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Capital Social, Género y Desarrollo. Los sistemas productivos de la Reserva de


la Biosfera El Vizcaíno, México

Book · January 2008

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6 authors, including:

Pedro Noguera-Méndez Victoria Aragón García


University of Murcia University of Granada
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Lorella Castorena Lola Frutos Balibrea


Autonomous University of Baja California Sur University of Murcia
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CAPITAL SOCIAL, GÉNERO
Y DESARROLLO

Los sistemas productivos pesqueros de la Reserva


de la Biosfera El Vizcaíno, México
CAPITAL SOCIAL, GÉNERO
Y DESARROLLO

Los sistemas productivos pesqueros de la Reserva


de la Biosfera El Vizcaíno, México

Pedro Noguera Méndez (Coordinador)


Victoria Aragón García
Lorella Castorena Davis
Lola Frutos Balibrea
María Giménez Casalduero
María Semitiel García
Pedro Noguera Méndez (coordinador)
Victoria Aragón García
Lorella Castorena Davis
Lola Frutos Balibrea
María Giménez Casalduero
María Semitiel García

Este libro ha sido financiado por el proyecto PCI A/5828/06 de la AECID, “Capital
Social y desarrollo, con enfoque de género, en los sistemas productivos pesqueros de la
reserva de la Biosfera de El Vizcaíno, México”.

Portada: El Vizcaíno, península de Baja California, México.


Fotografía capturada con Google Maps.

Edita: Universidad de Murcia (España) y Universidad Autónoma Baja California Sur


(México)

ISBN México: 978-968-896-165-0


ISBN Editum: 978-84-8371-765-3

Depòsito legal: MU-0000-2008

Impreso en España - Printed in Spain

Imprime: F.G. Graf, S.L.


fggraf@gmail.com
Este trabajo está dedicado
a las mujeres y a los hombres
del mar de la Pacífico Norte
y de Guerrero Negro
ÍNDICE

CAPÍTULO 1. CAPITAL SOCIAL Y GÉNERO EN EL ANÁLISIS DEL


DESARROLLO. UNA INTRODUCCIÓN .....................................................13
Pedro Noguera Méndez

1.1. ¿QUÉ DESARROLLO? ...........................................................................13


1.2. CAPITAL SOCIAL Y GÉNERO .............................................................18
1.3. EL TRABAJO ............................................................................................25
1.4. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS......................................................30

CAPÍTULO 2. CAPITAL SOCIAL Y DESARROLLO ECONÓMICO ......33


María Semitiel García y Pedro Noguera Méndez

2.1. INTRODUCCIÓN ...................................................................................33


2.2. LA PERSPECTIVA DE REDES EN ECONOMÍA. EL CONCEPTO
DE CAPITAL SOCIAL..............................................................................34
2.3. CAPITAL SOCIAL Y EFICIENCIA .......................................................42
2.4. PROCESOS DE PRODUCCIÓN E INNOVACIÓN ............................48
2.5. EL CAPITAL SOCIAL COMO UN RECURSO: IMPLICACIONES
POLÍTICAS ................................................................................................55
2.6. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS......................................................56

CAPÍTULO 3. GÉNERO Y DESARROLLO: ENFOQUE TEÓRICO


FEMINISTA, GÉNERO E INDICADORES PARA LA EQUIDAD
ENTRE MUJERES Y HOMBRES .....................................................................63
Lola Frutos Balibrea

3.1. EL CONCEPTO DE GÉNERO EN LA TEORÍA FEMINISTA:


IMPLICACIONES TEÓRICAS Y POLÍTICAS ......................................63
3.2. INCORPORACIÓN DE LA CATEGORÍA DE GÉNERO A LA
SOCIOECONOMÍA..................................................................................74
3.3. EL SISTEMA DE RELACIONES DE GÉNERO EN EL
CAPITALISMO: DEL FORDISMO A LA GLOBALIZACIÓN
DESDE LA ÓPTICA FEMINISTA ...........................................................79
9
3.4. DE LA TEORÍA A LOS INDICADORES DE LA DESIGUALDAD
DE GÉNERO..............................................................................................84
3.5. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS......................................................87

CAPÍTULO 4. CAPITAL SOCIAL Y GÉNERO EN LA


COOPERACIÓN Y EN LOS PROYECTOS DE DESARROLLO ...............91
Pedro Noguera Méndez, Lola Frutos Balibrea y María Semitiel García

4.1. INTRODUCCIÓN ...................................................................................91


4.2. LOS CAMBIOS EN LA AGENDA DE LA COOPERACIÓN
INTERNACIONAL ..................................................................................92
4.3. PROPUESTAS PARA INTEGRAR EL CAPITAL SOCIAL Y LAS
RELACIONES SOCIALES DE GÉNERO EN LA GESTIÓN DEL
CICLO DEL PROYECTO .......................................................................107
4.4. CONSIDERACIONES FINALES......................................................... 117
4.5. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS.................................................... 119

CAPÍTULO 5. UNA INTRODUCCIÓN AL TERRITORIO, LA


POBLACIÓN Y LA ECONOMÍA DE LA REGIÓN PACÍFICO NORTE
Y DE GUERRERO NEGRO, BAJA CALIFORNIA SUR ...........................123
Lorella Castorella Davis

5.1. INTRODUCCIÓN .................................................................................123


5.2. EL TERRITORIO ....................................................................................123
5.3. LAS REGIONES .....................................................................................127
5.4. CONSIDERACIONES FINALES.........................................................147
5.5. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS....................................................148

CAPÍTULO 6. NORMAS, REGULACIONES Y LEYES APLICABLES


A LAS ORGANIZACIONES PESQUERAS EN MÉXICO: CASO DE
ESTUDIO EN EL VIZCAÍNO.........................................................................151
María Giménez Casalduero y Lorella Castorella Davis

6.1. INTRODUCCIÓN .................................................................................151


6.2. EVOLUCIÓN INSTITUCIONAL DEL SECTOR PESQUERO EN
MÉXICO ...................................................................................................152
6.3. MARCO REGULADOR DE LA PESCA EN MÉXICO A LA LUZ
DE LOS PRINCIPALES ACONTECIMIENTOS HISTÓRICOS........154
6.4. LAS COOPERATIVAS PESQUERAS Y SU NORMATIVIDAD ......160
6.5. MANEJO COMUNITARIO DE LOS RECURSOS PESQUEROS Y
COOPERATIVAS PESQUERAS ............................................................170
6.6. CONCLUSIONES ..................................................................................172
6.7. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS....................................................172
CAPÍTULO 7. EL CAPITAL SOCIAL EN LAS COMUNIDADES
PESQUERAS DE EL VIZCAÍNO ...................................................................175
Pedro Noguera Méndez y María Semitiel García

7.1. INTRODUCCIÓN .................................................................................175


7.2. LOS SISTEMAS PRODUCTIVOS PESQUEROS DE EL
VIZCAÍNO...............................................................................................176
7.3. DIAGNÓSTICO DEL CAPITAL SOCIAL Y DE LA CONFIANZA
EN EL VIZCAÍNO ..................................................................................184
7.4. LAS ESTRATEGIAS NECESARIAS ....................................................197
7.5. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS....................................................204

CAPÍTULO 8. SISTEMA DE GÉNERO Y CAPITAL SOCIAL EN LAS


COMUNIDADES PESQUERAS DE GUERRERO NEGRO Y DE LA
REGIÓN PACÍFICO NORTE..........................................................................209
Lorella Castorena Davis y Victoria Aragón García

8.1. INTRODUCCIÓN .................................................................................209


8.2. EL CAMINO HACIA LOS DATOS: METODOLOGÍA
Y TÉCNICAS APLICADAS EN EL PROCESO DE
INVESTIGACIÓN .................................................................................. 211
8.3. DE LA TEORÍA A LOS INDICADORES DE GÉNERO: LOS
ÍNDICES DE DESARROLLO DE GÉNERO (IDG) Y DE
POTENCIACIÓN DE GÉNERO (IPG). ...............................................213
8.4. DIAGNÓSTICO DE GÉNERO EN LAS ORGANIZACIONES
PESQUERAS ............................................................................................225
8.5. ESTRATEGIAS NECESARIAS PARA INTRODUCIR EL
GÉNERO EN EL DESARROLLO .........................................................240
8.6. CONCLUSIONES ..................................................................................246
8.7. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS....................................................249

ANEXO. CUESTIONARIOS Y GUIONES DE LAS ENTREVISTAS .....251


CAPÍTULO 1

CAPITAL SOCIAL Y GÉNERO EN EL ANÁLISIS DEL


DESARROLLO. UNA INTRODUCCIÓN

Pe dro Noguera Méndez

1.1. ¿QUÉ DESARROLLO?

1.1.1. Desarrollo Humano, eficiencia y equidad


Respecto a las visiones del desarrollo centradas en la acumulación de
bienes y en el incremento de la renta, el enfoque del desarrollo humano ha
representado un avance sustancial. Este enfoque, basado en la teoría de las
capacidades humanas de Amartya Sen (1987, 1990), se ha consolidado como
un nuevo paradigma ampliamente aceptado. A este propósito ha contri-
buido de forma principal la difusión que el Programa de Naciones Unidas
para el Desarrollo (PNUD) ha realizado desde 1990, cada año, a través de
la publicación del Informe de Desarrollo Humano. Frente a la concepción
tradicional del desarrollo que centra su atención en el ‘tener’, la medición
del progreso en términos de las capacidades humanas se refiere a lo que una
persona puede hacer o ser: la habilidad para estar bien alimentado, para elu-
dir la enfermedad o la muerte, para leer, escribir y comunicar, para participar
en la comunidad, para aparecer en público sin avergonzarse (Sen, 1990:126).
Desde esta perspectiva el desarrollo consiste en la ampliación de éstas y
otras capacidades y opciones que permiten a las personas llevar a cabo los
proyectos vitales que quieran realizar (leer, escribir, votar, comer, participar,
hablar en público, etc.) El enfoque basado en las capacidades destaca que el

13
CAPITAL SOCIAL, GÉNERO Y DESARROLLO

bienestar no depende tanto de los ingresos, puesto que éstos constituyen un


medio y no un fin en sí mismos, sino de la libertad y de las opciones de los
individuos.
Aunque el Índice de Desarrollo Humano (IDH) represente un gran lo-
gro, y haya sido asumido por todas las instituciones de desarrollo, no es un
indicador perfecto. La crítica más conocida y reiterada sobre el IDH se basa
en que una de las dimensiones básicas del desarrollo, la igualdad, no se in-
cluye en su cálculo. En efecto, los tres aspectos del desarrollo humano que se
integran en el IDH: longevidad, educación e ingresos, son promedios, elu-
diéndose, por tanto, los aspectos distributivos que, obviamente, son funda-
mentales para valorar los progresos de una sociedad. Por ello, el IDH, como
reconoce el mismo PNUD (1996:16), sólo refleja algunos aspectos básicos del
progreso y no es una medida integral del desarrollo humano.
No significa lo anterior que desde el PNUD se ofrezca una visión del
desarrollo insensible a la desigualdad, sino más bien que la búsqueda de un
indicador fácil de calcular e interpretar ha exigido, a cambio, una simplifica-
ción que puede juzgarse excesiva. Buenas pruebas de la relevancia que esta
institución otorga a la igualdad son, entre otros, el informe de 1995 (PNUD,
1996), cuyo tema monográfico es la igualdad de género y donde se señala la
imposibilidad de alcanzar el desarrollo humano sin igualdad entre hombres
y mujeres. En este informe se presentan, por vez primera, los índices de de-
sarrollo y potenciación de género (IDG e IPG, respectivamente). Otro hito
destacable es el informe de 2005 (PNUD, 2005) cuyo segundo capítulo, titu-
lado desigualdad y desarrollo humano, examina cómo opera la desigualdad
en el desarrollo y se presentan argumentos que justifican las estrategias de
promoción de la igualdad para avanzar en el desarrollo humano. La terce-
ra referencia es el primer informe de desarrollo humano elaborado por el
PNUD en México (PNUD, 2003). En este informe se realizan estimaciones de
un IDH modificado para considerar algunos aspectos distributivos. Se trata
del Índice Refinado de Desarrollo con base en medias generalizadas.
La incorporación de la desigualdad al análisis económico se ha venido
realizando, principalmente, desde dos perspectivas: por un lado, los plan-
teamientos basados en cuestiones morales o éticas; por otro, los análisis que
confrontan el objetivo de la equidad con el de la eficiencia.
Desde un punto de vista normativo se pueden señalar diferentes argu-
mentos para promover la igualdad de oportunidades y la reducción de las
desigualdades en los recursos disponibles. Uno de ellos es la existencia de
un cierto límite de tolerancia social respecto a la desigualdad y la injusticia.
La sociedad valora positivamente, por cuestiones morales, los avances de la
igualdad (de oportunidades, entre hombres y mujeres, de ingreso, de acceso
14
Capital Social y género en el análisis del desarrollo

a la educación y a la salud, etc.) A partir de las actividades y decisiones de


los actores sociales que, de forma individual o asociada, persiguen el interés
o el bienestar de otros actores, pueden promoverse procesos redistributivos
y de avance en la igualdad. Las palabras que dejara escritas en 1860 el poeta
Walt Whitman expresan esta idea de forma breve y rotunda: “Pensamiento;
de la igualdad -como si me dañara el dar a otros las mismas oportunidades
y derechos de que gozo- como si no fuera indispensable para mis propios
derechos que otros los posean.”1 Desde la perspectiva de la economía po-
sitiva tales comportamientos no son, en realidad, altruistas. La explicación
económica es que los individuos persiguen su propio interés cuando se ocu-
pan de los demás. En este sentido, en la función de utilidad de cada indivi-
duo se podrían situar los niveles de utilidad, o bienestar, del conjunto de la
comunidad, pudiendo establecerse diferentes ponderaciones respecto a las
situaciones de mayor o menor necesidad. Esto significa, por ejemplo, que
una mejora de la situación de los más desfavorecidos afecta positivamente
al nivel de bienestar del resto de la comunidad. Sin embargo, la economía
neoclásica, que sigue basándose en el individualismo metodológico, encuen-
tra grandes dificultades para asumir tales planteamientos.
Por otro lado, la consideración de la ley de los rendimientos marginales
decrecientes, añade otro elemento justificativo de las políticas sociales. Esta
ley, que también opera en el ámbito del bienestar, predice que ingresos adi-
cionales de los pobres proporcionan un incremento del bienestar superior al
que obtienen los ricos. Precisamente el concepto de eficiencia distributiva se
basa en la ley de la utilidad marginal decreciente.
Tradicionalmente, la economía neoclásica ha presentado el logro de la
equidad como un objetivo en conflicto con el logro de la eficiencia. El dilema
eficiencia versus equidad es, todavía, una de las cuestiones básicas de cual-
quier curso introductorio de economía. Sin embargo, la evidencia empírica
no muestra que las ganancias de bienestar logradas a través de la redistri-
bución sean inferiores a las pérdidas de eficiencia. “En realidad, las pruebas
sugieren que las disyuntivas se plantean en el sentido contrario. La extrema
desigualdad no sólo es perjudicial para la reducción de la pobreza, también
lo es para el crecimiento. La eficacia a largo plazo y la mayor igualdad pue-
den ser complementarias” tal y como indica el PNUD (2005:59). Más recien-
temente, Klasen (2008) en un artículo cuyo expresivo título es ‘La eficiencia
de la equidad’, analiza diferentes líneas de investigación presentes en la lite-
ratura sobre este tema. En síntesis, en estos planteamientos destaca la impor-
tancia de la equidad para lograr incrementos en la eficiencia, en el sentido de
1 Thought. OF Equality—As if it harm’d me, giving others the same chances and rights as myself—
As if it were not indispensable to my own rights that others possess the same.

15
CAPITAL SOCIAL, GÉNERO Y DESARROLLO

la maximización del bienestar de la sociedad. Concretamente, Klasen (2008)


hace referencia, primero, a la literatura que cuestiona el modelo utilitarista
e individualista convencional, que no considera la equidad como un factor
relevante del comportamiento individual. Es decir, este planteamiento co-
incide con el expuesto anteriormente que ha sido ilustrado con el texto de
Whitman. En segundo lugar, existen diversos trabajos que relacionan la des-
igualdad con el nivel de bienestar percibido por los individuos en los que,
en general, se concluye que una mayor equidad incrementa el bienestar. En
tercer lugar, las investigaciones que utilizan medidas que consideran simul-
táneamente la distribución del ingreso y la renta per cápita para evaluar los
avances en el bienestar (enfoque AKS: Atkinson, Kolm, Sen, que apareció
en los años 70). Por último, en relación con el trade-off entre equidad y creci-
miento, que ha servido tradicionalmente para justificar la no aplicación de
políticas sociales por su coste en términos de crecimiento, Klasen presenta
otras evidencias y otros argumentos. En este sentido destaca, por un lado, el
potencial de crecimiento de amplias regiones, como Latinoamérica, asociado
a la reducción de las desigualdades. Por otro, las numerosas investigaciones
que han demostrado el impacto negativo sobre el crecimiento que causan las
desigualdades de género en el acceso a la educación.
La desigualdad está presente en países de ingresos altos y bajos, aun-
que en general es mucho mayor en éstos. La desigualdad de oportuni-
dades que tienen su origen en diferencias religiosas, de etnias, grupos
sociales o género llegan a ocasionar, en ocasiones, importantes fracturas
en el tejido social que pueden evolucionar en graves conflictos, incluso
en guerras. También las desigualdades en el acceso a los recursos dis-
ponibles, o las desigualdades regionales, reducen la cohesión social y
territorial. Pero además sabemos que la desigualdad no sólo implica un
coste moral sino también económico, puesto que ocasiona pérdidas im-
portantes en términos de los recursos humanos infrautilizados y de la
eficiencia.

1.1.2. El concepto de desarrollo


En las páginas anteriores se ha pretendido introducir el concepto de
desarrollo que se comparte en esta obra. Aunque existen numerosas y
diversas acepciones sobre el concepto de desarrollo no resulta fácil su
definición, básicamente porque se trata de un concepto complejo, en el
que están implicadas diversas dimensiones sociales y económicas; y es
también un concepto dinámico, normativo y cualitativo.
En su influyente trabajo sobre el significado del concepto de desa-

16
Capital Social y género en el análisis del desarrollo

rrollo, Seers (1969) criticó la perspectiva sobre el desarrollo mantenida


por la corriente principal de la economía, que concede la máxima impor-
tancia al crecimiento e identifica el desarrollo con el avance de la renta
per cápita. Para Seers el desarrollo, que se utiliza con frecuencia como
sinónimo de mejora, es un concepto normativo. La cuestión es determi-
nar cuáles son esas condiciones necesarias para alcanzar el potencial de
la personalidad humana, considerado como un objetivo universalmente
asumible.2 Seers indica tres necesidades básicas: disponer de capacidad
de compra, de una ocupación y la igualdad. Resulta evidente la exis-
tencia de elementos comunes con el concepto de Desarrollo Humano.
“Las cuestiones que tenemos que responder acerca del desarrollo de un
país son por tanto: ¿Qué ha ocurrido con la pobreza? ¿Cuál ha sido la
evolución del desempleo? ¿Qué ha ocurrido con la desigualdad? Si estas
tres variables han disminuido desde elevados niveles, entonces resulta-
ría indudable que ha sido un período de desarrollo para el país. Si uno
o dos de estos problemas centrales han experimentado un crecimiento,
especialmente si ha ocurrido en los tres, sería extraño decir que el país
se ha desarrollado, aun en el caso de la que la renta per cápita se hubiera
doblado. Esto también tiene implicaciones para el futuro. Un ‘plan’ que
no contenga objetivos de reducción de la pobreza, del desempleo y de la
desigualdad difícilmente puede ser considerado un ‘plan de desarrollo’
(Seers, 1969:5). Paradójicamente, esta perspectiva que Seers ofrece en su
seminal trabajo representa, todavía, una visión vanguardista del desa-
rrollo.
Más recientemente, McCourt y Bebbington (2007:4), que asumen la
concepción del PNUD, han señalado que el desarrollo consiste en el au-
mento de las capacidades humanas, en particular las de aquellas perso-
nas que tienen los mayores déficit. El desarrollo es, en este sentido, tal
y como destacó Seers (1969) un concepto normativo, donde inevitable-
mente se encuentran los juicios de valor, que transmite el compromiso
de la sociedad de desplazar el equilibrio de oportunidades e inversiones
hacia los más pobres y excluidos. Estos autores destacan, asimismo, que
esta concepción es la que el Banco Mundial y el Fondo Monetario Inter-
nacional, tras el paréntesis de los años 80 y principios de los 90, manejan
en el presente.
Desde nuestro punto de vista, la equidad y la reducción de las desigual-

2 Conviene conocer las palabras exactas utilizadas por Seers (1969:3), para valorar sus pun-
tos de contacto con el Desarrollo Humano, así como su función precursora: “We must ask our-
selves: what are the necessary conditions for a universally aceptable aim, the realisation of the
potential of human personality?”

17
CAPITAL SOCIAL, GÉNERO Y DESARROLLO

dades constituyen dimensiones principales del progreso de una sociedad,


siendo por ello parte indisoluble del concepto de desarrollo. Por ello el desa-
rrollo implica el avance desigual de las capacidades humanas y sociales.
Expuesto el concepto de desarrollo que se trabaja y se comparte en esta
obra colectiva, se introducen a continuación los conceptos de Capital Social
y de Género.

1.2. CAPITAL SOCIAL Y GÉNERO

Capital Social (CS) y género son los dos enfoques que dominan esta
investigación, que presenta como uno de sus elementos distintivos la ten-
tativa integradora de ambas perspectivas. El paradigma emergente del
CS destaca la necesidad de considerar las estructuras sociales y relacio-
nales en el estudio del desarrollo y, en general, en el examen de la acti-
vidad económica. El CS, como recurso o activo, también implica que su
crecimiento puede ser una estrategia adecuada para aliviar la pobreza e
incrementar el bienestar. Por otro lado, la desigualdad entre hombres y
mujeres permite poner en evidencia la feminización de la pobreza, la sub-
ordinación de la mujer en el entramado socioproductivo, y la necesidad
de considerar de forma diferenciada los CS de hombres y de mujeres, a la
hora de implementar programas de reducción de la pobreza.

1.2.1. Capital Social


El CS permite re-introducir la dimensión social en el análisis económi-
co, obligando al investigador a mantener una perspectiva amplia e inter-
disciplinar. Probablemente ésta es una de sus aportaciones más decisivas,
cuyos desarrollos integran las visiones de la sociología y de la economía.
Respecto a la concepción desocializada e individualista de la economía
ortodoxa, la perspectiva emergente se refiere a actores interdependien-
tes cuyas actuaciones se encuentran ‘incrustadas’ en redes de relaciones
personales y que no sólo se rigen por el interés. El concepto se ha intro-
ducido en el ámbito del análisis económico, existiendo aplicaciones muy
variadas, incluso en el marco de la economía neoclásica, incorporado en
las funciones de producción y de utilidad.
Haciendo uso de experiencias cercanas, es fácil de comprender, de for-
ma intuitiva, la importancia que pueden alcanzar las redes familiares, de
compadrazgo, las redes de amigos en casos de dificultades laborales o
personales, o cuando se precisan determinados recursos afectivos o ma-

18
Capital Social y género en el análisis del desarrollo

teriales. La familia puede echar una mano en la crianza de los niños, los
padres pueden ayudar a sus hijos en la compra de su casa; un amigo te
puede presentar a alguien que te proporcione un trabajo o un contacto
de interés para tu empresa. Un amigo te pide que lo presentes al direc-
tor de la oficina bancaria con la que trabaja tu empresa porque necesita
un préstamo, y aquél te solicita que intermedies en su favor con un im-
portante cliente. Un compañero de trabajo con responsabilidades en el
departamento de I+D, facilita la recepción de tu idea innovadora para
la empresa. En todas estas circunstancias se encuentran presentes las re-
des personales. Los nodos de estas redes son los individuos (actores) que
están conectados a través de lazos o vínculos que permiten transmitir
afectos, informaciones, conocimientos.
En los contextos relacionales, la confianza es un elemento muy impor-
tante. La confianza se entiende como el grado de certeza disponible acer-
ca del comportamiento, en determinadas circunstancias, de otra persona.
Dasgupta (2003) señala que la confianza se basa en las creencias y puede
crearse, entre otras vías, a través de las redes interpersonales, de manera
que el CS constituye uno de los medios para crear confianza. El mayor o
menor grado de confianza depende de la intensidad y frecuencia de los
contactos. Por lo general, en las redes existen unas normas de reciproci-
dad que implican ciertas obligaciones para sus miembros. Por ejemplo,
la norma más básica de pertenencia a una red obliga a corresponder a
otros miembros por los diversos recursos recibidos. Todo ello expresa la
relevancia de los aspectos relacionales en la vida de las personas y de las
familias. En este sentido interesa destacar que la mejora del CS puede
tener un efecto directo sobre el nivel de bienestar o felicidad percibida
por los individuos (Helliwell y Putnam, 2004). Esto significa, simplemen-
te, que las personas que disponen de unas relaciones sociales ricas se
sienten más satisfechas que aquéllas que, por el contrario, se encuentran
más aisladas. Como se verá después, los efectos positivos del CS también
alcanzan a la comunidad y a las empresas.
En consecuencia, las características y estructuras relacionales inciden
en la naturaleza, decisiones y capacidades de los individuos, de las fa-
milias, de las comunidades, de los sistemas productivos, etc. Numerosas
actividades económicas son acciones sociales en un sentido weberiano. Es
decir, el sentido que los actores dan a sus acciones se encuentra afectado
por las actividades y comportamientos de otros actores. No se trata, ni
mucho menos, de una perspectiva original, aunque pueda parecer lo con-
trario debido a que, generalmente, se sitúa en los márgenes de la ‘cien-
cia económica’. Sen (1973: 252-253) indica que, desde un punto de vista
19
CAPITAL SOCIAL, GÉNERO Y DESARROLLO

filosófico, el enfoque de las preferencias reveladas subestima el hecho


de que el hombre sea un animal social, no estando sus elecciones rígida
y únicamente limitadas por sus propias preferencias. El acto de elección
que realizan las personas es siempre, en un sentido fundamental, dice
Sen, un acto social.
La relevancia de los aspectos relacionales impide definir, por ejemplo,
una determinada persona, o un colectivo, haciendo referencia exclusiva-
mente a sus características o atributos: edad, sexo, altura, pelo, estudios,
profesión, etc. La imagen que se ofrecería procediendo de este modo
sería segmentada e incompleta, puesto que no incluiría una dimensión
fundamental. Las relaciones que una determinada persona mantiene con
su familia, sus amigos, compañeros, etc. en gran medida la definen a
ella misma y la identifican como tal. La imagen que se proyecta a la
sociedad también se define a partir de los lugares que se frecuentan y
de las relaciones que se mantienen. Numerosos recursos, materiales o
inmateriales, son recibidos o transferidos a través de estas relaciones.
Cuando se dice que lo importante no es lo que se sabe, sino a quien se
conoce, se está destacando la relevancia que las relaciones tienen para
los individuos. Precisamente esta frase ‘No es lo que sabes, sino a quien
conoces’ es utilizada con frecuencia para introducir de forma intuitiva el
concepto de CS.3
¿Qué es el Capital Social? Entre sus diversas definiciones, que serán
objeto de una mayor profundización en el capítulo siguiente, se pueden
destacar las que siguen. Según Putnam (2004) el CS son las redes sociales
y las normas de reciprocidad y confianza asociadas a ellas, que varían
sistemáticamente en el tiempo y en el espacio. Para Woolcock y Narayan
(2000) el CS se refiere a las normas y redes que permiten a las personas
actuar de forma colectiva. Asimismo, Woolcock (2001) indica que el CS
se refiere a las normas y redes que facilitan la acción colectiva. Adler y
Kwon (2000) lo definen como la suma de los recursos disponibles por los
individuos o los grupos en virtud de sus posiciones en la estructura, más
o menos duradera, de relaciones sociales. Para Dasgupta (2003) el CS es
un sistema de redes interpersonales. Por último, para la OCDE el CS está
constituido por las redes y normas, valores y conocimientos comparti-
dos que facilitan la cooperación entre grupos o dentro de los grupos. De
estas definiciones se puede deducir que el CS puede beneficiar a los indi-
viduos, pero también a los grupos; que se trata de un recurso que emerge
de las relaciones y que facilita la acción colectiva. Se trata, por tanto, de
3 “Where you live and whom you know –the Social Capital you can draw on- helps define
who you are and thus to determine your fate” Putnam (1993:6).

20
Capital Social y género en el análisis del desarrollo

un recurso que, junto a los otros Capitales, promueve el desarrollo eco-


nómico y el progreso e impulsa la eficiencia de las organizaciones. Los
trabajos de Granovetter (1973), a partir del concepto de embeddedness, y
de Coleman (1988), con el uso del CS, han supuesto la conexión entre las
investigaciones sociológica y económica.
La identificación de diversos tipos de CS permite profundizar en su com-
prensión y aplicabilidad. Una clasificación útil es la propuesta por Woolcock
(2001) quien distingue tres tipos de CS: de unión, de puente y de escalera.4
El CS de unión (bonding), se refiere a los lazos más próximos e íntimos, la-
zos familiares, con vecinos, amigos que comparten una identidad común. Se
trata de relaciones intracomunitarias de carácter horizontal. El CS de puente
(bridging) se deriva de las relaciones entre personas o grupos/asociaciones
diferentes, que forman parte de grupos sociales distintos. El CS de escalera
(linking) se construye sobre los vínculos entre personas o grupos con distinto
grado de poder sociopolítico o económico. En realidad, este último tipo de
CS es un tipo particular de CS de puente que pone el énfasis en las diferen-
cias de estatus de los actores.
La Figura 1.1. sirve al propósito de ilustrar, a partir de un ejemplo, esta
tipología. Considérese que a, b y c representan personas de la comunidad 1,
que mantienen entre sí estrechas relaciones, que constituyen la base de su CS
de unión. A, B y C representan otras tres personas de la comunidad 2 que, a
su vez, mantienen entre sí estrechas relaciones. En este caso también existe
un CS de unión pero, debido a la inexistencia de relaciones entre B y C, cabe
suponer que será inferior al de la comunidad 1.
Los nodos d, e, f, g, h, i, D, E, F, G, H, I representan otras personas aje-
nas a ambas comunidades. La relación mantenida por e y D es un puen-
te entre ambas comunidades puesto que a través de estos nodos puede
fluir información relevante y no redundante (CS de puente). También se
hace una explotación del CS de puente a través del establecimiento de
relaciones directas entre ambas comunidades (por ejemplo a través de
representantes o de instituciones intracomunitarias).
Por último, el CS de escalera se deriva de la relación mantenida por
las comunidades con instituciones situadas en un escalón superior de la
jerarquía sociopolítica. Supóngase que el triángulo representa una im-
portante Fundación, o una institución pública, una asociación o un me-
dio de comunicación. Esta institución a su vez forma parte de una red
más extensa. En este caso, existe un CS de escalera que permite el acceso
a recursos estratégicos para las comunidades y los individuos.

4 Las tipologías bonding y bridging fueron propuestas por Gittell y Vidal (1998).

21
CAPITAL SOCIAL, GÉNERO Y DESARROLLO

Figura 1.1. Relaciones y tipos de Capital Social

F G
E B H
A C f
D g
I
b h
e
a c
d i

Cada uno de estos tipos de CS provee de recursos diferentes a los individuos,


comunidades, empresas o sistemas productivos que se integran en redes o las
conforman. Un aspecto del máximo interés es que, a través de las estrategias
adecuadas, el CS se puede crear y modificar, contribuyendo a mejorar el bienes-
tar de las personas y los resultados de las empresas. El CS también se puede des-
truir, y no siempre tiene efectos positivos. Existe un CS negativo asociado, por
ejemplo, a la actividad de las redes mafiosas. La cuestión medular del papel del
CS en el desarrollo radica en la relevancia de las normas y de las instituciones en
la toma de decisiones y en la acción colectiva. 5 En numerosas ocasiones, la crea-
ción de CS de calidad implicará la modificación de comportamientos, normas y
creencias que, a su vez, darán lugar a cambios institucionales.6 Las capacidades
de la sociedad para organizarse y para fijar objetivos que la impliquen de forma

5 Según Greif (2004) las instituciones son un sistema de factores sociales elaborados por el
hombre que conjuntamente generan una regularidad en el comportamiento social. Estos facto-
res constituyen un sistema interrelacionado de reglas, creencias, normas y sus manifestaciones
como organizaciones, exógeno a los individuos en los que influye.
6 Según Dasgupta (2003), las instituciones emergen de las redes y se forman y mantienen
por las creencias. Las creencias constituyen el vínculo entre CS e instituciones y, más general-
mente, entre CS y cultura. Las instituciones se distinguen no sólo por los derechos, obligaciones
y responsabilidades que sus miembros comparten. La viabilidad de las instituciones depende
de la medida en que sus miembros confían unos en otros en el desempeño de sus funciones.

22
Capital Social y género en el análisis del desarrollo

colectiva constituyen elementos fundamentales del desarrollo. Según Albert O.


Hirschman (1958:5) “el desarrollo no depende tanto de la existencia de combi-
naciones óptimas de recursos y factores de producción como de la capacidad
de encontrar, con la intención de lograr un desarrollo, los recursos y aptitudes
ocultos, dispersos o mal utilizados.”

1.2.2. Género y Capital Social


La necesidad de considerar, en el ámbito del desarrollo, las distintas rea-
lidades de hombres y de mujeres se deriva, básicamente, de la desigualdad.
Los roles que desempeñan hombres y mujeres en los espacios privados y
públicos, sus oportunidades, así como sus recursos disponibles difieren sen-
siblemente, especialmente en los países más atrasados.
La desigualdad entre mujeres y hombres se encuentra presente en la ma-
yor parte del mundo. Para ser más precisos deberíamos hablar, como hace
Sen (2001), de las desigualdades, quien describe las variadas formas que
adoptan y que se presentan como conjuntos de problemas diversos e interre-
lacionados. Sen (2001) distingue siete tipos de desigualdades:
(1) La desigual mortalidad de mujeres y hombres, que se debe a las dife-
rencias en cuanto a la atención sanitaria y a la nutrición. (2) La desigualdad de
natalidad, cuyo origen es la preferencia en las sociedades patriarcales de los
niños sobre las niñas, que da lugar a un sexismo de alta tecnología a través de
los abortos selectivos. (3) Las desigualdades en actividades y servicios básicos,
como el acceso a la educación primaria, el desarrollo de los talentos naturales
o el desempeño de tareas con reconocimiento social. (4) La desigualdad en
oportunidades especiales, como el acceso a la educación superior y la capaci-
tación profesional, que se observa incluso en países desarrollados de Europa y
América del Norte. (5) La desigualdad profesional, que implica mayores obs-
táculos para la promoción de las mujeres, especialmente a puestos de elevada
responsabilidad. (6) La desigualdad en la propiedad: en muchos países las
mujeres tienen un acceso limitado a la propiedad de la vivienda o de las tierras
que trabajan, lo que tiene negativas consecuencias sobre la participación de las
mujeres en actividades comerciales, económicas o sociales. (7) La desigualdad
doméstica, que tiene su origen en las relaciones de género dentro de la familia
o en el hogar: hombres y mujeres desempeñan entonces roles distintos, con
una segmentación de tareas donde las mujeres quedan relegadas al trabajo no
visible y no remunerado del cuidado de la casa y de la familia.
Estas desigualdades inciden directamente sobre el desarrollo humano de
las mujeres, puesto que sus opciones y capacidades se encuentran restrin-

23
CAPITAL SOCIAL, GÉNERO Y DESARROLLO

gidas, feminizando la pobreza. Pero no sólo la equidad y el bienestar de las


mujeres se encuentran afectados por las desigualdades de género. Uno de
sus efectos más generales radica en el coste de oportunidad en el que incurre
el conjunto de la sociedad por la infrautilización de una parte importante de
sus recursos. Es decir, las desigualdades de género tienen un coste en térmi-
nos de eficiencia, de crecimiento y, por supuesto, de desarrollo.
En el presente, los organismos internacionales multilaterales, como el Ban-
co Mundial, las agencias de cooperación internacional, así como otras insti-
tuciones que operan en el ámbito del desarrollo, sitúan el enfoque de género
en un lugar central de sus estrategias de reducción de la pobreza. El trayecto
desde la ‘invisibilidad’ de las mujeres hasta su plena incorporación a las polí-
ticas e intervenciones de desarrollo, ha requerido tiempo, esfuerzo y significa-
tivos cambios. Entre los hitos más destacables de este recorrido se encuentra
la primera Conferencia Internacional sobre la mujer que se celebró en México
en 1975, donde se reconoció la necesidad de disponer de estadísticas sobre la
mujer para la planificación del desarrollo; y la cuarta Conferencia Internacio-
nal, celebrada en Beijing en 1995, que ha representado un importante punto de
inflexión en la consideración de la perspectiva de género en el desarrollo.
En el presente, las agencias de desarrollo aplican, de forma transversal,
la perspectiva de género a sus intervenciones, es decir, la integran en todas
sus fases y dimensiones. En julio de 1997 el Consejo Económico y Social de
las Naciones Unidas (ECOSOC) definió este concepto en los términos si-
guientes: “transversalizar la perspectiva de género es el proceso de valorar
las implicaciones que tiene para los hombres y para las mujeres cualquier
acción que se planifique, ya se trate de legislación, políticas o programas,
en todas las áreas y en todos los niveles. Es una estrategia para conseguir
que las preocupaciones y experiencias de las mujeres, al igual que las de los
hombres, sean parte integrante en la elaboración, puesta en marcha, control
y evaluación de las políticas y de los programas en todas las esferas políticas,
económicas y sociales, de manera que las mujeres y los hombres puedan
beneficiarse de ellos igualmente y no se perpetúe la desigualdad. El objetivo
final de la integración es conseguir la igualdad de los géneros.”
Se puede afirmar que las relaciones que mantienen las perspectivas de
género y de CS son mutuamente necesarias y beneficiosas. Por un lado, por-
que la consideración del CS permite profundizar en las desigualdades de
género, proporcionando estrategias de empoderamiento de las mujeres. Por
otro, porque la perspectiva de género señala de forma rotunda la necesidad
de examinar las desiguales realidades sociales de hombres y de mujeres y,
por tanto, la necesidad de considerar sus respectivos CS. El género es una
construcción social que condiciona el comportamiento de los individuos,
24
Capital Social y género en el análisis del desarrollo

pero que puede modificarse. Esto puede exigir cambios en las normas y en
las leyes, y otros, con frecuencia más difíciles de alcanzar, en los sistemas de
valores y en la cultura que exigen un notable y sostenido esfuerzo.
Pensar el proceso de desarrollo desde las perspectivas del género y del
CS significa rechazar el individualismo metodológico e implica profundizar
en la equidad social, en los procesos participativos, la gobernanza y en las
estructuras relacionales. Significa repensar el propio concepto de desarrollo,
definiéndolo en términos de avances en la equidad, la cohesión y la partici-
pación. Expresado en otros términos: las estrategias de empoderamiento, de
participación y de cambios en las normas son políticas de fomento y modifi-
cación del CS necesarias para lograr un desarrollo que incluya la reducción
de la desigualdad de género. No significa lo anterior que los ámbitos en los
que se precisa actuar para superar la pobreza se limiten a los anteriores, o
que superados éstos se desencadenarán procesos que permitirán alcanzar
los restantes, como la creación de empleo de calidad con elevada productivi-
dad. Ahora bien, sí se quiere destacar que aunque no constituyen condicio-
nes suficientes para el desarrollo, sí son condiciones necesarias que, además,
generan cambios positivos para avanzar de forma más rápida y sostenible.

1.3. EL TRABAJO

1.3.1. Antecedentes, objetivos y equipo de colaboradores


Este libro es uno de los resultados del proyecto A/5828/06 del programa
de cooperación interuniversitario financiado por la Agencia Española de Co-
operación (AECID), ‘Capital Social y desarrollo, con enfoque de género, en
los sistemas productivos pesqueros de la reserva de la biosfera de El Vizcaí-
no (México)’. Previamente, algunos de los investigadores que han realizado
este proyecto habían participado en otros también centrados en el área de El
Vizcaíno; y existían estrechos vínculos entre la Universidad Autónoma Baja
California Sur (México) y la Universidad de Murcia (España), así como entre
éstas y el área de estudio. Téngase en cuenta que entre 1999 y 2003, la AE-
CID desarrolló en la Reserva de El Vizcaíno un ambicioso proyecto integral,
dentro del programa ARAUCARIA, centrado en la cooperación medioam-
biental. Los objetivos específicos de este proyecto fueron dos: contribuir a
la reducción de la pobreza, de la desigualdad social y de la inequidad entre
hombres y mujeres, y promover la conservación y uso sustentable de los
recursos naturales a través de la participación de las comunidades. Entre
esos trabajos previos conviene destacar el diagnóstico socioambiental con
perspectiva de género que realizaron Castorena y Soares (2001). No debe

25
CAPITAL SOCIAL, GÉNERO Y DESARROLLO

sorprender, por tanto, que con estos precedentes prendiera la idea de reali-
zar un proyecto de investigación interuniversitario que intentara abordar el
examen interdependiente de la tríada género, CS y desarrollo con una pers-
pectiva tanto teórica como empírica.
El objetivo general del proyecto ha consistido en la valoración del CS
de los Sistemas Productivos Pesqueros de El Vizcaíno, con un enfoque de
género, y la provisión de recomendaciones a los principales actores del sis-
tema para la mejora del CS y la promoción de un desarrollo endógeno. En
relación al género, se consideró como hipótesis de partida la conexión entre
la estructura económica del sistema con una estructura patriarcal caracteri-
zada por unas relaciones de dominación y subordinación. Por esta razón, un
objetivo específico ha sido conocer los procesos de estructuración entre el
trabajo productivo y el reproductivo, así como la interacción entre el espacio
público y privado de las mujeres y hombres de la región. Respecto al CS se
consideró que en los sistemas productivos pesqueros su explotación y cali-
dad eran limitados, existiendo oportunidades para promover el desarrollo
de las comunidades y, en general, de la región. Otro objetivo, excesivamente
ambicioso, ha sido desarrollar una metodología de valoración del CS con el
fin de mejorar el proceso de evaluación de los proyectos.
El equipo que ha realizado el proyecto en el que se sustenta este trabajo
ha sido coordinado por el autor de este capítulo y ha estado formado por
investigadores y profesores mexicanos y españoles. Por parte de la Univer-
sidad de Murcia han participado la doctora Lola Frutos Balibrea, del depar-
tamento de Sociología, la doctora María Semitiel García del departamento
de Economía Aplicada, y la licenciada en sociología y alumna de doctorado
Victoria Aragón García. Por parte de la Universidad Autónoma Baja Califor-
nia Sur (UABCS), el equipo ha sido liderado por la doctora Lorella Castore-
na Davis, participando María Giménez Casalduero, abogada especialista en
derecho ambiental y pesca y Rafael García Vizcaíno, éste último adscrito al
campus de Guerrero Negro. También ha formado parte del equipo de trabajo
la bióloga marina Gabriela Valle Meza, adscrita al Centro de Investigaciones
Biológicas del Noroeste (CIBNOR) de Guerrero Negro. Es necesario destacar
y agradecer la activa participación y colaboración de los profesores del cam-
pus de Guerrero Negro de la UABCS Martha Aurelia Castillo Romero, Raúl
Ceseña Galván y Elva Ruiz Viramontes. Y de las alumnas Leonor González
Garnés y Marta Serrano Rodríguez, de la Universidad de Murcia. La partici-
pación de estos profesores y alumnas ha sido especialmente relevante en la
realización del trabajo de campo. Una mención especial merece Liliana Edith
Lyle Fritch, coordinadora del campus de Guerrero Negro, quien ha realizado
una labor importantísima en la logística del trabajo de campo realizado en
26
Capital Social y género en el análisis del desarrollo

la zona. Por último, queremos agradecer a los protagonistas de este trabajo,


a las mujeres y a los hombres que trabajan en la pesca, a sus instituciones,
especialmente a las cooperativas pesqueras y a los permisionarios, su buena
disposición a recibirnos, a responder a nuestras preguntas y a mostrarnos
sus diversas actividades. A ellos está dedicado nuestro trabajo.

1.3.2. Presentación
Este libro contiene dos partes diferenciadas. La primera, integrada por cua-
tro capítulos, es principalmente teórica y presenta las reflexiones metodoló-
gicas sobre las perspectivas de redes, del CS y del género. La segunda parte
contiene los capítulos que tienen por objeto el análisis social y económico del
área, y que han utilizado fuentes primarias y secundarias de información.
En el capítulo 2 se ofrece una reflexión metodológica sobre la perspecti-
va relacional y se introducen los conceptos de CS y de Sistema Productivo.
Precisamente un primer objetivo consiste en demostrar la necesidad de in-
cluir los aspectos sociales y relacionales en el análisis económico. El estudio
teórico del CS, a diferencia del ofrecido en este capítulo, se centra en el que
interesa principalmente a las empresas, sus organizaciones y a los sistemas
productivos. Por ello se explica cómo, a través del CS, se puede incrementar
la eficiencia y mejorar los procesos de innovación. La introducción del con-
cepto de CS en el debate de las políticas económicas y en las reflexiones téo-
ricas, sobre el funcionamiento de un sistema económico, tiene significativas
consecuencias. Esta cuestión se aborda en la parte final, donde se ofrece una
reflexión sobre las propuestas privadas y públicas que pueden fomentar el
desarrollo endógeno a partir del CS.
El tercer capítulo parte de una reflexión teórica del sistema de género,
como perspectiva crítica, que ha sido aplicada al estudio del desarrollo. El
punto de partida es la relación asimétrica y desigual entre mujeres y hom-
bres, es decir, de las relaciones sociales de género que estructuran el mundo
productivo y el espacio doméstico, en una relación de dominación/ subor-
dinación. La perspectiva de género constituye una categoría analítica que
permite visibilizar una dimensión de la desigualdad –entre mujeres y hom-
bres- de forma relacional, como ocurre en otras dimensiones colectivas de la
desigualdad social. La perspectiva de género aplicada al desarrollo visibiliza
a las mujeres respecto a la pobreza y a la participación social y política y
conlleva un elemento de transformación social a través de la equidad. Los
estudios realizados con esta perspectiva han influido en numerosas institu-
ciones, introduciéndose nuevos indicadores que intentan medir la desigual-
dad entre mujeres y hombres. La búsqueda de nuevos indicadores apunta
27
CAPITAL SOCIAL, GÉNERO Y DESARROLLO

hacia la inclusión del actor social, poniendo en interacción tanto el mundo


de la producción como el de la reproducción, y destacando la necesidad del
análisis conjunto de los subsistemas familiar y del empleo.
El cuarto capítulo constituye una tentativa de integración del CS y el gé-
nero en los proyectos de desarrollo. La desigualdad de género se construye
a partir de las relaciones primarias y básicas del CS (relaciones personales,
familiares) que se reproduce en otras dimensiones sociales, limitando el pro-
pio CS y el desarrollo. La integración del CS en el Enfoque del Marco Lógico
(EML) representa una mejora metodológica al incorporar una dimensión bá-
sica del desarrollo que debe impregnar todas las fases del ciclo del proyecto.
El CS es un recurso que se genera y se transforma a partir de las actividades
que se llevan a cabo en los proyectos. La presencia de este recurso es inde-
pendiente de que el planificador lo considere o no. Por ello se puede afirmar
que, en general, el CS condiciona siempre los resultados de los proyectos.
La traslación del CS al ámbito de la cooperación al desarrollo tiene conse-
cuencias sobre dos dimensiones básicas que serán objeto de reflexión: por
un lado, la agenda de la cooperación; por otro, la dimensión, mucho más
acotada, de la formulación y gestión de los proyectos de desarrollo. El CS
modifica la agenda de la cooperación al desarrollo porque implica cambios
sustanciales en las ponderaciones de los objetivos o prioridades de la política
de cooperación, así como porque puede justificar la introducción de nuevos
objetivos. La aplicación del CS al ámbito de la formulación y gestión de pro-
yectos también promueve significativos cambios que pueden afectar a todas
las fases del ciclo del proyecto, desde la formulación a la evaluación. El estu-
dio del CS debería constituir un requisito previo de cualquier intervención.
En particular, porque a través de la consideración del CS ex-ante se fortalece
sensiblemente el proceso de planificación y, al considerar el CS ex-post se
fortalece el proceso de medición de sus resultados.
El capítulo quinto principia la parte empírica de este libro. Su objetivo es
presentar una somera descripción de los principales rasgos del territorio, la po-
blación y la economía de la Región Pacífico Norte y de la población de Guerre-
ro Negro, dos microrregiones de la Reserva de la Biosfera de El Vizcaíno. Esta
Reserva, localizada en la Baja California Sur, México, es un área muy singular
caracterizada por la aridez de sus tierras y la riqueza del mar. Las dos regiones
objeto de estudio constituyen dos grandes zonas pesqueras con características
sensiblemente diferentes. En la región del Pacífico Norte, la pesca constituye la
principal actividad generadora de rentas y de empleo, organizada en coopera-
tivas que tienen concesiones de explotación de zonas delimitadas en régimen
de exclusividad. En el área de Guerrero Negro la actividad pesquera no consti-
tuye su principal fuente de riqueza, sino la extracción de sal, puesto que allí se
28
Capital Social y género en el análisis del desarrollo

encuentra la empresa Exportadora de Sal, la primera del Mundo. Un objetivo


principal de este capítulo es aportar los elementos históricos y contextuales
que contribuyan a la comprensión de la situación que ocupan las mujeres, con
relación a los hombres, en los sistemas productivos pesqueros predominantes
en el área de estudio. Al mismo tiempo se abordarán los aspectos condicionan-
tes, positivos o negativos, para la creación de CS de las mujeres directamente
involucradas en estos sistemas productivos.
En el sexto capítulo, se encuentra la visión, tan necesaria y complemen-
taria, que proporciona el examen del marco regulador de la actividad pes-
quera, integrado por el conjunto de normas, leyes e instituciones. Uno de
sus rasgos destacados es el carácter cambiante de las instituciones pesqueras
y de las reglas jurídicas aplicables a la pesca. Otro, es que recientemente se
ha iniciado un proceso de regionalización de las competencias pesqueras, lo
que implica una participación de los tres niveles principales de gobierno. La
debilidad institucional ha incentivado un elevado grado de organización del
sector, a través de sociedades cooperativas principalmente. Las organizacio-
nes pesqueras del Pacífico Norte constituyen un ejemplo, a nivel mundial,
de buen manejo de los recursos naturales.
En el séptimo capítulo de este trabajo se presenta un estudio, desde una
perspectiva estructural, de los dos sistemas productivos pesqueros de El Viz-
caíno. Sus objetivos principales son examinar las características de ambos
sistemas productivos, analizar el CS y la confianza de las cooperativas y de
los sistemas a los que pertenecen; relacionar la caracterización del CS de cada
sistema con el desarrollo local, fundamentalmente a través de la educación;
estudiar el impacto del CS en el desarrollo endógeno de la región y presentar
diferentes estrategias para las instituciones empresariales y no empresariales
que favorezcan el desarrollo. Para analizar el CS y la confianza se propone
una serie de indicadores, a partir de Burt (2001) y Putnam (2002). La infor-
mación se ha obtenido de encuestas y entrevistas cuyos guiones aparecen en
el anexo. Uno de los resultados que se puede destacar es la infrautilización
del CS, que en general es elevado, por parte de las cooperativas. Las estrate-
gias derivadas de este estudio suponen la implicación directa de las coope-
rativas, de sus asociaciones y de las instituciones públicas, y darían lugar a
una modificación del CS de la región.
En el capítulo ocho se presentan los principales resultados del análisis de la
relación Género y CS en los sistemas productivos pesqueros objeto de estudio.
La idea, que ya señalara Bourdieu, de que el CS no puede ser estudiado sin
abordar la desigualdad, ha sido una motivación constante de este trabajo. La
debilidad del CS formal de las mujeres dificulta su inserción en ambos sistemas
productivos, mientras que, en el ámbito familiar y comunitario, ellas ocupan
29
CAPITAL SOCIAL, GÉNERO Y DESARROLLO

una posición central en las redes informales. La persistencia de estereotipos,


que lógicamente pueden ser modificados, representa un importante obstáculo
para que las mujeres puedan explotar sus capacidades. El empoderamiento
de las mujeres constituye una estrategia para superar las situaciones de des-
igualdad y propiciar cambios en las normas y en los roles que la sociedad les
asigna. A partir de un estudio de caso, basado en una cooperativa de mujeres
dedicada a la acuicultura, se explora la relación entre CS, género y desarrollo.
Y a partir de una encuesta dirigida a mujeres estudiantes de Pacífico Norte, se
ha podido comprobar la existencia de algunos cambios en las actitudes de la
población respecto a la actividad pesquera. Estos cambios en las condiciones
sociales y culturales pueden propiciar, en un futuro cercano, una inserción,
en los sistemas productivos pesqueros, más equitativa y favorable para las
mujeres.

1.4. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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Capital Social y género en el análisis del desarrollo

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CAPITAL SOCIAL, GÉNERO Y DESARROLLO

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32
CAPÍTULO 2

CAPITAL SOCIAL Y DESARROLLO ECONÓMICO

María Semitiel García y Pedro Noguera Méndez

2.1. INTRODUCCIÓN

Considerar la función que desempeña el Capital Social (CS) en el desa-


rrollo implica situarlo en el ámbito de una de las cuestiones más importantes
y centrales de la economía. La aportación fundamental de la perspectiva del
CS consiste en reintroducir el contexto social en el análisis económico. Esto
implica un sensible cambio en la concepción sobre los procesos y los factores
del desarrollo. El CS es, en el presente, ampliamente reconocido como un
recurso que impulsa el desarrollo. En este trabajo se examina el concepto
de CS y se explica con detalle cómo promueve, a través de los procesos de
producción e innovación, el desarrollo. Para ello es necesario adoptar una
perspectiva sistémica que considere la complejidad del entramado socioeco-
nómico en el que participan numerosos y diversos actores. Estos individuos
e instituciones pueden fomentar, o limitar, en el seno de los sistemas produc-
tivos, el uso del CS como un factor del desarrollo.
La estructura de este capítulo sigue una secuencia desde lo más general
(planteamiento epistemológico), hasta niveles más concretos y particulares
(sistemas regionales de innovación). Se inicia con una reflexión metodoló-
gica sobre la perspectiva relacional, que es confrontada con la visión indi-
vidualista y desocializada de la economía ortodoxa. Se introducen los con-
ceptos de CS y Sistema Productivo, con una breve revisión de la literatura.
A continuación se explica el efecto del CS en la eficiencia. Esto se realiza a
partir de conceptos de las teorías sociológicas y de las organizaciones, y se
analiza la estructura que subyace a los procesos de desarrollo. El apartado
que sigue se dedica al examen de los procesos de producción e innovación,

33
CAPITAL SOCIAL, GÉNERO Y DESARROLLO

que se integran en otros, más amplios, de desarrollo. Para finalizar se ofrece


una reflexión sobre las propuestas privadas y públicas que se pueden im-
plantar para fomentar el desarrollo endógeno a partir del CS.

2.2. LA PERSPECTIVA DE REDES EN ECONOMÍA. EL CONCEPTO DE


CAPITAL SOCIAL

2.2.1. La perspectiva de redes en economía


El análisis económico ortodoxo incluye entre sus fundamentos teóricos el
supuesto de que los agentes económicos, consumidores o productores, son
individuos racionales que intentan maximizar su interés. Se asume, además,
que los agentes son independientes y, por tanto, una concepción atomizada
de la acción humana. En esta teoría están ausentes, según Bordieu (1998), la
sociedad y la historia. El concepto de interés es central y uno de los más con-
trovertidos de la economía contemporánea. El homo economicus, que subyace
a la economía del bienestar, es un individuo aislado que únicamente busca
su propio interés; que elige libre y racionalmente entre estrategias alternati-
vas tras haber calculado los costes y beneficios, e ignora los causados a otras
personas y a la sociedad (Hirschman, 1989). La elusión de las relaciones so-
ciales niega, desde su nivel más básico –las relaciones personales- la impor-
tancia del contexto social en la adopción de decisiones.
A nivel micro, el análisis económico tradicional se centra en el estudio
de las características de los agentes económicos. La no consideración de las
relaciones personales tiene importantes consecuencias en los estudios ma-
croeconómicos, puesto que proporciona argumentos para cuestionar el plan-
teamiento metodológico y, por tanto, el análisis y sus conclusiones.
En la tabla 2.1 se presenta un resumen comparativo de las principales ca-
racterísticas que diferencian la perspectiva ortodoxa de la relacional. El enfo-
que de redes implica llevar a cabo un análisis multidisciplinar que considera
el contexto social, geográfico, histórico y político. En la economía ortodoxa
las instituciones, el territorio y el contexto son obviados.
Mediante la adopción de una visión estructural el análisis es localizado
y no generalizable, incluye la cultura y el marco institucional, y no sólo las
características económicas, y considera a los actores sociales interdependien-
tes, en vez de agentes independientes. Los actores tienen propósitos, mo-
tivaciones sociales y económicas, y sus acciones están influidas por su red
de relaciones que, a su vez, evoluciona con dichas acciones. Por lo tanto, es
necesario tener un conocimiento amplio sobre la cultura y las instituciones,

34
Capital Social y desarrollo económico

lo que obliga a realizar análisis localizados del complejo concepto de desa-


rrollo, considerando la relevancia del territorio. Por el contrario, la economía
neoclásica sólo examina variables económicas y agentes independientes, de-
duciendo resultados generalizables sobre el concepto, mucho más limitado,
de crecimiento.

Tabla 2.1. Perspectiva ortodoxa versus perspectiva relacional


Perspectiva ortodoxa Perspectiva relacional
Atributos Relaciones
Generalizable Localizado
Características económicas Cultura e instituciones
Crecimiento Desarrollo
Agentes independientes Actores interdependientes

El planteamiento epistemológico en el que se sostiene este trabajo precisa


de una metodología como el Análisis de Redes Sociales (ARS), que implica
una visión estructural,7 que no es reduccionista ni individualista, sino holís-
tica e interdisciplinar. De esta manera, es posible realizar un análisis multi-
disciplinar del desarrollo considerando simultáneamente las contribuciones
de la economía y de la sociología. El concepto de embeddedness (Granovetter,
1985) permite la coordinación de ambas disciplinas: todos los comporta-
mientos, incluidos los económicos, están insertos (embedded) en redes de re-
laciones inter-personales y, en consecuencia, no es posible ofrecer adecuadas
explicaciones o análisis sin considerar esas redes. Según Uzzi (1996), el análi-
sis ortodoxo elude el carácter embedded de la economía porque las relaciones
sociales llegan a ser un factor inoportuno causante de ineficiencias. De la
misma manera, para Granovetter (1985) la economía neoclásica ha tratado,
ocasionalmente, las relaciones sociales como un elemento de resistencia que
genera fricciones y, por tanto, dificulta el funcionamiento de los mercados
competitivos. Para Coleman (1988) el concepto de embeddedness permite in-
troducir las relaciones y organizaciones sociales en el análisis de los sistemas
económicos. Las estructuras sociales no sólo realizan una función económi-
ca, sino que tienen una historia y una continuidad, proporcionando un efec-
to independiente sobre el funcionamiento de estos sistemas.
La posición de los agentes en esas estructuras constituye un elemento cla-
ve puesto que les proporciona oportunidades y también restricciones. Ade-
más, la forma de la red tiene notables efectos sobre los procesos de intercam-
bio, evolucionando a partir de las interacciones que tienen lugar en su nivel
7 Algunos autores, como Nohria (1992), Emirbayer y Goodwin (1994), Degenne y Forsé
(1999) y Wasserman y Faust (1999), califican el ARS como un paradigma.

35
CAPITAL SOCIAL, GÉNERO Y DESARROLLO

más elemental. Se puede concluir, por tanto, que la estructura relacional de


una red es un recurso que emerge de ella, disponible para su explotación en
beneficio del individuo y del grupo. Este recurso estructural es el Capital
Social (CS), que está presente en todas las redes, independientemente de su
tamaño o ámbito: todas las relaciones o estructuras sociales y económicas
facilitan alguna forma de CS. Coleman (1988) propone el uso del concepto
de CS, para incluir la estructura social en el análisis económico, partiendo de
una teoría de la acción racional. De esta manera, cada actor controla determi-
nados recursos, entre los que se encuentra el CS, disponibles para alcanzar
sus intereses y mejorar su bienestar.
El concepto de CS, que se analizará más detenidamente en el siguiente
epígrafe, permite el encuentro entre la teoría sociológica y el análisis econó-
mico y es un recurso tanto individual como colectivo, que puede tener un
impacto positivo en el bienestar personal y en el desarrollo comunitario.

2.2.2. Los conceptos de Capital Social y sistema productivo


El concepto de CS ha sido revisado en numerosos y excelentes traba-
jos (Grootaert, 1998; Lin, 2001; Lin et al 2001; Woolcock, 2001, Vargas, 2002;
Grootaert y van Bastelaer, 2003), y ha sido objeto de una gran atención por
parte de instituciones internacionales como la OCDE o el Banco Mundial
que han reconocido su importancia desde la perspectiva del desarrollo eco-
nómico, promocionando y financiando su estudio.8 Por ello la presentación
de este concepto será breve, justamente la necesaria para relacionarlo con los
sistemas productivos.
El CS es definido por Putnam (2001) como las redes sociales y las normas
de reciprocidad asociadas a ellas, que varían sistemáticamente en el tiempo
y el espacio. Woolcock (2001) indica que el CS se refiere a las normas y redes
que facilitan la acción colectiva, y Adler y Kwon (2000) lo definen como la
suma de los recursos disponibles por los individuos o los grupos en virtud
de sus posiciones en la estructura, más o menos duradera, de relaciones so-
ciales. Por último, la definición de la OCDE es la siguiente: redes y normas,
valores y conocimientos compartidos que facilitan la cooperación entre gru-
pos o dentro de los grupos.
El concepto de Sistema Productivo propuesto por Wilkinson (1983) y
aplicado en este trabajo, se define como un sistema creado en el tiempo por
8 El Banco Mundial puso en marcha en 1996 ‘The Initiative on Defining, Monitoring and
Measuring Social Capital’ (Social Capital Initiative). La OCDE también ha promovido la inves-
tigación del CS, como muestran numerosos trabajos entre los que se encuentra Helliwell (ed.,
2001) The Contribution of Human and Social Capital to Sustained Economic Growth and Well-Being.
International Symposium Report, OECD.

36
Capital Social y desarrollo económico

interacciones complejas de naturaleza técnica, económica, social y política.


Las características de los sistemas (desde los más simples, que tienen en
cuenta vínculos elementales, a los más complejos en los que están insertos
los anteriores) son diferentes dependiendo de sus contextos geográfico, po-
lítico, histórico, económico y social, y evolucionan con ellos. Para considerar
la complejidad de los sistemas y su embeddedness, se hace necesario limitar el
nivel de abstracción del análisis y acotar el ámbito de estudio. Esto es espe-
cialmente relevante porque el análisis estructural debe ser sistémico, holísti-
co e interdisciplinar.
La Figura 2.1. ofrece una representación esquemática de los niveles mi-
cro, meso y macro de los sistemas socio-económicos. A nivel microeconó-
mico la acción es realizada por los individuos, que pueden formar parte de
empresas y de otras instituciones. Las empresas son las unidades básicas de
producción y desarrollan su actividad a través de sus relaciones personales
internas (estructura organizativa) y de los vínculos comerciales que man-
tienen entre ellas, conformándose así los sistemas de producción (Storper y
Harrison, 1991). Las decisiones de las empresas están influidas por relacio-
nes que no son exclusivamente técnicas y por instituciones no empresariales.
El concepto de sistema productivo permite considerar todas las relaciones
anteriores puesto que, además de las relaciones formales e informales entre
individuos y empresas (sistema de producción), incluye las mantenidas con
otras instituciones públicas y privadas (Asheim y Dunford, 1997; Lawson,
1999). La inclusión de las restantes instituciones permite conformar estruc-
turas socio-económicas regionales o locales completas.

Figura 2.1. Sistema Productivo: niveles y estructuras micro, meso y macro

Estructura socio-económica

Sistemas productivos

Sistemas de Producción

Empresa Empresa
Empresa

Institución Institución

37
CAPITAL SOCIAL, GÉNERO Y DESARROLLO

El estudio de los sistemas productivos, y de su relación con el territorio,


implica el conocimiento de sus estructuras y, por tanto, de su CS. El CS es
la base sobre la que se construyen las redes (mercantiles y de otro tipo) de
las empresas y del resto de instituciones, en función de la calidad, cantidad
y naturaleza de las relaciones. Su estudio permite mejorar la evaluación del
desarrollo local y el diseño de políticas que lo promuevan.

2.2.3. El Capital Social en el análisis económico


Existen numerosos trabajos que han examinado la relación, positiva, entre
CS, crecimiento y desarrollo a nivel macroeconómico (Helliwell y Putnam,
1995; La Porta et al, 1997; Zak y Knack, 2001; Dasgupta y Serageldin, 2005).
También es posible encontrar estudios micro que presentan una relación po-
sitiva entre CS y desarrollo en ámbitos y zonas concretas (Varshney, 2000 en
la India; Gibson, 2001 en Rusia; Casson y Della Giusta, 2004 en México).
En el ámbito del análisis económico los diversos trabajos sobre CS mues-
tran el efecto positivo de dicho recurso a través de factores como la inno-
vación, la educación, la salud, la reducción en la desigualdad distributiva,
la inversión, la confianza, la calidad institucional y la reducción de la con-
flictividad, del riesgo y de la incertidumbre. También se ha incluido como
una preferencia individual que influye en la maximización de la utilidad
(Becker, 1996) y de la utilidad esperada (Swain, 2003). Knack y Keefer (1997)
utilizan la confianza como una variable proxy del CS; Helliwell y Putnam
(1995) relacionan el mayor crecimiento de las regiones septentrionales de
Italia con la existencia de una comunidad civil más desarrollada y Putnam
(1993) muestra la relación positiva entre CS y éxito económico. La Porta et
al (1997), OCDE (2001) y Knack (2001) indican la existencia de una relación
directa entre el CS y diversos factores de desarrollo, como la educación, la
igualdad del ingreso y la inversión.
Todos los análisis (ortodoxos y heterodoxos, micro y macro) permiten
concluir que el CS incide en el progreso y en el desarrollo económico y con-
diciona los resultados de las instituciones públicas y privadas, empresariales
y no empresariales. Al igual que los capitales físico y humano, el CS es causa,
y también resultado, del desarrollo.
Desde la perspectiva relacional, la incidencia económica del CS depende
de su cantidad y de su calidad y actúa con intensidad variable en función de
la estructura del sistema. El gasto en CS es una inversión, que puede propor-
cionar ventajas a individuos y a grupos en la consecución de sus fines.9 Se-
9 Según Putnam (1993, p. 6) dónde vives y a quién conoces –el capital social al que puedes
recurrir- ayuda a definir quién eres y por tanto a determinar tu destino

38
Capital Social y desarrollo económico

gún Putnam (1993) el CS aumenta los beneficios de las inversiones en capital


físico y humano incrementado, por tanto, la productividad. La productivi-
dad del trabajo, del capital físico y de los recursos naturales es mayor cuando
en las organizaciones existe un elevado CS, implantándose estructuras con
intensas y estratégicas relaciones. Ejemplos exitosos se encuentran en las es-
tructuras organizativas de empresas japonesas, los sistemas productivos de
Silicon Valley y los distritos industriales del norte de Italia, entre otros.
La interacción positiva entre CS y Capital Humano (CH) se ha explicado
a través de diversos mecanismos, en términos teóricos y empíricos. Helliwell
(2001) concluye que tanto la confianza como la participación (indicador de
conectividad) muestran una relación positiva con valores absolutos y rela-
tivos de educación.10 La relación entre CS y CH es bidireccional (Lin, 1999).
Por un lado el CH impulsa al CS: según Putnam (2004) el mejor predictor
de un CS elevado es, simplemente, el número de años de educación formal.
Esto se debe, entre otras causas, a que las personas más educadas tienen
redes sociales más amplias, profundas y fuertes, y participan más en la vida
social, comunitaria y política. El CS impulsa la participación cívica y la cohe-
sión social, que son otras dimensiones del proceso educacional. Por ello, las
generaciones más jóvenes deben estar equipadas, no sólo de capacidades in-
telectuales y de conocimiento, si no también de capacidades para mantener
relaciones diversas y de trabajo en equipo.
Por otra parte, Coleman (1988) muestra, teórica y empíricamente, que
el CS a nivel familiar y comunitario provoca un aumento del CH de las ge-
neraciones más jóvenes, de manera que el CS familiar es un recurso para la
educación de los hijos, igual que el capital financiero y el CH. La OCDE ha
presentado diversos documentos que estudian la interacción entre CS y CH.
El contexto social de la educación está constituido por espacios de aprendi-
zaje muy diversos: familia, instituciones educativas, lugar de trabajo, diver-
sas organizaciones, comunidad. La educación en estos espacios incluye el
conocimiento compartido, el trabajo en equipo, normas de comportamiento
y valores que pueden impulsar la cohesión, la confianza y la solidaridad en
los grupos y entre grupos. En comunidades con una elevada cohesión (alto
CS interno) el aprendizaje, especialmente a nivel escolar, es mayor. El efecto
del CS en el CH de los adultos y en instituciones no educativas también es
positivo y aumenta la productividad. Un ejemplo es la mejora proporciona-
da por el CS en la capacidad para asimilar las nuevas tecnologías por parte
de los individuos.

10 Helliwell (2001) discute los trabajos que relacionan CS y educación al analizar la rela-
ción existente entre CS y bienestar, puesto que la educación forma parte de los indicadores de
bienestar.

39
CAPITAL SOCIAL, GÉNERO Y DESARROLLO

Debido a que el CS impulsa el CH y el capital físico, permite el logro de


ciertos fines que de otro modo no podrían alcanzarse. En el presente, el CS
se reconoce como un factor crucial para el desarrollo económico y las estra-
tegias de creación y fortalecimiento del CS se han incorporado a las políticas,
públicas y privadas, de desarrollo, aunque parcialmente.
La integración del CS en la agenda política precisa de su valoración. Sin
embargo, su medición se encuentra, todavía, en una de las primeras fases de
la investigación y plantea difíciles retos metodológicos, mayores que para
los otros tipos de capital. No obstante, algunas cuestiones se encuentran
suficientemente consensuadas.11 Una de ellas es que para conocer el CS de
una institución o de un sistema socioeconómico es necesario estudiar las es-
tructuras de sus redes. Algunos autores recomiendan examinar visualmente
las redes; otros sugieren relacionar el CS con las medidas tradicionales del
ARS.12 Krackhardt (1992) y Burt (2000) proponen medidas basadas en al-
gunas características estructurales de la red (tamaño, densidad, jerarquía,
centralidad). Burt (2000) muestra gráficamente diferentes estructuras con di-
versos niveles de CS para su comparación con otras redes. De acuerdo a su
tipología, la red con más CS tiene un mayor número de relaciones entre sus
miembros (elevada densidad) y ligazones estratégicas no redundantes con
miembros de otras redes.
La aplicación del análisis del CS al estudio del desarrollo regional o de
sistemas productivos concretos, puede iniciarse a partir de las relaciones
más básicas (micro), y ampliarse a un nivel macro, tal y como se ha mostrado
en la Figura 2.1. Cuando el estudio se centra en la estructura organizacional,
puede examinarse el nivel de cohesión interna de las diversas instituciones
y proceder a la identificación de los individuos, o departamentos, con una
posición estratégica para la transmisión de información y de conocimiento
entre distintos grupos. Posteriormente, en un nivel meso, pueden analizarse
los actores que se relacionan con otras organizaciones. En el nivel macro,
pueden estudiarse las relaciones de los grupos de organizaciones, e incluso
de las ramas productivas que se integran en una cadena de valor específica,
con sistemas y agentes externos. En los distintos niveles (micro, meso y ma-
cro) las relaciones sociales pueden ser formales e informales, y pueden refe-
rirse al comercio, la confianza, las normas, la información, el conocimiento,
la tecnología, etc.
11 El consenso ha sido alcanzado por los estudios heterodoxos que ponen el énfasis en la
estructura social. Para el análisis ortodoxo la solución ha consistido en el uso de la información
disponible de variables macroeconómicas, que se usan como proxies del CS, como es el caso de
la confianza.
12 En este sentido, el ARS dispone de conceptos y herramientas consolidados para analizar
patrones relacionales, siendo muy conveniente su aplicación en este contexto.

40
Capital Social y desarrollo económico

Aunque el CS sea considerado, cada vez más, como un recurso con carac-
terísticas peculiares, capaz de incidir significativamente en el desarrollo, su
relevancia y funcionalidad no están unánimemente aceptados. Influyentes
economistas han expresado sus críticas. Solow (2000) ha señalado que se tra-
ta de un concepto vagamente formulado y Arrow (2000), niega la posibilidad
de que se pueda considerar un factor productivo y solicita el abandono de la
metáfora del CS, así como del propio término.
Desde nuestro punto de vista, la mayor parte de las críticas y resisten-
cias a la aceptación del concepto de CS responden a sus, todavía, insuficien-
tes fundamentos teóricos, que tienen como resultado un concepto, a veces,
vago, complejo y difícilmente manejable. Temple (2001) afirma que hay una
larga tradición económica según la cual algo no se comprende totalmente
mientras no se pueda medir y el concepto de CS presenta problemas serios
de definición y mucho mayores de medición. Otra de las causas de la resis-
tencia a este concepto, por parte de numerosos economistas neoclásicos, es
su dificultad para hacerlo operativo en los modelos.13 Pero existen ya medi-
das, como los valores de confianza, o indicadores complejos propuestos en
diversos trabajos, que han sido utilizados en las estimaciones de funciones
de producción (Whiteley, 2000). Sin embargo, otros investigadores defienden
que lo más urgente e importante no es disponer de precisas cuantificaciones.
En este sentido, Vargas (2002) sugiere que se le dediquen menos recursos y
voluntades al desarrollo de índices universales y más interés al estudio de
las formas de interacción social, a los mecanismos, a las relaciones con el sis-
tema institucional y a la incidencia de las externalidades sobre la eficiencia
y la equidad.
La consideración, por parte del análisis económico, de la estructura social,
no es un asunto baladí, puesto que afecta a aspectos básicos de su concepción
y de su metodología. El objetivo de la microeconomía es el estudio de los pro-
cesos de asignación de recursos escasos para usos alternativos. En otras pala-
bras, la microeconomía debería ser, principalmente, una investigación filosófi-
ca acerca de los procesos dinámicos de asignación de los recursos (Gravelle y
Rees, 1981). Procesos en los que la estructura relacional, que permite los flujos
de información y de conocimiento, desempeña un papel crucial. Los indivi-
duos inician sus asignaciones de recursos con elecciones de combinaciones de
factores o bienes que probablemente no son las óptimas. Existe un proceso de

13 Expresado en palabras de Bourdieu (1998) estos economistas confían en modelos que


casi nunca tienen ocasión de someter a test de verificación experimental y les hace mirar con
desprecio los resultados de las otras ciencias históricas, que a su vez no reconocen la pureza y
la transparencia cristalina de sus juegos matemáticos, cuya verdadera necesidad y profunda
complejidad son a menudo incapaces de comprender.

41
CAPITAL SOCIAL, GÉNERO Y DESARROLLO

ensayo y error para encontrar la solución más eficiente. Los costes de transac-
ción derivados de este proceso pueden reducirse sensiblemente a través de las
informaciones y experiencias de otros agentes, debido a que los procesos de
asignación de recursos no son estrictamente individuales. Los actores adop-
tan sus decisiones junto a otros individuos, como sucede, por ejemplo, con
numerosas decisiones en el seno de las familias o de las empresas que siguen
estrategias de coordinación con otras empresas. Si se acepta la relevancia del
CS, se debería considerar la necesidad de revisar los fundamentos teóricos de
la economía, del funcionamiento de los mercados como institución básica del
sistema económico y, por tanto, de cuestiones fundamentales como el consu-
mo, la producción y el progreso técnico.

2.3. CAPITAL SOCIAL Y EFICIENCIA

2.3.1. El Capital Social en la teoría sociológica y en el análisis de las


organizaciones
En este epígrafe se explicará la relación positiva entre CS y desarrollo a
través de la mejora de la eficiencia de las instituciones y de los sistemas pro-
ductivos. Para ello es necesario hacer uso de diversos conceptos y categorías
de la teoría sociológica y del análisis de las organizaciones. A partir de la Fi-
gura 2.2., y antes de analizar la relación CS-eficiencia-desarrollo, se examina
cómo se relacionan e identifican los conceptos propuestos, con un propósito
similar, por diferentes disciplinas.

Figura 2.2. Teorías sociológica y organizacional y Capital Social

CS bonding CS bridging Putnam (2002) Teoría Sociológica

Closure Brokerage
Teoría Organizacional
Burt (2001)

Agujeros estructurales Puentes

Granovetter (1973) Relaciones débiles Teoría Sociológica

42
Capital Social y desarrollo económico

Putnam (2002) ofrece, desde la teoría sociológica, una clasificación del


CS que incluye las categorías bonding y bridging. La primera de ellas hace
referencia a las relaciones mantenidas entre personas similares en aspectos
importantes (etnicidad, edad, sexo, clase social). La segunda se refiere a las
redes sociales de personas diferentes y genera efectos externos positivos. Es
posible establecer una relación directa entre la categoría bonding de CS y la
estructura de red closure, presentada por Burt (2001) dentro del análisis de
las organizaciones. El CS se crea, en esta estructura, a partir de una red de
elementos fuertemente interconectados en la que existe una elevada confian-
za, que proporciona estabilidad, y un riesgo relativamente bajo asociado a la
cooperación. Del mismo modo el CS bridging guarda una relación directa con
el mecanismo brokerage, que implica el establecimiento de conexiones entre
grupos e impulsa el crecimiento económico y la adopción de innovaciones.
En las redes sociales hay agujeros estructurales (Burt, 2001), que pueden
definirse como relaciones potenciales inexistentes, que dificultan los flujos de
información y constituyen una oportunidad para incrementar la eficiencia.
A través de las conexiones entre grupos (brokerage) se aprovechan estos agu-
jeros. Para ello es necesario, en primer lugar, su identificación y, en segundo
lugar, el establecimiento de puentes que permitan el acceso a información no
redundante. Los puentes permiten establecer vínculos con terceros y pue-
den ser la única ruta por la que fluye información entre actores o grupos
relacionados indirectamente. Todos los puentes son relaciones débiles que
ligan grupos diferentes. Por tanto, las relaciones débiles, definidas desde la
teoría sociológica por Granovetter (1973), son cruciales para la innovación,
la eficiencia y el desarrollo.
La relación directa establecida entre los conceptos sociológicos y organi-
zacionales es importante, porque permite profundizar en el estudio de las
estructuras y en su relación con el desarrollo. La visión económica centra el
análisis en el comportamiento de las organizaciones empresariales y busca
propuestas que permitan influir en la eficiencia de dichas organizaciones.
Sin embargo, el resto de instituciones, no empresariales, también deben ac-
tuar guiadas por el objetivo de la eficiencia. Además, las organizaciones, al
encontrarse inmersas (embedded) en la estructura social, están siendo conti-
nuamente influidas por las relaciones personales a las que, a su vez, afectan.
La complementariedad entre ambas disciplinas es necesaria, tanto para el
análisis del desarrollo como para el diseño de políticas dirigidas a individuos
(excluidos, gestores de organizaciones) y a grupos (comunidades, empresas,
sistemas productivos). Esto permite proponer medidas de cohesión interna
y empoderamiento (bonding y closure), de identificación de los agujeros que
impiden los flujos de información y conocimiento (agujeros estructurales),
43
CAPITAL SOCIAL, GÉNERO Y DESARROLLO

de posicionamiento estratégico para acceder a dichos recursos (puentes y


relaciones débiles) y, por tanto, de conexión con determinados grupos e in-
dividuos (bridging y brokerage).

2.3.2. El mecanismo de los procesos de desarrollo


El mecanismo de los procesos de desarrollo se explica seguidamente a
partir del comportamiento de los individuos y de las instituciones, de la di-
ferenciación de distintas fases (atrasadas y más avanzadas) y de la evolución
del CS, que promueve o limita el desarrollo.
Entre las características de los estadios más atrasados del desarrollo
interesa destacar que sus sistemas socio-económicos presentan deficientes
instituciones formales, comunidades pobres, excluidos que constituyen
grupos amplios de la población y una menor especialización producti-
va. A nivel micro, los individuos y las instituciones hacen uso de la limi-
tada información de su grupo, priorizan las relaciones técnicas, adoptan
tecnologías incorporadas y hacen un mayor uso del CS informal, 14 para
aprovechar oportunidades de cooperación o para sustituir a las institucio-
nes formales ineficientes. Conforme el proceso avanza, las relaciones ins-
titucionales adquieren una mayor importancia, se establecen puentes que
facilitan el acceso a recursos diversos, aumenta la externalización, princi-
palmente de servicios que ocupan posiciones centrales en el entramado
productivo y el nivel de integración de los subsistemas que conforman la
estructura productiva regional se incrementa (Garofoli, 1992). Al mismo
tiempo, conforme se hace un mayor uso de las instituciones, la dimensión
formal del CS adquiere un mayor protagonismo (Skidmore, 2000; Trigi-
lia, 2001; Semitiel, 2006), fluyen información y conocimientos diversos y
los individuos excluidos y los grupos marginales se empoderan. Por ello,
a nivel macro se observa que la evolución del desarrollo regional incide
significativamente en las características del CS de la estructura socioeco-
nómica y viceversa.
El dinamismo y el desarrollo regional observados a nivel macro guardan
una relación bidireccional con el CS.15 Por un lado, un mayor dinamismo fa-
cilita la emergencia del entrepreneur y de un CS informal de calidad que, a su
vez, incide positivamente en su dimensión formal y alimenta el propio dina-
14 Las transferencias de tecnologías a las empresas pueden tener lugar ‘incorporadas’ en
los bienes, servicios, procesos y trabajo que adquieren, o también de forma ‘desincorporada’. La
tecnología desincorporada, como las patentes, también se ha denominado ‘tecnología pura’.
15 Entendemos dinamismo como la capacidad de las regiones para adoptar de forma con-
tinuada los cambios necesarios que posibiliten el progreso en términos de desarrollo. Por ejem-
plo, a través de la inversión en innovación y en educación.

44
Capital Social y desarrollo económico

mismo regional. Por otro lado, el desarrollo regional influye positivamente


en la existencia de un mayor CS.

Figura 2.3. Capital Social y Desarrollo


Capital Social
Dinamismo Informal

Desarrollo Formal

El impacto positivo del CS en el desarrollo endógeno y en el dinamismo


se debe, principalmente, a que el aprovechamiento del CS facilita los flujos
de información, la transmisión de conocimiento tácito, la adopción de tecno-
logía desincorporada, el mantenimiento de unas relaciones comerciales du-
raderas, la adopción de estrategias de cooperación y coordinación y el acceso
a recursos que pueden incrementar la eficiencia. La Tabla 2.2. pretende resu-
mir los elementos más relevantes de los dos estadios que se han diferenciado
para explicar el papel del CS en los procesos de desarrollo.

Tabla 2.2 Desarrollo y evolución del Capital Social


Procesos de desarrollo ⇔ Evolución del Capital Social
Estadios más atrasados Estadios más avanzados
Relaciones técnicas Relaciones institucionales
Instituciones formales ineficientes Instituciones formales eficientes
Tecnología incorporada Tecnología desincorporada
Limitada especialización productiva Diversificación y externalización
Exclusión Integración
Información y conocimiento limitados Información y conocimiento diversos
Inequidad Empoderamiento
Capital Social informal Capital Social formal

2.3.3. La estructura subyacente a los procesos de desarrollo


El principal objetivo de esta sección es esclarecer los canales a través de los
cuales el CS actúa en los sistemas socio-económicos. En este sentido se discutirá
cómo el CS puede constituir una ventaja competitiva que afecta positivamente a
la eficiencia. En la Tabla 2.3. se indican las acciones que emprenden las organi-
zaciones más dinámicas con el objeto de incrementar su eficiencia, así como sus
efectos. Las explicaciones que se ofrecen a continuación sólo hacen referencia a
las organizaciones empresariales, si bien son aplicables al resto de instituciones.
45
CAPITAL SOCIAL, GÉNERO Y DESARROLLO

Tabla 2.3. Comportamiento de las organizaciones dinámicas


Objetivo Acciones Efectos
Adopción de innovaciones
Externalización y Cantidad y calidad de las relaciones
especialización Acceso a nuevos recursos
Eficiencia
Cooperación y coordinación Costes de transacción
Relaciones institucionales Economías externas
Estrategias de localización

Comprender la relación entre CS y eficiencia exige considerar detenida-


mente la función que realizan las empresas. Casson (1997) recuerda a Coa-
se (1937) para señalar que la empresa es un coordinador. La coordinación,
según Casson, puede ser definida como la mejora en la asignación de los
recursos y su esencia es la toma de decisiones. La empresa es, por lo tanto,
una unidad especializada en la adopción de decisiones y la información es
el input fundamental para la coordinación de los recursos. Por esta razón, el
CS proporciona a la empresa una ventaja competitiva ya que, a través de una
estructura relacional eficiente, puede acceder rápidamente a información, in-
terna y externa, más variada y completa.
El incremento de la eficiencia puede ser alcanzado a través de la adopción
de innovaciones, la especialización, la externalización de tareas (outsourcing),
la cooperación, el aprovechamiento de las relaciones institucionales, las es-
trategias de localización, etc. Todas estas acciones son impulsadas a través
del CS. La adopción de innovaciones se produce en un contexto social de-
terminado, que define los espacios de aprendizaje donde el conocimiento, la
información y la tecnología fluyen. La especialización es promovida a través
de la externalización, principalmente de servicios, proceso que es facilitado
por la confianza, al igual que sucede con las estrategias cooperativas que
impliquen, por ejemplo, la colaboración en proyectos de investigación, o el
uso compartido de un recurso. La coordinación también es una estrategia
de innovación, si supone cambios en la organización de la empresa, que
puede implicar a investigadores, tecnólogos, proveedores, distribuidores,
detallistas, consumidores y otros productores.16 Tanto la innovación como
la coordinación facilitan la mayor especialización de la empresa. Además,
la coordinación debería basarse en una estructura relacional apropiada. El
conocimiento de esta estructura constituye un requisito para el diseño de
políticas y para las intervenciones públicas y privadas, tal y como se ha se-
ñalado en la sección 2.3.1.

16 “A co-ordination plan that is novel in some respect qualifies as an innovation”, Casson


(1997, p. 73).

46
Capital Social y desarrollo económico

Así pues, en los procesos de desarrollo, el CS ofrece una ventaja com-


petitiva a las empresas más dinámicas que incorporan innovaciones, exter-
nalizan tareas, se coordinan con otras empresas e incrementan y diversifi-
can sus relaciones institucionales (universidades, centros de investigación,
asociaciones, etc.). Estos procesos se transmiten, a través de la selección de
las empresas proveedoras más eficientes, al resto del sistema productivo,
reforzándose su eficiencia y aumentando la densidad del tejido productivo
y el CS.17
De acuerdo con Burt (2000), la ventaja competitiva derivada del CS la
consiguen las empresas a través de los siguientes mecanismos proveedores
de información: protección dentro de las redes (closure), brokerage a través de
agujeros estructurales, network contagion y prominence. Los dos primeros son
los más conocidos (epígrafe 2.3.1). Los dos últimos son mecanismos que per-
miten influir, o incluso sustituir, a través de la red, la información incomple-
ta y ambigua ofrecida por el mercado. Esos mecanismos son generalmente
identificados con los conceptos de ‘imitación’ y ‘reputación’.
Cuando se analiza la estructura subyacente a los procesos de desarrollo
conviene recordar que todos los sectores económicos incluyen empresarios
innovadores capaces de comprender los cambios que continuamente se su-
ceden en el entorno y de adaptarse a ellos. Pero al mismo tiempo hay em-
presas menos eficientes que se guían por la inercia, que no innovan, que no
hacen uso de estrategias de coordinación y que no aprovechan las relaciones
institucionales. Empresas dinámicas coexisten con otras menos eficientes en
un proceso continuo que determinará la evolución del sistema.
Los efectos externos positivos, derivados del aprovechamiento de los
puentes, no sólo surgen de las relaciones inter-empresariales sino también
de los vínculos establecidos con otras instituciones. Esas externalidades se-
rán mayores si, a su vez, el entorno institucional incluye a organizaciones
que trabajan de forma coordinada y mantienen estrechas relaciones con el
tejido productivo. Las externalidades proceden de los flujos de información,
de las innovaciones y de las capacitaciones, de las iniciativas de proyectos
conjuntos, que exigen la coordinación interempresarial, y de la permanencia
de una elevada credibilidad y confianza en el sistema regional. El CS debe
fomentarse no sólo por parte de la iniciativa privada, que busca su interés,
sino también por parte del sector público. En este sentido conviene desta-
car que el CS es un recurso que tiene carácter de bien público y que genera
externalidades positivas (Coleman, 1988). Esto permite justificar aún más la
intervención pública ya que su provisión privada es insuficiente.

17 También se transmiten, aunque de forma menos directa, a través de los clientes.

47
CAPITAL SOCIAL, GÉNERO Y DESARROLLO

Otro de los efectos de las acciones de las empresas más dinámicas es que
aumentan la diversidad y el número de relaciones (Tabla 2.3.). Esto se puede
inferir a partir del examen de la siguiente secuencia de eventos: las empre-
sas, en su proceso de adaptación, buscan un mayor nivel de eficiencia, infor-
mación más barata y de mayor calidad y menores costes, tendiendo a aplicar
estrategias dirigidas a innovar e incrementar su especialización y coordina-
ción. Las empresas más dinámicas incorporan innovaciones, externalizan
tareas (principalmente servicios), y se coordinan con otras empresas, princi-
palmente locales, a través de la confianza. Todo ello incrementa el número y
la variedad de relaciones con otras instituciones, como parques tecnológicos,
universidades, centros de formación e innovación, etc. Además, éstas selec-
cionan a los proveedores más eficientes, que también innovan, externalizan
y cooperan, reforzándose de este modo el proceso de avance de la eficiencia
y de la densidad relacional. Esto se puede explicar, como se hace a continua-
ción, a través de los procesos de producción e innovación.

2.4. PROCESOS DE PRODUCCIÓN E INNOVACIÓN

2.4.1. Procesos y estructuras de producción


El CS de las empresas está constituido por la red de relaciones internas,
que conforman su estructura organizativa, y la red de relaciones externas, a
través de sus relaciones con proveedores, clientes y competidores, y de sus
vínculos con otras instituciones. Ambas redes pueden mostrar estructuras
diferentes. La red interna puede ser jerárquica y formal, o pueden predo-
minar las relaciones informales y ser horizontal. La red externa puede estar
construida a partir de relaciones impersonales de mercado o puede estar ba-
sada, principalmente, en relaciones personales, colaborativas y de confianza.
Las relaciones con otras instituciones pueden ser prácticamente inexistentes
o pueden tener una intensidad elevada. Las opciones extremas de las estruc-
turas organizativas interna y externa basadas, principalmente, en relaciones
formales (jerarquías y mercado) o en informales (estructuras horizontales y
confianza) se sintetizan en la Tabla 2.4.

Tabla 2.4. Estructura empresarial interna y externa


Estructura 1 Estructura 2
Red Interna Jerárquica Horizontal
Red Externa Mercado Confianza

48
Capital Social y desarrollo económico

En la Tabla 2.5. se resumen las características de los procesos de produc-


ción asociados a las estructuras 1 y 2, que se corresponden con las fases más
atrasada y más adelantada, respectivamente, del desarrollo (epígrafe 2.3.2) y
a los dos tipos de empresa examinados anteriormente (2.3.3).

Tabla 2.5. Características de procesos de producción alternativos


Estructura 1 Estructura 2
Oportunismo Confianza
Internalización Externalización
Coordinación nula u ocasional Coordinación
Costes de transacción Eficiencia

Los mercados y las jerarquías (estructura 1), con redes basadas en las
relaciones formales, evitan el embeddedness y las ventajas derivadas de los
mecanismos sociales. Según Williamson (1983) cuando las empresas perci-
ben un comportamiento oportunista, prefieren internalizar la mayor parte
de sus procesos de producción, reducen las relaciones interempresariales y
mantienen un sistema jerárquico. La misma percepción oportunista obliga a
las empresas a formalizar sus contratos mercantiles, dando una importancia
mínima a las relaciones personales con sus clientes, proveedores y competi-
dores. Sin embargo, la coordinación y la confianza evitan el oportunismo, re-
duciendo los costes de transacción. Según Lundvall (2005) en las sociedades
pobres en términos de CS, con alto PIB per capita y con divisiones del trabajo
muy desarrolladas, una gran parte de la riqueza es absorbida por los costes
de control interno y externo.18 Al mismo tiempo, la ausencia de relaciones
externas basadas en la confianza reducen las oportunidades de llevar a cabo
estrategias de coordinación y colaboración.
Una alternativa al anterior proceso de producción se basa en la estructura
2, asimilable al network governance (Jones et al, 1997), al clan y al relational con-
tracting (Ouchi, 1980; Bolton et al, 1994) e implica la explotación de las rela-
ciones, principalmente las informales, como fuente de ventajas competitivas.
De manera más precisa, este tipo de estructuras hace uso de las relaciones
multiplex (Kapferer, 1969), que surgen cuando entre dos individuos o institu-
ciones se registran dos o más tipos de relaciones. Por ejemplo, las relaciones
mercantiles y personales, al mismo tiempo, mantenidas por dos empresas.
Jones et al (1997) proporciona una teoría del intercambio para explicar bajo
qué condiciones la estructura de network governance presenta ventajas com-

18 El control interno se refiere a los trabajadores y el externo a las transacciones mercantiles


y al acceso a la propiedad intelectual.

49
CAPITAL SOCIAL, GÉNERO Y DESARROLLO

parativas. Siguiendo su teoría, las organizaciones económicas utilizan me-


canismos sociales para coordinar y adaptar los intercambios, dando lugar
a una coordinación interempresarial caracterizada por sistemas sociales or-
gánicos o informales. Esto contrasta con estructuras burocráticas internas y
relaciones formales entre empresas. De acuerdo con Ouchi (1980) y Bolton et
al (1994) relational contracting y clan, son estructuras similiares al network go-
vernance implicando sistemas de organización superiores, en los que el opor-
tunismo es improbable y la equidad puede ser alcanzada con unos costes de
transacción relativamente bajos.19
Perrow (1992) asimila los distritos industriales a la estructura organiza-
tiva 2, aplicando la perspectiva relacional al estudio de redes de pequeñas
empresas que compiten e interactúan compartiendo información, equipo y
personal, entre otras cosas. En esta situación las empresas reaccionan más
rápida y exitosamente ante los cambios en la tecnología y en los mercados.
El objetivo sigue siendo la maximización del propio interés, pero la compe-
tencia coexiste con las relaciones de cooperación basadas en la confianza. Se
registran entonces economías de escala y efectos externos derivados de las
redes, con resultados positivos para el bienestar, que incrementan la eficien-
cia de la región y de la industria.
Los procesos de producción basados en la explotación del CS, estructura
2, facilitan los procesos de innovación. El conocimiento tácito se difunde rá-
pidamente en el interior de la organización y a través de empresas próximas,
se aprovechan las relaciones débiles y la confianza generada a través de los
contactos duraderos, la cohesión interna es elevada y las estrategias de loca-
lización desempeñan un importante papel.
El conocimiento se difunde a través de las interacciones sociales cuando
el tipo de innovación se basa en la experiencia, como es el caso del DUI-Lear-
ning (learning by doing, learning by using y learning by interacting en Lundvall,
2005). El learning by interacting, o aprendizaje interactivo, surge del contacto
entre productor y usuario. Por ello se encuentra más presente en la estruc-
tura 2 donde el CS es mayor y donde se produce una desintegración vertical
basada en la confianza. Según Lundvall, el CS, la desintegración vertical y
los procesos de externalización son mayores en sociedades más exitosas en
términos de creación neta de riqueza. Desde la perspectiva del CS ganan im-
portancia las cuestiones culturales y la pierden el mercado y el interés, según

19 Relational contracting es un sistema de organización intermedio entre el mercado y la


integración vertical, que también puede ser entendido como una red inter-empresarial (Thorelli,
1986) donde el outsourcing es habitual y que se basa en relaciones duraderas, entre empresas,
basadas en la confianza. El sistema de clan funciona bajo los requerimientos normativos de reci-
procidad, legítima autoridad, valores y creencias comunes y tradición.

50
Capital Social y desarrollo económico

Lundvall. El CS tiene un efecto directo en el aprendizaje interactivo y otro


indirecto, a través de la confianza, favoreciendo la eficiencia.
Degenne y Forsé (1999) proponen una teoría del intercambio según la
cual puede haber redes conectadas positiva y negativamente. Esa conecti-
vidad en las redes puede causar que los intercambios ocurran a través de
una relación afectada por otros intercambios. En el caso de la conectividad
positiva la acción coordinada y la integración del grupo dependen de la co-
operación entre los miembros de la red. Con conectividad negativa, la acción
coordinada y la interacción del grupo dependen de la competencia. Cuando
hay conectividad positiva, un intercambio incrementa la probabilidad de que
ocurran otros intercambios; en el caso de conectividad negativa esta probabi-
lidad es inferior. De acuerdo con los autores, en la mayor parte de las situa-
ciones reales se produce una combinación de ambos tipos de intercambios.
Esto es aplicable tanto a la red interna como a la externa de las empresas y se
pueden fomentar tanto la cooperación como la competencia. La importancia
de los contactos también la destaca Borgatti (2005) cuando explica que en la
difusión del conocimiento influyen condiciones relacionales que obligan al
contacto directo, al conocimiento mutuo, a la posibilidad del acceso y a la
existencia de confianza, de seguridad psicológica y al uso no oportunista de
las relaciones de dependencia.20
Una de las principales conclusiones que se deriva de la aplicación de
la perspectiva de redes a los intercambios, y a los procesos de producción
e innovación, es la importancia de las relaciones de confianza. Krackardt
(1992) analiza las relaciones mantenidas por una empresa, concluyendo que
las relaciones informales que implican confianza son las que prevalecen en
situaciones de crisis o cambios radicales. De acuerdo con Gulati (1995), a
través de las interacciones las empresas aprenden unas de otras (aprendizaje
interactivo) y desarrollan relaciones de confianza. Esta confianza interem-
presarial se incrementa con las interacciones repetidas, por lo que el autor
propone utilizar la existencia de alianzas interempresariales como variable
proxy de la confianza.
Además, la confianza se construye más fácilmente en áreas geográficas
reducidas puesto que es más probable que las empresas confíen más en so-
cios próximos. Cuando la distancia entre las organizaciones es reducida, la
información disponible para las empresas es mayor y mejor, y las conse-

20 Respecto a los factores psicológicos, de confianza y de dependencia Borgatti (2005, p.1)


ofrece la siguiente explicación: Cuando te pido información y ayuda tendré que revelar en cierta
medida lo que hago y cuánto sé. Necesito confiar en que no harás un mal uso de esa informa-
ción. También necesito saber que no vas a pedir demasiado a cambio de la ayuda. Finalmente
necesito sentir que no me harás sentir estúpido por revelar mi ignorancia.

51
CAPITAL SOCIAL, GÉNERO Y DESARROLLO

cuencias de la reputación y del comportamiento oportunista aumentan. Por


ello, las estrategias de localización son fundamentales para la mejora de la
eficiencia.21
2.4.2. Los elementos del sistema productivo y los procesos de innovación
En las secciones anteriores se ha puesto de manifiesto la importancia de
considerar la estructura en los procesos productivos. Se ha destacado asi-
mismo el papel crucial del CS como un recurso que mejora la eficiencia y
que tiene un impacto positivo en el desarrollo. Una de las principales vías a
través de las que opera el CS sobre la eficiencia y el desarrollo es la difusión
del conocimiento. También se ha expuesto que la perspectiva relacional y
el ARS son enfoques metodológicos apropiados para analizar los sistemas
socio-económicos. Por ello, a continuación se presentan las bases de su apli-
cación a los sistemas productivos, con el fin de mejorar su comprensión y el
diseño y ejecución de las intervenciones. En la Tabla 2.6. se ofrece una adap-
tación de los principios que subyacen a la perspectiva de redes (Wasserman
y Faust, 1999) a los procesos de producción e innovación.

Tabla 2.6. Los principios de redes en los sistemas productivos


Elementos Características Aplicaciones
Actores Interdependientes Coopetition
Información
Materiales e Conocimiento tácito y explícito
Flujos
inmateriales Tecnología incorporada y desincorporada
Normas y valores
Vulnerabilidad, dependencia y agujeros
estructurales
Oportunidades y
Posición Contactos e información no redundante
restricciones
Coordinación, externalización y adopción de
innovaciones
Credibilidad y confianza
Vínculos Formales e informales Proximidad
Inercia

Los actores que forman parte de los sistemas (individuos, empresas y


otras instituciones públicas y privadas) son interdependientes e intenciona-
les y adoptan decisiones basadas en la competencia y en la coordinación.
Cuando los mismos actores compiten y se coordinan su acción se puede
21 Los mecanismos primarios de control que gobiernan las transacciones económicas entre
empresas son el precio, la autoridad y la confianza (Bradach y Eccless, 1989). El autor menciona
a Arrow (1974) para afirmar que la confianza es quizás el mecanismo más eficiente para gestio-
nar las transacciones económicas, puesto que reduce los costes.

52
Capital Social y desarrollo económico

denominar coopetition (Brandenburger y Nalebuff, 1997). Las acciones, que


podrán ser de coopetition o no, influyen en su estructura social.
Los flujos pueden ser de recursos materiales e inmateriales. Las relacio-
nes input-output, de compra y venta, recogen los flujos materiales. Al mismo
tiempo, las interdependencias no comerciales, que dan lugar a flujos inma-
teriales, desempeñan un destacado papel en la coordinación (Storper, 1995;
Morgan, 1997). Las relaciones input-output localizadas conforman redes de
empresas vinculadas a través de sus flujos de comercio que sirven, al mismo
tiempo, de soporte a los intercambios de información y de conocimiento.
Estos recursos inmateriales (información, conocimiento, innovación, normas
y valores) son cruciales en los procesos de innovación. En la economía del
aprendizaje, o basada en el conocimiento (Morgan, 1997), el know-how y el
conocimiento tácito son factores invisibles e intangibles claves para los pro-
cesos de producción, y el papel del CS revela su crucial función. Esto queda
de manifiesto, de una manera muy clara, en la definición de CS ofrecida por
Lundvall (2005, p.10): la voluntad y la habilidad de los ciudadanos para esta-
blecer, entre ellos, compromisos, confianza y colaboraciones en los procesos
de intercambio y de aprendizaje interactivo.
La posición que los actores ocupan en la red les proporciona oportuni-
dades y restricciones. Se puede ocupar una posición de vulnerabilidad y
dependencia que, si es identificada, permite aprovechar los agujeros estruc-
turales y así convertir una restricción en una oportunidad. Esto es de gran
importancia en las decisiones que afecten a las estructuras internas de las
organizaciones, puesto que se debe procurar la integración de individuos
o grupos con escasa o nula participación. Además, determinados actores
ocupan posiciones estratégicas, que pueden ser centrales y, por tanto, des-
empeñar un papel fundamental en la cohesión interna, en la cooperación
y en la coordinación. Estos actores estratégicos también pueden acceder a
puentes y a relaciones débiles que proporcionen recursos no redundantes.
El conocimiento detallado de la posición que ocupan los actores da lugar al
planteamiento de estrategias favorables para la empresa, para el sistema al
que pertenece y para la región en la que se ubica. Según Borgatti (2005), en
la difusión del conocimiento influyen condiciones estructurales de la red,
además de las relacionales expuestas en el epígrafe anterior, que son la den-
sidad, la centralización y la existencia de estructuras centro-periferia. Todas
estas condiciones están referidas a la posición de los actores en el sistema.
Los vínculos entre los actores pueden ser formales e informales. La proxi-
midad favorece los contactos informales aumentando la credibilidad y la
confianza. Las organizaciones que hacen uso de las relaciones informales
experimentan un mayor aprovechamiento de su CS, tal y como se ha explica-
53
CAPITAL SOCIAL, GÉNERO Y DESARROLLO

do al comparar las estructuras organizativas 1 y 2 en la sección anterior. Sin


embargo, las empresas menos eficientes actúan guiadas por la inercia y, por
tanto, no explotan los múltiples beneficios del CS.
Una de las principales aplicaciones de la perspectiva de redes es el estu-
dio, y también el diseño, a partir de sistemas productivos, de sistemas regio-
nales de innovación. Para ello es necesario considerar todos los elementos
que integran el sistema: actores, flujos, posiciones y vínculos. Las empresas e
instituciones interaccionan configurando espacios de aprendizaje y sistemas
de innovación, que muestran el carácter social de los procesos de innovación
(Lundvall, 1992; Morgan, 1997; y Asheim y Dunford, 1997). Siguiendo este
planteamiento, las relaciones sociales, el contexto institucional y el espacio
geográfico no son cuestiones secundarias, sino elementos básicos para com-
prender cómo funcionan y cómo se generan los procesos de innovación. Los
procesos de crecimiento e industrialización implican la transformación del
territorio y la emergencia de nuevos espacios de aprendizaje (Lundvall y
Johnson, 1994; Storper, 1995). La existencia de espacios de interacción entre
los actores que conforman los sistemas se ha revelado fundamental para los
procesos de innovación y, en general, para el progreso económico. Fagger-
berg (2005) señala que esto es de particular importancia para las empresas
más pequeñas, que tienen que compensar sus limitados recursos internos
con estrategias de interacción, a través de vínculos, con el exterior. Sin em-
bargo, sigue diciendo Fagerberg, la creciente complejidad de las bases del
conocimiento para la innovación ocasiona que incluso las empresas grandes
dependan crecientemente de las fuentes externas en su actividad innova-
dora. Los flujos de conocimiento requieren, por tanto, la incorporación de
actores externos.
El aspecto clave para el crecimiento endógeno, señalan Bianchi y Miller
(1994) “no está representado por las problemáticas técnicas vinculadas a la
innovación, sino por las problemáticas sociales y políticas que se manifies-
tan en la manera en que un grupo específico de agentes reacciona frente al
cambio”. Por ello son tan importantes las normas sociales y las instituciones
públicas que faciliten el cambio y la adaptación, así como la función desem-
peñada por el empresario innovador (entrepreneur). Las normas son otro de
los flujos esenciales en los sistemas productivos y, una vez más, se destaca
la necesidad de considerar actores externos, en este caso instituciones públi-
cas. La innovación implica la ruptura de rutinas, superar las resistencias al
cambio, las inercias, y exige a veces cambios en la mentalidad y en la cultura
empresariales. Precisamente Fagerberg (2005), citando a Schumpeter (1943),
nos recuerda que una de las principales razones del importante papel jugado
por los empresarios en el éxito de las innovaciones es la prevalencia de la
54
Capital Social y desarrollo económico

inercia, o la resistencia a lo nuevo, a todos los niveles de la sociedad, contra


lo que los empresarios tienen que luchar si quieren sobrevivir en su ámbito.
Según Schumpeter la inercia (sección 2.3.3.) es endógena ya que refleja el
carácter embedded del conocimiento y los hábitos existentes, que es ahorrador
de energía y, por lo tanto, tiende a tomar decisiones en contra de las nuevas
formas de hacer las cosas.
Los sistemas de innovación se plantean, además, con una dimensión es-
pacial (sistemas locales o regionales) puesto que la proximidad entre actores
es particularmente relevante cuando el conocimiento transferido tiene un
carácter tácito (DUI-Learning en la sección 2.4.).22 Por definición, esta clase
de conocimiento no puede ser transferida de forma explícita y codificada
siendo necesaria la proximidad para permitir los contactos directos; por ello,
la perspectiva del análisis local y regional es más apropiada en el estudio de
los procesos y de los sistemas de innovación y es coherente con el objetivo
del desarrollo endógeno.

2.5. EL CAPITAL SOCIAL COMO UN RECURSO: IMPLICACIONES


POLÍTICAS

El estudio de los sistemas productivos, en los que se encuentran inmersos


los individuos y las organizaciones, y la importancia que tienen la calidad de
los flujos de conocimiento e innovación y las interacciones en los procesos de
aprendizaje, exigen considerar la función desempeñada por la confianza y por
la cooperación. Estos factores, cuando se desarrollan en un determinado marco
institucional, revelan la existencia de un recurso esencial para las organizacio-
nes, que se deriva de su estructura relacional: el CS. El impacto de la adopción
de cualquier tipo de innovación será mayor si existe un CS de calidad: los flujos
de información son más efectivos, se pueden implantar estructuras organizacio-
nales alternativas y se facilitan las estrategias de cooperación y unas relaciones
institucionales más eficientes. Esto es especialmente relevante para las organi-
zaciones pequeñas, sobre todo las empresariales, que deberán explotar las inte-
racciones con el exterior para compensar sus limitados recursos internos, lo que
exige superar la inercia y adoptar una postura innovadora.
Las estrategias que permiten la explotación del CS deben llevarse a cabo
por parte de las organizaciones implicadas en los sistemas productivos. Para
ello es necesario contar con empresarios y gestores de instituciones empren-
dedores y con instituciones innovadoras.
22 Según Gorman (2002), Polanyi acuñó el término ‘conocimiento tácito’ para describir que
los científicos expertos saben más de lo que pueden decir.

55
CAPITAL SOCIAL, GÉNERO Y DESARROLLO

La búsqueda de la eficiencia y de un mayor desarrollo requiere medidas


privadas y políticas públicas de fomento del CS, incidiendo en la cultura, en
la formación, en la vertebración territorial, en la cohesión y en la coopera-
ción. Las intervenciones privadas deben plantearse a nivel interno y externo.
Las propuestas dirigidas a la modificación de la estructura organizativa, si-
guiendo el objetivo de la eficiencia, implicarán, entre otras cosas, el fomento
del cooperativismo, la cohesión, la participación y la inclusión. Las medidas
privadas externas deben llevar a la modificación de la estructura de la red en
la que la organización está inserta incidiendo, por ejemplo, en las conexiones
no redundantes, en la coordinación, en la cooperación y en el diseño de es-
trategias de localización que permitan el contacto directo y el aprendizaje.
El impacto positivo del CS en el desarrollo permite justificar las interven-
ciones públicas. Su pertinencia es reforzada por su carácter de bien público
y las externalidades positivas que genera. El sector público, al igual que el
privado, puede diseñar políticas de integración y participación así como de
modificación de los aspectos culturales con el objeto de fomentar la inno-
vación y la cooperación. Ambas intervenciones, pública y privada, pueden
participar en el diseño de sistemas regionales de innovación. Si se le concede
al CS la importancia que merece desde un punto de vista organizacional y
político, la adopción de medidas acertadas, en la mayoría de los casos más
complejas que las tradicionales, redundará positivamente en la eficiencia de
empresas e instituciones, en el impulso de un crecimiento endógeno y en el
desarrollo regional.

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61
CAPÍTULO 3

GÉNERO Y DESARROLLO: ENFOQUE TEÓRICO


FEMINISTA, GÉNERO E INDICADORES PARA LA
EQUIDAD ENTRE MUJERES Y HOMBRES

Lola Frutos Balibrea

3.1. EL CONCEPTO DE GÉNERO EN LA TEORÍA FEMINISTA:


IMPLICACIONES TEÓRICAS Y POLÍTICAS

El concepto de género se vincula con la teoría feminista, por tanto con un


paradigma crítico, y su incorporación a las ciencias sociales constituye un
nuevo enfoque que supone una ruptura epistemológica respecto a los anti-
guos paradigmas, en el sentido que planteaba Khun (1962) en relación con
las revoluciones científicas. El feminismo ha supuesto, a la vez, un proyecto
intelectual y político, puesto que ha proporcionado una nueva explicación
de la sociedad, y un impulso hacia la acción.
El concepto de género constituye una de las bases fundamentales de la
teoría feminista, analizando el sistema de las relaciones entre mujeres y hom-
bres como la constitución simbólica y la interpretación socio-histórica de las
diferencias entre los sexos que, como señala Benhabib (1990: 125-126), han
colaborado a la opresión y explotación de las mujeres.
La perspectiva de género tiene una doble implicación: por un lado, cons-
tituye una categoría analítica que se orienta hacia el diagnóstico de las des-
igualdades de las mujeres en las distintas sociedades actuales y del pasado
y, por otro lado, se configura como un valor utópico, puesto que se dirige
hacia el logro de la equidad entre los sexos, vinculándose con los movimien-
tos sociales emancipatorios. Este segundo aspecto es inseparable del prime-
ro, como señalan Amorós y de Miguel (2005:16): “el sistema de género-sexo
como matriz que configura la identidad, así como la inserción en lo real de
63
CAPITAL SOCIAL, GÉNERO Y DESARROLLO

hombres y mujeres, es inseparable de su puesta en cuestión, como sistema


normativo: sus mecanismos, como los de todo sistema de dominación, so-
lamente se hacen visibles a la mirada crítica extrañada: la mirada conforme
y no distanciada los percibe como lo obvio…, es decir, ni siquiera los perci-
be”.
Los griegos llamaban teoría a ‘hacer ver’ y ese es el sentido que tiene el
paradigma sistema de género; se trata de hacer ver el sistema de domina-
ción/ subordinación establecido entre hombres y mujeres, para considerarlo
ilegítimo e irracional.
Desde el punto de vista epistemológico no es un paradigma más, sino
que interpela al resto de paradigmas en cuanto que sexistas o patriarcales
e invoca la perspectiva universalista, en el sentido de que su aspiración de
equidad abarque a todas las sociedades del mundo. Esta perspectiva conecta
con la tradición ilustrada y se vertebra con las ideas de autonomía, igualdad
y solidaridad.
La renovación que ha supuesto en las ciencias sociales la influencia de la
teoría feminista ha permitido nombrar fenómenos sociales que permanecían
ocultos, tales como ‘acoso sexual en el trabajo’, ‘feminización de la pobreza’,
etc.
La perspectiva crítica feminista data de tres siglos y sus referentes teó-
ricos se remontan a la Ilustración, por lo que va unida a la lógica generali-
zadora de la democracia. En la medida en que conlleva una idea de cambio
social, conecta con el pensamiento utópico, cuestión que ya fue señalada por
el propio Fourier, quien indicó que el desarrollo de una sociedad se mide por
el lugar que ocupa la mujer en ésta (Fourier, 1974:167).

3.1.1. Antecedentes históricos: las mujeres y el pensamiento democrático


El siglo XVIII produjo discursos críticos que defendían la igualdad de de-
rechos para mujeres y hombres, aunque no tuvieron éxito en la sociedad de
su época. Así, en 1790, Condorcet publicó el artículo “Sobre la admisión de
las mujeres al derecho de ciudadanía”. Consideraba que “no es posible pro-
bar que los derechos naturales de las mujeres no son en absoluto los mismos
que los de los hombres o mostrar que no son capaces de ejercerlos”.23
El discurso teórico de la modernidad y las nuevas producciones cien-
tíficas legitimaron la división de roles en dos espacios: el público para los
hombres y el privado para las mujeres. No obstante, las voces en contra se
alzaron desde el mismo momento en el que se consagran los derechos para

23 Citado por Purificación Mármol (2007:68).

64
Género y desarrollo

los individuos varones. Es el caso de Olympe de Gouges,24 en el mismo mo-


mento de la Revolución Francesa.
Las relaciones entre los teóricos del pensamiento democrático y el femi-
nismo no fueron armónicas ya que tanto Locke como Rousseau, o el mismo
Hegel, no consideraron a las mujeres sus iguales y las relegaron de la nueva
sociedad. No obstante, sus planteamientos críticos con el Antiguo Régimen
sentó las bases de un pensamiento cuestionador del orden social existente
que el feminismo desarrolló. Amorós (2005:30) considera que no es posible
irracionalizar la exclusión de las mujeres en diversos ámbitos del poder, has-
ta que no se establece “una plataforma de abstracciones virtualmente uni-
versalizadoras –sujeto del conocimiento, sujeto moral autónomo, individuo,
ciudadano”.
En los países occidentales, la moderna posibilidad de ciudadanía se abre
con la Ilustración y se concreta en el Estado concebido como un pacto entre
iguales, producto de las Revoluciones americana y francesa. Sin embargo,
las mujeres quedaron excluidas de la ciudadanía, como lo prueba el hecho
de que la constitución francesa de 1793 proclamó ‘el sufragio universal’, pero
únicamente masculino.
Para las mujeres, la ciudadanía es una conquista reciente. En buena par-
te de Occidente data de los aledaños de la Segunda Guerra Mundial: en el
Reino Unido se logró en 1928, en España, en 1931 y en Francia, en 1946. El
caso de Suiza constituye un hecho especialmente llamativo, pues mientras
la democracia con derecho a voto universal de los varones se consolidó en
la década de 1880, hasta 1971 no se universalizó el voto para las mujeres. En
otros países, todavía no existe (Frutos y García, 2001).
Es cierto que la Revolución Francesa excluyó a las mujeres de los parla-
mentos, a pesar de que existía vindicación feminista, pero es también en este
periodo revolucionario, como señala Amorós (1992), el momento en el que
las mujeres se articulan, tanto en la teoría como en la práctica, como un gru-
po social oprimido con características e intereses propios. Así, por ejemplo,
las mujeres se autodesignaron ‘el tercer estado del tercer estado’, conscientes
del carácter interestamental de su opresión.
El feminismo ha de entenderse como una instancia crítica de las formas
erróneas de comprender la democracia, como sin duda fue excluir a la mitad
de la población del contrato social (Molina Petit, 1994).
Desde el punto de vista teórico resulta paradójico que algunos de los más
importantes autores de la Ilustración que cuestionaron el orden social exis-
tente (el Antiguo Régimen) y deslegitimaron las bases de la desigualdad his-

24 Girondina que redactó La Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana.

65
CAPITAL SOCIAL, GÉNERO Y DESARROLLO

tórica, política, social y económica, analizándola, no como un hecho natural,


sino histórico, sean también los legitimadores ‘por naturaleza’ del papel su-
bordinado de las mujeres. Es el caso de Locke cuando distingue, por un lado,
sociedad, política, y, por otro, familia, donde sitúa a la mujer. Para Locke, las
mujeres, al no tener propiedades, no pueden ser consideradas ‘individuos’,
ni ‘sujetos’ políticos, por lo que no pueden firmar el pacto social.
Rousseau constituye una figura ambigua y dialéctica porque, por un
lado, aparece como un radical defensor de la igualdad, al definir lo político
como aquello que surge de un pacto social pero, al mismo tiempo, niega a las
mujeres el derecho de ciudadanía. Sin embargo, sus ideas no sólo sirvieron
de apoyo teórico a los varones, sino que también sirvieron para realizar una
crítica de la dominación de los varones, desde la Ilustración. Así, la rous-
seauniana Mary Wollstonecraft considera contradictorio ser demócrata para
los hombres y naturalista para las mujeres. Por esto no otorga legitimidad
teórica a Rousseau e inicia el ‘corpus’ de la teoría feminista con su obra la
Vindicación de la mujer. En ella demanda ser igual a un varón en el uso de
todas las libertades y dignidades políticas y en el acceso a los bienes.
Así, la igualdad moderna hacía iguales sólo a los hombres que lo eran por
ser ‘individuos’ y al estar dotados de individualidad universal se convertían
en ciudadanos.
Por ello, Pateman (1989), considera que la sociedad burguesa se asienta
en un contrato ‘sexual’ previo al contrato ‘social’ que establece como fun-
ciones propias de la condición femenina, la procreación y la ayuda mutua.
Sólo así a través de esta profunda desigualdad puede ponerse en marcha la
sociedad moderna.

3.1.2. El pensamiento sociológico y económico clásico desde la perspectiva


feminista
Cuando la Sociología y la Economía se convierten en disciplinas acadé-
micas organizadas y profesionales desplazaron a la periferia a quienes de-
fendían la igualdad entre los dos sexos. Es el caso de John Stuart Mill. En su
obra Ensayos sobre la Igualdad sexual (2001), escrito en colaboración con su es-
posa, la feminista Harriet Taylor, la pareja defendió la igualdad y la libertad
individual tanto para hombres como para mujeres.
Harriet Taylor, en otro escrito titulado, “La concesión del derecho al voto
a las mujeres” (Jacobs, 1998), analiza las dificultades de las mujeres a la hora
de ser consideradas ciudadanas a la par que los hombres, y señala como una
de sus causas, la ‘maternidad’, que imposibilita la vida activa de la mujer
66
Género y desarrollo

en el espacio público, al haber sido construida exclusivamente como algo


femenino.
Mill en otro texto “La sujeción de las mujeres” (1929), publicado años
después de la muerte de su esposa, continúa sus reflexiones partiendo de la
idea de que el ‘bien general’ sólo se alcanzará con la existencia de la igualdad
de los sexos. Mill criticará a quienes creen fielmente en la costumbre y con-
cluye que las relaciones normativas hombre-mujer suponen, en la práctica,
la subordinación de la mujer. Consideró que el matrimonio, al no reconocer
derechos civiles a las mujeres, amparado en la legalidad, dejaba abierta la
posibilidad de que el marido hiciera uso de su poder y degenerara en una
‘tiranía doméstica’.
El pensamiento de Mill influyó en las corrientes feministas de la segunda
mitad del siglo XX si bien, de forma paradójica, no logra superar la ‘ficción
doméstica’ cuando sostiene que la mujer, al casarse, debe saber que se com-
promete con la crianza y la administración del hogar, pues trabajar fuera de
casa supondría sobrecargarla de tareas. Precisamente ha sido el feminismo
liberal el que ha denunciado que la participación de la mujer en el ámbito
público le ha conferido un nuevo papel, el de ‘superwoman’, que le lleva a la
frustración permanente ya que, al mismo tiempo, le exige una alta responsa-
bilidad en el espacio privado (Mármol, 2007:162).
Mill, aunque representa un eslabón importante en la teorización sobre
la igualdad de mujeres y hombres se refiere y restringe a las mujeres de
clase alta y relativamente elevado nivel de estudio, como puntualiza Solé
(1991:42).
Los pensadores más destacados de la sociología clásica –Comte, Durke-
im, Parsons-, dieron una respuesta básicamente conservadora a las cues-
tiones feministas, planteamiento que no es achacable a la mentalidad de la
época, como lo prueba el debate epistolar que Mill mantuvo con muchos de
ellos (Robson et al., 1996).
Comte niega la posibilidad del conflicto entre los dos géneros por el mé-
todo de ‘naturalizar’ las relaciones entre mujeres y hombres.
Otro clásico, Simmel (1988), desarrolló esta cuestión y sentó las bases
de la posibilidad de una ‘subcultura’ femenina.25 Reconoce la existencia del
conflicto de géneros, con la siguiente explicación: los varones han logrado
identificar lo masculino con lo humano-universal, erigiéndose en protago-
nistas de la cultura, y es ahí donde radica la desvalorización de lo femenino.
Para Simmel, la mujer ‘es’ y el hombre está condenado a ‘hacer’. A ellas el
instinto les basta. Propone una segregación a nivel simbólico, que en lo real
25 En este caso el significado de subcultura se refiere a cultura específica de un grupo hu-
mano (las mujeres).

67
CAPITAL SOCIAL, GÉNERO Y DESARROLLO

no cuestiona el escaso estatus de la mujer, en lo referente a los bienes, al tra-


bajo y a la educación. Vuelve a la esencialización del conflicto. Simmel cree,
en definitiva, que no hay que comparar ni igualar lo que es absolutamente
dispar. Por ello, considera absurda la pretensión feminista de ‘ser y tener lo
mismo que los varones’.
Simone de Beauvoir (1949) supo ver el solapamiento entre lo masculino y
lo genéricamente humano, cuestión que ha sido resaltada por muchas teóricas
feministas. Al identificar la cultura masculina como universal se produce un
hurto de toda la cultura femenina, y de ahí la distinta valoración social entre ac-
tividades masculinas -como la guerra y la caza-, respecto a las femeninas -como
el parto y la crianza-; de ahí el interés por parte de feministas como Millet (1969)
por politizar todas las actividades privadas y sacarlas a la luz pública.26
En sociología, una de las críticas feministas más fuertes se dirigió, como
señala Alberdi (1999:9), hacia las teorías de Talcott Parsons que en su análisis
de la diferenciación de roles sexuales, y en su teoría de la dependencia de la
esposa en el matrimonio como requisito funcional de las sociedades moder-
nas, daba carácter de ‘necesidad social’ a las posiciones de inferioridad social
de las mujeres.
El funcionalismo sociológico –que tuvo en Parsons su máximo exponen-
te- se aparta del pensamiento igualitario. Parsons defiende roles específicos
para cada sexo, pues si se situaran en un plano de igualdad, la competencia
entre ellos pondría en peligro la familia y con ella la estabilidad social. Al-
berdi (1996:243) afirma de este clásico que “no es consciente de sus plantea-
mientos androcéntricos que identifica con las necesidades funcionales del
sistema”. Para esta autora, estos requisitos son en realidad los valores de la
clase media americana de los años cincuenta.
El feminismo constituye una teoría crítica porque interpela, además de
a la tradición ilustrada, a otras corrientes críticas posteriores como el mar-
xismo, al tiempo que es un movimiento social. En cuanto teoría, elabora un
nuevo paradigma, entendiéndolo como “el marco interpretativo que deter-
mina la visibilidad y la constitución en hechos relevantes de fenómenos y
aconteceres que no son pertinentes ni significativos desde otras orientacio-
nes de la atención” (Amorós, 2005:24). Lo que saca a la luz es el contrato
sexual que define a las mujeres como un infraestatus. Al marcar la relación
asimétrica entre hombres y mujeres no sólo conceptualiza, sino que politiza
y cuestiona los arbitrios sobre los que se establecen las relaciones sociales de
género. Es lo que Friedan en su obra “La mística de la feminidad” (1974), dio
nombre ‘al problema que no tiene nombre’.

26 De su libro Política Sexual surgirá el lema “lo personal es político”.

68
Género y desarrollo

Desde Wollstonecraft hasta de Beauvoir, las teóricas feministas insistie-


ron en la construcción histórica de la feminidad y rechazaron todos los plan-
teamientos naturalistas. Así, pues, la pregunta planteada en la Ilustración y
en la Revolución Francesa sobre si las mujeres podían ser sujetos de ciuda-
danía y ser consideradas miembros del Tercer Estado se resuelve a favor del
constructo histórico y echa por tierra por irracionales las características ads-
criptivas –por el hecho de ser mujeres-, que les impedían poseer el estatuto
de ciudadanía.27
Simone de Beauvoir (1949) muestra cómo lo masculino se ha solapado
con lo genéricamente humano, sustituyendo lo universal (que debería com-
prender la suma de lo masculino y de lo femenino), por lo masculino. Por
ello, a las mujeres sólo les cabe la vindicación universalista de lo humano sin
exclusión de lo femenino.
Así pues, si lo universal se caracteriza por la ciudadanía, las mujeres
quieren ser también ciudadanas; quieren ser consideradas individuos en el
espacio de los iguales, quieren votar y ser votadas en igualdad de condicio-
nes que los hombres.
Wollstonecraft se hace eco de los ideales de la revolución francesa y
se opone a la diferente educación que establecía Rousseau, su maestro,
quien escribió dos libros bien distintos: Emilio donde defendió una edu-
cación pública y obligatoria para los varones y Sofía, donde legitimaba
una educación diferenciada para las mujeres, orientada hacia el orden
doméstico y privado. Esta autora rousseauniana, por el contrario, pen-
saba que a través de una educación adecuada, y no la ‘diferencial’ pro-
puesta por Rousseau, potenciaría en las mujeres sus capacidades intelec-
tuales, y alcanzarían así su condición de sujetos éticos y de ciudadanas.
Wallstonecraft afirmaba en 1792 (1994:363) que “para hacer al género
humano más virtuoso y, por supuesto, más feliz, ambos sexos deben ac-
tuar desde los mismos principios (…) Para hacer realmente justo el pacto
social, y para extender los principios ilustrados (…) debe permitirse que
las mujeres fundamenten la virtud en el conocimiento, lo que apenas
es posible si no se las educa mediante las mismas actividades que a los
hombres”.
La crítica feminista se articula como antipatriarcal y androcéntrica, y tam-
bién universal pues, como señala Camps (1989), no solo atañe a las mujeres.
El debate conceptual se centra en desnaturalizar la esfera de lo privado, po-
litizándolo, para que pueda ser consensuado entre iguales, si bien establece
matices según su vinculación con otras tradiciones.

27 Simone de Beauvoir se muestra muy contundente con su frase: la mujer no nace, se hace.

69
CAPITAL SOCIAL, GÉNERO Y DESARROLLO

A partir de 1800 la polémica feminista se hace tan relevante que “la quere-
lla es llevada a la plaza pública y se le da la forma de un debate democrático”
(Fraisse, 1991:191).
Con la emergencia de los socialismos en el siglo XIX, el feminismo vio reco-
gidas sus reivindicaciones. La teoría feminista vinculada a la tradición marxis-
ta, si bien asume muchos de sus planteamientos, es crítica con la concepción
de producción económica capitalista, pues excluye todo lo que las mujeres
han realizado a lo largo de la historia. Una de las interpretaciones ha sido la de
aceptar el concepto marxista de ‘producción’, como infraestructura de la socie-
dad que explota a las mujeres. Otra ha sido la de considerar la existencia de un
‘modo de producción doméstico’ en el que las mujeres producirían ‘plusvalía’
para sus maridos-empleadores por medio de su trabajo doméstico. Así, el ma-
rido -y el resto de la familia- se apropiarían del trabajo de otros (su mujer) por
lo que habría explotación tal y como la define Roemer (1882).28
Hartmann, en su artículo sobre las relaciones entre feminismo y marxis-
mo, subraya que la problemática planteada por el feminismo no puede ser
considerada como secundaria dentro del capitalismo y considera que el pa-
triarcado se establece como un conjunto de pactos interclasistas entre varo-
nes que se traducen en una dominación para las mujeres. No obstante, hay
alguna versión del feminismo que es crítica con esta idea.29

3.1.3. El debate de la igualdad y de la diferencia en el feminismo actual


El feminismo, a pesar de contar con más de doscientos años, no ha sido te-
nido en cuenta hasta fecha muy reciente, en la que se han conseguido grandes
logros. Si tenemos en cuenta la posición de partida, los avances son claros y
todo ello con una organización muy apartada de los movimientos revolucio-
narios, pues ni ha contado con una estructura organizativa fuerte ni ha utiliza-
do la violencia. El éxito del movimiento se basa en su enfoque culturalista que
deslegitima la tradición patriarcal basada en el poder del varón.
A pesar de tener plurales visiones, el feminismo siempre ha tenido en
común la idea de apelar a la solidaridad para producir cambios en las rela-
28 Hay explotación cuando alguien se apropia el trabajo de otro. Esto sucede entre capita-
lista y proletario, pero también entre el varón y su esposa.
29 Es el caso del llamado feminismo de la diferencia sexual, entre las que destaca Muraro
que llega a considerar que el varón no ha usurpado ‘lo universal’, y que las mujeres tienen
una cultura propia que genera su identidad femenina. La cuestión problemática de esta in-
terpretación es que podría derivarse la idea de que intentando apartarse de lo masculino, las
mujeres rechazarían todo lo concerniente al logos, además de no otorgar importancia a variables
importantes para las mujeres en su realidad contingente, como son los problemas económicos,
políticos y sociales.

70
Género y desarrollo

ciones sociales de género que subviertan los códigos culturales dominan-


tes.
El patriarcado, como ideología, está tan interiorizado que a través del
proceso de socialización pasa desapercibido, incluso para buena parte de
las mujeres. Muy a menudo, un gran número de ellas considera que sus de-
cisiones vitales son actos libres que, en realidad, vienen determinadas por
una estructura social que otorga el poder a los varones. Uno de los objetivos
básicos del feminismo es precisamente conceptualizar adecuadamente como
conflicto y producto de unas relaciones asimétricas de poder estas decisiones
que se consideran ‘normales’ y ‘naturales’. Millet (1995), para explicar este
fenómeno, señala la influencia que ejercen en nosotros las normas patriarca-
les, que a través de un aprendizaje que comienza con la temprana socializa-
ción del individuo, queda reforzada por la experiencia de vida. Si tomamos
como ejemplo el caso de la exclusión de las mujeres del derecho al sufragio,
la argumentación social, incluida la opinión de muchas mujeres, se basaba
en que era algo natural, por lo tanto su reivindicación era ‘antinatural’.
Con la industrialización, la evolución del sistema capitalista configura un
destino diferente para las mujeres según sea su procedencia social: las proleta-
rias se dedican al trabajo industrial como mano de obra más barata y obediente
y las mujeres de clase media quedan separadas del trabajo remunerado, cons-
tituyendo un símbolo de estatus para el varón. Muchas de ellas se organizan
y empiezan a reivindicar el derecho al voto.30 No obstante, su reconocimiento,
como ya se ha señalado, llega muy tardío en los países occidentales.
Una vez conseguido el derecho al voto, el movimiento feminista politizó
la esfera privada, y las mujeres empezaron a reunirse solas y a comprender
que la discriminación laboral y el papel subalterno con relación a los varones
en todos los espacios, incluidos los escenarios reivindicativos, constituían
problemas personales y se intensificó el activismo público.
Los estudios e investigaciones de género también desplazan los deba-
tes naturalistas y explican la situación de las mujeres como un constructo
histórico y cultural de dos espacios dicotómicos: el público y el privado. La
diferencia genérica es socialmente producida en un grado hoy por hoy inde-
terminado; es posible que sea producida por la acción social total o parcial-
mente y exista alguna base biológica previa. Sin embargo, la indagación de
los procesos de socialización genérica muestra que se trata de construcciones
sociales muy elaboradas (Subirats, 2007:141).
El espacio público, definido como masculino, es el ámbito de la cultura,
la libertad, la universalidad e imparcialidad, el lugar donde se producen las
30 En 1848 en Nueva York se aprobó la Declaración de Séneca Falls, uno de los textos funda-
cionales del sufragismo.

71
CAPITAL SOCIAL, GÉNERO Y DESARROLLO

ideas, donde impera la razón, la competitividad entre los hombres, que a


través del trabajo producen y ‘hacen cosas’, si bien todos ellos -en cuanto que
individuos-, son considerados ciudadanos iguales.
La esfera privada, identificada con la naturaleza (no con la cultura), es
el espacio donde impera el deseo, la necesidad, los particularismos, los sen-
timientos, la ética del cuidado, donde las mujeres son consideradas todas
idénticas, definidas como madres y esposas.
Ante estos dos espacios desiguales destacan tres orientaciones distintas:
la del movimiento del llamado feminismo de la diferencia, que se centra en
potenciar las relaciones entre mujeres, y el feminismo de la igualdad -liberal,
radical, socialista-, que se orienta hacia la trasformación de estos dos espa-
cios derivados de la concepción patriarcal. En tercer lugar, se situarían los
feminismos postmodernos que ponen en primer plano la fragmentación del
sujeto mujer y los postcoloniales del tercer mundo, que acentúan la diversi-
dad de las mujeres.
El debate igualdad/ desigualdad nos remite a una discusión moderna, de
raíz ilustrada, mientras que igualdad/ diferencia se enmarca en el discurso
más bien postmoderno.
En el discurso ilustrado clásico, el concepto de igualdad tiene dos sen-
tidos: como principio regulativo de la ciudadanía y como igualdad de la
condición (Arneson, 1993:44-48). El primero se refiere al ámbito político, y
el segundo, al económico y social. La igualdad de recursos o de condición
como ideal distributivo se apoya en el principio de ciudadanía. En la ac-
tualidad, se constata que a pesar de los avances hacia la equidad, especial-
mente en el espacio público, sigue existiendo conflicto en la esfera privada.
Este conflicto pone de relieve el hecho de que la exclusión de las mujeres no
es algo accidental, sino algo necesario para que se pudiera llevar a cabo la
constitución de lo público. Por ello, lo más innovador en la investigación es
articular una metodología que dé cuenta de la urdimbre existente entre lo
público y lo privado.
En la década de 1980 aparece una corriente feminista denominada ‘de la
diferencia’, entre las que se encuentran Irigaray en Francia, Muraro en Italia
y Rich y Daly en EE.UU., que pone el acento en las diferencias de las mujeres
respecto a los varones, sin tener en cuenta si es consecuencia de la naturaleza
o de la educación, y reclaman un ‘orden femenino’propio, tanto a nivel sim-
bólico como cultural y político. Ya no se busca la igualdad con los varones,
pues el orden simbólico que le ha concedido la cultura masculina a la mujer
no ha respetado lo femenino.
Pero, ¿cuáles son los valores femeninos? Rivera (1994:153) señala la difi-
cultad de definirlos y lo expresa así: “lo que hemos percibido algunas femi-
72
Género y desarrollo

nistas después de aquel gran descubrimiento inicial es que el concepto de


género nos ayudó a desnudarnos, pero de alguna manera nos dejó desnu-
das”.
Algunas autoras señalan el pacifismo como valor femenino. Las investi-
gaciones de Gilligan (1982) apuntan hacia la asignación de una ‘ética del cui-
dado’ que cultiva la benevolencia y la preocupación por los otros, diferente
de la ’ética de la justicia’ masculina.
En el nivel político, esta acentuación de la diferencia ha originado teo-
rías como la de Marion Young (1987) quien defiende una ciudadanía dife-
renciada, en función del grupo, opuesta a la concepción tradicional de la
ciudadanía universal. Según esta autora “los ideales del liberalismo y de la
teoría del contrato, tales como la igualdad formal y la racionalidad univer-
sal, están profundamente desfigurados por distorsiones masculinas sobre lo
que significa el ser humano y la naturaleza de la sociedad” (Young, 1987:58).
Es decir, la concepción de la sociedad estaría encubriendo una sutil forma
de dominación que no sólo afectaría a la mujer, sino a las razas o a otros
grupos sociales minoritarios o marginados. Este feminismo considera que el
concepto de humanidad sería una forma de referirse al varón heterosexual,
blanco y judeo-cristiano. Y a partir de la crítica al paradigma liberal, bus-
ca una alternativa democrática que permita absorber las diferencias en una
identidad nueva.
Aunque estos debates están inacabados, no parece que la diferencia entre
esta visión del feminismo sea tan antagónica a la igualitarista. Insiste en sa-
car a la luz el sistemático ocultamiento de las diferencias, por considerar que
la esfera privada se ha constituido como un asunto propio de mujeres. Esta
visión del feminismo intenta ’repolitizar’ lo privado, mostrar las diferencias
ignoradas u oprimidas. Lo relevante es que sin acceso al espacio público, no
habría posibilidad de percibir la opresión ni las identidades lesionadas que
son consecuencia de ella.
El feminismo de la igualdad de raíces ilustradas no rechaza la diferen-
cia, aunque sí las consecuencias políticas que algunas pensadoras han de-
rivado al respecto. La igualdad no significa identidad con lo masculino. Lo
opuesto a la igualdad es desigualdad y no diferencia. Por ello hay quien se
refiere a esta corriente con la frase: “igualdad en la diferencia” (Jiménez,
1995:143).
Precisamente, uno de los retos intelectuales que tiene el feminismo para
el siglo XXI, como señala Duran, (2000:9), es “la innovación y reinterpreta-
ción de la cultura acumulada durante la ausencia secular de las mujeres de
los lugares de la producción de ciencia y conocimiento”.

73
CAPITAL SOCIAL, GÉNERO Y DESARROLLO

3.2. INCORPORACIÓN DE LA CATEGORÍA DE GÉNERO A LA


SOCIOECONOMÍA

La incorporación al análisis socioeconómico de las relaciones sociales de


género es bastante reciente, y aún lo es más para la macroeconomía. La vi-
sión de estos análisis era ’neutra’, es decir, ciega a las relaciones de género.
Por ello, Çagatay (2003:241) señala, tras analizar trabajos recientes, que las
políticas macroeconómicas, por lo general, tienen sesgos de género en sus
efectos y que las desigualdades de género en los niveles ’micro’ y ’meso’
tienen implicaciones macroeconómicas.
La ciencia económica incorpora en su elaboración valores basados en
estereotipos sociales (Frutos, 2006) y con ello contribuye a invisibilizar al
‘actor‘ social, como ocurre, por ejemplo, en el caso del trabajo reproductivo
realizado por las mujeres. Y lo mismo ha sucedido con el modelo explicativo
que se ha ocupado del trabajo ‘visible‘ de las mujeres en el empleo remune-
rado. Tradicionalmente la teoría se ha construido siguiendo un modelo an-
drocéntrico, basado en el modelo estándar del ‘ganapán‘ varón, como cabeza
de familia.
El sistema de género es la base de una división de trabajo, en la mayoría
de las sociedades, fundamentada en la distinción entre ‘actividades produc-
tivas’ y ‘actividades reproductivas’.31 Sin embargo, las diferencias biológicas
determinan quién da a luz los hijos, pero por sí solas no pueden explicar por
qué las mujeres deben ser las encargadas y las únicas responsables de aten-
der a los enfermos, a los niños, a la población dependiente, en general.
Se trata de un hecho social no biológico que se explica por las relaciones
de género. Por ello, el sistema de las relaciones de género afecta tanto a los
hombres como a las mujeres, pero no de la misma manera. La asimetría de
poder entre hombres y mujeres sigue siendo un rasgo que se mantiene en
todo el mundo. Y esta asimetría se reproduce tanto en el espacio público
como en el privado. Como ha señalado Sen (1990), en el interior de las fami-
lias se dan al mismo tiempo la cooperación como el conflicto.
Una forma de incorporación de la perspectiva de las relaciones de género
ha sido a partir de la crítica ejercida a los enfoques ortodoxos en la econo-
mía.
En primer lugar, cabe señalar el uso restrictivo que ha hecho la economía
del concepto de trabajo, por el que excluía a las mujeres. La Enciclopedia
Internacional de las Ciencias Sociales define a los trabajadores como “las
personas que producen o transforman bienes o prestan servicios para su pro-
31 Las actividades productivas refieren a las que generan ingresos, generalmente vincula-
das al mercado, y las reproductivas, a las actividades del cuidado y desarrollo de las personas.

74
Género y desarrollo

pio consumo o el de otros” (Dubin, 1977:399). Sin embargo, en la literatura


socioeconómica es común la utilización del término en una conceptualiza-
ción muy restringida, exclusiva del trabajo asalariado, y apenas se concede
importancia a otro tipo de trabajo que no esté directamente incorporado a la
producción de mercancías. Así, no se incluye en la Contabilidad Nacional las
actividades de subsistencia llevadas a cabo en su mayor parte por mujeres,
aunque, en menor grado, también participen varones.
Atendiendo a los criterios de las Cuentas Nacionales, el trabajo domésti-
co se considera ’productivo’ cuando lo realiza una empleada doméstica re-
munerada y ’no productivo’ cuando no interviene ninguna remuneración.32
El debate sobre el concepto de trabajo se introduce en las Ciencias Socia-
les (Historia, Sociología, Economía) de manera interdisciplinar, y se hace ex-
tensible, en la década de los años sesenta, a la actividad doméstica. Se puso
de manifiesto la incapacidad de las teorías, -y de las categorías tradicionales
sobre el trabajo- para captar y analizar la diversidad y complejidad de las
actividades femeninas, ya fuera en el seno de la familia únicamente o simul-
taneadas con el trabajo realizado para el mercado.
El trabajo doméstico se volvió ‘invisible’ conforme se iba definiendo el
‘trabajo real’ como aquél por el que se recibe un salario. Sin embargo, el peso
del trabajo doméstico no remunerado tiene una enorme importancia eco-
nómica, pues “(...) supone entre un 25 y un 40% de la riqueza creada en los
países industrializados. El trabajo doméstico contribuye al resto de la econo-
mía con su aportación de servicios gratis de los que depende gran parte de
la población trabajadora” (Giddens, 1991:210).
No obstante, y a pesar de ese reconocimiento, la estimación del valor del
trabajo no remunerado entraña considerables dificultades; de ahí la gran dis-
paridad que ofrecen los informes internacionales sobre la situación econó-
mica de las mujeres y sobre las estimaciones del valor del trabajo doméstico
realizado por mujeres. Las razones de esta gran variabilidad se deben a que
no coinciden las definiciones, ni los procedimientos de recogida de datos y
ponderación, así como por la existencia de una gran disparidad de estructu-
ras económicas nacionales.
La metodología de investigación empleada para visibilizar este tipo de
trabajo se ha basado en dos modelos: cálculos monetarios teniendo en cuen-
ta el ‘coste de oportunidad’ de cada individuo, o el salario de un trabajador
doméstico, o cálculos de tiempo empleado confrontando el número de horas
dedicadas a la producción doméstica con el número de horas de trabajo en el
mercado de ambas poblaciones, femenina y masculina (Frutos, 2006:34-35).
32 Ello constituye un agujero negro desde el punto de vista epistemológico, además de un
problema político.

75
CAPITAL SOCIAL, GÉNERO Y DESARROLLO

A menudo, las mujeres están también en el trabajo remunerado, lo que les


supone una doble jornada. Para Durán (1991), la aceptación de la ‘jornada
interminable’, por parte de muchas mujeres, es el precio involuntariamente
pagado por la aceptación de valores igualitarios en el ámbito público, que no
se corresponden con cambios en la división de la carga global de trabajo.
El análisis del mercado de trabajo ha sido siempre objeto de estudio de
los distintos enfoques de la economía. Sin embargo, la mayoría de las teorías
desarrolladas tienen una capacidad muy limitada para explicar la situación
de la mujer en el mercado laboral, básicamente por utilizar categorías ’ciegas
al sexo’, que no han permitido dilucidar las formas en que las relaciones
de género están involucradas en la producción. Así, la corriente neoclásica
central de la economía había asumido que los hogares eran espacios armóni-
cos con normas de consumo igualitarias y planteaba que la especialización
basada en el género en el interior de los hogares, era un acuerdo basado en la
eficiencia, en el coste de oportunidad, en la línea de la ’ventaja comparativa’
del miembro del hogar que obtuviera un salario más alto en el mercado de
trabajo remunerado. Como los varones ganaban más que las mujeres, esta
razón fue utilizada para explicar que los hombres estuvieran más integrados
que las mujeres en el mercado de trabajo remunerado.
En esta línea teórica, tanto Samuelson (1956) como Becker (1965), estima-
ron que la función de utilidad del cabeza de familia vale por la del hogar, ya
que se preocupa por los demás miembros de la misma; pero esta concepción
del ‘ganapán-varón’ sólo se entiende adecuada a una sociedad patriarcal,
por lo que fue rebatida, además de por autoras feministas, por otros como
Galbraith (1976).
Frutos (2006: 42) señala que en esta microsociología de la familia, gene-
ralmente la mujer tiene la especialización en el trabajo doméstico y cuando
participa en el mercado de trabajo lo hace en una posición, de entrada, no
ventajosa. Y ello por varias razones: una de ellas, es que no ha invertido lo
necesario en su capital humano; otra, que no ha adquirido cualificación y la
suficiente experiencia profesional; además, al condicionar su inserción pro-
fesional en el trabajo remunerado a las exigencias de su actividad domésti-
ca, puede incluso interrumpir su carrera profesional entre los veinticinco y
los treinta y cinco años para cuidar de los hijos, exactamente el periodo en
el que los varones consolidan sus posiciones en el mercado laboral. Como
consecuencia de este funcionamiento, las mujeres buscan un empleo poco
exigente, con flexibilidad horaria, sin movilidad geográfica, ni horas extraor-
dinarias. Dado que las posibles trabajadoras para este tipo de empleo son
más numerosas que los puestos reales, se produce una competencia entre
las propias mujeres, que incide en la reducción de los salarios. Así se explica,
76
Género y desarrollo

tanto la concentración de mujeres en los escalones inferiores de la cualifica-


ción, como las diferencias salariales con respecto a los varones. Se trata de
un razonamiento circular, ya que las mujeres siempre obtendrían posiciones
y remuneraciones inferiores a las de sus maridos a causa de sus responsabi-
lidades domésticas, por lo que la opción ‘más racional’ sería precisamente la
de asumir esas tareas y permanecer en el ámbito privado.
Las autoras feministas enmarcadas en la tradición marxista con el con-
cepto de ‘reproducción de la fuerza de trabajo’ han introducido un concepto
de trabajo más amplio que incluye dos modos de explotación: el capitalismo
y el patriarcado. Se enmarcan aquí las teorías que conciben al capitalismo y
al patriarcado como sistemas autónomos de opresión y de explotación que
se refuerzan mutuamente: Teoría de los sistemas duales o Teoría de los dos
sistemas.
Una de las primeras autoras que teorizó sobre la separación y, al mismo
tiempo, ligazón de los dos sistemas fue Delphy (1970). También Hartmann
(1987) defiende que el patriarcado es el responsable de la segregación a tra-
vés de la imposición de toda una serie de obstáculos para que las mujeres
no accedan a la formación profesional, ni a las mismas organizaciones públi-
cas que los varones, como los sindicatos. Según esta autora, se produce una
continua interacción entre la división sexual del trabajo doméstico y la que
existe en el mundo del trabajo.
También se ha señalado, desde la perspectiva teórica de la segmentación
de los mercados, los obstáculos de los trabajadores para acceder a un tipo de
mercado específico, como el primario. Los canales de movilidad en nuestra
sociedad reservan a los hombres los puestos mejor pagados y de mayor sta-
tus del sector primario y, para las mujeres, las cadenas aleatorias, arraigadas
en la familia o en las vecindades del segmento secundario. En este segmen-
to es más importante la formación en el puesto de trabajo que los años de
educación formal previos, que son clave para la movilidad en el segmento
superior (Frutos, 2006:54).
Barron y Norris (1976) trataron de aplicar a la división sexual del trabajo
el modelo de la segmentación del mercado. Hicieron hincapié en el hecho de
que las mujeres poseen las características propias de una mano de obra que
se ajusta a las necesidades del sector secundario del empleo y señalaron una
serie de atributos principales, que llevarían a que un determinado grupo
social fuese una fuente probable de trabajadores secundarios:
• facilidad de despido (voluntario o involuntario),
• diferencias sociales del grupo en cuestión, que lo hacen fácilmente iden-
tificable (raza, género),
• bajo interés en adquirir capacitación y experiencia,
77
CAPITAL SOCIAL, GÉNERO Y DESARROLLO

• escasas expectativas de retribuciones monetarias elevadas,


• bajo nivel de organización,
• reducidas probabilidades de desarrollar relaciones de solidaridad.
Estas características, en su opinión, se cumplen en el caso de las mujeres
trabajadoras; de ahí que se encuentren en el segmento secundario.
El origen de la segmentación del mercado de trabajo es consecuencia del
proceso de producción, inmerso en un contexto social en el que los indivi-
duos cooperan, según pautas institucionales, que determinan su posición
en el mercado laboral y su derecho a la obtención de una parte del produc-
to. Las relaciones de producción configuran un marco general dominado
por un desigual reparto de poder y por una conflictividad estructural. La
consecuencia de este proceso contradictorio es la formación de segmentos
en el mercado. Como señala Recio (1986:99), en parte, se desarrollan como
respuestas espontáneas de la economía y, en parte, son un producto de las
políticas laborales de la empresa.
Uno de los puntos débiles de las teorías de la segmentación de los mer-
cados es considerar a las mujeres como un todo homogéneo ubicado en el
sector secundario del mercado (Frutos, 2006:60). No se consideran factores
relevantes, como son la clase social de pertenencia, la etnia, las cualifica-
ciones, el nivel educativo, la situación familiar etc. Si bien es cierto que un
mayor número de mujeres se encuentra en el sector secundario del empleo, y
este enfoque teórico ayuda a entenderlo, no consigue explicar la segregación
existente en el interior de cada segmento.
El concepto de ’relaciones sociales de sexo’ ha sido propuesto por el Groupe
de Études de la Division Social et Sexual du Travail (Kergoat et al., 1984), y con él
se pretende incidir en la importancia de las relaciones sociales entre mujeres y
hombres de manera transversal en los distintos subsistemas sociales: económi-
co, político, simbólico, etc. La propuesta de este enfoque es concebir la relación
entre los sexos como relación social (ya sea de antagonismo, de contradicción,
de paradoja). Las diversas modalidades pueden actuar separadamente o con
simultaneidad. Así por ejemplo, Kergoat (1994:518) considera de suma impor-
tancia, en el caso del análisis de las trabajadoras obreras, tener en cuenta simul-
táneamente la producción y la reproducción, pues de lo contrario, las mujeres
aparecerían como categoría de fuerza de trabajo, pero no de ‘actoras’ sociales.
La aportación de esta teoría es su contribución al reconocimiento de la
necesidad de analizar conjuntamente el subsistema familiar y el del empleo,
conjugando una sociología estructural con una sociología estratégica de los
agentes sociales, que otorga un papel importante a lo simbólico y a la subje-
tividad individual en la reproducción de las relaciones sociales de hombres
y de mujeres.
78
Género y desarrollo

3.3. EL SISTEMA DE RELACIONES DE GÉNERO EN EL CAPITALISMO:


DEL FORDISMO A LA GLOBALIZACIÓN DESDE LA ÓPTICA
FEMINISTA

El primer capitalismo decimonónico explotó indiscriminadamente, ade-


más del proletariado, a mujeres y niños. Entre finales del siglo XIX y prime-
ros del XX dejó de ser así de forma sistemática.
El sistema del salario familiar se convirtió gradualmente en la norma de
las familias estables de clase obrera. Pero la lógica del desarrollo capitalista
por sí sola no explica este cambio (Hartmann, 1975); la jerarquía capitalis-
ta –empleador/empleado-, no puede indicar quién ocupa cada puesto, sino
que hay que considerar también las jerarquías raciales y de género a la hora
de determinar quiénes ocupan los puestos vacantes.
El patriarcado es un conjunto de relaciones sociales entre los hombres
que tiene una base material y, si bien son jerárquicas entre ellos, establecen o
crean una interdependencia y solidaridad entre los hombres que les permite
dominar a las mujeres. Se trata de un pacto masculino interclasista según
el cual los varones controlan la fuerza de trabajo de las mujeres. Hartmann
llama a esto la ’base material del patriarcado’. El varón se resiste a que las
mujeres dejen el trabajo doméstico, siendo esa resistencia interclasista.
El análisis de las mujeres como ’ejército de reserva’ tiene una cara clasista
y otra cruz patriarcal, como anverso y reverso de la misma moneda. Los
capitalistas desearían que trabajaran las mujeres (aunque no las suyas) y los
obreros que se quedaran en casa. Pero los capitalistas pronto repararon que
la clase obrera difícilmente podía reproducirse en las condiciones draconia-
nas de la primera fase de la industrialización.33
Los sindicatos, controlados por los varones, se decantaron por una legis-
lación proteccionista para las mujeres. Los patronos estimaron que retirando
a las mujeres obreras del mercado de trabajo ganaban a largo plazo en es-
tabilidad social lo que podían perder en beneficios inmediatos. “El salario
familiar puede ser interpretado como una solución al conflicto en torno a la
fuerza de trabajo femenina que se produjo entre los intereses patriarcales y
los capitalistas de aquella época” (Hartmann, 1975:99-100).
Tras la segunda guerra mundial el capitalismo vivió en los países occi-
dentales una etapa de mejora para amplias capas de la población y que du-
raría más o menos hasta la crisis del petróleo.34 Se aplicaron las teorías de
Keynes del pleno empleo (aunque desde la perspectiva de género habría que

33 Etapa que Víctor Hugo retrata admirablemente en Los Miserables.


34 Sería la etapa fordista (1945-1973) y la postfordista, a partir de la crisis del petróleo de
1973.

79
CAPITAL SOCIAL, GÉNERO Y DESARROLLO

añadir ‘masculino’, puesto que las mujeres no estaban); los beneficios em-
presariales se reinvierten, se amplía la clase media, dando lugar a una gran
movilidad social ascendente. La base del pacto, fundamentalmente en los
países europeos, había sido un compromiso entre capital y trabajo por el que
se ponía límite a lo que sería un mercado totalmente regulado por la oferta
y la demanda. Se admitía la intervención del Estado en salud y educación,
para dejarlas fuera de la acción del mercado. También las luchas obreras lo-
graron ciertos derechos humanos básicos plasmados en la Declaración de
Derechos Humanos de 1948. Esta etapa se conoce con el nombre del Estado
del Bienestar y corresponde a la época de los gobiernos socialdemócratas,
cuando el Estado fuerte favorece prácticas corporatistas, de negociación en-
tre todos los agentes sociales.
La teoría y el análisis feminista han prestado atención a algo en lo que
no suelen reparar los economistas neoclásicos: al subtexto patriarcal del Es-
tado de Bienestar que se desarrolló en la época fordista antes de la crisis. Es
el caso de Fraser (1997), estudiosa de los modelos del Estado de Bienestar
desde la perspectiva de las relaciones de género. Esta autora identifica la
institución del salario familiar como la clave de bóveda de la arquitectura de
estos sistemas de redistribución social. Su diseño se lleva a cabo de acuerdo
con el supuesto de una familia nuclear cuyo cabeza de familia es varón, el
cual provee a la misma de un salario que cubre la manutención de los hijos
menores y de la esposa, dedicada a la crianza y al cuidado de éstos, y tam-
bién al trabajo doméstico. Las bases de la ayuda del Estado de Bienestar para
compensar situaciones de vulnerabilidad (por enfermedad, paro, jubilación)
se refieren a los varones que desempeñan un trabajo remunerado; ellos re-
sultan ser los titulares de ‘derechos directos’, mientras que las mujeres lo son
de derechos derivados, en función de su relación con el cabeza de familia.
El salario familiar se construyó como un medio para elaborar significados
de dependencia e independencia profundamente influidos por factores de
género, raza y clase.
A partir de la crisis del petróleo de 1973 se inicia otra transformación del
sistema capitalista, llamada de muchas formas, ’postfordismo’ entre otras, y
que coincide con el fenómeno de la globalización.
Castells (1998) ha caracterizado la globalización por la convergencia de
varios fenómenos, como son: la constitución del paradigma informacionalis-
ta, la articulación de la sociedad red, el lanzamiento de un nuevo modelo de
desarrollo capitalista y la redefinición del papel de los Estados-nación.
Este nuevo paradigma científico-tecnológico coincidió en el tiempo y en-
tró en interacción con la respuesta del modo de producción capitalista a la
crisis del estancamiento que padeció a partir de la década de los años 70. En
80
Género y desarrollo

efecto, la respuesta económica-política fue una quiebra del consenso keyne-


siano que se había producido después de la II Guerra Mundial en los países
que se regían por una economía de libre mercado.
Se desarrolló una gran actividad prestamista hacia los países del sur. Uno
de los cambios más significativos es la pérdida del papel del Estado, mien-
tras que el protagonismo del mercado va en alza, y las nuevas tecnologías
permiten que el dinero viaje a la velocidad de la información. La caracterís-
tica fundamental de esta etapa es la aplicación de medidas de flexibilización
y de desregulación en todos los ámbitos. Pero esta decisión no se derivó de
forma espontánea de las leyes económicas sino que fueron decisiones políti-
cas de los Estados, fundamentalmente de EEUU y Gran Bretaña.
La desregulación de los mercados financieros corrió paralela a la del
mercado laboral. Las nuevas empresas de la era de la globalización bus-
caron la competitividad a cualquier precio, así como una flexibilidad per-
manente para ser montadas o desmontadas en los sitios más rentables, a la
vez que organizaban en torno a ellas una red de filiales y de subcontratas.
Estas empresas precisan una mano de obra que se adapte a su versatilidad.
Prefieren por ello las zonas francas que se sustraen con más facilidad a
las reglamentaciones laborales. La mano de obra sufre así un proceso de
desterritorialización, en sentido figurado (por quedarse a merced de pro-
cesos de desarraigo dentro de sus propias fronteras, por el deterioro del
tejido social), y en sentido real (por la emigración). La mano de obra queda
abandonada a la expoliación de sus recursos naturales, arrancada de sus
vínculos referentes más próximos.
El fenómeno de la globalización significa, según Benería (1999:408), volver
al discurso del laissez-faire que caracterizaba al capitalismo del siglo XIX. Esta
autora considera clave el rol de los Estados-nación porque han permitido
la imposición de la desregulación de los mercados. Las nuevas tecnologías
hacen posible, aunque no están causadas por ellas, esta economía del trabajo
‘casero’, descrita como estructura capitalista mundial. Una de las consecuen-
cias de este nuevo modelo es la pérdida del salario familiar masculino.
Algunas feministas han definido a esta combinación de las nuevas tecno-
logías con el neoliberalismo como “economía del trabajo doméstico fuera del
hogar” (Gordon, citado por Haraway, 1995) pues se procede a “una reestruc-
turación del trabajo que, en general, posee las características que antes tenían
los empleos de las mujeres, los que sólo eran ocupados por éstas. El trabajo,
independientemente de que lo lleven a cabo hombres y mujeres está rede-
finido como femenino o feminizado, es decir, enormemente vulnerable, apto
para ser desmontado, vuelto a montar, explotado como fuerza de trabajo de
reserva”. En esta concepción del contrato laboral, quien trabaja es conside-
81
CAPITAL SOCIAL, GÉNERO Y DESARROLLO

rado más bien como servidor que como trabajador, sujeto a horarios intra y
extrasalariales que son una burla de la jornada laboral limitada.
Así, desde finales del siglo XX el modelo del salario familiar bajo el im-
pacto de la globalización neoliberal está en declive. El nuevo ideal es que
tanto hombres como mujeres contribuyan al salario familiar, pero a causa
de la persistencia del modelo patriarcal, las mujeres van a ser ’proveedoras’
frustradas. El hecho de que ganen menos que los hombres, contribuirá a que
su trabajo sea definido como secundario. Además, el hecho de que las mu-
jeres se ocupen en mayor medida que los hombres del trabajo reproductivo,
les hace entrar en desventaja en el mercado de trabajo. La novedad de la
globalización neoliberal consiste en que para los varones ya no hay puestos
de proveedor familiar. Castells, refiriéndose a la nueva división del trabajo
menciona a los ‘trabajadores auto programables’, que serían los emergentes,
y ‘trabajadores genéricos’, constituidos por los desechables, entre los que
habría un gran número de mujeres.
Sassen (2003: 117) considera que el primer paso hacia el establecimiento
de una perspectiva de género en la globalización es la constatación de la
ausencia de poder de las mujeres. Para esta economista política los espacios
de silencio y ausencia se encuentran en intersección con el resto de espacios
de representación y, su ausencia, tiene consecuencias. Así, en el mundo de
las finanzas una gran parte de los empleos involucrados son de bajo salario y
están llevados por mujeres (también por inmigrantes). Esta autora considera
que estos empleos no se muestran representados en el sistema económico
global pero, en la realidad, constituyen una forma avanzada de las finanzas
internacionales. Su análisis concluye en la idea de que la devaluación de los
trabajos es un resultado producido.
Si bien la capacidad para generar ganancias de los distintos sectores
económicos ha sido siempre desigual, en la actualidad, se están produ-
ciendo desregulaciones masivas de las relaciones laborales de diferentes
mercados que derivan en la utilización por parte de las empresas de tra-
bajo informal con malas condiciones laborales para sus empleados –como
trabajar en sótanos-. Por ello, Sassen (2003:122) califica a la informalización
como un fenómeno que “reintroduce la comunidad y los hogares como
un importante espacio económico”. En efecto, se están produciendo nue-
vos tipos de segmentación de los mercados laborales. Por un lado, se está
debilitando el rol de la empresa en la estructuración de la relación del
empleo y, por otro, se produce un desplazamiento de las funciones del
mercado laboral al hogar o la comunidad. Ambas tendencias conllevan
una devaluación de los trabajos (de tiempo completo a tiempo parcial,
de trabajos que antes permitían una movilidad ascendente dentro de la
82
Género y desarrollo

empresa a trabajos sin movilidad, etc.) y una feminización del trabajo en


esos empleos.
Como ejemplo de investigación feminista es particularmente interesante
el caso de las mujeres inmigrantes, donde su trabajo regular y su acceso a
esferas públicas en países distintos a los suyos, está teniendo un impacto en
sus relaciones de género (adquieren más autonomía; logran más control so-
bre el presupuesto y otras decisiones domésticas y mayor poder para solici-
tar ayuda de los hombres en las tareas domésticas). Su acceso a los servicios
públicos y a otros recursos colectivos les proporciona una nueva oportuni-
dad de ser incorporadas en el tejido social.
La globalización económica también representa un gran cambio en la or-
ganización del poder político, pues si bien es cierto que las fuerzas económi-
cas son las hegemónicas, aparecen nuevas voces de actores internacionales:
organizaciones no gubernamentales y otros grupos, que pueden facilitar so-
lidaridades feministas transnacionales. Por ejemplo, hay un emergente cono-
cimiento feminista sobre la ley internacional. Y empieza a considerarse que
la ética del cuidado debería prevalecer en la lista de los Derechos Humanos,
por encima de la soberanía de los Estados-nación. En efecto, los derechos
humanos internacionales, en tanto aparecen reconocidos en los documentos
fundacionales de los Estados-nación, son hoy una fuerza que puede soca-
var la autoridad del Estado sobre sus ciudadanos. De esta forma pasamos
del énfasis en la soberanía de los pueblos de una nación y del derecho de
autonomía, al énfasis hacia los derechos de los individuos, a pesar de la na-
cionalidad. El Estado ya no es el único sujeto, a pesar de que todavía protege
la soberanía estatal. En este nuevo contexto, las mujeres pueden lograr visi-
bilidad como individuo y como actor colectivo y salir de la invisibilidad de
la pertenencia agregada en un Estado-nación.
La equidad de género se ha convertido en sí misma en uno de los objeti-
vos del Milenio, aún cuando no todas las voces que se escuchan en las Con-
ferencias Mundiales son unitarias, pues algunas consideran que en estos en-
cuentros se reproduce la hegemonía de las mujeres blancas, de clase media
y heterosexuales y no se tienen en cuenta aspectos básicos de movimientos
protagonizados por negras, chicanas y asiáticas. Pero, al igual que la con-
tradicción entre hombres y mujeres no podía subsumirse en el conflicto de
clases, no todas las contradicciones se resuelven en el feminismo. De hecho,
aportaciones recientes feministas no establecen un antagonismo principal,
sino que apuntan a varios, como son los existentes entre el imperio y la colo-
nia, el primer mundo frente al tercer mundo, las mujeres blancas frente a las
no blancas, heterosexuales frente a homosexuales. Amorós considera que “el
viejo sueño del Sujeto Histórico ha dado paso a los nuevos sujetos sociales,
83
CAPITAL SOCIAL, GÉNERO Y DESARROLLO

los nuevos movimientos sociales, más modestos y heterogéneos, escépticos


con armonías preestablecidas, pero determinados a forjar un frente común
contra las viejas y las nuevas injusticias” (Amorós, 2005:82).
El feminismo siempre ha tenido una vocación internacional pues ha sido
interpelado por otras culturas y otros movimientos sociales. En la actualidad,
con el gran desarrollo de la globalización, los grandes movimientos migrato-
rios y lo que está suponiendo Internet, se está favoreciendo el desarrollo de una
conciencia transnacional en la que se produce el mestizaje entre distintas cultu-
ras y condiciones femeninas.35 Frente a la visión multiculturalista que pretende
que cada cultura es un bloque monolítico, una totalidad homogénea y estática,
la realidad más bien demuestra lo contrario. Las culturas no son estáticas ni
homogéneas. Tan importantes como los supuestos compartidos son los conflic-
tos, las tensiones, los desajustes, el cambio cultural. Están en continuo proceso
de construcción y reconstrucción. Sin embargo, no es infrecuente ver cómo a
las mujeres se les asigna el deber de mantener el patrimonio de la identidad
cultural (aunque hayan emigrado), mientras que a los hombres se les permite
una mayor transculturalidad. La identidad vendría a ser lo que de nosotros
han hecho. Adquirir la libertad, por el contrario, sería lo que ya apuntó Sartre:
lo que nosotros hacemos de lo que han hecho de nosotros (Amorós, 2005:230).
Con relación al multiculturalismo, se puede señalar que, en cierto modo, la
identidad describe los lugares en que hemos estado pero no estamos ya. Sin
embargo, a las mujeres se les prescribe estar en los mismos lugares. Aunque
se feminicen cada vez más los flujos migratorios, las mujeres han de llevar la
identidad cultural inscrita en ellas mismas. En palabras de Lagarde “las muje-
res viajan ‘como fósiles vivientes’ con la frontera puesta”.
A causa de la globalización, el enfoque de género actual es más complejo
y, por tanto, los datos y los indicadores han de ser más complicados.
A lo largo de este capítulo se ha intentado plasmar que el enfoque femi-
nista es un planteamiento político a la vez que de investigación de la reali-
dad. Las alianzas entre todos los feminismos son una necesidad que procede
del hecho de que, en su conjunto, todas las mujeres están más representadas
entre los perdedores.

3.4. DE LA TEORÍA A LOS INDICADORES DE LA DESIGUALDAD DE


GÉNERO

La perspectiva de género tiene una clara vocación empírica, pues todos


los debates teóricos se derivan en gran parte de la incorporación de los re-
35 http/www.mujeresenred.net (periódico feminista en red).

84
Género y desarrollo

sultados de investigación de la realidad. En el análisis estadístico se puede


producir sesgos, pues la medición del mundo implica una representación
e interpretación desde la perspectiva de quien lo hace (o tiene el poder de
hacerlo). La elección de un sistema de indicadores está condicionada por la
intencionalidad política (qué y para qué se quiere medir).
Los indicadores de las sociedades patriarcales han reflejado, fundamen-
talmente, el mundo masculino (trabajo de mercado, participación pública,
educación oficial), obviando las actividades femeninas (trabajo doméstico,
familiar, participación vecinal y social). Por ello, es necesario buscar nuevos
indicadores que se ajusten más a la realidad social. Sin embargo, si exceptua-
mos el empleo, la participación humana en lo que denominamos ‘trabajo’ o
‘actividad’ está llena de ambigüedades.
En el epígrafe trabajo se encuentran, al menos, tres tipos relevantes, tanto
por su magnitud como por su significado: el empleo (o autoempleo), el trabajo
familiar doméstico y la participación ciudadana. En ausencia de discriminación,
los tres deberían estar realizados tanto por mujeres como por hombres. La
interpretación económica tiende a identificar trabajo con empleo. Éste está
asignado a los hombres y es el único remunerado. El trabajo familiar tiene
como objetivo el cuidado de la vida humana y ha sido asignado a las mujeres
sin ningún tipo de salario, por lo que no se considera propiamente trabajo.
Lo mismo ocurre con las actividades de participación ciudadana, que son
muy variadas y tienen un papel significativo en la cohesión social donde no
han sido consideradas las redes sociales en las que participan las mujeres. La
perspectiva de género intenta romper esta división sexual e investiga para
dar cuenta de los sesgos de género.
Por ejemplo, el sesgo de género se presenta cuando se analiza el trabajo
de mercado, pues se utiliza para ello el mismo instrumental estadístico y
analítico que el empleado para los varones, sin considerar que la actividad
laboral femenina mantiene características distintas precisamente porque su
actividad primera está en otro sitio (invisible).
Los indicadores de trabajo y género deberían hacer referencia a tres aspec-
tos:
• Los requerimientos de trabajo necesarios para la reproducción y el bien-
estar de las personas.
• Los conflictos de tiempo, particularmente para las mujeres, asociados a
los distintos grados de rigidez y flexibilidad de la estructura de los
procesos de producción y reproducción.
• La desigualdad entre mujeres y hombres en relación a su participación
en los distintos tipos de trabajo y las diferencias según los niveles de
renta.
85
CAPITAL SOCIAL, GÉNERO Y DESARROLLO

Una nueva propuesta sobre indicadores de trabajo con perspectiva de


género incluiría las desigualdades entre mujeres y hombres, en cuanto al
trabajo de mercado y el de no mercado, el grado de integración de mujeres y
de hombres en el trabajo familiar doméstico, y la desigualdad existente entre
mujeres y hombres en su ciclo vital respectivo y en la estructura social.
Con relación a las investigaciones con perspectiva de género sobre el tra-
bajo remunerado, sería innovador introducir las desigualdades entre mu-
jeres y hombres con relación a la tasa de ocupación, pero no sólo de forma
individualizada. Habría que poner en interacción los dos ámbitos -el espacio
público del trabajo remunerado con el doméstico-, y comparar la desigual-
dad entre sexos cuando hay presencia de menores, por ejemplo, y/o per-
sonas dependientes. Así mismo, partiendo del concepto de equidad sería
necesario establecer, de forma desagregada, qué proporción de cada sexo
ocupa puestos de responsabilidad o toma decisiones, el tiempo que cada uno
dedica al trabajo remunerado y la ganancia media obtenida.
Por la misma razón, habría que reflejar la desigualdad entre sexos con
relación a la implicación en el trabajo familiar doméstico (los tiempos, las
actividades- limpieza, cocina, cuidado de menores o de personas mayores)
y establecer las diferencias que suponen para una mujer casada y para un
hombre casado.

Tabla 3.1. Nuevos indicadores de género


Trabajo Rasgos
• Requerimientos del tipo de trabajo
Empleo Mujeres • Conflictos de tiempo, asociados
Trabajo doméstico al trabajo de producción y al de
Hombres reproducción
Participación ciudadana
• Desigualdad entre hombres y
mujeres en los tres ámbitos

En América Latina hay una relación clara entre pobreza y desigualdad, y,


como señala Sen (1990), las mujeres presentan desigualdades específicas: en
la mortalidad, en la natalidad, en las oportunidades, en la educación, des-
igualdad profesional, en la propiedad y en el hogar.
Para avanzar hacia una mayor equidad, habría que analizar ’las poten-
cialidades’ de cada género en relación a la participación en la vida pública,
con el fin de que el Capital Social (CS) de uno y otro se visibilice y sirva de
catalizador del desarrollo. Se trata de un enfoque reciente que pone el énfasis
en comprometer a los propios afectados en la elaboración y en la ejecución
de los proyectos. En ese sentido, para lograr un mejor desarrollo y eficiencia

86
Género y desarrollo

de los programas dirigidos hacia las mujeres, se requiere fortalecer sus capa-
cidades por medio de la organización, el aumento de la autoestima, el acceso
a los recursos materiales y el fortalecimiento de sus redes sociales.
El punto de partida en los estudios regionales sectoriales con perspectiva
de género es el de la utilización de las estadísticas existentes,36 para identi-
ficar si se ajustan o no a la desigualdad entre mujeres y hombres. Una vez
seleccionados los indicadores para hombres y mujeres y realizado el diag-
nóstico, tras introducir al actor social, también habría que seguir los efectos
de las políticas sobre la situación diferencial de género, para una definición
futura de la intervención social.
A modo de conclusión, para convertir la perspectiva de género en factor
de desarrollo es reseñable la doble interacción existente, por un lado, entre
movimientos sociales y feminismo, pero también entre teoría y empiria, que
parafraseando a Kant, lo podríamos expresar así:

• La teoría feminista sin los movimientos sociales feministas es vacía; los


movimientos feministas sin teoría crítica feminista son ciegos.

• Los datos sin teoría crítica feminista son ciegos, la teoría feminista sin
datos está vacía.

3.5. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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36 Sin duda, el impacto de los planteamientos feministas se plasma en organizaciones in-


ternacionales, como son las declaraciones que surgen entre el pacto entre mujeres en las Confe-
rencias Mundiales, y también en algunos indicadores más refinados para describir la situación
de las mujeres en el mundo que se han ido implantado poco a poco a partir de los Informes de
Desarrollo Humano, elaborados por el PNUD. Así, desde 1995 (tras la Conferencia Mundial de
la Mujer en Beijing), se incorporan los índices de desarrollo de género (IDG) e Índice de Poten-
ciación de Género (IPG). El desarrollo humano sostenible promovido por el PNUD, plantea la
igualdad de género como uno de los pilares; los otros son la reducción de la pobreza, la regene-
ración ambiental, el crecimiento del empleo y la calidad de vida sostenible. De todos, el centro
de atención del PNUD es la reducción de la pobreza y no caer en ella se considera un derecho
humano. No obstante, sin el empoderamiento y avance de las mujeres, sin la promoción de la
igualdad de género no puede reducirse la pobreza.

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CAPITAL SOCIAL, GÉNERO Y DESARROLLO

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90
CAPÍTULO 4

CAPITAL SOCIAL Y GÉNERO EN LA COOPERACIÓN Y


EN LOS PROYECTOS DE DESARROLLO

Pedro Noguer a Méndez, Lola Frutos Balibrea


y María Semitiel García

4.1. INTRODUCCIÓN

Los enfoques teóricos del Capital Social (CS) y de las Relaciones Socia-
les de Género (RSG), examinados en los dos capítulos anteriores, permiten
reflexionar sobre los procesos de desarrollo y de la pobreza, y proporcionan
herramientas teóricas y analíticas para revisar las viejas cuestiones que siem-
pre han interesado a la economía y a la sociología: ¿cuáles son las causas del
desarrollo?, ¿qué medidas se pueden adoptar para mejorar los niveles de
bienestar de las comunidades o para reducir la desigualdad?, ¿a través de
qué estrategias las empresas pueden mejorar sus resultados?
Entre las perspectivas de género (RSG) y de CS existe una relación sinérgica
y de mutua dependencia: los diseños y resultados de las intervenciones mejoran
cuando se integran las aportaciones de ambos enfoques. Del análisis del CS, y
del uso de sus categorías analíticas, se derivan consecuencias aplicables al diseño
de las estrategias de empoderamiento y, en particular, de las que se dirigen a
las mujeres.37 Lo contrario también es cierto: el análisis del CS y su aplicación
al desarrollo mejoran cuando se incluye la perspectiva de género. El proceso de
desarrollo implica actuar sobre las normas y el orden social, reducir las desigual-
dades en el acceso a recursos y a derechos e incrementar la equidad y la cohesión

37 Según el Banco Mundial (2002), los individuos están empoderados en la medida en que
ejercen cierto control sobre las instituciones y sobre los procesos que afectan directamente a su
bienestar. El empoderamiento se refiere a la expansión de los activos y de las capacidades de las
personas para participar en las instituciones que afectan a sus vidas, así como negociar con ellas,
influirles, controlarlas y exigirles responsabilidades.

91
CAPITAL SOCIAL, GÉNERO Y DESARROLLO

social. Cualquier política que pretenda actuar en el ámbito de la desigualdad y la


equidad debe considerar la situación de las mujeres, que representan la mitad de
la población. Además, la reducción de la desigualdad de género no sólo actúa de
forma directa sobre el desarrollo. En el informe del Banco Mundial de 2006 (Ban-
co Mundial, 2005:39) dedicado a ‘Equidad y Desarrollo’ se señala que la mejora
relativa de la mujer y de su situación económica afecta a los patrones de consumo
(Strauss, Mwabu y Beegle, 2000), mejora la salud de los niños (Thomas, 1990),
eleva los gastos en ropa de los niños (Lundberg, Pollak y Wales, 1997), e incre-
menta los gastos en la educación de los hijos (Quissumbing y Maluccio, 2003). La
mujer desempeña un papel clave en el desarrollo, entre otras razones porque, en
general, invierte más tiempo que el hombre en su familia y proporciona al hogar
más estabilidad. “La inversión en la capacidad de la mujer y su potenciación para
que ejerza sus opciones no sólo es un fin valioso en sí mismo, sino también la ma-
nera más segura de contribuir al crecimiento económico y al desarrollo general”
(PNUD, 1995: iii).
Este capítulo se organiza como sigue. A continuación se examina la evolución
de la agenda de la cooperación y de las teorías del desarrollo y se presenta una
reflexión sobre los ámbitos de aplicación del CS y de RSG, así como sus implica-
ciones para la propia concepción del desarrollo. Ambos enfoques han incidido
sobre los objetivos de la cooperación internacional y, previsiblemente, aumenta-
rán su presencia conforme se difundan y asuman sus marcos teóricos y metodo-
lógicos, y se compruebe la eficacia de sus políticas. Por último se arguye sobre la
necesidad de lograr la integración del CS y de RSG en la metodología de gestión
de proyectos, concretamente en el Enfoque del Marco Lógico. Así mismo se in-
dican algunas recomendaciones, desde los enfoques del CS y del género, para
mejorar la gestión de los proyectos, y se presentan algunas reflexiones y vías que
conviene explorar.

4.2. LOS CAMBIOS EN LA AGENDA DE LA COOPERACIÓN


INTERNACIONAL

4.2.1. Los diferentes itinerarios de desarrollo entre el final del siglo XX e


inicios del XXI
Las teorías predominantes del desarrollo han evolucionado sensiblemen-
te durante las últimas décadas promoviendo, a su vez, cambios en las políticas
de cooperación (Alonso, 2003). De forma sintética se puede destacar que, en el
pasado, el desarrollo se identificaba con el crecimiento, concibiéndose como un
proceso de incremento de la producción y de cambio estructural, que permitía

92
Capital Social y género en la cooperación

el avance en los niveles de bienestar material. Esta visión economicista del de-
sarrollo contrasta significativamente con la que, en el presente, dominan en el
ámbito académico y en las instituciones internacionales. La perspectiva actual
es mucho más rica y está profundamente influida por los planteamientos que
el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) ha vertido desde
1990 en sus Informes sobre el Desarrollo Humano. El desarrollo se concibe ahora
como un proceso complejo de ampliación de las capacidades humanas y de los
derechos de las personas, que implica avances en la participación, en la equidad,
en la educación, el bienestar material, la salud, la cultura, los derechos civiles,
etc. Además, el desarrollo debe ser sostenible desde el punto de vista económico,
social y ambiental.38
Esto significa que el paradigma dominante en la economía del desarrollo ha
experimentado importantes cambios: desde el concepto ‘crecimiento económi-
co’, se pasó al de ‘desarrollo económico’, que ha evolucionado posteriormente
en el ‘desarrollo sostenible’ cuya concepción es también dinámica. “El desarrollo
sostenible trata del mejoramiento del bienestar humano a través del tiempo” dice
el Banco Mundial (2003: 13). En la nueva visión del desarrollo no sólo se consi-
dera el capital físico, sino también el humano, el natural y el CS, concediéndoles
mayor protagonismo a la sociedad civil y al sector privado, así como al marco
institucional y normativo. Las aportaciones del CS y de RSG se sitúan en esta
concepción más compleja y multidimensional que considera que el desarrollo
es un proceso social que implica progreso para las personas sin comprometer las
capacidades de las futuras generaciones.
De manera sintética, se pueden establecer seis enfoques en los itinerarios de
desarrollo que marcan una evolución, aunque no estrictamente cronológica, en
la agenda de cooperación, pues a menudo coexisten enfoques más antiguos con
otros más recientes (López y Uldemolins, 2007).

Estos enfoques son:


1. De la satisfacción de las necesidades básicas al concepto de desarrollo
humano
2. Ecodesarrollo, etnodesarrollo y desarrollo sostenible
3. Feminismo. Mujer y desarrollo. Género en el desarrollo
4. Participación y nuevos agentes del desarrollo
5. Capital social y gobernanza
6. Postdesarrollo

38 Según la Comisión Mundial del Medioambiente y Desarrollo (1987), el desarrollo soste-


nible es el progreso que satisface las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de
las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades. Este trabajo es más conocido
como Informe Brundtland.

93
CAPITAL SOCIAL, GÉNERO Y DESARROLLO

La Tabla 4.1. resume la evolución de las estrategias de desarrollo en el siglo


XX, que se explican brevemente a continuación. A partir de los años noventa,
desde el PNUD se difunde el planteamiento del desarrollo como ampliación de
las capacidades humanas, superando una visión basada en lo que se considera-
ban necesidades básicas: alimentación y vivienda, servicios esenciales, trabajo y
derecho a la participación en las decisiones públicas que competen a la vida de las
personas. A partir de la última década del siglo XX se incluyen, como objetivos de
desarrollo, una vida larga y sana, adquirir conocimientos y acceder a los recursos
necesarios, extendiéndose el uso del Índice de Desarrollo Humano (IDH).
Los efectos negativos del crecimiento insostenible se hacen cada vez más evi-
dentes, aumentando la preocupación por la creciente escasez y deterioro de los
recursos naturales. Esto explica la integración de la variable medioambiental en
la concepción del desarrollo. Para los países pobres, la explotación abusiva de
sus recursos naturales y su agotamiento supone un alejamiento de sus aspira-
ciones al desarrollo tradicional. Se asienta la idea de que la satisfacción de las
necesidades presentes no debe comprometer la capacidad de las futuras genera-
ciones para cubrir las propias. Además, surge una línea de reflexión sociológica
y antropológica –etnodesarrollo- que introduce la dimensión étnica como crítica
a la modernización occidental, reconociendo el derecho de los pueblos indígenas
frente a los estados nacionales y su capacidad para establecer sus propios mode-
los de desarrollo.
Desde la perspectiva teórica de RSG destacan los enfoques críticos feministas
aplicados al desarrollo: Mujeres en el Desarrollo (MED) y Género en el Desarro-
llo (GED). El enfoque MED, muy vinculado a la modernización, ponía el énfasis
en lograr la igualdad entre hombres y mujeres. A partir de los años noventa, se
populariza el enfoque GED que hace del empoderamiento de las mujeres una cues-
tión fundamental.
Si al principio eran los Estados, los gobiernos y las clases sociales los prota-
gonistas del desarrollo, ahora se han añadido nuevos actores: la sociedad civil,
representada por sus organizaciones no gubernamentales, las empresas, los sin-
dicatos y las universidades. La acción directa de las comunidades locales y la
participación de los afectados en la mejora de sus condiciones de vida adquieren
una gran importancia.
Por su parte, la perspectiva del CS ha permitido destacar la importancia de
las instituciones y del entramado social en el desarrollo y en la innovación, así
como la relevancia de las capacidades de la sociedad para organizarse y llevar
a cabo acciones colectivas. El CS constituye uno de los activos clave del desarro-
llo comunitario junto a las restantes formas de capital (físico, financiero, natural,
humano) y está en relación con la participación comunitaria y con la noción de
gobernanza.
94
Capital Social y género en la cooperación

Por último, el enfoque denominado de Postdesarrollo trata de asegurar una


buena vida a la población en un contexto de limitaciones impuestas por la no
renovabilidad de ciertos recursos y por la creciente independencia de las gran-
des tecnoestructuras (energía, alimentación, transporte). Dicho enfoque propone
otras relaciones sociales, basadas en un cambio de los estilos de vida, que impli-
can ajustarse a los recursos locales disponibles y reducir la dependencia energé-
tica. No obstante, estas propuestas parecen utópicas por el grado de penetración
de los viejos modelos.
Los enfoques de Género y de CS constituyen perspectivas en construcción que
se retroalimentan. Como ya fue señalado en el capítulo tres, el paradigma de gé-
nero es heterogéneo y crítico, e incluye debates de calado que tienen en común el
objetivo de la igualdad entre mujeres y hombres. Asímismo se ha destacado, en el
capítulo 2, la importancia de la cohesión y de la inclusión en la eficiencia de las or-
ganizaciones y en las estrategias de desarrollo. En este modelo, la cooperación y la
confianza entre actores sociales es clave, por lo que es preciso establecer unas rela-
ciones sociales de género equitativas y no dependientes para aprovechar las apor-
taciones tanto de la cultura masculina como de la femenina en beneficio del desa-
rrollo social. Las páginas siguientes presentan una reflexión sobre la integración de
estas dos categorías analíticas en los proyectos de cooperación internacional.

Tabla 4.1. Evolución de las estrategias de desarrollo, siglo XX


Años sesenta Años noventa
Enfoque economicista: el desarrollo Enfoque del desarrollo de las
basado en las necesidades básicas capacidades humanas
No se considera fundamental el Respeto al medioambiente:
medioambiente ni los derechos de desarrollo sostenible
las futuras generaciones
El modelo hegemónico de desarrollo Reconocimiento del derecho de los
es el occidental pueblos indígenas a establecer su
propio modelo de desarrollo
Protagonistas del desarrollo: los Protagonistas del desarrollo: el
estados, los gobiernos, las clases actor social, la sociedad civil, las
sociales organizaciones, las comunidades
locales
Crítica feminista al desarrollo con Crítica feminista al desarrollo con el
el enfoque MED, vinculado a la enfoque GED: empoderamiento de las
modernización mujeres
Enfoque del Capital Social
Postdesarrollo: la utopía es posible,
cambio de modelos

95
CAPITAL SOCIAL, GÉNERO Y DESARROLLO

4.2.2. La perspectiva del Capital Social: una nueva mirada a las causas y
estrategias del desarrollo
Tal y como se ha explicado en el capítulo 2, la perspectiva del CS intro-
duce sensibles cambios en la visión del desarrollo, con implicaciones en el
ámbito de las políticas económicas. Estos efectos son significativos tanto a
nivel macro como microeconómico. Pero es en el nivel micro donde resulta
más evidente la utilidad y aplicabilidad de esta teoría. Esto es así porque los
recursos que proveen las redes, así como las normas y la confianza que facili-
tan la adopción de decisiones y la cooperación, se pueden conocer y analizar,
al menos cualitativamente, desde la perspectiva de las familias, empresas,
instituciones públicas y privadas y comunidades. En este nivel acotado del
análisis resulta más evidente el relevante papel del CS en el logro de la efi-
ciencia y del bienestar. Por ello, desde esta perspectiva se pueden apuntar
algunos elementos de mejora de la eficiencia de la ayuda internacional al
desarrollo y, en particular, de los programas y proyectos que impliquen la
promoción del desarrollo local, que es el ámbito en el que este trabajo se
centra. Además, aporta luz en el análisis de los procesos de desarrollo, de
la pobreza y de la exclusión al destacar que los pobres y los excluidos, o
las comunidades atrasadas, presentan un CS inadecuado, escaso o de baja
calidad. Por esta razón sus estructuras y relaciones sociales limitan el acceso
a determinados recursos, la inclusión de sus demandas y aspiraciones en la
agenda política y la adopción de decisiones colectivas. Así pues, los pobres
lo son en renta, en riqueza, en educación y salud pero también en CS lo que,
a su vez, incide negativamente en sus empleos, en la educación y la salud
que reciben y en sus niveles de bienestar material.
El CS es un recurso renovable, dinámico, a disposición de los agentes in-
dividuales y colectivos, y acumulable a través de las estrategias adecuadas.
Es relevante destacar que el CS se puede crear (también se puede destruir) a
partir de la aplicación de ciertas políticas y metodologías. El CS puede gene-
rar externalidades tanto positivas como negativas. En el caso del CS genera-
dor de efectos externos positivos, que es el que interesa promocionar desde
la perspectiva del desarrollo, la provisión privada será inferior a la óptima lo
que permite justificar la intervención pública.
Las implicaciones para las teorías y las políticas de desarrollo, y en parti-
cular para la cooperación internacional, son relevantes y diversas. La teoría
del CS afecta al diagnóstico de situación y a la formulación de actividades,
resultados y objetivos; condiciona la selección de las políticas adecuadas
para incrementar los niveles educativos, la salud o, en términos más gene-
rales, para promover el bienestar, o reducir la pobreza; y modifica el ámbito

96
Capital Social y género en la cooperación

de la evaluación de los resultados. Además, tal y como se verá en las páginas


que siguen, la perspectiva del CS implica la adopción de otras metodologías
de intervención y de cambios en los roles de las agencias de desarrollo y de
los beneficiarios, así como de sus relaciones (Durston, 2002). En este sentido,
el estudio del CS debería constituir un requisito previo a cualquier interven-
ción (Bebbington, 2005).
Por otro lado, el CS modifica la agenda de la cooperación al desarrollo,
porque implica cambios sustanciales en las ponderaciones de los objetivos y
en las prioridades de la política de cooperación, pudiendo justificar la intro-
ducción de nuevos objetivos. En resumen: la teoría del CS proporciona nue-
vas concepciones, instrumentos y políticas para responder a los problemas
del desarrollo, de la exclusión y de la pobreza. La tesis que se defiende en
este trabajo es que la creación de CS constituye una estrategia adecuada para
reducir la pobreza y la desigualdad y para promover el desarrollo.

4.2.3. La perspectiva de género (RSG) en la cooperación internacional: del


enfoque MED al GED
El rol de las mujeres reconocido tradicionalmente en los proyectos de desa-
rrollo, al igual que había ocurrido en la academia, ha sido el reproductivo, per-
maneciendo ocultas sus actividades productivas. Esta invisibilidad es atribui-
ble a diversos factores, entre los que cabe citar el alto nivel de abstracción de los
estudios sobre desarrollo socioeconómico y su preferencia por los datos cuan-
titativos. Sólo cuando se realiza trabajo de campo aparecen las desigualdades
entre hombres y mujeres. Otro factor que contribuía a la invisibilidad procedía
de los sectores conservadores, tanto académicos como políticos, que intentaban
frenar todo aquello considerado como ‘feminismo’, por creerlo peligroso para
las estructuras del poder económico y social (Fernández-Kelly, 1991).
Para reconocer el rol de las mujeres como agentes de desarrollo es preciso
señalar su papel activo en la producción y en la reproducción. Sin embargo,
el análisis conjunto de ambas dimensiones no se ha realizado hasta fechas
muy recientes pues la corriente dominante de las teorías de desarrollo intro-
ducía débilmente el enfoque de género.
En los años 50 y 60 se prestó atención al desarrollo de las naciones, siguien-
do el paradigma clásico que situaba las causas de un desarrollo desigual en
sus diferencias tecnológicas. Así, las teorías de Parsons de corte estructural
funcionalista influyen en la idea de que el proceso de modernización es úni-
co y, como señala López Accotto (1997), éste iría cambiando las estructuras
sociales de los países pre-modernos o tradicionales hacia posiciones más ra-
cionales, conforme se fuera incrementando su diferenciación institucional.
97
CAPITAL SOCIAL, GÉNERO Y DESARROLLO

De la Escuela de la Modernización se derivó una Escuela de Desarrollo


Político, también enmarcada en el modelo teórico estructural-funciona-
lista parsoniano, que postulaba una especie de determinismo socioeconó-
mico por el que, a la par que crecía la industrialización, se generarían
cambios espontáneos en el subsistema político, con una tendencia hacia la
democratización. Así pues, el crecimiento se asocia a los procesos de in-
dustrialización y urbanización, de modo que las economías tradicionales
deberían transformarse en sistemas capitalistas modernos al estilo de oc-
cidente. Para ello se precisa la diversificación y reasignación de la fuerza
de trabajo (de la agricultura a la industria y a los servicios). La migración
del campo a la ciudad constituye una fuente de crecimiento y desarrollo.
Los teóricos de la modernización enfatizaron la necesidad de transferir los
patrones culturales, políticos y económicos de los países industrializados
a los países subdesarrollados, que se encuentran en esa situación debido a
causas endógenas. Muchos de sus postulados aún siguen vigentes.
Desde la perspectiva de género, las teorías de la modernización inter-
pretan el cambio social como un proceso neutral respecto a hombres y
mujeres. De hecho, el modelo de desarrollo de los años 50 y 60 introdujo la
división del espacio masculino y femenino tal y como se había implantado
en Europa (Hernández, 1999). La mujer se asocia a los valores conserva-
dores de la familia y de las tradiciones pero, tal y como sostiene Benería
(1981:74), no se trata de un sistema dual –por un lado los hombres con una
economía capitalista y, por otro, las mujeres con una economía de sub-
sistencia- sino que el sector capitalista depende del sector de subsisten-
cia para su perpetuación, siendo la función desempeñada por las mujeres
esencial.
Durante este periodo, los programas de desarrollo identifican, sin es-
píritu crítico, la situación de las mujeres ancladas en sus roles reproduc-
tivos y las convierten, en calidad de madres, en beneficiarias pasivas de
los programas asistenciales, en la creencia de que esto beneficiaría a toda
la sociedad. La economista Boserup, en su obra El papel de la mujer en el
desarrollo económico (1970: 111), destaca que no se ha considerado el papel
productivo de las mujeres por parte de los planificadores del desarrollo.
En el diagnóstico de género en el Tercer Mundo que realiza esta investi-
gadora se destaca que las mujeres, con el desarrollo industrial, pierden
trabajo porque no pueden competir con sus productos artesanales, y sólo
pueden recurrir al sector informal, como el servicio doméstico. Concluye
que la modernización, al reducir su participación en la actividad econó-
mica, es disfuncional para las mujeres rurales. Este enfoque de género se
conoce como MED.
98
Capital Social y género en la cooperación

Uno de los logros más relevantes de este enfoque es que, por primera
vez, se afirma que la dominación de las mujeres por parte de los hombres
es un obstáculo para el desarrollo, aunque no cuestiona los planteamien-
tos de la teoría de la modernización (Luna, 1999). No obstante, se otorga
gran importancia a la independencia económica de las mujeres –enfoques
de la equidad y de la antiprobreza-. Como estrategia de desarrollo enfati-
za la incorporación de las mujeres a la esfera productiva, pero no contem-
pla todo lo que ocurre dentro de los hogares –el trabajo reproductivo- ni la
relación asimétrica entre ambos sexos. Por ello, los programas de desarro-
llo tienden a reforzar el productivismo de las mujeres pobres en el ámbito
doméstico y en oficios tradicionalmente femeninos. Siguiendo la tradición
filosófica liberal, la propuesta MED defiende la igualdad de derechos para
todos los ciudadanos, independientemente de su sexo; busca corregir las
desigualdades, pero sin cuestionar el proceso mismo. La disfunción más
relevante de este enfoque es que, en muchos casos, reproduce el estereo-
tipo femenino de las mujeres dedicadas al trabajo reproductivo y no po-
tencia el cambio de las relaciones asimétricas de poder entre hombres y
mujeres. Por esta razón, Zabala (1999) afirma que el enfoque MED tiende
a que las mujeres trabajen para el desarrollo, en vez de que el desarrollo
trabaje para ellas.
En los años 70 aparecen planteamientos opuestos a la teoría de la
modernización, desde las visiones estructuralistas y marxistas (Gunder
Frank, 1967; Cardoso y Faletto, 1969). Estos enfoques, que se agrupan en
la llamada teoría de la dependencia, critican las tesis de las teorías de la
modernización y defienden que muchos países se han empobrecido a cau-
sa de la intervención de los países ricos. Consideran que la relación entre
la metrópolis y la colonia constituyó la base del despegue económico de
los países desarrollados, sin la que éstos no hubieran podido alcanzar su
actual nivel de desarrollo. Por ello, se refieren a este tipo de relación his-
tórica como de explotación de los países pobres. Su atención a la hora de
procurar el desarrollo se dirige hacia las características nacionales de cada
economía.
Poco más tarde, Wallerstein (1979) matiza que han existido dos tipos
de sistemas mundiales. El primero, llamado imperio mundial, ha estado
vigente en varios períodos históricos, aunque nunca llegasen a abarcar
un área tan grande como el actual sistema económico mundial. La principal
diferencia entre ambos es que, en un imperio mundial, el objetivo es la
dominación política y económica por parte de las metrópolis, mientras
que en la economía mundo basta con la dominación económica. Para este
autor, en el actual sistema-mundo, la importancia del Estado-Nación es
99
CAPITAL SOCIAL, GÉNERO Y DESARROLLO

menor. Considera que una nación central domina a las demás, cuando
tiene un liderazgo simultáneo en tres dimensiones económicas durante
un largo periodo de tiempo: en la productividad, en el mercado y en las
finanzas.39 Las naciones no centrales de hoy se topan con más dificultades
que las que tuvieron los países hoy plenamente desarrollados, fundamen-
talmente porque “carecían de otras naciones desarrolladas con las que lu-
char durante su proceso temprano de desarrollo” (Wallerstein, 1998: 268).
40
El intercambio entre las naciones centrales y las periféricas es desigual.
En estas últimas, primero el colonialismo y después las multinacionales,
han generado sociedades que aseguran mano de obra barata al capital y
les impone una dependencia que se acentúa a través de la deuda exter-
na.
La teoría de la dependencia tiene en cuenta la clase social pero no
el género, pues postula que la situación subordinada y oprimida de las
mujeres desaparecerá si se transforman las relaciones sociales de produc-
ción. Es decir, las mujeres participarán en el desarrollo si se incorporan a
la esfera pública, pero no fundamentan sus análisis en las relaciones de
patriarcado que subyacen en el modo de producción capitalista.
Teóricos como Fröbel (1981) o Nash y Fernández-Kelly (1983), se cen-
tran en los cambios en el sistema mundial de producción, que han llevado
a las multinacionales a trasladar actividades a los países menos desarro-
llados para reducir costes y eludir la presión de los sindicatos. La mano
de obra contratada ha sido preferentemente femenina por su mayor do-
cilidad. Los análisis de género relacionan los objetivos de las naciones
centrales en esta nueva fase del sistema económico, con la pervivencia del
modelo patriarcal en las naciones periféricas.
Las feministas marxistas han criticado el enfoque MED argumentan-
do que el sistema capitalista se sirve de las desigualdades de género. Se
constata que las mujeres más pobres son las más oprimidas por el capita-
lismo (Sen, 1983) y se empieza a considerar que el papel de las mujeres en
el desarrollo ha de estudiarse a partir de la conexión entre las desigual-
dades de género y de clase. De esta forma se supera tanto el enfoque de
la modernización, que ignora los dos tipos de desigualdad, como el de la
dependencia, que sólo tiene en cuenta las desigualdades de clase.

39 “Una nación domina en la productividad con productos de alta calidad y bajo precio en
comparación con otras naciones. Cuando la balanza comercial se inclina hacia la nación central,
domina en el mercado; y con una balanza comercial favorable llega más dinero a la nación que
sale de ella, por lo que los banqueros de la nación central suelen convertirse en banqueros del
mundo, con un mayor control de los recursos financieros mundiales” (Wallerstein, citado por
Kerbo, 1998: 259-60).
40 Citado por Kerbo (1998).

100
Capital Social y género en la cooperación

La incorporación de las mujeres al mundo del trabajo remunerado en


los países en vías de desarrollo, al igual que ha ocurrido en Occidente, no
ha sido acompañada con un reparto igualitario del trabajo reproductivo-
doméstico. En Occidente, sólo las mujeres de clase alta han podido ocul-
tar parte de la subordinación mediante la mercantilización del trabajo
doméstico. Para la mujer de clase baja, la incorporación a la esfera pro-
ductiva supone añadir nuevas jornadas al trabajo.
A lo largo de los años ochenta y noventa se introducen propuestas
teóricas que consideran el impacto diferencial, sobre hombres y mujeres,
de los programas de desarrollo. Aparece el enfoque GED que incorpora
nuevos elementos para explicar la subordinación de las mujeres. Esta-
blece como estrategias el acceso paulatino a posiciones de control de los
recursos y la organización autónoma para decidir sobre sus vidas y so-
bre el desarrollo que desean (empoderamiento). El enfoque GED cambia el
punto de mira desde la categoría ‘mujer’ a la de ‘relaciones sociales de
género’. En lugar de considerar a las mujeres como un colectivo de ‘idén-
ticas’, enfatiza la construcción social del género en interrelación con otras
dimensiones de la desigualdad, como la clase y la etnia. De esta forma,
la posibilidad de cambio no recae únicamente en las mujeres, sino en
hombres y mujeres. Así, su propuesta es transformar las instituciones que
refuerzan la discriminación social y las desigualdades de género (Ajamil,
1999). Esta perspectiva está teniendo, desde los años noventa, un fuerte
eco en el PNUD. Desde el enfoque GED se entra de lleno en el problema
del poder, que el feminismo de corte más liberal tiende a obviar, y se
centra en uno de los supuestos básicos sobre la concepción del poder,
implícita en los demás enfoques: el poder como dominación. Se sostiene
que no se trata de que las mujeres consigan participar en las relaciones
sociales desde una posición de dominación, en lugar de hacerlo desde
una posición subordinada, sino de transformar las relaciones sociales so-
bre las que se articula el sistema de género.
En la teoría política se distinguen distintas dimensiones en el concepto
de poder: como capacidad de forzar a que alguien haga algo, o como capa-
cidad de potenciación, que puede resultar cuando las personas cooperan
contribuyendo a un objetivo común. Esta segunda dimensión es la que
entronca con el enfoque GED: las mujeres deben incrementar su propia
auto confianza en la vida y su fortaleza colectiva e influir en la dirección
del cambio para ejercer el control sobre los recursos (Moser, 1991). Los
objetivos son similares a los del enfoque de equidad, pero atendiendo
a una concepción colectiva del poder: la toma de conciencia de género
y la educación popular son las cuestiones clave. Las organizaciones que
101
CAPITAL SOCIAL, GÉNERO Y DESARROLLO

comparten esta estrategia, de generar poder y fortalecer a las mujeres,


rechazan las estructuras burocráticas rígidas y son partidarias de estruc-
turas flexibles, abiertas y horizontales, tanto en las relaciones internas
como en sus interrelaciones. Su potencial de cambio suele ser percibido
como amenaza para el orden establecido por lo que, como señala López
Accotto (1997: 15), no suelen recibir apoyos de las agencias financieras
bilaterales.
El enfoque GED sostiene que la ruptura entre un ámbito público y otro
privado debe superarse, ya que la eliminación de las relaciones de domi-
nio/subordinación requiere el cambio simultáneo de los condicionamien-
tos económicos y políticos y de la organización privada. Con la incorpora-
ción de las mujeres al mercado laboral, sin un cuestionamiento profundo
de la división sexual del trabajo, las mujeres trasladan su situación de
sujetos subordinados en el hogar y en la sociedad al mercado de trabajo.
Por ello, su incorporación al mundo del empleo no supone necesariamen-
te una mejora de status, como se plantea desde el enfoque MED. Resulta
clave la asunción, por parte de los hombres, de una actitud más activa,
para que realicen trabajo reproductivo-doméstico en el ámbito privado.
El trabajo reproductivo es una construcción social que varía a lo largo
de la historia y de las sociedades y está muy unido a las creencias cultura-
les. Se trata de un trabajo no remunerado que implica el manejo de muchas
actividades a la vez, aunque las condiciones son diferentes en los países
industrializados, en los que hay una gran difusión de electrodomésticos,41
y en los países en desarrollo, donde las condiciones materiales son de gran
dureza.
Además, las mujeres también están presentes en la esfera productiva.
En estas actividades no domésticas, la división sexual del trabajo es mu-
cho más compleja y no puede explicarse, como señala Parella (2003: 45), a
partir de las necesidades del capital, ya que los análisis realizados desde
una óptica occidental tienden a la homogeneización cultural. El enfoque
de género explica el modelo patriarcal y pone de relieve la subordinación
de las mujeres en beneficio del capital, tanto en la producción doméstica
como en la producción capitalista. La división sexual del trabajo concentra
a las mujeres en tres roles fundamentales: como madres, como trabajado-
ras (remuneradas o no) y con funciones sociales de trabajo voluntario o de
gestión comunal, en función del desarrollo del vecindario o de la comu-
nidad. La Tabla 4.2. presenta de forma sintética los principales rasgos que
diferencian a los enfoques MED y GED.
41 Aunque hay autores, como Fernández Enguita (1989), que señalan que estos avances
tecnológicos no han reducido la jornada laboral del ama de casa en los países industrializados.

102
Capital Social y género en la cooperación

Tabla 4.2. Diferencias entre los enfoques MED y GED


MED GED
Se parte del concepto ‘mujer’ Se parte del concepto ‘relaciones
sociales de género’
Las mujeres, como categoría Las mujeres están diferenciadas por
analítica, son ‘idénticas’ otras dimensiones: la clase y la etnia
No indaga en las causas de la Indaga en las causas de la
desigualdad desigualdad: dimensión de clase,
género, etnia
El trabajo doméstico permanece Visibilidad del trabajo doméstico
invisible
El cambio depende de la mujer El cambio depende de los hombres y
de las mujeres
Cambio de rol de la mujer: hacia Cambio de roles de mujeres y de
el trabajo productivo (el espacio hombres (se transforma el espacio
privado no se transforma para ella) privado)
El trabajo productivo es la clave del Las mujeres deben introducirse en el
desarrollo para las mujeres trabajo de la producción
Reproducción de los estereotipos Empoderamiento de las mujeres:
de género: los hombres para las potenciación de la participación
microempresas en los proyectos; social. Incremento de la confianza
las mujeres como generadoras de de las mujeres individual y
ingresos colectivamente
Mantenimiento de los espacios Eliminación de los dos espacios en
público/ privado función del género
La ausencia de los hombres del Reparto de tareas en el trabajo
espacio privado se mantiene reproductivo: el hombre debe
asumir cambios en el espacio
privado

Las políticas y estrategias de cooperación internacional para el desarrollo


con enfoque de género han seguido a través del tiempo las siguientes ten-
dencias.
Enfoque del bienestar. Es uno de los más antiguos y se concreta en ayudas
a las mujeres de bajos ingresos, privilegiando sus funciones reproductivas en
calidad de madres y esposas. Las mujeres son consideradas como receptoras
pasivas del desarrollo y no se sabe muy bien si las beneficiarias de los pro-
yectos de cooperación son las mujeres, los niños o la familia.
Enfoque de la equidad. Enfatiza el rol productivo de las mujeres y sus
ocupaciones en sectores de subsistencia e informales. Este modelo coincide

103
CAPITAL SOCIAL, GÉNERO Y DESARROLLO

con las primeras acciones del enfoque MED. La idea que subyace es que las
mujeres han perdido posiciones en el espacio de la producción y tienen que
recuperarlas con políticas, incluidas las de discriminación positiva.
Enfoque de la antipobreza. Coincide con un segundo momento del enfo-
que MED. Plantea que la subordinación de las mujeres se debe a la pobreza.
Se orienta hacia el incremento del empleo y la generación de ingresos de las
mujeres, a través del acceso a los recursos productivos. El problema es que
no considera el trabajo reproductivo y, en cierto modo, parte de la idea de
que las mujeres tienen mucho tiempo libre. Los proyectos generadores de
ingresos se encuentran ligados a los estereotipos de género. De hecho se dis-
tingue entre proyectos para los varones ‘micro-empresas’ y proyectos para
las mujeres ‘generadores de ingresos’.
Enfoque de la eficiencia. Coincide con un tercer avance del enfoque MED
y conserva una gran popularidad entre los organismos internacionales de
cooperación. De las ‘mujeres’ se pasa al ‘desarrollo’ y con ello se quiere sig-
nificar su papel esencial. Pero no se deriva de ello que las condiciones de
las mujeres tuvieran que mejorar. Se privilegian ahora sus roles reproducti-
vo y de gestora comunal. Por esta razón ha ganado mucha popularidad en
el marco de las políticas de ajuste. Contando con el trabajo gratuito de las
mujeres se pueden reasignar recursos para otras áreas y recortar gastos en
servicios.
Enfoque de la adquisición de poder. Esta estrategia cuestiona uno de los
supuestos sobre el poder. Reconociendo la importancia de que las mujeres
aumenten su poder, lo identifican más en términos de ‘capacidad de las mu-
jeres’, de incrementar su confianza en sí mismas y de influir en el cambio
social. Reconoce el triple rol de la mujer y plantea la necesidad de cambios en
sus condiciones de subordinación: jurídicos, en los sistemas de propiedad,
en el acceso y en la utilización de los recursos. Se busca la acción a través
de la presión de las mujeres organizadas. Y es precisamente este enfoque el
que entronca con algunos aspectos clave del modelo del CS y con el enfoque
GED.
Los ámbitos en los que la perspectiva de género intenta evitar la discrimi-
nación de las mujeres son tan amplios como las relaciones sociales de género,
entre los que cabe citar:
• La integración física y psíquica y la libertad sexual, para erradicar la
violencia de género.
• La salud y la calidad de vida, a partir del reconocimiento no sólo de
las diferencias biológicas sino de los factores sociales, laborales y cultu-
rales.
• El trabajo, el empleo y la empresa, intentando superar una concepción
104
Capital Social y género en la cooperación

reduccionista del trabajo para visualizar el lugar que ocupan las muje-
res.
• Las condiciones sociales de vida, puesto que las mujeres sufren doble
o triple discriminación cuando se agrega el rol de mujer a situaciones de
desempleo, ruptura de matrimonio o vínculos familiares, pobreza, exclu-
sión, drogodependencia, privación de libertad, prostitución, violencia e
inmigración.
• El acceso a la educación y a la formación, para alcanzar los mismos
rendimientos, que los hombres, por los títulos adquiridos.
• La comunicación, el lenguaje y la publicidad, puesto que el lenguaje
se construye sobre un sistema de relaciones de poder y la concepción
androcéntrica otorga el poder a los hombres de forma genérica universal,
invisibilizando la presencia femenina en la representación simbólica de
la realidad.
• La participación y la representación en la política, la sociedad, el po-
der y en la economía, ya que la escasa presencia femenina en los órganos
de poder limita la transformación de roles de género hacia una mayor
equidad.
• Información estadística desagregada entre mujeres y hombres
para que contribuya a visibilizar las situaciones de desigualdad de
género.
• El trabajo doméstico, las responsabilidades familiares y los usos del
tiempo, ya que es en el espacio privado donde se reproduce la mayoría de
las discriminaciones de género que se registran en el ámbito social; en este
espacio se registra una apropiación del trabajo de ‘otro’, que trabaja gratis
para el resto de la familia; en este caso mujeres sin regulación de horarios,
a jornada completa, sin vacaciones, ni contrato explícito, sin promoción
ni reconocimiento; trabajo por el que no se cotiza y, por tanto, no se ge-
neran prestaciones ni derechos pasivos. Además, por este tipo de trabajo,
las mujeres quedan marginadas del Estado de Bienestar cuando cesa el
vínculo, al haber sido dependiente de las rentas familiares (desempleo,
falta de cotización, dificultades de incorporación al mercado laboral, falta
de formación laboral, etc.). El desigual reparto de las responsabilidades
familiares y de las tareas domésticas condiciona la vida de las mujeres e
influye en su salud, en su autoestima, en aspectos relacionados con su
aislamiento social y en su déficit de CS.
• Cuantificación de recursos públicos, presupuestos y fiscalidad con en-
foque de género.
• Estudio de la pervivencia de los estereotipos para intentar favorecer
el cambio social.
105
CAPITAL SOCIAL, GÉNERO Y DESARROLLO

4.2.4. El enfoque de género en la cooperación internacional


El punto de partida para la gestión de los proyectos de cooperación con
enfoque de género es definir lo que se entiende por igualdad de oportunida-
des para hombres y mujeres. Esto significa igualdad de derechos y libertades,
derecho a las diferencias sin menoscabo de las condiciones de vida, igualdad
de oportunidades en la participación, reconocimiento y valoración del esta-
tus de las mujeres y hombres en el mundo del trabajo, en la economía, en la
política, en lo relativo a la cultura y en las esferas pública y privada.
En el último tercio del siglo XX hemos asistido a un cambio de estrategia:
desde la eliminación de las discriminaciones en la legislación a la acción es-
pecífica, la acción positiva y la transversalidad de género. La Unión Europea
(1998) distingue dos tipos de discriminación: directa e indirecta. La primera
se refiere al trato menos favorable que recibe una persona en razón de su
sexo. La indirecta es cuando una ley, reglamento, política o práctica apa-
rentemente neutral, tiene un impacto desproporcionadamente adverso sobre
los miembros de uno u otro sexo, a menos que la diferencia de trato pueda
justificarse por factores objetivos.42
Las primeras etapas de las políticas de igualdad en el ámbito de las insti-
tuciones internacionales y comunitarias se caracterizan por el reconocimien-
to de la igualdad formal. Esta cuestión se traslada a los ordenamientos jurídi-
cos con el fin de que desaparezca la discriminación por razón de género. Sin
embargo, es evidente la insuficiencia del reconocimiento formal de derechos
para erradicar las discriminaciones de género históricamente construidas.
El cambio de mentalidad consiste en adoptar medidas relacionadas con
la acción positiva. Se trata de acciones, a veces denominadas de ‘discrimina-
ción positiva’, dirigidas a un grupo determinado para suprimir y prevenir
una discriminación, o para compensar las desventajas de actitudes, compor-
tamientos y estructuras (Comisión Europea, 1998). Esto da lugar a progra-
mas concretos que proporcionen a las mujeres ventajas para contrarrestar las
desventajas consolidadas. Son acciones que combaten obstáculos, barreras
inherentes a los estereotipos de género; que equilibran las oportunidades
de los dos sexos, de las que se beneficia la sociedad en su conjunto por los
efectos positivos sobre la justicia social, la eficacia económica y el desarrollo
democrático.
A partir de la Conferencia de Nairobi (1985) se refuerza esta tendencia y
surge el concepto de ‘transversalidad o mainstreaming de género’, que esta-
blece la necesidad de un eje de igualdad en todas las políticas, incorporando

42 Directiva 76/207/CEE del Consejo, de 9 de febrero de 1976, D.O. n° L 039 de 14/02/1976, Co-
misión Europea, 1998.

106
Capital Social y género en la cooperación

la perspectiva de género en todas las fases del proyecto: diagnóstico, planifi-


cación, ejecución y evaluación.
En 1995, la IV Conferencia Mundial de Pekín propone integrar la pers-
pectiva de género en todas las políticas y programas, y analizar sus conse-
cuencias, para mujeres y hombres, antes de tomar decisiones. Esta cuestión
es esencial para los proyectos de desarrollo porque implica la integración del
enfoque de género. Este enfoque se constituye como medio y fin del desa-
rrollo, siendo línea prioritaria en los proyectos de cooperación internacional.
Esta filosofía es compartida por el Cuarto Programa de Acción Comunita-
ria para la igualdad de oportunidades (1996-2000) que también establece la
transversalidad de género.

4.3. PROPUESTAS PARA INTEGRAR EL CAPITAL SOCIAL Y LAS


RELACIONES SOCIALES DE GÉNERO EN LA GESTIÓN DEL CICLO
DEL PROYECTO

4.3.1. Género y Capital Social en el Enfoque del Marco Lógico


Tras el examen de las aportaciones de las perspectivas de CS y género a
la cooperación al desarrollo, se ofrecen algunas propuestas y orientaciones
para su integración en las distintas etapas del ciclo del proyecto.
El Enfoque del Marco Lógico (EML) es una metodología de planifica-
ción y gestión de proyectos (aplicable en general a cualquier tipo de inter-
vención), que permite destacar las relaciones causales entre los inputs, las
actividades, los resultados y los objetivos, que son presentados de forma
secuencial y resumidos en la matriz del proyecto (NORAD, 2004). El ciclo
de gestión del proyecto se compone de una serie de fases, o etapas, que se
suceden y que actúan de forma interdependiente. Estas fases son: identi-
ficación, formulación, ejecución, seguimiento y evaluación (Figura 4.1). El
EML es una herramienta analítica muy conocida y aplicada en el ámbito de
la cooperación internacional al desarrollo. Probablemente, uno de los docu-
mentos más difundidos que presenta el EML es el manual elaborado por el
grupo de trabajo de la Agencia Noruega para la Cooperación al Desarrollo
(NORAD, 2004).
Aunque la perspectiva sobre el desarrollo ha cambiado sensiblemen-
te, este manual no ha introducido modificaciones para incorporar el CS ni
tampoco el género. Esto merece destacarse, sobre todo en lo que se refiere
al género, cuya consideración es plenamente asumida por los agentes de
la cooperación desde hace más de una década. Valga como ilustración de

107
CAPITAL SOCIAL, GÉNERO Y DESARROLLO

este compromiso, además de las referencias citadas en el epígrafe anterior,


la Resolución de Género del Consejo de Ministros de la UE que data de 1995
en la que señala que “la cooperación al Desarrollo debe fomentar y apoyar
cambios de actitudes, estructuras y mecanismos en los ámbitos político, ju-
rídico, social y doméstico con el fin de reducir las desigualdades de género
y, en particular:
-debe fomentarse el reparto de poder político y la participación plena e
igualitaria en la toma de decisiones a todos los niveles;
-debe fortalecerse el empoderamiento económico y la igualdad entre mu-
jeres y hombres tanto en el acceso como en el control sobre los recursos eco-
nómicos;
-se debe fomentar el acceso igualitario y el control sobre las oportunida-
des del desarrollo.”
A diferencia del CS, la cuestión del género sí ha sido abordada en numero-
sas ocasiones, existiendo metodologías que permiten su integración en todas
las etapas de los proyectos de desarrollo. Ejemplos los tenemos en Comisión
CCEE (1993), CAD (1995), en AECI (2004) y en PNUD México (2006).

Figura 4.1. El ciclo de gestión del proyecto

Identificación

Formulación
Evaluación

Género
Capital Social

Seguimiento Ejecución

En AECI (2004:11) se justifica la necesidad de integrar el género en los


proyectos de cooperación, fundamentalmente, con dos tipos de razones:
“unas vinculadas a principios de equidad y justicia social fundamentadas
en nuestros principios constitucionales y, otras, a la preocupación por dotar
de una mayor eficacia y efectividad a la ayuda al desarrollo”. Más adelante

108
Capital Social y género en la cooperación

se señala que “la perspectiva de igualdad en la cooperación se encamina a


evitar que las mujeres sigan estando excluidas de los beneficios del desarro-
llo y promueve su participación”, así como que “desde un punto de vista
técnico, se ha demostrado que las acciones de desarrollo son más eficaces si
tienen en cuenta las diferencias y desigualdades entre mujeres y hombres”.
Estas razones, indicadas por la AECI (equidad y eficacia), también sirven
para justificar la integración del CS en los proyectos de desarrollo, permi-
tiendo complementar y fortalecer las estrategias de género que se lleven a
cabo. Esto sucede, por ejemplo, con la estrategia de empoderamiento de las
mujeres para promover la igualdad, vinculada al enfoque GED, donde la
aplicación del CS representa una mejora sustancial. Conviene destacar que,
en realidad, la perspectiva del CS, aun sin nombrarla, se ha venido aplicando
de forma más o menos consciente y sistemática mucho antes de que se po-
pularizara el término a partir de los años 90. Si bien la cooperación interna-
cional ha aplicado, desde hace décadas, estrategias de empoderamiento de
grupos desfavorecidos (mujeres, pobres, excluidos, etc.), el desarrollo de las
bases teóricas y de las herramientas analíticas del CS permite, en el presente,
diseñar unas intervenciones bien fundamentadas, más eficientes y de una
mayor calidad que en el pasado.
La desigualdad que sufren las mujeres en derechos, participación en
la comunidad, en el trabajo, en la empresa, en el acceso a los recursos, etc.
constituye una importante limitación en la construcción del CS. Las conse-
cuencias de la desigualdad de género pueden expresarse en términos del
CS, a partir de la representación de una red, donde la mitad de los nodos se
encuentren escasamente conectados con actores estratégicos o principales.
Las conexiones con las instituciones públicas y privadas, con las empresas
y, en general, con el poder político y económico son deficientes. Las mujeres
se encuentran en la periferia o insuficientemente vinculadas a las redes que
procesan las decisiones en las empresas, las instituciones y las comunida-
des, aunque en las redes familiares puedan ocupar posiciones relevantes.
Todo ello tiene negativas consecuencias sobre los flujos de información, la
participación, las oportunidades, el acceso a los recursos, etc. (Capítulo 2).
Las consecuencias no sólo afectan al colectivo femenino sino también, obvia-
mente, al conjunto de la sociedad que, de esta manera, despilfarra recursos
autolimitando su desarrollo. Así pues, la desigualdad de género constituye
un factor limitante del CS y del desarrollo. “Si no se introduce la dimensión
de género en el desarrollo, se pone en peligro el propio desarrollo. Y si las
estrategias encaminadas a reducir la pobreza no potencian a las mujeres, no
lograrán beneficiar a toda la sociedad” (PNUD, 1997). En este sentido con-
viene recordar que las mejoras en la educación, o en el acceso a los recursos
109
CAPITAL SOCIAL, GÉNERO Y DESARROLLO

de hombres y de mujeres, tienen un impacto desigual sobre su entorno y, en


general, sobre el desarrollo.
El objetivo global de todas las intervenciones de la cooperación al desa-
rrollo es la reducción de la pobreza y la mejora de las condiciones de vida
de la población. El avance cuantitativo y cualitativo del CS tiene, en este
contexto, un papel relevante por dos razones principales: primero, porque
se incrementa la eficiencia de los recursos aplicados y, segundo, por sus be-
neficiosos efectos, amplios y duraderos, sobre el desarrollo de la población.
No obstante, la incorporación del enfoque del CS al ámbito de la cooperación
internacional se encuentra todavía en un estadio incipiente.
La consideración de la perspectiva del CS puede tener unas consecuen-
cias notables, puesto que afecta a la propia concepción del desarrollo. Por
esta razón, la teoría del CS constituye una plataforma muy adecuada para
reflexionar y cuestionar las intervenciones, desde el nivel más amplio y pri-
mario: ¿cómo se puede promover el desarrollo? ¿cómo mejorar el bienestar
o reducir la desigualdad?; hasta los detalles que se concretan en las matrices
de planificación (actividades, indicadores, beneficios para la comunidad). El
excelente trabajo de Bebbington (2005), contiene reflexiones útiles y de gran
interés acerca de cómo trasciende el enfoque del CS la propia gestión del
proyecto. Bebbington (2005:30) señala que “el CS no es sólo un concepto para
pensar la pobreza, sino también para pensar acerca de quienes reflexionan y
actúan sobre la pobreza”. Esto implica que la adopción del CS afecta incluso
a las relaciones entre los agentes de desarrollo y los beneficiarios, sugiriendo
la necesidad de promover la confianza entre los promotores y la comunidad
para crear redes y CS.
En el siguiente epígrafe se ofrecen algunos apuntes sobre la aplicación
del CS, con perspectiva de género, en el ciclo de proyecto. El epígrafe se ha
estructurado en función de las cinco fases principales del ciclo y sus explica-
ciones se han ilustrado con ejemplos que permiten concretar los cambios que
esta perspectiva introduce, así como sus objetivos e instrumentos.

4.3.2. Notas sobre la aplicación del Capital Social con perspectiva de


género al ciclo del proyecto

4.3.2.1. La fase de identificación


Una de las idea más potentes de la teoría del CS es que las relaciones eco-
nómicas están inmersas (embedded) en el marco de las relaciones personales,
en el tejido social, condicionando las actividades y los resultados que alcan-
zan los actores económicos (Capítulo 2). En NORAD (2004:16) se expresa

110
Capital Social y género en la cooperación

una noción relacionada cuando se indica que no existen proyectos de desa-


rrollo en un vacío social; es decir, se reconoce que todas las intervenciones
se desarrollan en un contexto social. Por todo ello, para realizar cualquier
análisis económico o intervención, es necesario conocer el tejido social y las
relaciones de género existentes en la estructura social donde se va a actuar
(Durston, 2002). Conviene, asimismo, considerar el impacto que, para el CS
de la comunidad, pudiera tener la intervención, puesto que los vínculos de
la organización y los agentes de desarrollo con instituciones e individuos
implicarán cambios en el CS, no exentos de conflictos.
Además de la eficiencia, otra razón fundamental que justifica el análisis
ex-ante del CS es la aplicación de un principio general de prudencia o caute-
la: “antes de intervenir hay que estar seguros de que la intervención no va a
tener efectos más negativos que positivos (...) si uno no está seguro probable-
mente es mejor no intervenir hasta que la situación y el contexto se entiendan
mejor” (Bebbington, 2005:40). Lógicamente, la naturaleza y la dimensión del
proyecto condicionan los recursos disponibles para su identificación y for-
mulación, así como las características que deberá tener el análisis del CS.
A través de entrevistas y de cuestionarios, como los proporcionados por
Grootaert et al. (2004) y Nyhan Jones y Woolcock (2007), y de la aplicación de
las herramientas del ARS se puede proveer al proyecto de valiosa informa-
ción sobre aspectos cruciales del contexto social, de las estructuras relacio-
nales (incluidas las relaciones de género), de las posiciones de los distintos
actores, e instituciones que tienen en la comunidad, de sus vinculaciones con
agentes externos, etc. Todos estos aspectos pueden afectar a la definición de
los problemas, de las causas de estos problemas y también a la identificación
de los objetivos específicos del proyecto. En este sentido conviene tener en
cuenta que la promoción del CS puede constituir el objetivo principal del
proyecto, o tener un papel secundario, coadyuvando a que sea alcanzado.
En cualquier caso, desde nuestro punto de vista, la promoción del CS inter-
no y externo a la propia organización, así como el de la comunidad, deben
constituir resultados de todos los proyectos de desarrollo. De esta manera
se garantiza un mejor uso de los recursos y de las condiciones estructurales
para el desarrollo. Por otro lado, las teorías del CS pueden ser la base sobre la
que se fundamenten intervenciones que promuevan mejoras en las organi-
zaciones públicas y privadas, empresariales y no empresariales, en sistemas
productivos, etc., lo que incluye la propia agencia de cooperación.
Los proyectos suelen iniciarse con un taller de identificación de las ne-
cesidades de la comunidad siguiendo una metodología participativa que
incluye, por tanto, el protagonismo del actor social. Desde la perspectiva
del CS tiene una especial importancia que esta metodología sea verdade-
111
CAPITAL SOCIAL, GÉNERO Y DESARROLLO

ramente participativa y no una sucesión de reuniones donde la agencia de


cooperación, de alguna manera, transmite sus ideas y los beneficiarios inten-
tan captar estos intereses para ajustarlos a los propios (Durston, 2003). En
este sentido, también Arriagada y Miranda (2005) destacan la retórica de la
participación y la dificultad para cumplir simultáneamente los plazos, por
lo general cortos, que exigen los programas, y una participación activa, que
requiere generalmente de plazos más largos.
Uno de los problemas que es preciso resolver antes de realizar este taller
consiste en seleccionar a sus participantes. La representación de los intereses
de la comunidad dependerá del acierto en esa selección. Si los colectivos más
empobrecidos y marginados de la comunidad, como suele suceder, no están
bien representados, lo más probable es que las decisiones que en el taller se
adopten respondan más a los intereses de otros grupos que a los de aquéllos
que más necesitan la ayuda. En este sentido, uno de los colectivos que nece-
sariamente debe participar en esta fase es el femenino. Por otro lado, si no
se incluyen actores sociales o colectivos clave de la comunidad, el proyecto
puede causar recelos o ser incluso boicoteado.
La información necesaria para adoptar las decisiones anteriores puede
obtenerse a partir de la aplicación de técnicas de investigación cualitativas,
como entrevistas a las instituciones privadas y públicas que operan en la
zona.43 El estudio de la red contemplará la naturaleza, frecuencia e intensi-
dad de las relaciones entre los actores de la población beneficiaria (relaciones
internas) y las relaciones externas: vinculaciones de los actores de la comu-
nidad con instituciones públicas y privadas, empresariales y no empresaria-
les.

4.3.2.2. La fase de formulación: actividades, resultados y objetivos


La integración del CS en los proyectos de desarrollo puede ser muy va-
riada, dependiendo de la función que se le asigne a este recurso, del tipo
de CS que se quiera trabajar y de los beneficiarios. Si la promoción del CS
constituye el objetivo específico del proyecto (por ejemplo: ‘Las mujeres se
empoderan’) será necesario planificar las actividades, los previsibles resul-
tados, y sus indicadores de medición. Si el CS constituye sólo uno de los re-
sultados parciales, que se alcanza a partir de la realización de determinadas
actividades, los recursos que se destinen a su medición y evaluación serán

43 Por ejemplo, es valioso consultar a ONGs acerca de la estratificación social, los líderes,
los actores singulares y sobre los conflictos existentes o pasados. De este modo, y utilizando un
método de muestreo de ‘bola de nieve’, se puede, a su vez, entrevistar a estos actores y comple-
tar la información para el análisis de los potenciales interlocutores.

112
Capital Social y género en la cooperación

notablemente inferiores, en concordancia con su papel en el conjunto del


proyecto (por ejemplo: ‘Actividades de encuentro de la comunidad o de mu-
jeres, para la reflexión y la acción’ –actividad- permiten la ‘creación de una
organización de la comunidad o de las mujeres’ –resultado-). La Figura 4.2
presenta los principales elementos de la matriz de planificación, ordenados
por las relaciones de causalidad que se establecen entre ellos.
El análisis de la fase de formulación se centrará en torno a cinco aspectos
fundamentales ligados a las actividades y resultados de los proyectos. Estas
cinco cuestiones se refieren a las relaciones sociales y la cultura, las implica-
ciones de la perspectiva sistémica, el CS y la innovación, la planificación de
las actividades y estrategias y, por último, los tipos de CS.

Figura 4.2. Los principales elementos del proyecto

Objetivo general

Objetivo específico

R esultados

A ctividades

Relaciones sociales y cultura. La dificultad que entraña la tarea de trans-


formación de comportamientos, actitudes y normas sociales que limitan el
desarrollo o, más concretamente, la eficiencia y la sostenibilidad del proyecto,
no debe significar su abandono. La construcción del CS puede iniciarse, en
este nivel, a partir de actividades dirigidas, primero, a reconocer los patrones
culturales y normativos y, segundo, a proponer estrategias de superación y
de cambio. Además de la complejidad intrínseca de estas actividades, y de la
incertidumbre de sus resultados, se añade el problema de la limitación tem-
poral. Efectivamente, puede ser más difícil y requerir más tiempo cambiar
113
CAPITAL SOCIAL, GÉNERO Y DESARROLLO

una norma social (por ejemplo, que el padre y la madre se impliquen en la


educación de sus hijos, o que las niñas vayan al colegio en las mismas condi-
ciones que los niños) que construir un gran centro educativo.
Implicaciones de la perspectiva sistémica. Es necesario reconocer la
complejidad de los sistemas socioeconómicos, la interdependencia de sus
elementos, y su integración en sistemas más amplios. Esta concepción tiene
implicaciones sobre la interpretación de las causas de los problemas y so-
bre los ámbitos en los que será necesario actuar. Esto significa que, con fre-
cuencia, el logro de determinados resultados u objetivos (educación, salud,
ingresos de la actividad agraria o artesanal, etc.) requerirá actuar fuera del
ámbito de la comunidad (gobiernos locales, regionales; servicios públicos,
agrupaciones o federaciones territoriales, empresas, etc.).
Capital Social e innovación. La consideración de la perspectiva sistémica es
también necesaria aquí, puesto que la innovación es un proceso social e interac-
tivo que emerge en sistemas de innovación (Capítulo 2). Las actividades no sólo
pueden estar dirigidas a introducir determinadas innovaciones, sino también al
desarrollo de capacidades de innovación. Esto último resulta especialmente rele-
vante, desde la perspectiva de la sostenibilidad, para los resultados del proyecto
y el desarrollo de la comunidad. En el capítulo 2 se ha hecho referencia a la tipo-
logía de los procesos de innovación de Lundvall (2005): DUI-Learning y STI-Lear-
ning.44 Este segundo tipo de generación de procesos de innovación es difícil de
trasladar a entornos locales o a comunidades. No así el Doing, Using, Interacting
(DUI) Learning, que hace un uso intensivo del CS, del contacto, de la proximidad
y que puede tener un gran impacto en las comunidades atrasadas. La existencia
de CS y de confianza incrementa la capacidad de innovación.
Participación. Al margen de las actividades, resultados y objetivos del
proyecto, éste puede causar otros impactos positivos, o negativos, sobre el
desarrollo. Cualquier intervención, por sí misma, incide en el CS, por ello es
importante propiciar que sus efectos sean positivos. El proyecto puede re-
presentar una oportunidad para introducir nuevas dinámicas de trabajo y de
gestión de los recursos de la comunidad y para propiciar la inclusión de los
grupos más desfavorecidos. En este sentido, si el proyecto se desarrolla a tra-
vés de metodologías participativas se puede crear CS y confianza, y cambiar
normas y actitudes que perjudican el desarrollo de la comunidad (como la
discriminación de la mujer, la segregación de ciertos colectivos o la sumisión
de la comunidad al dictado de una élite, etc.). Las asimetrías de poder en las
comunidades pobres representan una barrera para el progreso, que se pue-

44 STI-Learning: Science Technology and Innovation Learning. Se trata, según Lundvall (2005),
de un modo de innovación basado en la ciencia, en contraposición al DUI-Learning, que está
basado en la experiencia.

114
Capital Social y género en la cooperación

den mitigar con estrategias inclusivas y participativas. Los proyectos que no


enfrentan este problema, o lo hacen de forma errónea, propician el status-quo
o incluso refuerzan el poder de los grupos privilegiados.
Tipos de Capital Social. Las capacidades operativas del CS mejoran sen-
siblemente cuando se establecen los tipos de CS. Esto permite concretar y
acotar el marco de la intervención, definiendo actividades concretas para
promover un determinado tipo de CS. En las tipologías de Putnam (2002)
destaca la que diferencia entre CS de unión (bonding), y CS de puente (brid-
ging). El primero se refiere a los nexos más cercanos e íntimos, a la red más
próxima; mientras que el segundo hace referencia a relaciones más débiles,
horizontales o verticales, entre diferentes actores (Capítulo 2). Este segundo
tipo de CS da lugar a la distinción entre CS de puente (relaciones horizonta-
les) y de escalera (linking), que se refiere a relaciones de tipo vertical entre ac-
tores con diferente poder por su estatus social, político o económico (Wool-
cock, 2001; Keeley, 2007). Cada tipo de CS provee de recursos diferentes. Los
pobres pueden tener un stock de CS de unión importante pero sus vínculos
externos suelen ser limitados o inexistentes. Bebbington (2005) afirma que el
CS de unión puede permitir un alivio de la pobreza pero no su superación.
Para este propósito es más eficaz el CS de puente, que posibilita cambios en
las políticas y en las reglas de distribución de los activos.
La promoción del CS constituye una vía eficaz para aumentar el poder
de los colectivos desfavorecidos, dentro de una comunidad, reduciendo las
asimetrías, o para el fortalecimiento del conjunto de la comunidad respecto
a otras comunidades o instituciones. El empoderamiento, entendido como
un proceso por el cual un determinado grupo conquista, desarrolla y ejerce
la autoridad (Staples, 1990), constituye una estrategia de desarrollo, y de
reducción de las desigualdades. El poder se distribuye siempre de forma
desigual. Siempre existen desigualdades entre hombres y mujeres, y tam-
bién dentro de las comunidades más pequeñas se pueden registrar notables
diferencias. Por ello, aunque los grupos más vulnerables no constituyan el
objeto específico de la intervención, conviene identificarlos y hacerles un se-
guimiento. De este modo se podrá evitar que la intervención reproduzca, o
amplíe, las desigualdades existentes. En resumen, para promover el CS será
necesario identificar los grupos beneficiarios, diseñar las actividades que se
van a realizar y prever sus resultados en términos de cada tipo de CS.

4.3.2.3. Las fases de ejecución y seguimiento


El Poder no cede sus privilegios sin oponer resistencia. Por ello cabe pre-
ver que, en general, las intervenciones que impliquen cambios en la distri-
115
CAPITAL SOCIAL, GÉNERO Y DESARROLLO

bución del poder serán fuente de conflictos. Especialmente si las estrategias


de empoderamiento modifican las relaciones dentro de la comunidad. Esta
situación puede causar grandes dificultades a la ejecución del proyecto que
conviene prever. Durston (2002:25) ha indicado que “la exclusión y la subor-
dinación desempeñan un papel relevante en la reproducción de la pobreza,
y los grupos más poderosos –esto es, con mayores activos- movilizan su CS
precisamente para reproducir la exclusión y por ende la pobreza”. La litera-
tura sobre CS y Poder sugiere que su relación es con frecuencia negativa, es
decir, que el CS es menos efectivo en situaciones de desigualdad, control y
exclusión (Knorringa y Staveren, 2006:16).
Las vías que utilizará el Poder para resistir a los cambios serán diversas
y, a veces, difíciles de detectar. El Poder no sólo se manifiesta en la toma de
decisiones; también lo hace mediante el control que ejerce sobre la agenda
política, así como sobre los procedimientos por los que, aquellos asuntos
que no le interesan, son mantenidos fuera del proceso político.45 Diversos
investigadores han señalado también la persistencia de los comportamientos
clientelares, promovidos incluso por parte de los agentes de desarrollo. Y
existe el riesgo –en contextos donde predominan relaciones de poder asimé-
tricas- de que “el Poder se esconda tras una apariencia de confianza y una
retórica de la colaboración para promocionar sus propios intereses a través
de la manipulación y la capitulación de las partes más débiles” (Hardy, Phi-
llips y Lawrence, 1988; citado por Knorringa y Staveren, 2006).
Así pues, será necesario anticipar cómo resolver dos problemas funda-
mentales respecto a la gestión de las relaciones de poder en el ámbito de los
proyectos de desarrollo. Por un lado, la oposición de determinados grupos
de poder; por otro, evitar que el propio proyecto, a través de sus agentes,
reproduzcan el status quo y las redes clientelares.
Las estrategias necesarias de protección de los intereses del proyecto y
de la comunidad pueden requerir actuar en distintos ámbitos, buscando el
empoderamiento. A través del fortalecimiento de las relaciones internas y de
las organizaciones de la comunidad, aumentarán la cohesión, la capacidad
cooperativa y el poder. Por otro lado, las organizaciones comunitarias pue-
den trabajar para establecer alianzas con otras organizaciones similares, con
instituciones públicas y privadas y con empresas. Visibilizar los objetivos del
proyecto y sus problemáticas –a través de los medios de comunicación- tam-
45 Lukes (1974) indica la existencia de tres perspectivas del poder, relacionando la segunda
de ellas (Two-dimensional view) con la influyente visión de Bachrach y Baratz (1962) quienes in-
trodujeron la idea de que el poder tiene dos caras: una se corresponde con la toma de decisiones
que impliquen la consecución o realización de determinadas tareas (decision making), la otra se
encuentra en las formas que puede utilizar para que determinadas situaciones o acciones no
sean consideradas y no alcancen la discusión política (non-decision making).

116
Capital Social y género en la cooperación

bién puede constituir una vía interesante para atraer la atención y mantener
los compromisos de otros actores externos.
El proyecto, en todas sus fases, puede ser un medio idóneo para incrementar
el CS y la confianza, tal y como anteriormente se ha indicado. Al menos se debe
intentar que la ejecución del proyecto no represente una pérdida de CS o la crea-
ción de redes que entorpezcan los procesos de desarrollo. Las actitudes y prác-
ticas de los promotores resultan factores fundamentales en la creación de redes
y de confianza duraderas. “Un tema que sobresale es que para que el programa
pueda promover el CS de unión o de puente tiene que existir un nivel de confian-
za entre el personal del programa y la comunidad” (Bebbington, 2005:36).

4.3.2.4. La evaluación
La integración de la perspectiva del CS en el proyecto tiene importantes
implicaciones sobre la metodología y el objeto de las evaluaciones. En efecto,
la utilización de metodologías participativas en esta fase aparece como una
necesidad, que fortalece el proceso comunitario de empoderamiento y las ca-
pacidades para adoptar decisiones colectivas y para cooperar. De nuevo, las
actitudes y las prácticas de los agentes de la cooperación son fundamentales
para que se transfieran capacidades de gestión y poder a los beneficiarios.
La evaluación se realiza de forma continua, permitiendo informar a los par-
ticipantes y corregir la ejecución y gestión del proyecto. En la medida en la
que se habrán diseñado actividades (talleres, reuniones, foros, encuentros,
gestiones con instituciones privadas o públicas, con empresas, etc.) para al-
canzar determinados resultados (confianza, relaciones sociales, creación o
fortalecimiento de organizaciones, etc.) el objeto de la evaluación también se
verá afectado por la integración del CS. Además de la evaluación cualitativa,
es conveniente disponer de otras que permitan cuantificar los avances de las
capacidades sociales y relacionales de la comunidad. Para ello, lógicamente,
el evaluador contará con los resultados obtenidos en la encuesta realizada en
las etapas preliminares de la intervención, cuya función ha sido descrita en
la sección dedicada a la fase de identificación.

4.4. CONSIDERACIONES FINALES

La introducción de la perspectiva del CS y del enfoque de género (RSG)


en el ámbito de la cooperación al desarrollo se encuentra con algunas dificul-
tades. La primera es la necesidad de que los flujos de ayuda sean estables y
permanezcan durante prolongados períodos.

117
CAPITAL SOCIAL, GÉNERO Y DESARROLLO

La mejora del CS no sólo exige crear nuevas instituciones o fortalecerlas,


sino también modificar comportamientos y determinados patrones cultu-
rales. Esta última es, probablemente, la tarea más exigente, puesto que re-
quiere estabilidad, un compromiso de largo plazo y elevada preparación.
Precisamente, una segunda dificultad se relaciona con las insuficiencias en
el conocimiento y en las capacidades técnicas para realizar estas intervencio-
nes. No obstante, el principal desafío que plantea el CS, desde un punto de
vista técnico, no se encuentra en su diagnóstico puesto que, aun con algunas
carencias, existen teorías, conceptos y herramientas analíticas válidos para
identificar sus causas y sus consecuencias. El reto consiste en desarrollar me-
todologías y políticas eficientes de promoción y construcción de un CS ade-
cuado a las necesidades de cada región. Por último, las instituciones de los
países donantes, pero también de los países que reciben las ayudas, pueden
ofrecer cierta resistencia a la introducción del CS en los programas de desa-
rrollo debido a las dificultades para visibilizar y cuantificar sus frutos.
Al igual que en la perspectiva de Género, en el modelo de CS convergen
distintos enfoques. El enfoque sinérgico (Woolcock y Narayan, 2000) ha sido
resaltado como el más apropiado para la formulación de políticas coherentes
de gran alcance, pues insiste en considerar los distintos niveles del CS, sus
resultados positivos y negativos. La búsqueda de condiciones que estimu-
len sinergias, como pueden ser las alianzas profesionales y relaciones entre
burocracias estatales y diversos actores de la sociedad civil, entre los que
se encuentran las mujeres, pueden contribuir al desarrollo. En este sentido,
existe un nexo entre el enfoque de género GED y la perspectiva del CS, ya
que ambos tienen la vocación política de fomentar la participación social y
de ampliar la capacidad de las organizaciones locales.
El punto de partida de la intervención y de la investigación es una identi-
ficación, lo más exhaustiva posible, de la naturaleza y alcance de las relacio-
nes sociales, pero visibilizando a las mujeres y a los hombres, lo que equivale
a considerar el espacio público y el privado de manera conjunta. En segundo
lugar, se ha de identificar la influencia de las instituciones en la comunidad,
diferenciando a mujeres y hombres. En tercer lugar, se ha de examinar el CS,
profundizando en su tipología y características. De esta manera se podrán
implementar estrategias de desarrollo que impliquen un cambio positivo en
las relaciones sociales. Las redes de las mujeres se han construido tradicio-
nalmente en el ámbito doméstico y principalmente entre idénticas. Sin em-
bargo, lo interesante es crear lazos que tiendan puentes, que permitan su co-
nexión con los espacios públicos. Y todo ello para establecer unas relaciones
sociales basadas en la cooperación, en la igualdad, en la confianza mutua y
la eficiencia institucional y no en la complementariedad de roles.
118
Capital Social y género en la cooperación

4.5. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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122
CAPÍTULO 5

UNA INTRODUCCIÓN AL TERRITORIO, LA


POBLACIÓN Y LA ECONOMÍA DE LA REGIÓN
PACÍFICO NORTE Y DE GUERRERO NEGRO, BAJA
CALIFORNIA SUR

Lorella Castorena Davis

5.1. INTRODUCCIÓN

El objetivo de este capítulo es presentar una somera descripción de los


principales rasgos del territorio, la población y la economía de la Región
Pacífico Norte y Guerrero Negro, con la finalidad de aportar elementos his-
tóricos y contextuales que contribuyan a la comprensión de la situación que
ocupan las mujeres con relación a los hombres –enfoque de género- en los
sistemas productivos pesqueros en el área de estudio.

5.2. EL TERRITORIO

Baja California Sur se localiza en la península bajacaliforniana entre los


paralelos 28 y 22. Colinda al norte con el vecino estado federal de Baja Ca-
lifornia, al este con el Golfo de California y al sur y oeste, con el océano
Pacífico. Su posición casi insular, así como la aridez que deriva del lugar que
ocupa dentro de la franja de los grandes desiertos del mundo (forma parte
del Desierto Sonorense), han sido determinantes para su desarrollo.
La división política territorial de México corresponde a la de un estado fede-
ral que se divide en 32 entidades federativas, más la sede del poder político de
la federación que se asienta en el Distrito Federal. Cada uno de los estados que
conforman la República Federal Mexicana, tienen como fundamento de su di-
visión territorial y organización política y administrativa, al municipio libre. El

123
CAPITAL SOCIAL, GÉNERO Y DESARROLLO

territorio sud peninsular se divide territorial, política y administrativamente en


cinco municipios: Mulegé, Loreto, Comondú, La Paz y Los Cabos (Figura 5.1.).
La capital política de Baja California Sur, se asienta en la ciudad de La Paz.

Figura 5.1. Los municipios de Baja California Sur.

Fuente: Centro Estatal de Información, Gobierno del Estado de Baja California Sur

Los planes de desarrollo estatal diseñados para los últimos dos períodos
gubernamentales (1999-2005 y 2005-2011) han orientado las políticas públicas
y sus acciones estratégicas a partir de la definición de 11 regiones estatales
y 25 microrregiones municipales a partir de la dinámica socio-demográfica
y las actividades económicas predominantes. A pesar de que no existe un
soporte teórico ni metodológico que explique los criterios que fundamentan
la regionalización estatal, tanto en el ámbito público como en el académico,
se ha normalizado la referencia a las microrregiones, que constituyen la base
de la política de desarrollo en el país.46
46 Lo cierto es que la distribución del territorio nacional en microrregiones, ha sido resultado de
estrategias y programas diseñados por el gobierno federal para atender los problemas del desarrollo
local en aquellos municipios con mayores problemas de marginación y pobreza. La Secretaría de
Desarrollo Social (SEDESOL) ha diseñado dos estrategias: ‘Estrategia de Microrregiones’ y ‘Estrategia
100x100’ y cuatro programas: Programa de Desarrollo Local, Programa 3X1, Programa de Apoyo a
Zonas de Atención Prioritaria y Apoyos Federales a Proyectos Productivo en Microrregiones. Ver
contenido de las estrategias y programas en SEDESOL: http://www.microrregiones.gob.mx.

124
El territorio la población y la economía

La Región Pacífico Norte, forma parte de las regiones estatales y se define por-
que en ella se articulan un conjunto de poblados costeros (Figura 5.2.) cuya activi-
dad económica principal es la pesquería de especies de alto valor comercial, como
el abulón y la langosta.47 La micro región de Guerrero Negro, es más pequeña pero
más compleja que la anterior, porque contiene, como actividad económica predo-
minante, la extracción de sal marina proveniente del complejo lagunar Ojo de Lie-
bre, donde se ubica una de las salinas más ricas y extensas del mundo.
Mientras que en el primer caso, la pesca y un sistema fuerte de organi-
zación de pesquería de especies de alto valor comercial, se concentra en las
Sociedades Cooperativas de Producción Pesquera; en el segundo, se observa
un sistema débil y fragmentado de pesquerías de menor valor comercial, que
ocupa un lugar dependiente respecto a la explotación de sal y las actividades
económicas terciarias, centradas en el turismo invernal. Ambas regiones se
ubican de cara al Océano Pacífico y forman parte del municipio de Mulegé,
el más norteño, árido y extenso de Baja California Sur.48

Figura 5.2. Las microrregiones de Pacífico Norte y Guerrero Negro

El Municipio de Mulegé, se diferencia del resto de los municipios sudca-


lifornianos porque casi el 77% de su superficie, esto es, poco más de dos mi-
llones y medio de hectáreas, conforman la Reserva de la Biosfera El Vizcaíno,
una de las más grandes de México y del mundo.

47 En el mundo, sólo existen siete países productores de abulón: Australia, el principal productor
mundial, seguido por Taiwan, Nueva Zelanda, Sudáfrica, República de Corea y México.
48 La entidad tiene una extensión territorial de 73.677 Km2. La superficie del Municipio de Mule-
gé representa el 34,56% del total estatal, con 3.309.220 hectáreas. La Reserva de la Biosfera El Vizcaíno,
ocupa 2.546.790.25 hectáreas, que representan el 76,96% del total de la superficie municipal.

125
CAPITAL SOCIAL, GÉNERO Y DESARROLLO

Como se observa en la Figura 5.3, en Baja California Sur existen varios


estatutos y dimensiones de áreas naturales protegidas. La Reserva de la Bios-
fera El Vizcaíno destaca no sólo por su gran tamaño, sino por la complejidad
biofísica que entraña. Quizás sea la aridez su característica más notable, ya
que apenas dispone de una precipitación anual de 70 mm, alternada por pe-
ríodos de sequía que suelen extenderse por más de tres años.49
Figura 5.3. Áreas naturales protegidas de Baja California Sur

Fuente: Centro Estatal de Información, Gobierno del Estado de Baja California Sur

La porción del territorio municipal objeto de este estudio, se encuentra to-


talmente inmersa en la reserva de la biosfera. En el caso de Guerrero Negro, el
emplazamiento urbano se encuentra ubicado en los márgenes del complejo lagu-
nar Ojo de Liebre, que junto con la Laguna San Ignacio son además Patrimonio
Mundial de la Humanidad, estatuto otorgado por la UNESCO a estos sitios de
apareamiento y reproducción de la ballena gris, especie protegida que ha logrado
remontar su extinción y posicionarse a escala global como uno de los más impor-
tantes “santuarios balleneros” del mundo.
49 Durante el tiempo de sequía, el aporte de humedad proviene de la interacción de la corriente
fría de California con las aguas cálidas subtropicales, lo que produce neblina y rocío durante las
madrugadas, mismas que sustentan al ecosistema del desierto. En tanto que la época de ciclones que
suele arribar a la península entre los meses de septiembre y diciembre, pueden llegar algunas lluvias
que permiten a la escasa vegetación cumplir con sus cortos ciclos biológicos.

126
El territorio la población y la economía

El territorio objeto de estudio, entendido como espacio ocupado, vivido


y representado posee características y especificidades históricas, sociales y
económicas que serán abordadas en los apartados que siguen.

5.3. LAS REGIONES

Hasta la década de los cincuenta, el extenso espacio que hoy ocupa el


Municipio de Mulegé permaneció prácticamente vacío a excepción de los te-
rritorios de la antigua misión de San Ignacio, el poblado de Mulegé, anidado
en la ribera del río que lleva el mismo nombre y la ciudad minera de Santa
Rosalía, localizados en la porción más sureña del municipio.50
Tanto San Ignacio como Santa Rosalía, se encuentran en los orígenes del po-
blamiento de la región Pacífico Norte y Guerrero Negro y son al mismo tiempo,
la base para su distinción. De San Ignacio y los ranchos circundantes, provienen
buena parte de las familias que forjaron los pueblos pesqueros de la región Pa-
cífico Norte. Del declive de la producción minera de Santa Rosalía, la naciente
industria salinera obtuvo sus mejores reclutas. Mientras los pueblos costeros
que se articulan a la región Pacífico Norte son pesqueros y todas las actividades
económicas derivan de esta cualidad; en la ciudad de Guerrero Negro, la pesca
forma parte de un sistema más complejo y diversificado de actividades econó-
micas que surgieron como resultado del emplazamiento de la ciudad salinera.
Los pueblos costeros de la región Pacífico Norte son todas localidades rurales,
en tanto que Guerrero Negro es una pequeña localidad urbana.
Ambas regiones coinciden en que tanto en su origen, como en la parte ini-
cial de su desarrollo, la inversión en infraestructuras provino de la explotación
del recurso natural que les dio impulso. Las Sociedades Cooperativas de Pro-
ducción Pesquera de la Región Pacífico Norte y la Exportadora de Sal, S.A., en
Guerrero Negro, han sido las principales promotoras del desarrollo en sus co-
munidades. En el primer caso, las pesquerías de alto valor comercial en el mer-
cado internacional son centrales, en tanto que en el segundo, la pesca apenas
compite con el resto de las actividades económicas derivadas de la explotación
de sal y la urbanización.
Por ende y en términos metodológicos, los sistemas pesqueros que se
analizan en esta investigación, se someten a un limitado número de condi-
cionantes comunes que pueden resumirse en:
50 Los pueblos de Mulegé y San Ignacio fueron emplazados como misiones por los jesuitas
durante la primera mitad del siglo XVIII (La misión de Santa Rosalía de Mulegé se inició en 1705
y la de San Ignacio de Kadakaaman, en 1728), en tanto que Santa Rosalía, la ciudad minera, se
emplazó en 1885 como resultado de la concesión que el gobierno de Porfirio Díaz otorgó a la
compañía francesa El Boleo para la explotación del cobre (Castorena, 2006).

127
CAPITAL SOCIAL, GÉNERO Y DESARROLLO

a) ambas regiones forman parte de una misma entidad federativa;


b) pertenecen al mismo municipio;
c) se localizan en las porciones media y alta de la costa Pacífico Norte
del municipio de Mulegé;
d) se encuentran dentro de los límites de la Reserva de la Biosfera El
Vizcaíno;
e) su emplazamiento coincide en el tiempo.
Las condicionantes que diferencian un sistema productivo pesquero de
otro, se fundamentan en dos aspectos esenciales:
a) en la Región Pacífico Norte, la estructura económica depende de un
sistema productivo pesquero central, fuerte y bien articulado;
b) en Guerrero Negro, este sistema es dependiente, débil y poco articulado.
En consideración a estos argumentos, la descripción de los principales
rasgos económicos y demográficos de la microrregión de Guerrero Negro y
la región Pacífico Norte, se harán por separado.
Antes de proceder a la descripción de las regiones de estudio, se incluye
un breve panorama de la situación de la pesca en Baja California Sur y el Mu-
nicipio de Mulegé, con la finalidad de aportar algunos datos que permitan
enmarcar la posición de este sector en la economía regional.
Según el informe 2005 elaborado por la Comisión Nacional de Pesca
(CONAPESCA) respecto a la producción pesquera y acuícola entre las en-
tidades que conforman la cuenca del Golfo de California, el volumen de la
producción pesquera total por peso desembarcado fue en Baja California
Sur de 147.174 toneladas, por debajo de la producción de Sonora (387.530),
Sinaloa (219.050) y por encima de la producción del vecino estado de Baja
California (92.396) (CONAPESCA, 2005).
En el ámbito nacional, Baja California Sur ocupa el sexto lugar en partici-
pación al valor total de la producción pesquera, con el 5,76%. Estos datos, se
refieren al total de la producción y de las especies de pesca y captura que ca-
racterizan al rico y diverso sector pesquero mexicano, al que Baja California
Sur aporta importantes volúmenes de producción de abulón y langosta. 51
En el caso del abulón, hay que señalar que sólo se captura en la penín-
sula de Baja California. En el estado de Baja California predomina el abulón

51 El abulón sólo se captura y cultiva solo los litorales del pacífico norte de Baja California
Sur y Baja California. En total, ambas entidades cuentan con 24 unidades de producción, de las
cuales 22 son cooperativas y 2 empresas privadas dedicadas al cultivo de abulón. Con base al valor
en facturas del 2004, la FEDECOP registró un -11% de tasa de crecimiento anual de la producción
entre 1993 y 2003. Al decremento en el volumen de captura, se ha producido un incremento en el
precio del producto. Comité Sistema Producto Nacional de Abulón, Logros y perspectivas. José de
Jesús Camacho Osuna, Representante no gubernamental del Comité Sistema Producto Nacional de
Abulón, Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación, 2005.

128
El territorio la población y la economía

amarillo y el azul enteros y frescos, en tanto que en Baja California Sur, se


obtiene la máxima producción de abulón azul, sin concha y fresco. Aunque
la producción de abulón rojo es reducida, ésta se concentra en Baja Califor-
nia. La producción de abulón en Baja California Sur, se centra por tanto en la
explotación del abulón azul y del abulón amarillo, frescos y sin concha.
La producción total de abulón a escala nacional ascendió a 665 toneladas
en el 2004, de las cuales se capturaron 226 en Baja California y, 438 en la re-
gión Pacífico Norte de Baja California Sur. En el 2005, la producción nacional
de abulón descendió drásticamente a 392, al registrarse solo 184 toneladas en
la región Pacífico Norte y 208 en Baja California. El descenso en la produc-
ción, ha provocado el incremento de los precios.52
Respecto a la langosta, la captura se presenta en los litorales del Golfo de
México y en el Pacífico. En el primer caso, se presentan una mayor captu-
ra del crustáceo, donde según los datos de la CONAPESCA, se capturaron
2.518 toneladas en el 2005 y en el Pacífico, 1.747 toneladas. De éstas, 222 se
capturaron en Baja California y 1.363 en la región Pacífico Norte. El volumen
de captura de langosta sitúa a esta región como la principal productora de
langosta del Pacífico mexicano.
Las principales pesquerías en el Municipio de Mulegé, se expresan en
la Tabla 5.1, donde se refleja la disminución de las pesquerías de abulón y
tiburón; la estabilidad en la producción de langosta y, el incremento de las
pesquerías de calamar, escama, almeja y recolección de algas.

Tabla 5.1. Volumen de la producción pesquera de las principales


especies, 1994-2005, Toneladas
1994 2000 2005
ESTATAL MUNICIPAL ESTATAL MUNICIPAL ESTATAL MUNICIPAL
Calamar 4.920 4.677 20.900 17.517 28.686 n.d.
Escama 9.662 2.851 10.598 4.368 n.d. n.d.
Almeja 3.995 1.250 4.980 3.127 17.289 n.d.
Langosta 1.219 1.129 1.654 1.497 1.363 n.d.
Tiburón 2.998 1.106 2.528 1.141 1.471 n.d.
Adulón 512 484 411 411 184 n.d.
Algas 308 308 147 134 446 n.d.
Otros a 69.580 4.041 68.787 5.647 n.d. n.d.
a
Sólo para 1994 y 2000, comprende túnidos, camarón, caracol, pulpo, jaiba, ostión, sardina, pepino de mar,
captura sin registro oficial y otros.
Fuente: para los años 1994 y 2000, Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales, Delegación BCS,
Subdelegación de Pesca. Para el año 2005, Comisión Nacional de Pesca, Producción Pesquera y Acuícola,
2005, en www.sagarpa.gob.mx/wb/cona/cona_anuario_estadistica_de_pesca

52 El 53% del valor de producción facturada según pesquerías, corresponde en la región de


estudio al abulón, seguido por la langosta con el 34%. Una tonelada de abulón puede alcanzar
precios superiores a los $850.000 pesos. Comité Sistema Producto Nacional de Abulón, Logros
y perspectivas. José de Jesús Camacho Osuna, Representante no gubernamental del Comité
Sistema Producto Nacional de Abulón, Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural,
Pesca y Alimentación, 2005.

129
CAPITAL SOCIAL, GÉNERO Y DESARROLLO

En el Municipio de Mulegé, el personal ocupado en el sector pesca y acui-


cultura, alcanza el 23% del total por sector económico. La producción total
en el año 2000 fue de 44.794 toneladas, que representan el 34% del volumen
de la producción estatal, con un valor de 209,4 millones de pesos, equiva-
lentes al 48% del valor total de la producción pesquera en la entidad. De la
exportación de abulón y langosta se obtuvo en el mismo año, el 10% de las
divisas de la balanza comercial de Baja California Sur (CEI, 2006).

5.3.1. Economía y población en Guerrero Negro


Los primeros y solitarios habitantes de Guerrero Negro, fueron Miguel
y Fidelia un matrimonio de pescadores que desde 1926 practicaron un ru-
dimentario comercio de productos salados del mar y la tierra, que trans-
portados en mulas de carga, vendían o intercambiaban entre los ranchos de
la región: cahuama (tortuga), pescado, langosta, venado y berrendo. Desde
entonces y hasta 1954, la enorme salina del norteño desierto Sudcaliforniano,
permaneció ocupada solo por esta primigenia y solitaria pareja que vivieron
un largo y afanoso idilio con el mar y el desierto.
Los primeros colonos propiamente dichos, llegaron a principios de la dé-
cada de los cincuenta cuando fraguó la idea de explotar las salinas de la
Laguna Ojo de Liebre, en el sitio donde hoy se encuentra el primer cuadro
de la ciudad de Guerrero Negro.53 Si bien la laguna Ojo de Liebre era cono-
cida entre los cazadores de ballenas del siglo XIX, el origen de la ciudad no
se encuentra ni en la pesca practicada por Miguel y Fidela, ni en la caza de
ballenas que dieran lugar a su nombre, sino en la sal y su explotación.
Pese a que no es la intención de este apartado reconstruir el proceso a
través del cual Guerrero Negro devino en ciudad salinera, es importante
mencionar algunos aspectos de su historia, que darán cuenta de la importan-
cia del sitio y de un área económica cuya influencia rebasa las limitaciones
locales.
Ubicada en una extensión de 39 995 hectáreas, en los márgenes de la La-
guna Ojo de Liebre, la empresa Exportadora de Sal, S.A. comenzó a operar a
finales de 1954, dedicada a la extracción de sal por evaporación solar para la
exportación hacia el mercado estadounidense. El pueblo salinero se emplazó
primero en las inmediaciones de la salina, donde se ubican las colonias que
le dieron origen. Entre 1955 y 1957, se construyeron el primer muelle, el

53 En la actualidad la ciudad de Guerrero Negro se divide por un puente que se eleva sobre
uno de los vasos comunicantes del salitral que separa al pueblo, del resto de la ciudad. El pueblo
se emplazó donde se realizaron los primeros trazos de las instalaciones y viviendas destinadas
a la producción de sal.

130
El territorio la población y la economía

camino que lo comunicaba con los primeros vasos cristalizadores y la infra-


estructura mínima necesaria para comenzar operaciones.
Para inicios de la década de los sesenta, la empresa salinera había dado
forma al primer cuadro del pueblo y ofrecía a los trabajadores casas habita-
ción decorosas y con todos los servicios. Hacia mediados de la década de los
setenta, el emplazamiento original fue rebasado, para dar paso a la pequeña,
joven y desordenada ciudad de Guerrero Negro.
Las principales actividades económicas en la ciudad son la industria sa-
linera, el comercio, los servicios -donde la actividad de alojamiento y pre-
paración de alimentos (hoteles y restaurantes) ha repuntado sobre todo en
el período de invierno, cuando las ballenas grises llegan a reproducirse en
la Laguna Ojo de Liebre- y, la pesca. En la primera actividad, se concentra
el 25,3% de la población económicamente activa ocupada, en tanto que en
los rubros comercio y servicios, se concentra el 65%. El sector primario, que
incluye agricultura, pesca y silvicultura, apenas se ocupa el 6,5% de total de
la población económicamente activa (CEI, 2006).
La mayoría de la población de Guerrero Negro es de origen peninsular. El
grueso proviene de localidades del norte de la Baja California Sur, como San-
ta Rosalía y San Ignacio y en menor proporción, de ciudades como Loreto,
La Paz y San José del Cabo. Otra parte de la población, es originaria del ve-
cino estado de Baja California. La composición de la población de Guerrero
Negro con base en el lugar de nacimiento, es peninsular en más del sesenta
por ciento del total.
El resto los habitantes proviene de otras entidades, como Sinaloa, Sonora,
Nayarit y Jalisco y, en menor medida, de los estados sureños de Campeche
y Chiapas.
El índice de alfabetismo entre la población mayor de 15 años, es de 97,1%.
El grado de escolaridad promedio en Guerrero Negro es de 8,4 años, porcen-
taje que indica que la media de la población ha cursado hasta el segundo año
de educación secundaria. El INEGI estima que poco más del 5% del total de
la población ha realizado estudios superiores.
Todas las casas habitación tienen electricidad y acceso a agua potable,
pero no todas están conectadas a la red de drenaje y alcantarillado. Uno de
los servicios municipales más deficiente, es la recolección de basura.
Durante los últimos quince años, se ha observado un crecimiento mode-
rado de la población, al pasar de los 7.231 habitantes en 1990, a 10.235 en el
2000. En ésta década, la población se incrementó en números absolutos en
3.004 personas, 29,3% más que en 1990.
En el 2005, la población se incrementó con relación al 2000, en 1.659 per-
sonas, lo que implica un crecimiento porcentual de casi 14%. De mantenerse
131
CAPITAL SOCIAL, GÉNERO Y DESARROLLO

el ritmo actual, en el 2010 es probable que la población se incremente en un


porcentaje semejante al de la década anterior. Del total de la población que
asciende a 11.984 personas, 5.983 son hombres y 5.911 mujeres, con un índice
de masculinidad de 1,01.
El promedio de hijos nacidos vivos por mujer es de 2,37. Predominan los
hogares con jefatura masculina, que ascienden a 2.395. El 83% del total de
hogares (2.884) están encabezados por un jefe de familia; en tanto que los
hogares con jefatura femenina, ascienden a 489, que representan 17%.

5.3.1.1. Género y trabajo en el sistema productivo pesquero de Guerrero Negro


El acceso a los recursos pesqueros está mediado por las asociaciones coo-
perativas en el caso de ciertas especies de concha, mientras que la escama es
accesible tanto a cooperativistas como a pescadores libres. En ambos casos,
existe discriminación implícita atribuible al género en el acceso a los recursos
pesqueros. Las mujeres que han conseguido acceder a permisos de pesca son
cuatro. De éstas, dos son propietarias de su pescadería en la que venden y
distribuyen el producto que los hombres de su familia o pescadores libres
de la ciudad, les entregan para este fin. La tercera es una importante y po-
derosa empresaria, dueña de una empacadora y distribuidora de productos
pesqueros y el cuarto permiso de pesca, se ha concedido a las mujeres que
conforman la cooperativa de producción pesquera dedicada al cultivo de
ostión La Perla de Guerrero Negro.
El sistema pesquero en Guerrero Negro es masculino en casi todas sus
expresiones. Algunas mujeres han logrado su inseción en el sector pesquero
tras muchos años de lucha y obstáculos, impuestos tanto por los cooperati-
vistas, como por los permisionarios, los pescadores libres y en general, por
los representantes del sector y de la propia sociedad. Pese a ello, estas mu-
jeres constituyen un ejemplo de que la sociedad de Guerero Negro está en
transición. En ninguno de los pueblos pesqueros de la región Pacífico Norte,
existe una experiencia semejante y aún cuando el cambio cultural no se ex-
presa de manera generalizada, al menos se presentan algunas condiciones
que permiten la incorporación de mujeres en relativas condiciones de igual-
dad, como se expondrá en el capítulo ocho.
El control y conocimiento de los recursos pesqueros está en manos de los
hombres. Son ellos quienes toman las decisiones respecto a la investigación y
producción de información actualizada de la producción y por supuesto, son
los depositarios la información. Actualmente el Centro Regional de Investiga-
ción Pesquera (CRIP) lleva a cabo estudios sobre la potencialidad de las pes-
querías de almeja chocolata, almeja la mano de león, langosta y abulón.
132
El territorio la población y la economía

En la ciudad hay dos plantas procesadoras de productos pesqueros. Una


de éstas, es propiedad de una mujer. En ambas plantas, las labores se dife-
rencian por género. Mientras ellas limpian, filetean, seleccionan y empacan;
ellos cargan, conducen, controlan, vigilan y supervisan la línea de produc-
ción. Tanto las mujeres, como los hombres trabajan turnos de 8 horas. Cuan-
do la producción exige más tiempo, se abren dos turnos.
La comercialización del producto a gran escala está en manos de los hom-
bres, mientras que la venta que realizan en la calle o en pescaderías locales es
llevada a cabo por las mujeres. La excepción son las dos mujeres empresarias
que se encargan de los asuntos administrativos de sus propios negocios, una
de ellas incluso a roto con la tradición heredada de su padre quien, como
muchos de los productores locales, exportaba toda su producción con la in-
termediación de la compañía Ocean Garden; ella, sin dejar esta práctica, ha
abierto mercados también en el comercio interno.

5.3.2. La Región Pacífico Norte


La región se integra por seis localidades principales y un poco más de
una decena de ranchos y pequeñas localidades costeras. Las principales loca-
lidades son Bahía Tortugas, Bahía Asunción, La Bocana, Punta Abreojos, Isla
Natividad y Punta Prieta, todas ellas comunidades pesqueras. Las comuni-
dades objeto de este estudio, son aquellas en las que se concentran tanto la
mayoría de las cooperativas de producción pesquera y por lo tanto, la prin-
cipal actividad económica de la región, así como las que cuentan con mayor
número de habitantes. En este apartado se abordarán los rasgos económicos
y sociales de cada una las cuatro localidades seleccionadas y, en conjunto, las
principales características socio-demográficas.
En la Tabla 5.2., se muestra la evolución de la población entre 1990 y 2005,
destacándose una generalizada disminución demográfica. En Bahía Tortu-
gas, la población se ha reducido en los últimos cinco años, en 90 personas.
En Bahía Asunción, la disminución alcanza las 221 personas. En La Bocana,
la mengua es de 102 personas y en Punta Abreojos, de 159. Aunque es difí-
cil demostrar estadísticamente las razones que expliquen este fenómeno, es
posible esgrimir algunos argumentos con base en la observación y las entre-
vistas que realizamos durante el trabajo en campo.
La razón más plausible es la migración. Como se explicará más adelante,
las cooperativas de producción pesquera, lejos de incrementar el número
de socios, los han reducido, ya sea porque no sustituyen con gente joven a
los socios que se retiran o, porque han dejado de realizar contrataciones de
personal eventual. En estos pueblos, las cooperativas son la principal fuente
133
CAPITAL SOCIAL, GÉNERO Y DESARROLLO

de trabajo, si la demanda de trabajadores se reduce, los jóvenes y en general,


el resto de la población no afiliada a una cooperativa, tiene pocas opciones
de empleo.
Además, existe otro factor relacionado con la educación de las nuevas ge-
neraciones, ya que cuando las familias pueden costearlo, envían a sus hijos a
realizar estudios técnicos o superiores a otras ciudades, principalmente a la
ciudad de La Paz o, a alguna de las ciudades fronterizas del vecino estado de
Baja California como Ensenada o Tijuana. Muy pocos chicos y chicas regre-
san a sus pueblos una vez terminada su formación profesional.
Otra explicación posible estaría relacionada con la recogida de los datos cen-
sales. Desde 1995, el INEGI se propuso realizar los llamados conteos de pobla-
ción, que en principio fueron diseñados para observar y confirmar tendencias
de crecimiento poblacional en el período intermedio de la década que abarcan
los censos. Es posible que cinco años no sean suficientes para observar fenóme-
nos de decrecimiento poblacional, sin embargo, llama la atención que éste se
presente en todas las localidades, lo que ya marca una tendencia que habrá de
ser contrastada y confirmada con los resultados que arroje el Censo del 2010.

Tabla 5.2. Evolución de la población en la Región Pacífico Norte, 1990-2005


Localidades 1990 2000 2005
Bahía Tortugas 2.640 2.437 2.347
Bahía Asunción 1.133 1.463 1.242
La Bocana 974 1.103 901
Punta Abreojos 700 742 583
Fuente: INEGI, Censos de población y vivienda 1990, 2000 y Conteo de población, 2005.

En la Tabla 5.3. se han incluido los datos correspondientes a la distri-


bución de la población por sexo e índice de masculinidad en la región. En
esta tabla se observa que la proporción hombres-mujeres es relativamente
mayor en Bahía Tortugas y La Bocana, en tanto que en Bahía Asunción y
Punta Abreojos, la proporción mujeres-hombres es mayor. Sin embargo, las
diferencias no son significativas como para sostener en el primer caso, la
masculinización de la población o, en el segundo, la feminización.

Tabla 5.3. Población por sexo e índice de masculinidad, en las localidades


de la región Pacífico Norte, 2005
Localidades Población total hombres mujeres Í/ masculinidad
B. Tortugas 2.347 1.194 1.153 1,04
B. Asunción 1.242 616 626 0,98
La Bocana 901 484 417 1,16
P. Abreojos 583 287 296 0,97
Fuente: INEGI, II Conteo Nacional de Población y Vivienda, 2005.

134
El territorio la población y la economía

El promedio de hijos nacidos vivos por mujer, es en todos los casos ligera-
mente superior a los dos, lo que indica que en promedio las mujeres en edad
reproductiva tienen dos hijos y hasta tres, como se expresa en la Tabla 5.4.

Tabla 5.4. Promedio de hijos nacidos vivos. Región Pacífico Norte, 2005
Bahía Tortugas 2,38
Bahía Asunción 2,66
La Bocana 2,47
Punta Abreojos 2,32
Fuente: INEGI, II Conteo Nacional de Población y Vi-
vienda, 2005.

El promedio de escolaridad en la región es de 7,3 años, equivalentes a la


conclusión del primer año de secundaria, porcentaje que indica que la mayo-
ría de los habitantes de la región sólo ha concluido el ciclo escolar primario.
El 97,3% de la población es analfabeta. En general, estos son los rasgos de-
mográficos más destacados en la región, en los apartados que siguen, se pro-
cederá a una descripción de los aspectos económicos y sociales distintivos de
las pequeñas localidades pesqueras objeto de nuestro estudio.

5.3.2.1. Bahía Tortugas


Bahía Tortugas es un pueblo ubicado en una hermosa y cerrada bahía de
donde toma su nombre. De clima templado, soplan fuertes vientos durante
las temporadas de otoño, invierno y parte de la primavera. Asentado en un
lomerío de cara al mar, este pueblo de pescadores sorprende por la bruma
y su orografía. Las calles son de tierra y arena suelta. Todas las casas, (alre-
dedor de 850), se organizan y siguen las líneas irregulares de las calles que
integran y comunican. La apariencia de las casas, unas de bloque y otras
de madera pintada de colores diluidos por el tiempo y la brisa marina, es
modesta. En ellas, la vida transcurre al interior o en los patios traseros, en
que suelen abundar las plantas de ornato. Muchas de las casas, (25% según
el Delegado Municipal), están deshabitadas porque sus propietarios se vie-
ron obligados a dejar el pueblo cuando fue cerrada la planta procesadora de
atún, a mediados de la década de los noventa.
La historia de Bahía Tortugas, uno de los pueblos más viejos de la costa Pa-
cífico Norte, comenzó con el establecimiento de los campos pesqueros formados
con trabajadores contratados para la temporada de pesca en la época que el go-
bierno mexicano impulsó la mexicanización de la industria pesquera. Antes de
llamarse Bahía Tortugas, este lugar llevaba el nombre de Bahía San Bartolo. Al
parecer, la abundancia de tortugas marinas, terminó por modificar el nombre.

135
CAPITAL SOCIAL, GÉNERO Y DESARROLLO

En 1945, cuando se fundó la primera cooperativa, en Bahía Tortugas a se


habían asentado de manera precaria alrededor de 12 familias, dependientes
de la pesca ribereña y de las oportunidades de trabajo que entonces ofrecía
la planta procesadora de atún. La construcción de las casas comenzó con el
apoyo de la planta atunera, que repartió material y terrenos. A los trabaja-
dores recién llegados se les acomodaba en un almacén, donde convivían con
familias de diferentes procedencias. Poco a poco, les asignaron un terreno
y material de construcción. No todos llegaron buscando trabajo en las pes-
querías, algunos vinieron a ofrecer sus servicios técnicos, a trabajar en la
construcción o a instalar pequeños comercios. Al cierre de la planta atunera,
las cooperativas del pueblo habían logrado remontar las dificultades de una
industria en crisis, para especializarse en la pesquería de dos especies de alto
valor comercial como el abulón y la langosta.
En las décadas de los cuarenta y cincuenta, era frecuente que los sudcali-
fornianos que vivían en pueblos y ranchos cercanos a la costa, se movieran
para combinar sus actividades productivas, entre el rancho, el pueblo y el
mar. Eran a la vez, expertos criadores de reses, pastores de cabras, horticul-
tores, pescadores y comerciantes de sus productos primarios, dependiendo
de la temporada de lluvias y las sequías. Cuando la ganadería y la huerta
no daban lo suficiente, estaba el mar y viceversa. Entre los habitantes de
la ruralidad sudcalifornia más cercana a la costa, era una tradición itinerar
entre un modus vivendi y el otro. De la tierra al mar, del mar a la tierra. Los
pescadores y sus familias, son mayoritariamente de origen sudcaliforniano.
Casi todos provienen de familias la región de San Ignacio y del sur del muni-
cipio de Mulegé. Quizás sea el origen, la clave que explica el emplazamiento
relativamente rápido y exitoso de los pueblos costeros y su particular modo
de vida y organización.
La mayoría de los habitantes de Bahía Tortugas tiene buenas condiciones
de vida, aunque es posible observar diferencias sociales importantes entre
quienes laboran en las organizaciones cooperativas, el comercio, los servi-
cios, los pescadores libres y las mujeres que se desempeñan en el trabajo
informal.
Bahía Tortugas ha sido el primer pueblo de la costa pacífico norte en ser
incorporado a la red eléctrica de la Comisión Federal de Electricidad. De he-
cho, durante el trabajo en campo, las mujeres comentaron su preocupación
por el posible incremento en el costo de la electricidad, aunque todavía no
recibían la primera facturación por el servicio.
Respecto al servicio de agua potable, es menester precisar que cuando
el pueblo se emplazó y durante muchos años, el acceso al agua dependía
del rancho San José de Gracia, de cuyo arroyo se surtían las pipas que ha-
136
El territorio la población y la economía

cían llegar el agua al pueblo. Posteriormente, las cooperativas impulsaron la


instalación de una planta desaladora, que resolvió el problema del agua de
manera relativa. En la actualidad, el agua potable se conduce a través de un
acueducto y casi todas las casas cuentan con el servicio, administrado por el
Sistema Municipal de Agua Potable y Alcantarillado (SAPA) del municipio
de Mulegé. El tramo carretero que comunica al pueblo con la carretera trans-
peninsular, aunque muestra gran avance, todavía no se ha concluido.
Desde las cooperativas, se impulsaron las infraestructuras necesarias para
dotar de servicios públicos mínimos al poblado: telégrafo; correos; escuelas
que hoy alcanzan el nivel de bachillerato; pista de aterrizaje para avione-
tas; una estación de radio; dos repetidoras de televisión, acceso a televisión
satelital; telefonía residencial, comercial y celular, servicio público de fax y
radio.
Bahía Tortugas es un pueblo que nació rico y se ha empobrecido. Su épo-
ca de auge económico la definió la empacadora de atún. Al cierre de ésta, se
produjo el desempleo y la migración. En paralelo, la producción de abulón
descendió, lo que ha desalentado el ingreso de nuevos miembros a las coope-
rativas. Así, de una población de alrededor de 5.000 habitantes en 1980, hoy
apenas alcanza los 2.347. La mayoría de la gente del pueblo mantiene lazos
familiares y los apellidos más comunes son Peralta, Arce, Patrón y Murillo.

5.3.2.1.1. Género y trabajo en el sistema productivo pesquero de Bahía Tortugas


En las cooperativas de producción pesquera de Bahía Tortugas, la pre-
sencia de las mujeres es mínima y se reduce a puestos secretariales o ad-
ministrativos. La cooperativa La Purísima, emplea en Ensenada dos mujeres
jóvenes encargadas de organizar el trabajo administrativo y a una más como
secretaria. Las tres son socias.
Por lo general, las socias de las cooperativas se encargan de trabajos ad-
ministrativos, ya sea en las oficinas de Ensenada, en las oficinas de la coope-
rativa en el pueblo o en la planta empacadora en la sección de almacén. Las
otras mujeres que laboran en la pesca se dedican al trabajo de procesamiento
y la mayoría de ellas no son socias. Existe por tanto, una clara división del
trabajo por género según la cual, los hombres pescan y/o capturan; y las
mujeres procesan. El control sobre la distribución y comercialización, recae
totalmente en manos de los hombres, que ocupan los puestos directivos y de
mando de las cooperativas, tanto en el pueblo, como en Ensenada.
El mayor número de mujeres empleadas en este sector, labora en la So-
ciedad Cooperativa de Servicios Industriales Bahía Tortugas, que es la res-
ponsable del manejo de la planta procesadora que da servicio a las tres coo-
137
CAPITAL SOCIAL, GÉNERO Y DESARROLLO

perativas de producción pesquera del pueblo. Esta cooperativa tiene catorce


socios, de los cuales tres son mujeres que se ocupan de labores secretariales
y administrativas menores. El total de mujeres que participan en el proceso
productivo de la planta son seis. Realizan los trabajos de desconche, lava-
do, pesado y enlatado. También participan en el fileteado y empacado de
los productos de escama. La langosta se comercializa viva, y en general, los
mismos pescadores las colocan en los contenedores especialmente diseñados
para su transporte hacia Ensenada.
Las trabajadoras declararon que el trato que reciben de sus compañeros
es igualitario y no identifican abusos por razón de género. Las trabajadoras
no asociadas, al igual que los hombres con un contrato laboral, cuentan con
Seguro Social, que para las mujeres significa la garantía de incapacidad por
dos meses en caso de embarazo, así como la pensión de retiro y la atención
médica para ellas y sus hijos. Las trabajadoras expresaron que si se embara-
zan cuando están trabajando no hay problemas con la cooperativa ya que
cumple con lo establecido por la ley. Sin embargo, no se contrata a mujeres
embarazadas.
El trabajo y las horas empleadas en la planta varían según la temporada
de aprovechamiento y la cantidad de producto que se extrae. El contrato
contempla un horario laboral de ocho horas con un descanso para almorzar,
la hora de entrada oscila entre las 4 y 8 de la mañana y el horario termina una
vez transcurridas las ocho horas. Sin embargo, el cumplimiento estricto de
este horario no es regular, ya que la producción depende de las temporadas,
entonces tienen que quedarse a trabajar durante más horas y para todos y
todas es obligatorio permanecer en su sitio de trabajo. En temporada de alta
productividad, las jornadas son extenuantes y las mujeres pasan todo el día
en la planta, salen para desayunar o comer y hacerse cargo de las actividades
domésticas y el cuidado de los hijos, que en términos generales compar-
ten con sus familiares más cercanos, ya sea la abuela, una hermana o la hija
mayor, aunque es frecuente que los niños permanezcan solos en sus casas,
mientras las madres trabajan.

5.3.2.2. Bahía Asunción


Bahía Asunción es un pueblo que parece dar la espalda al mar. A partir
de la calle principal, se organizan las casas, tiendas, un pequeño y modesto
restaurante con un hostal, la bomba de gasolina, las oficinas de la Cooperativa
Leyes de Reforma y al final de la calle, yendo de sur a norte, una loma donde
se alzan los edificios de la Cooperativa California de San Ignacio, que a su vez
define la línea donde termina el pueblo. La bahía es larga y hermosa, sin
138
El territorio la población y la economía

embargo, el ajetreo cotidiano de las lanchas sobre la orilla o fondeadas en la


parte más protegida, más la gran cantidad de basura y desechos, dan cuenta
de una playa dominada por la actividad pesquera.
La cooperativa California de San Ignacio se constituyó en 1938. Es la más
antigua de la región y la que dio origen a cooperativas y otros pueblos de la
costa, como La Bocana y Punta Abreojos. En su momento, esta cooperativa
tuvo la concesión de casi todo el litoral del pacífico norte. La fundaron Este-
ban de la Toba, Esteban Pedrín y Manuel Lucero, con una enorme zona de
aprovechamiento pesquero, que iba de Punta Abreojos hasta Ensenada.
El acaparamiento de los recursos pesqueros, la falta de control sobre su
administración y producción, así como la corrupción de directivos alejados
del principio colectivo y cooperativo, provocaron una crisis que se conoce
entre los pescadores de la región, como el período de los gerentes. Esta deno-
minación se utiliza para diferenciar una estructura organizativa encabezada
por un grupo empresarial, dirigida por gerentes; de la organización social
cooperativa que se caracteriza por integrarse con base en intereses comu-
nes, bajo principios de solidaridad, esfuerzo propio y ayuda mutua, con el
propósito de satisfacer necesidades individuales y colectivas, a través de la
realización de actividades económicas de producción, distribución y consu-
mo de bienes y servicios.
La crisis provocada por los gerentes de la Cooperativa California de San
Ignacio, derivó en la constitución de sociedades cooperativas, que lograron
concesiones exclusivas sobre la explotación de ciertos recursos pesqueros
(abulón y langosta, primordialmente) de la región. En 1956 y en el contexto
de este conflicto, nació la Cooperativa de Producción Pesquera Leyes de Reforma,
formada por un grupo de aproximadamente de 45 socios inconformes con la
administración de la Cooperativa California de San Ignacio.
En Bahía Asunción, dos empresarios locales habían instalado una planta
procesadora de productos pesqueros, que compraba a la cooperativa Califor-
nia de San Ignacio toda su producción. A raíz del conflicto, la planta quedó en
manos de los trabajadores, que a su vez eran miembros de la nueva organi-
zación cooperativa.
Como ha ocurrido desde entonces en los pueblos pesqueros de la región,
las cooperativas se convirtieron en motores de su desarrollo. Al principio, el
emplazamiento del pueblo, así como las infraestructuras y servicios, corrió
por cuenta de las cooperativas. En la actualidad, el abastecimiento de elec-
tricidad se suministra con una planta generadora de combustión de diesel,
proporcionada por el gobierno estatal. La administración está a cargo de un
patronato en el que participan gobierno del Estado, CFE y las cooperativas.
Tanto el tendido de la red eléctrica, como la carretera, están en proceso y en
139
CAPITAL SOCIAL, GÉNERO Y DESARROLLO

poco tiempo, Bahía Asunción estará integrada a la carretera transpeninsular.


El servicio de agua entubada proviene del mismo acueducto que surte a Ba-
hía Tortugas y está a cargo del Sistema de Agua Potable y Alcantarillado del
Municipio.

5.3.2.2.1. Género y trabajo en el sistema productivo pesquero de Bahía Asunción


Los socios y trabajadores de ambas cooperativas, son mayoritariamente
hombres. En la cooperativa California de San Ignacio laboran alrededor de 20
mujeres, empleadas en la planta empacadora, y ninguna en los trabajos de
pesca y captura. De las mujeres empleadas en la planta, una mínima parte
son socias. Cada una de las cooperativas cuenta con una planta de procesa-
miento, y en total emplean entre 20 y 30 mujeres, dependiendo de la tempo-
rada.
Como en todas las cooperativas pesqueras de la región, la división del
trabajo por género consiste en que el hombre captura y la mujer procesa. Sin
bien algunos hombres participan en las labores de procesamiento, ninguna
mujer pesca o captura.
Es común que en las cooperativas de producción pesquera trabajen her-
manos, primos, tíos u otros familiares, siempre y cuando sean hombres. Son
pocos, como sostuvo un pescador, los que pueden decir: ‘Una hermana mía
trabaja en planta’.
En algún momento resultó importante ser hijo de un socio, aunque no
había ningún compromiso explícito dentro de las cooperativas que los pri-
vilegiaran por ello. El asunto fue polémico, aunque en general se apoyó el
derecho de los hijos de los socios a pertenecer a la cooperativa y, en conse-
cuencia, durante algún tiempo fue común otorgar este derecho a todos los
hijos varones, con lo que se incrementó notablemente el número de asocia-
dos. En los años setenta, la cooperativa California de San Ignacio, llegó a tener
un padrón de 215 socios, mientras que la producción pesquera descendía. El
padrón tuvo que ser reducido y en la actualidad asciende a 140 socios.
Los trabajos que ellas realizan son: a) administrativos, como secretarias
en las oficinas de Bahía Tortugas y Ensenada, o bien, en el almacén de consu-
mo de la planta, y, b) manufacturero, que se lleva a cabo en la planta empa-
cadora durante las distintas etapas de procesamiento de los productos. En el
primer grupo, el número de socias es más reducido que en el segundo. Igual
que los hombres que laboran en la empacadora, la mayoría de las mujeres
tiene la condición de trabajadores extras, y técnicamente, todas pueden aspi-
rar a ser socias de la cooperativa, aunque en la realidad ninguna lo intenta.
Argumentan que al incorporarse como socias, pierden las garantías que han
140
El territorio la población y la economía

acumulado en el Seguro Social como trabajadoras, dado que la mayoría son


mujeres jóvenes, cabeza de familia, con varios años de contrato laboral y no
les conviene renunciar a los derechos adquiridos, a pesar de las ventajas que
pueden obtener por ser socias.
El trabajo en la planta y los horarios son los mismos que en todas las
cooperativas, pueden tener jornadas extenuantes, acompañadas de períodos
más relajados. Los derechos de los trabajadores y trabajadoras extras o even-
tuales no son los mismos que los de los cooperativistas, ya que solo reciben
salario mínimo, pago a destajo en épocas de alta productividad y seguro
social. Casi todas las mujeres involucradas en el sistema pesquero de Bahía
Asunción, laboran bajo estas condiciones.

5.3.2.3. La Bocana
A La Bocana se accede de norte a sur por la brecha que desciende de Bahía
Asunción. Antes de llegar al pueblo, sorprende una salitrosa y arenosa llanu-
ra apenas cubierta por matorrales del desierto. La Bocana se emplazó en una
parte de esta llanura; se organiza a partir de una cancha de basquetbol que
hace las veces de plaza, jardín y centro, frente a la cual se ubica una iglesia. Los
constantes y fuertes vientos son quizás una de las características distintivas de
este pueblo, que lo cubren de polvo y basura a pesar de que todos los días las
mujeres y los hombres barren los frentes de sus casas y riegan las plantas de
unos jardines que sorprenden con su verdor en medio de la aridez del salitral.
Quizás por ello, sus habitantes llevan una vida hacia dentro. Se refugian en las
casas que suelen tener amplias, agradables y bien avitualladas cocinas.
La Bocana surge como resultado de las actividades de la Cooperativa Pro-
greso Almejera que se constituyó legalmente el 13 de junio de 1944. Antes de
que la cooperativa se organizara, los pescadores y buzos que trabajaban en el
área entregaban sus productos a la cooperativa California de San Ignacio.
Los campos pesqueros que inicialmente se establecieron en La Bocana
eran propiedad de esa cooperativa. A partir de estos campos, comenzó el
emplazamiento del pueblo. Al principio, la Cooperativa El Progreso, la única
existente en La Bocana, se llamaba Progreso Almejera porque estaba dedicaba
a la explotación de la almeja pismo. Posteriormente, incorporaron langosta
y después, abulón.
En el 1964 la cooperativa construyó su propia planta procesadora. Antes,
todo se maquilaba en Bahía Asunción o se enviaba a Ensenada para ser pro-
cesada en la cocedora de la Federación de Cooperativas. En aquel momento
el abulón de La Bocana no se enlataba, se vendía fresco o bien se cocía y
después se fileteaba antes de empacarlo para su venta.
141
CAPITAL SOCIAL, GÉNERO Y DESARROLLO

En 1964, ya con la planta procesadora, comenzó el proceso de ambos pro-


ductos de la misma manera que en las procesadoras de los otros pueblos.
Se invirtió en una construcción y equipo de grandes dimensiones, porque
los volúmenes de captura eran de alrededor de 200 y hasta 300 toneladas
por temporada, que contrastan con las 17 toneladas que ahora capturan. En
la actualidad, han edificado una nueva planta procesadora que todavía no
entra en operación, pero que ha sido equipada con moderna tecnología para
responder a los cada vez más exigentes estándares internacionales.
En 1959, la cooperativa obtuvo permiso para capturar abulón. Actual-
mente, el volumen de aprovechamiento de la cooperativa es insuficiente
para sostener la economía del pueblo, ya que todavía es responsable de sub-
sidiar los servicios de energía eléctrica y agua potable.
Cuando se estableció el campamento pesquero en La Bocana y hasta que
hubo caminos habilitados, el abasto de los insumos era realizado por los mis-
mos barcos que recogían el producto. Las mercancías las surtían al mayoreo
y la gente tenía que hacer su propia despensa en casa.
Los pobladores del lugar son originarios de San Ignacio, Santa Rosalía
y algunos lugares de Baja California como San Borja y Ensenada. Como en
otros pueblos de la costa Pacífico Norte, los pescadores que llegaron a La
Bocana venían de otros campamentos pesqueros o eran rancheros y agricul-
tores, algunos más llegaron desde Guerrero Negro. La cooperativa Progreso,
cuenta con un registro de alrededor de 200 socios. En cuanto a membresías,
es una de las más grandes de la región.
En 1976, el huracán Lisa devastó el poblado que entonces se encontraba
ubicado a línea de playa. A raíz del huracán, se movieron tierra adentro. Por
ello, La Bocana es el único pueblo de la región pacífico norte que se localiza a
3 kilómetros de la costa. En ese entonces, la cooperativa distribuyó los terre-
nos y los materiales para la construcción de las nuevas casas.
Actualmente, la gran mayoría de los habitantes de La Bocana tienen casa
propia, y como en todos los pueblos de esta región, abundan los autos. El
pueblo carece de agua entubada. En todas las casas se utilizan tibores para
almacenar el agua que se transporta en la pipa de la cooperativa.
La señal de televisión sólo llega vía satélite y muchas casas cuentan con
este servicio. La mayoría tiene radio. Disponen de telefonía fija y celular. La
correspondencia no se entrega a domicilio y tienen que ir a la ferretería que
funciona también como oficina de correos.
La energía eléctrica es gratuita, excepto la de uso comercial, la suminis-
tran dos plantas de generación que operan con diesel; el funcionamiento de
la planta depende fundamentalmente de la cooperativa y su administración,
de un patronato tripartito. La mayoría de las casas tienen fosa séptica y ba-
142
El territorio la población y la economía

ños integrados a la casa habitación, sin embargo, todas tienen letrinas que
usan cuando no hay agua, lo que suele ocurrir con bastante frecuencia. La
basura se recolecta una vez a la semana y tiene un costo mensual por casa.

5.3.2.3.1. Género y trabajo en el sistema productivo pesquero de La Bocana


Como en el resto de las localidades y desde el análisis de género, el hom-
bre es el principal usuario y beneficiario directo de la actividad pesquera. El
acceso directo a los recursos del mar es exclusivo para los hombres, así como
las decisiones que se derivan de su aprovechamiento.
Igualmente, en las cooperativas existe una división del trabajo por género
según la cual el hombre captura y la mujer procesa. Sin bien algunos hom-
bres participan en las labores de procesamiento, ninguna mujer captura.
Las oportunidades de trabajo para las mujeres y los jóvenes en las coope-
rativas de producción pesquera son escasas, las ofertas laborales para ambos
grupos se reducen a los trabajos que se realizan en la planta de procesamien-
to, que solo tiene capacidad para emplear a seis mujeres. En la pesca, el tra-
bajo es exclusivo para los hombres, aunque no existe restricción alguna que
así lo establezca. Los horarios, las percepciones salariales y las condiciones
de trabajo para las mujeres son las mismas que en el resto de las cooperati-
vas.
El trabajo en la planta supone estar de pie durante largas horas, lo que
ocasiona dolores de espalda y piernas a las trabajadoras. En las charlas que
tuvimos con las mujeres, conversamos con una joven mujer casada y con dos
hijos pequeños que nos transmitió el profundo disgusto que ese trabajo le
produce. Con estudios de preparatoria y casada con un socio que trabaja en
la empacadora, dijo categórica: “…odio este trabajo, no me gusta el olor del
pescado y mucho menos trabajar con él, pero no me queda de otra, el dinero
no alcanza para mantener a la familia, tengo que trabajar y éste es el único
trabajo que hay en el pueblo.”
Buena parte de las mujeres que trabajan en la planta son cabeza de fami-
lia y algunas viven en una situación tan precaria, que han llegado a depen-
der de las despensas del DIF para poder completar el gasto familiar. Esta
situación, se hace extensible a las hijas de las trabajadoras, que por lo general
no superan los estudios de primaria, ya sea por falta de recursos económicos
o porque tienen que ayudar a sus madres en las tareas domésticas.
En el Consejo de Administración, tampoco hay oportunidad de partici-
pación para las mujeres; las causas que se argumentan con mayor frecuencia
son el machismo y el hecho de que la mayoría de las mujeres trabajan sólo
de manera temporal, mientras se casan y se retiran a atender a su familia.
143
CAPITAL SOCIAL, GÉNERO Y DESARROLLO

De hecho, existe un acuerdo especial para el retiro de las socias. Mientras


que el reglamento dice que el retiro es voluntario una vez transcurridos 15
años de trabajo continuo, o antes por incapacidad, en el caso de las mujeres
no es necesario cumplir con este período, lo que se considera una concesión
especial para las mujeres y sus familias. Cuando ellas deciden retirarse, la
administración se compromete a entregarles lo que le corresponde por su
liquidación del fondo de retiro. Este reglamento, opera de hecho en todas
cooperativas del área.

5.3.2.4. Punta Abreojos


Punta Abreojos es un hermoso pueblo que se encuentra ubicado sobre
la superficie plana de la punta de donde toma su nombre. En la línea de
playa se levanta lo que será el nuevo malecón, que permitirá disfrutar del
paisaje marino como en ninguno de los pueblos de la costa. Las olas del mar
bravo del Pacífico revientan en la arena cubriéndola de blanca espuma, que
contrasta apenas con el color gris claro de la conchilla que cubre la playa. Vi-
niendo de La Bocana, el camino hacia Punta Abreojos atraviesa una inmensa
zona de salitrales que sorprenden con increíbles y acerados espejismos.
Los primeros campos pesqueros de la zona se registran a principios del
siglo XX, cuando comenzó la captura de langosta. En estos años, se abrió la
brecha que comunicaba al pueblo con la carretera transpeninsular a la altura
del campo Fischer, hasta Punta Abreojos. En la actualidad, el trecho carretero
está muy avanzado y sólo faltan algunos kilómetros para terminar su incor-
poración a la red carretera. El campo pesquero que da origen al poblado
data de 1939. En aquella época, le llamaban ‘El Campo del medio. La langos-
ta era transportada viva en un barco llamado ‘El Invisible’ hasta San Diego,
California. ‘El Invisible’ recorría todos los campos. Para mantener vivas las
langostas hacían escalas en Bahía Tortugas, Isla San Jerónimo y Ensenada.
Por ese entonces, también extraían almeja gigante y las familias enteras se
involucraban en este trabajo que era a la vez punto de reunión y convivencia.
Algunos compradores locales llegaban por el producto y lo llevaban a Ense-
nada para su distribución final.
En 1948 se constituyó la Sociedad Cooperativa de Producción Pesquera Punta
Abreojos con 44 socios y permiso para la explotación de langosta. En diciembre
del mismo año, quedó legalmente constituido el Consejo de Administración,
aunque como en el caso del resto de las cooperativas de la región, comenzó
siendo administrada por gerencias. Los integrantes de la nueva cooperativa
formaban parte de la Sociedad Cooperativa California de San Ignacio.
Durante la década de los cuarenta, como consecuencia de la segunda
144
El territorio la población y la economía

guerra mundial, el hígado de tiburón y la almeja pismo fueron objeto de


una extraordinaria demanda. La promesa de buenas ganancias, provocó una
nueva ola migratoria de sanignaciences. Sin embargo, al término de la gue-
rra la demanda disminuyó y los mercados no pudieron absorber la enorme
producción que se había generado. Los precios bajaron y con ellos sobrevino
un drástico cambio en la economía regional. Fue entonces que algunos de los
comerciantes de esos productos abandonaron definitivamente el área. Los
que se quedaron, sentaron las bases de la captura ilegal de abulón y langos-
ta.
Los compradores de langosta iniciaron la compra directa de los produc-
tos de los campos desde San Pablo hasta Punta Abreojos. Transportaban el
producto vivo en avionetas particulares o en una que operaba la Federación
de Cooperativas de Baja California. En Punta Abreojos, se hacían los embar-
ques en la pista de aterrizaje. Llegó a ser tal la magnitud del movimiento
comercial, que en un día aterrizaban y despegaban tres o cuatro avionetas.
Como resultado de la crisis que llevó a la cooperativa California de San Igna-
cio a la escisión, los pescadores de Punta Abreojos tomaron la iniciativa de
organizar una nueva sociedad cooperativa.
Pasaron varios años hasta que la nueva cooperativa formalizara la explo-
tación de abulón que hasta 1959 estuvo en manos de la empresa Empacadora
Baja California propiedad de los hermanos Antonio y Ernesto Ruffo quienes
durante varios años enviaron la producción a la planta de Bahía Asunción.
En 1960 la cooperativa reformó su régimen social, económico y adminis-
trativo, nombrando un nuevo consejo de Administración que decidió res-
catar la cooperativa para el colectivo de los pescadores. Desde entonces, su
trabajo se ha revertido favorablemente, tanto en la mejora de los equipos y
sistemas de producción, como en la vida social y económica del pueblo.
Al inicio de la década de los setenta, la cooperativa Punta Abreojos entró
en una nueva etapa de desarrollo, cuando instalaron su propia planta empa-
cadora de abulón. Con el tiempo, incorporaron otras especies e incursiona-
ron en los enlatados, la venta de productos frescos y congelados de escama,
así como en el cocimiento de la langosta.
Como ha ocurrido con el resto de las cooperativas, en Punta Abrejos las
mejoras en servicios e infraestructuras han corrido por cuenta de la organi-
zación, hasta que sus gestiones obligaron a los gobiernos estatal y municipal
a comprometerse en el mantenimiento y ampliación de los servicios públi-
cos. En la década de los setenta, promovieron la construcción del Centro de
Salud, la escuela primaria y secundaria así como el jardín de niños; un centro
cultural y la delegación municipal. Se instalaron las oficinas de correo y telé-
grafo y el servicio de energía eléctrica se regularizó.
145
CAPITAL SOCIAL, GÉNERO Y DESARROLLO

A principios de la década de los ochenta la cooperativa tomó la iniciativa


de ampliar sus actividades a la pesca en alta mar. Para ello, adquirieron em-
barcaciones mayores que les permitieron aprovechar otras especies como el
atún y el camarón, además de la langosta y el abulón.
Las primeras casas del pueblo fueron construidas con láminas de cartón.
La cocina estaba afuera y muchas de las hornillas las hicieron con costillas de
ballenas que se varaban en sus playas. Como dijo uno de los entrevistados:
‘Abreojos es un pueblo que nació, brotó de aquí’. Hoy, muchas de las casas
están hechas de madera al estilo norteamericano y otras de bloque de cemento.
En general, todas están bien construidas y cuentan con todos los servicios.
Antes de que se instalara la planta de desalación de agua de mar, el agua
se traía en barricas desde San Ignacio hasta el rancho El Carrizo, ubicado a
unos 20 Kms. de Punta Abreojos. Allí cargaban las mulas que la transporta-
ban al pueblo. Algunas personas, sobre todo las más viejas del lugar, siguen
yendo a este rancho a traer agua del manantial para beber.
El 90% de los servicios públicos los ha puesto la cooperativa. Hay una
planta generadora de energía eléctrica que funciona con combustible diesel.
Su incorporación al tendido de la red eléctrica de la Comisión Federal de
Electricidad, está por concluirse. El pueblo cuenta con una planta desaladora
de agua de mar. No hay sistema de drenaje y la totalidad de las casas cuentan
con fosas sépticas y/o letrinas. La recolección de basura es regular y se depo-
sita en un tiradero a cielo abierto. El poblado cuenta con una pista de aterri-
zaje que recibe aviones privados con turistas generalmente estadounidenses
que viajan para surfear y pescar. Tiene servicio telefónico regular y acceso a
telefonía móvil, así como televisión vía satélite. En el pueblo funciona una
Unidad Médica Familiar del IMSS. Como en el resto de las comunidades
pesqueras, los productos de consumo familiar suele ser provenir de Ensena-
da, San Ignacio, Santa Rosalía y el valle de El Vizcaíno.

5.3.2.4.1. Género y trabajo en el sistema productivo pesquero de Punta Abreojos


La principal actividad económica en Punta Abreojos deriva de las pes-
querías de abulón, langosta y escama, del cultivo del ostión japonés y de la
almeja pismo. La captura y la pesca son actividades eminentemente mascu-
linas y no hay mujeres involucradas en esta labor.
Como en todas las cooperativas de la región, el papel de la mujer en el
sector pesquero se reduce al trabajo en la planta de procesamiento. Los so-
cios cooperativistas son hombres en su mayoría, aunque como en los otros
casos, hay socias que se desempeñan como jefas de sección en la planta o
como secretarias.
146
El territorio la población y la economía

La planta procesadora de la cooperativa Punta Abreojos, emplea a más de


40 trabajadores entre hombres y mujeres. Los y las trabajadoras son de dos
tipos: administrativos y obreras, de éstas, sólo el 20% son hombres. En el área
administrativa, hay dos mujeres empleadas como secretarias. El resto de los
cargos administrativos están ocupados por hombres.
Como en el resto de las cooperativas de la región, la de Punta Abreojos
emplea dos tipos de trabajadores: los socios, que componen el grueso de los
trabajadores, que se ocupan tanto de las labores de dirección como de admi-
nistración y las propias de la pesca, captura y procesamiento. Los puestos
administrativos suelen estar ocupados por pescadores en receso y una nueva
generación de profesionistas.
El segundo tipo de trabajadores son los empleados por contrato. Todos
cuentan con seguro social. A los socios pescadores y buzos se les remunera
un salario mínimo anual, más el que corresponde al volumen de captura en
temporada. Los socios que se emplean en la administración tienen un salario
fijo de acuerdo con un tabulador por puesto, superior al de los trabajadores
por contrato.
El grueso de las mujeres que trabajan en la cooperativa son empleadas
como obreras, aunque también hay obreros. Independientemente de que
sean socias o no, reciben un salario adicional por las horas extras de trabajo,
las cuales se pagan a destajo y varían según la especie y el tipo de procesa-
miento que realicen.
Pertenecer a la cooperativa tiene la ventaja del trabajo permanente, la
jubilación, cobertura de gastos médicos mayores en hospitales fuera del pue-
blo y la participación anual de utilidades; razones suficientes para que todos
los trabajadores quieran ser cooperativistas. Los requisitos para alcanzar esta
condición son básicamente la disciplina y alta capacidad productiva; no hay
preferencia explícita sobre los hijos de los socios frente a los que no lo son,
sin embargo y como sucede en todas las cooperativas, en la práctica tienen
más ventajas que los demás.

5.4. CONSIDERACIONES FINALES

En este capítulo se han abordado elementos esenciales para la compren-


sión del contexto en el que se tejen las relaciones sociales de las mujeres y de
los hombres, que laboran en los sistemas productivos pesqueros. Destaca,
ante todo, la existencia de dos sistemas productivos pesqueros diferentes.
En uno, la pesca es la actividad económica principal, en tanto que en el otro,
se trata de una actividad periférica. En ambos casos, se expresa una sociedad

147
CAPITAL SOCIAL, GÉNERO Y DESARROLLO

cuyo fundamento se encuentra en la moderna organización de sus estructu-


ras de producción. Un sistema pesquero cerrado, organizado en torno a las
cooperativas, impide u obstaculiza el surgimiento de otras posibilidades de
organización en el sector.
Es evidente que se trata de un orden de producción masculinizado, sobre
el que se profundiza en los siguientes capítulos.

5.5. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

B.C.S., Gobierno (2001): Compendio Estadístico 1998-2000. Municipios de Baja


California Sur, Cuaderno de Datos Básico 2001. La Paz, México: Secretaría de
Promoción y Desarrollo Económico, Subsecretaría de Planeación del Desa-
rrollo.
Castorena, L. y Soares, D. (2001): Mujeres y hombres que aran en el desierto
y el mar. Diagnóstico sociambiental con perspectiva de género en la Reserva de la
Biosfera El Vizcaíno. México: AECI/SEMARNAT.
Centro Estatal de Información (2005): Indicadores básicos por municipio.
Regiones y microrregiones. México: Cuaderno Ejecutivo. Gobierno del Estado
de Baja California Sur.
Camacho Osuna, J. J. (2005): Comité Sistema Producto Nacional de Abulón, Lo-
gros y perspectivas. México: Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo
Rural, Pesca y Alimentación (SAGARPA).
CONAPESCA (2005): Informe Anual. México: CONAPESCA.
Consejo Nacional de Población (CONAPO) (1970): Situación Demográfica
del Estado de Baja California Sur, 1996. México: Secretaría de Industria y Co-
mercio, Dirección General de Estadística, IX Censo General de Población.
INEGI (1970): IX Censo General de Población y Vivienda. México: INEGI.
INEGI (1980): X Censo General de Población y Vivienda. México: INEGI.
INEGI (1990): XI Censo General de Población y Vivienda. México: INEGI.
INEGI (1992): Encuesta Nacional de la Dinámica Demográfica. México: INEGI.
INEGI (1995): I Conteo Nacional de Población. México: INEGI.
INEGI (1999): Cuaderno Estadístico Municipal. Mulegé, B.C.S.: INEGI.
INEGI (2000): XII Censo General de Población y Vivienda. México: INEGI.

148
El territorio la población y la economía

INEGI (2000): Cuaderno Estadístico Municipal. Mulegé, B.C.S.: INEGI.


INEGI (2000): Estadísticas Ambientales. Litoral del Pacífico. B.C.S.: INEGI.
INEGI (2005): I Conteo Nacional de Población. México: INEGI.
INEGI (2006): Secretaría de Pesca, Anuario Estadístico de Pesca. México:
INEGI.
Ortega, A. (coord.) (2000): Programa de Manejo para la Reserva de la Biosfera de
El Vizcaíno, Baja California Sur. México: CNANP/SEMARNAT.

149
CAPÍTULO 6

NORMAS, REGULACIONES Y LEYES APLICABLES A LAS


ORGANIZACIONES PESQUERAS EN MÉXICO: CASO DE
ESTUDIO EN EL VIZCAÍNO

María Giménez Casalduero y Lorella Castorena Davis

6.1. INTRODUCCIÓN

La pesca ha jugado un papel importante en el desarrollo económico de Méxi-


co, sin embargo no ha sido objetivo prioritario para el país. El sector generó en el
2002 un volumen de 12.885 millones de pesos, procedentes de 1,32 millones de
toneladas de productos pesqueros, incluyendo la producción acuícola. De este
volumen el 66% fue aportado por los estados del Golfo de California.54 A pesar
de estos datos, el sector pesquero en México tiene un porcentaje mínimo en el PIB
nacional, por tanto, es una actividad no prioritaria para las autoridades federales
que prefieren desarrollar otros sectores productivos como el turismo.
El mayor o menor interés del Gobierno Federal hacia la industria pesquera,
en cada período, explica porqué las instituciones pesqueras han pasado por dis-
tintos niveles dentro de la jerarquía institucional, y porqué las reglas jurídicas
aplicables a la pesca han sido enormemente cambiantes a lo largo del S. XX.
La inestabilidad normativa de la pesca se manifiesta en las continuas refor-
mas llevadas a cabo, desde la publicación del primer texto legal en 1925. Actual-
mente la situación no ha mejorado, ya que la ley de pesca en vigor se publicó en
el Diario Oficial de la Federación (D.O.F) en julio del 2007 con graves deficiencias,
despertando el debate sobre la necesidad de reformarla con urgencia para llenar
los vacíos existentes, especialmente en lo relativo a las cuestiones sociales.55
El gobierno central no ha destinado muchos esfuerzos, ni personales ni ma-
teriales para gestionar el sector. Esto ha provocado falta de confianza en las ins-
54 Carta Nacional Pesquera, 2004.
55 Ley General de Pesca y Acuicultura Sustentables, publicada en el D.O.F. el 24 de julio
de 2007.

151
CAPITAL SOCIAL, GÉNERO Y DESARROLLO

tituciones pesqueras. Solo recientemente se están empezando a dar los primeros


pasos en la regionalización de la pesca, abriendo la posibilidad de que haya par-
ticipación estatal y municipal en la gestión, junto a la del gobierno federal. Esta
crisis de gobernabilidad ha propiciado el desarrollo de estructuras sociales aso-
ciadas al sector pesquero, caracterizadas por tener un alto grado de organización,
adoptando la fórmula de sociedades cooperativas. En determinados casos, como
ocurre en la zona de la Región Pacífico Norte, se han convertido en modelos exi-
tosos de manejo de los recursos.
En este capítulo se pretende clarificar la evolución de las instituciones pes-
queras mexicanas y del ordenamiento jurídico en la materia, utilizando a las
cooperativas como hilo conductor, por ser un agente clave en la construcción de
políticas pesqueras más sostenibles.

6.2. EVOLUCIÓN INSTITUCIONAL DEL SECTOR PESQUERO EN MÉXICO

La jerarquía de los órganos institucionales del sector pesquero en México ha


sido muy cambiante. Éstos han pasado por ser Dirección General, Subsecretaría,
Secretaría, hasta llegar al actual nivel de órgano desconcentrado.
En 1982 la pesca adquiere una gran importancia institucional, al elevarse je-
rárquicamente al grado de Secretaría de Pesca (SEPESCA), revelando la impor-
tancia del sector como fuente de empleo, ingreso y alimento. Al mismo tiempo se
estableció el Banco Nacional Pesquero (BANPESCA), institución bancaria para
la industria de la pesca, dirigida por el Estado con el fin de apoyar tanto a las
cooperativas como al sector privado. La mayoría de los créditos favorecieron a
las cooperativas, lo que ocasionó un importante movimiento de transferencia de
la flota camaronera de propiedad privada a las cooperativas. Esta situación oca-
sionó grandes deudas a las cooperativas (y en consecuencia a BANPESCA), des-
encadenando la migración de inversionistas de la pesca de camarón a la de atún,
para aprovechar así los subsidios gubernamentales (OCDE, 2007).

Tabla 6.1. Evolución de la Administración Pesquera en México


1916 Departamento Forestal, Caza y Pesca
1923 Dirección de Pesquerías de la Secretaría de Agricultura y Fomento
1958 Dirección de Pesca de la Secretaría de Industria y Comercio.
1964 Subsecretaría de Pesca de la Secretaría de Industria y Comercio
1976 Departamento de Pesca
1982 Secretaría de Pesca (SEPESCA)
1994 Secretaría de Medio Ambiente, Recursos Naturales y Pesca (SEMARNAP)
2000 Secretaria de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación
(SAGARPA)
152
Normas, regulaciones y leyes

La categoría de Secretaría de Pesca sólo duró hasta 1994, cuándo se convirtió


en subsecretaría dentro de la Secretaría de Medio Ambiente, Recursos Naturales
y Pesca (SEMARNAP). En el año 2000 la Secretaría de medio ambiente (SEMAR-
NAP) continuó operando, y pasó a denominarse SEMARNAT, transfiriéndose la
subsecretaría de Pesca a la Secretaría de Agricultura (SAGARPA), en calidad de
órgano desconcentrado, denominado Comisión Nacional de Acuicultura y Pesca
o CONAPESCA. Este movimiento en la jerarquía federal ocasionó una pérdida
de presencia del sector pesquero dentro de SAGARPA y, en general, al interior de
la estructura gubernamental (Hernández y Kempton, 2003). A la Procuraduría
Federal de Protección del Ambiente (PROFEPA), integrada en SEMARNAT, se
le eximió de la facultad de ejecutar los reglamentos de pesca y de esta manera se
creó un vacío en la aplicación de la regulación pesquera. Esta situación perma-
neció hasta el año 2004, cuando CONAPESCA estableció un departamento de
inspección y vigilancia.
Actualmente el Instituto Nacional de Pesca (INAPESCA), única institución
en México dedicada a la investigación pesquera con cobertura nacional, se in-
corpora también a SAGARPA como órgano desconcentrado. A continuación se
explica gráficamente la estructura de la administración pesquera y ambiental en
México.

Figura 6.1. La Administración Pesquera y Ambiental en 200856

GOBIERNO
FEDERAL

SAGARPA SEMARNAT

INAPESCA CONAPESCA CONANP INE DGVS

CRIP

56 SAGARPA: Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimen-


tación; INAPESCA: Instituto Nacional de Pesca; CONAPESCA: Comisión Nacional de Pes-
ca; CRIP: Centro Regional de Investigaciones Pesqueras; SEMARNAT: Secretaría de Medio
Ambiente y Recursos Naturales; CONANP: Comisión Nacional de Áreas Naturales Prote-
gidas; INE: Instituto Nacional de Ecología; DGVS: Dirección General de Vida Silvestre.

153
CAPITAL SOCIAL, GÉNERO Y DESARROLLO

La mayoría de los pescadores comerciales a gran escala están agrupados en la Cámara


Nacional de la Industria Pesquera y Acuícola (CANAINPESCA). Los pescadores arte-
sanales suelen organizarse en cooperativas pesqueras, agrupadas bajo la Confederación
Nacional de Cooperativas Pesqueras (CNCP). Las cooperativas tienen una mayor in-
fluencia en los estados costeros más pobres, donde la pesca artesanal desempeña un
papel social más fuerte en la economía rural (OCDE, 2007).

6.3. MARCO REGULADOR DE LA PESCA EN MÉXICO A LA LUZ DE


LOS PRINCIPALES ACONTECIMIENTOS HISTÓRICOS

Las actividades pesqueras en México se regulan a través de la Ley de Pes-


ca, el Reglamento que la desarrolla, las Normas Oficiales Mexicanas (NOM),
y los instrumentos de planificación de los gobiernos federales y estatales
(ordenamientos pesqueros). Las NOMs especifican las medidas administra-
tivas que deben seguirse en cada pesquería.57
Otro instrumento importante en la regulación de las pesquerías lo cons-
tituye la Carta Nacional Pesquera.58 La CNP tiene un papel esencial como
medio de actualización regular de las medidas administrativas. Aunque no
tiene carecer normativo, su contenido tendrá carácter informativo para los
sectores productivos y será vinculante para la toma de decisiones de la auto-
ridad pesquera en la adopción e implementación de instrumentos y medidas
para el control del esfuerzo pesquero, en la resolución de solicitudes de con-
cesiones y permisos para la realización de actividades pesqueras y acuícolas,
y en la implementación y ejecución de acciones y medidas relacionadas con
dichos actos administrativos.
Al margen del actual marco normativo, los primeros ordenamientos de
la pesca en México datan de mediados del Siglo XIX, pero no fue hasta la
década de los años 30 del S. XX cuando comenzaron a regularse formalmen-
te ciertas pesquerías, en particular las del Pacífico (González, 1994). En la
historia de su desarrollo, la legislación pesquera ha sufrido cambios signifi-

57 “Las Normas Oficiales Mexicanas son la regulación técnica de observancia obligatoria


expedida por las dependencias competentes, que establece reglas, especificaciones, atributos,
directrices, características o prescripciones aplicables a un producto, proceso, instalación, siste-
ma, actividad, servicio o método de producción u operación…”. Ley Federal sobre Metrología
y Normalización (DOF, de 1 de julio de 1992).
58 Es la presentación cartográfica y escrita que contiene el resumen de la información nece-
saria del diagnóstico y evaluación integral de la actividad pesquera y acuícola, así como de los
indicadores sobre disponibilidad y conservación de los recursos pesqueros y acuícolas en aguas
de jurisdicción federal. (Artículo 32, párrafo 1°, Ley General de Pesca y Acuicultura Sustenta-
bles. D.O.F. 24 de julio de 2007).

154
Normas, regulaciones y leyes

cativos, experimentando un auge acelerado a partir de la década de los 40 y,


posteriormente, una paulatina decadencia.
En 1860 el presidente Benito Juárez decretó, en toda la República, el ramo
de la piscicultura como una actividad libre. Diez años más tarde aparece la
primera limitación al libre ejercicio de la pesca, al establecerse que el derecho
para la realización de esta actividad en aguas particulares pertenecía, exclu-
sivamente, a los dueños de los predios. Sin embargo, la pesca y el buceo de
perlas conservaron la categoría de pesquería libre. En 1872 se emitió lo que
puede considerarse la primera ley pesquera en México, bajo el nombre de
’Instrucción sobre la Manera de Proceder Respecto de las Pesquerías‘, en
cuyo texto se establecía que la pesca, el buceo de perlas y el aprovechamien-
to de todos los productos marítimos en aguas territoriales mexicanas era
libre para todos los habitantes de la República.
Probablemente el hecho de que esta instrucción contuviese una impreci-
sión al referirse a los habitantes y no a los mexicanos, dio cabida al aprove-
chamiento indiscriminado que hicieron de los recursos marinos, los extran-
jeros radicados temporalmente en México, lo que años más tarde se convirtió
en un problema para la regulación de las pesquerías en la región de estudio,
como veremos más adelante.
Los gobiernos que siguieron al período Juárez continuaron formulando
iniciativas que terminaron por sentar las bases del uso público de las aguas
territoriales en mares, esteros, lagunas, canales y ríos navegables y flotables.
En 1882 se expidió un proyecto de ley que convirtió al buceo de perlas, pesca
y piscicultura en jurisdicción exclusiva de la federación.
Al año siguiente, la Secretaría de Fomento formuló algunas propuestas
legales para darle coherencia a la regulación de las pesquerías, entre las que
se pueden mencionar la obligatoriedad de realizar estudios previos a la acti-
vidad, el establecimiento de subvenciones a los interesados para instalar la-
boratorios y viveros y un programa de estímulos para la aclimatación y me-
joramiento de especies e imposición de vedas en las épocas de reproducción.
Como resultado de estas medidas, se creó, a finales del siglo XIX, la Oficina
de Piscicultura, que reguló las pesquerías de México durante todo el porfi-
riato, período en el cual se incentivó la inversión extranjera en el ramo.59
En los primeros años del S. XX no se expidieron leyes que tuvieran como
finalidad regular la pesca en todos sus aspectos, solo se dieron las disposi-
ciones legales que servirían de base para publicar la primera Ley de Pesca de
1925 (Cruz-Ayala e Igartúa-Calderón, 2006).
Un hito importantísimo en el ordenamiento jurídico mexicano fue la
59 Se denomina porfiriato a la época en que gobernó el país el general Porfirio Díaz, 31 años
en dos períodos: el primero entre 1877-1880 y el segundo entre 1884 y 1911.

155
CAPITAL SOCIAL, GÉNERO Y DESARROLLO

promulgación de la Constitución de 1917, que estableció que la propiedad


de los recursos naturales correspondía a la Nación y la concesión sería el
instrumento bajo el cual el Estado permitirá su uso y disfrute. 60 (Ver Tabla
6.2).

Tabla 6.2. Evolución de la legislación Pesquera en México


Constitución Política Según el artículo 27 constitucional “la propiedad de los
de los Estados Unidos recursos naturales corresponde a la Nación”. Se establece
Mexicanos, 1917. la soberanía del Estado sobre los recurso renovables y no
renovables, en un régimen de no exclusividad de los de-
rechos pesqueros.
Reglamento de Pesca Concede el aprovechamiento de los recursos a las pobla-
Marítima y Fluvial de ciones ribereñas de manera preferente
la República, 1924
Ley de pesca de 1925 Deja exentos del pago de impuestos a la pesca de explota-
ción de corta escala y a la pesca de consumo doméstico
Ley de Pesca de 1933 Fomenta la organización social otorgando un trato privi-
legiado a las organizaciones cooperativas
Ley de Bienes Inmue- Fija en 9 millas marinas la anchura del mar territorial y au-
bles de la Nación de menta la jurisdicción de la Nación en las zonas costeras
1935
Ley de Pesca de 1938 Regula la pesca comercial de embarcaciones extranjeras y
la pesca deportiva
Ley de Pesca de 1948 Otorga concesiones, renovables por 5 años, a las socieda-
des cooperativas, para la captura de abulón, camarón, ca-
lamar, langosta, lisa, ostión, róbalo y totoaba Se refuerza la
exclusividad para el aprovechamiento de estas especies.
Ley de Pesca de 1950 Vigencia de las concesiones a una duración máxima de
30 años, y se permite la transferencia de las concesiones.
Abre la posibilidad de que empresas y particulares con-
sigan concesión para la explotación de ostión, abulón y
langosta de mar, especies reservadas a las cooperativas
Ley Federal para el Fo- Se amplían los fondos de fideicomiso para créditos a las
mento de la Pesca de sociedades cooperativas
1972
Ley Federal de Pesca de En el cultivo de especies reservadas sólo participarían na-
1986 cionales y la duración de las concesiones se incrementó a
20 años
Ley de Pesca de 1992 Fin a la exclusividad de especies reservadas a las socieda-
des cooperativas
Reglamento de Pesca Continúa en vigor a la fecha
de 1999

60 Artículo 27 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.

156
Normas, regulaciones y leyes

En el periodo post-revolucionario el gobierno propulsó políticas de in-


centivo a pescadores, pretendía romper así con la relación dependiente que
mantenían con los titulares de los permisos. A principios de los años 20 ya
se tenía una incipiente industria pesquera, desde 1917 se tenían empresas
dedicadas a transformar y empacar productos pesqueros en la península de
Baja California.
En 1924 el Presidente Álvaro Obregón publicó el Reglamento de Pesca
Marítima y Fluvial de la República Mexicana, que fue la base para la ley de
pesca de 1925. Este reglamento concedía el aprovechamiento de los recursos
a las poblaciones ribereñas.
La ley de pesca de 1925 recogía algunos elementos que favorecían a los
pescadores tradicionales, la ley deja exentos del pago de impuestos a la pes-
ca de explotación de corta escala y a la pesca de consumo doméstico, la cual
era la única que se podía ejercer sin contar con un permiso.
La situación descrita anteriormente también se refleja en la Ley de 1933,
cuyo artículo 9 fomenta la organización social y estipula que “los pescado-
res que directamente realicen actos de pesca pueden organizarse en agrupa-
ciones cuyo objeto sea mejorar su condición social y económica, las cuales,
cualquiera que sea la forma que adopten, gozarán de la protección del esta-
do”. Da preferencia a la pesca de consumo doméstico al determinar que los
permisos y concesiones, en ningún caso, pueden privar a los habitantes del
derecho de pesca de autoconsumo. La protección a las organizaciones coope-
rativas se hace más evidente pues les da un trato de privilegio al otorgarles
de manera preferente los permisos.
Lázaro Cárdenas (Presidente de la República de 1934 a 1940), inicia una
política de sustitución de importaciones, impulsando la industria nacional.
Se fomentó la creación de cooperativas y se apoyaron, con créditos, las trans-
ferencias tecnológicas, la construcción de infraestructuras y la exención de
impuestos (Gallo, 2003).
La Ley de Bienes Inmuebles de la nación de 1935, fijó en 9 millas mari-
nas la anchura del mar territorial y aumentó la jurisdicción de la Nación en
las zonas costeras. Esta ampliación sirvió como argumento para establecer
su soberanía y evitar la explotación de los recursos pesqueros por parte de
extranjeros.
La Ley de Pesca de 1938 no derogó a la Ley de 1933, sino que ambas estu-
vieron vigentes hasta 1948. La finalidad de esta ley fue regular, en las aguas
comprendidas dentro del título de la propia Ley, la pesca comercial de em-
barcaciones con matrícula extranjera que destinen sus productos al mercado
exterior y a la pesca deportiva.
En 1948 una nueva Ley de Pesca derogó y sustituyó a las Leyes de 1933
157
CAPITAL SOCIAL, GÉNERO Y DESARROLLO

y 1938. Esta ley tiene la importante peculiaridad de regular, no sólo la ex-


tracción de los recursos pesqueros, sino también la industrialización de las
capturas, el comercio y el transporte de las mismas o de los productos de-
rivados de ellas. Es la primera vez que se otorga la explotación, por medio
de concesiones con vigencia máxima de 5 años susceptibles de renovación, a
las sociedades cooperativas de pescadores las especies de abulón, camarón,
calamar, langosta, lisa, ostión, róbalo y totoaba.
La Ley de Pesca de 1950 señala la vigencia de las concesiones a una du-
ración máxima de 30 años, prorrogables en caso de que la concesión sea por
un tiempo menor al máximo establecido, y se permite la transferencia de las
concesiones. Contempla los derechos de exclusividad cuando la actividad
sea la explotación de especies sedentarias y la pesca deportiva en aguas inte-
riores. Las cooperativas que tuvieran, cuando menos, un 60% de socios pes-
cadores de oficio regionales podían acceder a los beneficios de la concesión
de una zona de explotación común exclusiva o de concesiones para la pesca
de especies reservadas (abulón, langosta de mar, ostión, camarón, totoaba,
cabrilla y almeja pismo). Se deja abierta la posibilidad de que empresas y
particulares consigan concesión para la explotación de ostión, abulón y lan-
gosta de mar, especies reservadas a las cooperativas.
En 1972 se promulgó la Ley Federal para el Fomento de la Pesca. Esta Ley
dedica el capítulo IX al Fondo Nacional de Fomento Cooperativo Pesquero.
Se amplían los fondos de fideicomiso, el cual proporcionaría créditos refac-
cionarios y de habilitación o avío a las sociedades cooperativas de acuerdo
con la Ley General de Títulos y Operaciones de Crédito, previo estudio de
la solvencia de la cooperativa y la Secretaría de Hacienda y Crédito Público
fijaba los intereses.
En 1976 se estableció la Zona Económica Exclusiva (ZEE) de 200 millas
náuticas a partir de la línea base sobre la cual se mide el mar territorial.
Cuando en 1982 se crea la Secretaría de Pesca, la situación era desalen-
tadora. Las condiciones de la flota pesquera eran inadecuadas, la mano de
obra vinculada al sector carecía de capacitación, la flota había tenido un cre-
cimiento acelerado que no se había correspondido con el desarrollo de la
infraestructura necesaria en los puertos. La pesquería de camarón, la más
privilegiada en años anteriores, estaba cercana a los límites máximos de cap-
tura (Cruz-Ayala e Igartúa-Calderón, 2006). Tal vez por la gravedad de la
situación descrita, los objetivos políticos de este periodo iban orientados a
promover el desarrollo regional y comunitario y a mejorar los niveles de
vida de los trabajadores dedicados a la pesca.
En 1986 la Ley Federal de Pesca fortaleció al sector social de la pesca, a
través de figuras jurídicas como ejidos, cooperativas pesqueras y comunales
158
Normas, regulaciones y leyes

y uniones de pescadores, con un régimen de especies reservadas sólo para


estos grupos de mexicanos. En el cultivo de especies reservadas sólo partici-
parían nacionales y la duración de las concesiones se incrementó a 20 años.
La Ley de Pesca de 1992 cambió profundamente el sistema de derechos
pesqueros basados en permisos y concesiones para ejercer la actividad, su-
primiendo la regla de reservar especies al sector social y la posibilidad de
transferir los permisos. Se integra la necesidad de hacer realidad la pesca
responsable, gracias a la reciente Cumbre de Desarrollo Sostenible, celebra-
da en Río de Janeiro en 1992.
La nueva ley permite la transferencia de concesiones, o permisos, me-
diante la sustitución de sus titulares y el otorgamiento de concesiones se
realizará a través de concurso. Desaparece el régimen de especies reserva-
das en captura y cultivo. Por tanto, cualquier persona podrá recolectar re-
productores, larvas, postlarvas, crías, huevos, semillas o alevines del medio
natural. En 1999 se elaboró el Reglamento de la Ley de Pesca, vigente en la
actualidad.
Tras este breve recorrido por los principales instrumentos normativos en
materia pesquera, desde finales del S XIX hasta la Ley de Pesca (2007) en
vigor, se comprueba cómo la utilización de los recursos pesqueros descansa
en las facultades preponderantes del Ejecutivo Federal. Recientemente ha
sido abierta la posibilidad de la participación estatal y municipal, así como
de los sectores social y privado, en la asignación de los derechos de propie-
dad o de acceso, a través de la modificación del artículo 73 Constitucional
en la fracción XIX-L, aprobado por el Congreso de la Unión el 27 de sep-
tiembre de 2004. Esta modificación redacta el artículo constitucional de la
siguiente manera: “el congreso de la Unión tienen facultad de expedir leyes
que establezcan la concurrencia del gobierno federal, de los gobiernos de las
entidades federativas y de los municipios, en el ámbito de sus respectivas
competencias, en materia de pesca y acuacultura, así como la participación
de los sectores social y privado”.
Tanto la Ley de Pesca de 1992, vigente hasta el 2006, como su Reglamen-
to depositaban la facultad y obligatoriedad de su aplicación en el Ejecutivo
Federal. En estos ordenamientos no se encontraba la concurrencia explícita
entre el ámbito federal y el estatal en la participación sobre uso y conserva-
ción de los recursos pesqueros, de flora y fauna acuáticas, debido a que pro-
ceden de aguas de jurisdicción federal. Por su parte, la nueva Ley General de
Pesca del 2007 tiene un objeto subdividido en dos ámbitos autónomos pero
complementarios: a) Establecer las bases jurídicas para ordenar, fomentar y
regular el aprovechamiento sustentable de los recursos acuícolas y pesque-
ros, mediante el manejo integral de la pesca y la acuacultura; y b) Establecer
159
CAPITAL SOCIAL, GÉNERO Y DESARROLLO

la concurrencia entre la Federación y las Entidades Federativas en dichas


materias.61

6.4. LAS COOPERATIVAS PESQUERAS Y SU NORMATIVIDAD

Las cooperativas pesqueras se rigen íntegramente por lo dispuesto en


la Ley General de Sociedades Cooperativas de 1994,62 que las define como
“aquella forma de organización social integrada por personas físicas con
base en intereses comunes y en los principios de solidaridad, esfuerzo pro-
pio y ayuda mutua, con el propósito de satisfacer necesidades individuales
y colectivas, a través de la realización de actividades económicas de produc-
ción, distribución y consumo de bienes y servicios”.63
Las Cooperativas se pueden organizar institucionalmente a través de Fe-
deraciones Regionales y una Confederación nacional. Ambos órganos exis-
ten en el ámbito pesquero y están clasificados como Sociedades Cooperati-
vas productoras de bienes y/o servicios.64
La Confederación Nacional de Cooperativas Pesqueras es una organiza-
ción que ha demostrado ser una excelente opción como representante del
sector social de la pesca, además de fungir como órgano de consulta para las
estructuras de gobierno en sus tres niveles. Mantiene una relación de respeto
con las diferentes dependencias, las comisiones que integran la Cámara de
Diputados y de senadores que tienen injerencia en la actividad pesquera y
con las representaciones nacionales de otras organizaciones cooperativas or-
ganizadas en confederaciones (Muñoz-Villanueva y Acosta-Jenkins, 2006).
La Ley General de Cooperativas establece la organización y las bases mí-
nimas que han de regir a las sociedades cooperativas pesqueras, las cuales,
según la ley general, tendrán personalidad jurídica y patrimonio propio, po-
drán celebrar actos y contratos y asociarse libremente con otras para conse-
guir su objeto social. Las sociedades cooperativas pesqueras, se denominan
‘de participación estatal’ porque el estado les da la concesión de los bienes
y servicios; sus rendimientos anuales se reparten de acuerdo con el trabajo
aportado por cada socio.65
Un aspecto interesante, previsto en la ley y aplicable al sector pesquero, es

61 Gaceta Parlamentaria, Cámara de Diputados, 2004.


62 Publicada en el D.O.F el 3 de agosto de 1994 (última reforma publicada en D.O.F el 4 de
junio de 2001).
63 Ley General de Sociedades Cooperativas, artículo 2.
64 Artículo 21, LGSC.
65 Artículo 30, LGSC.

160
Normas, regulaciones y leyes

el hecho de que los extranjeros no puedan desempeñar puestos de dirección


o administración.66 Aún más interesante es el reconocimiento de la igualdad
de derechos y obligaciones entre los socios, y la igualdad de condiciones
para las mujeres en el seno de estas organizaciones.67
Las políticas de igualdad en México tienen un sustento legal muy recien-
te. La Ley General para la igualdad entre mujeres y hombres se publicó en
agosto del 2006, y desde ese momento la política del gobierno federal debe
considerar en todas sus áreas los lineamientos de igualdad de género. Esto
quiere decir que la ley de sociedades cooperativas, y el resto de normas apli-
cables a las organizaciones cooperativas pesqueras, también deben adaptar-
se y fomentar la equidad entre mujeres y hombres, especialmente en el ám-
bito laboral, dónde deben eliminarse todos los estereotipos que discriminen
a la mujer por cuestiones de sexo. Esta exigencia legal es actualmente una
utopía, pues la evidencia empírica da cuenta de un sistema productivo pes-
quero masculinizado, en el que la participación de las mujeres es mínima y
está acotada sólo a ciertas funciones.

6.4.1. Historia de las cooperativas pesqueras de Guerrero Negro y del


Pacífico Norte mexicano
Con la promulgación de la Constitución en 1917, se inició una estrategia
de nacionalización de las pesquerías mexicanas, estableciendo empacadoras
nacionales y reservando la explotación de las especies pesqueras existentes
para “las clases proletarias de las costas del océano Pacífico”. En el año de
1929 la actividad pesquera fue concesionada, en su mayoría, a los pescadores
organizados en Cooperativas de los estados de Sinaloa, Nayarit, Guerrero,
Veracruz y la península de Baja California, limitándose así la inversión ex-
tranjera en el ramo.
En 1931, y durante la presidencia temporal de Abelardo L. Rodríguez, la
presencia japonesa en las pesquerías peninsulares llegó a su fin.68 Abelardo
L. Rodríguez insistió en la mexicanización de la industria pesquera e impul-
só la organización de cooperativas, logrando así que para el año de 1934, se
crearan 36 organizaciones cooperativas de producción pesquera en la región.
En paralelo a la organización cooperativa Rodríguez gestionó, en gran medi-
da para proteger sus propios intereses, la instalación de empresas pesqueras

66 Artículo 7, LGSC.
67 Artículo 11, LGSC.
68 Abelardo L. Rodríguez, quien también fue gobernador de Baja California, se convirtió en uno de
los empresarios pesqueros más importantes de la región. Llegó a tener el control de buena parte de las
pesquerías bajacalifornianas.

161
CAPITAL SOCIAL, GÉNERO Y DESARROLLO

(comercializadoras, empacadoras y/o congeladoras) en Guaymas, Huata-


bambo, Topolobambo y Mazatlán, aglutinándolas en una sola empresa, que
posteriormente sería incorporada a Productos Pesqueros Mexicanos (PRO-
PEMEX).
Una de las aportaciones importantes del régimen de Lázaro Cárdenas
(Presidente de México desde 1934 a 1949) a la historia de las pesquerías y su
nacionalización, fue la promoción de la Ley General de Sociedades Coope-
rativas bajo la cual se amparó, a partir de 1938, gran parte de la producción
pesquera en Baja California Sur, que tuvo una larga vigencia ya que no fue
abrogada sino hasta 1994, cuando entró en vigor la actual Ley General de
Sociedades Cooperativas. Sólo durante el régimen cardenista se crearon 67
sociedades cooperativas de producción pesquera en todo el país. Es impor-
tante señalar que en la región de estudio, y ante las amenazas que pendían
sobre la península bajacaliforniana durante la Segunda Guerra Mundial, la
promoción de centros de población a partir de la organización cooperativa
en los litorales del Pacífico contribuyó, mediante la ocupación de espacios
estratégicos casi vacíos, como Bahía Tortugas y Bahía Asunción, a evitar que
intereses extranjeros se anclaran en la región.
Otro hecho importante relativo a las pesquerías durante ese periodo, fue
que se promovió el estudio de las actividades desarrolladas por embarcacio-
nes nacionales y extranjeras en las aguas de la península bajacaliforniana,
con la finalidad de determinar la imposición de un reglamento especial para
la tributación pesquera, diferenciado por la nacionalidad del pescador, cuya
intención fue desalentar la inversión extranjera en el ramo. Tan sólo en 1941
se registraron 1948 embarcaciones mexicanas y 504 extranjeras, sobre las
cuales se impusieron medidas tributarias mayores que a las embarcaciones
nacionales.
En 1944, y debido en gran medida a lo anterior, la producción de la indus-
tria abulonera se incrementó sensiblemente, fue entonces cuando Abelardo
L. Rodríguez, uno de los principales interesados en la mexicanización de
esta producción en la región, decidió que sólo contrataría en sus empresas a
buzos mexicanos, dando lugar así a la definitiva exclusión de los buzos japo-
neses en la captura de abulón en los litorales del Pacífico Norte.
En 1960 se dieron entre los cooperativistas de la región varios conflictos
con las gerencias de las cooperativas, ya que lejos de obedecer a la estructura
colectiva que les dio origen, eran cotos de poder para los gerentes y sus co-
laboradores, quienes proponían y sustituían los consejos de administración.
Esta situación había convertido a las cooperativas en una empresa privada
que contravenía los principios de la organización cooperativa. Los socios que
se inconformaron con esta situación solicitaron una asamblea que organiza-
162
Normas, regulaciones y leyes

ron bajo la Ley de Sociedades Cooperativas, para promover que los Consejos
de Administración estuviesen integrados por pescadores. Para evitar conflic-
tos directos con los empresarios locales involucrados en el sector, solicitaron
la intervención del Gobierno Federal que, a través del Banco de Fomento
Cooperativo, la Secretaria de Hacienda y la Secretaría de Pesca, y de acuerdo
con la Ley de Sociedades Cooperativas, dieron lugar a los primeros consejos
de administración compuestos realmente por trabajadores del ramo.
Finalmente, a la muerte de Abelardo L. Rodríguez, su viuda se vio obli-
gada a trasladar los derechos de las empresas de su marido a Fomento Co-
operativo, de donde unos años más tarde fueron trasladadas a Productos
Pesqueros Mexicanos. Luís Echeverría (Presidente de México entre 1970 y
1976) convierte Productos Pesqueros Mexicanos en una empresa estatal, bajo
la cual se organizaron, de manera definitiva, todas las empresas pesqueras
de capital privado que operaban en la región y que eran propiedad de los
iniciadores regionales de la pesca y su procesamiento. Este es el caso de las
compañías de Abelardo L. Rodríguez, Francisco Salazar y Ernesto Ruffo,
quien había establecido una planta empacadora en Bahía Asunción en el año
1956.
En 1972, el gobierno promulgó la Ley Federal para la promoción de la
pesca y empezó a concentrarse en el mercado de exportación. Ese año se
estableció PROPEMEX, empresa estatal, con el objetivo de regular los pre-
cios internos y desarrollar mercados de exportación. Ocean Garden Products,
monopolio con sede en La Jolla, California, que se había creado en 1957 para
comercializar las exportaciones de camarón a USA, se incorporó a PROPE-
MEX.
En esta década de los setenta, el número de nuevos registros de Socie-
dades Cooperativas de Producción Pesquera siguió creciendo hasta llegar a
237 en todo el país. También durante esta década, se continuó con la siem-
bra de larvas de peces de agua dulce y se experimentó con la instalación de
viveros de ranas, uno de los cuales, por cierto, se instaló en San Ignacio. En
este período, se mejoró la infraestructura portuaria y pesquera, y se habilitó
el puerto de abrigo en San Carlos, ubicado en la costa del Pacífico, a la altu-
ra del Valle de Santo Domingo en Baja California Sur. Este puerto, aunque
alejado de la región de estudio, sirvió para aliviar un poco las presiones del
transporte de productos pesqueros en la entidad.
Durante el régimen de Luis Echeverría, nuevas empresas pesqueras (la
gran mayoría de ellas en crisis) fueron incorporadas al sector público y
junto con las adquiridas en periodos anteriores, se concentraron en el con-
sorcio estatal Productos Pesqueros Mexicanos, que para entonces tenía ya
22 filiales.
163
CAPITAL SOCIAL, GÉNERO Y DESARROLLO

6.4.2. Normas internas de las cooperativas pesqueras de Guerrero Negro


y la Región Pacífico Norte
Como ya se ha mencionado en el capítulo anterior, los sistemas pesqueros
de Guerrero Negro y de la Región Pacífico Norte son diferentes. La estruc-
tura organizativa de las cooperativas en la región Pacífico Norte es mucho
más estructurada y organizada que en Guerrero Negro. El objetivo de este
apartado es abundar en las reglas internas de las cooperativas de producción
pesquera en ambas regiones, y a través de la información obtenida de las
entrevistas a los representantes de las cooperativas pesqueras, reflexionar
sobre las consecuencias de los distintos sistemas de manejo de los recursos.
Las cooperativas pesqueras se rigen, además de por la Ley General de
Sociedades Cooperativas anteriormente descrita, por sus bases constitutivas
(reglas internas o estatutos), las cuales son vinculantes para los socios, hasta
el punto de que su incumplimiento es causa de exclusión de un socio. Si se
requiere admitir a más socios, el Consejo de Administración está obligado
a emitir una convocatoria, teniendo preferencia para ello sus trabajadores,
a quienes se les valorará por su antigüedad, desempeño, capacidad y en su
caso por su especialización.69
Para el estudio de las reglas internas habría sido necesario un análisis
pormenorizado de los estatutos de cada una de las cooperativas entrevista-
das. El acceso a los mismos ha sido una tarea difícil que demuestra la falta de
accesibilidad a los núcleos internos de las cooperativas.
En las localidades de los litorales del Pacífico Norte existen 7 sociedades
cooperativas de producción pesquera y una de servicios industriales, distri-
buidas por localidad y área de concesión marítima de la siguiente manera:

Tabla 6.3. Cooperativas pesqueras del Pacífico Norte


Nombre de la Cooperativa Localidad
Buzos y Pescadores Isla Natividad y Punta Eugenia
La Purísima, Bahía Tortugas y Bahía Tortugas
Emancipación
California de San Ignacio y Leyes de Bahía Asunción
Reforma
Progreso La Bocana
Punta Abreojos Punta Abreojos

Las concesiones de recursos pesqueros de estas cooperativas van de Malarri-


mo hasta Bahía Ballenas (ver capítulo 5, incluye referencia a las zonas concesio-
69 Artículo 65, LGSC.

164
Normas, regulaciones y leyes

nadas). Cada una de ellas tiene su propia planta de procesamiento de productos


del mar, a excepción de las cooperativas de Bahía Tortugas que organizaron la
Sociedad Cooperativa de Servicios Industriales Bahía Tortugas, dedicada al pro-
cesamiento de los productos de las tres cooperativas pesqueras de la localidad.
Prácticamente todas las cooperativas de la región Pacífico Norte se cons-
tituyeron a mediados de los cuarenta. La más antigua es, a su vez, la que dio
lugar al resto de las cooperativas. Fue fundada en 1938 en Bahía Asunción
bajo el nombre de Cooperativa California de San Ignacio, y tuvo en su mo-
mento la concesión de todo el litoral Pacífico Norte, desde Punta Abreojos
hasta Ensenada. De la escisión de esta cooperativa surgieron, como ya se
explicó en el capitulo anterior, las cooperativas que actualmente conforman
la organización del sistema pesquero de la región Pacífico Norte.
Todas las cooperativas de esta región tienen una representación en En-
senada, donde se lleva la contabilidad y se hacen los arreglos de comercia-
lización, además de la promoción y la asesoría en las diferentes áreas de
aprovechamiento de las pesquerías.
En general, los pescadores y buzos no reciben un salario fijo, ya que son
todos socios de la cooperativa y ésta les paga quincenalmente en razón del vo-
lumen entregado durante ese período. Los buzos y los encargados del trabajo
administrativo son los que mejores percepciones salariales reciben. En las tem-
poradas de veda de la langosta, caracol o abulón, los cooperativistas también
pescan escama y pueden venderlo a particulares o a la propia cooperativa.
En la ley general de sociedades cooperativa, el parentesco no se encuen-
tra entre los supuestos establecidos como requisito para entrar como socio a
una cooperativa pesquera, situación que se contradice con la realidad, pues-
to que a través de las entrevistas se ha demostrado el trato prioritario que se
otorga a los familiares de los socios para entrar a formar parte de la sociedad.
Por lo general, en todas las cooperativas los hijos varones de los socios tie-
nen mayores oportunidades para hacerse miembros de la sociedad aunque,
como ya hemos mencionado, no es un derecho sancionado ni por la ley ni
por los reglamentos internos, sí es un privilegio que se observa en la práctica
común. Para ser miembro de una cooperativa se requiere ser trabajador con-
tratado. Algunos cooperativistas han esperado hasta 14 años a que un socio
deje una vacante, lo que ocurre cuando un socio se retira o muere.
Existe la figura de retiro voluntario después de 15 años de trabajo. En
términos generales, las cooperativas han reducido el número de años que
se requiere para el retiro voluntario a las mujeres, ya que suponen que por
su condición de género esta necesidad puede presentarse antes, ya sea por
matrimonio, por nacimiento de los hijos o por cansancio. Así, mientras los
socios hombres pueden comenzar a retirarse voluntariamente a partir de los
165
CAPITAL SOCIAL, GÉNERO Y DESARROLLO

quince años, para las mujeres no existe límite de tiempo.


En la actualidad, las cooperativas se encuentran en recesión en cuanto a
la ampliación del número de membresías y sólo distribuyen los lugares que
se van liberando a causa de la jubilación, el retiro voluntario o la incapacidad
permanente por causas de salud.
La vigilancia de las zonas de aprovechamiento es llevada a cabo, exclusi-
vamente, por los cooperativistas, quienes transitan por sus áreas de vigilan-
cia junto con inspectores de la Procuraduría Federal de Protección Ambiental
(PROFEPA), a veces con personal de la Reserva de la Biosfera del Vizcaíno y
del Ejército Mexicano, sobre todo en las zonas aledañas a la Laguna Ojo de
Liebre en temporada de invierno, cuando se da el arribo de la ballena gris.
En prácticamente todas las cooperativas de la región Pacífico Norte,
existen reglas que, si son infringidas, reciben una sanción. Cada socio tiene
un expediente que debe cuidar, ya que cierto número de faltas acumuladas
puede conducir a su expulsión o, cuando se trata de empleados, limita sus
posibilidades de ingreso a la cooperativa.
Aunque fue muy difícil acceder a los contenidos de los reglamentos inter-
nos de las cooperativas, mediante las entrevistas durante el trabajo en campo,
pudimos constatar la existencia de una suerte de ‘código de honor’ comparti-
do entre todas las cooperativas y que consiste en resaltar y premiar el sentido
de solidaridad, la responsabilidad laboral, familiar y comunitaria y el gusto y
disfrute por el trabajo duro y esforzado de la pesca. Llegar a trabajar en estado
de ebriedad, o presentarse en esas condiciones a una asamblea, son objeto de
sanción. El consumo de drogas, también lo es. Incluso existe la obligatoriedad
de practicar exámenes periódicos para controlar el consumo de drogas a los
miembros y trabajadores de las cooperativas. Si alguien presenta graves pro-
blemas de consumo de drogas, ingresa en el programa de rehabilitación que la
propia cooperativa provee, pero si reincide las sanciones no se hacen esperar y
van desde multas y cese temporal, hasta la expulsión.
Todas las cooperativas reconocen que los niveles de corrupción en la re-
gión han disminuido, en la medida en que ellos están más involucrados en
la estricta vigilancia de sus recursos. Sin embargo, el guaterismo,70 una de las
expresiones más palpables de la corrupción, sigue siendo su gran problema.
La creciente presencia de ’guateros’ (pescadores ilegales) es uno de los
mayores problemas a los que se enfrenta la producción pesquera organiza-
da en cooperativas. El alto valor de las especies marinas, combinado con
los derechos de exclusividad, que históricamente les fueron otorgados a las
cooperativas con la finalidad de impulsar el emplazamiento de poblados

70 Término empleado en la zona para designar a la pesca ilegal realizada por “guateros”.

166
Normas, regulaciones y leyes

en una región totalmente aislada y sometida a los intereses extranjeros, se


han convertido, también, en uno de los principales obstáculos para el desa-
rrollo de la región. Los guateros son todos aquellos pescadores que encuen-
tran en los intermediarios su principal mercado, carecen de organización
y, por lo tanto, de reconocimiento y registro oficial para ejercer la actividad
pesquera. Los guateros son pescadores furtivos que escapan a toda regula-
ción institucional. El guaterismo, es de hecho, una actividad estrechamente
vinculada al contrabando y representa, junto al narcotráfico, no sólo el más
importante de los problemas sociales en el área, sino también la fuga de
incuantificables sumas de capital, que merman sustancialmente las posibi-
lidades de capitalización de las cooperativas y los índices de bienestar de
estas localidades.
Las cooperativas de esta región tienen el privilegio de ser concesionarias
y explotadoras exclusivas de abulón, langosta y caracol panocha. Las nor-
mas oficiales aplicables a estas pesquerías (ver Tabla 6.4.) someten a fuertes
medidas reguladoras, especialmente el abulón y langosta, a especies con ín-
dices de sobreexplotación.

Tabla 6.4. Normas Oficiales Mexicanas (NOMs) obligatorias para las


cooperativas pesqueras de la Región Pacífico Norte
NOM Especie Regulación
NOM-005-PESC-1993 Abulón Vedas, talla mínima, métodos de
captura autorizados
NOM-006-PESC-1994 Langosta Instrumento de pesca basado en
ventanillas de escape para evitar
ejemplares de tallas inferiores a
la permitida
NOM-059-ECOL-1994 Almeja pismo Especie de protección especial
No regulada Por NOM Caracol panocha

En el caso del abulón, dado que la reproducción de la especie ha dis-


minuido como resultado del incremento de la pesca ilegal, el régimen de
administración del recurso, por el cual se establecen los límites de cuotas de
captura y esfuerzo pesquero, se determina con base en los estudios y talleres
que realizan conjuntamente el Instituto Nacional de Pesca, las instituciones
de investigación de la entidad, la SEMARNAT y los productores. Para con-
tribuir al repoblamiento de la especie, los productores organizados en las
cooperativas han emplazado varios laboratorios de producción de semillas
de abulón. Además, han establecido al interior de sus organizaciones, medi-
das adicionales a las contenidas en la NOM así como fuertes sanciones para

167
CAPITAL SOCIAL, GÉNERO Y DESARROLLO

los agremiados que no acaten las disposiciones de manejo del recurso (Pro-
grama de Manejo de la Reserva de la Biosfera del Vizcaíno, REBIVI, 2000).
En cuanto a la langosta, como en el caso del abulón, el acuerdo entre
productores e instituciones, ha logrado estabilizar la producción al introdu-
cir medidas adicionales a la NOM, tales como instalación de ventanillas de
escape para evitar la manipulación de langosta de talla inferior a la legal,
marcado y remarcado de langosta para determinar migraciones, instalación
de colectores de postlarvas para realizar pronósticos a futura de la pesquería
y prohibición del calado de redes de enmalle en zonas langosteras (Progra-
ma de Manejo REBIVI, 2000).
Además de la langosta y del abulón, en la región Pacífico Norte se pesca
caracol panocha y almeja pismo. En el primer caso, la especie no se encuentra
sometida a una NOM, sin embargo, las cooperativas regulan su explotación
mediante el establecimiento de una talla mínima y de un período de veda,
así como la prohibición del desconche a bordo de las embarcaciones.
En cuanto a la almeja pismo, carece de medidas reguladoras oficiales para
su captura, salvo medidas provisionales impuestas por las cooperativas y las
instituciones, tales como talla mínima y cuotas de captura y establecimiento
de periodos de veda (Programa de Manejo REBIVI, 2000).
El esquema de manejo basado en el sistema de cuotas que caracteriza
a las cooperativas pesqueras de la región Pacífico Norte ha sido un éxito,
pues ha permitido recuperar las pesquerías, especialmente la del abulón.
Los pescadores tienen una concesión que les ha otorgado exclusividad y du-
ración; han aumentado su influencia mediante su estructura organizativa
(cooperativas y federación nacional de cooperativas); y la participación del
gobierno estableciendo cuotas a la captura a través de la NOM 005-PESC, ha
fortalecido el grado de certeza de los derechos pesqueros.
En Guerrero Negro la situación es muy distinta. Existen 29 permisiona-
rios de pesca, dos Uniones de Producción Pesquera y 7 sociedades coopera-
tivas de producción pesquera.

Tabla 6.5. Cooperativas pesqueras de Guerrero Negro71


Bahía Vizcaíno
Ejido General Lázaro Cárdenas
La Perla
Las Salinas
Luís Gómez Z
Pescadores Unidos de Guerrero Negro
Complejo Natural

71 Ver capítulo 7.

168
Normas, regulaciones y leyes

Permisionarios y cooperativas realizan sus actividades de pesca en la


Bahía de Vizcaíno y en las lagunas Guerrero Negro y Ojo de Liebre. A di-
ferencia de las cooperativas de la región Pacífico Norte, ni las cooperativas,
ni las uniones, ni los permisionarios de Guerrero Negro, tienen concesiones
de recursos marinos. La problemática del sector pesquero en la región de
Guerrero Negro se produce tanto al interior, y entre las unidades de pro-
ducción pesquera, como en la administración de sus recursos marinos. En la
mayoría de los casos se evidencia una falta de organización, provocada por
el constante enfrentamiento entre los productores por la obtención de per-
misos que autoricen la explotación de ciertas especies. Ninguna cooperativa
del área tiene acceso al abulón. En cuanto a la explotación de la langosta, en
la Laguna ‘Ojo de Liebre’ se concentra en una sola cooperativa. El resto de
las pesquerías es variado. En la laguna se extrae Hacha, de la cual se obtiene
un callo con alto valor comercial en los mercados nacionales e internaciona-
les. Esta especie carece de regulación específica, pero se han implementado
medidas provisionales en cuanto a talla mínima y cuotas de captura. La pes-
quería de Almeja Mano de León es muy importante para los pescadores de la
Laguna ‘Ojo de Liebre’, ya que alcanza altos volúmenes de captura y genera
importantes recursos económicos. No cuenta con NOM, pero se han adopta-
do medidas preventivas como talla mínima, cuotas de captura y períodos de
veda, establecidos por las evaluaciones del Instituto Nacional de Pesca (INP)
a través del CRIP (Programa de Manejo REBIVI, 2000).
Otra pesquería importante es la de almeja Catarina, cuyo callo es muy
apreciado en el mercado tanto que, según el programa de manejo de la Re-
serva, es una de las especies que ha sido sometida a la sobreexplotación.72
Las cuotas, las tallas mínimas y las temporadas de captura las establece el
INP (Programa de Manejo REBIVI, 2000).
Así, en la región de Guerrero Negro, la principal pesquería es la almeja
mano de león con una temporada de 40 días de extracción, le siguen la jai-
ba, almeja chocolata, tiburón, corvina, lenguado, cazón, guitarra, boca dulce,
verdillo y pulpo.
Las pesquerías de Guerrero Negro no han incorporado los elementos que
han hecho exitosas a sus vecinas las del Pacífico Norte. La falta de coordi-
nación entre los usuarios a través de instituciones formales, y la inexistencia
de concesiones otorgadas por el gobierno provocan una organización más
ineficiente de los recursos con un alto índice de pesca ilegal que perjudica
seriamente las pesquerías de la zona.

72 La extracción de este molusco está normada por la NOM-004-PES-1993, en la que se establece el


compromiso de los productores para apoyar programas de repoblamiento de la especie.

169
CAPITAL SOCIAL, GÉNERO Y DESARROLLO

6.5. MANEJO COMUNITARIO DE LOS RECURSOS PESQUEROS Y


COOPERATIVAS PESQUERAS

El manejo comunitario de los recursos pesqueros se basa, fundamentalmen-


te, en el otorgamiento, a una comunidad, de derechos exclusivos de acceso a lar-
go plazo, a un recurso pesquero definido, para que la comunidad lo administre
entre sus miembros, por medio de la asignación del acceso, la determinación de
reglas para la explotación y la procuración de dichas reglas (OCDE, 2007).
La administración basada en la comunidad puede introducirse en pes-
querías con terrenos de acceso bien definidos, en su mayoría pesquerías con
organismos sedentarios, como el erizo de mar, el abulón, el pepino de mar,
el pulpo y la langosta, pues se prestan a la administración con base en la
zona. Dichos acuerdos administrativos ya existen de manera informal en
varias pequeñas pesquerías mexicanas y el concepto podría formalizarse y
ampliarse. Es el caso de varias pesquerías de langosta en el Caribe, donde
los pescadores de las cooperativas reciben derechos exclusivos para pescar
dentro de límites de ’parcelas transferibles‘ y, a pesar de que no existen títu-
los formales, los pescadores pueden venderlos, permutarlos o negociarlos.
Dentro de este acuerdo informal, la asignación de derechos de propiedad ha
dado como resultado altas tasas de captura y menores conflictos con respec-
to al acceso (Millar, 1994).
Las características comunitarias clave, que ayudarán en el desarrollo de
la administración basada en la comunidad, incluyen: la existencia de un gru-
po definido, la no entrada de extraños a la zona de pesca (exclusividad), un
fuerte liderazgo local (capital humano), y fuertes vínculos sociales que per-
miten una procuración eficaz (Capital Social), (Ostrom, 2000).
Una característica de la administración pesquera actual es su tendencia a la
descentralización de las competencias en el manejo de la pesca. Entre los ob-
jetivos principales de la descentralización está proporcionar a los pescadores
locales un papel más activo en la administración pesquera y aumentar los in-
centivos para la administración de recursos (OCDE, 2007a y 2007b). Dado que
los pescadores a pequeña escala tienen poco poder político, una opción de desa-
rrollo es fortalecer la organización de los mismos, mediante la introducción de
un sistema comercial más eficiente, para reducir el poder de los intermediarios
(Hernández y Kempton, 2003). O bien, en ciertos casos, proporcionar fondos de
contingencia para pescadores a pequeña escala (Lobato, 1996).
Dar participación a los pescadores y estimular la toma de decisiones lo-
cal, por medio de cierto grado de coadministración puede también aliviar
los conflictos entre los actores interesados en México. Esto ya ha empezado a
ocurrir en algunas pesquerías locales, donde se ha demostrado que un acuer-
170
Normas, regulaciones y leyes

do institucional efectivo para las pesquerías de crustáceos es una combina-


ción de coadministración, autogobierno y derechos de propiedad (Castilla y
Defeo, 2001). La coadministración de la propiedad comunal puede mitigar
obstáculos importantes a la hora de adoptar medidas de gestión sostenibles,
gracias al alto grado de cooperación entre los miembros. Este sistema se ha
observado en casos como el del abulón y la langosta: los pescadores compar-
ten costos, no sólo de valoración de las poblaciones, sino de la vigilancia y
castigo de la pesca ilegal.
Las cooperativas pesqueras de la región Pacífico Norte son un claro ejem-
plo de cómo la coadministración de los recursos pesqueros puede dar resul-
tados exitosos, e influir en alto grado en la toma de decisiones a nivel federal.
Los cooperativistas de la Pacífico Norte han luchado, durante mucho tiem-
po, para que la captura ilegal de 5 Kg. de abulón, pesquería de la cual depen-
den, se convierta en un delito grave. Actualmente, el Código Penal Federal
solamente considera delito “el que de manera dolosa capture, transforme,
acopie, transporte, destruya o comercie con las especies acuáticas abulón y
langosta, dentro o fuera de los periodos de veda, sin contar con la autori-
zación que corresponda, en cantidad de 10 Kg. y cuando las conductas a
que se refiere se realicen por una asociación delictuosa”.73 Las cooperativas
están ejerciendo presión para modificar la cantidad exigida, ya que se tipifica
como delito grave, sólo a partir de los 10 Kg. Esta regulación deja desprotegi-
dos a los pescadores de la zona, que ven como sus cosechas son esquilmadas
por ilegales que no respetan las reglas mínimas necesarias para mantener la
especie sin índices de sobreexplotación.
Con base en las recomendaciones de los Centros Regionales de Investi-
gación Pesquera (CRIP), los pescadores han mantenido rigurosamente las
vedas y demás medidas de gestión sobre el abulón, por este motivo los pes-
cadores organizados en cooperativas exigen la creación de medidas más re-
presivas para luchar contra la pesca ilegal.
La potencialidad de las cooperativas pesqueras, como agentes influyen-
tes en la toma de decisiones políticas y promotoras de reformas legales, el
hecho de estar ubicadas normalmente en zonas aisladas geográficamente, y
la escasa o nula participación gubernamental (solamente intervienen otor-
gando concesiones) las convierte en el principal motor del desarrollo regio-
nal. El resultado en la región Pacífico Norte es una organización social que
ha dependido en gran medida de la autogestión, convirtiendo a los coopera-
tivistas en una de las fuerzas políticas más importantes de la entidad.

73 Última reforma D.O.F. 28 de junio de 2007.

171
CAPITAL SOCIAL, GÉNERO Y DESARROLLO

6.6. CONCLUSIONES

El marco jurídico del sector pesquero mexicano ha cambiado mucho des-


de la primera Ley de Pesca. Toda la producción normativa desde entonces,
ha dedicado una atención especial a la regulación de las sociedades coopera-
tivas, protagonistas de importantes reformas legales, como la de la exclusi-
vidad en la explotación de determinados recursos, muy valiosos comercial-
mente y vigente hasta 1992.
También los cambios en las estructuras institucionales de pesca han per-
mitido, en determinados periodos, orientar las políticas en materia pesquera
a la promoción de las cooperativas.
La zona objeto de estudio, región Pacífico Norte y Guerrero Negro, ha
sido un excelente laboratorio en el estudio de estas estructuras administra-
tivas, organizadas bajo el modelo de sociedad cooperativa. El alto grado de
organización de la cooperativas de la región Pacífico Norte, y el exigente res-
peto a sus normas internas, han facilitado que la explotación de los recursos
pesqueros de la zona haya adquirido niveles óptimos de manejo sustentable
reconocidos internacionalmente. Por el contrario la zona de Guerrero Negro
sufre graves problemas de acceso a los recursos, marcados precisamente por
ineficiente estructura organizativa y ausencia de reglas internas socialmente
vinculantes para sus miembros.
Resulta evidente que el desarrollo de estructuras organizadas en coope-
rativas puede favorecer una mejor administración en muchas pesquerías
artesanales. El modelo ha demostrado que los pescadores alcanzan un alto
grado de autonomía y transparencia en el manejo de los recursos, gracias al
sometimiento a sus reglas internas.
El impulso de estas organizaciones por parte de las autoridades, jun-
to a la esperada descentralización, son aspectos destacables en una fu-
tura política pesquera sostenible en México. Los programas de adminis-
tración pesquera deberán tomar en consideración las particularidades
locales de la organización de los recursos pesqueros, y a los actores
interesados.

6.7. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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emphasis on comanagement and experimental practices”, Reviews in Fish
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CAPITAL SOCIAL, GÉNERO Y DESARROLLO

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174
CAPÍTULO 7

EL CAPITAL SOCIAL EN LAS COMUNIDADES


PESQUERAS DE EL VIZCAÍNO

Pedro Noguera Méndez y María Semitiel García

7.1. INTRODUCCIÓN

El estudio de los sistemas productivos pesqueros de las microrregiones


Pacífico Norte y Guerrero Negro será abordado a partir de la metodología
presentada en el capítulo 2. Es decir, desde una perspectiva estructural,
relacional y territorial. Esto implica que serán estudiadas las relaciones
de interdependencia que mantienen los distintos actores de los sistemas
socio-económicos, en sus respectivos ámbitos territoriales.
Los objetivos finales que se pretenden alcanzar son principalmente
tres. Primero, examinar las características estructurales de ambos siste-
mas productivos; segundo, analizar el impacto del Capital Social (CS)
en el desarrollo endógeno de la región y, tercero, presentar diferentes
estrategias para las instituciones empresariales y no empresariales que
favorezcan el desarrollo. Este capítulo se organiza en tres apartados. En
primer lugar se aplican los conceptos de sistema de producción y sistema
productivo a los casos que nos ocupan. Las representaciones de ambos
sistemas productivos pesqueros permiten una reflexión sobre las causas
y las consecuencias de sus relaciones socioeconómicas y territoriales. A
continuación se presentan los análisis empíricos del CS y de la confianza:
datos, encuestas y resultados. En la cuarta sección se presentan medidas
empresariales, que podrían requerir el concurso de las instituciones pú-
blicas, para mejorar los resultados de estos sistemas productivos y, en
especial, el desarrollo de las regiones.

175
CAPITAL SOCIAL, GÉNERO Y DESARROLLO

7.2. LOS SISTEMAS PRODUCTIVOS PESQUEROS DE EL VIZCAÍNO

7.2.1. El sistema de producción de la pesca


En el capítulo 5 se han explicado detalladamente las principales caracterís-
ticas socioeconómicas de las dos microrregiones que se deben considerar en los
análisis de sus sistemas productivos pesqueros. Las dos cuestiones más sobresa-
lientes de la región Pacífico Norte son su marcada especialización productiva y
ocupacional pesquera y su aislamiento, por las largas distancias y el mal estado
de las carreteras respecto a núcleos urbanos de cierta entidad, como Guerrero
Negro o Santa Rosalía. En este sentido se puede decir que esta microrregión es
una ‘isla’ dentro de otra mayor: el municipio de Mulegé. La situación en Gue-
rrero Negro es muy distinta. En primer lugar, porque su actividad económica y
social gira en torno a la empresa Exportadora de Sal, que constituye su principal
fuente de empleo y renta. En segundo lugar, porque esta población ocupa una
posición estratégica en la carretera sudcaliforniana y ofrece, para una amplia
zona, numerosos servicios: escuelas, universidad, establecimientos comerciales,
talleres, centro médico, servicios financieros, etc. Es decir, respecto a las localida-
des del Pacífico Norte, Guerrero Negro presenta una oferta productiva mucho
más amplia y diversa, una especialización productiva que no está centrada en
la pesca, sino en la extracción de sal, y una localización privilegiada en el con-
texto de las comunicaciones en la Baja California. Además de ubicarse en un
lugar central del tránsito en la carretera principal, cuenta con un aeropuerto y
un puerto cercano que permite la entrada de grandes buques. Todos estos ele-
mentos, junto a otros que más adelante se verán, condicionan la situación actual
de la actividad pesquera y de las diversas actividades relacionadas, pero tam-
bién posibilitan evoluciones que pueden mejorar sensiblemente sus resultados.
A estas cuestiones se regresará en las secciones 7.3. y 7.4., después de analizar los
sistemas productivos identificados en la zona.
En el capítulo 2 se revisaron dos conceptos fundamentales, Sistema de Pro-
ducción y Sistema Productivo, que son aplicados a continuación a la actividad
de la pesca. Considerando las relaciones de producción, se puede representar el
Sistema de producción de la pesca (Figura 7.1.) que, desde una perspectiva muy
general y simplificada, está constituido por: a) un subsector ‘corriente arriba’, o
hacia atrás, de la pesca (las industrias suministradoras de medios de producción
y las empresas de servicios); b) el sector pesquero y c) un subsector ‘corriente
abajo’, o hacia adelante, (la industria transformadora y todo el sector de la dis-
tribución de los productos pesqueros). En este sistema, la actividad pesquera (y
también, en su caso, la acuicultura) desempeña un papel central y estratégico,
promoviendo la creación de rentas y empleos en numerosas actividades.

176
El Capital Social en las comunidades pesqueras

Figura 7.1. El Sistema de Producción de la Pesca


Industrias suministradoras de
inputs y bienes de equipo: combusi-
bles, reparaciones, redes, motores, Comercialización y distribución;
barcos, cebos, material electrónico, venta al por mayor, venta minorista
transportes, servicios financieros,
seguros, envases, hielo...

Consumo
Sector pesquero Restaurantes final

Industria transformadora de pescado

Así pues, la importancia de la pesca no se deriva sólo de los empleos di-


rectos vinculados a la extracción y procesado de las capturas (empacadoras)
y del valor, en el mercado, de sus productos. Las cooperativas y los permi-
sionarios, en el desarrollo de su actividad (extractiva, transformadora, co-
mercializadora, de gestión, etc.) mantienen ligazones diversas, en intensidad
y magnitud, hacia adelante y hacia atrás, con otras actividades económicas,
tanto industriales como de servicios, y es generadora de significativos efec-
tos externos positivos, especialmente sobre el sector turístico. Además, y al
margen de las consideraciones meramente pecuniarias, la relevancia de la
actividad pesquera también se deriva de su estrecha vinculación con la ges-
tión de los recursos naturales.
El esquema anterior es general y presenta importantes limitaciones si se pre-
tende aplicar a estas dos microrregiones, especialmente en el caso del Pacífico
Norte. Por un lado, en esta región, las unidades de producción son cooperativas
que participan directamente en la transformación y manipulación del producto.
Esto también implica, a efectos de la representación del sistema, que es el sector
pesquero el que comercializa directamente toda la producción, que se dirige, en
su mayor parte, a los mercados exteriores. Por otro lado, la Figura 7.1. no hace
referencia al territorio, impidiendo considerar su incidencia sobre la distribu-
ción de la renta y del empleo de la región. Sin embargo, los actores de este siste-
ma y las relaciones que tienen lugar, se desarrollan en un territorio determinado
(que puede ser El Vizcaíno u otro muy distante) configurando unas redes eco-
nómicas, un tejido de relaciones interempresariales generador de empleo y de
renta. Estas cuestiones son consideradas en el análisis del sistema productivo,
de acuerdo a los planteamientos metodológicos expuestos anteriormente.
177
CAPITAL SOCIAL, GÉNERO Y DESARROLLO

Recuérdese que el concepto Sistema Productivo es más amplio que el de Sis-


tema de Producción, incluyendo todas las relaciones y actores que forman parte
de este último, más otros que no son contabilizados en un análisis convencional
de las cadenas de producción o en un análisis Input Output, por ejemplo. Sin
embargo, tales relaciones y actores son relevantes, e incluso pueden llegar a ser
decisivos en los resultados del sector, en el mantenimiento de sus actividades a
largo plazo, en la innovación o en la capacidad para enfrentar situaciones críticas.
Entre las instituciones relevantes para el sector pesquero porque proporcionan
recursos, materiales o inmateriales (información, conocimiento) se cuentan la
Universidad, los Centros de investigación o de formación, Ministerios, Gobier-
nos estatales, Municipalidades; otras instituciones pueden, además, mejorar la
posición del sector frente a otros actores, incrementando su poder, como las Aso-
ciaciones de productores o de cooperativas, las cooperativas de segundo grado,
las alianzas verticales, etc. Todas estas instituciones, así como sus relaciones con
el sector productor, forman parte del sistema productivo de la pesca.

7.2.2. Las estructuras relacionales de los sistemas productivos pesqueros del


Pacífico Norte y de Guerrero Negro
Las Figuras 7.2. y 7.3. representan, de forma esquemática y considerando la di-
mensión territorial, las relaciones más importantes de los sistemas productivos pes-
queros del Pacífico Norte y de Guerrero Negro. La información necesaria ha sido
obtenida a partir de entrevistas personales, cuyo número y características se descri-
ben en el siguiente apartado, y de sendas reuniones con representantes del sector.
En el caso del sistema productivo pesquero del Pacífico Norte, las cooperativas,
que ocupan el centro del entramado productivo, se han representado localizadas
en dos lugares: la región del Pacífico Norte y Ensenada, una importante ciudad
de la Baja California con 250.000 habitantes ubicada a 100 Km. de la frontera con
Estados Unidos, y a unos 800 Km. de las cooperativas. Esto no significa que no
haya relaciones productivas con otras ciudades (La Paz, Loreto, Tijuana) donde
las cooperativas también se aprovisionan y realizan ventas (incluso directamente
al consumidor a través de pescaderías, como sucede en La Paz), pero el número e
importancia de estas relaciones es notablemente inferior a las mantenidas en Ense-
nada. En esta ciudad se ubica la Federación Regional de Sociedades Cooperativas
de la Industria Pesquera Baja California (FEDECOOP) a la que pertenecen todas
las cooperativas del Pacífico Norte. La FEDECOOP desempeña un papel clave en
la organización del sector puesto que, a través de ella, las cooperativas negocian
conjuntamente la comercialización de sus productos, también las compras de al-
gunos inputs y representa los intereses del sector ante las instituciones públicas y
privadas. La FEDECOOP, afiliada a su vez a la Confederación Nacional de Coo-
178
El Capital Social en las comunidades pesqueras

perativas (CONACOOP), está integrada, en 2006, por doce cooperativas: todas las
del Pacífico Norte (nueve) y otras tres de la Baja California. Todas ellas mantienen
en Ensenada oficinas, la mayor parte de su personal de administración y, para las
respectivas direcciones, constituye el centro de referencia de su trabajo.
La Figura 7.2. intenta, también, expresar la existencia de estos dos grandes
núcleos del sistema productivo pesquero, Pacífico Norte y Ensenada, que se en-
cuentran geográficamente distantes. La región del Pacífico Norte constituye el
centro de la producción, manipulación y, en su caso, transformación de los pro-
ductos pesqueros. El pescado es expedido, en las diferentes presentaciones que
los mercados requieren, dependiendo de que su consumo se realice en fresco,
congelado, cocido, en conserva, etc. Pero el tejido productivo que se genera en
torno a la actividad extractiva y transformadora está limitado por el relativo
aislamiento y la escasez de aprovisionamientos de la zona.

Figura 7.2. El sistema productivo pesquero del Pacífico Norte

179
CAPITAL SOCIAL, GÉNERO Y DESARROLLO

En Bahía Asunción, La Bocana y Punta Abreojos, cada cooperativa


tiene su propia empacadora donde son empleadas, sobre todo, mujeres
que no son socias de las cooperativas. También disponen las coopera-
tivas de sus laboratorios para la producción de semilla de abulón para
repoblación. La organización del sector en Bahía Tortugas difiere de las
otras localidades, puesto que existe una cooperativa empacadora (autó-
noma respecto a las cooperativas de pesca) que trabaja para todas las de
la localidad y un laboratorio compartido por dos de ellas. Por último,
entre las relaciones con otras instituciones, destacan las mantenidas con
el CIBNOR (Centro de Investigaciones Biológicas del Noroeste) y el CRIP
(Centro Regional de Investigaciones Pesqueras) en el ámbito de la inves-
tigación y la innovación tecnológica. Las vinculaciones con la universi-
dad (UABCS-Universidad Autónoma de Baja California Sur-) son muy
débiles.
El otro núcleo, Ensenada, es el centro económico del sistema pesquero,
puesto que concentra la gestión administrativa, comercial y financiera de
las cooperativas. La densidad de la red asociada a las relaciones manteni-
das con instituciones empresariales y no empresariales es notablemente
mayor en Ensenada que en la región del Pacífico Norte. Buena parte de
los equipos de buceo, las embarcaciones, el mallazo, las redes, los mo-
tores, equipos electrónicos, los envases y embalajes, las etiquetas, etc.,
que precisan las cooperativas y las empacadoras, son adquiridos en En-
senada o desde allí. El tejido económico y social que genera la actividad
pesquera es propiciado por los aprovisionamientos y la comercialización
de los productos pesqueros, la actividad de gestión, las relaciones con
las instituciones públicas y privadas, así como el efecto inducido por el
gasto de todo el personal desplazado y contratado en la zona. Esta situa-
ción, que podría estar justificada desde la perspectiva empresarial, tiene
importantes consecuencias para el desarrollo de las poblaciones costeras.
Teniendo en cuenta que el número de personas desplazadas es muy ele-
vado (superior al 10% de los socios de las cooperativas en algunos casos),
se generan unas cargas para las organizaciones que, probablemente, no
puedan justificarse en el presente como se hacía en el pasado señalando
el problema del aislamiento, puesto que todas las cooperativas hacen uso
de tecnologías de comunicación avanzadas. Por lo tanto, se podría estar
produciendo una sobre dimensión administrativa, cuya justificación po-
dría atender a razones de generación de empleo y de aspiraciones per-
sonales pero que, en cualquier caso, implica una carga económica im-
portante para la cooperativa y un limitante para el desarrollo económico
de estas poblaciones. La deslocalización de las tareas mencionadas, com-
180
El Capital Social en las comunidades pesqueras

parable a la llevada a cabo por multinacionales en distintos lugares del


mundo, impide la diversificación productiva local y genera una pérdida
de capital humano, que se ve agravada por la salida de la población más
cualificada.
Otra particularidad con negativas consecuencias es la reducción de la
población en el periodo 2000-2005 en las cuatro localidades estudiadas,
tal y como se ha mostrado en el Capítulo 5. A partir de la información pri-
maria obtenida se ha podido corroborar la mencionada pérdida de capital
humano. La evolución demográfica de la región está afectada por una de
las prestaciones que ofrecen las cooperativas: el pago de estudios supe-
riores a los hijos de los cooperativistas sin que exista una reciprocidad,
siendo habitual que estos jóvenes con elevada cualificación no retornen
a su pueblo.
La Figura 7.3. representa el sistema productivo pesquero de Guerrero
Negro, donde las unidades primarias de producción son nueve cooperati-
vas y veintinueve permisionarios. La organización de las pesquerías difiere
sensiblemente respecto a la situación descrita en el Pacífico Norte. La figu-
ra del permisionario no existe en el Pacífico Norte: se trata de empresarios
a los que se les concede el permiso de explotación de un determinado re-
curso (escama, cierta cantidad de almejas mano de león, etc.) y que, dispo-
niendo de sus propios medios de producción, contrata a trabajadores, por
lo general 3 o 4, para la realización de la actividad. En algunos casos los
titulares del permiso se comportan como rentistas. Sólo una cooperativa,
que es la más importante, tiene concedida, en régimen de exclusividad, la
pesca de la langosta. El resto de los recursos, entre los que destacan diferen-
tes tipos de almejas y escama, son compartidos por todas las cooperativas
y los permisionarios. Esto también implica mayores dificultades que en el
Pacífico Norte para la gestión de los recursos pesqueros y, en especial, para
organizar las labores de vigilancia. Otro elemento que añade complejidad
a la organización del sector es la existencia de una cooperativa formada
exclusivamente por mujeres, cuya inserción en este sistema productivo no
está exenta de dificultades.
En la actualidad, las cooperativas y permisionarios se agrupan en dos
organizaciones. El Comité Social y Privado de Guerrero Negro (Comité)
es una agrupación de carácter local que nació en 1997 con el fin de orga-
nizar las labores de vigilancia. En 2006 se produjo una importante reor-
ganización, saliendo parte de sus miembros que se agrupan ahora en la
Alianza Nacional de Productores Agropecuarios y Pesqueros (ANPAP),
cuya sede está en La Paz. Ni a través del Comité, ni a través de la AN-
PAP, sus socios adquieren o negocian de forma conjunta con proveedores
181
CAPITAL SOCIAL, GÉNERO Y DESARROLLO

y clientes, limitándose sus actividades a las labores de organización de la


vigilancia y de representación frente a la administración.

Figura 7.3. El sistema productivo pesquero de Guerrero Negro

Entre las instituciones localizadas en Guerrero Negro destacan el CI-


BNOR, la Reserva de la Biosfera El Vizcaíno (REBIVI), la Secretaría de
Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (SAGAR-
PA), la UABCS, la Delegación del Gobierno, la Presidencia municipal y,
también, la empresa Exportadora de Sal.
Cooperativas y permisionarios adquieren parte de los inputs necesa-
rios para sus actividades en Guerrero Negro: hielo, equipos de pesca,
carburantes, motores, embarcaciones o servicios financieros. No obstante,
las relaciones con proveedores localizados en Ensenada y en La Paz son
importantes, especialmente en las adquisiciones de mayor valor. Por otro
lado, la mayor parte del producto se dirige a Ensenada directamente, o
182
El Capital Social en las comunidades pesqueras

a otros destinos a través de los mayoristas y distribuidores ubicados en


Guerrero Negro.
En la Figura 7.4. se indican las áreas, que son concesiones en régimen
de exclusividad, donde faenan las nueve cooperativas del Pacífico Nor-
te. También se indican las lagunas Ojo de Liebre y Guerrero Negro, que
constituyen los lugares de trabajo de las cooperativas y permisionarios de
Guerrero Negro. A pesar de su proximidad geográfica, estas cooperativas
ni pertenecen a FEDECOOP ni mantienen otros tipos de vinculaciones
sociales o económicas significativas ni con la Federación ni con sus ho-
mónimas. La organización del sistema productivo pesquero de Pacífico
Norte presenta una estructura que gira en torno a la FEDECOOP, una or-
ganización sólida que ha evolucionado adaptándose, de forma positiva,
a los cambios en los mercados e introduciendo una gestión profesional
regida por criterios económicos. Aunque, al mismo tiempo, la federación
de cooperativas arrastra algunas normas e inercias que pueden ser nega-
tivas desde la perspectiva de la eficiencia y del desarrollo de la región.
Esto puede explicarse por la ausencia de unos estímulos poderosos en
un sector que se beneficia de unos valiosos recursos cuyos precios se han
incrementado continuamente.
La situación de Guerrero Negro es más compleja: sus estructuras or-
ganizativas son más frágiles, con un número muy superior de unidades
de producción pero de dimensión, en general, reducida; y la gestión de
los recursos es más difícil porque los derechos de propiedad son compar-
tidos. No existe una organización que agrupe los intereses de los produc-
tores, como la FEDECOOP, sino dos organizaciones que desarrollan una
variedad de actividades muy limitada. El aspecto positivo del sistema
productivo de Guerrero Negro, respecto al del Pacífico Norte, es la exis-
tencia de un tejido productivo y de relaciones institucionales, que tienen
como actor central el sector productor, que no está presente en la región
del Pacífico Norte. Compárense las Figuras 7.2. y 7.3., donde se han en-
marcado los ámbitos relacionales (actores y flujos) que se localizan en
ambos territorios. En Guerrero Negro el ámbito de las relaciones institu-
cionales es mucho mayor y más denso que en el Pacífico Norte, cuyo sis-
tema tiene ubicado su centro de relaciones institucionales en Ensenada.
Por otro lado, numerosas actividades comerciales, de distribución, trans-
porte y otros servicios, como reparaciones, se benefician de la actividad
pesquera, generando rentas y empleo en el área de Guerrero Negro. La
capacidad impulsora y de arrastre de las actividades pesqueras en la re-
gión del Pacífico Norte es mucho menor, debido a la inexistencia de estas
empresas de servicios y a su relativo aislamiento.
183
CAPITAL SOCIAL, GÉNERO Y DESARROLLO

Figura 7.4. Áreas de pesca concesionadas a las cooperativas en el


Pacífico Norte y áreas de trabajo en Guerrero Negro

Fuente: Federaciµn Regional de Sociedades Cooperativas de la Industria Pesquera Baja Califor-


nia F. C. L. (FEDECOOP).

7.3. DIAGNÓSTICO DEL CAPITAL SOCIAL Y DE LA CONFIANZA EN


EL VIZCAÍNO

7.3.1. Recogida de información, características de la muestra y de los


datos
A partir de las tipologías de Burt (2001) y Putnam (2002), se ha procedido
a cuantificar y a caracterizar el CS de los sistemas productivos. También se
ha realizado un estudio de la confianza. Ambos grupos de indicadores in-
cluyen las valoraciones que los actores del sistema han revelado sobre la ho-
nestidad, la legitimidad, la representatividad, la resolución de conflictos, las
relaciones existentes dentro y fuera del grupo al que pertenecen, la influen-
cia, la cooperación, los contactos formales e informales, la participación, la
confianza, etc.

184
El Capital Social en las comunidades pesqueras

La complejidad del concepto, y su dificultad de medición, explican


que en la literatura se encuentren distintas definiciones y se utilicen di-
ferentes variables para cuantificarlo. La mayoría de los trabajos previos
a Putnam (2002) incluían la confianza en la definición de CS y la utiliza-
ban como una variable proxy del término (Nielsen, 2000; Woolcock, 2001,
Carter y Castillo, 2002). Esta definición y medición ha sido objeto de am-
plias críticas y de un fructífero debate del que surgieron, principalmente,
las siguientes conclusiones: la confianza no se puede considerar como
una parte del CS, sino como una consecuencia del mismo (Helliwell,
2001); los análisis macroeconómicos desvirtúan el sentido del concepto
(Putnam, 1995; Hjøllund y Svendsen, 2000; Norris, 2003); y el término
confianza está sujeto a una gran ambigüedad que afecta a la interpre-
tación que hacen del mismo tanto el encuestado como el encuestador
(Glaeser et al., 2000; Fukuyama, 2000; Knorringa y van Staveren, 2006).
Sin embargo, Putnam (2004) vuelve a introducir la confianza en la defi-
nición del CS cuando señala que el CS son las redes sociales y las normas
de reciprocidad y confianza asociadas a ellas. Lo cual está de acuerdo
con la literatura más reciente que, en general, incluye la confianza como
parte de la definición y de la medición del concepto. En este trabajo se
han analizado los dos indicadores, CS y confianza, de manera separada
y complementaria.
Aunque una gran parte de los trabajos sobre CS adoptan el enfoque
neoclásico y, por tanto, las generalizaciones macro, (Beugelsdijk et al., 2004;
Pérez et al., 2005), en éste se aplica la metodología estructuralista expuesta
en el Capítulo 2 que es coherente con los fundamentos del análisis. Esto ha
implicado el estudio de una zona geográficamente acotada, la obtención de
datos a través de encuestas a los distintos actores involucrados en el Sistema
Productivo y, a partir de estos datos, la elaboración de indicadores.
Se elaboraron entrevistas semiestructuradas y cuestionarios (Anexo 1),
basados en el trabajo de Grootaert y Van Bastelaer (2003), quienes han rea-
lizado estudios del CS promovidos por el Banco Mundial. Las entrevistas
y encuestas se dirigieron a socios, con y sin cargo directivo, de todas las
cooperativas, a los permisionarios, a trabajadores de estos permisionarios, a
pescadores libres, a otras instituciones (delegación del gobierno, seguro so-
cial, Exportadora de Sal, etc.), a proveedores y clientes (en Ensenada y en La
Paz) y a personas que, por su experiencia y trayectoria, tienen una especial
relevancia (actores singulares).
La primera recogida de información permitió contrastar y depurar los
cuestionarios que se utilizaron durante la segunda visita. Las entrevistas
recogen, fundamentalmente, cuestiones sobre las relaciones formales e
185
CAPITAL SOCIAL, GÉNERO Y DESARROLLO

informales de las cooperativas con proveedores, con clientes y con otras


instituciones públicas y privadas; así como preguntas sobre la estructura
organizativa de las cooperativas: liderazgo, participación, cultura, capa-
cidades, género y relaciones internas. Esta información ha permitido la
valoración y análisis del CS teniendo en cuenta las redes internas y exter-
nas, y la identificación de puentes y de nodos centrales.
Las entrevistas dirigidas a los gestores se han hecho en la región del
Pacífico Norte, en Guerrero Negro y en Ensenada, puesto que en esta
ciudad se encuentra desplazada la mayor parte de las estructuras de ges-
tión administrativa y comercial de las cooperativas del Pacífico Norte. Se
trata de una muestra representativa para el estudio de ambos sistemas
productivos pesqueros, puesto que la información se ha recogido en las
cuatro principales localidades del Pacífico Norte (aproximadamente el
88% de su población), en la totalidad de las cooperativas pesqueras de la
región, y adoptando criterios de diversidad con el fin de contemplar las
diferentes realidades de los actores y de las instituciones. En el caso de
Guerrero Negro se han entrevistado todas las cooperativas, permisiona-
rios e instituciones relevantes.
En la región de Pacífico Norte, las entrevistas se realizaron en los me-
ses de abril y septiembre de 2006; en Guerrero Negro, estas entrevistas se
realizaron en marzo de 2007.
La Tabla 7.1. contiene información detallada sobre las entrevistas rea-
lizadas: número, localidades y actores. El número total de entrevistas ha
sido de 140, de las que 58 se han dirigido a actores del Pacífico Norte y 82
a los de Guerrero Negro. La información derivada de estas entrevistas ha
permitido conocer los rasgos principales de ambos sistemas productivos,
algunas de sus carencias y oportunidades, así como valorar la confianza
(Tabla 7.2.) y el CS (Tabla 7.3.).

Tabla 7.1. Entrevistas realizadas: localización, número y actores


Total 140
Bahía Tortugas 25 Cooperativistas gestores 25
Bahía Asunción 13 Cooperativistas no directivos 36
La Bocana 6 Instituciones 19
Punta Abreojos 5 Permisionarios 47
Guerrero Negro 82 Pescadores libres 4
Ensenada 7 Clientes 4
La Paz 2 Proveedores 3
Actores singulares 2

186
El Capital Social en las comunidades pesqueras

7.3.2. Valoración agregada del CS y de la confianza


Las Tablas 7.2. y 7.3. muestran una síntesis de los valores obtenidos de la
confianza y del CS. La confianza ha sido analizada a partir de cuatro indica-
dores: la valoración de la confianza ‘interna’ (entre los miembros de la coo-
perativa), ‘externa’ (de los miembros de la cooperativa en la comunidad), ‘de
la comunidad’ (confianza de pescadores, permisionarios y otras institucio-
nes en la comunidad en la que viven) y, por último, el indicador ‘evolución’
recoge la percepción de los actores sobre la evolución de la confianza.
El CS se ha analizado a partir de seis indicadores atendiendo a su defini-
ción, a su evolución y adaptando las clasificaciones ofrecidas por Burt (2001)
y Putnam (2002). Para Putnam lo relevante es el análisis de las caracterís-
ticas del CS: si es más bonding o bridging (si une a personas o instituciones
similares o diferentes), más outward looking o inward looking (si promueve los
intereses de los miembros ajenos a la institución o los propios), más formal o
informal, o más thick o thin (haciendo uso del concepto de relación débil de
Granovetter, 1973). Los indicadores de CS elaborados en este trabajo son:
• Interno, que recoge el grado de cohesión interna.
• Externo, que valora las relaciones entre instituciones.
• Normas, que mide un aspecto esencial de la definición de CS: el cono-
cimiento y el cumplimento de las normas en la cooperativa.
• Inclusión y Diversidad, que revela si la cooperativa permite la inclu-
sión y participación de grupos diferentes (jóvenes, ricos, familias más
prósperas y pobres) y de las mujeres.
• Representatividad, que permite identificar si la cooperativa promue-
ve, o no, los intereses de sus propios miembros.
• Formal, que valora si se hace uso de contactos formales o institucio-
nalizados.
Los valores absolutos de los datos que se presentan a continuación, con-
siderados de forma aislada, tienen una limitada utilidad, ya que apenas se
dispone de referencias que permitan un análisis comparativo. Precisamente
parte del interés y de la relevancia que pudiera tener este trabajo se derivan
de su carácter novedoso, puesto que constituye uno de los escasos estudios
existentes sobre el CS, con una medición aplicada a un sistema productivo.
No obstante, esta importante limitación no impedirá que se realice una in-
terpretación de las características que más interesan de las estructuras socio-
económicas de los sistemas productivos pesqueros.
Los valores de confianza que se presentan en la Tabla 7.2. se han obtenido
a partir de las preguntas realizadas a gestores, cooperativistas, pescadores,
permisionarios y otras instituciones. A los encuestados se les pidió que valo-

187
CAPITAL SOCIAL, GÉNERO Y DESARROLLO

raran la confianza dentro de la cooperativa y en la comunidad y que la com-


pararan con la de otras comunidades. Esta información se complementó, en
el caso de la confianza interna, con las preguntas relativas a la honestidad y a
la aceptación dentro de la cooperativa. A partir de todas las respuestas ofre-
cidas por las personas entrevistadas (n) se construyó el siguiente indicador
sintético de Confianza Total:
1 n
Confianza Total = ∑ (CI i + CEi + CCi ) (7.1)
3n i =1
Donde CI es confianza interna, CE es confianza externa y CC es confianza de
la comunidad.

Tabla 7.2. Confianza


Pacífico Norte Guerrero Negro Vizcaíno
Total 3,98 3,90 3,94
Interna 4,44 3,91 4,18
Externa 4,04 4,64 4,34
De la comunidad 3,46 3,14 3,30
Evolución 3,04 3,34 3,19
1 mínima confianza, 5 máxima confianza. Evolución: 1 gran reducción, 5 gran aumento.

La Tabla 7.2. muestra que el máximo nivel de confianza en el Pacífico


Norte se encuentra en el interior de la cooperativa, le sigue la confianza de
los cooperativistas respecto a la comunidad. La mayor confianza interna in-
dica que existe, en términos relativos, un alto grado de cohesión entre los
miembros pertenecientes a la cooperativa, revelando, si se acepta que la con-
fianza se deduce del CS, el uso positivo que se hace de éste. El indicador de
evolución señala la estabilidad del nivel de confianza.
Las diferencias entre los datos de ambas microrregiones merecen ser
destacadas. Por un lado, el nivel de confianza de los cooperativistas en los
miembros de su organización es sensiblemente superior en el Pacífico Norte
que en Guerrero Negro. Por otro, al contrario de lo que se ha comentado en
el Pacífico Norte, en Guerrero Negro el indicador de confianza externa supe-
ra al de la confianza en la propia organización. Esto puede relacionarse con
un funcionamiento menos eficiente y más conflictivo de las organizaciones
pesqueras en Guerrero Negro.
Además de la información utilizada para valorar la confianza, los gesto-
res de las cooperativas revelaron su grado de confianza en los actores con
los que mantienen una mayor vinculación (clientes, proveedores, otras coo-
perativas e instituciones públicas). Atendiendo a sus respuestas, perciben
que existe confianza con sus proveedores, con otras cooperativas y con las

188
El Capital Social en las comunidades pesqueras

instituciones públicas, mientras que muestran discrepancias en cuanto a su


confianza en los clientes. Sin embargo, la existencia, en general, de una ele-
vada confianza no se ha traducido, de forma significativa, en proyectos de
colaboración, cuyo número es muy limitado. En el caso del Pacífico Norte, a
pesar de que todas las cooperativas pertenecen a la FEDECOOP, a través de
la que venden y, en menor medida, se aprovisionan de forma conjunta, los
únicos casos de colaboración de los que se ha tenido constancia se registran
en la localidad de Bahía Tortugas, donde todas las cooperativas comparten la
empacadora y dos de ellas el laboratorio. El nivel de colaboración con clien-
tes y proveedores es nulo, aunque con los clientes parece haberse producido
un ligero avance, revelando casi un quinto de los gestores el establecimiento
de contactos exploratorios. Por otro lado, las relaciones con los clientes, en
términos de confianza, no son favorables; en este sentido hay que tener en
cuenta que se han producido recientemente cambios que han supuesto la in-
corporación de nuevos clientes y la cancelación o reducción de las relaciones
comerciales con otro que ha ejercido un poder de monopsonio durante largo
tiempo.
Una estructura organizativa con un alto nivel de confianza interna, como
sucede en este caso, tiene ventajas importantes respecto a organizaciones
en las que prima el oportunismo en la toma de decisiones.74 Este tipo de
organización antepone la confianza al oportunismo en el desarrollo de su
actividad, lo cual favorece la implantación de estrategias de externalización
de aquellas fases del proceso productivo que no son centrales y, por lo tan-
to, favorece la especialización. Las organizaciones que, al contrario de las
anteriores, apuestan por la jerarquía y el oportunismo tienden a internalizar
todas las fases de su proceso, lo que hace aumentar los costes de transacción
y reduce la eficiencia.
Las valoraciones presentadas en la Tabla 7.3. muestran la adaptación, ya
mencionada, de la tipología de Burt (2001) y Putnam (2002) al estudio del
CS y de los sistemas productivos regionales, usando para ello los valores
revelados por gestores, cooperativistas, pescadores, permisionarios y otras
instituciones que, de manera sintética, se han calculado como se indica a
continuación:

1 n
CSInterno = ∑ (RCi + RDi + RI i + Ai ) (7.2)
4 n i =1
Donde RC expresa la resolución de conflictos, RD las relaciones con la direc-
ción, RI las relaciones internas y A el ambiente.

74 Es el caso de las estructuras Relational Contracting y Clan expuestas en el Capítulo 2.

189
CAPITAL SOCIAL, GÉNERO Y DESARROLLO

1 n
CSExterno = ∑ (RGi + RCi + RPPi + RI i ) (7.3)
4n i =1
Donde RG, RC, RPP y RI recogen, por este orden, la intensidad y calidad de
las relaciones con el Gobierno, entre cooperativas, con pescadores y permi-
sionarios y con el resto de instituciones.
1 n
CS Normas = ∑ (GN i + CN i ) (7.4)
2 n i =1
Donde GN y CN indican el porcentaje de gestores de cooperativas y de coo-
perativistas, respectivamente, que conocen las normas de la cooperativa.
1 n
CI Inclusión y Diversidad = ∑ (PDi + PM i + PJ i + PPi + PEi ) (7.5)
5n i =1
Donde todas las variables recogen la participación en la toma de decisiones
de la cooperativa: PD de directivos, PM de mujeres, PJ de jóvenes, PP de
pobres y PE de las élites.
1 n
CS Representatividad = ∑ (CDi + RM i + Ri ) (7.6)
3n i =1
Donde CD es el porcentaje de socios que han ocupado cargos directivos, RM
la representatividad de los miembros de la cooperativa y R el porcentaje de
socios que se siente bien representado.
1 n
CSFormal = ∑ PRi (7.7)
n i =1
Donde PR indica el nivel de participación en las reuniones y en la toma de
decisiones.

Tabla 7.3. Valoración del Capital Social


Pacífico Norte Guerrero Negro Vizcaíno
Interno 4,06 3,37 3,72
Externo 3,29 3,20 3,25
Normas 4,00 4,00 4,00
Inclusión y Diversidad 3,63 2,78 3,21
Representatividad 3,47 3,67 3,57
Formal 3,92 3,73 3,83
1: mínimo CS; 5: máximo CS

Los altos valores de confianza y de CS interno y la elevada implicación de las


cooperativas en sus comunidades, podrían constituir una plataforma adecuada

190
El Capital Social en las comunidades pesqueras

para emprender un mayor número de proyectos conjuntos con las instituciones


públicas y para influir positivamente en el desarrollo de las localidades.
La percepción de cohesión por parte de los miembros del grupo es mayor
cuando el grupo es reducido y superior a la que se deriva de las relaciones
intergrupos. El CS interno muestra un mayor valor según la visión de los
gestores, seguido de la capacidad de resolver conflictos, de las relaciones de
los cooperativistas con la dirección y, por último, del ambiente. Cuando se
consideran las relaciones externas (principalmente con otras cooperativas,
con el gobierno y con los pescadores libres) los resultados son, asimismo, co-
herentes con los deducidos de la confianza externa, siendo más alto con otras
cooperativas, seguido del sector público y, por último, aparecen los vínculos
con los pescadores libres. Además, el CS interno es más alto que el externo.
La alta confianza y cohesión interna también tienen su reflejo en el dato que
indica que todos los cooperativistas entrevistados perciben como beneficiosa la
pertenencia a la cooperativa. Además, la mayoría de las personas entrevistadas
(92% de cooperativistas en el Pacífico Norte, 64% de cooperativistas en Guerrero
Negro, 100% de pescadores libres en el Pacífico Norte y 62% de permisionarios
en Guerrero Negro) consideran que se obtiene un mayor ingreso si se pertenece
a una cooperativa. Es lógico que los valores revelados por los permisionarios en
Guerrero Negro sean inferiores, puesto que éstos se organizan con una estructu-
ra alternativa a la cooperativa, inexistente en el Pacífico Norte. La alta cohesión
interna queda corroborada por el elevado porcentaje de entrevistados que consi-
dera que la cooperativa tiene definidos procesos para identificar las necesidades
y prioridades comunes de sus miembros (93% en el Pacífico Norte y 90% en
Guerrero Negro); que no existen grupos privilegiados y desfavorecidos en la
cooperativa (86% en el Pacífico Norte y 100% en Guerrero Negro) y que existen
vías informales para que los miembros de la cooperativa puedan expresar sus
demandas (78,6% en el Pacífico Norte y 50% en Guerrero Negro).
El orden de inserción y de implicación de los distintos grupos que se
distinguieron para el análisis de la inclusión cabe deducir que es medio. No
hay participación de las mujeres en cargos de responsabilidad y, según la
evolución del indicador, sólo el grupo de los jóvenes muestra una tendencia
positiva en cuanto a su participación y consideración en la cooperativa. La
participación femenina en puestos de responsabilidad es claramente supe-
rior en Guerrero Negro (40%) que en el Pacífico Norte (6,7%).75 Además, en la

75 Conviene recordar la pregunta que ha servido para estimar tales resultados. A los gesto-
res de las cooperativas se les planteó lo siguiente: “¿han ocupado mujeres puestos en la direc-
ción de la cooperativa?” Por tanto, en el caso de Guerrero Negro, el mencionado 40% se puede
interpretar en el sentido de que en menos de la mitad de las cooperativas en alguna ocasión una
mujer ha ocupado un puesto directivo.

191
CAPITAL SOCIAL, GÉNERO Y DESARROLLO

primera de las ubicaciones existe una cooperativa sólo de mujeres y también


mujeres permisionarias, tal y como anteriormente se ha indicado.
Las relaciones con clientes y proveedores son, fundamentalmente, perso-
nales y no relaciones impersonales basadas en la firma y el cumplimiento de
contratos. Sin embargo, las relaciones mercantiles mantenidas con los clien-
tes siempre se recogen en la firma de un contrato y los vínculos personales
no dan lugar a una cooperación, ni con los proveedores ni con los clientes.
Tras el planteamiento, a los gestores, de las cuestiones referidas a las dos
decisiones más importantes adoptadas recientemente en la cooperativa, és-
tos concluyen que siempre divulgan previamente la información (87% en
el Pacífico Norte y 100% en Guerrero Negro), que puede haber discusiones
informales al margen de las institucionales (80% en ambos lugares) y que
consultan con todos los cooperativistas (100% en ambos lugares).
Los indicadores analizados de CS y confianza permiten comparar las
estructuras de los sistemas productivos pesqueros de El Vizcaíno y la que,
según Burt (2000), daría lugar a la máxima eficiencia y que se representa
en la Figura 7.5. Dicha figura se puede interpretar desde la perspectiva de
la organización interna de una cooperativa (1), o desde la perspectiva, más
agregada, de la organización del sector pesquero cooperativo (2):
(1) Los nodos a, b, c representan a miembros de una cooperativa, gesto-
res o no; los nodos d, e, f, g, h, i representan a personas que forman parte
de otras cooperativas e instituciones.
(2) Los nodos a, b, c representan cooperativas, todas unidas en una aso-
ciación; los nodos d, e, f, g, h, i representan otras instituciones.
Figura 7.5. Máxima cohesión interna y relaciones externas débiles

f
g

e
b h

a
c
d i

Fuente: Burt (2000)

192
El Capital Social en las comunidades pesqueras

La Figura 7.5. muestra una estructura organizativa eficiente, con máxima


cohesión interna y agujeros estructurales. Esto, que se consigue con el apro-
vechamiento de relaciones fuertes en el interior y débiles con el exterior, se
puede adaptar al caso de las cooperativas pesqueras de El Vizcaíno.
En el caso de las cooperativas que integran los sistemas productivos
analizados, la confianza y el CS muestran una alta cohesión interna, lo cual
favorecería el desarrollo de propuestas que implicasen la introducción de
innovaciones. Sin embargo, se ha identificado una deficiencia importante en
relación al aprovechamiento de las relaciones externas. Esto sucede a pesar
de que existe una base sólida para conseguir un uso eficiente de esos víncu-
los: confianza alta en otras cooperativas, proveedores y otras instituciones;
relaciones personales con clientes y proveedores. Es decir, no se aprovechan
la cohesión interna y la confianza externa para el planteamiento y desarrollo
de proyectos de innovación cooperativos, siendo un ejemplo de esto la falta
de vínculos con la Universidad. Otra consecuencia negativa de la ausencia
de relaciones débiles es la limitación de las posibilidades de externalización
de tareas. Esto incide negativamente en la eficiencia de las cooperativas y,
por lo tanto, en el desarrollo de los sistemas productivos y de la estructura
regional.

7.3.3. Análisis desagregado del Capital Social y de la confianza


La información de las encuestas ha permitido llevar a cabo un análisis
desagregado del CS y de la confianza, haciendo uso de las 131 observaciones
consideradas en el cálculo de los indicadores agregados. De esta manera se
puede identificar una relación claramente positiva entre CS y confianza (Fi-
guras 7.6. y 7.7.) y también entre CS interno y externo.
El CS y la confianza son conceptos estrechamente relacionados. De hecho,
algunos autores consideran que la confianza es CS. Para otros, la confianza
es consecuencia del CS, tal y como se vio en el Capítulo 2. Las Figuras 7.6. y
7.7. permiten constatar la existencia de una relación positiva entre CS, inter-
no y externo, y confianza.
Lógicamente, entre CS interno y externo (Figura 7.8.) también hay una
clara relación positiva. La pertenencia a grupos cohesionados, donde se per-
cibe un beneficio del aprovechamiento de las relaciones, incide en la actitud
y aprendizaje de los individuos, que trasladan ese comportamiento a otras
relaciones. Expresado en otros términos: la existencia de un CS interno de
calidad se proyecta inter grupos promoviendo el CS externo.
El análisis más detallado de la información permite identificar patrones
de comportamiento derivados de la estructura organizativa y del territorio.
193
CAPITAL SOCIAL, GÉNERO Y DESARROLLO

La relación positiva entre los distintos niveles de CS y, entre éstos y la con-


fianza, obedece a las percepciones de los individuos, condicionadas por su
origen territorial. Por otro lado, se puede pensar que las percepciones de
cooperativistas o de permisionarios son distintas a las de los gestores. Por
ejemplo, en relación al CS de inclusión o al nivel de confianza de la comu-
nidad.
Examinando más detenidamente la información obtenida en función de
su localización y de las respuestas de los diferentes actores, cabe destacar
que: a) los valores positivos más elevados de CS y de confianza son siempre
revelados por gestores del Pacífico Norte, y los valores más bajos siempre co-
rresponden a gestores de Guerrero Negro; b) las valoraciones más elevadas
de ambos indicadores se encuentran en la región Pacífico Norte (se puede
hablar, por tanto, de un efecto territorial); c) en Guerrero Negro los valores
más elevados de confianza se deben a los cooperativistas, y los más elevados
de CS a permisionarios.

Figura 7.6. El Capital Social genera confianza (1)

5 5

4 4
Confianza

3 3

2 2

1 1

1 2 3 4 5
Capital Social interno

194
El Capital Social en las comunidades pesqueras

Figura 7.7. El Capital Social genera confianza (2)

5 5

4 4
Confianza

3 3

2 2

1 1

1 2 3 4 5
Capital Social externo

Figura 7.8. Capital Social interno y externo

5 5
Capital Social externo

4 4

3 3

2 2

1 1

1 2 3 4 5
Capital Social interno

195
CAPITAL SOCIAL, GÉNERO Y DESARROLLO

Una de las variables más relacionadas por la literatura con el CS es la


educación. La Figura 7.9. presenta la relación positiva entre ambos con-
ceptos. Putnam (2004) indica como claros ejemplos donde se registra una
relación positiva entre CS, Capital Humano (CH) y desarrollo, Sillicon
Valley, en Estados Unidos, lugar de intenso trabajo en red (networking)
y Emilia Romagna, en Italia, donde la actividad productiva se desarro-
lla en torno a los distritos industriales, con una comunidad basada en
la educación. Emilia Romagna es la región con mayores niveles de CS,
implicación cívica y cohesión social de Italia y ha desarrollado un siste-
ma educativo basado, en su nivel más elemental, en la creatividad y la
cooperación. La relación que existe entre CH y CS es bidireccional, tal
y como se ha explicado en el Capítulo 2, de manera que la inversión en
dichos capitales genera una externalidad positiva, aumentando su pro-
ductividad.
El indicador de formación utilizado en este trabajo ha sido el siguiente:

1 n
Formación = ∑ (CapDiri + EstDiri + Pr eFori + CapInf i + CapEspi + CoopFori ) (7.8)
6n i=1

Donde CapDir es el número de personas de la cooperativa preparadas y


con capacidad para ser buenos directivos; EstDir es el número de per-
sonas de la cooperativa que han recibido formación específica, a través
de estudios y cursos, para llevar a cabo trabajo directivo; PreFor es la ca-
pacidad de los directivos de la cooperativa, en términos de educación y
preparación formal; CapInf es la capacidad de los miembros de la coope-
rativa para preparar informes financieros para bancos, donantes o para
el gobierno; CapEsp es la capacidad de los miembros de la cooperativa
para llevar a cabo tareas especializadas (de comercialización, de forma-
ción, en relación a los créditos) y, por último, CoopFor es la percepción de
los cooperativistas sobre si la formación de los directivos es adecuada a
su responsabilidad.

196
El Capital Social en las comunidades pesqueras

Figura 7.9. Capital Humano y Capital Social

5 5

4 4
Formación

3 3

2 2

1 1

1 2 3 4 5
Capital Social interno

7.4. LAS ESTRATEGIAS NECESARIAS

7.4.1. La innovación
A partir de la información conocida en la elaboración de este trabajo y del
análisis empírico, se han elaborado un conjunto de propuestas de interven-
ción que se presentan, a modo de conclusión del capítulo, en este apartado
final. Las diferentes estrategias planteadas pueden mejorar los resultados de
las cooperativas y del sistema, y favorecer el desarrollo de la región. Durante
la realización de este trabajo se han podido conocer carencias y limitaciones
que, aunque son muy importantes, no son consideradas puesto que exceden
sus objetivos. Es el caso, por ejemplo, del CH, del capital físico, de la cultura
y de la gestión empresarial. Algunos de estos factores se encuentran directa-
mente relacionados con el CS. Un ejemplo lo constituye la ausencia de reci-
procidad por la financiación que reciben los hijos de los cooperativistas para
su formación universitaria, lo que implica un deterioro del CS y un perjuicio
para el CH comunitario.
El análisis se centra en la innovación por dos razones: primero porque,
en su proceso, el CS desempeña un papel fundamental; segundo, porque a
medio y largo plazo es el factor más importante para la competitividad de

197
CAPITAL SOCIAL, GÉNERO Y DESARROLLO

las empresas y el desarrollo regional. Pero teniendo en cuenta la amplitud


del concepto de innovación, el análisis se va a limitar a tres aspectos: la co-
operación, la diferenciación del producto y la organización productiva.
En el caso de las cooperativas pesqueras consideradas en este trabajo, la
falta del entrepreneur y la inercia provocan una resistencia al cambio y, por
tanto, a la adopción de innovaciones. Esto es debido, fundamentalmente, al
contexto positivo en el que se desarrolla la actividad productiva (creciente
demanda y precios al alza) que impide percibir la necesidad de incluir la
innovación como una estrategia constante en la toma de decisiones empresa-
rial. Una importante consecuencia negativa de esta actitud es el desaprove-
chamiento de estrategias y oportunidades de desarrollo, locales y regionales.
Este comportamiento puede generar problemas, a medio y largo plazo, al
conjunto de la comunidad y a las cooperativas.
Las dificultades para las cooperativas pueden surgir si estas organizacio-
nes no son conscientes de que no se mueven en una estructura de mercado
monopolista; y de que siempre existe un coste de oportunidad asociado a las
inercias en las decisiones empresariales. Para mantener su poder de mercado
las empresas deben innovar desarrollando estrategias de diferenciación del
producto e introduciendo cambios en la organización.
Los problemas para la comunidad aparecen porque, desde el punto de
vista de las instituciones que representan el interés colectivo, el objetivo debe
ser el desarrollo de la zona y no la ganancia privada. Cuando la empresa no
internaliza el beneficio comunitario en su proceso, es la administración la
que debe introducir incentivos y adoptar las medidas necesarias.

7.4.2. Estrategias internas


El incremento, cuantitativo y cualitativo, del CS interno incide positiva-
mente en la cohesión de los miembros de las organizaciones pesqueras. Esto
facilita el flujo de información y conocimiento y la adopción de innovacio-
nes. Además, tal y como se ha expresado anteriormente, la existencia de un
CS interno de calidad promueve la creación de CS externo. Esto último es
especialmente necesario en el caso de las estrategias de coordinación y co-
operación con otras organizaciones. También se ha señalado anteriormente
que las personas con un mayor nivel educativo son las que mantienen unas
relaciones sociales más numerosas y de mayor calidad, favoreciendo a la
organización y a la comunidad a la que pertenecen.
Las estrategias más directamente relacionadas con la creación de CS
interno son la participación, el empoderamiento y la formación. Estas pro-
puestas deben estar especialmente dirigidas a los grupos menos influyentes
198
El Capital Social en las comunidades pesqueras

y a los colectivos con un menor grado de implicación en las decisiones de la


cooperativa. En este sentido, es imprescindible considerar una perspectiva
de género. De este modo se deben diseñar políticas para incrementar la par-
ticipación, el poder y la formación de las mujeres.

7.4.3 La cooperación
El ámbito principal de cooperación de las organizaciones pesqueras de
la región Pacífico Norte es la comercialización del producto a través de la
FEDECOOP, que negocia las condiciones de venta y comercialización de los
productos. También existe cooperación, aunque inferior, en el ámbito de la
adquisición de inputs y prestación de servicios (Seguros Sociales) y se man-
tienen vínculos con el CRIP y el CIBNOR. Además, en una de las localidades
de la región varias cooperativas comparten una empacadora y un laborato-
rio. En consecuencia, se puede afirmar que la estrategia de cooperación es
limitada y que existe un amplio ámbito de colaboración que no se aprovecha
a pesar de que, tanto la confianza como el CS, favorecerían tales estrategias,
tal y como se ha destacado en el análisis empírico. La situación en Guerrero
Negro es menos favorable, puesto que existen dos agrupaciones de coopera-
tivas y permisionarios, con unas funciones muy limitadas, y no hay ningún
caso en el que se compartan fases del proceso productivo.
¿Por qué es tan limitada la cooperación? Una respuesta es la inercia, la
resistencia al cambio y la tendencia a ahorrar energía, a tomar decisiones en
contra de las nuevas formas de hacer las cosas (capítulo 2). Otra respuesta
la ofrece Schmitz (2000) quien demuestra, a partir de un conjunto de casos
de estudio, que las empresas tienden a elevar sus niveles de cooperación
local en respuesta a las nuevas presiones competitivas. Este autor sostiene
que una cooperación más intensa es esencial para responder adecuadamente
ante las crisis o nuevas oportunidades, y que la nueva competencia global
representa, en este sentido, un punto de inflexión. En su trabajo demuestra
que las empresas que incrementan la cooperación obtienen mejores resul-
tados que las que no lo hacen. En el caso de las cooperativas del sistema
productivo que nos ocupa, no se percibe una presión competitiva, ni una
situación crítica, que exija sensibles cambios. Como se ha señalado antes, la
oferta de sus productos, limitada, se enfrenta a una demanda creciente que
impulsa la elevación de los precios. Por esta razón, las posibles ineficiencias
en la gestión pueden pasar desapercibidas, incurriendo en un coste en térmi-
nos de renta y de desarrollo.
La Tabla 7.4. contiene una tipología de cooperación interempresarial. En
el caso del sistema productivo pesquero existe cooperación horizontal de
199
CAPITAL SOCIAL, GÉNERO Y DESARROLLO

carácter bilateral y multilateral, aunque limitada; pero no consta la existencia


de cooperación vertical. Los ámbitos en los que las estrategias de colabora-
ción con otras empresas o con instituciones pueden mejorar los resultados de
las cooperativas son numerosos. En algunos casos requeriría la coordinación
a través de la federación o agrupaciones de cooperativas y permisionarios.
Uno de los cambios que, en mayor medida, podría tener un impacto posi-
tivo sobre todo el sector pesquero, es la creación de un sistema regional de
innovación, centrado en las necesidades del sistema productivo pesquero.
Ambos tipos de cooperación, horizontal y vertical, serían impulsados y, al
mismo tiempo, serían requeridos para su adecuado funcionamiento. Forma-
rían parte de ese sistema todas las cooperativas, permisionarios, las agrupa-
ciones empresariales (FEDECOOP, Comité y ANPAP) y todas las institucio-
nes públicas y privadas (CRIP, CIBNOR, UABCS, entre otras) que pudieran
participar en la generación y transferencia de información, conocimiento e
innovaciones.

Tabla 7.4. Tipos de cooperación interempresarial


Bilateral Multilateral
Ej. Equipos y laboratorios Asociación sectorial
Horizontal
compartidos
Productores y usuarios Alianza de los productores
Vertical mejoran los componentes locales que pertenecen a una
cadena de valor
Fuente: Schmitz (2000)

El papel de las instituciones públicas es fundamental para la implanta-


ción de este sistema de innovación, que requeriría de una participación acti-
va de las cooperativas. En general es más probable que cooperen empresas
con outputs complementarios que empresas que producen bienes similares,
como es el caso. Pero en este sistema productivo no se percibe que la hi-
potética competencia entre cooperativas pudiera afectar negativamente a la
necesaria colaboración para el funcionamiento de un Sistema de Innovación,
tal y como se ha constatado en la valoración de la confianza y del CS.
Las carencias de las empresas y de los sistemas, en el ámbito de la adop-
ción de estrategias de colaboración, son muy comunes en todos los países,
desarrollados y menos desarrollados. Estas estrategias han demostrado su
eficacia en la mejora de los resultados de las empresas y de las organiza-
ciones. Existen numerosos y recientes ejemplos, en Europa y en Estados
Unidos, de iniciativas públicas y privadas que promueven la implantación
de estrategias de colaboración entre empresas y con otras instituciones

200
El Capital Social en las comunidades pesqueras

(Universidad).76 El objetivo es el desarrollo y, para ello, se pretende im-


pulsar la innovación, evitando que ésta se deslocalice y que, por lo tanto,
se pierdan las externalidades positivas que genera. La falta de vinculación
entre la Industria y la Ciencia, entre la empresa y la Universidad constituye
un problema grave y común en muchas regiones. Por todo ello, la implan-
tación de un sistema productivo pesquero para El Vizcaíno constituye la
estrategia que sintetiza las principales ideas expresadas en esta sección.
Se trata de un objetivo complejo, que integra la propuesta de un sistema
regional de innovación. Tal y como se muestra en la Figura 7.12. los dos
sistemas productivos, Pacífico Norte y Guerrero Negro, compartirían una
estructura organizativa con sede económica y administrativa en El Vizcaí-
no, cuyo centro debería localizarse en Guerrero Negro.

Figura 7.12. Propuesta de un sistema productivo para El Vizcaíno


El Vizcaíno
INSTITUCIONES
INSTITUCIONES

FEDERACIÓN
PERMISIONARIOS
COOPERATIVAS

Clientes
Proveedores

empacadoras laboratorios
La Paz La Paz
Ensenada Ensenada
Proveedores Clientes

76 En Dearing (2007) se mencionan, entre otras, las siguientes iniciativas: Responsible Part-
nering, Research Framework Programme FP6, en Europa y Government-University-Industry Round
Table (GUIRR) en Estados Unidos.

201
CAPITAL SOCIAL, GÉNERO Y DESARROLLO

Entre los cambios más importantes que implicaría la adopción del siste-
ma propuesto se encuentran:
• La creación de una asociación de asociaciones, o la fusión de las tres
existentes (FEDECOOP, Comité y ANPAP) en una.
• El desplazamiento de la gestión de las cooperativas de Ensenada al
Vizcaíno. Una localización más eficiente podría ser Guerrero Negro,
debido a su ubicación, comunicación y oferta industrial y de servi-
cios.
• El fomento del asociacionismo para conseguir un mayor empodera-
miento frente a las instituciones.
Si lo anterior se consiguiera sería más factible la implantación de proyec-
tos concretos de innovación y de estrategias comunes, como el que se expone
a continuación de diferenciación de producto.

7.4.4. La diferenciación del producto


El proceso de globalización representa riesgos e incertidumbres para las
empresas, pero también oportunidades de mejora y de crecimiento. La cre-
ciente competencia en los mercados promueve la adopción de estrategias de
diferenciación del producto que proporcionen poder de mercado a las em-
presas y les permita pasar a una estructura de competencia monopolística.
Esto es especialmente relevante en el contexto de los mercados globales, en
los que concurren oferentes de cualquier lugar del mundo. El productor lo-
cal capaz de singularizar sus productos construye un poder de mercado que
le permite fijar precios superiores, o muy superiores, a los bienes estandari-
zados (commodities). Además, el productor local, que basa parte de su com-
petitividad en las características del territorio, en la idiosincrasia y la cultura
aplicadas al proceso y organización de la producción, en la obtención de un
producto cuya materia prima es única en el mundo, no es tan vulnerable a
los cambios en los mercados como el productor de bienes no diferenciados.
En el caso de los productos de las organizaciones pesqueras ubicadas en
la Reserva de la Biosfera de El Vizcaíno,77 los principales elementos diferen-
ciadores que pueden añadir valor al producto son:
a) Producto de captura. El consumidor informado prefiere el pescado de
captura al pescado procedente de granjas. Esto se constata en los mercados
detallistas donde el pescado salvaje alcanza cotizaciones superiores.
b) Las capturas se realizan de forma artesanal, no industrial.

77 La producción de acuicultura tiene una importancia reducida en la zona, por lo que no


será considerada. No obstante, algunos de los argumentos presentados servirían también para
diferenciar estos productos.

202
El Capital Social en las comunidades pesqueras

c) La extracción del recurso se realiza de forma sustentable, respetuosa


con el medio, y existen controles y certificaciones, como sucede con la pes-
quería de la langosta roja, que ha recibido una ecocertificación por parte del
Consejo de Administración Marina (MSC).78
d) La producción se organiza en forma cooperativa o a través de peque-
ñas empresas (permisionarios). Estas estructuras organizativas refuerzan la
idea de producto artesanal, obtenido a una escala no industrial. Además, las
organizaciones cooperativas añaden al producto otros atributos valorados
especialmente por el consumidor responsable: las decisiones son adoptadas
de forma participativa, la distribución de los ingresos es equitativa y su com-
promiso social y local es superior al que manifiesta la empresa convencio-
nal.
e) El área de trabajo de las cooperativas pesqueras del Pacífico Norte y
Guerrero Negro se encuentra en la Reserva de la Biosfera de El Vizcaíno.
Esta localización tiene un significativo valor en el mercado, puesto que pro-
porciona al producto un halo de prestigio ligado a la naturalidad del medio,
la conservación del mar y de sus recursos, la pureza de sus aguas, y a la
institución que otorga tales reconocimientos: la Organización de Naciones
Unidades para la educación, la ciencia y la cultura (UNESCO). Además, el
área se beneficia de la existencia de dos lugares considerados Patrimonio de
la Humanidad también por la UNESCO: las pinturas rupestres de la Sierra
de San Francisco, y el Santuario de la Ballena de El Vizcaíno (lagunas de San
Ignacio y Ojo de Liebre). Todas estas menciones gozan de una elevada con-
sideración y difusión en todo el mundo.
El consumidor valora crecientemente la responsabilidad social y am-
biental de las empresas, que mejoran de esta forma su posición competiti-
va. La incorporación de las características anteriores a los productos pes-
queros, es decir, la diferenciación del producto, permitiría incrementar su
valor en los mercados. La actual situación, en la que, por ejemplo, no se
diferencia entre el producto procedente de captura y el de granja (como
sucede en el caso del abulón) perjudica a los pescadores y beneficia a los
granjeros. El producto de captura compite con el de granja al ser percibi-
do como perfectamente sustitutivo. Pero una adecuada estrategia diferen-
ciadora permitiría que el consumidor dejara de percibir ambos productos
como sustitutivos. En estas nuevas circunstancias, las capturas podrían
alcanzar una cotización superior. Lo relevante, de cara a la diferenciación,
no es la existencia de un atributo, sino la percepción por parte del cliente
o del consumidor de la existencia del atributo. En este caso se cuenta con
78 The Marine Stewardship Council (MSC) es una organización independiente sin ánimo de
lucro que promueve la pesca responsable: http://www.msc.org.

203
CAPITAL SOCIAL, GÉNERO Y DESARROLLO

una base material excelente para diferenciar los productos pesqueros como
productos naturales, artesanales, salvajes, obtenidos en un lugar privile-
giado, donde el medio natural y las aguas son todavía puras; estos produc-
tos son obtenidos en procesos sostenibles a largo plazo, comprometidos
con el medio ambiente y asegurando la participación de los trabajadores
en el beneficio y en las decisiones de la empresa. La puesta en valor de
estos atributos depende de la implementación de las adecuadas estrategias
empresariales que, en cualquier caso, deberían caracterizarse por el com-
promiso social y la sostenibilidad.

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208
CAPÍTULO 8

SISTEMA DE GÉNERO Y CAPITAL SOCIAL EN LAS


COMUNIDADES PESQUERAS DE GUERRERO NEGRO Y
DE LA REGIÓN PACÍFICO NORTE

Lorella Castorena Davis y Victoria Aragón García *

8.1. INTRODUCCIÓN

El objetivo de este capítulo es presentar los principales resultados del aná-


lisis de la relación género y CS en los sistemas productivos pesqueros de las
regiones de estudio. La investigación partió de dos premisas fundamentales.
La primera, retoma la idea planteada en el capítulo cinco, que da cuenta de
la existencia de dos sistemas productivos pesqueros diferenciados por región
que, social, económica y culturalmente, presentan la estructura típica de la
organización del trabajo y la producción de la sociedad patriarcal. La segunda,
asume que en ese contexto, las posibilidades de construcción de CS susceptible
de ser utilizado para garantizar la entrada directa de las mujeres a los recursos
provenientes del sector pesquero, son casi nulas. Su inserción en la estructura
de estos sistemas es marginal, carece de prestigio y reconocimiento social y,
contribuye muy poco a elevar la cantidad y la calidad de los recursos a los que
ellas tienen acceso, como se demostrará en las páginas que siguen.
Antes de proceder al análisis factual de la investigación, se retomarán
puntualmente algunos aspectos de la discusión teórica en torno al capital

* La transcripción, organización por temas y resumen de las entrevistas en profundidad,


fue realizada por Pía Santelices Letelier, a quien se agradece su colaboración en este capítulo. En
el apartado correspondiente a la Cooperativa La Perla de Guerrero Negro, participaron también
la bióloga Gabriela Valle Meza, adscrita al Centro de Investigaciones Biológicas del Noroeste
(CIBNOR) y Rafael García Vizcaíno, profesor de asignatura de la Universidad Autónoma de
Baja California Sur, Campus de Guerrero Negro. Ambos, mediante entrevistas, reconstruyeron
parte del proceso de constitución de esta organización.

209
CAPITAL SOCIAL, GÉNERO Y DESARROLLO

social contenida en los capítulos precedentes, que servirán de puente para


problematizar la relación entre sistema de género y CS en las comunidades
pesqueras de Guerrero Negro y la región Pacífico Norte.
El enfoque utilizado para analizar el sistema de género y el CS en las
comunidades pesqueras, es más próximo a la dimensión social en la medida
que se define como el agregado de recursos actuales y potenciales vincula-
dos a la posesión o acceso a una red permanente de relaciones más o me-
nos institucionalizadas, de mutua aceptación y reconocimiento establecidas
en función de la membresía a un grupo. Es un recurso de las personas, los
grupos y las colectividades en sus relaciones sociales, basado en redes aso-
ciativas de personas y grupos (Bourdieu, 1980). Sin embargo, con el CS ocu-
rre lo mismo que con la riqueza y el ingreso: su distribución no se produce
en condiciones de igualdad. Desde principios de la década de los ochenta,
Bourdieu insistió en que estudiar al CS sin abordar la desigualdad, carecía
de sentido. A pesar de ello, los estudios de CS centrados en esta perspectiva
son todavía escasos y, más escasos aún, los que incluyen el enfoque de géne-
ro (Arriagada, 2003).
Es habitual que los estudios sobre desigualdad se centren en la distribu-
ción de la riqueza, la renta, la propiedad, el acceso a bienes materiales y a
productos culturales, siempre desde un punto de vista masculino que presu-
pone que las desigualdades de género son un mero reflejo de las diferencias
de clase (Giddens, 2000).
Quizás, esta sea la razón que explique por qué, la desigualdad de género
es un tema poco representativo en el campo analítico del CS, a pesar de la
enorme importancia que el trabajo familiar y comunitario de las mujeres tie-
ne en el desarrollo, fortalecimiento y reproducción de redes sociales que pro-
veen de bienes y servicios gratuitos a sus hogares, familias y comunidades.79
La mayor parte de la literatura, ignora las relaciones de género, o se centra
exclusivamente en las redes masculinas, sin considerar que la dotación de
CS varía sustancialmente cuando se tipifican las redes diferenciadas de acce-
so a la construcción de CS entre hombres y mujeres (Arriagada, 2003).
Casi todos los estudios sobre CS que incorporan el enfoque de género,
han sido promovidos por instituciones internacionales responsables del di-
seño de políticas de desarrollo en el ámbito internacional, como el Banco
Mundial y la CEPAL (Grootaert, 1998; Picciotto, 1998; Narayan y Shah, 2000;
Montaño, 2003; Núñez, 2003). Desde una perspectiva más operacional que
teórica, estos estudios han contribuido al desarrollo de la interrelación entre

79 Ausencia por cierto inexplicable, cuando el feminismo y los estudios sobre las mujeres
han demostrado ampliamente, que la condición de género influye directamente sobre la estrati-
ficación social, y que las desigualdades de género se suman a las de la clase y la etnia.

210
Sistema de género y Capital Social

la teoría del CS y el enfoque de género, al mismo tiempo que aportan ele-


mentos para el diseño y puesta en marcha de políticas y programas, en los
que el CS aparece como una línea estratégica adecuada para llevar a cabo
programas de reducción de la pobreza y de la desigualdad de género.
La mayoría de estos estudios parten de la hipótesis de que, cuanto más
igualitarias sean las relaciones de género, mayor será la participación de la
mujer en el trabajo y más alto el nivel de confianza en la sociedad. Por el
contrario, cuando las mujeres se ven obligadas a actuar sólo en el limitado
ámbito doméstico, o se obstaculiza su capacidad de asociación, se impide
que ellas y la sociedad se beneficien de la multiplicidad de aptitudes y habi-
lidades que las mujeres han acumulado históricamente (Montaño, 2003).
El tema del acceso a otros recursos es fundamental para la exploración de
la relación género y CS. Narayan y Shah (2000) sugieren que, para compati-
bilizar y hacer operativos los estudios de CS con el enfoque de género, es ne-
cesario considerar que las normas, los valores, la identidad y las estructuras
sociales, influyen en la naturaleza de las redes sociales de los individuos al
determinar el acceso diferenciado por sexo a recursos y oportunidades. Las
autoras, consideran que no basta con el incremento en los niveles educativos
y de salud, -sin duda vitales en el desarrollo- para provocar la expansión de
redes sociales, acceso a recursos y oportunidades hacia las mujeres. Hay que
entender que la persistencia de estereotipos mediados por normas, valores
y relaciones inequitativas de poder vigentes entre hombres y mujeres, im-
piden y en buena medida anulan, la puesta en marcha de las capacidades
adquiridas por las mujeres en los procesos de desarrollo.
El fracaso o éxito relativo de las estrategias de desarrollo con perspectiva
de género, es consecuencia de la incapacidad mostrada por las políticas so-
ciales para transformar las normas y valores que definen la vida de hombres
y mujeres, entre otras cosas, porque se ha obviado la importancia que tiene
la construcción de CS en los procesos de empoderamiento de las mujeres
(Montaño, 2003; Núñez, 2003; Arriagada, 2005). El empoderamiento es un
paso necesario que facilita la asociación y el ejercicio efectivo de la ciuda-
danía: “Implica un proceso de adquisición de poder, tanto para controlar los
recursos externos, como para acrecentar la autoconfianza y capacidad inter-
na…” (Arriagada, 2003), como se demostrará en los apartados que siguen.

8.2. EL CAMINO HACIA LOS DATOS: METODOLOGÍA Y TÉCNICAS


APLICADAS EN EL PROCESO DE INVESTIGACIÓN

Para la realización de este capítulo se utilizaron tres estrategias metodo-


lógicas. La primera, se nutrió del conjunto de indicadores que desde 1990

211
CAPITAL SOCIAL, GÉNERO Y DESARROLLO

integran los informes anuales de desarrollo humano, promovidos por el


Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en los que a
partir de 1995, se han incluido dos índices para entender el efecto de las
inequidades de género sobre el desarrollo humano: el Índice de Desarrollo
Relativo al Género (IDG) y el Índice de Potenciación de Género (IPG). El IDG
resume las desigualdades de género en capacidades básicas, en tanto que el
IPG sintetiza la participación de las mujeres en dos dimensiones importantes
de sus vidas: la política y la económica (PNUD, 2006). Estos índices, dispo-
nibles en los ámbitos nacional, estatal y municipal, constituyeron una fuente
secundaria importante para reflexionar en términos de la relación género y
desarrollo, así como apuntalar prácticas dirigidas a incrementar el capital
social de las mujeres en el área de estudio.
La segunda estrategia, ha sido ampliamente explicada por Noguera y
Semitiel en el capítulo 2, quienes emplearon una entrevista semiestructu-
rada y un cuestionario basado en Grootaert y Van Bastelaer (2003) para el
estudio del sistema productivo pesquero en el área, al que se le añadieron
preguntas básicas para la comprensión del rol de género.
La tercera estrategia se basó en técnicas de investigación propias de
la metodología cualitativa, que consiste en la producción de datos des-
criptivos que se obtienen a partir de las propias palabras de las personas,
habladas o escritas y la conducta observable. La metodología cualitativa
a diferencia de la cuantitativa, es algo más que un conjunto de técnicas
para recoger datos, es un modo de encarar el mundo empírico, a partir de
un diseño flexible (Taylor y Bogdan, 1987).
La investigación cualitativa valora las perspectivas de los investiga-
dos sobre sus mundos y busca descubrir esas perspectivas; requiere la
inmersión del investigador en la vida cotidiana de su objeto de estudio;
visualiza la investigación como un proceso interactivo entre el investi-
gador y el investigado; es principalmente descriptiva y depende de las
palabras y los comportamientos de las personas, como fuente de datos
primarios (Marshall y Rossman, 1989).
Esta última estrategia metodológica, permitió comprender el fenóme-
no de la inserción de las mujeres en los sistemas productivos pesqueros,
desde la perspectiva de las propias trabajadoras, socias de cooperativas
y cooperativistas, así como sus prácticas y racionalidades. El conjunto de
datos que serán expuestos en este capítulo, son descriptivos y se originan
en fuentes secundarias y primarias. No obstante, el grueso de análisis se
realizó a partir de la voz de las mujeres, que dieron cuenta de su conducta
y transmitieron una imagen fiel de su condición de género.

212
Sistema de género y Capital Social

8.3. DE LA TEORÍA A LOS INDICADORES DE GÉNERO: LOS ÍNDICES


DE DESARROLLO DE GÉNERO (IDG) Y DE POTENCIACIÓN DE
GÉNERO (IPG)

Aunque diversas investigaciones han concluido que el estatus de la mu-


jer se relaciona positivamente con la productividad y la armonía social (Pic-
ciotto, 1998), lo cierto es que el progreso económico tan esperado tras más de
cincuenta años de programas de desarrollo, ha sido insuficiente.
Una de las razones que explican el éxito (o fracaso) relativo de las políti-
cas de desarrollo, es la persistencia de las desigualdades de género derivadas
de las pocas transformaciones efectuadas en los sistemas de normas, valores,
reglas y prácticas que rigen la condición de las mujeres dentro del hogar, la
familia y las instituciones (Narayan y Shah, 2000).
Con excepción de la adquisición de la ciudadanía en algunos países, los
cambios operados en la condición social general de las mujeres comenzaron
a manifestarse a partir de la década de los cincuenta. Desde entonces, el nú-
mero de mujeres económicamente activas ha crecido en quinientos millones
y el número de niñas que asisten a la escuela se ha triplicado. Excluyendo
a China, el número de mujeres que saben leer y escribir ha aumentado en
más de seiscientos millones durante los últimos treinta y cinco años. Las
condiciones de salud de las mujeres son actualmente mucho mejores que
hace cuarenta y cinco años. Hoy, el voto femenino y el derecho de la mujer a
ocupar cargos públicos es casi universal (Picciotto, 1998).
Con todo y los avances registrados en la mayoría de los países más po-
bres del mundo en materia de salud y educación de niñas y mujeres, los da-
tos indican que la evolución no es necesariamente ascendente en los países
de ingreso bajo.
En cuanto a la participación en el mercado laboral formal, acceso a créditos,
creación de empresas, niveles de ingreso y derechos a la herencia y la propie-
dad, la situación de la mujer todavía dista mucho de ser igualitaria con la del
hombre (Banco Mundial, 2006). Sólo para apuntalar esta idea, se muestran
algunos ejemplos que el Banco Mundial (2006) ha registrado en torno a la per-
sistencia de inequidades de género en países con bajo nivel de desarrollo:
- En los países de ingreso bajo, la tasa de empleo femenina se redujo del
53% en 1980, al 49% en 2005, mientras que la tasa de empleo de los hombres
continúa prácticamente invariable en torno al 86%.
- En los países de ingreso bajo, la proporción de mujeres en empleos re-
munerados no agrícolas apenas llegaba al 30% en 2005. Para 20 países del
África Subsahariana, Asia meridional, Oriente Medio y Norte de África, esta
proporción fue menor al 20%.
213
CAPITAL SOCIAL, GÉNERO Y DESARROLLO

- En todos los países en desarrollo, las mujeres ganan en promedio alre-


dedor de un 22% menos que sus colegas masculinos.
- Las mujeres africanas son beneficiarias de menos del 10% de todo el
crédito destinado a los pequeños agricultores y del 1% del crédito total des-
tinado al sector agrícola, a pesar de que constituyen la mayoría de los traba-
jadores en ese sector.
El Banco Mundial (2006) reconoce que mayores niveles de igualdad con-
tribuyen al fortalecimiento del crecimiento económico, a la reducción de la
pobreza y a una mayor capacidad para gobernar eficientemente:
“Limitar las oportunidades económicas de la mujer es una mala práctica
económica: la inversión insuficiente en la mujer limita el crecimiento eco-
nómico y frena cualquier avance en la reducción de la pobreza. Los países
con mayor igualdad entre los sexos suelen tener tasas de pobreza más bajas.
Además, existen pruebas concluyentes que asocian el aumento en la produc-
tividad y los ingresos de la mujer a menos pobreza en el hogar y a mejores
resultados en materia de salud, educación y nutrición entre los niños” (Ban-
co Mundial, 2006).
Las políticas de desarrollo han pretendido corregir los desequilibrios
existentes entre hombres y mujeres, pero, ¿es suficiente el desarrollo para
que las mujeres alcancen cuotas significativas de igualdad? Hay que señalar
que no existe un solo lugar en el mundo, donde las mujeres sean iguales
a los hombres en términos del acceso a los derechos legales, económicos y
sociales.
A partir de 1995, la Plataforma para la Acción de la IV Conferencia Mun-
dial sobre la Mujer realizada en Pekín, impuso una nueva forma de trabajar
hacia la igualdad de oportunidades, mediante la construcción de indicado-
res capaces de hacer visible la desigualdad entre hombres y mujeres, con
la finalidad de fortalecer la planificación y aplicación de políticas y progra-
mas sensibles al género. Entre los acuerdos derivados de la plataforma se
recomendó recoger, compilar, analizar y presentar periódicamente datos
desglosados por edad, sexo, indicadores socioeconómicos y otros, como el
número de familiares a cargo; así como promover el desarrollo de métodos
estadísticos para mejorar los datos relacionados con la mujer en el desarrollo
económico, social, cultural y político.
Los primeros indicadores sensibles al género se elaboraron en organis-
mos internacionales como el Banco Mundial, la Comisión Económica para
América Latina y el Caribe (CEPAL) y el Programa de las Naciones Unidas
para el Desarrollo (PNUD).
Este último ha venido trabajando desde 1990 en la publicación de informes
internacionales y nacionales a partir del Indicador de Desarrollo Humano (IDH)
214
Sistema de género y Capital Social

que, en principio, no incluía la perspectiva de género.80 Fue precisamente a partir


de 1995 que el PNUD se dio a la tarea de construir el IDG y el IPG, con la finalidad
de establecer medidas adecuadas para dar cuenta de la desigualdad entre hombres
y mujeres. Ambos permiten situar a los países en una clasificación inter e intra na-
cional mayor o menor, en función de la situación de desigualdad de género.
Mientras el IDH mide el progreso medio, el IDG ajusta el progreso me-
dio para reflejar las desigualdades entre hombres y mujeres en los siguien-
tes aspectos: una vida larga y saludable, medida por la esperanza de vida
al nacer; conocimientos, medidos por la tasa de alfabetización de adultos
y la tasa bruta de matriculación combinada en educación primaria, secun-
daria y terciaria y, un nivel de vida decoroso, medido por la estimación de
ingreso proveniente del trabajo (en dólares PPC) (PNUD, 2004).

8.3.1. Índice de Potenciación de Género (IPG)

8.3.1.1. El IPG como indicador social


El IPG es un indicador social que mide el nivel de oportunidades de las
mujeres y refleja la participación de las mujeres en la vida pública. No inclu-
ye otros aspectos de la potenciación, en particular los relativos a la esfera do-
méstica y la vida comunitaria. El IPG mide tres dimensiones de desigualdad
en la participación de las mujeres:
- Oportunidades y participación en la toma de decisiones políticas, medi-
da a través de la proporción de mujeres en el Poder Legislativo (cámaras de
diputados y de senadores y congresos locales).
- Acceso a oportunidades profesionales y participación en la toma de de-
cisiones económicas. Medido por la participación de mujeres en puestos pro-
fesionales y técnicos, o como altas funcionarias y directivas.
- Control sobre los recursos económicos, basado en el ingreso proveniente
del trabajo femenino, y estimado a partir del PIB total y el porcentaje de mu-
jeres en la Población Económicamente Activa (PEA).
El PNUD (2007-2008) clasifica los países en tres grupos según el índice de
desarrollo humano que presentan:
- Países de desarrollo humano alto (IDH ≥ 0,8): 70 países.
80 Recuérdese que, según la perspectiva del desarrollo humano que sostiene el PNUD, el desarro-
llo no puede ser entendido desde la perspectiva del crecimiento económico (Capítulo 1). El propósito
final del desarrollo se encuentra en cada uno de sus habitantes y en las posibilidades que ellos tienen
para elegir una vida en la que puedan realizar a plenitud su potencial como seres humanos. El desa-
rrollo humano consiste en la libertad que gozan los individuos para elegir entre distintas opciones y
formas de vida. El PNUD mide el desarrollo humano a partir de tres dimensiones: la posibilidad de
alcanzar una vida larga y saludable, poder adquirir conocimientos individual y socialmente valiosos, y
tener la oportunidad de obtener los recursos necesarios para disfrutar un nivel de vida decoroso.

215
CAPITAL SOCIAL, GÉNERO Y DESARROLLO

- Países de desarrollo humano medio (0,5 ≤ IDH < 0,8): 84 países.


- Países de desarrollo humano bajo (IDH < 0,5): 21 países.
De acuerdo con esta clasificación se distribuyen los resultados del resto
de indicadores que elabora el PNUD, entre los que se encuentra el IPG. A
partir del informe publicado por esta institución en el 2006, se pueden ex-
traer las siguientes conclusiones.
Efectivamente, un desarrollo humano mayor da lugar a una mejor posi-
ción para las mujeres (en los países con desarrollo humano alto la media del
IPG del grupo es de 0,68; mientras que la cifra baja a 0,45 para los países con
desarrollo humano medio).81 No obstante, los resultados obtenidos a partir
de esta medición a escala mundial son todavía insatisfactorios ya que sólo
12 países superan la cifra de 0,80, y ninguno alcanza el valor 1 de IPG, que
representaría la relación de igualdad en cualquiera de los indicadores.
La Figura 8.1. expresa la distribución de los países en función del IDH y el
IPG, observándose que el IDH se relaciona positivamente con el IPG, sobre todo
en el caso de los países más desarrollados. Esta relación positiva indica que cuan-
to más alto es el nivel de desarrollo humano, la condición de las mujeres mejora.

Figura 8.1. Relación entre el IPG y el IDH


1.0 1.0
0.9 0.9
Índice de Potenciación de Género

0.8 0.8
España o

0.7 0.7
0.6 Méxicoo 0.6

0.5 0.5
0.4 0.4
0.3 0.3

0.2 0.2
0.1 0.1
0.4 0.5 0.6 0.7 0.8 0.9 1.0
Índice de Desarrollo Humano

Fuente: Elaboración propia a partir de los datos del PNUD (2006)

81 No se incluye el IPG para los países con IDH bajo porque sólo dos países proporcionan
esta información.

216
Sistema de género y Capital Social

Cuando del IPG se desagrega para medir el acceso al poder político, se


observa que aún en los países más evolucionados, este ámbito sigue sien-
do eminentemente masculino. Como se expresa en la Figura 8.2., existe baja
representación de mujeres que ocupan escaños parlamentarios (20% en los
países con desarrollo humano alto), con escasas diferencias en el porcentaje
de mujeres legisladoras, altas funcionarias y directivas independientemente
del grado de desarrollo que presente el país: 29,3% para países con desarro-
llo humano alto; 26,6%, para países con desarrollo humano medio y 26,5% en
países con desarrollo humano bajo.
Respecto a la dimensión relativa a las oportunidades profesionales y de
participación en la toma de decisiones en el sector político y económico, en
la misma Figura 8.2. se observa una mejor posición de las mujeres de paí-
ses más desarrollados, con una pequeña diferencia entre el grupo de países
con desarrollo humano alto (50,8%) y medio (45,7%), y una distancia mucho
mayor con el tercer grupo de países (desarrollo humano bajo), en los que el
porcentaje de mujeres que ocupan puestos profesionales y técnicos apenas
supera el 20%.

Figura 8.2. La participación de las mujeres en el Mundo

60

50

40

30

20

10

0
Escaños parlamentarios Legisladoras, altas Mujeres en puestos
ocupados por mujeres funcionarias y directivas profesionales y técnicos
Desarrollo Humano Alto Desarrollo Humano Medio Desarrollo Humano Bajo

Fuente: Elaboración propia a partir de los datos del PNUD (2006)

217
CAPITAL SOCIAL, GÉNERO Y DESARROLLO

Respecto al control sobre los recursos económicos, que permite valorar


de manera diferenciada por sexo el ingreso proveniente del trabajo, se ob-
serva nuevamente un reparto inequitativo. Como se expresa en la Tabla 8.1,
la mayor parte de los recursos económicos sigue siendo potestad masculina,
incluso en el caso de países más desarrollados, donde sólo Suecia supera el
0,8 respecto al control de las mujeres sobre los recursos económicos.

Tabla 8.1. Control de las mujeres sobre los recursos


Desarrollo Humano Alto 0,56
Desarrollo Humano Medio 0,48
Desarrollo Humano Bajo 0,25
Fuente: Elaboración propia a partir de los datos del PNUD (2006)

8.3.1.2. El IPG en México.


Con la finalidad de aportar elementos que permitan valorar el grado de
avance en torno al IPG en México, se ha realizado un breve pero ilustrativo
ejercicio de comparación entre España y México a partir del lugar que ocu-
pan en cuanto al IDH en la clasificación mundial.
Entre los 175 países miembros de la ONU con datos disponibles para el
período 2007-2008. España ocupa el lugar 13, en tanto que México, el 52. Es-
paña presenta un IDH de 0,949; México, de 0,829 (PNUD, 2007). 82
Aunque ambos países forman parte del grupo con desarrollo humano
alto (+ 0,8) España se encuentra entre los 28 países cuyo IDH supera el 0,9,
donde el más alto es Islandia con 0,968 y el más bajo, Chipre, con 0,903.
En tanto que México se encuentra entre los 42 países con IDH inferior a
0,9 pero superior a 0,8; grupo en que el país con IDH más alto es Portugal
con 0,897 y el más bajo, Brasil con 0,800. Aunque México y España formen
parte de este amplio grupo de países considerados de desarrollo alto, las
diferencias entre ambos son notables: no es lo mismo estar a doce lugares
de Islandia, que a 22 de Portugal. Una vez realizada esta acotación, no es

82 Aunque los datos que comparan países son válidos, cabe mencionar que existen discre-
pancias entre el IDH presentado a nivel mundial y el que se utiliza en el Informe sobre Desarro-
llo Humano México 2004, que se realizó con énfasis en el análisis regional, estatal y municipal.
El Informe Mundial 2004, ubicaba a México en el grupo de países con alto nivel de desarrollo
al alcanzar un IDH de 0,802. Sin embargo, al utilizar las cifras oficiales actualizadas y realizar
el ajuste de la metodología para dar seguimiento a la población entre censos, el IDH se redujo
a una posición ligeramente inferior al valor 0,800, que resulta en un nivel de IDH que deja a
México en niveles intermedios de desarrollo con un índice de 0,794, muy cerca, pero todavía
fuera del grupo de países con desarrollo humano alto (PNUD, 2005).

218
Sistema de género y Capital Social

extraño que en México todos los indicadores presenten valores inferiores a


la media del grupo, con excepción de los escaños parlamentarios ocupados
por mujeres. En cuanto a España, se observan valores superiores a la media
del grupo, excepto por el porcentaje de mujeres que ocupan puestos pro-
fesionales y técnicos, así como en el reparto de los ingresos diferenciados
por sexo.
El valor global del IPG en ambos países, es el siguiente: México tiene un
IPG de 0,60, ligeramente inferior a la media del grupo que es de 0,68. España
presenta un IPG de 0,78, significativamente mayor a la media del grupo.
En la Figura 8.3. se presenta la participación de las mujeres en cargos
de representación legislativa, altas funcionarias, directivas, profesionales y
técnicas en ambos países.

Figura 8.3. La participación de las mujeres en México


60
50
40
30
20
10
0
Escaños parlamentarios Legisladoras, altas Mujeres en puestos
ocupados por mujeres funcionarias y directivas profesionales y técnicos
España DHA México

Fuente: Elaboración propia a partir de los datos del PNUD (2006a). DHA: países con
desarrollo humano alto.

Como se desprende del gráfico, en España las mujeres ocupan el 32,0%


de los cargos importantes en la esfera política, porcentaje superior a la me-
dia del grupo, que es de 29,3%. En el caso de México, el porcentaje está por
debajo de la media, ya que sólo alcanza el 25,0%.
En México, el porcentaje de mujeres que ocupan escaños parlamentarios,
es más alto que el de la media de los países del grupo (20,1%), pero inferior al
de España. Respecto a la representación de mujeres en puestos profesionales
y técnicos, España (47,0%) y México (41,0%), se mantienen por debajo de la
media del grupo (50,8%).

219
CAPITAL SOCIAL, GÉNERO Y DESARROLLO

En relación al indicador que mide el control sobre los recursos económi-


cos, con base en los ingresos provenientes del trabajo diferenciados por sexo,
los resultados del informe del PNUD (2006) señalan que tanto en España
como en México, los porcentajes se mantienen por debajo de la media del
grupo. En este indicador, la media de los países más desarrollados es de
0,56, cifra que indica la persistencia de la desigualdad de género en el ámbito
económico a escala mundial.
En el caso de México, el control de las mujeres sobre los recursos eco-
nómicos asciende a 0,39, uno de los índices más bajos del mundo, inferior
incluso al de la mayoría de los países menos desarrollados. Para España, este
índice es ligeramente inferior al de la media del grupo, con un 0,50.

8.3.1.3. El IPG en Baja California Sur


Según el Informe sobre Desarrollo Humano en México: El reto del desa-
rrollo local (PNUD, 2005), Baja California Sur se encuentra en el cuarto lugar
del grupo de entidades que presentan un mayor IDH: el primer lugar, lo
ocupa el Distrito Federal con 0,88; el segundo lugar, Nuevo León, con 0,84;
el tercero, Coahuila con 0,82 y el cuarto, Baja California Sur con 0,82. Salvo
el Distrito Federal, las entidades con mayor IDH se ubican en las regiones
norte y noroeste de México (PNUD, 2005)
Desde la perspectiva del desarrollo nacional, Baja California Sur forma
parte de las entidades mexicanas con un índice de desarrollo humano alto,
semejante al que presenta México en la medición internacional (0,82). Sin
embargo, éste nivel de desarrollo no se expresa de la misma manera entre
los cinco municipios que conforman a la entidad, ya que solo La Paz (0,817)
y Los Cabos (0,843) presentan un índice alto, en tanto que Loreto (0,794),
Comondú (0,779) y Mulegé (0,778) presentan un desarrollo humano medio
alto (CONAPO, 2000).
Cuando se aplica el IDG al IDH, resulta que Baja California Sur sube al
tercer lugar nacional (0,82), precedido por el Distrito Federal (0,87) y Nuevo
Léon (0,83). Cuando se valora el IPG, Baja California Sur sube otro lugar,
para ocupar el segundo en escala nacional (0,66) sólo precedida por el Dis-
trito Federal (0,87). Esto es, que Baja California Sur es la tercera entidad que
menos desarrollo humano pierde en razón del IDG y la segunda, luego del
Distrito Federal, que más gana en IPG.
En la Figura 8.4 se recogen los resultados del IPG para los cinco munici-
pios del Estado de Baja California Sur, en la que se observa que el Municipio
de Mulegé presenta la segunda posición más baja de la entidad (0,40), prece-
dido por el municipio de Comondú (0,33), (PNUD, 2006a).
220
Sistema de género y Capital Social

Figura 8.4. El IPG en los municipios de Baja California Sur


0,7
0,64 0,63
0,6
0,56
0,5 0,47
0,40
0,4
0,33
0,3

0,2

0,1

0,0
La Paz Los Cabos BCS Loreto Mulegé Comondú

Fuente: Elaboración propia a partir de PNUD (2005).

Otro conjunto de datos, da cuenta del papel de las mujeres en los puestos
de decisión para los municipios de la entidad. Como se observa en la Figura
8.5, Mulegé ocupa el último lugar en el porcentaje de mujeres que ostentan
cargos de representación política, funcionarias y directivas. Tan solo el 6,3%
de los cargos de representación política están ocupados por mujeres y poco
más del 20% ocupan cargos de funcionarias o directivas. Mulegé ocupa el se-
gundo lugar respecto al porcentaje de profesionales y técnicas, con 41,3 %.

Figura 8.5. La participación de las Mujeres en Baja California Sur

Profesionales y
Técnicas

Funcionarias y
Directivas

Representación
política

0 10 20 30 40 50 60
La Paz Los Cabos Loreto Mulegé Comondú

Fuente: Elaboración propia a partir de PNUD: http://saul.nueve.com.mx/competividad/


221
CAPITAL SOCIAL, GÉNERO Y DESARROLLO

8.3.2. IPG como potenciador del IDH


Dada la persistencia de las desigualdades atribuibles al género, el IDG redu-
ce al IDH. Si el desarrollo promedio de las mujeres fuera igual al de los hombres
en todas las dimensiones, los valores del IDH y el IDG serían iguales (PNUD,
2005). En todos los países en los que es el PNUD ha realizado informes naciona-
les en los que se ha integrado la perspectiva de género, se observan pérdidas de
desarrollo por desigualdad de género.
Para el caso mexicano, cuando en el Informe sobre Desarrollo Humano
(PNUD, 2005) se introdujeron consideraciones de género en la medición del
IDH, al calcular la desigualdad entre los logros promedio de las mujeres y de los
hombres, los niveles de desarrollo mostraron pérdidas hasta de 50%. En 2002, el
IDG nacional fue de 0.783, menor al 0.793 del IDH y en la distribución por enti-
dades federativas las diferencias resultaron similares (PNUD, 2005).
Por tanto, el IDG es un indicador útil para reflejar la desigualdad promedio
en logros por género en las mismas dimensiones que analiza el IDH. Cuando
ambos índices se comparan en cualquier ámbito territorial, es posible evaluar la
pérdida en desarrollo atribuible a la desigualdad de género y evidenciar los lu-
gares donde las mujeres presentan un mayor rezago con relación a los hombres.
Por ejemplo, los 50 municipios que más pierden en términos de desarrollo hu-
mano por diferencias en salud, educación e ingreso entre hombres y mujeres se
encuentran en Chiapas, Oaxaca, Veracruz y Puebla. Al incorporar las diferencias
entre sexos se redujo el número de municipios con desarrollo humano alto, se
detectaron diferencias mayores entre los valores extremos de los indicadores de
desarrollo y se observaron considerables pérdidas en el IDH (PNUD, 2005).
Dado que el objetivo que subyace en las mediciones del desarrollo humano
implica evaluar, además del bienestar, la autonomía de los individuos, es ne-
cesario cuantificar la brecha existente entre hombres y mujeres a partir de los
logros de participación en su entorno. Precisamente, ésta es la función del IPG
que, como ya se señaló, mide la participación de las mujeres en distintos aspec-
tos de la vida pública (PNUD, 2005).
La idea de que el desarrollo humano es una condición necesaria, pero insufi-
ciente, para mejorar la condición de desigualdad que todavía prima entre muje-
res y hombres, plantea la interrogante acerca de si, en el caso contrario, ocurriría
lo mismo; esto es, si niveles más altos de igualdad entre hombres y mujeres,
darían como resultado mayores grados de desarrollo humano, al margen de la
consideración de la igualdad como un elemento constitutivo del desarrollo. En
general se asume que cuando las acciones promotoras del desarrollo privilegian
a las mujeres, sus logros tienden a acercarse a los conseguidos por los hombres,
generando así un elevado potencial de creación de bienestar.

222
Sistema de género y Capital Social

Con la finalidad de explorar la relación positiva entre IPG e IDH, se realizó


un pequeño ejercicio demostrativo. Del conjunto de países con datos disponi-
bles (PNUD, 2006), se clasificaron dos grupos de acuerdo al nivel de IPG: países
con un IPG mayor o igual que 0,6, y países con un IPG menor que 0,6. Esto per-
mite distribuir a los países en dos grupos integrados por un número similar de
países, teniendo en cuenta, además, que el valor mínimo del IDH es, en todos
los casos, de 0,5. La media en cada uno de los dos grupos de países, que para
efectos prácticos se denominará IPG alto e IPG bajo, es 0,74 para los países con
IPG alto y 0,47 para los de IPG bajo.
Al medir el desarrollo humano medio para ambos grupos, se comprobó que
el Índice de Desarrollo Humano se incrementa en los países con mayor IPG y
disminuye en aquellos con IPG bajo.

IPGA (+0,6) 0,91 (IDH)


IPGB (-0,6) 0,75 (IDH)

Esta relación positiva indica que promover y garantizar el acceso de las muje-
res a la toma de decisiones políticas y económicas, mediante la instrumentación
de políticas públicas igualitarias entre los géneros, constituye una ruta indispen-
sable para alcanzar los objetivos del milenio, no sólo en materia de equidad de
género, sino también en otras dimensiones básicas del desarrollo.83
La resolución de las desigualdades de género es por tanto, una precondición
para alcanzar la plenitud de la igualdad social. La clave está en el énfasis. Mien-
tras las desigualdades de género sigan interpretándose como parte, apéndice o
agregado de la desigualdad social, continuarán siendo eclipsadas por proble-
mas considerados más urgentes (sin feminizar) como la pobreza, el acceso a la
salud, la educación y al trabajo. En cambio, cuando se asuma que la igualdad de
género es precondición para el desarrollo, los problemas de las mujeres dejarán
de ser invisibles y ellas, no serán más las depositarias acríticas y agobiadas por
la sobre carga de trabajo y responsabilidades que les han sido impuestas desde
los programas de desarrollo, como se demostrará más adelante.
Finalmente, con el objeto de perfeccionar este ejercicio reflexivo en torno a los
83 De los ocho objetivos de Desarrollo del Milenio de la ONU, dos aluden directamente a la con-
dición de las mujeres. El Objetivo 3, es promover la igualdad entre los géneros y el empoderamiento de
la mujer, y el Objetivo 5, mejorar la salud materna. En el primero, se concibe que “…la igualdad entre
los géneros es un derecho humano y es esencial para la consecución de los objetivos de desarrollo del
Milenio. Se trata de un requisito indispensable para superar el hambre, la pobreza y las enfermedades.
Igualdad entre los géneros implica igualdad en todos los niveles de la educación y en todos los ámbitos
de trabajo, el control equitativo de los recursos y una representación igual en la vida pública y política.
Un elemento clave de la potenciación de la mujer es el ejercicio de un poder de decisión en pie de igual-
dad con el hombre en los campos que afectan a su vida (desde la familia hasta los niveles más altos de
gobierno)”. Ver textos completos en http://www.un.org/spanish/millenniumgoals/.

223
CAPITAL SOCIAL, GÉNERO Y DESARROLLO

indicadores de género, se ha incluido una aproximación a la relación entre IPG y


Producto Interior Bruto (PIB), como estrategia complementaria para la medición
del crecimiento económico.
El PIB per cápita suele tomarse como referencia central para la medición del
desarrollo. Hoy existe un amplio consenso sobre sus limitaciones, puesto que la
medición del crecimiento económico desconoce aspectos básicos del desarrollo,
como las desigualdades en general, y las desigualdades de género en particular,
la pobreza, el deterioro ambiental y el acelerado agotamiento del capital natural,
entre otros.
En la Figura 8.6. se distribuyen los países atendiendo a los niveles nacionales
de IPG y PIB per cápita, ajustado con la paridad de poder de compra (PPA). Se-
gún se expresa en el gráfico, existe una relación estrecha entre ambos indicadores
que muestra que, en contextos donde los niveles de IPG se incrementan, el PIB
per cápita también aumenta.
En este camino hacia la construcción de datos y después de un ejercicio esta-
dístico nutrido de la información internacional y nacional secundaria producida
por el PNUD, se ha demostrado que existe una relación positiva entre el Índice
de Potenciación de Género y el nivel de desarrollo. Por tanto, insistir en políticas
de desarrollo centradas en las estrategias habituales (incremento de los niveles
de educación, salud y empleo) no es suficiente para garantizar la construcción de
una sociedad democrática, que no será, si las mujeres no son concebidas como
ciudadanas plenas y agentes de cambio.

Figura 8.6. La relación entre el IPG y el PIB per cápita


40000 40000

30000 30000
PIB per cápita $PPA

20000 20000

10000 10000

0 0
0.1 0.2 0.3 0.4 0.5 0.6 0.7 0.8 0.9 1.0
Índice de Potenciación de Género

Fuente: Elaboración propia a partir de: PNUD (2006).


224
Sistema de género y Capital Social

La importancia de la potenciación de género reside en que incrementa la


capacidad para generar capital humano y CS. Aumentar la representación
política, reducir la desigualdad entre los géneros en el empleo, facilitar su
incursión en la vida de las comunidades haciendo compatible para ambos
sexos, familia y ámbito público, son estrategias que deben ser desarrolladas
para hacer un mundo, no sólo más justo en sentido ético, sino mejor aprove-
chado en términos económicos, sociales y ambientales.
En las páginas que siguen y a través de un estudio de caso, se demostrará
que la persistencia de estereotipos de género, conduce a la preservación de la
sociedad patriarcal que, además de las diferencias de clase, raza o etnia, sub-
siste porque mantiene la desigualdad más profunda y difícil de erradicar: la
desigualdad entre hombres y mujeres.

8.4. DIAGNÓSTICO DE GÉNERO EN LAS ORGANIZACIONES


PESQUERAS

Para llevar a cabo este diagnóstico, se partió de la noción de CS amplia-


mente desarrollada en los capítulos precedentes, que identifica la existencia
de tres tipos de CS: el de unión (bonding), el de puente (bridging) y el de
escalera (linking) (Woolcock, 2001). Cada uno, implica un nivel de acceso a
recursos y activos que depende del tipo de organización asociativa que se
presenta en una determinada comunidad.
La diferencia entre el CS de puente y el de escalera, respecto al CS de
unión (nivel básico), es que éstos ofrecen activos y niveles de avance en la
satisfacción de ciertos objetivos de vida, que el CS de unión nunca brinda.
Sólo por medio de la organización asociativa, es decir del CS de puente,
(nivel intermedio) se puede presionar por ejemplo, al poder político o a la
estructura gubernamental, para producir cambios en las políticas y reglas
que determinan el acceso diferenciado a los activos presentes en una de-
terminada sociedad e, influir en las instituciones que controlan y regulan
la oferta y el acceso a los activos sociales. Sólo a través del CS de escalera,
(nivel alto) se puede lograr el acceso a cierto tipo de recursos públicos y
externos, nacionales o internacionales, que facilitan el acceso a los espacios
político-administrativos responsables del diseño de políticas sociales (Be-
bbington, 2005).
Según Bebbington, (2005) el CS de unión sirve para la sobrevivencia, para
irla pasando (to get by). Es más un capital potencial, que real. Eventualmente,
permite el acceso a formas de reciprocidad, al apoyo en momentos de crisis,
a posibilidades de compartir ciertos recursos. Sin embargo, es poco proba-

225
CAPITAL SOCIAL, GÉNERO Y DESARROLLO

ble que permita una acumulación significativa de otros activos. En cambio,


los niveles de puente y escalera, consiguen facilitar el acceso a recursos que
existen fuera de la localidad o de las estructuras sociales locales, que proba-
blemente permitirían avanzar a otro nivel de acumulación de activos (to get
ahead) (Bebbington, 2005).
Los resultados tanto de la encuesta, como de las entrevistas cualitativas,
se han organizado con base en la idea de que existen sinergias entre los di-
ferentes tipos de CS. Por ejemplo, la organización cooperativa en la Región
Pacífico Norte, es muy fuerte y de hecho, constituye la estructura social local
más importante. Las cooperativas son fuente de activos tanto para la organi-
zación, como para la comunidad.
Sin embargo, a pesar de que las cooperativas han logrado construir bue-
nas dosis de CS de puente y escalera y han derramado los beneficios de este
CS, en sus comunidades; las trabajadoras y socias de estas organizaciones no
han logrado ni puentear, ni escalar por su cuenta y en beneficio del colectivo
de mujeres, más allá del CS de unión, que fuera de las estructuras domésti-
cas y familiares, tampoco parece ser muy efectivo. Pero veamos los resulta-
dos de la encuesta, para a partir de allí problematizar con mayor precisión
algunas cuestiones de fondo.

8.4.1. Resultados de la encuesta


La encuesta (véase Anexo) se aplicó con el criterio de distribución regio-
nal al que ya se ha hecho referencia, de tal manera que se recabaron datos en
Guerrero Negro y la región Pacífico Norte. Los encuestados (todos hombres),
son gestores o representantes de las cooperativas. Las preguntas con enfo-
que de género que se incorporaron al cuestionario se dirigieron a indagar
básicamente dos aspectos: la presencia de mujeres en puestos de dirección,
así como la frecuencia de la participación de las mujeres en las asambleas
donde se toman las decisiones que rigen a las cooperativas.
En Guerrero Negro, se entrevistaron un total de 10 gestores, pertenecien-
tes a 7 cooperativas, una de las cuales, es de mujeres. A la pregunta de si
había mujeres en puestos de dirección, en 4 de las siete dijeron que no. Las
razones que explican ésta ausencia, es que apenas hay mujeres en las coope-
rativas. En consecuencia, la poca o casi nula presencia de mujeres en cargos
administrativos importantes, implica su baja participación en las reuniones
colectivas. Según el resultado de la encuesta, la participación de las mujeres
durante los últimos tres años en las asambleas de las cooperativas de Gue-
rrero Negro, se ha reducido en cuatro de siete cooperativas, en tanto que se
ha incrementado solo en dos.
226
Sistema de género y Capital Social

En la Región Pacífico Norte, se entrevistó a un total de 15 gestores, que


representan a 8 cooperativas. En ninguna hay mujeres que ocupen puestos
de dirección. En este caso, la explicación no fue cuantitativa como en Guerre-
ro Negro (apenas hay mujeres en las cooperativas), sino que obedece clara-
mente a estereotipos de género: las mujeres no están en puestos de dirección
porque muestran poco interés; deben mantener a su familia; no les gusta
viajar; por ignorancia o porque hay muy pocas mujeres en la organización.
En consecuencia, el nivel de participación de las mujeres en las asambleas
sigue siendo poco representativo, a pesar de que 10 de los 15 gestores entre-
vistados, mencionó que ésta se ha incrementado en los últimos tres años.
Los resultados de la encuesta, asientan claramente que las cooperativas es-
tán dirigidas por hombres y que la participación de las mujeres en la toma de
decisiones es prácticamente nula. Al interior de la organización, la mayoría
de las mujeres ocupan los puestos de trabajo que requieren menor calificación
(obreras). Y cuando tienen alguna (secretariado, técnicas en administración o
contabilidad), no les ha sido útil para ascender en la escala laboral. Es eviden-
te, que las mujeres no han encontrado en las cooperativas un espacio que faci-
lite su empoderamiento. En el apartado que sigue y desde sus propias voces,
se realizará una aproximación más cercana a la situación de las mujeres en los
sistemas productivos pesqueros de las regiones de estudio.

8.4.2. Desde sus propias voces


Este apartado se ha estructurado a partir de las entrevistas que se reali-
zaron a diferentes grupos de mujeres directamente involucradas en el sector
pesquero de las regiones de estudio. La mayoría fueron entrevistas colecti-
vas en los centros de trabajo, lo que facilitó, además del contacto personal,
la observación tanto de la organización del trabajo como del tipo de proceso
que efectúan cotidianamente. El diseño siguió las pautas de un guión para
grupos de discusión.
Dado que se estaba en antecedentes de que en la región de estudio solo
había una cooperativa de producción pesquera encabezada por mujeres, se
buscó una organización semejante fuera del área, con el fin de comparar ex-
periencias. En total, se realizaron 9 entrevistas colectivas, en el lapso de una
semana de trabajo en campo efectuado a finales del mes de abril del 2007,
con base en la siguiente distribución:
- 4 en grupo de discusión a obreras en planta procesadora (Bahía Tortu-
gas, Bahía Asunción, La Bocana y Punta Abreojos);
- 1 entrevista en grupo a mujeres cooperativistas (Cooperativa La Perla
de Guerrero Negro);
227
CAPITAL SOCIAL, GÉNERO Y DESARROLLO

- 1 grupo de discusión mixto compuesto por un pescador, un delegado


municipal que a su vez es miembro de una cooperativa especializada en
la captura de Mano de León, una mujer de esa cooperativa, un repre-
sentante de ESSA, una bióloga del CIBNOR y dos representantes de la
Cooperativa La Perla. (Grupo de discusión efectuado en el Campus de la
UABCS, Guerrero Negro)
- 1 a dos secretarias (Cooperativa Punta Abreojos)
- 1 individual a obrera de planta empacadora (Bahía Tortugas)
- 1 individual a representante de cooperativa (Cooperativa Mujeres del
Golfo de California).84
Para proceder al análisis, las entrevistas se ordenaron en diferentes ám-
bitos, con base en el triple rol que desempeñan las mujeres: reproductivo,
productivo y comunitario. A continuación, se presentan los resultados más
relevantes.

8.4.2.1. Ámbito reproductivo


Al inicio, las diferencias entre mujeres parecen mínimas: todas tienen hi-
jos, y realizan doble jornada. Las que tienen pareja, complementan con su
salario el ingreso familiar. Entre las jefas de familia, ninguna tiene pareja y
todas, efectúan triple jornada (trabajo formal + informal + doméstico). En
todos los casos, el cuidado de los hijos durante las jornadas laborales, se
comparte con otras mujeres (familiares, amigas o vecinas).
En conjunto, todas asumen que el trabajo reproductivo es su responsabi-
lidad. A la pregunta expresa de si su pareja, marido, hijos o miembros de su
familia participan de la misma manera que ellas en el trabajo doméstico, se
obtuvieron algunas respuestas ilustradoras:
“¿Que si mi marido ayuda en la casa? ¡No!, no me ayuda nada, puro co-
mer. A veces, me ayuda a ir al mandado, a “acarriar”, pero nada más. “
“No, una llega a las carreras a la casa. Por ejemplo si llegamos a salir
del trabajo para la hora de la comida y va a haber trabajo para la tarde,
salimos ahorita y rápido, unas dos horitas que nos den chance de salir
y hacemos la comida, comemos y hacemos lo de la casa que nos queda
pendiente y ¡Va pa’trás! De vuelta al trabajo. Ya salimos hasta la hora de
la cena. Y lo que sigue para preparar a los plebes para que se vayan a la

84 En el Golfo de California, aproximadamente a 20 km. al sur de Loreto, se localiza un


pequeño poblado pesquero llamado Ligüí, que forma parte del Área Natural Protegida Parque
Nacional Bahía de Loreto. Un grupo de mujeres se ha organizado como Sociedad Cooperativa
Mujeres del Golfo, constituida por 10 socias, con la finalidad de cultivar in situ y aprovechando
las áreas de no pesca, peces de ornato.

228
Sistema de género y Capital Social

escuela al otro día, ver sus tareas, descansar en la noche y ¡otro día más!
Así es siempre, cotidiano.”
“Yo tengo dos hombres en la casa, mis hijos, y ni la cobija con que se ta-
pan levantan.”

8.4.2.2. Ámbito productivo


Las diferencias sociales entre las mujeres entrevistadas se tornan eviden-
tes cuando se observan con base en su rol productivo y desde la perspectiva
de la estratificación social.
Las obreras empleadas en las plantas procesadoras de las cooperativas
(la mayoría de las mujeres trabajadoras) suelen ser jefas de familia, no tienen
pareja, su nivel educativo es bajo (en promedio y cuando mucho, solo han
concluido la educación primaria) y muy pocas son socias. Todas realizan
doble y triple jornada. A pesar de que muy pocas tienen contratos fijos y
de que la mayoría son trabajadoras temporales (jornaleras), su empleo es
seguro (algunas tienen más de treinta años trabajando como jornaleras en
una cooperativa) y sus jornadas laborales no se sujetan a horario, ni a sala-
rio fijos. En temporada alta de pesca, suelen trabajar a destajo y en jornadas
extenuantes.
Sólo perciben las prestaciones que marca la la Ley Federal del Trabajo y
sus condiciones de vida son muy modestas.85 Cuando las temporadas de
procesamiento de abulón y langosta cesan, las jornaleras que tienen una
situación económica más apremiante, suelen emplearse como trabajadoras
domésticas o en otros empleos de baja calificación, incluso una declaró de-
dicarse eventualmente a la prostitución, con la finalidad de complementar
sus ingresos.
En contraste, las trabajadoras administrativas y secretarias, que son mi-
noría en la estructura laboral de las cooperativas, están casadas con socios;
casi todas son socias; no son jefas de familia; su ingreso se suma al de su pa-
reja; tienen un nivel educativo más alto que el de las obreras: estudios secre-
tariales, contables o administrativos; y sus condiciones de vida son mejores.
Todas realizan doble jornada. Estas trabajadoras tienen empleo seguro, con
horario y salario fijos y perciben prestaciones sociales superiores a las que

85 Conforme a la Ley del Trabajo, cualquier empleado debe recibir al día por lo menos el
salario mínimo general y las prestaciones obligatorias. Las prestaciones incluyen: vacaciones
anuales: por lo menos seis días laborales pagados a 125% del salario; aguinaldo de por lo menos
quince días de salario; reparto de utilidades: el 10% de las ganancias brutas se distribuyen entre
los empleados; y contribuciones retenidas para el Seguro Social y el fondo para la vivienda de
los trabajadores.

229
CAPITAL SOCIAL, GÉNERO Y DESARROLLO

marca la Ley Federal del Trabajo.86 Ninguna de las cooperativas considera


entre las prestaciones, ayudas para el pago de guarderías. Ninguna de las
mujeres entrevistadas pensó siquiera, que ésta podría ser una prestación que
aliviase su condición de trabajadoras. Todos y todas asumen que el cuidado
de los hijos es responsabilidad de ellas y forma parte de sus quehaceres co-
tidianos.
En el caso de las mujeres cooperativistas de Guerrero Negro, todas
realizan triple jornada; la mayoría tiene pareja; su nivel educativo es muy
bajo. Son pobres. No tienen empleo seguro, ni horario, ni salario fijos.
Están inscritas en el Seguro Popular, que les provee cobertura básica en
salud. Comparten con sus parejas los gastos del hogar, y muy poco de las
responsabilidades domésticas:
“…él trabaja, pero a veces me ayuda en la casa, al principio no quería,
pero ya ahorita sí. Hay veces que cuando él llega de trabajar, tempra-
no, le da de comer a los niños. Otras veces, va al mandado…”

8.4.2.3. Ámbito comunitario


La participación comunitaria de las mujeres trabajadoras en el sector
pesquero es muy limitada, sobre todo en el caso de las obreras. Su doble
y/o triple jornada, les deja poco espacio para la organización colectiva, la
convivencia social y el compromiso comunitario:
“…después del trabajo, cada quien hace su vida.”

No obstante, algunas se dan tiempo para involucrarse en ciertas acti-


vidades vinculadas con la prolongación de su rol reproductivo en la co-
munidad, como la organización de actividades y programas relacionados
con la escuela, la iglesia, festejos cívicos y sociales.
El testimonio de una trabajadora de la planta procesadora de Bahía
Tortugas, devela una parte de este rol comunitario:
“…hacemos eventos para recaudar fondos, pedimos a las cooperati-
vas, hacemos ventitas de comida, pasamos películas y así vamos reca-
bando fondos para la escuela. Tenemos el proyecto de echar la barda
de la escuela. Ya hemos juntado algo de dinero, pero todavía nos fal-
ta mucho. Si me lo piden, también organizo pláticas sobre educación
sexual e higiene. Yo estudié para trabajadora social. Durante años di

86 Entre las prestaciones sociales que las cooperativas añaden a los socios es: fondo de
pensión, viudez y orfandad; ayudas para la educación de los hijos, fondo de ahorro y crédito,
además de todas las señaladas anteriormente.

230
Sistema de género y Capital Social

pláticas a embarazadas y mujeres con niños menores por los pueblos


de la Pacífico. Viajaba mucho hasta que ya no pude. Tuve que dejar ese
trabajo porque no tenía quien me cuidara a mis hijos. Ahora trabajo
en la planta y cuando me hace falta dinero y tengo tiempo, también
trabajo en una papelería.”
En general, el rol comunitario suelen desempeñarlo mujeres que no
están insertas en los sistemas productivos pesqueros. En Guerrero Negro,
este tipo de organización entre mujeres es más activa que en la región
Pacífico Norte, pero totalmente desvinculada del sector pesquero. Proba-
blemente, la más interesante sea la organización de mujeres amas de casa
y trabajadoras, que a instancia de una activa empresaria local, decidieron
crear una asociación con la finalidad de organizar el Festival Cultural de
la Ballena Gris. La asociación funciona desde 1994 y, aunque en la actua-
lidad el festival se ha institucionalizado y el grupo promotor diluido, esta
iniciativa es un ejemplo de que en Guerrero Negro existe alguna capaci-
dad asociativa entre mujeres, aunque su experiencia no haya sido repli-
cada por otros grupos, ni en otras localidades. El resto de las asociaciones
que existen tanto en Guerrero Negro como en los poblados pesqueros,
están vinculadas a la iglesia y/o los clubes sociales y de servicios, que no
aportan elementos para el empoderamiento de las mujeres.

8.4.2.4. Roles y estereotipos de género


La persistencia de roles y estereotipos de género es muy fuerte en to-
das las localidades. El rol predominante de las mujeres es de amas de
casa y, responsables de la esfera doméstica. El papel protagónico de los
hombres es de proveedor y tomador de decisiones en la esfera pública.
Los hombres no suelen involucrarse en actividades comunitarias direc-
tas, porque se considera una esfera de acción propia de las mujeres. Ellas
en lo privado y comunitario inmediato. Ellos en lo público y lo comuni-
tario mediato.
De hecho, cuando en un grupo de discusión mixto se les preguntó di-
rectamente a ellos acerca de su participación en actividades comunitarias,
no se entendió el sentido de la cuestión, pero la respuesta fue revelado-
ra:
“¿por la comunidad? Pues la mayoría trabaja en la comunidad.”
Para los hombres, lo importante es su participación en la actividad
económica; su intervención en la toma de decisiones; influir en la organi-
zación del sector pesquero. Lo importante es, lo importante: lo público.

231
CAPITAL SOCIAL, GÉNERO Y DESARROLLO

8.4.2.5. Roles y estereotipos de género en la actividad pesquera


La perspectiva que los hombres tienen respecto al la implicación directa
de las mujeres en la pesca, obedece a la clara percepción de que esta activi-
dad es propiamente masculina. Al preguntar a ellos por qué no hay mujeres
directamente involucradas en la pesca, un pescador respondió socarrona-
mente:
“…es muy pesado andar enfriándose allá en la playa. No es un trabajo
para mujeres. Mi mujer no tiene nada que ver con la pesca, ni con el pro-
ceso del producto, ella trabaja en la casa.”
A la pregunta expresa de cómo valora el trabajo que realiza su esposa en
la casa, contestó:
“Pues muy bien, ¿cómo no lo voy a valorar? Muy bien. Nomás llega uno
y lo apapachan, (en ese momento, todos los hombres que estaban en el
grupo de discusión rieron) ¡ya con eso quedamos todos listos!“
Cuando se interpeló a los diferentes grupos de mujeres acerca de las ra-
zones por las cuales ellas no se dedican a la pesca, las respuestas fueron
variopintas y hasta graciosas, pero esclarecedoras respecto al grado de inte-
riorización y prevalencia de los roles y estereotipos de género. En un grupo,
todas se rieron y una respondió:
“¡Es muy pesado! Imagínese…para levantar una trampa. No, pues no, es
muy pesado.”
Otras, también entre risas y sonrisas, comentaron cosas como las siguientes:
“¡Pero si ni sabemos nadar, mucho menos bucear!”
“No podemos meternos al mar, ¿Cómo? tantos días allá afuera.”
“¿Quién se haría cargo de la casa y de los hijos?”
“¿Cómo vamos a andar en la lancha?”
“¡Ah no, yo no!”
Con todo, durante el trabajo en campo se detectaron algunas excepcio-
nes, que no hacen sino confirmar, que en los sistemas productivos pesqueros
predomina un orden masculinizado. Entre las obreras de la planta empaca-
dora de La Bocana, hay una mujer que durante varios años fue pescadora.
Originaria del poblado pesquero El Cardón localizado en los márgenes de la
Laguna de San Ignacio, llegó a tener su propio equipo de pesca, compuesto
por lancha, motor y algunos aparejos:
“Tenía un equipito, una lancha, un motor, en la laguna, allá en El Car-
dón. Lo tuve que vender para poder venirme a La Bocana a trabajar en
la planta. Allá, en El Cardón, trabajaba las redes, callo y pulpo, como

232
Sistema de género y Capital Social

pescadora libre. Pero después empezaron los problemas, porque los com-
pradores son cooperativistas, ya no se podía hacer nada, por eso nos vi-
nimos para acá, no nos salía ni para vivir. Y como uno no es del ejido,
ni de los de la cooperativa que trabaja las ballenas, pues ya a uno no le
dan chance de trabajar, pero el pescado si lo trabajábamos, muy a gusto.
Aquí yo les dije que por qué no me daban chance de pescar y me dijeron
que no. Directamente los socios grandes no, pero comenté, aquí entre los
compañeros y me dijeron que los que no son socios no trabajan en eso. Y
pues ni modo, tuve que vender mi equipo y ya no pesco.”
Durante las entrevistas con las cooperativistas de La Perla de Guerrero
Negro, comentaron que aunque no se reconoce, muchas mujeres trabajan en
la pesca. Algunas son permisionarias y tienen sus propios negocios de venta,
empaque o distribución. Otras, se van a pescar en las lanchas con sus mari-
dos o con los hijos o capturan en los inter-mareales. Las mujeres, matizaron
la percepción de que ellas no se involucran en esta actividad: el hecho de que
las mujeres no se organicen formalmente en una cooperativa o no sean per-
misionarias, no significa que no pesquen, sino que su actividad es invisible.
He aquí un testimonio revelador:
“…Mire, sí hay mujeres que trabajan en la pesca, pero no en coope-
rativas. Hay muchas mujeres aquí en Guerrero Negro que trabajan en la
pesca. Hay muchas que se van en las bajamares a sacar pulpos, almeja
Catarina, caracol, pero con nosotras (se refiere a su cooperativa) no entran
por que ellas están acostumbradas a que sacan un kilo de pulpo, van a
venderlo y agarran dinero. “
Para la cooperativista que tiene la voz, las mujeres pescadoras, a pesar de
que han invitado a algunas mujeres de la localidad, no se les han unido (en
el proyecto de la cooperativa) porque la obtención de ganancias y beneficios
desde la organización, requiere paciencia:
“…yo les digo, que ahorita no hay dinero, pero más adelante sí, que
tengan fe, pero por eso es que muchas no trabajan directamente con noso-
tras. Hay muchas mujeres que se van con los maridos, con los chinchorros
a sacar pescado, le hacen a todo. A nosotros nos hace mucha falta apoyo
para que nos ayuden, para que no sea tan pesada la carga para nosotras,
porque hay veces que si es mucho el trabajo que tenemos que realizar y
llegamos muy cansadas a la casa. Hay veces que ni ganas de comer, ni de
nada. Derechito a bañarse uno y a descansar.”
En general, la actividad pesquera de las mujeres es informal y marginal al
sistema productivo pesquero en torno al cual se organizan tanto las coopera-
tivas, como los permisionarios de Guerrero Negro. El sistema es tan cerrado,

233
CAPITAL SOCIAL, GÉNERO Y DESARROLLO

masculinizado y patriarcal que la pesca realizada por mujeres es invisible


para todos, menos para quienes han tenido que afrontar los riesgos de la
organización:
“…hay muchas mujeres, pero es pesca muy informal, de tipo even-
tual. Por ejemplo, son o están fuera de este sector pesquero que ahorita
han conocido, del padrón de noventa y tantos cooperativas y permisiona-
rios, esas están fuera de este sistema, son mujeres que venden eventual-
mente sus productos. De una manera, les hacen el favor de comprarles
sus productos. Por decirlo, van y sacan un kilo, muy poco y lo venden.
Pero sacan dinero casi inmediatamente y nosotras no, ya tenemos 4 años
trabajando y nomás no.”

8.4.2.6. Discriminación de género


La discriminación por razones de género es invisible incluso, para las pro-
pias mujeres. Ninguna de las que trabajan en las cooperativas, identificó dis-
criminación de género aunque todas coincidieron en que no es fácil penetrar
en las estructuras de la organización para ascender laboralmente o acceder a
responsabilidades semejantes a las de los hombres. Empoderarse al interior
de las organizaciones entraña un proceso de adquisición de poder que per-
mite controlar recursos, acrecentar la autoconfianza y la capacidad propias.
En otras palabras, implica que las mujeres se empoderen a sí mismas. Y esta
es una actitud que no se observa en las trabajadoras de las cooperativas. Para
ellas, es “normal” que ellos ocupen los puestos de responsabilidad y autori-
dad. Tan normal, como someterse a la autoridad patriarcal.
Un ejemplo. En la línea de producción de las plantas procesadoras de
abulón, ellas se hacen cargo de todo el trabajo manual, y ellos, del control
de calidad que implica un trabajo mecánico más sofisticado. A la pregunta
expresa de porqué no había mujeres en el control de calidad, la respuesta
del capataz fue que se requería de un técnico especializado en computación
para poder llevar a cabo esa actividad y que ninguna de las mujeres de la
planta estaba capacitada para ello. Los chicos que hacen ese trabajo, tampoco
eran especialistas antes de incorporar el sofisticado equipo que les permite
complementar el control de calidad. La cooperativa les pagó el curso de ca-
pacitación. Aunque para la mirada investigadora estas diferencias no son
sutiles, para las trabajadoras y el resto del personal de las cooperativas, son
invisibles.
Otro ejemplo: en las cooperativas, todos los capataces son hombres. Du-
rante una entrevista en el sitio de trabajo, el capataz acompañó al equipo

234
Sistema de género y Capital Social

de investigación durante todo el tiempo que se permaneció en la planta.


Su actitud fue siempre muy amable. Es un hombre que conoce su trabajo,
el proceso, la historia de su pueblo, la de su cooperativa. Sin embargo, su
presencia intimidaba a las mujeres. Mientras él estaba allí, ellas ni levan-
taron la vista de la mesa donde trabajaban limpiando y cortando abulón
para responder a las preguntas y comentarios. Fue necesario distraerlo en
una conversación aparte, para que el equipo pudiese conversar con las tra-
bajadoras.
Y al contrario, cuando se logró platicar con las trabajadoras sin la presen-
cia masculina, se consiguió que la conversación transcurriera en un ambien-
te de confianza y distensión.

8.4.2.7. Empoderamiento
En el caso de las mujeres que tienen su propia organización cooperativa
las condiciones son diferentes. Aunque en la escala social las cooperativistas
de La Perla de Guerrero Negro son más pobres que las trabajadoras de las
fuertes y bien organizadas cooperativas de la Región Pacífico Norte, su nivel
de empoderamiento es significativamente mayor.
Al principio, se introdujeron en una actividad totalmente nueva para
ellas, pensando que los frutos de la cooperativa les permitirían complemen-
tar el ingreso familiar:
“Al formar nuestra cooperativa, pues principalmente fue para apoyar
al marido, salir adelante, sacar a nuestros chiquitos adelante. Porque aquí
el trabajo pues, es poco. Cuando el marido tiene trabajo por más tiempo,
es cuando están trabajando en la ganadería, y cuando es temporada de
Mano de León, que son dos temporadas. Mientras no es temporada de
Mano de León, casi no tienen trabajo. Hay veces que se van. Por ejemplo
el esposo de mi hermana se va a acampar fuera de aquí, a San Carlos,
a veces les va bien y a veces les va mal, a veces viene endeudado por
que hay que pagar gasolina. Eso fue lo que más nos alentó, [a fundar la
cooperativa] mientras andan por allá trabajando, nosotras podemos apo-
yarlos acá y sacar a nuestros hijos adelante, darles una mejor vida, mejor
educación.”

Hoy, la cooperativa representa, más que una fuente de ingresos, un pro-


yecto de realización personal. Es un modo de vida que abre puertas a la
construcción de CS más allá del capital de unión. Las mujeres de La Perla,
se han empoderado. Todavía han de transitar hacia el ejercicio efectivo de

235
CAPITAL SOCIAL, GÉNERO Y DESARROLLO

su ciudadanía. Aún tienen que construir puentes y escalar. Pero están en el


proceso.
Antes de asociarse, ninguna de ellas tenía experiencia en el sector pesque-
ro. Todas se desenvolvían en actividades propias de la economía informal
(vendedoras ambulantes o trabajadoras domésticas) y del trabajo reproduc-
tivo. Nunca habían tenido contacto con una granja de cultivo de productos
del mar. Ninguna estaba capacitada ni profesional, ni técnicamente. La idea
de constituir la cooperativa, surgió de los talleres comunitarios promovidos
por la dirección de la Reserva de la Biosfera El Vizcaíno. Luego de varios
talleres y algunas intentonas de organización que no cuajaron, decidieron
acometer la tarea del cultivo de ostión.
En 2003 obtuvieron el permiso de la Secretaria de Relaciones Exteriores
para formalizar la constitución de la Cooperativa de Producción Pesquera
y Acuícola La Perla, de Guerrero Negro, S.C. de R.L. Una vez constituida
la cooperativa, recibieron por parte del Fidecomiso y Fondo Nacional de
Fomento Ejidal, (FIFONAFE) el financiamiento necesario para iniciar el cul-
tivo semi-intensivo de ostión japonés (Crassostrea gigas). Con este fondo,
adquirieron los insumos necesarios para iniciar el cultivo: 1`000,000 de pie-
zas de ostión, entre larva y semilla; instalar el primer almacén y adquirir
herramienta y equipo para la producción.
Gran parte de la entrevista con el grupo de mujeres cooperativistas fue
realizada en su sitio de trabajo. Quizás el peor reducto del complejo lagunar.
Para llegar a la granja, hay que atravesar un basurero. Cerca de la playa, se
levanta una modesta bodega construida con láminas de cartón montadas
sobre una estructura de madera. En ella, guardan el equipo básico para el
desempeño de su actividad: carretilla, costales, camas, agujas para coser los
costales, ganchos para fijar los costales a las camas, guantes, botas de hule,
ropa de trabajo y agua. Desde la bodega, hay que caminar más de 200 metros
para alcanzar la línea de playa sobre un terreno gris de arena farragosa, con
todo el equipo cargado en una carretilla. Ataviadas con botas de hule y ves-
tidas para resistir el viento frío, finalmente llegamos a la pequeña granja de
ostión de las mujeres de La Perla.
El trabajo es rudo e incesante. Cargar y descargar costales. Moverlos de
una cama a la otra, conforme el tamaño. Abrir los costales, limpiar las con-
chas, separarlas por talla. Hacer nuevos costales. Descoser y coser. Seleccio-
nar. Separar. Vaciar. Llenar. Cargar. Afianzar camas. Descargar. Mover. Todo
contra tiempo, viento y marea. Nunca mejor dicho. Frío, pesado, agotador.
Y todo, absolutamente todo, lo han hecho ellas remontando los roles y este-
reotipos de género:

236
Sistema de género y Capital Social

“Cuando comenzamos, nadie pensaba que podíamos. Todos se reían


como diciendo ¿éstas que van a poder? Y luego, nos dieron este lugar
para la granja…como que querían que falláramos. Nos veían, así, de le-
jos…esas no van a poder…y aquí estamos. “

Con respecto al cultivo, ellas no sabían nada antes de organizase. Han


aprendido sobre la marcha. Al principio, contaron con la asesoría de un téc-
nico contratado con el fondo semilla otorgado por el Fidecomiso y Fondo
Nacional de Fomento Ejidal (FIFONAFE), que les enseñó todo el proceso.87
En la actualidad, han logrado remontar las dificultades iniciales: pagaron un
crédito que recibieron como capital semilla y han incrementado la produc-
ción, aunque el volumen todavía es reducido. Venden el producto en el mer-
cado local a través de un intermediario, a un precio que les ha permitido pre-
sentar nuevos proyectos de financiación, pagar deudas y mantener la granja,
aunque las ganancias no sean suficientes aún para sostenerse del cultivo de
ostión. Todas ellas siguen trabajando como empleadas domésticas o en el
comercio informal. Su proyecto es transitar de la acuacultura de fomento, a
la comercial. Para ello, se han hecho de la asesoría de una consultora en la
ciudad de La Paz, con la finalidad de presentar un proyecto que les permita
obtener un financiamiento mayor.
Aunque los beneficios económicos no sean evidentes, el trabajo en la
granja de cultivo de ostión, les ha cambiado la vida. Es cierto, tienen más
responsabilidades y triple jornada, pero tienen un proyecto de vida a futu-
ro. De otra manera, como empleadas domésticas, vendedoras ambulantes o
parejas precarias de precarios pescadores, rancheros o jornaleros, jamás ha-
brían logrado alcanzar lo que ahora tienen: empoderamiento para acometer
un deseo:
87 El FIFONAFE otorgó a la Cooperativa La Perla de Guerrero Negro un financiamiento
en forma de crédito por $126.000 pesos, a pagar en 3 años, mediante abonos anuales a capital
sin intereses por $42.000 pesos cada uno. el pago de esta deuda se complicó. El primer abono,
lo hicieron hasta el año 2005, gracias a la venta de 2.775 docenas de ostión vendidas en el mer-
cado local por un monto total de $69.375, con el cual pudieron abonar un pagaré vencido de
$65, 000 al FIFONAFE. En ese mismo año, la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas
(CONANP), les autorizó la realización de un Programa de Desarrollo Regional Sustentable
(PRODER), que consistió en el otorgamiento de un apoyo económico a fondos perdidos por un
monto de $75.000, para el mantenimiento y seguimiento del cultivo. En 2006, presentaron un
nuevo proyecto a la Secretaría de Acuacultura y Pesca de Baja California Sur y a la Secretaría de
Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (SAGARPA), por el que obtu-
vieron un financiamiento de $370.000 pesos, a fondos perdidos con el objetivo de incrementar
las artes de cultivo, comprar 1.000.000 de semillas de ostión (ya no compraron larva, porque
probaron en el campo que la producción era mejor a partir de la semilla), ampliar el almacén
y construir un área de empaque y manejo. Gracias a este financiamiento, lograron finalmente
pagar la deuda contraída con FIFONAFE (Datos obtenidos de la entrevista realizada in situ por
Gabriela Valle Meza y Rafael García Vizcaíno, 2007).

237
CAPITAL SOCIAL, GÉNERO Y DESARROLLO

“¿Que si la vida nos ha cambiado? No creo…bueno, pues sí. Nos ha


cambiado, ahora con muchas responsabilidades, eso es lo que nos ha cam-
biado hasta ahorita. Eso es lo que pasa con nosotras, si nos gusta realizar el
trabajo que estamos realizando, y a las demás socias que no quieren seguir,
no hay bronca. Por que como no quieren, no se les puede obligar. Pero tam-
poco tenemos libreta del trabajo. Muchas veces nos sirve de distracción, ya
que vamos todas estresadas con nuestros problemas y hasta nos distraemos.
Nos sentimos mejor, ya que vamos a la playa si tenemos un problema lo
platicamos y ya venimos con otro ambiente, con otra cara. En la playa nos
platicamos nuestros problemas, así nos llevamos mejor, nos damos la mano.
Yo siento que así nos apoyamos.”
El papel que ha jugado la dirección de la Reserva de la Biosfera El Vizcaí-
no como facilitadora para el fortalecimiento del CS de unión de las coopera-
tivistas de La Perla, ha sido fundamental. No solo fue esta institución la que
las instó e impulsó para que se organizaran, sino que les ha proporcionado
el acceso al conocimiento técnico necesario para sostener la granja. Han tran-
sitado desde el analfabetismo funcional y la marginalidad social, a expertas
en cultivo de ostión. Acceden al recurso y por ello, acceden a otros recursos.
Conocen y controlan todo el proceso y poco a poco, han aprendido a contro-
lar, administrar y gestionar sus medios.
Han viajado y conocido otras experiencias de producción; han asistido a
talleres de soporte técnico para cultivo de ostión, además de que han par-
ticipado en reuniones donde han compartido experiencias de organización,
con otros grupos de mujeres:
“Esto es muy positivo, hemos ido a muchos talleres, a La Paz, a Bahía de
Los Ángeles, hace poco fuimos a la Laguna de San Ignacio también a la
Sierra de la Laguna. Estuvimos 4 días, muy bonitos y son experiencias
que son irrepetibles, cuando podemos ir varias vamos varias y si no pues,
solo una. En la sierra, fueron cuatro días que estuvo lloviendo. Así hemos
conocido muchas experiencias, cada vez que sale una a talleres trae cosas
nuevas, ideas de lo que se podría hacer, una intercambia ideas, nuevas
experiencias ¡que de estar nomás metida en mi casa pues nunca! Menos
ahora después de todo lo que he experimentado y conocido...”
En las mujeres de la Cooperativa La Perla de Guerrero Negro, se mani-
fiesta un claro, pero reluctante proceso de empoderamiento. Ellas ingresaron
al universo de la organización con un capital humano y social escaso. La coo-
perativa comenzó con 14 socias. En la actualidad, solo permanecen menos
de la mitad. En el proceso, han debido enfrentar además de las dificultades y

238
Sistema de género y Capital Social

obstáculos inherentes al género, las que derivan del origen étnico y de clase:
mujeres de raíz campesina o ranchera que han transitado a la actividad pes-
quera como salida para enfrentar la pobreza.88
Les espera todavía un largo y arduo trabajo para superar los retos que
impone la reestructuración de su organización al menos en cuatro aspectos:
incorporar nuevas socias, incrementar la producción, reorganizar la admi-
nistración y ampliar las opciones de mercado.
En el área de estudio, son las únicas mujeres que han logrado de manera
organizada acceder a una actividad –la acuícola- que según el Programa de
Manejo Reserva de la Biosfera El Vizcaíno (2000) disminuye la presión pes-
quera sobre los recursos silvestres.
Sin embargo, el nivel de competitividad de la Cooperativa La Perla, está
todavía lejos de alcanzar el de los principales productores de ostión japo-
nés en Baja California Sur. Como se expresa en la Tabla 8.2. generada por la
Secretaría de Pesca y Acuacultura del Gobierno del Estado de Baja Califor-
nia Sur en 2007, la producción de este molusco da cuenta de dos cuestiones
importantes. Por un lado, se incluye por primera vez la producción de la
Cooperativa La Perla de Guerrero Negro en la valoración de la producción
estatal de ostión y, por el otro, se observa que ésta se sitúa en el nivel inferior
de productividad de las siete organizaciones productoras en la entidad.

Tabla 8.2. Producción de Ostión japonés en granjas. B.C.S., 2007


Unidades de producción Venta (docenas)
S.C.A.P. * Bahía Tortugas 18.360
S.C.P.P. ** Progreso 3.500
S.C.P.P. y A.*** La Perla de Guerrero 2.360
Negro
S.C.P.P. Punta Abreojos 11.058
Sol Azul aprox 70% export 218.877
Cultemar 22.000
S.C.P.P. Santo Domingo 30.000
Fuente: Comité de Sanidad Acuícola en B.C.S. *Sociedad Cooperativa de
Aprovechamiento Pesquero; **Sociedad Cooperativa de Producción Pes-
quera; ***Sociedad Cooperativa de Producción Pesquera y Acuícola.

Por lo pronto, es posible afirmar que el capital natural de la cooperativa


está asegurado. El nivel de CS que han logrado construir les ha permitido
además de “irla pasando”, tejer algunas redes que les han servido de puente

88 Las dos socias más activas, son hermanas originarias de la región serrana del Estado de
Durango, una entidad ubicada en el norte de México, con un importante componente de po-
blación campesina mestiza e indígena. Durango se encuentra entre las diez entidades del país
que más aportan a la emigración hacia los Estados Unidos, así como a la migración hacia otras
regiones del país (INEGI, 2005).

239
CAPITAL SOCIAL, GÉNERO Y DESARROLLO

para relacionarse con otros grupos y agentes, aunque todavía están lejos de
conformar una estructura organizativa que les permita construir un CS tipo
escalera.
Quizás, podrían hacerlo mediante una estrategia capaz de producir una
sinergia productiva y de empoderamiento, que les permita vincular su ca-
pital natural (cultivo sostenible de ostiones en un ANP), con su capital hu-
mano (mujeres capacitadas para el cultivo de ostiones en un ANP) con la
construcción de un CS que posibilite su enlace con el mercado verde global
(ostiones cultivados en condiciones naturales –orgánicas- por mujeres en
una ANP) a través de la certificación del producto mediante una etiqueta
verde o ecológica.
Es posible que el empoderamiento que han alcanzado, no sea suficiente
aún para acometer un proyecto de esta naturaleza. Sin embargo, han dado
los primeros pasos. Hoy, tienen y saben más, mucho más que cuando empe-
zaron este viaje sin retorno.

8.5. ESTRATEGIAS NECESARIAS PARA INTRODUCIR EL GÉNERO


EN EL DESARROLLO

Diseñar estrategias para introducir el género en el desarrollo no es, ni ha


sido una tarea exenta de dificultades. En el ámbito mundial existen varios
ejemplos que han sido abordados en los capítulos tres y cuatro de este libro,
así como en el cuerpo general de este capítulo. En México, las políticas de
género dirigidas al desarrollo o para decirlo mejor, las políticas de desarrollo
que han incorporado la perspectiva de género son relativamente recientes.
El objetivo de este apartado es realizar un somero análisis del programa de
política social impulsado por la Secretaría de Desarrollo Social (SEDESOL)
llamado Oportunidades, que el gobierno mexicano considera modélico en el
abatimiento de la pobreza. Se revisarán además, algunas de las estrategias
más importantes del Instituto Nacional de las Mujeres (INMUJERES), orga-
nismo responsable de la política de género en México.

8.5.1. Programa Oportunidades


En el país y, en consecuencia, en Baja California Sur, no existen políticas
de desarrollo sensibles al género elaboradas desde la perspectiva del CS. Los
programas de desarrollo han sido diseñados más desde el enfoque del desa-
rrollo social y menos desde el CS: “…el desarrollo conceptual en torno de la
noción de capital social ha ocurrido en paralelo a la discusión de la política

240
Sistema de género y Capital Social

social y la pobreza, y han sido escasos los intentos por construir puentes
entre ambos cuerpos de ideas, a pesar de la existencia de ejes en los que con-
vergen” (González de la Rocha, 2006).
La política social del gobierno federal que más se acerca al enfoque de
CS es la que se ha plasmado en el Programa Oportunidades. Sucedáneo del
Programa Progresa instrumentado en 1997, Oportunidades es un programa
centrado en el desarrollo humano, basado en la corresponsabilidad, en el
que se procura la equidad (incluida la de género) y la reducción de las des-
igualdades. Aunque se centra en la familia, intenta fortalecer el tejido social
y comunitario, a través de la promoción del liderazgo de mujeres (González
de la Rocha, 2006).
El programa, pretende mejorar las condiciones de educación (otorga-
miento de becas educativas), salud (seguro popular) y alimentación (apoyo
monetario y dotación de suplementos nutricionales) de la población en con-
diciones de pobreza extrema.89 Las titulares del programa, son las mujeres
entendidas como madres y responsables de la organización familiar. Según
la Secretaría de Desarrollo Social (SEDESOL), el 98% de los apoyos se otor-
gan a mujeres. Ellas reciben, administran y dan cuenta de los recursos eco-
nómicos asignados.
No es la intención de este apartado evaluar la política social mexicana
en general, ni el programa Oportunidades en particular, solo pretende
mostrar la dificultad que entraña el diseño de políticas de desarrollo des-
de la perspectiva del CS y el género y, Oportunidades es un buen ejem-
plo.
Para comenzar, la política social ha obviado toda la discusión en torno
a la dimensión de género impulsada desde la academia, el movimiento fe-
minista y las organizaciones internacionales respecto al desarrollo. Ya se ha
insistido en los capítulos precedentes de este libro, sobre el fenómeno de la
feminización de la pobreza y cómo los programas derivados de la política
social se sostienen en la participación de las mujeres. Oportunidades no es
una excepción.
La cuestión, es que una vez más se ha delegado en las mujeres la res-
ponsabilidad del programa en el nivel familiar y comunitario, porque se
las considera guardianas del bienestar de la familia y administradoras de
los ingresos domésticos. Además de hacerse cargo de la responsabilidad
89 El programa inició operaciones en áreas rurales en 1997 como PROGRESA. Para el 2001,
el Programa se expandió a áreas semi-urbanas y en el 2002 a áreas urbanas. Según la SEDESOL,
Oportunidades beneficia a cinco millones de familias y la evaluación de su impacto ha recibido
reconocimiento internacional por su rigor académico, confiabilidad y constancia, por lo que se
ha tomado como un modelo a replicar. Ver programa, cobertura y alcances, en la página Web de
la SEDESOL: http://www.oportunidades.gob.mx/

241
CAPITAL SOCIAL, GÉNERO Y DESARROLLO

del trabajo reproductivo y del trabajo productivo, tienen que hacerle fren-
te a las corresponsabilidades que el programa les adjudica, convirtiéndo-
se en extensiones que garantizan su operación: “Son ellas quienes tienen
que ir a las pláticas de salud y llevar a los niños a las citas médicas, aun
cuando estén sanos. Son ellas, también, quienes deben cumplir con las
tareas colectivas y el trabajo ‘voluntario’ que como mujeres beneficiarias
se ven obligadas a hacer en sus comunidades” (González de la Rocha,
2006).
Al transformarse en voluntarias de los programas, las mujeres sopor-
tan una sobrecarga de trabajo. El enfoque utilizado por Oportunidades,
parte del supuesto de que las mujeres poseen una predisposición natural
para servir a sus familias y a sus comunidades a través del trabajo repro-
ductivo. Como apunta González de la Rocha (2006), los estudios sobre los
impactos sociales de las crisis económicas, la intensificación del uso de
los recursos familiares ha tenido enormes costos sociales para las muje-
res. Las jornadas de trabajo se han intensificado; sus cargas de trabajo do-
méstico se han duplicado ante la necesidad de sustituir bienes y servicios
adquiridos en el mercado, por bienes y servicios producidos en casa:
“Son ellas, en gran medida, las que llevan a cabo el trabajo de mante-
ner aceitada y en buen estado la maquinaria social que les brinda apoyos
solidarios y favores recíprocos, en el marco de la cotidianeidad de las
carencias domésticas; y son las mujeres las primeras en experimentar los
amargos sabores del aislamiento social cuando no han cumplido con la
obligación de reciprocar y dejan de contar con los apoyos de las redes
desmanteladas de la extrema pobreza” (González de la Rocha, 2006).
Aunque Oportunidades pareciera un programa cercano al enfoque del
CS, lo cierto es que no ha significado inversión en las capacidades, ni po-
tenciación de sus recursos, entre otras cosas porque no se ha concebido
a las mujeres como agentes del desarrollo. Cuando la política social se
dirige a la resolución de necesidades prácticas de género, como acceso
al agua, a la salud, la educación o al empleo, no se cuestiona la división
sexual del trabajo, ni la posición social de subordinación de las mujeres.
En cambio, cuando se enfatiza en los intereses estratégicos de géne-
ro, (Pappart y Barriteau, 2000) las mujeres se identifican a partir de su
posición de subordinación social. Estos intereses plantean un reto a la
división sexual del trabajo, el poder y el control, así como a los roles y
normas, definidos según parámetros tradicionales que varían conforme
a los contextos particulares y pueden incluir temas tales como derechos
legales, violencia doméstica, igualdad salarial y el control de las mujeres
sobre sus cuerpos.
242
Sistema de género y Capital Social

La politización de las necesidades prácticas y su transformación en


intereses estratégicos deberían formar parte de programas de desarrollo
con enfoque de CS. Ya se ha insistido que las políticas de desarrollo trans-
formadoras del género, deben afrontar las asimetrías entre hombres y
mujeres, a través del apoyo a procesos de empoderamiento, organización
y autonomía de las mujeres. Sin éstos, las mujeres -ni los hombres- po-
drán asumir el control sobre sus vidas, establecer sus propias agendas,
adquirir habilidades, aumentar su autoestima, solucionar sus problemas
y desarrollar la autogestión.

8.5.2. Instituto Nacional de las Mujeres (INMUJERES)


A pesar de que las políticas de atención a las mujeres en México tienen
una historia semejante a las políticas internacionales, su efectividad ha
sido lenta y reluctante. En el año 2001, como parte de las promesas y com-
promisos contraídos por el primer gobierno de la alternancia democrática
en México y como resultado de la intensa lucha dada por las mujeres
desde la sociedad civil, el ámbito académico y los foros y plataformas
nacionales e internacionales, el gobierno mexicano creó el INMUJERES,
como un órgano público autónomo descentralizado de la administración
pública federal, con personalidad jurídica, patrimonio propio y autono-
mía técnica y de gestión.
Aunque es difícil realizar una evaluación de las políticas con enfoque
de género a siete años de su creación, si es posible visualizar un cambio
que en principio parece sustancial en el diseño de las políticas de gé-
nero. El instituto se ha propuesto trabajar para crear y desarrollar una
cultura de igualdad y equidad libre de violencia y discriminación, capaz
de propiciar el desarrollo integral de las mujeres mexicanas y permitir a
hombres y mujeres ejercer plenamente todos sus derechos (INMUJERES,
2001). A través de los criterios de transversalidad, federalismo y vincula-
ción con los poderes legislativo y judicial, el instituto ha promovido con
relativo éxito, el fomento de acciones que posibiliten la no discrimina-
ción, la igualdad de oportunidades y de trato entre hombres y mujeres.
Con la finalidad de dotar de estructura programática a estos supues-
tos de acción, el INMUJERES convocó a una serie de Foros Nacionales
de Consulta para integrar el Programa Nacional de Igualdad de Opor-
tunidades y no Discriminación contra las Mujeres, PROEQUIDAD, que
desde entonces se ha convertido en “…el instrumento rector del gobierno
federal en materia de género, que sintetiza un largo proceso de toma de
conciencia de la igualdad que existe entre hombres y mujeres y que es
243
CAPITAL SOCIAL, GÉNERO Y DESARROLLO

producto del acuerdo entre gobierno, organizaciones de la sociedad civil


e instituciones académicas” (INMUJERES, 2001).90
Con la finalidad de garantizar que estos principios se llevaran a cabo,
el instituto creó el Fondo Pro Equidad para otorgar financiamiento a orga-
nizaciones de la sociedad civil, cuyos objetivos fueran congruentes con el
mejoramiento de las condiciones de vida de las mujeres. Según datos del
propio instituto, en México existen alrededor de 500 organizaciones cuyos
perfiles empatan con las políticas de género en México. Los fondos de la
primera edición se otorgaron a organizaciones que mostraron mayor solidez
con los objetivos generales del instituto, a través un Comité Técnico Evalua-
dor constituido por académicas y funcionarias expertas en género.
En la segunda emisión hubo una modificación, ya que los fondos se otor-
garon a proyectos que proponían acciones en cuatro temas urgentes para el
desarrollo con enfoque de género en México: trabajo doméstico, violencia
doméstica, mujeres en el ámbito rural y la problemática de las mujeres en
Ciudad Juárez. La tercera emisión, incorporó a los temas anteriores, mujeres
indígenas, adultas mayores, mujeres, niñas y niños con discapacidad, y el
fortalecimiento de liderazgos políticos femeninos para impulsar el acceso
de las mujeres a espacios de toma de decisión. La diversidad de temas se ha
incrementado con las convocatorias (ya se han realizado seis emisiones del
fondo) que implican, por un lado, diversidad en las acciones financiadas y
por el otro, dispersión en la adjudicación de los recursos. Todavía no existe
evaluación alguna del impacto que estos proyectos y sus resultados han te-
nido sobre la situación de las mujeres en el país.

90 En resumen, PROEQUIDAD es un programa que contempla nueve objetivos funda-


mentales, a saber: 1. Incorporar la perspectiva de género como eje conductor de los planes,
programas, proyectos y mecanismos de trabajo en la administración pública federal. 2. Impulsar
un marco jurídico nacional eficiente y acorde con los compromisos internacionales en materia
de derechos para las mujeres y las niñas, a través del cual se promoverá y garantizará el pleno
disfrute de estas normas fundamentales de las mujeres y la niñez. 3. Fomentar la igualdad de
oportunidades económicas entre hombres y mujeres a través de la promoción de medidas pro-
gramáticas de carácter afirmativo desde una perspectiva de género. 4. Promover el desarrollo
de procesos y políticas públicas sensibles a las diferencias entre hombres y mujeres que condi-
cionan la pobreza. 5. Fomentar en todos los espacios de nuestra sociedad una educación para
la vida que promueva el aprecio por la diversidad, la tolerancia y el respeto a las diferencias de
género de las personas, así como garantizar, con igualdad y equidad, en todos los niveles, tipos
y modalidades educativas, atención específica a las niñas y las mujeres, para lograr ampliar
su participación y desempeño en todos los campos de la actividad humana, con un sentido de
justicia, al margen de prejuicios y discriminaciones. 6. Eliminar las desigualdades que impiden
a las mujeres alcanzar una salud integral. 7. Prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra
las mujeres. 8. Garantizar a las mujeres el acceso y la plena participación en las estructuras de
poder y la toma de decisiones, en igualdad de condiciones que los hombres. 9. Fomentar una
imagen de las mujeres equilibrada, respetuosa de las diferencias y sin estereotipos en los ámbi-
tos culturales, deportivos y en los medios de comunicación.

244
Sistema de género y Capital Social

El instituto ha promovido otros programas, tales como el Programa Nacio-


nal por una Vida sin Violencia y el proyecto piloto de innovación y aprendizaje
denominado Generosidad que se desarrolló en algunas entidades con finan-
ciación propia y del Banco Mundial, de 2002 a 2004.91 Otra estrategia, ha sido
la propuesta de un modelo nacional para la certificación de organizaciones a
través de una Norma de Equidad y Género, aunque incipiente, existe una lista
de instituciones públicas, privadas y de educación que han alcanzado la certi-
ficación mediante la adopción del Modelo de Equidad de Género (MEG).
El MEG, es una estrategia que proporciona una herramienta dirigida para
que empresas privadas, las instituciones públicas y los organismos sociales asu-
man el compromiso de revisar sus políticas y prácticas internas, para re-orga-
nizar y definir mecanismos que incorporen una perspectiva de género e instru-
menten acciones afirmativas y/o a favor del personal, que conduzcan -a corto
y mediano plazo- al establecimiento de condiciones equitativas para mujeres y
hombres en sus espacios de trabajo. La lista de organizaciones que habían adop-
tado el MEG entre 2003 y el 2006, se incrementó significativamente, aunque es a
todas luces insuficiente. Por cierto, ninguna organización ni institución de Baja
California Sur, se encuentra entre ellas (http://www.inmujeres.gob.mx/).
La institucionalización de la perspectiva de género en México ha sido y es
muy lenta y las respuestas, reluctantes. A pesar de que la Ley General para la
Igualdad entre Mujeres y Hombres y la Ley General de Acceso de las Mujeres
a una Vida Libre de Violencia, fueron aprobadas en el 2006, su instrumenta-
ción todavía está en proceso ya que depende del Acuerdo Nacional para la
Igualdad entre Mujeres y Hombres, impulsado el ocho de marzo del 2007. El
acuerdo, propone avanzar en el proceso de transformación cultural e institu-
cional, en los ámbitos público y privado, para propiciar las condiciones de un
desarrollo equitativo, conforme a los principios de igualdad, de no discrimina-
ción y una vida libre de violencia, con las mismas oportunidades para las mu-
jeres y los hombres en México. Aunque la maquinaria se ha puesto en marcha,
el acuerdo no ha sido firmado ni asumido por la totalidad de las instancias
involucradas. Hasta agosto del 2007, sólo habían suscrito el acuerdo 16 de las
32 entidades federativas y 211 municipios, de los 2 455 del país.92

91 Este programa, reconoce que la única manera de combatir con eficiencia la violencia
es atendiendo todas sus formas, pues es un problema social que afecta los espacios vitales de
hombres y mujeres y que se origina de un aprendizaje en el hogar, en la escuela, a través de los
medios de comunicación, y en la calle. En la medida en que hombres y mujeres aprendan, desde
la más temprana edad y a través del ejemplo en la familia, que existen formas no violentas de
resolver conflictos, podrán rechazar la violencia en la escuela, en el trabajo y en su vida.
92 No existen datos actualizados de cuántos gobiernos estatales y municipales han firmado
desde entonces el acuerdo. El gobernador del Estado de Baja California Sur, lo firmó recién el 8
de marzo del 2008.

245
CAPITAL SOCIAL, GÉNERO Y DESARROLLO

En Baja California Sur, la política de género recae en el Instituto Sudca-


liforniano de la Mujer cuyo desempeño ha sido errático. De los informes
gubernamentales no es posible deducir ni la dirección, ni la eficacia de las
estrategias de género para el desarrollo. El presupuesto (alrededor de 10 mi-
llones de pesos para el ejercicio del año 2008) se utiliza casi todo en la ope-
ración administrativa del instituto y de algunos programas de prevención
de la violencia hacia las mujeres. El instituto carece de página Web y en la
página Web del Gobierno del Estado de Baja California Sur no existe enlace
alguno que dé cuenta de sus actividades.
Si las estrategias para la introducción del género al desarrollo en México
han sido insuficientes, en Baja California Sur son prácticamente inexistentes,
a pesar de los esfuerzos que se han realizado en materia legislativa. Entre el
2006 y el 2005 se aprobaron dos leyes importantes: la Ley de Prevención y
Tratamiento Integral de la Violencia Intrafamiliar, en el 2005 y la Ley Estatal
para Prevenir y Eliminar la Discriminación del Estado de Baja California Sur
en 2006. Sin embargo y a pesar de que ambas se refieren a problemas que
atañen a las mujeres, no incluyen la perspectiva de género y su carácter de
leyes generales funde los problemas específicos de las mujeres en la familia
y en las diferentes formas de discriminación, en las que se incluye la sexual,
sin referencia alguna al género.
Para concluir con este apartado, resta solamente señalar que en la ex-
tensa geografía del sur peninsular, no existe un solo proyecto de desa-
rrollo con enfoque de género que incluya al CS como estrategia de inter-
vención. El caso mexicano en general y el sudcaliforniano en particular,
son un buen ejemplo de las dificultades que entraña el diseño y puesta
en marcha de políticas sociales logren hacer visibles los temas relativos
al género.

8.6. CONCLUSIONES

En este capítulo, se partió de un aparato crítico compuesto de diversas


fuentes y de un estudio de caso, para establecer la relación género y CS en
los sistemas productivos pesqueros de la región Pacífico Norte y Guerrero
Negro, que tienen en común una organización del trabajo y de la produc-
ción típicas de la sociedad patriarcal, que imposibilita o complica el acceso
directo de las mujeres a los recursos pesqueros. En un afán demostrativo, se
exploró la relación triádica existente entre desarrollo humano, CS y género
a partir de un estudio de caso. De esta exploración, derivaron resultados
concretos y una hipótesis en construcción.

246
Sistema de género y Capital Social

La hipótesis es que cuando se presentan índices de desarrollo humano


altos, las posibilidades de construcción de capital social se incrementan. Baja
California Sur ocupa uno de los lugares más altos en la medición nacional,
y por ende, ingresa como entidad al grupo de regiones con IDH alto, que
combinado con el IDG y el IPG, la sitúa entre las entidades que más ganan
en función de los índices de género. Si bien el IDH se reduce en el Municipio
de Mulegé y en consecuencia, el IDG y el IPG, Mulegé presenta un grado de
desarrollo humano medio alto, que indicaría que existen condiciones socia-
les adecuadas para impulsar proyectos de desarrollo con enfoque de género
que incluya al CS como estrategia de intervención.
Lo que se deduce de los grupos de mujeres abordados en el estudio de caso
(trabajadoras de las cooperativas y cooperativistas) es que el acceso directo a
los recursos pesqueros sólo ha ocurrido entre las mujeres que se han asociado
para conformar su propia cooperativa. A diferencia de las trabajadoras en coo-
perativas, las cooperativistas han remontado el nivel básico de CS a través de
un tejido todavía débil pero evidente, de redes institucionales que les ha per-
mitido presentar proyectos y obtener financiamiento público para potenciar
una producción que ya figura en las cuentas estatales de acuicultura.
A pesar de la persistencia de estereotipos y roles de género anclados en
la sociedad patriarcal, se observa un cambio de actitudes entre la población
más joven respecto a la inserción de las mujeres en el sector pesquero. Esta
afirmación se sustenta en una encuesta aplicada durante el 2007 en la región
pacífico norte por la estudiante del doctorado en Ciencias Marinas y Coste-
ras de la UABCS, Magdalena Lagunas Vázquez.93
El objetivo de la encuesta, fue recoger datos que permitieran dar cuenta
de los conocimientos, tradiciones e iniciativas locales en el uso y manejo de
los recursos marinos y costeros por parte de los pobladores de las 8 localida-
des más representativas de la región. Entre los grupos de edad estudiados,
Lagunas eligió un grupo de 66 chicas estudiantes del nivel medio básico
(secundaria) y medio superior (preparatoria), residentes en Bahía Tortugas
(secundaria y preparatoria), Bahía Asunción (secundaria y preparatoria), La
Bocana (preparatoria a distancia) y Punta Abreojos (secundaria).
La edad de las chicas fluctúa entre los 12 y 19 años (mediana 15 años,
moda en edades: 13,15 y 17 repitiéndose 14 veces cada una). De las 66 chicas
entrevistadas, 21 (32%) mencionaron estar interesadas en trabajar con activi-
dades relacionadas con el mar en su futuro.

93 Tesis: “Conocimientos, experiencias e iniciativas locales en el uso y manejo de recursos


marinos y costeros en la Zona Pacífico Norte, Baja California Sur, México”. Doctorado en Cien-
cias Marinas y Costeras (CIMACO), Área Interdisciplinaria de Ciencias del Mar, UABCS. Tesis
doctoral en proceso.

247
CAPITAL SOCIAL, GÉNERO Y DESARROLLO

12 de las 21 chicas, desean estudiar biología marina o una carrera afín a


las actividades marinas, que les permita obtener un empleo en algunas de
las cooperativas de su pueblo. Entre los motivos que impulsan este deseo,
mencionaron los siguientes: descubrir nuevas especies, proteger las especies
que existen, cuidar los recursos marinos e investigar.
6 de las 21 chicas manifestaron que les gustaría ser buzas para cuidar
abulones y explorar el fondo marino y 2, mostraron interés en la adminis-
tración de las cooperativas. A diferencia de sus padres que son pescadores
artesanales, las chicas aspiran a trabajar en el mar, pero con una carrera pro-
fesional.
La misma entrevista se aplicó al mismo número de chicos. Entre quienes
manifestaron tener interés en incorporarse a la actividad pesquera, destaca
que su motivación proviene del beneficio económico que provee la actividad
en el área. Muy pocos mencionaron que lo harían por gusto o por las mismas
motivaciones expresadas por las chicas.
Ninguna de las 21 chicas que expresaron su deseo de trabajar en el mar,
mencionó como motivación lo económico. Al contrario, entre las expresiones
que utilizaron para referirse al mar se encuentran las siguientes: “el mar es
maravilloso”, “me gusta mucho”, “conocer el fondo del mar es impresio-
nante” “me fascina”. Expresiones que contrastan con las emitidas por las
mujeres trabajadoras de las cooperativas, quienes consideran que el mar y la
pesca, es un asunto de hombres y que ellas no están capacitadas para hacerle
frente: “¡Pero si ni sabemos nadar, mucho menos bucear!”; “No podemos
meternos al mar, ¿Cómo? tantos días allá afuera.”; “¿Quién se haría cargo
de la casa y de los hijos?”; “¿Cómo vamos a andar en la lancha?”; “¡Ah no,
yo no!”
Este cambio de actitud, indica que no sólo existen condiciones sociales
adecuadas, sino también condiciones culturales favorables para impulsar
proyectos de desarrollo con enfoque de género que incluya al CS como
estrategia de intervención en el ámbito pesquero de la región. Si a las con-
diciones sociales y culturales, se añade la posibilidad de diseñar una estra-
tegia apta para producir una sinergia productiva y de empoderamiento,
capaz de articular capital natural (ANP tipo Reserva de la Biosfera), con
capital humano (mujeres profesionalizadas y/o capacitadas para desem-
peñarse en el ámbito marino y pesquero del ANP), y con la construcción
de un CS que tienda puentes con el mercado verde global (producción en
condiciones naturales –orgánicas- por mujeres en una ANP) a través de la
certificación de los productos marinos mediante una etiqueta verde o eco-
lógica, estaríamos ante un proyecto sin duda ambicioso, pero con muchas
posibilidades de éxito.
248
Sistema de género y Capital Social

8.7. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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CAPITAL SOCIAL, GÉNERO Y DESARROLLO

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250
ANEXO

CUESTIONARIOS Y GUIONES DE LAS ENTREVISTAS

Pedro Noguera Méndez y María Semitiel García 9 4

I. Entrevista a cooperativistas

Entrevistador, lugar y fecha___________________________________________

IDENTIDAD

Nombre____________________________________________________________

Ocupación__________________________________________________________

Cooperativa________________________________________________________

1 ¿Cuánto tiempo pertenece a esta cooperativa?

2 ¿Está satisfecho con su funcionamiento?

3 En su opinión, ¿es beneficioso pertenecer a la cooperativa? ¿cree que los


socios de las cooperativas tienen mayores ingresos que los que trabajan
fuera de las cooperativas?

a) Beneficioso: [1]Sí [2]No

94 En la elaboración de este cuestionario se ha utilizado el documento presentado por el


Banco Mundial (2003): The Social Capital Assessment Tool. World Bank Publications; y especial-
mente el anexo 1 del trabajo de Grootaert, Ch. and Thierry van Bastelaer: Understanding and
Measuring Social Capital.

251
CAPITAL SOCIAL, GÉNERO Y DESARROLLO

b) Mayores ingresos: [1]Sí [2]No

4 ¿Cómo es la relación con la dirección de la cooperativa? ¿es buena? ¿es


fluida?

[1]Muy mala [2]Mala [3]Regular [4]Buena [5]Muy buena

5 ¿Cuál es el nivel de participación de los cooperativistas en las reuniones y


en la decisiones que se adoptan?

[1]Muy bajo [2]Bajo [3]Medio [4]Elevado [5]Muy elevado

6 ¿Cómo es, en su opinión, la relación de las cooperativas con el gobierno/


administraciones? ¿se trata de una relación beneficiosa, perjudicial, no sig-
nificativa?

a) Intensidad:
[1]Muy escasa [2]Escasa [3]Normal [4]Elevada [5]Muy elevada

b) Calidad:
[1]Muy mala [2]Mala [3]Regular [4]Buena [5]Muy buena

7 ¿Cómo es, en su opinión, la relación de las cooperativas que trabajan en la


comunidad con otras cooperativas:

a) Intensidad:
[1]Muy escasa [2]Escasa [3]Normal [4]Elevada [5]Muy elevada

b) Calidad:
[1]Muy mala [2]Mala [3]Regular [4]Buena [5]Muy buena

8 ¿Cómo son, en su opinión, las relaciones y el ambiente dentro de la coo-


perativa?

a) Intensidad:
[1]Muy escasa [2]Escasa [3]Normal [4]Elevada [5]Muy elevada

b) Calidad:
[1]Muy malo [2]Malo [3]Regular [4]Bueno [5] Muy bueno

252
Anexo

9 ¿Las personas en esta cooperativa generalmente confían en otras, como


por ejemplo a la hora de prestar algo o pedir prestado? sí/no

a) Confían: [1]Sí [2]No [3]Otros

b) Valoración (de 1, mínima confianza, a 10, máxima confianza): |______|

10 En su opinión, en los últimos tres años: ¿el nivel de confianza en la coo-


perativa ha mejorado, se ha reducido o sigue igual?

[1]Gran reducción [2]Reducción [3]Igual [4]Aumento [5]Gran aumento

11 ¿Las personas en esta comunidad generalmente confían en otras, como


por ejemplo a la hora de prestar algo o pedir prestado?

a) Confían: [1]Sí [2]No [3]Otros

b) Valoración (de 1, mínima confianza, a 10, máxima confianza): |______|

12 En su opinión, en los últimos tres años: ¿el nivel de confianza en la comu-


nidad ha mejorado, se ha reducido o sigue igual?

[1]Gran reducción [2]Reducción [3]Igual [4]Aumento [5]Gran aumento

13 ¿Qué cambiaría en el funcionamiento de su cooperativa? ¿ha planteado


esto? (si la respuesta es NO: ¿por qué?)

14 ¿Cree que la formación de los directivos es adecuada a su responsabili-


dad? ¿cree usted que sería necesario modificar el sistema de elección de los
directivos de manera que pudieran continuar los ‘buenos directivos’?

15 ¿Cuáles son los principales problemas de su cooperativa?

16 ¿Qué medidas habría que adoptar para mejorar al sector y a su coope-


rativa?

17 ¿Cómo ve el futuro de la cooperativa/del sector?

253
CAPITAL SOCIAL, GÉNERO Y DESARROLLO

II. Entrevista a permisionarios (titular del permiso)

Entrevistador, lugar y fecha___________________________________________

IDENTIDAD

Nombre____________________________________________________________

Ocupación__________________________________________________________

Localización________________________________________________________

Nº de equipos y de personas__________________________________________

Agrupación a la que pertenece________________________________________

Tiempo que lleva trabajando como permisionario________________________

1 ¿Por qué usted es permisionario? ¿Está satisfecho con el funcionamiento


de su actividad?

2 ¿Ha formado usted parte de una cooperativa? ¿Quisiera usted formar par-
te de una cooperativa?

3 ¿Cree que los socios de las cooperativas tienen mayores ingresos?

Ingresos: [1]Sí [2]No [3]Otros

4 ¿Cómo es, en su opinión, la relación que mantienen los permisionario


con el gobierno? ¿se trata de una relación beneficiosa, perjudicial, o no es
significativa?

a) Intensidad:
[1]Muy escasa [2]Escasa [3]Normal [4]Elevada [5]Muy elevada

b) Calidad:
[1]Muy mala [2]Mala [3]Regular [4]Buena [5]Muy buena

5 ¿Cómo es, en su opinión, la relación de los permisionarios con las coope-


rativas (como instituciones)?

254
Anexo

a) Intensidad:
[1]Muy escasa [2]Escasa [3]Normal [4]Elevada [5]Muy elevada

b) Calidad:
[1]Muy mala [2]Mala [3]Regular [4]Buena [5]Muy buena

6 ¿Cómo es en general la relación entre los permisionarios y los trabajadores


de las cooperativas?

a) Intensidad:
[1]Muy escasa [2]Escasa [3]Normal [4]Elevada [5]Muy elevada

b) Calidad:
[1]Muy mala [2]Mala [3]Regular [4]Buena [5]Muy buena

7 ¿Las personas en esta comunidad generalmente confían en otras, como


por ejemplo a la hora de prestar algo o pedir prestado?

a) Confían: [1]Sí [2]No [3]Otros

b) Valoración (de 1, mínima confianza, a 10, máxima confianza): |______|

8 En su opinión, en los últimos tres años: ¿el nivel de confianza ha mejora-


do, se ha reducido o sigue igual?

[1]Gran reducción [2]Reducción [3]Igual [4]Aumento [5]Gran aumento

9 ¿Comparando con otras comunidades, la confianza de unas personas en otras (a


la hora de prestar y pedir prestado, por ejemplo) es mayor, menor o es igual?

[1]Mucho menor [2]Menor [3]Similar [4]Mayor [5]Mucho mayor

10 ¿Cómo es en general la relación entre los permisionarios?

a) Intensidad:
[1]Muy escasa [2]Escasa [3]Normal [4]Elevada [5]Muy elevada

b) Calidad:
[1]Muy mala [2]Mala [3]Regular [4]Buena [5]Muy buena

255
CAPITAL SOCIAL, GÉNERO Y DESARROLLO

11 ¿Cómo es, en general, la relación que mantiene con sus trabajadores?

a) Intensidad:
[1]Muy escasa [2]Escasa [3]Normal [4]Elevada [5]Muy elevada

b) Calidad:
[1]Muy mala [2]Mala [3]Regular [4]Buena [5]Muy buena

12 ¿Suele trabajar siempre con las mismas personas o sus trabajadores cam-
bian con frecuencia?

13.¿Cómo es, en general, el nivel de confianza existente entre las personas


de sus equipos?

a) Confían: [1]Sí [2]No [3]Otros

b) Valoración (de 1, mínima confianza, a 10, máxima confianza): |______|

14 ¿Cuáles son los principales problemas de la pesca?

15 ¿Qué medidas habría que adoptar para mejorar la situación?

16 ¿Cómo ve el futuro de la pesca en esta Comunidad/esta Región?

256
Anexo

III. Entrevista a permisionarios (contratados)

Entrevistador, lugar y fecha___________________________________________

IDENTIDAD

Nombre____________________________________________________________

Ocupación__________________________________________________________

Localización________________________________________________________

1 ¿Ha formado usted parte de una cooperativa? ¿Quisiera usted formar par-
te de una cooperativa?

2 ¿Cuánto tiempo lleva trabajando para un permisionario? ¿y para el ac-


tual? ¿está satisfecho con su funcionamiento?

3 ¿Cree que los socios de las cooperativas tienen mayores ingresos?

b) Mayores ingresos: [1]Sí [2]No [3]Otros

4 ¿Cómo es la relación de los trabajadores, como usted, con el titular del


permiso?
a) Intensidad:
[1]Muy escasa [2]Escasa [3]Normal [4]Elevada [5]Muy elevada
b) Calidad:
[1]Muy mala [2]Mala [3]Regular [4]Buena [5]Muy buena

5 ¿Cómo es, en su opinión, la relación de los permisionarios con las coope-


rativas (como institución)?
a) Intensidad:
[1]Muy escasa [2]Escasa [3]Normal [4]Elevada [5]Muy elevada

257
CAPITAL SOCIAL, GÉNERO Y DESARROLLO

b) Calidad:
[1]Muy mala [2]Mala [3]Regular [4]Buena [5]Muy buena

6 ¿Cómo es en general la relación entre los trabajadores de los permisiona-


rios y los trabajadores de las cooperativas?
a) Intensidad:
[1]Muy escasa [2]Escasa [3]Normal [4]Elevada [5]Muy elevada
b) Calidad:
[1]Muy mala [2]Mala [3]Regular [4]Buena [5]Muy buena

7 ¿Las personas en esta comunidad generalmente confían en otras, como


por ejemplo a la hora de prestar algo o pedir prestado?
a) Confían: [1]Sí [2]No [3]Otros
b) Valoración (de 1, mínima confianza, a 10, máxima confianza): |______|

8 En su opinión, en los últimos tres años: ¿el nivel de confianza ha mejora-


do, se ha reducido o sigue igual?
[1]Gran reducción [2]Reducción [3]Igual [4] Aumento [5]Gran aumento

9 ¿Comparando con otras comunidades, la confianza de unas personas en


otras (a la hora de prestar y pedir prestado, por ejemplo) es mayor, menor
o es igual?
[1]Mucho menor [2]Menor [3]Similar [4]Mayor [5]Mucho mayor

10 ¿Cómo es en general la relación entre las personas que trabajan para el


permisionario?
a) Intensidad:
[1]Muy escasa [2]Escasa [3]Normal [4]Elevada [5]Muy elevada
b) Calidad:
[1]Muy mala [2]Mala [3]Regular [4]Buena [5]Muy buena

258
Anexo

11 ¿Cómo es, en general, el nivel de confianza existente entre las personas


que trabajan para el permisionario?
a) Confían: [1]Sí [2]No [3]Otros
b) Valoración (de 1, mínima confianza, a 10, máxima confianza): |______|

12 ¿Cuáles son los principales problemas de la pesca?

13 ¿Qué medidas habría que adoptar para mejorar la situación?

14 ¿Cómo ve el futuro de la pesca en esta Comunidad/esta Región?

259
CAPITAL SOCIAL, GÉNERO Y DESARROLLO

IV. Entrevista a otras instituciones

Entrevistador, lugar y fecha___________________________________________

IDENTIDAD

Nombre___________________________________Lugar y fecha____________

Ocupación__________________________________________________________

Institución__________________________________________________________

Dirección___________________________________________________________

1 ¿Qué tipo de relación mantiene con las cooperativas pesqueras?

2 ¿Qué tipo de relación mantiene con los permisionarios?

3 ¿Qué tipo de servicio, información…proporcionan a las cooperativas pes-


queras? ¿y a los permisionarios?

4 ¿Cómo es, en su opinión, la relación de las cooperativas con esta institu-


ción? ¿se trata de una relación beneficiosa, perjudicial, no significativa?
a) Intensidad:
[1]Muy escasa [2]Escasa [3]Normal [4]Elevada [5]Muy elevada

b) Calidad:
[1]Muy mala [2]Mala [3]Regular [4]Buena [5]Muy buena

5 ¿Cómo es, en su opinión, la relación de las cooperativas que trabajan en la


comunidad con las otras cooperativas?

a) Intensidad:
[1]Muy escasa [2]Escasa [3]Normal [4]Elevada [5]Muy elevada

b) Calidad:
[1]Muy mala [2]Mala [3]Regular [4]Buena [5]Muy buena

260
Anexo

6 ¿Las personas en esta comunidad generalmente confían en otras, como


por ejemplo a la hora de prestar algo o pedir prestado?

a) Confían: [1]Sí [2]No [3]Otros

b) Valoración (de 1, mínima confianza, a 10, máxima confianza): |______|

7 En su opinión, en los últimos tres años: ¿el nivel de confianza ha mejora-


do, se ha reducido o sigue igual?

[1]Gran reducción [2]Reducción [3]Igual [4]Aumento [5]Gran aumento

8 ¿Comparando con otras comunidades, la confianza de unas personas en


otras (a la hora de prestar y pedir prestado, por ejemplo) es mayor, menor
o es igual?

[1]Mucho menor [2]Menor [3]Similar [4]Mayor [5]Mucho mayor

9 ¿Cuáles son, a su juicio, los principales problemas del sector pesquero de


esta Comunidad?

10 ¿Qué medidas sería necesario adoptar para mejorar o cambiar esta situa-
ción?

11 ¿Cómo ve el futuro del sector en esta Comunidad/y en la Región?

261
CAPITAL SOCIAL, GÉNERO Y DESARROLLO

V. Entrevista a gestores de cooperativas

Entrevistador, lugar y fecha___________________________________________

IDENTIDAD

Nombre____________________________________________________________

Ocupación__________________________________________________________

Cooperativa________________________________________________________

Año de fundación/nº de miembros____________________________________

Dirección___________________________________________________________

Agrupación a la que pertenece________________________________________

1. Liderazgo

1A. Rotación

1A.1 ¿Cambia regularmente el líder de la cooperativa?

[1]Sí [2]No

1A.2 ¿Considera que el tiempo que el líder permanece en su posición es


suficiente para adquirir la experiencia y el aprendizaje que sus fun-
ciones requieren?

[1]Sí [2]No

1A.3 ¿Qué porcentaje, aproximadamente, de los socios han ocupado


puestos directivos?

[ ]

262
Anexo

1B. Densidad/Disponibilidad

1B.1 ¿Cuántas personas considera que hay dentro de la cooperativa pre-


paradas, con capacidad, para ser unos buenos directivos?

Ninguno posee estas cualidades [1]


Pocos (1 a 4) [2]
Algunos (5 a 8) [3]
Muchos (más de 8) [4]

1B.2 ¿Y cuántas personas de la cooperativa han recibido una formación


específica a través de estudios, de cursos, para ser unos buenos di-
rectivos?

Nadie [1]
Pocos (1 a 4) [2]
Algunos (5 a 8) [3]
Muchos (más de 8) [4]

1B.3 ¿En qué medida los socios que han ocupado anteriormente puestos
directivos se implican/participan activamente en la organización?

Apenas hay participación [1]


Alguna participación de líderes anteriores [2]
Participación activa. [3]

1B.4 ¿En su opinión el nivel de participación de estos socios es mayor,


menor o igual que el de los restantes socios?

Menor [1]
Aproximadamente igual [2]
Mayor [3]

1C. Diversidad/Heterogeneidad

1C.1 ¿Suelen los directivos proceder de los mismos grupos o familias


siempre o la procedencia de los líderes representa bien a los socios?

De unos pocos grupos [1]


De varios grupos [2]
De casi todos los grupos de la cooperativa [3]
263
CAPITAL SOCIAL, GÉNERO Y DESARROLLO

1C.2 ¿Han ocupado mujeres puestos en la dirección de la cooperativa? (si


la respuesta es NO: ¿por qué?)
[1]Sí [2]No

Indíquese el número:

¿por qué?

1D. Calidad de liderazgo y destrezas

1D.1 En general, cómo podría caracterizar las capacidades de los directi-


vos de la cooperativa en términos de …

Deficiente Regular Bueno Excelente


a. Educación/preparación (formal) [1] [2] [3] [4]
b. Dinamismo/visión? [1] [2] [3] [4]
c. Profesionalismo/destrezas [1] [2] [3] [4]
d. Honestidad/transparencia [1] [2] [3] [4]

1E. Relaciones entre los trabajadores

1E.1 ¿Cómo caracterizaría las relaciones entre los miembros de la coope-


rativa?

Disfuncional, sin comunicación ni coordinación [1]


Conflictiva, con numerosos problemas [2]
Armoniosa, sin problemas importantes [3]

1E.2 ¿Qué nivel de aceptación tiene la dirección?

La dirección NO es aceptada por la mayoría. [1]


La dirección NO es aceptada por una minoría. [2]
La dirección es ampliamente aceptada por todo el mundo [3]

264
Anexo

2. PARTICIPACIÓN

2A. Frecuencia de las reuniones

2A.1 ¿Debería la cooperativa realizar un mayor o un menor número


de reuniones, o considera que el número de reuniones es adecua-
do?

Mayor [1]
Menor [2]
El mismo [3]

2B. Participación en la toma de decisiones

2B.1 ¿Cuáles han sido las dos decisiones más importantes adoptadas por
la cooperativa en el último año?

Decisión # 1: ___________________________________________

Decisión # 2: ___________________________________________

2B.2 En relación a estas decisiones, dígame que circunstancias tuvie-


ron lugar.

Cuestiones a. b. c. d. e.
Divulgación Oportunidad Consulta Debate Difusión o
previa de la de tener con todos los amplio, con publicidad
información discusiones cooperativistas opiniones de los
informales opuestas, y resultados,
discusión de la decisión
sincera adoptada.
Sí = 1 Sí = 1 Sí = 1 Sí = 1 Sí = 1
No = 2 No = 2 No = 2 No = 2 No = 2
Decision 1

Decision 2

265
CAPITAL SOCIAL, GÉNERO Y DESARROLLO

2C. Inclusión

2C.1 En las últimas tres reuniones, ¿cuál ha sido el nivel de participación


de la mujer, de los jóvenes y de los grupos más pobres?

Ninguno Escaso Moderado


a. Mujeres [1] [2] [3]
b. Jóvenes [1] [2] [3]
c. Pobres [1] [2] [3]

2C.2 En comparación con las reuniones de los últimos tres años, cuál es
ahora el nivel de participación en las reuniones: menor, igual, o ma-
yor?

Menor Igual Mayor


a. Mujeres [1] [2] [3]
b. Jóvenes [1] [2] [3]
c. Pobres [1] [2] [3]

2C.3 ¿En qué medida la cooperativa representa realmente a sus miem-


bros?

No es representativa [1]
Débilmente representativa [2]
Representativa [3]
Altamente representativa [4]

2C.4 ¿Qué porcentaje de trabajadores y cooperativistas cree que se sien-


ten bien representados por la cooperativa, es decir, que sus intereses
son tenidos en cuenta y bien defendidos?

Menos del 25% [1]


Entre el 25 % y el 50% [2]
Entre el 51% y el 75% [3]
Más del 75% [4]

266
Anexo

2D. Participación de las élites

2D.1 ¿En qué medida las familias más prósperas de la cooperativa asisten
a las reuniones, toman posiciones y participan de las actividades y
debates de la cooperativa?

Escasa o ninguna [1]


Moderada [2]
Elevada [3]

2D.2 ¿Cómo es la relación de las familias más prósperas con la cooperati-


va?

-No pueden convertirse en un recurso y [1]


representan un elemento negativo o adverso.
-Podrían ser un recurso, pero generalmente [2]
son un elemento que interfiere, perturbador.
-Podrían ser un recurso, pero no demuestran [3]
interés y generalmente son indiferentes.
-Constituyen un recurso fundamental de la cooperativa. [4]

3. CULTURA DE LA ORGANIZACIÓN

3.1 ¿Qué porcentaje de las normas conoce usted?


El porcentaje aproximado es [ ]

3.2 ¿Qué porcentaje de miembros de la cooperativa conocen sus proce-


dimientos, normas y tareas?
El porcentaje aproximado es [ ]

267
CAPITAL SOCIAL, GÉNERO Y DESARROLLO

4. CAPACIDAD ORGANIZACIONAL Y SUSTENTABILIDAD

4A. Capacidades Especificas

4A.1 Cuál es la capacidad de la cooperativa para… + NS/NC

Deficiente Regular Buena


Excelente NS/NC
a. Supervisar y contratar
consultores especializados
o personal? [1] [2] [3] [4] [5]
b. Preparar informes
financieros para bancos,
donantes, o gobierno? [1] [2] [3] [4] [5]
c. Responder a cambios que
afectan a la organización
(precios, fluctuaciones
cambio de gobierno)? [1] [2] [3] [4] [5]
d. Desarrollar planes
específicos para el futuro
(en lugar de reaccionar
a oportunidades externas
conforme se van presentando)? [1] [2] [3] [4] [5]
e. Evitar volver a problemas que
ya han sido abordados ‘y solucionados’
anteriormente, para avanzar…
dicho de otro modo: para
construir una memoria
institucional… [1] [2] [3] [4] [5]
f. Resolver problemas o
conflictos con otras cooperativas
o actores sociales? [1] [2] [3] [4] [5]
g. Resolver problemas
o conflictos dentro de la
cooperativa? [1] [2] [3] [4] [5]
h. Llevar a cabo sus tareas
especializadas (comercialización
formación, créditos…)? [1] [2] [3] [4] [5]
268
Anexo

4B. Acción Colectiva y Formulación de Demandas

4B.1 ¿Ha definido la cooperativa, claramente, procesos para identificar


las necesidades y prioridades comunes de sus miembros?

[1]Sí [2]No

4B.2 ¿Piensa que en la cooperativa existen grupos ‘privilegiados’ y otros


‘desfavorecidos’?

[1]Sí [2]No

4B.3 ¿Han existido vías informales para que los miembros pudieran ex-
presar sus demandas?

[1]Sí [2]No

4B.4 ¿De qué manera ha dirigido la cooperativa las demandas?

No ha habido demandas [1]


Intenta procesarlas una por una [2]
Intenta identificar elementos comunes [3]
Promueve demandas de interés común [4]

4B.5 Indique las áreas de trabajo (producción, administración, almacenes,


servicios,…) y/o las comisiones (de conciliación, de control técnico,
de previsión social,…) que existen en la cooperativa.

5. Relaciones con proveedores, clientes e instituciones

5.A Identificación de las vinculaciones empresariales con proveedores

5A.1. ¿Cuáles son sus empresas proveedoras de insumos? ¿se han produ-
cido cambios en los últimos años? ¿por qué?

-artes de pesca
-envases
-otros productos para la confección del producto

5A.2. ¿A qué empresas o dónde compran la maquinaria?


269
CAPITAL SOCIAL, GÉNERO Y DESARROLLO

5A.3. ¿A qué empresas o dónde compran los barcos?

5A.4. ¿Cuáles son sus empresas proveedoras de servicios (asesoría, trans-


porte, informática, contaduría, etc.)

5A.5. ¿Con qué Bancos trabajan?

5A.6. ¿Encuentran diferencias entre los proveedores de la comunidad o


del municipio y los que pueden encontrar en otras regiones? ¿cuáles
son esas diferencias?

[1]Sí [2]No [3]Otros

5A.7. ¿Cómo son, en general, las relaciones que mantiene con sus provee-
dores? ¿son personales o más bien impersonales?

[1]Impersonales [2]Personales

5A.8. ¿Cree usted que, en general, puede confiar en la mayoría de sus pro-
veedores?

[1]Sí [2]No [3]Otros

5A.9. ¿Se coordinan o cooperan con algún proveedor? ¿Participan en el


proceso productivo del insumo que luego adquiere la cooperativa?
¿cómo? Si existe…:¿se ha intensificado o se ha reducido en los últi-
mos años?

Cooperación: [1]Sí [2]No [3]Otros

Participación: [1]Sí [2]No [3]Otros

¿cómo?

5A.10 ¿Mantienen relaciones informales con sus proveedores? ¿En qué


consisten?

[1]Sí [2]No

270
Anexo

5.B Identificación de las vinculaciones empresariales con clientes

5B.1. ¿Cuáles son sus clientes? Regionales/ extrarregionales /internacio-


nales; evolución; ¿cuáles son los más importantes?

5B.2. ¿Cómo son, en general, las relaciones que mantienen con sus clien-
tes: impersonales de mercado o más bien personales y directas?

[1]Impersonales [2]Personales

5B.3. ¿Firman siempre contratos? ¿se asumen compromisos que no se han


dejado por escrito? ¿por qué en unos casos sí y en otros no? ¿qué
importancia tienen unos y otros?

[1]Sí [2]No [3]Otros

5B.4. ¿Sus clientes, o algunos de ellos, participan en el proceso productivo


de la cooperativa? ¿cómo? ¿existe coordinación o cooperación en al-
gún ámbito? Si existe…:¿se ha intensificado o se ha reducido en los
últimos años?

Cooperación: [1]Sí [2]No [3]Otros

Participación: [1]Sí [2]No [3]Otros

¿Cómo?

5B.5. ¿Con algún cliente mantienen determinadas relaciones más estre-


chas (‘privilegiadas’) consultando, hablando o intercambiando in-
formación sobre cuestiones y problemas que afectan a la cooperati-
va.

[1]Sí [2]No [3]Otros

5B.6. ¿Cree usted que, en general, puede confiar en la mayoría de sus


clientes?

[1]Sí [2]No [3]Otros

271
CAPITAL SOCIAL, GÉNERO Y DESARROLLO

5.C Identificación de las vinculaciones con instituciones públicas y pri-


vadas

5C.1. Quisiéramos conocer las instituciones públicas y privadas con las


que ha mantenido relaciones durante los dos últimos años y la inten-
sidad de las mismas.
No hay Escasa Moderada Intensa Muy
relación intensa
(a)Reserva
(b)Seguro Social
(c)CIBNOR
(d)SAGARPA
(e)INP
(f)CRIP
(g)CONAPESCA
(h)Deleg del
gobierno
(i)S de Pesca del
Estado
(j)Universidad
(k)Presidencia
municipal

Indique con qué otras instituciones se relaciona:

5C.2. ¿Se sienten suficientemente informados acerca de los programas y


actividades de otras organizaciones? ¿Qué fuentes de información
utiliza?

5C.3. Respecto a las relaciones que mantienen con otras cooperativas…


(se habrán identificado) ¿existe una coordinación o cooperación
con ellas? ¿en qué ámbitos, qué actividades? ¿se tiene confianza en
ellas?

Cooperación: [1]Sí [2]No [3] Otros

Confianza: [1]Sí [2]No [3] Otros

272
Anexo

5C.4 ¿Puede describir sus relaciones con el gobierno? ¿Ha intentado tener
ayuda del gobierno? ¿Cómo fue esa experiencia? ¿Qué nivel de go-
bierno se muestra más colaborativo: local, regional, nacional? ¿Le ha
hecho algún requerimiento particular a su organización el gobierno?

Intento de ayuda: [1]Sí [2]No [3]Otros

Requerimiento: [1]Sí [2]No [3]Otros

5C.5 ¿Tiene su organización alguna relación con algún programa del go-
bierno? ¿con cuál?

5C.6 ¿Se siente suficientemente informado acerca de los programas y ac-


tividades del gobierno? ¿Cuáles son las fuentes de información?

[1]Sí [2]No [3]Otros

5C.7 ¿Ha sido su cooperativa invitada a participar en algún proceso de


planeamiento del desarrollo por parte del gobierno? (¿quizás a tra-
vés de la federación?) ¿Qué piensa acerca de estos procesos de pla-
neamiento/planificación?

[1]Sí [2]No [3]Otros

5C.8 ¿En general, cómo valora la actual influencia de su organización so-


bre la toma de decisiones del gobierno en su comunidad o área?

[1]Baja [2]Media [3]Alta

6. Innovación

6A.1. ¿Han realizado o adoptan innovaciones? ¿cuáles durante los dos úl-
timos años?

[1]Sí [2]No [3]Otros

6A.2. ¿Cómo se conoció tal innovación, quién, dónde…?

273
CAPITAL SOCIAL, GÉNERO Y DESARROLLO

6A.3. ¿Mantienen algún tipo de colaboración con algún centro o instituto


de investigación? ¿Reciben asesoramiento de algún instituto, con-
sultor, centro de investigación? ¿visitan Ferias especializadas? ¿asis-
ten a Foros Nacionales o internacionales o tienen un contacto directo
con personas que sí lo hacen?

Colaboración: [1]Sí [2]No [3]Otros

Asesoramiento: [1]Sí [2]No [3]Otros

Ferias: [1]Sí [2]No [3]Otros

Foros: [1]Sí [2]No [3]Otros

7. Problemas y políticas necesarias

7A.1. ¿Cuáles son los principales problemas de su cooperativa?

7A.2. ¿Qué medidas habría que adoptar para mejorar al sector y a su coo-
perativa?

-las cooperativas

-el Gobierno

7A.3. ¿Cómo ve el futuro de la cooperativa/del sector?

CIBNOR: Centro de Investigaciones Científicas del Noroeste, dentro del poder eje-
cutivo del Estado de Baja California Sur, con sede en La Paz, con una unidad en
Guerrero Negro. Pertenecidente a una red nacional de centros de investigación.
SAGARPA: Secretaría (Ministerio) de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural,
Pesca y Alimentación. Dentro de esta secretaría están CONAPESCA (Comisión
Nacional de Acuacultura y Pesca) y INP (Instituto Nacional de Pesca) la sede de
Baja California Sur está en La Paz y la de Baja California en Ensenada..
CRIP: Centros Regionales de Innovación, pertenecientes al INP y, por lo tanto, a
SAGARPA. Hay una unidad en Guerrero Negro.
S. Pesca del Estado. Secretaría de Pesca del Estado.

274
Anexo

VI. Cuestionario-entrevista a proveedores

Entrevistador, lugar y fecha___________________________________________

A. IDENTIDAD

A.1 Nombre/ocupación___________________________________________

A.2. Empresa____________________________________________________

A.3 Año de fundación/nº de trabajadores____________________________

A.4 Dirección___________________________________________________

1. Identificación y caracterización de las relaciones

1A. Identificación

1A.1 ¿A qué cooperativas y permisionarios de Guerrero Negro proveen?


(Si no son todas indíquese)

1A.2 ¿Venden directamente a las cooperativas y a los permisionarios, o a


través de la Alianza y el Comité? (o ambas cosas a la vez; indíquese
la importancia de ambos canales)

1A.3 ¿Desde cuándo venden a las cooperativas y a los permisionarios?


¿Desde cuándo a través de la Alianza y el Comité?

1A.4 ¿Qué productos venden a estos clientes?

1B. Caracterización

1B.1 ¿Encuentran diferencias (comportamiento, nivel de desarrollo. etc)


entre estos clientes (cooperativas y permisionarios de Guerrero Ne-
gro) y otras cooperativas o empresas del sector? ¿Cuáles son?

1B.2 ¿Visitan ustedes las cooperativas de Guerrero Negro? ¿Con qué fre-
cuencia? ¿Cuándo fue la última visita?

275
CAPITAL SOCIAL, GÉNERO Y DESARROLLO

1B.3 ¿Cómo son las relaciones que mantienen con sus clientes? ¿son per-
sonales o más bien impersonales?

[1]Impersonales [2]Personales

1B.4 ¿Participan estos clientes (cooperativas de Guerrero Negro) en sus


procesos de producción? ¿de qué manera?

Participación: [1]Sí [2]No [3]Otros

¿Cómo?

1B.5 ¿Cree usted que se puede confiar en sus clientes? ¿Puede valorar de
1 a 10 (máxima confianza) la relación con sus clientes?

a) Confían:
[1]Sí [2]No [3]Otros

b) Valoración (de 1, mínima confianza, a 10, máxima confianza):


|______|

1B.6 ¿Firman siempre contratos o en unos casos sí y en otros no? ¿en qué
casos y por qué razón?

Contratos: [1]Sí [2]No [3]Otros

¿por qué?

1B.7 ¿Cuál es el procedimiento habitual de pago de estos clientes (al con-


tado, pago aplazado, etc? (indíquese el plazo)

276
Anexo

VII. Cuestionario-entrevista a clientes

Entrevistador, lugar y fecha___________________________________________

A. IDENTIDAD

A.1 Nombre/ocupación___________________________________________

A.2. Empresa____________________________________________________

A.3 Año de fundación/nº de trabajadores____________________________

A.4 Dirección___________________________________________________

1. Identificación y caracterización de las relaciones

1A. Identificación

1A.1 ¿A qué cooperativas y permisionarios de Guerrero Negro compran?


(Si no son todas indíquese)

1A.2 ¿Compran directamente a las cooperativas y a los permisionarios, o


a través de la Alianza y el Comité? (o ambas cosas a la vez; indíquese
la importancia de ambos canales)

1A.3 ¿Desde cuándo compran a estas cooperativas? ¿Desde cuándo a tra-


vés de la Alianza y el Comité?

1A.4 ¿Qué productos compran a estos clientes?

1B. Caracterización

1B.1 ¿Encuentran diferencias entre estos proveedores (las cooperativas


de Guerrero Negro) y otras cooperativas o empresas del sector?
¿Cuáles son?

1B.2 ¿Visitan ustedes las cooperativas de Guerrero Negro? ¿Con qué fre-
cuencia? ¿Cuándo fue la última visita?

277
CAPITAL SOCIAL, GÉNERO Y DESARROLLO

1B.3 ¿Cómo son las relaciones que mantienen con sus proveedores? ¿son
personales o más bien impersonales?

[1]Impersonales [2]Personales

1B.4 ¿Participan en el proceso productivo de la cooperativa? ¿cómo?


¿existe coordinación o cooperación en algún ámbito? Si existe…¿se
ha intensificado o se ha reducido en los últimos años?

Participación: [1]Sí [2]No [3]Otros

Cooperación: [1]Sí [2]No [3]Otros

Evolución: [1]Reducción [2]Igual [3] Intensificación

1B.5 ¿Cree usted que se puede confiar en sus proveedores? ¿Puede valo-
rar de 1 a 10 (máxima confianza) la relación con sus clientes?

a) Confían: [1]Sí [2]No [3]Otros

b) Valoración (de 1, mínima confianza, a 10, máxima confianza): |______|

1B.6 ¿Firman siempre contratos o en unos casos sí y en otros no? ¿en qué
casos y por qué razón?

Contratos: [1]Sí [2]No [3]Otros

1B.7 ¿Cuál es el procedimiento habitual de pago de estos proveedores (al


contado, pago aplazado, etc? (indíquese el plazo)

278
Anexo

VIII. Cuestionario-entrevista a las asociaciones de cooperativas


pesqueras

Entrevistador, lugar y fecha___________________________________________

A. IDENTIDAD

A.1 Nombre/ocupación___________________________________________

A.2. Empresa____________________________________________________

A.3 Año de fundación/nº de trabajadores____________________________

A.4 Dirección___________________________________________________

1. Identificación y caracterización de las relaciones

1A. Identificación

1A.1 ¿Además de las relaciones que mantienen con las cooperativas aso-
ciadas, con qué otras Federaciones de cooperativas o cooperativas
pesqueras mantienen relaciones habitualmente? ¿cuál es el conteni-
do de tales relaciones?

1A.2 ¿La Alianza/El Comité negocia en nombre de las cooperativas, de


forma centralizada, con los clientes? ¿Cuáles son estos clientes?
¿para qué producciones? ¿desde cuándo?

1A.3 A través de la Alianza/el Comité, ¿las cooperativas adquieren al-


gunos insumos?…¿puede indicarme con qué empresas proveedoras
negocia la Alianza/el Comité? ¿desde cuándo realizan este servi-
cio?

1A.4 ¿Además de las actividades anteriores (negociación centralizada


de las compras y de las ventas) realiza la Alianza/el Comité otras
actividades en las que participen todas las cooperativas, o que las
impliquen de alguna manera?

279
CAPITAL SOCIAL, GÉNERO Y DESARROLLO

1A.5 ¿Con qué instituciones mantiene la Alianza/el Comité relaciones


habitualmente?

1B.1 ¿Qué cambios importantes se han producido en los últimos tres años
en la Alianza/el Comité o en sus cooperativas asociadas?

1B.2 ¿Qué cambios importantes están realizando o qué proyectos prevén


realizar en el próximo año?

1B.3 ¿Cómo ve el futuro de las cooperativas asociadas y de la Alianza/el


Comité?

1B.4. ¿Cuáles son los principales problemas del sector?

1B.5. ¿Cómo ve el futuro del sector?

280

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