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ISEGORÍA.

Revista de Filosofía Moral y Política


N.º 38, enero-junio, 2008, 139-154
ISSN: 1130-2097

Ciudadanía: ¿Un asunto de familia?


Citizenship: A family matter?
MARÍA XOSÉ AGRA ROMERO
Universidad de Santiago de Compostela

RESUMEN. El objetivo de este artículo es abor- ABSTRACT. The objective of this paper is to
dar las conexiones entre ciudadanía y familia address the connections between citizenship
desde una perspectiva filosófico-político fe- and family from a Political Philosophical
minista. Partiendo de que las relaciones de Feminist point of view. Assuming that gender
género son ineludibles en la reflexión sobre la relationships are essential to any analysis of
ciudadanía democrática, se pone de relieve la democratic citizenship, the paper highlights
naturaleza política de la institución fami- the political nature of the family institution.
liar. Se centra en el conflicto entre familia y Thus, we focus on the conflict between fam-
Ciudad para examinar los problemas de la ily and City in order to discuss the problems
ciudadanía de las mujeres. Se consideran los of women’s citizenship. We also consider the
pretextos y ficciones que operan en las confi- pretexts and fictions which are at work in the
guraciones históricas y teóricas de la ciudada- theoretical and historical configurations of
nía, en la exclusión/inclusión de las mujeres. citizenship for the exclusion/inclusion of
Se concluye que es necesario repensar y arti- women. We conclude with the idea that it’s
cular, política y conjuntamente, familia y necessary to rethink family and City connect-
Ciudad, en el contexto de los nuevos retos de ing them together and politically, in the con-
la ciudadanía democrática en un mundo glo- text of the new challenges of a democratic
balizado y multicultural. citizenship in a globalized and multicultural
world.
Palabras clave: ciudadanía, género, demo- Key words: citizenship, gender, democracy,
cracia, familia, derecho de familia. family, family law.

Introducción terrogación a la familia en la medida en


que se propone abordar algunas de las co-
En uno de sus libros sobre Atenas la reco- nexiones entre ciudadanía y familia, des-
nocida estudiosa Nicole Loraux, exami- de una perspectiva filosófico-política fe-
nando el mito de la autoctonía y su con- minista, con el fin de poder explorar en
tribución a la naturalización de la demo- qué sentido o sentidos la ciudadanía es un
cracia sostiene: «¿La democracia? Un asunto de familia y su pertinencia para
asunto de familia...» 1. Como puede de- enfrentar los problemas actuales. Lo que
ducirse el título de este artículo viene su- se persigue es una aproximación a los
gerido de ahí, aunque desplazando la in- problemas de la ciudadanía de las muje-

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NOTAS Y DISCUSIONES

res atendiendo a aquellos contextos his- la oposición de los sexos, de lo masculino


tóricos, teóricos y prácticos en los que y lo femenino, opera como un dispositivo
opera una analogía entre la familia y la básico en la representación de la alteridad
Ciudad, en los que las metáforas familia- constitutiva sobre la que se asiente e ins-
res sirven para delimitar la inclusión/ex- cribe la delimitación entre política y no
clusión en la ciudadanía; o en los que, política o pre-política. La naturalización
frente a la analogía entre poder político y de las relaciones de género y de la fami-
poder patriarcal, ciudadanía y familia lia, como señalan las filósofas políticas
aparecen como esferas o espacios separa- feministas, está en la base de las cons-
dos. El punto de partida es que las rela- trucciones de la ciudadanía; y los debates
ciones de sexo-género resultan ineludi- sobre la ciudadanía tienen un subtexto de
bles en el análisis y la comprensión de la género. En definitiva, la relación entre
ciudadanía democrática, se incide en la ciudadanía y familia es histórica y cam-
naturaleza política de la institución fami- biante, y como tal relación adquiere nue-
liar frente al mito de una familia natural, vas formas y genera nuevos problemas.
homogénea, ahistórica y sus implicacio- La interrogación sobre la ciudadanía de-
nes para la ciudadanía en general y, en mocrática hoy requiere prestar atención,
particular, para la ciudadanía de las muje- asumir la naturaleza política de la fami-
res, de ahí que nuestro hilo conductor sea lia, tener en cuenta sus efectos distributi-
el conflicto entre familia y Ciudad. El vos y demarcadores de la pertenencia que
punto de partida bien pudiera ser otro, en repercuten en la ciudadanía de las muje-
concreto, la dicotomía público/privado res. Tras el velo de la naturalización, la
pero si no se tiene en cuenta su compleji- no sustancialidad de las relaciones de gé-
dad, su historicidad, sus articulaciones nero y de la familia tiende a ocultar una
teóricas y prácticas, no nos sirve de mu- disputa propiamente política. El uso de
cha ayuda 2. En lo que sigue no voy a re- las metáforas familiares en la política, re-
ferirme al debate feminista sobre la ciu- currente y persistente, tiende a idealiza-
dadanía 3 desde la perspectiva de los mo- ciones y a esencializaciones que oscure-
delos liberal o republicano, o de los cen la propia naturaleza de las relaciones
modelos de ciudadanía en general, sino al políticas, cuando no ocultan exclusiones.
conflicto entre familia y Ciudad en tres
contextos: el de la democracia ateniense, 1. De pretextos y ficciones:
el de la república democrática moderna, ciudadanía política excluyente
y el global y multicultural. Evidentemen-
te se trata de una aproximación al proble- El conflicto entre familia y polis como sa-
ma de la relación entre ciudadanía y fa- bemos es un tema que queda bien refleja-
milia, lo que aquí apenas apuntamos, do en las tragedias griegas y también que
para arrojar luz sobre las viejas y nuevas la tragedia está estrechamente unida a la
formas del conflicto en la actualidad, novedad de la ciudad democrática 5.
para poner de relieve la «circulación ine- Igualmente, Platón tiene muy presente
ludible» entre familia y Ciudad o, como este conflicto y puede decirse que ha sido
veremos con Fraisse, entre los dos go- el primero, como indica M. Nussbaum, en
biernos, el doméstico y el político 4. percibir el alcance de la familia para una
Obvio es decir que la idea y el ideal teoría política, al estimar que: «No podrán
de ciudadanía es complejo, que se articu- surgir conflictos entre familia y ciudad si
la mediante oposiciones y representacio- la ciudad es la familia, si nuestra única fa-
nes horizontales y verticales. Entre ellas milia es la ciudad» 6. Para entender esta

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operación política hay que acudir al mito otros ni amos ni esclavos, sino que la
de la autoctonía y a su relación con la ciu- igualdad de origen (isogonia) establecida
dadanía. Los estudios de N. Loraux sobre por naturaleza, nos obliga a buscar la
este mito son centrales para comprender la igualdad política (isonomia) establecida
democracia, la ciudadanía ateniense y la por la ley» (Menéxeno, 238 e- 239.ª) 10.
exclusión política de las mujeres. El mito En la retórica pública se denominaba con
fundante de la ciudadanía ateniense juega frecuencia a los ciudadanos como hijos
con el parentesco y la división de los se- de la ciudad o de la tierra. Como indica
xos. La pregunta por el nacimiento de los Loraux, se trata de identificar a Atenas
atenienses (varones), si han nacido de la con un génos unido, por un buen naci-
tierra o de las mujeres, se responde con miento y naturaleza, y no es algo imagi-
que han nacido de la Tierra-Madre, des- nario sino que «la retórica del génos es
poseyendo a las mujeres de su función re- una operación de lenguaje muy lograda
productora, desposesión en el reino de lo en cuanto contribuye a naturalizar la de-
imaginario «expresión de un sueño o una mocracia». El mito de la autoctonía con-
negación de la realidad mas que un pro- tribuye a la negociación entre valores
grama definitivo o una teoría ateniense de aristocráticos (buen nacimiento, buena
la reproducción» 7. El primer ateniense es naturaleza) y democráticos con el fin de
autóctono (Erictonio) y no nació «de la que los atenienses olviden que «su régi-
unión de los sexos sino de su disyunción». men democrático es una conquista histó-
El mito de la autoctonía guarda estrecha ricamente datada». Y es aquí donde Lo-
relación con la fundación de Atenas por la raux puntualiza: «¿La democracia? Un
diosa Atenea, diosa y virgen que tiene un asunto de familia». No podemos entrar
papel esencial para marcar el papel secun- en todo su desarrollo a propósito del Me-
dario de las mujeres, en la misma opera- néxeno de Platón y del hábito de repetir
ción que eleva a la diosa a lo más alto. que «en la gestación y la generación, no
Erictonio surge de la tierra y tal nacimien- es la tierra la que imita a la mujer sino la
to «libera en el momento oportuno a los mujer a la tierra» y el frágil estatuto de
atenienses del otro sexo y de su función las madres. Conviene, eso sí, retener que
reproductiva» 8, cumpliendo, nos dice, un Platón emplea el mito como una «noble
doble objetivo, de un lado afianzar su mentira» en la República para uso de los
identidad de ciudadanos intercambiables ciudadanos.
y, de otro, excluir simbólicamente a las Nuestra autora indaga a continuación
madres atenienses tanto de la ciudad mo- sobre el génos de las mujeres, sobre ¿cuál
delo como del discurso oficial. El mito de es, pues, el lugar de las mujeres en la fa-
la autoctonía tiende a borrar el papel bio- milia imaginaria de los atenienses? La
lógico de la mujer y, por tanto, de la fami- respuesta es que las mujeres son repro-
lia, en la continuidad de la polis en aras de ductoras y están encerradas en un génos
que la única lealtad sea la de la ciudad, de- propio. Por supuesto, no hay primera mu-
fendiéndola hasta la muerte «como un jer ateniense, Pandora remite a la «raza
solo hombre» 9, y de fundar la igualdad de las mujeres» y a la división entre los
política. ciudadanos y las mujeres 11. O como lo
Explorando los beneficios de la au- expresa Iriarte:
toctonía y de su uso en la retórica públi- «La divergencia entre lo femenino y lo
ca, Loraux cita a Platón: «Nosotros y los masculino se señala desde el propio origen de
nuestros, todos hermanos nacidos de una la humanidad, pues si la ideología cívica atri-
misma madre, no nos creemos unos de buye a los varones un nacimiento directo de

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las entrañas de esa tierra cívica de la que son hay que sumarle el mito de las amazonas,
propietarios y defensores, el origen de las mu- su derrota y, consiguientemente, la victo-
jeres queda asociado a la reproducción sexua- ria del ciudadano ateniense y el mito del
da, a un ámbito íntimo en el que prevalecen
matriarcado. Más pretextos y ficciones.
los lazos consanguíneos y la dependencia del
cuerpo materno. Un ámbito, en definitiva, que La exclusión es política, la ciudada-
se contrapone como la noche al día a las nor- nía de las mujeres es problemática y, sal-
mas políticas que, desde la ideología griega, vo si se sigue la definición de Aristóteles
deben imperar en la ciudad. En el pensamien- de ciudadanía, indica Iriarte, «es imposi-
to griego una hija es, ante todo, hija de su ma- ble catalogar como no-ciudadanas a las
dre mientras que el mito de la autoctonía es hijas, esposas y madres de los ciudadanos
crucial en la definición del concepto de ciuda-
dano» 12. griegos» 15. Iriarte se refiere significati-
vamente al papel que desempeñan las
mujeres en el ámbito religioso. Sostiene
Si atendemos a los estudios de Lo- que el politeísmo griego, a diferencia de
raux e Iriarte, ambas inciden en que el las religiones monoteístas (cristianismo,
mito del origen remite a la división entre judaísmo e islamismo) no presenta la no-
los sexos y es consustancial a la oposi- ción de lo divino en términos exclusivos
ción vital entre política y todo lo demás. de masculinidad, sino que descansa en un
La ciudadanía ateniense se apoya en di- cierto equilibrio entre sexos, lo que expli-
versas representaciones de la alteridad ca que las mujeres intervengan cívica y
para «autodefinirse como quintaesencia
realmente en las prácticas religiosas 16,
de lo humano», la más cercana de las
dado que la actividad cultural de la que se
cuales será la del «género femenino». El
ocupan es parte esencial de la ciudad. Es
ciudadano ateniense es el resultado de la
más, señala, la tradición cristiana, e
confluencia entre el universo cívico/divi-
igualmente las otras dos religiones mo-
no (dicotomía vertical) y de las dicoto-
noteístas, relegan a la mujer a un papel
mías horizontales que delimitan la ciuda-
secundario, así la virgen María, que asi-
danía tanto por referencia al resto de los
griegos como al ámbito femenino 13. Los miló gran parte del culto clásico a la ferti-
textos de ambas autoras tienen la virtuali- lidad, no tiene un estatus divino, como sí
dad de situarnos en la complejidad de un lo tiene la antigua Mater de los dioses.
imaginario griego, y un contexto históri- Dos aspectos son reseñables a propósito
co, que configura la ciudadanía política y de esto, en primer lugar, la aclimatación
la exclusión de las mujeres, mostrando de las diosas primigenias que se lleva a
como el principio femenino juega un pa- cabo en la democracia griega, la derrota
pel decisivo para marcar la diferencia se- de las amazonas y con ello la de los dere-
xual (y étnica), pero que, a su vez, no chos matriarcales, y la articulación del
puede aislarse del otro polo de la dicoto- mito del origen que descansa en este pre-
mía, el principio masculino y, lo que es texto ginecocrático para dar cuenta del
importante, para constatar que tras el an- sistema patriarcal. Por otra parte, la per-
tagonismo y la oposición se puede «apre- vivencia de la ficción ginecocrática aca-
ciar el soterrado intercambio de valores bará tomando cuerpo en el mito del ma-
que subyace en la aparente pureza de triarcado, no sólo en el siglo XIX 17. Pode-
toda polaridad» 14. En concreto, el análi- mos concluir con Iriarte:
sis de Iriarte se despliega transversalmen- «En el mundo griego, la violencia antia-
te para dar cuenta de la contraposición neíra de las Amazonas —como la de las
entre «sistema patriarcal» y «ficción gi- Esfinge, las Gorgonas o la propia Pandora—
necocrática». Al mito de la autoctonía se inventa para ser absorbida por la imagen de

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una virgen que, renunciando a su capacidad a la mujer como «generadora de identidad


maternal, pone enteramente este poder a dis- cívica», una identidad que sólo pueden,
posición de la polis. Una imagen de la femini- por otra parte, detentar los varones, y al
dad que garantiza, en definitiva, la renuncia
de las mujeres a transmitir su apellido a los hi-
mismo tiempo opera un mayor control so-
jos y a participar en política (...) las Amazonas bre la esposa legítima y la coloca en un lu-
sólo nacieron para morir proporcionando a gar de honor en la casa. En la actualidad,
Atenas un gran renombre» 18. cabe convenir con Iriarte, los bancos de
esperma podrían percibirse como la «ma-
Ahora bien, Atenea es la diosa, vir- terialización de la peor pesadilla de los an-
gen, que carece de madre biológica, que tiguos atenienses». Lo que interesa, sin
rechaza el matrimonio y la maternidad y embargo, es retener que las mujeres están
que preside la ciudad. ¿Y las madres?, excluidas de la ciudadanía política; vemos
como Loraux muestra las madres griegas así las implicaciones políticas de un ima-
tienen como cometido procrear hijos se- ginario que intenta identificar familia y
mejantes al padre, de ahí la figura de la ciudad, que delimita quién es ciudadano
«madre justa», sus trabajos dan cuenta de con igualdad política, en qué consiste la
qué es lo que se teme y se excluye de la excelencia de los varones atenienses.
ciudad 19. Ser nacido ateniense va a ser Aunque la exclusión política de las muje-
susceptible, no obstante, de una defini- res es clara y clave también se constata la
ción legal. Como señala Iriarte: complejidad de un sistema que al mismo
«Clave del status femenino en cada épo- tiempo las incorpora con un estatuto espe-
ca histórica, la maternidad no es un hecho bio- cial y que comporta un soterrado inter-
lógico inalterable cuya consideración pueda cambio de valores, que las polaridades no
aislarse de las transformaciones sociales. El son tan puras o drásticas. Asimismo es ne-
proceso de asentamiento del sistema político cesario precisar que el ámbito doméstico,
en territorio griego proporciona un claro
ejemplo de ello. En dicho sistema el naci- familiar, es el que asume la reproducción
miento se presenta muy pronto como un ele- y la producción. Por último reparar en que
mento básico para definir la condición de el asunto de dotarse o contarse un origen,
ciudadano, esa politeía que Atenas intentó como muy bien indica Loraux, ha de com-
restringir al menor número posible de ciuda- prenderse desde la perspectiva de que para
danos, de tal manera que sólo unos pocos pu- una colectividad griega «nada es más ac-
dieran disfrutar de las ventajas de su triunfan- tual que el origen, pues nada sirve mejor a
te democracia. Con tal finalidad se decretó la
célebre ley del 451, según la cual sólo los na-
los intereses del presente» 21. El conflicto
cidos de padre y madre “ciudadanos” tendrían entre familia y polis si no se resuelve
derecho a la ciudadanía. Contrariamente a las cuando menos se detiene. Cabría aún rela-
póleis aristocráticas —en las que los matrimo- cionar este conflicto con la cuestión del
nios con extranjeros sirven con frecuencia extranjero, lo cual nos exigiría más deteni-
para crear lazos de solidaridad entre las fami- miento, no obstante remitimos a los textos
lias nobles— la ciudad democrática llegó a de ambas autoras para destacar que los
prohibir que una extranjera y un ateniense o griegos «se pensaron a sí mismos como
que una ateniense y un extranjero se casaran y
tuvieran hijos legítimos 20. una “identidad cultural” rodeada por todas
partes de formas más o menos acentuadas
El destino ideal de las mujeres ate- de “barbarie”» 22, pero de ahí no se deriva
nienses y griegas es ser fecundas madres una posición xenófoba, esta no es aplica-
de hijos varones, legítimos, que se parez- ble, señala Loraux, a los atenienses sino a
can al padre. En este sentido se constata la Esparta. La exclusión de las mujeres, los
dualidad del status femenino, se reconoce esclavos y los extranjeros es diferente. La

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autoctonía «no era una ideología racis- familia y Ciudad, entre los dos gobiernos,
ta» 23, por eso se interroga sobre sus bene- siguiendo a G. Fraisse, para quien, en
ficios. Quizás no hay que confundir tam- efecto, no hay un texto fundacional del
poco aquí, cultura y origen, como indica «contrato sexual», pero sí hay un «texto
Yuval-Davis a propósito de los proyectos fundacional» por excelencia de los que
nacionalistas 24. «jalonan el nacimiento de la sociedad
contemporánea, democrática y republica-
na» que es El contrato social de Rous-
2. De pretextos y ficciones: seau 27, y lo es entre otras razones porque
ciudadanía exclusiva rompe con la analogía entre el gobierno
de la familia y el de la ciudad:
Los pretextos y las ficciones productivas
no son exclusivas de la Antigüedad, nos «Entendamos bien la época que se abre
con la Revolución francesa y el final de la mo-
las encontramos en la modernidad, en la narquía, y regresemos a este Contrato social
configuración de un nuevo orden social y de Rousseau que anuncia, sin decirlo clara-
político, en concreto, el estado de natura- mente, una transformación radical y funda-
leza pre-contractual 25. La familia sirve mental: la afirmación de una disociación entre
de referencia para el patriarcalismo clási- lo doméstico y lo político, entre la familia y la
co y para el modelo feudal, la analogía ciudad. Por supuesto, la separación no es ante
entre familia y poder político, justamente todo espacial, como tenderá a explicarlo el si-
es lo que las teorías clásicas del contrato glo XIX, tan celoso de una vida familiar prote-
social van a cuestionar. Como ha estudia- gida; es ante todo simbólica. Rousseau propo-
ne, y esto es muy subversivo, que desaparezca
do C. Pateman 26 nuevos pretextos y fic- la analogía entre familia y Estado; porque re-
ciones ocultan «el contrato sexual». La chaza que de la patria potestad se deduzca la
distinción público-privado entendida representación del príncipe y del funciona-
como una dicotomía, como esferas sepa- miento del Estado. Esta separación de las es-
radas, es una ficción política que opera feras es, pues, antes que nada una separación
oscureciendo dicho contrato y delimitan- de los gobiernos, gobierno doméstico y go-
do la ciudadanía moderna. Se trata de si- bierno político. Marca el final de una compa-
tuar históricamente al patriarcado sustra- ración entre familia y Estado en cuanto al
yéndolo de una búsqueda atemporal del ejercicio del poder. Insistamos en ello: este lu-
gar común de la separación de lo privado y lo
origen, atendiendo a su variabilidad his- público, lugar común considerado como evi-
tórica y a las articulaciones políticas que dencia de la modernidad, aunque se denuncie
operan en la construcción de la separa- por sus efectos desfavorables para las muje-
ción moderna de dichas esferas. De nue- res, es aparentemente insignificante si se ig-
vo, no vamos a centrarnos directamente nora su sentido y su eficacia políticos. Político
en la dicotomía público-privado, solo in- en el sentido fuerte: para Rousseau, esta sepa-
dicar que Pateman dirige sus críticas a la ración se produce en el seno de una reflexión
tradición liberal-contractual en la medida sobre el poder político» 28.
en que traza la línea entre libertad y sub-
ordinación de las mujeres echando mano La propuesta de Rousseau es, nos
de la ficción de las esferas separadas, dice, subversiva, la ruptura que marca ra-
rompiendo con la analogía entre poder dicará en que no es la familia la que sirve
político y poder paternal, entre familia y de modelo del poder político sino que se
Ciudad, pero dando lugar al patriarcado invierte el movimiento. El cambio se pro-
moderno, fraternal, cuyo centro es el in- duce en las representaciones imaginarias:
dividuo masculino. Lo que nos interesa «Era preciso que se dejara de comparar la
ahora es el desarrollo del conflicto entre familia con la ciudad para empezar a con-

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cebir el Estado moderno en su novedad versiva y que el siglo XIX recibe su heren-
radical» 29, invirtiéndose el movimiento cia— discurre a través de los textos y au-
de forma que «la imagen del gobierno de- tores (Louis de Bonald, Paul Gide, Julie
mocrático viene a contaminar el micro- Daubié, Proudhom, Fourier), de los con-
cosmos doméstico» 30. Este nuevo imagi- textos, en los que se pone de manifiesto
nario no va a cuajar en una ciudadanía que el planteamiento que acaba por im-
plena para las mujeres, pero tampoco res- ponerse es que la exigencia democrática
ponde al modelo de ciudadanía y demo- no debe contaminar a la familia: «la fa-
cracia excluyente. La democracia moder- milia es un lugar heterogéneo al vínculo
na es «exclusiva», no excluyente: social y político. Subrayemos una vez
más que las mujeres son lo que está en
«porque no enuncia las reglas de la exclusión. juego en este asunto» 32. Lo que se recha-
Produce la exclusión por una serie de impedi- za es la familia como modelo patriarcal
mentos reales e imaginarios, jurídicos y médi-
cos, literarios y filosóficos. Por lo tanto, no de una sociedad monárquica. Baste re-
hay enunciado de la exclusión de las mujeres, cordar aquí cómo también la familia y el
como tampoco había un texto fundacional de matrimonio tienen su lugar en la contra-
un contrato sexual. No hay enunciado de la posición a los valores aristocráticos en la
exclusión porque se produciría una contradic- democracia ateniense.
ción demasiado grande con los principios de
Constata Fraisse las contradicciones
la democracia moderna. Es entonces cuando
hay que marcar las diferencias con la demo- del código civil y de lo que los juristas
cracia clásica. Nicole Loraux explica que la llaman «mujer independiente» (por ejem-
democracia clásica se basa en la exclusión de plo, pagar impuestos y no tener derecho a
las mujeres, derrota de las mujeres reales voto) viendo como la mujer independien-
compensada por una apropiación de lo feme- te y la mujer pobre del siglo XIX son el
nino a través del pensamiento. La exterioridad preludio de la mujer autónoma del XX.
de los excluidos, entre ellos las mujeres, que- Desde esta perspectiva va siguiendo el
da marcada con fronteras estrictas. Está claro
que la democracia moderna no deja a las mu-
movimiento por el que lo económico pre-
jeres a las puertas del ágora... En mi opinión, cede a lo político y cómo se vuelve cada
la exclusión se ha fabricado al mismo tiempo vez más difícil o imposible abstraerse de
contra y con las mujeres» 31. esa realidad bajo el paraguas de la uni-
versalidad: «olvidada en el plano simbó-
No por casualidad Fraisse remite a lico como mitad de un conjunto social, la
N. Loraux y a las diferencias entre la de- mujer, individuo democrático, aparece
mocracia clásica y la moderna. La ciuda- velada bajo unas realidades tan prosaicas
danía moderna, surgida de la Revolución como la familia y la vida económica» 33.
Francesa, a diferencia de la clásica, no es El problema de la república, dice, es de
excluyente sino exclusiva, para mostrarlo un lado, definir la familia; de otro, la mu-
traza un recorrido por los dos siglos de jer independiente como «realidad inelu-
construcción de la igualdad, poniendo de dible». En el siglo XX las ciencias socia-
relieve las dificultades de inscribir el les van a asumir la reflexión sobre el
vínculo conyugal y familiar en una repre- «vínculo sexual» y de ahí los análisis de
sentación democrática, afirmando que la familia como «institución» (Durk-
«el sueño del hombre democrático» con heim). La familia ya no es vista como el
respecto a las mujeres es que no sean ni microcosmos de la gran sociedad sino
ciudadanas ni trabajadoras. Muy resumi- que es una institución más del Estado y,
damente, su argumentación —tras soste- subraya, «el argumento ya no cambiará».
ner que la propuesta de Rousseau es sub- La tarea será definir la familia o el matri-

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monio, especificar en qué medida hom- puede representar a la nación. Conviene


bre y mujer «hacen sociedad». Tras los ti- retener ahora que se produce una nove-
tubeos del siglo XIX para volver a definir dad radical: la participación de las muje-
la pareja y la familia, la perspectiva so- res en la procreación frente a la primacía
ciológica contribuirá decisivamente a la del padre. En este siglo la madre es una
representación del matrimonio y la fami- educadora 36, educa a las hijas y forma a
lia. Es la sociedad, no la naturaleza, la los ciudadanos. De especial interés resul-
que sirve de referente. Institución contro- ta la aproximación y valoración que
lada por el Estado y economía doméstica nuestra autora hace de la fraternidad. La
reducida, son los dos nuevos datos que hermana es una categoría nueva en el si-
definen el vínculo conyugal. El matrimo- glo XIX: «es la hermana del hermano» y
nio es una institución y con ello se irá se pregunta:
abriendo paso un modelo democrático en «¿Qué significa entonces la palabra fra-
el que el consentimiento mutuo para el ternidad? ¿Qué apostamos a que no es más
divorcio y la independencia económica que una invitación a un banquete entre herma-
de la mujer van a ser conquistas basadas nos?
en una representación democrática del in- Efectivamente, existían y siguen exis-
dividuo. tiendo dos posibilidades en relación con la pa-
Es importante destacar, siguiendo a labra “fraternidad”: considerar que la fraterni-
dad es, como la igualdad y la libertad, un va-
nuestra autora, que «separar lo civil y lo lor, valor al que las hermanas están asociadas
político es una operación que otros ya con respecto a sus hermanos de facto. Esta
han efectuado y que seguirán llevando a versión, republicana, prevalece hasta nuestros
cabo. Precisamente en eso consiste el sis- días. O bien considerar la fraternidad en el
tema renovado de la dominación mascu- sentido de su realidad, la de una sociedad de
lina» 34. No es, entonces, tampoco casua- hermanos a la que las hermanas no han sido
lidad que en el período posterior a la re- invitadas. Este segundo análisis tiene el méri-
volución francesa se utilice la metáfora to de la interpretación histórica» 37.
de la esclavitud 35. La utilización del tér- La tesis de Fraisse es que la madre
mino «esclava» va remitiendo progresi- tiene una misión social en tanto que edu-
vamente, siendo sustituido por el de «me- cadora, la esposa no es representante de
nor de edad», para unos será una catego- la nación, es una mujer cristiana, y la her-
ría biológica, para otros, política. Con el mana molesta. La república y la demo-
socialismo, mujer y proletario (no hay cracia es exclusiva, no excluyente, las
analogía) responden a una situación de mujeres tienen limitada su participación
sometimiento común. Ahora bien, como a la fabricación de las costumbres. Y lo
ya se apuntó, según Fraisse el sueño del que es más, «No hay acceso a la univer-
hombre democrático es que las mujeres salidad de los derechos a través de las ca-
no sean ni ciudadanas ni trabajadoras. tegorías de filiación», en este sentido se
Hay otra cuestión en la que pone énfasis habría equivocado O. de Gouges. En el
Fraisse, y es que a principios del siglo XIX siglo XIX la república de los hermanos si-
se dice que las mujeres no hacen las leyes gue siendo masculina. En 1870 surge el
pero que fabrican las costumbres. Las neologismo «discriminación». La repú-
mujeres no son ciudadanas pero son re- blica, dice, deja de ser excluyente pero se
presentantes de la nación y las distintas vuelve discriminatoria 38. Se apunta asi-
situaciones de filiación (madres, hijas, mismo cómo la violencia privada es el
hermanas) responden a una definición de síntoma de una ausencia de derechos tan-
las costumbres a partir de las que la mujer to civiles como políticos 39. De la mano

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NOTAS Y DISCUSIONES

de Fraisse podemos ver la discordancia «la disyunción de dos gobiernos, doméstico y


entre la ley y la costumbre, entre los dere- político, podría haberse construido sobre el
chos y los deberes, entre el malestar y la modelo clásico, no el de los filósofos como
reivindicación de las mujeres. Así la ciu- Aristóteles, sino el de la propia ciudad ate-
niense. Nicole Loraux subraya más bien la he-
dadanía moderna disocia derechos y de- terogeneidad entre la ciudad y sus mujeres, to-
beres, razón y virtud, para gran sorpresa, talmente excluidas de la vida del demos. La
dice, del lector contemporáneo que cono- disyunción de ambos espacios es en realidad
ce la tradición filosófica que identifica una de las condiciones de la exclusión de las
racionalidad y moralidad. Los principales mujeres de la vida política.
mecanismos que estructurarán el rechazo Sin embargo, en la época moderna y con-
de las mujeres en la ciudadanía son bási- temporánea, esto es más fácil de decir que de
camente: el miedo a la confusión entre hacer. Porque las mujeres no quedarán exclui-
los sexos, el rechazo de que la excepción das de la cosa pública más que desde el inte-
se convierta en regla, el reparto entre la rior del espacio democrático, y no desde el ex-
terior. Democracia exclusiva, he dicho, para
ley y la costumbre. Ahora bien, la demo- mostrar que la ciudad no es, como antes, un
cracia exclusiva se caracteriza por no ser espacio delimitado en el interior de un espacio
un sistema deliberado de exclusión, me- más amplio. Hoy en día la ciudad se confunde
jor, su especificidad radica, justamente, con el conjunto de la sociedad» 42.
en no haber convertido la dominación
masculina en un sistema, sino en «una di- La democracia supone una inversión,
námica en la que la selección de los hom- esto es, es la sociedad política la que pro-
bres y la omisión de las mujeres ocurrían porciona el modelo de la sociedad do-
en nombre de lo universal» 40. méstica, siempre que, advierte, se man-
tenga la analogía entre ambas. La familia
El siglo XX funcionaliza los roles de
debe acoplarse con el modelo democráti-
las mujeres, la división del trabajo, esto
co. La analogía funciona, pues, en senti-
es, ser madre y trabajadora va a estar
do contrario a toda la historia occidental,
siempre sujeto a contradicción. Quizás se
remite a la circulación ineludible entre
comprenda mejor lo que esto supone acu-
ambas esferas, no a la separación. El últi-
diendo a la clasificación de Yuval-Davis,
mo paso en su análisis es el de la paridad
esta vez respecto del modelo de ciudada- que, a su entender, sirve para designar la
nía estatal: igualdad entre los sexos. A partir de la
«hay una característica que especifica la ciu- conquista del saber y de la autonomía
dadanía de las mujeres: su naturaleza dual. En económica se plantea legítimamente la
efecto, por un lado, las mujeres están siempre cuestión del poder. Parte de que la cons-
incluidas, al menos en cierta medida, en el trucción de las esferas llamadas burgue-
cuerpo general de ciudadanos del Estado y sus sas: pública y privada, ha ocultado «que
proyectos sociales, políticos y económicos; y en la familia tanto como en la Ciudad
por otro lado, siempre hay, más o menos desa- existe un poder que se discute y disputa...
rrollado, un cuerpo separado de legislación
que se relaciona con ellas en su condición es- La paridad política se conjuga con la pa-
pecífica de mujeres» 41. ridad doméstica... designa la familia y la
ciudad como lugares de ejercicio de po-
Llegadas aquí es preciso preguntar der» 43.
¿cuál es, en realidad, el conflicto entre fa- Desde esta lectura distingue entre pa-
milia y Ciudad? Recapitulando, Fraisse ridad e igualdad, entre lo económico y lo
examina las dificultades de inscribir el político, y se cuestiona una nueva fic-
vínculo conyugal y familiar en una repre- ción, la de «lo neutro». No podemos de-
sentación democrática y sostiene: tenernos en toda su argumentación res-

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NOTAS Y DISCUSIONES

pecto a estas y otras cuestiones, lo que norías étnicas y nacionales. Dicho de otro
importa es que el conflicto entre familia y modo ¿qué pasa con la ciudadanía de las
Ciudad remite a un poder que se cuestio- mujeres en aquellos Estados que hay un
na y disputa en ambos y que llevan a pluralismo legal, en los que se combina el
Fraisse a indicar las tareas pendientes: modelo cultural y el estatal?
«¿Qué ocurriría si aceptáramos nueva-
mente la representación del doble gobierno,
gobierno doméstico y gobierno político? ¿No
3. De pretextos y ficciones:
aclararía, para empezar, la historia de las mu- ciudadanía incluyente
jeres, consideradas unas veces como madres,
otras como trabajadoras neutras, sin que se es- En los últimos años el debate sobre la ciu-
tablezca un vínculo entre ambas, más que de dadanía ha discurrido intentando formas de
forma negativa? La primera tarea pendiente es ciudadanía más incluyentes, en concreto
volver a articular lo doméstico y lo político buscando la acomodación de las diferen-
para que las mujeres sean allí sujetos sin des- cias culturales en Estados plurinacionales
doblamiento crónico. y/o pluriétnicos, en Estados con pluralismo
La segunda tarea consiste en considerar legal, bajo la denominación, y diversas for-
el término de gobierno... Retomar el término
de gobierno, doméstico y político, tal y como
mas, de ciudadanía multicultural. La filo-
se abandonó en beneficio de los conceptos de sofía política feminista se ha venido ocu-
espacio y de esfera, privado/público, permite pando también de esta cuestión que añade
dos ejes de reflexión, sobre la articulación, o una nueva complicación a la ciudadanía de
mejor dicho, la circulación, entre la familia y las mujeres: acomodar las diferencias cul-
la ciudad, por un lado, y sobre el contenido turales y los derechos de las mujeres. La li-
del gobierno, por otro... Las discusiones sobre teratura sobre este asunto es amplia y en
los vínculos privados, afectivos y sexuales, casi todas las autoras encontramos una
así como las controversias sobre el acceso de preocupación ante casos prácticos, básica-
las mujeres al poder, nos obligan a volver a
encontrar la imagen que permita que estos dos
mente jurídicos, que dejan ver la compleji-
gobiernos se organicen juntos» 44. dad del asunto 45. La autora que nos sirve
de base ahora es A. Shachar 46, quien acuña
Si la analogía ahora funciona en sen- la denominación de «la paradoja de la vul-
tido invertido, la del gobierno democráti- nerabilidad multicultural» al abordar el
co, si la circulación entre gobierno do- asunto de la acomodación de las diferen-
méstico y gobierno democrático es inelu- cias culturales y los derechos de las muje-
dible y no son esferas o espacios res, para dar cuenta de la ironía que supone
separados, resta entonces encontrar, de que en un Estado multicultural la acomo-
acuerdo con Fraisse, «la imagen que per- dación de las diferencias entre grupos pue-
mita que estos dos gobiernos se organi- da generar daño o injusticias intra-grupo,
cen juntos». No obstante, es preciso seña- que pueda repercutir negativamente en los
lar que Fraisse, como ella misma afirma, derechos individuales en el interior del gru-
toma la historia francesa, heredera de po. La tensión se sitúa pues entre acomodar
Rousseau, como emblemática y ejemplar diferencias y proteger los derechos e intere-
en relación a los problemas del gobierno ses de los miembros de los grupos más vul-
doméstico y el democrático, sin embargo, nerables en sus comunidades, y especial-
siempre se refiere a Francia como Estado mente a las mujeres.
y colectividad nacional pero no contem- La propuesta de Shachar comporta
pla que las relaciones de género y de ciu- un compromiso normativo fundamental,
dadanía diferenciales afectan también a a saber, reforzar la justicia entre grupos y
las mujeres inmigrantes y a las de las mi- reducir la injusticia en su interior y se ci-

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fra en la apuesta por «una nueva arquitec- cuando los grupos culturales se sienten
tura para dividir y compartir la autoridad bajo amenaza 49. Y así mismo no caer en
en el Estado multicultural» lo que deno- la dicotomía grupo versus Estado. Insiste
mina joint governance y que supone par- en que hay que contemplar la inevitable
tir del hecho de que hoy ya no es posible interacción dentro-fuera y denuncia la fa-
que pueda haber una única autoridad, una lacia de la impunidad doméstica, hacien-
única fuente de normas e instituciones le- do especial hincapié en las dificultades
gales 47 si se quiere tomar seriamente la de apelar a la opción de la salida o el
paradoja de la vulnerabilidad multicultu- abandono como solución que algunos
ral. «Acomodación», indica, en un con- ofrecen cuando los miembros individua-
texto multicultural remite a un amplio les no aceptan aquellas prácticas o reglas
ámbito de medidas estatales diseñadas que conculcan los derechos fundamenta-
para facilitar prácticas y normas de los les de ciudadanía.
grupos de identidad. También a través de De manera muy detallada y central
diferentes ejemplos o casos constata que su análisis incide en la carga despropor-
la acomodación cultural tiende a legiti- cionada que recae sobre las mujeres, y no
mar las desigualdades, las jerarquías de sólo en ellas, como resultado de las jerar-
poder intra-grupo. Ahora bien, esta pro- quías de poder pre-existentes en los gru-
puesta está pensada básicamente para los pos de identidad. Ver el papel que juega
conflictos legales que surgen entre miem- el derecho de familia en la constitución
bros individuales de un grupo y el grupo de la identidad colectiva es, en este senti-
de identidad, se centra en las comunida- do, necesario y no puede dejarse de lado
des nomoi, esto es, en las que están inte- o pasarse por alto. El derecho de familia
resadas en preservar su nomos de tipo re- tiene una doble función: la de demarca-
ligioso 48. Ofrece una sistematización de ción, es decir, la de mantener las fronte-
los conflictos legales que pueden surgir ras de los miembros del grupo respecto
en un modelo de ciudadanía diferenciada de la sociedad mayor, abarcando tanto la
multicultural: individuo versus indivi- demarcación racial, étnica, biológica y
duo; individuo versus Estado; grupo de territorial como la ideológica, cultural y
identidad versus grupo de identidad; gru- espiritual; remitiendo a las complejas re-
po de identidad versus Estado, el conflic- glas de linaje; y la distributiva, que deter-
to, indica, con más frecuencia discutido; mina y asigna derechos y obligaciones.
no miembros versus grupo de identidad y, Estas dos funciones corren parejas con
finalmente, como decíamos, el conflicto dos aspectos legales del matrimonio y el
entre miembro individual del grupo ver- divorcio, a saber, el estatus personal y las
sus grupo de identidad, que es el que le relaciones de propiedad 50. Lo que está
preocupa de manera especial. Buena par- en juego es quién puede, vía matrimonio,
te de su argumentación descansa en deli- convertirse en miembro de un grupo. La
mitar el multiculturalismo, diferenciando fuerza o el poder del derecho de familia,
unas versiones fuertes y otras débiles, indica, no radica en la pertenencia de
viendo los problemas que comporta para «sangre» sino en su valor como expre-
estas últimas el derecho de familia. Así sión política del poder del grupo para es-
como alerta sobre la necesidad de extre- tablecer sus fronteras (no-territoriales) de
mar las cautelas sobre el tipo de multicul- pertenencia 51. Como muy bien señala,
turalismo que se suscribe, también quiere los grupos nomoi utilizan la regulación
sustraerse a los peligros de un «cultura- del matrimonio y el divorcio justamente
lismo reactivo», es decir, del que surge como los Estados modernos utilizan el

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derecho de ciudadanía, esto es, para deli- clusiva de las lealtades. Así es posible una
mitar claramente quien está dentro y solución de la paradoja multicultural solo si
quien está fuera del colectivo. El cultura- se identifican y defienden «aquellas aco-
lismo reactivo, precisamente, cuando el modaciones estatales que pueden ser com-
grupo se siente amenazado y ante un rá- binadas coherentemente con la mejora de
pido cambio social, tiende a recodificar la posición de clases de individuos tradicio-
las normas que regulan la vida familiar nalmente subordinados en las culturas de
de forma si cabe más restrictiva de lo ha- los grupos minoritarios». La acomodación
bitual o tradicional. transformadora no es algo circunstancial o
Dada la perspectiva del problema asu- pasajero que resuelva conflictos puntuales
mida por esta autora, esto es, centrarse en o específicos sino que se presenta como un
miembros individuales versus grupos no- «remedio estructural» que busca además
moi, pasa a revisar los dos modelos teóri- de encontrar soluciones justas y equitati-
cos y legales que intentan responder a este vas, crear nuevas condiciones para que los
conflicto: el modelo absolutista basado en miembros más vulnerables, siguiendo en
la estricta separación entre iglesia y Estado esto la posición de I. M. Young, puedan te-
y el particularista religioso. Ambos tienen ner poder y puedan retar la doctrina esta-
problemas de acomodación y respeto de blecida por su tradición, lo que supone
derechos pero fundamentalmente ambos también que pueda disponerse de una creí-
comparten un supuesto mal fundado: «que ble capacidad de amenaza de salida o aban-
los miembros de los grupos no pueden ser dono por parte de aquéllos.
simultáneamente objeto de más que una En sus conclusiones finales resume
fuente legítima de autoridad legal» 52. Así, las ventajas de su propuesta de acomoda-
como ya se apuntó, opta por presentar una ción transformadora incidiendo en que:
tercera posibilidad el joint governance para 1) establece un vínculo entre el reforza-
reconocer tanto que algunas personas per- miento de la autonomía jurisdiccional de
tenecen a más que una comunidad política, las comunidades minoritarias y el refor-
como que son portadoras de derechos y zamiento de los miembros del grupo en
obligaciones que no derivan de una única riesgo en sus propias comunidades no-
fuente de autoridad legal. También supone moi. 2) Está diseñada para proporcionar a
reconocer la «situacionalidad», que la ac- los miembros más vulnerables del grupo
ción y la agencia de los individuos, de los las herramientas realistas para ejercer in-
grupos y los Estados varía en diferentes po- fluencia en el grupo y poder retar las tra-
siciones institucionales y en alguna medida diciones establecidas que los cargan des-
está determinada por ello. El objetivo que proporcionadamente. 3) Se trata de un
persigue es, pues, crear estructuras de auto- mecanismo permanente que busca trans-
ridad compartida que tengan en cuenta es- formar la relación jurisdiccional y la base
tos factores, sin caer en la lógica excluyen- política entre el Estado y sus comunida-
te del o/o y atendiendo al dinamismo inhe- des nomoi minoritarias, considerando el
rente al contenido de los derechos y de la derecho de familia y la educación como
cultura, sin tomarlos como algo dado. Se áreas importantes. 4) Las múltiples y so-
decanta por una «acomodación transforma- lapadas afiliaciones no son tratadas como
dora» 53 que busca adaptar las estructuras parte del problema sino como parte de la
de poder, de los grupos nomoi y del Estado, solución. Ni el Estado ni el grupo tienen
de modo que protejan a sus constituyentes un monopolio sobre los individuos situa-
más vulnerables, mediante un ordenamien- dos y deben ganarse el apego continuado
to que no siga una lógica competitiva ex- de los individuos. Shachar apunta que el

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joint governance, su propuesta de ciuda- a sus derechos y obligaciones, a sus po-


danía diferenciada multicultural, intenta sibilidades y relaciones económicas y
operacionalizar las demandas de justicia políticas 55. En un reciente artículo 56, pre-
para ponerlas en apoyo del respeto a las cisamente Shachar y R. Hirschl se ocupan
diferencias culturales. Sigue así a Ch. de los problemas de la ciudadanía, de la
Taylor en el reconocimiento público de pertenencia política y sus dimensiones
tradiciones culturales no dominantes; a distributivas proponiendo que la ciudada-
W. Kymlicka en el compromiso con el re- nía sea vista como una «propiedad hereda-
forzamiento de la autonomía multicultu- da» más a los efectos de una distribución
ral y a I. M. Young en su visión de la jus- global más justa, pero este asunto, de nue-
ticia como dar poder a los vulnerables. A vo, va más allá de nuestro cometido. La
su juicio lo que ella aporta es que expan- cuestión sigue siendo cómo lograr una
de el objetivo de erradicar las desigualda- ciudadanía incluyente, que no deje fuera o
des al centrarse en las relaciones tanto entre medias a las mujeres, que empieza
entre grupos como en las relaciones en su por la familia, y para ello hay que asumir
interior. Una perspectiva que supera el la diversidad de familias y la diversidad en
ultimátum de «tu cultura o tus dere- la familia. Las familias hoy, y como la his-
chos» 54. toria muestra, son diversas, no sólo desde
No es nuestro objetivo debatir aquí la la perspectiva de las diferencias étnicas o
propuesta de Shachar, lo que nos interesa religiosas, sino también desde la variedad
es ver cómo reaparece el conflicto entre de familias que conforman nuestras socie-
familia y Ciudad en un contexto en el que dades (monoparentales, homosexuales,
se da un pluralismo legal y una diversidad transfronterizas, nuevas tecnologías re-
de familias. De la mano de esta autora ve- productivas...). No hay una familia homo-
mos la diversidad de las familias atendien- génea, ni natural, los pretextos y las fic-
do a las diferencias culturales de los gru- ciones que operan tienen que ver con el
pos religiosos y como bien señala el plura- «mito de la familia», el peligro de la inmi-
lismo legal en este caso puede conllevar la gración, el miedo a la confusión. Las fa-
vulneración de la ciudadanía y los dere- milias son diversas y la ciudadanía res-
chos de las mujeres. El derecho de familia ponde a diversas filiaciones, la cuestión
es una vez más el que sirve para marcar la está en cómo podemos imaginar una ciu-
diferencia y la pertenencia, como lo hace dadanía incluyente conjuntamente con la
la ciudadanía en los Estados modernos, diversidad de familias y en las familias,
opera como «guarda fronteras» y, normal- cómo articular familia y Ciudad en un
mente, recae sobre las mujeres el peso contexto global y multicultural que sea
simbólico de esas fronteras, el derecho de más justo y más democrático.
familia afianza la lealtad al grupo religio- En todo caso, para finalizar, insistiría
so o cultural, pero no debe olvidarse que en que el uso político de las metáforas fa-
en su interior encontramos un poder en miliares no resulta muy apropiado y para
disputa, de ahí que no se puede dejar de las mujeres el acceso a la ciudadanía por
oír las voces de las mujeres. También hay la vía de la filiación es una puerta falsa.
que subrayar el carácter distributivo de la La ciudadanía, desde esta perspectiva no
familia y del derecho de familia, algo en debe ser un asunto de familia, sí lo es en
que la filosofía política feminista ha veni- tanto que la familia es política y entre
do insistiendo y que por lo general no se ambas hay una ineludible circularidad.
tiene en cuenta, aspectos distributivos que Sin olvidar que las tragedias hoy, eso sí,
afectan de forma especial a las mujeres, son reales y cotidianas.

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NOTAS Y DISCUSIONES

NOTAS

1 N. Louraux, Nacido de la tierra. Mito y política historia social y antropología) que ve el ámbito «pú-
en Atenas, trad. Diego Tatián, Buenos Aires, El cuen- blico» como una esfera de sociabilidad fluida y poli-
co de plata, 2007, p. 39. morfa, y busca analizar las convenciones culturales y
2 Convenimos con Bertomeu y Doménech en que dramáticas que lo hacen posible.... 4) Aquella tenden-
uno de los méritos destacables de la filosofía política cia, que se ha convertido en importante en muchas ra-
académica feminista ha sido su empeño en mostrar el mas del análisis feminista, que concibe la distinción
carácter político de la institución familiar, dejado de entre «privado» y «público» en términos de la distin-
lado en la filosofía política contemporánea. No obs- ción entre la familia y el orden económico y político
tante sostienen que tal mérito se ve empañado pues —con la economía de mercado con frecuencia como
con frecuencia va unido a una visión de público-priva- el ámbito público paradigmático». En «The Theory
do que es preciso abandonar. Propugnan una alianza and Politics of the Public/Private Distinctions» en Jeff
entre feminismo y tradición política republicana que, a Weintraub & Krishan Kumar (eds.), Public & Private
su juicio, «puede aclarar algunos malentendidos e in- in Thought and Practice. Perspectives on a Gran Di-
cluso aportar algunas herramientas conceptuales más chotomy, University of Chicago Press, 1997, p. 7.
3 Véase, M.ª X. Agra, «Ciudadanía: el debate fe-
potentes que la ubicua, superficial, ahistórica, y por
eso mismo, infértil dicotomía entre lo “público” y lo minista» en F. Quesada (dir.), Naturaleza y sentido de
“privado”, que permea la casi totalidad del pensa- la ciudadanía hoy, Madrid, Estudios UNED, 2002,
miento académico feminista actual». Bien es cierto pp. 129-160.
4 En esta aproximación tomaremos como base los
que la crítica a la familia y al matrimonio, a la dicoto-
mía público-privado, han ocupado y ocupan un lugar textos de N. Loraux, el ya antes citado y otros, y el de
fundamental en las teóricas feministas que en un buen Ana Iriarte, De Amazonas a Ciudadanos. Pretexto gi-
número han puesto de manifiesto que la relación entre necocrático y patriarcal en la Grecia antigua, Madrid,
ciudadanía y familia está atravesada por relaciones de Akal, 2002, para la ciudadanía ateniense. Para la repú-
sexo-género, remitiendo a una historia de dependencia blica democrática moderna, Geneviève Fraisse, Los
y subordinación de las mujeres, historia omitida con dos gobiernos: la familia y la Ciudad, trad. M. Martí-
demasiada frecuencia. Muchas de las críticas se con- nez Solimán, Madrid, Feminismos/Cátedra, 2003.
centran en la ciudadanía liberal, y su articulación de Para el contexto multicultural, Ayalet Shachar, Multi-
público y privado como esferas separadas; entre otras cultural Jurisdictions: Cultural Differences and Wo-
razones justamente por ser la línea principal, habría men’s Rights, Cambridge, Cambridge University
que examinar entonces a qué refiere y con qué preci- Press, 2001.
5 Véase A. Iriarte, Democracia y tragedia: la era
sión, histórica y teórica, público y privado, y en qué
casos es una herramienta fértil. También es cierto que de Pericles, Ed. Akal, 1996; Pierre Vidal-Naquet, El
la tradición republicana asume el carácter político de espejo roto. Tragedia y política en Atenas en la Grecia
la familia y no circunscribe lo privado al ámbito do- antigua, Madrid, Abada Editores, 2004.
6 M. Nussbaum, La fragilidad del bien. Fortuna y
méstico, de ahí que la filosofía política feminista de-
biera tomar en cuenta seriamente dicha tradición y ética en la tragedia y la filosofía griega, Madrid, Vi-
atender a la evolución histórica de la dicotomía. En sor, 1985, p. 98.
este caso cabe asimismo analizar si el republicanismo 7 Para los atenienses, indica N. Loraux, la autocto-

es un buen aliado del feminismo y examinar la tradi- nía es bonne à penser y tiene muchas ventajas para re-
ción republicana en relación con la ciudadanía de las contar el origen de Atenas sin mencionar a las muje-
mujeres. M.ª J. Bertomeu y A. Doménech, «Público y res, véase, Les enfants d’Athéna: Idées ateniense sur
privado: republicanismo y feminismo académico», la citoyenneté et la division des sexes, Paris, Editions
http//www.sinpermiso.info, 01/07/2007. La Découverte, 1984.
8 Como es sabido: «Hefesto, el dios artesano, un
De la complejidad de privado y público da buena
cuenta Jeff Weintraub, quien señala cuatro amplios día desea a la virgen Atenea, diosa de Atenas; ella
campos de discurso en los que diferentes nociones de huye, perseguida por el dios; escapa de él, pero poco
«público» y «privado» juegan importantes papeles: 1) después extiende en el suelo el trozo de lana que utili-
el modelo económico-liberal, dominante en la mayoría zó para secar su pierna de la esperma del dios, y la tie-
de los análisis de «política pública» y en gran cantidad rra, así fecundada, produce al niño Erictonio». N.
de debates legales y políticos, que ven la distinción Louraux, Nacido de la tierra, op. cit., p. 41.
9 A. Iriarte, «La virgen guerrera en el imaginario
privado/público fundamentalmente en términos de ad-
ministración del Estado y economía de mercado. 2) La griego», en M. Nash y S. Tavera (eds.), Las mujeres y
perspectiva de la virtud republicana (y clásica) que ve las guerras. Barcelona, Icaria, 2003, p. 27.
10 N. Loraux, Nacido de la tierra, op. cit., p. 39.
el ámbito público en términos de comunidad política y
ciudadanía, analíticamente distinta tanto del mercado 11 Esto es, como se recoge en otro de sus textos:

como del Estado administrativo. 3) La aproximación, «Queda la evidencia, ineludible: desde Hesíodo hasta
ejemplificada en el trabajo de Ariès (y otras figuras en la tragedia ateniense, la “raza de las mujeres” es el

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NOTAS Y DISCUSIONES

nombre griego de un fantasma muy masculino, perfec- 30 Ibid., p. 30. No es posible aquí abordar la inter-

tamente aclimatado en la ciudad que le asigna un lugar pretación de A. Doménech sobre la importancia de ci-
para reconducir mejor la división fundadora, entre los vilizar la loi de famille en relación con la democratiza-
ciudadanos y las mujeres». «La gloria y la muerte de ción, la inversión de la analogía y la articulación de
una mujer» en R. Rius Gatell (ed.), Sobre la guerra y privado-público. Véase: El eclipse de la fraternidad.
la violencia en el discurso femenino (1914-1989), 31 Ibid., pp. 54-55.

Barcelona, Publications de la Universitat de Barcelo- 32 Ibid., p. 22.


na, 2006, p. 190. 33 Ibid., p. 25.
12 A. Iriarte, De Amazonas..., op. cit., p. 117. 34 Ibid., p. 38.
13 A. Iriarte, De Amazonas..., op. cit., p. 7. 35 Fraisse hace alusión a la utilización de califica-
14 Ibid., p. 6.
tivos como: esclavas, libertas, ilotas, menores, en au-
15 Ibid., p. 6. tores como Fanny Raoul (1801), George Sand (1848),
16 Véase de esta autora, Las redes del enigma. Vo- J. S. Mill o A. Comte.
ces femeninas en el pensamiento griego, Madrid, Tau- 36 Fraisse señala cómo Clémence Royer afirma ca-

rus, 1990. tegóricamente que la maternidad es el servicio militar


17 Recuérdese que el mito griego del tiempo de las de las mujeres, Ibid., p. 65.
diosas primigenias fue tomado por una fuente históri- 37 Ibid., p. 67. Una vez más, desborda nuestras po-

ca verdadera (Bachofen, Engels) creando el mito del sibilidades aquí el poner en relación esta visión de la
matriarcado, también se encuentran actualizaciones, fraternidad con la que reconstruye A. Doménech en El
como señala Iriarte, en los mitos sobre el origen de R. eclipse de la fraternidad.
Graves, en ciertas tendencias ecologistas en el si- 38 Ibid., p. 56.
glo XX, o en el mito de la ginecocracia de los vascos y 39 Refiere a Alejandro Dumas hijo, Les femmes
la figura de Mari en algunos autores, que ella examina qui tuent et les femmes qui votent, 3.º ed. París, Cal-
en la parte final de su libro, o asimismo en la tradición mann-Lévy, 1880. Asunto de costumbres: «el saber
literaria (C. Wolf). por qué, cuando uno de los cónyuges mata al otro sor-
18 Ibid., pp. 159-60.
prendido en flagrante delito de adulterio, la pena para
19 Véase Nacido de la tierra, op. cit., pp. 142-43, y el hombre es distinta que para la mujer. Esta desigual-
Madres en duelo, trad. A. Iriarte, Madrid, Abada Edi- dad de trato tiene su origen en el Código Civil: desde
tores, 2004, pp. 88-89. el punto de vista penal, se exculpa a un hombre que ha
20 A. Iriarte, De Amazonas, op. cit., p. 133. matado al amante de su mujer; pero la inversa no es
21 N. Louraux, Nacido de la tierra, op. cit., p. 29. cierta», op. cit., p. 83. Recuérdese también la argu-
22 A. Iriarte, Democracia y tragedia..., op. cit., mentación de Emilia Pardo Bazán en El indulto a pro-
p. 44. pósito del doble rasero.
23 N. Louraux, Nacido de la tierra, op. cit., p. 200. 40 Ibid., p. 83.
41 «Género y nación: articulaciones del origen, la
Es más, Louraux indica a continuación: «Un análisis
de la identidad del ciudadano en Atenas me permitió cultura y la ciudadanía», Arenal, 3:2, julio-diciembre
igualmente observar que sin duda era preferible ser 1996, p. 169.
meteco en Atenas que inmigrante en la Francia de los 42 Op. cit., p. 147.

años 1990». 43 Ibid., p. 125.


24 Nira Yuval-Davis, «Género y nación: articula- 44 Ibid., p. 156-57.

ciones del origen, la cultura y la ciudadanía», en 45 Nos referimos a casos como el de Sah Bano am-

ARENAL, 3: 2, julio-diciembre 1996, p. 167. pliamente citado (S. Benhabib, M. Nussbaum, A. Sha-
25 No está de más recordar que Hobbes en una de char) o los casos de la denominada «Defensa cultural»
sus descripciones de la condición natural también re- (A. Phillips, por citar alguna de las que más se han
fiere a los «hombres sembrados», que surgen como ocupado).
«hongos» de la tierra. 46 Fundamentalmente Multicultural Jurisdictions,
26 C. Pateman, El contrato sexual, Barcelona, op. cit.
Anthropos, 1995; «Críticas feministas a la dicotomía 47 Ibid., p. 15.

público/privado», en C. Castells (comp.), Perspectivas 48 Shachar indica que usa este término, equivalen-
feministas en teoría política, Barcelona, Paidós, 1996. te a «grupo de identidad», para referirse primariamen-
27 Aunque no cita a Pateman y a las teorías del te a grupos definidos religiosamente y que comparten
contrato social en general, sino que se centra en El una visión comprehensiva del mundo que sirve de
contrato social de Rousseau, las alusiones de Fraisse a base a la ley de la comunidad. Si bien puntualiza que
la ausencia de un «contrato sexual», a la fraternidad y puede extenderse a otros grupos de identidad o mino-
a que no se concibe a las mujeres como «ciudadanas» rías. Ibid., p. 2, nota 5.
y «trabajadoras» sugieren que sí la tiene presente en 49 Examina los tipos de respuesta de grupo al asimi-
su argumentación. lacionismo, identificando tres: la asimilación plena, la
28 G. Fraisse, op. cit., p. 15. integración pero reteniendo algunos aspectos de las tra-
29 Ibid., p. 29. diciones culturales que denomina «particularismo limita-

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NOTAS Y DISCUSIONES

do» y el «culturalismo reactivo» que requiere medidas sensual y la contingente, decantándose por la quinta,
explícitas para preservar la identidad de grupo y que su- la acomodación transformadora. Ibid., p. 90.
pone un foco de problemas también para quienes defien- 54 Ibid., pp. 149-50.

den un multiculturalismo débil. Esta respuesta conlleva 55 Véase Martha Minow, «All in the Family and In

el peligro de la «congelación» de las diferencias. All Families: Memberships, Loving, and Owing», en
50 Ibid., p. 50. David M. Estlund y Martha Nussbaum (Eds.), Sex,
51 Ibid., p. 54. Preference and family. Essays on Law and Nature,
52 Ibid., p. 85. New York, Oxford, Oxford University Press, 1997,
53 Distingue otras cuatro posibilidades o esquemas pp. 249-277.
que responden a la pluralidad que implica el joint go- 56 A. Shachar y R. Hirschl, «Citizenship as Inheri-

vernance: la acomodación federal, la temporal, la con- ted Property», Political Theory, vol. 35, n.º 3, 2007.

154 ISEGORÍA, N.º 38, enero-junio, 2008, 139-154, ISSN: 1130-2097

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