancia a la incertidumbre (re: toma de decisiones sobre el
trabajo)
Miedo a la evaluación negativa
Esquemas negativos ("Soy un perdedor; Otros son críticos y críticos")
Creencias metacognitivas sobre la preocupación
Disparadores
el paciente\
Generalidades: Decisiones laborales/profesionales
Inmediato: Transferencia de trabajo ofrecida
105
La hoja de ruta transdiagnóstica para la formulación de casos y la planificación del tratamiento
Este diagrama de formulación es una ilustración rudimentaria de
mecanismos que se supone están en juego para explicar los problemas que
presenta Tom y lo que parece haberlos desencadenado en este momento. Si
bien no capta las relaciones mediadoras o moderadoras potenciales entre
diferentes mecanismos y problemas, su simplicidad beneficia tanto al
terapeuta como a Tom en la clarificación de cómo los mecanismos de
vulnerabilidad y respuesta y los problemas se unen en el desarrollo de la
formulación.
Tom: Eso es realmente genial. Ahora las cosas me parecen mucho más
claras. Tiene sentido que estuviera en un lío dado todas estas
cosas con las que he estado luchando. No estaba seguro de cómo
la terapia me iba a ayudar, pero ahora que hemos sido capaces
de descomponer mis problemas y echarles un vistazo más de
cerca, puedo ver que tengo algunas cosas reales en las que
trabajar.
Atándolo Todo Juntos
Como la terapeuta de Tom une lo que ha aprendido hasta ahora, hace
algunas observaciones adicionales. Los síntomas depresivos de Tom, que
experimentó dos veces antes cuando era adulto, han sido relativamente leves,
con un impacto mínimo en su funcionamiento. Los mecanismos relacionados
con los síntomas depresivos, incluyendo esquemas negativos, rumiación y
abstinencia conductual, parecen contribuir a los problemas y síntomas de Tom.
El terapeuta también señala que los hombres de Tom mencionaron lo
importante que son las opiniones de su padre para él y que se preocupa por
decepcionar a su padre si no toma la decisión correcta sobre su situación
laboral. En consecuencia, retoma discusiones previas con su padre sobre
decisiones de carrera. Para refinar aún más la formulación de TDM, el terapeuta
explorará más adelante cómo puede haber jugado la relación de Tom con su
padre
106
Desarrollo de un mecanismo de transdiagnóstico Formulación con el paciente\
un papel en la creación de sus esquemas negativos sobre ser un perdedor y ver a
otros como críticos y críticos, y sus preocupaciones constantes relacionadas con
la toma de decisiones.
La preocupación es uno de los problemas centrales de Tom, y tiene
creencias metacognitivas sobre la función positiva de la preocupación. Los
pensamientos de preocupación de Tom parecen conectados con la dificultad
para tolerar la incertidumbre relacionada con el trabajo y las decisiones sobre
su carrera. El foco de su preocupación está predominantemente relacionado
con temas sobre cómo otros lo juzgarán. Aunque experimenta algunos
síntomas fisiológicos de ansiedad, no son un problema prominente y no
desencadenan temores catastróficos sobre sensaciones o síntomas físicos,
descartando el trastorno de pánico. Aquí se reproduce la hoja de trabajo de
formulación TDM de Tom.
107
La hoja de ruta transdiagnóstica para la formulación de casos y la planificación del tratamiento
110
PARTE 3
Tratamiento de
planificación
CAPÍTULO 7
Desarrollo
Objetivos del tratamiento
116
Desarrollar objetivos de tratamiento\
de resultados inalcanzables (por ejemplo, "nunca me pondría ansioso")
mientras que también vali-citas su deseo de estar libre de sus problemas. En
cambio, los médicos ayudan a los pacientes a pensar en lo que podría ser
diferente si sus problemas no dictaran cómo viven actualmente sus vidas. Por
lo tanto, el "milagro" podría implicar vivir una vida productiva, equilibrada y
plena con trastorno bipolar, o llegar al punto en que los temores de lesiones
o enfermedades no impidan al paciente participar en las actividades
deseadas, como unirse al equipo de softbol de oficina. Esta es otra forma de
identificar objetivos de resultados globales, construyendo un escenario en el
que presentar problemas no está gobernando la vida de la persona.
Se han descrito varias maneras de plantear la pregunta milagrosa (por
ejemplo, deJong
& Berg, 2008; Metcalf, 2007). Utilizamos una versión ligeramente modificada:
"Si un milagro ocurre esta noche mientras duermes y tus problemas ya no dictan
tu vida, ¿cómo será cuando te despiertes mañana?" Mientras que algunos
individuos pueden necesitar un estímulo suave, la mayoría de la gente puede
comenzar a articular tardíamente cómo sus vidas serían diferentes si la terapia
tuviera éxito. Por ejemplo, podríamos escuchar que una persona regresaría a la
escuela y completaría su doctorado, mientras que otra persona podría decir que
ya no dejaría el trabajo cada vez que experimenta sensaciones de pánico. Las
preguntas que abordan la motivación e identifican los recursos se basan en la
cuestión del milagro. Por ejemplo: "¿Qué estarías dispuesto a hacer para
conseguir lo que quieres?" y "¿Cuáles son algunas de las cosas que podrían
obstaculizar el logro de sus objetivos, y cómo podemos resolverlos?" Estas
preguntas también ayudan a los médicos a generar soluciones a posibles
obstáculos que podrían impedir el logro de los objetivos.
Reducir el enfoque
A veces, pedir a los pacientes que piensen en los objetivos de resultados
globales puede contribuir a los sentimientos de desesperanza y hacer que se
sientan abrumados, especialmente si los terapeutas buscan una perspectiva a
largo plazo (por ejemplo, "¿Cómo quieres que se vea tu vida de cinco a diez años
en el futuro?"). En estos casos, es útil reducir el foco para hacer el debate más
manejable (por ejemplo, "¿Y si pudiéramos cambiar solo una cosa, qué sería
eso?"). El uso de una escala de valoración para evaluar la opinión de los
pacientes sobre su posición actual puede ayudar a los terapeutas a priorizar los
objetivos de resultados e informar las decisiones sobre dónde comenzar el
tratamiento; por ejemplo, "Si 1 indica que la vida es bastante miserable y 10
significa que tu vida es exactamente como quieres que sea, ¿dónde estás ahora?"
Por lo tanto, si un paciente con ansiedad severa apenas puede salir de su
apartamento, un primer paso podría ser remitirla para una evaluación de la
medicación para reducir los síntomas debilitantes y facilitar una participación
más efectiva en la terapia.
117
La hoja de ruta transdiagnóstica para la formulación de casos y la planificación del tratamiento
Le animamos a ser creativo y sensible en la búsqueda de técnicas que
funcionen para usted y sus pacientes, manteniendo el equilibrio entre el progreso
hacia adelante y las expectativas realistas. Por ejemplo, podrías preguntar: "Si tu
problema estuviera todavía ahí pero pudieras disfrutar de tu vida, ¿cómo sería eso?"
Esta modificación es particularmente útil cuando el tratamiento se centra en ayudar
a la persona a hacer frente de manera más eficaz a una situación irresoluble (por
ejemplo, una enfermedad terminal o un acontecimiento vital catastrófico) con el
fin de experimentar una vida más agradable y satisfactoria. Por ejemplo, si un
soldado que regresa desarrolla depresión secundaria a perder parcialmente una de
sus piernas y se está ajustando al uso de su prótesis, ella y el terapeuta podrían
trabajar para ayudarla a reanudar actividades previas, como entrenar al equipo de
fútbol de su hija, dar paseos con su esposo y reunirse con amigos. Si bien nunca
recuperará la pierna, puede trabajar para crear una vida más satisfactoria volviendo
a comprometerse con su familia y reanudando actividades independientes y
significativas, que también ayudarán a reducir su depresión (Martell et al., 2010). El
siguiente diálogo ilustra la habilidad y sensibilidad de la terapeuta para ayudar a
esta paciente (Jill) a identificar estos objetivos y aumentar su motivación para
participar en la terapia.
Terapeuta: No voy a presumir de saber por lo que estás pasando, Jill, pero
puedo decirte que creo que hay algunas cosas en las que podemos trabajar para
mejorar tu calidad de vida y reducir tu depresión. (Reconoce el dolor de Jill
mientras infunde un sentido de esperanza con respecto a la mejora.)
Jill: (Busca y parece interesado.) ¿Qué tienes en mente?
118
Desarrollar objetivos de tratamiento\
leg, me pregunto cómo sería tu vida si un milagro ocurriera de la
noche a la mañana mientras dormías y te despertaras mañana
teniendo la vida que querías. ¿Cómo serían las cosas diferentes,
incluso si aún no tuvieras tu pierna? (Presenta una versión
modificada de la pregunta milagrosa.)
Terapeuta: Sé que al final quieres sentirte mejor y ser feliz, y ahora mismo la
pérdida de tu pierna parece ser un obstáculo importante para
eso. Me pregunto si hay algo que podamos pensar juntos que
pueda ayudarte a llegar allí. ¿Qué te diría que tu vida estaba
mejorando? (Subraya el enfoque colaborativo al tiempo que ayuda a
Jill a empezar a pensar en la operacionalización de los objetivos de
resultados globales.)
Jill: Creo que si empezara a pasar más tiempo con mi marido y mis
hijos en vez de estar en mi habitación todo el tiempo,
probablemente no me sentiría tan horrible. También podría
empezar a devolver las llamadas telefónicas de mis amigos y quizás
incluso hacer un plan para juntarme con ellos para no sentirme tan
aislado y solo. (Empieza a sonar un poco más energizado.)
Terapeuta: ¡Esos suenan como grandes comienzos, Jill! ¿Qué más podría
hacer si no hubiera límites en lo que era posible?
Jill: Estoy bastante seguro de que sería mucho más feliz... y también
mi familia.
Además de ilustrar cómo los objetivos de resultados globales informan las
decisiones de tratamiento, esta viñeta también muestra cómo la discusión y
operacionalización de tales objetivos puede proporcionar esperanza y mejorar la
motivación de los pacientes para participar en la terapia.
119
La hoja de ruta transdiagnóstica para la formulación de casos y la planificación del tratamiento
120
Desarrollar objetivos de tratamiento\
y su terapeuta hizo un análisis en cadena de estos problemas, fueron capaces de
identificar mecanismos para apuntar en el tratamiento que le ayudarían a
alcanzar los objetivos de resultado global de mejorar y estabilizar su estado de
ánimo, reconectar con los amigos y reanudar sus responsabilidades académicas y
clínicas. Los objetivos de cambio de mecanismo incluyeron desafiar creencias
erróneas sobre sí misma y los demás, reducir los pensamientos autocríticos y
reducir la evitación emocional, cognitiva y conductual. Otro objetivo era mejorar
la regulación de las emociones y el sueño para reducir las vulnerabilidades
subyacentes que contribuyen a la desestabilización del estado de ánimo.
Por lo tanto, al comenzar con marcadores medibles de los objetivos de
resultados deseados, los thera-pists pueden poner en práctica el éxito y trazar un
rumbo para lograrlo. Identificar cómo deben cambiar los mecanismos para lograr
los objetivos de resultados actuales y el cambio positivo duradero es el motor que
impulsa el tratamiento y guía la selección de las intervenciones. Sin embargo,
antes de proceder, el terapeuta y el paciente deben ponerse de acuerdo sobre los
objetivos del tratamiento a corto y largo plazo. La forma en que los pacientes se
sienten acerca de estos objetivos, y su disposición a participar en las
intervenciones que apuntan a los TDM, también deben ser abordados en la
terapia.
123
La hoja de ruta transdiagnóstica para la formulación de casos y la planificación del tratamiento
124
Desarrollar objetivos de tratamiento\
educación o poder mantenerse económicamente, este tipo de problemas podría
impedir su capacidad para asistir a las sesiones. Por lo tanto, es importante
actuar con rapidez para prevenir la exacerbación de los síntomas que podrían
disminuir aún más el funcionamiento, dar lugar a nuevos problemas (por
ejemplo, el paciente podría perder su trabajo, no ser capaz de pagar el alquiler y
perder una vivienda estable), y potencialmente dar lugar a una crisis
potencialmente mortal, como que el paciente se deprima y se suicide.
125
La hoja de ruta transdiagnóstica para la formulación de casos y la planificación del tratamiento
las actividades pueden interferir con la capacidad de trabajar en otros
objetivos de tratamiento, como mejorar el estado de ánimo mediante el
aumento de los contactos sociales y el apoyo social. Enfocar las dificultades
subyacentes con la regulación emocional o la regulación de la excitación a
través de prácticas de atención plena y ejercicios para calmar los estados
fisiológicos puede influir en múltiples mecanismos y problemas y facilitar la
mejora en varios dominios.
Más fácil de tratar
A menudo es beneficioso comenzar el tratamiento abordando problemas
que son relativamente fáciles de tratar (Personas, 2008) o enseñando
habilidades básicas que reducen la angustia y mejoran el funcionamiento.
Por ejemplo, aprender habilidades de tolerancia a la angustia (Linehan,
1993b) puede proporcionar alivio inmediato y ayudar a los pacientes a
empezar a sentirse más en control de sus emociones y mejor equipados para
manejar el estrés tanto dentro como fuera de la sesión. Esto también les
permite experimentar el éxito temprano en el tratamiento, lo que puede
mejorar el afrontamiento, construir esperanza y aumentar la motivación para
participar en aspectos más desafiantes de la terapia.
Preferencias y valores del paciente
Suponiendo que no haya crisis u otras situaciones que exijan atención
inmediata, comenzar el tratamiento con el problema que el paciente más quiere
resolver puede subrayar la naturaleza colaborativa de la terapia, mejorar la
alianza terpéptica y aumentar la motivación del paciente (Kuyken et al., 2009).
Por ejemplo, un paciente puede querer priorizar mejorar la forma en que
interactúa con su hijo, tanto porque su conflicto le está afectando a diario y
quiere resolverlo rápidamente, como porque ser un buen padre es un valor
importante para él. Una discusión acerca de comprometerse con la acción
basada en valores (S. C. Hayes et al., 2012) —tomar medidas para actuar sobre
los valores personales— puede ayudar a los pacientes a priorizar los objetivos del
tratamiento, especialmente si la motivación es decreciente y menguante. Por
ejemplo, si un paciente con trastorno bipolar deja de tomar su medicación y
comienza a declinar, puede estar más motivado para priorizar metas que le
ayudarán a poder atender a su familia (algo que valora mucho), como reanudar
los medicamentos y tomar acciones para regresar al trabajo y mantener sus
ingresos.
126
CAPÍTULO 8
Selección
Intervenciones
128
Seleccionar intervenciones\
contd.
Estrategias básicas para el cambio
• Activación conductual
• Contingencias de comportamiento
• Reestructuración cognitiva
• Cambio de esquema
• Experimentos conductuales
• Técnicas de entrenamiento de atención
• Reentrenamiento de atención situacional
• Estrategias de aplazamiento
• Exposición (conductual, cognitiva, emocional e interoceptiva)
• Entrenamiento mental compasivo y prescripción de imágenes
• Habilidades de tolerancia al estrés
• Habilidades de regulación emocional
• Habilidades de efectividad interpersonal
129
La hoja de ruta transdiagnóstica para la formulación de casos y la planificación del tratamiento
La mayoría de las intervenciones enumeradas pueden dirigirse a varios
TDM. Los terapeutas pueden elegir entre ellos en función de los mecanismos a
los que se dirigen, de cómo se manifiestan esos mecanismos en el paciente
individual, de las fortalezas y limitaciones del paciente y de cómo deben cambiar
los mecanismos para alcanzar los objetivos globales de resultados. Para ayudar a
guiar el proceso de selección, hemos desarrollado una nota de progreso
estructurada (disponible en el apéndice y en formato descargable en http://
www.newharbinger.com/28951), que permite a los terapeutas realizar un
seguimiento de las intervenciones de cada sesión y de las respuestas de los
pacientes a ellas en relación con los objetivos del tratamiento.
Psicoeducación
La educación sobre la naturaleza y el tratamiento de los problemas de los
pacientes ha sido una piedra angular de larga data en las terapias basadas en
la evidencia (por ejemplo, A. T. Beck et al., 1979; Foa y otros, 2007;
Linehan, 1993a), incluyendo protocolos de transdiagnóstico recientes
(Barlow et al., 2011; Norton, 2012) y paradigmas (Leahy et al., 2011). La
psicoeducación permite a los pacientes asumir un papel activo y colaborativo
en la terapia ayudándoles a comprender sus síntomas, el contexto en el que
se desarrollan los problemas y la razón del tratamiento subyacente. Es difícil
imaginar que alguien participe en un proceso que requiere esfuerzo y
compromiso para cambiar sin entender qué se espera y por qué. Para que los
pacientes finalmente sean autosuficientes con las habilidades que les
enseñamos —practicar entre sesiones e implementar estrategias mucho más
allá de la terminación— deben comprender plenamente la naturaleza, las
consecuencias y los mecanismos de acción de sus problemas.
La psicoeducación también enseña a los pacientes que los problemas que los
aquejan a menudo se aprenden o tienen fundamentos neurofisiológicos (es
decir, mecanismos de vulnerabilidad). De esta manera, podemos reducir las
autopercepciones negativas y los sentimientos de vergüenza al mismo tiempo
que introducimos los TDM y educamos a los pacientes sobre cómo se pueden
enfocar y tratar los mecanismos. Además de proporcionar una respuesta
130
Seleccionar intervenciones\
a "¿Por qué yo?" podemos ayudar a los pacientes a ver cuántos mecanismos de
respuesta son formas comprensibles de hacer frente a las vulnerabilidades, pero
contribuyen a un círculo vicioso que exacerba esas vulnerabilidades e intensifica
el sufrimiento. Al hacerlo, enseñamos a los pacientes la importancia de
aprender a pensar de manera diferente sobre sus vulnerabilidades y desarrollar
formas alternativas de responder a ellas.
132
Seleccionar intervenciones\
decisiones en su vida diaria, como renunciar a trabajar horas extras para
asistir a la fiesta de cumpleaños de un niño, o si tolerar la angustia y pedirle
a un amigo que almuerce porque valora una vida que está conectada con
otros y no restringida por la ansiedad. Discutiendo cómo los TDM impiden
el movimiento hacia valores identificados, y cómo perseguir esos valores
puede reducir el sufrimiento y ayudar a las personas a lograr una vida más
deseable y satisfactoria, a menudo puede ser bastante efectivo para ayudar a
los pacientes a renunciar a los TDM de larga data.
133
La hoja de ruta transdiagnóstica para la formulación de casos y la planificación del tratamiento
conductas específicas que serán analizadas a partir de sus antecedentes y
consecuencias. También se utiliza para explorar la función de pensamientos,
emociones y comportamientos específicos que surgen a lo largo de la terapia y pueden
estar causando interrupciones en el tratamiento o en la vida del paciente. Linehan
(1993a) desarrolló un análisis de la cadena conductual para ayudar a los pacientes a
identificar oportunidades de usar habilidades como alternativas a comportamientos de
afrontamiento ineficaces. La psicoterapia analítica funcional (Kohlenberg & Tsai,
1991) utiliza el análisis funcional para comprender las interacciones de los pacientes
con el terapeuta, con el fin de generar hipótesis sobre comportamientos similares que
ocurren fuera de la terapia y que pueden explicar problemas interpersonales. Si bien el
análisis funcional apunta a mecanismos de respuesta como la evitación conductual y
los comportamientos motivados por las emociones, también es eficaz para identificar
un contexto funcional para mecanismos de vulnerabilidad como el perfeccionismo y la
intolerancia a la incertidumbre, y para resaltar cómo las experiencias privadas de los
pacientes (por ejemplo, emociones y pensamientos) pueden mantener los problemas.
Autocontrol
El autocontrol implica la atención deliberada a un aspecto de la conducta de uno
mismo, y aumenta la conciencia de los pacientes de pensamientos, sentimientos,
comportamientos y otros aspectos clave de la presentación de problemas. El
autocontrol proporciona datos para aumentar la comprensión de los problemas por
parte de pacientes y terapeutas y orientar las decisiones de tratamiento (Persons, 2008).
"se considera esencial para el modelo científico personal de terapia cognitivo-
conductual" (Craske & Barlow, 2008, p. 24) en el sentido de que facilita el empirismo
colaborativo y mejora el sentido de agencia de los pacientes (Cohen et al., 2013).
Tanto los protocolos específicos del trastorno (por ejemplo, Foa et al., 2007) como los
protocolos universales (por ejemplo, Barlow et al., 2011) incorporan intervenciones de
autocontrol al inicio del tratamiento para rastrear los síntomas, la eficacia de las
intervenciones y el progreso general. Hacer que los pacientes monitoricen los objetivos
del tratamiento (por ejemplo, estado de ánimo, pensamientos de preocupación,
autocrítica, retirada social) tiene un valor generalizado, que va desde aumentar la
conciencia de un afrontamiento ineficaz hasta encontrar soluciones a los problemas y
mejorar la autorregulación (por ejemplo, Frank, 2005; Linehan, 1993a).
Cuando los pacientes realizan un seguimiento de los componentes identificados de
los problemas, asumen una perspectiva en tercera persona que les ayuda a alejarse de
sus problemas y, al mismo tiempo, a aumentar su conciencia de los objetivos de
tratamiento que están intentando cambiar. Se dispone de medidas estandarizadas de
detección de síntomas y formularios de seguimiento basados en protocolos que
identifican y rastrean componentes específicos de los problemas, y también alentamos
a los terapeutas a ser creativos a la hora de adaptar el autocontrol a las necesidades del
paciente. Por ejemplo, el autor principal (RIF) desarrolló una herramienta de auto-
monitoreo que permite una definición subjetiva de "angustia" basada en la percepción
del paciente
134
Seleccionar
intervenciones\
presentar problemas. Así, una persona podría rastrear la angustia
monitoreando su experiencia de cambios de humor y retrocesos traumáticos,
mientras que otra podría rastrear el efecto agregado de diferentes elementos de
ataques de pánico y el consumo de alcohol asociado.
Atención
La atención plena implica aprender a controlar el foco de atención, lo que
puede aumentar la conciencia y la capacidad de los individuos para alejarse de sus
problemas, involucrarse en su realidad actual y mejorar el afrontamiento. La atención
plena puede interrumpir comportamientos emocionales y malas valoraciones
cognitivas (Lynch et al., 2006) y mitigar los efectos perjudiciales de experiencias
angustiosas inevitables en la salud mental (Bergomi et al., 2013). El mindfulness es
central en muchas terapias, incluyendo la terapia cognitiva basada en mindfulness
(Segal et al., 2002), la reducción del estrés basada en mindfulness (Kabat-Zinn, 1990),
la DBT (Linehan, 1993a), y la ACT (S. C. Hayes et al., 2012). Las intervenciones
basadas en la atención plena han demostrado eficacia en el tratamiento de problemas
tanto psicológicos como físicos (Baer, 2003), implicando la atención plena en la
autorregulación y la autogestión; flexibilidad emocional, cognitiva y conductual;
clarificación de valores; y la capacidad de tolerar y beneficiarse de la exposición
(Shapiro et al., 2006).
Kabat-Zinn (1994) definió la atención plena como "prestar atención de una
manera particular: a propósito, en el momento presente, y sin juicio" (p. 4). Linehan
(1993b) deconstruyó la práctica del mindfulness en habilidades de "qué" (observar,
describir, participar) y de "cómo" (no juzgar, una cosa en el momento, eficaz) para
ayudar a los pacientes a encontrar la síntesis dialéctica de la experiencia emocional y
el razonamiento lógico: "mente sabia". Se pueden evaluar diferentes aspectos de la
conciencia (observar, describir, actuar con conciencia, no juzgar, no reaccionar) a
través del Cuestionario de Mindfulness de Cinco Facetas (Baer et al., 2006). Los
ejercicios de atención plena pueden incluir el anclaje en la realidad actual para
apuntar mecanismos relacionados con el trauma, notar y soltar pensamientos
autocríticos para reducir esquemas negativos, o aumentar la conciencia emocional
para contrarrestar la evasión, entre muchos otros.
Animamos a los pacientes a practicar e incorporar habilidades de mindfulness a
medida que avanzan por la vida diaria: simplemente prestar atención mientras se
conduce o se camina por la calle; sumergirse completamente en ropa plegable; o
observar y describir gustos, texturas y otras sensaciones mientras se come una
manzana. Aunque conceptualmente simplista, la atención plena es típicamente difícil
de dominar, tanto para terapeutas como para pacientes. Sin embargo, es un
componente básico de numerosas intervenciones y, con la práctica, puede facilitar un
cambio de comportamiento duradero.
135
La hoja de ruta transdiagnóstica para la formulación de casos y la planificación del tratamiento
Mindfulness separado
Las técnicas de mindfulness desprendido (Wells & Matthews, 1994) ayudan a
los individuos a desarrollar meta-conciencia de pensamientos y creencias para que
puedan desprenderse de ellos, permitiendo a los pacientes evaluar esos
pensamientos y creencias de manera diferente o responder de manera más efectiva.
Estas intervenciones ayudan a los pacientes a aprender a tomar una perspectiva
metacognitiva que interrumpe el pensamiento negativo repetitivo, como la
preocupación y la rumiación. Además, los pacientes aprenden a tomar la
perspectiva del observador, lo que les ayuda a desarrollar una nueva forma de
relacionarse con sus pensamientos y creencias, una que aumenta la flexibilidad con
respecto a los estilos de pensamiento y fomenta una nueva visión de la importancia
y el significado de las cogniciones. Las técnicas de mindfulness separado, descritas
en detalle por Wells (2009), incluyen ejercicios como el uso de imágenes y
metáforas para facilitar los cambios en la metacognición y el aprendizaje.
Aceptación y validación
La aceptación refleja la capacidad de estar simplemente en el momento
presente, con lo que hay, sin resistencia ni juicio (Kabat-Zinn, 1994). Antes de que
los individuos puedan siquiera pensar en cambiar comportamientos, primero
deben aceptar la naturaleza problemática de esos comportamientos (Prochaska &
DiClemente, 1984). La validación (reconocer las experiencias de los pacientes,
corroborar su autenticidad y enmarcar su naturaleza disfuncional en el contexto del
aprendizaje pasado y los factores estresantes actuales) es una estrategia central para
aumentar la aceptación en la TBT (Linehan, 1993a). La validación puede estabilizar
el sentido de sí mismo de los pacientes, reducir la excitación emocional, mejorar el
aprendizaje y aumentar la motivación para cambiar (Lynch et al., 2006). La
aceptación se considera un precursor necesario del cambio de comportamiento y la
solución de problemas (Linehan, 1993a). Validar la experiencia de los pacientes
con sus problemas (por ejemplo, "no puedo imaginar no estar ansioso, dado su
historial de aprendizaje" o "cualquiera estaría ansioso en esa situación") puede
transmitir empatía y comprensión, reducir la autocrítica y aumentar la motivación y
la participación en la terapia (Linehan, 1993a). Esto es particularmente importante
para afecciones crónicas como la enfermedad bipolar o las lesiones catastróficas,
donde el tratamiento se centra en la adaptación, la mejora del funcionamiento y la
mejora de la calidad de vida.
Defusión cognitiva
La defusión cognitiva es una intervención dentro de ACT (S. C. Hayes et al.,
2012) que apunta a la evitación cognitiva (incluyendo la preocupación), las malas
valoraciones cognitivas (por ejemplo,
136
Seleccionar
intervenciones\
predicciones negativas, distorsiones cognitivas) y atribuciones negativas (por
ejemplo, autocrítica), entre otros TDM. La defusión ayuda a los pacientes a alejarse
de sus pensamientos en lugar de ser consumidos por ellos o actuar sobre ellos.
Ayuda a los pacientes a distanciarse de los pensamientos mediante el etiquetado
(por ejemplo, "Hay otro de esos pensamientos autocríticos") o la observación (por
ejemplo, "Estoy teniendo la idea de que no quiero ir a trabajar porque creo que no
puedo hacer frente a mi jefe"). En DBT los pacientes aprenden a desconectar de los
pensamientos y sentimientos angustiosos al servicio de regular las emociones y
manejar la angustia (Linehan, 1993b). La defusión puede ser un trampolín útil
para otras intervenciones, como la exposición segura y la reestructuración cognitiva
(por ejemplo, "Es solo tu mente tener retrospectivas del trauma. Cuando hacemos
exposición, esos disminuirán gradualmente, y usted será capaz de tomar los
recuerdos de la estantería a voluntad en lugar de tener siempre vienen chocando
contra usted").
Es importante brindar psicoeducación sobre el poder de los pensamientos, la
ineficacia de tratar de suprimirlos y el beneficio de aprender formas de desvincularse
de ellos. Ayudar a los pacientes a evaluar si los pensamientos problemáticos facilitan o
impiden el logro de los objetivos a menudo puede poner de relieve la naturaleza
disruptiva de los pensamientos. La defusión cognitiva se puede utilizar para apuntar a
reglas rígidas, juicios, pensamientos orientados al pasado y al futuro, y creencias
centrales (erróneas) que impiden la acción basada en valores (S. C. Hayes et al., 2012).
Muchos ejercicios y metáforas están disponibles para notar los pensamientos,
examinar su función y desvincularse de ellos con el fin de reducir la angustia subjetiva
y avanzar hacia una vida valorada. Por ejemplo, imaginar pensamientos problemáticos
como hojas flotando en una suave brisa sin que interrumpan un agradable paseo
podría ayudar a una paciente a desconectar de pensamientos preocupantes que
impiden su capacidad de acompañar el viaje de clase de su hijo. Otros ejercicios de
defusión hacen que los pacientes digan o canten pensamientos problemáticos en voz
alta, centrándose en el sonido de un pensamiento (frente a su significado) como una
manera de reducir su significado y su impacto disfuncional. Otra estrategia útil
consiste en escribir un pensamiento en una tarjeta flash y hacer que los pacientes
comparen mirar la tarjeta a la longitud del brazo versus directamente frente a sus ojos
para notar la diferencia entre tener un pensamiento (poder leerlo a la longitud del
brazo) y ser consumidos por el pensamiento (ser incapaces de enfocar sus ojos y
descifrar las letras).
Contingencias conductuales
Las contingencias conductuales, que se basan en la premisa de que el
aprendizaje está fuertemente influenciado por las consecuencias de nuestro
comportamiento, son parte integral de la TCC y la TBT. Idealmente, la
consecuencia debe seguir directamente el comportamiento para aumentar o
disminuir de manera efectiva la probabilidad de que el comportamiento vuelva a
ocurrir. Por ejemplo, los médicos a menudo descuidan el seguimiento de las
tareas, ¡y luego se preguntan por qué los pacientes dejan de completarlas!
Contingencia
138
Seleccionar intervenciones\
el manejo se refiere a los intentos del terapeuta (y del paciente) de apoyar
conductas efectivas y extinguir conductas ineficaces tanto dentro como fuera
de la sesión, e incluye el refuerzo, la extinción, la conformación y el castigo.
Por ejemplo, los terapeutas de la DBT a menudo limitan una sesión a un
análisis de cadena minuciosamente detallado del corte después de un
incidente de tal autolesión, impidiendo la discusión de otros temas
(Linehan, 1993a). Sin embargo, la conducta ineficaz puede ser
recompensada inadvertidamente, como cuando los terapeutas aumentan el
contacto telefónico durante las crisis o se vuelven más atentos a los pacientes
que dejan de hablar en la sesión. Si esto no se resuelve, el terapeuta puede
sentirse sobreextendido, lo que puede comprometer la alianza terapéutica y
potencialmente poner en peligro el tratamiento. Limitar la disponibilidad
del thera-pist para un entrenamiento telefónico breve y manejo de crisis, dar
forma al contacto no-crisis con el terapeuta y esperar tranquilamente a que
los pacientes vuelvan a dialogar son ejemplos de estrategias de manejo de
contingencia para reducir las respuestas ineficaces, mejorar el afrontamiento
y facilitar la efectividad interpersonal (Linehan, 1993a).
Las contingencias conductuales son altamente efectivas para enfocar la
evitación conductual y emocional. Los procedimientos de contingencia deben
explicarse a los pacientes antes de usarlos y son más efectivos cuando se
implementan de manera transparente, no crítica y colaborativa. Le animamos a
ser creativo en el desarrollo de contingencias con los pacientes, como
recompensarse con un helado o un pequeño regalo después de completar un
ejercicio de tarea, o planificar una actividad divertida después de la finalización
de una tarea temida para reducir la procrastinación (por ejemplo, ir a una
película después de pedir al jefe un aumento).
Reestructuración cognitiva
La terapia cognitiva se basa en la teoría de que las percepciones de
situaciones, más que las situaciones mismas, pueden influir en cómo se sienten
las personas (A. T. Beck, 1964). Situaciones específicas pueden desencadenar
pensamientos automáticos que a menudo son distorsionados y activados por
esquemas subyacentes, y estas evaluaciones cognitivas dan lugar a estados
emocionales negativos y comportamientos problemáticos. La terapia cognitiva
de la depresión de Beck (A. T. Beck et al., 1979) utiliza un Registro Diario de
Pensamientos Disfuncionales para registrar los pensamientos automáticos que
se convierten en el foco de las técnicas cognitivas dirigidas a identificar y
responder a las distorsiones cognitivas. Variaciones de esta hoja de trabajo se
utilizan actualmente en la práctica clínica para registrar pensamientos
automáticos al servicio de desarrollar respuestas cognitivas y conductuales
eficaces que apuntan a problemas de estado de ánimo y malas valoraciones
cognitivas. Las estrategias para corregir las malas valoraciones cognitivas
incluyen identificar distorsiones en el pensamiento, explorar evidencia que
apoye y no apoye las cogniciones,
139
La hoja de ruta transdiagnóstica para la formulación de casos y la planificación del tratamiento
considerar explicaciones alternativas y examinar si las cogniciones son útiles
para mejorar el estado de ánimo, las relaciones interpersonales y el
funcionamiento (J. S. Beck, 2011; Burns, 1999; Persons et al., 2001).
La reestructuración cognitiva ayuda a los pacientes a identificar y evaluar su
pensamiento para que puedan desarrollar respuestas más equilibradas, eficaces y
adaptativas. Su objetivo es aumentar la conciencia, probar y cambiar las creencias
desadaptativas. Estas intervenciones son un pilar de la TCC y se utilizan para
corregir valoraciones erróneas que contribuyen a síntomas específicos en una serie
de problemas (por ejemplo, el miedo a las sensaciones corporales o el juicio de
otros, la sobreestimación de las valoraciones de amenazas y la probabilidad similar
de resultados negativos, distorsiones relacionadas con eventos traumáticos o la
imagen corporal). La reestructuración cognitiva también desafía las suposiciones
subyacentes, como si no hago todo perfectamente, a nadie le gustará y debo sobresalir en
cada cosa que intento hacer. Las creencias desadaptativas son vistas como
vulnerabilidades que, cuando se activan, pueden contribuir a la forma en que los
individuos interpretan sus experiencias. Por ejemplo, si una paciente experimenta
ansiedad elevada relacionada con la activación de creencias acerca de la amenaza y
la incapacidad de tolerar la incertidumbre y responde mediante el uso de
comportamientos de escape y evitación, la reestructuración cognitiva puede
involucrarla en discusiones acerca de sus sobrestimaciones de amenaza y
subestimaciones de su capacidad de tolerar la angustia cuando estos constructos se
activan.
La terapia metacognitiva también incorpora la reestructuración cognitiva,
aunque su propósito no es cambiar el contenido de pensamientos o esquemas, sino
modificar las creencias de los pacientes sobre sus pensamientos y emociones (es
decir, la metacognición; Wells, 2009). Las estrategias metacognitivas incluyen
técnicas básicas de TCC como el cuestionamiento socrático, el examen de la
evidencia y la identificación de distorsiones cognitivas, que buscan debilitar las
metacogniciones (por ejemplo, creencias positivas y negativas sobre la preocupación
y la rumiación y la función de esas conductas; creencias positivas sobre el
monitoreo de amenazas; creencias de que los pensamientos intrusivos son
importantes y necesitan ser controlados). Por lo tanto, la reestructuración cognitiva
puede ser utilizada para abordar múltiples niveles de pensamientos, incluyendo el
desarrollo de respuestas más equilibradas y efectivas a los pensamientos
automáticos, desafiando las suposiciones subyacentes, cambiando o modificando
esquemas, y cambiando o modificando creencias metacognitivas.
Cambio de esquema
Los modelos cognitivos consideran que los constructos subyacentes, como los
esquemas, son fundamentales para comprender el pensamiento, los
comportamientos y las emociones problemáticos. Los métodos de cambio de
esquema se utilizan para reestructurar las creencias centrales desadaptativas sobre sí
mismo, los demás, el mundo y el futuro (por ejemplo, soy poco adorable, Otros son
críticos, El mundo es peligroso, y El futuro es sombrío) e incluyen intervenciones como
140
Seleccionar
intervenciones\
pruebas históricas de esquemas (Young et al., 2003), métodos continuos que
arrojan luz sobre la naturaleza dicotómica de los esquemas (Padesky, 1994), hojas
de trabajo de creencias centrales para examinar evidencia que apoya y no apoya
creencias (J. S. Beck, 2011), y registros de datos positivos para registrar evidencia
en apoyo de esquemas positivos o equilibrados (Padesky, 1994). Las técnicas de
escritura expresiva, como hacer que una paciente escriba narraciones de
experiencias invalidantes pasadas mientras se involucra en el tratamiento del
TEPT y examinar cómo esas cuentas varían a lo largo del curso de la terapia,
también pueden ser útiles. Se ha demostrado que la terapia narrativa influye en la
autoidentidad (Singer, 2004) y mejora la salud psicológica y física (Pennebaker,
2010).
Young y colegas (2003) desarrollaron una terapia de esquema para abordar
las dificultades psicológicas crónicas asociadas con problemas interpersonales de
larga duración (por ejemplo, trastornos de la personalidad). Su modelo incluye la
identificación de los esquemas más comunes, a los que se refieren como "trampas
de vida". Estos esquemas se desarrollan durante la infancia y se activan en
diferentes situaciones. Una vez que se llega a un acuerdo sobre el esquema al que
dirigirse, el paciente supervisa su activación en diversas situaciones y relaciones
con el fin de desarrollar respuestas más eficaces a los desencadenantes.
Experimentos conductuales
Los experimentos conductuales complementan las intervenciones de
reestructuración cognitiva como estrategia para evaluar la validez de las creencias
de los pacientes. Las creencias se prueban mediante pruebas de recolección para
desacreditar las creencias desadaptativas y apoyar otras nuevas y más adaptativas a
través del aprendizaje y la práctica experienciales (Bennett-Levy et al., 2004). Los
experimentos conductuales proporcionan datos observacionales en tiempo real
para apuntar a las uniones en los niveles de pensamientos automáticos,
suposiciones, creencias centrales, esquemas y metacogniciones.
Los experimentos conductuales pueden ser planeados para probar hipótesis (por
ejemplo, si me pierdo y pido direcciones, nadie me ayudará) o hacer nuevos
descubrimientos (por ejemplo, realmente soy resistente e ingenioso!). Pueden
implementarse en situaciones de la vida real o mediante juegos de rol y típicamente
incluyen probar nuevos comportamientos, observar comportamientos o encuestar a
otros para recopilar información. Los experimentos conductuales requieren una
cuidadosa planificación y especificidad acerca de las cogniciones y creencias que se
están enfocando y cómo se probarán. Se identifican comportamientos potenciales de
búsqueda de seguridad para que puedan ser abandonados durante los experimentos
conductuales para asegurar que el nuevo aprendizaje no se interrumpa por la
dependencia de estrategias sutiles de evitación. Por ejemplo, si una paciente prueba la
creencia de que no puede manejar la ansiedad cuando es el foco de atención
diseñando un experimento para cantar
141
La hoja de ruta transdiagnóstica para la formulación de casos y la planificación del tratamiento
en voz alta mientras camina por la calle, no se beneficiará de poner a prueba
su creencia si canta tan suavemente que nadie puede oírla. Dada la
aplicación transdiagnóstica de experimentos conductuales para informar
formulaciones de casos y probar creencias desadaptativas, son una estrategia
central que se puede utilizar para identificar, probar, modificar y cambiar
creencias problemáticas a través de múltiples problemas y trastornos
(Bennett-Levy et al., 2004).
Modificación de atención
Los ejercicios de enfoque de atención permiten a los pacientes ver cómo
su enfoque de atención (por ejemplo, sensaciones corporales,
preocupaciones de salud, autoimágenes negativas, amenazas ambientales)
puede influir en sus estilos de pensamiento, creencias y sentimientos. Estas
intervenciones también enseñan a los pacientes a cambiar su atención.
Atención Técnicas de Entrenamiento
Técnicas de entrenamiento de atención (Papageorgiou & Wells, 1998;
Wells, 1997, 2000) son un componente integral de la terapia metacognitiva y
pueden utilizarse como una intervención independiente eficaz en el tratamiento
de los trastornos del estado de ánimo y la ansiedad (Wells, 2009). Fueron
diseñados para cambiar los estilos atencionales y aumentar la flexibilidad
metacognitiva. Según Wells, "el modelo metacognitivo supone que el control de
la atención en el trastorno psicológico se torna inflexible a medida que la
atención se enlaza con un procesamiento perseverante, auto-enfocado, basado
en la preocupación y el monitoreo de la amenaza. La redirección de la atención
lejos de tal actividad debería proporcionar un medio de interrumpir el CAS
[síndrome cognitivo atencional] y de fortalecer los planes metacognitivos para
controlar la cognición (mejorar el control ejecutivo flexible)" (2009, p. 56).
Con este fin, se enseña a los pacientes a atender selectivamente a
determinados sonidos sin atender a los que compiten, a desplazar la atención
entre sonidos y, a continuación, a atender a múltiples sonidos
simultáneamente. Es importante evaluar la motivación y asegurar que los
pacientes entiendan la razón de estos ejercicios para reducir el riesgo de
usarlos como una forma de evitación emocional o cognitiva. El objetivo es
aumentar la conciencia sobre el foco de atención y aprender a fortalecer el
control sobre él.
Reentrenamiento de atención situacional
El reentrenamiento situacional de la atención se usa en la terapia
metacognitiva para ayudar a los pacientes a cambiar la atención de una
manera que les permita procesar información que
142
Seleccionar intervenciones\
es incompatible con creencias desadaptativas o distorsionadas, o alejarse de la
vigilancia de amenazas externas (Wells, 2009). El modelo de fobia social de Clark
and Wells (1995) plantea que los pacientes con ansiedad social se involucran en
observaciones auto-enfocadas y auto-enfocadas con atención en pensamientos
negativos, auto-imágenes y señales internas. Para abordar la atención auto-enfocada,
los pacientes participan en experimentos de comportamiento-oral para probar
creencias y hacer observaciones mientras practican un cambio de enfoque hacia su
entorno externo. Comparan los niveles de ansiedad y las creencias acerca de cómo
aparecen y se desempeñan cuando se practica la atención externa enfocándose
versus involucrándose en la atención auto-enfocada, el auto-monitoreo y los
comportamientos de seguridad. Los ejercicios que desplazan la atención de un
enfoque interno a otro externo permiten a los pacientes con ansiedad social
descubrir que su ansiedad disminuye, lo que se correlaciona con la modificación de
las creencias sobre cómo aparecen y se desempeñan (D. M. Clark, 2001).
Dado que el sesgo atencional hacia la amenaza puede ser un factor de riesgo en
el TEPT (Aupperle et al., 2012), el reentrenamiento de la atención puede ayudar a
los pacientes con TEPT a notar cuando están participando en el monitoreo de
amenazas externas y centrando selectivamente la atención en posibles peligros. Esto
proporciona un peldaño para evaluar las situaciones actuales de maneras más
equilibradas y efectivas, que es un aspecto clave del aprendizaje correctivo (Foa et al.,
2007). Se ha demostrado que los ejercicios de entrenamiento de la atención para
reducir el escrutinio corporal son eficaces para reducir la hipocondriasis
(Papageorgiou & Wells, 1998), y diversos ejercicios de enfoque de la atención son
útiles para ayudar a los pacientes con ansiedad de salud a desviar la atención de las
preocupaciones corporales (Taylor & Asmundson, 2004). Así, las intervenciones
dirigidas a modificar y cambiar el enfoque atencional juegan un papel integral en la
interrupción de la hipervigilancia para la amenaza y el pensamiento negativo
repetitivo, y mediante la mejora del control ejecutivo flexible (Wells, 2009).
Estrategias de aplazamiento
Las estrategias de postergación ayudan a los pacientes a abstenerse de participar
en respuestas inmediatas a desencadenantes internos o externos (por ejemplo, ira
reactiva, conductas de escape, impulsividad), creando una oportunidad para
practicar respuestas más efectivas aprendidas en el tratamiento. El aplazamiento a
menudo se integra en los experimentos conductuales, como posponer la
preocupación para probar las creencias sobre la incontrolabilidad de la
preocupación. La rumiación o la atención a los pensamientos negativos y la
participación en ellos pueden retrasarse hasta un momento posterior designado, lo
que fortalece la flexibilidad en la forma en que los pacientes observan y cambian sus
respuestas a los pensamientos. El objetivo no es reprimir los pensamientos negativos
o que provocan ansiedad, sino notarlos y permitir
143
La hoja de ruta transdiagnóstica para la formulación de casos y la planificación del tratamiento
a surgir y estar presentes, al mismo tiempo que se desvinculan de las respuestas
de inmediato-ate de pensamiento negativo repetitivo.
Originalmente conceptualizada como una estrategia de control de estímulos,
programar los tiempos de preocupación puede debilitar las asociaciones entre
preocupación y estímulos externos e internos (Borkovec et al., 1983). A los pacientes
se les enseña a identificar preocupaciones específicas, establecer lugares y horarios
específicos para preocupaciones diarias, practicar posponer la preocupación mientras
se desencadena a lo largo del día reenfocando la atención en el entorno inmediato, y
luego usar tiempos de preocupación programados para involucrarse en la
preocupación. El aplazamiento y los tiempos de preocupación o rumiación
programados limitan cuándo y dónde ocurren esos comportamientos, modifican y
cambian las creencias sobre su utilidad y permiten a los pacientes desarrollar un
sentido de control sobre sus respuestas y estilos de pensamiento cuando los estímulos
desencadenan el impulso de involucrarse en ellos.
Exposición
Las intervenciones basadas en la exposición apuntan a respuestas de evitación.
La evitación fortalece las creencias erróneas de que las situaciones, pensamientos,
sentimientos y sensaciones son amenazantes y peligrosas; que la exposición a ellos
podría dar lugar a sentimientos abrumadores de angustia o ansiedad; y que el
individuo puede no ser capaz de hacer frente a la amenaza o incomodidad. Las
intervenciones basadas en la exposición tienen como objetivo cambiar las
respuestas a los desencadenantes del miedo y el malestar haciendo que el individuo
se enfrente intencionalmente a tales desencadenantes sin involucrarse en
comportamientos de escape y evasión.
Los mecanismos de cambio propuestos desde hace tiempo en las intervenciones
basadas en la exposición han incluido la habituación —la disminución del miedo
condicionado por la exposición repetida y prolongada a estímulos temidos (Mowrer,
1960)— y la teoría del proceso emocional, en la que el aprendizaje correctivo implica
estructuras sin miedo que reemplazan o compiten con estructuras de miedo originales
(Foa & Kozak, 1986). Más recientemente, el aprendizaje inhibitorio (y su posterior
recuperación) ha sido destacado como el mecanismo clave de cambio en la exposición
(Craske et al., 2008). En concreto, no se borran las asociaciones originales aprendidas
durante el condicionamiento del miedo; más bien, se desarrolla el aprendizaje
secundario sobre las asociaciones. Las exposiciones están diseñadas para violar las
expectativas con respecto a resultados temidos (Craske et al., 2008; Craske et al.,
2012), y se enfatizan las estrategias para optimizar el aprendizaje inhibitorio,
incluyendo el fomento del desarrollo de asociaciones competidoras no amenazantes y
la recuperación de dichas asociaciones a lo largo del tiempo y en contextos diferentes
(Abramowitz & Arch, 2013). Las sesiones de exposición continúan hasta que se han
incumplido las expectativas.
Las exposiciones pueden dirigirse a la evitación conductual de situaciones,
evitación cognitiva de pensamientos angustiosos, evitación emocional de afectivos
dolorosos
144
Seleccionar intervenciones\
experiencias, o evitación somática de temidas sensaciones fisiológicas
(interoceptivas). Las intervenciones basadas en la exposición pueden realizarse in
vivo o mediante imágenes de la situación temida cuando no es posible la
exposición en la vida real (por ejemplo, experiencias traumáticas) o cuando los
pacientes se preparan para prácticas in vivo (por ejemplo, imaginar conducir en la
carretera para generar experiencias sensoriales y emocionales antes de intentar
hacerlo realmente). Tradicionalmente, las exposiciones se llevan a cabo mediante
prácticas graduales con prevención de respuestas de comportamientos de evitación
o escape, utilizando una jerarquía ordenada por rango de señales temidas. Dado
que la violación de las expectativas, más que la reducción del miedo, es el
mecanismo de cambio crucial en el aprendizaje inhibitorio, las exposiciones a
diferentes niveles de angustia y en los contextos pertinentes son el objetivo. Al
igual que los experimentos conductuales, las intervenciones basadas en la
exposición proporcionan evidencia desconfirmante para sobrestimaciones de
amenazas o creencias con respecto a la incapacidad para lidiar con o tolerar
estados emocionales incómodos, facilitando así un nuevo aprendizaje.
La exposición emocional incluye la atención plena de las experiencias afectivas
para llamar la atención sobre el flujo y reflujo de las emociones y desafiar las creencias
de que las emociones negativas son interminables e intolerables (Linehan, 1993a). La
expo-seguro emocional a menudo se usa para aumentar la tolerancia de sentimientos
dolorosos como la vergüenza, la culpa y la ansiedad y reducir la tendencia de los
pacientes a escapar de situaciones que los evocan. La incorporación de intervenciones
de ACT (aceptación, defusión, acción basada en valores), tanto solas como en
conjunto con la exposición, puede ser fundamental para reducir los síntomas basados
en el miedo (Meuret, Twohig, et al., 2012).
145
La hoja de ruta transdiagnóstica para la formulación de casos y la planificación del tratamiento
recuperado de una depresión (Teasdale & Cox, 2001). El entrenamiento mental
compasivo ha demostrado ser eficaz para reducir la depresión, la ansiedad, la
autocrítica, la vergüenza, la inferioridad y el comportamiento sumiso (Gilbert &
Proctor, 2006) y es la estrategia central de la terapia centrada en la compasión
(Gilbert, 2010).
La terapia enfocada en la compasión incluye muchas intervenciones que ayudan a
los pacientes a lograr el equilibrio entre los sistemas neurofisiológicos que
compiten con el fin de experimentar la autocompasión y aumentar su capacidad de
autocalmarse. La imaginería puede potenciar las respuestas afectivas a través de la
activación de estructuras neuronales involucradas en la emoción, la percepción y la
memoria autobiográfica (Holmes & Matthews, 2010) y se utiliza ampliamente en la
terapia centrada en la compasión para construir la autocompasión y la
autovalidación, así como los resultados de los rescritos para generar un sentido de
competencia, seguridad y control.
La técnica de dos cátedras (Greenberg, 1979) se utiliza en terapia enfocada en la
compasión para ayudar a los pacientes a desentenderse del odio y atacar diferentes
aspectos de sí mismos y para facilitar la autocompasión. Por ejemplo, el terapeuta
podría hacer un gesto a una silla vacía y pedirle a un paciente adulto que lucha con
la vergüenza y la autocrítica relacionadas con el TEPT que se imagine a sí mismo
como un niño pequeño sentado en sesión con ellos en el tiempo presente. El
terapeuta entonces podría preguntarle al paciente cómo ve a ese niño y qué podría
decirle. Cuando se ven a sí mismos de esta manera, los pacientes a menudo están
más dispuestos a renunciar a los pensamientos y comportamientos autoatacantes.
La creatividad hábil puede ser un paso clave para desarrollar la autocompasión y
ayudar a los individuos a ser amables consigo mismos. Por ejemplo, los libros
infantiles que describen relaciones amorosas y compasivas pueden leerse con los
pacientes; se pueden desarrollar mantras o afirmaciones para la práctica diaria que
reflejen temas como "Yo importo" y "Soy adorable"; los objetos dentro del consultorio
del terapeuta pueden transformarse en talismanes compasivos que los pacientes
pueden recordar durante las imágenes; y los pacientes pueden llevar fotografías de sí
mismos como niños para ayudarlos a desarrollar esquemas de amor, bondad y
compasión.
En la prescripción de imágenes (Hackmann, 1998), los pacientes se centran en lo
negativo
contenido de imágenes y recuerdos intrusivos e imaginar alternativas, positivas
resultados que se han identificado y practicado con el terapeuta. Imágenes
que se prescribe como una intervención autónoma (Brewin et al., 2009) o parte de
otros tratamientos (Brewin, 2006) han demostrado ser eficaces para proporcionar
reducción de los síntomas de depresión bipolar, hipomanía y TEPT. Está ganando
aumento del apoyo como intervención transdiagnóstica para el TEPT (Hackmann,
2011), fobia social (Wild & Clark, 2011), depresión (Wheatley & Hackmann,
2011), los trastornos de la conducta alimentaria (Cooper, 2011) y los trastornos de la
personalidad (Arntz, 2011).
146
Seleccionar intervenciones\
147
La hoja de ruta transdiagnóstica para la formulación de casos y la planificación del tratamiento
Formación de habilidades
complementarias para
problemas específicos
Además de las estrategias básicas de cambio, numerosas intervenciones
facilitan el desarrollo de capacidades para ayudar con problemas específicos.
Recomendamos usar entrenamiento y práctica en el consultorio, juegos de rol y
ensayos de comportamiento para ayudar a los pacientes a dominar estas
habilidades y muchas de las otras intervenciones descritas aquí.
149
La hoja de ruta transdiagnóstica para la formulación de casos y la planificación del tratamiento
de ansiedad se afianza. Se ha utilizado como un componente de tratamiento
para el TAG y se ha demostrado que es equivalente a la terapia cognitiva para
el tratamiento del TAG (Siev & Chambless, 2007). Incorpora psicoeducación
sobre la ansiedad, ejercicios para mejorar la detección temprana de señales de
ansiedad (por ejemplo, mandíbula apretada, cuello rígido) y habilidades de
relajación. El entrenamiento de relajación incluye ejercicios de
reentrenamiento respiratorio, relajación muscular progresiva y relajación
controlada por cue. La relajación controlada por cue combina palabras como
"relajar" con sentimientos físicos y emocionales de relajación después de la
relajación muscular progresiva (por ejemplo, usar la palabra "relajar" al
exhalar) para que la invocación futura de palabras clave en situaciones
angustiosas facilite la relajación y reduzca la excitación emocional y
fisiológica. Las exploraciones corporales basadas en la atención plena (Segal
et al., 2002) se incorporan para aumentar la conciencia no crítica de la
tensión, ayudando a los pacientes a liberar la tensión muscular a lo largo del
día. Recientemente, se planteó la hipótesis de que la relajación aplicada
puede conducir a una mejora clínica a través de la atención plena, la
desconcentración y la aceptación (Hayes-Skelton et al., 2012).
Imágenes guiadas
Otra intervención que facilita la reducción de la excitación emocional y
fisiológica es la visualización guiada de pensamientos e imágenes para provocar
una sensación de seguridad y calmante. La imaginería ha demostrado ser más
efectiva que el procesamiento verbal basado en el lenguaje para evocar
emociones (Holmes & Mathews, 2010), y la imaginería negativa está asociada
con una multitud de problemas psicológicos (Hackmann & Holmes, 2004). La
incorporación de imágenes en la TCC puede apuntar a múltiples mecanismos y
potenciar un cambio positivo de comportamiento (Hackmann et al., 2011). Las
imágenes al servicio de la reducción del estrés utilizan escenarios significativos,
específicos para el paciente, ricos en detalles emocionales, sensoriales, cognitivos
y ambientales para facilitar la relajación y el autocalmante. Por ejemplo, un
terapeuta podría ayudar a alguien que disfruta del océano a visualizar tumbado
en una playa cálida mientras imagina los sonidos del agua golpeando contra la
orilla, el calor del sol en su cara y la arena bajo su cuerpo, el olor salado del
océano y la brisa fresca que se lava sobre ella. Las grabaciones de audio de
ejercicios de imágenes pueden utilizarse para facilitar la recuperación fuera de la
sesión.
150
Seleccionar
intervenciones\
dirigido a la tensión física), la reestructuración cognitiva y el entrenamiento
de asertividad (por ejemplo, Reilly et al., 2002). Otros modelos también
incluyen la exposición imaginaria de situaciones que inducen ira con el
ensayo de afrontamiento, entrenamiento en la resolución de problemas y
entrevistas motivacionales (Fuller et al., 2010). Las estrategias basadas en
ACT para el enojo del hombre-envejecimiento enfatizan las prácticas de
atención plena para facilitar la aceptación de la ira (versus los intentos de
controlarla o suprimirla), la defusión cognitiva para ayudar a los pacientes a
aumentar la tolerancia de la ira y alterar cómo responden a ella, y la
identificación de valores y estrategias para la acción comprometida para
ayudarlos a crear una vida más deseable (Eifert et al., 2006).
Solución de problemas
La terapia de resolución de problemas se centra en mejorar la capacidad
de hacer frente a los factores estresantes de la vida y superar las barreras para
la resolución eficaz de problemas, como la sobrecarga cognitiva bajo estrés,
habilidades limitadas de regulación de emociones, procesamiento cognitivo
sesgado, motivación limitada y estilos ineficaces de resolución de problemas
(Nezu et al., 2013). Dos dimensiones de resolución de problemas, la
orientación al problema y el estilo de resolución de problemas (D’Zurilla et
al., 2002), sustentan este tratamiento, que presenta estrategias diseñadas para
potenciar la orentalización positiva de la resolución de problemas y la
resolución racional de problemas, disminuir la orientación negativa de la
resolución de problemas y minimizar la resolución de problemas evitantes o
impulsivos (Nezu et al., 2013). La terapia de resolución de problemas es un
enfoque empíricamente apoyado y flexible que puede ser un tratamiento
primario o complementario, con su eficacia demostrada a través de múltiples
problemas físicos y emocionales, incluyendo la depresión (Nezu et al., 2013).
Muchos pacientes pueden beneficiarse de intervenciones que mejoran la
resolución de problemas. J. S. Beck (2011) utiliza una hoja de trabajo de
resolución de problemas para guiar a los pacientes en la identificación de
problemas, revelando pensamientos y creencias automáticas relacionadas con
cada problema, desarrollando respuestas eficaces y generando posibles
soluciones.
Mejorar las habilidades de resolución de problemas es una intervención
central en el tratamiento del TDAH, ayudando a los pacientes a identificar con
precisión los problemas, considerar todas las soluciones posibles y los resultados
probables de cada opción, elegir la mejor solución basada en los resultados
potenciales, y desglosar las tareas en pasos manejables (Safren et al., 2005). El
uso de ayudas tangibles y externas (por ejemplo, anotar las cosas) facilita la
resolución de problemas al disminuir la dependencia de la memoria de trabajo
al completar estos pasos de resolución de problemas (Barkley, 2010).
151
La hoja de ruta transdiagnóstica para la formulación de casos y la planificación del tratamiento
Problemas de atención,
organización e hiperactividad
Las intervenciones desarrolladas para adultos con TDAH apuntan a
vulnerabilidades neurofisiológicas como alteraciones en la inhibición,
autocontrol y funcionamiento ejecutivo (Barkley, 2010; Solanto, 2011). Los
pacientes con TDAH generalmente se benefician de estrategias de aprendizaje
que facilitan la autorregulación de emociones e impulsividad y mejoran el
reconocimiento y la atención a las consecuencias de las elecciones. Los
protocolos de TDAH también incluyen habilidades para mejorar el autocontrol,
como aumentar la conciencia de los impulsos y resistirlos, y aprender a retrasar
la gratificación inmediata al servicio de los beneficios a largo plazo. Las
estrategias compensatorias para las alteraciones neuropsiquiátricas en la
atención, la inhibición y la impul-sividad son fundamentales para mejorar el
funcionamiento del paciente (Safren et al., 2005). Estas incluyen estrategias de
control de estímulos para manejar la distractibilidad (por ejemplo, reducir los
ruidos de distracción, aumentar el ruido de fondo) y mejorar las habilidades de
resolución de problemas, organización, planificación y administración del
tiempo.
Organización y Planificación
Los problemas con la organización y la planificación reflejan déficits en la
función ejecutiva central en el TDAH (Solanto, 2011), aunque los pacientes
que buscan tratamiento para otros problemas (por ejemplo, depresión
bipolar) pueden experimentar dificultades similares. La construcción de
habilidades en la organización y planificación implica muchas estrategias que
se individualizan a las necesidades de los pacientes y se centran en enseñarles
a desarrollar medios externos de recordar en lugar de confiar en su memoria
interna. Por ejemplo, aprender a usar un calendario y un bloc de notas
únicos para ayudar a recordar citas, actividades y tareas, con sistemas
organizativos que incluyen codificación por colores y carpetas de archivos
claramente etiquetadas para distinguir y acceder rápidamente a la
información, es altamente efectivo (Solanto, 2011). Otras estrategias incluyen
priorizar tareas, desarrollar sistemas para realizar un seguimiento de los
elementos (por ejemplo, colgar siempre las teclas en el mismo gancho de
pared), deconstruir tareas grandes en pasos más manejables, trabajar durante
períodos más cortos de tiempo y tomar descansos planificados para ayudar a
mantener el enfoque. Muchos pacientes pueden beneficiarse del aprendizaje
de habilidades organizacionales y de planificación, especialmente si los
déficits en estas áreas afectan otros problemas y el funcionamiento general,
incluyendo la capacidad de completar la tarea de terapia.
152
Seleccionar intervenciones\
Gestión del tiempo
La administración del tiempo es otro de los principales problemas de
funcionamiento ejecutivo en el TDAH (Solanto, 2011), aunque muchos
pacientes pueden beneficiarse de estrategias de administración del tiempo,
como registrar cuánto tiempo tardan las tareas en hacer predicciones más
realistas sobre sus capacidades y mejorar la programación. Del mismo modo,
usar temporizadores o establecer alarmas para ayudar a recordar puede
ayudar a mantener a los pacientes en tarea, y tener chequeos regulares con el
terapeuta para recibir retroalimentación y entrenamiento puede facilitar la
práctica continua entre sesiones para ayudar a los pacientes a dominar las
habilidades e incorporarlas a las rutinas diarias.
Problemas de sueño
Muchos pacientes experimentan problemas de sueño, que pueden derivar
del insomnio primario o del estado de ánimo, ansiedad y otros trastornos. El
tratamiento de los problemas del sueño se dirige a mecanismos de excitación
condicionada (es decir, estímulos que señalan el sueño, como la cama, el
dormitorio o la noche, que se han asociado con el insomnio), comportamientos
de búsqueda de seguridad que contribuyen a un enfoque atencional e
hipervigilancia sobre el sueño (por ejemplo, el control de los síntomas, la
observación del reloj), y creencias disfuncionales sobre el sueño. Además de la
reestructuración cognitiva y los experimentos conductuales para abordar las
creencias sobre el sueño "normal" y las consecuencias negativas relacionadas con
la falta de sueño, existen otras estrategias conductuales para abordar las
respuestas de afrontamiento desadaptativas. Estas intervenciones ayudan a los
pacientes a asociar los estímulos del sueño con el sueño e interrumpir el
acondicionamiento con otros estímulos. La restricción del sueño (que restringe
la cantidad de tiempo que se pasa en la cama cada noche a la cantidad
promedio de sueño nocturno, según los datos obtenidos del registro de patrones
de sueño) se utiliza para aumentar la eficiencia del sueño. Las estrategias de
control de estímulos (conductas limitantes y condiciones que podrían
interrumpir el sueño y seguir un régimen estricto de sueño) se utilizan para
construir el acondicionamiento de los estímulos para dormir con el sueño. Las
estrategias de higiene del sueño pueden ayudar a crear hábitos saludables que
pueden mejorar el sueño, como restringir ciertas actividades (por ejemplo, el
uso de aparatos electrónicos) antes de acostarse y limitar el uso del dormitorio al
sueño y la actividad sexual. Muchas de las prácticas de relajación descritas
anteriormente se incorporan para ayudar a reducir la excitación somática y
cognitiva, que puede interferir con el sueño. Para obtener información detallada
sobre las intervenciones para tratar los trastornos del sueño, véase Morin y Espie
(2012) y Perlis y colegas (2011).
153
La hoja de ruta transdiagnóstica para la formulación de casos y la planificación del tratamiento
Otras intervenciones
Aunque hemos intentado cubrir la mayoría de las intervenciones conocidas,
reconocemos que hay innumerables técnicas —mucho más allá de los límites
del espacio y el alcance de este libro— que pueden ayudar a las personas a
resolver problemas, reducir el sufrimiento y mejorar sus vidas. Los
tratamientos específicos para el diagnóstico (por ejemplo, Linehan, 1993a),
los protocolos universales o transdiagnósticos (por ejemplo, Barlow et al.,
2011) y los tratamientos dirigidos a mecanismos de vulnerabilidad
específicos, como el perfeccionismo (Egan et al., en prensa) pueden ayudar a
dirigir a los médicos hacia las intervenciones que han demostrado ser más
eficaces para abordar los componentes de los problemas que se presentan.
Animamos a los terapeutas a colaborar con sus pacientes para encontrar las
intervenciones más apropiadas y eficaces basadas en la formulación de TDM,
y a ser creativos en la adaptación de las técnicas para satisfacer las
necesidades individuales.
155
PARTE 4
160
Implementar tratamiento\
En el caso de Linda, la exacerbación de su trastorno bipolar afectó su
funcionamiento y puso en peligro su educación. Estabilizar el estado de ánimo
de Linda fue fundamental para ayudarla a regresar a clases y tareas clínicas y
reanudar su nivel de funcionamiento anteriormente alto para que no tuviera
que tomar otra licencia de la escuela. Linda también quería mejorar sus
relaciones con sus amigos para poder participar en eventos sociales, sentirse
mejor consigo misma y recibir apoyo. Ayudarla a aceptar la naturaleza crónica
del trastorno bipolar también se identificó como una meta de resultado, ya que
esto aumentaría su motivación para monitorear y mantener su estado de ánimo
y sus conductas de autocuidado para asegurar la estabilidad del estado de ánimo
sostenido, que ella y su terapeuta acordaron que era un precursor para lograr el
éxito profesional y la felicidad personal.
161
La hoja de ruta transdiagnóstica para la formulación de casos y la planificación del tratamiento
Coherente con conceptualizaciones de la enfermedad bipolar (Frank, 2005;
Goodwin & Jamison, 2007; Miklowitz & Johnson, 2006), Linda y su thera-pist
identificaron como punto de partida varios déficits neurofisiológicos en la regulación
de las emociones y del sueño. Estos TDMs pueden ser dirigidos con mediacación y
otras intervenciones que impactan a los neurotransmisores, como el ejercicio, el
manejo del sueño, el control del estímulo (por ejemplo, reducir las actividades dirigidas
a objetivos para apuntar a la hipomanía), la activación conductual (para apuntar a
episodios depresivos) y ajustes nutricionales (por ejemplo, una dieta balanceada,
comidas regulares). Las estrategias de auto-monitoreo ayudarán a Linda a rastrear el
estado de ánimo y los constructos relacionados (por ejemplo, reactividad emocional,
desencadenantes, nivel de energía, sueño, impulsos de acción) e indicar si las
intervenciones están funcionando para que ella y su terapeuta puedan hacer ajustes de
appropri al plan de tratamiento. Linda había estado confiando en mecanismos de
evitación (por ejemplo, no querer pensar en lo que estaba experimentando, retirarse de
amigos y cortar clases, navegar por Internet) para reducir la conciencia dolorosa de su
estado de ánimo cambiante y el deterioro del funcionamiento. Estas paradójicamente
reforzaron las malas valoraciones cognitivas sobre su propio funcionamiento y los
sentimientos de sus amigos hacia ella, probablemente contribuyendo a que Linda se
sienta cada vez más abrumada por sus responsabilidades académicas y clínicas y, por lo
tanto, evitándolas más. Las técnicas de reestructuración cognitiva y los experimentos
conductuales podrían poner a prueba las creencias negativas de Linda y resolver las
distorsiones que alimentaron sus comportamientos de evitación. La estabilidad del
estado de ánimo sostenido podría ir seguida de una programación de actividades para
reanudar el funcionamiento normal, aumentar el apoyo social y aumentar la resiliencia
a las experiencias emocionales.
Las hipótesis del mecanismo proporcionan información valiosa para ayudar a
anticipar y sortear obstáculos, como cuando la evitación emocional interrumpe la
finalización de la tarea y la asistencia a la sesión, o cuando las vulnerabilidades
neurofisiológicas (por ejemplo, problemas de regulación de las emociones y el
sueño) contribuyen al incumplimiento de la medicación. Los cambios estacionales
precipitaron el episodio hipománico más reciente de Linda, lo que resultó en
insomnio, interrupción brusca de la medicación y actividades excesivas dirigidas a
objetivos, todo lo cual contribuyó a la evitación experiencial y la eventual
depresión que experimentó Linda. Por lo tanto, la terapia de Linda debe incluir la
planificación de cambios estacionales del estado de ánimo y la implementación de
estrategias preventivas para ayudarla a mantenerse consciente de las fluctuaciones
del estado de ánimo, acceder a sistemas de apoyo y responder adecuadamente a
cualquier cambio en su funcionamiento.
De igual manera, es importante explorar tempranamente en la terapia lo que los
pacientes han probado en el pasado que no funcionó, aunque esto no necesariamente
descarta incluir nuevamente esas intervenciones. Por ejemplo, Linda tuvo problemas
para rastrear el estado de ánimo porque un médico anterior utilizó un elaborado
sistema de puntuación que se adaptaba
162
Implementar tratamiento\
su deseo de análisis cuantitativo de los cambios de humor, pero era confuso y
abrumador para Linda. El terapeuta actual podría trabajar con Linda para crear
una nueva herramienta de monitoreo al mismo tiempo que utiliza estrategias
motivacionales para ayudarla a entender la importancia de la representación del
estado de ánimo en relación con el manejo de vulnerabilidades y el desarrollo
de respuestas de afrontamiento más eficaces, pasos necesarios para lograr una
estabilidad del estado de ánimo sostenido y completar la escuela de medicina.
Asimismo, la revisión temprana de las fortalezas y los recursos de los pacientes
establece el escenario para la planificación sobre cómo éstas pueden encajar con
las intervenciones para lograr los objetivos del tratamiento. Por ejemplo, el
entrenamiento médico de Linda la ayudó a entender los mecanismos
neurofisiológicos subyacentes al trastorno bipolar, por lo que ella y su terapeuta
pudieron aprovechar esta fortaleza, junto con su fuerte motivación y
compromiso con sus objetivos, para ayudarla a comprender las implicaciones a
largo plazo de su condición crónica y los ajustes necesarios para tener una vida
fructífera y satisfactoria.
Terapeuta: Así que Tom, vamos a resumir lo que hemos aprendido hasta
ahora. (Resume la formulación de TDM.) Estoy notando cuánto
más consciente estás sobre tus problemas de lo que pensaste
originalmente. Tienen muchas observaciones e ideas geniales, y
espero que las sigan compartiendo conmigo a medida que
avancemos.
163
La hoja de ruta transdiagnóstica para la formulación de casos y la planificación del tratamiento
Tom: (Sonrisas.) Gracias. Es bueno saber que soy mejor en esto de lo
que pensé que sería.
Tom: Puedo hacer eso, pero no estoy seguro de cómo abordar mis
problemas, así que estoy abierto a lo que sugieras.
Terapeuta: Esa es una observación muy importante. Puedo ver lo difícil que
es compartir eso, y realmente aprecio su coraje y voluntad de
hacerlo. (Valida la contribución de Tom y destaca sus puntos fuertes.)
¿Podemos hablar de eso? Creo que nos ayudará a entender cómo
los mecanismos que aparecen en su vida pueden aparecer aquí
con nosotros también, lo que puede darnos algunas grandes
oportunidades para trabajar en ellos juntos.
164
Implementar tratamiento\
Terapeuta: Tom, decidamos por dónde empezar. De los problemas, objetivos de
tratamiento y mecanismos que hemos discutido, ¿cuáles destacan para usted
como prioridades que podríamos querer abordar primero? (Como no hay
problemas de seguridad u otros que requieran atención inmediata y Tom está
funcionando relativamente bien, el terapeuta busca las preferencias de Tom.)
Tom: (Parece ansioso.) Realmente necesito ayuda para decidir si tomar esta
transferencia. He puesto excusas para ganar tiempo, pero no puedo
demorarme más. Tengo que darle una respuesta a mi jefe en los próximos
días.
Terapeuta: (Habla con calma para ayudar a aliviar la angustia de Tom.) Eso suena como
una prioridad bastante alta.
Tom: El momento lo hace muy estresante, pero sé que me sentiré aliviado una vez
que le dé una decisión. Necesito ayuda con eso de inmediato.
Terapeuta: Bien, así que decidir sobre el trabajo y darle una respuesta a tu jefe suena
como un buen lugar para empezar. (Aclara el plan para garantizar el acuerdo.)
165
La hoja de ruta transdiagnóstica para la formulación de casos y la planificación del tratamiento
esta decisión nos permite tener algunas ideas sobre lo que
funciona y no funciona para usted.
Terapeuta: Eso tiene sentido, Tom, y puedo apreciar lo horrible que se siente.
Has estado pensando mucho en ello, yendo y viniendo, y como las
cosas negativas podrían ocurrir de cualquier manera, te quedas
atascado. (Resume la lucha de Tom, tanto para aclarar como para validar
su experiencia.)
Tom: (Levanta las manos.) ¡No! Sigo preocupándome por eso y voy en
círculos. Me siento peor, y no estoy haciendo nada productivo o
divertido. Estoy perdiendo tiempo con mi familia.
Terapeuta: (Se inclina hacia adelante.) Entiendo, y eso es algo en lo que puedo
ayudarte: cómo mantenerte activo y disfrutar de tu vida, incluso
cuando algo está en tu mente que te incomoda. Es una trampa de
pensamiento común en la que la gente cae. (Valida la experiencia de
Tom y le ayuda a ver que no está solo.) "Hasta X, no puedo hacer Y."
En su caso, "Hasta que tome una decisión —y sienta que es la
decisión correcta y no me criticarán por ello— no puedo hacer otras
cosas ni disfrutar de mi vida".
Terapeuta: Estoy feliz de ofrecer mis ideas, y estoy bastante seguro de que
usted tiene algunas buenas ideas propias. (Subraya la colaboración
y ofrece validación para desafiar el autoesquema negativo de Tom.)
Vamos a ver si podemos sacar esas cosas. ¿Has tenido otras
ocasiones en tu vida en las que has necesitado tomar decisiones
pero te has quedado atascado? ¿Qué te ayudó entonces?
Tom: Muchas veces. Tomar una maldita decisión, aunque resulte ser
mala, siempre es mucho mejor que quedarse en el limbo.
Terapeuta: (Ayuda a Tom a comprobar los hechos.) ¿Alguna vez deseaste haber
pasado más tiempo pensando en una decisión para sentirte más
seguro al respecto?
Terapeuta: Gran punto! Lo que estás diciendo es que siempre puede haber
desventajas en cualquier decisión, pero no es probable que
encuentres certeza sobre tu decisión, ¿verdad?
167
La hoja de ruta transdiagnóstica para la formulación de casos y la planificación del tratamiento
Tom: Claro que sí.
Tom: (Sonrisas.) ¡Sí, lo sé! (El terapeuta podría pedirle a Tom algunos
ejemplos de cómo ha manejado los problemas en el pasado, incluyendo
las consecuencias de sus decisiones, para reunir evidencia de ejemplos de
la vida real que apoyen la observación de Tom. Esto proporciona más
información sobre las fortalezas de Tom y apoya sus observaciones de
cuán capaz es.)
Terapeuta: Esa es información muy importante para nosotros, Tom. Así que
cuando te escuchas a ti mismo diciendo que siempre lidias con
cualquier problema que surja, me pregunto cuáles son tus
pensamientos sobre por qué te sientes tan estresado por tomar
decisiones.
Terapeuta: (Explora posibles razones para la lucha de Tom.) ¿Es esta decisión
diferente?
Tom: ¡Me encantaría! Supongo que puedo empezar por tomar esta
decisión laboral.
168
Implementar tratamiento\
Terapeuta: ¿Sabes qué decisión quieres tomar?
Tom: Creo que quiero tomar el traslado, pero me pone ansioso por
todas las razones de las que hemos hablado.
Terapeuta: Está bien. Así que parece que sabes tu respuesta, pero
necesitamos ayudarte a lidiar con las preocupaciones que se interponen en tu
camino.
Terapeuta: Esa es una buena pregunta, Tom. Veamos cómo podríamos hacer
eso. ¿Por qué?
169
La hoja de ruta transdiagnóstica para la formulación de casos y la planificación del tratamiento
desventajas percibidas que pueden ser distorsiones cognitivas (por ejemplo,
catastrofizar, predecir el futuro) o preocupaciones para las que Tom podría usar
la resolución de problemas, permitiéndole tomar un papel más activo en el
enfrentamiento de potenciales adversidades. Además, el terapeuta podría
enseñarle a Tom cómo usar un registro de pensamientos para identificar
pensamientos automáticos sobre su decisión, y usar la técnica de flecha
descendente (Burns, 1999) haciendo preguntas como "¿Qué sería tan malo de
eso?" o "¿Qué significaría eso para ti?" Ambas intervenciones podrían iluminar lo
que Tom más teme y ayudarlo a desarrollar nuevas respuestas a esos temores,
incluyendo la disminución de la evaluación de amenazas, el aumento de su
tolerancia a la incertidumbre para que pueda desarrollar una orientación más
positiva hacia la solución de problemas, o la práctica de respuestas basadas en la
aceptación para contrarrestar estrategias de evitación.
Por lo tanto, no hay una regla dura y rápida para aplicar a la elección de
intervenciones, y los terapeutas tienen una amplia gama de opciones clínicas a su
disposición. Armado con hipótesis TDM, objetivos globales de cambio de
mecanismo y resultados, y parámetros para priorizar problemas, el terapeuta de Tom
tiene una brújula para guiar las decisiones en cada coyuntura de tratamiento. Como
socio igualitario en la alianza, Tom jugará un papel instrumental en la elección entre
las intervenciones sugeridas por el terapeuta. Tal vez prefiera enumerar las ventajas y
desventajas de las posibles decisiones, señalando que esta estrategia le ha ayudado
con otras decisiones en el pasado, o tal vez prefiera un registro de pensamientos
como una herramienta concreta para aclarar sus pensamientos y temores para que
pueda comenzar a desafiarlos a medida que surgen. Alternativamente, Tom puede
encontrar que identificar distorsiones cognitivas le ayuda a etiquetar y ver sus
pensamientos de manera más objetiva para que pueda alejarse de ellos y no ser tan
consumido por ellos. Completar un ejercicio de valores (S. C. Hayes et al., 2012)
puede ser atractivo porque puede ayudar a Tom a determinar si aceptar la
transferencia de trabajo es compatible con sus valores generales. Hay muchas
opciones disponibles para ayudar a Tom a avanzar hacia su objetivo prioritario de
decirle a su jefe que aceptará la transferencia en lugar de posponer y evitar la
decisión. Ahora el foco se agudiza para elegir intervenciones que puedan
proporcionar a Tom herramientas concretas para entender y responder a sus
preocupaciones sobre tomar la transferencia y reducir su pensamiento negativo
repetitivo y evitación cognitiva.
Mientras Tom aborda la decisión del trabajo, es probable que se active su
temor a una evaluación negativa (especialmente preocupaciones sobre cómo lo
juzgará su padre) y esquemas negativos. Tom y su terapeuta pueden entonces
comenzar a identificar cómo estos TDM afectan su capacidad de tomar decisiones
y dirigirlas en futuras sesiones. La terapia también implicará aclarar las
metacogniciones de Tom sobre el pensamiento negativo repetitivo —
específicamente la aparente función de la preocupación— que se pueden enfocar
con reestructuración cognitiva y conductual
170
Implementar tratamiento\
experimentos. Intervenciones como ejercicios de entrenamiento de atención
y tiempo de preocupación programado pueden ayudarlo a interrumpir los
patrones de preocupación y reducir el tiempo dedicado a la preocupación.
Tom entiende cómo la abstinencia conductual de los refuerzos positivos (por
ejemplo, no pasar tiempo con la familia) contribuye a los síntomas
depresivos, por lo que el monitoreo de este TDM y la participación en la
activación conductual también serán priorizados para mejorar el estado de
ánimo y reducir el riesgo de depresión más severa.
A medida que se identifican nuevos objetivos, se incorporan a la fórmula
MDT y se convierten en el foco del tratamiento. Las intervenciones pueden ser
utilizadas para lograr múltiples objetivos, especialmente si los pacientes se
benefician y ven el valor de usar estas intervenciones como estrategias de vida en
curso para abordar diferentes problemas. Además, una intervención puede
cumplir varios objetivos mundiales de resultados y cambio de mecanismo. Por
ejemplo, los experimentos conductuales se pueden utilizar para probar las malas
valoraciones cognitivas o la función de las creencias metacognitivas, modificar
esquemas, ilustrar los beneficios de la atención plena y las prácticas de enfoque,
aumentar la activación conductual o disminuir los comportamientos de
evitación. Considerar la utilidad funcional de las intervenciones para cumplir
cualquier meta que se priorice en cualquier momento ayuda a los terapeutas a
trazar un curso hacia los destinos finales de los pacientes.
Si bien Tom y su terapeuta tienen un camino claro hacia adelante, si
después aprenden que otros mecanismos parecen ejercer una mayor influencia
en sus problemas, pueden cambiar fácilmente el curso en base a los datos. Por
ejemplo, si Tom se da cuenta de que las demandas del nuevo trabajo son
inconsistentes con sus valores porque el aumento de las responsabilidades
disminuiría el tiempo que podría pasar con su familia, él y su terapeuta podrían
optar por anticipar las consecuencias de decir no a la transferencia (incluyendo
cómo su padre podría responder) y trabajar en la eficacia interpersonal y
practicar diferentes respuestas de "hacer frente" (Linehan, 1993b). Si a Tom le
cuesta afirmar sus preferencias, las opciones de intervención sólidas incluirían
educación y capacitación para la asertividad, experimentos conductuales, juegos
de rol y una mayor tolerancia de la decepción de otros.
172
Implementar tratamiento\
conductas de tirón y son de mayor preocupación para el terapeuta que el propio
tirón del cabello.
Anika saca pelo de sus cejas y pestañas y se siente avergonzada por este
comportamiento. Ella trata de disimular su pelo perdido y evita salir en público
después de sacar episodios. Anika tiene dificultad para sentarse quieta y
frecuentemente se mueve con sus manos y objetos circundantes. A diferencia de
Jessica, reconoce que los estados de hiperexcitación están relacionados con
comportamientos de jaleo. Coincide con su terapeuta en que las intervenciones
dirigidas a aumentar la conciencia, disminuir la excitación fisiológico-lógica y
regular los estados emocionales no solo le ayudarán a sentirse mejor, sino que
también le ayudarán a monitorear e intervenir en las conductas de atracción. Anika
está motivada a trabajar duro en el tratamiento porque no le gustan las
consecuencias negativas de tirar, incluyendo no sentirse cómoda saliendo con
amigos cada vez que el pelo que falta se nota.
Claramente, los pacientes pueden presentar problemas similares, diagnósticos y
objetivos de resultado general primarios (por ejemplo, disminuir los
comportamientos repetitivos centrados en el cuerpo), sin embargo, formulaciones
muy diferentes y opciones de intervención pueden resultar en base a problemas de
acompañamiento, variaciones en la motivación y prioridades, y mecanismos
subyacentes (incluyendo TDMs que excluyen o mejoran el trabajo en otros).
Steven coincide con el terapeuta en que sus múltiples problemas están relacionados y
deben ser abordados en el tratamiento, comenzando por priorizar los pasos hacia la
concertación de una cita para ver a un médico debido a la gravedad de sus heridas. Se
seleccionarán intervenciones dirigidas a los TDM que contribuyen a la vergüenza
mientras se trabaja simultáneamente en pasos de acción para ver a un médico. Dados
los síntomas depresivos de Steven y la vulnerabilidad a la punción cuando está solo en
casa, la activación conductual probablemente precederá a otras intervenciones para
disminuir la punción cutánea.
La terapeuta de Jessica considerará intervenciones para ayudar a aumentar su
conciencia de sus problemas y motivación para trabajar en ellos. Abordar su abuso de
alcohol es una prioridad de tratamiento importante, aunque la incapacidad de Jessica
para percibir esto como problemático debe ser abordado antes de abordar el consumo
de alcohol per se. La psicoeducación y las entrevistas motivacionales serán
fundamentales para ayudar a Jessica a entender cómo sus problemas están
interrelacionados, e introducir un ejercicio de valores podría aumentar su motivación
para trabajar en conductas de evitación, desarrollar estrategias de afrontamiento más
eficaces y mejorar su rendimiento académico.
Es probable que la terapeuta de Anika comience el tratamiento enseñando sus
estrategias de autocontrol para aumentar la conciencia de la atracción y sus
antecedentes y consecuencias. Dado que Anika está altamente motivada para aprender
habilidades para manejar sus problemas, la terapia se centrará en el desarrollo de
estrategias que apunten a la excitación, la regulación de las emociones y otros
problemas identificados en los sentidos, la motricidad, la cognición y la emotividad
173
La hoja de ruta transdiagnóstica para la formulación de casos y la planificación del tratamiento
los ámbitos medioambientales. Anika también podría considerar hablar con sus
amigos para apoyar su capacidad de participar en intervenciones de tratamiento y
disminuir la vergüenza.
Por lo tanto, hay muchas posibilidades para la planificación del tratamiento,
incluso para un objetivo particular. No se prefiere necesariamente una sola
estrategia sobre ninguna otra; más bien, la elección depende de la formulación y
de las necesidades del paciente, lo que refleja la distancia y la flexibilidad de la
hoja de ruta. Los objetivos de cambio de mecanismo y los objetivos de resultados
globales están estrechamente interrelacionados, lo que ayuda a terapeutas y
pacientes a reducir el foco en la elección de intervenciones para lograr esos
objetivos. La selección de las intervenciones está determinada por los detalles de
la formulación de la DMT, la priorización de las metas, las características únicas
de los individuos (por ejemplo, necesidades, límites, preferencias, voluntad) y la
utilidad funcional de las opciones clínicas con respecto a los objetivos del
tratamiento. Al igual que con otros elementos de la hoja de ruta, cada punto de
elección en el camino a seguir se rige por la toma de decisiones en colaboración y
la evaluación de datos.
Terapeuta: (Habla con una expresión preocupada.) Manuel, esperaba que pudiéramos
hablar hoy sobre el hecho de que no has completado tu tarea de
terapia esta semana, y cuando miro tus últimos resultados de estado
de ánimo y ansiedad, parece que estás luchando. ¿Podría compartir
algunas ideas sobre lo que podría estar pasando? (Reconoce la lucha
actual de Manuel mientras lo involucra en explorar sus fundamentos.)
Manuel: (Se agacha en el sofá y mira hacia otro lado.) Me siento realmente
abrumado. No puedo creer que me despidieran, especialmente
con Paul aún sin poder trabajar debido a sus lesiones. (Suspira.)
No sé qué hacer para llegar a fin de mes. El alquiler es casi
debido, apenas tenemos comida en la casa, y estamos
constantemente en la garganta del otro. Simplemente no sé
cómo las cosas van a mejorar. (Suena abatido.)
Terapeuta: Puedo apreciar lo difícil que es esto para ti. Y estoy bastante
seguro de que si juntamos nuestras cabezas, descubriremos algo.
(Valida el dolor de Manuel mientras proporciona esperanza de mejora y
suavemente trata de aumentar la motivación.)
175
La hoja de ruta transdiagnóstica para la formulación de casos y la planificación del tratamiento
ya sea que esté trabajando en su depresión, finanzas, relación, o cualquier
otra cosa que surja. Somos un equipo bastante bueno, y usted ha estado
haciendo grandes progresos en la terapia. Estoy seguro de que podemos
superar este desafío juntos. (Le recuerda suavemente a Manuel que no está solo
y que ha desarrollado muchas habilidades que podrían beneficiarlo ahora, al
tiempo que le ofrece aliento para infundir esperanza.) Sería realmente triste —
para ambos— si nos detuviéramos ahora. (Ofrece revelación personal para
validar el dilema de Manuel y ayudarlo a mantenerse involucrado en la terapia.)
Manuel: (Parece más esperanzador.) Eso suena bien. Y tal vez en algún
momento podamos hacer que Paul venga a hablar de esto. Sé que
quiere apoyarme y hacer lo que pueda para ayudar.
176
Implementar tratamiento\
Terapeuta: ¡Eso suena como una gran idea! Pasemos el resto de esta sesión
centrándonos en algunas cosas que puedes hacer esta semana
para ayudarte a sentirte mejor y buscar trabajo, lo que también
podría ayudarte a sentirte más en control de la situación.
177
La hoja de ruta transdiagnóstica para la formulación de casos y la planificación del tratamiento
para resolver el trauma. Maureen puso fotografías de ella misma participando en
actividades con amigos y familiares en su teléfono inteligente, lo que la ayudó a
estar más motivada para ejercicios de activación conductual para superar su
depresión. Maureen también recurrió a estas fotos como una herramienta de
puesta a tierra cada vez que se sentía sola y se quedó sin esperanza sobre su
futuro. Tracy, una adolescente que estaba siendo tratada por TEPT después de
un violento atraco, fue capaz de participar en la reestructuración cognitiva del
trauma y así desafiar las creencias de que ella era inherentemente mala y fue
responsable del atraco después de que el terapeuta le dio un corazón púrpura
para significar su valor y ofreció la conceptualización alternativa de ser herido en
la batalla. Esta intervención fue fundamental para ayudar a Tracy a soltar la
vergüenza abrumadora y el autoodio, marcando un punto de inflexión en su
capacidad para participar más eficazmente en la terapia.
Volviendo a nuestras viñetas clínicas anteriores, la educación y la
formación de Linda como estudiante de medicina y sus experiencias con los
pacientes podrían utilizarse para crear analogías con las dificultades que ha
tenido en su propio tratamiento, basándose en cómo las vidas de sus
pacientes se han visto afectadas cuando no han seguido sus recomendaciones
y cómo trabajó con ellos para aumentar su motivación y voluntad de
participar en el tratamiento. Esto podría proporcionar un trampolín valioso
para aumentar su propia motivación para mantenerse en su medicación y
participar en estrategias a largo plazo, como el monitoreo diario del estado de
ánimo, ejercicio regular, nutrición equilibrada y una buena higiene del
sueño. Del mismo modo, el terapeuta podría sugerir ciertas aplicaciones de
teléfonos inteligentes para ayudar a Linda a rastrear su estado de ánimo y
otros objetivos de tratamiento, o podrían idear un formulario de monitoreo
de progreso al que ambos puedan acceder y editar en un sitio web seguro.
Tom se benefició de imaginarse en los zapatos de sus atletas y modelos a
seguir favoritos, ya que esto le ayudó a generar confianza y un sentido de
dominio, especialmente cuando pensaba en hablar con su padre.
Como se puede ver en estos ejemplos, hay infinitas posibilidades para
incorporar la creatividad hábil en la planificación del tratamiento. Si bien el
objetivo es individualizar las intervenciones y aumentar su eficacia, hemos
experimentado este aspecto de la hoja de ruta como un esfuerzo divertido
que a menudo fortalece la alianza terapéutica. Le animamos a colaborar
estrechamente con sus pacientes en el diseño de estrategias innovadoras para
dirigir los TDM y lograr los resultados deseados.
178
CAPÍTULO 10
182
Evaluación del progreso, cambio de curso y finalización del tratamiento\
imágenes, en lugar de tratar de evitarlas o usar compulsiones para aliviar la
angustia. Beneficios similares se aplicarían al monitoreo de las respuestas al pánico
basadas en la aceptación, donde el objetivo no es eliminar las sensaciones de pánico,
sino más bien responder a estas sensaciones de manera diferente —con aceptación— y
disminuir los comportamientos de escape y evitación. Los registros de datos positivos
también pueden ayudar a los pacientes deprimidos a monitorear los esfuerzos para
aumentar la activación conductual (por ejemplo, "Me levanté de la cama para tomar a
mis hijos truco o trato") o reducir los pensamientos autocríticos asociados con
esquemas negativos para crear un sentido más positivo y equilibrado de sí mismo
(Forster et al., 2008). Las tarjetas de diario pueden utilizarse para rastrear el éxito en la
sustitución de conductas de autolesión por habilidades de afrontamiento más eficaces,
que pueden reducir la vulnerabilidad de los pacientes a la desregulación emocional y
disminuir el sufrimiento (Linehan, 1993a). Así pues, hay muchas formas de reunir
datos observables sobre los cambios deseados en los mecanismos subyacentes a los
problemas de los pacientes.
Varias herramientas que han sido utilizadas durante décadas por los terapeutas
también rastrean el cambio de mecanismo y registran el progreso. Por ejemplo, los
registros del pensamiento ayudan a los pacientes a observar y cambiar sus respuestas a
pensamientos desadaptativos, esquemas negativos y comportamientos ineficaces (A. T.
Beck et al., 1979; J. S. Beck, 2011). Las jerarquías de exposición ofrecen oportunidades
para rastrear los esfuerzos de los pacientes al enfrentar diferentes situaciones temidas y
reducir los comportamientos de evitación y seguridad. Las revisiones semanales de los
deberes proporcionan relatos detallados de cómo los pacientes están progresando hacia
el cambio de los TDM identificados y si las intervenciones están funcionando. De igual
manera, nuestra plantilla de notas de progreso permite a los terapeutas monitorear qué
objetivos se están abordando en cada sesión y rastrear las respuestas de los pacientes a
las intervenciones a lo largo de la terapia. Le animamos a ser innovador en la discusión
y desarrollo de seguimiento TDM y formas de monitoreo de progreso optimizadas para
pacientes individuales. La rápida evolución de la tecnología de los smartphones ha
dado lugar a numerosas aplicaciones que pueden mejorar la monitorización del
progreso en tiempo real, una consideración digna de mención, ya que la mayoría de los
pacientes no llevan consigo formularios de papel y lápiz durante todo el día.
183
La hoja de ruta transdiagnóstica para la formulación de casos y la planificación del tratamiento
Esencialmente, cualquier información que se genera sobre el paciente se investiga en
relación con la formulación actual de MDT para guiar al terapeuta en el tratamiento de
modificación. Esto puede resultar en la reparación de una alianza de tratamiento roto
(por ejemplo, el terapeuta lesionando inadvertidamente los sentimientos del paciente), el
aumento del apoyo social para hacer frente a un estresor reciente (por ejemplo, una
recaída del cónyuge alcohólico), o el aumento de las habilidades y la búsqueda de una
evaluación de la medicación para estabilizar el estado de ánimo y el funcionamiento (por
ejemplo, un paciente bipolar desestabilizador). La discusión temprana y continua de los
problemas que interfieren con el logro de los objetivos puede ser instrumental para
reducir los pensamientos autocríticos y los sentimientos de desesperanza y
desmoralización que los pacientes a menudo experimentan cuando el progreso se detiene.
Ocasionalmente, las personas experimentan fallas en la motivación o la voluntad de
participar en la terapia, a veces después de que se han hecho progresos considerables.
Como se señaló anteriormente, esto puede reflejar el malestar de los pacientes con
experiencias novedosas (o ausentes durante mucho tiempo) de éxito, tal vez porque temen
no ser capaces de mantener el éxito o cumplir con las expectativas que a menudo lo
acompañan (por ejemplo, conseguir y mantener un trabajo, construir relaciones, ya no
evitar situaciones incómodas). Validar estos temores al tiempo que se identifican las
fortalezas de los pacientes y se les anima puede ser eficaz para reanudar el progreso. La
motivación y la disposición también pueden desvanecerse cuando los pacientes se
enfrentan a mayores desafíos en el tratamiento, como con intervenciones basadas en la
exposición, o simplemente porque las intervenciones no son adecuadas a las necesidades
de un paciente en particular. A veces, cambiar a diferentes intervenciones puede ayudar a
los pacientes a reanudar el progreso, aunque las personas que han estado en tratamiento
durante mucho tiempo pueden sentirse emocionalmente y físicamente agotadas y menos
motivadas para continuar con la terapia. Utilizar intervenciones basadas en valores,
discutir las ventajas y desventajas de seguir adelante o tomar un descanso temporal de la
terapia, revisar el progreso hasta la fecha y potencialmente revisar los objetivos pueden ser
estrategias útiles para hacer que el tratamiento vuelva a moverse o ayudar a los pacientes a
sentirse bien sobre la pausa de la terapia y tal vez reanudar en una fecha posterior.
Cuando los pacientes están luchando con el tratamiento en sí, es importante que los
terapeutas revisen las expectativas y reconozcan que su visión de lo que los pacientes
pueden lograr en un momento dado puede no reflejar las expectativas o capacidades de
los pacientes. Por ejemplo, algunas personas pueden pasar fácilmente a las prácticas de
trabajo en el hogar de las habilidades aprendidas en la sesión, mientras que otros
necesitan más entrenamiento y preparación para completar las tareas. Del mismo modo,
algunos pacientes necesitan ayuda en la creación de regulación emocional, tolerancia a la
angustia y habilidades de aterrizaje antes de que puedan participar en ciertas
intervenciones (por ejemplo, exposición para el TEPT). Los médicos deben comprobar
continuamente con los pacientes lo que se sienten capaces de hacer y lo que necesitan,
durante toda la terapia, teniendo en cuenta que los pacientes no progresan al mismo
ritmo y que el progreso para un individuo
184
Evaluación del progreso, cambio de curso y finalización del
tratamiento\
el paciente puede variar en diferentes momentos. Tener presente los deseos,
capacidades y limitaciones de los individuos permite a los terapeutas
mantenerse firmemente arraigados en la formulación de TDM, y también
atempera el fervor de ayudar a las personas a "mejorar" con la conciencia de
lo que los pacientes realmente quieren y pueden lograr.
Determinación de si están en juego
diferentes TDM
Como se discute a lo largo de este libro, los mecanismos son la fuerza
impulsora en la formulación de casos transdiagnósticos y la planificación del
tratamiento. La identificación de las hipótesis de los mecanismos es
empírica, lo que significa que en cualquier momento los datos pueden
sugerir que diferentes TDM son responsables de los problemas de los
pacientes. Aunque esto puede parecer inicialmente desconcertante, refleja la
naturaleza cambiante del tratamiento. Las personas no son entidades
estáticas, y un énfasis en el empirismo collab-orativo, la apertura y la
curiosidad permite a los terapeutas abordar el tratamiento con un
compromiso con el aprendizaje continuo al servicio de hacer lo que
funciona, en lugar de ser "correcto". Por lo tanto, si una terapeuta aprende
que su formulación original no es exacta o completa (por ejemplo, los TDM
previamente identificados no parecen estar en juego y los TDM adicionales
están ganando apoyo para explicar problemas), esta información adicional
puede ayudarla a refinar aún más la formulación y el plan de tratamiento.
Los clínicos a menudo son alertados sobre la posibilidad de diferentes
hipótesis de mecanismo cuando los pacientes no están respondiendo a las
intervenciones recomendadas. Por ejemplo, Ann buscó tratamiento para ataques
de pánico que ocurrieron principalmente en su lugar de trabajo. La formulación
especificó que Ann se volvió temerosa de las sensaciones de pánico y tenía
creencias catastróficas sobre las consecuencias de las sensaciones fisiológicas y
experimentar ansiedad. Ann, que es concienzuda y siempre se esfuerza por
hacerlo bien, había experimentado recientemente aumentos en su carga de
trabajo, requiriéndole trabajar más horas. Estas mayores demandas de trabajo
parecían ser un posible desencadenante de sus síntomas de pánico. Alimentada
por su deseo de parecer profesional y su miedo catastrófico a las sensaciones de
pánico y sus consecuencias, Ann normalmente trató de evitar sentirse ansiosa.
Las intervenciones iniciales apuntaban al objetivo de cambiar la forma en que
Ann pensaba y respondía a las sensaciones de pánico e incluían la
psicoeducación, la reestructuración cognitiva, el desarrollo de respuestas basadas
en la aceptación a las sensaciones, la participación en la exposición interoceptiva
y la reducción de la búsqueda de seguridad y otros comportamientos de
evitación. Sin embargo, a pesar del alto nivel de motivación y compromiso de
Ann en el tratamiento, le costó aceptar sensaciones de pánico y continuó
temiendo sentirse ansiosa. El terapeuta discutió
185
La hoja de ruta transdiagnóstica para la formulación de casos y la planificación del tratamiento
esto con Ann y suavemente exploró hipótesis de mecanismos alternativos que
podrían explicar por qué estaba luchando en esta área. El terapeuta se
sorprendió al saber que Ann había sido asaltada y robada en su trabajo anterior!
Ann nunca le había mencionado al terapeuta este aspecto crítico de su historia
porque nunca pensó que estaba traumatizada (y por lo tanto nunca buscó
tratamiento después del ataque). No creía que fuera relevante para su problema
actual, y simplemente quería obtener ayuda para eliminar los ataques de pánico.
La formulación fue modificada para incluir la activación de los recuerdos de
trauma cada vez que Ann tuvo que trabajar tarde en la oficina por sí misma, lo
que desencadenó un mayor miedo, disociación y pánico. Armado con este
nuevo conocimiento, el terapeuta aún apuntaba a los síntomas de pánico de
Ann pero ahora los conceptualizó en el contexto del TEPT. El enfoque del
tratamiento pasó a incluir la evitación emocional y cognitiva y las
vulnerabilidades neurofisiológicas relacionadas con la regulación emocional y el
procesamiento, almacenamiento y recuperación de información. Las creencias
negativas de Ann sobre sí misma (soy débil y no puedo cuidarme a mí misma), los
pensamientos autocríticos (me siento como un desastre) y las evaluaciones erróneas
de amenazas (Si estoy sola, la gente me atacará) también fueron blanco de ataques,
lo que la ayudó a ser más asertiva al pedirle a su supervisor un horario de trabajo
más estructurado y le permitió reconocer que no necesariamente estaba en
peligro cada vez que tenía que trabajar hasta tarde.
Terapeuta: (Habla de una manera fácil para que Ann no se sienta criticada.)
Antes de empezar hoy, quiero discutir cómo crees que va la terapia.
Terapeuta: (Se inclina hacia adelante.) Sé que te estás esforzando mucho, Ann, y
ciertamente se siente desalentador cuando algo no funciona como habíamos
esperado. Tengamos en cuenta que nuestro objetivo es ayudarle a aceptar y lidiar
más eficazmente con las sensaciones de pánico, en lugar de deshacerse de ellas. Si
trabajamos en eso, estoy bastante seguro de que te sentirás mejor. (Proporciona
seguridad para contrarrestar la desesperanza de Ann.)
Ann: Todo eso suena genial, pero aún tengo miedo de las sensaciones.
Me digo a mí mismo que debería aceptarlos, pero simplemente no puedo
hacerlo.
187
La hoja de ruta transdiagnóstica para la formulación de casos y la planificación del tratamiento
Terapeuta: (Se inclina hacia adelante para transmitir compasión y no juicio.) Eso es
realmente importante, Ann. Tratemos de soltar esos "hombros" y ver
si podemos averiguar lo que está pasando.
Ann: Bueno, cuando empiezo a entrar en pánico, no creo que sea mi ritmo
cardíaco o respiración lo que me asuste. En realidad me siento
bastante desconectada de mi cuerpo durante los ataques.
Terapeuta: (Busca más información para reevaluar la precisión de la formulación
actual.) Eso es interesante, Ann. ¿Qué quieres decir?
Ann: Por lo general noto algún sonido, como el crujido del piso o el eleva-
tor corriendo, y luego empiezo a sentir miedo de que alguien esté en
la oficina conmigo y me van a atracar de nuevo. Y entonces me quedé
sin espacio y perdí la noción de todo.
Terapeuta: (Toma nota de las malas valoraciones cognitivas y responde a la nueva
información.) Espera, nunca mencionaste que te asaltaron. ¿Cuándo
pasó eso?
Ann: (Parece avergonzado.) Ocurrió hace mucho tiempo, en mi otro trabajo.
Afortunadamente, no estaba mal herido porque le di al tipo todo lo que
tenía encima. Solo intenté dejarlo atrás, pero ha estado apareciendo
últimamente. Me siento un poco tonto hablando de eso. Me hace
parecer tan débil. (El terapeuta nota la evitación cognitiva y considera la
posibilidad de auto-esquemas negativos e internalizar el sesgo atribucional.)
Terapeuta: Siento mucho que te haya pasado a ti, Ann, y estoy muy contenta de
que no estuvieras muy herida. Me pregunto, ¿ocurre esta respuesta de
miedo en otras situaciones? (Redefine los síntomas de Ann como basados en
el miedo.)
Ann: Sólo si estoy solo. A veces puedo ver al tipo de nuevo en mi mente.
Por eso me esfuerzo tanto en no pensar en ello. Pero sigue volviendo.
(Parece desmoralizado.)
Terapeuta: (Valida la experiencia de Ann y explica un nuevo TDM.) Eso tiene
mucho sentido, Ann, y ciertamente entiendo no querer pensar en el
ataque de ninguna manera. Aunque puede ayudarte a sentirte mejor
en el momento, tratar de deshacerte de los pensamientos en realidad
los aumenta. Se llama supresión del pensamiento, y es una manera
común de lidiar con un evento traumático, que es lo que te sucedió.
(Comienza a revisar la formulación.)
Ann: Sí, simplemente no puedo sacar esas imágenes del ataque de mi cabeza,
pero no veo el punto de pensar en algo que está en el
188
Evaluación del progreso, cambio de curso y finalización del tratamiento\
pasado. Simplemente me molesta más, y luego me frustra porque
parece que debería estar por encima de eso ahora, así que trato aún
más de bloquearlo. También me estoy espaciando y quedando atrás
en mi trabajo.
189
La hoja de ruta transdiagnóstica para la formulación de casos y la planificación del tratamiento
y luego se siente como si estuvieras de vuelta en ese tiempo con
todos los pensamientos, imágenes y sentimientos que
experimentaste durante el atraco. Entonces tienes una alta
respuesta de miedo, con dificultad para respirar y latidos
cardíacos fuertes, que son los ataques de pánico que
experimentas, y a veces te separas. (Se inclina hacia adelante y
habla suavemente.) Creo que podría tener TEPT, Ann, que es por
lo que nuestro tratamiento de trastorno de pánico no le está
ayudando.
Ann: (Se sienta, con interés.) He oído hablar de TEPT debido a todos los
veterinarios que lo tienen.
190
Evaluación del progreso, cambio de curso y finalización del tratamiento\
y la capacidad de participar eficazmente en el tratamiento (por ejemplo, comenzar
a abusar del alcohol como automedicación para la depresión o la ansiedad).
Independientemente del origen o el tipo, los nuevos problemas se abordan de la
misma manera que los problemas que se presentan. Los terapeutas los evalúan y
discuten con los pacientes, asumiendo un enfoque curioso, no crítico y colaborativo
para identificar los TDM y determinar las posibles asociaciones con problemas
actuales, como la discordia marital relacionada con los síntomas del TOC, o ser
despedido por una incapacidad para llegar al trabajo durante una huelga de tránsito
debido a los temores de conducir a través de los puentes. La viñeta de Ann demuestra
cómo una comprensión más profunda de los síntomas compartidos (ataques de
pánico) a través de diferentes trastornos (trastorno de pánico y TEPT) puede
proporcionar pistas importantes sobre la exactitud de las hipótesis de mecanismo
existentes y llevar a revisar la formulación y el plan de tratamiento.
La manifestación de nuevos problemas no significa necesariamente que la
formulación sea inexacta o que el plan de tratamiento sea ineficaz. Ocasionalmente,
los terapeutas se encuentran con pacientes que están progresando de forma constante
en la conceptualización precisa de los problemas que presentan y posteriormente
muestran signos de nuevos problemas que deben incorporarse a la formulación y plan
de tratamiento existente. Como ejemplo, consideraremos a Corey, un estudiante de
honor de diecisiete años que recibe tratamiento eficaz con TCC y medicamentos
estimulantes para la desorganización, la distracción y la irritabilidad ocasional.
Empezó a experimentar un empeoramiento de los síntomas acompañado de
ausentismo escolar, una menor necesidad de dormir y un anuncio a sus padres de que
iba a dejar la escuela para iniciar una empresa de software de videojuegos. Corey antes
no había estado especialmente interesado en los videojuegos y aspiraba a ser ingeniero
químico. El terapeuta recordó que el abuelo paterno de Corey había sido descrito
como excéntrico y fue hospitalizado varias veces por "crisis nerviosas". El padre de
Corey reportó frecuentes episodios de depresión y estaba tomando medicación
antidepresiva recetada. Después de una evaluación posterior, el terapeuta determinó
que Corey probablemente estaba experimentando un episodio maníaco. Si bien
Corey tenía TDAH, el plan de formación y tratamiento fue modificado para incluir la
manifestación reciente de una afección del espectro bipolar. La hoja de ruta
transdiagnóstica permitió al terapeuta hacerlo con relativa facilidad, utilizando los
TDM para enmarcar el nuevo problema de Corey en el contexto de vulnerabilidades
predisponentes (por ejemplo, déficits de regulación de las emociones, factores de
riesgo genéticos) y respuestas de afrontamiento (por ejemplo, comportamientos
impulsados por las emociones). Junto con la psicoeducación, esto ayudó a Corey y su
familia a empezar a comprender la naturaleza a largo plazo de la enfermedad bipolar,
al tiempo que los motivó a trabajar juntos para manejar sus síntomas, reducir los
riesgos para su estabilidad del estado de ánimo y ayudarlo a tener una experiencia
adolescente más normativa y satisfactoria.
191
La hoja de ruta transdiagnóstica para la formulación de casos y la planificación del tratamiento
192
Evaluación del progreso, cambio de curso y finalización del tratamiento\
de inestabilidad del estado de ánimo. Todo esto reflejaría avances en la aceptación
y manejo de su condición crónica, lo que probablemente la ayudaría a reducir los
pensamientos autocríticos y desarrollar un autoesquema más positivo. Las mejoras
sostenidas en el funcionamiento académico y social se indicarían por la
finalización de las tareas de clase y clínica, buscando apoyo de los amigos, y
girando hacia estados emocionales en lugar de evitarlos. Si bien Linda podría
cumplir con todos sus objetivos, ella y su terapeuta pueden decidir seguir
reuniéndose bimensualmente o trimestralmente para asegurar el progreso
continuo y reducir los riesgos de recaída, dada la cronicidad del trastorno bipolar.
Las metas de los pacientes pueden cambiar a lo largo de la terapia, ya sea porque
las metas originales no son alcanzables o porque las necesidades de los pacientes y los
objetivos deseados pueden cambiar. La flexibilidad de la hoja de ruta permite a los
terapeutas cambiar hábilmente de dirección para acomodar prácticamente cualquier
cambio en las necesidades y objetivos de los pacientes. Por ejemplo, Sharon quería
convertirse en abogada, pero se deprimió y tuvo dificultades para mantenerse al día
con su trabajo de la escuela de derecho después de que su marido solicitó una
separación. El foco del tratamiento pasó de su problema original de ansiedad por
hacerse la prueba y hablar en público a identificar y enfocar los mecanismos
responsables de su depresión. Sharon también quería ayuda para negociar un permiso
de ausencia de la escuela de derecho para que pudiera centrarse en superar la
separación y preservar su opción de reanudar su educación en el futuro. Dado que los
problemas originales de Sharon siguen sin resolverse, es probable que vuelvan a ser un
foco importante de tratamiento cuando regrese a la facultad de derecho.
Del mismo modo, Sam siguió la terapia para el TEPT después de su gira de
combate en Afganistán. Aunque estaba progresando con la exposición in vivo,
decidió no proceder con la exposición imagininal porque la niñera de la familia
renunció, requiriendo a Sam para ayudar con el cuidado de los niños mientras su
esposa continuaba trabajando para mantener a la familia. El terapeuta y Sam
reconocieron que sus actuales circunstancias de vida requerían una pausa
temporal en el trabajo de exposición hasta que la situación de Sam en casa se
estabilizara y pudiera dedicar más tiempo a su terapia. El plan de tratamiento fue
modificado para enfatizar estrategias basadas en la aceptación y habilidades de
tolerancia a la angustia para ayudar a Sam a manejar sus síntomas, e incluyó
estrategias de organización, planificación y manejo del tiempo para lidiar mejor
con sus mayores responsabilidades de cuidado infantil.
El monitoreo del progreso informa las discusiones sobre cómo las vidas de los
pacientes están cambiando a medida que avanzan a través del tratamiento, permite
cualquier modificación necesaria al plan de tratamiento y guía las decisiones sobre la
preparación de los pacientes para la terminación. A medida que el funcionamiento de
los pacientes mejora y se sienten cada vez mejor, los terapeutas pueden comenzar la
discusión colaborativa sobre el fin de la terapia, y juntos, el terapeuta y el paciente
pueden llegar a una decisión conjunta sobre cuándo
193
La hoja de ruta transdiagnóstica para la formulación de casos y la planificación del tratamiento
esto ocurrirá. Parte de la preparación de las personas para la terminación está
enfatizando repetidamente que lograr y mantener resultados positivos
depende de poner en práctica las habilidades aprendidas en la terapia, con
frecuencia y en todas las situaciones. Los terapeutas pueden mejorar la
motivación de los pacientes para hacerlo, alentándolos a ser competentes en
actuar como sus propios terapeutas, al tiempo que validan los muchos
desafíos inherentes a hacerlo. Los pacientes sabrán que están logrando este
objetivo a medida que comienzan a adoptar una postura curiosa y compasiva
hacia sus problemas y obstáculos, y a medida que se vuelven cada vez más
hábiles y eficaces para hacer frente a las dificultades de la vida.
Remitir pacientes fuera
Mientras que cada terapeuta se esfuerza por terminar el tratamiento
exitosamente para cada paciente —por decisión mutua y cuando se logran los
objetivos— eso no siempre es posible. Los pacientes abandonan el
tratamiento ocasionalmente, posiblemente sin previo aviso y sin explicación.
A veces las intervenciones no funcionan, no importa lo que intente el thera-
pist. Ocasionalmente, el terapeuta tiene expectativas poco realistas o
excesivas para un paciente, resultando en frustración mutua y progreso
estancado. Y en ocasiones la relación de terapia sufre una ruptura
irreparable. La consulta puede proporcionar información útil para ayudar a
que la terapia avance, aunque no siempre es el resultado. Cuando se
alcanzan los impass, el terapeuta debe hacer intentos razonables para discutir
las opciones de derivación con los pacientes, ayudando a facilitar la
transición a otro clínico si el paciente está interesado en hacerlo.
Iniciar una discusión para explorar y entender por qué el tratamiento no
está funcionando es el primer paso para intentar resolver posibles impedimentos
al progreso del paciente. Si los pacientes abandonan el tratamiento,
recomendamos que los terapeutas hagan los esfuerzos habituales (teléfono,
correo electrónico, carta) para ponerse en contacto con ellos e inviten a una
discusión (preferiblemente en persona) sobre lo que motivó la finalización. Si tal
discusión ocurre, el terapeuta puede explorar si el problema puede ser resuelto
(por ejemplo, aclarar y disculparse por una mala comunicación
involuntariamente ofensiva en la sesión), y proporcionar opciones de cierre y
remisión si el paciente elige dejar la terapia. Independientemente de la decisión
del paciente, el terapeuta podría obtener valiosos conocimientos de la
conversación que podrían prevenir futuras interrupciones del tratamiento para
otros pacientes (por ejemplo, aprender a revisar con los pacientes con más
frecuencia después de discusiones difíciles en la sesión, ser más juicioso sobre el
uso de la comunicación permanente con los pacientes).
A veces, incluso cuando los terapeutas hacen todo lo posible para tratar de
entender y resolver el progreso estancado, incluyendo la reevaluación y revisión
de
194
Evaluación del progreso, cambio de curso y finalización del tratamiento\
En la formulación y el plan de tratamiento, algunos pacientes permanecen
atascados. Hablar con un colega confiable y competente para obtener una nueva
perspectiva sobre el problema y obtener ayuda para generar ideas sobre posibles
soluciones es importante para tratar de resolver esos impases y prevenir problemas
similares en el futuro. También puede ser muy útil organizar una consulta con otro
terapeuta (por ejemplo, un experto en el tratamiento de los problemas del paciente,
o un psiquiatra si el medicamento puede estar indicado). A veces es beneficioso o
incluso necesario derivar al paciente a un médico que ofrece un enfoque de
tratamiento diferente. A menudo recibimos derivaciones de terapeutas cuyos
pacientes no han progresado en su terapia existente y podrían beneficiarse de un
tipo diferente de tratamiento (por ejemplo, un paciente bipolar siendo referido para
TCC por su psicoanalista). También es apropiado referirse a otros médicos que
tienen un entrenamiento o habilidades diferentes y tal vez más adecuadas que se
adaptan mejor a las necesidades del paciente, como referir a un paciente con
problemas para jalar el cabello a un terapeuta que tiene experiencia en el
tratamiento de conductas repetitivas enfocadas en el cuerpo.
Invariablemente, cuando los pacientes ya no progresan hacia las metas, es
responsabilidad ética del terapeuta terminar el tratamiento apropiadamente
(American Psychological Association, 2010). Lo que es más importante, tal vez,
continuar con un tratamiento que no funciona crea la ilusión de que el paciente no
puede mejorar, que a menudo es como se sienten los pacientes y puede que no sea
cierto. Esto puede ser particularmente difícil si un paciente ha logrado ganancias
significativas y luego deja de avanzar hacia objetivos o vuelve a comportamientos
ineficaces previos, lo que fácilmente podría conducir a la frustración y
desmoralización tanto para el paciente como para el thera-pist. Si esto parece estar
relacionado con una motivación disminuida, entonces las técnicas de entrevista
motivacional y el cuestionamiento socrático pueden generar estrategias potenciales
para ayudar al paciente a retomar el progreso hacia adelante. Sin embargo, a veces
los individuos alcanzan un límite en el tratamiento actual, quizás porque las
circunstancias de la vida han cambiado, trayendo nuevos estresores que desafían su
capacidad funcional y alejan las prioridades de la terapia. O una persona puede
haber agotado los beneficios de trabajar con el terapeuta actual, a pesar de una
relación laboral aparentemente positiva. La revisión de la trayectoria del
tratamiento, la discusión de los beneficios y los puntos de desfase con respecto a la
terapia actual, y la identificación de los objetivos restantes en caso de que el paciente
decida continuar el tratamiento con otro terapeuta son aspectos importantes de
estas finales. Ayudar a los pacientes a reconocer cualquier progreso que lograron y
verbalizar cualquier aspecto agradable de trabajar con ellos puede infundir una
sensación de orgullo y logro y, dependiendo de la persona y las circunstancias que
rodean la remisión, reducir el potencial de que esos pacientes perciban que han
"fallado" la terapia. En todos los casos, es importante ayudar a los pacientes a
comprender por qué el tratamiento no puede continuar y a
195
La hoja de ruta transdiagnóstica para la formulación de casos y la planificación del tratamiento
enfatizar que tienen el potencial de mejorar a pesar de la incapacidad del
terapeuta para ayudar.
196
APÉNDICE
Hoja de ruta
Observaciones: Por favor, indique cualquier cosa que destaque por usted.
198
Hoja de ruta\
199
La hoja de ruta transdiagnóstica para la formulación de casos y la planificación del tratamiento
Problemas identificados
200
Hoja de ruta\
201
La hoja de ruta transdiagnóstica para la formulación de casos y la planificación del tratamiento
Nota de progreso
Nombre del paciente: Fecha: Nº de sesión:
202
Hoja de ruta\
203
La hoja de ruta transdiagnóstica para la formulación de casos y la planificación del tratamiento
Desarrollo de habilidades
F Reentrenamiento respiratorio
F Relajación muscular progresiva
F Relajación aplicada
F Imágenes guiadas
F Gestión de la ira
F Resolución de problemas
F Organización y planificación
F Gestión del tiempo
F Gestión del sueño
F Estrategias para problemas alimenticios
F Estrategias para comportamientos
repetitivos centrados en el cuerpoF Otros:
Plan de deberes:
204
Referencias
206
Referencias\
Beck, A.T. (1964). Pensamiento y depresión: II. Teoría y terapia. Archivos de Psiquiatría
General, 10, 561-571.
Beck, A.T. (1976). La terapia cognitiva y los trastornos emocionales. Nueva York: International
Universities Press.
Beck, A. T., Emery, G., & Greenberg, R. L. (1985). Trastornos de ansiedad y fobias. Nueva
York:
Libros básicos.
Beck, A. T., Freeman, A., & Davis, D. D. (2006). Terapia cognitiva de los trastornos de la
personalidad (2a ed.). Nueva York: Guilford.
Beck, A. T., Rush, A. J., Shaw, B. F., et al. (1979). Terapia cognitiva de la depresión. Nueva
York:
Guilford.
Beck, A. T., Steer, R. A., & Brown, G. K. (1996). Manual para el Inventario de Depresión de
Beck (2a ed.). (BDI-II). San Antonio, TX: Corporación Psicológica.
Beck, J. G., Gudmundsdottir, B., Palyo, S. A., et al. (2006). Efectos de rebote tras la supresión
del pensamiento de velocidad de liberación: ¿El TEPT marca la diferencia? Terapia del
comportamiento, 37, 170-180.
Beck, J. S. (2011). Terapia cognitiva: Fundamentos y más allá (2a ed.). Nueva York: Guilford.
Beck, J. S. (2007). La solución de dieta Beck. Birmingham, AL: Casa Oxmoor.
Beesdo-Baum, K., Jenjahn, E., Hofler, M., et al. (2012). Evitación, comportamiento de seguridad
y búsqueda de reaseguro en el trastorno de ansiedad generalizada. Depresión y ansiedad, 29,
948-957.
Beevers, C. G. (2005). Vulnerabilidad cognitiva a la depresión. Clinical Psychology Review, 25,
975-1002.
Behar, E., DiMarco, I. D., Hekler, E. B., et al. (2009). Modelos teóricos actuales del
trastorno de ansiedad generalizada (TAG). Journal of Anxiety Disorders, 3, 1011-1023.
Beidas, R. S., Benjamin, C. L., Puleo, C. M., et al. (2010). Aplicaciones flexibles del
programa Coping Cat para jóvenes ansiosos. Práctica cognitiva y conductual, 17, 142-153.
Beidas, R. S., & Kendall, P. C. (2010). Formación de terapeutas en la práctica basada en la
evidencia. Psicología clínica: Ciencia y práctica, 17, 1-30.
Bell, A. C., & D’Zurilla, T. J. (2009). Terapia para resolver problemas de depresión. Clinical
Psychology Review, 29, 348-353.
Bennett, D. S., Sullivan, M. W., & Lewis, M. (2005). El ajuste de los niños pequeños en
función del maltrato, la vergüenza y la ira. Maltrato Infantil, 10, 311-323.
Bennett-Levy, J., Butler, G., Fennell, M., et al. (Eds.). (2004). Guía de Oxford para experimentos
conductuales en terapia cognitiva. Nueva York: Oxford University Press.
Bentley, K. H., Gallagher, M. W., Boswell, J. F., et al. (2013). Los aportes interactivos del
control percibido y la sensibilidad a la ansiedad en el trastorno de pánico: Una triple
vulnerabilidad por perspectiva. Journal of Psychopathology and Behavioral Assessment, 35,
57-64.
Bergomi, C., Ströhle, G., Michalak, J., et al. (2013). Frente a lo temido: ¿Facilita la atención
plena hacer frente a experiencias angustiosas? Un análisis moderador. Terapia del
Comportamiento Cognitivo, 42, 21-30.
Bernstein, A., Zvolensky, M. J., Vujanovic, A. A., et al. (2009). Integrando sensibilidad a la
ansiedad, tolerancia a la angustia e intolerancia a la incomodidad. Terapia del
Comportamiento, 40, 291-301.
207
La hoja de ruta transdiagnóstica para la formulación de casos y la planificación del tratamiento
Bernstein, D. A., Borkovec, T. D., y Hazlett-Stevens, H. (2000). Nuevas direcciones en el
entrenamiento de relajación progresiva. Westport, CT: ¡Praeger!
Bernstein, E. M., & Putnam, F. W. (1986). Desarrollo, validez y confiabilidad de una escala
de disociación. Journal of Nervous and Mental Disease, 174, 727-735.
Boelen, P. A., & Reijntjes, A. (2009). Intolerancia a la incertidumbre y ansiedad social.
Journal of Anxiety Disorders, 3, 130-135.
Bohart, A. C., Elliott, R., Greenberg, L. S., et al. (2002). Empatía. En J. C. Norcross (Ed.),
relaciones de psicoterapia que funcionan. Nueva York: Oxford University Press.
Bond, F. W., Hayes, S. C., Baer, R. A., et al. (2011). Propiedades psicométricas preliminares
del Cuestionario de Aceptación y Acción - II: Una medida revisada de inflexibilidad
psicológica y evitación experiencial. Terapia del Comportamiento, 42, 676-688.
Bordin, E. (1979). La generalización del concepto psicoanalítico de la alianza de trabajo.
Psicoterapia: Teoría, investigación y práctica, 16, 252-260.
Borkovec, T. D., Alcaine, O. M., & Behar, E. (2004). Evitar la teoría de la preocupación y el
trastorno de ansiedad generalizada. En R. G. Heimberg, C. L. Turk, y D. S. Mennin
(Eds.), Trastorno de ansiedad generalizada. Nueva York: Guilford.
Borkovec, T. D., & Costello, E. (1993). Eficacia de la relajación aplicada y terapia cognitivo-
conductual en el tratamiento del trastorno de ansiedad generalizada. Revista de
Consultoría y Psicología Clínica, 61, 611-619.
Borkovec, T. D., & Roemer, L. (1995). Funciones percibidas de preocupación entre sujetos
con trastorno de ansiedad generalizada. Journal of Behavior Therapy and Experimental
Psychiatry, 26, 25-30.
Borkovec, T. D., Wilkinson, L., Folensbee, R., et al. (1983). Aplicaciones de control de
estímulos para el tratamiento de la preocupación. Investigación y Terapia del
Comportamiento, 21, 247-251.
Bourne, C., Mackay, C. E., & Holmes, E. A. (2013). La base neuronal de la información de
flashback. Medicina Psicológica, 43, 1521-1532.
Brewin, C.R. (2006). Comprensión de la terapia cognitiva conductual: Una cuenta de
competición de recuperación. Investigación y Terapia del Comportamiento, 44, 765-784.
Brewin, C. R., Dalgleish, T., & Joseph, S. (1996). Una teoría de representación dual del
trastorno de estrés postraumático. Revista Psicológica, 103, 670-686.
Brewin, C. R., Gregory, J. D., Lipton, M., et al. (2010). Imágenes intrusivas en trastornos
psicológicos. Revista Psicológica, 117, 210-232.
Brewin, C. R., Wheatley, J., Patel, T., et al. (2009). Imágenes que recetan como un breve
tratamiento autónomo para pacientes deprimidos con recuerdos intrusivos. Investigación
y Terapia del Comportamiento, 47, 569-576.
Briere, J. (2001). Evaluación detallada del estrés postraumático (DAPS). Odessa, FL: Recursos de
Evaluación Psicológica.
Briere, J. (2011). Inventario de síntomas del trauma -2: Manual profesional. Odessa, FL: Recursos
de Evaluación Psicológica.
Brockmeyer, T., Bents, H., Holtforth, M. G., et al. (2012). Alteraciones específicas de la
regulación emocional en depresión mayor y anorexia nerviosa. Psychiatry Research, 200, 550-
553.
208
Referencias
\
Brockmeyer, T., Holtforth, M. G., Pfeiffer, N., y otros (2012). Expectativas de regulación del
estado de ánimo y evitación de emociones en la vulnerabilidad a la depresión.
Personalidad y diferencias individuales, 53, 351-354.
Brown, T. A., y Naragon-Gainey, K. (2013). Evaluación de los aportes singulares y
específicos de las dimensiones del modelo de triple vulnerabilidad a la predicción de los
constructos de ansiedad y trastorno del ánimo DSM-IV. Terapia del Comportamiento, 44,
277-292.
Brown, T. A., White, K., Forsyth, J., et al. (2004). La estructura del control emocional
percibido: Propiedades psicométricas de un Cuestionario de Control de Ansiedad
revisado. Terapia del Comportamiento, 35, 75-99.
Bryant, R. A. (2010). La complejidad del TEPT complejo. American Journal of Psychiatry, 167,
879-881.
Buhr, K., & Dugas, M. J. (2006). Investigar la validez de constructo de la intolerancia a la
incertidumbre-tacto y su relación única con la preocupación. Journal of Anxiety Disorders,
20, 222-236.
Burns, D.D. (1999). El manual de sentirse bien. Nueva York: Pluma.
Campbell-Sills, L., & Barlow, D. H. (2007). Incorporar la regulación emocional en
conceptualizaciones y tratamientos de ansiedad y trastornos del estado de ánimo. En J.
J. Gross (Ed.), Manual de regulación de las emociones. Nueva York: Guilford.
Campbell-Sills, L., Barlow, D. H., Brown, T. A., et al. (2006). Efectos de la supresión y
aceptación en las respuestas emocionales de individuos con ansiedad y trastornos del
estado de ánimo. Investigación y Terapia del Comportamiento, 44, 1251-1263.
Carleton, R. N., Collimore, K. C., & Asmundson, G. J. G. (2007). Ansiedad social y miedo
a la evaluación negativa: Validez de constructo de la BFNE-II. Journal of Anxiety
Disorders, 21, 131-141.
Carleton, R. N., Mulvogue, M. K., Thibodeau, M. A., et al. (2012). Cada vez más seguro
sobre la incertidumbre: Intolerancia de la incertidumbre a través de la ansiedad y la
depresión. Journal of Anxiety Disorders, 26, 468-479.
Carleton, R. N., Norton, P. J., & Asmundson, G. J. G. (2007). Temiendo lo desconocido:
Una versión corta de la Escala de Intolerancia de la Incertidumbre. Journal of Anxiety
Disorders, 21, 105-117.
Carleton, R. N., Park, I., & Asmundson, G. J. G. (2006). El Índice De Sensibilidad A
Enfermedades/Lesiones.
Depresión y ansiedad, 23, 340-346.
Chambless, D. L., & Ollendick, T. H. (2001). Intervenciones psicológicas empíricamente
sustentadas: Polémicas y pruebas. Revista Anual de Psicología, 52, 685-716.
Chapman, A. L., Gratz, K. L., & Brown, M. Z. (2006). Resolver el rompecabezas de la
autolesión deliberada: El modelo de evitación experiencial. Investigación y Terapia del
Comportamiento, 44, 371-394.
Cheung, M. S. P., Gilbert, P., & Irons, C. (2004). Una exploración de la vergüenza, el rango
social y la rumiación en relación con la depresión. Personalidad y diferencias individuales,
36, 1143-1153.
Chorpita, B. F. (2007). Terapia cognitivo-conductual modular para trastornos de ansiedad infantil.
Nueva York: Guilford.
Chorpita, B. F., & Barlow, D. H. (1998). El desarrollo de la ansiedad: El papel del control
en el entorno temprano. Boletín Psicológico, 124, 3-21.
209
La hoja de ruta transdiagnóstica para la formulación de casos y la planificación del tratamiento
Clark, D.A. (2009). Terapia cognitivo conductual para ansiedad y depresión: Posibilidades y
limitaciones de una perspectiva transdiagnóstica. Terapia del Comportamiento Cognitivo,
38, 29-34.
Clark, D.M. (1986). Un acercamiento cognitivo al pánico. Investigación y Terapia del
Comportamiento, 24, 461- 470.
Clark, D.M. (2001). Una perspectiva cognitiva sobre la fobia social. En W. R. Crozier & L. E.
Alden (Eds.), Investigación e intervenciones relacionadas con el yo y la timidez. West Sussex, Reino
Unido: Wiley.
Clark, D. M., & Wells, A. (1995). El modelo cognitivo de la fobia social. En R. G.
Heimberg, M. R. Leibowitz, D. A. Hope, et al. (Eds.), Fobia social. Nueva York:
Guilford.
Clay, R.A. (2010). Más de una forma de medir. Monitor de Psicología, 41, 30-31.
Clen, S. L., Mennin, D. S., & Fresco, D. M. (2011). Trastorno depresivo mayor. En A. Bernstein,
M. J. Zvolensky, y A. A. Vujanovic (Eds.), tolerancia a la angustia. Nueva York: Guilford.
Cloitre, M., Miranda, R., Stovall-McClough, K. C., et al. (2005). Más allá del TEPT:
Regulación emocional y problemas interpersonales como predictores de deterioro
funcional en sobrevivientes de maltrato infantil. Terapia del comportamiento, 36, 119-134.
Cohen, J. S., Edmunds, J. M., Brodman, D. M., et al. (2013). Usando auto-monitoreo.
Práctica Cognitiva y Conductual, 20, 419-428.
Collimore, K. C., Asmundson, G. J. G., Taylor, S., et al. (2009). Temores socialmente
relacionados después de la exposición al trauma. Journal of Anxiety Disorders, 23, 240-246.
Conrad, A., & Roth, W. T. (2007). Terapia de relajación muscular para trastornos de
ansiedad. Journal of Anxiety Disorders, 21, 243-264.
Cooper, M. J. (2011). Trabajar con imágenes para modificar creencias básicas en personas
con trastornos de la conducta alimentaria. Práctica Cognitiva y Conductual, 18, 454-465.
Corcoran, K., & Fischer, J. (2013a). Medidas para la práctica clínica y la investigación: Volumen
1.
Parejas, familia e hijos. Nueva York: Oxford University Press.
Corcoran, K., & Fischer, J. (2013b). Medidas para la práctica clínica y la investigación: Volumen
2.
Adultos. Nueva York: Oxford University Press.
Craske, M. G. (2012). Tratamiento transdiagnóstico para ansiedad y depresión. Depresión y
ansiedad, 29, 749-753.
Craske, M. G., & Barlow, D. H. (2008). Trastorno de pánico y agorafobia. En D. H. Barlow
(Ed.), Manual clínico de trastornos psicológicos (4ª ed.). Nueva York: Guilford.
Craske, M. G., Kircanski, K., Zelikowsky, M., et al. (2008). Optimizar el aprendizaje
inhibitorio durante la terapia de exposición. Investigación y Terapia del Comportamiento,
46, 5-27.
Craske, M. G., Liao, B., Brown, L., et al. (2012). Papel de la inhibición en la terapia de
exposición.
Journal of Experimental Psychopathology, 3, 322-345.
Crowell S. E., Beauchaine, T. P., Gatzke-Kopp, L., et al. (2006). Correlatos autónomos de
trastorno por déficit de atención/hiperactividad y trastorno desafiante oposicional en
preescolares. Journal of Anormal Psychology, 115, 174-178.
Crowell, S. E., Beauchaine, T. P., McCauley, E., et al. (2005). Correlatos psicológicos,
fisiológicos y serotoninérgicos de la conducta parasuicida en adolescentes. Desarrollo y
Psicopatología, 17, 1105-1127.
210
Referencias
\
Dattilio, F. M., Edwards, D. J. A., & Fishman, D. B. (2010). Estudios de caso bajo un
paradigma de métodos mixtos: Hacia una resolución de la alienación entre investigador
y practicante en investigación psicoterapéutica. Psicoterapia, 47, 427-441.
Dattilio, F. M., y Hanna, M. (2012). Colaboración en terapia cognitivo-conductual. Journal
of Clinical Psychology, 68, 146-158.
Davidson, J., Martinez, K. A., & Thomas, C. (2006). Validación de una nueva medida de
funcionamiento y satisfacción para su uso en la práctica clínica ambulatoria. Ponencia
presentada en la reunión anual de la Asociación de Terapias Conductuales y Cognitivas,
Chicago, IL.
Deacon, B. J., & Abramowitz, J. S. (2006). Sensibilidad a la ansiedad y sus dimensiones a
través de los trastornos de ansiedad. Journal of Anxiety Disorders, 20, 837-857.
Deacon, B. J., & Abramowitz, J. S. (2008). ¿Está relacionada la hipocondriasis con TOC,
trastorno de pánico, o ambos? Journal of Cognitive Psychotherapy, 22, 115-127.
DeJong, P., & Berg, I. K. (2008). Entrevistas para soluciones (3a ed.). Belmont, CA: Brooks/
Cole.
Derogatis, L. (1977). SCL-90-R: Manual de administración, puntuación y procedimientos.
Baltimore,
MD: Investigación Psicométrica Clínica.
DeShazer, S. (1988). Pistas: Investigar soluciones en terapia breve. Nueva York: Norton.
Diamond, L. M., & Aspinwall, L. G. (2003). Regulación de las emociones en toda la vida.
Motivación y emoción, 27, 125-156.
Dickson, K. S., Ciesla, J. A., & Reilly, L. C. (2012). Rumiación, preocupación, evitación
cognitiva y evitación conductual: Examen de los efectos temporales. Terapia del
Comportamiento, 43, 629-640.
Dugas, M. J., Buhr, K., & Ladouceur, R. (2004). El papel de la intolerancia a la
incertidumbre en la etiología y el mantenimiento. En R. G. Heimberg, C. L. Turk, y D.
S. Mennin (Eds.), Trastorno de ansiedad generalizada. Nueva York: Guilford.
Dugas, M. J., Gagnon, F., Ladouceur, R., et al. (1998). Trastorno de ansiedad generalizada:
Prueba preliminar de un modelo conceptual. Investigación y Terapia del Comportamiento,
3, 215-226.
Dugas, M. J., Marchand, A., & Ladouceur, R. (2005). Validación posterior de un modelo
cognitivo-conductual del trastorno de ansiedad generalizada. Journal of Anxiety Disorders,
19, 329-343.
Duncan, B. L., & Miller, S. D. (2008). Las escalas de calificación de resultados y sesiones: El
manual revisado de administración y puntuación, incluida la Escala de Evaluación de Resultados
Infantiles. Chicago: Instituto para el Estudio del Cambio Terapéutico.
Dunkley, D., Blankstein, K., Masheb, R., et al. (2006). Los estándares personales y la
evaluación se refieren a las dimensiones del perfeccionismo "clínico". Investigación y
Terapia del Comportamiento, 44, 63-84.
D’Zurilla, T. J., Nezu, A. M., y Maydeu-Olivares, A. (2002). Manual para el Inventario de
Solución de Problemas Sociales (Rev. ed). (SPSI-R). North Tonawanda, NY: Sistemas Multi-
Health.
Edman, J. L., Yates, A., Aruguete, M., et al. (2011). El impacto del autoodio en las actitudes
alimentarias desordenadas entre las mujeres obesas. North American Journal of Psychology,
13, 539-548.
211
La hoja de ruta transdiagnóstica para la formulación de casos y la planificación del tratamiento
Egan, S. J., Hattaway, M., & Kane, R. T. (2013). La relación entre perfeccionismo y rumiación en el
trastorno de estrés postraumático. Psicoterapia conductual y cognitiva, 42, 211-233.
Egan, S. J., Wade, T. D., Shafran, R., et al. (en prensa). Tratamiento cognitivo conductual del perfecto-
cionismo. Nueva York: Guilford.
Egan, S. J., Wade, T. D., & Shafran, R. (2011). El perfeccionismo como proceso transdiagnóstico.
Clinical Psychology Review, 31, 203-2012.
Egan, S. J., Wade, T. D., & Shafran, R. (2012). El proceso transdiagnóstico del perfeccionismo.
Revista de Psicopatologia y Psicologia Clinica, 17, 279-294.
Ehlers, A., & Breuer, P. (1992). Aumento de la conciencia cardíaca en el trastorno de pánico. Journal
of Anormal Psychology, 101, 371-382.
Ehlers, A., & Clark, D. M. (2000). Factores cognitivos involucrados en la aparición y mantenimiento
del trastorno de estrés postraumático. Investigación y Terapia del Comportamiento, 38, 319-345.
Ehring, T., & Watkins, E. (2008). El pensamiento negativo repetitivo como proceso transdiagnóstico.
Revista Internacional de Terapia Cognitiva, 1, 192-205.
Eifert, G. H., McKay, M., & Forsyth, J. P. (2006). ACTÚA sobre la vida no sobre la ira. Oakland, CA:
Nuevo Harbinger.
Eysenck, M. W., Derakshan, N., Santos, R., et al. (2007). Ansiedad y rendimiento cognitivo: Teoría
del control atencional. Emoción, 7, 336-353.
Fairburn, C.G. (2008). Terapia cognitiva conductual y trastornos de la alimentación. Nueva York: Guilford.
Fairburn, C. G., Cooper, Z. y Shafran, R. (2003). Terapia cognitivo-conductual para trastornos de la
conducta alimentaria. Investigación y Terapia del Comportamiento, 41, 509-528.
Fairchild, H., & Cooper, M. (2010). Una medida multidimensional de las creencias fundamentales
relacionadas con los trastornos de la alimentación. Comportamientos alimenticios, 11, 239-246.
Feiring, C., Taska, L., & Lewis, M. (2002). Ajuste tras descubrimiento de abuso sexual: El papel de la
vergüenza y el estilo atribucional. Psicología del Desarrollo, 38, 79-92.
Fergus, T. A., & Wu, K. D. (2010). ¿Los síntomas de ansiedad generalizada y el trastorno obsesivo-
compulsivo comparten procesos cognitivos? Investigación de Terapia Cognitiva, 34, 168-176.
Fergus, T. A., & Wu, K. D. (2011). Búsqueda de especificidad entre vulnerabilidades cognitivas y
síntomas de estado de ánimo y ansiedad. Journal of Psychopathology and Behavioral Assessment, 33,
446-458.
Ferster, C. B. (1973). Un análisis funcional de la depresión. Psicólogo Americano, 28, 857-870.
Flessner, C. A., Busch, A. M., Heideman, P. W., et al. (2008). Terapia conductual (AEBT) para la
tricotillomanía y la recolección crónica de la piel. Modificación del comportamiento, 32, 579-594.
Fletcher, K. E. (2011). Comprender y evaluar las respuestas traumáticas de culpa, vergüenza e ira
entre niños, adolescentes y adultos jóvenes. Journal of Child and Adolescent Trauma, 4, 339-360.
Foa, E. B., Hembree, E. A., y Rothbaum, B. O. (2007). Terapia de exposición prolongada para el TEPT:
Guía del terapeuta. Nueva York: Oxford University Press.
212
Referencias\
Foa, E. B., & Kozak, M. J. (1986). Procesamiento emocional del miedo. Boletín Psicológico,
99, 20-35.
Foa, E. B., Yadin, E., & Lichner, T. K. (2012). Prevención de exposición y respuesta (ritual) al
trastorno obsesivo-compulsivo: Guía del terapeuta. Nueva York: Oxford University Press.
Forster, P. L., Frank, R. I., & Daly, M. C. (2008). Fuera del abismo: Construyendo
emociones positivas y autoestima en la depresión bipolar. Ponencia presentada en la
reunión anual y programa científico de la Sociedad Psiquiátrica del Norte de
California, Monterrey, CA.
Frank, E. (2005). Tratando el trastorno bipolar. Nueva York: Guilford.
Frisch, M. B. (1994). Manual de Inventario de Calidad de Vida y guía de tratamiento.
Minneapolis, MN:
NCS Pearson y Pearson Assessments.
Frost, R. O., Glossner, K., & Maxner, S. (2010). Trastorno de ansiedad social y su relación
con el perfeccionismo. En S. Hofmann & P. M. Dibartolo (Eds.), Ansiedad social (2ª
ed.). San Diego, CA: Elsevier.
Frost, R. O., Marten, P., Lahart, C., et al. (1990). Las dimensiones del perfeccionismo.
Terapia Cognitiva e Investigación, 14, 449-468.
Frost, R. O., Novara, C., & Rhéaume, J. (2002). Perfeccionismo en el trastorno obsesivo-
compulsivo. En R. O. Frost & G. Steketee (Eds.), los enfoques cognitivos sobre las obsesiones
y las compulsiones. Amsterdam: Elsevier.
Fuller, J. R., DiGiuseppe, R., O’Leary, S., y otros (2010). Un ensayo abierto de un programa
de tratamiento integral de la ira en una muestra de pacientes ambulatorios. Psicoterapia
conductual y cognitiva, 38, 485-490.
Gehrman, P., Findley, J., & Perlis, M. (2012). Insomnio I: Etiología y conceptualización. En
C. M. Morin & C. A. Espie (Eds.), The Oxford handbook of sleep and sleep trastornos.
Nueva York: Oxford University Press.
Gentes, E. L., & Ruscio, A. M. (2011). Metaanálisis de la relación de la intolerancia a la
incertidumbre con los síntomas del trastorno de ansiedad generalizada, trastorno
depresivo mayor y trastorno obsesivo-compulsivo. Clinical Psychology Review, 31, 923-
933.
Gilbert, P. (2005). Compasión y crueldad: Un enfoque biopsicosocial. En P. Gilbert (Ed.),
Compasión: Conceptualizaciones, investigación y uso en psicoterapia. Londres: Brunner-
Routledge.
Gilbert, P. (2010). Terapia centrada en la compasión. Londres: Routledge
Gilbert, P., & Irons, C. (2004). Una exploración piloto del uso de imágenes compasivas en
un grupo de personas autocríticas. Memoria, 12, 507-516.
Gilbert, P., & Irons, C. (2005). Terapias enfocadas y entrenamiento mental compasivo para
la vergüenza y el autoataque. En P. Gilbert (Ed.), Compasión. Londres: Brunner-
Routledge.
Gilbert, P., Pehl, J., & Allan, S. (1994). La fenomenología de la vergüenza y la culpa. British
Journal of Medical Psychology, 67, 23-36.
Gilbert, P., & Proctor, S. (2006). Entrenamiento mental compasivo para personas con alta
vergüenza y autocrítica. Psicología Clínica y Psicoterapia, 13, 353-379.
Giorgio, J. M., Sanflippo, J., Kleiman, E., et al. (2010). Una conceptualización experiencial
de la evitación de la rumiación. Investigación y Terapia del Comportamiento, 48, 1021-
1031.
213
La hoja de ruta transdiagnóstica para la formulación de casos y la planificación del tratamiento
Goodwin, F. K., y Jamison, K. R. (2007). Enfermedad maníaco-depresiva. Nueva York: Oxford
University Press.
Gotlib, I. H., & Joormann, J. (2010). Cognición y depresión. Revista Anual de Psicología
Clínica, 6, 285-312.
Grabe, H., Rainermann, S., Spitzer, C., et al. (2000). La relación entre las dimensiones de
alexitimia y disociación. Psicoterapia y Psicosomática, 69, 128-131.
Gratz, K. L., & Tull, M. T. (2011). Trastorno límite de la personalidad. En A. Bernstein, M.
J.
Zvolensky, & A. A. Vujanovic (Eds.), tolerancia a la angustia. Nueva York: Guilford.
Greenberg, L. S. (1979). Resolución de divisiones: Uso de la técnica de dos sillas. Psicoterapia:
Teoría, investigación y práctica, 16, 316-324.
Greenberg, L. S. (2002). Terapia centrada en la emoción. Washington, DC: Asociación
Psicológica Americana.
Gregory, J. D., Brewin, C. R., Mansell, W., et al. (2010). Memorias e imágenes intrusivas en
el trastorno bipolar. Investigación y Terapia del Comportamiento, 48, 698-703.
Grenier, S., Barrette, A., & Ladouceur, R. (2005). Intolerancia a la incertidumbre e
intolerancia a la ambigüedad. Personalidad y diferencias individuales, 39, 593-600.
Grisham, J. R., Brown, T. A., Savage, C. R., et al. (2007). Deterioro neuropsicológico
asociado al acaparamiento compulsivo. Investigación y Terapia del Comportamiento, 45,
1471-1483.
Gross, J. J. (1998). El campo emergente de la regulación emocional: Una revisión
integradora. Revisión de Psicología General, 2, 271-299.
Gross, J. J., & Thompson, R. A. (2007). Regulación de las emociones: Fundamentos conceptuales.
En J. J.
Gross (Ed.), Manual de regulación de emociones. Nueva York: Guilford.
Hackmann, A. (1998). Trabajar con imágenes en psicología clínica. En A. S. Bellack & M.
Hersen (Eds.), Psicología clínica integral, (Vol. 6). Nueva York: Elsevier.
Hackmann, A. (2011). Imágenes que prescriben en el trastorno de estrés postraumático.
Práctica Cognitiva y Conductual, 18, 424-432.
Hackmann, A., Bennett-Levy, J., & Holmes, E. A. (2011). Guía de Oxford sobre imágenes en
terapia cognitiva. Nueva York: Oxford University Press.
Hackmann, A., & Holmes, E. A. (2004). Reflexionando sobre las imágenes. Memoria, 12,
389-402.
Harned, M. S., Korslund, K. E., Foa, E. B., et al. (2012). Tratamiento del TEPT en mujeres
suicidas y autolesionadas con trastorno límite de la personalidad. Investigación y Terapia
del Comportamiento, 50, 381-386.
Hart, T. A., Mora, D. B., Palyo, S. A., et al. (2008). Desarrollo y examen de la Escala de
Ansiedad de Apariencia Social. Evaluación, 15, 48-59.
Harvey, A. G., Murray, G., Chandler, R. A., et al. (2011). Trastorno del sueño como
transdiagonal-tic. Clinical Psychology Review, 31, 225-235.
Harvey, A. G., Watkins, E. R., Mansell, W., et al. (2004). Procesos cognitivos conductuales a
través de trastornos psicológicos. Oxford: Oxford University Press.
Hayes, A. M., Beevers, C., Feldman, G., et al. (2005). Evitación y procesamiento emocional
como predictores de cambio de síntomas y crecimiento positivo en una terapia
integradora para la depresión. Revista Internacional de Medicina del Comportamiento, 13,
111-122.
214
Referencias\
Hayes, A. M., Feldman, G. C., Beevers, C. G., et al. (2007). Discontinuidades y cambios
cognitivos en una terapia cognitiva para la depresión basada en la exposición. Revista de
Consultoría y Psicología Clínica, 75, 409-421.
Hayes, S.C. (1994). Contenido, contexto y tipos de aceptación psicológica. En S. C. Hayes,
N. S. Jacobson, V. M. Folette, et al. (Eds.), Aceptación y cambio. Reno, NV: Prensa de
contexto.
Hayes, S. C., Strosahl, K. D., & Wilson, K. G. (2012). Terapia de aceptación y compromiso (2da
ed.). Nueva York: Guilford.
Hayes, S. C., Wilson, K. G., Gifford, E. V., et al. (1996). Evitación emocional y trastornos
del comportamiento. Revista de Consultoría y Psicología Clínica, 64, 1152-1168.
Hayes-Skelton, S. A., Usmani, A., Lee, J. K., et al. (2012). Una mirada fresca a los
potenciales mecanismos de cambio en la relajación aplicada para el trastorno de
ansiedad generalizada. Práctica cognitiva y conductual, 19, 451-462.
Haynes, S.N. (1992). Modelos de causalidad en psicopatología. Nueva York: Macmillan.
Haynes, S. N., O’Brien, W. H., Keawe’aimoku, J., y otros (2012). Conceptos de causalidad
en psicopatología. Journal of Unified Psychotherapy and Clinical Science, 1, 87-103.
Hebert, E. A., Dugas, M. J., Tulloch, T. G., et al. (2014). Creencias positivas sobre la
preocupación: Una evaluación psy-cométrica del Por qué preocuparse - II. Personalidad y
diferencias individuales, 56, 3-8.
Herpertz, S. C., Dietrich, T. M., Wenning, B., et al. (2001). Evidencia de funcionamiento
anormal de la amígdala en trastorno límite de la personalidad. Psiquiatría Biológica, 50,
292-298.
Hewitt, P. L., & Flett, G. L. (1991). Perfeccionismo en el yo y contextos sociales. Revista de
Personalidad y Psicología Social, 60, 456-470.
Hewitt, P. L., & Flett, G. L. (2002). Perfeccionismo y procesos de estrés en psicopatología.
En G. L. Flett & P. L. Hewitt (Eds.), Perfeccionismo. Washington, DC: Asociación
Psicológica Americana.
Hill, C. E., & Knox, S. (2002). La auto-revelación. En J. C. Norcross (Ed.), las relaciones
psicoterapéuticas que funcionan. Nueva York: Oxford University Press.
Hirschfield, R., Williams, J. B. W., Spitzer, R. L., et al. (2000). Desarrollo y validación de un
instrumento de tamizaje para el trastorno del espectro bipolar: El Cuestionario de
Trastornos del Estado de Ánimo. American Journal of Psychiatry, 1857, 1873-1875.
Holmes, E. A., & Mathews, A. (2010). Imágenes mentales en trastornos emocionales y
emocionales.
Clinical Psychology Review, 30, 349-362.
Hong, J. J., Beckner, V., Persons, J. B., et al. (2011). Formulario de asignación de sesiones y
comentarios - v.10 (SAFF). Oakland, CA. Disponible en
http://www.sfbacct.com/images/stories/ session_Assignment_and_feedback_form_v11-
2.pdf.
Horvath, A. O., & Bedi, R. P. (2002). La alianza. En J. C. Norcross (Ed.), relaciones de
psicoterapia que funcionan. Nueva York: Oxford University Press.
Ingram, R. E. (1990). Atención autoenfocada en trastornos clínicos. Boletín Psicológico, 109,
156-176.
Insel, T. (2013). Blog del director: Transformar el diagnóstico [Blog post, 29 de abril de 2013].
Recuperado de http://www.nimh.nih.gov/about/director/2013/transforming-
diagnosis.shtml.
215
La hoja de ruta transdiagnóstica para la formulación de casos y la planificación del tratamiento
Jacobson, E. (1938). Relajación progresiva (2a ed.). Chicago: Chicago University Press.
Jacobson, N. S., Martell, C. R., & Dimidjian, S. (2001). Tratamiento de activación
conductual para la depresión. Psicología clínica: Ciencia y práctica, 8, 255-270.
Jones, E. E., Kanouse, D. E., Kelley, H. H., et al. (Eds.). (1971). Atribución: Percibir el
causas de comportamiento. Morristown, NJ: Prensa General de Aprendizaje.
Julien, D., O’Connor, K. P., Aardema, F., et al. (2006). La especificidad de los dominios de
creencia en subtipos obsesivo-compulsivos. Personalidad y diferencias individuales, 41,
1205-1216.
Kabat-Zinn, J. (1990). Una catástrofe total. Nueva York: Delacorte.
Kabat-Zinn, J. (1994). Donde quiera que vayas, ahí estás. Nueva York: Hyperion.
Kelly, R. E., Mansell, W., Wood, A. M., et al. (2011). Las valoraciones extremas positivas y
negativas de los estados activados interactúan para discriminar el trastorno bipolar de la
depresión unipolar y los controles no clínicos. Journal of Affective Disorders, 134, 438-
443.
Kendall, P. C., & Beidas, R. (2007). Suavizar el camino para la difusión de prácticas basadas
en la evidencia para los jóvenes. Psicología profesional: Investigación y Práctica, 38, 13-20.
Kendall, P. C., Chu, B., Gifford, A., et al. (1998). Respirar vida en un manual. Práctica
cognitiva y conductual, 5, 177-198.
Kendall, P. C., Gosch, E., Furr, J., et al. (2008). Flexibilidad dentro de la fidelidad. Journal of
the American Academy of Child and Adolescent Psychiatry, 47, 987-993.
Keough, M. E., Riccardi, C. J., Timpano, K. R., et al. (2010). Sintomatología de ansiedad: La
asociación con tolerancia a la angustia y sensibilidad a la ansiedad. Terapia del
comportamiento, 41, 567-574.
Keough, M. E., Timpano, K. R., Riccardi, C. J., et al. (2010). La supresión de los osos
blancos interactúa con la sensibilidad a la ansiedad para predecir el estado de ánimo y
los síntomas de ansiedad. Personalidad y diferencias individuales, 49, 408-413.
Kessler, R. C., Chiu, W. T., Demler, O., y otros (2005). Prevalencia, severidad y
comorbilidad de los trastornos de 12 meses del DSM-IV en la Replicación de la
Encuesta Nacional de Comorbilidad. Archivos de Psiquiatría General, 62, 617-627.
Keuthen, N. J., Rothbaum, B. O., Fama, J., et al. (2012). Tratamiento cognitivo-conductual
potenciado por DBT para tricotilomanía. Journal of Behavioral Addictions, 1, 1-9.
Kim, S., Yu, B. H., Lee, D. S., et al. (2012). Respuesta ruminativa en pacientes clínicos con
trastorno depresivo mayor, trastorno bipolar y trastornos de ansiedad. Journal of
Affective Disorders, 136, e77-e81.
Kimble, M. O., Riggs, D. S., & Keane, T. M. (1998). Tratamiento cognitivo conductual para
casos complicados de estrés postraumático. En N. Tarrier, A. Wells, & G. Haddock
(Eds.), Tratamiento de casos complejos: El enfoque cognitivo conductual. Nueva York: Wiley.
Klein, D.F. (1993). Falsas alarmas de asfixia, pánicos espontáneos y afecciones relacionadas.
Archivos de Psiquiatría General, 50, 306-317.
Koerner, K. (2012). Haciendo terapia dialéctica de comportamiento. Nueva York: Guilford.
Koerner, K., Dimeff, L. A., y Swenson, C. R. (2007). Adoptar o adaptar: La fidelidad
importa. En L. A. Dimeff & K. Koerner (Eds.), terapia dialéctica del comportamiento en la
práctica clínica. Nueva York: Guilford.
216
Referencias\
Koerner, N., & Dugas, M. J. (2006). Modelo cognitivo del trastorno de ansiedad
generalizada: El papel de la intolerancia a la incertidumbre. En G. C. L. Davey & A.
Wells (Eds.), Worry y sus trastornos psicológicos. Sussex, Reino Unido: Wiley.
Koerner, N., & Dugas, M. J. (2008). Una investigación de valoraciones en individuos
vulnerables a preocupaciones excesivas: El papel de la intolerancia a la incertidumbre.
Terapia Cognitiva e Investigación, 32, 619-638.
Kohlenberg, R. J., & Tsai, M. (1991). Psicoterapia analítica funcional. Nueva York: Prensa de
Pleno.
Korzekwa, M. I., Dell, P. F., Links, P. S., et al. (2009). Disociación en trastorno límite de la
personalidad. Journal of Trauma and Dissociation, 10, 346-367.
Kumpula, M. J., Orcutt, H. K., Bardeen, J. R., et al. (2011). La disociación peritraumática y
la evitación experiencial como predictores prospectivos de síntomas de estrés
postraumático. Journal of Anormal Psychology, 120, 617-627.
Kuyken, W., Padesky, C. A., y Dudley, R. (2009). Conceptualización colaborativa de casos.
Nueva York: Guilford.
La Bash, H., & Papa, A. (2013). Síntomas de vergüenza y PTSD. Trauma psicológico: Teoría,
Investigación, práctica y política, DOI: 10.1037/a0032637.
Lambert, M. J. (2010). Prevención del fracaso del tratamiento: El uso de la medición, el seguimiento
y
retroalimentación en la práctica clínica. Washington, DC: Asociación Psicológica
Americana.
Lambert, M. J., & Barley, D. E. (2002). Resumen de la investigación sobre la relación
terapéutica y los resultados de la psicoterapia. En J. C. Norcross (Ed.), relaciones de
psicoterapia que funcionan. Nueva York: Oxford University Press.
Lambert, M. J., Harmon, C., Slade, K., et al. (2005). Proporcionar retroalimentación a los
psicoterapeutas sobre el progreso de sus pacientes. Journal of Clinical Psychology, 61, 165-
174.
Leahy, R. L., Tirch, D., & Napolitano, L. A. (2011). Regulación de las emociones en psicoterapia.
Nueva York: Guilford.
Lee, D.A. (2005). El perfecto nutridor: Un modelo para desarrollar una mente compasiva
en el contexto de la terapia cognitiva. En P. Gilbert (Ed.), Compasión. Londres: Brunner-
Routledge.
Lee, D. A., Scragg, P., & Turner, S. (2001). El papel de la vergüenza y la culpa en los sucesos
traumáticos.
British Journal of Medical Psychology, 74, 451-466.
Levenson, J. C., Nusslock, R., & Frank, E. (2013). Acontecimientos de la vida, trastornos del
sueño y manía.
Psicología clínica: Ciencia y práctica, 20, 195-210.
Levinson, C. A., Rodebaugh, T. L., White, E. K., et al. (2013). Ansiedad de apariencia
social, perfeccionismo y miedo a la evaluación negativa: ¿Factores de riesgo distintos o
compartidos para la ansiedad social y los trastornos alimentarios? Apetito, 67, 125-133.
Lewinsohn, P. M. (1974). Una aproximación conductual a la depresión. En R. J. Friedman
& M. Katz (Eds.), La psicología de la depresión. Oxford: Wiley.
Ley, R. (1985). Sangre, aliento y miedos: Una teoría de hiperventilación de ataques de
pánico y agorafobia. Clinical Psychology Review, 5, 271-285.
Leyro, T. M., Zvolensky, M. J., & Bernstein, A. (2010). Tolerancia al malestar y síntomas y
trastornos psicopatológicos. Boletín Psicológico, 136, 576-600.
217
La hoja de ruta transdiagnóstica para la formulación de casos y la planificación del tratamiento
Liao, K. Y., & Wei, M. (2011). Intolerancia a la incertidumbre, depresión y ansiedad: Los roles
moderadores y mediadores de la rumiación. Journal of Clinical Psychology, 67, 1220-1239.
Linehan, M. M. (1993a). Tratamiento cognitivo-conductual del trastorno límite de la personalidad.
Nueva York: Guilford.
Linehan, M. M. (1993b). Manual de entrenamiento de habilidades para tratar el trastorno límite de
la personalidad. Nueva York: Guilford.
Linehan, M. M., Bohus, M., & Lynch, T. R. (2007). Terapia dialéctica conductual para la
desregulación emocional perva-siva. En J. J. Gross (Ed.), Manual de regulación de las
emociones. Nueva York: Guilford.
Lovibond, S. H., & Lovibond, P. F. (1995). Manual para las Escalas de Estrés por Ansiedad
Depresiva (2da ed.). Sydney, AU: Fundación de Psicología.
Lunsford-Avery, J. R., & Mittal, V. A. (2013). Disfunción del sueño antes del inicio de la
esquizo-frenia. Psicología clínica: Ciencia y práctica, 20, 291-320.
Lynch, T. R., Chapman, A. L., Rosenthal, M. Z., et al. (2006). Mecanismos de cambio en la
terapia dialéctica conductual. Journal of Clinical Psychology, 62, 459-480.
Macatee, R. J., Capron, D. W., & Schmidt, N. B., et al. (2013). Un examen de la baja
tolerancia al estrés y los factores estresantes de la vida como factores subyacentes de las
obsesiones. Journal of Psychiatric Research, 47, 1462-1468.
Magee, J. C., Harden, K. P., & Teachman, B. A. (2012). Psicopatología y supresión del
pensamiento. Revista de Psicología Clínica, 32, 189-201.
Mahoney, A. E. J., & McEvoy, P. M. (2012). Un examen transdiagnóstico de intolerancia a
la incertidumbre a través de la ansiedad y los trastornos depresivos. Terapia del
Comportamiento Cognitivo, 41, 212-222.
Mahoney, A. E. J., McEvoy, P. M., & Molds, M. L. (2012). Propiedades psicométricas del
Repetitive Thinking Questionnaire en una muestra clínica. Journal of Anxiety Disorders,
26, 359-367.
Malta, L. S. (2012). Allostasis: El emperador de todas las enfermedades (relacionadas con el
trauma). Clínico
Psicología: Ciencia y práctica, 19, 241-259.
Mansell, W., Harvey, A., Watkins, E., et al. (2009). Fundamentos conceptuales del enfoque
transdiagnóstico de la TCC. Journal of Cognitive Psychotherapy, 23, 6-19.
Mansell, W., Paszek, G., Seal, K., et al. (2011). Valoraciones extremas de los estados
internos en el trastorno bipolar. Terapia Cognitiva e Investigación. 35, 87-97.
Manser, R., Cooper, M., & Trefusis, J. (2012). Creencias sobre las emociones como
constructo metacognitivo. Psicología Clínica y Psicoterapia, 19, 235-246.
Mansueto, C. S., Golomb, R. G., Thomas, A. M., et al. (1999). Un modelo integral para el
tratamiento conductual de la tricotilomanía. Práctica Cognitiva y Conductual, 6, 23-43.
Martell, C. R., Dimidjian, S., & Herman-Dunn, R. (2010). Activación conductual para la
depresión:
Una guía del clínico. Nueva York: Guilford.
Matthews, A., & MacLeod, C. (2005). Vulnerabilidad cognitiva a trastornos emocionales.
Revista Anual de Psicología Clínica, 1, 167-195.
Maydeu-Olivares, A., y D’Zurilla, T. J. (1996). Estudio factorial-analítico del inventario de
resolución de problemas sociales. Terapia Cognitiva e Investigación, 20, 115-133.
218
Referencias
\
Mazzucchelli, T. G., & Sanders, M. R. (2010). Facilitar la flexibilidad del practicante dentro
de una intervención con soporte empírico: Lecciones de un sistema de apoyo a los
padres. Psicología clínica: Ciencia y práctica, 17, 238-252.
McCullough, J. P. (2000). Tratamiento de la depresión crónica: Sistema de análisis cognitivo
conductual
de psicoterapia (CBASP). Nueva York: Guilford.
McEvoy, P. M., & Mahoney, A. E. J. (2011). Lograr certeza sobre la estructura de la
intolerancia a la incertidumbre en una muestra buscadora de tratamiento con ansiedad
y depresión. Journal of Anxiety Disorders, 25, 112-122.
McEvoy, P. M., & Mahoney, A. E. J. (2012). Sin duda, sin duda: La intolerancia a la
incertidumbre media los síntomas de varios trastornos de ansiedad y depresión. Terapia
del comportamiento, 43, 533-545.
McEvoy, P. M., Mahoney, A. E. J., & Molds, M. (2010). ¿Son iguales la preocupación, la
rumiación y el procesamiento posterior al evento? Desarrollo del Cuestionario de
Pensamiento Negativo Repetitivo. Journal of Anxiety Disorders, 24, 509-519.
McEvoy, P. M., Molds, M. L., & Mahoney, A. E. J. (2013). Mecanismos que impulsan el
pensamiento negativo repetitivo pre y post-estresor. Journal of Behavior Therapy and
Experimental Psychiatry, 44, 84-93.
McHugh, R. K., y Otto, M. W. (2012). Refinando la medida de la intolerancia a la angustia.
Terapia del comportamiento, 43, 641-651.
McHugh, R. K., Reynolds, E. K., Leyro, T. M., et al. (2013). Un examen de la asociación de
la intolerancia a la angustia y la regulación emocional con la evitación. Terapia Cognitiva
e Investigación, 37, 363-367.
McKay, M., Fanning, P., & Zurita Ona, P. (2011). Mente y emociones. Oakland, CA: Nuevo
Harbinger.
McLaughlin, K. A., & Nolen-Hoeksema, S. (2011). La rumiación como factor
transdiagnóstico en depresión y ansiedad. Investigación y Terapia del Comportamiento, 49,
186-193.
Medley, A. N., Capron, D. W., Korte, K. J., et al. (2013). Sensibilidad a la ansiedad: Un
potencial factor de vulnerabilidad para el acaparamiento compulsivo. Terapia del
Comportamiento Cognitivo, 42, 45-55.
Meeten, F., Dash, S. R., Scarlet, A. L. S., et al. (2012). Investigar el efecto de la intolerancia
de la incertidumbre sobre la preocupación catastrófica y el estado de ánimo.
Investigación y Terapia del Comportamiento, 50, 690-698.
Metcalf, L. (2007). La pregunta milagrosa. Bethel, CT: Crown House.
Meuret, A. E., Rosenfield, D., Seidel, A., et al. (2010). Mediadores respiratorios y cognitivos
del cambio de tratamiento en el trastorno de pánico. Revista de Consultoría y Psicología
Clínica, 78, 691-704.
Meuret, A. E., Twohig, M. P., Rosenfield, D., et al. (2012). Terapia breve de aceptación y
compromiso y exposición al trastorno de pánico. Práctica Cognitiva y Conductual, 19, 606-
618.
Meuret, A. E., Wolitzky-Taylor, K. B., Twohig, M. P., et al. (2012). Habilidades de
afrontamiento y terapia de exposición en trastorno de pánico y agorafobia. Terapia del
comportamiento, 43, 271-284.
Meyer, T. J., Miller, M. L., Metzger, R. L., et al. (1990). Desarrollo y validación del
Cuestionario de Preocupación de Penn State. Investigación y Terapia del Comportamiento,
28, 487-495.
219
La hoja de ruta transdiagnóstica para la formulación de casos y la planificación del tratamiento
Miklowitz, D. J., & Johnson, S. L. (2006). La psicopatología y el tratamiento del trastorno
bipolar. Revista Anual de Psicología Clínica, 2, 1999-235.
Miller, W. R., & Rollnick, S. (2012). Entrevista motivacional (3ª ed.). Nueva York: Guilford.
Mitchell, M. A., Riccardi, C. J., Keough, M. E., et al. (2013). Comprender las asociaciones
entre sensibilidad a la ansiedad, tolerancia a la angustia e intolerancia a la
incomodidad. Journal of Anxiety Disorders, 27, 147-154.
Moeller, F. G., Barratt, E. S., Dougherty, D. M., et al. (2001). Aspectos psiquiátricos de la
impulsividad. American Journal of Psychiatry, 158, 1783-1793.
Mor, N., & Winquist, J. (2002). Atención centrada en uno mismo y efecto negativo. Boletín
Psicológico, 128, 638-662.
Morin, C. M., & Espie, C. A. (2012). El manual de Oxford de trastornos del sueño y del sueño.
Nueva York: Oxford University Press.
Morris, A. S., Silk, J. S., Steinberg, L., et al. (2007). El papel del contexto familiar en el
desarrollo de la regulación emocional. Desarrollo Social, 16, 361-388.
Mowrer, O.A. (1960). Aprendiendo teoría y comportamiento. Nueva York: Wiley.
Munsey, C. (2010). Se acercan pautas de tratamiento. Monitor de Psicología, 41, 30-31.
Muraven, M. (2005). La atención centrada en uno mismo y la autorregulación de la
atención. Revista de Psicología Social y Clínica, 24, 382-400.
Myers, S. G., & Wells, A. (2005). Síntomas obsesivo-compulsivos: El aporte de las
metacogniciones y la responsabilidad. Journal of Anxiety Disorders, 19, 806-817.
Naragon-Gainey, K. (2010). Meta-análisis de las relaciones de la ansiedad y sensibilidad a los
trastornos depresivos y de ansiedad. Boletín Psicológico, 136, 128-150.
Neziroglu, F., Khemlani-Patel, S., & Veale, D. (2008). Teoría del aprendizaje social y
modelos cognitivo conductuales del trastorno dismórfico corporal. Imagen corporal, 5,
28-38.
Nezu, A. M., & Nezu, C. M. (1995). Toma de decisiones clínicas en la práctica diaria.
Práctica Cognitiva y Conductual, 2, 5-25.
Nezu, A. M., Nezu, C. M., & D’Zurilla, T. J. (2013). Terapia de resolución de problemas: Un
tratamiento
manual. Nueva York: Springer.
Nezu, A. M., Nezu, C. M., & Lombardo, E. (2004). Formulación de casos cognitivo-conductuales
y diseño de tratamientos. Nueva York: Springer.
Nezu, A. M., Ronan, G. F., Meadows, E. A., et al. (2000). Guía del profesional para medidas
empíricas de depresión. Nueva York: Springer.
Nigg, J. T. (2000). Sobre la inhibición/desinhibición en la psicopatología del desarrollo.
Boletín Psicológico, 126, 220-246.
Nikolas, M., Klump, K. L., & Burt, S. A. (2012). Valoraciones juveniles del conflicto
interparental y contribuciones genéticas y ambientales al trastorno por déficit de
atención con hiperactividad. Journal of Anormal Child Psychology, 40, 543-554.
Nolen-Hoeksema, S. (1991). Respuestas a la depresión y sus efectos sobre la duración de los
episodios depresivos. Journal of Anormal Psychology, 100, 569-582.
Nolen-Hoeksema, S., Wisco, B. E., & Lyubomirsky, S. (2008). Repensando la rumiación.
Perspectivas de la Ciencia Psicológica, 3, 400-424.
220
Referencias
\
Norcross, J. C. (2010). La relación terapéutica. En B. L. Duncan, S. D. Miller, B. E. Wampold, et
al. (Eds.), The heart and soul of change: Entregar lo que funciona en terapia (2da ed.). Washington,
DC: Asociación Psicológica Americana.
Norton, P. J. (2012). Terapia cognitivo-conductual grupal de ansiedad. Nueva York: Guilford.
Grupo de Trabajo de Cogniciones Compulsivas Obsesivas. (1997). Evaluación cognitiva del
trastorno obsesivo-compulsivo. Investigación y Terapia del Comportamiento, 35, 667-681.
Grupo de Trabajo de Cogniciones Compulsivas Obsesivas. (2005). Validación psicométrica del
Cuestionario de Creencias Obsesivas e Interpretación del Inventario de Intrusos: Parte 2. Análisis
factorial y pruebas de una versión breve. Investigación y Terapia del Comportamiento, 43, 1527-1542.
Olatunji, B. O., Deacon, B. J., Abramowitz, J. S., et al. (2007). Vigilancia corporal en muestras no
clínicas y de trastorno de ansiedad. Terapia del Comportamiento, 38, 392-401.
Olatunji, B. O., Naragon-Gainey, K., & Wolitzky-Taylor, K. B. (2013). Especificidad de la rumina en
ansiedad y depresión. Psicología clínica: Ciencia y práctica, 20, 225-257.
Overholser, J. C. (2011). Empiricismo colaborativo, descubrimiento guiado y método socrático:
Procesos centrales para una terapia cognitiva efectiva. Psicología clínica: Ciencia y práctica, 18, 62-
66.
Padesky, C.A. (1994). Procesos de cambio de esquema en terapia cognitiva. Psicología Clínica y
Psicoterapia, 1, 267-278.
Papageorgiou, C., & Wells, A. (1998). Efectos del entrenamiento de atención sobre la
hipocondriasis.
Medicina Psicológica, 29, 193-200.
Pennebaker, J. W. (2010). Escritura expresiva en un entorno clínico. Practicante Independiente, 30,
23-25.
Perlis, M., Aloia, M., & Kuhn, B. (Eds.). (2011). Tratamientos conductuales para trastornos del sueño.
Londres: Elsevier.
Personas, J. B. (1989). La terapia cognitiva en la práctica: Un enfoque de formulación de casos. Nueva
York:
Norton.
Personas, J. B. (2008). El enfoque de formulación de caso para la terapia cognitivo-conductual. Nueva
York:
Guilford.
Persons, J. B., Beckner, V. L., & Tompkins, M. A. (2013). Probando hipótesis de formulación de
caso en psicoterapia. Práctica Cognitiva y Conductual, 20, 399-409.
Persons, J. B., & Davidson, J. (2010). Formulación de caso cognitivo-conductual. En K. S. Dobson
(Ed.), Manual de terapias cognitivo-conductuales (3ª ed.). Nueva York: Guilford.
Persons, J. B., Davidson, J., & Tompkins, M. A. (2001). Componentes esenciales de la terapia cognitivo-
conductual para la depresión. Washington, DC: Asociación Psicológica Americana.
Persons, J. B., Roberts, N. A., Zalecki, C. A., y otros (2006). Resultado naturalista de la terapia
cognitivo-conductual basada en la formulación de casos para pacientes ambulatorios con
depresión ansiosa. Investigación y Terapia del Comportamiento, 44, 1041-1051.
Peters, J. R., Geiger, P. J., Smart, L. M., et al. (2013). Vergüenza y rasgos de personalidad límite: El
potencial papel mediador de la ira y la ira rumiación. Trastornos de la personalidad: Teoría,
investigación y tratamiento, PMID: 23834517.
Pinto-Gouveia, J., Castilho, P., Matos, M., et al. (2013). Centralidad de los recuerdos de vergüenza
y psicopatología. Psicología clínica: Ciencia y práctica, 20, 323-334.
221
La hoja de ruta transdiagnóstica para la formulación de casos y la planificación del tratamiento
Prochaska, J., & DiClemente, C. (1984). El enfoque transteórico. Homewood, IL: Dow Jones-
Irwin.
Purdon, C. (1999). Supresión del pensamiento y psicopatología. Investigación y Terapia del
Comportamiento, 37, 1029-1054.
Quraishi, S., & Frangou, S. (2002). Neuropsicología del trastorno bipolar. Journal of Affective
Disorders, 72, 209-226.
Rachman, S.J. (1993). Obsesiones, responsabilidad y culpa. Investigación y Terapia del
Comportamiento, 31, 149-154.
Rachman, S. J., Radomsky, A. S., & Shafran, R. (2008). Comportamiento de seguridad: Una
reconsideración.
Investigación y Terapia del Comportamiento, 46, 163-173.
Rachman, S. J., Thordarson, D. S., Shafran, R., et al. (1995). Responsabilidad percibida:
Estructura y significación. Investigación y Terapia del Comportamiento, 33, 779-784.
Ramnerö, J., & Törneke, N. (2008). Los ABC del comportamiento humano: Principios conductuales
para el
clínico en ejercicio. Oakland, CA: Nuevo Harbinger
Rampacher, F., Lennertz, L., Vogely, A., et al. (2010). Evidencia de déficits cognitivos
específicos en el procesamiento de información visual en pacientes con TOC
comparados con pacientes con depresión unipolar. Avances en Neuropsicofarmacología y
Psiquiatría Biológica, 34, 984-991.
Rapee, R. M., & Heimberg, R. G. (1997). Un modelo cognitivo-conductual de ansiedad en
la fobia social. Investigación y Terapia del Comportamiento, 35, 741-756.
Reardon, J. M., & Williams, N. L. (2007). La especificidad de las vulnerabilidades cognitivas
a los trastornos emocionales: Sensibilidad a la ansiedad, vulnerabilidad en ciernes y
estilo explicativo. Journal of Anxiety Disorders, 21, 625-643.
Reilly, P. M., Shopshire, M. S., Durazzo, T. C., et al. (2002). Manejo de la ira por abuso de
sustancias y clientes de salud mental. Rockville, MD: Departamento de Salud y Servicios
Humanos de Estados Unidos.
Reiss, S. (1991). Modelo de expectativa de miedo, ansiedad y pánico. Clinical Psychology
Review, 11, 141-153.
Reiss, S., & McNally, R. J. (1985). Modelo de expectativa del miedo. En S. Reiss & R. R.
Bootzin (Eds.), Cuestiones teóricas en la terapia del comportamiento. San Diego, CA: Prensa
Académica.
Reiss, S., Peterson, R. A., Gursky, D. M., et al. (1986). Sensibilidad a la ansiedad, frecuencia
de ansiedad y predicción del miedo. Investigación y Terapia del Comportamiento, 24, 1-8.
Resick, P. A., & Schnicke, M. K. (1996). Terapia de procesamiento cognitivo para víctimas de
violación. Londres:
Sage Publications.
Richards, J. M., Daughters, S. B., Bornovalova, M. A., et al. (2011). Trastornos por uso de
sustancias. En A. Bernstein, M. J. Zvolensky, y A. A. Vujanovic (Eds.), tolerancia a la
angustia. Nueva York: Guilford.
Riley, C., Lee, M., Cooper, Z., et al. (2007). Ensayo controlado aleatorizado de terapia
cognitivo-conductual para perfeccionismo clínico. Investigación y Terapia del
Comportamiento, 45, 2221-2231.
222
Referencias\
Rizvi, S. L., & Harned, M. S. (2013). Aumento de la eficacia y eficiencia del tratamiento:
Repensar los enfoques para evaluar y tratar los trastornos comórbidos. Psicología clínica:
Ciencia y práctica, 20, 285-290.
Robichaud, M. (2013). Terapia cognitiva conductual dirigida a la intolerancia a la
incertidumbre.
Práctica Cognitiva y Conductual, 20, 251-263.
Robichaud, M., & Dugas, M. J. (2005). Orientación negativa del problema: Parte I.
Propiedades psicométricas de una nueva medida. Investigación y Terapia del
Comportamiento, 43, 391-401.
Rodebaugh, T. L., Weeks, J. W., Gordon, E. A., et al. (2012). La relación longitudinal entre
el miedo a la evaluación positiva y el miedo a la evaluación negativa. Ansiedad, estrés y
afrontamiento, 25, 167-182.
Rogers, C.R. (1951). Terapia centrada en el cliente. Boston: Houghton Mifflin.
Rosenthal, M. Z., Cheavens, J. S., Lynch, T. R., et al. (2006). La supresión del pensamiento
media en la relación entre el estado de ánimo negativo y el TEPT en mujeres agredidas
sexualmente. Journal of Traumatic Stress, 19, 741-745.
Rottenberg, J., Wilhelm, F. H., Gross, J. J., et al. (2002). Arritmia sinusal respiratoria como
predictor de desenlace en el trastorno depresivo mayor. Journal of Affective Disorders, 71,
265-272.
Rüsch, N., Lieb, K., Göttler, I., et al. (2007). Vergüenza y autoconcepto implícito en mujeres
con trastorno límite de la personalidad. American Journal of Psychiatry, 164, 500-508.
Safren, S. A., Sprich, S., Perlman, C. A., et al. (2005). Dominar tu TDAH adulto. Nueva York:
Oxford University Press.
Salavert, J., Gasol, M., Vieta, E., et al. (2011). Disfunción fronto-límbica en trastorno límite
de la personalidad. Journal of Affective Disorders, 131, 260-267.
Salkovskis, P. M. (1991). La importancia del comportamiento en el mantenimiento de la
ansiedad y el pánico. Psicoterapia Conductual, 19, 6-19.
Salkovskis, P. M., Shafran, R., Rachman, S. J., et al. (1999). Múltiples vías para inflar
creencias de responsabilidad en problemas obsesivos. Investigación y Terapia del
Comportamiento, 37, 1055-1072.
Salkovskis, P. M., Wroe, A. L., Gledhill, A. et al. (2000). Las actitudes de responsabilidad y
las interpretaciones son características del trastorno obsesivo compulsivo. Investigación y
Terapia del Comportamiento, 38, 347-372.
Sandoz, E. K., Wilson, K. G., & DuFrene, T. (2010). Terapia de aceptación y compromiso para
trastornos de la conducta alimentaria. Oakland, CA: Nuevo Harbinger.
Schmidt, N. B., Buckner, J. D., & Keough, M. E. (2007). Sensibilidad a la ansiedad como
predictor prospectivo de trastornos por consumo de alcohol. Modificación del
comportamiento, 31, 202-219.
Schmidt, N. B., Eggleston, A. M., Woolaway-Bickel, K., et al. (2007). Entrenamiento para
mejorar la sensibilidad a la ansiedad (ASAT). Journal of Anxiety Disorders, 21, 302-319.
Schmidt, N. B., Mitchell, M. A., Keough, M. E., et al. (2011). Tolerancia al malestar en la
ansiedad y sus trastornos. En A. Bernstein, M. J. Zvolensky, y A. A. Vujanovic (Eds.),
tolerancia a la angustia. Nueva York: Guilford.
Schmidt, N. B., Richey, J. A., Cromer, K. R., et al. (2007). Intolerancia al malestar: Evaluación
de un factor de riesgo potencial para la psicopatología de la ansiedad. Terapia del
comportamiento, 38, 247-255.
223
La hoja de ruta transdiagnóstica para la formulación de casos y la planificación del tratamiento
Schmidt, N. B., Richey, J. A., & Fitzpatrick, K. K. (2006). Intolerancia al malestar:
Desarrollo de un constructo y medida relevante para el trastorno de pánico. Journal of
Anxiety Disorders, 20, 263-280.
Schreiber, F., Heimlich, C., Schweitzer, C., et al. (2013). Terapia cognitiva para el trastorno
de ansiedad social: El impacto del "experimento de comportamientos de seguridad y
atención enfocados en sí mismos" en el curso del tratamiento. Psicoterapia conductual y
cognitiva, DOI: http://dx.doi. org/10.1017/S1352465813000672.
Schultz, L. T., y Heimberg, R. G. (2008). Enfoque atencional en el trastorno de ansiedad
social:
Potencial para procesos interactivos. Clinical Psychology Review, 28, 1206-1221.
Searson, R., Mansell, W., Lowens, I., et al. (2012). Piense efectivamente en los cambios de
humor (TEAMS): Serie de casos de terapia cognitivo-conductual para trastornos
bipolares. Journal of Behavior Therapy and Experimental Psychiatry, 43, 770-779.
Segal, Z. V., Williams, M. G., & Teasdale, J. D. (2002). Terapia cognitiva basada en la atención
plena para la depresión. Nueva York: Guilford.
Shafran, R., Cooper, Z., y Fairburn, C. G. (2002). Perfeccionismo clínico: Un análisis
cognitivo-conductual. Investigación y Terapia del Comportamiento, 40, 773-791.
Shafran, R., Egan, S., & Wade, T. (2010). Superando el perfeccionismo. Londres: Robinson.
Shafran, R., & Rachman, S. (2004). Fusión pensamiento-acción: Una revisión. Journal of
Behavior Therapy and Experimental Psychiatry, 35, 87-107.
Shafran, R., Thordarson, D. S., & Rachman, S. (1996). Fusión pensamiento-acción en
trastorno obsesivo compulsivo. Journal of Anxiety Disorders, 10, 379-391.
Shapiro, S. L., Carlson, L. E., Astin, J. A., et al. (2006). Mecanismos de atención plena.
Journal of Clinical Psychology, 62, 373-386.
Shimokawa, K., Lambert, M. J., & Smart, D. W. (2010). Mejorar los resultados del
tratamiento de pacientes con riesgo de fracaso del tratamiento. Revista de Consultoría y
Psicología Clínica, 78, 298-311.
Shipherd, J. C., & Salters-Pedneault, K. (2008). Atención, memoria, pensamientos
intrusivos y aceptación en el TEPT. Práctica Cognitiva y Conductual, 15, 349-363.
Siegle, G. J., Ghinassi, F., & Thase, M. E. (2007). Las terapias neuroconductuales en el siglo
XXI. Terapia Cognitiva e Investigación, 31, 235-262.
Siev, J., & Chambless, D. L. (2007). Especificidad de los efectos del tratamiento: Terapia
cognitiva y relajación para trastornos de ansiedad generalizada. Revista de Consultoría y
Psicología Clínica, 75, 513-522.
Simons, J. S., & Gaher, R. M. (2005). La Escala de Tolerancia al Estrés: Desarrollo y
validación de una medida de autoinforme. Motivación y Emoción, 29, 83-102.
Cantante, J. A. (2004). Identidad narrativa y creación de significados a lo largo de la vida.
Journal of Personality, 72, 437-460.
Skinner, B.F. (1953). Ciencia y comportamiento humano. Nueva York: Prensa Libre.
Smits, J. A. J., Berry, A. C., Tart, C. D., et al. (2008). La eficacia de las intervenciones
cognitivo-conductuales para reducir la sensibilidad a la ansiedad. Investigación y Terapia
del Comportamiento, 46, 1047-1054.
224
Referencias
\
Snorrason, I., Belleau, E. L., & Woods, D. W. (2012). ¿Qué relación tienen el trastorno de
la depilación (tricotillomanía) y el trastorno de la depilación? Clinical Psychology Review,
32, 618-629.
Solanto, M. V. (2011). Terapia cognitivo-conductual para el TDAH en adultos: Dirigido a días
ejecutivos-
función. Nueva York: Guilford.
Steele, A., Waite, S., Egan, S. J., et al. (2013). Psicoeducación y terapia cognitivo-conductual
grupal para el perfeccionismo clínico. Psicoterapia conductual y cognitiva, 41, 129-143.
Steil, R., & Ehlers, A. (2000). Significado disfuncional de intrusiones postraumáticas en
TEPT crónico. Investigación y Terapia del Comportamiento, 38, 537-558.
Stewart, S. H., & Kushner, M. G. (2001). Introducción al número especial sobre
"sensibilidad a la ansiedad y comportamientos adictivos". Conducta Adictiva, 26, 775-
785.
Stiglmayr, C. E., Shapiro, D. A., Stieglitz, R. D., et al. (2001). Experiencia de tensión
aversiva y disociación en pacientes femeninas con trastorno límite de la personalidad.
Journal of Psychiatric Research, 35, 111-118.
Storch, E. A., Rasmussen, S. A., Price, L. H., et al. (2010). Desarrollo y evaluación
psicométrica de la Escala Obsesiva-Compulsiva Yale-Brown (2da ed.). Evaluación
Psicológica, 22, 223-232.
Stott, R., Mansell, W., Salkovskis, P., et al. (2010). Guía de Oxford sobre metáforas en la TCC.
Oxford:
Oxford University Press.
Stuewig, J., Tangney, J. P., Heigel, C., et al. (2010). Vergüenza, culpabilidad y mutilación:
Vínculos funcionales entre las emociones morales, externalización de la culpa y
agresión. Journal of Research in Personality, 44, 91-102.
Suveg, C., Morelen, D., Brewer, G. A., et al. (2010). El modelo de desregulación emocional
de la ansiedad. Journal of Anxiety Disorders, 24, 924-930.
Swann, A. C., Dougherty, D. M., Pazzaglia, P. J., et al. (2005). El aumento de la
impulsividad associ con la severidad del historial de intentos de suicidio en pacientes
con trastorno bipolar. American Journal of Psychiatry, 1662, 1680-1687.
Tangney, J. P., & Dearing, R. L. (2002). Vergüenza y culpa. Nueva York: Guilford.
Taylor, S., & Asmundson, G. J. G. (2004). Tratamiento de la ansiedad por salud: Una relación
cognitivo-conductual
enfoque. Nueva York: Guilford.
Taylor, S., & Rachman, S. J. (1991). Miedo a la tristeza. Journal of Anxiety Disorders, 5, 375-
381.
Taylor, S., Zvolensky, M. J., Cox, B. J., et al. (2007). Dimensiones robustas de la sensibilidad
a la ansiedad: Desarrollo y validación inicial del Índice de Sensibilidad a la Ansiedad -
3. Evaluación Psicológica, 19, 176-188.
Teasdale, J. D., & Cox, S. G. (2001). Disforia: Componentes autodevaluativos y afectivos en
pacientes deprimidos recuperados y controles nunca deprimidos. Medicina Psicológica,
31, 1311-1316.
Tee, J., & Kazantzis, N. (2011). Empiricismo colaborativo en terapia cognitiva. Psicología
clínica: Ciencia y práctica, 18, 47-61.
Thayer, J. F., Friedman, B. H., & Borkovec, T. D. (1996). Características autonómicas del
trastorno de ansiedad generalizado y preocupación. Psiquiatría Biológica, 39, 255-266.
225
La hoja de ruta transdiagnóstica para la formulación de casos y la planificación del tratamiento
Tolin, D. F., Woods, C. M., & Abramowitz, J. S. (2003). Relación entre creencias obsesivas y
síntomas obsesivo-compulsivos. Terapia e Investigación Cognitiva, 27, 657-669.
Tolin, D. F., Worhunsky, P., & Maltby, N. (2006). ¿Son las creencias "obsesivas" específicas
del TOC? Una comparación entre los trastornos de ansiedad. Investigación y Terapia del
Comportamiento, 44, 469-480.
Trafton, J. A., & Gifford, E. V. (2011). Bases biológicas de tolerancia a la angustia. En A.
Bernstein, M. J. Zvolensky, y A. A. Vujanovic (Eds.), tolerancia a la angustia. Nueva York:
Guilford.
Treanor, M., Erisman, S. M., Salters-Pedneault, K., et al. (2011). Terapia conductual basada
en la aceptación para el TAG. Depresión y ansiedad, 28, 127-136.
Turk, C. L., Heimberg, R. G., Luterek, J. A., et al. (2005). Desregulación emocional en el
trastorno de ansiedad generalizada. Terapia Cognitiva e Investigación, 29, 89-106.
Utschig, A. C., Presnell, K., Madeley, M. C., et al. (2010). Una investigación sobre la
relación del miedo a la evaluación negativa y la psicopatología bulímica.
Comportamientos alimenticios, 11, 231-238.
Van der Heiden, C. Melchior, K., Muris, P. E. H. M., et al. (2010). Un modelo jerárquico
para las relaciones entre factores de vulnerabilidad generales y específicos y los niveles
de síntomas del trastorno de ansiedad generalizada. Journal of Anxiety Disorders, 24, 284-
289.
Van Vliet, J. (2009). El papel de las atribuciones en el proceso de superación de la
vergüenza. Psicología y Psicoterapia, 82, 137-152.
Vujanovic, A. A., Bernstein, A., & Litz, B. T. (2011). Estrés traumático. En A. Bernstein, M.
J.
Zvolensky, & A. A. Vujanovic (Eds.), tolerancia a la angustia. Nueva York: Guilford.
Vujanovic, A. A., Bonn-Miller, M. O., Potter, C. M., et al. (2011). Evaluación de la relación
entre tolerancia a la angustia y estrés postraumático en una muestra expuesta a trauma.
Journal of Psychopathology and Behavioral Assessment, 33, 129-135.
Warwick, H. M. C., & Salkovskis, P. M. (1990). Hipocondriasis. Investigación y Terapia del
Comportamiento, 28, 105-117.
Watkins, E.R. (2008). Pensamiento repetitivo constructivo y poco constructivo. Boletín
Psicológico, 134, 163-206.
Weeks, J. W., Heimberg, R. G., & Rodebaugh, T. L. (2008). Escala de Miedo a la
Evaluación Positiva: Evaluar un componente cognitivo propuesto de la ansiedad social.
Journal of Anxiety Disorders, 22, 44-55.
Weeks, J. W., Heimberg, R. G., Rodebaugh, T. L., et al. (2012). Evaluación psicométrica de
la Escala de Miedo a la Evaluación Positiva en pacientes con trastorno de ansiedad
social. Evaluación Psicológica, 24, 301-312.
Weeks, J. W., Jakatdar, T. A., & Heimberg, R. G. (2010). Comparar y contrastar los miedos
de la evaluación positiva y negativa como facetas de la ansiedad social. Revista de
Psicología Social y Clínica, 29, 68-94.
Wegner, D. M., Schneider, D. J., Carter, S. R., et al. (1987). Efectos paradójicos de la
supresión del pensamiento. Revista de Personalidad y Psicología Social, 53, 5-13.
Wegner, D. M., & Zanakos, S. (1994). Supresión crónica del pensamiento. Journal of
Personality, 62, 615-640.
226
Referencias\
Weiner, B. (1985). Una teoría atribucional de la motivación del logro y la emoción.
Revista Psicológica, 92, 548-573.
Wells, A. (1995). Meta-cognición y preocupación: Modelo cognitivo de trastorno de
ansiedad generalizada. Modificación del comportamiento, 23, 526-555.
Wells, A. (1997). Terapia cognitiva de los trastornos de ansiedad. Nueva York: Wiley.
Wells, A. (2000). Trastornos emocionales y metacognición. Nueva York: Wiley
Wells, A. (2005). El modelo metacognitivo del TAG: Evaluación de metapreocupación y
relación con el trastorno de ansiedad generalizada DSM-IV. Terapia e Investigación
Cognitiva, 29, 107-121.
Wells, A. (2009). Terapia metacognitiva para la ansiedad y la depresión. Nueva York: Guilford.
Wells, A., & Cartwright-Hatton, S. (2004). Una forma corta del Cuestionario de
Metacogniciones:
Propiedades del MCQ-30. Investigación y Terapia del Comportamiento, 42, 385-396.
Wells, A., & Davies, M. I. (1994). El Cuestionario de Control del Pensamiento: Una
medida de las diferencias individuales en el control de pensamientos no deseados.
Investigación y Terapia del Comportamiento, 32, 871-878.
Wells, A., & Matthews, G. (1994). Atención y emoción. Hove, Reino Unido: Lawrence
Erlbaum.
Wells, A., & Sembi, S. (2004). Terapia metacognitiva para el TEPT. Journal of Behavior
Therapy and Experimental Psychiatry 35, 307-318.
Wenzlaff, R. M., & Wegner, D. M. (2000). Supresión del pensamiento. Revista Anual de
Psicología, 51, 59-91.
Wheatley, J., & Hackmann, A. (2011). Usando imágenes recetadas para tratar la depresión
mayor.
Práctica Cognitiva y Conductual, 18, 444-453.
Wheaton, M. G., Berman, N. C., Franklin, J. C., et al. (2010). Ansiedad de salud:
Estructura latente y asociaciones con procesos psicológicos relacionados con la ansiedad
en una muestra de estudiantes. Journal of Psychopathology and Behavioral Assessment, 32,
565-574.
White, K. S., Brown, T. A., Somers, T. J., et al. (2006). Conducta de evitación en trastorno
de pánico: La influencia moderadora del control percibido. Investigación y Terapia del
Comportamiento, 44, 147-157.
Wild, J., & Clark, D. M. (2011). Imágenes que recetan recuerdos traumáticos tempranos en
la fobia social. Práctica Cognitiva y Conductual, 18, 433-443.
Wild, J., Hackmann, A., & Clark, D. M. (2007). Cuando el presente visita el pasado:
Actualizando recuerdos traumáticos en la fobia social. Journal of Behavior Therapy and
Experimental Psychiatry, 38, 386-401.
Wilhelm, S., & Steketee, G. S. (2000). Terapia cognitiva para el trastorno obsesivo-compulsivo: A
guía para profesionales. Oakland, CA: Nuevo Harbinger.
Williams, K. E., Chambless, D. L. y Ahrens, A. H. (1997). ¿Las emociones asustan? Una
extensión del concepto miedo al miedo. Investigación y Terapia del Comportamiento, 35, 239-
248.
Wilson, K. G., Sandoz, E. K., Kitchens, J., et al. (2010). El Cuestionario de Vida Valorada:
Definir y medir la acción valorada dentro de un marco conductual. Registro Psicológico,
60, 249-272.
227
La hoja de ruta transdiagnóstica para la formulación de casos y la planificación del tratamiento
Woodruff-Borden, J., Brothers, A. J., & Lister, S. C. (2001). Atención centrada en uno
mismo: Comúnmente en psicopatologías y predictores. Psicoterapia conductual y
cognitiva, 29, 169-178.
Yeragani, V. K., Pohl, R., Berger, R., et al. (1993). Disminución de la variabilidad de la
frecuencia cardíaca en pacientes con trastorno de pánico. Psychiatry Research, 46, 89-103.
Young, J. E., Klosko, J. S., & Weishaar, M. E. (2003). Terapia de esquemas. Nueva York:
Guilford.
Zayfert, C., DeViva, J. C., & Hofmann, S. G. (2005). Comorbilidad del TEPT y la fobia
social en una población en búsqueda de tratamiento. Journal of Nervous and Mental
Disease, 193, 90-101.
228
Rochelle I. Frank, PhD, es psicóloga clínica en Oakland, California, donde
mantiene una práctica privada que proporciona psicoterapia, consulta
profesional, supervisión y talleres de capacitación. También es profesora
asistente clínica en el programa de ciencias clínicas de la Universidad de
California, Berkeley. Frank tiene más de veinticinco años de experiencia clínica
en ambulatorios, internados y entornos residenciales, y se especializa en el
tratamiento de trastornos del estado de ánimo severos, trastorno límite de la
personalidad, y traumas y trastornos disociativos. Anteriormente fue presidenta
de la Asociación Psicológica del Condado de Alameda, y trabajó en la facultad
de la Universidad de California, San Francisco, la Escuela de Medicina y varios
programas de posgrado en psicología clínica del Área de la Bahía.
Anteriormente, fue directora clínica del Departamento de Salud Pública de San
Francisco, donde contribuyó al desarrollo e implementación de políticas,
procedimientos y programas de capacitación en salud mental del condado.
Joan Davidson, PhD, es co-director y socio fundador del San Francisco Bay
Area Center for Cognitive Therapy y profesor clínico asistente en el
programa de ciencias clínicas de la Universidad de California, Berkeley.
Durante más de veinte años ha trabajado como clínica cognitivo conductual
especializada en el tratamiento de adultos con trastornos del estado de ánimo
y ansiedad. Además, enseña, escribe y proporciona consulta clínica y
supervisión a estudiantes y profesionales con licencia. Davidson es miembro
fundador de la Academia de Terapia Cognitiva y un entrenador / consultor
certificado de la Academia de Terapia Cognitiva. Ella es la autora de Atreverse
a desafiar el TOC: Supera tu miedo al tratamiento y toma el control de tu vida
usando la prevención de exposición y respuesta (New Harbinger, 2014) y coautor
de The Essential Components of Cognitive-Behavior Therapy for Depression
(American Psychological Association, 2001) y series de videos del mismo
nombre.
A
aceptación, 136, 147, 151, 183 Índice de sensibilidad a la ansiedad -3
terapia de aceptación y compromiso (ASI-3), 24
(ACT), 9 relajación aplicada, 149-150
intervenciones basadas en la aplicaciones, basada en terapia, 64,
aceptación, 25, 34 etapa de acción del 178 déficits de regulación de la
cambio, 122 programación de excitación, 16-17 entrenamiento de
actividades, 138 asertividad, 148 evaluación, 69-91;
TDAH (trastorno por déficit de cadena conductual
atención con hiperactividad), 16, 17, 43, análisis para, 79-84; deconstruyendo
151, 152, 153, capacitación en problemas del paciente para, 78-90;
habilidades complementarias, 129, 148- consideraciones diagnósticas en, 72-
155 73; impresiones iniciales en, 70-71;
Escala de Control Afectivo (SCA), medidas del mecanismo para, 90-91;
39 agorafobia, 125-126 observaciones utilizadas en, 73-78;
abuso de alcohol, 172, 173 Registro de deconstrucción de
ambigüedad, intolerancia al alcohol, problemas para, 84-90, 198; de
25 Asociación Psicológica Americana, disposición al cambio, 121-123;
5 problemas de manejo de ira, 150- medidas normalizadas para, 71-72
151 ansiedad: comportamientos de trastorno por déficit de atención con
evasión/escape hiperactividad. Véase TDAH
y, 34; déficit de funcionamiento modificación de la atención, 142-143
ejecutivo y, 17; miedo a las sensaciones técnicas de entrenamiento de
relacionadas con, 24; intolerancia a la atención, 142
incertidumbre y, 25-26; control sesgo atencional, 41
percibido y, 25 enfoque atencional, 41-42
Cuestionario de Control de teoría de la atribución, 42
Ansiedad - Revisado (ACQ-R), sesgo atribucional, 42-43;
25 externalización
sensibilidad a la ansiedad (EA), 24 atribuciones, 43; interiorizar
atribuciones, 42-43
La hoja de ruta transdiagnóstica para la formulación de casos y la planificación del tratamient
E
problemas de fácil tratamiento, 126
problemas de conducta alimentaria, 154
de educación: formación continua y, 65-
66;
Índice interoceptiva (somática), 38; procesos
de transdiagnóstico y, 8
habilidades de regulación jerarquías de exposición, 183
emocional, 147 evitación tratamientos basados en la
emocional, 38-39 exposición exposición, 35, 39, 95,
emocional, 145 hiperexcitación 125, 144-145
emocional, 16 teoría de técnicas de escritura expresiva,
procesamiento emocional, 144 141 atribuciones externalizantes,
conductas impulsadas por 43
emociones, 40 tratamientos
empíricamente apoyados F
(EST): proliferación contemporánea observaciones familiares, 77-78
de, 3; entrega flexible de, 5-6; miedo: de sensaciones relacionadas con
limitaciones de, 5 ansiedad, 24; de evaluación, 27-28
errores, terapeuta, 60-62 conductas miedo a la evaluación negativa
de escape, 34-36 evaluación, miedo a (FNE), 28, 164, 170
la muerte, 27-28 déficit de miedo a la evaluación positiva (FPE),
funcionamiento ejecutivo, 17 28 respuestas, 186-190 Cuestionario
evitación experiencial (EA), 33-40; de cinco facetas de atención plena,
estrategias de evitación y escape, 34- 135
36; evitación conductual (situacional), flexibilidad dentro de la fidelidad, 5-
36; evitación cognitiva, 37-38; 6, 62-63 formas. Consulte hojas de
definición de, 33; evitación cálculo
emocional, 38-39; comportamientos
emocionales, 40; evitación
233
La hoja de ruta transdiagnóstica para la formulación de casos y la planificación del tratamiento
Escala Multidimensional de I
Perfeccionismo de Escarcha
sensibilidad a
(FMPS), 27
enfermedades/lesiones, 30
análisis funcional, 79, 133-134
Índice de sensibilidad a
funcional, disminuido, 124-125
enfermedades/lesiones -
funcional e inventario de satisfacción
Revisado (ISI-R), 30 imágenes,
(FSI), 72
64, 146, 150 imágenes rescriptas,
G 146 implementando tratamiento,
159-178;
trastorno de ansiedad generalizada objetivos de resultados globales en
(TAG): intolerancia a la 2005, 160-161; cartografiando la
incertidumbre y, 26; orientación carretera que se avecina en 2011, 163-
negativa del problema y, 29; control 171; los objetivos de cambio de
percibido y, 25; preocupación mecanismo en, 161-163; motivación del
relacionada con, 38, 44 paciente abordada en, 174-177;
objetivos de resultados mundiales, 113, personas vs. problemas en, 171-174;
114-119; índices de cambio para, hábil creatividad en, 177-178; pasos en
116; discusión con pacientes, 115- proceso de, 159-160
116; milagro pregunta y, 116-117; impulsividad, 16
seguimiento del progreso hacia, 180- observaciones in vivo, 78
181; estrechando el foco de atención, tratamientos individualizantes, 6-7
117-119; trabajando hacia, 160-161 creencias de responsabilidad inflada,
metas para el tratamiento, 113-126; 29-30 déficits de procesamiento de
logro de, 192-194; discusión con información, 17-18 consentimiento
pacientes, 115-116; ejemplo de informado, 49-55 ansiedad
trabajar con, 118-119; explorar el no inhibitoria, 26
logro de, 183-185; objetivos de déficit de control inhibitorio, 16-17
resultados mundiales, 113, 114-119; aprendizaje inhibitorio, 144
importancia de definir, 113-114; impresiones iniciales, 70-71
objetivos de cambio de mecanismo, sensibilidad a lesiones/enfermedades,
113, 114, 120-121; priorizando, 123- 30 atribuciones internalizantes, 42-43
126, 164-165; Objetivos de evitación interoceptiva, 38 habilidades
tratamiento Hoja de trabajo, 13, 2011 de efectividad interpersonal, 148
descubrimiento guiado, 131- intervenciones, 127-155; aceptación y
132, 169 imágenes guiadas, validación, 136; manejo de la ira, 150-
150 151; relajación aplicada, 149-150;
modificación de la atención, 142-143;
H activación conductual, 138;
entrenamiento de contingencias conductuales, 138-139;
reversión de hábitos, 154 experimentos conductuales, 141-142;
habituación, 144 comportamiento repetitivo centrado en
tirones de pelo, 19, 154, 172- el cuerpo, 154-155; reentrenamiento
173 comentarios deberes, respiratorio, 148-149; categorización de,
183 hipocondriasis, 143 128-129; defusión cognitiva, 136-137;
reestructuración cognitiva, 139-140;
entrenamiento mental compasivo, 145-
146; análisis costo-beneficio, 132;
mindfulness desprendido,
234
Índic
e
seguimiento del progreso hacia, 181-
136; habilidades de tolerancia al estrés, 183; focalización en el tratamiento,
147; comportamiento alimentario, 154; 161-163
habilidades de regulación emocional,
147; basados en la exposición, 144-146;
análisis funcional, 133-134;
descubrimiento guiado, 131-132;
imágenes guiadas, 150; imágenes que
prescriben, 146; habilidades de
efectividad interpersonal, 148;
mindfulness, 135; entrevista
motivacional, 131; organización y
planificación, 152; estrategias de
postergación, 143-144; problema de
deconstrucción, 133; resolución de
problemas, 151; relajación muscular
progresiva, 149; psicoeducación, 130-
131; cambio de esquema, 140-141;
selección para MDT, 127-128, 130;
autocontrol, 134-135; formación
profesional, 147, 148-155; problema de
sueño, 153; Cuestionamiento socrático,
131-132; gestión del tiempo, 153;
identificación de valores, 132-133
L
respuestas aprendidas, 19-21; modelado,
21; acondicionamiento del operante,
20-21; condicionamiento (clásico) del
encuestado, 20
crisis potencialmente mortales, 123
M
estado de cambio de mantenimiento,
122-123 creencias desadaptativas, 140
herramientas de evaluación de
mecanismos, 90-91 metas de cambio de
mecanismos, 113, 114, 120;
marcadores para lograr, 120-121;
medidas de seguimiento, 182-183;
(MPS), 27
hipótesis del mecanismo, 97-106;
análisis de cadena para generar, 98- N
100; información proporcionada por, terapia narrativa, 141
162; PDL para generación, 101-104 orientación negativa al problema
sesgos de memoria, 17-18 (NPO), 28-29
Cuestionario de metacogniciones -30 Orientación negativa del problema
(MCQ-30), 37 Cuestionario (NPOQ), 28
creencias metacognitivas, 22-23 reforzamientos negativos, 21
terapia metacognitiva, 140 esquemas negativos, 22, 170
metáforas, 64 pensamientos negativos.
mindfulness, 135, 150 Consulte repetitivo
pregunta milagrosa, 116-117 pensamiento negativo
modelado, 21 predisposiciones neurofisiológicas,
seguimiento: progreso, 179, 180-186; uno 15-19; déficit de regulación de la
mismo, 134-135 excitación, 16-17; déficit de regulación
Cuestionario de Trastornos del Estado emocional, 18-19; déficit de
de Ánimo (MDQ), 71 funcionamiento ejecutivo, 17; déficit
motivación: abordaje en pacientes, 117, de procesamiento de información, 17-
174-177; intervenciones que mejoran, 18; déficit de control inhibitorio, 16-
128, 130-133 17; déficit de regulación del sueño, 19
entrevista motivacional, 131, 195
constructo multidimensional, Escala de
Perfeccionismo Multidimensional 30-32
235
La hoja de ruta transdiagnóstica para la formulación de casos y la planificación del tratamiento
236
Cuestionario de Evaluación de la
Responsabilidad (RAQ), 29
psicoeducación, 130-131 Escala de Actitud de Responsabilidad
TEPT (trastorno por estrés (RAS), 29 rumiación, 45
postraumático): reciclaje de
atención para, 143; disociación
relacionada con, 39; déficit de
regulación emocional y, 18-19;
tratamientos basados en la
exposición para, 95; déficit de
procesamiento de la información y,
18
castigo, 21
Q
Inventario de Calidad de Vida
(QOLI), 72 problemas de calidad de
vida, 72, 124
R
aceptación radical, 147 ensayos
controlados aleatorios, 5 preparación
para el cambio, 121-123 búsqueda de
tranquilidad, 35 opciones de
derivación, 194-195 rupturas de
relaciones, 60-62 entrenamiento de
relajación, 149-150 pensamiento
negativo repetitivo, 8, 44-45;
metacogniciones sobre, 170-171;
procesamiento posterior al evento
como, 45; rumiación como, 45;
preocuparse como, 44-45
Cuestionario de Pensamiento
Repetitivo (RTQ), 44
mecanismos de control
respiratorio, 16
condicionamientos de
encuestados, 20 mecanismos de
respuesta, 33-45;
enfoque atencional, 41-42; sesgo
atribucional, 42-43; valoraciones
erróneas cognitivas, 40-41; evitación
experiencial, 33-40; pensamiento
negativo repetitivo, 44-45; lista
resumida de, 14
Cuestionario de Estilos de Respuesta
(RSQ), 45
Índice creatividad hábil, 47, 50, 63-65, 146,
177-178
S habilidades: manejo de la ira, 150-151;
desarrollo para problemas específicos,
comportamientos de 148-155; tolerancia a la angustia, 126,
búsqueda de seguridad, 35 147; regulación emocional, 147;
preocupaciones eficacia interpersonal, 148;
programadas, 144 organización y planificación, 152;
actividades de resolución de problemas, 151; manejo
programación, 138 terapias del estrés, 148-150; gestión del tiempo,
de esquemas, 141 153
esquemas: activación de negativo, 22;
piel recogiendo, 19, 79, 154,
métodos para cambiar, 140-141
172, 173 problemas de sueño,
conductas de autoataque, 8, 42-43
153 regulación del sueño, 19
autorevelación por terapeutas, 58-60
trastorno de ansiedad social, 28,
la atención auto-enfocada (SFA), 8, 41, 41 Inventario de resolución de
143
problemas sociales
autolesiones, 5, 39, 40
-Revisado (SPSI-R), 28
autocontrol, 134-135
Cuestionamiento socrático, 131-132,
Formulario de comentarios y
169, 195 evitación somática, 38
asignación de sesiones, 187
constructos cognitivos específicos, 23-30;
vergüenza, sentimientos
sensibilidad a la ansiedad, 24; miedo a
de, 43 análisis
la evaluación, 27-28; sensibilidad
situacional, 133
enfermedad/lesión, 30; creencias de
reentrenamiento de atención
responsabilidad inflada, 29-30;
situacional, 142-143 evitación
intolerancia a la incertidumbre, 25-26;
situacional, 36
problema negativo
237
La hoja de ruta transdiagnóstica para la formulación de casos y la planificación del tratamiento
pensamiento, 37-38 fusión
orientación, 28-29; control percibido, pensamiento-acción (FAT), 23
24-25; perfeccionismo, 26-27;
estimación de amenazas, 29-30
las etapas del cambio, 122-123
medidas normalizadas, 71-72
retroceder de los problemas, 128,
133-137
estrategias de control del estímulo,
153 estrés: relajación aplicada para,
149-150;
reentrenamiento respiratorio para,
148-149; imágenes guiadas para, 150;
relajación muscular progresiva para,
149
pacientes con suicidio, supresión
de 123, pensamiento, 37-38 Lista
de Síntomas -90 - Revisada
(SCL-90-R), 71
T
Formulación TDM. Véase la
formulación del mecanismo de
transdiagnóstico (MDT)
Hoja de trabajo de formulación de
TDM, 93, 108, 200
Hoja de Trabajo de Hipótesis TDM,
70, 199 terminación del tratamiento,
192-196;
el logro de los objetivos y metas de
la terapia, 192-194; opciones de
remisión relacionadas con, 194-195
alianza terapéutica, 55-62; siendo real
en, 56-58; papel esencial de, 56;
reparando rupturas en, 60-62; la
autorevelación del terapeuta y, 58-60;
tres componentes de, 55
aplicaciones basadas en la terapia, 64,
178 comportamientos que interfieren
en la terapia, 124 pensamiento:
control/supresión de, 37-38;
negativo repetitivo, 8, 44-45
control del pensamiento, 37
Cuestionario de control del
pensamiento (TCQ), 37
registros del pensamiento, 133,
139, 170, 183 supresión del
de, 14; mecanismos de vulnerabilidad,
estimación de amenazas, 29-30 14, 15-32
gestión del tiempo, 153 modelos de transdiagnóstico, 8-10
formación y consulta, 65-66 procesos de transdiagnóstico, 8 hoja de
formulación del mecanismo ruta de transdiagnóstico:
transdiagnóstico (MDT), 93-110; contemporáneo
análisis de cadena para, 98-100; interés en, 7-8; principios básicos de,
impresiones diagnósticas y, 94-95; 47-66; proceso de desarrollo, 7-12;
diagrama ilustrativo, 105-106; planificación y tratamiento, 10-12;
factores a considerar en, 109-110; valor en el uso, 196; hojas de trabajo
introducción a pacientes, 94-109; basadas en, 197-204
hipótesis de mecanismo en, 97-106; Inventario de síntomas del trauma - 2
datos observacionales y, 95-97; PDL (ETI-2), 39, 72
utilizado para, 101-104; ejemplos de tratamiento: alcanzar los objetivos de,
problemas utilizados en, 97-106; 192-194; evaluación de pacientes para,
refinación en terapia, 185-186; Hoja 69-91; desarrollar objetivos para, 113-
de trabajo de formulación de TDM 126; entrega flexible de, 5-6; aplicación
para, 93, 108, 200; atar las piezas de la Directiva, 159-178; enfoque
juntas en, 106-109 individualizado de, 6-7; cartografiando
mecanismos transdiagnósticos (MDT): la carretera que se avecina en 2011,
definición de, 10; identificación de, 163-171; de personas vs. problemas,
10-11; selección de intervención 171-174; seleccionar intervenciones
para, 127-128, 130; mecanismos de para, 127-155; abordar nuevos
respuesta, 14, 33-45; lista resumida problemas en,
238
Índice
nuevo presagio
·
·
1.
2.
3.
más libros electrónicos de
nuevas publicaciones har binger
newharbingerpublications
1-800-748-6273 / newharbinger.com
Al igual que nosotros en
Facebook
Síguenos en Twitter
@newharbinger.com
No te pierdas los libros nuevos en los temas que te interesan.
(VISA, MC, AMEX / precios Inscríbase en nuestras alertas de libros en
sujetos a cambios sin previo
aviso) newharbinger.com/bookalerts