Está en la página 1de 3

En 1920 Un grupo de artistas e intelectuales

contribuyó de igual forma a la creación del


estereotipo, analizando posibles definiciones
de “mexicano” desde su formación profesional e ideológica, y estos análisis
fueron descriptivos, llenando los vacíos y virtudes que se aprecian entre la gente
mexicana se plasman en libros, revistas, pinturas, etc.

En la década del 40, durante el gobierno de Lázaro Cárdenas, hubo un mayor


enfoque y énfasis en lo indígena, las referencias a los orígenes prehispánicos del
pueblo mexicano, y a partir de ese momento, se revalorizó el pensamiento de la
gente sobre el pasado indígena mexicano. 1920, cuando se reforzaron aún más
los estereotipos de los mexicanos, sugiriendo que las personas imaginadas
representaban a los habitantes de nuestro país, el charro típico mexicano, la
porcelana poblana y el jarabe de Guadalajara.

No se reconoce la diversidad de los mexicanos por el establecimiento de estos


estereotipos, porque la cultura popular, los pueblos indígenas eran sometidos a
un estereotipo organizado y aplicado con la definición de la mexicanidad.

Los medios de comunicación de la época, como la radio, las revistas y los


periódicos, reforzaron los estereotipos utilizados para identificar a los mexicanos.
Los campos político y económico intervienen en la concreción de las imágenes y
promueven la formación de la identidad nacional, que se convierte más en una
excusa para aumentar el poder económico que en una preocupación por la
"cultura nacional". Fiestas y ceremonias son las imágenes más representativas
de esta nueva difusión de los mexicanos, imaginarios expuestos tanto dentro
como fuera del territorio nacional, que simplifican brutalmente las identidades,
costumbres y culturas de grupos de otro modo vulnerables. 

Las características de los mexicanos son más cercanas al folklore, es decir, la


imagen de los mexicanos es encapsulada y pocas veces revela la complejidad
histórica y cultural de este país, esta imagen se estableció para identificar
fácilmente a los mexicanos, la imagen proviene de la china poblana, el charro y

1
el jarabe tapatío permaneció a nivel nacional
e internacional convirtiéndose en un símbolo
de identidad.

Definiendo al pueblo como los pobres y los humildes del medio rural.

Después del movimiento revolucionario, hubo una corriente cultural que


necesitaba determinar lo que era ser mexicano y reivindicar la cultura popular. El
destacado muralista investiga y reconoce el pasado prehispánico, el presente
compuesto por múltiples culturas, lugares que no han sido descubiertos ni
considerados por las identidades mexicanas pero que han enriquecido la cultura
humana. Esa época marcó el reconocimiento de la creatividad popular, el cine y
la radio jugaron un papel central en la difusión del nacionalismo popular, y las
expresiones culturales pronto se dieron a conocer en el resto del mundo y fueron
consideradas quintaesencialmente mexicanas. Estos medios de comunicación
aún promueven el estereotipo de los mexicanos en todo el mundo, el charro, la
mujer de la enagua, es decir, se han convertido en símbolos del alma de la
nación.

Las políticas culturales implementadas en México para promover la mexicanidad


y dar a conocer la diversidad escultórica y artística de todas las épocas que ha
vivido México hasta el momento se formulan en torno a dos principios: la
mexicanidad y el desarrollismo. Esta ideología mexicana “sugiere un desarrollo
económico basado en el liberalismo capitalista abierto” (Torres, A. 2005:1) Con
base en esta idea, los responsables de la promoción de las artes, como el
subdirector del INBA, Fernando Gamboa, realizaron exposiciones no sólo dentro
territorio mexicano, pero en el extranjero, con el objetivo de “presentar a México
como un país en vías de desarrollo con producción artística propia” (Torres, A.
2005: 1). Estas exposiciones se encargan de presentar a México como un país
moderno, civilizado y culto, donde el arte es una herramienta política que permite
alianzas, como con Estados Unidos.

En una exposición realizada durante el período alemán, surgieron visiones visión


centralista del Estado mexicano que se olvida de la periferia y de la diversidad de

2
propuestas artísticas. para crear una imagen
homogénea de la pintura mexicana.
Los muralistas más destacados fueron Diego
Rivera, David Alfaro Siqueiros y José Clemente Orozco, obras que permearon
dentro y fuera de México, "monopolizando la pintura mexicana, que desde la
perspectiva de Rufino Tamayo, Luis Cardoza entre otros, la pintura "oficial" solo
respondía a los intereses del Estado y por ende este privilegiaba al arte político.
El arte expuesto en aquellos años no solo mostró al mundo parte de la realidad del
mexicano, sino que expuso el pasado prehispánico y el presente contemporáneo
de un país que estaba en favor de fundar su identidad nacional.

También podría gustarte