Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Carrera Medicina
Asignatura Medicina Interna III – Nefrología
Grupo G
Docente Dra. Rosmery Torrico Rojas
Periodo Académico 9° Semestre
Subsede Santa Cruz de la Sierra
Copyright © (2022) por (Neves, Oliveira, Malcolm, Maria, Nascimento, Souza, Yenny, Iris, Angélica y Esther).
Todos los derechos reservados.
Título: Insuficiência Renal Aguda
Autor/es: Neves, Oliveira, Malcolm, Maria, Nascimento, Souza, Yenny, Iris, Angélica y Esther
RESUMEN:
Desde la Segunda Guerra Mundial que se hizo la primera descripción de la IRA los
nefrólogos se dedicaron poco al estudio de este síndrome dado que cobró gran importancia con el
advenimiento de los sistemas de diálisis de la hoy llamada enfermedad renal crónica, que no sólo
representaba el interés de la supervivencia del paciente renal crónico y además la importancia
económica de la industria farmacéutica y dialítica y se agregó desde hace más de tres décadas el
aumento de la diabetes mellitus y por consecuencia la nefropatía diabética y la IRA sólo
representaba del 2 al 5% de los ingresos a los Servicios de Nefrología con una alta mortalidad
por las complicaciones que la acompañaban, por lo que quedó en manos de los especialistas de
las Unidades de Cuidados Intensivos los cuales han efectuado múltiples clasificaciones tanto
para su diagnóstico como para su terapéutica y con versiones cada vez más sofisticadas para
explicar su fisiopatología y sin entender los cambios histológicos que se pueden presentar en las
estructuras renales lo cual retarda un tratamiento eficaz y oportuno para tener mayor sobrevida.
Este artículo trata de obtener tres objetivos costo-beneficio, costo-utilidad y costo-eficacia con
una versión lógica del síndrome.
ABSTRACT:
Since World War II the first description of the IRA was made, nephrologists devoted little
time to the study of this syndrome, since it is of great importance with the advent of the dialysis
systems of the so-called chronic renal disease, which not only represented the interest of the
survival of the chronic renal patient and also the economic importance of the pharmaceutical and
dialysis industry and has been increasing for more than three decades the increase of diabetes
mellitus and consequently diabetic nephropathy and ARI only represented 2 to 5% of the income
to the nephrology services with a high mortality due to the complications that accompanied it, so
it was left to the specialists of the intensive care units who have made multiple classifications
both for diagnosis and for their therapeutics and with increasingly sophisticated versions to
explain their pathophysiology and without understanding the changes which may be present in
the renal structures, which delays an effective and timely treatment for greater survival. This
article tries to obtain three objectives cost benefit, cost utility and cost effectiveness with a
logical version of the syndrome.
Tabla De Contenidos
Lista De Tablas y Gráficos .…………………………………………………………………..…..5
Lista De Figuras………………………………………………………………………………..….6
Introducción…..…………………………………………………………………………………...7
Capítulo 1. Planteamiento del Problema.………………………………………………………….8
1.
2.4.6. Fisiopatología……………………………………………………………………...31
2.4.7. Manifestaciones clínicas.………………………………………………………….32
2.4.8. Valoración clínica.………………………………………………………………...34
2.4.9. Diagnostico………………………………………………………………………..36
2.4.10. Tratamiento……………………………………………………………………....39
2.4.11. Complicaciones de la insuficiencia renal aguda.………………………………...46
2.4.12. Pronostico………………………………………………………………………...50
2.4.13. Sistemas pronósticos empleados en la insuficiencia renal aguda.……………….51
2.4.14. Estimadores generales..…………………………………………………………..51
2.4.15. Cálculo del Apache II7…………………………………………………………..53
2.4.16. Cálculo del Saps II……………………………………………………………….54
2.4.17. Cálculo del SOFA………………………………………………………………..54
2.4.18. Cálculo del ISI…………………………………………………………………...55
2.4.19. Modelo de la Cleveland Clinic Foundation (Ccf)………………………………..56
Capítulo 3. Método……………………………………………………………………...……….58
3.1. Tipo de
Investigación………………………………………............................................58
3.2. Operacionalización de
variables…………………………………………………………58
3.3. Técnicas de Investigación…..……………………………………………………………
59
3.4. Cronograma de actividades por realizar. ….
……………………….................................59
Capítulo 4. Resultados y
Discusión……………………………………………………………...60
Capítulo 5.………………………………………………………………………………………..65
Referencias…………………………….…………………………………………………………
66
Apéndice…………………………………………………………………………........................67
Lista De Figuras
Figura 1. Anatomía macroscópica de un riñón normal…………………………………………..67
Figura 2. Anatomía y fisiología de una nefrona. ………………………………………………..67
Figura 3. Diferencias macroscópicas de un riñón normal, insuficiencia renal aguda e
insuficiencia renal crónica……………………………………………………………………….68
Figura 4. Fisiopatología de una insuficiencia renal aguda. ……………………………………...68
Figura 5. Imagen ecográfica de una insuficiencia renal aguda o lesión renal aguda…………….69
Introducción
La insuficiencia renal aguda (IRA) es un síndrome que se presenta por múltiples causas que
provocan una injuria y se caracteriza por la disminución abrupta de la filtración glomerular, la
cual resulta por la incapacidad del riñón para excretar los productos nitrogenados y para
mantener la homeostasis de líquidos y electrolitos.
Esta alteración en la función renal ocurre posterior a la lesión renal en túbulos, vasos,
intersticio y glomérulos y excepcionalmente sin una lesión demostrable o puede ser consecuencia
de la agudización en un paciente con enfermedad renal previa. La manifestación clínica primaria
de la IRA es la causa desencadenante y posteriormente por la acumulación de los productos
nitrogenados, (urea y creatinina) y el desequilibrio hidroelectrolítico y ácido-base. Se caracteriza
además por alteraciones del flujo urinario; cuando es menor a 400 mL en 24 horas se le
denomina insuficiencia renal aguda clásica oligúrica o anúrica, cuando es mayor a 400 mL en 24
horas, se le llama no oligúrica, no clásica o de gasto alto, y los volúmenes pueden ser de hasta
más de 2,000 mL en 24 horas.
Los pacientes con IRA no oligúrica tienen un mejor pronóstico que aquellos con IRA
oligúrica. La relación en las Unidades de Cuidados Intensivos es de una a una. La mortalidad del
síndrome de la IRA como consecuencia única con las terapéuticas dialíticas actuales debería de
ser del cero por ciento y ésta aumenta a medida que acompaña a la falla de otros órganos vitales,
desarrollando lo que se conoce como síndrome de falla orgánica múltiple.
1.
1.1. Formulación del Problema
1.2. Objetivos
Objetivo general
1.3. Justificación
La insuficiencia renal aguda (IRA) es una entidad de observación frecuente en todo el mundo.
Considerada tradicionalmente como una condición de la gestión hospitalaria, se ha convertido en
un verdadero problema de salud pública, por su alta y creciente frecuencia, sus consecuencias
desfavorables a corto y largo plazo, los costes asociados y su carácter potencialmente evitable.
Se estima que hay aproximadamente 13,3 millones de personas por año, de las cuales el 85%
vive en países de ingresos bajos y medios, y contribuye a alrededor de 1,7 millones de muertes
por año. Es difícil estimar los costes asociados a la lesión renal aguda, pero según un estudio
realizado recientemente en Inglaterra, representaría el 1% de la asunción del Servicio Nacional
de Salud (NHS).
En países de bajos y medianos ingresos, la lesión renal aguda está fuertemente asociada con
condiciones de salud, geográficas y culturales, y por estas mismas razones, es potencialmente
prevenible siempre que se tomen medidas efectivas sobre estas condiciones. Como resultado de
lo anterior, la Organización Panamericana de la Salud, en conjunto con la Sociedad
Latinoamericana de Nefrología e Hipertensión (SLANH) y la Sociedad Iberoamericana de
Medicina Familiar y Comunitaria, acordaron realizar un curso, el cual es un instrumento de
formación y aprendizaje que ha como propósito principal promover la concientización sobre la
importancia de la insuficiencia renal aguda y el rol del equipo de salud del primer nivel de
La insuficiencia renal aguda (IRA) es un síndrome clínico muy amplio en el que se produce
un fallo brusco de las funciones del riñón. Abarca desde muy sutiles alteraciones
hidroelectrolíticas hasta la necesidad de terapia sustitutiva. Es un grave problema a nivel mundial
que afecta a una gran parte de pacientes hospitalizados por cualquier causa y que empeora su
pronóstico. La etiología puede ser renal o extrarrenal e influye de forma importante en la
morbimortalidad, tanto de forma aguda como a largo plazo. La definición y la gravedad de la
IRA se basan en consensos de criterios y, puesto que el mejor tratamiento continúa siendo la
prevención, se buscan marcadores precoces de IRA, entre los que deben incluirse los factores de
riesgo individual.
Los pacientes con factores asociados como enfermedades infecciosas agudas, deshidratación
moderada/grave, sepsis/shock séptico, enfermedad crítica, cirrosis hepática, cardiopatía
aguda/crónica, diabetes mellitus, hipertensión arterial, cáncer, uropatía obstructiva
aguda/crónica, cirugía mayor, fármacos nefrotóxicos y uso de medios de contraste, tienen mayor
riesgo de presentar IRA, que los pacientes que no presenten estos factores.
El cuerpo humano tiene los riñones ubicados a cada lado de la parte posterior de la cavidad
abdominal, al nivel de las vértebras T12 y L3, los huesos están de alguna manera protegidos por
las costillas inferiores. Los riñones reciben el flujo sanguíneo de la aorta, a través de la arteria
renal. Están recubiertas por tres capas de tejido de soporte y, en la parte más externa,
encontramos una especie de tejido conectivo que las fija. Debajo de esta tela hay una cubierta de
tela gruesa que los protege de traumatismos, etc.
En Luego, se encuentra la cápsula de tejido conjuntivo que define la capa renal externa.
Debajo de esta cápsula se encuentra la corteza renal y la continuación de la médula renal. En la
médula existen pirámides que contienen miles de nefronas, que son las unidades funcionales y
estructurales más pequeñas del riñón. En el centro de los riñones encontramos la papila renal de
cada pirámide, que actúa como un embudo y lleva el líquido excretado a la pelvis renal. La
pelvis renal es un embudo, la canalización, que finalmente forma el uréter. Este conduce desde la
orina hasta la vejiga, donde se almacenará hasta su eliminación.
Los riñones reciben el 25% de su gasto cardíaco en condiciones normales, o sea, una media
de 1,2 litros de sangre por minuto. La mayor parte de esta sangre va a la corteza renal, desde
donde se distribuye. Los riñones están inervados por neuronas simpáticas, que regulan el riego
sanguíneo renal, y el sistema nervioso autónomo que regula la producción renal de orina.
2.2.1. Riñón
Los riñones son órganos retroperitoneales emparejados del sistema urinario. Su función es
filtrar la sangre y producir la orina. Cada riñón consta de una corteza, médula y cálices. Las
nefronas son la principal unidad funcional del riñón, encargadas de eliminar los desechos
metabólicos y el exceso de agua de la sangre. En este artículo estudiaremos la micro anatomía de
la nefrona y aprenderemos cómo funciona en relación con sus características histológicas.
Aprender sobre la histología del riñón no tiene por qué ser tan doloroso como los cálculos
renales. Por eso hemos creado una sencilla guía paso a paso para ayudarte a dominar este
complicado pero fascinante órgano. Si necesita un pequeño empujón para comenzar, ¿por qué no
refresca su memoria con nuestra introducción a la histología y anatomía macroscópica renal?
Es un órgano en forma de frijol, que tiene una cara lateral convexa, una cara medial cóncava
y los polos, una cara superior y otra inferior. La cara medial corresponde al riñón, que es el lugar
por donde pasan los vasos renales y uréter. Una cápsula de tejido conectivo (cápsula renal) y una
cápsula adiposa protegen y protegen al riñón. La cápsula renal contiene una capa de células
contráctiles llamadas miofibroblastos, lo que le permite adaptarse a los constantes cambios de
presión dentro del riñón. La glándula suprarrenal (suprarrenal) está situada en el polo superior
del riñón, separada de éste por la cápsula adiposa. Tanto el riñón como la glándula suprarrenal
están cubiertos por una capa de fascia renal.
El parénquima renal consta de dos capas; una corteza externa y un cordón interno. Estos
presentan alrededor de un millón de nefronas productoras de orina. La orina se recolecta dentro
de un sistema de cálices renales, que son una serie de cámaras distintivas dentro del riñón. Los
cálices aumentan gradualmente de tamaño, comenzando por los cálices menores, que se abren a
los cálices más grandes, que vacían su contenido en la pelvis renal. Desde la pelvis renal, la orina
pasa a través del uréter. La porción del riñón que contiene los cálices, la pelvis renal, el uréter y
los vasos renales se denomina riñón.
Ahora echamos un vistazo más de cerca a las capas de parénquima. La corteza renal es la
capa más externa del tejido renal. Es más oscuro que la médula renal subyacente porque recibe
más del 90% de la irrigación del riñón. La corteza tiene un aspecto granulado y contiene
2.2.4 Nefrona
Las nefronas la unidad funcional del riñón. Producir orina concentrada para realizar la
ultrafiltración sanguínea. Una nefrona consta de dos partes principales: un corpúsculo renal y su
sistema de túbulos renales asociado. Los corpúsculos renales se localizan en la corteza renal,
mientras que sus sistemas tubulares se extienden dentro de la médula. Según su distribución y
morfología, existen dos tipos principales de nefronas renales; cortical y yuxta medular. Las
nefronas corticales se unen en sus cuerpos que rodean la cápsula renal. Sus túbulos son muy
cortos y se extienden sólo en el bulbo raquídeo superior. Los corpúsculos de las nefronas
yuxtamedulares se encuentran cerca del borde cortico medular. Sus sistemas tubulares son
mucho más anchos y se extienden profundamente en la médula.
Cada nefrona está rodeada por una red de capilares. Las ramas de las arterias renales
interlobulillares ingresan a la nefrona como arteriola aferente, formando un grupo capilar
(glomérulo) que sale de la nefrona como arteriola eferente. La red capilar luego continúa
rodeando las nefronas del sistema tubular renal como capilares peritubulares, formando las
arteriolas rectas alrededor del ala de Henle. ¿Sabías que estos capilares peritubulares secretan
eritropoyetina (EPO)? Una hormona que regula la producción de glóbulos rojos.
un filtro selectivo, permitiendo que solo las moléculas, bajo una determinada medida y cierta
carga, pasen de la sangre y entren en el sistema tubular renal. Por ejemplo, evita que las células
sanguíneas, las plaquetas, algunas proteínas y algunos aniones salgan de los capilares
glomerulares, mientras que el agua y los solutos pasan a través de ellos. La sangre restante sin
filtrar se extrae del glomérulo a través de la arteriola eferente y regresa al sistema venoso.
El túbulo distal también consta de segmentos rectos y contorneados. El túbulo recto distal
(gran rama ascendente del ala de Henle) continúa desde la delgada rama ascendente del ala de
Henle al nivel entre la médula interna y externa. El túbulo contorneado distal se proyecta hacia la
corteza. Ambas partes del túbulo distal están compuestas por epitelio cúbico simple,
morfológicamente similar al túbulo proximal.
La principal diferencia entre ellos es que el epitelio del túbulo distal tiene microvellosidades
menos desarrolladas. Aquí se produce reabsorción y secreción, aunque en menor grado que en el
túbulo proximal. Cuando hay muchas mitocondrias en los túbulos rectos distales, pueden
reabsorber cualquier sustancia útil (electrolitos) y excretar los desechos restantes mediante
transporte activo. De particular interés es la absorción de sodio, bajo la regulación de la
aldosterona.
El sistema colector renal está formado por una serie de tubos que transportan la orina desde
la nefrona hasta los cálices menores. Varios tubos contorneados distales de nefronas adyacentes
drenan en un conducto colector por medio de tubos colectores/de conexión. Los conductos
colectores luego viajan a través de la médula renal, convergiendo en el vértice de cada pirámide
renal. Aquí, varios conductos se fusionan para formar un gran conducto papilar (de Bellini), que
desemboca en el calice menor a través del área cribosa.
Los conductos colectores se denominan corticales o medulares, según la parte del
parénquima renal donde se encuentre esta parte del conducto. Están formados por células
epiteliales, que crecen progresivamente más alto a medida que los conductos se hacen más
grandes.
En estos conductos se distinguen de otros tipos de células. Las células principales, que son de
color pálido y juegan un papel en el transporte de iones. Asimismo, las células intercaladas con
tinción más oscura que se encuentran dispersas entre las células principales y son las
responsables del equilibrio ácido-base. Los conductos colectores son el lugar de última
oportunidad para la reabsorción de agua y electrolitos del ultrafiltrado, que concentra más orina,
particularmente bajo la influencia de la hormona antidiurética (ADH). No hay mala reabsorción
de los conductos colectores medulares.
La función de las nefronas para mantener la homeostasis de los fluidos corporales mediante
la excreción de productos de desecho en el tracto urinario. La anatomía de la nefrona está
especializada en producir orina a partir de la sangre a través de 4 procesos principales: filtración,
reabsorción, secreción y excreción. La filtración ocurre en el corpúsculo renal de la nefrona, y
puede revisar este proceso que se describió anteriormente. La reabsorción y la secreción son
actividades que ocurren en el sistema tubular renal de las nefronas. Estos procesos ajustan las
sustancias que se excretan y las que se conservan en el organismo.
La reabsorción del proceso por medio del agua y las moléculas que se pierden de la sangre
durante la filtración son reabsorbidas nuevamente en los capilares que rodean la nefrona. Las
secreciones cuando el agua y las moléculas se liberan de los capilares peritubulares y entran (el
flujo para entrar) el filtrado de la orina. El producto restante, la orina, se excreta del riñón a
través de los uréteres. La reabsorción y secreción son procesos meticulosamente controlados, a
través de los cuales las células epiteliales de cada segmento del sistema tubular reabsorben y
secretan diferentes sustancias para lograr el máximo control sobre la concentración de la orina.
La regulación de estos procesos incluye: un mecanismo pasivo (sistema de intercambio a
contracorriente), nervioso (sistema nervioso simpático) y hormonal (angiotensina, aldosterona y
hormona antidiurética). El resultado de todo este proceso es la orina, un líquido altamente
concentrado que contiene desechos metabólicos y sustancias en exceso. La orina en condiciones
normales está libre de microorganismos, glucosa, células sanguíneas y proteínas sanguíneas.
2.3.1. Concepto
2.4.2. Epidemiologia
La insuficiencia renal aguda casi siempre ocurre junto con otra enfermedad o cuadro médico.
Los factores que pueden aumentar el riesgo de insuficiencia renal aguda incluyen los siguientes:
- Estar hospitalizado, sobre todo por una enfermedad grave que requiere de cuidados
intensivos.
- Edad avanzada.
- Obstrucciones en los vasos sanguíneos de los brazos y las piernas (enfermedad arterial
periférica).
- Diabetes.
- Presión arterial alta.
- Insuficiencia cardíaca.
- Enfermedades renales.
- Enfermedades hepáticas.
- Algunos tipos de cáncer y sus tratamientos
2.4.4. Etiología
Según varias series, la depleción del volumen intravascular fue responsable de más de la
mitad de los casos de IRA en adultos de edad avanzada. La ingesta inadecuada en ancianos con
deterioro funcional a patología incapacitante o deterioro cognitivo supone un riesgo sobre-
añadido para determinados pacientes. Uno de los factores que más favorecen esta elevada
incidencia en ancianos es la respuesta lenta a la retención de sodio, la disminución de la
capacidad de concentración urinaria, y sobre todo la alteración en la regulación de la sed.
Es la segunda causa de FRA prerrenal en el anciano. Existen algunos fármacos que afectan
hemodinámica- mente al riñón produciendo una disminución del flujo sanguíneo renal y en la
filtración glomerular. Los fármacos más implicados en esta situación son los inhibidores de la
enzima de conversión de la angiotensina (IECAS), los antiinflamatorios no esteroideos (AINEs)
y la ciclosporina.
Nota: Tabla resumen sobre las causas principales de insuficiencia renal aguda.
Tal y como su nombre indica, implica daño a nivel del parénquima renal secundario al
resultado de la actuación de diferentes procesos. El FRA parenquimatoso engloba las siguientes
entidades fisiopatológicas: la necrosis tubular aguda, las enfermedades tubulointersticiales, las
glomerulopatías, la necrosis cortical y las alteraciones a nivel vascular, cuyas principales
etiologías quedan reflejadas.
Constituye la causa más frecuente del FRA parenquimatoso. Puede tener un origen
isquémico (más frecuente), que habitualmente cursa con oligoanuria, o tóxico, que con
frecuencia suele ser no oligúrico. Sabemos que la IRA ha sido observada hasta en el 8% de los
adultos de 60 años o más hospitalizados por enfermedad aguda. Aunque los estudios varían, en
general la NTA es la responsable del 40-50% de los casos. Aunque se asume que muchas de las
causas del FRA prerrenal pueden conducir a una NTA, ésta se documenta en muy escasas
ocasiones histopatológicamente. Sin embargo, el FRA parenquimatoso secundario a fármacos,
bien en su forma de NTA o de enfermedad tubulointersticial, ha aumentado en los últimos 20
años. Es importante destacar que existen situaciones de riesgo, así la insuficiencia renal crónica
(IRC), la hipovolemia, la edad avanzada, la exposición concomitante a otras toxinas y algunas
enfermedades como la diabetes, constituyen factores que predisponen a la nefrotoxicidad. En el
anciano destacan por su importancia las siguientes situaciones.
- NTA por aminoglucósidos: son los responsables del 20-30% de los casos de daño renal
inducido por fármacos, con una incidencia mayor cuando existe depleción de volumen o
hipopotasemia. El daño se produce a los siete o 10 días del inicio del tratamiento y suele
ser reversible con la retirada del fármaco. El riesgo es similar para la gentamicina y para
la tobramicina, siendo recomendable para la prevención la monitorización de sus niveles
séricos.
- NTA por anfotericina B: induce daño renal en el 80% de los pacientes tratados. La
toxicidad es dosis dependiente y parece ser que la ingesta de sal contribuye a su
prevención.
- NTA por penicilinas: la penicilina G y sus derivados presentan un elevado potencial
inmunogénico para producir nefritis intersticial aguda en pacientes predispuestos. Entre
ellas, la meticilina es la más frecuente mente implicada y en menor medida la ampicilina,
oxacilina, nafcilina y ticarcilina.
- NTA por vancomicina: el FRA parenquimatoso por vancomicina es más frecuente en el
anciano que en el joven (18% vs. 7,8%), existiendo un riesgo sobreañadido cuando se
emplean diuréticos de asa simultáneamente.
- NTA por AINES: los AINEs, además de poder estar implicados en el FRA prerrenal,
pueden causar NTA y afectación intersticial. En esta última, se produce un aumento de la
permeabilidad del glomérulo a las proteínas con una lesión similar a la de las GN por
mínimos cambios. Las personas de edad avanzada tienen mayor predisposición que los
adultos más jóvenes a sufrir los efectos adversos de los AINEs, debido a la disminución
de la función renal asociada a la edad, el aumento de la prevalencia de enfermedades
coexistentes y el uso concomitante de fármacos.
- NTA por contrastes: la NTA por radiocontrastes es extremadamente rara en el individuo
sano, pero muy común en pacientes hospitalizados. El factor de riesgo más importante
para este tipo de nefrotoxicidad es la insuficiencia renal preexistente; así cuando existe
una IRC de base, el riesgo se incrementa hasta un 33% en pacientes con niveles de Cr
sérica mayores de 1,5 mg/dl y hasta un 100% en pacientes con niveles superiores a 3,5
mg/dl. Se ha demostrado que la hidratación antes y después de la utilización de medios de
contraste es eficaz para reducir la incidencia y la gravedad de IRA en pacientes de alto
riesgo
2. Glomerulopatías
análisis retrospectivo que examinó las razones para efectuar una biopsia a 1.368 adultos de edad
avanzada mostró que las tres razones más frecuentes fueron el síndrome nefrótico, la IRA y la
IRC. La incidencia de síndrome nefrótico es tan frecuente en personas de edad avanzada como
en adultos más jóvenes. Las glomerulopatías más habituales asociadas al síndrome nefrótico en
nefrópatas añosos las constituyen por orden de frecuencia: la glomerulonefritis membranosa,
seguida de la glomerulonefritis de cambios mínimos y la amiloidosis primaria, siendo las menos
frecuentes la glomerulonefritis proliferativa y la nefropatía por Ig A. De forma global, la
nefropatía diabética es probablemente la causa más frecuente de síndrome nefrótico en adultos
de edad avanzada, siendo también muy frecuentes las glomerulopatías secundarias a
enfermedades sistémicas, debido a la mayor incidencia de patologías subyacentes en este perfil
de pacientes.
Al igual que sucede con las glomerulonefritis, su incidencia exacta es desconocida y según
las diferentes series los resultados son dispares; sin embargo, se la considera como la responsable
del 1 al 3% de las IRA. Sus causas pueden ser variadas, tal y como se indican en el gráfico
previo, cobrando gran importancia en geriatría la asociada a fármacos:
4. Alteraciones vasculares
5. Necrosis cortical
Son presentaciones muy poco frecuentes de FRA parenquimatoso en el anciano.
1. FRA postrenal por obstrucción del tracto urinario inferior: la patología prostática por su
frecuencia es una causa muy común de FRA postrenal en el anciano. La obstrucción rara
vez es completa, por producirse un aumento de la presión hidrostática a nivel de la vejiga
que genera una hipertrofia de pared con el fin de facilitar el vaciamiento (muchas veces
en forma de incontinencia urinaria por rebosamiento). La hipertrofia de la musculatura
puede ocluir los segmentos intravesicales del uréter aumentando su presión retrógrada
con la consiguiente hidronefrosis y daño renal. La obstrucción completa de la salida del
tracto urinario inferior se produce a menudo en ancianos con obstrucción parcial por
patología prostática, cáncer de vejiga, cérvix o recto, y también como consecuencia de la
administración de fármacos con efecto anticolinérgico (neurolépticos, antidepresivos,
etc.), administrados en el contexto de diversas patologías.
2. FRA postrenal por obstrucción del tracto urinario superior: la obstrucción aguda
unilateral es producida con más frecuencia por litiasis, aunque ocasionalmente puede
deberse a un coágulo sanguíneo o a necrosis papilar. La compresión extrínseca por tumor
o hematoma es más rara. En general, cuando existe otro riñón funcionante no se llega a
un FRA por esta situación. La obstrucción completa bilateral con anuria puede ser debida
también a cálculos, coágulos, necrosis papilar o incluso por la precipitación de cristales,
ocasionando un bloqueo a nivel de los túbulos renales, secundarios a la formación de
depósitos de diferentes fármacos, como ácido úrico, aciclovir o sulfamidas, a dicho nivel.
Nota: Relación de las diversas causas más comunes en insuficiencia renal aguda postrenal.
como ocurre en los pacientes con lupus eritematoso sistémico, en pacientes con
hipoalbuminemia crónica o con insuficiencia renal preexistente.
Sin embargo, en muchos de los casos la etiología es multifactorial. La NTA que ocurre en
trauma es debida generalmente a un efecto combinado de hipovolemia y mioglobina u otras
toxinas liberadas por daño tisular. En los pacientes con quemaduras de más del 15% de su
superficie corporal, la NTA se produce por hipovolemia, rabdomiólisis, sepsis y antibióticos
nefrotóxicos.
En algunos casos de intoxicación por metanfetamina (éctasis), se ha descrito IRA y la
etiología probable es la asociación de rabdomiólisis e hipotensión arterial. La metanfetamina,
estimulante de los últimos años produce hipertermia, trastornos cardiovasculares, hipertensión
arterial e isquemia cardiaca, renal, cerebral y de otros órganos.
2.4.6. Fisiopatología
Los mecanismos de producción de IRA por NTA isquémica o tóxica se basan en dos
alteraciones principales debidas a la hipoxia y la depleción de ATP: la lesión endotelial-vascular
y la lesión tubular. Ambas contribuyen al descenso marcado de la tasa de FG que caracteriza la
IRA. La patogenia se atribuye a una serie de procesos interrelaciona- dos que incluyen un tono
vasomotor aumentado con reducción del flujo sanguíneo renal, lesión del epitelio tubular con
necrosis y apoptosis frecuente y desprendimiento de las células tubulares de la membrana basal
que conduce a obstrucción de la luz tubular más distal por cilindros compuestos por células
tubulares desprendidas, res tos necróticos ensamblados todos en proteína de Tamm-Horsfall,
retro difusión del filtrado glomerular desde la luz tubular a los vasos por la pérdida de la barrera
epitelial y, en la reperfusión, inflamación y lesión de estrés oxidativo mediado por la infiltración
de leucocitos.
Desde el punto de vista evolutivo, la NTA se divide en cuatro tases: iniciación, extensión,
mantenimiento y recuperación. En la iniciación es cuando tiene lugar la agresión renal que
conduce a la IRA y a la cascada de fenómenos (depleción de ATP, lesión endotelial y tubular). A
continuación (1- 3 días del insulto) tiene lugar la fase de extensión, en la que lesiones
microvasculares y la inflamación inciden sobre la función renal. Posteriormente entra en una fase
de mantenimiento, que se prolonga (de días a semanas) a pesar de haber cesado la causa que la
ha producido. En esta fase tiene lugar la regeneración del tejido renal. Aunque desde hace tiempo
se ha considerado que sólo las células tubulares son susceptibles de regeneración mediante
ferenciación, migración y proliferación, existen evidencias de que la regeneración también puede
tener lugar en el endotelio vascular dañado. En la fase de recuperación se produce el
restablecimiento total o parcial de la función renal gracias a los procesos de rediferenciación y
repolarización de las células tubulares.
Los pacientes con hiperazoemia deben ser evaluados para determinar si la insuficiencia renal
es aguda o crónica. Se diagnosticará con facilidad un proceso agudo si la revisión de los datos de
laboratorio revela aumento reciente de la urea sanguínea y de la creatinina sérica, aunque no
siempre se dispone de determinaciones previas.
El tamaño de los riñones puede ser normal o estar aumentado. Una vez establecido el
diagnóstico de ARF conviene cubrir de inmediato estos puntos: 1) aclarar la causa de la ARF, 2)
eliminar el factor nocivo (p. ej., una nefrotoxina), aplicar un tratamiento específico de la
enfermedad de base y 3) prevenir y tratar las complicaciones urémicas.
Fase inicial de agresión o lesión: Esta fase tiene importancia, ya que si se actúa
inmediatamente es posible resolver o prevenir la disfunción renal posterior. Esta fase
puede durar desde horas a días. En esta fase aparecen los síntomas urémicos.
Fase oligúrica: La oliguria es el primer síntoma que aparece en esta enfermedad,
puediendo durar de 8 a 14 días. En esta fase el gasto urinario se ve disminuido
notablemente (por debajo de 400 ml/día)
Fase diurética: Suele durar unos 10 días y señala la recuperación de las nefronas y de la
capacidad para excretar la orina. Por lo general, la diuresis comienza antes de que las
nefronas se hayan recuperado por completo, por lo que se sigue manteniendo la azoemia.
Fase de recuperación: Representa la mejora de la función renal y puede prolongarse hasta
6 meses. Lo último que se recupera es la capacidad para concentrar la orina.
Las manifestaciones de la IRA, pueden no aparecer hasta una semana después de la lesión
inicial. Cuando aparecen lo hacen de manera brusca. La IRA evoluciona a través de cuatro fases,
si el paciente no se recupera aparece una enfermedad renal crónica.
Fase inicial
Los riñones no pueden excretar urea y creatinina, por lo que los valores de estos aumentan. El
aumento de la creatinina y el BUN puede no ser oligúrica y conservar la diuresis, hay menos
problemas al no presentar hiperhidratación, pero se mantiene la retención de productos
nitrogenados y los trastornos electrolíticos. A medida que se acumulan los productos residuales
nitrogenados en el cerebro y tejidos nerviosos, pueden aparecer síntomas leves como: fatiga,
dificultad para concentrarse incluso llegar a convulsiones, estupor y coma.
Fase diurética
Empieza con un aumento gradual de la diuresis diaria, aunque la nefrona no es del todo
funcional. Los riñones no recuperan la capacidad de concentrar la orina. Debido a la pérdida
excesiva de líquidos se puede observar hipovolemia e hipotensión, con posible aparición de
hiponatremia, hipopotasemia y deshidratación. Al final de esta fase se mantiene el desequilibrio
y valores anormales, comenzando a normalizarse los valores del equilibrio ácido-base, los
valores electrólitos y productos residuales: BUN y creatinina.
Fase de recuperación
Empieza cuando aumenta la velocidad de filtración glomerular. La función renal puede tardar
hasta 12 meses en estabilizarse.
Se puede sospechar una azoemia prerrenal ante cualquier trastorno que reduzca la perfusión
renal. Las enfermedades de la arteria renal pueden ser asintomáticas, aunque una oclusión parcial
puede determinar un soplo. Las lesiones renales intrínsecas que determinan daño
tubulointersticial pueden cursar en tres fases. La duración de la fase prodrómica depende de los
factores causales (cantidad de toxina ingerida, duración y gravedad de la hipotensión). La fase
oligúrica dura unos 10 a 14 d, aunque oscila desde 1 a 2 d hasta 6 a 8 semanas. El volumen de
orina excretado varía típicamente entre 50 y 400 ml/d, aunque muchos pacientes nunca
desarrollan una oliguria.
NOTA: Relación de los índices por azoemia prerrenal por la necrosis tubular aguda.
Se debe descartar una azoemia postrenal si no existen factores prerrenales. Los antecedentes
de dificultades en la micción o reducción del chorro urinario, el aumento de tamaño renal o una
vejiga palpable sugieren una obstrucción uretral o del cuello vesical. Se debe sospechar una
glomerulonefritis por la presencia de edema, síndrome nefrótico o signos de arteritis en la piel o
la retina, que con frecuencia no se asocian con antecedentes de patología renal intrínseca.
Una hemoptisis sugiere una granulomatosas de Wegener o un síndrome de Goodpasture,
mientras que un exantema cutáneo indica poliartritis o LES. La nefritis tubulointersticial y las
alergias a fármacos se deben sospechar ante los antecedentes de ingesta farmacológica y la
presencia de un exantema cutáneo maculo papuloso o purpúrico.
2.4.9. Diagnostico
a) Diagnóstico clínico
A veces, el paciente cursa con dolor abdominal e íleo y siempre deben buscarse masas
abdominales de cualquier tipo (que produzcan obstrucción urinaria). Vale la pena resaltar la
evaluación de la próstata y, si es pertinente, el tacto recto vaginal (ante la sospecha de neoplasia
avanzada de cuello uterino causante de un fenómeno obstructivo). La evaluación hematológica
debe centrarse en la búsqueda de hemorragia mucocutánea, teniendo en cuenta la disfunción
plaquetaria inducida por la uremia.
El examen neurológico puede revelar cambios de encefalopatía con asterixis, incluso se
pueden observar convulsiones y disminución del estado de alerta hasta el coma. Son importantes
los antecedentes de enfermedad renal crónica, diabetes mellitus, hipertensión arterial,
insuficiencia cardiaca congestiva, abuso de analgésicos, procesos infecciosos recientes,
b) Estudios paraclínicos
En forma usual se solicitan creatinina, BUN, parcial de orina, cuadro hemático, potasio,
sodio y, si es el caso, calcio, fósforo, magnesio y ecografía renal.
La fracción excretada de sodio es útil en el diagnóstico diferencial entre azoemia prerrenal (<1) y
necrosis tubular aguda (>1). El seguimiento del paciente se hace con creatinina, BUN y potasio
en forma diaria (otros estudios según la necesidad) o inter diaria de acuerdo con la evolución de
estos y la tasa catabólica del paciente.
- Parcial de orina Tiene utilidad limitada, sin embargo, la densidad urinaria menor de
1.005, con hematuria o sin ella, yla presencia de cilindros granulares pigmentados o
pardos y de células epiteliales abundantes sugieren necrosis tubular aguda. La presencia
de orina ácida (pH<6) con densidad>1.030 y cilindros hialinos o granulosos orienta hacia
la azoemia prerrenal. La orina rojiza positiva para hemoglobina, sin hematíes en el
sedimento, sugiere rabdomiólisis y, con hematíes, sugiere hemólisis.
- Fracción excretada de sodio Se calcula con base en la fórmula: Fracción excretada de
sodio: (sodio urinario x creatinina sérica/sodio sérico x creatinina urinaria) x 100.En la
azoemia prerrenal, la fracción excretada de sodio, generalmente, es menor de 1 y el sodio
urinario < 20 mEq/L puesto que la función tubular está intacta y se produce retención de
agua y sodio en respuesta a la hipoperfusión. En la necrosis tubular aguda, el aumento de
la creatinina es mayor y más sostenido en el tiempo, con una relación creatinina: BUN
1:10; como consecuencia del daño tubular se alteran las funciones de concentración de
orina y reabsorción de sodio, lo que se traduce en aumento de la fracción excretada de
sodio a >1.Hay eventos como las quemaduras, el uso de medios de contraste, las
hepatopatías y algunos casos de glomerulonefritis en los que, a pesar de tener lesión
renal, cursan con una fracción excretada de sodio >1. Tanto la fracción excretada de
sodio como los otros índices utilizados para diferenciar la azoemia prerrenal de la
necrosis tubular aguda se basan en la integridad de los mecanismos reabsorbidos
tubulares.
- Creatinina - Los niveles séricos de creatinina aumentan rápidamente (24 a 48 horas) en
pacientes con IRA por isquemia renal y enfermedad ateroembólica (con pico de 7 a 10
días); en la IRA por exposición a medios de contraste, el pico se alcanza en 3 a 5 días. Su
valor normal en mujeres es de 0,8 a 1 mg/dl y, en hombres, de 1 a 1,2 mg/dl. El criterio
más usado para definir la insuficiencia renal aguda corresponde a un incremento en el
nivel basal de creatinina sérica, por lo menos, de 0,5 mg/dl, aunque se ha propuesto y
aceptado un punto de corte más bajo (0,2 mg/dl). Considerando que la generación de
creatinina difiere individualmente (mayor en pacientes jóvenes y varones de raza negra y
menor en ancianos y desnutridos) se ha observado que, con disminuciones similares de la
filtración glomerular, la elevación de la creatinina sérica puede variar en forma amplia.
- Nitrógeno ureico sanguíneo (BUN) Su valor normal oscila entre 10 y 20 mg/dl y los
valores superiores sugieren insuficiencia renal aguda.
- Relación creatinina: BUN La relación normal es de 1:10, la cual se preserva en la
necrosis tubular aguda; si se encuentra mayor de 1:20 sugiere azoemia prerrenal, aunque
otras causas pueden ser: estados hipercatabólicos, uso de esteroides y tetraciclinas,
obstrucción urinaria, sangrado gastrointestinal, masa muscular reducida o ingestión
proteica aumentada.
- Ecografía renal y de vías urinarias Es útil en la búsqueda de obstrucción y para descartar
enfermedad renal crónica. Las alteraciones en el tamaño y la ecogenicidad del
parénquima renal no son sensibles ni específicas para determinar la etiología.
- Estudio doppler dúplex de vasos renales Es de utilidad ante la sospecha de eventos
trombóticos de la circulación renal, sugeridos por hematuria con dolor lumbar, anuria
súbita o ambas.
- Medicina nuclear Tiene utilidad similar a los estudios doppler y en pacientes con anuria
súbita sirve para establecer el diagnóstico de necrosis cortical.
- Biopsia renal Se debe considerar en casos de IRA de etiología no esclarecida, así como
en casos de ausencia de mejoría a las 3 ó 4 semanas de tratamiento. En casos compatibles
con síndrome nefrítico o glomerulonefritis rápidamente progresiva se debe practicar
biopsia renal temprana, a menos que esté contraindicada.
2.4.10. Tratamiento
El mejor tratamiento de la IRA es la prevención. Las medidas más importantes son: mantener
una adecuada perfusión renal, evitar el uso de drogas nefrotóxicas y si es imprescindible su uso
utilizar las dosis corregidas, usar racionalmente los estudios con sustancia de contraste. El
tratamiento de la IRA tiene 2 componentes: el tratamiento conservador y la terapia dialítica o
intervencional.
I. Prevención
administrarse con cautela a los pacientes con una posible hipovolemia verdadera o "efectiva" o
con enfermedad nefro vascular, porque pueden precipitar hiperazoemia prerrenal o convertirla en
una ARF isquémica.
El alopurinol y la diuresis alcalina forzada constituyen medidas valiosas en los enfermos con
alto riesgo de nefropatía aguda por uratos (p. ej., quimioterapia anticancerosa en enfermedades
hematológicas malignas) ya que limitan la producción de ácido úrico y evitan la precipitación de
los cristales de urato en los túbulos renales. La diuresis alcalina forzada también puede prevenir
o atenuar la ARF en los enfermos tratados con dosis altas de metotrexato o con rabdomiólisis. La
N-acetilcisteína restringe la lesión renal inducida por paracetamol si se aplica en las primeras 24
h de la ingestión de éste. El dimercaprol, un agente quelante, también previene la nefrotoxicosis
por metales pesados. El etanol impide el metabolismo del etilenglicol hacia ácido oxálico y otros
metabolitos tóxicos y supone una medida coadyuvante útil de la hemodiálisis en el tratamiento
de la intoxicación por etilenglicol.
En general el tratamiento en la IRA tiene por finalidad evitar o reducir las complicaciones. Se
muestra las medidas indicadas en el tratamiento médico. Siendo las infecciones la causa más
frecuente después de la enfermedad de fondo, es mandatorio el cuidado meticuloso de los
catéteres intravenosos, sonda vesical, etc; asimismo evitar la atelectasia y la aspiración
pulmonar. Desafortunadamente, la antibioticoterapia profiláctica no ha demostrado reducir la
incidencia de infecciones en este tipo de pacientes.
III. Diálisis
V. Hiperazoemia prerrenal
mientras que la solución salina isotónica suele ser apropiada para la reposición de hemorragias
leves o moderadas o las pérdidas de plasma (p. ej., quemaduras, pancreatitis). Las pérdidas de
líquidos por las vías urinaria y digestiva varían en su composición, pero suelen ser hipotónicas.
En consecuencia, por lo común se recomiendan las soluciones hipotónicas (p. ej. solución salina
a 0.45%) como tratamiento de reposición inicial en pacientes con ARF prerrenal por pérdidas
urinarias y digestivas, aunque la solución isotónica puede ser más apropiada en casos graves.
El tratamiento ulterior se basará en las determinaciones del volumen y del contenido iónico
de los líquidos eliminados o drenados. Deben vigilarse cuidadosamente el potasio sérico y el
estado acido básico; se administrarán también suplementos de potasio y bicarbonato según
convenga. La insuficiencia cardíaca puede requerir tratamiento enérgico con inotrópicos,
reductores de la precarga y de la poscarga, antiarrítmicos y ayudas mecánicas como los balones
de contra pulsación intraaórtica. Cuando la valoración clínica de la función cardiovascular y del
volumen intravascular resultan difíciles puede ser precisa la monitorización hemodinámica
invasora.
El control de los líquidos puede resultar particularmente difícil en los pacientes con ARF y
cirrosis con ascitis. En estas circunstancias hay que distinguir el síndrome hepatorrenal florido,
que acarrea un pronóstico sombrío, de la ARF reversible por una hipovolemia real o "efectiva"
debida a un uso excesivo de diuréticos o a sepsis (p. ej., peritonitis bacteriana espontánea). El
cometido de la hipovolemia en estos casos sólo se puede establecer de forma definitiva mediante
la administración de líquidos de prueba. Los líquidos se administrarán lentamente, con vigilancia
estrecha de la presión venosa yugular y, si fuera necesario, de la presión venosa central y capilar
pulmonar de enclavamiento, así como de perímetro abdominal y diuresis.
La diuresis aumenta y la creatinina sérica disminuye de modo característico en los enfermos con
un componente prerrenal reversible, hecho que no sucede en el síndrome hepatorrenal, en el que
acecha el riesgo de incremento de ascitis y edema de pulmón si no se realiza una estrecha
vigilancia. Suele ser posible drenar grandes volúmenes de líquido ascítico mediante paracentesis,
sin deterioro de la función renal, siempre que se administre albúmina de modo simultáneo. De
hecho, la paracentesis de grandes volúmenes puede producir un incremento de la GFR,
posiblemente por descenso de la presión intraabdominal y mejoría del flujo en las venas renales.
La derivación del líquido ascítico desde el peritoneo hasta una vena central (derivación
peritoneo yugular, derivaciones de LeVeen o Denver) constituye un método alternativo en los
casos resistentes, pero en estudios controlados no se ha demostrado que aumente la
supervivencia. La eficacia de la técnica más reciente, la derivación porto sistémica intrahepática
transyugular (transjugularintrahepaticportosystemicshunting, TIPS), está siendo sometida a una
valoración clínica cuidadosa. La derivación puede ocasionar una mejoría transitoria de la GFR y
de la excreción de sodio, probablemente porque el incremento en el volumen de sangre central
estimula la liberación de péptidos natriuréticos auriculares (atrial natriureticpeptides, ANP) e
inhibe la secreción de aldosterona y noradrenalina.
Tras la corrección de la hipovolemia, se ajusta el ingreso de sal y agua para equilibrar las
pérdidas. La hipervolemia se trata habitualmente restringiendo la ingestión de sal y agua, y con
el uso de diuréticos. De hecho, la única justificación para administrar diuréticos en la ARF es el
tratamiento de esta complicación. Pueden ser necesarias dosis altas de diuréticos de asa como
furosemida (hasta 200 a 400 mg IV) o bumetanida (hasta 10 mg IV, en dosis masiva única o en
aplicación continua) en los pacientes que no responden a las dosis ordinarias.
A pesar de que las dosis no vasopresores de dopamina pueden promover de manera
transitoria la excreción de sal y agua al incrementar el flujo sanguíneo renal y la filtración
glomerular e inhibir la reabsorción tubular de sodio, la dopamina así administrada ("dosis bajas",
"dosis renales") ha sido ineficaz en los estudios clínicos, puede desencadenar arritmias y
producir muerte repentina en pacientes graves, y no debe emplearse como agente nefro protector
en estos casos. Puede emplearse ultrafiltración o diálisis para tratar la hipervolemia grave cuando
fallen las medidas conservadoras. La hiponatremia y la hipo osmolalidad se suelen corregir
mediante la restricción del aporte de agua. Por el contrario, la hipernatremia se trata
administrando agua, soluciones salinas hipotónicas o glucosadas isotónicas. Éstas son
recomendaciones de carácter general que deben ajustarse en cada caso.
parecen reducir la incidencia de hemorragia digestiva y pueden ser más potentes que los
antagonistas H2 o los inhibidores de la bomba de protones en este contexto. Es obligatorio el
cuidado meticuloso de las cánulas intravenosas y sondas vesicales, así como de otros dispositivos
invasores. Por desgracia, la profilaxis antibiótica no parece reducir la incidencia de infecciones
en estos pacientes de alto riesgo.
1. Complicaciones metabólicas
Dada la reducción en el filtrado glomerular que acontece en la IRA, lo más frecuente es que
exista impedimento para la excreción de sodio, potasio y agua por lo que la sobrecarga de
volumen, la hipercalemia y la hiponatremia son hallazgos sumamente frecuentes. El defecto
2. Complicaciones cardiovasculares
3. Trastornos gastrointestinales
4. Síndrome urémico
En los pacientes con IRA especialmente aquellos que cursan con oliguria e hipercatabolismo
de larga duración, el denominado síndrome urémico tiene más posibilidades de presentarse.
Además de todas las complicaciones ya mencionadas derivadas de la hiponatremia,
hiperkaliemia e hipermagnesemia por ejemplo, pueden aparecen trastornos neuropsiquiátricos
manifestados por letargia, confusión, estupor, agitación, psicosis, asterixis, mioclonías,
hiperreflexia, síndrome de piernas inquietas, déficit neurológicos focales y convulsiones. La
aparición del síndrome urémico es un hecho de mal pronóstico y requiere instaurar el tratamiento
con diálisis rápidamente.
5. Complicaciones hematologías.
6. Complicaciones infecciosas
Son muy frecuentes y de pronóstico siempre grave, desarrollándose según las diferentes
series en el 50% al 90% de los casos y explicando un 75% de las muertes. Las más frecuentes
son las neumonías, las sepsis que tienen su origen en catéteres intravenosos, las infecciones de
heridas quirúrgicas y las del tracto urinario. En su desarrollo intervienen las alteraciones de la
inmunidad propias de la uremia, aunque también la pérdida de continuidad de las barreras
mucocutáneas (canulaciones venosas, ventilación mecánica, cateterización vesical, etc) pueden
jugar un papel importante.
7. Otras complicaciones
2.4.12. Pronostico
Los métodos de estimación pronostica se basan en la interrelación que existe entre tres
conceptos: La gravedad, la evolución y el pronóstico de un proceso dado. Mientras que la
evolución es el curso real que sigue la enfermedad y depende de la gravedad de esta, el
pronóstico es la estimación de la evolución antes de que ésta se cumpla. A su vez el pronóstico
será tanto más certero cuanto mejor sea capaz de valorar algo tan sutil como es la gravedad de la
enfermedad un sistema pronóstico ideal debería ser:
Eficaz, lo que implica valores elevados de sensibilidad y especificidad.
Precoz, esto es que su estimación sea adecuada desde los momentos iniciales del proceso.
Sencillo de calcular.
La cuantificación de la gravedad de los enfermos con insuficiencia renal aguda puede hacerse
utilizando dos tipos de estimadores pronósticos:
Estimadores generales como los que se emplean habitualmente en las Unidades de
Cuidados Intensivos y que se utilizan para medir la gravedad de los pacientes,
independientemente de la patología que presenten.
Sistemas específicos para el fracaso renal agudo, aplicables únicamente a pacientes que
presentan esta patología, y que en líneas generales presentan una eficacia estimativa
superior al haberse desarrollado concretamente para ellos (EVIDENCIA B)
Se basan en la identificación de una serie de factores individuales, que llamamos factores
pronósticos, como la edad, datos clínicos y de comorbilidad que pueden influir en la evolución
vital de los pacientes. A partir de estos factores, seleccionados habitualmente por métodos
estadísticos de regresión multivariante, se determina la relevancia de cada uno de ellos. Una vez
identificados los factores pronósticos relevantes se elaboran fórmulas más o menos complejas
que permiten estratificar a los pacientes según su nivel de gravedad mediante el cálculo de una
puntuación (score) o por su probabilidad de muerte (o supervivencia).
Tres versiones del sistema APACHE (Acute Physiology and Chronic Health Evaluation).
Tres del sistema SAPS (Simplified Acute Physiology Score).
Dos del MPM (Mortality Prediction Model).
De estos sistemas, el APACHE II, en enfermos con insuficiencia renal aguda es el más
utilizado. El APACHE III presenta un ajuste mucho mejor entre los valores de su puntuación y la
evolución de los enfermos, pero su determinación es farragosa y su uso no se ha generalizado, al
menos en la insuficiencia renal aguda.
El sistema SAPS surge como una simplificación a la complejidad de la primera versión del
APACHE. Su segunda versión, el SAPS II, es eficaz en la estimación pronóstica del enfermo con
fallo renal agudo y relativamente sencillo de calcular la tercera versión del SAPS acaba de ser
publicad y aún no se aplicado específicamente en la IRA.
El MPM II, aunque tiene unas características generales similares al SAPS II, se ha utilizado
poco en la insuficiencia renal aguda. Tiene la virtud de ser el primer sistema pronóstico que
contempla un aspecto dinámico de la estima. En efecto consta de dos ecuaciones, la primera
calcula la mortalidad al ingreso en, la segunda a las 24 horas de la admisión del enfermo en la
misma.
El OSF (Organ System Failure), publicado en 1985, es el precursor de lo que podríamos
denominar la familia de los sistemas de fallos orgánicos donde el MODS (Multiple Organic
Disease Score), el LODS (Logistic Organic Dysfunction System) y el SOFA (Sepsis Organic
Failure Assessment). En el OSF se valora de forma dicotómica la presencia o ausencia de fallo
en cinco sistemas orgánicos (respiratorio, cardiovascular, neurológico, hematológico y renal). El
fallo, con independencia de su intensidad, se valoraba como uno y la ausencia como cero, con lo
que el rango del OSF variaba entre cero y cinco.
Lo que evidenció el OSF fue que cuanto mayor era el número de órganos en fallo mayor era
la mortalidad y también que la persistencia en el tiempo de las insuficiencias orgánicas
incrementaba la mortalidad. Los nuevos métodos para evaluar la alteración de los sistemas
orgánicos, MODS, LODS y SOFA, huyen de la valoración dicotómica y gradúan la alteración
funcional de cada órgano. De todos ellos el SOFA, de cálculo muy sencillo, se ha utilizado en el
pronóstico de la insuficiencia renal aguda con buenos resultados.
La difusión de la informática y el acceso a paquetes estadísticos potentes facilitó la eclosión
de sistemas pronósticos específicos para la insuficiencia renal aguda. El primera data de 1984.
Desde entonces se han publicado al menos 23 de ellos siendo sus características muy
heterogéneas. Por ser el primer método de estimación pronóstica específica para los enfermos
con insuficiencia renal aguda que cumple todas las características que deben tener los sistemas
pronósticos, haber sido desarrollado en España y haber contrastado su eficacia en diversas
publicaciones ajenas al lugar donde se describió, nos inclinamos a recomendar el empleo del ISI
(Individual Severity Index) o índice de gravedad individual como sistema de elección para
cuantificar la gravedad y estimar el pronóstico de los enfermos con insuficiencia renal aguda.
Otros índices específicos que han demostrado también un buen ajuste entre la predicción de
mortalidad y la mortalidad real en la IRA son el modelo de la Cleveland
APACHE es el acrónimo, en inglés, de los tres componentes que se emplean para el cálculo
de este sistema de puntuación pronóstica, el que estima la situación fisiológica actual
[acutephysiology score (APS)], la edad (age) y la «evaluación crónica del estado de salud»
(chronichealthevaluation) o mejor, la morbilidad asociada del paciente. La puntuación fisiológica
aguda (acutephysiological score o APS) se realiza en las primeras 24 horas del ingreso del
enfermo en UCI.
Se utilizan 12 variables recogiéndose el peor valor observado en dicho periodo para cada una
de las variables incluidas en el modelo. En la insuficiencia renal aguda también se ha calculado
la puntuación APACHE II en el momento del inicio del fallo renal o en el momento de realizar la
primera diálisis. En función a los criterios señalados la puntuación APACHE II puede variar
entre 0 y 71 puntos. La puntuación APACHE II es el parámetro habitualmente empleado.
También puede calcularse la probabilidad de muerte de un paciente dado calculando antes el:
El sistema Simplified Acute Physiology Score (SAPS) surge como alternativa simplificada al
cálculo dificultoso de la primera versión del APACHE. Este sistema pronóstico es útil en la
insuficiencia renal aguda. Sin embargo, la difusión de su uso, aunque cada vez mayor, viene
limitada porsu origen europeo, aunque en el desarrollo del SAPS II han participado UCIS de
ambos lados del Atlántico. Por su diseño no es aplicable a enfermos quemados, coronarios o
intervenidos de cirugía cardíaca.
Su cálculo es sencillo basta con sumar las puntuaciones de la edad, la de las variables clínicas
consideradas en el modelo, los puntos atribuidos a los factores de comorbilidad que considera y
los asociados con la razón del ingreso del enfermo y las definiciones de las variables. La
puntuación de cada variable clínica es la peor de las observadas en el día de realización del
SAPS II.
De forma similar a como dijimos para el APACHE II con el SAPS II también puede estimarse
la probabilidad de muerte de un paciente determinando previamente su «logit»:
El índice de fallo orgánico relacionado con la sepsis (SOFA, Sepsis Organic Failure
Assessment), aunque se desarrolló utilizando datos de enfermos con sepsis, puede aplicarse a otro
tipo de enfermos ingresados en UCI y también a pacientes con insuficiencia renal aguda. Se creó
para calcular la morbilidad, no la mortalidad, si bien se ha podido comprobar posteriormente que
a mayor índice mayor mortalidad.
A cada una de las variables se le otorga, según el nivel de afectación, valores de 0 a 4 por lo
que su valor puede oscilar entre 0 y 24 puntos. A diferencia de los otros sistemas facilitados en
esta guía, en la determinación del SOFA no se incluyen datos referentes a la edad ni a factores de
comorbilidad.
Donde, con excepción de la edad que toma su valor de acuerdo con la década de vida del
paciente, las variables toman un valor de uno o cero dependiendo de su presencia. Los factores
que figuran delante de cada variable representan la contribución de esta al pronóstico final. El
valor 0,210 es la constante de la ecuación. Se entiende por hipotensión una presión arterial
sistólica inferior a 100 mm de Hg durante 10 horas o más, durante 24 horas, independientemente
de la utilización de fármacos vasoactivos.
La ictericia se define como una concentración de bilirrubina sérica igual o superior a 2 mg/dl.
Coma, cuando la puntuación de escala de Glasgow es igual o inferior a 5. Nefrotóxico es el
fracaso renal que tiene este origen. (Los fracasos renales agudos secundarios a sepsis, cirugía, y
otras causas médicas, aunque no figuran en la ecuación, están implícitamente recogidos por el
sistema.). Oliguria, diuresis inferior a 400 ml/24 horas.
El índice de gravedad (SI, SeverityIndex) es el que sirve para expresar la gravedad de un
grupo de enfermos. Se calcula haciendo la media aritmética de los ISI de cada paciente del
grupo.
El ISI tiene una característica que puede ser de utilidad. Tiene un umbral discriminativo, cuyo
valor es de 0,9, por encima del cual ningún enfermo ha sobrevivido. Aunque por razones obvias
no puede emplearse directamente si puede ser una herramienta que apoye el criterio clínico del
médico.
Se desarrolló a partir del análisis de 506 pacientes que requirieron tratamiento sustitutivo
renal durante el ingreso en UCI. Fue validado en fases posteriores en otros centros. Incluye 8
variables a las que se otorga un determinado peso específico. Se obtiene de este modo un índice
que oscila entre 0 y 20 puntos, y se asigna una probabilidad de muerte en función de la
puntuación obtenida:
El índice SHARF (Stuivenberg Hospital Acute Renal Failure). Se desarrolló a partir de los
datos recogidos en 197 pacientes con FRA ingresados en UCI, tanto en el momento del ingreso
en la misma, como a las 48 horas del mismo. El modelo incluye 9 variables que fueron elegidas
después de revisar la literatura. Finalmente, las variables se valoraron mediante regresión lineal
múltiple, obteniéndose dos índices, uno referido al momento del ingreso y el segundo a las 48
horas. El rango del primero oscila entre 0 y 236 puntos y el del segundo entre 0 y 247.
Capítulo 3. Método
3.1. Tipo de Investigación.
Introducción X
Planteamiento X
del problema
Objetivos X
Marco teórico X X
Marco X
metodológico
Análisis e X
interpretación
Conclusiones X
Los resultados están basados en figuras y análisis de otras publicaciones de artículos y otros
campos de estudio sobre nuestro tema. Con eso, tenemos las siguientes bases de análisis:
Nota: Distribución de una epidemiologia hecha en Brasil las incidencias de la IRA en pacientes
internados, donde se observa un gran porcentaje de los pacientes con esa enfermedad (44,7%).
Nota: Ejemplo de una relación de los pronósticos según AKIN y RIFLE aplicado en una
secuencia de pacientes en un estudio hecho en Argentina.
Nota: La mortalidad fue mayor en aquellos con enfermedades no quirúrgicas (46,56 y 50,40%,
respectivamente) que en los quirúrgicos (28,69 y 34,56%, respectivamente), tanto en los
pacientes con IRA categorizados por RIFLE como por AKIN.
Nota: El riesgo relativo de muerte fue progresivamente mayor a medida que aumentó la
severidad de IRA, tanto en los pacientes categorizados por RIFLE como por AKIN . IRA-U;
Insuficiencia renal aguda criterio urinario. IRA-C; criterio de creatinina.
Nota: Relación lineal y universal según la gravedad de AKI por la supervivencia. Aquí está
representado los estadios de pronostico donde se observa una baja supervivencia en el estadio 3
por los días en el hospital.
Grafico 6. Tipos y porcentajes de uso de terapias de reemplazo renal en pacientes con IRA grave.
Nota: HDI: hemodiálisis intermitente; TCRR: técnicas continuas de reemplazo renal; HDP:
hemodiálisis diaria prolongada.
Nota: (1) Sepsis; (2) Isquemia; (3) Cirugía; (4) Toxicidad exógena; (5) Toxicidad endógena; (6)
Glomerulonefritis/vasculitis; (7) Uropatía obstructiva. En 69 pacientes (60,5%) se presentaron
combinadas dos o más causas.
Grafico 8. Panorama general según número de defunciones en insuficiencia renal por la edad y
sexo.
Nota: Distribución general de la IR por la edad y sexo. Con eso se observa una alta tasa de
mortalidad en pacientes del sexo masculino y principalmente con mas de 65 años.
Discusión de resultados
Aún en nuestra era moderna y en los países desarrollados la mortalidad permanece alta, a
pesar de los avances tecnológicos y el desarrollo de nuevos medicamentos. La mortalidad varía
entre 20 y 80%, dependiendo de la causa de la IRA, la forma clínica y la severidad. De los que
sobreviven, alrededor de la mitad de los pacientes recupera completamente la función renal y la
otra mitad tiene recuperación incompleta de la función renal o progresa a enfermedad renal
terminal. Aproximadamente 5% de los pacientes no recuperan la función renal. En nuestros
resultados, la incidencia de IRA fue mayor a la de los grandes trabajos publicados, tanto al
utilizar el sistema RIFLE como el AKIN. Esta mayor incidencia se observó en todos los grados
de severidad.
El sistema RIFLE categorizó mayor cantidad de pacientes con IRA que AKIN, a diferencia
del trabajo de Brochard. La diferente incidencia de IRA en RIFLE y AKIN fue a expensas de los
casos de severidad intermedia y grave, siendo la proporción de pacientes con IRA de grado leve
similar en RIFLE y AKIN. Por otra parte, hubo pacientes categorizados como IRA según RIFLE
pero que no mostraron IRA según AKIN, y viceversa, lo cual hace suponer que el uso de ambos
sistemas a la vez aumenta la capacidad de detección de este síndrome, y esto se ha confirmado en
los resultados.
Coincidentes con los trabajos publicados, nuestros datos de mortalidad en los pacientes con
IRA fueron significativamente mayores que los de los pacientes sin IRA, tanto al utilizar RIFLE
como AKIN, observándose los valores más altos al aumentar la severidad de la enfermedad. Los
resultados fueron similares al categorizar a los pacientes por criterio U o por criterio C
separadamente. También es coincidente la mayor proporción de las muertes observada en los
pacientes no quirúrgicos.
En concordancia con la bibliografía, nuestros resultados muestran que los pacientes con IRA
fueron más añosos y con mayor cantidad de enfermedades previas, y tuvieron valores de IMC,
puntuación APACHE II y SOFA mayores que los de los pacientes sin IRA. No hubo diferencias
significativas con respecto al género ni días de estancia en UCC. Además, pudimos observar que
Capítulo 5. Conclusiones
Referencias
Apéndice
Figura 5. Imagen ecográfica de una insuficiencia renal aguda o lesión renal aguda.