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B R Hicks
¡Las cosas pequeñas! Qué estudio tan apropiado para los días en los que vivimos. Los
ojos del hombre están puestos en aquello que es grande, en las cosas gigantescas. Aún
el mundo Cristiano tiene este mismo espíritu. Todo lo que les interesa son los grandes
edificios, los grandes programas, esto grande y aquello otro. En nuestro correr de un
lado al otro por la vida fallamos en tomarnos el tiempo para reconocer la importancia de
las COSAS PEQUEÑAS. Dios en Su Palabra ha hablado mucho con respecto al tema de
las cosas pequeñas. A pesar de que las cosas sean pequeñas, podemos ver su gran
significado e importancia. Consideremos cuatro cosas en particular mencionadas sobre
las cosas pequeñas en la Palabra de Dios. La primera cosa es el juicio pequeño, luego el
alimento pequeño, la belleza pequeña y la bendición pequeña, esto es, la bendición de
las cosas pequeñas.
1. JUICIO PEQUEÑO
Y Jehová dijo a Moisés y a Aarón: Tomad puñados de ceniza de un
horno, y la esparcirá Moisés hacia el cielo delante de Faraón; y
vendrá a ser polvo sobre toda la tierra de Egipto, y producirá
sarpullido con úlceras en los hombres y en las bestias, por todo el
país de Egipto. Y tomaron cenizas del horno, y se pusieron delante
de Faraón, y la esparció Moisés hacia el cielo: y hubo sarpullido que
produjo úlceras tanto en los hombres como en las bestias.
Éxodo 9: 8 – 10
De modo que Dios escogió el polvo pequeño para ejecutar Su juicio. Este polvo salido
del horno era un testimonio de la aflicción de los hijos de Israel. Fue un testimonio de su
labor al juntar el heno y el cocido de los ladrillos en el horno. Dios hizo que Sus siervos
esparcieran ese polvo pequeño para pasar Su juicio sobre Faraón y los egipcios. A pesar
de que Dios escogió algo muy pequeño para traer Su juicio, nadie pudo sin embargo
escapar de él. Noten que la palabra dice que el sarpullido y las úlceras estaban sobre
todos los egipcios. En nuestro estudio de la Palabra de Dios hemos estudiado
previamente que Egipto es un tipo del mundo y de nuestra carne. Si tan solo sufrimos
por la Voluntad de Dios, amados, en el horno de la aflicción, entonces Dios tomará esas
cenizas y las esparcirá como juicio sobre los egipcios que hay en nuestra vida. Aquello
que el enemigo usa para mal, para nuestra destrucción, será vuelta sobre su cabeza en
juicio. ¡Alabado sea Dios! ¡Cierto, un polvo pequeño, pero vean cuán grande juicio
produjo!
Cuántas veces fallamos en reconocer el polvo pequeño que Dios a esparcido a lo largo
de nuestro camino, para prevenimos de nuestros propios caminos que no le son
placenteros. El esparce el polvo de juicio, ya sea porque no estamos complaciendo a
Dios o porque, como Faraón, estamos interponiéndonos en el camino de otros, evitando
que puedan caminar con el SEÑOR. Cuán grande fue el juicio del polvo pequeño que
produjo tanta angustia y aflicción sobre todo Egipto. Pidámosle a Dios que abra nuestros
ojos para entender la efectividad de las cosas pequeñas.
¡Juicio sobre el pecado! Moisés quemó el becerro con fuego. Luego lo desmenuzó (que
significa destruir violentamente), lo molió, lo redujo a polvo. Esta es la manera en que
debe lidiarse con el pecado. Esta es la manera en que Dios nos otorga la victoria
permanente. Cuán a menudo lidiamos con nuestro pecado de otra manera y terminamos
con solo una victoria temporal.
Fue este tipo de lucha contra el pecado la que trajo la reforma bajo el liderazgo de Josías.
Un reavivamiento estalló cuando le declaró la guerra a Baal y la adoración idólatra que
había sido institucionalizada por Acháb y su malvada esposa Jezabel.
Hizo también sacar la imagen de Asera fuera de la casa de Jehová,
fuera de Jerusalem, al valle del Cedrón, y la quemó en el valle del
Cedrón, y la convirtió en polvo, y echó el polvo sobre los
sepulcros de los hijos del pueblo. Además derribo los lugares de
prostitución idolátrica que estaban en la casa de Jehová, en los
cuales tejían las mujeres tiendas para Asera. 2ª Reyes 23: 6, 7
Josías redujo a polvo esa imagen para que nunca pudieran volverla a usar. Pablo nos
habló de esto en el libro a los Romanos.
Andemos de día, honestamente; no en glotonerías y borracheras,
no en lujurias y lascivias, no en contiendas y envidia, sino vestíos
del Señor Jesucristo, y no proveáis para los deseos de la carne.
Romanos 13: 13, 14
Esta es la manera en que Dios, a través del apóstol Pablo nos dice que molamos
nuestros ídolos hasta reducirlos a polvo muy fino. La manera para no hacer provisión
para los deseos de la carne, amados, es al moler sus ídolos hasta reducirlos a polvo fino
y echarlos en el Río de la Remisión. ¡Alabado sea Dios!
¿Quién hubiera dicho que algo tan pequeño pudiera proveer tal substancia y fortaleza
para su jornada a la tierra de Canaán? Dios dice que era tan pequeño (o menudo) como la
escarcha. Seguramente todos nosotros hemos sido testigos de cuán pequeña y frágil es
la escarcha. Es como polvo en las manos. Ahí estaba un maná pequeño, un pan menudo
que Dios había provisto para Su pueblo. La palabra menudo” usada aquí significa:
aplastado, desmenuzarse, moler en pedazos, herir, hacer polvo.
Las cosas pueden ser pequeñas, pueden estar aplastadas y desmenuzadas, inusables en
las manos del hombre y sin embargo, a los ojos de Dios y en Sus Manos Todopoderosas,
las cosas pequeñas se vuelven grandes cosas, que nos pueden proveer de gran fortaleza
y substancia. Dios dio el maná en esta manera, pequeña como la escarcha, para probar a
Su pueblo y ver cuánto agradecerían Su forma de dar substancia. Imaginen el trabajo, la
humildad, el tenerse que poner de rodillas y recoger diariamente esta cosa pequeña con
sus manos a fin de obtener fortaleza con la cual vivir. Es lo mismo con nosotros el día de
hoy, amados. Se requiere de labor, verdadera diligencia y persistencia en la Palabra de
Dios para obtener nuestro maná diario. No es de asombrarse que haya hambruna en la
tierra, porque son pocos los corazones que están dispuestos a cavar buscando con
diligencia los pedacitos del maná espiritual, que están escondidos del Génesis al
Apocalipsis. Pero qué poder y fortaleza se encuentran cuando uno se alimenta de estos
pedazos pequeñitos, del maná pequeño o menudo, que son los pedacitos de Verdad
avivada en la Palabra de Dios. ¡Alabado sea Dios! Son suficientes para fortalecer y darle
la substancia necesaria a nuestra alma, a fin de que pueda crecer en estatura y viajar a la
tierra de Canaán espiritual. ¡Cuán grande y maravillosas son Sus obras y Sus caminos
para con nosotros!
La Palabra de Dios no viene a nosotros en un solo pedazo grande. Como una hormiga,
debemos trabajar por cada pedacito. Observen a la hormiga en busca de alimento. Corre
buscando de un lado al otro. Digamos que se encuentra con un saco de grano, empieza a
sacar un pedazo a la vez, grano por grano. ¡Laboriosamente continúa hasta que termina
llevándose todo el saco! ¡Vergüenza nos debiera dar al esperar que la Palabra de Dios
fluya a nosotros como ríos o esperar recibirla como grandes hogazas de pan!
Aprendamos de la sabiduría de la hormiga. Esta está entusiasmada y emocionada por
cada morona que encuentra. ¡Qué laboriosa es! Amados, se requiere de sudor y dura
labor para tomar de la Palabra de Dios. Recuerden que si fallamos en trabajar por cada
morona y por cada grano, nunca podremos esperar llegar a tener todo un saco lleno.
Tenemos que estar dispuestos a trabajar por cada morona de pan y luego correr a buscar
otra, hasta que hayamos reunido lo suficiente como para formar una rebanada. Entonces
no pasará mucho, eso es, si continuamos siendo fieles, hasta que tengamos toda una
hogaza de pan. ¡Cuán emocionante y recompensante es caminar con Jesús!
Las hormigas son muy pequeñas, por lo que pueden meterse en lugares secretos. Si nos
humillamos, esto es, si nos hacemos pequeños delante de Dios, podremos metemos en
lugares secretos donde el alimento está escondido de los grandes y poderosos,
escondido de los sabios y los prudentes. Este es el día de nuestra visitación, amados, y
nos hace bien saber su tiempo. Almacenemos la preciosa Palabra de Dios en nuestros
corazones, pues el mundo ya ha sido rodeado de hambruna espiritual. Que Dios nos
ayude a permanecer de rodillas y reunir el maná mientras aún tenemos tiempo. Laboren,
sean diligentes y fieles en buscar la Palabra de Dios y encontrarán alimento, nutrimento y
todo lo necesario para llegar a la tierra de Canaán.
Jesús dio gracias por lo que ya tenía. Aquí encontramos otro gran principio mediante el
cual Dios opera. Si somos agradecidos y apreciamos lo que ya nos ha sido dado, el
SEÑOR incrementará lo que llevemos delante de El. Muy a menudo nos allegamos a El
con la mano extendida, siendo desagradecidos por lo que ya nos ha dado. El secreto de
recibir más de Jesús es ser agradecido por lo que ya nos ha dado.
En Juan capítulo seis, Jesús alimentó a la multitud con cinco panes de cebada y dos
pequeños peces.
Y como alzó Jesús los ojos. y vio que había venido a él grande
multitud, dice a Felipe: ¿De dónde compraremos pan para que
coman éstos? Más esto decía para probarle; porque él sabía lo
que había de hacer. Respondióle Felipe: Doscientos denarios de
pan no les bastarán, para que cada uno de ellos tome un poco.
Dícele uno de sus discípulos, Andrés, hermano de Simón Pedro:
Un muchacho está aquí que tiene cinco panes de cebada v dos
pececillos, ¿más qué es esto entre ramos? Entonces Jesús dijo:
Haced recostar a la gente. Y había mucha hierba en aquel lugar: y
recostáronse como número de cinco mil varones. Y tomó Jesús
aquellos panes, y habiendo dado gracias, repartió a los
discípulos, y los discípulos a los que estaban recostados:
asimismo de los peces, cuanto querían. Y como fueron saciados,
dijo a sus discípulos: Recoged los pedazos que han quedado,
porque no se pierda nada. Cogieron pues, e hinchieron doce
cestas de pedazos de los cinco panes de cebada, que sobraron
a los que habían comido. Juan 6: 5 – 13
Después de alimentar y satisfacer a la multitud, encontramos que Jesús le dijo a Sus
discípulos que recogieran los restos, ¡y estos juntaron doce cestas con los pedazos
restantes! Estos doce cestos llenos de los pedazos alimentaron a los discípulos por
muchos días. ¡Pero todo empezó con solo unos cuantos panes y dos pececillos! ¡Qué
poder encontramos en las cosas pequeñas cuando han sido puestas en las manos de
Jesucristo!
A. Dulzura
¡Cuán pequeña es la escarcha! ¡Cuán pequeño es el aliento frío y pequeño de Dios y sin
embargo, que belleza de dulzura! Muchas frutas y vegetales no tienen saber alguno hasta
que la escarcha viene sobre ellos y los muerde, por así decirlo, con su aliento frío, y los
cubre con una belleza de frialdad; es entonces cuando vemos su transformación en
dulzura. Es lo mismo en lo espiritual. Algunas veces pasamos por alto la belleza de las
cosas pequeñas de la vida, el aliento frío de Dios, que nos visten con Su humildad, que a
su vez produce dulzura en nosotros. La dulzura alaba a Dios, a fin de que nuestra vida y
nuestro testimonio tengan más sabor en los corazones de aquellos que nos rodean.
¡COSAS PEQUEÑAS! Cuando nos volvemos pequeños delante de Dios, pueden entonces
levantamos con Su Mano Todopoderosa y hacer una gran obra en nosotros y a través de
nosotros. Alabamos a Dios por la revelación de las cosas pequeñas. No debemos
menospreciar el día de las pequeñeces o las cosas pequeñas (Zacarías 4:10), porque es
en el día de las cosas pequeñas donde nos familiarizamos con la humildad y
mansedumbre de Jesucristo. En Mateo 11:29 Jesús nos dice:
B. Cubierta Fragante
Dijo aun Jehová a Moisés: Tómate aromas, y estacte [que es mirra
en lágrimas] y uña olorosa y gálbano aromático e incienso limpio;
de todo en igual peso: Y harás de ello una confección aromática de
obra de perfumador, bien mezclada [esta palabra realmente
significa mezclar con sal], pura y santa: Y molerás alguna de ella
pulverizándola. Y la pondrás delante del testimonio en el
tabernáculo del testimonio, donde yo te testificaré de mí. Os será
cosa santísima. Como la confección que harás, no os haréis otra
según su composición: te será cosa sagrada para Jehová.
Cualquiera que hiciere otra como ella para olerla, será cortado de
sus pueblos. Éxodo 30: 34 – 38
N del T: La palabra “pulverizar” usada aquí, viene de la palabra raíz hebrea “daqaq”
que significa: aplastar, volver en moronas, reducir a pedazos (pequeños), herir, hacer
polvo, ser muy pequeño. De aquí que en inglés haya sido traducido como “pequeño.”
mientras que en nuestro idioma se tradujo como “pulverizar.”
Esta fragancia o aroma era santo para el SEÑOR. En el Tabernáculo del Antiguo
Testamento, el sacerdote tenía que ser primeramente preparado con la Sangre, el Fuego
y el Agua. Se acercaba con el Fuego (tipo del Espíritu Santo) al Altar de Incienso en el
Lugar Santo, y ahí, con el dulce incienso y el fuego procedente del Altar de Bronce que
se encontraba en el Atrio, el sacerdote era vestido con la difusión de la fragancia. Era
cubierto con una nube, era cubierto con una cubierta hermosa y fragante, de modo que
pudiera ministrar en el Candelero y recibir la Luz de Sabiduría, Entendimiento y
Conocimiento. Con esta vestidura de fragancia, esta nube (figura del enojo santo de Dios
en contra del pecado), podía comer del Pan Gubernamental de la Mesa del Pan de la
Proposición. Solo el sacerdote que estaba preparado y se había vestido con esta
hermosa vestimenta de fragancia, podía ministrar en el Lugar Santo. La Palabra de Dios
nos dice que debemos adorar en la belleza de Su Santidad o Su glorioso Santuario
Salmos 29: 2. ¿Cuál es la belleza de este santuario? Es esta nube de incienso, esta
fragancia de incienso que odia el pecado. No podemos apapachar pecados en nuestra
carne y pensar que podemos adorar a Dios en la belleza de Su Santuario, o Su Glorioso
Santuario.
¡Qué poder el de este pequeño incienso, de esta cosa pequeña! Dios prometió reunirse
ahí con nosotros. Dios promete mirar todo aquello y a todo aquel que es contrito y
humilde de corazón y espíritu, a todo aquel que se vuelve pequeño delante de El. ¡Qué
poder hay en las cosas pequeñas!
IV. LA BENDICIÓN DE LAS COSAS PEQUEÑAS
Es muy fácil pasar por alto la bendición de las cosas pequeñas. Se nos olvida ser
agradecidos por todas aquellas muchas bendiciones que recibimos día a día.
A. Corrección
N del T: La palabra “llovizna” usada aquí, viene de la palabra hebrea “saiyr”, que
significa: una llovizna (como tumultuosa), lluvia de gotas pequeñas.
N del T: La palabra “gotas” usada aquí, viene de la palabra hebrea “rabiyb, que a
su vez viene de la palabra “rabab”. La primera significa una lluvia (como una
acumulación de gotas), aguacero. La segunda palabra es una palabra raíz que
significa: incrementar (especialmente en número), multiplicarse, incremento,
muchos, más, diez mil. De ahí que haya sido traducida como “aguaceros” en
inglés y como “gotas” en nuestro idioma.
Las gotas de Su doctrina son como la lluvia, viene en gotas. Dios da Su doctrina
(enseñanza), una gota a la vez, gracias a Dios. El rocío tiene que ver con la reprensión (o
redargüir, como ya lo estudiamos. Luego viene la lluvia pequeña (o llovizna) de la
corrección y luego los aguaceros de la instrucción.
El corrige con Su lluvia pequeña, con las Aguas de Su Palabra que se derraman a
nosotros. Algunas veces, como padres o líderes, queremos corregir y que los demás se
corrijan de la noche a la mañana. Tratamos de corregir como un “aguacero” o con
granizo y truenos; pero Dios usa la llovizna, o lluvia pequeña, para corregimos. Solo
viviendo bajo la lluvia pequeña, esa humedad ligera y pequeña de la Palabra de Dios,
seremos corregidos día a día de nuestra propia voluntad y camino, transformándonos a
Su imagen y semejanza.
B. Instrucción.
¿Por qué escogió Elías huir a Monte Horeb? Porque sabía que era un lugar espiritual
donde el poder de Dios y Su Palabra habían salido. Elías sabía todo esto sobre Monte
Horeb. A pesar de que no era la Voluntad Perfecta de Dios para él que huyera ahí, ¡aun
así aumentó a Elías sobrenaturalmente en dos ocasiones para que pudiera llegar ahí!
De modo que Elías llegó a Monte Horeb y se escondió en la cueva, en donde Dios le
habló 1ª Reyes 19: 11. ¡Qué demostración presenció Elías ese día! Noten que a través de
estos versículos (11,12), encontramos la palabra “Jehová,” que nos habla del Auto
existente que se revela a Sí Mismo, en otras palabras, significa “revelación.” De modo
que la Palabra (o la Revelación), pasó y Elías pudo ver la tremenda demostración del
viento, el terremoto y el fuego, pero el SEÑOR no estaba en ellos. La Palabra acompaña
las demostraciones del Espíritu, por lo cual, si vamos a recibir la revelación de la Palabra,
necesitamos tener las demostraciones del Espíritu. Después del viento, del terremoto y
del fuego, vino una voz pequeña y queda. Dios vino a él muy humildemente, muy
tiernamente. A pesar de que no estaba en la Voluntad Perfecta de Dios al estar en Monte
Horeb, no encontramos al SEÑOR reprendiéndolo en una manera dura, sino que
suavemente le dijo: “Qué estás haciendo aquí Elías?”
C. Remanente Pequeño
D. Edificio Pequeño
Porque los que menospreciaron el día de las pequeñeces se
alegrarán, y verán la plomada en la mano de Zorobabel. Aquellas
siete son los ojos de Jehová que recorren por toda la tierra
Zacarías 4: 10
N del T: En la traducción de este versículo al inglés, la primera parte de este versículo
establece una pregunta que en nuestro idioma no aparece. “¿Quién es el que
menospreció el día de las pequeñeces (o cosas pequeñas)?” En nuestra traducción
aparece como una afirmación: “Porque los que menospreciaron el día de las
pequeñeces,” lo cual cambia por completo el significado de este versículo. En uno da
entender que no las menospreciaron, mientras que en el otro da a entender que las
menospreciaron.
Zorobabel, influenciado por Dios para reconstruir el Templo, se encontró con mucha
oposición y persecución. Esta fue la misma experiencia de Nehemías, quien reparó los
muros y reconstruyó la puerta.
Cada vez que nos levantamos a edificar el templo del SEÑOR, o cuando nos enfrascamos
en hacer cualquier cosa por Dios, amados, podemos esperar mucha oposición. Es por
eso que siempre es una buena señal que nos asegura que estamos en la Voluntad de
Dios. En el capítulo cuatro de Zacarías, Dios le dio a Zorobabel un triple testimonio de
que terminaría de edificar el templo. Dios le dio una visión del Candelero (figura de
Jesucristo), con las dos olivas (una a cada lado). Estas son figura del Padre y del Espíritu
Santo, vaciando toda Su substancia en Jesucristo. También tenemos el mismo triple
testimonio que podemos terminar de edificar nuestro templo espiritual, este Triple
Testimonio es El Padre, la Palabra y el Espíritu Santo. A pesar de que empezamos en una
forma pequeña, por Su misericordia podemos completar el edificio de nuestro templo
espiritual, si tan solo obtenemos la substancia a nuestra disposición con la cual
construir.
¿Quién eres tú, oh gran monte? Delante de Zorobabel serás
reducido a llanura: él sacará la primera piedra con aclamaciones
de Gracia, gracia a ella. Zacarías 4: 7
Noten que esta no es la Piedra Angular, sino la Piedra Principal. En otras palabras, ya ha
colocado la Piedra Angular y ahora va a terminar con la Piedra Principal, esa misma
última piedra que es la parte superior del edificio. ¿Y qué es lo que está clamando?
GRACIA, GRACIA. Es la Gracia de Dios la que empieza nuestro edificio y es la gracia de
Dios la que la terminará. Todo lo que Zorobabel necesitaba era la voluntad de edificar.
Dios Mismo es el Autor y Consumador, Aquel que suple la gracia suficiente para que
edifiquemos. ¡Alabado sea Dios!
E. Humildad
Jesús pidió una barquilla. Las cosas pequeñas son una bendición. El hombre está
completamente engañado en su búsqueda por algo grande, no se da cuenta de que la
bendición se encuentra en las cosas pequeñas. Vemos pues la bendición de las cosas
pequeñas, y hemos visto la bendición de la corrección, de la instrucción, de la bendición
de Su aliento sobre un pequeño remanente, de edificar y de la humildad.
FIN.