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y Carlos Yáñez Canal, editores medios para enfrentar la complejidad del mundo. De igual
de empresas de la Universidad del Valle.
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y la promoción de los proyectos de investigación en las ciencias; México. Ponente y conferencista en Colombia, Alemania,
Voces del pensamiento ambiental. Brasil y México. Estudiante distinguido de la Universidad
discute la complejidad del término organización para proponer
Tensiones críticas entre desarrollo y abya yala del Valle. Par académico del Ministerio de Educación Nacional
una definición, junto con las posibilidades de categorización
Ana Patricia Noguera de Echeverri, compiladora de Colombia y árbitro de distintas revistas nacionales
de las organizaciones; y estudia el vínculo entre las modas Carlos Tello Castrillón e internacionales. Líder del Grupo de Estudios
administrativas y los cambios paradigmáticos. Elkin Fabriany Pineda Neoinstitucionales de la Universidad Nacional de
El texto está dirigido a los estudiosos de lo administrativo Colombia-Sede Palmira.
Compiladores
organizacional, las ciencias sociales y las humanidades. Por su
fuerza propositiva y por sus conjeturas como modalidad Elkin Fabriany Pineda
epistemológica es una contribución a los estudios organizacionales Profesor universitario e investigador en temas de filosofía
y administración, nacido en Palmira (Valle del Cauca).
y opera en el lector como una provocación capaz de llevarlo
Licenciado y maestrante en filosofía de la Universidad del Valle
a intervenir en el debate. y administrador de empresas y magíster en Administración de
la Universidad Nacional de Colombia Sede Palmira. Entre sus
méritos académicos se destacan ser el mejor graduando de la
Universidad del Valle en el año 2017, ser uno de los ganadores
del concurso Mejores Trabajos de Grado de Pregrado de la
Universidad Nacional de Colombia versión XXIV en el año 2015
y becario en sus estudios postgraduales. Es investigador del
Grupo de Estudios Neoinstitucionales (GEN), de la Universidad
Nacional de Colombia - Sede Palmira y del grupo Episteme:
Filosofía y Ciencia, de la Universidad del Valle.

9 789587 834987
Conjeturas organizacionales
Fundamentos para el estudio
de la organización

Carlos Tello Castrillón


Elkin Fabriany Pineda
Compiladores

Bogotá, D. C., 2018


© Universidad Nacional de Colombia - Sede Palmira
Facultad de Ingeniería y Administración
© Editorial Universidad Nacional de Colombia
© Carlos Tello Castrillón
Elkin Fabriany Pineda
Compiladores

Primera edición, 2018

ISBN 978-958-783-498-7(papel)
ISBN 978-958-783-500-7 (IBD)
ISBN 978-958-783-499-4 (digital)

Colección Ciencias de Gestión

Edición
Editorial Universidad Nacional de Colombia
direditorial@unal.edu.co
www.editorial.unal.edu.co

Coordinadora editorial:
Mabel López Jerez
Diagramación:
Ángela Pilone Herrera

Henry Ramírez Fajardo


Diseño de la colección

Bogotá, D. C., Colombia, 2018

Prohibida la reproducción total o parcial por cualquier medio


sin la autorización escrita del titular de los derechos patrimoniales

Impreso y hecho en Bogotá, D. C., Colombia

Catalogación en la publicación Universidad Nacional de Colombia

Conjeturas organizacionales : fundamentos para el estudio de la organización /


Carlos Tello Castrillón, Elkin Fabriany Pineda, compiladores. -- Primera edición.
-- Bogotá : Universidad Nacional de Colombia. Vicerrectoría de Investigación.
Editorial ; Palmira : Universidad Nacional de Colombia. Facultad de Ingeniería y
Administración, 2018.
170 páginas : ilustraciones, diagramas, fotografías.-- (Ciencias de gestión)

Incluye referencias bibliográficas e índice analítico


ISBN 978-958-783-498-7 (rústica). -- ISBN 978-958-783-499-4 (e-book). --
ISBN 978-958-783-500-7 (impresión bajo demanda).

1. Administración -- Filosofía 2. Organizaciones 3. Sociología de las


organizaciones 4. Sistemas sociales 5. Paradigmas (Ciencias sociales) 6. Cambio
organizacional I. Tello Castrillón, Carlos Antonio, 1970-, compilador II. Pineda
Henao, Elkin Fabriany, 1988-, compilador III: Serie

CDD-23 658.001 / 2018


Capítulo 1

Administración
y organizaciones:
una mirada más allá de las
fronteras de lo instrumental

Elkin Fabriany Pineda*

Lejos de lo que puede parecer, lo que generalmente se cataloga


como lo administrativo-organizacional se vincula con una gama de
aspectos que van más allá de un relato netamente instrumental.
A pesar de ello, mucho de la formación en la disciplina adminis-
trativa y de la investigación en dicho campo se ha sumergido en
un terreno de un interés tecnocrático, el cual, bajo los engañosos
lemas de lo verdaderamente útil y lo que sirve para la realidad,
esconde una precaria fundamentación que ignora toda la estruc-
tura teorética que yace de fondo.
Sin embargo, es necesario un cambio para el ennobleci-
miento de la disciplina administrativa. Uno en el que se eluci-
den los fundamentos epistemológicos y ontológicos que le son
propios a esta disciplina, para que se alcancen altos niveles de
erudición, un vínculo efectivo de la disciplina con la realidad

* Profesor ocasional de la Universidad Nacional de Colombia (UN) - Sede


Palmira. Candidato a magíster en Administración de la UN - Sede Palmi-
ra. Licenciado en Filosofía de la Universidad del Valle. Administrador
de Empresas de la UN - Sede Palmira. Auxiliar de investigación en los
grupos Episteme: filosofía y ciencia de la Universidad del Valle, y Grupo
de Estudios Neoinstitucionales (GEN) de la UN - Sede Palmira. Estudiante
de Maestría en Filosofía de la Universidad del Valle. Correo electrónico:
efpinedah@unal.edu.co
Conjeturas organizacionales
32 Fundamentos para el estudio de la organización

(Guerrero Ramos, 1981, p. 102) y una edificación sólida cuya manifesta-


ción práctica y teórica, en interacción mutua, sea un reflejo de la riqueza
compleja de la disciplina.
El presente libro ha sido creado con la intención de traer a la luz algu-
nos de esos aspectos que plantean un reto para el proyecto de ennobleci-
miento de la disciplina administrativa. En particular y en consonancia con
dicho propósito, el presente capítulo busca plantear algunos fundamentos
clave para una mirada que vaya más allá de la vieja imagen instrumental de
esta disciplina. El nuevo planteamiento contiene tres frentes: uno desde la
filosofía, otro desde la ciencia y uno más desde la tecnología. Estos tres se
encuentran en interacción recíproca, formando una sola mirada tripartita
que manifiesta aspectos diversos del continuo de la razón. Lo anterior, si
se quiere, hace las veces de un marco general sobre el cual versarán los
siguientes capítulos de la presente obra.
Para proceder en la ilustración de esta mirada, en cuanto a lo meto-
dológico, se hace uso en repetidas ocasiones del análisis y la síntesis con-
ceptual. Se inicia con un planteamiento general sobre la complejidad de la
razón y su importancia para el hombre inmerso en un mundo complejo.
Acto seguido, se describe la primera mirada: la filosófica. En esta se hace
un esbozo de lo que sería mirar a la administración y a las organizacio-
nes filosóficamente, en especial, desde una labor autorreflexiva. Luego, se
aborda la mirada científica, en la cual se esboza el carácter multidisciplinar
del campo investigativo de la disciplina administrativa, cuyo fin sería el de
alcanzar un conocimiento sobre el complejo entramado de lo administrati-
vo-organizacional, destacando un rol que parece predominar en esta como
ciencia del diseño. Posteriormente, se pasa a detallar la mirada tecnológica,
en la cual posee primacía el modo en que la práctica administrativa inter-
viene con aquella fracción del mundo organizacional. Finalmente, a modo
de conclusión, se plantea un esquema interaccionista entre cada una de las
partes, para presentarlas como componentes de una misma mirada en el
marco del continuo de la razón.

uuSobre la complejidad del mundo


y el continuo de la razón humana

Antes que nada, es importante plantear dos grandes supuestos que acom-
pañarán al lector a lo largo del libro. El primero de ellos es un carácter
Administración y organizaciones:
una mirada más allá de las fronteras de lo instrumental
33

ontológico, según el cual se parte de la concepción de que el mundo posee


una estructura compleja. El segundo, de carácter epistemológico, plantea
que —con cierto nivel de reserva—, frente a tal complejidad del mundo,
la razón humana ha encontrado en la ciencia y en la tecnología dos de
las mejores formas posibles para conocerlo e interactuar con él. El primer
supuesto parece ser más fácil de asimilar, mientras que el segundo resulta
un tanto más polémico, razón por la cual este último se argumentará con
mayor extensión.
Con respecto al primer supuesto, asumir tal cosa implica, entre otros
argumentos, que la realidad posee un gran número de variables, de rela-
ciones de interacción múltiple y multidireccional, en donde numerosos
aspectos del mundo parecen difuminarse en un bello pero desconcertante
panorama. En consonancia con esto, y según Lewin (1995, pp. 22-27),
la concepción de sistemas dinámicos no lineales es una forma posible de
definir la complejidad: es decir, asumir que el mundo está compuesto por
sistemas (Bunge, 1979) que a) suponen un entramado de elementos que
pueden ser de gran número, b) se relacionan entre sí, en diversas formas y
“direcciones”, c) cambian constantemente y d) pueden ocasionar eventos
que generen un orden global emergente o un comportamiento caótico conte-
nido en él. Dichos sistemas pueden manifestarse en múltiples aspectos de
la realidad, a tal punto de que puede hablarse de la existencia de sistemas
físicos, químicos, biológicos y sociales (Bunge, 1979, pp. 318-319).
En cuanto al segundo supuesto, el carácter epistemológico, ha de
considerarse un punto moderado en relación con algunas posturas que van
desde un extremo cientificista hasta otro extremo de relativismo crítico. El
punto moderado consiste en plantear que, aún con sus limitaciones, la ra-
zón hace parte de la mejor apuesta posible del hombre para enfrentarse a la
complejidad del mundo (Mosterín, 2008, p. 10). Este hacer parte conserva
su relevancia al considerar que en gran parte del siglo xx, y en lo que va del
siglo xxi, la crítica a la razón se toma como criterio para conocer e interve-
nir en el mundo en posturas catalogadas bajo la polémica denominación,
discutida por autores como Margot (2008), de posmodernismo. Esto, sin
embargo, lejos de conllevar necesariamente un rechazo a ultranza de la
razón, puede conducir al hombre contemporáneo a mirar la razón con un
lente más crítico. Además, se puede ubicar la razón en un justo lugar res-
pecto a otros elementos, tales como las emociones (Pérez Ransanz, 2011,
pp. 431-440), que también pueden jugar un papel importante.
Conjeturas organizacionales
34 Fundamentos para el estudio de la organización

En relación con lo anterior, un compromiso epistemológico que tam-


bién parece seguirse de lo expuesto tiene que ver con el hecho de que,
dado que el ser humano vive en un mundo complejo, debe: a) mantener
una disposición abierta, en cierto sentido, hacia el mundo; b) comprender
el aporte de múltiples disciplinas; y, c) considerar los aspectos que, en
conjunto, parecen colaborar en el empeño de desentrañar los misterios
de ese mundo. Así, cobra sentido la propuesta del pensamiento complejo de
Morín, de acuerdo con Barberousse, “el paradigma de la complejidad ase-
guró un marco conceptual que permitió establecer interrelaciones e inter-
comunicaciones reales entre las diversas disciplinas, y provocó un fecundo
diálogo entre especialistas, metodologías y lenguajes específicos” (2008,
p. 98). Lo anterior parece ser aún más claro en palabras del propio Morín,
quien expresó que:
Nunca pude, a lo largo de toda mi vida, resignarme al saber parcelado, nun-
ca pude aislar a un objeto de estudio de su contexto, de sus antecedentes,
de su devenir. He aspirado siempre a un pensamiento multidimensional.
Nunca he podido eliminar la contradicción interior. Siempre he sentido
que las verdades profundas, antagonistas las unas de las otras, eran para mí
complementarias, sin dejar de ser antagonistas. Nunca he querido reducir a
la fuerza la incertidumbre y la ambigüedad. (Morín, 1994, p. 22)

El contexto anterior no debe resultar pesimista, pues la razón sigue


jugando un rol preponderante en las maneras de conocer nuestro mundo
y poder interactuar con él. Es decir, pese a las dificultades que suscita, y
a las limitaciones claras de enfrentarse a un mundo complejo, una razón
crítica y cierto grado de apertura a la multidisciplinariedad hacen parte
de la mejor apuesta posible que hasta el momento el hombre posee para
enfrentarse al mundo.
El marco anterior conlleva una necesidad de ampliar lo que se entien-
de acá por razón. Desde una perspectiva clásica, suele distinguirse la razón
entre la razón teórica y la razón práctica (Olivé, 2011, pp. 29-30). En dicho
contexto la razón es vista como un rasgo distintivo del ser humano y no de
otros animales. Además, se consideraba una única forma de ser racional y
no era posible concebir distintos tipos de racionalidades. Sin embargo, ta-
les rasgos han sido fuertemente criticados y parecen no ser muy congruen-
tes con la exposición anterior que exige otras perspectivas de la razón.
Desde una óptica contemporánea, esta imagen de la razón resulta
muy diferente. De acuerdo con Olivé, los siguientes dos aspectos deben
tenerse en cuenta a la hora de comprender la razón en nuestra época:
Administración y organizaciones:
una mirada más allá de las fronteras de lo instrumental
35

I) La razón es una capacidad de muchos animales que cuentan con sistemas


cognitivos que les permiten hacer unas discriminaciones, tomar decisiones
y actuar de maneras que les permiten explotar su entorno, es decir, apro-
vecharlo en beneficio propio de manera individual o en grupos. Entre esos
animales se encuentran los seres humanos. Por lo tanto, la razón no es una
capacidad privativa de la especie humana que la distinga radicalmente de
otras especies animales. Por el contrario, la razón es una capacidad basada
en sistemas cognitivos que presentan una continuidad evolutiva.
II) Los seres humanos ejercitan su razón en contextos y entornos que varían
a lo largo de la historia y que tienen diferencias según los distintos medios
geográficos, ambientales y sociales, por lo que no existe un núcleo de prin-
cipios comunes a la racionalidad tal y como la han ejercido y la pueden
ejercer todos los seres humanos. No hay una racionalidad, sino una plura-
lidad de racionalidades. Pero, según el contexto y los problemas a resolver,
sí es posible calificar como racional o irracional una decisión o una acción,
de acuerdo con criterios localmente pertinentes. (Olivé, 2011, pp. 29-30)

Esta perspectiva de la razón puede ser catalogada como naturalizada


y plural, lo cual conduce a verla de forma más unitaria. Es decir, dicha
unidad consiste en que no existen una razón crítica, teórica y práctica por
separado, sino que, de hecho, la razón es una sola unidad y que tales cosas
son solo facetas distintas de la misma razón. La razón, así vista, concibe
muchas de sus finalidades dentro de un continuo de sí misma. En cuanto al
aspecto naturalizado y plural, las dimensiones teórica y práctica de la razón
forman parte de un todo unitario y se desarrollan de manera diversa. Esto
contrasta con la vieja imagen de la razón, según la cual se planteaba una
tajante distinción entre la razón teórica y la razón práctica —la cual aún es
rescatable para fines analíticos (Olivé, 2011, p. 29)—, y se concebía una
sola forma de ser racional (Olivé, 2011, pp. 29-30).
En el primer principio se caracteriza al ser humano como un tipo de
animal que ha logrado, por continuidad evolutiva, desarrollar sus sistemas
cognitivos de tal manera que le permite el desarrollo de ciertas capacidades
mentales relacionadas con la interacción representacional e intervencionis-
ta con su entorno. Dicha capacidad, agrega Olivé (2011, p. 30), es “com-
pleja, compuesta por varias otras capacidades básicas, algunas de las cuales
los seres humanos comparten con otras especies animales, al menos las que
disponen de un sistema nervioso central”. Entre algunas de las capacidades
básicas pueden encontrarse las de formarse representaciones del mundo;
reflexionar y discriminar entre tales representaciones; plantearse finalida-
des; calcular cursos de acción, etc. (Olivé, 2011, pp. 31-33).
Conjeturas organizacionales
36 Fundamentos para el estudio de la organización

El segundo principio pone en contexto el desarrollo de dicha capaci-


dad que ha sido llamada razón. Su ejercicio, lo que se llama racionalidad
(Olivé, 2011, p. 31), y su devenir se ven rodeados de diversas configuracio-
nes socioculturales, tales que hacen que no se hable de una única racionali-
dad sino de una pluralidad de racionalidades. Ahora bien, tal pluralidad no
precisa contener un conjunto de principios comunes. Esto, sin embargo,
no necesariamente deriva en una inconmensurabilidad entre racionalida-
des. La razón de ello es que, si bien no es posible que exista una base
común de racionalidad en la que se puedan entender los diversos agentes
de diversos esquemas culturales, sí existe la posibilidad de que, a través de
diversos mecanismos dialógicos, se llegue a un consenso o acuerdo sobre
aspectos que resulten favorables y aceptables entre sí (Olivé, 2011, p. 31).
Por otro lado, existe un aspecto crítico y continuo de la razón que debe
ser examinado con más detenimiento. Para comprender esto se debe partir
de que pueden distinguirse varios fines y capacidades básicas de la razón,
pese a que esta es una capacidad compleja que muestra un carácter unitario.
Tales fines y capacidades se encuentran asociados a dos grandes necesida-
des del ser humano como son las de conocer el mundo e intervenirlo de la
mejor manera posible. En dicho sentido, las capacidades básicas asociadas
a los aspectos representacionales del mundo y las asociadas a los aspectos
de la acción llevan a que la razón intente responder a ambas necesidades.
Así, aquellos fines asociados con la necesidad de conocer el mun-
do racionalmente, en términos de lo que plantea Quintanilla (2011, pp.
62-63), podrían entenderse como una dimensión teórica o epistémica de la
racionalidad, la cual hallaría su paradigma en las ciencias. O, dicho de un
mejor modo, los procedimientos característicos de las ciencias resultan ser,
al menos en la contemporaneidad, el paradigma de la racionalidad episté-
mica. Al respecto, el capítulo 2 del presente libro aborda con mayor pro-
fundidad algunos modelos de dicha racionalidad científica, especialmente
la incidencia de la racionalidad científica en los objetivos de investigación.
De forma análoga, la necesidad de intervenir en el mundo racionalmente
podría entenderse en términos de una dimensión práctica de la raciona-
lidad, cuya manifestación paradigmática sería la tecnología (Quintanilla,
2011, pp. 63-65). La forma de proceder de esta tecnología resulta ser el
paradigma de racionalidad práctica.
Por otro lado, en consonancia con el planteamiento de Mosterín
(2013), tanto la ciencia como la filosofía hacen parte de un continuo de
la razón. La filosofía, en este caso, se encarga de aquella labor más global,
Administración y organizaciones:
una mirada más allá de las fronteras de lo instrumental
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crítica y reflexiva de la racionalidad. Por su parte, la ciencia busca expresar


la racionalidad para conocer el mundo. A la afirmación de Mosterín puede
agregarse que la tecnología, a su vez, también hace parte de este continuo
al expresar la racionalidad para intervenir el mundo. La filosofía plantea
un viraje autorreflexivo de la racionalidad en el cual la racionalidad puede
verse y cuestionarse a sí misma, en el intento de delimitar y comprender
su justo lugar y, por tanto, el justo lugar de cada una de sus expresiones.
En conclusión, la filosofía, la ciencia y la tecnología hacen parte de
un continuo de la razón. En este aparecen asociadas diversas capacidades
básicas de esta capacidad compleja de la mente. Aquellas partes del conti-
nuo, además, interactúan recíprocamente, de tal modo que se conserva el
carácter unitario de la razón. Esta última idea también la parece compar-
tir Niiniluoto (1997) al plantear un esquema interaccionista causal entre
ciencia y tecnología. Lo fundamental de dicha idea es que tanto la ciencia
como la tecnología interaccionan y se influencia la una a la otra; así pues,
aplicando la idea de Niiniluoto (1997) también a la filosofía obtendríamos
que tanto filosofía como ciencia y tecnología se encuentran en una rela-
ción de interaccionismo causal. En lo que sigue se esbozará de qué manera
tal marco de ideas logra conectarse con la disciplina administrativa. En tal
desarrollo se vinculan las perspectivas filosófica, científica y tecnológica
en el contexto de la administración. Lo anterior se sintetiza en la figura 1.

Filosofía: razón crítica

Ciencia: razón teórica Tecnología: razón práctica

Figura 1.  Filosofía, ciencia y tecnología: interaccionismo y continuo de la razón.


Fuente: elaboración propia a partir de Mosterín (2013), Niiniluoto (1997),
Olivé (2011) y Quintanilla (2011).
Conjeturas organizacionales
38 Fundamentos para el estudio de la organización

uuUna mirada filosófica: hacia una filosofía


de la administración

Como se mencionó anteriormente, la filosofía haría parte del aspecto más


reflexivo, crítico y global del continuo de la razón. Así las cosas, si se plan-
tea una filosofía de la administración, esta ejercería un autoexamen del
tipo de racionalidad que está —o debería estar— presente en los funda-
mentos de la práctica administrativa y de la disciplina administrativa1.
El autoexamen recaería sobre la práctica administrativa en tanto forma de
intervenir algunos aspectos del mundo social y sobre la disciplina adminis-
trativa en tanto modo de conocer algunos aspectos del mundo social. Mirar
filosóficamente la administración es, por ello, mirar hacia adentro, inten-

1 Como es de conocimiento de algunos lectores familiarizados en estos temas, ya exis-


ten algunos trabajos que tratan la relación entre lo filosófico y la administración. Uno
de ellos, por ejemplo, es el muy difundido trabajo de Bédard (2003), el cual plantea
un rombo de cuatro dimensiones filosóficas para fundamentar el pensamiento ad-
ministrativo. Sin embargo, la propuesta planteada en el presente capítulo es distinta
a la de Bédard en diversos aspectos: en primer lugar, la base fundamental de lo acá
planteado busca considerar una interacción no de cuatro dimensiones filosóficas —la
ontología, la epistemología, la axiología y la praxeología—, como lo plantea Bédard,
sino que lo hace con tres dimensiones distintas de la razón humana: la razón crítica,
la razón teórica y la razón práctica. Esto se hace con el fin de crear una base inte-
raccionista entre la filosofía, la ciencia y la tecnología para aplicarla a la disciplina
administrativa —que representaría lo que Bédard considera como el pensamiento
administrativo— y la práctica administrativa —lo que otros autores podrían llamar
la acción de administrar o gestionar—. Por otro lado, en lo que respecta a la mirada
filosófica acá postulada, solo se hace énfasis en señalar los elementos genéricos que
deberían ser propios de una filosofía de la administración, como lo son el cuestio-
namiento crítico, la argumentación y algunos temas que debería abordar sobre la
fundamentación de la disciplina y la práctica administrativa, que resaltan, sobre todo,
temas epistemológicos, ontológicos y en ocasiones éticos. Finalmente, las ideas del
trabajo de Bédard parecen estar construidas a partir de concepciones más relacio-
nadas con lo que algunos autores han considerado como propios de la denominada
tradición continental de la filosofía, mientras que lo acá planteado está más fami-
liarizado con planteamientos de autores que han sido considerados como filósofos
analíticos, filósofos científicos o filósofos de la ciencia. Es necesario aclarar que, sin
embargo, ello no significa que tal distinción tajante entre los denominados filósofos
continentales y analíticos exista realmente ni tampoco que la propuesta de Bédard
sea opuesta con la acá presentada. Más bien significa que son propuestas distintas, en
donde los respectivos méritos, confluencias y discrepancias deben ser analizadas por
los lectores más cautelosos, evitando malas interpretaciones.
Administración y organizaciones:
una mirada más allá de las fronteras de lo instrumental
39

tando analizar, criticar, demoler y construir los fundamentos que han de ser
propios del corpus teórico y práctico de lo administrativo-organizacional.
Para comprender la manera en que lo anterior cobra sentido, es ne-
cesario profundizar un poco en lo que aquí se entiende por filosofía, al
tiempo que se le relaciona con la disciplina administrativa. Esto, de entra-
da, suscita un gran problema: en la diversidad de concepciones sobre la
filosofía y sobre el proceder filosóficamente (Cerletti, 2008) se presentan
antagonismos. Así, resulta difícil precisar lo que se entiende por filosofía.
Por paradójico que parezca, tal dificultad es algo genuinamente filosófi-
co, toda vez que esta disciplina humanística —cuando ella misma se posa
frente al espejo— posee la característica de generar múltiples miradas. Así,
se convierte en filosofía de la filosofía o, si se quiere, metafilosofía. Análo-
gamente, cuando la filosofía mira hacia otras disciplinas —por ejemplo, la
disciplina administrativa—, se convierte en un tipo de filosofía particular
(Nudler, 2012, pp. 20-21).
En todo caso, es menester para los propósitos aquí planteados fijar
una cierta imagen de la filosofía que resulte congruente con la disciplina
administrativa, para lo cual se pasará a las siguientes consideraciones. En
primer lugar, la filosofía es ese tipo de disciplina que no parece tener un
único objeto de estudio que, además, le sea exclusivo (Moulines, 1991). De
esta manera, tal vez lo más sensato sea admitir que existen diversos objetos
de estudio abordables filosóficamente (Guerrero, [2009] 2015). En conse-
cuencia, el planteamiento de una filosofía de la administración supone que
diversos aspectos de la práctica administrativa y de la disciplina adminis-
trativa pueden ser abordados filosóficamente.
En segundo lugar, pese a lo anterior, podrían distinguirse, como lo
menciona García Morente (2000, p. 21), algunos temas tradicionales de
la filosofía. Se trata de los referidos a la estructura de la realidad (ontolo-
gía), del conocimiento (epistemología), de las costumbres humanas y del
orden social (ética, filosofía, política, entre otros) y los concernientes a las
formas de percepción artística (estética). Estos temas cobran relevancia en
el mundo administrativo-organizacional toda vez que aportan sus propias
perspectivas a este campo del conocimiento y de la acción. Así, podrían
ser problematizados diversos asuntos morales presentes en la práctica
administrativa y ser escudriñada una fundamentación epistemológica y
ontológica de la disciplina administrativa. Esto último significa, entre otras
cosas, explorar asuntos tales como los supuestos ontológicos básicos que
se ciernen en la base de los hechos sociales de la organización y la práctica
Conjeturas organizacionales
40 Fundamentos para el estudio de la organización

administrativa, o cuestionar y develar temáticas como, por ejemplo, los


criterios que habiliten el hablar de una ciencia de la disciplina adminis-
trativa. Como muestra de ello, Bédard (2003) planteó su propuesta sobre
los criterios a través de un profundo análisis sobre cuatro dimensiones
filosóficas —praxeología, epistemología, axiología y ontología— que pue-
den usarse para fundamentar diversos aspectos del pensamiento y de las
prácticas administrativas.
Si lo anterior incita a la posibilidad de que diversos aspectos de lo
administrativo-organizacional puedan ser abordados filosóficamente, la
siguiente cuestión debería ser sobre el modo de proceder. Para Guerre-
ro (2015, p. 17) este proceder inicia con dos aspectos fundamentales:
a) el hecho de que exista un interés por el análisis conceptual —lo cual
supone la existencia de conceptos y de problemas asociados a estos—; y,
b) por la fuerza argumentativa que se sigue de dicho tratamiento analítico.
Pero, más ampliamente, siguiendo a Moulines (1991) y a Thomson (2002),
el filosofar —que puede entenderse como la acción práctica de ejercer una
reflexión de tipo filosófico— podría estar compuesto de diversos pasos y
modos de proceder. De una parte, “precisar preguntas, explicitar respues-
tas, construir fundamentaciones, sacar consecuencias” de forma crítica y
recursiva, para el caso de Moulines (1991, p. 20); o un proceso de tres fases
fundamentales: preguntar, analizar, responder y argumentar, para el caso
de Thomson (2002, pp. 19-25).
Siendo así, una filosofía de la administración abordaría diversos asun-
tos. En primer lugar, discutiría los diversos problemas conceptuales que,
según Ríos Szalay (2010, p. 13), se relacionan con la “polisemia, sinoni-
mia, creación injustificada de términos y falta de precisión”. En segundo
lugar, esa filosofía corregiría preguntas que pudiesen estar mal formuladas,
tales como: ¿qué es la administración? ¿Ciencia, técnica o arte? En ellas
se mezclan diversos aspectos ontológicos y epistemológicos, y traen en
consideración diversas categorías de cosas que no necesariamente resultan
antagónicas —como las de ciencia, técnica y arte—. En tercer lugar, una fi-
losofía de la administración se concentraría en el examen crítico de las fun-
damentaciones con las cuales se han construido ciertas teorías y creencias
sobre el mundo administrativo-organizacional, en un intento por develar
lo erróneo, oscuro o acertado.
La capacidad de acción de una filosofía de la administración puede
precisarse aún más a partir de lo que plantea Bunge, para quien, una buena
filosofía, se ha de destacar:
Administración y organizaciones:
una mirada más allá de las fronteras de lo instrumental
41

[…] si ayuda a quienes no son filósofos a descubrir o plantear nuevos pro-


blemas; a diseñar estrategias viables para investigarlos; a elucidar nociones
generales analizándolas o relacionándolas entre sí; a debatir racionalmente
los méritos y deméritos de enfoques o teorías rivales; a detectar imposturas,
en particular seudofilosofías y seudociencias; o a analizar y evaluar normas
morales. (Bunge, 2001, p. 288)

De esta manera, una filosofía de la administración estaría habilita-


da para abordar cinco aspectos: a) la detección de algún problema que
se presente en la disciplina administrativa; b) la búsqueda de una mayor
precisión y claridad en los conceptos de organización2, empresa y admi-
nistración, junto a otros de amplia difusión en este campo de estudio; c) el
establecimiento de formas de interacción entre las teorías administrativas
y organizacionales; d) los problemas asociados a la diversidad de teorías
presente en la disciplina; y, e) el establecimiento de criterios que permitan
distinguir entre el contenido fraudulento y el contenido genuino en este
campo de estudio, como por ejemplo los destinados a desenmascarar algu-
nas modas administrativas. Además, hay que apuntar con especial énfasis
que una mirada filosófica de la administración pondría de manifiesto los
diversos problemas morales, ambientales y sociales relativos a algunos ti-
pos de prácticas administrativas contemporáneas, de forma tal que se pue-
da suscitar algún cambio de los criterios que las fundamentan.

Una
uu mirada científica: hacia una ciencia organizacional

Mirar científicamente a la disciplina administrativa es enfocarse en aquella


parte del continuo de la razón que busca adquirir algún tipo de conocimiento
sobre la fracción de la realidad social relativa a lo administrativo-organiza-
cional. Lo anterior supone, en efecto, la existencia de un campo de inves-
tigación, esto es la disciplina administrativa. Para la comprensión de esta
mirada científica se hace necesario ahondar en algunas de las característi-
cas que configurarían su estatus científico.
Para comprender el estatus científico de una disciplina es preciso ini-
ciar por concebir qué se entiende por ciencia. Sin embargo, de acuerdo
con Niiniluoto (1984, p. 1), la noción de ciencia resulta difícil de ser pre-
cisada, entre otras cosas porque existen diversos aspectos que pueden ser

2 Véase el capítulo 3, que trabaja con mayor profundidad el concepto de organización.


Conjeturas organizacionales
42 Fundamentos para el estudio de la organización

catalogados como científicos. De forma sintética, se pueden destacar tres


de ellos: el conocimiento científico, la investigación científica y las co-
munidades científicas. Sobra decir que tales aspectos están, en realidad,
íntimamente relacionados. El conocimiento científico es producto de la
investigación científica y esta, a su vez, es ejecutada por diversos agentes
que conforman las comunidades científicas.
En cuanto al primer aspecto, referido al conocimiento científico, lo
primero que se debería reflexionar, si se desea justificar un estatus cien-
tífico de la disciplina administrativa, sería identificar la existencia de un
conocimiento de este tipo en el ámbito administrativo. Sin embargo, existe
un problema en cuanto a la precisión de su objeto de estudio: ¿cuál es el
objeto de estudio del que trata el conocimiento que proviene de la disci-
plina administrativa? ¿Es acaso la organización gestionada el sujeto gestor
o el proceso a gestionar? (Marín Idárraga, 2012, p. 46). O, en palabras de
Dávila (2001, p. 12), ¿son las organizaciones en términos de “su estructu-
ra, su desarrollo, sus problemas y su control o manejo”? Respecto a este
problema, un camino reciente sugiere ver tales objetos de forma integrada,
de tal manera que, desde una perspectiva más amplia con las teorías de
sistemas y de la complejidad —entre otras—, el objeto de estudio de la
disciplina administrativa sería ese fenómeno complejo que surge a partir
de la integración de las organizaciones, la gestión y el sujeto gestor (Marín
Idárraga, 2012, p. 46).
Para comprender lo anterior es necesario recurrir a una perspectiva
más general del objetivo de las ciencias sociales. Dicho tema ha sido uno
de los más discutidos, toda vez que dentro de la evaluación de las imáge-
nes de la ciencia en general y en el caso particular de las ciencias sociales
entran en pugna una tradición galileana de la ciencia, que hace énfasis en
las explicaciones causales de los fenómenos y considera que en el método
de la ciencia —además de ser inductivo y deductivo— juegan un papel
importante la experimentación y el lenguaje matemático, y una tradición
aristotélica, que busca principalmente la comprensión de los fenómenos,
lo cual fundamentalmente hace que el método conlleve a las explicaciones
teleológicas —es decir, aquellas que buscan un esclarecimiento sobre los
fines, el para qué de las cosas— (Mardones, 1991, pp. 20-27).
Sin embargo, desde una perspectiva distinta, de acuerdo con Luh-
mann ([1980] 2004), el problema central de la sociología, y vale decir de
las ciencias sociales en general, es el de indagar sobre cómo es posible el
orden social. De ser ese el caso, sobre tal orden la ciencia social podría
Administración y organizaciones:
una mirada más allá de las fronteras de lo instrumental
43

buscar: a) describirlo, esto es, indicar las características acerca de cómo es;
b) explicarlo, es decir, dar razones sobre por qué se da este; c) compren-
derlo, lo cual contempla dar cuenta de los fines, los medios y, en general,
su para qué; d) prescribirlo, o si se quiere, sugerirlo o normatizarlo de
acuerdo a principios y fines razonables; y d) criticarlo, lo cual implica
cuestionar las razones y principios sobre los cuales se fundamenta para
proponer otros nuevos. Esta visión luhmaniana permite pensar en la exis-
tencia de un orden organizacional.
Cualquier ordenamiento supone varias dimensiones. Estas son: los
criterios de ordenación; los objetos a ser ordenados, cualquier tipo de he-
cho, fenómeno, propiedad o entidad sobre la cual recae el ordenamiento;
la sujeción de los objetos a los criterios; las relaciones que emergen de
dicha sujeción; y, en el caso de los ordenamientos sociales, la finalidad
perseguida (García Máynez, 1965, p. 3). Estas dimensiones sirven, en el
caso de la disciplina administrativa, para que el conocimiento generado se
dirija a comprender cómo es posible el orden organizacional. La investi-
gación al respecto buscaría descripciones, explicaciones, comprensiones,
prescripciones y críticas. En otras palabras, sus objetivos de investigación
recaerían sobre los criterios de ordenación, los objetos a ser ordenados, los
mecanismos de sujeción, las relaciones emergentes y las finalidades per-
seguidas, en las organizaciones. Así, si se estableciera este como objeto de
estudio, estarían incluidos varios aspectos del sujeto gestor y, en general,
del hombre organizacional en los elementos a ser ordenados, los criterios
de ordenación, las finalidades perseguidas, la organización gestionada y
las relaciones emergentes y, con ello, el orden estructural subsiguiente, el
proceso de gestionar y las técnicas relacionadas con la sujeción entre los
objetos y los criterios de ordenación.
Por otro lado, podría considerarse un enfoque ontológico congruente
con el estudio del orden organizacional. El mismo consistiría en concebir
este último como un hecho social institucionalizado. Así, se pueden com-
prender aspectos complejos del fenómeno organizacional que parecen re-
posar en la base misma de la creación de los hechos institucionales3, lo que
incluye la interacción entre los seres humanos y los diversos fenómenos de

3 Se recomienda la lectura de Carvajal (2010), quien, retomando el trabajo de Searle


(1997), plantea algunos de los elementos esenciales para comprender a la organiza-
ción como un hecho institucional.
Conjeturas organizacionales
44 Fundamentos para el estudio de la organización

la mente4. Esto, desde luego, resulta ser un soporte para el reciente enfoque
neoinstitucionalista de las ciencias sociales, que ya está siendo aplicado en
la disciplina administrativa para el estudio de las organizaciones5.
Puede pasarse ahora al segundo aspecto, referido a la investigación
científica. Uno de sus mayores problemas ha sido el establecimiento del
estatus epistemológico específico de la disciplina administrativa (Flórez,
2011; Kliksberg, 1976; Marín Idárraga, 2012). Si en verdad la disciplina
administrativa adquiere un carácter de estatus científico, resultaría crucial
especificar el tipo de investigación científica que la caracterizaría y los mé-
todos o modos de proceder de esta disciplina.
El primer paso para dicha caracterización nace en la clasificación es-
tándar de las ciencias, que defienden autores como Bunge ([1985] 2004)
y Niiniluoto (1984). Por un lado, las ciencias pueden dividirse entre for-
males y empíricas o fácticas; estas últimas pueden ser naturales o sociales.
Por la naturaleza del hecho social que aborda la disciplina administrativa,
esta primera caracterización la ubicaría en las ciencias sociales. Por otro
lado, las ciencias —ya sean sociales o naturales— pueden dividirse en a)
básicas o puras y en b) aplicadas. De las primeras, es propia la construcción
de teorías —cuyo fin es proveer información verosímil sobre el mundo—,
mientras que de las segundas es propia la aplicación de dichas teorías (Ni-
iniluoto, 1984).
La investigación en teoría organizacional se ubicaría en (a), en tanto
que algunas teorías organizacionales buscan conocer el fenómeno organiza-
cional. No obstante, podría plantearse, de la mano de las teorías administra-
tivas y de algunas teorías organizacionales, que dicho tipo de investigación
es de carácter aplicado, más específicamente, una ciencia del diseño6.
De acuerdo con Niiniluoto (1984), las ciencias aplicadas se dividen
en ciencias predictivas y ciencias del diseño. Las primeras pretenden “pre-
decir la ocurrencia de eventos” siguiendo un esquema tal como x causa
a en circunstancias b (Niiniluoto, 1984, p. 238). Por su parte, las ciencias

4 Para una mayor comprensión se recomienda la lectura del trabajo de Searle (1997;
2010).
5 Se recomienda la lectura del trabajo de Tello Castrillón (2009), quien realiza una
introducción general del neoinstitucionalismo de las ciencias sociales aplicado al es-
tudio de las organizaciones.
6 Para ampliar más esta perspectiva se recomienda la lectura de Simon (1996) o el
trabajo de van Aken (2005), en el cual se plantea directamente una forma de ver a la
disciplina administrativa como ciencia del diseño.
Administración y organizaciones:
una mirada más allá de las fronteras de lo instrumental
45

del diseño tienen el fin de construir conocimiento que exprese normas


técnicas que funcionen en términos de medios y fines, lo cual conduce al
condicionamiento de acciones y manifestaciones tecnológicas (Niiniluoto,
1997). Este tipo de ciencia opera de la forma: “Si deseas a, y si crees que te
encuentras en una circunstancia b, entonces, ¡deberías hacer x!” (Niiniluo-
to, 1984, p. 238.; traducción propia).
Gran parte de la investigación que se desarrolla en la disciplina ad-
ministrativa parece estar en correspondencia con este tipo de ciencia. Si
se examina, por ejemplo, la literatura clásica y contemporánea de teorías
administrativas y organizacionales, mucho de lo allí consignado parece
estar en la misma línea de construir conocimiento que exprese normas
técnicas, especialmente que sirvan para administrar y diseñar de manera
pertinente a las organizaciones. En pocas palabras, el fin de la disciplina
administrativa, en tanto ciencia del diseño, sería el de comprender y calcu-
lar aquello que configura y hace posible el orden organizacional. El cono-
cimiento emergente sería aplicado por medio de la práctica administrativa,
siendo esta última una manifestación tecnológica.
Pero esta imagen de la disciplina administrativa como ciencia del di-
seño está relacionada, sobre todo, con los objetivos investigativos prescrip-
tivos. La reducción del campo investigativo de la disciplina administrativa
a solo ese aspecto omite otros aspectos que, de hecho, tienen como objeti-
vo describir, explicar, comprender y criticar el orden organizacional. Estos
otros objetivos de investigación tienen más cabida cuando se comprende
que la disciplina administrativa es, más bien, un campo de investigación
multidisciplinar que contiene múltiples objetivos de investigación y una
interacción constante con otras disciplinas de las ciencias sociales y huma-
nas. En tal contexto, las características de ciencia del diseño son solo uno
de los tipos de objetivos de investigación administrativo organizacional,
aunque parezca que abarcan una parte importante de estos.
En cuanto al aspecto de las comunidades científicas, y muy en relación
con lo inmediatamente anterior, parece ser que la multidisciplinariedad es
algo característico de la comunidad de investigadores de la disciplina ad-
ministrativa. Así, Ríos Szalay (2014, pp. 1-19) y Durango Yepes (2005,
pp. 35-51) —quienes prefirieron hablar de esta disciplina en términos de
estudios organizacionales—, sugieren que la disciplina administrativa es un
campo de investigación multidisciplinar. Según estos autores, en este cam-
po de estudio el orden organizacional es abordado con la participación
de disciplinas tan variadas como la economía, la sociología, la psicología,
Conjeturas organizacionales
46 Fundamentos para el estudio de la organización

la antropología, las ingenierías, la filosofía y las ciencias políticas, entre


otras. Tal condición multidisciplinar hace que quienes se forman en pro-
gramas de administración —independientemente de sus numerosas deno-
minaciones— deban introducirse a los distintos contenidos de las variadas
disciplinas; adicionalmente, los miembros de estas otras disciplinas se in-
teresan en los problemas abordados por la administración y hay una inte-
racción tal que se crean y mezclan lenguajes y teorías correspondientes a la
complejidad de los problemas abordados.
Retomando el objetivo del presente apartado, la cuestión por el estatus
científico de la disciplina administrativa deriva en una discusión sobre va-
rios aspectos: los tipos de investigación que desarrolla esta disciplina, la na-
turaleza de los conocimientos que surgen como producto de dichos tipos de
investigación y las características de su comunidad académica. Gran parte
de dicha investigación se da específicamente en el terreno de las ciencias so-
ciales e incluye distintas formas de investigación, entre las que suele resaltar
la investigación aplicada. De ahí surgen conocimientos descriptivos, expli-
cativos, prescriptivos, comprensivos y críticos sobre el objeto de estudio de
la disciplina administrativa —a saber, lo que acá se ha llamado como orden
organizacional—. Tales conocimientos interactúan con el carácter multidis-
ciplinar de la comunidad académica en lo que parece ser un camino para la
consolidación de un estatus científico que haga posible hablar de la discipli-
na administrativa en términos de una ciencia organizacional.

Una
uu mirada tecnológica:
hacia una tecnología administrativa

Si la mirada filosófica contiene un razonar crítico y reflexivo tanto de la


disciplina como de la práctica administrativa, y la mirada científica una
razón teórica dirigida especialmente a la disciplina administrativa —como
ciencia organizacional—, la mirada tecnológica, por su parte, expresa una
razón práctica que remite en particular a la práctica administrativa. Lo an-
terior quiere decir que, para este caso, la razón entra en su terreno práctico,
y su objetivo en este ámbito específico de lo administrativo es el de interve-
nir de la mejor manera posible aquel aspecto de la realidad social referido
al orden organizacional.
Comprender plenamente el rol que posee la práctica administrativa
como tecnología exige una precisión inicial. Se trata de esclarecer lo que se
Administración y organizaciones:
una mirada más allá de las fronteras de lo instrumental
47

entiende en particular por tecnología y la peculiaridad que tendría lo social


en ello. Antes que nada, es preciso advertir que, como parece pasar con todo
concepto general, el de tecnología posee múltiples interpretaciones general-
mente abordadas como uno de los problemas de la filosofía de la tecnología.
La primera reflexión al respecto tiene que ver con la relación y dife-
rencia entre los términos técnica y tecnología, los cuales poseen la misma
raíz griega tékhnē (τέχνη), que refiere en general al conjunto de artes, pro-
cedimientos y habilidades (Mitcham, 1980, citado por Niiniluoto, 1997,
p. 288). La distinción que se ha zanjado tradicionalmente sugiere que, a
diferencia de la técnica, la tecnología sería un tipo de técnica contemporá-
nea que incorpora el conocimiento científico (Quintanilla Navarro, 2004, p.
11). En otras palabras, para la manifestación de la técnica es necesario algún
tipo de conocimiento, el cual no necesariamente es científico —para casos
particulares entre los cuales se incluyen las técnicas arcaicas—. Pero, en lo
que respecta a la tecnología, para su manifestación es necesario el tipo de
conocimiento particularmente científico (Niiniluoto, 1984, pp. 258-259).
Bajo esta perspectiva, tendría entonces que diferenciarse la técnica
administrativa de la tecnología administrativa. Tal diferenciación sería per-
tinente siempre y cuando fuera concebible un tipo de práctica adminis-
trativa que no incorporara necesariamente el conocimiento científico para
su realización. Tal cosa parece contrastar con la fuerte variedad de conoci-
mientos —algunos propios de la disciplina administrativa y otros de tipo
económico, financiero, sociológico, entre otros provenientes de las ciencias
sociales—, empleados contemporáneamente en la ejecución de la práctica
administrativa. Por lo anterior, se entenderá por tecnología administrativa
aquel tipo de técnica social contemporánea que incorpora algún tipo de
conocimiento científico preponderantemente de las ciencias sociales y hu-
manas con el fin de intervenir en el mundo organizacional. Por otro lado,
y en términos generales, entre los diversos usos a los cuales se refieren las
palabras técnica y tecnología se incluyen los siguientes referentes:
a) Los instrumentos o artefactos que el hombre ha creado para la interac-
ción con la naturaleza, b) el uso de tales instrumentos, c) las habilidades
(o know how) requeridas en el uso de tales instrumentos, d) el diseño de
tales instrumentos, e) la producción de tales instrumentos, o f) el conoci-
miento que es necesario en el diseño y la producción de tales instrumentos.
(Niiniluoto, 1984, p. 258)

Así, el aspecto (a) se refiere a un conjunto de artefactos o instrumen-


tos empleados para intervenir algún aspecto de la realidad. Cabe agregar
Conjeturas organizacionales
48 Fundamentos para el estudio de la organización

que dicha realidad puede ser social o natural. Por su parte, (b) y (c) hacen
énfasis, respectivamente, en las acciones de uso que requieren la mani-
pulación de instrumentos y en las habilidades —o conocimiento tácito—
implicadas en tales acciones de uso. Por su parte, los aspectos (d), (e) y (f)
parecen introducir nuevas dimensiones de lo que tradicionalmente se ha
entendido por técnica y tecnología, pues incluyen aspectos propios de la
contemporaneidad relacionados con la creación —diseño y producción—
de los instrumentos antes señalados y el conocimiento explícito que se
necesita para dicha creación.
La tecnología administrativa —entendida desde este frente más deta-
llado— contemplaría, para el aspecto (a) las diversas herramientas adminis-
trativas usadas para intervenir la realidad del orden organizacional. Entre
estas, bien podrían tenerse en cuenta instrumentos tales como el balance
scorecard, el benchmarking y la reingeniería, por citar algunos. Por su parte,
el eje central de lo que se entendería por tecnología administrativa radicaría
en los aspectos (b) y (c), en virtud de que se refieren a las acciones que des-
encadenan el uso y que requieren ciertas habilidades que estarían ligadas a
lo que tradicionalmente se ha entendido como el proceso administrativo —
planear, organizar, dirigir y controlar— y con la toma de decisiones. Los as-
pectos (d), (e) y (f) brindan una óptica que vincula fuertemente la academia
con el terreno práctico de las organizaciones: el diseño y la producción de
las herramientas administrativas recaen en la responsabilidad tanto del aca-
démico como del práctico del ámbito administrativo. Lo que sí parece estar
más del lado del ámbito académico es la tarea de generar un conocimiento
explícito sobre la labor de diseñar y producir herramientas administrativas,
aunque ello no necesariamente excluye al práctico, sino que, contrario a
ello, debería incluirlo por su pertinencia experiencial.
El conocimiento científico, que parece interactuar más fuertemente
con la tecnología administrativa es, entonces, aquel que proviene de la
ciencia organizacional y de su dimensión como ciencia del diseño. Es de-
cir, como se mencionó líneas arriba, la ciencia organizacional se caracte-
riza por ser un campo de investigación multidisciplinar. En dicho campo,
los objetivos de investigación que indagan descripciones, explicaciones,
comprensiones y críticas sobre el fenómeno del orden organizacional per-
siguen, más bien, objetivos propios de una investigación de las ciencias
sociales básicas —para el caso de los tres primeros— y de la investiga-
ción humanística —para el caso del cuarto—. Por su parte, los objetivos
de investigación que propenden hacia un fin prescriptivo, propio de una
Administración y organizaciones:
una mirada más allá de las fronteras de lo instrumental
49

ciencia del diseño, partirían de dicho conocimiento básico y humanístico


para plantear y construir las acciones más razonables, según los objetivos
deseados y las condiciones dadas.
El conocimiento de las acciones más razonables sería fundamental-
mente necesario para la tecnología administrativa. En efecto, esta incorpo-
raría dicho conocimiento, junto con otros —como los ya mencionados de
las ciencias sociales y humanas en general— para concretar un diseño o, si
se quiere, una construcción dada del orden organizacional que se necesite.
En palabras más claras: la tecnología administrativa, en tanto tecnología
social, incorpora, en parte, el conocimiento proveniente de la ciencia orga-
nizacional para ejercer un tipo de intervención en aquella compleja parcela
de la realidad social, denominada en este texto orden organizacional.
Por su parte, la dimensión de lo social en la tecnología administrativa
no solo se refiere al hecho claro de que el aspecto de la realidad que inter-
viene —el orden organizacional— pertenezca al dominio específico de la
realidad social. Lo social acá adquiere incluso una sensibilidad mayor. Al
ser intervenido algo que implica lo humano, el tipo de intervención que se
ejerza debe ser visto desde ámbitos de la razón crítica y reflexiva, como lo
son particularmente la ética y la filosofía política. Estos ámbitos adquieren
un papel protagónico, sobre todo si se recuerda que el tipo de tecnología
administrativa aplicado tendrá serias repercusiones para el tipo de orden
organizacional que se desee, lo cual afecta las distintas finalidades y condi-
ciones humanas. Esto genera problemas de asimetría de intereses y poderes,
así como problemas referidos a la pugna entre las normas morales que me-
dian entre la protección de la dignidad humana y la instrumentalización.
Una tecnología administrativa socialmente responsable no podría
omitir esta connotación de lo social en su propósito por intervenir el orden
organizacional. Todo propósito de intervención en el orden organizacional
genera ciertas repercusiones, las cuales deberían ser evaluadas desde la ra-
zón práctica, teórica y crítica. No obstante, esto no quiere decir que la tec-
nología administrativa sea algo negativo per se, sino que se deben examinar
los criterios de ordenación, los objetos a ser ordenados —es decir, aquello
que debe y que no debe ser administrable—, los mecanismos de sujeción y
las finalidades que fundamenten las diversas tecnologías administrativas en
particular. Solo de este modo la mirada tecnológica de la práctica adminis-
trativa puede ser vista en el marco de una meta ambiciosa: la conciliación
entre la eficiencia y la dignidad humana.
Conjeturas organizacionales
50 Fundamentos para el estudio de la organización

uuLa mirada tripartita: síntesis y consecuencias


para la formación

Para concluir este primer capítulo es menester ilustrar la manera cómo


cada una de las visiones antes expuestas conforman aspectos de una sola
mirada tripartita. Es necesario resaltar el papel de interacción recíproca que
cada mirada tiene entre sí. Respecto a ello, es relevante retomar y extender
un planteamiento de Niiniluoto (1997) según el cual, si bien ciencia y
tecnología son dos hechos sociales ontológicamente distintos, existe una
interacción causal recíproca entre ellos; esto es, tanto la ciencia genera pro-
ductos que interactúan causalmente con la tecnología como la tecnología
genera productos que interactúan causalmente con la ciencia. Así, pese a
que filosofía, ciencia y tecnología sean hechos sociales ontológicamente
distintos, tales cosas se encuentran en interacción causal recíproca gene-
rando productos que interactúan entre sí.
En un primer nivel se puede encontrar una interacción recíproca en-
tre la razón teórica y la razón práctica, lo cual remite a la interacción entre
la ciencia organizacional y la tecnología administrativa. Esta interacción
posee dos direcciones básicas. Por un lado, la ciencia organizacional provee
ciertos tipos de conocimientos sobre la realidad del orden organizacional
que pueden —y deberían— llegar a ser de utilidad para los fines de inter-
venir dicha realidad que la tecnología administrativa posee. Esta primera
dirección —de la ciencia organizacional hacia la tecnología administrati-
va— se presenta, por tanto, con una intención de intervenir la realidad or-
ganizacional de la mejor manera posible. Por su parte, en la otra dirección,
la tecnología administrativa, por medio de su intervención en la realidad
organizacional, provee a la ciencia organizacional de creaciones, problemas
y necesidades, lo cual funciona como un insumo de incentivación para la
investigación. Así, la intención de tal interacción resulta ser la de incentivar
el propósito de conocer la realidad organizacional.
Otra interacción recíproca posible se puede dar entre la razón crítica
y la razón teórica, comprometiendo a la filosofía de la administración y la
ciencia organizacional. Al analizar dicha interacción desde la filosofía de
la administración hacia la ciencia organizacional, por ejemplo, la primera
puede entrar a cuestionar los fundamentos teóricos que cimientan tanto
la idea misma de ciencia organizacional como las teorías que, se supone,
hacen parte de dicho emprendimiento científico. Lo importante acá es
que, al menos de forma panorámica, tres grandes fundamentos pueden ser
Administración y organizaciones:
una mirada más allá de las fronteras de lo instrumental
51

cuestionados: los epistemológicos, los ontológicos y los ético-políticos de


la ciencia organizacional. La intención de dicha interacción sería, entonces, la
de perfeccionar el modo de conocer la realidad organizacional a partir del
juicio ejercido por la razón crítica.
Por otro lado, es posible también una interacción desde la ciencia
organizacional hacia la filosofía de la administración. Esta consiste en la
utilidad que el conocimiento empírico de la primera puede proveer para
precisar la reflexión crítica de la segunda. Es decir, en concordancia con
la idea de hacer filosofía con ayuda de —y a partir de— la ciencia (Bunge,
1996; Mosterín, 2013), una filosofía de la administración sin el soporte de
conocimiento empírico que provee la ciencia organizacional parece solo
mera palabrería que pierde el contacto con la realidad. Así, por ejemplo,
el mismo hecho de que muchos proyectos y resultados de investigación
tengan como utilidad la generación de conocimientos de normas técnicas
aprovechables para la tecnología administrativa, hace que adquiera más
fuerza la tesis epistemológica según la cual la mayor parte de la investiga-
ción llevada a cabo en la ciencia organizacional es del tipo caracterizable
como ciencia del diseño.
Un último nivel de interacción puede plantearse entre la razón crítica
y la razón práctica. Una primera dirección de dicha interacción se puede
dar desde la filosofía de la administración hacia la tecnología administra-
tiva, en la cual, similar a un caso anterior, la razón crítica entraría a cues-
tionar los fundamentos de la tecnología, especialmente en su dimensión
ético-política, aunque también en la epistemológica y ontológica. La inten-
ción de dicha interacción sería, sobre todo, la de hacer más prudente las
maneras en que esta tecnología interviene en la realidad organizacional.
Por prudencia se entenderá acá la intención de generar una conciliación
de la mejor manera posible entre la eficiencia perseguida por la tecnología
administrativa y la dignidad humana antes mencionada. Tal prudencia de-
bería ser el producto del cuestionamiento crítico de la reflexión filosófica.
La otra dirección que podría tener la relación entre filosofía de la ad-
ministración y tecnología administrativa es inversa: desde la segunda hacia
la primera. En este caso sucede algo similar a lo que ya mencionamos res-
pecto a que la tecnología provee problemas (o retos) que, de forma directa
o indirecta, resultan del orden organizacional que surge de la intervención
de esta. Dichos problemas son un escenario fértil para la reflexión filosó-
fica de la administración, por lo que aportaría al permanente desarrollo
de dicha reflexión. Sin embargo, no solo se trata de conocer casos a ser
Conjeturas organizacionales
52 Fundamentos para el estudio de la organización

atendidos por la reflexión filosófica, sino de estar a la altura de los adelan-


tos provistos por la tecnología administrativa; es decir, que la reflexión fi-
losófica sea enriquecida con la tecnología, de tal manera que las reflexiones
de la primera no den la espalda a la segunda.
De los niveles de interacción anterior puede identificarse un fluir
del continuo de la razón, entre la razón crítica, la razón teórica y la razón
práctica. Dicho flujo buscaría, de la mejor manera posible, conocer la rea-
lidad organizacional, por medio de la ciencia organizacional; intervenir
en la realidad organizacional, por medio de la tecnología administrativa;
y cuestionar las maneras como conocemos e intervenimos la realidad or-
ganizacional, por medio de la filosofía de la administración. Estos tres ob-
jetivos —conocer, intervenir y cuestionar— pueden ser vistos como tres
intenciones mancomunadas en una sola: la de dar cuenta de la situación del
hombre en el mundo de las organizaciones. Todo lo anterior se sintetiza en
la figura 2.

Filosofía de la administración:
razón crítica

Ciencia organizacional: Tecnología administrativa:


razón teórica razón práctica

Figura 2.  Filosofía de la administración, ciencia organizacional


y tecnología administrativa: interaccionismo y continuo de la razón.
Fuente: elaboración propia a partir de Mosterín (2013), Niiniluoto (1997), Olivé (2011)
y Quintanilla (2011).

Finalmente, ¿qué consecuencias tendría lo anterior en la formación


dada en el ámbito de la administración? Dicha formación debería ser tripar-
tita y multidisciplinar: no solo se debe formar al estudiante en administra-
ción como alguien meramente hábil en la tecnología administrativa, como
suelen limitar las escuelas de formación en dicho campo. Complementario
a ello se debería formar dicho estudiante en ciencia organizacional y en
filosofía de la administración, con miras a que pueda desarrollar su perfil
profesional en alguno de dichos objetivos de la razón, sin desconectarlo del
continuo al que pertenecen.
Administración y organizaciones:
una mirada más allá de las fronteras de lo instrumental
53

De esta manera, ya sea pues que el estudiante desee perfeccionar-


se solo en las maneras de intervenir el mundo organizacional (tecnología
administrativa), en las de conocerlo (ciencia organizacional) o en las de
cuestionar las maneras de intervenirlo y conocerlo (filosofía de la admi-
nistración), solamente podrá realizarlo de la mejor manera posible si logra
fundamentar dicho objetivo de la interacción recíproca que debería darse
entre estos tres componentes. Así, incluso cuando se trate del caso de aquel
típico estudiante que desea ser un buen administrador —i.e., ser hábil en la
tecnología administrativa—, solo logrará dicha pretensión si comprende
que intervenir la realidad organizacional de la mejor manera posible impli-
ca, en parte, conocerla y cuestionar la manera en que pretende intervenirla.
Resta por señalar que en este primer capítulo el lector encuentra el
marco general de ideas sobre el cual se articulan los demás capítulos. Se
plantea, desde una posición crítica, una perspectiva en la cual se puedan
apreciar los diversos fenómenos administrativo-organizacionales desde lo
filosófico, lo científico y lo tecnológico. Como podrá apreciarse, este marco
de ideas tripartito plantea una interacción recíproca de cada una de es-
tas partes. Para nuestro caso, aquello estará representado en la interacción
que debe existir entre la disciplina administrativa —que pasa luego a ser
reconocida como ciencia organizacional—, la práctica administrativa —o
tecnología administrativa— y la filosofía de la administración.
Así pues, los siguientes capítulos partirán o ahondarán en diversos
aspectos de esta mirada tripartita. Sin embargo, ello se da prioritariamente
en lo que respecta a consideraciones que buscan nutrir la reflexión teórica
y crítica que fundamenta, sobre todo, a la ciencia organizacional y a la filo-
sofía administrativa. La razón de ello es que se parte de considerar que, a
juicio de los autores del libro, estos son los dos aspectos que más requieren
un desarrollo, debido a que ha dominado un interés preponderantemente
instrumental en este campo de estudio; ello ha impedido que los aspectos
más científicos y filosóficos alcancen su plenitud y logren brindar, por de-
rivación, sus mejores aportes a la tecnología administrativa.
Teniendo en cuenta lo anterior, se entenderá que el segundo capítulo
profundizará en planteamientos sobre la investigación científica en ciencias
sociales, lo cual se supone sirve de contexto para la ciencia organizacional.
El tercer capítulo, por su parte, trata sobre la noción de organización y su
importancia para la teoría organizacional, que desde luego es la base de
la ciencia organizacional. El cuarto capítulo aborda, desde ciertas apre-
ciaciones provenientes sobre todo de la filosofía general de las ciencias,
Conjeturas organizacionales
54 Fundamentos para el estudio de la organización

las dificultades que yacen de fondo en un problema que parece ser central
para el establecimiento de la ciencia organizacional como ciencia social: el
de plantear un sistema taxonómico más preciso para clasificar los distintos
tipos de organizaciones. Y, finalmente, el quinto capítulo desarrolla una
crítica epistemológica sobre las modas administrativas y su connotación
de paradigmas en la educación impartida en la disciplina administrativa.

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