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TEMA # 15

UN NUEVO CAMINAR PARA SER GENUINAMENTE HUMANO


“Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de
arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la
mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra.”…
Colosenses 3:1-11

I. INTRODUCCIÓN
Muchos de nosotros asistimos a la iglesia el domingo y escuchamos sobre Jesús. Oímos cómo
Jesús nos ayuda a ser mejores personas y a vivir en santidad. Oímos que Jesús nos da gracia.
Luego, nos despertamos el lunes por la mañana, y algo ocurre. Pasamos del lema: «Soy lo que
soy por la gracia de Dios» a «Dios ayuda a los que se ayudan a sí mismos». Solo el primero de
estos dos pensamientos está respaldado por la Biblia.

II. DESARROLLO
En Colosenses 3, Pablo nos muestra como es vivir en la gracia de Dios todo el tiempo. Describe
cómo Jesús es el centro de todo. Afirma que nuestra vieja y pecaminosa naturaleza murió y
fue sepultada con él. Cuando Jesús resucitó, nosotros también nos levantamos a la vida,
espiritual y ahora tenemos una nueva naturaleza: una naturaleza divina. Dicho de otro modo,
asegurémonos de no basar nuestra obediencia sobre nada que no sea la obra acabada de
Jesús. No sigamos esforzándonos y luchando por ser justos apoyándonos en nuestros propios
méritos como solemos hacer. Ahora tenemos una nueva naturaleza.
A Satanás le encantaría que creyéramos que el pecado no está completamente derrotado,
que, en cierto modo, nuestro pecado en particular se escapa de la cruz y que ni Jesús puede
exterminarlo. Que estamos atascados en él, que nuestros pecados son nuestro vicio personal,
el diablo es mentiroso porque el pecado ha sido derrotado.
Dios está por nosotros, Jesús está con nosotros y su Gracia es suficiente.
En algún punto de nuestra vida empezaremos a pecar de nuevo. Y las probabilidades son que
no tardaremos nada en hacerlo. Pero Jesús lo sabe y lo sabía y, de todos modos, nos salvó. En
un momento de gracia y fe, perdona todo el pecado que cometimos, que cometemos y que
cometeremos.

Dios ve defectos de carácter en nosotros que ni siquiera nosotros vemos, y no se preocupa por
ello. No está planeando trabajar en algunos de esos ámbitos durante toda nuestra vida, No
nos apartará con el brazo rígido cuando intentemos acercarnos a él. Sino que nos dice que
está orgulloso de nosotros y se complace en nosotros.

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Tenemos tanta prisa por perfeccionarnos nosotros mismos, porque pensamos que, tan pronto
lo hagamos, Dios nos amará más. Pero nunca nos va a amar más de lo que ya lo hace ahora.
Nunca nos aceptará mejor que ahora mismo. Dios no tiene prisa por arreglarnos. Nuestra
conducta no es su primera prioridad. Nosotros lo somos. Amarnos, conocernos, afirmarnos,
protegernos. Este es su objetivo principal y su mayor preocupación. Nuestra lucha contra el
pecado es noble y buena, pero no nos equivoquemos: no estamos peleando para ser justos. Ya
lo somos. Sencillamente estamos aprendiendo a vivir de forma externa como la persona que
somos en nuestro interior.
Por alguna razón, tendemos a pensar que «ser un cristiano» significa «ser lo que no soy». Pero
esto no es verdad. Jesús me dio una nueva forma de ser genuinamente humano. En el centro
de mi ser, soy santo, justo, piadoso, compasivo, generoso, amoroso y sensible. Tengo una
nueva naturaleza, y refleja al Dios que me creó.

III. CONCLUSIÓN
Debemos dejar de vernos como pecadores, en el cielo no existe un concepto de nosotros
como tales. Así como el Este está lejos del Oeste, afirma la Biblia, a la misma distancia Dios
ha echado nuestros pecados de nosotros. No los recuerda. Cuando nos mira, no ve un
pecador.
El pecado es un extraño, un invasor, un parásito. No forma parte de la creación de Dios. Mi
verdadera identidad es la del yo justo, y esto es mucho más real de lo que el pecado podrá
ser jamás.

IV.APLICACIÓN PRÁCTICA
Jesús vino a mostrarnos un nuevo camino para ser genuinamente humanos, alineemos
nuestra vida con el propósito de Dios, dejemos cada día moldearnos a través de los procesos
de Dios para el cumplimiento de sus planes en nuestras vidas.

Si tienes desanimo, duda o frustración y crees que Dios no te ama de la manera que quisieras,
si sientes que tus pecados no te dejan avanzar, o que no eres lo suficientemente bueno para
recibir la gracia de Dios, ve a la presencia de Dios en oración y recibe las fuerzas y el abrazo y
el amor de Dios para seguir adelante.

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