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Habilidades para resolver conflictos

(O ¿Cuál es la diferencia entre Clark y Kal-El?)

Seguramente has conocido a una o más personas como Eleuterio.

LU, que así le llamamos los amigos (Por las dos primeras silabas de su nombre, Ele-U) es un
buen tipo, la verdad. No se mete con nadie, es callado, procura casi siempre pasar
desapercibido, da la impresión de estar viviendo como por los rincones. No molesta casi nunca
y parece la encarnación viva de otro dicho de mi abuela (La de Monsefú): “Mucho ayuda el que
no estorba”.

Y es que LU, efectivamente no estorba porque cuando hay algún problema o cosas por hacer,
simplemente se borra del mapa. Tiene un talento muy notable para intuir cuando las cosas se
le van a poner ásperas y ¡zas! Desaparece justo antes de que la crisis estalle.

Si no fuera porque es imposible desde el punto de vista cronológico, yo podría jurarte que la
gente de DC Comics se inspiró en el buen LU para crear a Clark Kent. Bueno, LU no se convierte
en Superman para luchar por la justicia, simplemente se desvanece justo en el momento en
que las cosas malas ocurren.

Y LU no lo hace por joder.

Bueno, en realidad quizás lo haga un poquito por eso, aunque la gran causa de su conducta
parece estar en algo llamado su “Estilo predominante de resolución de conflictos”

(Voz en off) “Espera Grillo, me perdí. ¿Puedes explicarte un poco mejor?

¡En “One”!

Al enfrentar un conflicto (Oposición, contienda, desacuerdo o bronca) la mayor parte de


personas tienen dos consideraciones en mente respecto al modo de encararlo: 1) La necesidad
de obtener un buen resultado para ellos; y 2) La preocupación por las relaciones con la otra
persona).

Estas dos dimensiones no son fijas, sino que se mueven en un continuo: Te importa muchísimo
obtener un buen resultado, te importa más o menos o te vale un cuerno. Del mismo modo,
mantener la buena relación con el otro no te importa un carajo, te importa, pero poquito, o es
lo más vital del mundo.

Entonces, a estas dichosas dimensiones las podemos muy bien organizar en un “Plano
Cartesiano” (Diagrama de dos ejes, tabla de doble entrada, cuadrito en forma de cruz, llámalo
como más te guste). Al interior del diagrama, encontraremos cinco posibles combinaciones de
estas:
En donde,

1. Forzar: Me preocupa el buen resultado para mí y nada más. La otra persona puede irse
a inflar burros;
2. Suavizar: Me preocupa mantener la buena relación con la otra persona, puedo
sacrificar mi resultado para que el otro me siga queriendo;
3. Resolver: Me preocupan muchísimo ambas dimensiones al mismo tiempo;
4. Repartir: Me preocupan solo un poco ambas dimensiones;
5. Posponer: Me importa un pepino todo y no me preocupa ninguna de las dos
dimensiones.

Mis lectores, que son todos muy inteligentes, se han dado cuenta ya que nuestro querido LU
pertenece al club número 5: La gente que parece ir por el mundo sin que nada le preocupe y
zafando culo ante la menor señal de clima tormentoso.

Pero bueno, así como la actitud de LU puede parecer molesta en alguna oportunidad, lo mismo
ocurre con otros especímenes tales como el sujeto que solo piensa en obtener lo mejor para él
y no le importa pasar por encima del prójimo para conseguirlo (Club N° 1) ; o aquel otro con
alma de víctima y del cual solemos aprovecharnos, que busca por todos los medios que la
gente lo aprecie y nos complace en todo, sin importar tener nada para él (Club N° 2).

Entonces, son los cinco modos como las personas enfrentamos los conflictos y es importante
tener presente que no hay modos buenos ni modos malos de hacerlo. Dependerá de la
situación que tengamos enfrente.

Por lo tanto, podemos quizás hablar de modos pertinentes o impertinentes, pero no en un


sentido general, sino en relación con el escenario en el cual los utilizamos.

Ejemplos para entendernos bien:

Que una madre sacrifique sus intereses para que su bebé tenga lo necesario suena
perfectamente natural y deseable. Que un boxeador quiera ganar la pelea sin importar si tiene
que derribar al oponente, lo mismo. Pero que el boxeador actúe en el ring de box como una
madre y la madre busque ganarle por KO al bebé, eso sí que suena complicado.
La habilidad esencial que tenemos que manejar en este caso, es la de utilizar adecuadamente
la variedad de modos existente, que además no suelen presentarse en estado puro, sino que
tenemos más de uno y menos de otros. Debemos aprender al mismo tiempo a no caer por
“default” en nuestro modo preferido, pues hacer eso, podría ser tan peligroso como subirse al
ring de boxeo con la actitud de Job (Me refiero al del Antiguo Testamento, no al fundador de
Apple).

Lo bueno del asunto es que existen herramientas que te van a ayudar a identificar cuál es tu
modo preferido de resolver conflictos, así como indicarte que tan alto o bajo te encuentras
en el desarrollo de los demás modos.

De esta forma, puedes perfectamente conseguir dos cosas:

1. Conocer tu modo preferente de enfrentar un conflicto; y


2. Avanzar en perfeccionarte en el uso de los demás modos, según el nivel de desarrollo
que tengas en ellos.

En cuanto a identificar tu modo preferente, los abogados suelen decir que “Un problema bien
planteado, está ya medio resuelto”. Es decir que si ya sabes cuál es tu modo más frecuente,
podrás darte cuenta con mayor facilidad cuando el stress de una situación te lleva a
adoptarlo de forma irreflexiva y, por lo tanto, peligrosa.

Respecto a entrenarte en nuevos modos, podrás también saber qué habilidades y modos
tienes que aprender a adoptar para incrementar tu “Variedad Requerida” para enfrentar y
resolver los conflictos y situaciones que se te presenten.

Para saber más sobre cómo determinar tus modos de resolver conflictos, sólo tienes que
pedirme información, escribiendo en los comentarios de este post

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próximo artículo te hablaré de la invención de la escritura y de cómo la civilización occidental
nunca requirió de las soft skills sino desde un corto tiempo a la fecha. ¡Hasta entonces!

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