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Los derechos de transmisión por TV se

alteran por el Covid-19


La principal fuente de ingresos del deporte son los derechos de transmisión por
televisión. Estos, están fundamentados en un contrato con una fuerte carga legal y
una importante revisión por parte de especialistas. Las mejores ligas del mundo
están paradas en todos los deportes, así como los torneos y competencias
deportivas más importantes a nivel internacional. El mundo del deporte se enfrenta
a un impacto económico sin precedentes debido a la pandemia del coronavirus.

Después de años de crecimiento en el mercado, el sector deportivo podría verse


dañado tras la pandemia del Covid-19. La crisis económica mundial es inevitable;
es más, varias medidas y distintos cambios se están comenzando a notar. Se ha
podido distinguir cómo las redes han comenzado a recortar sus costos y, por otro
lado, las distintas ligas ya han empezado a ajustar sus horarios.

Los deportes se han convertido en una parte esencial del mundo del espectáculo y
del entretenimiento. Derivado de la importancia que éstos tienen en la vida de las
personas y el significado que tienen para la industria de la publicidad y medios de
comunicación, es probable que las ligas deportivas exijan grandes sumas por los
derechos de transmisión durante y después de la pandemia.

Los derechos de transmisión por TV cambian el


panorama

Fox Sports se ha alejado del golf. La cadena televisiva fue liberada de su acuerdo
de 12 años con un valor de 1,200 millones de dólares con la USGA. El contrato
solamente se ha ejercido por 5 años, pero al parecer fueron suficientes. Los
derechos pasarán a la NBC, la cual, producirá el U.S. Open en septiembre del 2020.

Por otra parte, ESPN y CBS Sports ganaron los derechos para transmitir la primera
temporada de Athletes Unlimited. El evento gira en torno a una red de ligas
deportivas femeninas profesionales que debutará con el softball en agosto del
2020.
El streaming tal vez ya no sea la mejor opción

Youtube TV y ESPN+ han aumentado su suscripción mensual de forma


exponencial. Lo anterior, a pesar de que ambas plataformas dependen de los
derechos de los deportes en vivo para entretener a sus usuarios. Youtube TV ha
pasado de 49,99 a 64,99 dólares; mientras que ESPN+ ha pasado de 4,99 a 5,99
dólares.

Youtube TV está aumentando sus precios en 15 dólares al mes. Esa cifra es casi el
doble de lo que costaba el servicio a la hora de su lanzamiento en 2017. La
plataforma adjudica el aumento de sus precios a la adición de nuevos canales a su
línea como las marcas PBS y Discovery Network, incluyendo HGTV y Food
Network.

Los servicios de streaming están incrementando sus precios de manera explosiva.


Ahora, los suscriptores pagan el doble por el mismo servicio que contrataron hace
unos años. Las distintas plataformas culpan de la subida de precios a las
adiciones de programas o al aumento de los costes de programación.

la industria deportiva puede generar múltiples efectos económicos, tales como contribuir al
crecimiento económico, crear empleos y ayudar a reducir el gasto público en salud (beneficio
constantemente subestimado)] (traducción libre).

Estos trascendentales efectos del deporte en la economía han llevado a que varios países4
adopten políticas públicas para promover la práctica del deporte a nivel aficionado pues si
más personas se involucran en su práctica, habrá más consumidores de bienes y servicios
tales como la asistencia a eventos, productos relacionados con diferentes equipos o
paquetes de televisión para seguir sus deportes favoritos.

En Europa5 , según Kleissner, citado por Evens et al., el impacto macroeconómico del
deporte y de actividades relacionadas como el turismo deportivo, la educación y las obras
relacionadas con espacios para su práctica asciende aproximadamente a €407 mil millones.
El sector del deporte, con todas sus actividades conexas, representa el 4.58% del PIB de la
Unión Europea (Evens et al., 2013, p. 19).

Gracias a la trascendencia económica de la industria del deporte éste dejó de ser un simple
“juego”, para convertirse en un verdadero producto que puede explotarse comercialmente
de diversas maneras bastante rentables, como se estudiará más adelante. La globalización y
la popularidad del deporte, así como el interés mundial en deportistas y marcas deportivas,
convirtieron al deporte en un producto cultural de consumo masivo. Ejemplo de esta
caracterización del deporte como producto, es lo ocurrido con los Juegos Olímpicos durante
los años ochenta. Hasta antes de los celebrados en Los Ángeles en 1984, la comercialización
de este evento era incipiente. Esta situación cambió cuando se permitió la participación de
deportistas profesionales en las disciplinas olímpicas, lo que generó mayor interés del
público y multiplicó el 10 valor de los contratos televisivos para la transmisión del evento.
Como lo señala Josep Maria Puig (2006)

Según un estudio de Kearny (2011), citado por Evens et al. (2013), la industria del deporte a
nivel mundial anualmente genera ingresos de US$620 mil millones, aproximadamente. Esta
cifra incluye, según el estudio, los rubros tradicionales como boletería, derechos de
transmisión y patrocinios y también el consumo de las comidas y bebidas que se venden en
los eventos y los gastos en infraestructura deportiva, entre otros. En congruencia, con la
creciente importancia económica de la industria deportiva las transmisiones televisivas de
eventos deportivos tienen hoy en día más audiencia que los Premios 11 Oscar, el Concurso
de Miss Universo o una exitosa serie de televisión.

Es así como, a febrero de 2015, los seis programas más vistos en la historia de la televisión
de Estados Unidos corresponden a la transmisión en años diferentes del Super Bowl, el cual
alcanzó ese año un record de audiencia de 114.4 millones de televidentes. Los Juegos
Olímpicos de Beijing 2008 tuvieron una audiencia superior a los cuatro mil millones de
televidentes alrededor del mundo, mientras que los de Londres 2012 fueron seguidos por
cerca de 3.6 mil millones de personas. Los Juegos Olímpicos del 2008 fueron seguidos a nivel
mundial, en promedio por minuto, por cerca de 114.3 millones de televidentes6

En concordancia con lo establecido por la Corte Constitucional y la Ley 182 de 1995, el objetivo
de esta regulación es lograr que eventos de interés para la comunidad -incluidos los
deportivos- tengan una difusión adecuada en televisión y lleguen a la mayor parte de la
población colombiana. Si bien es cierto que deben evitarse prácticas monopolísticas y
acuerdos de exclusividad que puedan ir en contra del derecho a la información de los
colombianos o de la posibilidad de otros operadores a acceder a esos derechos para competir
en mejores condiciones, el verdadero propósito de estas normas debería ser asegurar que esos
eventos estén disponibles, esta vez sí, para toda la población colombiana, lo cual se logra
efectivamente cuando el respectivo evento se transmite por medio de la televisión abierta. Por
tanto, la declaración de un evento deportivo como de interés para la comunidad solo debería
realizarse en la medida que el evento no esté disponible para toda la población, o una gran
proporción de ella, sin importar si existe un acuerdo de exclusividad para la transmisión de ese
evento. En ese orden de ideas, si un operador de televisión abierta de cubrimiento nacional92
cuenta con la exclusividad para transmitir un evento que pudiera ser de interés para la
comunidad –por ejemplo, los partidos de la Selección Colombia en el Mundial de la FIFA–, no
sería pertinente que la autoridad de televisión declarara ese evento de interés para la
comunidad, aún si lo fuera, ya que, como lo declaró la Corte Constitucional, lo que se busca
con esa regulación es la garantía del derecho a la información. En consecuencia, si la
exclusividad le pertenece a un canal de televisión abierta de cubrimiento nacional, todos los
colombianos podrán acceder a la transmisión de ese evento, sin importar el canal que lo
transmita, ya que esa señal se encuentra gratuita y disponible 131 en el aire para todos, sin
necesidad de que las personas tengan que suscribirse a ningún operador de televisión por
suscripción
Jj

Si bien tanto El Acuerdo como la sentencia de la Corte Constitucional disponen que debe
buscarse el pluralismo informativo para que sobre un mismo evento haya diferentes puntos
de vista y no primen los intereses de un grupo económico en particular, lo cierto es que para
el televidente es irrelevante cuál canal transmite un determinado evento. Lo relevante es
que el partido, juego o competición de que se trate pueda ser visto en televisión por la
mayoría de hogares colombianos, sin importar cuál sea la fuente que lo suministre. En ese
orden de ideas, y a menos de que se trate de un segmento del mercado poco significativo
que tenga preferencias para ver los partidos en un canal determinado –bien sea por los
narradores, por la cobertura previa y posterior al partido o por la calidad de la transmisión–,
la emisión de un evento deportivo contribuye muy poco a garantizar el pluralismo
informativo y a que haya diferentes puntos de vista en la cobertura, pues lo que importa es
que algún operador –cualquiera- transmita el evento. Además, obligar a que un mismo
evento sea transmitido por dos o más canales, como consecuencia de una declaración de
interés para la comunidad, puede generar ineficiencias en el mercado. Si un evento que
pudiera considerarse de interés general es difundido por un canal de televisión abierta de
cubrimiento nacional, no tendría ningún sentido que la autoridad de televisión interviniera
para que otros operadores tengan la posibilidad de negociar el acceso a esos derechos. Al
estar disponible para toda la población colombiana de manera gratuita, no se justificaría
limitar la actividad económica, ya que el objetivo de esta regulación -garantizar el derecho a
la información- se cumple a cabalidad con su difusión a través de la televisión abierta.
Teniendo en cuenta que el estado actual de la reglamentación expedida por la autoridad de
televisión contribuye muy poco a hacer efectivo que este tipo de eventos puedan ser
transmitidos 132 por todos los operadores del servicio de televisión, es necesario sugerir
algunas modificaciones a la reglamentación sobre esta materia en Colombia. Para empezar,
debe afirmarse que la regulación debería estar pensada en favor de la televisión abierta
debido a que esta modalidad de televisión, en cuanto gratuita y universal, es el mejor medio
para asegurar que estos eventos lleguen a la mayor parte de la población colombiana.
Téngase en cuenta que la Ley 182 de 1995 se expidió en un contexto en el que la penetración
de la televisión cerrada era baja, no existían canales privados de televisión abierta y estaba
limitada la posibilidad de transmitir programación variada, debido a que solo existía el
modelo de concesión de espacios de televisión a particulares en los dos canales de televisión
pública de cubrimiento nacional. El citado artículo 29 debería ser regulado por la autoridad
de televisión en congruencia con el contexto actual de la televisión colombiana, en el que
participan varios operadores de televisión abierta y existen múltiples plataformas de
distribución de contenidos audiovisuales. Esta norma debería reglamentarse nuevamente
con el fin de cumplir lo establecido por el legislador y los correspondientes lineamientos de
la Corte Constitucional, teniendo en cuenta la prevalencia que debe dársele a la televisión
abierta. En ese orden de ideas, se proponen los siguientes cambios a la reglamentación
contenida en el Acuerdo 03 de 2002: • La reglamentación de la autoridad de televisión
debería listar los eventos específicos que, en aplicación de los criterios correspondientes, se
consideran de interés para la comunidad. Así, Colombia contaría con una lista de eventos, tal
como ocurre en algunos países de la Unión Europea y en Australia, la cual le permitiría a los
operadores de televisión abierta y cerrada tener un marco de referencia para la negociación
Aguas Arriba de los derechos. 133 • Determinar que un evento deportivo de interés para la
comunidad -de los incluidos en la lista- deba ser transmitido por un operador que cubra a la
mayoría de los colombianos. En tal sentido, si la exclusividad sobre un evento de esta
naturaleza está en cabeza de un operador de televisión abierta, la intervención de la
autoridad de televisión no sería necesaria, pues a ese evento ya tienen acceso todos los
televidentes. Téngase en cuenta que, bajo la regulación actual, la declaratoria de un evento
como de interés para la comunidad que esté disponible en exclusiva por la televisión abierta
obligaría a que ese operador le conceda la posibilidad a los demás de negociar por los
derechos, lo cual resulta inútil por la razón expuesta anteriormente. En ese orden de ideas,
es necesario modificar la regulación para que la televisión abierta tenga preferencia frente a
las otras modalidades de distribución, por ser el medio idóneo para garantizar de manera
gratuita el derecho a la información. • Con el fin de buscar un equilibrio entre el derecho a la
información y la libertad económica, podrían adoptarse criterios que no limiten
desproporcionadamente la libertad económica. Así, por ejemplo, la regulación podría
disponer que un evento de interés para la comunidad puede ofrecerse en exclusiva a través
de un operador de televisión cerrada, si llega por lo menos al 60% de los hogares
colombianos. De otra parte, la regulación dispondría que un evento de interés para la
comunidad también puede transmitirse en exclusiva si está en un canal de la parrilla de los
operadores de televisión por suscripción que llegue a más del 80% de los hogares
colombianos. Si bien los porcentajes propuestos anteriormente son subjetivos y podrían
aumentarse o disminuirse, lo esencial, con el fin de encontrar el equilibrio entre la libertad
económica y el derecho a la información, es garantizar que la mayoría de los televidentes
puedan disfrutar del evento aun cuando éste se ofrezca en exclusiva por televisión cerrada.
134 • En ese orden de ideas, un evento declarado de interés para la comunidad solo podría
transmitirse en exclusiva si está presente en la televisión abierta o es ofrecido por la
televisión cerrada bajo las hipótesis planteadas. Esta propuesta regulatoria, con base en una
lista de eventos declarados de interés para la comunidad, asegura que estos sean recibidos
por la mayoría de la población. Así, por ejemplo, si un operador de televisión cerrada alcanza
solamente al 10% de la población colombiana, no podría adquirir en exclusiva los derechos
de transmisión de un evento deportivo de interés para la comunidad. En ese sentido, la
regulación ex ante de la autoridad de televisión limitaría la libertad económica de los
operadores de televisión cerrada, pues solo podrían adquirir la exclusividad de un evento de
esta naturaleza cuando puedan llegar a más del 60% de los hogares colombianos; así
también ocurriría en el evento de que por la exclusividad de un evento listado, la señal del
respectivo canal no llegue a por lo menos el 80% de los hogares colombianos.

B b b

Los derechos de transmisión televisiva son uno de los mecanismos más


poderosos en el ámbito de la industria deportiva, ya que por medio de ellos se
puede adquirir un producto con una elevada penetración en una audiencia
determinada pagando altas cantidades por ello. Sin embargo, la inversión suele ser
muy redituable con la presencia de anunciantes en sus respectivas señales. Estas
marcas a su vez, pueden aprovechar el momento para generar atracción entre el
público televidente convirtiéndose así en un auténtico círculo virtuoso. En esta
ocasión inspeccionaremos la manera en la que las grandes ligas del futbol actúan
en este sentido.
Premier League
La Premier League acaba de ingresar a un contrato de 3 años que terminará en la campaña
2018-2019 tasado en £5,136 millones por exposición local. Los ingresos por esta modalidad se
verán favorecidos con un precio de alrededor del 70% mayor comparados con el acuerdo
anterior valuado en £3,018 millones.
Sky Sports se adjudicó en esta nueva oportunidad 5 paquetes por £4,130 millones y 126 juegos
en vivo, mientras que BTSports se llevó 2 más compuestos por 42 juegos en £960 millones. La
regla establece que una cadena puede adquirir un máximo de 5 paquetes de transmisión en
vivo. La cifra se complementa con otros pagos realizados por la BBC (£204 millones) para
transmitir resúmenes y el de otras cadenas alcanzando cerca de £5,500 millones. Esta cantidad
se distribuye de la siguiente manera:
1. Pago igualitario: 50%
2. Mérito deportivo: 25% por su posición en la última temporada.
3. Partidos transmitidos en vivo: 25%
En el plano internacional se tiene contemplado un aumento de £2,230 millones a £3,000
millones, de los cuales el 86% es repartido de manera equitativa y el 14% se utiliza para cubrir
gastos de la liga y ayudar a los equipos descendidos.
La Liga
Con la temporada 2015-2016, la liga española decidió  revolucionar la manera en que
gestionaba los derechos de transmisión en concordancia con lo establecido por el Real
Decreto-Ley en la que la gestión de la totalidad de los mismos pasan a ser propiedad de la liga.
Anteriormente, cada uno de los clubes se hacía cargo de las negociaciones y recibían una
cantidad adicional por los patrocinios de la Liga.
En la primera temporada del modelo, los derechos nacionales fueron encabezados por
Telefónica y dados en €614,711 millones. Las ganancias del extranjero pasaron de €236 a
€622,422 millones. Al acuerdo mundial se le restaron €93,105 millones por la comisión de venta
adjudicada a Mediapro.
A partir de la 2016-2017, la Liga tiene a su disposición €2,650 millones por los acuerdos locales
y de €1,500 a €1,800 millones del mercado internacional para repartir  durante los próximos 3
años. La Real Federación Española (RFEF) recibe el 2% de ese total, la Liga de Futbol
Profesional (LFP) el 1%, los equipos descendidos el 3.5% y el 1.5% se da a los deportistas de
alto rendimiento y al futbol no profesional. El otro 92% de la cantidad total se divide a su vez en
un 90% para los clubes de primera división y 10 % para los de segunda división.
La repartición entre los 20 clubes de Primera División quedó de la siguiente manera:
1. Pago Igualitario: 50%
2. Mérito Deportivo: 25% por su posición en la tabla los últimos 5 años.
3. Otros: 25%.
0. Una tercera parte de este porcentaje se calcula en base a la taquilla, el
número de abonados y socios.
1. Las dos terceras partes restantes vienen del 70% de la audiencia
televisiva y del 30% por el cuidado que reciban sus instalaciones.
Con este convenio, Mediapro aporta alrededor de €633.33 millones anuales por transmitir 8
partidos a la semana. Por su parte, Movistar con sus €250 millones por temporada tiene el
derecho de escoger el juego de la semana de primera y segunda división.
¿Cuál ha sido el balance de los fichajes de Florentino Pérez en el Real Madrid?
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Bundesliga
De cara a la temporada 2017-2018, la liga alemana implementó una nueva regla para abrir la
concesión de derechos de transmisión en vivo a más cadenas, en vez de darle la exclusividad a
una sola de ellas como ocurría actualmente con Sky Deutschland. Con este acuerdo los
ingresos por este concepto mejorarán sustancialmente.
Los ingresos para el ciclo 2013-2014 a 2016-2017 fueron de €2,500 millones, lo que representa
alrededor de €626.2 millones por temporada. El nuevo contrato incrementó en un 85% estas
ganancias obteniendo así €4,640 millones. Esto ha permitido a la liga obtener €1,160 millones
anuales; con estos movimientos, se tiene estimado la obtención de €240 millones del mercado
internacional. El 10% de los ingresos totales se queda en propiedad de la liga, mientras que el
porcentaje restante se divide en un 80% para los equipos de la primera división y un 20% para
los de la segunda división.
Para su distribución entre los 18 clubes de primera división se emplean los siguientes criterios:
1. Pago igualitario: 65%.
2. Mérito deportivo: 35% por su posición en la tabla durante los últimos 5 años.
Sky Deutschland se quedó así con los derechos exclusivos para 266 partidos por €876 millones
y Eurosport con 40 por €85 millones EUR.
Serie A
El contrato establecido por Sky Italia y Mediaset entró en vigor en la temporada 2015-2016 y
concluirá en la 2017-2018. En el mismo se estableció un pago de €2,820 millones en total
equivalentes a €943 millones anuales. Esto significa un aumento de €120 millones con relación
al período pasado de 3 años. La liga retiene el 8% de las ganancias para cubrir sus gastos
operativos y destina un 7.5% a los equipos de segunda división.
El 84.5% del dinero restante se divide de la siguiente manera:
1. Pago igualitario: 40%
2. Número de seguidores del club en Italia: 25%
3. Población de la localidad del club: 5%
4. Mérito Histórico: 30% (15% por su posición en los últimos 5 años, 10% por sus
posiciones históricas y 5% por su posición en el último año)
En tanto, el dinero que recibirá de parte del extranjero ronda los €300 millones anuales
repartidos el 40% de manera equitativa y el 60% entre los 10 primeros lugares de la temporada
pasada.
El Top 5 estimado 2015-2016
Equipo TV
Juventus 122
Roma 113
Milán 101
Inter Milán 94
Nápoles

Esta comunidad de intereses entre deporte y plataformas televisivas se ha visto reforzada por
la mejora en la calidad de las retransmisiones 1y por la multiplicación de las posibilidades del
directo, lo que explica no solamente el gran aumento de las cantidades pagadas por los
derechos de difusión, sino también la irrupción de nuevos media, nacidos de empresas de
telecomunicaciones, que explotan estos contenidos en redes de gran capacidad como Internet
y plataformas de telefonía móvil.
La liberalización del mercado televisivo y la tecnología han provocado así un crecimiento sin
precedentes de este mercado, ya que los operadores privados crearon nuevos canales,
generalmente de pago, relacionados con el fútbol. Si nos fijamos en qué empresas poseen los
derechos de fútbol en Europa, percibiremos que son, en su mayor parte, plataformas de pago
(BSkyB, Canal+ Francia, Canal Satélite Digital o Gol TV), puesto que por estos derechos es
preciso satisfacer cantidades de dinero muy elevadas y solo las grandes empresas televisivas
pueden acceder a ellos (Toft, 2006, p. 3). A cambio, las operadoras se garantizan numerosos
ingresos por publicidad y abonados y es cada vez mayor el número de países que emiten fútbol
u otros deportes en pago por visión 2, lo que incrementa los compromisos, pero también los
beneficios de las plataformas de televisión (Hoehn y Lancefield, 2003, p. 560).
Del mismo modo, el alto coste de adquisición de estos derechos, unido a los procesos de
concentración que se están produciendo en los grandes grupos multimedia, están dando lugar
a acuerdos o joint-ventures entre grupos de comunicación, con diferentes filosofías de negocio.
Estos grupos -como ya sucede en EEUU con News Corp, Disney y Time Warner  (Law, Harvey
y Kemp, 2002), pero también en otros países europeos como Gran Bretaña, Italia y España
(NewsCorp, Disney y  Mediaset, entre otros)- acaban por tejer una amplia red de intereses
deportivos que puede llegar a conformar incluso una situación de carácter oligopolístico en este
sector.
El objeto de este artículo será calibrar, por tanto, la importancia de los derechos de
retransmisión del fútbol en la Unión Europea y conocer cómo funcionan estos derechos en las
principales Ligas europeas, sobre qué bases jurídicas se sustentan, a qué modelos de negocio
responden y qué diferencias fundamentales existen entre ellos. Creemos que comprender
el modus operandi de los derechos de retransmisión de espectáculos deportivos (no solamente
el fútbol) puede facilitar la comprensión de muchas de las situaciones del panorama mediático
español y europeo de hoy día. La política de compra y exclusividad ha dejado ya una serie de
quiebras en los grandes grupos de comunicación (Kirch Media  o ITV Digital) (Popescu-Jourdy,
2009, p. 19); y es capaz de explicar también en parte el fracaso de algunas plataformas
novedosas de TV IP y de las dificultades actuales de algunos grupos mundiales.
Los mercados de programas deportivos
Esta relación de reciprocidad entre deporte y televisión implica, por tanto, la creación de dos
mercados estrechamente ligados entre sí: mercado primario y mercado secundario. El primero
de ellos es el lugar de intercambio entre los difusores y los telespectadores. Sobre este
mercado de programas deportivos, visto como un bien final, los telespectadores constituyen la
demanda, mientras que las empresas de televisión se colocan en situación de ofertantes.
El mercado secundario pone en escena a los mismos difusores, ligados al movimiento
deportivo. Sobre este mercado, visto como un intermediario, las cadenas de televisión -en lo
sucesivo como demandantes- pretenden obtener ante las federaciones o asociaciones
deportivas el derecho de retransmisión de los encuentros. Estas últimas representan así la
oferta.
Modelos de negociación de derechos futbolísticos
Existen fundamentalmente dos modelos de venta de derechos de fútbol en el panorama
audiovisual actual:
– Modelo centralizado: Los clubes de fútbol ceden sus derechos a un organismo central, que es
el encargado de negociar y pactar con las plataformas televisivas la cuantía y las condiciones
de explotación. Asimismo, los clubes acuerdan con dicho organismo cómo se repartirán los
ingresos de esta venta. Las ventajas de esta intermediación son evidentes para algunos: el
reparto suele ser muy equitativo para todos los equipos y la explotación mediante este sistema
permite democratizar los beneficios obtenidos. Con este modelo se respeta el tamaño de cada
club y es posible incrementar anualmente los ingresos. En el contexto europeo es evidente que
una gran mayoría de países se han decantado por esta vía. No es solo el caso de Francia e
Inglaterra, sino también los de Grecia, Bélgica, Escocia o Polonia.
– Modelo individualizado: Las televisiones y los clubes de fútbol acuerdan entre ellos la cuantía
de la venta de sus derechos de retransmisión. De esta manera, se trata de evitar cualquier
intermediario que fije el precio o las condiciones del contrato de compraventa, haciendo bajar
los precios al proponer lotes de partidos mucho menos atractivos que si los propios difusores
dispusieran por sí mismos de los contenidos. Es decir, existe en este caso una correlación
entre oferta y demanda; de tal forma, que la cantidad fijada en los acuerdos se encontrará
sujeta al dinero que quiera solicitar un equipo de fútbol, y al que un operador esté dispuesto a
pagar por ello. Es el caso de España y, hasta fecha reciente, el de Italia 3.
A escala internacional, y sobre todo europea, la centralización de las negociaciones de
derechos de retransmisión constituye el modelo más extendido, en la medida en que no infringe
el artículo 81 del Tratado de Roma de 1957, que impide cualquier práctica concertada que
atente, restrinja o falsee la libre competencia. Pero para evitar conflictos innecesarios, la
Comisión Europea ha ensayado también diferentes fórmulas de reparto entre operadores de
pago y abierto, y evitar así que la venta exclusiva interfiera el desarrollo de nuevas plataformas
tecnológicas sobre Internet o la tercera generación de telefonía móvil. Otro aspecto
fundamental de estos modelos, que es común en ambos, es la partición de los derechos en
diferentes paquetes.
El modelo francés. En el modelo francés es clara la centralización de los derechos de
retransmisión. En menos de cuarenta años se ha pasado de una descentralización -a veces
completamente anárquica- a una centralización de derechos imposible de disociar de las
lógicas de mercado.
Francia es también un país pionero en cuanto a sistemas de control y de supervisión de la
gestión empresarial. Cada actividad deportiva está organizada y gestionada por una
Federación (art. 131-8 del Código de Deporte), mientras que las Ligas tienen como principal
vocación la comercialización de sus derechos. De ahí que, para poder retransmitir cualquier
evento, las cadenas de televisión deban dirigirse a un único interlocutor: las Ligas
profesionales, que, a la postre, constituyen los ‘monopolizadores legales’ de los derechos 4 y, en
aplicación de estas disposiciones, la Federación Francesa de Fútbol (FFF) ha confiado su
comercialización a la Liga Francesa de Fútbol (LFP).

En el caso del fútbol, y en aplicación del artículo L333-1 del Code du Sport, la totalidad de los
derechos de retransmisión se revierten a los clubes de la Liga 1 y de la  Liga 2, a excepción de
dos pequeñas partidas, una de ellas, la tasa ‘Buffet’ del 5 por ciento. La Liga de Fútbol no es
más que un mandatario al servicio de los clubes; aún más, el Decreto de 15 julio 2004 prevé la
posibilidad de venta directa por los clubes de aquellos derechos que no hayan sido
comercializados por ella. El reparto de los ingresos se hace conforme a la Carta 2002 de los
derechos de los clubes de fútbol profesional francés, firmada el 28 de enero de 2002. Así, se
reparte un 50 por ciento como parte fija e igual para todos los clubes; un 25 por ciento según la
clasificación de la temporada, un 5 por ciento según la clasificación de las cinco últimas
temporadas y un 20 por ciento en función de los partidos televisados.
La adquisición de derechos de retransmisión no se realiza de manera agrupada, sino en forma
de lotes, lo cual permite la apertura del mercado a los operadores de la competencia. Y bajo la
supervisión de la Comisión de la Competencia, cada lote se adjudica al candidato cuya oferta
sea la más favorable y con una diferencia respecto a la siguiente de al menos un 5 por ciento.
Además, y con el objeto de asegurar la independencia de cada lote, el apartado 4 precisa que
la Liga debe rechazar las proposiciones de ofertas globales o acopladas, y aunque un solo
operador podría poseer en exclusiva los derechos, la Comisión de la Competencia se ha
opuesto a esta hipótesis, por los efectos restrictivos que podría tener sobre la competencia 5.
La traducción inmediata de esta política es que la venta de los derechos de retransmisión de la
liga francesa, como destacan los economistas del deporte Bourg y Gouguet (2001), alcanza
cantidades cada vez más elevadas. De 0,8 millones de euros en la temporada 1983-1984 -
antes de la creación de  Canal+  y de la privatización de TF1– a 134 millones en la temporada
1999-2000; 375 millones en 2003-2004 y más de 600 millones de euros hoy día. Y además, la
división de estas difusiones en 12 lotes diferentes ha abierto un gran número de ‘ventanas’ y
acabado con la noción de ‘exclusividad’ de antaño.
El modelo británico.  La Premier League (PL), una de las competiciones de fútbol más
exitosas en el mundo, ha alcanzado más de 600 millones de espectadores, repartidos en más
de 200 países de los cinco continentes. Sus partidos son retransmitidos en veinte lenguas
diferentes y su capacidad de internacionalización aumenta año tras año.
El éxito económico de la Premier  es innegable. Es la liga europea que más ingresos
domésticos obtiene por la retransmisión del fútbol, por delante de las otras cuatro grandes
ligas. Su valoración fuera de Reino Unido se cifra en 625 millones de libras y las previsiones
auguran en un futuro cercano que dicha tasación podría elevarse hasta los 1.700 millones de
libras, como ya apuntaba la consultora Deloitte en 2006.
¿Cómo se reparte el dinero en este modelo centralizado? El artículo 48 de la AFLP garantiza a
esta empresa el derecho exclusivo para negociar con los media la venta de derechos
televisivos. El dinero así obtenido se divide en tres partes: el 50 por ciento de la cuantía total es
repartido equitativamente entre los 20 clubes que forman la Premier; un 25 por ciento se
distribuye en función de la posición final que los equipos hayan ocupado en la Liga y el 25 por
ciento restante se gestiona en base al número de partidos televisados (Spink y Morris 2000, p.
181; Deloitte, 2006, p. 15).
Desde 1992 la competición ha estado organizada por la Asociación de Fútbol Premier
League  (AFPL), una corporación cuyos accionistas son los veinte equipos participantes en
la Premier. Y desde la temporada 1992-1993 hasta el año 2006, todos los derechos de
retransmisión de partidos en directo fueron vendidos en exclusiva a una única
compañía: BSkyB6.
Para evitar la preponderancia de la plataforma de R. Murdoch, la Comisión Europea solicitó la
modificación de la estructura de la última ronda de ofertas (subasta) de los derechos
televisivos. El mercado se abrió así a un segundo operador, Setanta, lo que aumentó también
la competencia, incrementando la Premier un 66 por ciento sus ingresos por la venta de sus
derechos.
Como para las autoridades de la competencia el hecho de que un solo participante (BSkyB)
dispusiera de la totalidad de los derechos podría ser un hecho enormemente restrictivo, se
inició una investigación de la Comisión Europea, que tuvo como consecuencia el cambio de
modelo de venta de los derechos de la Premier. Así, el primer acuerdo entre BSkyB y
la Premier, firmado en 1992, fue examinado por las autoridades nacionales de la competencia
(King, 2002, p. 110). La British Office of Fair Trading (OFT) comenzó sus investigaciones
después de la venta de los derechos de retransmisión de la PL, pero este acuerdo no se
notificó por ambas partes hasta febrero de 1996, cuando el contrato estaba a punto de finalizar.
A pesar de esta situación, la OFT consideró que estos contratos eran supuestamente
anticompetitivos (Spink y Morris 2000, p. 173). Finalmente, este organismo remitió este
procedimiento a la Corte de Prácticas Restrictivas (CPR), que en 1999 dictaminó que el
acuerdo entre la Premier y BSkyB cumplía la Ley de Prácticas Competitivas de 1976 (Lewis y
Taylor, 2003, p. 409). Aunque, como el acuerdo entre BSkyB y la PL era de 1992, no pudo
aplicarse la reforma de la ley de 1998. De haber sido así, habría sido ilegal, ya que se trataba
de una situación monopolística evidente.
Después de este fallo, la Comisión Europea intervino de nuevo. En 1999 comenzó a recabar
información sobre los acuerdos televisivos de la PL y en junio de 2001 decidió abrir una
investigación propia. La conclusión a la que llegó, el 21 de junio de 2002, era que la venta de
derechos por parte de la AFLP era contraria al artículo 81 del TSFUE. La Dirección General de
la Competencia de la UE argumentó que la venta conjunta de los derechos por la AFPL reducía
el crecimiento del mercado, forzaba a las televisiones a pagar mayores cantidades de dinero
para adquirir los derechos y dejaba fuera de la subasta, indirectamente, a las compañías de
televisión de menor tamaño (Comisión Europea, 2006).
Pero no fue hasta diciembre del año 2003 cuando la AFPL accedió a las peticiones de la
Comisión cambiando el modelo vigente. La AFPL también había aceptado otra petición de la
Comisión: romper el monopolio de BSkyB, y aseguró al órgano comunitario que una vez que
finalizara el acuerdo de 2004, la venta de los derechos de los partidos en directo de
la Premier se destinarían, como máximo, a dos televisiones.
Este cambio provocó que la AFPL tuviera que variar los términos de venta de derechos en
2006, con un nuevo contrato que afectaría a las temporadas de 2007 a 2010. Finalmente, las
bases del acuerdo entre ambas partes fueron que los derechos de la PL debían segmentarse
en seis paquetes y que al menos uno de ellos fuera para una segunda televisión.
El nuevo acuerdo se firmó en 2006. El resultado de esta venta de derechos es
que BSkyB adquirió cuatro paquetes, pagando 1.300 millones de libras, y un nuevo operador
(Setanta) compró los dos restantes por 392 millones de libras. El montante total pagado se
elevó hasta los 1.700 millones de libras, incrementando un 66 por ciento lo pactado tres años
antes7.
En total, la cifra del primer contrato entre Sky Britain y la Premiership ascendió a la cifra de 191
millones de libras para las cinco temporadas pactadas. Una vez concluido el contrato, y antes
del inicio de la temporada 1996-1997, se rubricó un nuevo acuerdo a cuatro años, que elevaba
la valoración de los derechos de retransmisión a 670 millones de libras y ampliaba a Irlanda el
espacio de emisión de los partidos. Este convenio incluía también una cláusula de renovación
automática al final de dicho período, siempre y cuando ambas partes aceptaran los términos
pactados. Esta cláusula se ejerció bilateralmente en el año 2000, concluyendo así con un
nuevo 
El modelo español de explotación. El modelo español es prácticamente único en Europa.
Convergía hasta el momento con Italia, tanto en cuanto los derechos de retransmisión los
vende cada club al operador que desea. Pero la diferencia más relevante respecto a otras ligas
europeas es que en la Liga de Fútbol Profesional (LFP) no existe una corporación centralizada
que gestione los intereses del conjunto de los clubes, quienes a la postre son los encargados
de negociar sus propios derechos, de manera individual y sin un apoyo específico de la LFP
(Palomar y Descalzo, 2003).
Las atribuciones de la Liga, que no ejerce las funciones de redistribución de los ingresos
procedentes de los operadores, se reducen en materia televisiva a fijar el horario de todos los
equipos de la Liga BBVA9.
El reparto económico de los ingresos provenientes de la explotación de estos derechos es
lógicamente mayor para los grandes equipos de la liga y los derechos de pago por visión se
reparten también de manera desigual entre las plataformas audiovisuales y los clubes.
El modelo italiano. La semifinal del Mundial de Fútbol de Italia, celebrada en 1990, entre el
país anfitrión y Argentina, consiguió el récord de audiencia de un partido de fútbol en este país,
con una media de espectadores (Marketing TV Rti) de 27,5 millones. Aquel fue también el
último acontecimiento deportivo en el que la televisión pública italiana detentó la exclusividad
de la retransmisión en directo de esos encuentros deportivos. Hasta entonces, las cadenas
privadas debían contentarse con la retransmisión en diferido. Pero la Ley No. 223, de 6 de
agosto de 1990, sobre Reglamentación del sistema de Radiotelevisión público y privado,
denominada también Ley Mammi14, cambió esta situación, permitiendo a las sociedades
televisivas privadas utilizar la retransmisión en directo a escala nacional. A partir de ese
momento, las cadenas comerciales dispusieron de absoluta libertad para poder entrar en el
juego de las negociaciones sobre los derechos de retransmisión de acontecimientos deportivos.
Se echó en falta, no obstante, un cuadro legislativo que permitiese proteger no solamente los
intereses de los clubes, sino también el de los telespectadores, aunque sobre este particular el
gobierno italiano siempre se ha mostrado indeciso (Valori, 2005).
El modelo italiano posee, sin embargo, sus propias complejidades. Contrariamente a lo
realizado en otros países, el camino emprendido ha pasado de la ‘centralización’ a la
‘descentralización’, para dirigirse finalmente hacia una nueva centralización de las
negociaciones de derechos televisivos, con lo que se ha pasado de una redistribución
igualitaria de derechos de retransmisión a una redistribución subjetiva de estos mismos
derechos.
Durante bastantes años, los clubes delegaron sus gestiones en la Lega Calcio, que se ocupaba
de distribuir los ingresos de la venta centralizada de estos encuentros deportivos, y hasta la
temporada 1996-1997, la base jurídica en la que se apoyaba la venta directa y colectiva de
estas retransmisiones era el propio Reglamento de la Liga del Calcio (artículo 1, apartado 3).
Ahora bien, con el surgimiento a finales de la década de 1990 de la televisión de pago, y la
entrada de los operadores por satélite –Telepiú (1990) y Stream TV (1996)-, la venta colectiva
de derechos quedó en entredicho. Los grandes clubes italianos vieron la posibilidad de obtener
mayores ingresos que los que venían percibiendo por intermedio de la Lega Calcio.
Conclusiones
Después de confrontar ambos modelos, podemos concluir que la venta centralizada de
derechos, además de ser más democrática para los equipos, facilita la estabilidad del sistema.
Por otra parte, la división de una temporada de fútbol en paquetes puede llegar a generar
ciertos perjuicios para los aficionados al fútbol. Aunque de esta manera se evite la formación de
monopolios, si la propiedad es exclusiva de las compañías de pago por visión, los aficionados
que deseen ver el fútbol tendrán que suscribirse, caso de la Premier, a más de una plataforma
de pago.
Observamos también cómo la mayor parte de los países establecen, a través de sus Códigos
del Deporte, el papel central que deben jugar las federaciones y las ligas de fútbol y fijan
además mecanismos de supervisión que impidan endeudarse excesivamente a los clubes y
que permitan auditarles eficazmente. De la misma manera, son también muy claras las reglas
de actuación para los concurrentes en este mercado, siendo sometidos de manera permanente
a la vigilancia de las autoridades de la competencia para evitar efectos nocivos sobre la libre
concurrencia en estos mercados y la consiguiente formación de monopolios.
En cuanto al modelo español, parece necesitar una revisión urgente. Aunque la explotación
anterior era insostenible, al ser los equipos de fútbol los únicos beneficiados-y en menor
medida las televisiones-, lo cierto es que la continuación del modelo centralizado puede
conducir a la perpetuación de una suerte de duopolio en el fútbol español que merme el interés
por esta liga, dificulte su internacionalización y a medio plazo menoscabe los retornos de la
inversión de las plataformas de televisión.
Finalmente, y en cuanto al impacto en los modelos de negocio de las televisiones (García,
2010), existe actualmente en España un ‘circuito’ muy claro de control y difusión de derechos
deportivos que, aunque tiende a estar cada vez más concentrado en menor número de
operadores, presenta de hecho ciertas mutaciones en cuanto al relevo de participantes en el
mercado (salida en breve de RTVE y entrada decidida de Telecinco) y contempla también el
establecimiento de nuevas alianzas (Unidad Editorial y Mediapro para la explotación de Marca
TV). Un marco que, a buen seguro, sufrirá más cambios en un futuro no demasiado lejano.

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