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Temas Basicos de Etica - Etxeberria
Temas Basicos de Etica - Etxeberria
de ÉTICA
Xabier Etxeberria
4" F diriór
TEXTOS DE DERECHO
FICHA DEL TEXTO
4• Ed ición
4• Edición
Diseño Colecdón
Luis Alonso
lrrf)resión
Publidisa, S.A. • Sevilla
ISBN: 9í8-84-l30·1667-6
Depósito Legal:
Etxeberria, Xabier. Temas básicos de ética (4a. ed.).
, , España: Editorial Desclée de Brouwer, 2008. p 7
http://site.ebrary.com/lib/biblioitesosp/Doc?id=10472749&ppg=7
Copyright © 2008. Editorial Desclée de Brouwer. All rights Reserved.
May not be reproduced in any form without permission from the publisher, except fair uses permitted under U.S. or applicable copyright law.
Contenido
Precisamente por esa intención de ser obra ele ética funda mental, en
este votui-nen no se va a entrar en la consideración ele los problemas espe-
cííicos que, hoy en día de modo especial, piden una reflexión étic.i que
ofrezca paut.1s razonablemente concretas de o rientación para afrontarlos.
Esto es, no se trata de una obra de ética aplicada. Pero a pesar de ello, la
orientación a la aplicabilidad atraviesa todas sus líneas. Cuando se abor-
dan los temas básicos no se estudian como mero saber teórico, se estudian
como saber que tiene vocación de ser la referencia ele base q ue ayude a
vivir con criterios morales las d iversas cuestiones y ámbitos de actividad
a los que se remiten las éticas aplicadas. Queda constancia de esta inten-
ción al comienzo de la obra, cuando en el tema introductorio situamos
la reflexión ética que haremos en el marco de la problematicidad de la
sociedad actual {1a); y al final de ella, cuando abrimos de nmclo explícito
los temas ya estudiados a la ética aplicada en general y a la ética de las
profesiones en panicular (Ga,b).
Esta última consideración nos lleva a comentar la otra referencia que ha
guiado este escrito, que no es o tra que la colección que se inicia con él.
El volumen inaugura una colección de ética de las profesiones q ue quiere
tener una presencia específica en e l mundo universitario. Esto significa que
si antes hemos dicho que el lector potencial del mismo es toda persona
interesada en la ética fundamental, aho ra hay que ai'íadir que se piensa
también de modo especial en e l lector universitario, que en este sentido
el libro tiene la pretensión de ser un manual universitario al que pueda
acceder directamente el alumno.
De cara a esta última pretensió n, es además un libro que tiene voca-
ción de complementariedad con los otros volúmenes que aparecerán en la
colección. Efectivamente, para afrontar co nvenientemente el aprendizaje
de lo que supone la ética de las pro fesiones a las q ue preparan los estudios
universitarios, se ha creído necesario que los alumnos dispongan de un
manual específico para su profesión respectiva, pero que todos ellos lo
complementen co n esta obra q ue presentamos, para que la ética apl icada
a la profesión en cuestión tenga como referencia fundamental el marco
completo y fundado de lo que significa y supone la ética. Estas intenciones
han d ejado diversas ''huellas pedagógicas" en la obra, como la relativa al
modo como se ofrece la bibliografía al final de cada apartado, o como el
anexo para la orientación histórica q ue se presenta al final.
l. Por el cardeter de esta obra, no se recargará el lexto con d L.1s de los autores sino que se indui·
rá al iinal de cada apartado una ..not.a bibliográfica... que remitirá d OOras de .,utores aludidos
que a su vez pueden ser\•ir para profundizar lo Ira.lado.
Etxeberria, Xabier. Temas básicos de ética (4a. ed.).
, , España: Editorial Desclée de Brouwer, 2008. p 15
fnc;,. OE US PRO:'ES!O>IES
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2. Algunos consid«an que d(!bemos hablar)'ª de cultura posmoderna. De todos modos, lo que
podría llamarse posmodernidad ~ooe de hecho la .,centuadón de los rasgos de la moder·
nidad que aquí se resaltan, por lo que la distinción no resultan relevante de e.ira objetivo .,1
buscado.
Etxeberria, Xabier. Temas básicos de ética (4a. ed.).
, , España: Editorial Desclée de Brouwer, 2008. p 17
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las n uestras las profesiones ocupan u n lugar muy relevante tanto a nivel
social como personal. A nivel social son precisamente ellas las que
soportan el grueso de la d inámica social. ¿Qu iénes están debajo d el
avance tecnocientífico, del d ise1io y realización de las po líticas sociales
y económicas. de la aplicación d e los sistemas juríd icos que pretenden
regular la convivencia d e las libertades, de los procesos productivos y
comerciales, de la realización de políticas de solidaridad, de los pro-
cesos de inculturación y de aprendizaje, d e la gestió n de la movilidad,
etc.? Profesio nales, en muy buena med ida. La ética profesio nal es de
este modo cond ición de posibilidad y realización del bien social y la
justicia. Pero también a nivel personal la profesión es relevante, pues
es desde el la como nos definimos d e modo preferente haciéndola
entrar fuertemente en la configuració n de nuestros proyectos d e vida.
la profesión no lo es todo, por supuesto; u no ele sus peligros es preci-
samente hacerla el todo de nuestra vida¡ pero es mucho y ese mucho
debe ser adecuadamente tenido en cuenta. Las categorías presentes en
este volumen no van a remitir explícitamente a la ética profesional, y
en este sentido tienen también vocación de servir a quienes tienen otros
intereses, pero están guiadas por la intención de que sirvan explícita-
mente como ética fu ndamental para q uienes se acerquen a la ética d e
las profesiones.
d ice que la modern idad p uede ser definida como el arte de la separa-
ción de estas estructu ras holistas, inspirado por el anhelo de autonomía
personal; pero tal separación, en el contexto de lo que llamamos cul-
tura occidental, empieza a p roducirse antes. Puede decirse q ue la élica
filosófica va a aparecer precisamente d esd e el proceso combinad o de
reflexión sob re el hecho mo ral en sentido más estricto y de separación
de la moral respecto a sus otros componentes d el marco holista.
Reflexión, p ues, por un lado. Lo que se vivía como éthos es sistemá-
ticamente analizado, criticado, fundamentado desde la racionalidad,
ha-ciénclose theoría. Con lo q ue empezó a poder d istinguirse así dos
niveles: el de los sistemas morales concretos y el d e la reflexión sob re
esos sistemas. Ello permitió d iseñar igualmente otra d istinción -que Hegel
acabará tematizando a su mod~ entre e ticid..1d o sistema de costu mbres
y normas existentes, y moralidad o rel,:1ción consciente del sujeto con el
sistema normativo ideal de su comunidad, p..1ra aceptarlo, modificarlo o
recharzarlo. Aparecerán a partir d e ahí reflexiones filosóficas q ue insisti-
rán en la mo ralidad (Kant), cargando en el sujeto la iniciativa de lo ideal
normativo aunque choque con la eticidad dominante y apuntando hacia
la unive rsabi/idad como co ndición fundamental de la norma moral; otras
en cambio valorarán más la eticidad (el p ropio Hegel).
Si la ética filosófica nace por tanto ele esa labor de reflexión, nace
igualmente separándose de los otros componentes de su anterior rela-
ción holista. Se p re tenderá así separarla de la religión para generar su
contenido y fundamentación al margen de ella, pero igualmente d el
derecho y d e la política. De ese modo, la ética fi losófica trata de dotarse
de autonomía respecto a los otros niveles. la realidad de estos intentos
ha mostrado que esa separación es relevante para la constitución de la
ética filosófica propiamente dicha, pero que se trata d e una separación
compleja, porq ue se siguen dand o inevitables conexiones en el campo
de la normatividad compartida en buena med ida por todos, pero incluso
en el campo d el sentido. La ética filosófica surge cuando se libera ele la
subordinación a la religión o al derecho, pero para mantener una auto-
nomía relacional con ellos, o pcional en el caso de la religión, obligada
en el caso del derecho.
Desde todo lo que antecede p uede ind icarse que definiremos la ética
filosófica: 1) cuando especifiquemos la separación y relación que man-
tiene con la religión y el derecho; 2) cuando especifiquemos los d iversos
Etxeberria, Xabier. Temas básicos de ética (4a. ed.).
, , España: Editorial Desclée de Brouwer, 2008. p 23
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) . La \•erdad es que ha)' en ello cierta arbitrariedad, por lo que otros autores a cuden a las misma$
palabras para marcar 01r,1s distinciones, gener.indose asi confusión en el lector no prevenido.
En esta OOra. siempre que pretendamos marcar una distinción entre moral )' ética, nos reierire-
mos a la dt$tinción que aquí se señala. Téngase presente en cu.1lquier caso que lo que importa
es c.1ptar la distinción.
Etxeberria, Xabier. Temas básicos de ética (4a. ed.).
, , España: Editorial Desclée de Brouwer, 2008. p 24
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24 !EWI.S aÁSi<:03 DE f:!!CA
• UnJs privilegiJn el polo del bien que deseJmos como fin: son por
eso propuestas teleológicas. Entre ellas podemos destacar la aris.
totélica, con su propuesta d e b úsqueda prudencial de la felicidad
con la práctica de las virtudes; o al hedonismo epicúreo, con su
opción a favor del cálculo inteligente del placer; o, ya en la actua-
1idad, al utilitarismo y su o rientación al logro del mayor bienestar
para el mayo r número~. La ética se orienta aq uí directamente hacia
la pJenificación de la vida.
• Otras privilegi.,n la norma que se no s impone como debe r: son IJs
propuestas deontológicas. Aunque pueden encontrarse orienta-
ciones hacia este enfoq ue en los estoicos, es propiamente Kant el
4. P.u,1 c1ue el lector puedia situar hl$tóricamente a los g,andes fi1Cl!iofos que \'an apareciendo .t
lo largo de la obra, se ofrece .ti iinal en anexo una sinopsis hl$tó1ica en la que podrá mcon·
lrarlos.
Etxeberria, Xabier. Temas básicos de ética (4a. ed.).
, , España: Editorial Desclée de Brouwer, 2008. p 26
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A) L\ ASPIRACJÓN A LA ffllCIDAO
consiste ser feliz. Aquí las propuestas empiez.10 a ser diferentes e incluso
contr.1dictori.1s.
Para hacer luz en esta confusió n Aristóteles nos propone d istinguir
jerarqu izadamenle medios que no son fines (ej. medicina), fines que son
al mismo tiempo medios (ej. salud), y fin en sí que no puede ser medio: la
felicidad. Los primeros se b uscan en vistas al (1ltimo, que se busca por sí
mismo. Esto nos da ya una primera pista: no podemos poner la felicidad
en los medios, que sólo se justifican si nos llevan al fin.
De todos modos, esta es una pista que debe ser matiz.1da. Porque los
medios no son pur.1 instrumentalidad, están impregnados de fi n y el fin no
es algo que se alcanza de repente tras un camino recorrido, es la plenitud
y consumación de lo que se va realizando en el camino. Y porque lo que
d irectamente nos moviliz.1 son los fi nes concretos, los objetivos específi-
cos - no p uros medios- en los que creemos vivir la felicidad. Des.de ahí
precisamente parece inevitable asumir grados significativos d e pluralidad
de bienes en las éticas q ue se muestran como aspiración a la felicidad.
Hay además otra cuestión relevante: la felicidad concreta no puede
ser b uscada al margen de las circunstancias en las que nos encontr.1mos.
Es algo que Aristóteles reconoce: deseamos la felicidad, viene a decirnos,
determinados por n uestra naturaleza, pero la concretamos a través del
recorrido de la deliberación y de la elección prudencial. Esto es, el camino
de la felicidad es un trayecto que diseñan nuestras elecciones -o "deseos
deliberados"- sopesando adecuadamente las posibilidades existentes.
Puesto a señ.1far propuestas más concretas, Aristóteles explicita tres
ideales posibles ele felicidad: el del entregado a los placeres q ue obedece
las leyes sólo por temor; el del político, el homb re virtuoso impl icado
plenamente en la vida de la ciudad, con un carácter perfecto regido por
la prudencia; y el del s.abio, con u na vida contemplativa perfecta que
privilegia la virtud de la sabiduría. El primero de los ideales es inferior:
sin que deba despreciar.se el placer no debe propo nerse como fin. Entre
los otros dos, los textos más explícitos de Aristóteles parecen ir a favo r del
últinm, con lo que la felicidad suprema sería la actividad contemplativa•.
Pero hay autores que entienden q ue con ello se contradice de algún modo
3. La versión actual más influyente ele las teorías clásicas ele la felicidad
es el util itarismo. Aunque con precursores, es fundado en sentido estricto
por Bentham, siendo los otros d os grandes "clásicos'' de esta corriente J.
S. Mill y Sidgwick y teniendo seguidores actuales sobre tocio en las cultu-
ras anglófo nas. Puede decirse q ue continúa la propuesta de felicidad en
la línea ele la "razón calculadora del placer"' propia del epicureísmo, pero
en circunstancias históricas específicas y con una o rientación específica.
Recordando aquí sólo las circunstancias de la historia del pensamiento,
debe tenerse presente q ue aparece en plena expansión de la ideología
-y la economía- liberal y en los balbuceos de un socialismo naciente
(algo que se nota especialmente en Mill, que no sin tensiones con la
doctrina utilitarist.1 puede ser considerado también uno de los pilares del
liberalismo con sensibilidad moral). En cuanto a la orientación específica,
debe indicarse que se trata de un hedonismo social, claramente intere-
sado por las estrategias de felicidad para el conjunto de la población
-por la utilidad general-, aunque sea con bases individualistas: hay que
plantearse la b úsqueda de la mayor felicidad para el mayor número.
El atractivo del utilitarismo .1rranca de q ue es una teoría del bien/
feliciclad, no como bien en sí que se me impone, sino como bien que
sólo es tal cu.1ndo lo es para alguien, cuando alguien así lo ve. Lo que
significa: 1) que el bien se remite .1 la utilidad para satisfacer los deseos
e intereses de las personas; 2) que se condena o aprueba algo sólo en la
medida en que se demuestre q ue empeora o mejora el bienes.tar de la
gente; 3) que se aceptan sin d iscriminación las preferencias d e cada uno,
tocias las preferencias; 4) que se busca maximizar el bienestar de manera
Etxeberria, Xabier. Temas básicos de ética (4a. ed.).
, , España: Editorial Desclée de Brouwer, 2008. p 35
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2. Mill dice plástiGilmenle que así como fa única prueba de que un sonido es audible es que la
gente lo oiga, igualmente la única pweba de que .,l!)'O es deseable es que l., gente lo desee.
El problema es que ·' audible"' es potencialidad empírica, mientras que ...deseable" en ese
contex:to es orientación ética. no mer<l constatación empírica. Es ahí donde se produce el
x1lto de lo que es a lo c1ue debe ser, 1ógk amente ilegítimo, se dice, porque hace aparecer en
la conclusión lo que no existía en las premisas.
Etxeberria, Xabier. Temas básicos de ética (4a. ed.).
, , España: Editorial Desclée de Brouwer, 2008. p 37
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debe tener relevancia no es que se actúe según l.1 norma correcta sino de
modo tal que se obtengan las mejores consecuencias de bien. En cualquier
caso. y en conjunto, la anhelada cuantificació n utilitarista presenta serios
problemas, tanto a nivel de principio como de realización.
Una última cuestió n relevante en el utilitarismo es que al indicar que
lo valioso es la sensación de agrado o e l bienestar, concluye que los afec-
tados por tal valor no so n sólo los que p ueden razonar ((os humanos) sino
los que pueden sentir, es decir, también los animales. Es.to es, hay que
respetar a los animales. porque como nosotros tienen capacidad para sufrir
y gozar. El que nosotros. seamos sujetos racionales supone una distinción
importante para la ética, pero sólo para determinar quiénes son los suje-
tos que tienen oblig.1ciones morales (nosotros y no los animales), no para
determinar quiénes son los sujetos valiosos en sí: nosotros y los animales,
o mejor, los deseos e intereses d e ho mbres y animales que, por tan to,
deben entr.1r en el cómputo de maximización de bienestar~.
.l. Este enfoque es atractivo para la sensibilidad ecológica, pero es a la vez fuente de problemas,
especialmente a la hora de discernir, desde tos propios supuestos utilitariS'las, cuándo y cómo
se puede hacer suírir a un animal, c u;indo y cómo puede prevalecer e( bienestar del humano
frente al animal. En esta línea de no diferenciación de especies animales y humana, autores
utilitaristas acwale.s como Singer están manteniendo posturas muy polémicas en tomo a rues.--
liones como el aborto y la eutanasia. Ve r por ejemplo su obra RepenSdr !tl ,1d.1 y la muerte,
Ba rcelona, Paid6s, 1997.
4. Combalir los males. evitables )' asumir los ine\•ititbles adecuadamente, es. una dimensión
decisiva de cualquier proyecto de folicidad.
Etxeberria, Xabier. Temas básicos de ética (4a. ed.).
, , España: Editorial Desclée de Brouwer, 2008. p 39
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la realidad. Por supuesto, hablar de vida plena remite a ideales que han
sido c uajados c ulturalmente, esto es, las p ropuest.1s c ulturales p lurales
pasan a ser mediació n de n uestros proyectos ele felicidad. pero esto p uede
ser estimulante, si se asume desde la c rítica, la c reatividad y la apertura a
las relaciones interculturales.
Una segunda guía pa ra o rientarse e n las complejidades de la felicidad
es ser conscientes de que en ella se concentra n una serie de tensiones
que hay que saber a rmo nizar en unos casos y gestionar c reativamente
en su conflictividad en otros. Efectivamente, en la felicidad anidan ten-
siones como éstas: 1) te nsión entre vida b uena y b uena vida, e ntre ser
bue no y vivir b ien, entre llevar u na vid a digna y estar contento d e la vida
porque disfrutamos de condiciones agradables; 2) tensión entre fortuna o
suerte y voluntad, e ntre aquello q ue recibimos como d on y aquello que
conquistamos, entre aquello que nos advie ne c uando perseguimos o tros
objetivos y aquello q ue perseguimos explícitamente; 3) te nsión entre ideal
imposible de alcanzar e n su plenitud ~ue p uede genera r frustración, pero
ta mb ién estimula r- e ideal realizable cuando aceptamos las limitaciones
de la condición humana; 4) te nsión, por ú ltimo, e ntre satisfacción inma-
nente, intramundana -dependiente de las oportunidades concre tas que
nos b rinda la vida-y apertura a su desbordamie nto en un horizo nte trans-
mundano - desde la experiencia rel igios.a que a punta a él-. Esta última
consideración nos muestra que ta nto el modo de plantear las tensiones
como el modo d e afronta rlas es muy personal, co n lo que, ele nuevo, la
complejidad y plural idacl de la felicidad se hace manifiesta. Y nos muestra
asimismo q ue e n la b úsq ueda ele la felicidad a nida la fragilidad.
Par.1 aiinar un poco más lo que puede significar el refe re nte de la feli-
cidad en su d imensión personal, son sugere ntes algunos p la nteamie ntos
de Ricoeur. Éste pone como p rimer polo de la intención ética el "'anhelo
de vicia realizada" y como tal, feliz. Al inscribir la ética en las p rofundida-
des d el deseo, nos dice, se subraya su carácter anterior a todo imperativo.
El elemento ético de este deseo p uede ser expresado como estima des,:
un sí mismo que implica a las tres personas gramaticales (yo, tú, él) y una
estima que es fundamentalme nte estima d e nuestra capacidad de obra r
intencionalmente y con iniciativa. La vida buena, esa nebulosa de ideales
de cada uno, es así la idea de una finalidad supe rior que no cesa de ser
interior al actuar humano, tal como pre te ndía Aristóteles. Esa indefinición
no empuja a desterra rla ele la reflexión ética, sino que la integra con la
Etxeberria, Xabier. Temas básicos de ética (4a. ed.).
, , España: Editorial Desclée de Brouwer, 2008. p 40
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