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LAS REPRESENTACIONES DEL DIOS «C»

EN EL CODICE TRO CORTESIANO


Laura Elena SOTELO SANTOS
Centro de Estudios Mayas, UNAM, México

Uno de los aspectos más complejos de la antigua religión maya era sin
duda el panteón. M ŭltiples nombres de sus dioses han llegado hasta nosotros a
través de diversas fuentes coloniales, tanto indigenas como esparioles, median-
te las cuales se han comenzado a comprender diversos aspectos de las deidades
mayas. Por otra parte, los recientes estudios iconográficos han recibido un
fuerte impulso gracias a los avances de la epigrafia, y ahora es posible
reconocer ciertas representaciones que proceden de tiempos clásicos. La escul-
tura, la cerámica y en ocasiones la arquitectura han sido objeto de profundos
análisis que pretenden comprender el significado que tales obras tuvieron para
sus creadores.
Para la mayoría de los investigadores resulta claro que estamos ante una
religión sumamente compleja, que tuvo m ŭltiples expresiones a lo largo de los
siglos y que en sus diversas etapas adoptó formas peculiares. En algunos casos
es posible reconocer las imágenes de varias deidades en lugares distantes tanto
espacial como temporalmente, que fueron realizadas por diestras manos y que
a pesar de la individualidad que el artista le daba a cada figura, conservaban
cuidadosamente aquellos rasgos esenciales que la identificaban.
En los códices mayas de manufactura prehispánica se encuentra muy
probablemente el conjunto más significativo de las antiguas representaciones
de deidades, cuya variedad y n ŭmero son un campo fértil para la investigación
del antiguo panteón yucateco. En el Códice Tro Cortesiano, a lo largo de sus
112 «páginas» se halla más de un millar de figuras en las que aparece un buen
.n ŭmero de deidades. Estas han sido identificadas desde 1895 por Paul Schell-
has, quien les asignó letras, ante la imposibilidad de relacionar de manera
inequívoca las figuras con los nombres de las fuentes coloniales yucatecas. Una
de ellas es el dios C, que Schellhas llamó además «la deidad con el rostro
ornamentado», y desde entonces lo asoció directamente con el mono.

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En las figuras del Códice Madrid (nombre con el que com ŭnmente se
conoce el códice Tro Cortesiano en México) se encuentra representado el dios
C en más de 23 páginas, nŭmero que supera considerablemente las 4 páginas
del Códice París y las 6 del Dresde. Aunque en ninguno de los códices mayas se
encuentran dos figuras iguales, es claro que los antiguos amanuenses conocían
cuáles eran aquéllas características de las deidades que debían incluir en sus
dibujos, con el fin de permitir una fácil e inequívoca identificación de cada
dios. El presente trabajo tiene como finalidad reconocer precisamente aquellas
características que presenta el Dios C en el Códice Madrid, con el objeto de
poder sugerir algunos de sus atributos, así como inferir algunas de sus
funciones. Para alcanzar estos objetivos, nos hemos valido del método que he
venido empleando para realizar el análisis de las figuras en el Códice Tro
Cortesiano. Consiste en agrupar los 30 elementos de que consta el catálogo que
elaboré sobre dicho códice en tres grandes conjuntos. En el primero se
reunieron lo que podríamos llamar características corporales de las deidades,
es decir aquellos elementos que conformarían propiamente su «aspecto fisico».
El atavio es el segundo grupo y a él pertenece tanto el atuendo como la pintura
corporal, y finalmente en el tercero se incluyen las actividades que parecen
realizar los dioses, las cuales se pueden inferir tanto por los objetos que portan,
como por los ambientes que les rodean.

A) CARACTERISTICAS CORPORALES
En el Códice Tro Cortesiano el dios C aparece siempre visto de perfil. Se
trata de una figura antropomorfa, cuya cabeza parece ser la de un mono. Es
probable que esa doble línea que corre desde la nariz hasta la oreja pasando
por encima de la frente haya sido un recurso plástico para indicar la región
donde en el mono la piel cambia a la zona de pelaje; mientras que esa especie
de «cresta», como le han llamado algunos investigadores, posiblemente sea la
manera de representar la cabellera corta que posee el mono en la cabeza, ya
que la tiene en todas las representaciones que de él hay en los códices mayas,
por lo que es indudable que forma parte de él, y no se trata, como han sugerido
algunos autores, de un adorno a manera de tocado.
El ojo que presenta esta figura es una representación realista del ojo del
mono, aunque visto de frente, a pesar de que la cabeza se le dibujó de perfil. A
diferencia de otros dioses, no tiene «ojo divino», como le llamó Knorozov a la
caracteristica vírgula a su alrededor, ni los círculos que la adornan. Aparece
abierto, con la pupila marcada, y sólo en una ocasión (M-50, c-2) con el
párpado cerrado, signo en Mesoamérica de que el personaje está muerto, y no
dormido.
La nariz de este dios es chata, y se le esbozó con un elemento casi oval y
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una especie de pequerio gancho en su interior, con lo cual se quiso, posiblemen-
te, marcar uno de lol orificios nasales que se abre lateralmente.
La boca se le representó cerrada, con los labios marcados y no se le ve
ningŭn diente o colmillo. Una doble línea circunda los labios, se inicia junto a
la nariz, y cuelga del mentón. Se trata, posiblemente, de la representación de la
barba característica del mono saraguato. Su oreja es visible en todas las
representaciones.
Tronco, brazos y piernas de este personaje corresponden, de manera
general a los de un ser humano, así como sus manos que tienen cinco dedos
con el pulgar oponible, característica que también presenta el mono aullador.
El saraguato, como se le conoce también a este primate, pertenece al género
Alouatta; su distribución actual coincide prácticamente con la del área maya:
sur de Veracruz, la península de Yucatán, norte de Chiapas y parte de América
Central (Enciclopedia, 1988); se trata del mono más grande de América; su
cuerpo mide entre 55 y 91 cms, mientras que su cola prensil entre 58 y 91 cms.
Su peso fluctŭa entre los 7 y los 9 kg (Boitani y Bartoli, 1985). Las dos especies
que habitan en este territorio (Alouatta palliata y Alouatta pigra) presentan
diferente coloración en el pelaje y pasan la mayor parte de su tiempo en lo alto
de las copas de los zapotes o caobas.
Los personajes que se dibujaron en los antiguos códices mayas presentan la
mayoría de sus rasgos significativos en lo que podríamos llamar la cabeza de la
deidad. De ahí que muchas veces, el glifo nominal que le corresponde a cada
divinidad contenga algunos de éstos, semejando una cabeza vista de perfil. Sin
embargo, en el caso del dios C, aunque también se presenta su glifo como una
pequeria cabeza con los mismos rasgos, en más de 20 ocasiones se le representó
aislada en contextos no glíficos.
Un primer grupo lo constituyen aquellas escenas en que aparece la cabeza
del dios C sin cuerpo, aunque formando parte integral de alguna escena en que
otra deidad la porta en sus manos, está «sentada» sobre ella, o bien ésta se
encuentra contenida dentro de una vasija. Este es el grupo más numeroso,
constituido por 19 ejemplos. En el segundo grupo, representado tan sólo por
dos dibujos (M-18, a-1 y 2) se encuentra la cabeza del dios C con las
mandíbulas abiertas a más de 120 0 , y dentro de sus fauces están sentados los
dioses «B» y «A». La ŭnica diferencia significativa entre estas dos ŭltimas
representaciones y las de las figuras de cuerpo entero son los molares que en
estos ejemplos son visibles debido a que presenta la boca abierta.
Es posible que debido a ciertas características biológicas del saraguato se
haya representado tan sólo su cabeza. Estos monos emiten «un bramido ronco
y potente» (Enciclopedia, 1988:5513) semejante al rugido del jaguar, que es
escuchado a una distancia de más de 2 km. Este sonido lo producen gracias a
su peculiar apartado vocal que está formado por el hueso hioides y el cartilago
tiroideo notablemente engrosados. En los machos es unas 4 ó 5 veces más
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grande que en las hembras y hace las veces de una enorme caja de resonancia
(Nueva Enciclopedia, 1985:59). Tal vez los antiguos mayas hayan incorporado
en su pensamiento el rugido de este animal con el poder y la fuerza de una de
sus deidades, y por ello, el dios C, con atributos del mono saraguato, se haya
representado en ocasiones ŭnicamente como una cabeza, quizás por ser éste el
lugar de donde procediera el potente sonido.

B) EL ATAVIO

En este apartado hemos agrupado aquellos elementos que puede presentar


una figura en los códices mayas, y que no corresponden ya a sus caracteristicas
«fisicas», sino a ciertas formas de «acicalarse», «vestirse» y «adornarse» de
acuerdo con la actividad que parece ejecutar en determinada ocasión.
El uso de ciertos «cosméticos» parece ser frecuente en el dios C. En la
primera mitad del Códice donde está generalizado el uso del color, se encuen-
tran 19 representaciones de esta deidad con pintura azul cubriendo todo su
cuerpo, o bien en aquellas ocasiones en que sólo aparece su cabeza, el rostro
presenta el mismo color. Por las fuentes espariolas, sabemos que el uso del azul
se relacionaba con ciertas prácticas rituales asociadas con la fertilidad de los
campos y la renovación de la vida sobre la tierra (Landa, 1973:93-94). Su uso
en los códices, se relaciona directamente con los contextos de lluvia y fecundi-
dad, y pocos son los dioses que los presentan. Es posible que esta deidad se
hubiera pintado de azul precisamente por que tenga relación con la fertilidad
cósmica, pues no aparece de este color sólo en el Códice Tro Cortesiano, sino
además en el París.
En una sola ocasión aparece con la barba y oreja rojas, y el resto del cuerpo
sin ningŭ n color, aunque cabe destacar que en esta página (53-c) su figura está
sobre un fondo también de color azul.
Las prendas de vestir que utiliza esta deidad son escasas; en el manuscrito
Tro Cortesiano ŭnicamente aparece con el taparrabo, semejante al que portan
los demás personajes masculinos en el códice. Nunca aparece con falda, prenda
característica de los personajes femeninos en este manuscrito, ni tampoco con
«capa», como ocurre en el Códice de Dresde.
Los adornos que porta esta deidad son también muy semejantes a los de
otros personajes masculinos en el Códice: las orejeras parecen ser redondas, sin
ningŭ n elemento que penda de ellas. En la mayoria de las representanciones
aparece con un collar de cuentas atado al cuello por la parte de atrás, y sólo en
una (M-83, b-1) presenta un collar rígido con cuentas. Aparece en algunas
ocasiones con un pectoral también de cuentas. Los brazaletes, y las ajorcas
siempre están presentes en sus dibujos, cuyo diserio no parece diferenciarse de
manera signifIcativa de la del resto de los personajes del Códice. Los tocados
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que presenta en algunas ocasiones son semejantes a los de los dioses B y D, por
lo que tal vez comparta algunas características específicamente con ellos.

C) AMBIENTES Y ACTIVIDADES
Las diversas escenas en las que aparece el dios C lo vinculan de manera
estrecha con tres grandes deidades mayas: el dios B, conocido por su nombre
yucateco, Chac que está relacionado con la lluvia; el dios E, deidad del maíz, y
el dios D, Itzam Na, deidad suprema del antiguo panteón. Prácticamente en
todas las escenas aparece compartiendo alguna actividad con uno o varios de
estos dioses, aunque también hay ocasiones en que se le representó junto al
dios A, deidad del mundo subterráneo.
Los contextos en los que aparece son también variados, aunque destacan
de manera especial aquellas representaciones en que está sobre un signo de
cauac, cuyo significado de acuerdo con Thompson, es el de lluvia y tormenta
(Thompson, 1978-87). En la página 96 se encuentra una escena en la que el
dios C está sentado sobre una especie de «C» invertida que contiene el signo
cauac. La franja parece surgir precisamente de la cabeza del dios D.
Otros ejemplos lo muestran dentro de un templo, tanto en el adice Madrid
(M-90, d-1), como en el de Dresde (D-35a). Cabe destacar que son pocos los
ejemplos de deidades que en los códices se les representa así, por lo que
podemos sugerir que este dios ocupaba un lugar significativo dentro del culto.
Otra escena en el Códice Tro Cortesiano es la que se encuentra también en
la página 96. Ahí se ve al dios C sentado sobre la copa de un árbol. Esta misma
imagen parece repetirse dos veces en la página 16 del Códice París. Es posible
que las actividades de esta deidad coincidan con las que realizan los saragua-
tos, pues los especialistas reportan que estos primates pasan la mayor parte del
día en lo alto de los árboles, ya que comen y duermen entre las ramas de
caobas y zapotes. Recientes estudios sobre su alimentación han demostrado
que su dieta es
en primer lugar de hojas tiemas jévenes, y secundariamente, de unas pocas
especies de hojas maduras que, por excepción, resultan alimenticias. También
ingieren frutos dulces y flores, si son asequibles, pero pueden vivir semanas
enteras alimentándose de hojas, con tal de que éstas sean de alta calidad (Natura,
1986:368-369).

Tal vez debido a las costumbres alimentarias del mono aullador pudo
relacionarse al dios C precisamente con la continua renovación vegetal. El
color azul con el que se le pinta pudo haber sido una manera de significar la
función regeneradora que pudo tener esta deidad. Es bien sabido que en
yucateco la voz yax se emplea tanto para referirse al color verde como al azul y
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que en el pensamiento religioso se relaciona no sólo con el color del centro
cósmico, sino también con la ceiba primigenia, Yax Imix Che origen y sostén
del mundo.
Esta idea parece reforzarse por la multitud de escenas en las que aparece
esta deidad portando en sus manos los signos de imix (T-501) y kan (T-506)
que se asocian por una parte con la tierra y la abundancia, y por otra con el
maíz. En opinión de Thompson se trata de un compuesto simbólico (represen-
tado en más de 200 ocasiones en los códices) que se refiere a «la abundancia del
maíz o de la comida en general» (Thompson, 1978:72).
Sin embargo, no creemos que se trate de una deidad ctónica, sino más bien
de un ser de naturaleza celeste y quizás también acutático. En el pasaje que se
inicia en la página 10-c y finaliza en 11-c se le encuentra en diversos contextos.
Aunque es dificil definir a qué se refieren algunas imágenes, nos parece que
esta sección se asocia precisamente con la fertilidad y la abundancia en la tierra
tal vez ocasionada por este dios. Se trata de un conjunto de nueve figuras, ocho
de las cuales son del dios C y ŭnicamente la nŭmero cinco es del dios B. En
cuatro ocasiones C porta el signo kan y en una además el imix. En dos
ocasiones se encuentra asociado directamente con signos de bandas planeta-
rias. Cabe destacar la tercera figura, en la que el dios está «enmarcado» en lo
que podríamos identificar como una cuerdas que penden precisamente de los
signos del cielo. En el interior de este espacio se aprecian líneas verticales en
tono azul, posible representación de la lluvia. La figura nŭmero 8 está sentada
también sobre signos del cielo, y en la parte inferior se encuentran dos huellas
de pie, que en Mesoamérica posiblemente tuvieron el sentido de camino. Las
figuras siete y nueve parecen compartir también alg ŭn significado, pues se trata
de la cabeza del dios D que está coronada con un signo cauac (imagen muy
semejante a la de la página 96, a-1 a la que ya hemos hecho referencia) y sobre
ésta se encuentra sentado C. En la figura 9 también aparece sentado, pero
ahora sobre lo que parece ser el nombre glifico de D. En la figura 4 aparece C
sentado sobre un templo que tiene el signo cauac en su «techo», y la nŭmero 5
es otro templo, también coronado por el signo cauac, aunque ahora está en su
interior B. La ŭltima figura a la que haremos referencia es la n ŭmero seis que
parece aludir a algŭn contexto acuático, pues C está sentado sobre un espacio
de color azul que contiene dos conchas de caracol y sobre éstas hay una fila de
cuatro pequerios ganchos que posiblemente representen agua en movimiento.

CONCLUSIONES
A través de la revisión que hemos hecho sobre las representaciones del dios
C en el Códice Tro Cortesiano podemos sugerir que se trata de una deidad de
carácter celeste que se relaciona con la lluvia y la renovación vegeral. El color
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azul que presenta en ocasiones, así como sus actividades en compariía de los
otros grandes dioses mayas de la fertilidad, parecen apuntar en este sentido. Es
probable que haya sido objeto de un culto importante, posiblemente desde
tiempos clásicos, y que sus funciones se relacionen con la idea de abundancia.
Algunos de los dioses mayas que aparecen los códices ya han sido identifi-
cados por sus nombres, de acuerdo con las fuentes coloniales. Muchos de ellos
aparecen como patronos de katunes en los Libros de Chilam Balam. Sin
embargo, en el caso del dios C no podemos más que apuntar de manera
tentativa el nombre con el que pudo haber sido conocido: Yaxal Chuen. Los
textos indígenas son muy escuetos en cuanto a esta deidad, y serialan que su
augurio es positivo. Dice la profecía del katŭn 12 Ahau
Yaxal Chuen, Gran-mono-artifice, es su signo presente en el cielo. Rojo será
su rostro en su reinado; manifiesto estará en el cielo durante el día, manifiesto
estará en el cielo durante la noche. Grandes maestros, grandes artífices, magnífi-
cos Halach Uiniques, Jefes, magnificos Batabes, Los-del-hacha; de regocijo será
el poder en todos los ámbitos del mundo; enriquecerá el pobre si se cumple la
promesa del katun (E1 libro..., 1978:79).

Estos textos parecen referirse a la abundancia que ocasionará la presencia


de la deidad durante el katŭn 12 Ahau; la profecía destaca el carácter celeste de
la deidad, así como sus funciones benéficas principalmente en relación con los
gobernantes y con la abundancia para la población en general, características
que parece compartir con el dios C. Es probable que el característico rugido
del saraguato haya sido considerado como una manifestación de la deidad, por
ello dice la profecía que se manifestará tanto de día como de noche, pero en el
cielo.
Deseo destacar finalmente que en el llamado Códice Grolier, cuya autentici-
dad se ha llegado a poner en entredicho, la ŭnica posible representación del
dios C no comparte ni los rasgos «corporales» que pueden identificar a este
personaje, ni el contexto en el que aparece, con las demás representaciones que
de él se conocen en los otros tres códices mayas. Me refiero a la página 7 en
donde la cabeza que aparece a la izquierda abajo, recuerda precisamente la del
dios C. Sin embargo, esta figura presenta una doble barba, y carece de la
representación del cabello, o como le llaman algunos autores, de cresta.
Además, de esta figura parece surgir un elemento vegetal parecido a un árbol,
representación que desde nuestra perspectiva sería poco factible, puesto que en
las demás escenas en los códices se le encuentra precisamente en la parte alta de
los árboles, es decir en las copas.

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BIBLIOGRAFIA

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