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SOLICITAN MEDIDA
CAUTELAR. INTRODUCEN CUESTIÓN FEDERAL
Señor Juez,
I. PERSONERÍA Y OBJETO
Todo ello por cuanto la R.P. 1634 viola de manera directa, inmediata, actual
y manifiesta los arts. 14, 17, 28, 69 y 114 de la Constitución Nacional, los principios
elementales del procedimiento administrativo, el art. 2°, inc. 3° de la ley 24.937 (y
sus modificatorias, y conforme lo resuelto por la CSJN en el fallo “Colegio de
Abogados de la Ciudad de Bs. As. y otro c/ EN-Ley 26.080- Dto. 816/99 y otros
s/Proceso de conocimiento”, expediente N° CAF 029053/2006, en adelante fallo
“Colegio”), y por todas las consideraciones de hecho y de derecho que en adelante
pasamos a exponer.
II. HECHOS
Por tal motivo, los senadores del bloque Frente PRO, Dres. Juez y
Schiavoni, iniciaron diversas acciones judiciales para denunciar el fraude y para
hacer respetar el derecho de esa minoría parlamentaria de estar representada
adecuadamente en el CMN, tal como lo dispone la ley y el referido fallo “Colegio”.
De esta Acordada 31/2022 resulta que la Corte Suprema tuvo a la vista las
constancias del expediente del CMN nro. AAD/147/2022, del que resulta la
solicitud que el CMN hizo a la propia Corte Suprema para que disponga lo
necesario para proceder a recibir los juramentos de ley de los consejeros y
consejeras Vanesa Raquel Siley, Rodolfo Tailhade, Álvaro González y Roxana
Nahir Reyes. Así es que la parte dispositiva de dicho acto, la Corte en pleno ordenó
que “el señor Presidente de la Corte Suprema de Justicia de la Nación reciba de
los consejeros y consejeras Vanesa Raquel Siley, Rodolfo Tailhade, Álvaro
González y Roxana Nahir Reyes el juramento de ley”.
Es evidente que una mera resolución de una diputada, o de una cámara del
Congreso, no tiene ni la eficacia ni la virtualidad suficiente para suspender, revocar
o nulificar la Acordada 31/2022 ni los derechos adquiridos por los allí designados.
Es por ello que resulta obvio que la CSJN tiene facultades suficientes para hacer
cumplir su propia Acordada, y que una simple resolución administrativa emanada
de otro poder jamás podría suspender la ejecución de lo que la cabeza del Poder
Judicial ya ha decidido.
III. EL DERECHO
Fundamos nuestro derecho en los artículos 17, 19, 28, 108 y 114 de la
Constitución Nacional, en el artículo 2 de la ley 24.937 (y su modificatoria 24.939),
en los artículos 7 y 18 de la ley 19.549 (en adelante LNPA), en las normas
concordantes y concurrentes y en los principios jurídicos y jurisprudencia que se
citarán en los párrafos que siguen.
Ya hemos dicho que una resolución de una diputada, o aun de una cámara
del Congreso, no tienen ni la eficacia ni la virtualidad suficiente para revocar o
nulificar un acto cuya competencia se encuentra ya en la esfera de otro poder del
Estado, ni para revocar o suspender los derechos subjetivos adquiridos por
particulares designados en el cargo.
Es por ello que, dado el texto del art. 108 de la Constitución Nacional, la
Corte Suprema es la cabeza del Poder Judicial de la Nación. Como tal, es el
“guardián último de las garantías constitucionales, máximo intérprete de la
Constitución y cabeza de un departamento del Estado, la Corte se encuentra
obligada a velar porque se respete el sistema institucional” (FALLOS 344:809).
Como es evidente, los hechos que dan al sub lite, son análogos a lo resuelto
en el fallo recién citado, dada la ostensible falta de competencia de la HCDN a esta
altura del procedimiento. Con el agravante de que, en esta oportunidad, no ha sido
siquiera un juez el que intentó obturar la integración del Consejo de la Magistratura,
sino una decisión de una diputada integrante de una de las Cámaras del Congreso.
La actuación “deformada”, en este caso, no siquiera judicial, sino meramente
administrativa.
Lo dicho, pues, debiera ser suficiente tanto para que la Corte Suprema
desestime de oficio y en su propia sede cualquier eficacia de la R.P. 1634, y en
igual sentido, en paralelo, para que V.S. declare su inconstitucionalidad y nulidad
absoluta e insanable.
No obstante, y por elementales razones de prudencia, pasamos a desarrollar
en detalle todos y cada uno de los argumentos adicionales que conducen a la
inconstitucionalidad y nulidad de la R.P. 1634.
Pues bien, en el caso sub examine, que atañe directamente a nuestra parte,
nos encontramos con que la ley ha establecido, indudablemente, que el
nombramiento de los Consejeros representantes de la HCDN sea realizado a través
de un acto inter-orgánico y federal complejo federal. Es también indudable, y no
está en tela de juicio, que nuestro bloque parlamentario PRO de la HCDN nominó
a quienes suscribimos este escrito como representantes en calidad de titular y
suplente.
A su turno, otro órgano, en este caso el CMN, recibió esa R.P. 1608 de
designación, la evaluó y requirió al Presidente de la CSJN que se proceda al
nombramiento. Por último, un tercer órgano, como lo es el pleno de la CSJN dictó
la Acordada 31/2022 disponiendo el nombramiento definitivo e instruyendo al
Presidente de la Corte Suprema a que tome el juramento de ley.
En efecto, tal como ocurre con los magistrados del Poder Judicial, los
legisladores, o incluso el Presidente de la Nación, el derecho a acceder al cargo
nace al concluirse con los requisitos sustanciales de selección, designación y
nombramiento. A partir de ese momento se ostenta el carácter de magistrado,
legislador o presidente “designado” o “electo”, resultando la jura una formalidad
para dar la “toma de posesión efectiva” del cargo (conf. Gelli, María, A.,
“Constitución de la Nación Argentina”, La Ley, 2018, t. II, pp. 416-417).
Ello significa que, entre otras cosas, la autoridad competente que dictó un
determinado acto administrativo regular, del que hubieren nacido derechos
subjetivos no puede revocarlo, modificarlo o sustituirlo en sede administrativa una
vez notificado (conf. art. 18 de la LNPA). Explica al respecto la doctrina que “la
generación de derechos subjetivos -operada a través de la notificación- significa,
también, por sí sola, la marginación de toda pretensión anulatoria oficiosa de la
Administración, con independencia de que tales derechos subjetivos hayan
comenzado, o no, a ejecutarse, esto es, hubieran comenzado, o no, a cumplirse”
(COMADIRA, Julio R. “Procedimiento Administrativo”, La Ley, 2003, t. I, p. 379).
A la luz de lo expuesto, entonces, cabe concluir que a partir de la R.P. 1608,
el expediente CMN AAD/147/2022 y la Acordada 31/2022 ha generado un derecho
subjetivo que no puede ser revocado administrativamente, sin lesión constitucional.
Por ello, aún si la Presidenta de la HCDN tuviese competencia en la materia -que
no la tiene- tampoco podría anular su acto administrativo anterior o extinguir
nuestro derecho sin promover una acción judicial.
Queda claro, por lo dicho, que la R.P. 1634, al pretender revocar en sede
administrativa la vigencia de un derecho subjetivo definitivamente adquirido por
nuestra parte resulta inconstitucional por violar el art. 17 de la CN y contrario al
principio de legalidad y separación de poderes sobre los que se asienta la norma
consagrada en el art. 18 de la LNPA. Pedimos que así se declare.
Por lo tanto, la R.P. 1634 fue dictada por una autoridad que, en este
momento del procedimiento, carece de toda competencia legal para actuar. Así, el
acto administrativo viola de manera evidente el principio consagrado en el art. 7
inc. 1 de la LNPA.
Así, por lo tanto, queda claro que ni el fallo “Juez” ni el fallo “Martínez”
pueden ser invocadas por la Presidencia de la HCDN como “causa” de la R.P. 1634.
Es que aquí estamos hablando de los “antecedentes o circunstancias de hecho y de
derecho que justifican su dictado o, en otras palabras, que en cada caso llevan a
producirlo” (DICTÁMENES 197:182).
Por último, corresponde plantear que la R.P. 1634 padece un notorio vicio
en su finalidad, en los términos del art. 7 de la LNPA. Esto resulta patente porque
no existe la menor correlación entre la situación planteada como antecedente, y la
decisión que supuestamente se toma en consecuencia
Por todo lo expuesto, entonces, es evidente que la R.P. 1634 también tiene
un vicio manifiesto en la finalidad, que no guarda proporcionalidad entre los
antecedentes invocados y la solución propuesta, en franca violación del art. 7 de la
LNPA y el principio de razonabilidad consagrado en el art. 28 de la CN. Pedimos
que así se declare.
En este caso, nos encontramos con una situación de violación del derecho
de ejercer nuestra función constitucional en el CMN. Esta violación es arbitraria,
ilegal y manifiesta, en tanto se produce por la operación directa e inmediata de la
R.P. 1634, no existiendo otro medio judicial idóneo por nuestra parte, para impedir
una lesión irreparable a los derechos en cuestión.
Respecto a la actualidad del daño, cabe señalar que el mismo acto que la
produce implica, asimismo, la configuración de un daño pasado, presente y futuro:
es decir, posee continuidad en el tiempo. Ello así, dado que el grado de incerteza
que introduce en el derecho objetivo causa un agravio actual.
5. Inexistencia de una vía judicial más idónea
En función del relato de los hechos efectuado y a fin de que el derecho que
nos asiste no se torne ilusorio ni abstracto, es que solicitamos el urgente dictado de
una medida cautelar que suspenda cualquier efecto o pretensión de ejecutoriedad
que se le pudiera atribuir a la R.P. 1634, hasta tanto haya sentencia firme en autos.
1. Admisibilidad
4. Contracautela
Dado el peligro en la demora que existe en este caso, tal como ya lo hemos
fundado, están dadas sobradamente las circunstancias graves e impostergables
referidas en la ley para que interinamente se dicte la medida de suspensión
solicitada.
Las normas transcriptas consagran el derecho de los particulares a: (i) ser oídos, (ii)
concurrir a los tribunales, y (iii) disponer de acciones y recursos efectivos y rápidos
para hacer valer sus derechos. Ello genera la correlativa obligación de los órganos
judiciales de abrir las puertas de la jurisdicción y permitir que los particulares gocen
de esos derechos. He ahí los conceptos de “tutela judicial efectiva” y de plazo
razonable.
El art. 4 de la ley, que ordena que, previo al dictado de una medida cautelar,
el juez de la causa deberá requerir a la autoridad pública un informe (art. 4) implica,
lisa y llanamente, la bilateralización de las medidas cautelares y el abandono del
principio de unilateralidad de las mismas. Incluso permite al Estado ofrecer pruebas
que hacen a su derecho, demorando así su dictado.
VI. PRUEBA
VIII. PETITORIO
1) Se nos tenga por presentados, por parte y por constituido el domicilio a los
fines procesales.
Proveer de conformidad,
SERÁ JUSTICIA