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Los aditivos químicos con los cuales se fabrican los envases plásticos donde consumimos alimentos y
bebidas pueden alterar el funcionamiento normal de las hormonas y generar serios problemas a la salud,
como la acumulación de grasas, males cardiovasculares y hasta cáncer, alertaron médicos especialistas.
Existen estudios que señalan a este aditivo como el causante del mal funcionamiento de las hormonas en
el cuerpo humano, lo que podría generar por ejemplo una alteración en la producción de esperma.
Tecnopor: Asimismo, Polo Espinal, doctor especialista en temas de medio ambiente del Colegio Médico del
Perú (CMP), señala la siguiente advertencia sobre el uso del tecnopor: “Si se calienta el tecnopor se
convierte en un material muy inestable, que puede afectar nuestro sistema nervioso y puede causar algún
tipo de cáncer”. Dijo que otro riesgo, no solo para salud humana sino también para el ecosistema marino,
son las grandes cantidades de plástico arrojadas al mar. Esta situación altera la cadena alimenticia, pues
las toxinas que se desprenden de estos productos son tragadas por los peces que, finalmente, son
consumidos por los seres humanos. “El plástico, bajo los efectos del sol, se desintegra en pequeñas
moléculas. Esas moléculas serán absorbidas por los peces pequeños y éstos son a su vez acaban siendo
tragados por peces más grandes, que nosotros finalmente los consumiremos”. Polo saludó la iniciativa del
Ministerio del Ambiente (Minam) de reducir el uso innecesario de las bolsas y cañitas de plástico, así como
del tecnopor en el Perú.
Diversas industrias manufactureras han tenido un buen desarrollo en nuestro país en los últimos años.
Entre las más importantes está la de alimentos, la cual a pesar de esta crisis mundial ha mantenido
números azules en el año 2020. Incluso, es una de las industrias que más mercados de destino posee.
Otro sector es el de textil y confecciones, que lastimosamente se ha visto afectado por la crisis sanitaria y
económica. Pero existe otra industria manufacturera que poco a poco, y de manera silenciosa, ha ido
creciendo en nuestro país. Se trata de la industria del plástico. Desde el 2017 al 2020, las exportaciones
de este sector han aumentado significativamente en un 23%, llegando a crecer en el 2020, un año nefasto
para muchos sectores económicos.
El motivo principal por el cual este sector ha mantenido un crecimiento en este 2020 se debe a que el
confinamiento social ha hecho que muchas familias, a nivel mundial, vuelvan a comprar productos y
artículos para el hogar que sirvan para los hábitos que dejaron de hacerse o se hacían en menores
cantidades antes de la pandemia, tales como cocinar, limpiar, pintar, etc. A ello se suma el aumento del
uso de bolsas y de más recipientes de plástico en mercados y supermercados, etc. Esto ha ayudado como
medida para prevenir el contagio del virus y preservar por más tiempo los alimentos, otra de las causas del
aumento de la demanda de estos productos. Debido a esto el Instituto de Investigación y Desarrollo de
Comercio Exterior de la Cámara de Comercio de Lima (Idexcam), a través de un arduo análisis de diversas
bases de datos como la Sunat, Penta Transaction y Trademap, ha identificado qué productos del sector
manufacturero peruano de plástico tienen mayor oportunidad de seguir creciendo y a qué otros mercados
podrían ingresar.
Bolsas de plástico
Según datos de Sunat, las exportaciones de bolsas de plástico crecieron 45% en el 2020. Como se sabe,
el uso de bolsas de plástico ha sido esencial para el transporte y protección de los diferentes productos
que se adquieren en las tiendas, a fin de disminuir el contacto y los contagios.
Los principales países de destino de las bolsas peruanas en el 2020 fueron Chile, con un nivel de
participación del 36%; Bolivia (17%); y Ecuador (14%). Cabe resaltar que en estos tres destinos las
exportaciones de este producto crecieron considerablemente: 124%, 66% y 61%, respectivamente. Otros
posibles destinos que pueden ser importantes para los exportadores peruanos son Estados Unidos, Japón,
Alemania, Reino Unido, Francia, Canadá y Países Bajos, pues importaron bolsas de plástico por montos
que van desde los US$ 396 millones hasta los US$ 2.460 millones en el 2020.
Cestos de plástico
Las exportaciones peruanas de cestos de plástico registraron un crecimiento del 34% en el 2020. Si bien el
Perú vende este producto a Bolivia, Chile y Colombia; otros países tienen una alta demanda del mismo. Es
el caso de Estados Unidos, Japón, Alemania, Canadá, Francia, Australia y Reino Unido; que importaron
cestos de plástico desde los US$ 253 millones hasta US$ 2.918 millones de dólares en el 2020.
¿Cuál es la situación del plástico de un solo uso?
Pensar en un material versátil, accesible y económico que ha buscado facilitar la vida del ser humano no
desestima la posibilidad de un uso desmedido y perjudicial. El plástico se ha convertido no solo en un bien
indispensable en el día a día, sino también en uno de los principales contaminantes de océanos, vida
submarina, ecosistemas y con consecuencias perjudiciales en poblaciones vulnerables. ¿Cuál es la
situación ambiental en la que se encuentran el mundo y el Perú?
El actual secretario general de las Organización de las Naciones Unidas, António Guterres declaró en el
marco del día Mundial del Medio Ambiente que “si la tendencia actual se mantiene, en 2050 nuestros
océanos tendrán más plástico (en peso) que peces” (ONU noticias, 2018). Esto debido a que la producción
de plástico a escala mundial se ha duplicado en el último siglo y alcanzó los 400 millones de toneladas, de
las cuales durante la última década 8 millones en promedio por año terminan en los océanos (Noticias
ONU, 2021).
Sin embargo, según cifras de la asociación europea de productores de plásticos PlasticsEurope (2021), en
2020 la producción total disminuyó en un 3% respecto al año anterior tras el acontecimiento de la COVID-
19; es decir, de 368 millones de toneladas en 2019 a 367 millones de toneladas para 2020. No obstante,
esto no significó una reducción de contaminantes en los océanos. Según el Programa de Naciones Unidas
para el Medio Ambiente (2021), la cantidad de plástico que llegó a los vertederos y a los ecosistemas
aumentó en un 70% respecto a su año anterior. Esto quiere decir que a pesar de que la cantidad de
plástico producida se redujo, sólo en los océanos los desechos de este mismo aumentaron
aproximadamente de 8 millones de toneladas a 13 millones de toneladas del 2019 al 2020
respectivamente. Un claro ejemplo de este incremento ha sido la venta global de mascarillas desechables,
la cual se incrementó de 800 millones de dólares a 166 mil millones de dólares para finales del 2020; es
decir, 200 veces más respecto a su año anterior (Grand View Research, 2020).
Sumado a esto, según la revista científica Nature Sustainability (2021), en una reciente investigación de la
clasificación global de basura oceánica se confirmó la prevalencia de plásticos en un 80% de los residuos
totales estudiados en los diferentes océanos; entre los cuales sobresalen bolsas y botellas. Por ello se
asume que el total de residuos que ya existen en nuestros océanos desde 1950 hasta nuestros días
suman 8300 millones de toneladas métricas, cantidad suficiente para cubrir cada metro de costa en todo el
mundo con 100 bolsas si la tendencia continúa en los próximos 4 años (Noticias ONU, 2021). Si bien lo
descrito corresponde a una problemática a nivel mundial, el Perú no es ajeno a considerar sus cifras como
alarmantes respecto al uso del plástico y su posterior desecho
En el Perú el total de residuos sólidos producidos a finales del 2019 fue aproximadamente de 8 millones de
toneladas; es decir, 21 mil toneladas de basura producidas al día equivalente a tres estadios nacionales (El
Peruano 2021), del que solo el 1.9% se valorizó y formó parte de una economía circular (Sociedad
Nacional de Industria, 2020). A su vez, del total de residuos sólidos mencionado, el 10% representaron
desechos plásticos; es decir, 900 mil toneladas de esta materia (MINAM, 2020) de las cuales en el mismo
año se recicló solo el 4%.
A pesar de ello, el Perú se encuentra como uno de los menores productores de basura per cápita en la
región latinoamericana, con un total de 0.75kg al día (Volta, 2020). Sin embargo, países como Chile
presenta un consumo total de plástico al año similar y una producción de residuos sólidos per cápita aún
mayor que el de Perú, y ha conseguido realizar el doble de reciclaje en un 8,5% (Fundación Chile,2020).
Un factor social para considerar es el de la cultura del reciclaje. Según el Ministerio del Ambiente en
conjunto con la ONG Recicla.pe (2019), solo 3 de cada 100 peruanos y peruanas realizan como hábito el
reciclaje en sus hogares. En el caso particular de las botellas de plástico del total que entran en el
mercado, solo se recupera el 36% para su valorización (El Peruano,2019). Esto gracias, en gran medida, a
los recicladores formales e informales que realizan la labor de recoger diversos materiales reciclables para
su posterior venta y con el fin de introducirlos a una economía circular.
Según el Ministerio del Ambiente (2020), existen 180 mil recicladores y recicladoras a nivel nacional que
desempeñan su actividad de manera formal e informal a finales del 2020, de los cuales 500 mil dependen
económicamente de esta actividad. Sin embargo, luego de la emergencia sanitaria en el mismo año, se
percibió una reducción del 40% de esta actividad, lo que perjudicó directamente el reciclaje en general, así
como a las familias dependientes de esta actividad para su canasta familiar (El Peruano, 2021).
En el ámbito de las leyes, en los últimos años algunas han buscado reducir estas cifras alarmantes en el
consumo de plástico y su posterior desecho. Entre ellas encontramos el impuesto al consumo de bolsas de
plástico, la cual buscó regular su uso por medio de un impuesto gradual por año de un 100% (Ley N°
30884, 2020). Sin embargo, debido a los recientes acontecimientos, no se puede esclarecer con precisión
el impacto real de esta medida para el año 2020 ni las respectivas cifras que determinarían su variación
causal a raíz de esta ley.
Finalmente, si bien la pandemia se presentó a nivel mundial como un obstructor de diferentes metas y
objetivos planteados para la lucha contra los residuos sólidos, es indispensable pensar cómo cada
individuo tiene la posibilidad de aportar a través de cierta forma de impacto. Posiblemente la meta no
consiste en transformar súbitamente la adquisición de insumos que uno considere indispensables, como el
plástico, sino en repensar la práctica de un solo uso. Así, tal vez solo el cambio de hábito podrá ayudar a
reconocer en estas nuevas prácticas no solo un derecho para la humanidad, sino una real justicia
ambiental.