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Por lo general, la madre embarazada al cuidar por primera vez al médico pregunta de
inmediato, “¿De verdad estoy embarazada?” Aunque parezca extraño, es difícil dar una repuesta
precisa. El examen pélvico inicial casi nunca revela evidencia inequívoca de embarazo a menos
que hayan faltado dos periodos menstruales. Sin embargo, en la actualidad se cuenta con pruebas
para el embarazo que son rápidas, precisas y fáciles de llevar a cabo, lo cual permite fundamentar
el diagnostico.
Ciertos signos indican si lugar a dudas que existe embarazo, pero en ocasiones no se
presentan cuando el feto muere en el útero. Algunos signos, que se denominan positivos, no se
observa sino hasta la parte intermedia de la gestación y en ese momento el diagnostico puede
efectuarse sin ellos, gracias a la “evidencia circunstancial” de una combinación de síntomas más
tempranos y menos significativos. Los signos de embarazo por lo general se dividen en tres
grupos: presuntivos probables positivos.
SIGNOS PRESUNTIVOS
Supresión menstrual
En una mujer saludable que con anterioridad menstruaba en forma regular, la cesación de la
menstruación sugiere fuertemente la existencia de un embarazo. Sin embargo, hasta la fecha del
periodo esperado se retrase 10 días o más, no se puede confiar en este síntoma. Cuando el
segundo periodo no se presenta, la posibilidad es aun mayor. Aunque la falta de menstruación es
el síntoma más temprano y no de los más importantes del embarazo, es preciso aclarar que este
puede producirse sin menstruación previa que en ocasiones los periodos menstruales continúan
tras la concepción. Las madres lactantes, que por lo general no menstrúan durante la lactancia,
pueden concebir durante la misma a partir de la primera ovulación en el posparto. Con poca
frecuencia, las mujeres que creen entrar en la menopausia se sorprenden por estar embarazadas.
Por otra parte, no es extraño que las mujeres tengan uno o dos periodos menstruales tras la
concepción, pero casi sin excepciones son breves y escasos. En estos casos, el primer periodo
suele durar dos días en vez de los cinco días normales y el último tan sólo algunas horas.
La ausencia de menstruación puede deberse a otros estados distintos al embarazo. Cualquier
afección en el funcionamiento del sistema nervioso central y el endocrino que tenga que ver con
el eje hipotálamo-hipófisis-ovario puede producir amenorrea. Una de las causas más comunes de
retraso en el inicio de la menstruación se debe a influencias psicológicas. Además, ciertas
enfermedades sistémicas crónicas como tuberculosis, enfermedades tiroideas avanzadas,
desnutrición crónica y neoplasias se asocian con amenorrea. Las mujeres con trastornos de la
alimentación como anorexia o bulimia experimentan amenorrea con cierta frecuencia
Nausea y vomito
Alrededor de la mitad de las mujeres embarazadas no sufren náusea durante las etapas
tempranas del embarazo; la otra mitad experimenta este síntoma en grado variable. De éstas, la
tercera parte experimenta vómito. Las náuseas matutinas suelen presentarse al comenzar el día
y desaparecen en pocas horas, aunque pueden persistir por periodos más largos o presentarse en
otros momentos. En general, la náusea matutina suele iniciarse dos semanas después de la
ausencia del primer periodo menstrual y desaparece en forma espontánea seis u ocho semanas
después.
Este síntoma también se observa en otras afecciones, como indigestión común, por lo cual
carece de valor diagnóstico a menos que se relacione con otras evidencias de embarazo. Cuando
el vómito es excesivo, dura más allá del cuarto mes, se inicia en meses posteriores o afectos en
general a la salud, se debe considerar como patológico. Estas afecciones se denominan
hiperémesis gravídica o Vómito pernicioso y se describen más adelante.
Micción frecuente
La sensación de irritabilidad en la vejiga con micción frecuente puede ser uno de los síntomas
más tempranos de embarazo. Los efectos tempranos de los cambios hormonales incluyen mayor
sensibilidad en la parte inferior de la vejiga y en el trígono. Al crecer el útero, se elonga la base
de la vejiga y los efectos hormonales producen una sensación similar a la que se percibe cuando
la pared vesical está distendida por la orina. Al continuar el embarazo, estos efectos hormonales
son menos notables y el útero se eleva fuera de la pelvis, por lo que el deseo frecuente de orinar
desaparece. Sin embargo, en etapas posteriores es probable que el síntoma vuelva a presentarse,
porque en las últimas semanas del embarazo la cabeza del feto llega a comprimir la vejiga y
ocasiona sensaciones similares de plenitud e irritabilidad.
Aunque la orina frecuente puede resultar molesta o inconveniente, es necesario que las
mujeres embarazadas beban considerables cantidades de líquidos y orinen con frecuencia con el
fin de evitar que la vejiga experimente distensión excesiva. La deshidratación y la estasis
urinaria: por micciones infrecuentes predisponen a las mujeres embarazadas a infecciones del
aparato urinario.
El aumento de tamaño temporal de los senos, con sensación de peso, dolor y plenitud, se
presenta en la mayoría de las mujeres antes de su periodo menstrual. Los primeros cambios de
los senos durante el embarazo son una exageración de los cambios anteriores. Después en el
segundo mes, los senos comienzan a aumentar de tamaño y se hacen más firmes y sensibles Con
frecuencia se perciben sensaciones de elongación y plenitud, acompañadas por cosquilleo en
senos y pezones. Muchas mujeres también experimentan una sensación pulsante. Al progresar el
embarazo, el pezón y el área elevada y pigmentada inmediatamente en tomo a él, que se
denomina areola, se hacen más oscuros. La areola tiende a inflarse y su diámetro, que en la
nuligrávida casi nunca excede 3 cm, se expande en forma gradual hasta 5 0 6 cm. Las pequeñas
glándulas sebáceas de la areola aumentan de tamaño durante el embarazo y adquieren la
apariencia de ligeras protuberancias o folículos.
Los cambios en los senos durante el embarazo tienen el objetivo final de prepararlos para
alimentar al niño. Después de los primeros meses, puede exprimirse un líquido amarillento, pero
espeso y viscoso mediante masaje suave, o éste puede aparecer espontáneamente en los pezones.
La sensación de movimiento del feto es un concepto antiguo que se derivó de una idea
prevalente hace muchos años, según la cual en determinado momento del embarazo se infundía
vida al feto. Mientras esta noción estuvo de moda, la primera evidencia tangible de vida
intrauterina era que la madre percibiera los movimientos del feto, por lo cual se llegaba a la
conclusión natural de que el niño "comenzaba a vivir" en ese momento. La sensación de aleteo
aún se emplea en terminología obstétrica para referirse a los movimientos activos del feto que
son percibidos por primera vez por la madre. La mayoría de las mujeres hace referencia a sentir
aleteos o a percibir el comienzo de la vida.
El aleteo por lo general se percibe como un movimiento trémulo en la parte inferior del
abdomen hacia fines del quinto mes. Los primeros impulsos ocasionados por el movimiento del
feto pueden ser leves; no obstante, en etapas posteriores se hacen más fuertes y se perciben con
claridad.
Muchos fetos, aunque estén vivos y saludables, parecen moverse poco en el útero y, con
frecuencia, transcurren uno o dos días en los comienzos del embarazo sin que la madre perciba
un movimiento. La incapacidad para percibir los movimientos del niño durante periodos breves
no implica que esté muerto o enfermo, pero es probable que haya asumido una posición en la
cual la madre no pueda percibir sus movimientos con tanta facilidad. Si transcurren algunos días
sin percibir movimientos, la enfermera o el médico deben comprobar que existe latido cardiaco
fetal y movimientos mediante ultrasonido o auscultación. El movimiento fetal no constituye un
signo positivo de embarazo, porque las mujeres en ocasiones malinterpretan los movimientos de
gas en el intestino como si fuesen producidos por el niño, y por ello creen estar embarazadas. En
consecuencia, el hecho de que la mujer indique que percibe movimientos fetales no se considera
como prueba absoluta de embarazo.
Cambios vaginales
Cambios cutáneos
Estrías del embarazo. El abdomen aumenta de tamaño en forma gradual para acomodar el
crecimiento del útero. La distensión de la pared abdominal, por lo general en los últimos meses
del embarazo, ocasiona ciertas trazas color rosa o ligeramente rojas que se denominan estrías, las
cuales se forman en la piel que recubre los lados del abdomen y en las caras anterior y externa de
los muslos. Estas es trías del embarazo se deben a elongación, rotura y atrofia del tejido
conectivo profundo de la piel. Se hacen más claras después del parto y al final quedan de color
blanco plateado, en forma de cicatrices o tejido cicatrizal. En embarazos posteriores, se
observarán nuevas líneas rosas o rojizas mezcladas con las antiguas estrías color blanco plateado.
El número, tamaño y distribución de las mismas es variable y algunas pacientes no las presentan
a pesar de Ser multíparas.
Variaciones en los cambios de la piel. Los cambios de la piel que pueden acompañar al
embarazo (como estrías del embarazo, línea nigra, cloasma, pigmentación de los senos y
hemangiomas en forma de araña) varían considerablemente de una a otra mujer y en ciertos
casos no se presentan. Los cambios de pigmentación no suele observarse en personas de la piel
blanca y se hace más evidente en las de piel morena.
SIGNOS PROBABLES
Cambios abdominales
El tamaño del abdomen durante el embarazo corresponde al crecimiento gradual del útero,
que la final del tercer mes se encuentra al nivel de la sínfisis del pubis. Al final del quinto mes, se
encuentra al nivel del ombligo y hacia el final del noveno mes en los apéndices xifoides. El
crecimiento abdominal puede deberse a diversas causas, como acumulación de grasa en la pared
abdominal, edema o tumores uterinos u ováricos. Sin embargo, cuando el útero puede palparse
con claridad, y aumenta de tamaño en forma progresiva en las proposiciones que se indicaron
antes, es probable que exista embarazo.
Cambios en el útero
Durante los primeros tres meses de embarazo, los cambios de forma, tamaño y consistencia
del útero constituye indicaciones importantes. Estas se detectan mediante el examen bimanual,
en el cual se percibe que el útero tiene mayor ante flexión de lo normal, creció y tiene
consistencia suave y esponjosa. Cerca de la sexta semana puede percibirse el signo de Heger. En
este momento el segmento uterino inferior o parte inferior del cuerpo del útero se ablanda mucho
que el cérvix. Esta tan suave que puede comprimirse hasta hacerse muy delgado, como si fuera
de papel.
Perfil fetal
Después del sexto mes, se puede identificar el perfil del feto (cabeza, espalda, rodillas y
codos) por palpación abdominal y esto confirma el diagnostico de embarazo. Al progresar el
embarazo, el perfil fetal se define cada vez con mayor claridad. Cuando se percibe, indica que el
embarazo es muy probable. Sin embargo, en algunos casos .los tumores uterinos pueden simular
el perfil fetal.
Peloteo. Otro signo valioso que sugiere la presencia del feto es el peloteo (del francés balloter,
que significa lanzar como una pelota). Durante el cuarto y el quinto meses del embarazo, el feto
es pequeño en relación con la cantidad de líquido amniótico presente. En el examen vaginal, un
golpecito repentino en la parte de presentación hace que se eleve en el líquido amniótico y rebote
a su posición original con lo que golpea el dedo del examinador.
Cambios cervicales
El ablandamiento del cérvix suele producirse alrededor de la fecha en que falta el segundo
periodo menstrual. En comparación con la, firmeza normal del cérvix no grávido (que tiene
consistencia similar a la de la punta cartilaginosa de la nariz), el cérvix se ablanda y al
examinarlo en forma digital, el orificio externo se siente como los labios o el lóbulo de la oreja
(signo de Goodell).
El ablandamiento del cérvix se percibe desde un mes después de la concepción. Esto se debe
al aumento de vascularidad y al edema e hiperplasia de las glándulas cervicales.
Como resultado, forman una estructura similar a un panal y constituyen la mitad de la
estructura cervical. Esto forma un tapón mucoso (opérculo) que sella el útero para que no se
contamine con bacterias de la vagina. El opérculo se expulsa al comenzar el trabajo de parto
junto con una pequeña cantidad de sangre. Esta salida de moco teñido de sangre se llama
expulsión del tapón mucoso. Con frecuencia, se detecta el inicio del trabajo de parto por la
aparición de este tapón.
Las contracciones uterinas se inician durante las primeras semanas del embarazo y se
producen a intervalos de cinco a 10 minutos durante el mismo. Estas contracciones son indoloras
y la paciente puede o no estar consciente de que se producen. Pueden palparse en los últimos
meses al colocar la mano en el abdomen y durante el examen bimanual. Las contracciones de
Braxton Hicks se llaman así en honor al famoso obstetra londinense del siglo pasado que las
describió por primera vez. Son la causa del falso trabajo de parto
Pruebas de embarazo
Las pruebas de embarazo se basan en que las vellosidades coriónicas del embrión implantado
secretan gonadotropina coriónica humana (hCG) que aparece en la sangre materna y se excreta
en orina. Esta hormona se detecta en suero o en orina materna mediante métodos inmunológicos.
El nivel de hCG aumenta con rapidez tras la implantación. Cuando se emplean análisis
sensibles, puede detectarse hCG en la sangre materna de ocho a nueve días tras la ovulación y
fecundación. Las pruebas muy sensibles y selectivas también permiten detectar hCG en la orina
materna antes de que falte la primera menstruación o en un lapso de dos semanas tras la
concepción. Hay subunidades alfa y beta de hCG; la subunidad alfa es común a las hormonas
gonadotrópicas hipofisarias, como la hormona luteinizante (LH) y la hormona folículo
estimulante (FSH).
Ensayo con radiorreceptor. Es una prueba sensible que identifica hCG en la sangre en un
lapso de una hora. La LH también produce una reacción positiva en esta prueba, de manera que
la sensibilidad suele fijarse por encima de los niveles de LH. Se requiere equipo complicado para
interpretar esta prueba y sólo puede llevarse a cabo en laboratorios de hospitales y centros
médicos.
Radioinmunoensayo para hCG. La subunidad beta de hCG para radioinmunoensayo es una
prueba altamente específica y sensible del suero, que evita la reacción cruzada con LH y con
otras gonadotropinas con unidad alfa. En la mayoría de los laboratorios, se pueden identificar
hasta 5 mUI de hCG/ml suero. Esta prueba permite detectar el embarazo en la primera semana
tras la concepción (más o menos seis días después), con precisión de casi 100% en un periodo de
una a tres horas.
Inmunoensayo enzimático. El ensayo que se basa en las enzimas detecta hCG- beta en la
orina; utiliza una combinación de anticuerpos apareados. Es muy sensible y toma tan sólo cuatro
minutos, por lo que puede efectuarse en el consultorio y en pacientes externas. Los niveles de
hCG mayores de 50 mUI/ml en orina pueden detectarse antes de que falte la primera
menstruación.
SIGNOS POSITIVOS
Aunque algunos de los signos mencionados con anterioridad, en particular las pruebas por
inmunoensayo, el peloteo y la palpación del perfil fetal, son evidencias casi positivas del
embarazo, no son 100% seguras. Los errores de técnica en ocasiones invalidan las pruebas y con
poca frecuencia, los signos anteriores son simulados por estados patológicos que no
corresponden al embarazo. Si se emplea el término positivo en sentido estricto, sólo hay cuatro
métodos positivos para detectar el embarazo: la presencia de ruidos cardiacos fetales, que el
examinador perciba los movimientos fetales, el perfil de rayos X del esqueleto fetal y la
delineación del embarazo mediante ultrasonido.
Cuando el examinador experto escucha ruidos cardiacos fetales en forma clara, ya no existe
duda acerca de que la mujer está embarazada. Por lo general, se hacen audibles con estetoscopio
en la etapa intermedia del embarazo, o sea alrededor de la vigésima semana. Si la pared
abdominal es delgada y las condiciones son favorables, pueden escucharse desde la semana 18,
pero la obesidad o la cantidad excesiva de líquido amniótico tal vez no permitan que se escuchen
sino hasta fechas posteriores.
Aunque la frecuencia cardiaca fetal normal es de 140 latidos por minuto, puede variar en
condiciones normales desde 120 hasta 160 latidos por minuto. Se emplea el estetoscopio de
cabeza porque el examinador percibe la conducción ósea del sonido a través de la pieza de la
cabeza además de la conducción que se transmite al tímpano Las contracciones del corazón fetal
también se detectan según el principio Doppler con ultrasonido. Por este método los latidos
cardiacos fetales casi siempre pueden detectarse de la octava a la décima semana.
Soplo uterino y del cordón umbilical. En el útero de la embarazada se escuchan dos sonidos
adicionales: el murmullo del cordón umbilical y el murmullo uterino. La palabra soplo significa
un murmullo o sonido sibilante; la naturaleza de ambos sonidos es similar, aunque se producen
en momentos distintos y por causas diferentes.
El soplo fúnico es un signo positivo de embarazo, pero no es muy empleado porque casi
siempre se escucha en estrecha relación con los ruidos cardiacos fetales.
El soplo uterino es producido porque la sangre pasa a través de los grandes vasos del útero.
Como ésta es sangre materna, impulsada por el corazón de la madre, se sincroniza con la
frecuencia de su latido cardiaco. La frecuencia del soplo fúnico suele ser de 140 latidos por
minuto (o sea, la misma que la frecuencia cardiaca fetal); la frecuencia del soplo uterino es de
casi 80 latidos por minuto (la frecuencia cardiaca materna).
Los movimientos fetales señalados por las pacientes pueden resultar equívocos para el
diagnóstico de embarazo. Sin embargo, cuando un examinador experto percibe el empuje
característico o las patadas del feto contra su mano, esto constituye evidencia positiva de
embarazo. Con frecuencia, dichos movimientos comienzan a percibirse al término del quinto
mes.
Rayos x
Una placa radiográfica en la que se observe el perfil del esqueleto fetal constituye prueba de
embarazo. Dicho esqueleto se observará mediante rayos X en etapas más prontas o tardías según
el grosor de la pared abdominal, del equipo que se use y de otros factores. Se observa desde la
decimocuarta semana y por lo general puede observarse con facilidad después de la semana 20.
Debido a los riesgos potenciales de la radiación ionizante y al feto también puede estudiarse
mediante ultrasonido, este método se emplea poco en la actualidad.
Ultrasonido
Del tercero al cuarto mes del embarazo, el útero al expandirse sale de la pelvis y puede
palparse por encima de la sínfisis del pubis. Crece progresivamente hasta llegar al ombligo en el
sexto mes y casi alcanza los apéndices xifoides en el noveno mes.
El útero gira hacia la derecha al salir de la pelvis. Este dextro rotación tal vez se deba a la
presencia del recto sigmoide a la izquierda. Cuando el útero aumenta de tamaño, entra en
contacto con la pared abdominal anterior y desplaza a los intestinos hacia los lados del abdomen.
Dos semanas antes de que se inicie el trabajo de parto en la mayoría de las primigrávidas la
cabeza fetal desciende a la cavidad pélvica. El útero baja y cae hacia adelante. Esto alivia la
presión ascendente en el diafragma y la madre respira mejor, el fenómeno de descenso de la
cabeza se llama aligeramiento. Estos cambios no se observan en multíparas sino hasta que se
inicia el trabajo de parto.
Efectos de la postura
Como el útero grávido de término y su contenido pesan cerca de 6000 g las mujeres
embarazadas con frecuencia se reclinan hacia atrás para mantener el equilibrio. Esta inclinación
trasera del torso es característica del embarazo. Dicha postura ocasiona mayor tensión de
músculos y ligamentos de espaldas y muslos y da lugar a muchos dolores y calambres musculo
esqueléticos, que se experimentan con frecuencias en las últimas etapas del embarazo.
Cambios metabólicos:
La mayor parte del aumento de peso depende de la presencia del feto en crecimiento, la
placenta, las membranas fetales y el líquido amniótico.
El útero, la sangre materna y los productos de la concepción contienen más proteínas que
grasa o carbohidratos. Se observan alteraciones significativas en algunas proteínas plasmáticas.
La concentración de albúmina disminuye y los niveles de fibrinógeno aumentan, mientras que
los niveles de inmunoglobulina descienden ligeramente en la última mitad del embarazo se
observan un incremento de lípidos en plasma, colesterol, fosfolípidos, ácidos grasos libres y
lipoproteínas.
Cambios circulatorios
Sangre: El volumen total de sangre en el organismo aumenta alrededor del 30% durante el
embarazo. Los valores hematológicos mínimos para mujeres no embarazas y embarazadas son
12 g de hemoglobina, 3.75 millones de eritrocitos y 35% de hematocrito. Si el organismo tiene
reservas adecuadas de hierro o se obtiene suficiente hierro de la dieta, los valores de
hemoglobina, cuantificación de eritrocitos y hematocrito permanecen dentro de límites normales
del embarazo. En esta etapa, se observa un notable aumento de producción de glóbulos rojos en
la médula ósea. De maneras simultáneas, el volumen sanguíneo materno aumenta.
Corazón: Durante el embarazo, el corazón tiene que bombear alrededor del 50% más de
sangre a través de la aorta por minuto. Este aumento del gasto cardiaco alcanza un máximo al
final del segundo trimestre y declina antes del embarazo durante las últimas semanas de
gestación. Justo después del parto se observa un aumento marcado. En mujeres con corazones
normales esto no tiene consecuencia. En embarazadas con afecciones cardiacas el incremento de
la carga de trabajo cardiaco pueden producir complicaciones graves. Las palpitaciones cardiacas
son frecuentes en los primeros meses del embarazo se deben a la perturbación del sistema
nervioso simpático; hacia el final de la gestación son producidas por la presión intraabdominal
del útero crecido.
Efectos circulatorios mecánicos del útero en crecimiento: A medida que el embarazo avanza,
el útero en crecimiento desplaza y comprime las venas iliacas, la vena cava inferior e incluso la
aorta. Cuando la mujer se encuentra en posición supina la compresión venosa se acentúa, lo que
produce descenso en el retorno venoso y reducción del gasto cardiaco. En algunas mujeres
ocasiona hipotensión la cual se alivia al cambiar de posición y recostarse de lado, en ciertos
casos la frecuencia cardiaca se convierte en bradicardia.
La compresión venosa del útero grávido eleva la presión en las venas que drenan las piernas y
los órganos pélvicos, lo cual puede hacer que se forman o exacerben varices en piernas y vulva,
y que se produzcan hemorroides. La elevación de la presión venosa es la principal causa de
edema en las extremidades inferiores y se observa con frecuencia hacia fines del embarazo. En
las últimas etapas del embarazo, el útero oprime en parte a la aorta y sus ramificaciones, lo cual
produce una reducción de presión en la arteria femoral en comparación con la arteria braquial.
Flujo Sanguíneo Regional: El flujo sanguíneo a la mayoría de las regiones del cuerpo aumenta
durante el embarazo y alcanza una estabilidad bastante temprana. En útero, riñones y piel, el
flujo sanguíneo aumenta según la edad gestacional.
Cambios respiratorios
Los principales cambios respiratorios del embarazo se ocasionan por los efectos mecánicos
del mayor tamaño del útero, el aumento del consumo total de oxígeno del cuerpo y los efectos
estimulantes respiratorios de la progesterona. A medida que el embarazo progresa, el útero en
crecimiento ocasiona presión ascendente en los pulmones y eleva la posición del diafragma, lo
cual produce reducción de la presión intratorácica y del volumen de los pulmones en reposo, con
reducción de la capacidad residual funcional (RCF). El movimiento del diafragma y los
músculos torácicos no se ve afectado por el aumento de tamaño del útero, y por tanto la
capacidad vital (CV) permanece sin cambio.
Cambios gastrointestinales.
El útero al crecer desplaza a los intestinos y al estómago. Estos cambios de posición alteran la
ubicación de los órganos en ciertas enfermedades por ejemplo la apendicitis. La motilidad del
sistema digestivo se reduce en el curso del embarazo. Estos cambios prolongan el tiempo de
vaciado gástrico e incrementan el tiempo de tránsito intestinal. El tiempo de vaciado gástrico se
prolonga sobre todo durante el curso del trabajo de parto activo. El tono muscular del estómago y
el esófago se altera, con lo que se produce presión intraesofágica inferior y mayor presión
intragástrica, con peristalsis esofágica más lenta. Con frecuencia se observa inflamación vascular
de las encías, que se denomina épulis del embarazo y es cuando la encías sangran a la hora de
cepillarse y desaparece después del parto.
Flujo sanguíneo renal, volumen de líquidos y tasa de filtración glomerular: El flujo plasmático
renal y la tasa de filtración glomerular comienzan a aumentar en las primeras etapas del
embarazo y alcanzan un nivel estable en la etapa intermedia, que es superior en 40% a los niveles
anteriores al embarazo. Este persiste sin cambio hasta el final del embarazo. Los cambios renales
alcanzan un máximo en las primeras etapas del embarazo, antes de que se observe el aumento
máximo de volumen plasmático.
El volumen intersticial materno presenta mayor aumento durante el último trimestre, lo que
contribuye al edema.
Cambios endocrinos.
Placenta: Las vellosidades coriónicas primarias del cigoto implantado secretan hCG, la que
prolonga la vida del cuerpo lúteo. Como resultado, se sigue produciendo estrógeno y
progesterona, necesarios para la preservación del endometrio. Durante el embarazo, la hCG
aparece en la sangre materna y se excreta en la orina de la madre, lo que permite diagnosticar el
embarazo mediante las pruebas antes descritas.
LÓBULO ANTERIOR: Se ubica en la base del cerebro, se conoce como “reloj maestro” y
bajo influencia del hipotálamo, controla el ciclo menstrual. Además de gonadotropinas, el lóbulo
anterior secreta hormonas que actúan en la tiroides y las suprarrenales y otra hormona que
influye en el proceso de crecimiento. La producción de estas hormonas continúa durante el curso
del embarazo. Por otra parte, las gonadotropinas dejan de liberarse en forma clínica; el
estrógeno y progesterona que la placenta produce inhiben su liberación.
LOBULO POSTERIOR: Excreta una hormona oxitocina, que tiene fuerte efecto estimulante
en el músculo uterino. Los extractos de la glándula hipófisis que contienen oxitocina son muy
empleados en obstetricia para ocasionar contracciones después del parto o para iniciar el trabajo
de parto y estimular las contracciones durante el mismo cuando son de mala calidad. La
oxitocina también influye en los senos. Ocasiona el descenso de la leche o expulsión de la misma
en los pezones.
OVARIOS: Con excepción de la actividad del cuerpo lúteo durante el embarazo, permanecen
en etapa de latencia. Los niveles de gonadotropina son bajos, porque su liberación se inhibe
debido al estrógeno y la progesterona que produce la placenta. Así, se suprime la actividad
folicular en el ovario y no hay ovulación sino hasta después del parto.
La placenta actúa como interface entre el sistema materno y fetal. Los compartimientos
vasculares divididos de la placenta evitan de manera eficaz que el feto entre en contacto directo
con el sistema de defensa inmunitario materno.
Aunque el sistema inmunitario materno tolera la existencia del “injerto” fetal, sigue
proporcionando las respuestas de protección normales.
Los mecanismos inespecíficos, como fagocitosis y respuesta inflamatoria, no se afectan por el
embarazo. Los niveles de inmunoglobulina materna no cambian durante el embarazo. Los
anticuerpos maternos de tipo IgG atraviesan la placenta y son el principal componente de la
inmunoglobulina fetal en el útero y durante el periodo neonatal temprano. La IgG es la única
inmunoglobulina materna que se transporta a través de la placenta y proporciona inmunidad
pasiva importante al feto y al recién nacido. La IgM, IgA, IgD e IgE no atraviesan la placenta por
lo que no producen daños ni beneficios específicos al feto. La IgA se secreta en el calostro
materno y proporciona inmunidad gastrointestinal adicional al lactante o recién nacido que se
alimenta con leche materna.
Ocurre congestión y turgencia en los senos debido al factor hormonal y la aparición del
calostro. Puede aparecer en etapas precoces de la gestación por el aumento de la prolactina, entre
otras hormonas. Las areolas se vuelven más sensibles e hiperpigmentadas.