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Escena #1 (La plaza)

Los infantes se hallaban jugando alegremente en aquel parquecillo del pueblo. Las risas eran altas y
constantes, tanto así que molestaban a algunos adultos ponzoñosos que pasaban por la acera y
portaban un semblante amargo, angustiado, como si algo les carcomiera el alma. Tal vez era porque
en su momento, ellos no tuvieron la oportunidad de vivir aquellas vidas tan alegres e inocente por
culpa de una infancia terrible.

Pero lo que ellos no sabían era que en esa vida que a primera vista se ve tan puro, siempre hay
maldad por más que sean unos simples niños.

Carlos: — ¡Vengan chicos! ¡Juguemos al avión! — los pequeños rápidamente se agruparon alrededor
del trazado de gis en el suelo y cada uno con su canica en la mano, comenzaron el juego. — ¡Yo
empiezo! —dijo Carlos lanzado su cachina la cual cayó en el numero 5.

Mientras que ellos se divertían, a la distancia se podía ver como un muchacho de aproximadamente
13 años, observaba a los demás niños jugar desde aquella banca bajo la sombra del árbol.

Este niño se llamaba Juan, quien por causas del destino, tenía una discapacidad mental, era
Síndrome de Asperger, lo cual le afectaba gravemente a la hora de socializar, ya que no le permitía
hablar con los demás niños con aquella naturalidad que otros tenían. Y ellos en su malicia lo
tachaban de rarito. Lo aislaban y no permitían que jueguen con ellos porque les incomodaba estar
con él.

Juan: — Como me gustaría jugar con los morrillos (Chicos) pero nadie quiere que me les acerque. —
de su ojo izquierdo una lagrima brotaba y recorría su mejilla hasta caer en el suelo y dejarlo
marcado con la tristeza.
Por más que este tenía una dificultad especial, también tenía sentimientos como toda persona en el
mundo, pero lamentablemente, nadie podía verlo…

Mientras tanto en la área de juegos: los niños continuaban jugando y divirtiéndose, pero alguien de
ahí que recientemente se había incorporado a la peña (grupo) siendo esta Lucia, no entendía por
qué nadie quería jugar con Juan, a lo cual ella le pregunto a Carlos, el líder del clan.

Lucia: — ¡Che! ¡Carlos! ¿Por qué no jugamos con ese chavalito? —pregunto ella mientras que
observaba al marginado de reojo.

Carlos: —Es que es muy bizarro y nos pone incómodos. Nadie se le acerca, a veces da cague (miedo
intenso) que preferimos alejarnos. —Respondió Carlos con cierto disgusto en su tono de voz.

Lucia: — ¿Tanto así? — pregunto ella con asombro —. Pero si yo lo veo todo tranqui. Además, parece
que jamás intentaron jugar con él, ¿Qué te parece si le damos un chance para que se divierta con
nosotros?

Carlos: — Pues no es mala idea, pero ya te digo yo, que los chicos no les agradara y lo trataran re mal.
Todo corre por tu cuenta. — el muchacho soltó una leve risilla y luego dio un anuncio a la mara
(amigos) —. ¡Raza (Compañeros)! Nuestra amiguita quiere invitar al rarito a jugar con nosotros —
inmediatamente cuando el caudillo dijo eso, la muchedumbre reclamo y se negaba a permitir tal
cosa —. SI, si. Ya sé que el cerote de Juan es raro, pero podríamos darle una oportunidad. si lo
arruina… pues le damos su merecido

Ante aquel discurso que dio Carlos Lucia mostro disgusto pero de todos modos se salió con la suya,
por lo cual, se dirigió hasta donde se encontraba Juan y comenzó la plática con un agradable saludo.

Lucia: — ¡Hola! ¿Cómo te llamas? Yo me llamo Lucia, un gusto. ¿No quieres venir a jugar con
nosotros? — en tan solo un instante, aquella muchacha le había hecho más conversación que
cualquier persona en el mundo, por lo cual Carlos se asusto y comenzó a temblar.
Carlos: — E-e-este… Mi nombre es Carlos... — sus piernas parecían jalea y su voz una bocina en mal
estado ya que se cortaba a cada rato. No podía dejar de mover sus manos y su actitud era errática.
Efectos por el autismo que sufría — y si… me gustaría jugar con ustedes.

Lucia con alegría al escuchar su respuesta, no le importo su forma de hablar o de moverse, es más,
la acción que haría mostraría lo buena persona que podía llegar a ser esta muchacha.

Lucia: — Entonces vamos — con una sonrisa en su rostro le extendió la mano, esperando a que Juan
también la tomase. Pero desafortunadamente para ella, dicho acontecimiento lo asusto, ya que por
su condición le aterraba el contacto físico, ni siquiera era capaz de corresponder al intercambio de
miradas — Hay no. Lo siento, no tenía ni idea... — antes si quiera de acabar sus palabras, a Juan le
dio un ataque de nervios y salió corriendo con sus manos cubriendo su cabeza —. ¡Espera, wacho
(Chico)!

Y tan pronto como Juan se fue, Carlos se dirigió hasta Lucia y se hizo la burla por lo sucedido.

Carlos: — ¡JAJAJA! ¡Qué mensa! ¡¿En verdad creíste que el memo (tonto) te haría caso?! Creí que
serias más inteligente. Venga, sigamos con la juerga (Diversión). Se hará tarde.

La muchacha un poco desilusionada y confundida, simplemente se retiro a seguir jugando, un poco


preocupada por el pobre de Juan…

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