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PARROQUIA NUESTRA SEÑORA DEL SAGRADO CORAZON

PLAN PASTORAL DE CATEQUSIS

Introducción

Con este plan pastoral tenemos como objetivo desarrollar más el estudio de
catequesis de nuestras comunidades, dando a los catequistas y catequizados,
nuevos modelos de enseñanza, nuevas estructuras y un programa a seguir para
un mejor entendimiento y discernimiento, esperando que sea desarrollado de
manera correcta, con bases religiosas y educativas, dando lugar a que nuestras
comunidades tengan una nueva forma de implementar la catequesis a los niños
y jóvenes que son parte de nuestro entorno.

Tomando en cuenta el respeto, los valores y la responsabilidad, dando paso a estos


nuevos métodos también podemos concluir que evolucionamos con respecto a
la enseñanza y métodos, dando paso al entendimiento a las nuevas
generaciones, que ingresan a nuestras iglesias, buscando aprender y saber
defender sus puntos de vistas.
PLAN PASTORAL DE CATEQUSIS

PARROQUIA NUESTRA SEÑORA DEL SAGRADO CORAZON

La Pastoral de Catequesis trabaja para formar catequistas y catequizando desde las


tres dimensiones: SER, SABER Y HACER, (DGC n.238), que les lleve a descubrir
la vocación a que han sido llamado por el Señor, cada uno desde su realidad y
desde un proceso de iniciación cristiana.

 Esto se logra por medio del estudio que deben ofrecer la Escuela Parroquial de
Catequesis y de Formación Básica en la Fe, a la luz de la Palabra de Dios y del
Magisterio de la Iglesia; de este modo se les permite seguir un camino de
discipulado y de una formación permanente, para formar comunidades vivas y
dinámicas.

Se necesitan de esos niños y Jóvenes que hemos preparados para la primera


comunión y confirmación; los cuales no regresan o se pierden, debemos hacerlos
que se sientan más comprometidos con su iglesia, su parroquia, su comunidad
(capilla).

META:

Los catequistas deben de prepararse muy bien antes de catequizar, para que así
siembren en los niños, jóvenes y adolescente el amor de Cristo, para que como
María seamos fieles discípulos y apóstoles de Jesús.

Hacer que los catequistas participen de un encuentro parroquial para mejor la


preparación para que así tengan más espacios de oración y fraternidad, y desde ahí
preparar un equipo de catequesis Parroquial, el cual debería durar no más de dos
años, de esta manera damos más participación y no dejamos de trancar los nuevos
talentos, el cual va a surgir de los nuevos niños y jóvenes que ya se hayan
preparado.

JESÚS, CATEQUISTA DEL CAMINO

De esta manera nuestra parroquia ha reemprendido un nuevo camino de


evangelización, sabiendo las necesidades que tenemos de fomentar la catequesis en
los niños, jóvenes y adolescentes y buscando un anuncio gozoso de la Buena
Nueva de nuestros señor Jesucristo, con este plan se propone un itinerario que
recupere el amor, el propósito y memoria de Dios. Pero constata que en realidad
muchos de sus bautizados marchan en contravía al querer de Dios, unos se aleja,
otros viven confundidos y desesperanzados en su fe, por lo que nos asemejamos
muchas veces a los discípulos de Emaús, quienes decepcionados por la muerte
cruenta de Jesús, se marcharon alejándose de la Comunidad

Dios siempre nos sorprende, se hace el encontradizo, camina a nuestro lado y nos
sorprende caminado a nuestro lado como “PEREGRINO DE EMAUS” Él sigue
interesado en nuestra realidad personal, familiar y social, se interesa por nuestras
desilusiones, quiere hablar con nosotros, explicarnos las Escrituras. Muchas veces
quiere demostrarnos que también estamos un poco fuera de la realidad, como se lo
explica a Nicodemo cuando le dice:

“Hay que nacer de nuevo, cuando Nicodemo le dice ¿Cómo puede ser eso, ya
somos viejos como podemos entrar de nuevo al vientre de tu madre? A lo
Jesús le responde, Saca de ti, Arranca de ti la oscuridad, ven hacia mí y te
salvara”

Abrir los ojos y el corazón como los discípulos y aunque no estemos de acuerdo a
nuestros designios y saber que ya Dios nos tiene un camino y un futuro preparado
para que podamos cambiar de vida, que es la educación de toda la enseñanza de
Jesús, Él no quiere que tengamos un encuentro con él y seguir la misma vida que
hemos llevado hasta este momento, Jesús quiere que al tener un encuentro con
cambiemos de vida y seamos creaturas nuevas.

Debemos seguir el ejemplo los discípulos de Emaús, dejándonos explicar las


Escrituras e invitarlo a quedarse con nosotros,  que podamos compartir el Pan, y
sentir cómo nos arde el corazón y se nos abren los ojos y un nuevo ardor
misionero.

Este itinerario debe recuperar nuestra mente y la mente de nuestros niños, jóvenes,
adolescente y adultos en las diversas situaciones de su vida,  sobre el gran e
infinito amor de Dios. Es necesario hacerlo con un nuevo ardor, lenguaje y
entusiasmo misionero así lo mandó Jesús hace más de 2000 cuando dijo: 

“Vayan y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos, bautizándolos en el
nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar
todo lo que yo les he mandado” sabiendo que Él está  con nosotros hasta el fin
de los tiempos, a través de su Espíritu Santo”

Jesús nos educa y nos enseña desde el camino, desde la barca, dese la orilla del
lago de Galilea, desde la barca, desde la montaña, desde la Sinagoga, lo que nos
envía a nosotros a educar y enseñar de él, desde todo lugar y en todo momento
“El corazón del catequista, afirma el Papa: vive siempre este movimiento de
«sístole y diástole»: unión con Jesús y encuentro con el otro. Son las dos cosas: me
uno a Jesús y salgo al encuentro con los otros. Si falta uno de estos dos
movimientos, ya no late, no puede vivir.

“El catequista es consciente de haber recibido un don, el don de la FE, y lo da


como don a los otros. Esto es hermoso. ¡Y no se queda para sí, su tanto por ciento!
Todo lo que recibe lo da. No se trata de un negocio; es puro don: don recibido y
don transmitido,” que se convierte en tarea misionero para todo bautizado.

Jesús, el CATEQUISTA DEL CAMINO, nos enseña a no tener miedo de salir de


nuestros esquemas para seguir a Dios, pues Él va siempre más allá. ¿Saben una
cosa? ¡Dios no tiene miedo! ¿Lo sabían? ¡No tiene miedo! ¡Va siempre más allá de
nuestros esquemas!  Es siempre fiel, es creativo y la creatividad es como la
columna vertebral del catequista. Dios es creativo, no está encerrado, y por eso
nunca es rígido. Dios NO es rígido. Cf. DISCURSO DEL PAPA FRANCISCO A
LOS CATEQUISTAS 2013

Los catequistas, como hombres y mujeres de fe en la Iglesia; son o somos como la


parábola de la semilla, parte cae entre espinos, pero al paso de los días los espinos
las ahogan, una cae entre roca, nace rápido pero al pasar los días el sol la quema,
otra cae en orilla del camino, vienen las aves y se la comen y otra cae en terreno
fértil, y da buen fruto entre sesenta y cien por ciento” quién de nosotros como
cristiano y como catequista no quiere dar el cien por ciento, pero vienen las
atribulaciones del día a día y nos arropa y muchas veces olvidamos que Dios hace
milagros y que siempre es el que nos guía día a día.

La fe del catequista no proviene esencialmente de cuánto sabemos o de cuánto


hemos estudiado, ni siquiera de cuán buenos somos o de nuestra habilidad
metodológica. La fe del catequista es, fundamentalmente un don que Dios otorga
gratuitamente, y respuesta que se funda en la certeza de la Resurrección como
piedra angular de la Revelación. Ante tantos hombres y mujeres que, como el
etíope de las Escrituras, peregrinan sedientos de una respuesta que dé sentido a su
vida, los catequistas no guardamos nuestra fe. La entregamos a manos llenas. Y,
mientras más la comunicamos, más crecemos en esa misma fe. Nuestra palabra y
nuestra vida se hacen testimonio en la comunidad. Los catequistas conocemos
nuestra fe, la celebramos, la rezamos, la vivimos y la comunicamos con toda la
fuerza de nuestra vocación. Hacemos de ella un preciado vínculo con Dios, con
nuestros hermanos y con nosotros mismos.
Pero la verdadera “catequesis” es la comunidad misma. La Palabra del Señor se
hace eco en la profunda experiencia de fe que viven sus miembros. Y el eco no
puede callarse. Una vez vivida la experiencia de la fe, ella resuena en todo el
espacio catequístico, que es la comunidad eclesial. Resuena y se propaga
suscitando la fe naciente de los que se acercan y fortaleciendo la fe más madura de
sus integrantes.

Hoy en día el hombre tiene hambre de comunión y esta atrapado en el


individualismo de una sociedad del éxito, el consumo y la soledad en medio de la
masificación.

La catequesis de la comunidad como catequesis intergeneracional. Sin sujetarse a


rígidos itinerarios de una tradicional catequesis por edades, lo que propone al
catecúmeno la fe de la comunidad cristiana, como experiencia global en la que
quedan entramadas la fe vivida en el testimonio; la fe conocida a través de toda la
función profética, en sus diversas formas, y la fe celebrada en la liturgia.

Una catequesis, diferenciada y común a la vez, que sabe integrar, en un delicado


equilibrio, lo específico de cada persona en su singularidad irrenunciable y lo
esencial como propuesta generalizada a todos; la experiencia de fe del creyente es
siempre única e intransferible.

La catequesis, tal como la hemos concebido tradicionalmente en el proceso


evangelizador, se dirige a quienes ya creen y sigue el orden de la exposición. En
cambio, cuando una comunidad creyente propone su fe, sigue el camino inverso:
no el de la exposición lógica, sino el camino del descubrimiento. Para entrar en
esta lógica, hay que pasar de la experiencia de fe vivida por una comunidad a la
enunciación de los objetos de la fe expresados en el Credo. El “Amén” de una
comunidad creyente y testimonial suscita la fe del nuevo creyente.

La Catequesis debe vencer el analfabetismo Religioso

 ROMA, Viernes, 11 de mayo 2012 (ZENIT.).- homilía del Prefecto de la


Congregación para el Clero, Cardenal Mauro Piacenza, durante la
celebración eucarística celebrada el pasado martes 8 de mayo, en el marco del
Congreso Internacional sobre la catequesis, organizado en Roma por el Consejo de
las Conferencias Episcopales de Europa (CCEE), que tuvo como título «Iniciación
cristiana y nueva Evangelización».  Hch. 14,19-28; Sal. 144; Jn. 14,27-31]

Venerados Hermanos y  Queridísimos amigos,

Estoy muy contento de poder celebrar con vosotros esta Eucaristía durante vuestro
Congreso. Es de destacar el notable y providencial significado, que la primera
Lectura de los Hechos de los Apóstoles, recién escuchada, recoja las palabras con
las cuales el Santo Padre Benedicto XVI ha querido encabezar la Carta de
convocatoria del Año de la Fe, con ocasión del quincuagésimo aniversario del
comienzo del Concilio Ecuménico Vaticano II y el vigésimo de la promulgación
del Catecismo de la Iglesia Católica, instrumento indispensable para la correcta
hermenéutica de los textos conciliares. ¡No podemos olvidar, en efecto, que se trata
del Catecismo de este Concilio!

Leemos que los Apóstoles “reunieron a la Iglesia y contaron todo lo que Dios
había hecho por medio de ellos: cómo había abierto a los paganos la puerta de la
fe”.

Abrir la puerta de la fe a los hombres de cada tiempo y lugar es, ante todo, la tarea
de Dios mismo. Si perdemos de vista este “primado” de la Obra de Dios, cualquier
esfuerzo nuestro estará destinado a no dar los frutos esperados. Es Dios quien abre
la puerta de la fe a nuestros hermanos los hombres y lo hace, ante todo, por medio
de su Hijo Unigénito. Él es la “puerta de las ovejas”, camino universal y único de
salvación para todos los hombres.

Es hermosa la imagen de este Dios que “abre”, y qué lejos está de tantos prejuicios
contemporáneos sobre el Señor, sobre su Palabra de salvación y sobre su Iglesia,
lugar en el que tal salvación se hace actual y operante por la libertad de los
individuos, en la comunión del único Cuerpo.

La imagen de la “puerta” es particularmente eficaz porque se refiere a “entrar” en


una nueva dimensión, en una realidad que el hombre no puede darse a sí mismo,
sino que es completamente don de Dios. Esta realidad del don que es Dios mismo,
requiere poner en movimiento nuestra libertad; requiere que el umbral de la puerta,
abierta por Dios, sea cruzado por cada uno de nosotros. En este sentido, la
salvación ofrecida universalmente, no puede de ninguna manera ser eficaz sin el
concurso de la libertad creada que, sostenida por la gracia, "da el paso” y cruza la
“puerta de la fe”.

La grandísima tarea de la catequesis de la iniciación cristiana, vista sobre todo en


el horizonte de la nueva evangelización, es, pues, por lo menos doble. Por una
parte, la catequesis debe colaborar con el Señor para “abrir la puerta de la fe”,
mostrando, de manera profundamente racional y humana, y hasta afectivamente, la
gran posibilidad de vida, de sentido y de plenitud que Dios ofrece a los hombres. Si
no volvemos a sacar a la luz toda la razonabilidad, el atractivo e incluso la
“conveniencia humana” del cristianismo, si no sacamos a la luz todo lo que emana
de la voluntad de la fe, muy difícilmente podrá resultar fascinante la perspectiva
cristiana.

Por otra parte, la catequesis está llamada a sostener la inteligencia de la fe, por
medio del conocimiento de la Revelación, tanto en sus aspectos relacionales, como
en aquellos más propiamente doctrinales que son su traducción histórica. Una vez
que sea cruzada “la puerta de la fe” –lo sabemos bien- el camino no habrá
concluido. Solamente una intensa tarea de formación podrá permitir al juicio de
conciencia no volver atrás y al comportamiento moral no abandonar la luz
encontrada.

A casi cincuenta años del comienzo del Concilio Ecuménico Vaticano II, debemos
reconocer que la misma vida moral, ya sea intra o extra eclesial, ha sido
tremendamente debilitada por una insuficiente catequesis, por una formación
incapaz, quizá, de dar las razones de las exigencias del Evangelio y de mostrar, en
la concreta experiencia existencial, que ellas son extraordinariamente
humanizadoras. ¡Y no ha sido por culpa del Concilio!

Por estos motivos, la catequesis es siempre una narratio. Afirma el texto citado,
que los Apóstoles “reunieron a la Iglesia y contaron todo lo que Dios había hecho
por medio de ellos”. En este “contaron todo lo que Dios había hecho”, está
contenida, en definitiva, toda la labor de una catequesis que no sólo es transmisión
de verdades doctrinales, sino una posibilidad de participación en el mismo Evento
de la fe, en el mismo Evento-Cristo.

La dimensión doctrinal, no obstante, bien lejos de ser secundaria, representa el


modo concreto de la narratio, la cual de otro modo correría el riesgo de hacerse
arbitraria y subjetiva y, por tanto, no creíble. Como ha recordado el Santo Padre en
la homilía de la Santa Misa Crismal, nos encontramos ante "un analfabetismo
religioso que se difunde en medio de nuestra sociedad tan inteligente.

Los elementos fundamentales de la fe, que antes sabía cualquier niño, son cada vez
menos conocidos. Pero para poder vivir y amar nuestra fe, Pero para poder vivir y
amar nuestra fe, para poder amar a Dios y llegar por tanto a escucharlo del modo
justo, debemos saber qué es lo que Dios nos ha dicho; nuestra razón y nuestro
corazón han de ser interpelados por su palabra”.

La catequesis, sobre todo la de la iniciación cristiana, tiene esta gran tarea: vencer
el analfabetismo religioso, enseñando “qué nos ha dicho Dios”… ¡y sin dejarnos
paralizar por las interminables cuestiones metodológicas!

Los problemas metodológicos, queridos amigos, son superados por los santos: con
su sencillez y con su vida, son la más eficaz catequesis viviente que Dios mismo
ofrece a su pueblo. Un nombre en representación de todos: el Beato J.H.Newman y
su "cor ad cor loquitur", con todo el empeño intelectual, teológico, moral y
espiritual que eso significa.

No podemos olvidar jamás que “debemos entrar en el Reino de Dios a través de


muchas tribulaciones” y, en consecuencia, que el cansancio es constitutivo del
camino de salvación, y que Jesús nos ha dicho: “Os dejo la paz, os doy mi paz”.
No como la da el mundo, os la doy a vosotros”, indicando así una radical e
insuperable alternativa que no puede ser suprimida por ningún ingenuo optimismo.

En este mes dedicado a Ella, confiemos a la Santísima Virgen, Estrella de la


Evangelización, los trabajos de vuestro Congreso y, sobre todo, la obra incesante
de la Iglesia que, como Dios, abre a los hombres “la puerta de la fe”. Amén.

                El papa Juan Pablo II comienza su Exhortación Apostólica Catechesi


Tradendae; La catequesis ha sido siempre considerada por la Iglesia como una de
sus tareas primordiales, ya que Cristo resucitado, antes de volver al Padre, dio a los
Apóstoles esta última consigna: hacer discípulos a todas las gentes, enseñándoles a
observar todo lo que Él había mandado. 

Es de suma importancia, recordar que la catequesis no es invención de este tiempo


o que es tema de una pastoral actual, como dice el título II de Catechesi Tradendae
es una “experiencia tan antigua, como la Iglesia misma”. Es por eso necesario
voltear al pasado en un espíritu de Renovación y resurgimiento “Volver a las
fuentes”. Este volver a las fuentes nos ayudara a clarificar mejor las acciones
propiamente catequísticas y los elementos que le dan su identidad.

La catequesis “que consiste en la educación ordenada y progresiva de la fe”, debe


ser acción prioritaria en América Latina, si queremos llegar a una renovación
profunda de la vida cristiana y por lo tanto a una nueva civilización que sea
participación y comunión de personas en la Iglesia y en la sociedad (Puebla n.
977).

Todos los evangelizadores han de prestar también una atención especial a la


catequesis. Al comienzo de mi Pontificado quise dar nuevo impulso a esta labor
pastoral mediante la Exhortación Apostólica, y recientemente he aprobado el
Catecismo de la Iglesia Católica, que presento como el mejor don de la Iglesia que
puede hacer a sus Obispos y a todo el Pueblo de Dios. Se trata de un valioso
instrumento para la nueva evangelización, donde se compendia toda la doctrina que
la Iglesia ha de enseñar (Santo Domingo, Discurso Inaugural, de S.S. Juan Pablo
II, n. 9).

En continuidad con las anteriores Conferencias Generales del Episcopado


Latinoamericano, este documento hace uso del método ver, juzgar y actuar. Este
método implica contemplar a Dios con los ojos de la fe a través de su Palabra
revelada y el contacto vivificante de los Sacramentos, a fin de que, en la vida
cotidiana, veamos la realidad que nos circunda a la luz de su providencia, la
juzguemos según Jesucristo, Camino, Verdad y Vida, y actuemos desde la Iglesia,
Cuerpo Místico de Cristo y Sacramento universal de salvación, en la propagación
del reino de Dios, que se siembra en esta tierra y que fructifica plenamente en el
Cielo…(Aparecida n. 19).

“Vayan por todo el mundo…” (Mt 28, 16-20). De ahí que ésta se define como una
acción al servicio de la Evangelización, portadora de la Palabra de Dios. Al mismo
tiempo la Catequesis tiene que guardar una estrecha y permanente relación con las
otras acciones evangelizadoras y con todo el Proceso Evangelizador.

La catequesis propiamente dicha ha de ser entendida como: una formación


orgánica y sistemática de la fe; esta formación es más que una enseñanza: es un
aprendizaje de toda la vida cristiana, a través de una iniciación cristiana integral,
que propicie un auténtico seguimiento de Cristo, centrado en su persona.  La
catequesis es una formación básica, esencial, centrada en lo nuclear de la
experiencia cristiana, en las certezas más básicas de la fe y en los valores
evangélicos más fundamentales. La catequesis pone los cimientos del edificio
espiritual del cristiano, alimenta las raíces de su La catequesis a partir de Aparecida
61 vida de fe, capacitándole para recibir el posterior alimento sólido en la vida
ordinaria de la comunidad cristiana (Ib.n. 67).

Desde los comienzos de la predicación apostólica, se llamó catequesis al "Conjunto


de los esfuerzos realizados en la Iglesia para hacer discípulos, para ayudar a los
hombres a creer que Jesús es el Hijo de Dios a fin de que, por la fe, tengan la vida
en su nombre y para educarlos e instruirlos en esta vida y construir así el Cuerpo de
Cristo"

El origen, lugar y meta de la catequesis es la comunidad cristiana: familia,


parroquia, catecumenado bautismal de adultos, escuela bíblica, asociaciones y
movimiento de fieles. Esta dimensión de la pastoral incluye un amplio conjunto de
agentes: obispos, presbíteros, diáconos, padres de familia, religiosos, catequistas
laicos.

Positivismo de la catequesis:

 Se puede contar con una gran mayoría de párrocos y Vicarios


Parroquiales que acompañan a los catequistas y los procesos de
catequesis en la parroquia.
 Contamos con catequista muy comprometidos, abnegados y
entregados al Ministerio de la catequesis
 Algunas comunidades acogen las directrices de la parroquia en lo
que compete al tiempo indicado en la preparación a los
sacramentos de Iniciación cristiana.
 Algunas comunidades (capillas) disponen de textos y recursos
apropiados para la catequesis, si bien no existen unos propios de
la parroquia, las comunidades los han obtenido por diversos
medios, lo cual facilita el proceso de formación de los
catequizando.
  La gran mayoría de agentes de pastoral son catequistas.

Sombras de la catequesis:

 No se cuenta en la Parroquia con un proceso de iniciación cristina y


de catequesis permanente que lleve al encuentro con Jesucristo.
   Los niños y adolescentes, una vez terminada la catequesis para los
sacramento de iniciación, la gran mayoría se desvinculan de las
actividades de la comunidad y de la Parroquia.
 Está muy metido en la mentalidad de los cristianos católicos, que la
catequesis es únicamente para la recepción de los sacramentos, y
está destinada solamente a los niños y jóvenes.
 No contamos con la unificación de un texto guía para la
preparación de los sacramentos. Con un texto elaborado en la
parroquia.
 Falta acoger los sacerdotes las directrices que hay en torno a la
catequesis, que podrían crear confusión a los laicos y bloqueando
en algún sentido la espiritualidad de comunión con sus hermanos.
 No contamos con un proceso de formación de catequesis para
adultos.
 Faltan catequistas bien preparados que sepan y puedan trabajar en
las comunidades más necesitadas.

A quien debería estar destinada:

Los destinatarios de la catequesis son todos los bautizados. Para esto se debe tener
en cuenta la catequesis por edades, al igual que las situaciones especiales,
mentalidades y ambiente, según el contexto socio-religioso y según el contexto
socio-cultural.

Actividades aconsejadas:

 Creación de una escuela para catequistas (formación anual y seguimiento


cada seis meses)
 Reunión trimestral en cada zona o comunidad de la parroquia.
 Realización de encuentro parroquial por lo menos una vez al año con todos
los catequistas de la parroquia.
 Preparación de nuevos catequistas
Esquema de Trabajo

En este particular le plasmamos un esquema con varias opciones, cada opción


pertenece a la letra encasillada para sí mismo (a con a y b con b)

a) Formación Permanente de los catequistas

b) Elaboración de los catecismos para los distintos sacramentos de iniciación


RETOS
cristiana

c)Catequesis en y con las familias


a) Proceso

ESTRATEGIAS b) Proceso de construcción


c) Proceso
a) En todas las comunidades contamos con catequistas comprometidos,
abnegados y sacrificados por la causa del Reino, pero en su mayoría carecen
de una formación doctrinal y pedagógica.

b) Las comunidades (capillas) disponen de algún texto para la catequesis y


algunos recursos, pero es necesario unificar el texto
para toda la parroquia para hablar un solo lenguaje, lo cual facilita el proceso
JUSTIFICACIONES
de formación de los catequistas y catequizando. 

c) La familia siempre ha sido la promotora de la vida humana-cristina, donde


se han cultivado y fomentado todos los valores, por tanto es urgente ponerle
mayor atención a la familia, especialmente a las familias de nuestros
catequizando, para que asuman la responsabilidad que ellos se les ha
encomendado  como primeros educadores en la fe.
a) Fortalecer la formación permanente de los catequistas y agentes de
pastoral desde los, Diplomado en catequesis y todos los programas que
ofrece la arquidiócesis y nuestra parroquia, garantizando la cualificación de
estos.

b) Elaborar los catecismos para la iniciación cristiana (bautismo, primera


OBJETIVOS comunión, reconciliación y confirmación) propiciando elementos bíblicos,
doctrinales que lleven a unos procesos de maduración en la fe en los
catequizando. 

c) Fortalecer el trabajo en y con la familia para que los procesos de


maduración en la fe se consoliden y lleven a todos a ser discípulos-
misioneros de Jesucristo.
a) A través de la: Parroquia y nuestras comunidades (capillas)

b) Conformado un equipo de trabajo; Entregándolo a la comisión teológica


para la revisión; Ajustando Correcciones; Publicación
COMO HACERLO
c) Siguiendo procesos de catequesis para adultos, elaborando materiales,
adaptando otros y sensibilizando a los sacerdotes y catequistas para un
trabajo fuerte con la familia.
Conclusión
DATOS BIBLIOGRAFICOS

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