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Línea Jurisprudencial de Corte Constitucional de Colombia


Final
Jurisprudencia Constitucional (Universidad Libre de Colombia)

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LÍNEA JURISPRUDENCIAL DE CORTE CONSTITUCIONAL

ROBERT SANTIAGO AGUILAR SUAREZ – 42152166


ANDRÉS FELIPE BEJARANO JADEDT – 42152104
JOHAN DANIEL CARDENAS TORRES – 42152016

PRESENTADO A: DAVID ANDRÉS MURILLO CRUZ

UNIVERSIDAD LIBRE
FACULTAD DE DERECHO
JURISPRUDENCIA CONSTITUCIONAL
BOGOTÁ D.C
2020

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LÍNEA JURISPRUDENCIAL DE CORTE CONSTITUCIONAL.

1. DEFINICIÓN DEL PROBLEMA JURÍDICO.


1.1. Tema: Derecho a la vida.
1.2 Sub tema: Deber constitucional de protección del derecho fundamental
a la vida de líderes sociales y defensores de derechos humanos.
1.3 Problema jurídico: Permanente situación de vulnerabilidad y
desprotección de líderes sociales y defensores de derechos humanos.
2. CUADRO DE BALANCE JURISPRUDENCIAL.
¿En cabeza del Estado colombiano radican especiales obligaciones
jurídicas de garantía y protección a la vida de los líderes sociales y
defensores de derechos humanos?
Sí, en la medida en que No, toda vez que las
los líderes sociales y los labores y actividades
defensores de derechos cotidianas que
humanos deben desarrollan los líderes
concebirse como sujetos sociales y defensores de
de especial protección derechos humanos no
constitucional, pues en constituyen un grave
virtud de las labores y riesgo respecto a la
actividades que vulneración del derecho
desarrollan han sido fundamental a la vida,
objeto de un fenómeno de pues se enmarcan dentro
violencia sistemática y del riego ordinario y
generalizada. aleatorio que debe
Lo anterior es razón soportar una persona en
suficiente para que el el normal desarrollo de
Estado asuma, en favor sus labores y actividades.
de líderes sociales y Aunado a lo anterior, de
defensores de derechos aparecer sobreviniente
humanos, obligaciones cierto nivel de riesgo
de garantía y protección extraordinario que ponga
del derecho a la vida. en peligro la vida de
líderes sociales y
defensores de derechos
humanos, estos deben
asumirlo habida cuenta
que desarrollan sus
actividades y labores
cotidianas en zonas con
altos climas de violencia
armada.

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3. PUNTO ARQUIMÉDICO.
Luego de realizar un profundo rastreo jurisprudencial desde ambas aristas (temático
y cronológico)1, se logró identificar que la última providencia judicial en la que la
Corte Constitucional desarrolló y analizó el problema jurídico propuesto
corresponde a la sentencia T-473 de 10 de diciembre de 2018. La providencia
judicial en comento se fijó como punto arquimédico en la medida en que el patrón
factico de aquella se ajusta en estricto sentido a la pregunta problémica que se
procura dirimir, esto es ¿En cabeza del Estado colombiano radican especiales
obligaciones jurídicas de garantía y protección a la vida de los líderes sociales y
defensores de derechos humanos?
En la sentencia T-473 de 2018 la Corte Constitucional conoce el caso de un
ciudadano que se desempeña como líder social y político en el municipio de
Tierralta, Córdoba. El ciudadano impulsó acción de tutela contra la Unidad Nacional
de Protección, al considerar vulnerados sus derechos fundamentales a la vida y a
la integridad personal cuando la entidad estatal desmontó las medidas de seguridad
de las que gozaba y que inicialmente fueron adoptadas en virtud de las constantes
amenazas recibidas por el líder social. En su providencia la Corte Constitucional se
pronunció sobre: (I) el derecho a la seguridad de las personas cuando se encuentra
en riesgo la vida y - (II) el deber de protección del Estado con relación a la vida y a
la seguridad personal de líderes sociales.

4. NICHO CITACIONAL.2

1
En la búsqueda temática y cronológica (En la relatoría de la Corte “índice temático” y “radicación”) se
utilizaron como patrones de búsqueda las palabras “líderes sociales” y “defensores de derechos humanos”.
2
Para mayor amplitud ver ANEXO 1.

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5. DIAGRAMACIÓN

¿En cabeza del Estado colombiano radican especiales obligaciones


jurídicas de garantía y protección a la vida de los líderes sociales y
defensores de derechos humanos?

Sí, en la medida en que • No, toda vez que las


los líderes sociales y los T-439/92 labores y actividades
defensores de derechos cotidianas que
humanos deben • desarrollan los líderes
concebirse como sujetos T-102/93 sociales y defensores de
de especial protección derechos humanos no
constitucional, pues, en • constituyen un grave
virtud del tipo de tareas y T-590/98 riesgo respecto a la
actividades que vulneración del derecho
desarrollan han sido • fundamental a la vida,
objeto de un fenómeno de T-981/01 pues se enmarcan dentro
violencia sistemática y del riego ordinario y
generalizada. • aleatorio que debe
Lo anterior es razón T-719/03 soportar una persona en
suficiente para que el el normal desarrollo de
Estado asuma, en favor • sus labores y actividades.
de líderes sociales y T-339/10 Aunado a lo anterior, de
defensores de derechos aparecer sobreviniente
humanos, obligaciones •
cierto nivel de riesgo
de garantía y protección T-078/13 extraordinario que ponga
del derecho a la vida e en peligro la vida de
integridad personal. •
líderes sociales y
T-924/14 defensores de derechos
humanos, estos deben
asumirlo habida cuenta

T-473/18 que desarrollan sus
actividades y labores
cotidianas en zonas con
altos climas de violencia
armada.

6. TIPOLOGÍA DE PROVIDENCIAS
El nicho citacional y la diagramación de la línea jurisprudencial sobre el problema
jurídico propuesto hace patente los principales pronunciamientos y las tendencias
decisionales que sobre la materia ha impulsado la Corte Constitucional. Es así
como, del examen riguroso del nicho citacional y la representación gráfica de la
línea jurisprudencial, resulta corolario que las providencias judiciales de vital

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trascendencia para resolver el problema jurídico formulado son las que en


argumentos sucesivos se exponen.

Providencia fundadora de línea: La providencia que funda el problema jurídico bajo


estudio es la sentencia T- 439 de 1992. En la sentencia indicada como fundadora
de línea la Corte Constitucional ofrece los primeros vestigios acerca de la necesidad
de que cierta clase de sujetos, en razón de su condición o su contexto, gocen de
especial protección constitucional habida cuenta de que están en una particular
exposición a amenazas y riegos que pueden atentar contra su vida e integridad
personal. En esa sentencia la Corte se pronunció sobre la acción de tutela impetrada
por un militante del partido comunista y miembro de la Unión Patriótica en contra de
las autoridades y organismos de seguridad del Estado, a efectos de que se le
protegieran el derecho a la vida, a la integridad personal suya y de su familia. La
Corte en aquella oportunidad sostuvo de un lado que “el surgimiento de grupos,
movimientos y partidos políticos minoritarios a raíz de la desmovilización de
antiguos integrantes de la guerrilla requiere de especial protección y apoyo por parte
del Estado”, y de otro lado, esgrimió criterios que permiten definir cuando se
configuran situaciones fácticas de amenaza e inescindible peligro que demandan o
sugieren la intervención del Estado en procura de proteger la vida. En tal propósito
la Corte se pronunció bajo el siguiente tenor:
“La vulneración y la amenaza de los derechos fundamentales son dos
causales claramente distinguibles: la primera requiere de una verificación
objetiva que corresponde efectuar a los jueces de tutela, mediante la
estimación de su ocurrencia empírica y su repercusión jurídico-constitucional;
la segunda, en cambio, incorpora criterios tanto subjetivos como objetivos,
configurándose no tanto por la intención de la autoridad pública o el particular,
cuando sea del caso, sino por el resultado que su acción o abstención pueda
tener sobre el ánimo de la persona presuntamente afectada. Para que se
determine entonces la hipótesis constitucional de la amenaza se requiere la
confluencia de elementos subjetivos y objetivos o externos: el temor del
sujeto que ve peligrar sus derechos fundamentales y la convalidación de
dicha percepción mediante elementos objetivos externos, cuya significación
es la que ofrecen las circunstancias temporales e históricas en que se
desarrollan los hechos”3.

Providencia Hito: La sentencia T-590 de 1998 se identifica como providencia hito


toda vez que en aquella ocasión la Corte Constitucional, de manera primigenia y

3
CORTE CONSTITUCIONAL. Sentencia T-439 de 1992. M.P: Eduardo Cifuentes Muñoz.

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fundándose en concluyentes elementos de convicción 4, puso de presente que la


defensa y promoción de los derechos humanos constituye una actividad que implica
la asunción de importantes riesgos debido al clima generalizado de intolerancia y
violencia que se despliega en contra de las personas que se dedican a la defensa
de aquellos derechos. Aunado a lo anterior, la Corte afirma con absoluta certeza
que, si se tiene en cuenta el contexto del conflicto armado imperante en el país, los
defensores de derechos humanos son un sector especialmente vulnerable de la
sociedad y en esa medida se incrementa el deber de protección iusfundamental que
sobre aquellas personas debe procurar el Estado.
Por lo anterior, la Corte en sentencia T-590 de 1998 es enfática en señalar que hay
un estado de cosas inconstitucional en la no protección debida a los defensores de
los derechos humanos, razón suficiente para que la Corte manifieste que en
Colombia es menester “construir un avanzado sistema de protección jurídica y real
para los defensores de los derechos humanos. Máxime cuando la actitud de los
defensores de los derechos humanos es un componente básico de la vida política
de una nación”5.

Providencia hito extensiva: En la sentencia T-719 de 2003 la Corte Constitucional


define con autoridad que de la lectura sistemática de la Constitución Política se
puede inferir razonablemente la existencia del derecho fundamental autónomo a la
seguridad personal, entendido este como “aquel que faculta a las personas para
recibir protección adecuada por parte de las autoridades, cuandoquiera que estén
expuestas a riesgos excepcionales que no tienen el deber jurídico de tolerar, por
rebasar éstos los niveles soportables de peligro implícitos en la vida en sociedad;
en esa medida, el derecho a la seguridad (…) materializa las finalidades más
básicas asignadas a las autoridades por el Constituyente, garantiza la protección de
los derechos fundamentales de los más vulnerables, discriminados y perseguidos,
y manifiesta la primacía del principio de equidad.”6
Una vez reconocido el derecho fundamental a la seguridad personal y determinada
la escala de riegos en virtud de la cual se puede recibir protección por parte del
Estado, la Corte en sentencia T-719 de 2003 le da un mayor alcance a la
jurisprudencia sentada de manera pretérita por el tribunal constitucional. En efecto,
para afianzar la regla de que el Estado frente a los defensores de derechos
humanos tiene un deber de especial protección que degenera en la imperiosidad de
4
Verbigracia, informe de Relatores Especiales de las Naciones Unidas sobre torturas y ejecuciones
extrajudiciales en Colombia (1994), en donde al referirse a la situación de los defensores de los derechos
humanos sostuvieron que “La amenaza es muy real si se considera el número alarmante de activistas muertos
a lo largo de los años en el pasado reciente”. Y agregaron que: “han hecho numerosos llamamientos al
gobierno de Colombia, con arreglo al procedimiento de urgencia, instando a las autoridades a que aseguren
protección a los activistas de derechos humanos”.
5
CORTE CONSTITUCIONAL. Sentencia T-590 de 1998. M.P: Alejandro Martínez Caballero.
6
CORTE CONSTITUCIONAL. Sentencia T-719 de 2003. M.P: Manuel José Cepeda Espinosa.

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“construir un avanzado sistema de protección jurídica y real para los defensores de


los derechos humanos”, en la sentencia T-719 de 2003 la Corte indica con énfasis
que el derecho a la seguridad personal, que de suyo amplia el ámbito de protección
en eventos cuando está en riesgo la vida, adquiere especial importancia en el caso
de ciertos sujetos que, dada su condición o su contexto, deben recibir especial
protección en la medida en que están expuestos a riegos extraordinarios o extremos
de gran intensidad que es altamente factible que se materialicen. Tal es el caso de
los defensores de derechos humanos, razón por la cual según la Corte, las
autoridades administrativas como los jueces constitucionales deben atender con
especial cuidado las peticiones de protección elevadas por sujetos tales como los
defensores de derechos humanos, desplazados, sindicalistas, desmovilizados de
las guerrillas ,entre otros, pues son estos grupos poblacionales quienes reciben un
mayor número de amenazas contra su vida, integridad o seguridad personal, debido
a su rol dentro del conflicto armado interno, o su carácter minoritario u opositor.

Sentencia reconceptualizadora de línea: La sentencia T-339 de 2010 resalta por la


reconstrucción conceptual que efectúa la Corte en torno a la escala de riesgos
establecida para brindar protección especial por parte del Estado. En un primer
estadio, la Corte puso de presente y fijo los tipos de riesgo (mínimo, ordinario,
extraordinario, extremo y consumado)7 frente a los cuales debe protegerse el
derecho a la seguridad personal. Dichos niveles de riego le permitieron a la Corte
arribar a la conjetura de que el derecho a la seguridad personal, sólo se puede
invocar cuando su titular está sometido a un riesgo extraordinario, mientras que
cuando se presenta un riesgo extremo que amenace la vida o la integridad personal,
la persona podrá exigir que las autoridades le brinden protección especial.
Sin embargo, partiendo del análisis y el criterio fijado en el pretérito fallo, la Corte
estimó pertinente precisar y perfeccionar las categorías que configuran el ámbito de
protección del derecho a la seguridad personal, pues considera que desde lo
conceptual las categorías inicialmente marcadas son erradas. En tal virtud, el
tribunal constitucional en providencia T-339 de 2010 señaló que:
“El riesgo es siempre abstracto y no produce consecuencias concretas,
mientras que la amenaza supone la existencia de señales o manifestaciones
que hagan suponer que algo malo va a suceder. En otras palabras, la
amenaza supone la existencia de “signos objetivos que muestran la
inminencia de la agravación del daño”. Por este motivo, “cualquier amenaza
constituye un riesgo pero no cualquier riesgo es una amenaza”.
Por lo tanto, cuando la jurisprudencia de esta Corporación antes reseñada se
refiere a los tipos de riesgo que conducen a otorgar protección por parte del
Estado (riesgo extraordinario y riesgo extremo), se refiere con más exactitud

7
Escala de riegos fijada en Sentencia T-719 de 2003. M.P. Manuel José Cepeda Espinosa.

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al concepto de amenaza pues no es suficiente con que exista una


contingencia de un posible daño sino que debe haber alguna manifestación,
alguna señal, que haga suponer que la integridad de la persona corre peligro.
De esta manera, no se debe hablar únicamente de escala de riesgos sino de
escala de riesgos y amenazas pues los dos primeros niveles de la escala se
refieren al concepto de riesgo en la medida en la que, en estos niveles, existe
una posibilidad abstracta y aleatoria de que el daño se produzca. En cambio,
en los dos últimos niveles de la escala, ya no existe un riesgo únicamente
sino que existe una amenaza en la medida en la que existen hechos reales
que, por su sola existencia, implican la alteración del uso pacífico del derecho
atacado y hacen suponer que la integridad de la persona corre peligro.
En este mismo sentido, para la Sala resulta claro que, desde un punto de
vista terminológico, es impreciso hablar de riesgo consumado, pues una vez
consumado un daño, no puede hablarse de riesgo. Por este motivo, la Sala
reemplazara dicha expresión por daño consumado.”8
De lo anterior surge con claridad que la Corte afirma las categorías de riesgo
establecidas en la sentencia T-719 de 2003, pero introduce una nueva línea
conceptual en el sentido de que lo correcto es categorizar como amenaza las
situaciones que revelen o constituyan señales de inminente peligro para la vida o
integridad de una persona. De tal suerte, los dos últimos niveles de la escala de
riesgos establecidos en la jurisprudencia constitucional deben concebirse bajo la
denominación de amenaza ordinaria y amenaza extrema. Por su parte, la expresión
riesgo consumado, utilizada en la escala de riegos de la sentencia T-719 de 2003,
es imprecisa y por consiguiente debe ser suprimida, brotando en su lugar, de
conformidad a la sentencia T-339 de 2010, la expresión daño consumado.

7. DETERMINACIÓN DE OBITER DICTA, RATIO DECIDENDI Y DECISUM.


SENTENCIA T-439 de 1992

OBITER DICTA Ciudadano militante del Partido Comunista y miembro del


movimiento político Unión Patriótica, promovió acción de tutela
contra los organismos de seguridad del Estado con el propósito
inequívoco de que se le protegieran el derecho a la vida, a la
integridad personal suya y de su familia.
Para resolver el caso objeto de estudio la Corte en la parte
motiva de su providencia expuso que la apertura del aparato
político incorpora personas y grupos sociales anteriormente
excluidos del ejercicio del poder político, circunstancia que
degenera en el deber del Estado de aunar esfuerzos en la

8
CORTE CONSTITUCIONAL. Sentencia T-339 de 2010. M.P. Juan Carlos Henao Pérez.

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definición de medidas de especial protección y apoyo a grupos,


movimientos y partidos políticos minoritarios que surgieron a
raíz de la desmovilización de antiguos integrantes de la
guerrilla.
Advierte la Corte que en el caso sub examine, para verificar la
existencia de amenazas a los derechos fundamentales a la
vida y a la integridad personal, es menester entrar a considerar
las circunstancias objetivas de violencia que se han perpetrado
contra el movimiento político Unión Patriótica. Resalta la Corte
que sin lugar a dubitación alguna, resulta evidente la dimensión
objetiva de la persecución política y el contexto de violencia
vivido por la agrupación política, sin que por parte del Estado
se hubieran tomado las medidas suficientes para garantizar su
protección especial como partido político minoritario.
Colige la Corte Constitucional que la simple afiliación a la Unión
Patriótica, en el contexto de la persecución política e ideológica
desatada contra sus miembros o simpatizantes, es un factor
determinante en el caso para afirmar que la sensación de
amenaza respecto de la vida del accionante era más que
suficiente para demandar la intervención del Estado en procura
de proteger los derechos fundamentales a la vida y a la
integridad personal.

RATIO “8. La vulneración y la amenaza de los derechos


DECIDENDI O fundamentales son dos causales claramente distinguibles: la
SUB REGLA primera requiere de una verificación objetiva que corresponde
DE DERECHO efectuar a los jueces de tutela, mediante la estimación de su
ocurrencia empírica y su repercusión jurídico-constitucional; la
segunda, en cambio, incorpora criterios tanto subjetivos como
objetivos, configurándose no tanto por la intención de la
autoridad pública o el particular, cuando sea del caso, sino por
el resultado que su acción o abstención pueda tener sobre el
ánimo de la persona presuntamente afectada. Para que se
determine entonces la hipótesis constitucional de la amenaza
se requiere la confluencia de elementos subjetivos y objetivos
o externos: el temor del sujeto que ve peligrar sus derechos
fundamentales y la convalidación de dicha percepción
mediante elementos objetivos externos, cuya significación es
la que ofrecen las circunstancias temporales e históricas en
que se desarrollan los hechos.
El criterio constitucional para evaluar la existencia de
amenazas a los derechos fundamentales es racional. No
supone la verificación empírica de los factores de peligro, lo
cual de suyo es imposible epistemológicamente, sino la
creación de un parámetro de lo que una persona, en similares
circunstancias, podría razonablemente esperar.

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De esta forma se evita que cualquier persona, ante las


comunes tensiones sociales que la vida moderna conlleva,
aduzca la existencia de amenazas contra sus derechos
fundamentales. Más aún, se requiere que las circunstancias
históricas así lo confirmen de manera generalizada y pueda
aceptarse que el temor advertido lejos de obedecer a la
paranoia o a la excentricidad de la persona se origina en la
apreciación subjetiva y razonable de la situación fáctica
vivida”9.

DECISUM La Corte Constitucional en sentencia T-349 de 1992 adopta


como decisión judicial la siguiente:
“(…)
SEGUNDO. - ADICIONAR la mencionada providencia en el
sentido de tutelar igualmente los derechos a la vida, la
integridad, la igualdad, la intimidad, la libertad de conciencia y
la participación política del solicitante, así como los derechos
de su familia a la armonía y unidad, y los derechos
fundamentales de los niños a gozar de una familia y a no ser
separados de la misma.

TERCERO. - ORDENAR al Director General del Departamento


Administrativo de Seguridad (D.A.S.) proceda a asumir la
protección inmediata del señor LUIS HUMBERTO ROLON
MALDONADO, de manera que se asegure su pacífico retorno
e incorporación a su hogar y lugar de trabajo y el pleno ejercicio
de sus derechos fundamentales.
(…)”10

SENTENCIA T-102 de 1993

OBITER DICTA Los accionantes solicitan la protección de los derechos


constitucionales fundamentales a la vida, a la integridad física
y a la educación, entendiendo que aquellos resultan
amenazados por la construcción de un Comando de Policía
contiguo a zona residencial y las consiguientes acciones
violentas que eventualmente pueden desplegar sobre las
instalaciones del nuevo Comando de Policía los grupos
alzados en armas que incursionan en el municipio de Santo
Domingo.

La Corte Constitucional procede a definir si efectivamente se


produce una amenaza a los derechos a que se refieren los

9
CORTE CONSTITUCIONAL. Sentencia T-439 de 1992. M.P: Eduardo Cifuentes Muñoz. Página 11.
10
CORTE CONSTITUCIONAL. Sentencia T-439 de 1992. M.P: Eduardo Cifuentes Muñoz.

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peticionarios en la solicitud de tutela. Para la consecución de


tal propósito la corporación considera oportuno analizar la
esfera de protección del derecho fundamental a la vida.
Arguye la Corte que el derecho a la vida recibe en la Carta
Política de 1991 un reconocimiento expreso como derecho y
como tal tiene una mayor autonomía y alcance.
En cuanto a la protección del derecho a la vida la Corte es
enfática en afirmar que la protección y el respeto que el Estado
debe brindar a los titulares del derecho a la vida no puede
reducirse a una simple consideración de carácter formal, por
cuanto el derecho a la vida no sólo implica para su titular el
hallarse protegido contra cualquier tipo de injusticia, sea ésta
de índole particular o institucional, sino además tener la
posibilidad de poseer todos aquellos medios sociales y
económicos que le permitan a la persona vivir conforme a su
propia dignidad.
Finalmente la Corte pone de presente que la Constitución
protege a las personas contra todos aquellos actos que pongan
en peligro de manera objetiva su vida, de tal suerte que la
protección del derecho a la vida tiene lugar cuando quiera que
se afecte el goce del derecho, no importa el grado de
afectación.

Ahora bien, la Corte afirma que “si bien en todo momento es


deber fundamental del Estado garantizar la efectividad de los
principios, derechos y deberes consagrados en la Constitución,
defender la Independencia Nacional, mantener la integridad
territorial y asegurar la convivencia pacífica y la vigencia del
orden jurídico, el cumplimiento de ese deber resulta de
insoslayable urgencia en circunstancias de grave perturbación
del orden público, como las actuales.
Ello hace indispensable aumentar la cobertura de la protección
de los ciudadanos a todo lo largo de la geografía nacional, en
especial en las zonas de mayor actividad subversiva,
incrementando el pie de fuerza y los recursos hacia la
institución garante de estos derechos inherentes a todos, cual
es, como se anotó con anterioridad, la Policía, encargada
además de mantener la paz y la efectividad de los derechos
dentro del Estado.”

De conformidad con lo expuesto por la Corte, el Estado no


puede pretermitir el cumplimiento de sus deberes y
obligaciones constitucionales relacionadas con la protección
de la vida y seguridad de las personas, deber y obligación que
comporta mayor relevancia en relación con la sociedad civil
víctima de la confrontación armada. Es así como surge
imprescindible una protección especial para la población

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víctima del conflicto, de tal suerte que, para garantizar este


derecho, “el Estado ha utilizado diversos mecanismos e
instrumentos entre los cuales cabe destacar el establecimiento
en cada población del país y a cargo de las respectivas
autoridades locales, bajo la dirección de los mandos
nacionales y departamentales, de unidades o Comandos de
Policía”, pues los miembros de la Policía Nacional son quienes
disponen de los recursos y los instrumentos necesarios para
repeler cualquier tipo de agresión o ataque que afecte la
conciencia pacífica de la población civil. En esta media se
asegura la protección a todas las personas en su vida, honra y
demás derechos y libertades.

RATIO “El derecho a la vida es uno de aquellos derechos inalienables


DECIDENDI de la persona cuya primacía reconoce el artículo 5o. de la
Constitución, lo que hace que ellos vinculen al Estado en dos
sentidos: en la de su respeto y en la de su protección. La
autoridad estatal está constitucionalmente obligada a no hacer
cosa alguna que destruya o debilite el contenido esencial de
esos derechos, y a crear las condiciones indispensables para
que tengan cabal observancia y pleno cumplimiento.
(…)
En materia constitucional la protección del derecho a la vida
incluye en su núcleo conceptual la protección contra todo acto
que amenace dicho derecho, no importa la magnitud o el grado
de probabilidad de la amenaza, con tal de que ella sea cierta.”11

DECISUM La Corte Constitucional en sentencia T-102 de 1993 adopta


como decisión judicial la siguiente:

“PRIMERO: REVOCAR las sentencias proferidas por el


Juzgado Promiscuo Municipal de Santo Domingo el día 10 de
septiembre de 1992, y por el Juzgado Penal del Circuito de
Santo Domingo el 7 de octubre de 1992. En consecuencia se
deniega la tutela impetrada y se autoriza proseguir la
construcción de la obra que había sido interrumpida.
(…)”12

11
CORTE CONSTITUCIONAL. Sentencia T-102 de 1993. M.P: Carlos Gaviria Diaz. Página 8.
12
En el caso sub examine la Corte colige que en materia de protección de los derechos de una comunidad que
ve amenazados sus derechos fundamentales a la vida e integridad personal por la acción violenta de grupos
alzados en armas, los intereses particulares de una fracción de la colectividad deben ceder a los intereses
generales de convivencia pacífica, seguridad y protección de la vida, honra y bienes de la totalidad del grupo
social. En tal virtud la Corte no concedió la tutela presentada por habitantes del municipio de Santo Domingo,
la cual a todas luces tenía como propósito evitar la construcción contigua de una estación de policía a un
sector residencial.

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SENTENCIA T-590 de 1998

OBITER DICTA La Corte Constitucional avoca conocimiento del caso de un


defensor de derechos humanos que se encuentra privado de
la libertad en centro carcelario por el presunto delito de
rebelión. El peticionario interpuso acción de tutela contra la
Fiscalía Delegada ante los Jueces Regionales de Bogotá y
contra el Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario (en
adelante INPEC) invocando los derechos fundamentales a la
vida y a la igualdad, ya que en su sentir sobrevienen signos de
temor de que se atente contra su vida en el pabellón de
máxima seguridad donde se encuentra recluido, lo anterior, en
razón de sus actividades como defensor de derechos
humanos.
La Corte aborda el tratamiento y desarrollo jurisprudencial
sobre el derecho a la vida y posteriormente examina la
protección del Estado respecto a la vida de los defensores de
los derechos humanos, para determinar si dichas personas son
sujetos de un plus en el derecho a protección por parte del
Estado.
Sostiene la Corte que la vida es un valor constitucional de
carácter superior y su respeto y garantía aparece consagrado
como un principio del ordenamiento jurídico. Así las cosas, es
imperativo la garantía de tan importante derecho y ello se
traduce en una protección no sólo de carácter formal ni
abstracto sino fáctico y mirando al futuro como protección y al
presente y al pasado como respeto.
Para referirse a la responsabilidad del Estado frente al derecho
a la vida de los defensores de los derechos humanos, la
corporación reconoce que el respeto y defensa de los derechos
humanos legitima un Estado Social de Derecho y en esa
medida es de notorio reconocimiento que en un clima de
intolerancia y de violencia como el que impera en el país,
existan ciudadanos que se dediquen a la defensa de los
derechos humanos. Sin embargo, resulta lamentable de un
lado que la labor de defensa y promoción de los derechos
humanos se vea opacada por el asesinato generalizado de los
defensores de aquellos derechos y, de otro lado, existan
conductas omisivas del aparato estatal en cuanto a su real y
efectiva protección.
En vigencia de las circunstancias anteriormente descritas la
Corte Constitucional es enfática en afirmar que “en este tema
no se puede estar con ambigüedades. La comunidad
internacional es particularmente sensible y esa sensibilidad se
requiere indispensablemente en Colombia, debiéndose

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construir un avanzado sistema de protección jurídica y real


para los defensores de los derechos humanos. Máxime cuando
la actitud de los defensores de los derechos humanos es un
componente básico de la vida política de una nación”13.

RATIO “En verdad, los defensores de derechos humanos son un


DECIDENDI sector vulnerable de la sociedad. Luego por este aspecto el
Estado debe acudir en su protección. “su pasividad (la del
Estado) ante la marginación y la discriminación que sufren
algunos miembros de la sociedad no se compagina con el
orden justo efectivo que procura legitimidad al Estado social de
derecho y, menos todavía, con el cumplimiento de la cláusula
que proscribe la marginación y la discriminación, la función del
juez será no la de reemplazar a los órganos del poder público
incursos en la abstención, sino la de ordenar el cumplimiento
de los deberes del Estado, desde luego siempre que se
verifique que la inhibición viola un derecho constitucional
fundamental” ( Su-225/98, M.P. Eduardo Cifuentes Muñoz)”14.

DECISUM En sentencia T-590 de 1998 la Corte Constitucional declaró la


existencia de un estado de cosas inconstitucional, en la falta
de protección a los defensores de derechos humanos. En esa
ocasión la Corte, en la parte resolutiva de su providencia, se
pronunció bajo la siguiente literalidad:
“(…)
Tercero. DECLARAR que hay un estado de cosas
inconstitucional en la falta de protección a los defensores de
derechos humanos y, en consecuencia, HACER UN
LLAMADO A PREVENCION a todas las autoridades de la
República para que cese tal situación, y, solicitar al Procurador
General de la Nación y al Defensor del Pueblo que dentro de
la obligación constitucional de guardar, proteger y promover los
derechos humanos se le dé un especial favorecimiento a la
protección de la vida de los defensores de los derechos
humanos. Y HACER UN LLAMADO a todas las personas que
habitan en Colombia para que cumplan con el mandato del
artículo 95 de la Constitución que los obliga a defender y
difundir los derechos humanos como fundamento de la
convivencia pacífica. (…)”

SENTENCIA T-981 de 2001


La Corte Constitucional se ocupa de resolver el caso de una
OBITER DICTA trabajadora del sector salud que presentó acción de tutela por

13
CORTE CONSTITUCIONAL. Sentencia T-590 de 1998. M.P: Alejandro Martínez Caballero.
14
Ibidem, pagina 34.

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considerar amenazado su derecho a la vida, situación que


encuentra origen en la negativa dada por los entes
demandados a la solicitud de traslado laboral a lugar en donde
su vida no corra peligro por causa de las continuas amenazas
que miembros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de
Colombia (en adelante FARC) han pronunciado contra su
integridad física y la de los miembros de su núcleo familiar.
De la situación fáctica en estudio la Corte concibe necesario
puntualizar y delimitar el alcance del deber constitucional de
proteger a todas las personas residentes en el país que se
predica de las autoridades de la República.
En tal propósito la Corte asevera que la existencia de un
conflicto armado presenta en la práctica profundos retos para
el Estado colombiano. Ante la realidad de violencia que impera
en el país, es incuestionable que en cabeza del Estado radican
especiales obligaciones orientadas a “(…) brindar protección
efectiva a aquellos grupos o individuos de la sociedad que a
consecuencia de sus convicciones políticas y aspiraciones
sociales, o por el simple hecho de habitar zonas en las que se
desarrollan los enfrentamientos, se ven constantemente
sometidos a amenazas contra sus derechos o a la abierta
violación de los mismos”. De esta forma, para la Corte surge
evidente que la situación de desamparo en que están sumidos
los civiles que no participan directamente en las
confrontaciones armadas, exige del Estado la protección
especial de estas personas o grupos sociales.
Concluye la Corte Constitucional que “cualquiera que sea el
estado de cosas que rodea la garantía de los derechos
fundamentales (particularmente los derechos a la vida y a la
integridad física) de los civiles asolados por la violencia, el
Estado debe responder a las demandas de atención de manera
cierta y efectiva (…)
De lo que se trata, entonces, es de otorgar una respuesta
efectiva a los civiles que, en principio, ven en peligro su vida y
su integridad física por causa de la acción de los grupos
armados, y que de no contar con la intervención pronta del
Estado corren el riesgo de perderla o de tener que abandonar
forzosamente su lugar de residencia, quedando condenados a
una penosa trashumancia que los expone a toda suerte de
riesgos y vejámenes”.

RATIO “En todos los casos en los que: (i.) exista una amenaza grave,
DECIDENDI específica, real y cierta en contra de la existencia de uno o más
individuos, bien porque desarrolla actividades que los exponen
a la acción directa de los alzados en armas (v.gr. tareas de
activismo político, humanitario o social), o porque habitan en
una región en la que se libran enfrentamientos entre el ejército

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y los subversivos , (ii.) dicha circunstancia se haya puesto en


oportuno conocimiento de las autoridades tal circunstancia,
relatando con suficiencia los hechos que motivan la demanda
de amparo de tal forma que la participación de la autoridad sea
posible, y (iii.) la intervención de los organismos estatales sea
el mecanismo adecuado para dispensar la protección de los
derechos vulnerados, bien a través de una decisión directa que
proteja los derechos amenazados, o mediante la adopción de
medidas que contando con la colaboración del propio afectado
contribuyan a conjurar la amenaza o violación presentadas. En
los casos en los que se verifiquen estos supuestos fácticos
mínimos, será un imperativo para los agentes estatales, y
subsidiariamente para el funcionario judicial que conoce de la
solicitud de amparo, brindar protección efectiva al derecho
amenazado tomando las medidas conducentes que el caso
amerite”15.

DECISUM La Corte Constitucional en sentencia T-981 de 2001 adopta


como decisión judicial la siguiente:

“Primero. - Revocar el fallo proferido por la Sala Penal del


Tribunal Superior de Antioquia de 8 de marzo de 2001,
mediante el cual se confirmó la sentencia de primera
instancia que negó el amparo solicitado por la actora.

Segundo. - Tutelar el derecho a la vida de la señora Ligia


Edilia Quiroz Bedoya. (…)”16

SENTENCIA T-719 de 2003

OBITER DICTA La Corte Constitucional se pronuncia sobre la acción de tutela


instaurada por una ciudadana que reclamaba la protección de
sus derechos constitucionales a la vida, a la igualdad y a la
protección integral de la familia. La actora invoca como
fundamento factico de su petición ser compañera permanente
sobreviviente de un individuo reinsertado a la vida civil después
de haber pertenecido a la guerrilla, las constantes amenazas
de muerte que recibía su familia por la condición de
desmovilizado que detentaba su pareja y ser víctima civil de la
violencia armada que afecta al país, por haber perdido a su
compañero permanente en un atentado mortal.
La Corte plantea como elemento axial de su providencia el
derecho constitucional a la seguridad personal, en cuanto a su

15
CORTE CONSTITUCIONAL. Sentencia T-981 de 2001. M.P: Manuel José Cepeda Espinosa. Página 11.
16
CORTE CONSTITUCIONAL. Sentencia T-981 de 2001. M.P: Manuel José Cepeda Espinosa.

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fundamento, su contenido, sus titulares, y las obligaciones


precisas que impone a las autoridades públicas. Ello, por
cuanto la patente plantea que existe una alta potencialidad de
riesgo contra su vida e integridad física, derivado de su
condición de compañera permanente sobreviviente de un
individuo desmovilizado de la guerrilla.
En primera medida la Corte Constitucional reconoce el carácter
variable del contenido del derecho a la seguridad personal, en
la medida en que aquel se determina de conformidad con los
distintos tipos de riesgos a los cuales se pueden ver expuestas
las personas dentro del medio en el cual realizan sus
actividades o desarrollan su existencia cotidiana. En este
sentido el tribunal constitucional observa que el sentido y el
alcance del derecho a la seguridad personal se deben
establecer en necesaria consideración al contexto social,
económico y político en el cual se desenvuelven los individuos
titulares del mismo, pues es dicho contexto el que configura los
distintos tipos de riesgos especiales a los que se ven sujetas
las personas en su vida diaria.
Recalca la Corte que el reconocimiento y protección del
derecho a la seguridad personal constituyen obligaciones
internacionales para el Estado colombiano, en la medida en
que existen instrumentos internacionales vinculantes para
Colombia que incluyen el derecho a la seguridad personal y
por consiguiente existen claros compromisos internacionales
para el Estado en materia del derecho a la seguridad personal.
Ahora bien, la corte hace especial énfasis en poner de presente
que la seguridad aparece bajo múltiples formas en el texto de
la Constitución. Aprecia la corporación constitucional que la
seguridad fue instituida en la Carta Política bajo tres
manifestaciones distintas: (a) como un valor y una finalidad del
Estado que permean la totalidad del texto constitucional, (b)
como un derecho colectivo, y (c) como un derecho individual,
derivado –entre otras- de las múltiples garantías previstas en
la Carta contra los riesgos extraordinarios a los que se pueden
ver sujetas los individuos.
La seguridad como derecho individual que faculta a las
personas para recibir protección adecuada por parte de las
autoridades, cuandoquiera que estén expuestas a riesgos
excepcionales que no tienen el deber jurídico de tolerar, por
rebasar éstos los niveles soportables de peligro que
necesariamente conlleva la vida en sociedad; en esa medida,
el derecho a la seguridad constituye una manifestación del
principio de igualdad ante las cargas públicas, materializa las
finalidades más básicas asignadas a las autoridades por el
Constituyente, garantiza la protección de los derechos

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fundamentales de los más vulnerables, discriminados y


perseguidos.
En este orden de ideas para la Corte es patente que la
seguridad personal, en el contexto colombiano, es un derecho
fundamental de los individuos. Con base en él, los individuos
pueden exigir, en determinadas condiciones, medidas
específicas de protección de parte de las autoridades, con el
objetivo de prevenir la materialización de cierto tipo de riesgos
extraordinarios contra su vida o integridad personal, que no
tienen el deber jurídico de soportar, y que las autoridades
pueden conjurar o mitigar.
En relación al alcance específico del deber de las autoridades
de proveer condiciones mínimas de seguridad a las personas,
para proteger su vida, su integridad y demás derechos, y para
precaver los riesgos expresamente proscritos por la
Constitución, la Corte afirma que ante la existencia de un
problema ostensible de seguridad que aqueje a una persona,
está tiene derecho a no verse expuestas a riesgos
extraordinarios para su persona y en esa medida es titular de
un derecho a ser protegidas que, en caso de desconocerse,
dará lugar a responsabilidad. Lo anterior encuentran
fundamento en el principio de igualdad ante las cargas públicas
–que impide obligar a una persona a soportar riesgos
desproporcionados -, así como en el deber elemental de las
autoridades de proteger la vida e integridad de los ciudadanos.
De lo expuesto la Corte Constitucional encuentra derivado que
la seguridad personal es “el derecho que tienen las personas a
recibir protección frente a ciertos tipos de riesgo para su vida e
integridad personal, el asunto central que se plantea es el de
determinar cuáles son los tipos de riesgo frente a los cuales se
protege tal derecho a la seguridad personal. La caracterización
de dichos riesgos es, a su turno, un paso crucial para
diferenciar el campo de aplicación del derecho a la seguridad
personal de las órbitas de otros dos derechos fundamentales
con los cuales está íntimamente relacionado, sin confundirse
con ellos: la vida y la integridad personal”17.
Finalmente la Corte advierte que existen sujetos de especial
protección constitucional y frente a ellos el deber de especial
protección que tienen las autoridades se acentúa en
situaciones de emergencia en las cuales sus derechos
fundamentales estén expuestos a un nivel significativo de
riesgo, y mucho más cuando ello es consecuencia del conflicto
armado.

17
CORTE CONSTITUCIONAL. Sentencia T-719 de 2003. M.P: Manuel José Cepeda Espinosa.

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RATIO “(…) La Sala considera necesario establecer una sencilla


DECIDENDI escala de riesgos, con base en la cual se puede delimitar
objetivamente en campo de aplicación del derecho a la
seguridad personal en nuestro ordenamiento. De acuerdo con
sus grados de intensidad y sus demás características - que son
correlativos a (i) los niveles de tolerabilidad jurídica del riesgo
por los ciudadanos en virtud del principio de igualdad ante las
cargas públicas, y (ii) los títulos jurídicos con base en los cuales
se puede invocar la intervención protectiva de las autoridades
-, se pueden establecer los siguientes cinco niveles de riesgo:

Nivel de riesgo mínimo. Ocupa este nivel quien vive en


condiciones tales que los riesgos a los que se enfrenta son
únicamente los de muerte y enfermedad naturales – es decir,
se trata de un nivel en el cual la persona sólo se ve amenazada
en su existencia e integridad por factores individuales y
biológicos. En realidad, nadie se ubica únicamente en este
nivel, porque todas las personas están insertas en un contexto
social determinado, sometiéndose por ende a los riesgos
propios del mismo.

Nivel de riesgo ordinario, soportado por igual por quienes viven


en sociedad. Se trata de los riesgos ordinarios, implícitos en la
vida social, a los que se hizo referencia al principio de este
acápite. A diferencia de los riesgos mínimos, que son de índole
individual y biológica, los riesgos ordinarios que deben tolerar
las personas por su pertenencia a una determinada sociedad
pueden provenir de factores externos a la persona –la acción
del Estado, la convivencia con otras personas, desastres
naturales -, o de la persona misma. El Estado, por la finalidad
que le es propia, debe adoptar medidas generales para
preservar a la sociedad de este tipo de riesgos; así, por
ejemplo, a través de la provisión de un servicio de policía
eficaz, de la eficiente prestación y vigilancia de los servicios
públicos esenciales, o de la construcción de obras de
infraestructura pública, se entiende que las autoridades han
provisto a la ciudadanía las condiciones elementales de
seguridad requeridas para la vida ordinaria. En otras palabras,
no hay título jurídico para que las personas invoquen medidas
de protección especial por parte de las autoridades frente a
riesgos de este nivel, que vayan más allá de las medidas
generales de protección que se señalan, puesto que el
principio de igualdad ante las cargas públicas hace que todas
las personas deban someterse en igualdad de condiciones a
esta categoría de riesgos.

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Nivel de riesgo extraordinario, que las personas no están


obligadas a soportar. Es este nivel el de los riesgos
extraordinarios, que las personas no están jurídicamente
obligadas a soportar, por lo cual tienen derecho a recibir
protección especial de las autoridades frente a ellos. Para
determinar si un riesgo tiene las características y el nivel de
intensidad suficiente como para catalogarse de extraordinario
y justificar así la invocación de un especial deber de protección
estatal, es indispensable prestar la debida atención a los
límites que existen entre este tipo de riesgo y los demás. Así,
el riesgo en cuestión no puede ser de una intensidad lo
suficientemente baja como para contarse entre los peligros o
contingencias ordinariamente soportados por las personas;
pero tampoco puede ser de una intensidad tan alta como para
constituir un riesgo extremo, es decir, una amenaza directa
contra los derechos a la vida e integridad personal de quien se
ve sometido a él. En esa medida, los funcionarios estatales
ante quienes se ponga de presente la existencia de
determinados riesgos deberán efectuar un importante ejercicio
de valoración de la situación concreta, para establecer si
dichos riesgos son extraordinarios. Para establecer si un riesgo
puesto en conocimiento de las autoridades tiene una
intensidad suficiente como para ser extraordinario, el
funcionario correspondiente debe analizar si confluyen en él
algunas de las siguientes características: (i) debe ser
específico e individualizable, es decir, no debe tratarse de un
riesgo genérico; (ii) debe ser concreto, es decir, estar basado
en acciones o hechos particulares y manifiestos, y no en
suposiciones abstractas; (iii) debe ser presente, esto es, no
remoto ni eventual; (iv) debe ser importante, es decir, que
amenace con lesionar bienes o intereses jurídicos valiosos
para el sujeto, por lo cual no puede tratarse de un riesgo
menor; (v) debe ser un riesgo serio, de materialización
probable por las circunstancias del caso, por lo cual no puede
ser improbable; (vi) debe tratarse de un riesgo claro y
discernible, no de una contingencia o peligro difuso; (vii) debe
ser un riesgo excepcional, en la medida en que no es uno que
deba ser soportado por la generalidad de los individuos; y (viii)
debe ser desproporcionado, frente a los beneficios que deriva
la persona de la situación por la cual se genera el riesgo. En la
medida en que varias de estas características concurran, la
autoridad competente deberá determinar si se trata de un
riesgo que el individuo no está obligado a tolerar, por superar
el nivel de los riesgos sociales ordinarios, y en consecuencia
será aplicable el derecho a la seguridad personal; entre mayor
sea el número de características confluyentes, mayor deberá
ser el nivel de protección dispensado por las autoridades a la

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seguridad personal del afectado. Pero si se verifica que están


presentes todas las citadas características, se habrá
franqueado el nivel de gravedad necesario para catalogar el
riesgo en cuestión como extremo, con lo cual se deberá dar
aplicación directa a los derechos a la vida e integridad
personal, como se explica más adelante. Contrario sensu,
cuandoquiera que dicho umbral no se franquee - por estar
presentes sólo algunas de dichas características, mas no
todas- el riesgo mantendrá su carácter extraordinario, y será
aplicable –e invocable - el derecho fundamental a la seguridad
personal, en tanto título jurídico para solicitar la intervención
protectiva de las autoridades.

Nivel de riesgo extremo que amenaza la vida o la integridad


personal. Este es el nivel de los riesgos que, por su intensidad,
entran bajo la órbita de protección directa de los derechos a la
vida e integridad personal. Cuando los riesgos puestos en
conocimiento de las autoridades reúnen todas las
características señaladas anteriormente –esto es, cuando son
específicos, individualizables, concretos, presentes,
importantes, serios, claros y discernibles, excepcionales y
desproporcionados, y además se llenan los siguientes
requisitos, los derechos a la vida y a la integridad personal
estarían amenazados. Estos requisitos adicionales son (i) que
el riesgo sea grave e inminente, y (ii) que esté dirigido contra
la vida o la integridad de la persona, con el propósito evidente
de violentar tales derechos. Cuando el riesgo tiene estas
características adicionales, su nivel se torna extremo, y serán
aplicables en forma inmediata los derechos fundamentales a la
vida y a la integridad, como títulos jurídicos para exigir la
intervención del Estado con miras a preservar al individuo.
Pero como ya se dijo, en la medida en que alguna de estas
características vaya disminuyendo de intensidad, o vaya
faltando, el riesgo dejará de ser extremo, sin perder su carácter
de extraordinario, por lo cual se ubicará bajo la órbita de
protección del derecho a la seguridad personal.

Riesgo consumado. Este es el nivel de las violaciones a los


derechos, no ya de los riesgos, a la vida e integridad personal:
la muerte, la tortura, el trato cruel, inhumano o degradante,
representan riesgos que ya se han concretado y materializado
en la persona del afectado. En tales circunstancias, lo que
procede no son medidas preventivas, sino de otro orden, en
especial sancionatorias y reparatorias.

Como consecuencia de lo anterior, se tiene que el derecho


fundamental a la seguridad personal opera para proteger a las

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personas de los riesgos que se ubican en el nivel de los riesgos


extraordinarios, que el individuo no tiene el deber jurídico de
soportar-, mientras que los derechos a la vida e integridad
personal se aplican para precaver riesgos que sean lo
suficientemente intensos como para catalogarse de extremos,
por reunir la totalidad de las características indicadas:
especificidad, carácter individualizable, concreción, presencia,
importancia, seriedad, claridad, discernibilidad,
excepcionalidad y desproporción, además de ser graves e
inminentes. En la medida en que una de estas variables vaya
perdiendo fuerza en el caso concreto, o esté ausente, el riesgo
pasará a la órbita de protección del derecho a la seguridad
personal”18.

“Existen ciertas categorías de personas que, por sus


condiciones mismas, están expuestas a riesgos de una
intensidad tal que es altamente factible que llenen todas o la
mayoría de las características arriba señaladas, por lo cual
deberán ser objeto de especial atención por las autoridades
competentes; tal es el caso, por ejemplo, de quienes se ven
expuestos a riesgos extraordinarios en virtud de (i) su cargo o
función (como un alto funcionario), (ii) el tipo de tareas o
actividades que desarrollan (como defensores de
derechos humanos, periodistas, líderes sindicales, docentes
o, como se vio en un caso decidido por el Consejo de Estado,
conductores de bus en zonas de conflicto armado), (iii) el lugar
geográfico en el que se encuentran o viven, (iv) su posición
política de disidencia, protesta o reivindicación (tal es el
caso de las minorías políticas y sociales), (v) su
colaboración con las autoridades policiales o judiciales para el
esclarecimiento de delitos, (vi) su distanciamiento o
separación de los grupos armados al margen de la ley
(como sucede con los “reinsertados” o “desmovilizados”),
(vii) su situación de indefensión extraordinaria (como ocurre
con las personas en condiciones de indigencia o los
desplazados por el conflicto interno), (viii) encontrarse bajo el
control físico de las autoridades (tal como sucede con quienes
se encuentran privados de su libertad o con los soldados que
prestan su servicio militar obligatorio), o (ix) ser niños, titulares
de derechos fundamentales prevalecientes y sujetos de un
especial grado de protección por su notoria situación de
indefensión”19. (Negrilla fuera de texto)

18
CORTE CONSTITUCIONAL. Sentencia T-719 de 2003. M.P: Manuel José Cepeda Espinosa. Página 61-64.
19
CORTE CONSTITUCIONAL. Sentencia T-719 de 2003. M.P: Manuel José Cepeda Espinosa. Página 66.

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“El deber de especial protección que tienen las autoridades


frente a estos sujetos se acentúa en situaciones de emergencia
en las cuales sus derechos fundamentales estén expuestos a
un nivel significativo de riesgo, y mucho más cuando ello es
consecuencia del conflicto armado”20.

DECISUM La Corte Constitucional en sentencia T-719 de 2003 adopta


como decisión judicial la siguiente:

“(…)
SEGUNDO. - REVOCAR la decisión de la Corte Suprema de
Justicia – Sala de Casación Civil del veinticinco (25) de febrero
de dos mil tres (2003), y en su lugar TUTELAR los derechos a
la seguridad personal y al mínimo vital de la peticionaria y su
hijo menor.

TERCERO. - ORDENAR a la Directora del Programa de


Reincorporación a la Sociedad Civil de Personas y Grupos
Alzados en Armas del Ministerio del Interior, Mónica Illidge
Umaña, que una vez se ubique a la peticionaria, según se
dispone en el numeral cuarto de esta providencia, lleve a cabo
las siguientes actuaciones:

(a) valorar, con base en un estudio detallado de la situación de


la peticionaria y su hijo, las características del riesgo que
posiblemente se cierne sobre ellos (en cuanto a su
especificidad, carácter individualizable, concreción, presencia,
importancia, seriedad, claridad, discernibilidad,
excepcionalidad y desproporción), así como su origen
específico; tal estudio deberá iniciarse a más tardar dentro de
las cuarenta y ocho (48) horas siguientes al momento en el cual
se logre ubicar a la peticionaria; y en caso de que arroje como
resultado la conclusión de que no existe un riesgo para la
actora, deberá informársele por escrito, expresándole las
razones de tal posición;

(b) en caso de detectarse la existencia de un riesgo


extraordinario, definir oportunamente, con la participación
activa de la peticionaria, las medidas y medios de protección
específicos, adecuados y suficientes para evitar que el riesgo
extraordinario identificado se materialice sobre su vida e
integridad, así como las de su hijo; tales medidas podrán
consistir en la reubicación de la peticionaria, o cualquier otra
que se considere adecuada (…)”21

20
CORTE CONSTITUCIONAL. Sentencia T-719 de 2003. M.P: Manuel José Cepeda Espinosa. Página 75.
21
CORTE CONSTITUCIONAL. Sentencia T-719 de 2003. M.P: Manuel José Cepeda Espinosa.

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SENTENCIA T-339 de 2010

OBITER DICTA En sede de revisión la Corte Constitucional examinó el caso de


un exintegrante de la Corriente de Renovación Socialista y
actual activista social como defensor de derechos humanos,
que impulsó acción de tutela con el objetivo de obtener la
protección de sus derechos fundamentales a la vida y a la
igualdad que habrían sido vulnerados como consecuencia de
la inoperancia del esquema de seguridad que le habría
asignado el Programa de Protección del Ministerio del Interior
y de Justicia. En esa medida el petente solicita que “se
fortalezca su esquema de seguridad asignándole un vehículo
que esté en buenas condiciones, dotando al equipo de
protección de avanteles y/o celulares y asumiendo “el
mantenimiento permanente del vehículo, incluido los seguros
SOAT y contra todo riesgo”.
En su providencia la Corte penetra en el estudio del contenido
y el alcance del derecho fundamental a la seguridad personal
para luego, poner de presente la diferencia que existe entre los
conceptos de amenaza y riesgo, de tal suerte que se haga
patente la escala de riesgos y amenazas que la Corte ha
venido aplicando en su jurisprudencia.
Sostiene la Corte que en la Constitución Política aparecen de
manera expresa ciertos mandatos que obligan a las
autoridades a proteger la seguridad personal de los
ciudadanos. Verbigracia, el artículo 2 superior dispone que las
autoridades colombianas están instituidas para brindar
protección a las personas, protegiendo su vida, honra, bienes,
creencias y demás derechos y libertades. En este mismo
sentido, en los artículos 11 y 12 de la Constitución se
consagran los derechos a la vida y a la integridad personal, que
tienen una relación inescindible con el derecho a la seguridad
personal.
De lo anterior se sigue, el reconocimiento que ha efectuado la
Corte del derecho fundamental a la seguridad personal,
indicando que aquel surge de una lectura sistemática de la
Constitución Política y se deriva del deber elemental, en
cabeza de las autoridades, de proteger la vida, la integridad y
la tranquilidad de las personas.
En la sentencia T-719 de 2003 se ligó la protección del derecho
a la seguridad personal a la existencia de riesgos de
determinada índole. En esa oportunidad la Corte manifestó que
existen cinco niveles de riesgo, a saber: i) mínimo, ii) ordinario,
iii) extraordinario, y iv) extremo. También se reconoció en
aquella ocasión que el derecho a la seguridad personal sólo se
puede invocar cuando su titular está sometido a un riesgo
extraordinario. Cuando se está en presencia de un riesgo

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extremo que amenace la vida o la integridad personal, el


individuo podrá exigir que las autoridades le brinden protección
especial en virtud de sus derechos a la vida y a la integridad
personal. Por el contrario, cuando la persona está sometida a
un riesgo ordinario, en virtud del principio de igualdad ante las
cargas públicas, esta deberá asumirlo y no podrá exigirle al
Estado medidas concretas de protección.
Lo ya manifestado por la Corte en sentencia T-719 de 2003 no
es óbice para que la corporación se permita precisar la
diferencia entre riesgo y amenaza, con el fin de determinar en
qué ámbito se hace necesario que el Estado dispense medidas
de protección especiales. En tal contexto, la corporación
advirtió que de acuerdo al diccionario de la Real Academia de
la Lengua, el riesgo es la “contingencia o proximidad de un
daño”, y la contingencia es la “posibilidad de que algo suceda
o no suceda” o “cosa que puede suceder o no suceder”. Por su
parte, la amenaza es la “acción de amenazar” y, a su vez,
amenazar significa “dar indicios de estar inminente algo malo
o desagradable”. En esta medida, define la Corte, al riesgo
como algo abstracto y que no produce consecuencias
concretas, mientras que la amenaza supone la existencia de
señales o manifestaciones que hagan suponer que algo malo
va a suceder. En otras palabras, la amenaza supone la
existencia de “signos objetivos que muestran la inminencia de
la agravación del daño”. Por este motivo, “cualquier amenaza
constituye un riesgo pero no cualquier riesgo es una amenaza”.
En este orden de ideas, la Corte dilucida que cuando la
jurisprudencia constitucional se venía refiriendo a los tipos de
riesgo que conducen a otorgar protección por parte del Estado
(riesgo extraordinario y riesgo extremo), se refiere con más
exactitud al concepto de amenaza pues no es suficiente con
que exista una contingencia de un posible daño sino que debe
haber alguna manifestación, alguna señal, que haga suponer
que la integridad de la persona corre peligro.
“De esta manera, no se debe hablar únicamente de escala de
riesgos sino de escala de riesgos y amenazas pues los dos
primeros niveles de la escala se refieren al concepto de riesgo
en la medida en la que, en estos niveles, existe una posibilidad
abstracta y aleatoria de que el daño se produzca. En cambio,
en los dos últimos niveles de la escala, ya no existe un riesgo
únicamente sino que existe una amenaza en la medida en la
que existen hechos reales que, por su sola existencia, implican
la alteración del uso pacífico del derecho atacado y hacen
suponer que la integridad de la persona corre peligro.
En este mismo sentido, para la Sala resulta claro que, desde
un punto de vista terminológico, es impreciso hablar de riesgo
consumado, pues una vez consumado un daño, no puede

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hablarse de riesgo. Por este motivo, la Sala reemplazara dicha


expresión por daño consumado”.22

RATIO “La escala de riesgos y amenazas, aplicable a los casos en los


DECIDENDI que se solicita protección especial por parte del Estado, es la
siguiente:
1) Nivel de riesgo: existe una posibilidad abstracta y aleatoria
de que el daño a la vida o a la integridad personal se produzca.
Este nivel se divide en dos categorías: a) riesgo mínimo:
categoría hipotética en la que la persona sólo se ve
amenazada por la muerte y la enfermedad naturales y; b)
riesgo ordinario: se refiere a aquel riesgo que proviene tanto
de factores internos como externos a la persona y que se
deriva de la convivencia en sociedad. En este nivel de la
escala, los ciudadanos deben soportar los riesgos que son
inherentes a la existencia humana y a la vida en sociedad.
Cuando una persona pertenece a este nivel, no está facultada
para exigir del Estado medidas de protección especial, pues su
derecho a la seguridad personal no está siendo afectado, en la
medida en la que el riesgo de daño no es una lesión pero sí,
en el mejor de los casos, un riesgo de lesión.

2) Nivel de amenaza: existen hechos reales que, de por sí,


implican la alteración del uso pacífico del derecho a la
tranquilidad y que hacen suponer que la integridad o la libertad
de la persona corren verdadero peligro. En efecto, la amenaza
de daño conlleva el inicio de la alteración y la merma del goce
pacífico de los derechos fundamentales, debido al miedo
razonable que produce visualizar el inicio de la destrucción
definitiva del derecho. Por eso, a partir de este nivel, el riesgo
se convierte en amenaza. Dependiendo de su intensidad, este
nivel se divide en dos categorías:
a) Amenaza ordinaria: Para saber cuándo se está en presencia
de esta categoría, el funcionario debe hacer un ejercicio de
valoración de la situación concreta y determinar si ésta
presenta las siguientes características:
i. existencia de un peligro específico e individualizable. Es
decir, preciso, determinado y sin vaguedades;
ii. existencia de un peligro cierto, esto es, con elementos
objetivos que permitan inferir que existe una probabilidad
razonable de que el inicio de la lesión del derecho se convierta
en destrucción definitiva del mismo. De allí que no pueda
tratarse de un peligro remoto o eventual.;

22
CORTE CONSTITUCIONAL. Sentencia T-339 de 2010. M.P. Juan Carlos Henao Pérez.

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iii. tiene que ser importante, es decir que debe amenazar


bienes o intereses jurídicos valiosos para el sujeto como, por
ejemplo, el derecho a la libertad;
iv. tiene que ser excepcional, pues no debe ser un riesgo que
deba ser tolerado por la generalidad de las personas y.
finalmente,
v. deber ser desproporcionado frente a los beneficios que
deriva la persona de la situación por la cual se genera el riesgo.

Cuando concurran todas estas características, el sujeto podrá


invocar su derecho fundamental a la seguridad personal para
recibir protección por parte del Estado, pues en este nivel, se
presenta el inicio de la lesión del derecho fundamental y, en
esta medida, se presenta un perjuicio cierto que, además,
puede o no agravarse. Por estos motivos, la persona tiene
derecho a que el Estado intervenga para hacer cesar las
causas de la alteración del goce pacífico del derecho o, al
menos, para evitar que el inicio de la lesión se vuelva violación
definitiva del derecho.

b) Amenaza extrema: una persona se encuentra en este nivel


cuando está sometida a una amenaza que cumple con todas
las características señaladas anteriormente y además, el
derecho que está en peligro es el de la vida o la integridad
personal. De allí que, en este nivel, el individuo pueda exigir la
protección directa de sus derechos a la vida y a la integridad
personal y, en consecuencia, no tendrá que invocar el derecho
a la seguridad como título jurídico para exigir protección por
parte de las autoridades.
Por lo tanto, en el nivel de amenaza extrema, no sólo el
derecho a la seguridad personal está siendo violado sino que,
además, también se presenta la amenaza cierta que muestra
la inminencia del inicio de la lesión consumada de los derechos
fundamentales a la vida y a la integridad personal. De allí que,
cuando la persona esté en este nivel, tiene el derecho a que el
Estado le brinde protección especializada.

3) Daño consumado: se presenta cuando ya hay una


lesión definitiva del derecho a la vida o a la integridad personal.
En el evento de presentarse lo segundo, dicha lesión a la
integridad personal también genera la protección especial no
sólo frente a la integridad personal sino también frente a la
vida.”23

23
Ibidem, página 21.

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lOMoARcPSD|19272110

“(…) para determinar cuándo una persona tiene derecho a


recibir protección especial por parte del Estado, se debe
recurrir a la escala de riesgos y amenazas. Según esta escala,
cuando la persona está sometida a un nivel de riesgo, no se
presenta violación alguna del derecho a la seguridad personal
pues los riesgos, que se derivan de la existencia humana y de
la vida en sociedad, deben ser soportados por todas las
personas. Por el contrario, cuando la persona está sometida a
una amenaza, se presenta la alteración del uso pacífico del
derecho a la seguridad personal, en el nivel de amenaza
ordinaria, y de los derechos a la vida y a la integridad personal,
en el nivel de amenaza extrema. De allí que, la persona tenga
el derecho de exigirle al Estado que le ofrezca medidas
especiales de protección, como ocurre, según se ha anotado,
cuando ya se lesionó el derecho a la integridad personal.”24

“(…) para exigir la protección del derecho a la seguridad


personal, el actor debe probar, al menos sumariamente, los
hechos que demuestran o permiten deducir que se encuentra
expuesto a una amenaza. En esta medida, debe acreditar: a)
la naturaleza e intensidad de la amenaza respecto de la cual
se pide protección y; b) que se encuentra en una situación de
vulnerabilidad o especial exposición a la materialización del
inicio del daño consumado.
10. Respecto a este último punto, se hace necesario advertir
que este derecho adquiere especial importancia en el caso de
ciertos sujetos que, dada su condición o su contexto, deben
recibir especial protección constitucional en la medida en que
están expuestas a amenazas de una intensidad tal que es
altamente factible que éstas se materialicen. Dentro de estos
sujetos se encuentran los reinsertados, pues se trata de un
grupo de personas que está en una situación de especial
vulnerabilidad debido su posición en el conflicto interno y en el
contexto político. También pueden hacer parte de estos sujetos
los defensores de derechos humanos, pues el Estado tiene
frente a ellos un deber de especial protección debido al clima
generalizado de intolerancia y violencia al que son sometidos
por dedicarse a la promoción de las garantías y derechos
básicos del ser humano.”25

DECISUM La Corte Constitucional en sentencia T-339 de 2010 adopta


como decisión judicial la siguiente:

24
Ibidem, página 22.
25
Ibidem, página 23.

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“Primero. - REVOCAR la sentencia proferida el día 15 de


septiembre de 2009 por el Tribunal Administrativo de
Santander que negó el amparo de los derechos fundamentales
invocados por el peticionario. En su lugar, TUTELAR el
derecho a la seguridad personal del actor.
Segundo. - ORDENAR al Ministerio del Interior y de Justicia
que, en el término de cuarenta y ocho (48) horas contadas a
partir de la notificación de esta sentencia, equipe a los dos
escoltas que protegen al peticionario de avanteles y ponga a
su disposición un automóvil que le permita desplazarse con
seguridad. Dicho automóvil deberá encontrarse en buenas
condiciones mecánicas y los costos de su mantenimiento,
incluyendo el seguro obligatorio, deberán ser sufragados por el
Ministerio del Interior y de Justicia. Estas medidas deberán
tomarse hasta que el Comité de Reglamentación y Evaluación
de Riesgos correspondiente, determine si el actor debe estar o
no cobijado y en qué nivel -en caso afirmativo- por el Programa
de Protección de Derechos Humanos del Ministerio del Interior
y de Justicia, regulado por el Decreto 2816 de 2006”.26

SENTENCIA T-078 de 2013

OBITER DICTA En sentencia T-078 de 2013, la Corte Constitucional conoció el


caso de un líder indígena27 que promovió acción de tutela
buscando proteger sus derechos fundamentales a la vida y a
la seguridad personal, en la medida en que la Unidad Nacional
de Protección decidió finalizar las medidas de seguridad de las
cuales era beneficiario el petente, soslayando las medidas
cautelares decretadas por la CIDH en su favor.
A efectos de pronunciarse sobre el caso sometido a revisión,
la Corte Constitucional aborda el estudio de la jurisprudencia
constitucional que se ha sentado en tono al derecho
fundamental a la seguridad personal.
Reitera la Corte que en múltiples pronunciamientos del tribunal
constitucional se ha precisado que la seguridad tiene una triple
connotación jurídica, en tanto se constituye en valor
constitucional, derecho colectivo y derecho fundamental.
De igual manera, la Corte en su providencia judicial especifica
que “el derecho a la seguridad no aparece expresamente
nominado como fundamental en la Constitución, sino que ese
26
CORTE CONSTITUCIONAL. Sentencia T-339 de 2010. M.P. Juan Carlos Henao Pérez.
27
Se trata de un líder indígena que detenta la calidad de gobernador de la comunidad indígena Chenche
Buenavista, ubicada geográficamente en el municipio de Coyaima, Tolima, Presidente de las Autoridades
Tradicionales Indígenas de Colombia y beneficiario de medidas cautelares de la Comisión Interamericana de
Derechos Humanos (CIDH), otorgadas a los indígenas del pueblo Pijao. Aunado a lo anterior goza de una
amplia trayectoria en la defensa y promoción de los derechos humanos.

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estatus deriva de una interpretación sistemática de la Carta


Fundamental (preámbulo, arts. 2, 12, 17, 18, 28, 34, 44, 46 y
73 C.P.), y de diversos instrumentos internacionales que hacen
parte del ordenamiento jurídico interno, en virtud del bloque de
constitucionalidad (arts. 93 y 94 C.P), como son: (i) la
Convención Americana sobre Derechos Humanos (art. 7°,
Nral. 1°), incorporada a la legislación colombiana mediante Ley
16 de 1972; y (ii) el Pacto Internacional de Derechos Civiles y
Políticos (art. 9°, Nral. 1°), aprobada mediante Ley 74 de 1968.
Así mismo, la Declaración Americana de los Derechos y
Deberes del Hombre (art. 1°) y la Declaración Universal de los
Derechos Humanos de 1948, aceptada como costumbre
internacional a partir de la promulgación de Teherán el 13 de
marzo de 1968, aluden al derecho a la seguridad (art. 3°)”.
Aduce la Corte que el derecho a la seguridad personal, sólo se
puede invocar cuando su titular está sometido a un riesgo
extraordinario, mientras que cuando se presenta un riesgo
extremo que amenace la vida o la integridad personal, la
persona podrá exigir que las autoridades le brinden protección
especial.
En el citado caso, la Corte pone de presente la situación de los
pueblos indígenas en el contexto del conflicto armado interno
colombiano, tiene un clima de violencia que la hace difícil. Por
ello, sobre el Estado recaen deberes positivos y negativos para
garantizar su supervivencia, pues es sobre ellos que se edifica
la verdadera identidad de una nación. De esta manera, las
políticas de seguridad deben trascender del plano formal, para
ubicarse en un contexto en el que la efectividad de sus
derechos fundamentales, no solo individualmente, sino
también como pueblo, debe ser la principal premisa
Finalmente la Corte concluye que el demandante es un sujeto
de especial protección constitucional dada su condición de
indígena, líder de la comunidad Chenche Buenavista de
Coyaima y dirigente de la Asociación de Autoridades
Tradicionales Indígenas en Colombia, lo cual impone la
necesidad de establecer medidas optimas de protección para
salvaguardar la vida e integridad del líder indígena.

RATIO “La Corte Constitucional también ha precisado que la solicitud


DECIDENDI de protección del derecho a la seguridad personal exige al
peticionario probar, al menos de manera sumaria, los hechos
que demuestran o permiten deducir que se encuentra expuesto
a una amenaza. Es por ello, que debe acreditar la naturaleza e
intensidad de la amenaza respecto de la cual se pide
protección; y que se encuentra en una situación de
vulnerabilidad o especial exposición a la materialización del
inicio del daño consumado. Esto conlleva por parte de las

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autoridades competentes, a identificar el tipo de amenaza que


se cierne sobre la persona y definir de manera oportuna las
medidas y medios de protección específicos, adecuados y
suficientes para evitar la consumación de un daño,
especialmente cuando se trata de personas que por su
actividad misma están expuestas a un nivel de amenaza
mayor, como sería el caso de los defensores de derechos
humanos, altos funcionarios, periodistas, líderes sindicales,
docentes en zona de conflicto, minorías políticas o sociales,
reinsertados, personas en condiciones de indigencia,
desplazados por el conflicto armado, personas privadas de la
libertad, soldados que prestan servicio militar obligatorio, niños
y niñas y sujetos de un especial grado de protección por su
notoria situación de indefensión.”28 (Negrilla fuera de texto)

“Para la Corte fue poco afortunada la decisión adoptada por la


Unidad Nacional de Protección, adscrita al Ministerio del
Interior, que si bien tuvo en consideración diferentes variables
al momento de revalorar la situación de seguridad de
demandante, específicamente, se apoyó en los informes de
diferentes instituciones que no dieron cuenta de la existencia,
supuestamente, de factores objetivos y subjetivos que
pudieran comprometer su derecho a la seguridad personal, lo
único cierto es que no pueden ser considerados como
determinantes para concluir que sobre el accionante no se
cierne una amenaza extraordinaria, pues a las claras, existían
otros factores o elementos que fueron pasados por alto como
(i) la vulnerabilidad a la que está expuesto el pueblo Pijao, en
el contexto del conflicto armado interno; (ii) la situación de
seguridad de su hijo; (iii) la condición de activista indígena (que
no ha sido rebatida por la entidad accionada); y (iv) las medidas
cautelares dispensadas por la CIDH, desde el año 2003.”29

DECISUM La Corte Constitucional en sentencia T-078 de 2013 adopta


como decisión judicial la siguiente:

“PRIMERO. - REVOCAR la sentencia emanada del Tribunal


Superior del Distrito Judicial de Bogotá, Sala Civil, el 18 de
julio de 2012, que negó el amparo constitucional impetrado
por el señor Yecid Briñez Poloche contra la Unidad Nacional
de Protección, adscrita al Ministerio del Interior, con
vinculación oficiosa del Comité de Evaluación y Riesgo y
Recomendación de Medidas (CERREM). En su lugar,

28
CORTE CONSTITUCIONAL. Sentencia T-078 de 2013. M.P. Gabriel Eduardo Mendoza Martelo. Página 17.
29
CORTE CONSTITUCIONAL. Sentencia T-078 de 2013. M.P. Gabriel Eduardo Mendoza Martelo. Página 20.

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TUTELAR los derechos fundamentales a la vida y a la


seguridad personal.

SEGUNDO. - ORDENAR a la Unidad Nacional de Protección,


adscrita al Ministerio del Interior, que dentro de las cuarenta y
ocho (48) horas siguientes a la notificación de esta
providencia, disponga de manera ininterrumpida la
continuidad de las medidas de protección otorgadas al señor
Yecid Briñez Poloche, el 29 de agosto de 2007, en el marco
de las medidas cautelares que fueron concedidas por la
Comisión Interamericana de Derechos Humanos, el 2 de
octubre de 2003, amparo que de ser necesario, deberá
extenderse a su núcleo familiar. Lo anterior, hasta cuando
subsistan los factores que dieron lugar a su otorgamiento,
incluidos los señalados en esta providencia.”30

SENTENCIA T-924 de 2014

OBITER DICTA La Corte Constitucional asume el estudio de la acción de tutela


que impulsó un líder indígena con el propósito inequívoco de
solicitar el amparo de sus derechos a la vida y seguridad
personal. Encuentra el petente que sus derechos a la vida y
seguridad personal se ven conculcados por las deficientes
medidas de seguridad que le fueron asignadas por la Unidad
Nacional de Protección (en adelante UNP), las cuales
contrastan con las persistentes amenazas de atentar contra la
vida del actor.
Frente a la situación fáctica en comento la Corte reitera que el
deber de protección de la vida se instituyó, como mandato
superior, de obligatorio cumplimiento para todas las
autoridades del Estado, lo cual implica la realización de
actividades tendientes a lograr las condiciones para la
pervivencia y el desarrollo efectivo de la vida de los ciudadano.
Reafirmando lo advertido por la corporación en pretéritos
fallos, la Corte indica que “la vida constituye la base para el
ejercicio de los demás derechos. Es decir, la vida misma es el
presupuesto indispensable para que haya titularidad de
derechos y obligaciones. La primacía e inviolabilidad de la vida
le otorga a ésta una especial protección constitucional; su
desarrollo en la Carta de 1991, como principio, como valor y
como derecho, refleja la importancia que se le atribuye dentro
del ordenamiento jurídico”. (Sentencia T-1026 de 2002. M.P.
Rodrigo Escobar Gil)

30
CORTE CONSTITUCIONAL. Sentencia T-078 de 2013. M.P. Gabriel Eduardo Mendoza Martelo.

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En esa medida, para el tribunal constitucional surge imperativo


que el Estado responda “a las demandas de atención de
manera cierta y efectiva” cuando se tenga conocimiento de
amenazas “sobre la existencia y tranquilidad de individuos o
grupos que habitan zonas de confrontación o que desarrollan
actividades de riesgo en los términos del conflicto”, por lo cual
es inexcusable que el Estado pretenda cumplir con sus
deberes limitándose a señalar su imposibilidad para prestar la
ayuda requerida. (Sentencia T-981 de 2001. M.P. Manuel José
Cepeda Espinosa)
Ahora bien, señala la Corte que tratándose de medidas
encaminadas a dar protección, las autoridades públicas gozan
de autonomía para tomar las decisiones necesarias, siempre y
cuando constituyan soluciones reales y efectivas. Sin
embargo, las autoridades competentes encargadas de valorar
los hechos con fundamento en los cuales se solicita el amparo,
conforme a los establecido por la jurisprudencia constitucional,
deben ponderar racionalmente los factores objetivos y
subjetivos, con el fin de determinar las circunstancias y
establecer si hay lugar a la protección especial. Adoptar
medidas de protección para garantizar la efectividad de los
derechos fundamentales a la vida e integridad personal de una
persona que se encuentra amenazada, responde a la
concepción de seguridad como valor constitucional, que
constituye una garantía que debe ser preservada por el Estado.
Finalmente aduce la Corte que cuando se determine el riesgo
al que está sometida una persona con ocasión a una amenaza,
el Estado tiene la obligación de definir de manera oportuna las
medidas y medios de protección específicos, adecuados y
suficientes para evitar la consumación de un daño,
especialmente cuando se trata de personas que por su
actividad están expuestas a un nivel de amenaza mayor. Como
sería el caso “de los defensores de derechos humanos, altos
funcionarios, periodistas, líderes sindicales, docentes en zona
de conflicto, minorías políticas o sociales, reinsertados,
personas en condiciones de indigencia, desplazados por el
conflicto armado, personas privadas de la libertad, soldados
que prestan servicio militar obligatorio, niños y niñas y sujetos
de un especial grado de protección por su notoria situación de
indefensión”. (Sentencia T-078 de 2013)

RATIO “En el caso de líderes, lideresas, autoridades y


DECIDENDI representantes, por la función que cumplen dentro de una
sociedad, se encuentran en esa categoría de una amenaza
mayor, pues al ser de alguna manera directa o indirectamente,
la cara visible de una comunidad u organización, pueden ver
afectada su integridad y seguridad personal. Por ende tales

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sujetos gozan de una presunción de riesgo, que sólo


podría ser desvirtuada por las autoridades luego de los
estudios técnicos de seguridad.
16. Dicha presunción, una vez activada, genera en cabeza de
la autoridad competente la obligación de adoptar medidas de
protección, que en todo caso deben ser eficaces, oportunas,
idóneas y tanto fáctica como temporalmente adecuadas para
la protección de la vida, la seguridad y la integridad del
solicitante y de su familia.”31 (Negrilla fuera de texto)

“Las autoridades encargadas del estudio y de implementar las


medidas de seguridad deberán tener en cuenta las condiciones
específicas del afectado, adoptando medidas de enfoque
diferencial cuando se trate de i) líderes sindicales; ii) líderes
campesinos y comunitarios; ii) líderes indígenas y
afrodescendientes; iv) operadoras y operadores de justicia; v)
mujeres defensoras de derechos humano; vi) las defensoras y
los defensores del derecho al medio ambiente sano; y vii) las y
los defensores de las personas LGTBI (Lesbianas, Gays,
Trans, Bisexuales e Intersexuales). Ello, por la calidad de
sujetos de especial protección constitucional que tienen.”32

DECISUM La Corte Constitucional en sentencia T-924 de 2014 adopta


como decisión judicial la siguiente:

“Segundo. - REVOCAR la sentencia proferida en única


instancia por el Tribunal Administrativo de Cundinamarca,
Sección Segunda, Subsección C el 10 de abril de 2014, en la
cual se negó la acción de tutela solicitada por Javier Rojas
Uriana. En su lugar, TUTELAR los derechos fundamentales a
la vida y a seguridad personal de Javier Rojas Uriana.

Tercero. - ORDENAR a la Unidad Nacional de Protección y a


la Secretaría Técnica del Comité de Evaluación de Riesgo y
Recomendación de Medidas, por conducto de sus
representantes legales o quienes hagan sus veces, que si aún
no lo ha efectuado, en el término de cinco (5) días hábiles
contados a partir de la notificación de la presente sentencia
valore nuevamente las medidas de seguridad propias del caso
de Javier Rojas Uriana, teniendo en cuenta i) un enfoque
diferencial en el estudio y en la implementación de las medidas
de seguridad, y ii) que éste ha manifestado que quiere
continuar sus labores dentro su territorio.

31
CORTE CONSTITUCIONAL. Sentencia T-924 de 2014. M.P. Gloria Stella Ortiz Delgado. Página 13.
32
CORTE CONSTITUCIONAL. Sentencia T-924 de 2014. M.P. Gloria Stella Ortiz Delgado. Página 16.

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Cuarto. - INSTAR a la Unidad Nacional de Protección y a la


Secretaría Técnica del Comité de Evaluación de Riesgo y
Recomendación de Medidas, por conducto de sus
representantes legales o quienes hagan sus veces, en cuanto
al ámbito de su competencia les corresponda, realicen los
estudios y medidas de seguridad de lideresas, líderes y
representantes de comunidades indígenas teniendo en cuenta
un enfoque diferencial”33.

SENTENCIA T-473 de 2018


La corte Constitucional estudia y resuelve el caso de un líder
OBITER DICTA social en el municipio de Tierralta – Córdoba que afirma haber
recibido constantes amenazas contra su vida y la de su familia.
La acción de tutela impetrada por el petente encuentra
fundamento en la circunstancia de peligro en la que se
encuentra su derecho fundamental a la vida y a la integridad
personal, con ocasión de la decisión de la Unidad Nacional de
Protección (en adelante UNP) de finalizar las medidas de
protección que previamente le habían sido asignadas.
La Corte en su providencia analiza los siguientes temas: (i) el
derecho a la seguridad de las personas cuando se encuentra
en riesgo la vida; y (ii) el deber de protección del Estado con
relación a la vida y a la seguridad personal de líderes sociales.
En procura de realizar un profundo análisis sobre los puntos
anteriormente indicados la Corte reitera que la Carta Política
trae consigo consagración expresa de la vida como un valor
esencial que debe ser defendido y protegido por las
autoridades públicas. Es así, que la órbita del derecho
fundamental a la vida se divide en dos esferas de obligatorio
cumplimiento para el Estado; en primer lugar, el deber de
respetarla y, en segunda medida, la obligación de protegerla.
Esta situación conlleva a que las autoridades públicas estén
doblemente obligadas, a no vulnerar el derecho a la vida y a
evitar que terceros lo afecten. (Sentencia T-102 de 1993, M.P.
Carlos Gaviria Díaz)
Aunado a lo anterior, la Corte reproduce lo ya manifestado en
oportunidad antecedente por el tribunal constitucional en el
sentido de que, el Estado debe responder “a las demandas de
atención de manera cierta y efectiva” cuando se tenga
conocimiento de amenazas “sobre la existencia y tranquilidad
de individuos o grupos que habitan zonas de confrontación o
que desarrollan actividades de riesgo en los términos del
conflicto”, por lo cual no es posible que el Estado pretenda
incumplir sus deberes, minimizando la realidad que afecta a

33
CORTE CONSTITUCIONAL. Sentencia T-924 de 2014. M.P. Gloria Stella Ortiz Delgado.

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ciertos grupos vulnerables y que requieren de especial


protección por parte de las autoridades.
Lo anterior es razón suficiente para que se establezcan
criterios de apreciación de los hechos que demandan la
intervención del Estado, con base en los cuales se habilita a
los individuos para solicitar medidas de protección, cuyo
otorgamiento debe responder a factores objetivos y subjetivos,
pues son estos los que permiten decidir si hay lugar a
protección especial.
La corte concluye que la jurisprudencia constitucional se
muestra enfática en advertir que el requerimiento de medidas
de protección con la finalidad de garantizar la seguridad
personal, en los casos en que el sujeto se encuentre en riesgo
extremo o extraordinario debe ser estudiado y resuelto
integralmente por las autoridades encargadas. Es así como
surge para el Estado la obligación de definir los mecanismos
de protección específicos y necesarios para evitar la
consumación de un daño, especialmente cuando se trata de
personas que por su actividad están expuestas a un nivel de
amenaza mayor. Es el caso de los líderes sociales, quienes
por la función que cumplen y por su especial papel dentro del
proceso de transición política que atraviesa el país, “se
encuentran en esa categoría de una amenaza mayor, pues al
ser de alguna manera directa o indirectamente, la cara visible
de una comunidad u organización, pueden ver afectada su
integridad y seguridad personal. Por ende tales sujetos gozan
de una presunción de riesgo, que sólo podría ser desvirtuada
por las autoridades luego de los estudios técnicos de
seguridad”. (Sentencia T-924 de 2014. M.P. Gloria Stella Ortiz
Delgado)
La Corte refiriéndose a la imperante situación de vulnerabilidad
de líderes sociales pone de presente que “según cifras de la
Defensoría del pueblo, en la actualidad se han reportado 282
asesinatos de líderes sociales en todo el territorio nacional,
muchos de los cuales, solicitaron a la UNP medidas de
seguridad para evitar la ocurrencia de un daño mayor, sin que
obtuvieran una respuesta satisfactoria. (…) Por ello el
Ministerio Público recuerda que la jurisprudencia nacional ha
indicado que la sola existencia de posibilidades razonables de
impedir la materialización de un riesgo previamente conocido
por parte de entidades del Estado genera responsabilidad por
omisión”.
Resalta la Corte que el incremento de los ataques contra
líderes sociales ha sido analizado por la Defensoría del Pueblo,
la Procuraduría General de la Nación y la Organización de
Naciones Unidas, entidades que han hecho un llamado de

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atención al Gobierno Nacional para que adopte las medidas


necesarias para proteger la vida de los líderes sociales.

RATIO “Los líderes que demuestren que se encuentran en riesgo y


DECIDENDI que soliciten medidas de protección para salvaguardar sus
derechos a la vida, la seguridad personal y libertad, deben
recibir una atención especial y una pronta respuesta por parte
del Estado con la finalidad de evitar que se consume el daño.
Por esta razón, las entidades encargadas están obligadas a
tomar en consideración, como un factor de la mayor
pertinencia, la condición de sujeto de especial protección
constitucional que ostenta el afectado”34.

“la Sala considera que la decisión de desmontar gradualmente


las medidas de protección al actor, no se compadece con la
situación actual de riesgo que viven los líderes sociales y
defensores de derechos humanos en el país y que esta
determinación le afecta directamente su derecho a la vida, la
integridad y la libertad de locomoción, toda vez que el estudio
de seguridad no tuvo en cuenta el incremento de las amenazas
y ataques que ha sufrido este grupo poblacional, tal como lo ha
denunciado la Defensoría del Pueblo y otras entidades
públicas y privadas.
(…)
Bajo tales condiciones, la Sala considera que la Unidad
Nacional de Protección no podía retirar las medidas de
protección desconociendo la realidad que se está presentando
en todo el territorio nacional, la cual constituye un grave riesgo
respecto a la vulneración de los derechos fundamentales a la
vida y a la integridad personal de líderes sociales, como el
demandante”35.

DECISUM La Corte Constitucional en sentencia T-473 de 2018 adopta


como decisión judicial la siguiente:

“Primero. - REVOCAR la sentencia proferida por el Consejo


Superior de la Judicatura, Sala Jurisdiccional Disciplinaria, el
1° de noviembre de 2017, que confirmó el fallo emitido por el
Consejo Seccional de la Judicatura de Córdoba, el 12 de
septiembre de esa misma anualidad, que declaró la
improcedencia de la acción de tutela por no cumplir con el
requisito de subsidiariedad. En su lugar, TUTELAR los
derechos fundamentales a la vida y la integridad personal del

34
CORTE CONSTITUCIONAL. Sentencia T-473 de 2018. M.P: Alberto Rojas Ríos. Página 16.
35
CORTE CONSTITUCIONAL. Sentencia T-473 de 2018. M.P: Alberto Rojas Ríos. Página 26.

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accionante, de conformidad con las razones expuestas en la


parte motiva de la presente sentencia.

Segundo. - DEJAR SIN EFECTOS las Resoluciones 7675 de


2016 y 4606 de 2017, proferidas por la UNP en las cuales se
ordenó retirar de forma progresiva el esquema de seguridad
asignado al ciudadano José Luis Ruiz.

Tercero. - ORDENAR a la Unidad Nacional de Protección y la


Secretaría Técnica del Comité de Evaluación de Riesgo y
Recomendación de Medidas, que en el término máximo de
cinco (5) días hábiles, contados a partir de la notificación de
la presente sentencia, restablezca las medidas de seguridad
asignadas al accionante. (…)”36

8. ANÁLISIS Y EXPLICACIÓN DE LA LÍNEA JURISPRUDENCIAL.


En el contexto colombiano existe un importante grupo de personas que han
orientado su vida en torno a la defensa y promoción de la plena vigencia de los
derechos humanos, así como de la paz y el fin del conflicto armado en Colombia.
Esas personas, que con valentía se autoproclaman como líderes sociales y
defensores de derechos humanos, han sido reconocidos como un pilar transversal
en el proceso de democratización de Colombia, pues a través de sus actividades de
defensa, denuncia y promoción contribuyen a la plena observancia y materialización
de los derechos humanos y la justicia social.
Sin embargo, es un hecho notorio y cierto que recientemente existe una acción
criminal encaminada al exterminio de líderes sociales y defensores de derechos
humanos en Colombia. Las constantes amenazas y asesinatos en contra de líderes
sociales y personas defensoras de derechos humanos han incrementado sostenida
y considerablemente, pues la violencia contra el desarrollo de sus actividades no
cesa. La tendencia en el aumento de la violencia contra estos grupos poblacionales
pone el foco del debate en la imperiosa necesidad de proteger su vida, integridad y
seguridad personal. Es por lo anterior que resulta ampliamente pertinente conocer,
estudiar y analizar la posición que con el pasar del tiempo ha asumido la
jurisprudencia constitucional en relación con tan delicado e importante problema
jurídico, razón por la cual es génesis del presente trabajo de investigación,
puntualizar sí, de conformidad con la jurisprudencia de la Corte Constitucional, en
cabeza del Estado colombiano radican especiales obligaciones jurídicas de garantía
y protección a la vida de los líderes sociales y defensores de derechos humanos.
La línea jurisprudencial reconstruida sobre el problema jurídico propuesto revela
que la Corte Constitucional, si bien es cierto desde el año 1992 reconoce la

36
CORTE CONSTITUCIONAL. Sentencia T-473 de 2018. M.P: Alberto Rojas Ríos.

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protección especial que el Estado debe brindar a la vida e integridad de militantes


de grupos, movimientos y partidos políticos minoritarios, así como de víctimas del
conflicto armado interno, es desde el año 1998 que la Corte ha tenido una posición
constante de protección especial a la vida, particularmente, de defensores de
derechos humanos y líderes sociales.
Desde sus inicios, dado el contexto de violencia armada que impera en el país, la
Corte Constitucional se ha visto en la obligación de sentenciar acciones de tutela en
las que diferentes personas solicitan protección frente a amenazas y riegos que
eventualmente comportan el menoscabo de sus derechos a la vida y a la integridad
personal. Lo anterior, ha permitido un permanente desarrollo y evolución de la
jurisprudencia constitucional hasta el punto de instaurar en el ordenamiento jurídico
colombiano el derecho autónomo y fundamental a la seguridad personal, entendido
este como la facultad de exigir “medidas específicas de protección de parte de las
autoridades, con el objetivo de prevenir la materialización de cierto tipo de riesgos
extraordinarios contra su vida o integridad personal, que no tienen el deber jurídico
de soportar, y que las autoridades pueden conjurar o mitigar” 37.
En un primer momento, que se desarrolla a la altura de los años 1992 a 1997, la
Corte Constitucional examinó varias tutelas en las cuales los petentes fueron
víctimas de graves amenazas contra su vida. En sentencia T-439 de 1992, la Corte
se pronunció sobre la acción de tutela interpuesta por un miembro del Partido
Comunista y de la Unión Patriótica que fue víctima de ataques contra su vida por
parte de organismos de seguridad del Estado. En esa ocasión la Corte, para
dilucidar si había lugar al amparo de los derechos fundamentales a la vida y a la
integridad personal del actor, por la existencia de alguna suerte de inminente
peligro, estableció criterios de apreciación de los hechos en los cuales se podría
sugerir la intervención protectora del Estado por encontrarse en amenaza los
derechos a la vida e integridad de una persona. En tal virtud la Corte afirmó que:
“La vulneración y la amenaza de los derechos fundamentales son dos
causales claramente distinguibles: la primera requiere de una verificación
objetiva que corresponde efectuar a los jueces de tutela, mediante la
estimación de su ocurrencia empírica y su repercusión jurídico-constitucional;
la segunda, en cambio, incorpora criterios tanto subjetivos como objetivos,
configurándose no tanto por la intención de la autoridad pública o el particular,
cuando sea del caso, sino por el resultado que su acción o abstención pueda
tener sobre el ánimo de la persona presuntamente afectada. Para que se
determine entonces la hipótesis constitucional de la amenaza se requiere la
confluencia de elementos subjetivos y objetivos o externos: el temor del
sujeto que ve peligrar sus derechos fundamentales y la convalidación de
dicha percepción mediante elementos objetivos externos, cuya significación

37
CORTE CONSTITUCIONAL. Sentencia T-719 de 2003. M.P: Manuel José Cepeda Espinosa.

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es la que ofrecen las circunstancias temporales e históricas en que se


desarrollan los hechos.”38
De igual manera, siguiendo la línea argumentativa fijada para apreciar los hechos
que demandan la intervención protectora del Estado, en aquella sentencia la Corte
aseguró que “el surgimiento de grupos, movimientos y partidos políticos minoritarios
a raíz de la desmovilización de antiguos integrantes de la guerrilla requiere de
especial protección y apoyo por parte del Estado”. En esa medida, la Corte subrayó
primigeniamente la necesidad de proteger la vida e integridad de ciertos grupos
especialmente vulnerables por su situación en el contexto político y de conflicto
armado interno.
Posteriormente, en 1993 con la sentencia T-102 se precisa que la órbita del derecho
fundamental a la vida se divide en dos esferas de obligatorio cumplimiento para el
Estado; en primer lugar, el deber de respetarla y, en segunda medida, la obligación
de protegerla. En cuanto a su protección, afirma la Corte, que el derecho a la vida
se debe proteger contra todo acto cierto que la amenace.
En este primer estadio la jurisprudencia de la Corte Constitucional fue prolija en
determinar que determinados grupos poblacionales, dadas sus condiciones de
vulnerabilidad y contexto de violencia política y armada, son sujetos de especial
protección en cuanto a su vida e integridad personal se refiere, verbigracia, minorías
políticas de oposición y víctimas del conflicto armado interno.
En un segundo momento, con la sentencia T-590 de 1998 la jurisprudencia de la
Corte Constitucional vira más hacia la izquierda39 y se aproxima a la idea de que los
defensores de derechos humanos deben concebirse como sujetos de especial
protección constitucional, de tal suerte que el Estado deba asumir, en favor de
aquellas personas, especiales obligaciones de garantía y protección del derecho a
la vida e integridad personal.
En 1998, de manera concomitante a la jurisprudencia que se había establecido en
torno a la protección del derecho a la vida e integridad personal especialmente de
ciertos grupos vulnerables por su situación en el contexto político y de conflicto
armado, la Corte estableció que por su condición de riesgo también merecen
especial protección del Estado los defensores de derechos humanos. Así, la
sentencia T-590 declaró un estado de cosas inconstitucional en la no protección
debida a los defensores de los derechos humanos. Lo anterior, determinó a la Corte
Constitucional en poner de presente la necesidad de “construir un avanzado sistema
de protección jurídica y real para los defensores de los derechos humanos. Máxime
cuando la actitud de los defensores de los derechos humanos es un componente
básico de la vida política de una nación”. La Corte, entonces, fundándose en la
jurisprudencia fijada previamente en torno a la protección del derecho a la vida que

38
CORTE CONSTITUCIONAL. Sentencia T-439 de 1992. M.P: Eduardo Cifuentes Muñoz.
39
Ver cuadro de balance jurisprudencial.

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se encuentra bajo inminente amenaza y apoyándose en el clima generalizado de


violencia desplegada contra defensores de derechos humanos, indicó que el Estado
se encontraba en la especial obligación de garantizar los derechos a la vida y a la
integridad personal de aquellos individuos.
En la sentencia T-981 de 2001 la Corte refuerza el precedente jurisprudencial
establecido en torno a la protección al derecho a la vida de sujetos de especial
vulnerabilidad en el marco de la violencia armada y anota que el Estado debe
responder “a las demandas de atención de manera cierta y efectiva” cuando se
tenga conocimiento de amenazas “sobre la existencia y tranquilidad de individuos o
grupos que habitan zonas de confrontación o que desarrollan actividades de riesgo
en los términos del conflicto”. En esa oportunidad, la providencia en comento define
y precisa la siguiente regla:
“En todos los casos en los que: (i.) exista una amenaza grave, específica,
real y cierta en contra de la existencia de uno o más individuos, bien porque
desarrolla actividades que los exponen a la acción directa de los alzados en
armas (v.gr. tareas de activismo político, humanitario o social), o porque
habitan en una región en la que se libran enfrentamientos entre el ejército y
los subversivos , (ii.) dicha circunstancia se haya puesto en oportuno
conocimiento de las autoridades tal circunstancia, relatando con suficiencia
los hechos que motivan la demanda de amparo de tal forma que la
participación de la autoridad sea posible, y (iii.) la intervención de los
organismos estatales sea el mecanismo adecuado para dispensar la
protección de los derechos vulnerados, bien a través de una decisión directa
que proteja los derechos amenazados, o mediante la adopción de medidas
que contando con la colaboración del propio afectado contribuyan a conjurar
la amenaza o violación presentadas. En los casos en los que se verifiquen
estos supuestos fácticos mínimos, será un imperativo para los agentes
estatales, y subsidiariamente para el funcionario judicial que conoce de la
solicitud de amparo, brindar protección efectiva al derecho amenazado
tomando las medidas conducentes que el caso amerite” 40.
En un tercer estadio, con la sentencia T-719 de 2003 la Corte Constitucional,
procurando la ampliación del ámbito de protección exigible en eventos en los cuales
se ponga en riesgo el derecho a la vida e integridad en contextos de conflicto
armado, define con autoridad que, de la lectura sistemática de la Constitución
Política se puede inferir razonablemente la existencia del derecho fundamental
autónomo a la seguridad personal41, entendido este como “aquel que faculta a las

40
CORTE CONSTITUCIONAL. Sentencia T-981 de 2001. M.P: Manuel José Cepeda Espinosa.
41
En el cuerpo de la sentencia T-719 de 2003 se establece que el derecho fundamental a la seguridad personal
brota a partir de una lectura sistemática de la Constitución Política, pues “por mandato del artículo 2 superior,
que establece el deber primordial de protección en cabeza del Estado, las autoridades colombianas fueron
instituidas para brindar protección a las personas, resguardando su vida, honra, bienes, creencias y demás
derechos y libertades. Entre tales derechos, los más básicos para la existencia misma de las personas son la

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personas para recibir protección adecuada por parte de las autoridades,


cuandoquiera que estén expuestas a riesgos excepcionales que no tienen el deber
jurídico de tolerar, por rebasar éstos los niveles soportables de peligro implícitos en
la vida en sociedad; en esa medida, el derecho a la seguridad (…) materializa las
finalidades más básicas asignadas a las autoridades por el Constituyente, garantiza
la protección de los derechos fundamentales de los más vulnerables, discriminados
y perseguidos, y manifiesta la primacía del principio de equidad.” 42
El devenir del derecho autónomo fundamental a la seguridad personal permitió a la
Corte Constitucional crear una escala de evaluación de riesgos que permite
determinar el ámbito susceptible de protección, ya sea del nuevo derecho
innominado a la seguridad personal o bien sea de los derechos fundamentales a la
vida e integridad personal. Es así como la Corte expresó que existen diferentes
niveles de riesgos43 y que en estricta consideración de esos niveles de riesgo el
Estado deberá adoptar los mecanismos necesarios para proteger a la persona que
se encuentra en peligro. Así las cosas, la Corte afirma: “se tiene que el derecho
fundamental a la seguridad personal opera para proteger a las personas de los
riesgos que se ubican en el nivel de los riesgos extraordinarios, que el individuo no
tiene el deber jurídico de soportar-, mientras que los derechos a la vida e integridad
personal se aplican para precaver riesgos que sean lo suficientemente intensos
como para catalogarse de extremos, por reunir la totalidad de las características
indicadas: especificidad, carácter individualizable, concreción, presencia,
importancia, seriedad, claridad, discernibilidad, excepcionalidad y desproporción,
además de ser graves e inminentes. En la medida en que una de estas variables
vaya perdiendo fuerza en el caso concreto, o esté ausente, el riesgo pasará a la
órbita de protección del derecho a la seguridad personal”44.
En todo caso, una vez reconocido el derecho fundamental a la seguridad personal
y determinada la escala de riegos en virtud de la cual se puede recibir protección
por parte del Estado, la Corte en sentencia T-719 de 2003 le da un mayor alcance
a la jurisprudencia que a la fecha se había sentado por el tribunal constitucional. En
efecto, para afianzar la regla de que el Estado frente a los defensores de derechos
humanos tiene un deber de especial protección que degenera en la imperiosidad de
“construir un avanzado sistema de protección jurídica y real”, en la sentencia T-719
de 2003 la Corte indica con énfasis que el derecho a la seguridad personal es de
especial importancia en el caso de ciertos sujetos que deben recibir especial
protección, en consideración a los riegos extraordinarios o extremos a los que están

vida y la integridad personal, establecidos en los artículos 11 y 12 Superiores; por ello, el énfasis principal de
la labor protectiva de las autoridades ha sido ser la provisión efectiva de las condiciones mínimas de seguridad
que posibilitan la existencia de los individuos en sociedad, sin estar expuestos a riesgos extraordinarios de
recibir daños en su persona”.
42
CORTE CONSTITUCIONAL. Sentencia T-719 de 2003. M.P: Manuel José Cepeda Espinosa.
43
Los niveles de riesgo son: 1) mínimo - 2) ordinario - 3) extraordinario y- 4) extremo.
44
CORTE CONSTITUCIONAL. Sentencia T-719 de 2003. M.P: Manuel José Cepeda Espinosa.

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expuestos. Tal es el caso grupos que históricamente han sufrido amenazas a su


vida, a su integridad y a su seguridad personal por el rol que desempeñan dentro
del conflicto armado interno, o su carácter minoritario u opositor, verbigracia, los
defensores de derechos humanos, los líderes sociales, los desplazados, los
desmovilizados, los sindicalistas, etc.
En 2010, con la sentencia T-339 se introducen variaciones conceptuales que
explican mejor, a los ojos de la Corte, los conceptos que hacen parte de la escala
de riesgos establecida en la sentencia T-719 de 2003. La Corte señaló que “no se
debe hablar únicamente de escala de riesgos sino de escala de riesgos y amenazas
pues los dos primeros niveles de la escala se refieren al concepto de riesgo en la
medida en la que, en estos niveles, existe una posibilidad abstracta y aleatoria de
que el daño se produzca. En cambio, en los dos últimos niveles de la escala, ya no
existe un riesgo únicamente sino que existe una amenaza en la medida en la que
existen hechos reales que, por su sola existencia, implican la alteración del uso
pacífico del derecho atacado y hacen suponer que la integridad de la persona corre
peligro”.
En la sentencia T-339 de 2010 la Corte Constitucional reafirma que “este derecho
[el de la seguridad personal] adquiere especial importancia en el caso de ciertos
sujetos que, dada su condición o su contexto, deben recibir especial protección
constitucional en la medida en que están expuestas a amenazas de una intensidad
tal que es altamente factible que éstas se materialicen. Dentro de estos sujetos se
encuentran los reinsertados, pues se trata de un grupo de personas que está en
una situación de especial vulnerabilidad debido su posición en el conflicto interno y
en el contexto político. También pueden hacer parte de estos sujetos los defensores
de derechos humanos, pues el Estado tiene frente a ellos un deber de especial
protección debido al clima generalizado de intolerancia y violencia al que son
sometidos por dedicarse a la promoción de las garantías y derechos básicos del ser
humano.”
Las providencias judiciales promulgadas por la Corte Constitucional y que son
posteriores a las sentencia T-719 de 2003 y T-339 de 2010 siguieron los criterios
jurisprudenciales sentados en aquellos fallos. En consecuencia, se puede
evidenciar que en las providencias T-234 de 2012, T-078 de 2013, T-924 de 2014 y
T-473, entre muchas otras, queda claro para la Corte que hay una presunción de
riego frente a determinados grupos poblacionales vulnerables, y que las situaciones
de amenaza (entiéndase extraordinaria o extrema) a la vida o a la integridad de
personas, bien por sus labores de activismo social o por alguna condición especial
de vulnerabilidad en el marco del conflicto armado, conculcan los derechos
fundamentales a la vida e integridad o a la seguridad personal. En esa medida
surgen en cabeza del Estado obligaciones de respeto, garantía y protección, que se
traducen principalmente en la adopción de medidas de seguridad adecuadas y
oportunas por parte de las autoridades públicas y en favor de personas que

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requieren de especial protección, por encontrarse naturalmente, expuestos a gran


cantidad de amenazas excepcionales contra su vida o integridad personal.
En efecto, la sentencia T-924 de 2014 dispuso:
“En el caso de líderes, lideresas, autoridades y representantes, por la función
que cumplen dentro de una sociedad, se encuentran en esa categoría de una
amenaza mayor, pues al ser de alguna manera directa o indirectamente, la
cara visible de una comunidad u organización, pueden ver afectada su
integridad y seguridad personal. Por ende tales sujetos gozan de una
presunción de riesgo, que sólo podría ser desvirtuada por las autoridades
luego de los estudios técnicos de seguridad.
Dicha presunción, una vez activada, genera en cabeza de la autoridad
competente la obligación de adoptar medidas de protección, que en todo
caso deben ser eficaces, oportunas, idóneas y tanto fáctica como
temporalmente adecuadas para la protección de la vida, la seguridad y la
integridad del solicitante y de su familia.”
Y agrego:
“Las autoridades encargadas del estudio y de implementar las medidas de
seguridad deberán tener en cuenta las condiciones específicas del afectado,
adoptando medidas de enfoque diferencial cuando se trate de i) líderes
sindicales; ii) líderes campesinos y comunitarios; ii) líderes indígenas y
afrodescendientes; iv) operadoras y operadores de justicia; v) mujeres
defensoras de derechos humano; vi) las defensoras y los defensores del
derecho al medio ambiente sano; y vii) las y los defensores de las personas
LGTBI (Lesbianas, Gays, Trans, Bisexuales e Intersexuales). Ello, por la
calidad de sujetos de especial protección constitucional que tienen.”
Por su parte la sentencia T-473 de 2018 señaló:
“Los líderes que demuestren que se encuentran en riesgo y que soliciten
medidas de protección para salvaguardar sus derechos a la vida, la seguridad
personal y libertad, deben recibir una atención especial y una pronta
respuesta por parte del Estado con la finalidad de evitar que se consume el
daño. Por esta razón, las entidades encargadas están obligadas a tomar en
consideración, como un factor de la mayor pertinencia, la condición de sujeto
de especial protección constitucional que ostenta el afectado”.
Con todo, a partir de la extensa jurisprudencia desarrollada por la Corte
Constitucional en relación con las personas que pueden encontrarse expuestas a
amenazas excepcionales contra su vida o integridad personal y que por
consiguiente requieren de protección especial, se puede colegir que al interior de la
Corte Constitucional existe una robusta línea jurisprudencial que procura poner de
presente que el Estado colombiano en relación con los líderes sociales y defensores

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de derechos humanos, dado el carácter de sujetos de especial protección


constitucional que ostentan, tiene un conjunto de especiales obligaciones en
materia de protección de los derechos fundamentales a la vida, integridad y
seguridad personal de aquellas personas. Dichas obligaciones, exigen, entre
muchas otras cosas: 1. El deber de crear las condiciones necesarias para que
líderes sociales y defensores de derechos humanos a través de sus actividades de
defensa, denuncia y promoción continúen contribuyendo a la plena observancia y
materialización de los derechos humanos, así como en la construcción de tejido
social en las diferentes comunidades del país y -2) La adopción oportuna de
medidas de protección que respondan y repudien las fuentes de amenaza de que
son víctimas los líderes sociales y defensores de derechos humanos, garantizando
así sus derechos a la vida, integridad y seguridad personal. Lo anterior, le permitiría
a los líderes sociales y defensores de derechos humanos ejercer libremente su rol
dentro de la sociedad, que de suyo es elemental e imprescindible en el propósito
inequívoco de fortalecer una democracia fracturada como la colombiana.

9. BIBLIOGRAFÍA

➢ CORTE CONSTITUCIONAL. Sentencia T-439 de 1992. M.P: Eduardo


Cifuentes Muñoz.
➢ CORTE CONSTITUCIONAL. Sentencia T-102 de 1993. M.P: Carlos Gaviria
Diaz.
➢ CORTE CONSTITUCIONAL. Sentencia T-590 de 1998. M.P: Alejandro
Martínez Caballero.
➢ CORTE CONSTITUCIONAL. Sentencia T-981 de 2001. M.P: Manuel José
Cepeda Espinosa.
➢ CORTE CONSTITUCIONAL. Sentencia T-719 de 2003. M.P: Manuel José
Cepeda Espinosa.
➢ CORTE CONSTITUCIONAL. Sentencia T-339 de 2010. M.P. Juan Carlos
Henao Pérez.
➢ CORTE CONSTITUCIONAL. Sentencia T-078 de 2013. M.P. Gabriel
Eduardo Mendoza Martelo.
➢ CORTE CONSTITUCIONAL. Sentencia T-924 de 2014. M.P. Gloria Stella
Ortiz Delgado.
➢ CORTE CONSTITUCIONAL. Sentencia T-473 de 2018. M.P: Alberto Rojas
Ríos.

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ANEXO 1

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