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HUMANIDADES
HISTORIA Y
EVOLUCION DE LA
CINEMATOGRAFIA.
La primera proyección fílmica exhibida al público fue obra de los hermanos Lumière.
El origen formal del cine se remonta al siglo XIX, con la invención de la fotografía. Con
ella se dieron los primeros pasos hacia la generación de la impresión del movimiento,
gracias a la persistencia retiniana (la mínima perduración de las imágenes vistas en la
retina humana cuando se proyectan a gran velocidad) y al principio de la cámara
oscura.
La primera proyección fílmica exhibida al público tuvo lugar en París el 28 de diciembre
de 1895. Consistía en una proyección de la salida de unos obreros de una fábrica en
Lyon. Fue grabada por los célebres hermanos Lumière, quienes en un año produjeron
más de 500 películas de no más de un minuto de duración.
A esa primera proyección acudieron apenas 35 personas, pero la voz se corrió muy
rápidamente en París y pronto hubo multitudes deseosas de ver el nuevo invento,
anunciado como Cinématographe Lumière.
También es célebre la anécdota de que una de sus primeras proyecciones involucró la
filmación frontal de un tren que llegaba a la estación. El público asistente, temeroso de
que el tren los atropellara, huía de la sala.
El lenguaje cinematográfico
El cine digital
El inicio se produjo con el Festival del Cine Latinoamericano de Pesaro en la década del
60, pero el momento clave fue el Encuentro de Cine Latinoamericano de 1967, que
tuvo su motor en el chileno Aldo Francia, del Cine Club de Viña del Mar, el cubano
Alfredo Guevara, del Instituto Cubano de Arte e lndustria Cinematográfico (ICAIC) y el
argentino Edgardo Pallero. Fue la primera vez que se reunieron hombres y mujeres de
cine de todos los países latinoamericanos.
Con su invento de la cámara cinematográfica, Lumiere recorrió el continente europeo
y apenas seis meses después se lanzaba a la conquista de Latinoamérica. Durante
1897, son varios los países del continente que ven nacer sus primeras cintas y otros las
verán antes que se acabe el siglo. El cine latinoamericano de los inicios ha
desaparecido en su mayoría, ha sido muy poco lo que se ha podido conservar. [3] La
mayor parte de las cintas encontradas datan de la etapa silente que llega
aproximadamente hasta comienzos de los años treinta.
Al comienzo Cinematografía Latinoamericana
En 1912, tres años después de haberse realizado las primeras proyecciones, surgieron
las filmaciones realizadas en territorio boliviano por parte de Luis Castillo González,
entre las que destacó una galería de imágenes de aspectos cotidianos de La Paz,
titulada Vistas locales (1913). Posteriormente, en 1918, Castillo fundó una compañía
cinematográfica y en 1925, junto al antropólogo Arturo Posnansky, inició el proyecto
Condor Maiku Films, productora que se enfocó en la realización de cortometrajes,
documentales y largometrajes.
Otro paso significativo en la historia del cine de Bolivia llegó con la primera película de
larga duración: La profecía del lago (1925), dirigida por José María Velasco Maidana,
que narra la historia de un hombre adinerado y el conflicto que este enfrenta al
descubrir que su mujer está enamorada de un indígena que trabaja en su casa. La
temática de la historia causó controversia en el público por la relación que mostraba y
fue censurada sin poder ser vista en otros lugares. Ese mismo año, Pedro Sambarino,
director de cine de origen italiano, concluyó la película Corazón Aymara (1925), un
largometraje de ficción que narra una discordia amorosa entre un matrimonio que vive
en los nevados andinos y recurre a un juicio bajo las normas del pueblo aymara para
arreglar el descontento.
En estos ejemplos, los relatos del cine boliviano incluyeron personajes indígenas,
factor que poco a poco condujo al desarrollo de un cine indigenista y que en años
posteriores tendría un auge considerable. Sin embargo, durante los años veinte y los
treinta, la cinematografía nacional también tuvo algunos momentos de progreso
respecto a su capacidad narrativa. La gloria de la raza (1925), de Arturo Posnansky, es
ejemplo de ello, pues logra desarrollarse como un medio de difusión para mostrar sus
descubrimientos en una trama que lo incluye a él mismo como protagonista, guiado
por un nativo en su visita a unas ruinas precolombinas.
hasta 1930 Bolivia no se encontró en seria desventaja en cuanto a producción
cinematográfica se refiere.
La Guerra del Chaco y las limitaciones que implicó la llegada del cine sonoro, fueron los
dos motivos principales por los que el cine boliviano fue enterrado por más de 10 años.
Por un lado, el cine sonoro significó un serio problema para la producción nacional,
que tardó mucho tiempo en incorporarse plenamente a la vanguardia tecnológica. Por
otro, el enfrentamiento entre Bolivia y Paraguay —que estalló en 1932— fue una
catástrofe humana y económica que hundió a ambos paíse
Etapa de posguerra
Aunque el final del conflicto entre Bolivia y Uruguay hizo evidente la inactividad en el
campo cinematográfico de esa época, surgieron nuevos realizadores y aficionados,
como Jorge Ruiz y Augusto Roca, quienes trabajaron juntos hasta 1947 cuando se
unieron al norteamericano Kennet B. Wasson y fundaron Bolivia Films.
La empresa abrió una línea de producción de cortometrajes y documentales, entre los
que destacó Virgen India (1948), de la mancuerna integrada por Ruiz y Roca,
reconocido como el primer largometraje sonoro en blanco y negro. Un año después,
Donde nació un imperio (1949), dirigida por Alberto Perrin Pando, sobresalió por ser el
primer documental boliviano sonoro a color y Bolivia busca la verdad (1950), bajo la
dirección de Jorge Ruiz, obtuvo el mérito por ser la primer película en lograr una
escena con sonido sincronizado.
En abril de 1952 estalló la revolución boliviana, que tuvo su origen en la inestabilidad
política y monetaria del país, tras su derrota en la Guerra del Chaco y la Gran
Depresión que se vivía a nivel mundial que, en el caso específico de Bolivia, afectó la
actividad minera y el sector obrero reprimido por el gobierno en turno y el monopolio
minero. Durante este periodo, gran parte de las producciones de cine en Bolivia, se
limitaron a documentar los hechos que acontecieron en el país.
El Estado boliviano otorgó una mayor importancia al cine nacional hasta los últimos
años de la década de los setenta, con el decreto de la Ley general de cine en 1978. El
proyecto legal nació como una propuesta por parte de la ya establecida Cinemateca,
en la que convocó a otras dependencias, como la Cámara Nacional de Empresarios
Cinematográficos, la Asociación de Cineastas, la Asociación de críticos y el Centro de
Orientación Cinematográfica, para diseñar una iniciativa de ley que velara por el
interés de proteger y fomentar la producción fílmica a nivel nacional.
En junio de 1978, el anteproyecto fue aprobado y con ello se planteó el propósito de
crear el Consejo Nacional Autónomo del Cine (CONACINE), pero fue hasta 1982 que
inició sus actividades. En los años posteriores, la legislación tuvo algunas reformas,
entre las más importantes se encuentra aquella impulsada en 1991 por el Grupo
Nuevo Cine y Video Boliviano, remarcando los objetivos de normar, proteger e
impulsar las actividades cinematográficas, además de la obtención de los recursos para
su financiamiento, proporcionados por el Ministerio de Finanzas.
Cine boliviano contemporáneo
Entre saltos vertiginosos respecto a los avances técnicos y narrativos, películas
extraviadas, extensos periodos de uso propagandístico y los cimientos de una
legislación, el cine nacional llegó a la última parte del siglo XX. A principios de los
noventa comenzó un periodo que se caracterizó por un pequeño boom en la
producción, gracias al soporte legislativo logrado en 1991.
Así, la cinematografía de Bolivia comenzó a emplear nuevos recursos en sus
producciones y en algunos casos hizo énfasis en el carácter educativo, por ejemplo, la
realización de cuentos animados, tal como en Paulina y el cóndor (1994), de Marisol
Barragán, un cortometraje sobre la región andina y una niña aymara llamada Paulina,
que se relaciona con un cóndor y este le ayuda a escapar de una prestamista que
quiere llevarla a la ciudad.
Paralelo a esto, en 1995, se publicó la primera convocatoria del Fondo de Fomento
Cinematográfico (FFC), coordinado por el CONACINE, y alcanzó la meta de estrenar
cinco producciones durante ese año, una de ellas fue Viva Bolivia toda la vida (1995),
de Carlos Mérida, en la que aprovechando la euforia nacional ocasionada por la
clasificación del equipo boliviano de fútbol al Campeonato mundial de Estados Unidos
en 1994, empleó algunos segmentos de partidos y la ficción sobre un niño que anhela
convertirse en un futbolista profesional.
Esa misma década tuvo dos estrenos con buen recibimiento del público: La oscuridad
radiante (1996), dirigida por Hugo Ara, inicialmente en un formato de serie televisiva,
que después sería adaptada para su exhibición en salas de cine, en la que se narra la
historia de un sacerdote y sus memorias durante los tiempos de guerrilla. El otro filme
fueEl día que murió el silencio (1998), de Paolo Agazzi, que cuenta los hechos ocurridos
tras la llegada de Abelardo Ríos a Villaserena, quien instala una radio para transmitir
en las inmediaciones del pueblo y abriendo así un espacio para que los habitantes
expresen lo que no habían podido comunicar.
En el comienzo del siglo XXI, El triángulo del lago 2000), bajo la dirección de Mauricio
Calderón, fue reconocida como la primera producción boliviana de ciencia ficción. La
trama aborda la extraña desaparición de una mujer que se encontraba de vacaciones
cerca del Triángulo de las Bermudas y de los sucesos que el hecho desencadena. Por
otra parte, algunas películas comenzaron a tratar el tema de la migración, como
Dependencia sexual (2003), de Rodrigo Bellott, en donde unos jóvenes en Bolivia y
Estados Unidos definen sus preferencias sexuales y enfrentan las dificultades que estas
implican.
Dos años después se estrenó Lo más bonito y mis mejores años (2005), dirigida por
Martín Boulocq, con la historia de Berto, un joven boliviano que busca vender su auto
para poder viajar a Madrid y comenzar una nueva vida. También American visa (2005),
de Juan Carlos Valdivia, muestra la historia de un profesor boliviano al que le es
rechazada su petición de visado norteamericano y posteriormente se ve envuelto en
una red criminal.
Algunas producciones recientes del cine boliviano, han conseguido mostrar la
evolución de las miradas políticas e históricas a través de nuevas propuestas en sus
estructuras narrativas, que si bien se desarrollan en entornos habituales, descubren y
resignifican la identidad de los personajes como el resultado de una historia nacional.
Un caso que funciona como ejemplo de esto es el de las comunidades mineras,
reflejado en Viejo calavera (2016), de Kiro Russo, una de las producciones que ha
obtenido numerosos reconocimientos a nivel mundial. El filme resalta la habilidad de
construir el relato a través de la imagen y el empleo de recursos sonoros que el
ambiente natural ofrece, con los que se narra la historia de Elder Mamani, un minero
envuelto en el trabajo y el alcoholismo.
BIBLIOGRAFIA:
https://es.wikipedia.org/wiki/Historia_del_cine
https://curiosfera-historia.com/historia-del-cine/
https://educomunicacion.es/cineyeducacion/comienzoscine.htm
https://es.wikipedia.org/wiki/Cine_de_Bolivia#El_D%C3%ADa_del_Cine_Boliviano
https://es.wikipedia.org/wiki/Cine_de_Am%C3%A9rica_Latina