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El muralismo

El muralismo mexicano es un movimiento pictórico iniciado en la década de 1920, como parte de las políticas de modernización del
Estado de México tras la revolución de 1910.

Se trata de un movimiento inspirado por un propósito: construir una identidad nacional para aglutinar a los diferentes sectores de la
sociedad mexicana, dadas las profundas desigualdades sociales de la época, especialmente educativas y culturales.

El presidente Álvaro Obregón, elegido para el período de 1920 a 1924, nombró a José Vasconcelos como secretario de educación
pública. Este desarrolló el primer programa cultural del Estado mexicano después de la revolución.

David Alfaro Siqueiros: Los elementos. Escuela Nacional Preparatoria. 1922.

Con el propósito de crear un sentimiento de unidad nacional y promover los valores del Estado moderno, Vasconcelos impulsó, por un
lado, la educación pública nacional, concentrando esfuerzos en la lengua castellana como punto de unificación en un México
pluricultural y metalingüístico. Por el otro, desarrolló un programa de arte público para construir y reforzar la identidad y la memoria
colectiva.

Según Claudia Mendel en su ensayo "Muralismo mexicano: arte público, identidad, memoria colectiva", Vasconcelos se inspiró para
ello en las ideas de los intelectuales rusos Anatoli Lunacharsky y Máximo Gorki, promotores del arte público para la edificación
social, así como en las campañas de alfabetización y creación de bibliotecas públicas del gobierno norteamericano.

De este modo, Vasconcelos pretendía asegurarse también la integración de la población indígena, tradicionalmente discriminada por
los sectores dominantes.

En este sentido, Javier Ocampo López, en su ensayo "José Vasconcelos y la educación mexicana", sostiene que este "nacionalismo
cultural artístico" era toda una cruzada nacional en la que no solo hubo mucho dinero del Estado, sino la resuelta acogida de la
población. Así nació el muralismo mexicano. Pero ¿qué caracterizaba a este movimiento, no solo al nivel axiológico sino plástico y
estético

Técnicas
En el muralismo mexicano se usaron dos técnicas predominantes: el fresco y la encáustica, tal como informa Mijando de Jesús.

El fresco es una técnica pictórica que consiste en pintar sobre una capa húmeda de cal con pigmentos minerales disueltos en agua. El
proceso de secado de la cal hace que los pigmentos se aglutinen y se fijen, aumentando su durabilidad. Esta técnica requiere de
velocidad en la ejecución, pues compite contra el tiempo de secado, razón por la que no admite repintes. Así, quienes utilizan esta
técnica son auténticos maestros del arte.

En la técnica de la encáustica, el material aglutinante es cera caliente mezclada con pigmentos. Se puede aplicar con un pincel o una
espátula igualmente caliente. Luego de aplicarse, se pule con trapos de lino bien secos. Se ha utilizado desde tiempos antiguos,
especialmente sobre tabla, aunque también en la pintura mural.

Diálogo con las vanguardias

En un primer momento, los muralistas aplican elementos de las vanguardias occidentales, tales como el expresionismo (especialmente
en Orozco), el futurismo (en Siqueiros) y el cubismo sintético (en Rivera), pero no por ello puede considerarse que las hayan imitado.
Por el contrario, acabaron por apartarse de ellas.

Si las vanguardias se proponían alcanzar la total autonomía artística y disolver la importancia del contenido (a excepción del
surrealismo), el muralismo mexicano no. En efecto, el muralismo volvía sobre el contenido, pero un contenido nuevo, con nuevas
mitologías, relatos y propósitos, gracias a lo cual superaba la mirada eurocéntrica y se constituía como un movimiento realmente
latinoamericano.

El proceso de conceptualización de estos contenidos generó formas plásticas únicas, gracias a la observación de la estética
prehispánica e indígena.

El arte del muralismo, de este modo, rechaza la absolutización de la autonomía del arte y devuelve a este a su función social amplia,
esencialmente educativa y propagandística, al mejor estilo del arte sacro medieval.

Temas del muralismo mexicano

La vocación política y social con que nació el muralismo mexicano fue el marco de referencia para la selección de temas, los cuales
estuvieron al servicio de Estado. Conozcamos los más importantes.

VALORES REPUBLICANOS UNIVERSALES Y PROPAGANDA POLÍTICA

En un principio, se representaban temas dentro del idealismo individualista del promotor del muralismo, José Vasconcelos. Principios
republicanos y libertarios serán algunos de ellos.

Aquellos eran tiempos en los cuales las ideologías de izquierda estaban en plena expansión y se erigían como una promesa. Así,
también se representaron valores y principios rectores del socialismo (la lucha de clases, la libertad, la opresión, la vida de los
campesinos, la clase obrera), sus líderes políticos, entre otros.

PROGRESO, CIENCIA, TECNOLOGÍA Y CONOCIMIENTO

La tendencia del movimiento muralista era suscribir la modernización y el progreso. Por lo tanto, también hicieron apología del
conocimiento, la ciencia y la tecnología, incluidas en ello la industrialización y la máquina. Todo ello representaba el culto al progreso
como horizonte desde una lógica marxista.

PASADO PREHISPÁNICO

Los muralistas se abocaron a representar la historia y mitología de las culturas prehispánicas, y, de esa manera, le dieron una imagen y
una voz a los herederos del pasado indígena a través de las artes. En estas se incluían mitos, símbolos, costumbres, relatos históricos,
etc. Sin embargo, lo indígena no se representó desde la fundación del movimiento, sino que fue un hallazgo progresivo.

HISTORIA DE MÉXICO

Diferentes pasajes de la historia mexicana pasarían a formar parte del repertorio temático. La conquista y colonización, la guerra de
independencia, la revolución mexicana, la abolición de la esclavitud, las campañas de promoción de la alfabetización, etc. Algunas
representaciones mostrarían los triunfos de la nación, otras las contradicciones frente a las cuales había que luchar.

Al desarrollar nuevos temas, necesariamente hubo que renovar el repertorio iconográfico del arte. Así, surgió la iconografía obrera y
campesina en una primera etapa.

En cuanto a la iconografía obrera y campesina, Madel señala como ejemplos los trabajos de la Escuela Nacional Preparatoria de 1922,
en los que se observan alegorías cristianas y signos ocultistas, simbolismo y sintetismo, todos estos elementos que, de algún modo, son
reconocibles en la pintura de Gauguin. Por ejemplo, el mural Maternidad, de Orozco, elaborado en 1923.

Posteriormente, en la medida en que el muralismo halló su conexión con la especificidad mexicana, desarrollaron extensamente la
iconografía indígena, lo que le dio al movimiento identidad, sentido y riqueza.

Influencias
El muralismo mexicano fue un movimiento artístico políticamente comprometido. Esto se debe a dos factores: primero, Revolución
Mexicana de 1910 y, segundo, a la influencia de las ideas marxistas.

Características del muralismo mexicano


El muralismo mexicano seguía un programa para lograr los propósitos del Estado revolucionario: en primer lugar, la valoración y
recuperación de la historia, fuente de la identidad nacional, y, en segundo lugar, el reconocimiento de que los descendientes de esa
historia seguían presentes en la contemporaneidad. Esto le daría no solo temas y valores al arte, sino una estética muy particular.
Veamos.

Algunas de las características del movimiento muralista mexicano son las siguientes:
Era un arte figurativo y que pretendía tener la función social de hacer avanzar a las masas a la integración y el progreso a través de la
educación.

Propuso un modelo de belleza basado en las imágenes y el gusto popular, y en la vida cotidiana.

Las técnicas empleadas fueron, en general, las tradicionales como la encáustica, el fresco y el temple.

Los temas más representados por el muralismo mexicano fueron los relacionados con los valores republicanos, la historia mexicana, el
pasado prehispánico, el desarrollo, el progreso y el trabajo.

Los muralistas encontraron inspiración en el arte prehispánico y en el arte popular mexicano, aunque muchos de ellos tenían formación
académica y además participaban de las propuestas vanguardistas. Mientras algunos tenían un lenguaje más clásico, otros, como
Siqueiros, Rivera y Orozco tenían más vinculaciones con las vanguardias europeas.

Los rasgos unificadores de este movimiento fueron la monumentalidad y la voluntad de representación de grandes temas históricos y
alegorías. Más allá de esto, es difícil encontrar otras características comunes ya que cada artista tenía su estilo individual, diferentes
posturas frente al arte y distinta concepción de la identidad mexicana.
Los primeros murales se realizaron en los edificios vinculados a la Secretaría de Educación Pública, como la Escuela Nacional
Preparatoria, la Biblioteca Nacional, el Colegio de San Pedro y San Pablo. Más adelante se agregaron otros edificios públicos.

Monumentalidad
Si el muralismo era un arte concebido por el Estado para una estrategia social, es claro que debía tener un alcance público, lo que solo
podía lograrse mediante el muro o la escultura monumental.

Así, el soporte esencial de muralismo mexicano fue, evidentemente, el muro, lo que le daría monumentalidad al concepto artístico.
Estos muros estaban dispuestos en edificios del Estado, en escuelas, universidades o iglesias.

Cuando decimos muro, no solo nos referimos a las paredes planas, sino también a techos abovedados, pechinas, bóvedas de cañón y
tableros. Así lo hace ver Elise Mijando de Jesús en su ensayo "Una aproximación a las técnicas de la pintura mural siqueiriana".

Mijando de Jesús analiza los frescos de la Escuela Nacional Preparatoria (antiguo convento de San Ildefonso), un proyecto mural
iniciado en 1922 por iniciativa de Vasconcelos, en el que participaron Diego Rivera, José Clemente Orozco y David Alfaro Siqueiros,
junto a Jean Charlot, Ramón Alva de la Canal, Fernando Leal y Fermín Revueltas.

El muro, además, garantizaba que el arte cumpliera con su propósito público al no ser coleccionable, asestando un golpe contra el
concepto elitista del mercado del arte. Así, el soporte elegido era coherente con los valores de la revolución triunfante.

temáticas del muralismo mexicano


Las técnicas empleadas fueron, en general, las tradicionales como la encáustica, el fresco y el temple. Los temas más representados por
el muralismo mexicano fueron los relacionados con los valores republicanos, la historia mexicana, el pasado prehispánico, el
desarrollo, el progreso y el trabajo.

Algunos artistas del Muralismo mexicano


Entre los pintores muralistas, se destacaron los llamados Los tres grandes:

Diego Rivera (1886–1957)

Originario de Guanajuato, es considerado una de las figuras claves de la plástica mexicana del siglo XX. De 1896 a 1902 estudió en la
Escuela de Bellas Artes de San Carlos de la capital mexicana (a la que se había trasladado con su familia a los seis años de edad).
Asimismo, estudió pintura entre los años 1907-1922 en varios países de Europa (en especial, España, Francia e Italia), donde se
interesó por el arte de vanguardia y abandonó el academicismo.

Identificado con los ideales revolucionarios de su patria, Rivera volvió desde tierras italianas a México en 1922, en un momento en el
que la revolución parecía consolidada. Se dedicó a estudiar en profundidad las formas primitivas del arte azteca y de la cultura maya,
que influirían de manera significativa en su obra posterior. En colaboración con otros destacados artistas mexicanos del momento
fundó el sindicato de pintores, del que surgiría el movimiento muralista mexicano, que narra la historia social y política de México.

Durante la década de los años 20 recibió numerosos encargos del gobierno de su país para realizar grandes composiciones murales; en
ellas, Rivera abandonó las corrientes artísticas del momento para crear un estilo nacional que reflejara la historia del pueblo mexicano,
desde la época precolombina hasta la Revolución, con escenas de un realismo vigoroso y popular, y de colores vivos.

La obra de Diego Rivera (y la del movimiento muralista como arte nacional) alcanzó su madurez artística entre 1923 y 1928, cuando
realizó los frescos de la Secretaría de Educación Pública, en Ciudad de México, y los de la Escuela Nacional de Agricultura de
Chapingo. El protagonista absoluto de estos frescos es el pueblo mexicano representado en sus trabajos y en sus fiestas.

Rivera escribió que su intención era reflejar la vida social de México tal y como él la veía, y por ello dividió la realidad en dos amplias
esferas: la del trabajo y la del ocio, y las distribuyó en zonas arquitectónicas separadas. Si bien involucraba mucho el folclore
mexicano, Rivera se consideraba ateo, no profesando creencia alguna y usando sus referencias solo por valores artísticos.

No obstante, donde verdaderamente Rivera creó una imagen visual de la identidad mexicana moderna fue en los frescos que, a partir
de 1929, pintó en el Palacio Nacional de México. La narración, que ilustra la historia del país desde la época precolombina, ocupa las
tres paredes que se localizan frente a la escalinata principal del edificio. La pared central recoge el período que va desde la conquista
española de México en 1519 hasta la revolución, representada a través de sus grandes hitos. En el de la derecha se describe una visión
nostálgica e idealizada del mundo precolombino, mientras en la izquierda se ofrece la visión de un México moderno y próspero.

Rivera reflejaba su adhesión a la causa socialista en sus realizaciones murales; de hecho, reafirmó siempre su condición de artista
comprometido políticamente, y fue uno de los fundadores del Partido Comunista Mexicano. Visitó la Unión Soviética en 1927-28, y
de nuevo en México se casó con la pintora Frida Kahlo, que había sido su modelo. Fue una relación tempestuosa a causa de la
irrefrenable afición de Rivera a las mujeres, pero la compenetración entre ambos dio lugar también a etapas de paz y creatividad, y la
casa de la pareja en Coyoacán se convertiría en centro de singulares tertulias políticas y artísticas.

Entre 1930 y 1934 Rivera residió en Estados Unidos, en donde generó mucha controversia con su obra El hombre controlador del
Universo, pues en uno de los fragmentos del mural se podía encontrar al líder político soviético Vladimir Lenin, cosa que no gustó a
los líderes norteamericanos, forzando la destrucción del mural.

De 1936 a 1940, Rivera se dedicó especialmente a la pintura de paisajes y retratos, y en la década de los cuarenta continuó
desarrollando su actividad de muralista en diversos sitios públicos, y sus obras siguieron provocando polémicas. Finalmente, Diego
Rivera falleció de cáncer en Ciudad de México el 24 de noviembre de 1957
El pintor mexicano legó a su país sus obras y colecciones: donó al pueblo un edificio construido por él, la Casa-Museo Anahuacalli
donde se conservan sus colecciones de arte precolombino, y su casa en Ciudad de México fue convertida en el Museo Estudio Diego
Rivera, que alberga obras y dibujos suyos, así como su colección de arte popular.

Fue un célebre muralista originario de Jalisco con formación como pintor autodidacta. Unido por vínculos ideológicos y por la propia
naturaleza de su trabajo artístico a las controvertidas personalidades de Rivera, Siqueiros y Rufino Tamayo, Orozco fue uno de los
creadores que hizo florecer el arte pictórico mexicano gracias a sus originales creaciones, marcadas por las tendencias artísticas que
surgían al otro lado del Atlántico, en la vieja Europa.

A los 23 años ingresó en la Academia de Bellas Artes de San Carlos para completar su formación académica; su familia había decidido
que aprovechara sus innegables condiciones en estudios que ‘’aseguraran su porvenir’’, por lo que inició la carrera de ingeniero
agrónomo. Este destino profesional no satisfacía sus aspiraciones, y tuvo que afrontar un combate interior, en el que su talento artístico
se rebelaba ante estudios que no le interesaban.

En 1909 se consagró por completo a la pintura, y entre 1911 y 1916, para conseguir los ingresos económicos que le permitieran
dedicarse a su vocación, colaboró como caricaturista en algunas publicaciones, y realizó una notable serie de acuarelas ambientadas en
los barrios bajos de la capital mexicana.

En esa época es también su primer cuadro de grandes dimensiones, Las últimas fuerzas españolas evacuando con honor el castillo de
San Juan de Ulúa (1915), y su primera exposición pública en 1916 (en la librería Biblos de Ciudad de México) formada por un
centenar de pinturas, acuarelas y dibujos que, con el título de La Casa de las Lágrimas, estaban consagrados a las prostitutas y
revelaban una originalidad en la concepción.

En 1922 se unió a Rivera, Siqueiros, y otros artistas para iniciar el movimiento muralista mexicano, que llegó a tener un gran
predicamento internacional y llenó de monumentales obras las ciudades del país. Orozco era pues un artista que optó por el
"compromiso político", un artista cuyos temas referentes a la Revolución reflejan, la tragedia y el heroísmo que llenan la historia
mexicana.

En 1928, decide realizar un viaje por el extranjero. Se dirige a Nueva York para presentar una exposición de sus Dibujos de la
Revolución; inició de ese modo una actividad que le permitirá cubrir sus necesidades, pues Orozco se financia a partir de entonces
gracias a sus numerosas exposiciones en distintos países.

Pese a su rechazo a las innovaciones estéticas de Europa, él sentía un ardiente deseo de conocer el continente en el que habían
florecido tantas civilizaciones. Los beneficios de su trabajo en Nueva York y California le permitieron llevar a cabo el soñado viaje.
Permaneció en España e Italia, dedicado a visitar museos y estudiar las obras de sus más destacados pintores.

Se interesó por el arte barroco y desde entonces, puede observarse cierta influencia de estas obras en sus posteriores realizaciones,
permitiendo conseguir un poderoso efecto dramático del que hasta entonces carecían sus creaciones.

Luego se dirigió a Inglaterra; pero el carácter inglés, que le parecía "frío y poco apasionado", no le gustó en absoluto y, tras
permanecer breve tiempo en París para tomar contacto con "las últimas tendencias del momento", decidió emprender el regreso a su
tierra natal. Allí inició de nuevo la realización de grandes pinturas murales para los edificios públicos, pero sin el fuerte componente
político de Rivera y Siqueiros.

Para la Suprema Corte de Justicia de CDMX., Orozco realizó dos murales que son un resumen de las obsesiones de su vida: La justicia
y Luchas proletarias, pintados durante 1940 y 1941. Por fin, en 1948 y para el Castillo de Chapultepec en CDMX, Orozco llevó a cabo
su último gran mural, como homenaje a uno de los políticos que, por sus orígenes indígenas y su talante liberal, más cerca estaban del
artista: Benito Juárez. Falleció el 7 de septiembre de 1949, en la Ciudad de México.

Entre sus cuadros más significativos hay que mencionar:

• La hora del chulo, de 1913

• Combate, de 1920

• Cristo destruye su cruz, pintado en 1943

Asimismo, su aportación a la pintura nacional y la importancia de su figura artística llevaron al presidente de ese entonces, Miguel
Alemán, a ordenar que sus restos recibieran sepultura en el Panteón de los Hombres Ilustres.

David Alfaro Siqueiros (1896–1974)

Fue un pintor y muralista mexicano originario de Chihuahua, con solidas convicciones políticas a favor del arte público y monumental.
Sus pinturas murales exaltan la vida del pueblo con influencias surrealistas y expresionistas al servicio de un exaltado combate político
que lo define.

Activo políticamente desde muy joven, durante la Revolución mexicana interrumpió sus estudios de arte para alistarse en el ejército de
Venustiano Carranza. Al finalizar el conflicto se trasladó a Europa para continuar sus estudios. Tras su regreso a México en 1922,
Siqueiros participó en la elaboración de los murales de la Escuela Nacional Preparatoria. Durante toda su vida viajó por varios países,
sobre todo Estados Unidos, Rusia, Argentina y Chile, a veces por motivos profesionales y otras por motivos políticos.

Por participar en México, en un atentado contra Leon Trotsky, Siqueiros fue expulsado y se exilió en Chile, gracias a una gestión del
cónsul Pablo Neruda. En el año 1962 fue encarcelado por el gobierno por organizar disturbios estudiantiles de extrema izquierda dos
años antes; fue indultado en 1964.

Siqueiros fue, junto con Rivera y Orozco, uno de los padres de la escuela muralista mexicana; al igual que ellos, compartió su fervor
por la revolución y la exaltación de las culturas precolombinas (especialmente la cultura maya y la azteca), siempre desde un enfoque
nacionalista y marxista, que se plasmó en un arte de dimensiones monumentales y gran fuerza dramática.

Buena muestra de sus frescos está expuesta en el Sindicato de Electricistas y en el Palacio de Bellas Artes de México, en la ciudad de
Chillán (en Chile). Dos de sus títulos más conocidos son Proceso al fascismo (1939) y Muerte al invasor (1940), este último dedicado
al proceso de conquista que siguió al descubrimiento de América.

Su obra se caracteriza por el dinamismo y la movilidad compositiva, así como por una búsqueda de efectos dramáticos mediante el uso
de la luz y el tratamiento escultural de las figuras y los fondos. Contiene, además, una fuerte componente didáctica, capaz de reunir
pintura, escultura y arquitectura en pos de una nueva dimensión artística cuyo punto de partida es la realidad. Su anhelo por conseguir
una reciprocidad entre las diferentes técnicas pictóricas y la más moderna tecnología le llevó a crear un taller experimental de arte en
Nueva York. David Alfaro Siqueiros falleció en Cuernavaca el 6 de enero de 1974, y fue sepultado en la Rotonda de los Hombres
Ilustres.

Abras destacas/desarrollar
Nombre: Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central

Museo: Museo Diego Rivera, México D.F. (México) Técnica: Fresco (4,8 x 15 m.)

Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central es un mural realizado por el pintor y muralista mexicano Diego
Rivera (1886-1957). El mural fue un encargo del arquitecto Carlos Obregón Santacilia para el comedor principal del Hotel
del Prado, ubicado en la avenida Juárez frente a la Alameda Central. La temática planteada en el mural es un paseo de
cuatro siglos de historia mexicana combinada con la del artista. Este relato tiene como escenario principal el emblemático
parque de la Alameda Central de la Ciudad de México, por su cercanía al Hotel del Prado y por ser testigo de sucesos
trascendentales en la historia mexicana. Rivera presenta a través de una composición con lectura de izquierda a derecha la
síntesis de la historia de la Alameda, compuesta por más de cien personajes de los cuales, cerca de cincuenta han sido
identificados. El relato visual presenta los sueños de sus personajes en el pasado, presente y futuro, desde la Conquista y la
Santa Inquisición hasta la modernidad de la primera mitad del siglo XX.

Monumental mural en el que el mexicano Diego Rivera pinta juntas a varias figuras históricas de distintas épocas y
distintas procedencias. De una indígena anónima a José Martí, exiliado en México desde Cuba. De Frida Kahlo a un
autorretrato del propio Rivera como un niño.
En el centro de estos 30 personajes de la historia de México tenemos a La Catrina, el esqueleto de clase alta vestida de gala,
con sombrero francés con sus plumas de avestruz que representa la miseria, los errores políticos y la hipocresía de toda una
sociedad. Y de su brazo tiene a su creador, el caricaturista José Guadalupe Posada que popularizó en la prensa la figura de
la calavera.

La Catrina lleva de la mano a Rivera en su versión infantil. El artista se autorretrata como un niño que tiene detrás a Frida
que lo abraza como si fuera su madre. En su mano la pintora y por esa época esposa de Rivera lleva el símbolo del yin y
yang, logotipo oficial del taoísmo.

Y rodeando a estas figuras centrales aparecen escritores, políticos, políticos y demás gentes que escribieron la historia de
México, todos ordenados de forma cronológica.

A la izquierda vemos la conquista, la época colonial, la independencia, la invasión norteamericana y la intervención


europea. Sus protagonistas son gentes como Hernán Cortés o el emperador Maximiliano.

En el lado derecho Rivera muestra la revolución, los movimientos campesinos y la lucha proletaria. Ahí están por ejemplo
Emiliano Zapata o Porfirio Díaz.

Todos están en la Alameda Central, con sus árboles frondosos y sus quioscos, un centro de reunión los domingos de la
burguesía mexicana, que con el tiempo fue cambiando de clase sociales.
Mural "Del porfirismo a la Revolución" de David Alfaro Siqueiros
Ubicado en una de las salas de la planta baja del Museo Nacional de Historia, Castillo de Chapultepec, este enorme mural
fue comisionado por el entonces director del recinto, Antonio Arriaga Ochoa, a David Alfaro Siqueiros, uno de los artistas
plásticos más reconocidos del siglo XX mexicano.

El pintor trabajó en esta obra desde 1957 a 1964. En ella se muestra cronológicamente, de derecha a izquierda, el proceso
que culminó en el estallido de la Revolución Mexicana. De esta manera, podría dividirse el mural en tres paneles: en el
primero se observa a Porfirio Díaz, quien pisa un libro que simboliza la Constitución Mexicana, así como a las altas clases
que en su fastuoso lujo y festividad no se dan cuenta de disconformidad del pueblo; en el siguiente panel se retrata la
huelga de Cananea y la represión a los mineros sonorenses, hechos que para Siqueiros fueron determinantes para la
revolución; por último, se muestra al pueblo ya levantado en armas para acabar con el régimen porfirista.
La obra, hecha en acrílico y piroxilina sobre madera forrada, tiene unas dimensiones de 4.46 m de alto por 76.89 m de
ancho. Puede ser admirada en la sala Siqueiros del Museo Nacional de Historia, Castillo de Chapultepec.

Técnica de El cargador de flores

El cargador de flores es una pintura al óleo y témpera sobre una tabla de masonita que mide 121,9 x 121,3 cm. La escena
del cuadro está conformada por dos personajes, un hombre cargado con un cesto de flores, sombrero y huarache, como
elementos típicos de la vestimenta de la época en México.
Al lado del hombre, hay una mujer que lo ayuda a levantarse, presuntamente es su esposa quien también usa vestimenta
campesina. Se encuentran sobre la tierra y con un manto de hojas al fondo, representando el contexto natural del labrador.
En cuanto a la técnica con la que se elaboró El cargador de flores, estos son los elementos más importantes:

Color
La pintura está creada a partir de diversos tonos cromáticos que crean un balance asimétrico. La preponderancia del color
en la obra está regida por los tonos cálidos, no obstante, estos consiguen su balance con la multiplicidad de color aportada
por las flores como centro de la escena. Los colores amarillo, naranja y rosa, aportan ese toque de calidez a la obra.

Realismo
Esta obra se suscribe al realismo, pues se centra en la mímesis de lo natural. Aquí se plantea una escena cotidiana dentro de
los entornos dedicados a la floricultura en México, y tanto los personajes como los demás elementos constitutivos de la
obra conservan la proporción de las formas, tal y como si estuvieras presenciando la escena en la vida real.
Asimetría

Los estudiosos del arte, resaltan el uso de las líneas dentro de la composición. Rivera juega con la asimetría, nivelando los
brazos con el vestido de la mujer. De la misma manera, con el uso de las líneas en el cordón del cesto, se acapara la
atención del observador. También conviene resaltar que el tamaño del cesto es bastante grande, es un recurso para
simbolizar lo pesado del trabajo.
Lo femenino y lo masculino también se mezclan en este juego, tanto las líneas del cesto como las formas del hombre dan
una sensación de firmeza, mientras que las ondulaciones del vestido de la mujer se centran más en resaltar la fluidez.

Opinión del grupo sobre el movimiento artístico(muralismo mexicano)


Consideramos que es un movimiento que impulso de una manera grandiosa al arte mexicano ya que es muy llamativo por
el tipo de colores que se usan y más que nada estos son murales que es algo increíble por que el trabajo tiene más dificultad
es muchísimo más grade y difícil porque se usan superficies gigantes a comparación de una obra de tamaño promedio
encima que si te pones a ver algunas obras como la anterior mencionada podes hasta aprender cosas de ese hermoso país y
cultura ya que nos muestra personajes icónicos como Frida Kahlo y al mismo autor en su niñez y muchísimos otros que son
reconocidos mundialmente y hasta hechos importantes de la historia de ese país así que básicamente nos parece un
movimiento espectacular y sublime

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