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DUDA Y CERTEZA
La duda constituye la puesta en práctica de la primera regla de su Discurso del método.
Con ella va a rechazar como falso todo aquello que le genere la menor duda, hasta
encontrar una primera verdad indudable cuya claridad y certeza estén aseguradas por el
uso del método científico. Tiene por objeto deshacer los propios prejuicios y “certezas”
adquiridas en la niñez. Dudar para Descartes, es un medio hacia la verdad, no un fin.
PENSAMIENTO E IDEAS
Para Descartes, el pensamiento (cogito) es el acto de pensar, del que nos hacemos
conscientes en el propio acto de pensar. Define las ideas como contenidos del pensamiento,
que no necesariamente tienen que representar la realidad y son lo que conocemos
directamente, no las cosas. Esto implica que debemos demostrar la existencia del mundo a
partir de las ideas, las cuales tienen diversas dimensiones. Primero, Descartes afirma que
todas las ideas son ideas, pero se distinguen por su contenido. En las Meditaciones,
introduce los grados de perfección en las ideas. Sin embargo, lo más relevante en
Descartes es la clasificación de las ideas por su origen: innatas, adventicias y facticias.
Las ideas facticias son las que nosotros inventamos o soñamos. Las adventicias son las
que parecen proceder de los sentidos. La ideas innatas son las que ni han sido hechas, ni
las concebimos del exterior, y son las más importantes. Han sido puestas en nosotros por
Dios y, por tanto, son comunes a todos los hombres y no pueden variar. Por eso, en sus
Principios de filosofía, las llama verdades eternas. Son la base del sistema cartesiano, pues
a partir de ellas se puede construir todo el conocimiento.
A diferencia de la res cogitans tenemos la res extensa. Según Descartes, los cuerpos no
son más que realidades extensas, es decir, espacios indefinidos y es la única idea clara,
distinta e innata que tenemos acerca de los cuerpos. Tienen tres propiedades: cantidad,
figura y movimiento. A diferencias de esas, están las cualidades secundarias que no
pertenecen realmente a las cosas, sino al sujeto que las percibe. En consecuencia, toda la
naturaleza es pura extensión. Para probar la existencia de los cuerpos, Descartes necesita
probar previamente la existencia de Dios, pues los cuerpos han sido creados por él.