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El teorema "más profundo" de la ciencia (y que contradijo a Einstein)

Hay veces en que la realidad escapa a la explicación de la ciencia, y en esos


casos, hasta el científico más experto se queda boquiabierto. El Teorema de Bell
busca una explicación muy diferente a lo que Einstein pensaba sobre los
fenómenos inexplicables de la mecánica cuántica. ¿De qué se trata?

El año 1964 John Stewart Bell, físico del CERN en Suiza (Organización Europea
para la Investigación Nuclear), descubrió algo muy extraño.

Se dio cuenta de que había una característica en las partículas atómicas, que
implica que necesariamente debe haber una conexión inexplicable entre las
partículas elementales. Esto, a su vez, da a entender que: o existe una
comunicación a una velocidad mayor que la luz, o una cosa puede ocurrir
simultáneamente en dos lugares distintos. Aquí les explicamos el misterioso
asunto.

Tres amigos contra lo inexplicable: la paradoja EPR

Partamos por el comienzo. Einstein nunca fue muy amigo de la mecánica


cuántica, y la verdad, le tenía un poco de pica… porque a pesar de lo
revolucionaria que fue su teoría de la relatividad, Einstein siempre se vio como
un continuador de la obra newtoniana. Y la mecánica cuántica es demasiado
“extraña” para ser newtoniana, y de hecho, desafía a cada paso esa lógica.
También, claro, nos enseña un poco de humildad, al mostrarnos que la
naturaleza se comporta “como quiere”, no como nosotros pensamos que
debiera ser.
En suma, Einstein le tenía bastante “mala” a esta área de la física, y no cesaba
en sus intentos de demostrar lo errada que estaba. Le parecía que “Dios no
jugaba a los dados”.

Uno de sus intentos más fructíferos (aunque quizás no como esperó,


finalmente), es la llamada paradoja EPR, por las iniciales de los apellidos de los
científicos involucrados. Einstein, se juntó con su amigo Boris Podolski y con
Nathan Rose, y entre los tres idearon un “maquiavélico” experimento mental,
que ponía a prueba a la mecánica cuántica y la consistencia y lógica de sus
resultados.

Según el Principio de Incertidumbre de Heinsenberg, no se puede calcular la


velocidad y la posición de una partícula determinada al mismo tiempo. Y
además, esto es una característica inherente a la naturaleza del universo.

El principio de incertidumbre de Heisenberg, explicado. José Zapana / Colegio


San Agustín.

Pues bien, lo que plantearon Einstein, con Podolski y Rose, es lo siguiente:


imaginemos una partícula A, que llamaremos Alicia, y una particula B, que
llamaremos Bob (en realidad su nombre completo es Boberto).

Estas partículas interactúan brevemente, y luego siguen su camino. Resulta que


la partícula A (Alicia), se topa en su camino con un medidor. Este medidor,
ciñéndose al principio de Heisenberg, sólo mide la posición de Alicia. Por lo
tanto, por deducción, se puede determinar la posición de Bob. Por su lado, Bob
pasa por otro medidor en su camino. Pero este medidor, sólo mide la velocidad
de Bob. Por lo tanto, si juntamos todos los datos… ¡OMG, tenemos la posición y
la velocidad de AMBAS PARTICULAS! A ver, ¿por qué tanta emoción?

Porque si ambas cosas son sabidas con certeza, el principio de incertidumbre se


iría “a las pailas”, y con él buena parte de la construcción teórica de la mecánica
cuántica. Claro que, como era un experimento mental, no había forma de
comprobar en los hechos si las cosas eran así, o no.

La paradoja EPR y el entrelazamiento cuántico, explicados. Odisseis.

Contraataca el Teorema de Bell

Por otra parte, en 1964 John Stewart Bell decide tomar el toro por las astas. ¿Y
qué hace? Se dedica a tomar los supuestos de la física teórica tradicional, y
llevarlo a sus extremos. Lo que descubre es algo bastante sorprendente, y que
tiene ramificaciones de todo tipo.

Bell parte con las premisas implícitas en la paradoja EPR. Estas son:

La realidad (nuestra realidad) siempre existe como la conocemos, y si no


sabemos cómo es, es porque no la hemos medido. O sea, nada de cosas raras
como probabilidades o incertidumbres o cosas así. Si no conocemos la velocidad
de una partícula, es porque no la medimos. Si no conocemos la posición, lo
mismo.

La realidad es local. O sea, si yo llevo a mis partículas Alicia y Bob, que


interactuaron, a lados opuestos del universo, si yo descubro algo sobre Alicia, y
Bob también tiene una característica parecida, entonces ambos tenían la
característica desde el comienzo. Y si pasa algo que no puedo explicar es porque
no he considerado algo que se me escapa. Muy lógico y razonable. No existe
una “acción fantasmal a distancia”, como le llamó Einstein.

Pues bien, en su elegante teorema, Bell toma la paradoja EPR, y la lleva hasta
sus últimas consecuencias. Tras un cuidadoso análisis, y a través de pasos
lógicos y clarísimos, llega a la conclusión de que si yo hago al azar, dos
mediciones en un experimento donde se evalúe la paradoja EPR, entonces, la
posibilidad mínima de que coincidan es de 5/9, o sea, algo así como un 55%. En
otras palabras, siempre, siempre, siempre, van a coincidir las mediciones AL
MENOS un 55% o más veces.

Bell descubrió que existen resultados experimentales que desafían esa


posibilidad. Se producen menos coincidencias de las que deberían: los
resultados muestran, que a veces las mediciones sólo coinciden la mitad de las
veces. Sólo un 50%. Pero un 5% de diferencia es una cantidad devastadora de
inexactitud, como lo sabrán si les llegan a descontar un 5% del sueldo “por
error”.

Dado que lo que ocurre en la “realidad real” es distinto a lo que “debería


ocurrir”, entonces las premisas iniciales están erradas: o la realidad NO existe
siempre como la conocemos, o bien, la realidad NO es local, o sea, existe
comunicación entre partículas, a velocidades superiores a la de la luz, por
razones que desconocemos.

Es más: si se toman los experimentos mostrados por Bell en su teorema, y se


desarrollan las ecuaciones de la mecánica cuántica, ésta logra predecir
absolutamente todas las conclusiones experimentales. Por lo tanto, la física
cuántica está en lo cierto y Einstein, Podolski y Rose se equivocaban.
Explicaremos de inmediato las enormes consecuencias de esto.
El teorema de Bell y el entrelazamiento cuántico, explicado de forma más
extensa y quizás un poquito más “en difícil”. Víctor Romero / UNAM

Alto impacto: las profundas consecuencias de estos hallazgos

El punto, es que de todas formas, el entrelazamiento cuántico existe. Pero


esperen, ¿qué diantres es el entrelazamiento cuántico?

Cuando uno mide dos partículas que han interactuado, ocurre algo muy curioso:
si al medir la carga de una partícula, esta se desvía en una dirección, la otra se
desviará en la dirección opuesta al medirla. En otras palabras, todas las
partículas que interactúan, funcionan como un sistema, y se ajustan en forma
automática al ser medidas. Es algo que suena y es muy extraño.

Según lo que plantea la paradoja EPR, habría datos que no han sido
considerados, algunas “variables ocultas” que hacen “parecer” que esto ocurre
de forma misteriosa. Pero el teorema de Bell descartó eso, y como
explicábamos recién, nos plantea que el entrelazamiento cuántico, ocurre
porque o bien, la realidad no es lo que los instrumentos nos dicen, o porque
existe una comunicación más rápida que la velocidad de la luz.

Aún más: aunque se criticaron inicialmente los primeros experimentos, por


distintas fallas metodológicas, se encontró, con el tiempo, que el Teorema de
Bell es cierto. Esto tiene profundas consecuencias en cómo se tendría que
considerar el universo.

Por ejemplo, según la interpretación del Dr. en física David Bohm, todas las
partículas del universo se estarían comunicando entre sí, a una velocidad
superior a la de la luz. Y el año 2007, a través de un experimento, se determinó
que muchas variables fuera de ese modelo, no son válidas.
Otra forma de darle un sentido al universo en el que vivimos, después del
teorema de Bell, es considerar que todas las posibilidades de que algo ocurra,
coexisten al mismo tiempo, y cuando se realiza una medición, se “escoge” una
realidad. Y si una persona A coincide en la misma medición con la persona B, es
porque sus realidades coinciden. Si no lo hacen, es porque “escogieron” una
realidad distinta.

Esto lleva a más preguntas que respuestas. En concreto, ¿es el universo un solo
sistema, casi orgánico, que se comunica en forma instantánea entre sus partes?
¿Existe entonces una “superestructura” que permite comunicación de
información instantánea entre distintas partes del universo, a una velocidad
inmensamente superior a la de la luz? ¿Existen múltiples universos conviviendo
simultáneamente, pero nuestra conciencia sólo ve uno?

En ese caso, ¿qué es entonces la conciencia? ¿Un filtro para una realidad
específica?

Lo cierto, es que el Teorema de Bell, demuestra que la mecánica cuántica


describe una realidad, que no puede ser descrita por las formas habituales de
pensar, o por el racionalismo mecanicista newtoniano. Abre la puerta a otras
realidades, y permite el avance de la ciencia a terrenos amplios e inexplorados.

¿Conocías este misterio de la ciencia? ¿Qué crees que hay detrás de todo?

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