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Momo: opinión sobre el libro mágico de Michael Ende

Argumento de Momo
Momo es una pequeña niña sin padres, zapatos o un hogar al que volver. Pasa los días vagabundeando por las calles
sin nada más que hacer hasta que de pronto, un día, encuentra un hueco bajo las ruinas de un anfiteatro y decide
quedarse a vivir en él. Extrañados, los lugareños ayudan a la niña decorando su nuevo hogar, trayéndole comida y
pasando a visitarla. Pronto todos ellos descubren que Momo tiene una extraña cualidad: es capaz de inspirar a la
gente debido a lo bien que se le da escuchar. Pero una amenaza terrible se cierne sobre la ciudad en forma de
hombres grises con maletines y cigarritos: hombres encargados de estafar a la gente para robarle su tiempo.

Un cuento que empieza a ascender a algo más


Cuando empiezas a leer Momo, la narrativa de Michael Ende es en realidad la misma que la de un cuento. Comienza
explicando lo que son los anfiteatros y cómo ha cambiado el mundo desde que estos eran el centro de la actividad
de ocio de los ciudadanos, y luego nos introduce a la preciosa Momo y cómo se acerca la gente primero a ella.
El mundo pacífico y feliz alrededor del cual se construye la vida de Momo y de sus amigos se rodea en la primera
parte (de un total de tres) con las narraciones y cuentos de Gigi Cicerone: historias realmente preciosas sobre el
espejo y la luna o sobre el mundo que son capaces de sacar la parte poética de Michael Ende y enamorarte desde un
primer momento de la obra.
Pero a partir de la segunda parte, estos elementos típicos de cuento empiezan a diluirse en una complicada trama
que los niños comprenderán como una aventura contra un enemigo malvado (los hombres de gris) y que los adultos
descubrirán como una envesada y al mismo tiempo poética metáfora acerca del tiempo, la vida y cómo emplear
nuestras horas, minutos y segundos. Desde ese momento, como ocurre en los buenos libros infantiles, se produce
una doble lectura en el que puedes tomarte la aventura de la pequeña Momo como un viaje interesante al lado de
personajes fascinantes (como la tortuga Casiopea o el Maestro Hora), o como una metáfora sobre lo que merece la
pena atesorar en esta vida.

Una fuerte crítica a la sociedad consumista


Inmediatamente después de que el barbero tenga estos pensamientos aparece por su puerta un agresivo vendedor
de una caja de ahorro que, a través de un discurso al más puro estilo de 1984 de George Orwell, convence al pobre
barbero de que no le queda prácticamente tiempo útil en la tierra porque lo desperdicia con tonterías. Este
vendedor que emplea uno por uno todos los mecanismos y técnicas de los vendedores puerta por puerta, acaba
sellando el destino del hombre y del resto de la ciudad como un ente invisible que es, ni más ni menos, que la
materialización del consumismo irrefrenable.

De pronto, en vez de realizar cosas que hacen felices a la gente, estos se centran en sus trabajos y reducen cualquier
tipo de interacción social y los primeros que lo sufren son los niños. Precisamente Momo se fija en que cada vez más
niños aparecen con juguetes increíbles: robots capaces de andar, tanques teledirigidos o cohetes espaciales, pero
también dice que estos juguetes son tan caros que no puedes hacer con ellos nada más. De esta forma, Michael
Ende hace una crítica a los padres que compran el amor de sus hijos, regalándoles lo más caro de las tiendas de
juguetes pero sin ni siquiera molestarse en pasar ni un minuto con ellos.
La concepción del tiempo y de la muerte en Momo (spoiler a partir de este punto)
Uno de los temas centrales dentro de Momo, además de la crítica del consumismo, es la forma con la que los seres
humanos perciben el tiempo (tema que Husserl exploró profundamente). Los hombres de gris que aparecen en la
novela se generan espontáneamente debido a la ansiedad generada por la sociedad de consumo y se alimentan del
tiempo que la gente no dedica a cosas que le hagan realmente feliz. Y sin embargo, Momo es inmune a ellos y esta
pista ya te la entregan en las primeras páginas del libro.

Fijaos en que una de las primeras preguntas que le hacen a Momo es la de cuántos años tiene y ella muy convencida
contesta que cien. Esta incapacidad de contar o de medir los números, años y segundos la hace invulnerable al poder
de los hombres de gris que roban el tiempo de la gente. Una de las partes más bonitas de la novela es precisamente
el momento en el que Momo conoce al Maestro Hora: un hombre anciano y excéntrico que vive en una casa en
Ninguna Parte rodeado de sus preciados relojes. En este lugar, Michael Ende realiza una preciosa metáfora tratando
de naturalizar el tema de la vida y la muerte para los más pequeños, aunque es muy posible que sea demasiado
compleja para una mente infantil.
Un péndulo que no está sostenido por nada y que no tiene peso, se acerca a una esquina y genera una preciosa flor,
la cual se marchita y se pudre cuando el péndulo se aleja, generando una nueva flor en otra punta. Momo
comprende de esta forma uno de los principios de las religiones orientales: que el alma o la esencia de la gente, al
morir, vuelve a formar parte del universo.

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