Buenas tardes compañeros, amigos, profesora y docentes presentes,
me presento mi nombre Daniela Itzayana Barbosa Peñaloza estudiante de la licenciatura de lengua extranjeras de la escuela universidad Valmar de Norteamérica.
El feminicidio es un problema que no se puede dejar a un lado, cuando
al año, mueren casi 100 mujeres de esta forma llamado asesinato. Debemos recordar que hoy, en el siglo XXI, todavía hay una necesidad urgente de consolidar la igualdad entre hombres y mujeres, la igualdad de vivir sin violencia ni discriminación. Los asesinatos de mujeres por razones de género se dan en todas las regiones, en todos los países y en todas las culturas. El feminicidio es la manifestación más extrema del abuso y la violencia de hombres hacia mujeres que se produce como consecuencia de cualquier tipo de violencia de género, como pueden ser las agresiones físicas, la violación, o la maternidad forzada. Pero esto no ocurre de un día para otro, pasa por un proceso el que la mujer por sumisión no dijo nada en la primera ocasión en que se intentó un acto violento que puede ocasionar hasta la muerte, primero que nada se inicia con los maltratos psicológicos para luego pasar a los físicos que más tarde se convertirán en amenazas y asi llegar hasta la muerte Si queremos saber cuál es el límite de los celos y el machismo, Basta con ver las noticias a diario, “madres asesinadas por sus esposos”, “mujer muere a manos de enamorado”, ” joven enloquece y acuchilla a su enamorada por saludar a su amigo con un beso en la mejilla”, y así podríamos pasarnos todo el día leyendo las notas periodistas y hasta algunas podrían parecernos irreales pero no están lejos de serlo, el machismo y los celos siguen siendo la causa número 1 de feminicidios en nuestro país, el límite de estos es simple, no quedarse callada. 100 tos de miles de personas nos encontramos en la calle para ser la voz de quienes ya no la tienen, víctimas de la violencia femicida. Ponemos cuerpo, palabra, banderas y carteles para decir que la violen- cia machista mata y no sólo cuando el corazón deja de latir. Porque la violencia machista también mata, lentamente cuando nos dice cómo vestirnos y cómo actuar, mata nuestra libertad. Cuando nos insulta o nos juzga por el modo en que disfrutamos nues- tros cuerpos, mata nuestro derecho a poner en acto su inmensa poten- cia. Cuando nos niega la palabra en el espacio público, la silencia o la mini- miza; mata nuestro derecho a cambiar el mundo para todos y todas. Cuando nos impone las tareas domésticas y de cuidado como si fuera un deber exclusivo y natural, mata nuestro tiempo. Cuando nos niega la igualdad en los salarios, aunque hagamos el mis- mo trabajo, mata nuestra autonomía. Decir Ni Una Menos no es, un ruego ni un pedido. Es plantarse de cara a lo que no queremos: ni una víctima más. Y es enunciar a la vez que nos queremos vivas, íntegras, autónomas, soberanas. Dueñas de nuestros cuerpos y nuestras trayectorias vitales. "La cantidad de ropa que uso no determina la cantidad de res- peto que merezco". Basta ya de minutos de miedo, de humillación, de dolor, de silencio.
Tenemos derecho a que todos los minutos sean de libertad, de feli-
cidad, de amor, de vida.
GRACIAS
Hay que dejar de crear princesas indefensas, y machos violetos.
vivimos en una sociedad de cada día que es normal que una mujer fue asesinada por su pareja o ex pareja o familiares