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PROMUEVEN ACCIÓN DE AMPARO.

SOLICITAN MEDIDA
CAUTELAR. INTRODUCEN CUESTIÓN FEDERAL

Señor Juez,

ÁLVARO GUSTAVO GONZÁLEZ, DNI 12.696.650 y SOHER


EL SUKARIA, DNI 18.769.446, por nuestro propio derecho y en nuestro carácter
de Diputados de la Nación y miembros nombrados y designados del Consejo de la
Magistratura de la Nación, en condición de titular y suplente, respectivamente; y
CRISTIAN ADRIÁN RITONDO, DNI 17.856.203, por mi propio derecho y en
mi carácter de Presidente del Bloque “PRO” de la H. Cámara de Diputados de la
Nación; todos con domicilio real y constituido a los efectos de este proceso en
nuestros públicos despachos sitos en Av. Rivadavia 1823, piso 2 – A, de la Ciudad
de Buenos Aires, con el patrocinio letrado del Dr. Manuel Ignacio Izura,
matriculado en el CPACF T° 65 F° 100, constituyendo domicilio electrónico en
CUIT 20-23292198-7, ante V.S. nos presentamos y decimos:

I. PERSONERÍA Y OBJETO

Que de conformidad con la personería ya invocada, y en los términos del


art. 43 de la Constitución Nacional, y por las razones de hecho y de derecho que
seguidamente expondremos, venimos a promover acción de amparo y a solicitar
una medida cautelar contra la Honorable Cámara de Diputados de la Nación (en
adelante, “HCDN”), con domicilio en la Avda. Rivadavia 1841, Edificio Anexo
“D”, Piso 8º, de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Ello así, con el objeto de que V.S. declare:

1) La inconstitucionalidad y nulidad, absoluta e insanable de la Resolución


de Presidencia nro. 1634/2022, de fecha 30 de noviembre de 2022 (en adelante
“R.P. 1634”), mediante la que se resolvió dejar sin efecto la Resolución de
Presidencia 1608/2022 (en adelante “R.P. 1608”) en lo que respecta a las
designaciones ante el Consejo de la Magistratura del Poder Judicial de la Nación.
Asimismo, y por consecuencia directa e inmediata declaración requerida, y dada lo
ordenado por la Acordada de la CSJN nro. 31/2022, solicitamos que V.S. disponga
las medidas que oportunamente se consideren conducentes a fin de que se
administre el juramento de ley necesario para tomar posesión de nuestro cargo en
el Consejo de la Magistratura de la Nación. Con costas.

2) La suspensión cautelar y preventiva de todo efecto de la R.P. 1634, por


ser manifiestamente inconstitucional, estar viciada de nulidad absoluta, y porque
su vigencia tiene la virtualidad de poder causar un serio peligro en la demora,
comprometer gravemente el interés público, en tanto se podría paralizar la
integración y el normal funcionamiento del Consejo de la Magistratura de la
Nación.

Todo ello por cuanto la R.P. 1634 viola de manera directa, inmediata, actual
y manifiesta los arts. 14, 17, 28, 69 y 114 de la Constitución Nacional, los principios
elementales del procedimiento administrativo, el art. 2°, inc. 3° de la ley 24.937 (y
sus modificatorias, y conforme lo resuelto por la CSJN en el fallo “Colegio de
Abogados de la Ciudad de Bs. As. y otro c/ EN-Ley 26.080- Dto. 816/99 y otros
s/Proceso de conocimiento”, expediente N° CAF 029053/2006, en adelante fallo
“Colegio”), y por todas las consideraciones de hecho y de derecho que en adelante
pasamos a exponer.

II. HECHOS

1. Con fecha 16/12/2021 la CSJN, en el ya citado fallo “Colegio”, estableció


como “remedio efectivo para la violación constitucional constatada” que la
integración del Consejo de la Magistratura de la Nación (en adelante “CMN”),
hasta tanto se dicte una nueva ley, debía integrarse conforme lo dispone el texto
originario de la ley 24.937, con la adecuación de la ley 24.939, declarando
inconstitucional la integración que había dispuesto la ley 26.080. Esta sentencia le
fue notificada a todas las partes el mismo 16 diciembre de 2021 y fue
oportunamente consentida, por lo que tiene autoridad de cosa juzgada

Luego, en la medida en que el Congreso de la Nación no dictó una nueva


ley sobre la materia, el propio CMN dispuso lo conducente para integrarse de
conformidad con la ley 24.937 (y su modificatoria 24.939). Así, se dio inicio al
expediente AAD/248/2018, caratulado “Integración del Consejo de la
Magistratura del PJN período 2018/2022”, en donde se puso en ejecución el
procedimiento para la integración del órgano conforme el art. 2 del texto legal
vigente.

2. En lo que aquí interesa, el procedimiento que se puso en marcha supuso


aplicar el art. 2, inc. 3, de la ley 24.937 en su redacción original, que establece que
el CMN debe integrarse, entre otros, con “Ocho (8) legisladores. A tal efecto los
presidentes de la Cámara de Senadores y de Diputados, a propuesta de los
respectivos bloques, designarán cuatro legisladores por cada una de ellas,
correspondiendo dos al bloque con mayor representación legislativa, uno por la
primera minoría y uno por la segunda minoría”.

Por tal motivo, el entonces Presidente de la HCDN dictó la Resolución de


Presidencia nro. 689/2022 (en adelante “R.P. 689”), mediante la cual se designó a
la diputada Roxana N. Reyes a propuesta del “bloque” legislativo representante de
la “segunda minoría”.

Es decir, en esa oportunidad, la Presidencia de la HCDN aplicó el criterio


según el cual el “bloque” de “mayor representación legislativa” era el constituido
por el Frente de Todos, el “bloque” por la primera minoría era el constituido por el
PRO, y el “bloque” correspondiente a la segunda minoría era el correspondiente a
la UCR. Como es fácil advertir, el dictado de la R.P. 689 implicó el voluntario
sometimiento de la Presidencia de la HCDN a un determinado régimen
constitucional, sin que le resulte posible su ulterior impugnación o
desconocimiento.
3. De forma paralela, en ese mismo mes de abril, la Presidenta del Senado
desoyó la postulación de los senadores Juez y Schiavoni efectuada por Nota del
13/04/2022 por el bloque “Frente Pro” para integrar el CMN por la segunda minoría
de la Cámara Alta.

Resulta interesante señalar que en esa decisión, la Presidenta del Senado


aplicó el mismo criterio que su par de la HCDN, es decir, convalidó la designación
de un Senador integrante de un “bloque” por la segunda minoría. La única
diferencia con la R.P. 689 de la HCDN, constituyó el hecho de que en el Senado,
de manera fraudulenta, se escindió el bloque hasta entonces mayoritario con el sólo
propósito de bloquear el acceso al CMN al bloque “Frente Pro”.

Por tal motivo, los senadores del bloque Frente PRO, Dres. Juez y
Schiavoni, iniciaron diversas acciones judiciales para denunciar el fraude y para
hacer respetar el derecho de esa minoría parlamentaria de estar representada
adecuadamente en el CMN, tal como lo dispone la ley y el referido fallo “Colegio”.

Ante estos hechos, y en referencia exclusiva a lo acontecido en el Senado,


la CSJN dictó sentencia en la causa “Juez”, con fecha 08/11/2022, en donde
resolvió, en lo sustancial, lo siguiente: “2. Hacer lugar a la acción de amparo y
declarar la nulidad del decreto parlamentario DPP N° 33/22, por medio del cual
la Presidencia de la Honorable Cámara de Senadores de la Nación designó como
representante de la segunda minoría para integrar el Consejo de la Magistratura,
como miembro titular, al Senador Claudio Martín Doñate y, como suplente, al
Senador Guillermo Snopek. Sin perjuicio de ello, se declara la validez de los actos
cumplidos por el Consejo de la Magistratura de la Nación con la participación del
Senador Claudio Martín Doñate. 3. Declarar que la partición del Bloque “Frente
de Todos” resulta inoponible a los fines de la conformación del Consejo de la
Magistratura. (…)”.

Para así decidir, la Corte consideró, en esencia, lo siguiente:

“6°) (…) en el precedente “Colegio de Abogados de la Ciudad”, esta Corte


declaró la inconstitucionalidad del sistema de integración, quórum y mayorías
previsto en los artículos 1° y 5° de la ley 26.080 y dispuso como regla que hasta
tanto el Congreso dictara una ley que respetara la noción de equilibrio allí
establecida el Consejo de la Magistratura debía integrarse conforme con el
régimen legal anterior de la ley 24.937”.

“8°) Que la fecha de la notificación de la sentencia es el momento que el


Congreso debe tener en cuenta para determinar cuál es el bloque de cada cámara
que, por ser la segunda minoría, debe proponer el representante correspondiente,
toda vez que no ha habido una nueva elección legislativa que haya modificado la
composición de la cámara. En la sentencia del 16 de diciembre se fijó la
notificación como el momento decisivo a partir del cual se debían llevar a cabo
“las acciones necesarias a fin de cumplir con el sistema de integración del cuerpo”
según la ley 24.937 (considerando 17, punto II, párrafo segundo y Fallos 345:197,
considerando 6°). (énfasis agregado) “11°) (…) La reseña recién efectuada, sin
embargo, demuestra que luego de esa fecha el bloque “Frente de Todos”,
conociendo ya las reglas de integración establecidas por esta Corte, partió su
bloque en dos y dispuso integrar cada uno de ellos con el número de senadores
necesarios para quedarse con el bloque mayoritario y, al mismo tiempo, desplazar
al “Frente PRO” como segunda minoría. De ese modo, se viola el indudable
objetivo de pluralidad representativa que la ley 24.937 persigue en la integración
del Consejo de la Magistratura al referirse a los conceptos de mayor y menor
representatividad en sus disposiciones” (el subrayado nos pertenece).

Como es de público y notorio conocimiento, este decisorio, cuyo objeto


central consistió en asignar la representación cuestionada a los senadores Juez y
Schiavoni, no llegó a ejecutarse sólo en la medida en que el período de los mandatos
del CMN 2018-2022 expiró antes de que pudiera tomarse juramento a los actores.

4. Ya en el mes de noviembre del corriente año, y ante la inminencia del


vencimiento de los mandatos de los Consejeros de la Magistratura del período
2018-2022, los distintos estamentos pusieron en marcha los respectivos procesos
para elegir a sus representantes.
Fue así que, en el caso de la HCDN, se siguió la letra expresa del art. 2 inc.
3 de la ley 24.937, y los distintos bloques parlamentarios designaron a sus
representantes, haciéndolo saber oportunamente a la presidencia del cuerpo. Fue
así que, en ejercicio de una competencia en la que la Presidencia de la HCDN no
tiene discrecionalidad alguna, se dictó la R.P. 1608, en la que se designó a los
Diputados Siley y Tailhade por el bloque de mayor representación, al Diputado
Álvaro González por el bloque de la primera minoría, y a la diputada Roxana Nahir
Reyes por el bloque de la segunda minoría. De forma inmediata, los interesados
fueron notificados de su designación.

A su turno, y siguiendo las pautas procedimentales propias de un acto inter-


orgánico y complejo federal como el establecido por el art. 114 CN y la ley 24.937,
se puso en conocimiento de estas designaciones al CMN, que a su vez notificó a la
CSJN. Así pues, el procedimiento culminó con el dictado de la Acordada de la
Corte Suprema nro. 31/2022.

De esta Acordada 31/2022 resulta que la Corte Suprema tuvo a la vista las
constancias del expediente del CMN nro. AAD/147/2022, del que resulta la
solicitud que el CMN hizo a la propia Corte Suprema para que disponga lo
necesario para proceder a recibir los juramentos de ley de los consejeros y
consejeras Vanesa Raquel Siley, Rodolfo Tailhade, Álvaro González y Roxana
Nahir Reyes. Así es que la parte dispositiva de dicho acto, la Corte en pleno ordenó
que “el señor Presidente de la Corte Suprema de Justicia de la Nación reciba de
los consejeros y consejeras Vanesa Raquel Siley, Rodolfo Tailhade, Álvaro
González y Roxana Nahir Reyes el juramento de ley”.

Como es evidente, con la Acordada 31/2022 quedo definitivamente


concluido el procedimiento complejo de designación de los Consejeros por el
estamento de la HCDN, naciendo así un derecho subjetivo para cada uno de los
designados, que resulta inalienable y definitivamente adquirido, sin que sea posible
revocarlo o suspenderlo en sede administrativa sin violentar la Constitución
Nacional.
5. No obstante, pocos días después, con fecha 28 de noviembre de 2022, se
dictó sentencia en el expediente judicial que, en su momento, se había originado
por la impugnación realizada por el bloque del Frente de Todos de la HCDN contra
la R.P. 689 que había designado a la diputada Reyes por la segunda minoría
parlamentaria, para el período transitorio del CMN que venció el 18/11/2022.

Aun cuando la cuestión ya se había tornado técnicamente “abstracta”, en


los autos caratulados “Martínez, Germán Pedro c/ EN - Presidente de la HCDN
s/amparo” (exp. CAF/22896/2022), en trámite por ante el Juzgado Contencioso
Administrativo Federal N° 11 (en adelante causa “Martínez”), se hizo lugar a la
acción de amparo y se declaró "nula la Resolución 689/22 de la Presidencia de la
Cámara de Diputados de la Nación y las que en lo sucesivo integren la segunda
minoría con Partidos Políticos o alianzas a las que ya les han asignados
integrantes en mayoría o primera minoría" y dispone "intimar a la demandada a,
en lo sucesivo, dictar Resoluciones de conformidad a lo aquí establecido en el
considerando XIV".

Por varios motivos, que se expondrán más adelante, esta sentencia es


técnicamente arbitraria y un claro ejemplo de desconocimiento inexcusable del
Derecho. Resulta evidente que al actuar en una causa “abstracta” el magistrado
resolvió fuera de un “caso o causa” (conf. FALLOS 344:1260, 339:222, etc.), y que
al nulificar una resolución que le otorgaba derechos subjetivos a la Diputada Reyes
sin haberle dado siquiera traslado, violó el más elemental derecho de defensa.

Pero en lo que aquí interesa, es importante subrayar que esta sentencia de


primera instancia no se pronunció sobre la R.P. 1608, ni sobre el expediente del
CMN AAD/147/2022 ni, mucho menos, sobre la Acordada 31/2022 por la que se
concluyó el procedimiento de los miembros del Consejo de la Magistratura por el
estamento de la HCDN para el mandato 2022-2026.

Por último, y cualquiera sea el alcance o interpretación que se le quiera dar


a esa sentencia, basta decir que es una sentencia que ya fue apelada tanto por la
HCDN como por la tercera interesada Roxana Reyes. Tales recursos han sido
concedidos en ambos efectos. Es decir, se trata de un pronunciamiento que no esta
firme, y por tanto, carece tanto de ejecutoriedad como de autoridad de cosa juzgada.

6. Pues bien, teniendo a la vista todos estos antecedentes de hecho y de


derecho, y con fecha 30 de noviembre de 2022, Presidencia de la HCDN dictó la
R.P. 1634 de manera sorpresiva, sin pedido de parte alguna, y de forma
absolutamente unilateral.

Allí invocó como supuesta causa de su acto administrativo la sentencia


definitiva de primera instancia que dos días antes se había dictado en el expediente
“Martínez”. Si bien la Presidenta de la HCDN reconoció que apeló ese decisorio, y
que el mismo no estaba firme, debía de todos modos adoptarse una resolución a la
luz de esta sentencia y de lo resuelto por la Corte Suprema en el caso “Juez”.

La orfandad argumental de la R.P. 1634 es llamativa. No se explica, de


modo alguno, cómo una sentencia de la Corte Suprema, estrictamente vinculada a
las designaciones del Senado para el período transitorio de abril a noviembre de
2022, puede extrapolarse a las designaciones ocurridas en la HCDN para el período
2022-2026. Tampoco mencionó cuál debe ser el efecto de su resolución sobre lo ya
resuelto en el expediente del CMN AAD/147/2022 o la Acordada 31/2022 de la
Corte Suprema.

En otras palabras, en un acto de pura voluntad dogmática, sin el más


elemental fundamento, la Presidencia de la HCDN resolvió lisa y llanamente lo
siguiente: “Déjese sin efecto la R.P. 1608/22 en lo que respecta a las designaciones
ante el Consejo de la Magistratura del Poder Judicial de la Nación”.

Como es evidente, el objetivo indirecto de esta Resolución no es otro que


el de procurar impedir que se cumplan los efectos de la Acordada 31/2022, que
determinó de manera irrevocable que, al menos respecto de nuestra parte, existe un
derecho subjetivo adquirido a ejercer el cargo de Consejero de la Magistratura para
el período 2022-2026 en representación del bloque por la primera minoría.

También es evidente que, desde un punto de vista jurídico, resulta


absolutamente imposible que la sola voluntad de la Presidenta de la HCDN pueda
enervar una competencia que a esta altura del procedimiento ya no le pertenece, y
que sólo depende del Presidente de la CSJN.

Es evidente que una mera resolución de una diputada, o de una cámara del
Congreso, no tiene ni la eficacia ni la virtualidad suficiente para suspender, revocar
o nulificar la Acordada 31/2022 ni los derechos adquiridos por los allí designados.
Es por ello que resulta obvio que la CSJN tiene facultades suficientes para hacer
cumplir su propia Acordada, y que una simple resolución administrativa emanada
de otro poder jamás podría suspender la ejecución de lo que la cabeza del Poder
Judicial ya ha decidido.

No obstante, a pesar de su nula eficacia jurídica, la R.P. 1634 genera de


todos modos un estado de incertidumbre o incerteza de una notoria gravedad
institucional. Este estado de incerteza genera una lesión actual, un agravio directo
e inmediato sobre los derechos subjetivos de nuestra parte, que debe ser expurgada
por V.S. mediante una declaración de inconstitucionalidad y nulidad. A
continuación exponemos los argumentos jurídicos que fundamentan tal petición.

III. EL DERECHO

Fundamos nuestro derecho en los artículos 17, 19, 28, 108 y 114 de la
Constitución Nacional, en el artículo 2 de la ley 24.937 (y su modificatoria 24.939),
en los artículos 7 y 18 de la ley 19.549 (en adelante LNPA), en las normas
concordantes y concurrentes y en los principios jurídicos y jurisprudencia que se
citarán en los párrafos que siguen.

A continuación, desarrollaremos en detalle cada una de las razones que


justifican que se adopte la decisión judicial que solicitamos a V.S.

1. Planteo preliminar: desestimación de oficio

Como punto de partida, es necesario volver a subrayar que la R.P. 1634


jamás podría impedir la ejecución de lo resuelto por la Corte Suprema en su
Acordada 31/2022, que supuso la culminación de un procedimiento inter-orgánico
y complejo de designación de los miembros del Consejo de la Magistratura de la
Nación para el período 2022-2026.

Por esta razón, la parte dispositiva de la Acordada 31/22 citada ya se refirió


a los diputados nombrados y designados conforme al trámite ya concluido, con el
título y carácter expreso de “consejeros y consejeras”.

Ya hemos dicho que una resolución de una diputada, o aun de una cámara
del Congreso, no tienen ni la eficacia ni la virtualidad suficiente para revocar o
nulificar un acto cuya competencia se encuentra ya en la esfera de otro poder del
Estado, ni para revocar o suspender los derechos subjetivos adquiridos por
particulares designados en el cargo.

Es por ello que, dado el texto del art. 108 de la Constitución Nacional, la
Corte Suprema es la cabeza del Poder Judicial de la Nación. Como tal, es el
“guardián último de las garantías constitucionales, máximo intérprete de la
Constitución y cabeza de un departamento del Estado, la Corte se encuentra
obligada a velar porque se respete el sistema institucional” (FALLOS 344:809).

En ese carácter, se ha resuelto en la causa “Colegio” que “en cumplimiento


de su deber constitucional” la Corte tiene facultades para “adoptar las medidas
apropiadas para evitar el caos institucional o la eventual paralización del
funcionamiento del Consejo de la Magistratura”, y la posibilidad de dictar
medidas que brinden “una respuesta como cabeza del Poder Judicial de la Nación
en la que se establezcan pautas claras y concretas acerca de la manera en que los
efectos de su pronunciamiento operarán en el futuro” (FALLOS 344:3636).

Por lo tanto, por aplicación de estos principios, la Corte Suprema tiene la


plena potestad para desestimar cualquier acto administrativo que pretenda
interferir con la ejecución de sus Acordada, o para el caso, cualquier iniciativa cuyo
efecto directo e inmediato sea el de llevar a la paralización del funcionamiento
del Consejo de la Magistratura.
Más aún, tal como ha resuelto en la causa “Colegio”, la Corte Suprema
también tiene la potestad de desestimar incluso aquellas actuaciones que emanen
de jueces de primera instancia, cuando resulten de una arbitrariedad manifiesta y
pretendan obstaculizar la integración del Consejo de la Magistratura. Así, el Alto
Tribunal ha resuelto que los casos en los que se actúe “con ostensible ausencia de
jurisdicción” y se disponga que “las cámaras del Congreso no envíen a sus
representantes al Consejo de la Magistratura, la Corte, a los fines de defender el
imperio de la Constitución y de las leyes de la Nación, está autorizada -y del modo
que lo estime conducente a esos fines- a tomar conocimiento del asunto y a adoptar
las medidas necesarias para desmantelar toda posible consecuencia que
pretendiera derivarse de actuaciones judiciales deformadas, por lo que
corresponde disponer la nulidad de todo lo actuado a fin de extinguir un proceso
que carece de validez desde su promoción” (FALLOS 345:191).

Como es evidente, los hechos que dan al sub lite, son análogos a lo resuelto
en el fallo recién citado, dada la ostensible falta de competencia de la HCDN a esta
altura del procedimiento. Con el agravante de que, en esta oportunidad, no ha sido
siquiera un juez el que intentó obturar la integración del Consejo de la Magistratura,
sino una decisión de una diputada integrante de una de las Cámaras del Congreso.
La actuación “deformada”, en este caso, no siquiera judicial, sino meramente
administrativa.

Es por ello que ponemos en conocimiento de V.S. que, junto con la


promoción de esta acción judicial, acudiremos en forma directa por ante la Corte
Suprema a solicitar que, por los criterios sentados en FALLOS 344:809, 344:3636 y
345:191 ya citados, el Alto Tribunal desestime de oficio la R.P. 1634 a los efectos
de seguir adelante con nuestro procedimiento de designación, y disponga todo lo
necesario y conducente para cumplir con su Acordada 31/2022.

Lo dicho, pues, debiera ser suficiente tanto para que la Corte Suprema
desestime de oficio y en su propia sede cualquier eficacia de la R.P. 1634, y en
igual sentido, en paralelo, para que V.S. declare su inconstitucionalidad y nulidad
absoluta e insanable.
No obstante, y por elementales razones de prudencia, pasamos a desarrollar
en detalle todos y cada uno de los argumentos adicionales que conducen a la
inconstitucionalidad y nulidad de la R.P. 1634.

2. Inconstitucionalidad: el art. 114 de la CN y su ley reglamentaria

A la luz de los antecedentes ya expuestos, y de los distintos pasos


procedimentales que se fueron dando a los efectos de llevar adelante la designación
de los representantes del estamento de la HCDN en el Consejo de la Magistratura,
se plantea que la R.P. 1634 es inconstitucional por estar en contradicción directa e
inmediata con el art. 114 CN y su ley reglamentaria 24.937.

En efecto, la Constitución Nacional, en su artículo 114 dispone que “[el]l


Consejo de la Magistratura, regulado por una ley especial sancionada por la
mayoría absoluta de la totalidad de los miembros de cada Cámara, tendrá a su
cargo la selección de los magistrados y la administración del Poder Judicial”.

“El Consejo será integrado periódicamente de modo que se procure el


equilibrio entre la representación de los órganos políticos resultantes de la
elección popular, de los jueces de todas las instancias y de los abogados de la
matrícula federal. Será integrado, asimismo, por otras personas del ámbito
académico y científico, en el número y la forma que indique la ley” (el destacado
nos pertenece).

Esto significa, a los efectos de lo debatido en el sub lite, que el


Constituyente ha delegado en el Congreso de la Nación la sanción de una ley
especial que establezca “la forma” de “integración” del CMN, esto es, el
procedimiento específico para que resulten designados los distintos miembros de
ese órgano del Poder Judicial.

En el caso particular, la ley que completa el art. 114 CN, ha establecido


respecto de los distintos integrantes una forma de designación que supone un “acto
federal complejo”, es decir, en el cual interviene más de un poder del Estado y, por
lo tanto, rige el principio de paralelismo de competencias (conf., FALLOS 315:1492)
. Ello es así, en la medida en que el art. 2 de la ley 24.937 dispone que cada
estamento llevará adelante un determinado proceso de selección y luego, la
nominación se culmina con el envío del título de cada Consejero electo a la Corte
Suprema para que se le tome juramento de ley.

Para el supuesto particular de los representantes del Poder Legislativo, la


ley ha establecido un procedimiento tal en donde se agrega una instancia
procedimental, es decir, un doble grado de complejidad que define al acto complejo
de designación y nombramiento. En efecto, art. 2 inc. 3 de la ley 24.937 dispone
que los Consejeros serán designados por los presidentes de las Cámaras, “a
propuesta de los respectivos bloques” parlamentarios.

Dicho en otras palabras, la Constitución Nacional y la ley especial


reglamentaria del art. 114 CN, disponen un procedimiento que tiene distintas fases
o instancias, en donde intervienen distintos órganos que deben ejercer una
determinada competencia. Respecto de los Consejeros representantes del
estamento legislativo, resulta claro que los órganos a los cuales la ley les otorga
competencia son tres, a saber: 1) los bloques legislativos, 2) la presidencia de cada
una de las Cámaras, 3) la Corte Suprema de Justicia de la Nación.

Como es natural, una vez que el procedimiento avanza y los órganos


intervinientes ejercen la competencia asignada, la facultad de intervenir en el
proceso se agota, precluye, y la competencia queda en el órgano a cargo de la
próxima instancia del proceso. En el caso que nos ocupa, los bloques
parlamentarios nominan a su representante, la presidencia de cada Cámara lo
designa, y finalmente el Poder Judicial, con intervención del CMN y y la Corte
Suprema examina el título de los designados, procede a su nombramiento y, por
último, pone al Consejero formalmente en posesión del cargo mediante el
juramento de ley.

El fundamento central de este esquema de nombramiento mediante un acto


inter-orgánico y “federal complejo” es el principio republicano de la separación de
poderes. Ello supone que ningún órgano puede nombrar por su sola voluntad a los
miembros del CMN. A su vez, el corolario procedimental de tal diseño es evidente:
una vez completado su parte en el proceso, ninguno de los órganos que ejerció su
competencia específica tiene por sí la facultad unilateral de suspenderlo,
retrotraerlo o nulificarlo, por cuanto ello desnaturalizaría el carácter complejo
previsto por el Legislador.

Al respecto, la Corte Suprema ha sido clara al señalar cuando la


Constitución -o sus leyes directamente reglamentarias- prevé que una decisión
determinada debe ser tomada por “acto federal complejo” (conf. FALLOS:
318:2639), la derogación de ese acto no puede llevarse a cabo por otro acto
unilateral, por una ley del Congreso u otro “acto de menor jerarquía normativa”,
por cuanto ello “violenta la distribución de competencias impuesta por la misma
Constitución” (conf. FALLOS 317:1308, voto del Dr. Boggiano, consid. 23).

Pues bien, en el caso sub examine, que atañe directamente a nuestra parte,
nos encontramos con que la ley ha establecido, indudablemente, que el
nombramiento de los Consejeros representantes de la HCDN sea realizado a través
de un acto inter-orgánico y federal complejo federal. Es también indudable, y no
está en tela de juicio, que nuestro bloque parlamentario PRO de la HCDN nominó
a quienes suscribimos este escrito como representantes en calidad de titular y
suplente.

También es irrefutable que la Presidenta de la HCDN ejerció oportunamente


y agotó su competencia mediante la R.P. 1608 y nos designó en carácter de
consejeros.

A su turno, otro órgano, en este caso el CMN, recibió esa R.P. 1608 de
designación, la evaluó y requirió al Presidente de la CSJN que se proceda al
nombramiento. Por último, un tercer órgano, como lo es el pleno de la CSJN dictó
la Acordada 31/2022 disponiendo el nombramiento definitivo e instruyendo al
Presidente de la Corte Suprema a que tome el juramento de ley.

De tal modo, resultando evidente que la Presidencia de la HCDN ya ejerció


su competencia legal en la materia, agotó definitivamente su capacidad legal para
intervenir en el procedimiento. En la medida en que se han cumplido las etapas
sucesivas, y la cuestión se encuentra bajo la esfera de competencia de otro órgano,
perteneciente a otro departamento constitucional, no resulta jurídicamente posible
que vuelva a intervenir. Su actuación unilateral, a esta altura del proceso, es
notoriamente extemporánea y de ningún valor.

Por lo tanto, en la medida en que el efecto pretendido por la Presidenta de


la HCDN al dictar la R.P. 1634 es el de retrotraer el proceso a una instancia ya
precluida y, para peor, pretende hacerlo de modo unilateral, sin el asentimiento o
petición de los bloques parlamentarios, incurre en una flagrante violación de la
Constitución.

La R.P. 1634, en este sentido, pretende desconocer el diseño institucional


creado por el art. 114 CN y su ley reglamentaria, pretende desconocer el principio
de división de poderes y, en concreto, pretende desconocer la naturaleza de acto
inter-orgánico y “federal complejo” que tienen los nombramientos que nos han
otorgado el derecho de integrar el Consejo de la Magistratura. Tal como lo ha
resuelto la Corte en FALLOS 317:1308, 318:2639, entre otros, actos unilaterales de
esta naturaleza son contrarios a la Constitución y, por lo tanto, de ningún valor.
Pedimos que así se lo declare.

3. Inconstitucionalidad: derechos subjetivos adquiridos

Tal como se ha dicho en el capítulo referido a los “Hechos”, en el caso se


han verificado todos los requisitos y condiciones para que nazca un derecho
subjetivo a favor de nuestra parte a ejercer la función de miembro del Consejo de
la Magistratura -en carácter de titular y suplente, respectivamente- por el estamento
legislativo de la HCDN.

En efecto, ya hemos puesto de manifiesto, que por pedido de los bloques


que integran la HCDN, se dictó la R.P. 1608 en la que se designó a los diputados
Siley y Tailhade por el bloque de mayor representación, al diputado Álvaro G.
González por el bloque de la primera minoría, y a la diputada Roxana Nahir Reyes
por el bloque de la segunda minoría, con sus respectivos suplentes. De forma
inmediata, los interesados fueron notificados de su designación, conforme el art. 4
de la misma resolución.

A su turno, y de conformidad con el expediente del CMN AAD/147/2022


y la Acordada 31/2022, luego del “estudio” del tribunal de tales designaciones, se
tuvo por cumplido el nombramiento, instruyéndose al presidente del cuerpo a tomar
el juramento de ley. Así, la propia Corte Suprema en el punto II de la parte
dispositiva se ha referido a los Diputados Tailhade, Siley, González y Reyes con
el título expreso de “consejeros y consejeras”.

Así, con la Acordada 31/2022 quedó concluido el procedimiento complejo


de designación de los consejeros por el estamento de la HCDN, naciendo así un
derecho subjetivo para cada uno de los designados, que resulta inalienable y
definitivamente adquirido, sin que sea posible revocarlo sin violentar la
Constitución Nacional.

Al respecto, debe tenerse presente que si bien el juramento es un requisito


para incorporarse formalmente al organismo y entrar en posesión del cargo, no
constituye una condición sustancial o formal para adquirir el derecho al
nombramiento.

En efecto, tal como ocurre con los magistrados del Poder Judicial, los
legisladores, o incluso el Presidente de la Nación, el derecho a acceder al cargo
nace al concluirse con los requisitos sustanciales de selección, designación y
nombramiento. A partir de ese momento se ostenta el carácter de magistrado,
legislador o presidente “designado” o “electo”, resultando la jura una formalidad
para dar la “toma de posesión efectiva” del cargo (conf. Gelli, María, A.,
“Constitución de la Nación Argentina”, La Ley, 2018, t. II, pp. 416-417).

Esto último ha sido resuelto jurisprudencialmente en reiteradas ocasiones,


siendo la más notoria la oportunidad en donde se concluyó que “conforme surge de
la Constitución Nacional, si bien el mandato de Mauricio Macri y de Gabriela
Michetti como Presidente y Vicepresidente de la Nación respectivamente,
comienza a las 0.00 horas del 10 de diciembre de 2015, es solo a partir de que
presten juramento ante la Asamblea Legislativa que tomarán posesión de sus
cargos” (conf. caso “Macri, Mauricio y otro s/Formula petición”, exp. 7954/2015).

Y por tal razón, es que la propia Corte Suprema se ha referido a los


Diputados Tailhade, Siley, González y Reyes con el título expreso de
“consejeros y consejeras” en el punto II de la parte dispositiva de la Acordada
30/22.

En tales condiciones, es indudable que en el caso bajo examen se ha


cumplido todos los actos y condiciones para que nuestra parte sea titular de un
determinado derecho subjetivo, y por tanto “debe considerarse que hay un derecho
adquirido, porque la situación jurídica general creada por esa ley se transforma
en una situación jurídica concreta e individual en cabeza de un sujeto que, como
tal, se hace inalterable y no puede ser suprimida por una ley posterior sin agravio
al derecho de propiedad consagrado por el art. 17 de la Constitución Nacional”
(FALLOS 345:876, entre muchos otros).

En estos casos, entonces, en los que nace un derecho subjetivo a partir de


un procedimiento y una serie de actos administrativos, de los cuales nuestra parte
fue oportunamente notificada, no solo surge una protección constitucional a la
propiedad (en sentido amplio), sino que la ley dispone que tales actos adquieren
firmeza y el estado de cosa juzgada administrativa (conf. FALLOS 264:314, entre
muchos otros).

Ello significa que, entre otras cosas, la autoridad competente que dictó un
determinado acto administrativo regular, del que hubieren nacido derechos
subjetivos no puede revocarlo, modificarlo o sustituirlo en sede administrativa una
vez notificado (conf. art. 18 de la LNPA). Explica al respecto la doctrina que “la
generación de derechos subjetivos -operada a través de la notificación- significa,
también, por sí sola, la marginación de toda pretensión anulatoria oficiosa de la
Administración, con independencia de que tales derechos subjetivos hayan
comenzado, o no, a ejecutarse, esto es, hubieran comenzado, o no, a cumplirse”
(COMADIRA, Julio R. “Procedimiento Administrativo”, La Ley, 2003, t. I, p. 379).
A la luz de lo expuesto, entonces, cabe concluir que a partir de la R.P. 1608,
el expediente CMN AAD/147/2022 y la Acordada 31/2022 ha generado un derecho
subjetivo que no puede ser revocado administrativamente, sin lesión constitucional.
Por ello, aún si la Presidenta de la HCDN tuviese competencia en la materia -que
no la tiene- tampoco podría anular su acto administrativo anterior o extinguir
nuestro derecho sin promover una acción judicial.

Queda claro, por lo dicho, que la R.P. 1634, al pretender revocar en sede
administrativa la vigencia de un derecho subjetivo definitivamente adquirido por
nuestra parte resulta inconstitucional por violar el art. 17 de la CN y contrario al
principio de legalidad y separación de poderes sobre los que se asienta la norma
consagrada en el art. 18 de la LNPA. Pedimos que así se declare.

4. Nulidad: vicios de la R.P. 1634

A todos los argumentos ya expuestos, que por sí mismos y de forma


independiente son suficientes para declarar la inconstitucionalidad de la R.P. 1634,
debemos agregar el planteo subsidiario de que este acto administrativo fue dictado
en violación o ausencia de casi todos los elementos esenciales que la Constitución
y las leyes requieren para su validez.

En este punto, corresponde dejar establecido que, tal como lo establece la


doctrina y la jurisprudencia, se deben “considerar administrativos los actos
dictados por cualquier órgano estatal que ejerza función administrativa, incluso
los provenientes de los poderes judicial y legislativo”, lo cual implica la
aplicabilidad de a los otros poderes distintos del Ejecutivo “el régimen jurídico
administrativo” (conf. COMADIRA, ob. cit., t. I, p. 38, 185 y 186).

A partir de esta premisa, es posible advertir que la R.P. 1634 incumple la


casi totalidad de los requisitos previstos para la validez de los actos administrativos,
consagrados en el art. 7 de la ley 19.549 (LNPA). A continuación enumeramos y
planteamos cada uno de los vicios que determinan, por sí mismos, la nulidad
absoluta e insanable de la acto bajo examen.
3.1) Ausencia de Competencia

Como ya lo hemos expuesto en detalle en el punto anterior, la R.P. 1634 se


dictó sin que la Presidencia de la HCDN tenga ya competencia para hacerlo. En
efecto, al haber dictado la R.P. 1608, por la que a propuesta de nuestro bloque,
quienes firmamos este escrito fuimos designados Consejeros del CMN (en carácter
titular y suplente), la competencia legal prevista en el art. 2 inc. 3 de la ley 24.937
a favor de la Presidencia de la HCDN se ejerció y agotó por completo.

Luego, el procedimiento administrativo de designación y nombramiento


pasó a la esfera del Poder Judicial. Por lo tanto, a esta altura del procedimiento, la
HCDN ya no tiene competencia, porque el art. 2 de la ley 24.937 establece que la
etapa subsiguiente debe ser resuelta por otro poder del Estado. Y como es obvio, la
HCDN carece de facultades para revocar, suspender o nulificar la decisión
adoptada por la Corte Suprema en su Acordada 31/2022, o cualquiera de los pasos
subsiguientes que se adopten en el seno del Poder Judicial de la Nación.

Por lo tanto, la R.P. 1634 fue dictada por una autoridad que, en este
momento del procedimiento, carece de toda competencia legal para actuar. Así, el
acto administrativo viola de manera evidente el principio consagrado en el art. 7
inc. 1 de la LNPA.

3.2) Vicio en la causa

De la lectura de los escuetos y pobres fundamentos expresados en


los considerandos de la R.P. 1634, se advierte que el acto administrativo fue dictado
con un grave vicio en la causa. A tal respecto, debe tenerse presente que la causa
que funda el dictado de un acto administrativo son las “circunstancias de hecho y
de derecho” que motiva su emisión. Y tal como ha dicho la Procuración del Tesoro
de la Nación, éstas no pueden ser “discrecionales” deben ser “circunstancias
perfectamente verificables” (PTN, DICTÁMENES 114:76).
En concreto, es lo que debe verificarse es, sencillamente si existe
correspondencia del acto particular con el derecho objetivo vigente “al momento
de su dictado” (PTN DICTÁMENES 164:292, COMADIRA, ob. cit., t. I, p. 197).

Y bien, en el caso de la R.P. 1634, la causa que se invoca en los


considerandos para justificar el cambio radical de temperamento respecto de la R.P.
1608, es el fallo dictado por la Corte Suprema en el caso “Juez”, y el fallo de
primera instancia dictado en la causa “Martínez”. A partir de estas dos sentencias,
la Presidenta de la HCDN alega que se ha producido una supuesta variación tan
sustancial en el derecho objetivo aplicable que justificaría dejar sin efecto sus
propios actos.

No obstante, esta argumentación es falaz, oportunista y carece por completo


de valor. En primer término, es evidente que lo resuelto por la CSJN en el fallo
“Juez” no puede servir de causa para la R.P. 1634 por muchas razones. Por de
pronto, las circunstancias del fallo son distintas a las del presente, por cuanto el
fallo se refiere a la integración del CMN para el período 2018-2022, se refiere a la
situación de los bloques parlamentarios del Senado, y por último, la HCDN no ha
sido parte de ese proceso de modo que los términos de la cosa juzgada no le resultan
aplicables.

A su vez, la recta lectura de la causa “Juez”, lejos de contradecir el criterio


de la R.P. 1608, sólo pueden ser entendidos como una ratificación del criterio allí
adoptado. Ello es así por cuanto en esa causa la CSJN resolvió claramente que la
representación del estamento legislativo corresponde a los “bloques”
parlamentarios, conforme estuvieran definidos y conformados a la fecha de dictado
de su decisorio, en diciembre de 2021. Esa es, por otra parte, la literalidad del art.
2 inc. 3 de la ley 24.937, que recoge acertadamente el fallo. Fuera de ello, sólo por
excepción, la CSJN ha declarado la “inoponibilidad” de la escisión de un bloque,
cuando esta ha sido fraudulenta, teniendo en cuenta, especialmente, la fecha de
partición de ese grupo parlamentario.

Así, es evidente que la situación producida en el Senado en abril de 2022,


es diametralmente opuesta a la de la HCDN. Como es público y notorio, en la
HCDN, los bloques parlamentarios del PRO, la UCR y Coalición Cívica son
unidades distintas desde el año 2015 hasta la fecha. De modo que no puede alegarse
ninguna “partición”, escisión o división cuyo único propósito fuera el de ganar un
lugar en el CMN, por cuanto, sencillamente, no existe partición alguna.

Una vez establecido que el fallo “Juez” no tiene la menor aplicabilidad,


impacto o proyección sobre el derecho objetivo vigente al momento del dictado de
la R.P. 1608, queda claro que el fallo de primera instancia de la causa “Martínez”,
tiene menos relevancia todavía. Ello, por la razón elemental de que no se encuentra
firme.

Más allá de la situación insólita y disparatada que supone el hecho de que


sujeto apele un fallo y al mismo tiempo lo invoque para tomar una determinación
en el sentido de esa decisorio impugnado, está claro que, en cualquier hipótesis,
una sentencia de primera instancia que no está firme no puede servir de “causa”
para el dictado de un acto administrativo como lo es la R.P. 1634. En tanto aquella
sentencia no quede firme, no integra el derecho objetivo vigente que, en la especie,
pueda ser invocado como parte del marco de legalidad que todo funcionario estatal
debe respetar cuando emite un acto revestido de autoridad.

Insistimos. El fallo “Martínez” es arbitrario, por cuanto se dictó ante una


situación que había devenido abstracta, fue dictado “ultra petita” y en clara
violación del derecho de defensa de la Dra. Roxana Reyes. En cuanto al fondo, es
evidente que confunde de modo insólito el término técnico de “bloque”, con otros
de muy distinta significación, como los de “interbloque”, “partido”, “lista” o
“alianza de partidos”, para dictar una sentencia que es dogmática y de ningún modo
acorde con lo resuelto por la Corte en el fallo “Juez”. Todo esto será materia de
análisis por la alzada en esa causa. Lo que es decisivo y basta para definir la
cuestión planteada en el sub lite, es que se trata de una sentencia que no está firme
y no tiene autoridad de cosa juzgada.

Así, por lo tanto, queda claro que ni el fallo “Juez” ni el fallo “Martínez”
pueden ser invocadas por la Presidencia de la HCDN como “causa” de la R.P. 1634.
Es que aquí estamos hablando de los “antecedentes o circunstancias de hecho y de
derecho que justifican su dictado o, en otras palabras, que en cada caso llevan a
producirlo” (DICTÁMENES 197:182).

Y en la medida en que la causa “Juez” no se aplica a la HCDN, y el fallo en


autos “Martínez” no está firme, la R.P. 1634 sencillamente no tiene causa en los
términos del art. 7 de la LNPA, y padece un vicio insanable. En otras palabras, dado
que la causa del acto “no puede consistir exclusivamente, en la voluntad del agente,
por ende, siempre es necesario que ella se sustente en factores objetivables”
(COMADIRA, ob. cit., t. I. 197), es forzoso concluir que el acto en cuestión debe ser
declarado nulo, de nulidad absoluta, por ostentar un vicio manifiesto en uno de sus
elementos esenciales.

3.3) Vicio en la Finalidad

Por último, corresponde plantear que la R.P. 1634 padece un notorio vicio
en su finalidad, en los términos del art. 7 de la LNPA. Esto resulta patente porque
no existe la menor correlación entre la situación planteada como antecedente, y la
decisión que supuestamente se toma en consecuencia

En concreto, se verifica un claro supuesto de “desvío de poder”, porque se


invoca un antecedente que podría, en el mejor de los casos, suponer la afectación
sólo del título de alguno de los diputados designados para integrar el CMN, pero
luego se dicta un acto por el que se pretende nulificar la designación de todos. Esto
revela, de modo manifiesto, que lo que la R.P. 1634 ha buscado no es resolver la
situación que atañe exclusivamente a la segunda minoría de la HCDN, sino que, lo
que verdaderamente se quiso, es paralizar la integración y puesta en
funcionamiento del CMN.

De esta manera, si se leen los considerandos de la R.P. 1634, y se admitiera


por hipótesis que la supuesta causa del acto son las sentencias recaídas en “Juez” y
“Martínez”, la racionalidad indica que la conclusión no debiera ser la de revisar
la designación de todos los nombrados originalmente en la R.P. 1608, sino solo
de aquellos que, por un nuevo criterio (que desconocemos) no reunirían las
calidades representativas que exige la ley.

Dicho en otras palabras, no hay ninguna interpretación posible de los fallos


“Juez” o “Martínez” que pueda conducir a revocación de la designación de nuestra
parte como miembros titular y suplente del CMN. Cualquiera sea la interpretación
de la integración de los bloques, interbloques o alianzas de la HCDN, en todos los
supuestos, es indiscutible que el bloque PRO tiene el derecho de designar al
menos un representante. No hay lectura posible de la ley que lleve a una
conclusión opuesta.

Así pues, no existe ningún escenario ni ninguna hipótesis teórica en la que


el título de quienes suscribimos esta demanda pueda estar en tela de juicio.
Respecto de nuestra designación, y de la posibilidad de que el bloque PRO tenga
una representación en el CMN, no ha habido ninguna impugnación, ni en la sede
de la HCDN ni en sede judicial. En otras palabras, es tan indiscutible como
indiscutida.

Por lo tanto, resulta absurdo y carente de toda razonabilidad, que invocando


un supuesto cambio de criterio jurisprudencial sobre una cuestión que no nos atañe
ni podría hacerlo, se dicte un acto administrativo cuyo efecto directo e inmediato
sea el de revocar o suspender nuestro derecho a integrar el CMN.

Dado lo exorbitante y desproporcionado del alcance de la R.P. 1634 cabe


colegir que la verdadera finalidad, entonces, no es la de ajustar la representación
correspondiente bloque de la “segunda minoría”, sino lo que se ha querido es
bloquear el avance del proceso de integración y puesta en funcionamiento del CMN
para el período 2022-2026. Las urgencias de una facción es lo único que explica un
decisión que sólo tiene un interés político-partidario.

De lo contrario, de ser cierta la finalidad supuestamente invocada, la


Presidencia de la HCDN ha debido revocar o suspender la designación sólo de
aquellos diputados o diputadas que, por impugnación o pretensión de algún otro
bloque, pudieran estar cuestionadas.
Pero la ausencia de reclamo de parte de cualquier otro bloque respecto
de nuestra designación, así como lo intempestivo y unilateral del dictado de la
R.P. 1634, demuestran que el objetivo perseguido es otro.

Ello nos lleva, entonces, a plantear la nulidad de la R.P. 1634 en cuanto


afecta nuestros derechos, por la sencilla razón de que todo acto administrativo
“debe cumplir con la finalidad que surja de las normas que otorgan facultades
pertinentes al órgano emisor, sin que pueda perseguir encubiertamente otros fines,
públicos o privados, distintos de los que justifican el acto, su causa y objeto” (conf.
COMADIRA, ob. cit., t. I, p. 205).

Aun cuando la Presidencia de la HCDN tuviera razón -que no la tiene- en


su lectura del alcance de los fallos “Juez” y “Martínez”, ello no justifica el dictado
de una disposición que cuestione nuestro derecho de nominar y ser designados
miembros titular y suplente en el CMN. Porque está claro que “la ley prohíbe,
incluso, el accionar inspirado en un fin público diverso del que determina en cada
caso la emision del acto, estableciendo así una veda a una eventual
intercambiabilidad de fines” (conf. COMADIRA, ob. cit., t. I p. 205).

Por todo lo expuesto, entonces, es evidente que la R.P. 1634 también tiene
un vicio manifiesto en la finalidad, que no guarda proporcionalidad entre los
antecedentes invocados y la solución propuesta, en franca violación del art. 7 de la
LNPA y el principio de razonabilidad consagrado en el art. 28 de la CN. Pedimos
que así se declare.

V. ADMISIBILIDAD DE LA ACCIÓN DE AMPARO

A luz de los hechos expuestos, y el derecho aplicable, resulta claro que en


este caso es admisible la acción rápida y expedita de amparo, que se encuentra
constitucionalizada en el art. 43 CN. A continuación exponemos de qué forma se
cumplen en el caso todos y cada uno de los requisitos para la admisibilidad formal
de la acción.
1. La violación es manifiesta

En este caso, nos encontramos con una situación de violación del derecho
de ejercer nuestra función constitucional en el CMN. Esta violación es arbitraria,
ilegal y manifiesta, en tanto se produce por la operación directa e inmediata de la
R.P. 1634, no existiendo otro medio judicial idóneo por nuestra parte, para impedir
una lesión irreparable a los derechos en cuestión.

Como queda acreditado en esta demanda, la Presidencia de la HCDN, yendo


contra sus propios actos, intenta obstruir la ejecución de una Acordada de la Corte
Suprema. De modo insólito, unilateral e intempestivo dispuso revocar en sede
administrativa derechos subjetivos acordados, mediante un acto con nulidades
manifiestas como las detalladas en el transcurso del presente. Resulta claro que en
el caso se impugna, entonces, un acto que ostenta ilegitimidad e ilegalidad
manifiestas.

En el sub lite no hay necesidad de mayor amplitud de debate o prueba: la


comprobación de la arbitrariedad manifiesta, y la lesión actual y futura de los
derechos constitucionales (presupuestos de la procedencia de la acción incoada) no
requieren de una actividad probatoria amplia, ni tampoco se requiere un debate que
exceda los límites procesales del amparo. En efecto, los hechos expuestos en el
correspondiente apartado no solo no presentan complejidad probatoria, sino que
por su propia naturaleza son de público y notorio conocimiento y han sido
difundidos en todos los medios de comunicación masivos.

En consecuencia, para arribar a una sentencia que se pronuncie sobre la


procedencia de la pretensión deducida, el procedimiento de la acción de amparo
resulta suficiente, adecuado y el más idóneo para garantizar la defensa en juicio de
las partes en el marco de un proceso justo.

2. Legitimación activa. Los derechos lesionados.

La legitimación para actuar que se invoca, está referida a un derecho o


garantía personal, propio y directo de los que suscribimos este escrito, es decir, lo
que habitualmente se denomina derecho subjetivo, directo, actual y personal. Está
en juego la posibilidad de que se intente negar el derecho a ejercer un cargo y una
función constitucional representativa, de manera arbitraria.

Se trata, entonces, de solicitar la intervención del Poder Judicial a los


efectos de que sean protegidos adecuadamente derechos cuya titularidad nos
corresponde, a esta altura del procedimiento, de forma individual. Por lo mismo
estamos facultados a accionar mediante esta vía.

3. Acto de autoridad pública

El acto impugnado es la Resolución de Presidencia nro. 1634/2022 dictada


por un autoridad pública, a saber: la Presidenta de la HCDN. Por medio de este acto
es que se ha procurado suspender o revocar nuestra oportuna designación como
miembros del Consejo de la Magistratura -en calidad de titular y suplente- en
representación del estamento legislativo.

4. Actualidad e inminencia de la lesión

Resulta evidente que la lesión de derechos producida a raíz de la señalada


decisión es actual, en tanto a causa de los hechos expuestos en el apartado
correspondiente, se procura obstruir nuestra designación y suspender la ejecución
de la Acordada 31/22 de la CSJN por la cual se nos debe tomar juramento de ley.

Respecto a la actualidad del daño, cabe señalar que el mismo acto que la
produce implica, asimismo, la configuración de un daño pasado, presente y futuro:
es decir, posee continuidad en el tiempo. Ello así, dado que el grado de incerteza
que introduce en el derecho objetivo causa un agravio actual.
5. Inexistencia de una vía judicial más idónea

Debido a la celeridad que la resolución de la causa requiere, las vías


judiciales ordinarias no son idóneas para lograr el restablecimiento de nuestros
derechos constitucionales. No es difícil comprender que, para la situación
planteada, no existe un remedio judicial alternativo que sea expedito, rápido y que,
garantizando una decisión oportuna de jurisdicción, resguarde los derechos
fundamentales conculcados, tema que analizaremos en detalle más adelante.

En este sentido, pensemos qué consecuencias traería la utilización de la vía


ordinaria, aun en el supuesto de alcanzar una sentencia de primera instancia
favorable: un proceso lento y engorroso que duraría como mínimo dos años y que
impediría la tutela judicial efectiva y podría conducir a la parálisis del CMN y, por
consecuencia directa, a la adecuada prestación del servicio de Justicia.

Al mismo tiempo, no existen para el caso de autos, recurso o remedios


judiciales que permitan obtener la protección inmediata del derecho de que se trata
de forma tal que autoricen a prescindir de la acción de amparo (artículo 2, inc. “A”,
ley 16.986).

En todos los casos, el requisito de idoneidad exige un juicio comparativo


entre el amparo y otros procesos (los ordinarios). Las presentes circunstancias,
fundamentalmente la índole y contenido de la pretensión de fondo, permiten
apreciar la falta de idoneidad de los remedios procesales ordinarios, y con ello,
acreditar que la acción expedita y rápida prevista específicamente en el art. 43 de
la CN, es la vía judicial más idónea en el caso concreto.

En definitiva, cualquiera sea la interpretación que V.S. asignara a este


requisito; sea relacionándolo con la celeridad de la tutela, con el contenido de la
pretensión, o con los fines generales del proceso judicial, lo cierto es que el caso
llevado a su conocimiento se sustenta perfectamente sobre los fundamentos del
amparo en general, y que éste resulta la instancia adecuada para verificar los
presupuestos sustanciales de procedencia, garantizando de manera suficiente la
defensa, lo que lo erige en el medio judicial más idóneo para la tutela
VI. MEDIDA CAUTELAR

En función del relato de los hechos efectuado y a fin de que el derecho que
nos asiste no se torne ilusorio ni abstracto, es que solicitamos el urgente dictado de
una medida cautelar que suspenda cualquier efecto o pretensión de ejecutoriedad
que se le pudiera atribuir a la R.P. 1634, hasta tanto haya sentencia firme en autos.

Ello es especialmente necesario a efectos de evitar que se produzca un


supuesto de obturación, paralización o vaciamiento de la integración del Consejo
de la Magistratura de la Nación, lo cual supondría un verdadero escándalo
institucional, con grave perjuicio para el servicio de administración de Justicia.

El objeto de la medida solicitada procura asegurar la eficacia de la sentencia


definitiva para que una vez acaecida ésta, no resulte ineficaz en función del
transcurso irremediable del tiempo y al mismo tiempo se eviten los graves
perjuicios que pudieran derivar de la demora en resolver lo planteado en el sub lite.

1. Admisibilidad

Rige en la materia el principio general según el cual el otorgamiento


cautelar no exige de los magistrados el examen de certeza sobre la existencia del
derecho pretendido, sino tan solo de su verosimilitud (FALLOS 314: 711), pues
requerir un juicio de verdad no condice con la finalidad del instituto cautelar, que
no es otra que atender a aquello que no excede del marco de lo hipotético (FALLOS
306:2060; 313: 521; 316: 2060; 318: 2375), y no existiendo otra medida cautelar
que permita obtener la misma protección de alcance general, corresponde que V.S.
así lo disponga.
2. Verosimilitud del Derecho

La verosimilitud del derecho invocado surge de todas disposiciones


constitucionales y legales invocadas en esta presentación, de los fallos de la CSJN
dictados en los autos “Colegio” y “Juez”, y de lo dispuesto en la ley 24.937.

Al respecto hemos hecho desarrollado pormenorizadamente los argumentos


legales que fundan nuestra petición en los capítulos precedentes, las que, según
consideramos, demuestran acabadamente nuestro derecho, mucho más allá,
incluso, de lo requerido para el dictado de la medida cautelar solicitada. Por razones
de brevedad, nos remitimos a lo ya dicho en el capítulo referido al derecho
aplicable, y lo damos en este punto por reproducido.

3. Peligro en la demora. Interés público comprometido

Es evidente que, de no hacerse lugar a lo solicitado, se estaría permitiendo


que se convalide, a partir de la decisión unilateral de una diputada de la Nación, la
suspensión de la ejecución de una Acordada de la Corte Suprema cuyo efecto
directo e inmediato es el de integrar el Consejo de la Magistratura para el período
2022-2026.

Ello supone, como es obvio, un grave perjuicio institucional y social,


derivado de la suspensión y paralización de un órgano constitucional que tiene a su
cargo la administración del Poder Judicial, la realización de concursos y confección
de ternas para la selección de magistrados, la tramitación de cientos denuncias y
pedidos de sanciones o destitución contra magistrados, y la facultad reglamentaria.
Miles de expedientes administrativos, de selección, disciplinarios y reglamentarios
quedarían paralizados y demorados, ante la imposibilidad de integrar y obtener
quórum legal para que el CMN pueda sesionar válidamente.

En síntesis, de no suspenderse los efetos pretendido por la R.P. 1634 podría


ocasionarse un caos en el servicio de administración de justicia, con grave perjuicio
a los tanto para los miembros del Poder Judicial, para los justiciables, como para el
resto de la sociedad. Este perjuicio, como es obvio, compromete gravemente el
interés público, en tanto es de un alcance tan vasto y grave que se tornaría
irreparable o al menos de difícil solución ulterior.

Asimismo, y a todo evento, destacamos que, dado el grado de verosimilitud


del derecho que esta petición exhibe, la exigencia en punto a la acreditación del
peligro, debería reducirse al mínimo. La jurisprudencia tiene establecido que en
cuanto a los requisitos de los despachos cautelares que “el peligro en la demora,
pide una apreciación atenta de la realidad comprometida, con el objeto de
establecer cabalmente si las secuelas que llegue a producir el hecho que se
pretende evitar pueden restar eficacia al reconocimiento del derecho en juego,
operado por una posterior sentencia” (FALLOS 306: 2060).

4. Contracautela

Ofrecemos como contracautela la caución juratoria, en los términos y con


el alcance previsto por el art. 199 del CPCCN.

5. Inaplicabilidad de la Ley 26.854

La ley 26.854 resulta inaplicable al caso, en tanto la medida cautelar


solicitada no tiene contenido económico, no tiene la virtualidad de interrumpir o
entorpecer la prestación de un servicio público, ni puede paralizar o suspender en
modo alguno el funcionamiento de un órgano del Estado. Muy por el contrario,
tales efecto sólo podrían producirse para el caso de que, por motivos que
desconocemos, se deniegue la medida cautelar solicitada.

Así pues, solicitamos expresamente que se declare la inaplicabilidad e


innecesariedad de solicitar el informe previsto en el art. 4 de la ley 26.854.

6. Solicitamos medida interina en subsidio

Para el hipotético caso de que V.S. considerara que es necesario correr el


traslado referido en el art. 4 de la ley 26.854, dejo solicitada la aplicación del
párrafo de dicha norma que establece: “Sólo cuando circunstancias graves y
objetivamente impostergables lo justificaran, el juez o tribunal podrá dictar una
medida interina, cuya eficacia se extenderá hasta el momento de la presentación
del informe o del vencimiento del plazo fijado para su producción”

Dado el peligro en la demora que existe en este caso, tal como ya lo hemos
fundado, están dadas sobradamente las circunstancias graves e impostergables
referidas en la ley para que interinamente se dicte la medida de suspensión
solicitada.

7. Inconstitucionalidad de la Ley 26.854

En subsidio, y sólo para el hipotético caso que V.S. no hiciera lugar a


ninguno de los dos planteos anteriores, vengo a impugnar la constitucionalidad de
la ley de referencia en cuanto recorta las posibilidades de dictar medidas cautelares
contra el Estado.

Como es evidente, la intencionalidad de la ley es clara: recortar los derechos


de los justiciables y evitar que las medidas cautelares puedan entorpecer el accionar
del gobierno. Y así, la ley 26.854 es inconstitucional por diversos motivos:

7.1) Viola el Debido Proceso: En relación al art. 18 CN, Bidart Campos


sostenía: “la Corte reconoce que todo justiciable debe tener expedito el acceso a un
tribunal; que ese tribunal ha de ser el que nuestra doctrina conoce como el "juez
natural"…; que el proceso que así echa a andar debe tramitarse respetando ciertas
garantías (fundamentalmente, la defensa en juicio); y que el órgano judicial ha de
dictar en ese proceso una sentencia satisfactoria de recaudos constitucionales
(imparcialidad, justicia, fundamentación y motivación, oportunidad temporal,
etc.)” (conf. Bidart Campos, Germán J., La Corte Suprema. El Tribunal de las
Garantías Constitucionales, Ediar, 2º ed. actualizada, 2010, pág. 137 y ss)

En esa línea, la Corte Suprema ha sostenido que: “...la garantía de la


defensa en juicio exige, por sobre todas las cosas, que no se prive a nadie
arbitrariamente de la adecuada y oportuna tutela de los derechos que pudieran
asistirle” (FALLOS 267:228 y 292:493).

7.2) Viola el Derecho a la Tutela Judicial Efectiva y el Plazo Razonable,


consagrados por el art. 8 del Pacto de San José de Costa Rica, el art. XVIII de la
Declaración Americana de Derechos y Deberes del Hombre, el art. 8 de la
Declaración Universal de Derechos del Hombre y el art. 3 del Pacto Internacional
de Derechos Civiles y Políticos, entre otros. Todos esos instrumentos
internacionales de derechos humanos tienen jerarquía constitucional por mandato
expreso del art. 75 inciso 22 CN, y deben ser interpretados y aplicados en
consonancia y armonía con la constitución.

Las normas transcriptas consagran el derecho de los particulares a: (i) ser oídos, (ii)
concurrir a los tribunales, y (iii) disponer de acciones y recursos efectivos y rápidos
para hacer valer sus derechos. Ello genera la correlativa obligación de los órganos
judiciales de abrir las puertas de la jurisdicción y permitir que los particulares gocen
de esos derechos. He ahí los conceptos de “tutela judicial efectiva” y de plazo
razonable.

7.3) Viola el principio Pro Actione, del cual la Comisión Interamericana de


Derechos Humanos sostuvo: “El principio de la tutela judicial efectiva puede
traducirse en la garantía de libre entrada a los tribunales para la defensa de los
derechos e intereses ante el poder público, aun cuando la legalidad ordinaria no
haya reconocido un recurso o acción concreto” (CIDH, Informe n° 80/99, emitido
en el caso n° 10.194, “Palacios N. C/ R. Argentina”). Esa jurisprudencia
interamericana es vinculante para los jueces argentinos de todas las instancias y
jurisdicciones en atención a lo resuelto por la Corte en el fallo “Carranza
Latrubesse” de 2013. Según el principio pro actione, en cada caso el juez debe
buscar la interpretación más favorable al ejercicio de la acción, eludiendo siempre
su rechazo in límine. Este principio se encamina entonces a no entorpecer ni
obstruir el derecho a la tutela judicial efectiva (conf. Bidart Campos, Germán J.,
Tratado Elemental de Derecho Constitucional Argentino, Tomo I-A, Ediar, 2000,
pág. 392).

En Argentina, este principio, aunque innominado, existía desde mucho


antes de la reforma constitucional de 1994, dado que había sido introducido en
1957, en el caso “Siri” (FALLOS 239:450) en el cual la Corte operativizó ciertas
normas constitucionales que carecían de una vía procesal adecuada para su defensa,
creando así una nueva vía procesal para la defensa de los derechos.

La ley bajo estudio va a contramano de esa doctrina jurisprudencial de la


Corte y de las obligaciones internacionalmente asumidas por Argentina, dado que
cierra las puertas de los tribunales a los justiciables. Sin medidas cautelares o con
medidas cautelares débiles, impotentes, raquíticas, tardías, de corta duración en el
tiempo, los derechos humanos fundamentales que deben ser objeto de protección
por parte de la jurisdicción, quedan a la intemperie. Además, una futura (muy
futura) sentencia, por más que sea favorable, será inútil o de cumplimiento
imposible si no se adoptan a tiempo, las medidas necesarias para resguardar los
bienes jurídicos lesionados.

El art. 4 de la ley, que ordena que, previo al dictado de una medida cautelar,
el juez de la causa deberá requerir a la autoridad pública un informe (art. 4) implica,
lisa y llanamente, la bilateralización de las medidas cautelares y el abandono del
principio de unilateralidad de las mismas. Incluso permite al Estado ofrecer pruebas
que hacen a su derecho, demorando así su dictado.

VI. PRUEBA

A fin de acreditar la veracidad de nuestros dichos, se adjunta los siguientes


documentos, solicitando desde ya se agreguen.

1) Copia de la Resolución de Presidencia HCDN 1608/2022

2) Copia de la Resolución de Presidencia de la HCDN 1634/2022


3) Copia de la Acordada CSJN 31/2022

VII. CASO FEDERAL

Todas las normas citadas y analizadas en este escrito, de cuya inteligencia


depende de forma directa e inmediata la resolución de este caso, tienen naturaleza
federal. Asimismo, las cuestiones federales planteadas a lo largo de este escrito
conllevan una notoria gravedad institucional, y exceden el interés de las partes en
tanto atañen a la integración y funcionamiento del Consejo de la Magistratura de la
Nación (conf. FALLOS 345:191). Por tal motivo, queda planteado el caso federal a
los efectos de recurrir una eventual sentencia adversa mediante el recurso
extraordinario por ante Corte Suprema de Justicia de la Nación, aun por salto de
instancia, de conformidad con lo previsto en el art. 14, incs. 1° y 3°, de la ley 48, y
256 y 257 bis del CPCCN.

VIII. PETITORIO

Por todo lo expuesto, a V.S. pedimos:

1) Se nos tenga por presentados, por parte y por constituido el domicilio a los
fines procesales.

2) Se tenga por acompañada la prueba documental y se ordene su agregación.

3) Se tenga presente el planteo del caso federal y de notoria gravedad


institucional.

4) Se dicte la medida cautelar peticionada, suspendiendo cualquier efecto que se


pudiera atribuir a la Resolución de Presidencia de la HCDN nro. 1634/2002.

5) Oportunamente, se declare la inconstitucionalidad y la nulidad, absoluta e


insanable de la Resolución de Presidencia de la HCDN nro. 1634/2022, y por
consecuencia directa e inmediata, se dispongan las medidas conducentes a fin de
que se administre el juramento de ley al Dr. Álvaro G. González para la toma de
posesión de su cargo en el Consejo de la Magistratura de la Nación. Con costas.

Proveer de conformidad,

SERÁ JUSTICIA

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