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Tres tesis sobre el transhumanismo

Three theses concerning transhumanism

Luca Valera
Pontificia Universidad Católica de Chile
Centro de Bioética e Instituto de Filosofía
luvalera@uc.cl
https://orcid.org/0000-0002-1693-396X
RECIBIDO: 24/11/2020 / ACEPTADO: 03/02/2021

Resumen: En el presente artículo trataré de explicar tres Abstract: In this article I will try to explain three theses,
tesis, que, en mi opinión, constituyen la médula teórica which, in my opinion, constitute the theoretical core of
de la filosofía transhumanista, y que se relacionan con 1) transhumanist philosophy, mainly dealing with 1) the
la evolución dirigida por los medios tecnológicos; 2) la li- evolution directed by technological means; 2) the limita-
mitación de la naturaleza humana misma; y 3) la idea de tion on human nature; and 3) perfection as a regulative
perfección como ideal regulativo moral. Para poder abor- moral idea. In order to properly address these theses, it is
dar correctamente dichas tesis, además, es necesario, en also necessary, in my opinion, to better characterize the
mi opinión, caracterizar mejor la diferencia entre posthu- difference between posthumanism and transhumanism.
manismo y transhumanismo.
Palabras clave: Transhumanismo, perfección, límites, Keywords: Transhumanism, perfection, limits, human
naturaleza humana. nature.

I. Las tres tesis

S er transhumanista significa apostar sobre una evolución dirigida por los


medios tecnológicos.
Ser transhumanista significa aceptar que la especie humana, caracteri-
zada por sus límites, constituye solo la primera etapa funcional de una nueva
evolución.
Ser transhumanista significa creer que la naturaleza humana es una forma
totalmente abierta a las tecnologías, modelada por la idea de perfección.
En lo que sigue, trataré de explicar estas tres tesis, que, en mi opinión,
constituyen la médula teórica de la filosofía transhumanista 1.
Antes de hacerlo, sin embargo, hay que aclarar «qué es» el transhumanis-
mo, para poder contextualizar mejor estas tesis.

1 Algunas de las reflexiones que presento en este apartado se pueden encontrar en mi libro: Vale-
ra, L., Ecologia Umana. Le sfide etiche del rapporto uomo/ambiente, Aracne, Roma, 2013.

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ISSN 0211-4526 • DOI 10.15581/011.84.006
LUCA VALERA

II. En búsqueda de definiciones

Si quisiéramos buscar una definición de «transhumanismo», probable-


mente tendríamos que volver a sus orígenes, como dice Nick Bostrom 2, uno
de los padres de este movimiento, así como uno de sus representantes más
ilustres: «Es un movimiento cultural, intelectual y científico, que afirma el
deber moral de mejorar las capacidades físicas y cognitivas de la especie hu-
mana y de aplicar nuevas tecnologías al ser humano, de modo que se puedan
eliminar todos los aspectos no deseados e innecesarios de la condición humana
como, por ejemplo, el sufrimiento, la enfermedad, el envejecimiento e incluso
la mortalidad». Es, por lo tanto, en primer lugar, un movimiento que quiere
alcanzar «un objetivo claro y ambicioso»: crear «las condiciones para una re-
volución moral e intelectual de orientación prometeica. Una revolución capaz
de producir cambios radicales en el mundo de la cultura y la vida cotidiana» 3.
La revolución prometeica prometida por los transhumanistas tiene así el
objetivo final de presentar la positividad de algunos valores: la extensión de la
vida, la desaceleración del proceso de envejecimiento, la salud de los ciudadanos
y el fortalecimiento físico y mental de los discapacitados, así como de las perso-
nas sin discapacidad (también más allá de los límites impuestos por la estructura
biológica actual), y la autodeterminación de los individuos y los pueblos.
En resumen, algunas de las interrogantes que conciernen al movimiento
transhumanista podrían ser: ¿Anhelamos alcanzar la inmortalidad? ¿Deseamos
contar con una vida más sana y prolongada? ¿Nos gustaría poseer mayores ca-
pacidades, tales como una inteligencia de nivel superior, un alto rendimiento
deportivo o una capacidad de convivir con los otros? ¿Queremos elegir los rasgos
genéticos más óptimos para nuestra descendencia, y eliminar los rasgos defec-
tuosos? ¿Deseamos una reducción de las enfermedades genéticas o erradicar una
vez para siempre algunos tumores? ¿Queremos mejorar nuestra especie? Si bus-
camos una respuesta a estas preguntas, probablemente estemos interesados en
explorar la propuesta transhumanista. Y si estamos interesados en ella, no es sim-
plemente porque se trata de un sugestivo cuento de ciencia ficción, sino también
porque el transhumanismo ya parece haberse realizado en nuestras sociedades.

2 Vid., Bostrom, N., «Intensive seminar on transhumanism», Yale University, 26 June 2003, en
Postigo, E., «Transumanesimo e postumano: principi teorici e implicazioni bioetiche», Medi-
cina e Morale. Rivista internazionale di bioetica, 2 (2009), pp. 271-289.
3 Campa, R., «Manifesto dei transumanisti italiani», http://www.transumanisti.it/, 2008 [25/04/2020].

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La producción aparentemente continua de nuevas tecnologías revo-


lucionarias en las últimas décadas, de hecho, ha confirmado que los ideales
transhumanistas son un escenario muy plausible para la humanidad. Desde la
invención del PC, los smartphones y los tablets, hasta la fabricación de órga-
nos artificiales con impresoras 3D 4, los avances en nanotecnologías, biotec-
nologías, tecnología de la información y ciencias cognitivas (NBIC) sugieren
que la humanidad está más cerca que nunca de poder trascenderse a sí misma,
superando sus propias limitaciones naturales no elegidas, para eliminar el do-
lor y promover la felicidad o el bienestar. Lo que presenta el transhumanismo,
en resumen, es una promesa de felicidad.
Sin embargo, al mismo tiempo propone una visión del ser humano como
una entidad unidimensional «deficiente» o «carencial» –solo existen los datos
biológicos: incluso las funciones superiores son una manifestación emergente
de esa materia–, que necesita ser superada para alcanzar una entidad biológi-
camente perfecta. Como afirman los mismos transhumanistas, esta no es una
visión completamente nueva: se trata simplemente de una propuesta nueva
basada en «una idea que tiene una sólida tradición en el marco de la historia
del pensamiento europeo, expresada [...] por pensadores del nivel de Francis
Bacon, Tommaso Campanella, Jean Condorcet, Friedrich Nietzsche, Filippo
Tommaso Marinetti, Leon Trotsky, Julian Huxley, Jacques Monod y Jean-
François Lyotard, solo para mencionar los nombres más conocidos» 5.
Si estas son las directrices principales del transhumanismo, parece que
haya una perfecta coincidencia con otro movimiento, es decir, el posthuma-
nismo. De hecho, los dos nombres, transhumanismo y posthumanismo, para
algunos se refieren simplemente a dos momentos distintos del proceso de su-
peración del ser humano. En este sentido, el ser posthumano constituiría el
cumplimiento del proyecto transhumano, es decir, una etapa avanzada de ese
proceso de mejoramiento del ser humano mismo. Escribe, de hecho, Birnba-
cher: «El ‘transhumanismo’ se puede definir como un movimiento que quiere
que nos pongamos en camino hacia la ‘posthumanidad’, a ir más allá de la
humanidad en su forma actual. Los transhumanistas quieren que iniciemos
un proceso que finalmente conduzca a la ‘posthumanidad’, intentando, ahora

4 Vid., Falerty, J., «A Mad Scientist Designing Organs That Could Give You Superpowers»,
https://www.wired.com/2013/09/this-mad-scientist-wants-to-give-you-superpowers/, 2013
[27/04/2020].
5 Campa, R., «Manifesto dei transumanisti italiani», op. cit.

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y en un futuro próximo, trascender ciertos límites inherentes a la condición


humana tal como la conocemos» 6.
Para otros, los dos términos se refieren a dos «seres totalmente distin-
tos». Para el transhumanismo, la principal forma para superar los límites in-
herentes de la naturaleza humana parece ser justamente el medio tecnológico:
de hecho, los transhumanistas enfatizan la necesidad de lograr la superación
del ser humano a través del desarrollo tecnológico. En cambio, el punto focal
del posthumanismo consiste no tanto en la aceptación acrítica de las posibili-
dades ofrecidas por la tecnología –tal como sucede con el transhumanismo–
sino, más bien, en una contaminación e hibridación total de los seres humanos
con otros seres vivos y con las máquinas 7. El cambio ofrecido por esta última
corriente de pensamiento querría entonces configurarse en primera instancia
como un cambio de paradigma antropológico. Así como hacen algunas ten-
dencias en la filosofía de la ecología, el posthumanismo propone, para obte-
ner la contaminación total, una eliminación y fluidificación de los límites que
impiden la apertura del ser humano a la alteridad, negando así también su
identidad y, con ella, paradójicamente, la posibilidad misma de la apertura 8.
Si aceptamos, entonces, esta última conceptualización del posthumanis-
mo, el transhumanismo parece ser algo bien distinto. De hecho, el punto focal
del transhumanismo no es la contaminación, sino la evolución en la especie
humana que las nuevas tecnologías estarían impulsando.

III. «Evolución, morfeo, evolución» 9

Como acabo de afirmar, el centro especulativo de esta perspectiva gira


alrededor del concepto de evolución que asume el significado particular de
evolución «autodirigida» (o co-evolución): el objetivo transhumanista es, de

6 Birnbacher, D., «Posthumanity, Transhumanism and Human Nature», en Medical Enhance-


ment and Posthumanity, Springer, New York, 2008, pp. 95-106.
7 Vid., Valera, L., «Post-Humanism: Beyond Humanism?», Cuadernos de Bioética, 25/3 (2014),
pp. 481-491.
8 Vid., por ejemplo: Valera, L., «Tecnologia ed ecologia. Dall’etica alla metafisica, dalla negazione
del limite alla negazione dell’uomo», Pensamiento. Revista de Investigación e Información Filosófica,
71/269 (2015), pp. 1453-1462; y Valera, L. y Alvarado, J.T., «Posthumanismo e Hibridación»,
Pensamiento. Revista de Investigación e Información Filosófica, 75, 283 (2019), pp. 307-319.
9 Estas palabras se encuentran en el dialogo presente en la película The Matrix, de Lana Wa-
chowski y Lilly Wachowski, USA, 1999.

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hecho, reemplazar la obsoleta «lotería evolutiva ciega», determinada por el


azar, con una nueva evolución consciente, conquistada a través de las podero-
sas ayudas de la ciencia y la tecnología (o, mejor dicho, de la «tecno-ciencia»).
Al hacerlo, el transhumanista apela a una interpretación positiva a priori del
fenómeno evolutivo, considerado en todos los aspectos como algo «natural»;
se deduce lógicamente que el reto transhumanista se considerará positivo a
priori, ya que tiende a sostener el desarrollo «natural» de los hechos bioló-
gicos: «Los defensores de la evolución auto-dirigida, en lugar de desafiar a la
naturaleza, tienen la intención de facilitar el despliegue de sus posibilidades.
[...] Si razonamos en términos evolutivos [...], está claro que el transhumanis-
mo no es ni puede ser contra-naturaleza. Estamos tratando de establecer las
líneas de una nueva armonía entre cultura y naturaleza. No es sorprendente,
entonces, que aquellos que nos ven como un enemigo peligroso sean, ante
todo, enemigos de la evolución y del conocimiento (que, en nuestra especie,
es el resultado final de nuestra evolución). [...] El ser transhumano no puede
ir en contra de la naturaleza porque nada de lo que la tecno-ciencia puede
hacer está fuera de las leyes de la física y de la biología. Y porque nunca ha
existido una naturaleza humana que no fuera ya el producto de una auto-do-
mesticación, de una fusión de lo humano con lo animal y con el instrumento
técnico y que, por lo tanto, no fuera ya una evolución auto-dirigida, aunque
todavía no consciente» 10.
Cabe destacar, aquí, como el transhumanismo utiliza una noción ingenua
de «naturaleza», entendida últimamente como «el todo indistinto que evolu-
ciona». Esa misma naturaleza que desaparece en cualquier discurso antropoló-
gico posmoderno, vuelve a ser el principio normativo para todo lo existente: el
progreso está incrustado en la intimidad de cualquier ser vivo, o, mejor dicho,
es la condición misma de su existencia. Sin embargo, el programa transhuma-
nista se dirige a un ser vivo específico: el ser humano.
El laboratorio en el que se experimenta el proyecto transhumanista es
precisamente el cuerpo humano, privado de cualquier naturalidad y valor
intrínseco, y reducido a una masa de células, órganos, genes y neuronas. El
cuerpo «vivido» se volatiliza para dejar espacio al cuerpo «científico» (u obje-
tivado). El cuerpo humano se convierte, así, en plástico, deformable, flexible:
a través de la hibridación con la tecnología, el ser humano puede ahora decidir
arbitrariamente sobre su propia identidad corporal, despojada de cualquier

10 Campa, R., «Manifesto dei transumanisti italiani», op. cit.

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valor. Dicho proceso de hibridación abre la posibilidad de un mundo nuevo 11,


en el que «el ser humano cruza los bordes existentes entre lo humano y lo no-
humano, entre lo vivo y lo no-vivo, y así va más allá de los límites conceptuales
de ser-humano al hibridarse con extensiones no-humanas» 12. Se cumple, así,
la profecía de Kelly: «El reino de lo nacido (es decir, todo lo que es natural),
y el reino de lo producido (a saber, todo lo que está construido), se identifi-
can. Las máquinas se están volviendo biológicas, y lo que es biológico se está
mecanizando» 13.
Para decirlo de otra forma: la manipulación de la naturaleza se hace po-
sible solo a la luz de una reducción de lo existente a «cosa», a mero objeto.
Así, el paso de la dominación a la manipulación es relativamente breve. Con
palabras de Marcos: «Si la naturaleza humana es completamente natural, está
técnicamente disponible, y si la naturaleza humana simplemente no existe,
entonces tenemos la tarea de inventarla técnicamente» 14. Dos posiciones, la
de la naturalización y de la negación de la naturaleza humana, que, si bien se
muestran como aparentemente antitéticas, en verdad son totalmente conver-
gentes 15. Tanto la negación como la naturalización conducen, de hecho, a una
modificación y «artificialización» del ser humano, y este es un legado plena-
mente transhumanista.
El enfoque transhumanista, sin embargo, no solo se apoya en la teoría
de la evolución, sino que también proporciona una nueva interpretación de
ella a través del adjetivo «autodirigida»: de esta manera, la naturaleza humana
se vuelve en el «éxito de un ‘proyecto’ (actio)» 16. El paso teórico novedoso
realizado por los pensadores transhumanistas consiste en el abandono de una
concepción de la naturaleza como un objeto («una sustancia o un ‘plan de de-
sarrollo’ que contiene una serie de informaciones» 17) para pasar a la idea de

11 Vid., Park, I., «Rereading of the Whiteheadian Understanding of Organism in a Trans-Human


Age: A Critical Review of the ‘Extended Mind Theory’», Trans-Humanities Journal, 8/1 (2015),
pp. 111-130.
12 Ibid.
13 Kelly, K., Out of Control. La nuova biologia delle macchine, dei sistemi sociali e dell’economia globale,
Apogeo, Milano, 1996, p. 1.
14 Marcos, A., «Filosofía de la naturaleza humana», Eikasia. Revista de Filosofía, VI/35 (2010),
pp. 181-208.
15 Vid., Valera, L., Ecologia Umana, op. cit.
16 Sommaggio, P., «Umano post umano. I rischi di un uso ideologico della genetica», Diritto &
questioni pubbliche, 8 (2008), pp. 213-247.
17 Ibidem.

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naturaleza como un proyecto. Dicha transición «se acompaña del cambio en


los supuestos mismos del método científico: la ciencia, de hecho, ya no tie-
ne simplemente que descubrir las leyes inmutables de la naturaleza, sino que
comienza a reflexionar sobre su propia convencionalidad y sus límites; por lo
tanto, se empieza a creer que la naturaleza humana ya no tiene un consistencia
objetiva, inmutable y siempre igual a sí misma, sino que puede considerarse
como un patrón de acción: la naturaleza humana coincide con la acción de
organizar a las distintas partes que pueden, de esta manera, estar ordenadas
libremente en unidades. Por lo tanto, se concibe a la naturaleza humana como
el acto de coordinación de un conjunto de elementos diferentes en un todo
unitario, un todo disponible para el investigador» 18.
Hay que agregar, acá, otro elemento importante, con referencia a la evo-
lución autodirigida. Para una mayor precisión conceptual, no se puede definir
el proyecto evolutivo transhumanista simplemente como «autodirigido»: sería,
más bien, un proyecto «forzado», o impuesto desde afuera, por una élite que de-
termina los criterios de «normalidad», a saber, la comunidad científica. La adap-
tación a ese estándar impuesto es, por su naturaleza, violenta, ya que implica la
conformación del individuo a un esquema «heterónomo», que no surge de lo
íntimo, sino que se yuxtapone «innaturalmente» 19: «Cualquier ‘nuevo’ proyecto
de humanidad, tanto el más abyecto como el más filantrópico, siempre implica
un contenido de reducción violenta del individuo a un patrón esperado. Esto es
cierto tanto en términos políticos como, hoy en día, en términos biológicos» 20.
Dicha conformidad con un modelo externo involucra también la renun-
cia forzada de la íntima (y nunca cuestionable) «cuestión ética fundamental
sobre el éxito o el fracaso de la vida» 21, es decir, la misma pregunta a la que
«Kierkegaard fue el primero en responder con el concepto postmetafísico de
‘poder ser a sí mismo’» 22. En resumen, a través del programa transhumanis-
ta se presenta nuevamente el drama kierkegaardiano que emerge de la lucha
entre la decisión de una vida estética/heterónoma (en este caso, transhumana)
y la de una vida ética/autónoma (en este caso, verdaderamente humana). El

18 Ibidem.
19 Valera, L., «Against Unattainable Models. Perfection, Technology and Society», Sociología y
tecnociencia, 8/1 (2018), pp. 1-16.
20 Sommaggio, P., «Umano post umano», op. cit., p. 243.
21 Habermas, J., Il futuro della natura umana. I rischi di una genetica liberale, Einaudi, Torino, 2002,
p. 9.
22 Ibidem.

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precio de esta segunda forma de vida es necesariamente más alto, pero la ga-
nancia obtenida es significativamente inconmensurable, como declara Jürgen
Habermas: «A este hedonismo es deseable contrastar una forma de vida deci-
didamente ética, que le pide al individuo que se liberase de los vínculos irresis-
tibles del medio ambiente. El individuo debe tomar firmemente la conciencia
de su propia individualidad y libertad. [...] Con esta conciencia, la persona ‘se
convierte en una tarea en sí misma, una tarea que de alguna manera se le im-
pone, y que, por otro lado, la obliga solo en la medida en que lo haya elegido
libremente’» 23.
Una «autocomprensión» de este tipo, siempre libre y en primera perso-
na, y al mismo tiempo política, en cuanto puede ser compartida por cualquier
ser humano, es reemplazada por una «comprensión» impuesta del ser huma-
no, impersonal y en tercera persona, dirigida por una élite científica.
Se puede, así, entender la razón por qué la imagen transhumanista del ser
humano sea, por lo menos en parte, una imagen parcial y fragmentada, ya que
captura al ser humano desde el exterior, interceptándolo solo como un «con-
junto de fenómenos»: la síntesis a la que llega el transhumanismo es intrínse-
camente fragmentaria, ya que carece, en el fondo, de un principio interno que
unifique los diferentes fenómenos humanos. En este sentido, el amor por el
progreso y por la evolución oculta a los transhumanistas un hecho antropoló-
gico fundamental: el ser humano no está configurado ontológicamente como
un devenir, sino, más bien, como un ser que deviene en el tiempo.

IV. Límites

La importancia del pensamiento transhumanista en el mundo contem-


poráneo es, por un lado, la importancia de la negación profunda del límite
humano. Por el otro lado, es la importancia de la propuesta de superar a to-
das esas barreras a través del enhancement y del empowerment, como escribe
Francis Fukuyama: «Los partidarios del transhumanismo [...] creen saber lo
que constituye a un buen ser humano y están felices de excluir a los seres limi-
tados, mortales y naturales que ven a su alrededor, en pos de algo mejor. Sin
embargo, ¿ellos realmente entienden los valores humanos más importantes?
Gracias a nuestros defectos obvios, los seres humanos [...] somos un producto

23 Ibidem.

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cuya totalidad es mucho más que la suma de nuestras partes. Nuestras buenas
características están íntimamente relacionadas con las malas: si no fuéramos
violentos y agresivos, no podríamos defendernos; si no tuviéramos sentimien-
tos de exclusividad, no seríamos leales con los más cercanos a nosotros; si
no sintiéramos celos, nunca probaríamos el amor. Incluso nuestra mortalidad
juega un papel crítico al permitir que nuestra especie en su conjunto sobreviva
y se adapte al ambiente» 24.
Lo que se esconde detrás de estas opciones es, últimamente, una idea
de condición humana como totalmente limitada, como algo que impide a los
seres humanos ser lo que quieran realmente ser y de tener cualquier tipo de
vida que quieran tener. Si este no fuera el caso, no tendría sentido la propuesta
transhumanista en su totalidad: el fin es mejorar a la condición humana, o
aumentar las oportunidades que los individuos humanos tienen de moldearse
a sí mismos y a sus vidas.
La eliminación del envejecimiento y el aumento de nuestras capacida-
des intelectuales, físicas y psicológicas, en el contexto de esta definición de
condición humana, de hecho, parecen proporcionar una mayor libertad en la
configuración de cómo queremos ser. Se supone que esta proposición es algo
evidentemente bueno y, por lo tanto, que los seres humanos perseguirían. A
partir de esto, los seres humanos serían capaces de realizar actividades que de
otra manera serían impracticables y aprender cosas que de otra manera serían
imposibles de aprender para ellos. Serían capaces de superar sus límites.
Uno de los temas más importantes, en este sentido, es justamente la cues-
tión del límite 25, ya que la tecnología implica el progreso, es decir, la elimi-
nación de todos los límites hacia una mejoría potencialmente infinita. Como
escribe Pessina, «las tecnociencias interpretan cada límite como un obstáculo,
es decir, como algo que debe ser superado. En la visión moral de la realidad,
sin embargo, hay obstáculos [...] que se reconocen como límites. Pero pensar
en la existencia de límites significa introducir los conceptos de finitud y de
renuncia: por su método, en sí, la investigación se presenta como infinita y no
conoce renuncias. Pero se trata de un infinito malo, porque coincide simple-
mente con el desplazamiento de algunas etapas finitas» 26. Una mala conciencia

24 Fukuyama, F., «Biotecnologie. La fine dell’uomo», Corriere della sera, 10 de febrero de 2005,
p. 15.
25 Vid., Valera, L., «Individualidad y límites hacia una ecología humana», Prudentia Iuris, 83
(2017), pp. 299-313.
26 Pessina, A., Bioetica. L’uomo sperimentale, Bruno Mondadori, Milano, 2000, p. 57.

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de los límites es, en última instancia, un «conocimiento peligroso» 27, y nos


invita a exceder dichos límites.
El transhumanismo, determinado por las lógicas propias de las (nuevas)
tecnologías, reconoce a esta necesidad de eliminar los límites, es decir, de ir
más allá de cualquier obstáculo. Es, en el fondo, la lógica de la tecnología (por
la que los límites existen y no deben existir) que se impone por sobre la lógica
humana (por la que los límites existen y deben existir).
Bien ahora, en relación al modo propuesto por los transhumanistas de
superar los límites, y con ello alcanzar un ser perfecto, se pueden resumir en
dos vías principales: la integración del humano con la tecnología y la modifica-
ción genética. Los impulsores de la primera vía buscan una progresiva fusión
del ser humano con el medio tecnológico, dando así origen a los denominados
ciberorganismos (ciborgs), para llegar hacia los robots en un futuro más o
menos cercano. Si ninguna parte del cuerpo humano es susceptible a algu-
na forma de mejoramiento con la ayuda de algún tipo de prótesis, el cuerpo
puede ser totalmente reinventado, removiendo límite tras límite. Las prótesis,
evidentemente, pueden ser de distinta índole: de las robóticas a la descarga
mental (mind uploading/dowloading).
Los impulsores de la segunda vía, por otro lado, buscan la modificación
de nuestra especie por medio de la ingeniería genética, que busca ofrecer al
ser humano mayores capacidades físicas e intelectuales, así como una dismi-
nución de las enfermedades genéticas. Con dichas tecnologías se podría poner
fin al antiguo ciclo de la evolución azarosa y abrir paso a la ya mencionada
«evolución autodirigida». Dicha evolución se consigue a través de la ingenie-
ría genética en la línea germinal 28 –aquella que se transmite de generación en
generación– y no una ingeniería genética somática –aquella que modifica las
células somáticas–. En la ingeniería genética de la línea germinal, por su par-
te, lo que está en juego es cambiar el ADN de la descendencia, de las futuras
generaciones.
Si se modifica la línea germinal de un individuo, de hecho, cuando ese
sujeto se reproduzca en el futuro, este traspasará a sus hijos los cambios reali-
zados en su ADN. Por ende, la modificación genética con fines meliorativos
realizada en la línea germinal es la que merece mayor atención, puesto que una

27 Vid., Potter, V.R., «Bioética. La ciencia de la supervivencia», Selecciones de Bioética, 1 (2002),


pp. 121-139.
28 Vid., Valera, L., Alvarado, J.T., «Posthumanismo e Hibridación», op. cit.

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modificación de esta índole no se acaba con el sujeto mismo, sino que guarda
en sí la posibilidad de modificar a la especie humana para siempre. A través de
ella se podrá alcanzar el transhumanismo.

V. Abertura y tecnologías. Hacia la perfección

Como ya he podido subrayar, el transhumanismo se caracteriza por una


exaltación casi exasperada de la tecnología 29, interpretada como una posible
solución para cualquier problema. De hecho, como afirma Grion, con el tran-
shumanismo comenzamos a creer «que la tecnología ha llevado al ser humano
al umbral de un cambio de época, que lo llevará en el corto plazo de unas pocas
décadas a darse cuenta de que las coordenadas típicas de su habitar el mundo
han cambiado radicalmente: poder vivir sin una ‘fecha de vencimiento’; elimi-
nar los rasgos de fragilidad y vulnerabilidad que caracterizan a la experiencia
humana actual; disfrutar de emociones y sensaciones implacablemente placen-
teras, controlando totalmente las emociones negativas, los malos recuerdos y
las experiencias no deseadas; poder contar con capacidades físicas y cognitivas
mejoradas; avanzar sin miedo hacia la inteligencia artificial (IA) y la hibrida-
ción con las máquinas. Esta es la gran imaginación compartida: un futuro lleno
de promesas que miramos con racionalidad y optimismo» 30.
Es justamente ese «optimismo tecnológico» que hace del transhumanis-
mo una filosofía esencialmente ciega ante cualquier limitación ética de la acti-
vidad productiva tecnológica.
Dicho optimismo se basa, al fin y al cabo, en una concepción ontológica y
antropológica reduccionista, y, por eso, controlable, como ya he destacado. En
el marco de una concepción ontológica fisicalista, el ser humano se interpreta,
de hecho, como una máquina abierta y capaz de realizar ciertas funciones y
cuyas «leyes operativas» se pueden describir a partir de las modalidades de
interacción de sus elementos constituyentes (los engranajes). La imagen de
la máquina, que también formará la base teórica del tercer elemento de dife-
rencia entre los dos paradigmas, es, por lo tanto, necesaria para introducir el
concepto de «función», de suma importancia en la economía transhumanista.

29 Vid., Valera, L., «Against Unattainable Models», op. cit.


30 Grion, L., «Guerra ai limiti. Sulle filosofie dell’immortalità terrena», Acta Philosophica, 26/2
(2017), pp. 285-306.

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El ser humano, reducido a sus habilidades técnicas (como dice el funcionalis-


mo 31), es decir, a «lo que sabe hacer» (Homo faber), necesariamente se vuelve
anticuado 32, si lo comparamos con la máquina o con el producto tecnológico.
La máquina, programada para «hacer», es decir, para funcionar, es necesaria-
mente mejor que el ser humano, justamente porque el criterio para evaluarla
es su funcionalidad. De hecho, una máquina que no funciona pierde cualquier
utilidad: se vuelve inútil. No se puede afirmar lo mismo del ser humano. En
su ecología no está inscrita la idea de funcionalidad, ya que el ser humano re-
siste a cualquier consideración bajo el simple criterio de utilidad (o inutilidad),
por el hecho mismo de ser una persona. De hecho, si la función es replicable
–justamente como la máquina– la persona no lo es, nunca. La transformación
del ser humano en una máquina, a partir de la idea de función (y, con ella, de
funcionalidad), traiciona, últimamente, la dimensión personal del ser humano,
que, por su naturaleza –o, más precisamente, por su ecología– necesariamente
resiste a la posibilidad de ser replicado o duplicado 33.
Una vez que el ser humano haya sido reducido a una máquina (no se-
ría necesario, en esta circunstancia, recordar las brillantes intuiciones de La
Mettrie), se puede, no solamente «duplicarlo» o «replicarlo», sino también
«reemplazarlo», a partir de una dúplice perspectiva: a) se puede reemplazar
al ser humano con un ser más perfecto; b) se puede reemplazar a las partes
del ser humano hacia un ser más perfecto (enhancement). Claramente, las dos
perspectivas no son antitéticas, ya que la primera podría incluir la segunda:
la mejora humana es una de las formas en que la superación de lo humano se
vuelve prácticamente posible.
Uno de los objetivos prácticos del transhumanismo consiste, de hecho,
«en la posibilidad, por un lado, de reparar el cuerpo en caso de su mal fun-
cionamiento y, por otro lado, de ‘modificarlo’, para aumentar su capacidad de
rendimiento. En este contexto, tanto el triunfo sobre la enfermedad y la muer-
te, como las prácticas de fortalecimiento (la llamada mejora humana) expresan
diferentes modulaciones del mismo enfoque mecanicista» 34. La reparación, o
reemplazo, se convierte, una vez que se haya modificado la materia orgánica
humana a partir de cualquier propósito extra-funcional, solo en el primer paso

31 Vid., Valera, L., Ecologia Umana, op. cit., p. 110.


32 Vid., Anders, G, L’uomo è antiquato, vol. 1: Considerazioni sull’anima nell’epoca della seconda rivolu-
zione industriale, Bollati Boringhieri, Torino, 2007.
33 Vid., Guardini, R., Natura, Cultura, Cristianesimo, Morcelliana, Brescia, 1983.
34 Grion, L., «Guerra ai limiti», op. cit., p. 290.

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TRES TESIS SOBRE EL TRANSHUMANISMO

hacia la «reinvención del cuerpo», o body-building 35. En última instancia, una


vez que se haya reducido la naturaleza a simple «materia» ¿qué limitaciones
tenemos en la búsqueda de la «mejor materia posible» que no sea una limita-
ción simplemente técnico-práctica (es decir, no somos capaces de hacerlo)? La
cuestión de la mejora, o enhancement, también introduce la cuestión de qué es
lo mejor, es decir, del modelo de perfección 36 que estamos buscando 37.
Allí donde el paradigma transhumanista ofrece la idea de perfección como
modelo último que alcanzar, una «ecología humana» adecuada 38 le recuerda al
ser humano su limitación y finitud. Esto no implica, para el ser humano con-
creto, evidentemente, la imposibilidad de ser sí mismo. Justamente al revés, le
recuerda que la conciencia del límite –y de la limitación de su naturaleza– es el
punto de partida para poder-ser-sí-mismo. Dicha posibilidad en la actualidad se
ve fuertemente amenazada por los modelos culturales inalcanzables propuestos
por los recientes desarrollos (bio)tecnológicos. En otras palabras, hoy en día
parece que «poder-ser-a-sí-mismo» implica «poder-ser-a-otros-mismos» 39.
Esta es la paradoja que se nos ofrece hoy en día el proyecto transhuma-
nista.

VI. Referencias bibliográficas

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35 Vid., Russo, M.T., Corpo, salute, cura. Linee di antropologia biomedica, Rubbettino, Soveria Man-
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36 Vid., Sandel, M.J., The Case against Perfection. Ethics in the Age of Genetic Engineering, Harvard
University Press, Cambridge, 2007.
37 Vid., Valera, L., «Against Unattainable Models», op. cit.
38 Vid., Valera, L., Ecologia Umana, op. cit.
39 Vid., Valera, L., «Against Unattainable Models», op. cit.

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