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IN TR ODUCCIÓN AL MÓDULO
Introducción
Introducción a la unidad
Cierre de la unidad
Introducción a la unidad
Tema 1: Estrategias de intervención clínica
Tema 2: Los contenidos escolares o especí cos del espacio laboral en el tratamiento
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Introducción
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7.1 Estrategias de intervención clínica. El juego como recurso de tratamiento. La escritura y la lectura como
herramientas de trabajo
7.2 Los contenidos escolares o específicos del espacio laboral en el tratamiento con adolescentes, jóvenes
y adultos. El trabajo en tutoría
La importancia de la mirada personalizada y la intervención singular, en este caso desde y con respecto a la
discapacidad, pero aplicable a cualquier persona con dificultades.
https://www.youtube.com/watch?v=4NuF4HD94Qs
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Introducción a la unidad
Contenidos de la unidad
2 Primeras entrevistas y motivo de consulta. Encuadre .El lugar de la familia en relación con el
adolescente y con el adulto que consulta
En esta unidad el trabajo será de integración de todo lo visto en los módulos anteriores para poder poner en
juego las técnicas y los modos de intervención posibles en el tratamiento de adolescentes y adultos. El
desarrollo de herramientas no será a título de instrucciones de cómo intervenir sino con la intención de
generar una orientación posible que se adaptará a cada consultante y su contexto particular.
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Uno de los grandes interrogantes necesarios luego de un proceso diagnóstico (realizado por el mismo
profesional o derivado por otro) es qué hacer con ese consultante que porta “un problema en el aprender” a
partir de ese momento. ¿Hay recetas o instrucciones para seguir? Norma Filidoro (2016) cuestiona que una
de las preguntas que se suele hacer cuando se recibe un consultante sea ¿qué diagnóstico tiene? Como si
saberlo tuviera en sí la respuesta: si es ADD hay que hacer cierto tipo de intervenciones, o si tiene
diagnóstico de Autismo entonces estos otros son los pasos a seguir. ¿Dónde queda la singularidad y el
contexto cuando se aborda la clínica desde esa perspectiva? En algún punto deja de ser clínica para
transformarse únicamente en una manual de uso que se aplicará al pie de la letra.
Por esta razón es que el planteo ético que propone es central para
comprender el eje que toda intervención debe tener.
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“El tratamiento psicopedagógico está exclusivamente dirigido a la asistencia de niños y adolescentes que
presentan problemas en su aprendizaje, derivados al mismo por no alcanzar el nivel medio requerido para el
dominio de los conocimientos escolares.”
Este último punto requiere entonces una explicación: si bien el sujeto puede tener dificultades en el
aprendizaje es necesario que se lo observe tomando en cuenta el contexto.
¿Por qué?
Por ejemplo: un adolescente llega a la consulta porque en la escuela se ha llevado siete materias a
diciembre, los padres realizan la entrevista derivados por el colegio y ante la preocupación de una repitencia.
El motivo evidente y explicitado por padres y consultante es “el fracaso” en el estudio de las materias.
Durante el proceso de diagnóstico emergen otros motivos: un padre que no hizo el colegio secundario
porque lo abandonó, una mamá sobreprotectora que le cuesta el crecimiento de su único hijo, y un
adolescente que atraviesa con dificultad muchos de los trabajos/duelos de la edad. ¿Esa es la razón del
problema con las materias? Es una de las hipótesis posibles en el planteo de la estrategia de intervención.
En el caso de la clínica con adolescentes, la entrevista individual donde se trabaja el motivo de consulta es
fundamental. Si bien con niños es importante involucrarlos en su tratamiento hablando de por qué hay un
trabajo de por medio, con adolescentes esto es prácticamente obligatorio. No hay trabajo psicopedagógico
posible si el consultante no es capaz de identificar que tiene alguna dificultad respecto al aprender (más
adelante veremos qué estrategias se pueden implementar cuando la resistencia es grande).
Y por otro lado, si bien es probable que les moleste que sus padres intervengan, es necesario tener una
reunión con ellos para escuchar sus demandas y preocupaciones, pero fundamentalmente para identificar la
trama de aprendizaje de ese núcleo familiar.
“En las alteraciones de la lectura, la escritura, y del cálculo, en el retraso o el fracaso escolar, en la
inmadurez para el aprendizaje sistemático, en los déficits mentales, en las inhibiciones para la actividad
intelectual o escolar, vamos a encontrar no solamente un sujeto que no aprende sino todo un grupo familiar
que revela sus actitudes, prejuicios, inhibiciones y trastornos ante el aprendizaje.”
“El diagnóstico tradicional favorece la ubicación de los padres en un falso lugar de saber. Ellos vienen a
hablar del hijo generalmente con quejas (…).”
Y si bien este sistema es básicamente para realizar un diagnóstico en una sola jornada y ante situaciones
de gran vulnerabilidad (lo diseñó para utilizar en el Hospital Posadas y evitar la deserción durante las
sucesivas sesiones) es importante conocerlo para quizás aplicarlo pero adaptándolo a la propia situación de
consulta: armar alguna vez una entrevista conjunta de padres y consultante, u otra donde estén los
hermanos juntos. Toda esa información y la posibilidad de toda la familia de pensarse como parte del
problema pero también de la solución, puede transformarse en una buena estrategia de intervención ya
desde el inicio del tratamiento.
Encuadre
Esta información que parece más habitual de un contrato laboral común, en el caso del tratamiento
psicopedagógico también forma parte del encuadre y del trabajo terapéutico en sí. Que el consultante llegue
tarde o suspenda sistemáticamente las sesiones, que el padre no concurra a las entrevistas “porque no
tiene tiempo porque trabaja” o que digan “te pago la sesión la semana que viene” sin haber avisado, son
síntomas que se deben incorporar como parte de la comprensión de la trama de funcionamiento de la
familia. Por eso enmarcar el trabajo es una manera de poner límites y roles claros en el vínculo que se
establece entre psicopedagoga/consultante/familia.
Pero además de este contrato de trabajo explícito (pero no
escrito) hay que establecer el encuadre que “según el término lo
indica, consiste en el marco suficientemente estable, el fondo o
continente de la tarea sobre el cual se recortará la figura o
contenido” (Müller, 2013, pág 98).
Establecer los lugares dentro del espacio físico permite también manejar las distancias que pueden
beneficiar o perjudicar la transferencia, y esto se construye durante el tratamiento.
El espacio debe tener además elementos de trabajo (juegos de mesa, libros, hojas y lápices y si fuera
posible algún dispositivo electrónico que en el caso de adolescentes podría ser un buen recurso).
Con respecto al tiempo (cuándo, qué frecuencia, durante cuánto tiempo) se debe establecer desde el inicio
pero con la flexibilidad de modificar según el avance del tratamiento. El tiempo de una sesión individual con
adolescentes o adultos suele durar 50 minutos, y la frecuencia dependerá de cada situación (una o dos
sesiones o puede necesitarse hasta tres veces por semana). La duración puede plantearse también desde
el principio proponiendo un lapso que se evaluará. Por lo general ese lapso es de un mínimo de un año.
“El psicopedagogo ayuda al paciente porque éste acepta colaborar en la búsqueda de un mejor aprendizaje:
no puede trabajar si no es «un equipo» con el sujeto y también con su familia (…)” (Müller, 2013, pág 101).
• Los objetivos
–
Y finalmente los objetivos del tratamiento también se plantearán de forma explícita al comienzo:
“¿Para qué empezaremos esta tarea?” (Müller, 2013, pág 102).
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Este plan no puede ser rígido, sino “móvil, revisable” (Müller, 2013. P. 103) e implica una serie de decisiones
sobre los objetivos que se quieren lograr y en relación con el motivo de consulta y la demanda planteada. Las
decisiones pasarán tanto desde la forma de abordaje como con los recursos que se usarán, y puede ir
variando siempre y cuando se tenga siempre en mente el horizonte, el objetivo último al que se quiere llegar.
Alicia Fernandez propone que el tratamiento hay que mirarlo en escenas o momentos intentando identificar
un esquema, algo que se repite en distintas situaciones y que puede develar detrás alguna interpretación
que nos remita a los modos de aprender. (Fernandez, 2014. P. 248).
Pero advierte que intentando no caer en el análisis de cada acción, cada palabra, cada dibujo.
“El psicopedagogo no determina los momentos en el tratamiento. Son momentos de un esquema
compartido (…) ”
“Una indicación tiene que ver con un índice, es decir, el objeto está presente pero no totalmente a la vista […]
Por ejemplo: « Estás recortando igual que recortaste ayer o hace un rato, igual que cuando recortaste la
casa, el arbolito…» El hecho de nombrar, parece que no tiene importancia, pero es…”
Lo que explica entonces Alicia Fernandez es que en el tratamiento indicar, nombrar que algo sucede es una
intervención en sí. Para nuestro consultante repetir cierto esquema puede no ser evidente, hacérselo visible
sólo como indicación, plantear la relación ya es una acción que se hace consciente y puede ser modificada.
“El babero es señal de que viene la comida, otro ejemplo es el humo como señal de fuego. Quiero decir que
siempre que hay humo, hubo anteriormente combustión […] No es una parte del objeto como el índice, pero
es una consecuencia inevitable de una acción determinada. Por ejemplo, en el recortar mencionado
anteriormente, observar cómo está recortando el aprendiseñante. Supongamos que lo está haciendo con
mucha furia, se lo ve como enojado. Entonces un señalamiento sería decirle «Estás recortando de esta
manera porque me parece que estás enojado». A partir de la forma en que recorta estoy infiriendo que está
enojado.”
Entonces indicar y señalar son dos intervenciones posibles durante cualquier situación en el tratamiento que
van actuando sobre los modos de aprender, al hacer consciente y visible lo que el mismo consultante no es
capaz de identificar.
Finalmente la autora explica que la interpretación se relaciona a la vez con el signo y el símbolo:
“Hay significantes: el accionar del aprendiseñante. Los significantes no están directamente relacionados
con el significado, no hay una necesaria, unidireccional y generalizable relación entre los significantes
aportados por los aprendiseñantes y los significados posibles.
Debemos apelar a la interpretación (simbólica) para comprender qué está significando cada sujeto en cada
momento con su accionar.”
“La asistencia psicopedagógica grupal convierte el encuentro semanal de niños [y yo agrego adolescentes o
adultos] con dificultades de aprendizaje en un espacio de extranjeridad y ligadura a partir del cual se agilizan
cambios potenciales en su productividad simbólica.”
“Las sesiones individuales pueden tender a reproducir un esquema relacional narcisista: adulto-niño,
equiparable a la dualidad madre-hijo.”
En el siguiente video podrán seguir profundizando sobre los temas de la unidad, con algunas de las palabras
de la Mg. Norma Filidoro en la mesa "Ejercicio profesional" dentro Jornada I "Educación y Psicopedagogía" de
la Facultad de Filosofía y Letras.
FILO UBA. (2017). I Jornada de educación y psicopedagogía. Mesa de cierre. Mg. Norma Filidoro. Recuperado en julio de
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Luego del diagnóstico son varias las decisiones a tomar: determinar el encuadre, identificar el motivo latente
de consulta, definir la forma de abordaje y sus características y armar una estrategia o plan de trabajo.
Conclusión
En síntesis, como anticipara, el tratamiento tanto con niños, como con adolescentes o adultos no es desde
mi mirada un listado de acciones a realizar según el diagnóstico establecido. Esto no significa que no
tengamos en cuenta técnicas específicas y exitosas en ciertas patologías o que tomemos en cuenta que la
rigidez de un adolescente con diagnóstico de autismo es algo a tener en cuenta en su tratamiento. Pero, de
ahí a seguir cierto recetario hay una gran distancia.
Glosario
–
SIGNO: Todo aquello de carácter visual o auditivo, que representa o evoca otra cosa, esto es, algo que
tenga significado para el emisor y receptor. Los signos pueden ser verbales o lingüísticos y no
verbales. Unión de SIGNIFICADO Y SIGNIFICANTE (un elemento o procedimiento que alude a un
significado)
ICONO: Los iconos o imágenes son SIGNOS, junto con los ÍNDICES Y los SÍMBOLOS, caracterizados
por mantener con sus significados una relación de semejanza. Dicho con otras palabras, la relación
entre el "icono" y lo representado no es convencional sino preexistente. Son icónicas, por ejemplo, las
señales de tráfico que indican ciclistas, desprendimiento, pavimento deslizante, etc. La palabra ojo es
bastante "icónica" porque su forma recuerda los dos ojos y la nariz de la cara.
ÍNDICE: Los ÍNDICES o INDICIOS son SIGNOS. Se caracterizan por representar una relación causal
entre dos fenómenos, por ejemplo, el humo es índice del fuego, el cielo nublado o los nubarrones, de
la lluvia, etc.
SEÑAL: Es un signo, por lo tanto perceptible, que indica algo acerca de otro hecho que no es
perceptible en ese momento. A diferencia del indicio, que es fortuito, la señal es convencional. Es un
hecho que se ha producido artificialmente para servir de indicio. Por ejemplo, el rojo del semáforo.
Bibliografía
De referencia
–
Fernandez, A ( 1987) “La inteligencia atrapada” Abordaje psicopedagógico clínico del niño y su familia-
Buenos Aires-Ed Nueva Visión
Fernandez, A (2014) Los idiomas del aprendiente. Análisis de modalidades de enseñanza en familias,
escuela y medios. Buenos Aires, Argentina. Nueva Visión
De lectura obligatoria
–
Alicia Fernandez. Los idiomas del aprendiente. Capítulo 15. PP. 243-270
Marina Müller. Aprender para ser. Capítulo 5. PP. 95-115. Capítulo 7. PP. 139-151
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Y aunque no trabajemos con niños, sino con adolescentes y adultos, el juego persiste. Sobrevive en algún
lugar de ese joven o cambió de forma y de soporte, pero sobrevive.
“Jugando se descubre la riqueza del lenguaje, aprendiendo nos vamos apropiando del mismo.
Jugando inventamos nuevas historias, el aprendizaje nos permite historiarnos, ser nuestros propios
autobiógrafos.”
“A veces, estas dificultades que el adolescente comienza a mostrar reflejan algo no resuelto en su infancia
en cuanto a la instalación de un espacio subjetivo de aprendizaje «entre» el jugar y el trabajar.”
Para aprender se necesita dar cuenta de una cierta legalidad que el jugar no precisa.
“Porque pensar es eso, hacer que lo posible sea probable, por eso la etimología de la palabra inteligencia
tiene que ver con el elegir” (Fernandez, 2009. PP. 132-133).
Y en el elegir cierto tipo de juego, repetir siempre el mismo juego o no poder terminar nunca un juego
específico se avanza y se retrocede. Es posible esperar al consultante con una propuesta en particular pero
también es importante dejarse llevar por lo que proponga quien consulta, dejarse asombrar y permitir así
que el síntoma aparezca. La actitud lúdica del psicopedagogo es más importante que una variedad de
juegos o de propuestas.
El juego como relato
–
Si bien hablaremos de la escritura y la lectura en el próximo apartado, poder identificar el juego también
como parte de un relato es fundamental.
En el juego, el niño o el adolescente (e incluso el adulto) “se relata” o se narra a sí mismo: nos da pautas,
cuenta retazos que deberemos unir e interpretar para poder intervenir. Pero no sólo nos da elementos a
nosotros como profesionales, sino que permite que el consultante “devele” aspectos reprimidos u
olvidados. En su libro. Alicia Rozental, nombra a Graciela Montes que decía que "jugar la ayudaba a entender
la vida, al igual que la literatura, pero que esto no sucedía porque los cuentos o los juegos dicen de otra
manera o explican mejor, sino por las consecuencias que trae habitarlos, por los efectos que implica entrar
en los juegos" (Rozental, 2013, p43).
Y es que jugar, al igual que ser capaz de narrar, modifica en sí las estructuras psíquicas de un joven o un
adulto.
Tipos de juegos en el consultorio
–
Existen juegos creados especialmente para trabajar ciertos aspectos cognitivos (como la memoria, la
atención o las funciones ejecutivas), juegos reglados con ciertas temáticas o simplemente juegos de
mesa, aplicaciones móviles y videojuegos. El juego simbólico a esta edad es más difícil que aparezca,
aunque en dispositivos grupales el trabajo tipo psicodramático cumple el lugar del juego simbólico.
La escritura y la lectura como herramientas de trabajo
“El concepto de escritura (y su acción el escribir) es inseparable del de subjetividad […] podemos pensar la
escritura más allá de su función comunicativa, no como una transmisión de sentido, sino como producción
original de una marca.”
Esta posibilidad de dejar huella o una marca es la que permite pensar la escritura con una mirada
subjetivante. La marca que un sujeto deja es a la vez constituyente del sí mismo, lo historiza, lo hace ser en
el mundo. Por eso pensar la escritura desde esta perspectiva ayuda a trabajar cuestiones del sujeto que a
posteriori permiten entonces abordar desde lo meramente técnico.
Un consultante puede tener dificultades en la escritura porque sus inseguridades le impiden dejar su huella
en el papel o porque no es capaz de hacerse oír (o leer en este caso) con voz propia. Reconocer esta
imposibilidad (u otras) nos va a permitir como psicopedagogos no perder de vista que además de las
técnicas que podamos ayudar a generar, hay un trasfondo que si no se trabaja puede impedir el avance en el
tratamiento.
“La escritura puede ser comprendida en el tratamiento psicopedagógico como una estrategia clínica que
permite compartir pasiones, perplejidades y miedos entre semejantes. No requiere, como el dibujo, ningún
tipo de explicitación en la transmisión del sentido y no necesita la presencia del autor para la comprensión
de sus intenciones.”
Escribir, de mejor o peor manera, implica un posicionamiento frente al mundo y una aceptación de sus
reglas. Para leer y escribir hay que aceptar ciertas convenciones y atenerse a ellas. Y si bien, hay
posibilidades de crear y recrear siempre será dentro de ciertos límites que deben ser respetados.
“El trabajo psíquico comprometido en la lectura establece una relación estrecha entre un texto y el lector,
creando una intimidad entre dos personas en la que el lector representa un reconstructor del texto y el
escritor es quien se halla escondido entre sus marcas.”
Para leer, además de ciertas condiciones meramente físicas, es necesario querer saber, tener curiosidad de
lo que ahí cuentan. Si este deseo de conocer (que atraviesa cualquier situación de aprendizaje) no está
presente o se ha ido apagando, es ahí donde debemos como terapeutas intervenir.
Poder oír las producciones, ser críticos sin lastimar y ser capaces de hacer comentarios pertinentes, es un
excelente ejercicio que sirve tanto desde lo subjetivo como desde lo académico.
La importancia vital del juego en lo humano. El juego es uno de los recursos posibles para trabajar en
tratamiento psicopedagógico. En este video se abordan algunas razones de por qué el juego es tan
importante.
https://www.youtube.com/watch?v=JcdE0go3ZTI
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Cuando el trabajo es más de tipo tutoría, si bien no se deja de lado la subjetivación (porque sería
absolutamente imposible abordar el aprender sin tener en cuenta al sujeto y sus vicisitudes) el eje cambia a
la tarea. El tiempo y espacio de trabajo en el consultorio va a estar en función de las actividades que el
consultante tenga que resolver de su espacio escolar.
“Se considera la tutoría como un proceso de acompañamiento durante la formación de los estudiantes, que
se concreta mediante la atención personalizada a un alumno o a un grupo reducido de alumnos por parte de
académicos competentes y formados para esta función.”
- Hernandez (2015. P. 4)
Esta definición nos plantea varias diferencias: la tutoría consiste en un acompañamiento, es decir, que se va
trabajando con la aparición de temas, conflictos, necesidades. Y si bien, la mirada psicopedagógica permite
identificar por debajo de esos problemas que aparecen como emergentes, otros latentes, no es el objetivo
principal de la intervención abordarlos. Por esa razón, si en tutoría se identificaran dificultades mucho más
profundas y que no se han abordado hasta el momento, se puede solicitar una derivación a tratamiento
psicopedagógico.
Otra diferencia muy básica, es que la tarea escolar es el eje del trabajo. A diferencia de un tratamiento,
donde pueden aparecer los contenidos pero no son el objetivo último, en tutoría lo que une a consultante y
psicopedagogo es la resolución de una actividad específica pedida por la escuela. Por supuesto, que el
profesional deberá ir más allá y trabajar desde la dificultad que pueda reconocer.
Cierre de la unidad
Son múltiples los recursos y es necesario estar abiertos a las nuevas herramientas que van surgiendo. Pero
hay dos ejes sobre los cuales es posible trabajar: el juego y la lectura-escritura y el abordaje desde los
contenidos escolares.
Conclusión
En esta unidad entonces, trabajamos con los modos de intervención posibles en adolescencia y adultez.
Como ya aclarara en la introducción, no es un recetario de formas de abordar sino un mapa para orientarse y
decidir cuál es la mejor forma de trabajar con un consultante específico.
Bibliografía
De referencia
–
Hernandez, M( 2015) La tutoría psicopedagógica como estrategia para prevenir la deserción escolar.
Veracruz, México- Universidad Veracruzana.
De lectura obligatoria
–