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UNIVERSIDAD DE VALPARAISO
FACULTAD DE HUMANIDADES
INSTITUTO DE FILOSOFIA
PROGRAMA DE POSTGRADO EN FILOSOFIA
con mención en
Pensamiento Contemporáneo
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LA PO LI T I CA D EL ESPA CI O
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LA PO LI T I CA D EL ESPA CI O
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LA PO LI T I CA D EL ESPA CI O
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LA PO LI T I CA D EL ESPA CI O
INDICE
Introducción: …………………………………………………………………………………...8
Capítulo 1:
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LA PO LI T I CA D EL ESPA CI O
3.2 Ideología…………………………………………………………………………………...74
3.3 Utopía………………………………………………………………………………………83
3.4 Política………………………………………………………………………………..……88
3.5 Ética………………………………………………………………………………………..98
A manera de conclusión……………………………………………………………………..108
BIBLIOGRAFIA…………………………………………………………………………….114
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LA PO LI T I CA D EL ESPA CI O
Sr. Profesor
Facultad de Humanidades
UNIVERSIDAD DE VALPARAISO
Distinguido Profesor,
Me permito presentar a Ud. el informe final de la Tesis “La Política del Espacio”, realizada por el profesor JOSÉ
AGUSTÍN VÁSQUEZ MÁRQUEZ.
De esta tesis soy Profesor Guía y he estado en relación permanente con su autor desde hace algo menos de dos años,
con ocasión de un Seminario que dirigí en la UNIVERSIDAD DE VALPARAÍSO.
El Magistrando realiza en esta Tesis una investigación que, a mi juicio, posee tres cualidades que merecen ser
subrayadas: en primer término, aborda un tema que siendo por su naturaleza interdisciplinario, la filosofía no podía
estar ausente de él, por tratarse del habitar humano. En segundo lugar, porque el habitar humano, a causa del
desarrollo técnico de la vida, se ha vuelto uno de los temas más espinudos e insolubles de la sociedad post moderna,
(“una masa de informes soledades asociadas”, se ha dicho). Por último, cómo enfrentar en Chile la concentración, el
hacinamiento humano en ciudades como Santiago, que a corto plazo se volverán “invivibles” a causa de un
desarrollo, ligado a “la muerte del espacio público”. Justamente, es digna de profunda reflexión las páginas
dedicadas al tema de la ciudadanía ligada a la existencia abierta de un espacio público (páginas 38-39). Y a propósito
de Valparaíso, hay una crítica enérgica a lo que el Autor llama “la ideología restauradora”, mera simulación de
memoria (Pág. 24).
El Profesor Vásquez aborda cada uno de los problemas que trata con la solvencia que le otorga su otra actividad, la
arquitectura; y luego, el pathos filosófico, innegable en este trabajo; apoyado, además, por la presencia en su
reflexión de connotados filósofos de nuestro tiempo, preocupados también del habitar del ser humano en este mundo
que el mismo ser humano se ha construido.
En resumen: una investigación que tiene por escenario teórico contemplativo, el mismo espacio concreto en el que el
filósofo habita como ciudadano, es ya un hecho original y poco común en nuestro medio.
Por todas estas razones, pero además, por el adecuado apoyo bibliográfico, por la llaneza y propiedad del estilo,
propongo se califique la Tesis del Prof. José Agustín Vásquez con la nota máxima (Siete).
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LA PO LI T I CA D EL ESPA CI O
Introducción
que hemos desempeñado durante dieciocho años. Desde estas cátedras se han originado preguntas
sobre la ciudad, el espacio público y la política, preguntas cuya respuesta supera ampliamente el
instalarse y buscar respuestas en el ámbito del pensamiento. En pos de ello hemos buscado
sustento para nuestra indagación cursando el postgrado de Magister en Filosofía, con mención en
Pensamiento Contemporáneo, en cuyo desarrollo se nos han abierto nuevas perspectivas, que han
permitido ampliar y, al mismo tiempo, afinar nuestra visión y nuestra reflexión sobre los temas
¿por qué una Política del Espacio?, cuya respuesta se encuentra en la noción, esbozada por
Hannah Arendt, de que la Política la encontramos en un estar juntos, instalando una concepción
espacial de ella. Se continúa esta primera parte preguntándonos acerca de las esferas de acción de
la Política, separando, con Arendt, las esferas de lo privado y de lo público, del domicilio,
siguiendo a Humberto Giannini, espacio de la disposición para el si mismo, del espacio público,
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LA PO LI T I CA D EL ESPA CI O
espacio de la disposición para el Otro. Nos referimos a la condición contemporánea del espacio
de la Política, considerando que, a lo largo de la historia, ese espacio ha sido, y sigue siendo, el
espacio de la Ciudad, el cual, por otra parte, se ha vuelto un espacio problemático, a partir de los
y de la desaparición del espacio público, ergo del espacio político, estableciendo el marco
en la forma de los imaginarios que a lo largo de la historia se han preguntado o han reflexionado
sobre la Ciudad, enfocando esta indagación desde las perspectivas de la ideología y del
Utopía como exigencia ética. En esta confrontación de las perspectivas ideológicas y utópicas, la
Política, atravesada por la mirada ética, sólo puede entender a la Ciudad como un espacio de
ontología de la Ciudad hacia una ética del habitar ciudadano, ética entendida no desde la
construcción de una moral institucionalizada, sino desde un cambio de nivel reflexivo, cuyo
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LA PO LI T I CA D EL ESPA CI O
teóricos de la Ciudad moderna, buscando el encuentro entre la práctica del hacer ciudad con el
pensamiento contemporáneo, preguntándonos si, frente a la realidad de las ciudades actuales, aún
humana. La respuesta está abierta, pero, por otra parte, la Ciudad, como espacio del estar juntos
los hombres los unos con los otros, no ha cesado de ser el lugar donde habita el hombre social e
histórico, el lugar desde el cual el hombre ha construido su ser histórico y social, y el lugar físico
que no ha dejado de crecer y multiplicarse en toda la extensión del planeta y donde los valores y
virtudes de las que el hombre en sociedad se precia se hacen realidad o son puestos en cuestión.
La necesidad de que la Ciudad sea el soporte material y el espejo en el que la convivencia de los
hombres da cuenta de si misma constituye una exigencia permanente para las sociedades que
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LA PO LI T I CA D EL ESPA CI O
Capítulo 1
“La política trata del estar juntos y los unos con los otros de los diversos”1, nos dice
Hannah Arendt en su obra “¿Qué es la política”. Esta breve explicación sobre el sentido de la
política podría servir para introducirnos, sin más, en la respuesta a la interrogante con la que
encabezamos esta presentación. “Estar juntos”, como tema central de la política, conlleva
explícitamente una concepción espacial de la política, la idea de que la política tiene algo que
Pero también los animales, eventualmente, pueden estar juntos. Así, en los rebaños,
eficiencia en las incursiones en procura de presas, etc. Existen, evidentemente, especies en las
que los ejemplares llevan una vida solitaria, juntándose sólo para el apareo, pero son las menos,
y, en general, entendemos y sabemos que los seres vivos tienen una natural tendencia a estar
1Hannah Arendt, ¿Qué es la política?, Editorial Paidós Ibérica S.A., Buenos Aires, 2009, pág.45.
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LA PO LI T I CA D EL ESPA CI O
juntos. Por otra parte, los granos de arena en un desierto, las moléculas de agua en un vaso, los
árboles en un bosque, los libros en mi biblioteca, también están juntos, compartiendo un mismo
espacio. ¿Qué diferencia al hombre de las demás especies animales y de los demás entes que
A partir del estudio de los modos del “estar juntos” en la cotidianeidad de la ciudad
más propiamente político del concepto y no sólo en el más superficial, o sólo estadístico, de
mero habitante, y en qué medida hoy nuestras ciudades cumplen o no su función de ser el
espacio para el ser-con-los-otros. Además, intentaremos aventurar algunas preguntas sobre las
“Todas las actividades humanas están condicionadas por el hecho de que los hombres
viven juntos,…”2. Desde muy temprano en su corta trayectoria sobre la tierra, la especie
humana, los hombres, han presentado una natural inclinación a compartir el espacio con sus
semejantes. En primer lugar, con aquellos más cercanos: la familia. Atendiendo a la etimología
2
Hannah Arendt. La condición humana. Editorial Paidós Ibérica S.A. Barcelona, 2003, pág.37.
12
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de esta palabra, podemos derivar hacia dos ámbitos de significación que dan cuenta de dos
modos distintos del “estar juntos”: por un lado, sabemos que en latín la palabra familia deriva
de famulus (siervo, esclavo) y designa “al grupo de siervos y esclavos patrimonio del jefe de la
gens”3. Esta sola acepción nos suscita ecos de relaciones fundadas sobre el dominio, la
autoridad, la jerarquía y la desigualdad, como son las que, por naturaleza y necesidad, se
Por otra parte, la palabra famulus se vincula con la raíz fames (hambre) de manera
que el vocablo se refiere al conjunto de personas que se alimentan, juntas en la misma casa, y
a las que un pater familias tiene la obligación de alimentar. Hannah Arendt rechaza la
traducción latina que Séneca hace del zoon politikon aristotélico por el animal socialis, porque
esencial de todos los hombres”4. Por nuestra parte, creemos que hay que escuchar este rechazo
de Arendt, en el que insiste, diciendo que “la ruina de la política resulta del desarrollo de
igualitario del demos, sustento de la idea democrática, primer reclamo de igualdad de toda
3
http://es.wikipedia.org/wiki/Familia#Etimolog.C3.ADa
4
Arendt, ¿Qué es…..?, pág.45.
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reconocernos, sin exclusiones, todos como iguales, y el espacio que deviniera de tal concepto
habría de ser, necesariamente, un espacio de igualdad y, por ello, de libertad. Para reforzar este
punto, esencial en la necesaria distinción entre lo social y lo político, hay que hacer notar que,
como señala nuevamente Arendt, de acuerdo con el pensamiento griego la capacidad del
hombre para la organización política no sólo es diferente, sino opuesta a la asociación natural
en el hogar (oikia) y la familia. El hombre tiene, además de su vida privada, una vida política.
Más aún, la fundación de la polis fue precedida por la destrucción de las unidades basadas en el
parentesco, como la phratria y la phylé6. De allí la temprana distinción entre la esfera privada y
pública de la vida, que corresponde al campo familiar y político, en tanto que la llamada esfera
La familia, por otra parte, adquiere su significado por el hecho de que el mundo no ofrece
refugio para el individuo, para el diverso, siendo característico de este ámbito el vivir juntos
necesidad, que rige las actividades que se suceden dentro de ella. El concepto de parentesco
5
http://es.wikipedia.org/wiki/Pueblo: “Cuidan algunos hombres que pueblo se llama a la gente menuda, así como menestrales y labradores, mas esto no
es así, y antiguamente en Babilonia y en Troya, que fueron lugares muy señalados y ordenaron todas las cosas con razón y pusieron nombre a cada una
según convenía, pueblo llamaron al ayuntamiento de todos los hombres comunalmente: de los mayores y de los menores y de los medianos, pues todos
estos son menester y no se pueden excusar, porque se han de ayudar unos a otros para poder bien vivir y ser guardados y mantenidos.”. Siete Partidas,
Partida Segunda, Título 10, Ley 1.Alfonso X el Sabio, Corona de Castilla, 1265.
6
Arendt. La condición….., pág.39.
7
Arendt. Ibid., pág.41.
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familia es el del domus, lugar de la privacidad por excelencia, domicilio, el lugar privilegiado
del “regreso a sí mismo” 8, del “recogimiento cotidiano”9, es decir, el lugar en el que damos
cuenta de nuestra singularidad, y desde el cual nos situamos en relación con el mundo.
El domicilio, por otra parte, en la perspectiva desde la que lo aborda el filósofo Humberto
Giannini, es una categoría que no debe asociarse a imágenes de familia o afectos, ni tampoco
suponerla como privativa del ser humano, puesto que es detentada por la animalidad más
humilde tanto como por seres humanos tales como el anacoreta, el mendigo que se guarece bajo
un puente o el nómade con su tienda. Más allá de esta necesaria precisión, que ayuda a situar
disponibilidad para mí, el espacio que está allí para mis requerimientos, donde guardo aquellos
objetos de mi propiedad que están allí para mi uso y goce personales. Y esta última precisión
nos lleva, por contraposición, a enfocarnos hacia el objeto de nuestra atención, aquel espacio en
pos del cual se abandona el domicilio, el espacio que, por esencia, es el lugar de la
lo largo de la historia, sentir que es parte de algo más que el Ser, entendido en el sentido de la
ontología heideggeriana del Dasein, o bien, que es sólo si es capaz de salir del Ser, y más aún,
si entiende ese Ser como donación hacia el Otro, en que este Otro no es algo dado, sino que
8
Humberto Giannini, La “reflexión” cotidiana, Hacia una arqueología de la experiencia, Editorial Universitaria, Santiago de Chile, 2004, pág.32.
9
Giannini (op.cit),pág.32.
15
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Por otra parte, Heidegger nos habla de mundaneidad, como “aquel concepto ontológico
existencial. El “mundo” es un carácter del Dasein mismo, y también puede significar “el
noción a la que Lévinas nos plantea en “Totalidad e Infinito” podemos apreciar con total
heideggeriana. Lévinas, en esta obra, expresa con toda nitidez su rechazo a la idea
“totalizadora” del “nosotros”: “L’absolument Autre (Otro) c’est Autrui (Ajeno). Il ne fait pas
nombre avec moi. La collectivité où je dis “tu” ou “nous” n’est pas un pluriel de “je”. Moi,
toi, ce ne sont pas là individus d’un concept commun” 13. El Otro es el Extranjero, el Extraño, el
Desconocido, pero también quiere decir “el libre”, aquel sobre el cual “yo no puedo poder”. En
la definición de Heidegger vemos aquel “nosotros” rechazado por Lévinas, y también un punto
diverso al expresado por Arendt y Giannini, quienes hacen una clara distinción entre lo privado
cotidiano “en un domicilio personal conformado por espacios, tiempos y cosas familiares que
me son disponibles”14, del espacio público, que comienza “más allá del domicilio”, y que es el
lugar en pos del cual se abandona ese domicilio, con el fin de internarse, o externarse, en aquel
10
Martin Heidegger. Ser y Tiempo. Editorial Universitaria, Santiago de Chile, 2002, pág.92.
11
(Las negritas son nuestras. N.del A.)
12
Heidegger, op.cit.,pág. 93.
13
Emmanuel Lévinas, Totalité et infini, Essai sur l’exteriorité, Kluwer Academic, París, 2009, pág. 28
14
Giannini (op.cit),pág.32.
16
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lugar por antonomasia en el que el ser-para-sí se vuelve disponible para el Otro: el trabajo, en
el que estamos disponibles para el patrón, para el jefe, para el cliente, para el consumidor. En
este ser-para-el-Otro, en el que se puede dar desde la ignominia del trabajo como mercancía15
hasta aquel ser en el que el trabajo implica “esencial y concretamente un ser para nosotros,
esto es, una efectiva comunidad en la inteligencia y en el destino de la obra”, radica, para
es, por esencia, un zoon politikon, no es político por esencia, es a-político, y que la política nace
condición espacial de la política, que nos interesa destacar: la política sería una relación de los
hombres entre sí, y este particular territorio de los hombres entre sí es el único ámbito en el que
hay libertad, o puede haberla, agregamos nosotros, entendiendo que la libertad es una
capacidad, o una facultad del ser humano, que sólo se hace comprensible en la relación entre
Las relaciones y actividades necesarias que se producen entre los hombres son de
muy variadas categorías, pero aquellas que los griegos consideraron propiamente políticas
fueron sólo dos: la acción (praxis) y el discurso (lexis), excluyendo todo “lo meramente
15
Giannini (op.cit),pág.35.
16
Giannini (op.cit),pág.35.
17
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necesario o útil”17. Esta precisión inicial nos ayuda a hacer esa necesaria distinción entre lo
Es un hecho que la política, en nuestra época, es vista a través del filtro de los
numerosos prejuicios que la historia del hombre ha contribuido a gestar en torno a ella.
Prejuicios que no son juicios, agrega Hannah Arendt, y que, sin embargo, confunden con la
política aquello que, precisamente, podría acabar con ella. Emmanuel Lévinas, por citar a un
eminente pensador contemporáneo, define a la política como “l’art de prévoir et de gagner par
tous les moyens la guerre” y agrega que “la politique s’oppose à la morale, comme la
Mundial y al crimen atrox del Holocausto sufrido por los judíos europeos bajo el régimen
17
Arendt. La condición……., pág.39.
18
Lévinas, Totalité et ……….. Hay que acotar, para obrar con justicia, que Lévinas define, más allá de la totalidad objetiva o de la historia, una
exterioridad, una trascendencia en relación con la totalidad, no englobable en ella, a la que denomina “visión escatológica”. En dicha visión, la idea de
infinito aparece como el horizonte desde el cual el Otro (l’Autre) nos interpela, y que está en la base de la formulación de su ética.
18
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hitleriano. Las experiencias totalitarias del siglo XX, su extrema politicidad, y la voluntad de
quienes piensan que la política es, esencialmente, una relación de guerra y dominio, y abogan,
entonces, por algún tipo de gobierno mundial que resuelva los conflictos burocráticamente,
Pero esta abolición de la política se nos muestra como una nueva forma de dominación,
llevada a escala planetaria e inapelable, aún más temible: “Desde hace siglos, el apetito de
poder se ha dispersado en múltiples tiranías pequeñas y grandes que han hecho estragos aquí
y allá, y parecería que ha llegado el momento en que el apetito de poder deba por fin
concentrarse para culminar en una sola tiranía, expresión de esta sed que ha devorado y
devora el globo, término de todos nuestros sueños de poder, coronación de todas nuestras
esperas y de nuestras aberraciones. El rebaño humano disperso será reunido bajo el cuidado
de un pastor despiadado, especie de monstruo planetario ante el cual las naciones se postrarán
Eliminado el espacio entre los hombres, y reemplazado por alguna forma de gobierno
sociedad desde una condición política a una de masas impotentes ante un poder gigantesco,
19
Emil Cioran: Historia y Utopía (documento en pdf).
19
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sutil pero eficazmente, en un remedo atroz de las formas familiares rechazadas acertadamente,
Hermano Mayor, cuida, vigila y castiga a una prole que debe comportarse de acuerdo a sus
el comercio, sin espacio entre los hombres, que viven una vida modelada para el consumo, la
obediencia y el acriticismo. Poco tendría que ver este remedo de ciudad con aquella polis, en la
que la palabra, “las grandes palabras” (megaloi logoi), son valoradas intrínsecamente. La
violencia es muda, y, por ello, nunca puede ser grande. “Ser político (…) significaba que todo
que tienen los hombres (zoon logon ekhon: “ser vivo capaz de discurso”21) de contestar, sopesar
anterior, también la historia nos dice que siempre que existan hombres que se reúnen, ya sea en
20
Arendt. La condición………, pág.40.
21
Arendt, ibid., pág.40.
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forma privada o pública, surge entre ellos un espacio que los une al mismo tiempo que los
separa. Este espacio conforma un mundo, el mundo de los hombres, el mundo humano, donde
encuentran lugar los asuntos propios de los hombres, espacio que se ha denominado como la
polis, la ciudad. No hay Totalidad (en los términos en los que la define Lévinas) que pueda
abolir o hacer desaparecer este espacio, en el que los hombres producen algo distinto de ellos
mismos. Y este espacio conforma un territorio, una topografía, y una cronología, en los
obstante esa cotidianeidad, tiene también una condición metafísica, como un movimiento
“partant d’un monde qui nous est familier -quelles que soient les terres encore inconnues qui
le bordent ou qu’il cache- d’un “chez soi" que nous habitons, vers un hors-de-soi étranger,
vers un la bas”23.
tanto que la necesidad es un fenómeno prepolítico, propio de la esfera doméstica privada. Por
otra parte, la polis se diferencia de la familia en que sólo conoce “iguales” (homoioi), en tanto
que la familia es “el centro de la más estricta desigualdad”24 Se trata de ser libre para “dejar la
casa”, para dedicar la vida a los asuntos de la ciudad, y para ello se requiere estar liberado de la
necesidad. En el mundo antiguo, un hombre que viviera sólo una vida privada no era
22
Giannini (op.cit),pág.26.
23
Lévinas, op.cit.pág.21.
24
Arendt. La condición………, pág.45.
21
LA PO LI T I CA D EL ESPA CI O
plenamente humano, tal como el esclavo o el bárbaro. Ser “privado” significaba, literalmente,
Enfrentados a la pregunta ¿por qué una política del espacio? debemos primero
ese espacio entre los hombres en el que, creemos, se da lugar a la relación política. Pues el
democracia ateniense, ni el del foro romano, y ni siquiera se asemeja mucho al espacio de las
siglos XIX y XX. Queremos entender, sin embargo, como principio, que el espacio de la
necesariamente el espacio de la polis, el espacio ciudadano: ”Este espacio público sólo llega a
ser político cuando se establece en una ciudad, cuando se liga a un sitio concreto que
sobreviva tanto a las gestas memorables como a los nombres de sus autores, y los transmita a
la posteridad en la sucesión de las generaciones. Esta ciudad, que ofrece un lugar permanente
a los mortales y a sus actos y palabras fugaces, es la polis, políticamente distinta de otros
asentamientos (para los que los griegos también tenían una palabra) en que sólo ella se
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LA PO LI T I CA D EL ESPA CI O
construye en torno al espacio público, la plaza del mercado, donde en adelante los libres e
iguales pueden siempre encontrarse” 25. Y la palabra “público” alude a aquello que puede ser
visto y oído por todo el mundo, con la más amplia publicidad posible. La realidad, como señala
Hannah Arendt, depende por entero de la apariencia 26, por lo tanto, de una esfera pública en la
que las cosas surgen de la oscura privacidad e intimidad. Humberto Giannini, en el prólogo que
escribe al libro Morada y Memoria, de Rossana Cassigoli27, nos dice que “el regreso al refugio
impulso del que ya hemos hablado, y que es tan fuerte como aquel: el impulso centrífugo – el
pro-yecto- que, incluso antes de ser conscientemente proyecto, nos lleva incontenible fuera del
espacio domiciliario. Es en virtud del proyecto de ser que estoy saliendo de mi ser domiciliado,
en pos de un mí mismo renovado, aunque no se renueva más que en “la aventura de la calle”.
Lo público, por otra parte, también significa el propio mundo, que “une y separa a los
hombres al mismo tiempo, distinto de nuestro lugar privado. Pero la ciudad contemporánea ya
allí que, para responder a la pregunta que nos planteamos, debamos indagar en las condiciones
y características que hoy muestra la ciudad, para intentar aproximarnos, desde un ángulo ético
y político, como nos lo hemos propuesto, a verificar si ese espacio del entre los hombres hoy es
capaz de ser habitado por la política. Si sólo nos atuviéramos a lo que nos dice Hannah Arendt
quedado esa plaza del mercado, ese espacio público donde “los libres e iguales pueden siempre
25
Arendt. ¿Qué es……? , pág.74.
26
Arendt. La condición………., pág.60.
27
Rossana Cassigoli. Morada y Memoria. Antropología y poética del habitar humano. Editorial Gedisa. Barcelona. 2010.
23
LA PO LI T I CA D EL ESPA CI O
encontrarse”?, ¿en qué lugar de nuestras ciudades podemos reconocer un lugar como lugar de
ya desde antaño, pero especialmente desde los tiempos del barón Haussmann, diseñadas para
impedir la colocación de barricadas y para facilitar la labor de las fuerzas del orden; ni para la
igualdad, en nuestras ciudades que no son otra cosa que adiciones de múltiples guetos que
Por otra parte ¿qué entendemos por relación política? ¿qué podría ser algo así como
“una relación política en el espacio”? ¿cómo se han dado estas relaciones en la historia y cómo
se dan hoy, si es que ello efectivamente sucede?. La pregunta por la ciudad de la democracia
avanzado, no deja lugar para lo público. La visión imperante de mundo consiste en masas
consumistas que no establecen vínculos políticos entre sí, seres enfocados al consumo de ese
“inmenso arsenal de mercancías” que es el modo en el que se nos aparece la riqueza de las
sociedades y del que nos habla Carlos Marx en el capítulo I de “El Capital”, y a la satisfacción
en el que los hombres están alienados, han perdido su autonomía y su libertad, como
la que vivimos.
ya no “ciencia política”, sino “economía política” (contradicción en los términos, según Arendt,
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LA PO LI T I CA D EL ESPA CI O
puesto que “cualquier cosa que fuera “económica”…..era no política”28), “economía social” o
“economía nacional”, como parte de una idea de “administración doméstica colectiva”, en que
esta sociedad, proliferan los “no lugares”, espacios en que el hombre puede encontrarse incluso
multitudinariamente, como los estadios deportivos, los grandes centros comerciales, los
aeropuertos, las estaciones del ferrocarril metropolitano, etc., pero en los cuales no “está junto”
a los otros hombres, en los cuales “no ha lugar” para el estar juntos, sino que en los cuales
constituye un átomo desagregado de una totalidad que se apropia de su ser y que lo sumerge en
competencia por el éxito económico, la noción ideológica del “emprendimiento” como ideal de
una vida enfocada a escalar por sobre las cabezas de sus semejantes.
El “no lugar”, como postula Marc Augé 30, es lo contrario de la utopía: “existe y no
postula ninguna sociedad orgánica”. ¿Qué vida ciudadana, qué vida verdaderamente política
puede desarrollarse en un medio como éste?. Por otra parte, la sociedad y la cultura del
condición ética de una sociedad para la que el bien común se sitúa por sobre esa libertad
individual.
28
Arendt. La condición………, pág.37.
29
Arendt. ibid, pág.42.
30
Marc Augé. Los no lugares.Espacios del anonimato. Una antropología de la sobremodernidad. Editorial Gedisa, Barcelona, 2004, pág. 114
25
LA PO LI T I CA D EL ESPA CI O
que exige y justifica la restricción de la autoridad pública. Los griegos dieron por sentado que
fuerza y la violencia, porque son los únicos medios para dominar la necesidad. La polis
igualdad es la esencia de la libertad, pues ser libre significa ser libre de la desigualdad que
impera en la gobernación (ámbito familiar) y moverse en el ámbito de los libres e iguales (la
polis).
Interrogarse sobre la propiedad de la pregunta por la política del espacio hoy, cuando
los parámetros de la experiencia histórica ya no son lo que eran, adquiere una fuerza renovada,
unidad articulada de vida en común, sino que se descompone en múltiples situaciones urbanas.
La indagación sobre la ciudad, comenzada desde la filosofía, para este trabajo debe
arquitectura, sobre el espacio construido y habitable donde la vida política y humana sea
26
LA PO LI T I CA D EL ESPA CI O
mundo que habitamos, y en la construcción del sentido de ese mundo. Nos movemos, siguiendo
a Foucault, en la tensión entre las palabras y las cosas. Las palabras y los discursos sobre el
espacio, sobre el habitar, exceden lo concreto del habitar. Este exceso significa que el habitar
del espacio público también puede ser entendida como la empresa de asignar sentido (palabra y
discurso) a las cosas y objetos materiales, a los elementos que conforman ese espacio, y, en esa
tensión entre las palabras y los discursos, en disputa por el sentido de las cosas, se encuentra la
en-el-mundo. En este sentido, la política del espacio, la política de la ciudad por ende, en tanto,
política social, ni a una política económica. Hoy más que nunca, la política de la ciudad debe
ser la política del habitar, en tanto este habitar significa nada menos que la construcción del
mundo en el que vivimos, en el que existimos, en el que somos, en el que tienen lugar nuestros
Del mismo modo que la Palabra, siendo verdadera o falsa, nos hace libres o esclavos,
igualmente la Ciudad tiene el poder, de acuerdo a su adecuación a la verdad del habitar de los
27
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Capítulo 2
La Ciudad contemporánea
fenómeno mental que nos permite almacenar, codificar y recuperar la información que
acumulamos a lo largo de nuestra vida. La memoria nos permite construir y conservar la unidad
facultad que permite la existencia de la humanidad en cuanto tal, en cuanto conciencia histórica
Ahora bien, ¿de qué está constituida la memoria?. Podríamos decir que la memoria,
está constituida por los recuerdos, datos e imágenes que se acumulan en nuestra mente, y en las
mentes de los miembros de una comunidad a lo largo de las generaciones, y que se pueden traer
que “para los filósofos de la memoria del siglo XX, como es el caso de Paul de Man y Jacques
Derrida, la memoria se aloja en el alma bajo la forma de presencia, que es siempre presencia
31
Marc Augé, op.cit., pág.74.
28
LA PO LI T I CA D EL ESPA CI O
de otro. De modo que es siempre memoria de un vínculo, sin importar su forma real o
imaginaria”32.
sujeta a ese otro fenómeno que llamamos olvido, o pérdida de la memoria, y que se produce ya
sea por la falta de uso que le damos al recuerdo como por la destrucción voluntaria, consciente
Un ser sin recuerdos, un ser sin una memoria, no tiene, o ha perdido, esa herramienta
esencial para la existencia que es la experiencia, que le permite saber en cada momento cómo
mecánicamente en el mundo, sino que, también, le provee de un soporte ético, una suma de
32
Rossana Cassigoli, op.cit. Pág. 29.
29
LA PO LI T I CA D EL ESPA CI O
Se dice corrientemente que “un pueblo que olvida su historia está condenado a
repetirla”, y ello significa que, cuando una sociedad olvida, destruye u oculta, consciente o
deforma, pierde el aprendizaje que le ha dado la experiencia histórica y, por tanto, se convierte
neuronales dentro de las distintas áreas del cerebro humano ¿dónde se almacena la memoria
colectiva?. Así como una persona, para recordar algo o para evocar a alguien, lo puede
imaginar o puede recurrir a objetos, escritos, documentos o fotografías, para aproximarse a eso
que se quiere recordar, ¿cuál es el medio donde una sociedad deposita su memoria?. Desde
luego, ya desde la Antigüedad existe la historia escrita, que permite recurrir a los testimonios y
historia humana, o se radican las distintas historias que configuran una memoria colectiva, de
33
Rossana Cassigoli, op.cit. Pág. 28.
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LA PO LI T I CA D EL ESPA CI O
De igual modo, el mito ha operado para los diversos grupos humanos como una
humanas sobre su origen, sobre sus hechos fundacionales, sobre sus virtudes, en el modo de la
“...la memoria colectiva se transmite más activamente mediante el ritual que mediante la
crónica”34.
humanidad, entendida ésta en su sentido más amplio, o en el más restringido que se refiere a
también tiende a encontrar una radicación material, a través de las obras que el hombre ejecuta
“cultivar la recordación” sino habitar el pasado aquí, en la responsabilidad presente” 35. Así,
desde las herramientas más elementales que el hombre primitivo talló en la piedra, hasta los
objetos de la más sofisticada tecnología que el progreso técnico y la permanente ampliación del
conocimiento humano han concebido, todos ellos forman parte de una memoria que le recuerda
al hombre su largo caminar sobre la tierra, en constante lucha con una Naturaleza que de
victimaria terminó por volverse víctima de las acciones que el hombre ha ejercido sobre ella
34
Rossana Cassigoli, op.cit. Pág. 48.
35
Rossana Cassigoli, op.cit. Pág. 29.
31
LA PO LI T I CA D EL ESPA CI O
La arqueología nos revela y nos devuelve estos objetos y estas obras e intenta
hombres que habitaron ese rincón de la tierra en un período de su historia. De todas las obras
del hombre ninguna es capaz de dar cuenta y al mismo tiempo de guardar la memoria de la
presente o en el pasado, próximo o remoto. Desde los primeros asentamientos humanos, aldeas,
creación humana que es la ciudad. De allí que podamos decir que la naturaleza es radicalmente
no humana, entendiendo por ello no sólo que no es fruto del hacer humano, sino también que el
barbarie” expresan y dan cuenta de esta primordial y radical dicotomía a la que el hombre
que, a través de sus obras, perdura y deja memoria de su ser histórico. Ejemplos de ello hay
numerosos a lo largo de la historia: los pueblos “bárbaros” que, en los primeros siglos de la era
32
LA PO LI T I CA D EL ESPA CI O
territorio del imperio romano, sólo lograron “civilizarse” en la medida en que se fueron
asentando en las ciudades existentes o en aldeas que se fueron fundando en estos territorios. De
este modo, pueblos como los visigodos, los francos, los lombardos, los ostrogodos y los
constituyen países como España, Francia e Italia, habiendo contribuido, con su cultura, su
pueblos, como los alanos, suevos y vándalos, no alcanzaron ese estado y permanecieron
nómades y errantes, desapareciendo de la historia sin dejar más rastros que las crónicas que
dieron cuenta de su paso por territorios que siempre les fueron extranjeros, sin tener suelo ni
memoria.
historia y la memoria de las comunidades que las han habitado a lo largo del tiempo. La
conciencia que el hombre ha adquirido sobre esta condición de reservorio de la memoria que la
de sus hechos, generación tras generación: obeliscos, estatuas, mausoleos, etc. Pero la
obras destinadas explícitamente a crear esta memoria, sino también en el soporte construido
que el hombre traza para crear un orden habitable: calles, avenidas, plazas, viviendas, lugares
lugares con ciertos secretos y privados propósitos, como los prostíbulos o venusterios que por
33
LA PO LI T I CA D EL ESPA CI O
las transformaciones que esa comunidad experimenta a lo largo de la historia 36. Incluso en las
características materiales nos pueden entregar antecedentes que permitan reconstruir, aún
parcialmente, una historia o, por lo menos, comunicarnos algún significado en relación con las
vidas que allí habitaron. Las pirámides de Egipto, por poner un ejemplo, nos transmiten una
noción casi abstracta de eternidad, de gran antigüedad, de un pasado tan remoto que sólo
podemos conocer parcialmente gracias al trabajo de los arqueólogos. Cuando se visita la ciudad
del Cuzco, en el Perú, y admiramos sus antiguas edificaciones, podemos leer en ellas, como en
un libro abierto, la historia de la conquista de América: los antiguos muros incaicos de piedra
que hoy sirven como cimentación de los muros blancos encalados de las construcciones
coloniales nos hablan de dos momentos distintos y sucesivos en la historia de América, y aún
podemos evocar, gracias a ellos, a Atahualpa y Huáscar en lucha por el imperio, a Pizarro y
36
“El exceso de historicidad le impidió poseer un estilo propio, forzándolo a buscar las formas de su arte, su arquitectura y su moda en el gran depósito
de trajes teatrales que acaba por representar el pasado para él. Un instinto vigoroso debe advertirle cuando es preciso ver las cosas desde la historia y
cuando es necesario verlas desde fuera de ella. Ambas perspectivas son igualmente necesarias para la salud de una nación, una civilización y del propio
individuo”. Rossana Cassigoli, op.cit. Pág.56.
34
LA PO LI T I CA D EL ESPA CI O
Almagro enfrentados por el gobierno colonial. Como lo señala Marc Augé “Histórico, por fin,
objetivación de los hechos históricos acaecidos en ese pasado o como una construcción sólida,
redonda y acabada. Si así fuera, la memoria sería una especie de propiedad de las instituciones,
que la administrarían a través de los archivos, los documentos, los monumentos. Pero la
memoria tiene una condición dinámica y heterogénea, formada por fuerzas a veces
contrapuestas, afectando a los objetos y a los espacios, a los que transforma en lugares. De esta
forma, podemos considerar que la memoria colectiva viene a confundirse con la ciudad misma.
... En aquel imperio, el Arte de la Cartografía logró tal Perfección que el mapa de una sola Provincia ocupaba toda
una Ciudad, y el mapa del Imperio, toda una Provincia. Con el tiempo, esos Mapas Desmesurados no satisficieron y
los Colegios de Cartógrafos levantaron un Mapa del Imperio, que tenía el tamaño del Imperio y coincidía
puntualmente con él. Menos Adictas al Estudio de la Cartografía, las Generaciones Siguientes entendieron que ese
37
Marc Augé, op.cit. Pág.60.
35
LA PO LI T I CA D EL ESPA CI O
dilatado Mapa era Inútil y no sin Impiedad lo entregaron a las Inclemencias del Sol y de los Inviernos. En los desiertos
del Oeste perduran despedazadas Ruinas del Mapa, habitadas por Animales y por Mendigos; en todo el País no hay
SUÁREZ MIRANDA: Viajes de Varones prudentes, libro cuarto, cap. XIV, Lérida, 1658.38
Jean Baudrillard, tomando como base el texto de Borges que encabeza esta sección, se
contemporánea, en la que “son los vestigios de lo real, no los del mapa, los que todavía
subsisten esparcidos por unos desiertos que ya no son los del Imperio, sino nuestro desierto. El
propio desierto de lo real”39. Con ello quiere significar que nos encontramos en una era en que
el simulacro liquida los referentes, no como una imitación o una reiteración, ni siquiera como
una parodia, sino como una suplantación de lo real por los signos de lo real. Si el disimulo
consiste en fingir no tener lo que se tiene, el simulacro, por su parte, es fingir tener lo que no se
tiene. Desde la vieja querella de los iconoclastas y los iconólatras, en que los primeros se
oponían a las imágenes porque ellas representaban a la divinidad, la que no puede ser
Baudrillard califica como los espíritus más modernos y aventureros, tuvieron la conciencia
anticipada de la desaparición de Dios, del poder mortífero de las imágenes, opuesto al poder de
38
En Jorge Luis Borges, “El Hacedor”, Alianza Editorial, Madrid, 1998, pág.40.
39
Jean Baudrillard, “Cultura y Simulacro”, Editorial Kairós, Barcelona, 1984, pág.10.
40
Jean Baudrillard, ibid, pág.17.
36
LA PO LI T I CA D EL ESPA CI O
Esta nota introductoria tiene por objeto situarnos en una condición de la cultura
ejercido sobre esta memoria que es la ciudad ha variado con el tiempo. Por una parte, en la
historia de las ciudades podemos advertir una cierta tendencia a borrar la memoria en ciertos
momentos y por diversas circunstancias, desde la destrucción por el mismo Jehová de las
bíblicas Sodoma y Gomorra, para borrar para siempre el pecado y la memoria de estos lugares,
desde la formulación de la sentencia “Carthago delenda est”, atribuida a Catón el Viejo, con el
explícito propósito de sepultar en el olvido a una nación enemiga, o la destrucción del templo
de Jerusalén por el emperador romano Tito, en el año 70 de nuestra era, provocando con ello la
diáspora del pueblo judío, pasando por Hiroshima, Nagasaki, Berlín, Dresden y Hamburgo
“hacerlas desaparecer del mapa”, incluso mediante artefactos nucleares en el caso de las dos
ciudades con propósitos inmobiliarios41. Ello nos hablaría de una falta de cuidado de la
Pero, por otra parte, en la actualidad vemos el auge de una cierta ideología
reconstrucción de una ideal ciudad histórica, pretensión, por otra parte, evidentemente
41
“Un pueblo “olvida” cuando la generación poseedora del pasado rechaza lo que recibió y cesa de transmitirlo a sus descendientes”.
Rossana Cassigoli, op.cit. Pág. 50.
37
LA PO LI T I CA D EL ESPA CI O
imaginaria e ilusoria, desde el momento que la ideología que diseña el espacio de la ciudad
ambiguo aceptado sin reservas por una sociedad a la que se le otorgan ciertas dádivas, y que
intersubjetivas.
En estos museos imaginarios en los que se transforman las ciudades ya no cabe la utopía
ni la política, pues los intentos de restaurar y de reconstruir anestesian esa utopía y erradican la
habla Habermas, cuando “los oasis utópicos se secan”. De ahí entonces esas cursis nostalgias
por la arquitectura del pasado, un pasado sin memoria, sólo un simulacro, en el que la
a las fantasías de la memoria los cambios de los que da testimonio objetivamente el espacio en
42
“Los espíritus de la memoria y el olvido resurgen como una constante en la historia humana. (…)retornan perennemente a una actualidad dotados de
pulsión creadora”. Rossana Cassigoli, op.cit. Pág. 61.
43
Marc Augé,op.cit. pág. 61.
38
LA PO LI T I CA D EL ESPA CI O
lugar, sino sólo como simulación, en una ambigüedad de significados que desplaza toda
objetualidad se excluye la espacialidad de los edificios y, por ende, el concepto de lugar. Valga
como buen ejemplo de lo que aquí se afirma lo ocurrido en los últimos quince años en los
cerros Alegre y Concepción, en Valparaíso, en los que una bien montada operación
culposa o culpable, de las autoridades edilicias, convirtiendo a estos dos cerros vecinos, en un
pasado próximo asiento de una rica vida comunitaria de barrio, en una verdadera ciudadela
semana de los modernos departamentos o “lofts” que se esconden tras las fachadas
tarjeta postal de la misma ciudad, más que suficiente para llenar las expectativas de sus
simulacro que oculta el, ahora sin comillas, verdadero Valparaíso, pobre y en ruinas, en sus
otros cuarenta y tantos cerros restantes. El gesto es parangonable a querer sustituir la realidad y
39
LA PO LI T I CA D EL ESPA CI O
de criterio y de cultura, aventureros del inmediatismo, que acuden sin escrúpulos a falsificar el
ciudad sobre la que se interviene, sino de toda la ciudad y la de la comunidad que la habita.
pensamiento utópico sobre la ciudad del futuro, dado que la utopía moviliza y despierta ideales,
signos de la tradición y de la historia, en tanto que el simulacro parte de la negación radical del
signo como valor, y, a su vez, parte del signo “como reversión y eliminación de toda
actos iconólatras como, por ejemplo, el cierre de las visitas a las grutas de Lascaux, con el fin
de preservar “el original”, construyendo una réplica exacta a 500 metros del lugar para que
44
Jean Baudrillard, op.cit., pág.17.
40
LA PO LI T I CA D EL ESPA CI O
todos puedan verla. Se puede parangonar este ejemplo, citado por Baudrillard en la obra que
operaciones de rescate de la momia de Ramsés II, igualmente citadas por Baudrillard, en las
que ya “Ramsés no significa nada para nosotros, sólo la momia tiene un valor incalculable”45.
memoria histórica, en lo que ésta tiene de valor como imagen y paisaje, en realidad opera de
forma totalmente opuesta, borrando la memoria para congelar los objetos en un presente
nostálgica, sino que asumen una radical autonomía, como la adquirida por la momia de Ramsés
II, asesinando definitivamente, de este modo, el sentido que podría tener el conocimiento
cualquier intento de darle algún sentido a la historia, postulando el abandono de las meta-
Benjamin decía, ya en 1938, que la historia, concebida como un decurso unitario, “es una
45
Jean Baudrillard, op.cit., pág.25.
41
LA PO LI T I CA D EL ESPA CI O
representación del pasado construida por los grupos y las clases sociales dominantes” 46.
de historia se disuelve en una multitud de relatos ¿cuál será el lugar de la memoria colectiva?
¿o es que tal supuesta memoria colectiva no es más que otro metarrelato que busca encubrir
Pero, aún haciéndonos cargo de esa perspectiva, sigue siendo la ciudad la única fuente
posible de una memoria viva de los múltiples relatos en los que se disuelve la historia, y es el
único espejo en el que esos múltiples relatos se pueden reflejar, fijarse, o transformarse
que estos fenómenos encuentran su origen. Pues debemos aceptar que, cualquiera que sea la
estructura que adopten las distintas sociedades, es en las urbes donde se manifiestan sus
virtudes y sus defectos, no sólo porque en ellas se manifiestan estas virtudes y defectos material
intercambio, sino que también actúan como eficientes medios de comunicación, como pantallas
encendidas día y noche dando cuenta de la vida de los grupos que conforman nuestras
46
Citado en “Posmodernidad: ¿una sociedad transparente”. Gianni Vattimo en “En torno a la posmodernidad”. Gianni Vattimo y otros, Editorial
Anthropos, Barcelona, 1994, pág.11.
42
LA PO LI T I CA D EL ESPA CI O
sociedades, así como de los procesos históricos que las van creando, construyendo y
configuran su condición deficitaria, como albergue del “ser domiciliado” del hombre y como el
Pero ¿dónde encontramos hoy ese espacio público, escenario presunto de la conversación,
habla de una rutina constituida por el diario trayecto que nos lleva del domicilio a la calle, al
“más allá del domicilio empieza el espacio público que ya se asoma en el vecindario, en el
también puede estar la Plaza y el Bar, como ejemplos posibles de realidades a través de las
cuales se “quiebra” el mero transitar cotidiano. Resulta problemático reconocer hoy esa
estructura, y esa ciudad, en nuestra contemporaneidad. Hoy pareciera no haber lugar para ese
espacio público que asoma, en la estructura propuesta por Humberto Giannini, tan cerca como
“vecindario”, o “barrio”, cargadas de contenido aún, hoy parecieran estar engrosando una lista
47
Giannini, op.cit., pág.34.
43
LA PO LI T I CA D EL ESPA CI O
de palabras que empiezan a connotar un mundo para el cual hoy no hay lugar, una ciudad
perdiendo consistencia.
En una especie de caricatura atroz del mal de Alzheimer, la ciudad va perdiendo zonas
natales por la presión inmobiliaria, se reparten por la siempre creciente periferia de las
ciudades, en inmensos arrabales residenciales, cada vez más lejos de sus lugares de trabajo,
“no lugares”: autopistas urbanas, paraderos y terminales del ferrocarril metropolitano y del
competencia por encontrar lugar en esos transportes, por la urgencia por llegar a tiempo al
trabajo o por volver a una hora temprana al domicilio, el que, también, resulta transformado, de
ese lugar que en la estructura “reflexiva” planteada por Humberto Giannini es el lugar y el
símbolo del regressus ad uterum, en el que “parece ocurrir una suerte de reencuentro con uno
mismo”48, en simplemente el lugar para el descanso corporal, en el que “lo social” va quedando
puesto que “el tiempo para sí” le es enajenado al hombre por el tiempo para el movimiento,
48
Giannini, op.cit., pág.59..
44
LA PO LI T I CA D EL ESPA CI O
de los urbanistas modernos, que manifestaban los beneficios que el progreso y el uso de la
razón traerían a la vida ciudadana, en esa “Ciudad Radiante” que proponía Le Corbusier, en
que las funciones estaban acotadas y separadas, en la que la base del plan estaba reservada a la
rasa, respecto de la ciudad histórica, no cumplieron con su promesa prometeica, y hoy los
pero todo este discurso sólo apunta a la conservación de una imagen formal, como si de una
fotografía se tratara, que sólo conserva el recuerdo de una vida hoy desaparecida e imposible de
dar cuenta de una ciudad que sólo existe en el relato escrito y en la figuratividad de los
edificios, y que rinde tributo a una mitología inventada, como ideología de una falsa
conciencia.
Cada vez con mayor fuerza y con menor sutileza la ciudad se ha ido transformando, del
“lugar de todos y de nadie”, en una configuración que, por la dinámica de los mercados
sutil pero efectivo sobre la población, que se desarrolla en un espacio cada vez menos
45
LA PO LI T I CA D EL ESPA CI O
“natural”, en el sentido de dado, para constituir, quizá en el peor sentido que se le pudiera
configuración de ciudad resultante, genera estructuras creadas por la acción humana que
expresan los intereses sociales y económicos dominantes y las relaciones de poder que se
desprovistos de ideología.
La configuración urbana representa cada vez más el orden político, social y económico
“racionalidad”, “transparencia”, “control del entorno urbano”, etc., se ponen al servicio de esta
miembros de la sociedad por parte de un poder que nos observa sin que lo veamos (“sonría, le
estamos filmando”) y actúa sobre nosotros para que interioricemos la coerción y nos
creaciones literarias del tipo 1984, de George Orwell, o Fahrenheit 451, de Ray Bradbury, nos
evolucionado con gran rapidez a las sociedades de control, de Gilles Deleuze, aún cuando,
46
LA PO LI T I CA D EL ESPA CI O
una sociedad y en una ciudad mediatizada que se observa y nos observa permanentemente. Las
calles van perdiendo aceleradamente su función de espacio público para convertirse en simples
lugares de paso para las nuevas estructuras arquitectónicas que surgen en torno al consumo.
Éste funciona mediante mecanismos de seducción que nos llevan hacia la homogeneización y
la regulación en todos los órdenes de la vida cotidiana. Y tal como el espacio público se
transforma, lo mismo acontece con el espacio doméstico: hoy no podemos hablar de la escena
inequidad. Un cesante no vive del mismo modo su espacio doméstico que un acaudalado
empresario, un hombre que una mujer, un homosexual o una lesbiana, un nacional del país que
vivimos, a la que deberemos desconstruir en tanto idea de espacio neutro y sin historia, idea a
la que subyace una concepción atemporal y deslocalizada con pretensiones de crear categorías
universales de validación.
Por otra parte, los espacios, por si mismos, no contienen significados, sino que éstos les
son dados por los actos que en ellos se llevan a cabo por los diferentes actores sociales. Si la
conquista de un espacio urbano propio ha sido siempre una dimensión fundamental para la
al interior de la ciudad, como tribus que marcan su territorio con tal fuerza que la transgresión
47
LA PO LI T I CA D EL ESPA CI O
de dichas fronteras, en muchos casos, puede derivar en fenómenos de violencia y agresión que
La ciudad construida tiene un muy destacado rol en la formación de la imagen del orden
una trampa en que la multitud es reemplazada por una serie de individualidades separadas, bajo
coerción, en la propia sumisión, un poder que se dispersa a través del cuerpo de la sociedad, y
las fronteras que construyen un mundo determinado y el modo como lo vemos, construyendo y
conflictos de clase, raza, sexo, edad y cultura. El espacio, en tanto concepto, no se trata de
relaciones abstractas ni homogéneas, sino que nuestro entendimiento de tal espacio emerge de
las acciones que los hombres concretos ejercen en él, cuando toman posesión del mundo a
asidero.
48
LA PO LI T I CA D EL ESPA CI O
La ciudad hoy refleja los modos de vida de sociedades que funcionan y perviven gracias
al conformismo universal de masas que, con sus necesidades básicas aparentemente satisfechas
transforma por su sola diferencia en un peligro para la conservación de un orden que se percibe
como el único posible y el único que puede garantizar ese mismo “orden”, la “seguridad”,
siempre aparentemente amenazada por nuevos peligros. Se sueña así con una sociedad
transparente, visible en cada uno de sus rincones, en la que no existan lugares oscuros, lugares
ambientes sanos, higiénicos, ventilados, fluidos, separando radicalmente el mundo público del
privado, abriendo grandes ejes de circulación, espacios abiertos en los que nada quede oculto a
49
LA PO LI T I CA D EL ESPA CI O
erradicando sus habitantes a sectores periféricos, iluminando las zonas anteriormente a oscuras.
De alguna manera, en este despeje de los espacios públicos se busca evitar el encuentro íntimo,
Los lugares son así concebidos no para albergar las relaciones entre los individuos, sino
pobres y ricos, generando profundos abismos, en muchos casos de forma literal, cooperando así
los cuales orientamos nuestras vidas, definiendo las fronteras de lo público y lo privado,
segmentando el espacio de modo que ciertos lugares y ciertas personas permanecen bajo
social, cultural, de sexo o de raza, entre otras, estableciendo identidades de variados orígenes,
simbolizando, etc.
50
LA PO LI T I CA D EL ESPA CI O
reproducir la ideología dominante en todos los niveles, desde los domésticos hasta la ciudad
las diferentes formas de práctica social y enmarcando la vida cotidiana. Su mayor poder reside
sin estridencias, sin discusión, diálogo ni debate. Por ello resulta importante conocer,
espacio habitado.
de una compleja relación entre su forma física y las fuerzas que atraviesan su vida interior, una
red compleja de interacción enlazando actividades, procesos y relaciones sociales que conjugan
consideradas como ciudades, al menos en el sentido tradicional en que se entendía tal concepto.
51
LA PO LI T I CA D EL ESPA CI O
descentradas, sin puntos centrales e históricos de poder, en las que los edificios no son otra cosa
las otras sin más orden que el dictado por la necesidad y el mercado inmobiliario. Estos
grandes centros comerciales, zonas deportivas, parques, zonas industriales, centros de negocios,
de edificios, sino la del tránsito permanente. En estas estructuras, el espacio público ha pasado
regulación donde todo está vigilado y controlado, en el que el individuo se siente seguro y
siente garantizada esa seguridad, solo en medio de la multitud, en los “no-lugares” de los que
nos habla Marc Augé, tales como aeropuertos, hoteles, supermercados, grandes centros
comerciales, etc., en los que la discreta presencia de los “hombres de negro” nos asegura frente
zonas del mundo, adoptando ciertas formas homogéneas y reconocibles, que le otorgan un
Las ciudades han dejado de ser lugares estables o formas claramente determinadas para
52
LA PO LI T I CA D EL ESPA CI O
de poder social al lado de los más profundos procesos de exclusión. El proceso acelerado de
estas aglomeraciones urbanas, las mayorías no son ciudadanas, sino que están sometidas al
desempleo o al empleo precario e informal, marginadas casi por completo del Estado de
derecho y de toda cultura cívica, localizadas en áreas carentes de todo equipamiento, invisibles
común, a favor del bien individual o de los grupos más poderosos, se ha transformado en el
modo de pensar las formas de la convivencia social, en las que la idea de lo público se va
La relación entre estas esferas es, sin embargo, una de las articulaciones básicas de la
sociedad que conforma el tejido de la vida cotidiana, como nos lo describe Humberto Giannini.
Los dos aspectos de esta relación se deben entender más como una acción que se lleva a cabo
que como un estado que se posee, e implican un importante contenido de carácter espacial,
términos antagónicos, sino como la institución de una jerarquía de valores que estableciera un
53
LA PO LI T I CA D EL ESPA CI O
separación unas de las otras, apareciendo el concepto de espacio privado, cuyo elemento más
habitantes de una casa de los habitantes de otras casas y del espacio público.
Surge así un urbanismo como adosamiento de privacidades, una casa junto a la otra que
no crean comunidad, conformando extensas áreas de uniformización, con una total separación
del espacio público respecto del espacio privado, enfatizando los conceptos dialécticamente
conservación del orden social, realidad política, garantizadora del control ideológico y moral de
sus ocupantes.
cambios en relación con lo anterior, a partir del desarrollo de la computación, volviendo a unir
vivienda a expensas del espacio público del trabajo, aquel espacio de “disponibilidad para el
54
LA PO LI T I CA D EL ESPA CI O
otro” como lo caracteriza Humberto Giannini, pero que, debido a la privatización del trabajo,
lleva a los individuos a transformarlo en otra actividad privada más, en la que el contacto
ininterrumpida de salvaguardar el poder de la clase dominante, y que, para ello “el esfuerzo de
todos los poderes establecidos (….) para aumentar los medios de mantener el orden en las
entender mejor una de las últimas formas de actividad pública que las personas realizan hoy: el
“ir de compras”, convertido en un rito de carácter universal que día a día realizan millones de
personas. Esta actividad se ha ido concentrando en grandes centros comerciales o “malls”, los
que van reemplazando a la ciudad, ocupando el lugar de sus símbolos espaciales, como la plaza
ciudadana, se bate en retirada, y todos los actos que en ella se congregaban, como lugar abierto
49
Guy Debord, La sociedad del espectáculo, Pre-Textos, Valencia, 2003, págs..145-146
55
LA PO LI T I CA D EL ESPA CI O
El mall ha sido capaz de colonizar o, derechamente, reemplazar, casi todos los aspectos
de la vida urbana, relacionando categorías consideradas hasta hace poco tiempo como
identidad fluida, en las que el tiempo se hace otro, rotos todos los contactos con la ciudad
exterior. Estos centros comerciales se han multiplicado en las grandes ciudades e, incluso, las
total hermetismo frente al espacio público abierto, negándose a cualquier relación con la calle,
con excepción de las puertas de acceso, potenciando con ello un urbanismo fragmentador y
estacionamientos abiertos. Se trata de “lugares” en los que se puede tener acceso a una gran
como actividad anteriormente propia de las calles comerciales y de las galerías comerciales
peatonales ubicadas en el centro de las ciudades, que vinculaban las calles entre sí, asistir al
cine, hacer trámites bancarios, organizar una cena con la pareja, la familia o los amigos,
comprar un libro o una prenda de ropa, visitar al médico o hacerse exámenes, etc. Como dice
civilización donde el conjunto de las relaciones humanas, así como el conjunto de las
relaciones del hombre con el mundo, está mediatizado por un cálculo numérico simple donde
50
Es emblemático de ello el reciente caso de la construcción de un “mall” en la ciudad de Castro, en Chiloé, hecho que desató una gran polémica en la
prensa y en las redes sociales, dando cuenta de una fuerte oposición a esta obra, polémica que se detuvo cuando la ciudad realizó un plebiscito ciudadano
en el que el “mall” obtuvo un mayoritario apoyo, alegando los habitantes de habitantes de Castro que ellos, así como los habitantes de las grandes
ciudades, también tenían derecho a contar con un “mall”.
51
Michel Houellebecq, El mundo como supermercado, Anagrama, Barcelona, 2000, pág.56.
56
LA PO LI T I CA D EL ESPA CI O
los que, de manera ordenada, segura, sin ninguna forma visible de coerción, atractiva y
perfecta, aparecen los mayores niveles de control social, penetrante, disimulado, sutil y
aceptado, en el que intervienen, de manera inconsciente pero activa, los mismos afectados,
socialmente seducida e integrada mediante la dependencia del mercado. Los lugares en los que
del orden de la sociedad. De este modo, se puede decir que las formas arquitectónicas y
57
LA PO LI T I CA D EL ESPA CI O
constantemente a través de los actos de la vida diaria, y las formas urbanas son un espejo social
que constituye y transforma la realidad. Cada obra construye significado, y ninguna de tal
modo como lo hacen estos centros comerciales, verdaderas pantallas gigantes en las que la
protagonistas de este gigantesco espejismo, creándole una experiencia cotidiana que reemplaza
esta especie de ilusión, o sueño, en el que todo el mundo puede consumir, jugar y divertirse sin
peligro alguno, olvidando, en el “allá afuera” de la ciudad, los conflictos sociales, culturales,
étnicos, de género, etc. En ese afuera está todo aquello de lo que no queremos participar:
pobreza, violencia, desorden, basura, climas extremos. De todo ello nos aislamos en la
alienación del consumo y del placer, en la que nos encontramos con nuestros iguales, es decir,
con aquellos que tienen la misma capacidad de consumo que nosotros. Ese afuera, ese más allá,
no es otra cosa que la calle, la plaza, el espacio público, la mesa del café en la vereda, la barra
del bar, donde nos encontramos con los otros, con aquellos que no son iguales a nosotros,
último refugio de la verdadera diversidad, el lugar del cara a cara con el Otro, allí donde éste
puede interpelarnos en nuestro egoísmo, allí donde no podemos totalizarlo, como sí lo hacemos
consumidores satisfechos.
58
LA PO LI T I CA D EL ESPA CI O
completamente diferentes de las exteriores, tales como una climatización que mantiene una
distribuidos, una arquitectura interior atractiva, plantas artificiales y bancas que pretenden
imitar un espacio público, grata iluminación artificial y también natural por medio de aberturas
cenitales que no nos relacionan más que con la luz del cielo, recorridos complejos en los que se
de los distintos locales comerciales, “patios de comida” con abundante variedad de comida
“chatarra”, matizados con algunos locales de gastronomía más sofisticada, etc. El arquitecto
Rem Koolhaas los describe del siguiente modo: “Es un enmarañado imperio de confusión que
arquitectura, posiblemente para siempre” 52. De este modo, el capitalismo occidental coloniza
Los centros comerciales han ido creciendo cada vez más e incluyendo un mayor número
y variedad de tiendas y servicios, de modo que la vida pública ha sido recreada en un espacio
52
Rem Koolhaas, “El espacio basura”, revista Arquitectura Viva n°74,septiembre-octubre 2000, págs.23,24.
59
LA PO LI T I CA D EL ESPA CI O
privado, encerrada y puesta bajo llave. Esto ha dislocado la trama urbana, volcando la
convivencia que en ella se producía en espacios herméticos que reemplazan las plazas y las
calles, siendo estas últimas sólo el medio de acceso rápido al estacionamiento, abierto o
corredores, galerías y escaleras mecánicas, bajo el discreto pero total escrutinio de las cámaras
seguro lugar en un mundo que se nos presenta como cada vez más peligroso. Son lugares
deteriorando, a medida que la atmósfera se va haciendo cada vez más contaminada, a medida
que los abismos socio económicos se van haciendo más profundos, la ilusión de una vida
placentera y opulenta, y la seudo armonía social se va haciendo más seductora en estos espacios
de fantasía que estimulan la imaginación, el consumo y el autoengaño. Son lugares donde nada
todo está dirigido a un consumo feliz mediante una atmósfera festiva en un lugar ideal, una
aparente comunidad utópica donde los conflictos están excluidos, reproduciendo una dócil vida
urbana en un espacio privado sofisticadamente controlado, que consigue interiorizar las normas
60
LA PO LI T I CA D EL ESPA CI O
y hábitos de comportamiento y que excluye sutilmente las diferencias, generando una amplia y
Los “malls” entregan aquello que la ciudad ha dejado de poseer: entornos limpios,
seguros y a escala humana, donde ver y ser visto, sin encarnar visiones de lo ideal, sino
permiten creer en un mundo de sueños, donde el orden prevalece. Estos lugares expropian a la
siglo XXI. Entender esto resulta fundamental para entender los caminos de la construcción de
los nuevos espacios urbanos, de las nuevas ciudades. Como acertadamente lo percibe el
mero segmento del plano metropolitano continuo, donde los restos del pasado se enfrentan a
modo como habitamos y percibimos el mundo. La ciudad del siglo XXI está inconscientemente
determinada por el consumo y esta época, indudablemente, será recordada como el momento en
53
Rem Koolhaas, S, M, L, XL (Small, Medium, Large, Extra-Large)
61
LA PO LI T I CA D EL ESPA CI O
el que la ciudad no podrá más ser entendida sin tener en cuenta este fenómeno. El consumo de
masas es un proceso que funciona por la seducción y que se dirige hacia la homogeneización de
seductor que somete la vida propia a la experiencia del consumo masivo y constante, en un
los conflictos que continúan subyaciendo y desarrollándose bajo la superficie vistosa, brillante
las calles y plazas y los condominios horizontales o verticales se convierten en feudos cerrados
donde los distintos sectores sociales se protegen del “público”, es decir, del Otro, mediante
sistemas de vigilancia y exclusión. Los flujos predominan sobre la lugaridad y el vehículo por
sobre el peatón, dando lugar a una ciudad segregada, compartimentada, compuesta de guetos
Nos enfrentamos hoy a una mutación del espacio urbano, en el que encontramos dos
elementos en torno a los que se polariza el tejido de la ciudad: el consumo y el ocio, por un
62
LA PO LI T I CA D EL ESPA CI O
protegidos, en los que, en el espacio de algunas horas, los conflictos, la violencia y la agitación
del mundo exterior se olvidan, en un entorno aséptico y neutro, en que las normas de
los empleados que trabajan en estos lugares deben ofrecer: ninguna disonancia ni extravagancia
es aceptada, sugiriendo una idea de confianza y orden sin estridencias de ningún tipo.
Pero, tal como podemos describir desde la idea del simulacro a estos centros
comunidades cerradas llamadas condominios, en los que se escenifica una bucólica vida de
vecindario, con pasajes peatonales, pequeños jardines, arquitectura “de estilo” a elección del
comprador, colegios privados con nombres religiosos o étnicos al gusto de una pequeña
burguesía emergente y snob, colores pastel en las fachadas, en tres o cuatro tonos a elección.
Nada es “feo”, todo está limpio, nada desentona o irrita, cada cosa está allí puesta para evocar
un urbanismo nostálgico que traiga a la memoria la pacífica vida de los antiguos barrios de las
un simulacro de ciudad aislada del mundo y protegida dentro de una burbuja de cristal,
encerrada entre altos muros y resguardada por sistemas privados de seguridad. Cajas vacías,
63
LA PO LI T I CA D EL ESPA CI O
que resguardan del mundo a sus habitantes, sin conciencia de la sociedad a la que pertenecen,
puesta en pie de simulacros de valores culturales que ya hace tiempo han sido arrasados y
negados por la misma cultura que los construye, en aras de una cultura de la simulación y la
fascinación, una cultura de la manipulación en la que las masas están, más que convidadas a
participar, convidadas a simular que participan, en una verdadera parodia de esa otra cultura
que tiene como función principal la creación de discursos que permitan analizar y cuestionar la
realidad.
a la aparición de grandes bolsas de deterioro en los núcleos centrales de las ciudades - en los
que se encuentra una desconcertante vecindad entre la riqueza opulenta de las instituciones, los
bancos y las corporaciones y la más absoluta pobreza de los sin casa, de los ocupantes ilegales
protección-, y a la creación de una nueva relación urbana dicotómica entre centro y periferia, se
une el hecho de una crisis social y el estallido de resentimientos por décadas sumergidos, que
genera temor en los antiguos residentes, forzando su migración hacia otras áreas. Las ciudades,
64
LA PO LI T I CA D EL ESPA CI O
desapareciendo como unidad cívica y territorial. Los centros históricos, como núcleos de
grandes parcelas privadas en las que ya no hay ningún sentimiento de colectividad. El territorio
de cada uno empieza y acaba en su propia casa, fuera de ella está la oscuridad, el silencio y la
inseguridad. En este contexto aparecen esos proyectos de ciudades privadas en las que el
organizadas y vigiladas las veinticuatro horas del día. El control arquitectónico y urbanístico de
“vida” de estos nuevos barrios se organiza en torno a una red vial que por un lado conecta a las
autopistas urbanas y por el otro se convierte en un callejón sin salida, sólo accesible a los que
conocen la urbanización.
cualquier reforma encaminada a la integración social, llevando a vivir a estos lugares a quienes
desean huir de cualquier posible amenaza, ya sea física (ruidos, suciedad, contaminación) o
personal (contacto con los pobres, los extranjeros inmigrantes, personas “diferentes”), en una
obsesión por la perpetua seguridad que se verifica mediante la creación de una distancia con un
importancia de esta distancia que se quiere crear sea producto más de un estado mental que de
65
LA PO LI T I CA D EL ESPA CI O
una realidad física, todo, en definitiva, es la consecuencia de una actitud que mantiene,
frente al cual se inventa un nuevo entorno homogeneizado, en el que no hay lugar para los
protegido. En unos casos no ha sido pensado para dar seguridad sino para ciertas funciones
otros casos ha sido ocupado por las clases peligrosas de la sociedad: inmigrados, pobres o
aquellos que viven la ciudad como una oportunidad de supervivencia. Aunque muchas veces
sean las principales víctimas, no pueden permitirse prescindir del espacio público”. 55
enlazándose de manera confusa, se exorcizan los demonios de la ciudad, gracias a los medios
de control y a las sofisticadas medidas de vigilancia, que, al mismo tiempo, se pagan con la
pues, de modo sutil pero eficiente, las formas de vida y los comportamientos personales son
llevados a las normas que la mayoría considera pertinentes y adecuados. La consecuencia más
inmediata de este sistema de apartheid urbano es la destrucción del espacio público accesible y
simulacros de sociedad, compuestos por una arquitectura al gusto de una pequeña burguesía
54
Cabe mencionar, como una anécdota que retrata con curiosa sinceridad esta aversión al Otro, el lugar común en nuestra sociedad chilena, de referirse
humorísticamente a “la gente como uno”.
55
Jordi Borja, Ciudadanía y espacio público, (Publicado en VVAA, Ciutat real, ciutat ideal. Significat i funció a l’espai urbà modern, “Urbanitats” núm.
7, Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona, Barcelona 1998)
66
LA PO LI T I CA D EL ESPA CI O
“ascendente”, organizados a través de rígidos controles de las áreas públicas y de unas personas
diferentes sectores de la población, acabando no sólo con la calle como lugar de encuentro y de
relación de los ciudadanos, sino también con la “multitud”, entendida como la mezcla
ciudadana. Se muestran como grandes realizaciones edilicias la instalación del mayor número
estacionamientos públicos, paseos, plazas y parques, extendiendo por todo el espacio público
una visibilidad “protectora”, una vigilancia de tiempo completo. Por otra parte, los llamados
temperatura, humedad u olores, sino también controlan los movimientos de sus ocupantes, en
67
LA PO LI T I CA D EL ESPA CI O
Una ciudad en la que los interiores y los exteriores hacen visible toda actividad humana
haciendo que una aparente condición estética sirva de medio de control y mejor vigilancia,
seguridad como el fin fundamental para la convivencia, entendiendo ésta como sinónimo de
homogeneidad.
la sociedad heterogénea, lugar de los símbolos colectivos, estos espacios vacíos, en los que no
se puede estar, en los que no se puede hacer nada, espacios (que no lugares) agresivos, secos,
desnudos, poco dados al intercambio y a la comunicación, resultan ser los mejores auxiliares de
68
LA PO LI T I CA D EL ESPA CI O
una sociedad del control, la vigilancia, la dispersión social, siguiendo las enseñanzas que nos
dejara el barón Haussmann, en la búsqueda del espacio abierto y vacío, donde todo es
Pareciera que, cada día más, las esferas de lo público y de lo privado, antes
considerados como dos mundos diferenciados, comienzan a derribar sus fronteras, puesto que
la vigilancia, por el miedo al “otro”, por el control de los “diferentes”, va invadiéndolo todo,
unificando lo público y lo privado bajo una misma mirada escrutadora y legitimizadora, en una
y permanente de los procesos más íntimos. Ahora, el universo privado, espacio simbólico de
comunicación”56. Pero esta información no es más que saturación superficial sobre la que
ningún discurso verdadero se puede construir. Es “la extroversión forzada de toda interioridad”
la confusión, que producen la pérdida de la memoria y del sentido de la historia. En este éxtasis
y amplia popularidad de los realitys dan cuenta de esta esquizofrenia en que lo privado se hace
56
Jean Baudrillard, “El éxtasis de la comunicación”, en Hal Foster (ed.), La posmodernidad, Akal, Madrid, 1998, pág. 193.
69
LA PO LI T I CA D EL ESPA CI O
La cámara, real o simbólica, que nos acompaña en nuestro deambular por la calle,
no por la autoridad, en los correos electrónicos, en las redes sociales, es el medio por el cual la
estigmatiza a este o a aquel grupo social, minoría étnica o de género, alentando y potenciando
una desmedida obsesión por la seguridad, que puede llegar a significar el sacrificio de las
Frente a esta situación, cabe formular la pregunta ¿es hoy la Ciudad posible?. Y antes de
ella, aún hay que preguntarse ¿es realista hoy formular la pregunta por la Ciudad?. Pocos días
académico en relación con que, si hoy el espacio público es una utopía inexistente o una
realidad que ha sido superada, resulta inútil seguir pensando en él, nuestra respuesta fue que
disponibilidad para el Otro, y que nuestro papel como formadores de futuros arquitectos es,
conformistas, que sean capaces, aún, frente a los que piensan que debemos integrarnos a la
“realidad”, ser los apocalípticos que aún buscamos la Ciudad de todos, la Ciudad de los libres,
70
LA PO LI T I CA D EL ESPA CI O
Capítulo 3
Ciudad y Política
La pregunta por la Ciudad tiene una larga historia, seguramente tan larga como la historia
de la Ciudad misma. Y tan largo como esa historia es el listado de las respuestas que la historia
de las ideas, el pensamiento en general y la cultura han intentado dar a esa pregunta. Desde la
filosofía clásica, desde la teología, desde la política, desde la economía, desde la arquitectura y
innumerables los intentos de bosquejar una ciudad que resulte ser el lugar en el que el hombre,
que logre responder a las expectativas que una sociedad humana particular comparta, a lo largo
espacio.
71
LA PO LI T I CA D EL ESPA CI O
como dice Paul Ricoeur “nuestras expectativas orientadas hacia el futuro, nuestras tradiciones
Ricoeur o Karl Mannheim58 han estudiado, se expresan en las formas generales de la ideología
o de la utopía.
la perspectiva de Karl Mannheim, comentado por Hannah Arendt 59, son “trascendentes al ser”,
y surgen de una conciencia que no estaría en sintonía con el ser “que la rodea”. Para Arendt, la
que surge de la condición apátrida a la que está condenado el espíritu en nuestra sociedad. El
ser al que las manifestaciones espirituales se liga está determinado como “el ser social de la
manifieste con más claridad en lo económico hace que este mundo sea donde más extraño
resulta al sentido y al espíritu. Y, pese a que el espíritu es trascendente con relación a este
espíritu empieza a ser allí donde la realidad se vuelve problemática para la conciencia, y donde
la pregunta por la realidad se plantea como pregunta por la “verdadera y auténtica realidad”,
siendo entonces tal conciencia una “falsa conciencia”, de la que surge toda ideología,
57
Paul Ricoeur, “La ideología y la utopía”, en Educación y Política: de la historia personal a la comunión de libertades, Editorial Docencia, B. Aires,
1984.
58
Karl Mannheim, “Ideología y Utopía, introducción a la sociología del conocimiento”, Fondo de Cultura Económica, México, 1987.
59
Hannah Arendt, “Filosofía y Sociología. Con motivo de Karl Mannheim, Ideología y utopía”, en “Ensayos de comprensión 1930-1954”, Caparrós
Editores, Madrid, 2005, pág.46.
72
LA PO LI T I CA D EL ESPA CI O
permanece ligado, con el fin de combatir una nueva situación del mundo en la que está
desorientado.
Frente a ello, la utopía es conciencia que “salta por encima […..]del orden de ser que
mundo, en la visión de Mannheim, sólo puede ubicarse fuera de la coexistencia histórica entre
los hombres, dándose entonces la aparentemente paradójica conclusión que el espíritu existe
Historia.
3.2 Ideología
Karl Mannheim, en relación con el concepto de ideología, distingue dos sentidos distintos
para el término, uno particular y el otro total. El concepto particular implica nuestro
escepticismo respecto de las ideas contrarias a las nuestras, consideradas como disfraces,
naturaleza de una situación. Por otra parte, Mannheim define el concepto de ideología total
como “la ideología de una época o de un grupo históricosocial concreto, por ejemplo, de una
clase, cuando estudiamos las características y la composición de la total estructura del espíritu
de nuestra época o de este grupo”61 . Ambas acepciones del término, para Mannheim, tienen
en común la desconfianza en relación con lo que dice el adversario, apartándose del sujeto,
individual o grupal, para tratar de comprender lo que se dice por el método indirecto del
60
Arendt,Filosofía y….; pág. 55.
61
Karl Mannheim, op.cit., pág.49.
73
LA PO LI T I CA D EL ESPA CI O
análisis de las condiciones sociales del individuo o del grupo, haciendo de las ideas una función
Por otra parte, la diferencia entre ambas acepciones radica en que, en el concepto
particular, sólo se designa como ideología una parte de las afirmaciones del adversario, y en el
concepto total se pone en tela de juicio toda la concepción del mundo del mismo,
particular de ideología analiza las ideas sólo desde un punto de vista psicológico, suponiendo
en ambas partes criterios comunes de validez, por lo tanto no excluyentes, basados en un marco
común de referencias, en tanto que en el concepto total de ideología nos referimos a sistemas
diferentes.
Para efectos del desarrollo de nuestro estudio de la ciudad utilizaremos el concepto total
hecho en la primera parte, toda la visión que un sector ideológico (aquellos que adhieren a la
divergentes significa no hacer responsables a los individuos particulares de los errores que
advertimos en sus ideas y no atribuir el mal que ellas causan a una perversidad individual, sino
74
LA PO LI T I CA D EL ESPA CI O
distorsión y de disimulo mediante los cuales nos ocultamos a nosotros mismos, por ejemplo,
nuestra pertenencia de clase y, en términos más generales, nuestra forma de pertenencia a las
simplemente la ideología con la mentira social o, lo que es más grave, con la ilusión protectora
de nuestro estatuto social junto con todos los privilegios y las injusticias que ello supone” 62.
Ricoeur examina tres usos del concepto de ideología, de acuerdo a tres niveles de profundidad:
la ideología como distorsión o disimulo, concepto popularizado por el joven Marx en los
este uso del concepto, la primera función que se atribuye a la ideología es la de producir una
imagen invertida de la realidad. Marx establece una relación entre las representaciones y la
realidad de la vida, que él llama praxis. La vida real de los hombres es su praxis, y el reflejo de
vida real se falsifica a través de la representación imaginaria que los hombres se hacen de ella.
ideología, frente a la cual lo que hay que hacer es “hacer descender a las ideas desde el cielo
de lo imaginario hacia la tierra de la praxis”63. Más adelante, Marx sostendrá que la ideología
El segundo uso examinado por Ricoeur está referido a la ideología como justificación o
legitimación. Haciendo referencia nuevamente al mismo Marx, quien declaró que las ideas de
62
Paul Ricoeur, “La ideología y……”, pág.82.
63
Paul Ricoeur, ibid., pág.83.
75
LA PO LI T I CA D EL ESPA CI O
la clase dominante se convierten en ideas dominantes, haciéndose pasar por ideas universales,
Ricoeur señala que Marx toca, más allá de la mera inversión y disimulo, el fenómeno de la
de justificarse, recurriendo a nociones que se busca hacer aparecer como universales, a través
de la retórica. Dice Ricoeur, recordando a Platón, “no existe la tiranía sin la ayuda de un
sofista”, es decir, sin recurrir a la retórica del discurso público, sus figuras y sus tropos, la que
autoridad, cuando se transforma en una retórica de persuasión, aunque sólo sea para limitar el
uso de la fuerza en la imposición del orden, en “una especie de plusvalía de creencia que toda
Por último, el tercer uso se refiere a la ideología como integración, entendiendo por ello
usos tales como las ceremonias de conmemoración, los modos como una comunidad cualquiera
la Bastilla, la Revolución de Octubre, en los que la comunidad mantiene una relación con sus
función de la ideología es servir de enlace para la memoria colectiva, a fin de que el valor de
64
Paul Ricoeur, “La ideología y……”, pág.85.
76
LA PO LI T I CA D EL ESPA CI O
la imagen estable que se dan de sí mismos, constituyendo esta imagen el nivel más profundo
65
Por su parte, Hannah Arendt, en sus comentarios a la obra de Mannheim ya citada,
aproxima la sociología de este autor a la ontología heideggeriana de “Ser y tiempo”, que “parte
justamente de la cotidianidad del existir humano” 66, en tanto que Mannheim lo hace desde la
cotidianeidad del “ser-con” de los hombres, es decir, el mundo histórico, aquel que está dado
con anterioridad “a todo “ser uno mismo”, la existencia humana comprendida siempre como
estructura formal del “ser-ahí”, sino por el mundo determinado históricamente en cada caso, en
el cual viven los hombres en cada caso. Mannheim, según Arendt, delimita la sociología e
siempre cambiante, y que representaría la verdadera realidad, frente a las “teorías” de los
como ideología o utopía, como expresiones de una conciencia que no está en sintonía con el ser
que la rodea.
En nuestra sociedad, el espíritu está condenado a una condición apátrida. Ahora, “el ser
al que el espíritu está atado,…., es el reino de lo público”67. En esta confrontación llega a ser
cada individuo humano un ser histórico. Pero, como ya hemos visto con Hannah Arendt, lo
65
Arendt, “Filosofía y……”, pág.48
66
Arendt, ibid, pág. 49.
67
Arendt, ibid., pág. 54.
77
LA PO LI T I CA D EL ESPA CI O
este último se piensa en relación con el mundo, se vuelve ideológico o utópico. Este curso de
concuerda con el ser en el que está emplazada. El espíritu empieza a ser allí donde la realidad
se vuelve problemática para la conciencia y donde la pregunta por la realidad se plantea como
De este modo, toda ideología surge de una “falsa conciencia” que absolutiza un estado de
ser al que el individuo permanece ligado, a fin de combatir una situación en la que él se
encuentra desorientado. Por el contrario, una conciencia utópica es aquella que salta por encima
del orden existente en pro de un mundo venidero. En el primer caso, se le otorga trascendencia
al mundo “que es”, sacralizándolo, en tanto que, en la utopía, la trascendencia del espíritu sobre
el ser revierte sobre la realidad y se hace superior a ella, poniendo en valor, por sobre el orden
“que es”, un deber ser”. Pero, como el espíritu, para Mannheim, es apátrida en el mundo, sólo
puede ubicarse fuera de la coexistencia histórica entre los hombres, sólo puede existir en su
históricamente dado se le aparece como algo que está ahí para ser cambiado. A esta libertad
respecto de lo público que hace aparecer el mundo como algo por cambiar, Mannheim la llama
“conciencia utópica”. Respecto del ethos de la ideología, Hannah Arendt se refiere a Max
Weber y su ensayo “La ética protestante y el espíritu del capitalismo”, afirmando que una
realidad pública determinada (en la especie, el capitalismo), surge del protestantismo, como un
primer vínculo religioso, para el que el mundo no es patria, y en el que no hay sitio para el
78
LA PO LI T I CA D EL ESPA CI O
mundo” y, al mismo tiempo, de un tener que avenirse con el mundo” 68. El mundo se concibe,
entonces, como mundo en el que no cabe hacer otra cosa que cumplir con el propio deber.
Arendt reflexiona al respecto que ha sido necesario que el “entramado económico de poder”
contemporáneo haya llegado a ser tan sobrepoderoso para que “el espíritu que lo creó ya no
ideológica.
No obstante que Arendt se limita a comentar la obra de Mannheim desde la pregunta por
el lugar social e histórico de la indagación sociológica, hacia el final de su ensayo establece una
suerte de juicio respecto de la condición ideológica que merece ser citado a modo de valoración
suyo, sólo cuando el individuo, acaso por su ascenso económico69, puede encontrarse
perteneciendo de repente a una comunidad de vida que es enteramente distinta, sólo entonces
existe algo así como la ideología en el sentido de una justificación de la propia posición frente
68
Arendt, Filosofía y….., pág. 61.
69
El destacado es nuestro (N.del A.)
70
Arendt, op.cit., pág. 62.
79
LA PO LI T I CA D EL ESPA CI O
distorsionada del contenido social. Una ideología, para este autor, no es necesariamente “falsa”
en relación con su contenido, puesto que lo que importa no es el contenido como tal, sino el
modo como se relaciona con la posición subjetiva supuesta por su propio proceso de
respecto de alguna relación de dominación, social, política, económica, cultural, etc., la que,
para ser efectiva debe permanecer oculta. En la óptica de Žižek, ya no se trata de una forma de
“falsa conciencia”, en la que quien utiliza argumentos ideológicos no sabe que lo está haciendo,
sino, en cambio, quien los utiliza sabe muy bien lo que está haciendo y por qué lo está
haciendo.
Žižek propone tres ejes de disposición de las nociones asociadas al término “ideología”,
asociados a los tres momentos que Hegel distinguía en relación con la religión (doctrina,
creencia y ritual). Žižek habla de la ideología como complejo de ideas (teorías, convicciones,
ideología, los aparatos ideológicos de Estado), mecanismos que, para ser operativos, para
“apropiarse” del individuo, suponen la presencia masiva del Estado, la relación del individuo
con el Poder y con “el gran Otro ideológico en el que se origina la interpelación”; y la
ideología “espontánea” que opera en el centro de la realidad social: “la elusiva red de actitudes
71
Slavoj Žižek, “El espectro de la ideología”, en Slavoj Žižek (comp.) “Ideología, un mapa de la cuestión”. Fondo de Cultura Económica de Argentina,
Buenos Aires, 2005.
72
Žižek, ibid, pág. 15.
80
LA PO LI T I CA D EL ESPA CI O
la “sociedad del espectáculo” en la que los medios estructuran nuestra percepción de la realidad
“espontaneidad” de los consensos creados en la sociedad de consumo: desde las ideas en torno
erradicación del espacio público en favor del espacio privado o restringido, desaparición de las
libertad, al libre desplazamiento, la insistencia de los medios para poner en relieve los delitos,
como la sociedad urbana se representa y se piensa a sí misma, y, a partir de la cual, elabora las
herramientas para ser gobernada y para otorgar una cierta estabilidad a los imaginarios que de
contrario, esta ideología es generada por la cosa en sí, como imagen derivada y objetivamente
neoliberalismo no pueda subsistir como sistema político, económico, social y cultural, y como
73
Žižek, op.cit., pág. 24.
81
LA PO LI T I CA D EL ESPA CI O
que configura y representa, al mismo tiempo, la mayor parte de sus supuestos, imponiendo su
posible. Más aún, se puede afirmar que este orden sólo es posible de afirmar merced al
separar de la cultura y el sistema económico del capitalismo neoliberal de mercado, sino que
constituyen el cuerpo mismo de este orden económico-político, y los supuestos a partir de los
2.3 Utopía
una realidad que, a través de sus mecanismos, se intenta preservar, proteger del cambio o, aún,
revivir, cuando sus supuestos históricos han perdido vigencia o legitimidad, la utopía se alza o
82
LA PO LI T I CA D EL ESPA CI O
el concepto con el sello de lo ingenuo e imposible. No obstante esta caracterización, que ha ido
sellando al concepto de utopía y al utopismo de manera más bien negativa, no es posible eludir
el hecho que la utopía representa, por otra parte, el ideal humano de la conquista de la felicidad,
sólo quiere manifestarse como estado de ánimo, sino como espacio y lugar. No es la mera
felicidad personal la que ofrece la utopía, sino el topos donde es posible la felicidad de los
hombres. Es el sin lugar que quiere ser lugar, de allí que en muchas de sus formulaciones
Utopía es también Eutopía, buen lugar, en el que se mezclan, de manera heterogénea, las
creencias paradisíacas del judeocristianismo con las ideas provenientes del helenismo, en torno
83
LA PO LI T I CA D EL ESPA CI O
a una ciudad ideal en la tierra. La utopía, o gran parte de las construcciones utópicas, contienen
personas. La utopía surge allí donde la institucionalidad, el orden social y político, las
justa.
orden existente será estigmatizado como utópico, argumentando, entre otras consideraciones,
que la utopía sólo sería posible sobre la base de una condición humana perfecta (los justos, los
elegidos, etc.), pero la realidad del hombre es su imperfección, de donde se presupone que los
anhelos de crear una sociedad ideal sin que el hombre alcance esa condición de perfección
necesaria terminará siempre por desembocar en una sociedad injusta. Pero no todo modelo de
búsqueda de la felicidad humana en una sociedad justa que encuentra su lugar en la Ciudad,
ciudad aún inexistente, pero posible de ser construida. La utopía, de este modo, constituye una
entonces, de la utopía que quiere ser eutópica, en la permanente proyección del hombre hacia la
84
LA PO LI T I CA D EL ESPA CI O
felicidad y la buena vida en el mundo, las que, por otra parte, desde una perspectiva del deber
ser, no pueden darse sino en un mundo que, por esencia, es compartido con los otros. La utopía
tempore que no está en el pasado, pero también un illo locus, aquel lugar que proviene del
futuro, y viene cargado de un contenido ético, pues, mientras que la ideología representa el ser,
es decir, lo que es, la ontología de un orden establecido, la utopía quiere ser el deber ser, es
decir, una posición ética, pensada a partir de una definición valórica, de un cuestionamiento
presente”. La utopía debe ser el sueño de la polis que, paradójicamente, no quiere ser utópica,
aisladas, amuralladas, insulares, clausuradas, excluyentes, perfectas, fuera del mundo real,
aunque, por otra parte, es posible que se haya limitado a la dimensión urbanística o a la
humana que tendría que estar en el lugar central del pensamiento sobre el espacio público y la
ciudad.
Por otra parte, la utopía contemporánea no puede ser u-cronía: debe situarse en el tiempo
histórico y someterse a sus avatares, pues su condición es, precisamente, la de una política que
no se entiende como voluntad de poder, sino como condición crítica, revolucionaria, creativa,
85
LA PO LI T I CA D EL ESPA CI O
alteridad, de aquello que no es uniforme ni homogéneo, del Otro en su más amplia acepción.
Otro, siempre distinto a mí, incomprensible, exterior a mí, exterior a la Totalidad, aquel que me
La utopía adquiere, de este modo, una condición radicalmente distinta de lo que ha sido
la utopía es la exigencia ética que debe cuestionar los supuestos ideológicos de la ciudad
contemporánea, entendiendo, por otra parte, que la ciudad que se sueña no podrá nunca ser el
lugar donde la condición humana alcance la perfección, sino donde se ejercite la libertad, la
el espacio público sea aquel lugar del “estar juntos….los unos con los otros” 74, por lo tanto, el
lugar de la inclusión del otro a todo evento, el horizonte concreto desde el cual se nos aparece
el rostro de ese Otro, el lugar del diálogo que surge de la confrontación de los diversos, donde
74
Arendt, ¿Qué es….?, pág.45
86
LA PO LI T I CA D EL ESPA CI O
Esta es la ciudad que hoy está ausente, pero hacia la cual la sociedad debe caminar, no
como utopía utópica, sino como el lugar que se debe alcanzar, allí donde no sólo esté permitido
sino donde ser persona sea una exigencia, para la cabal consecución de la democracia, como
3.4 Política
La política sólo tiene sentido dentro de un espacio público. Sin él, entendido como
“espacio común, buscado como tal por los ciudadanos” 75, la sociedad deriva ya sea en
democracia, de donde la desaparición del espacio público, como dador de sentido de la política,
pone en cuestión la existencia misma de la democracia, la que puede terminar ahogada por la
tecnocracia, cuando es entendida como pura gestión, u oligarquía, cuando es entendida como
puro poder.
consenso, este vínculo social mínimo, a su grado máximo de densidad. Cuando desaparece la
comunicación y los discursos pierden su sentido común, el espacio público y la sociedad misma
75
Nicolas Tenzer, La sociedad despolitizada, Ensayo sobre los fundamentos de la política, Editorial Paidós SAICF, Buenos Aires,1991, pág. 14.
76
Tenzer, ibid., pág. 19.
87
LA PO LI T I CA D EL ESPA CI O
se disuelven. Por otra parte (y esto resulta esencial para la comprensión de la sociedad y de la
ciudad contemporánea), la cuestión política, como lo afirma Rancière 77 “se inicia en toda
ciudad con la existencia de la masa de los aporoi, aquellos que no poseen los medios y con el
reducido número de los euporoi, que los poseen”. Con esta afirmación el problema de la ciudad
fraternidad se desvanece.
En esta ciudad de la inequidad se retratan y se hacen evidentes todos los obstáculos que
democrática: el demos es la unión entre una fuerza centrípeta y una fuerza centrífuga, la
aquellos estadios de la civilización previos a la ciudad, signados por el temor al Otro y en los
que la unidad será siempre a partir del entendimiento del Otro como el enemigo. No otra cosa
nos dice la extrema segregación de nuestras ciudades, la formación de guetos, clanes y tribus
77
Jacques Rancière, En los bordes de lo político (en línea: www.philosophia.cl/Escuela de Filosofía Universidad ARCIS.pág.12)
78
Rancière,ibid, pág. 14.
88
LA PO LI T I CA D EL ESPA CI O
habitantes, eliminando las barreras de tipo económico, entonces “es necesario que los
ciudadanos estén lejos del centro de su soberanía. Para que el régimen funcione, se necesita
cierta cualidad (poion tina). Más esto no alude a una cualidad de los ciudadanos, sino
de los muros de la ciudad; que esté cortado el acceso entre lo social y lo político, como
también el acceso entre los ciudadanos y el territorio de su ciudadanía. Es necesario que exista
un intervalo, un vacío en el borde de lo político”79. Esta cita de Rancière nos habla con gran
lucidez, de una forma metafórica, respecto de aquello que hoy ocurre en nuestras ciudades, en
las que el espacio público, el espacio de la ciudadanía, la calle y la plaza, comienzan a ser
restringidos para la manifestación de esa misma ciudadanía, precisamente en aquello que toca
para ser reemplazados por espacios en los que el demos se transforma en ochlos, populacho,
Esta es la política en la que lo político desaparece, en la que “la masa de los ciudadanos
nos proporciona Rancière, en el que este tirano daba, de su pecunio, dinero a los pobres para
que comprasen tierras, de manera que no pasaran el tiempo deambulando en la ciudad, sino que
79
Rancière, op.cit.,Pág. 15.
89
LA PO LI T I CA D EL ESPA CI O
ton metrion), preocupados de sus asuntos privados, y para que no tuvieran ni el deseo ni el
tiempo disponibles para ocuparse de las cosas comunes, resulta asombrosamente descriptivo de
lo que hoy ocurre en nuestra sociedad, en la que el acceso a los bienes de consumo, a través del
mundo más igual, más fraterno, más libre, en la que el principio social de división entre pobres
y ricos se disolverá en una fantasmal clase media a la que todos se adscriben, en una pasión de
unidad excluyente, sostenida por el poder aglutinante de los ídolos del mercado, del orden y de
la seguridad “ciudadana”. Frente a esa falsa democracia del ochlos u oclocracia, la verdadera
democracia se presenta como aquella en que el demos existe como poder de división del ochlos,
prácticas,…….Para que haya democracia no es suficiente que la ley declare que los individuos
son iguales y que la colectividad es dueña de sí misma. Es necesario, además, ese poder del
90
LA PO LI T I CA D EL ESPA CI O
sino, todo lo contrario, el poder de deshacer los partenariats, las colecciones y ordenaciones”.
80
cosa que el liberalismo,….., una mentira que dirige a sí misma una sociedad de pequeños y
grandes capitalistas, cómplices, finalmente, del advenimiento del reino de los individuos
posesivos”. Cabe entonces, frente a esta sospecha, nuevamente preguntarse por la viabilidad de
La idea de libertad, nos dice Rancière, se entiende como unidad entre la idea de lo
común y cierta idea de lo propio. El poder del demos sería, entonces, “el de un estilo de vida
afirmarse como copartícipe de un mundo común. Pero la libertad se inicia allí donde se
presume o se busca, como bien primero, la igualdad. Sin igualdad no existe una democracia que
de ser una permanente búsqueda en la historia humana, en la medida que la desigualdad sigue
siendo una realidad variable en las sociedades que hoy llamamos democráticas.
Para hablar de libertad se debe partir del punto de vista de la igualdad, de su reclamo y
afirmación. La idea de la democracia como comunidad de iguales es una deuda que las
80
Rancière, op.cit. Pág. 28.
81
Rancière, ibid.,. Pág. 35.
91
LA PO LI T I CA D EL ESPA CI O
sociedades que se piensan como democráticas mantienen consigo mismas. El debate sobre la
hasta nuestros días. ¿Se trata de una igualdad en la posesión de bienes materiales, en el
iguales, pero algunos somos más iguales que los otros”, o de la igualdad en la total ausencia de
propiedad privada, en no tener de propio más que lo común?. La desigualdad se debe definir,
en principio, en función de la división asocial entre los hombres como causa primera, división
que aísla a los individuos los unos de los otros, de donde la idea de comunidad restaura la
igualdad en la medida que instaura la fraternidad. Este es el origen de la diferencia entre las
comunitaristas. Para apartar la idea de las diferencias que dividen a los hombres, debe afirmarse
la idea de las semejanzas entre los hombres, encarnando esta idea en una nueva identidad social
Los comunitaristas, en particular Charles Taylor 82, sostienen que todo régimen libre
Pero esta identificación no es posible allí donde las desigualdades constituyen la característica
esencial de una sociedad. Si una democracia se funda sobre ese estilo de vida que da cabida a
lo propio y a lo común, una sociedad fundada en la hipertrofia de los objetivos individuales, del
egoísmo y de la competencia por el éxito no es el lugar de la democracia, puesto que en ella los
82
Charles Taylor, Democracia Republicana, LOM, Santiago, 2012.
92
LA PO LI T I CA D EL ESPA CI O
fines comunes no son más que la convergencia de los diferentes objetivos individuales. En una
sociedad fundada de este modo la ciudad se transforma en lo que hemos descrito en la primera
de fraternidad social. Desde este punto de vista podemos entender el indudable fenómeno de la
alienación ciudadana en las sociedades modernas, en las que las personas definen sus objetivos
espacio de lo que nos es común, puesto que ya nada nos es común. La ciudad pierde su
pertenece a la desigualdad 84. Pero la comunidad de iguales es una invención, una aspiración
que exige el consenso sobre una serie de supuestos éticos que remiten a algún polo central de
consideradas como depósito y baluarte de la dignidad de todos los ciudadanos 85. La noción de
la igual dignidad de todos los miembros de una comunidad está, o debe estar, en el centro
depósito común de esa dignidad ciudadana. De donde es posible afirmar, con Taylor, que el
83
Taylor, op.cit., pág. 19.
84
Rancière, op.cit. Pág. 66.
85
Taylor, op.cit.pág.22.
93
LA PO LI T I CA D EL ESPA CI O
económicas, que impiden que los hombres se consideren mutuamente como iguales86.
Volviendo al inicio de este ensayo, donde intentábamos, con Hannah Arendt, entender
la política desde una noción que la ligara, de alguna manera, con el concepto de espacio, y en el
que esta autora nos hablaba “del estar juntos y los unos con los otros de los diversos”, también
podemos decir, con Jacques Rancière, que lo político se presenta de dos formas, o, más
al que llama emancipación87. Para Rancière, toda policía niega la igualdad, pero, para hacer
existir la escena de lo político, es necesario cambiar la fórmula, afirmando que toda policía
94
LA PO LI T I CA D EL ESPA CI O
identificación de otro, una heterología, en tanto que, para la ideología liberal, este Otro no
existe, sino sólo el individuo, el que gozaría naturalmente de los valores universalistas de los
derechos del hombre, encarnados en las instituciones democráticas. Esta asimilación elude la
figura del Otro, al que se identifica como el enemigo, aquel que está contra el Uno de la policía:
derivan las ideas de ciudad que privilegian la segregación urbana, las políticas de “seguridad
reclamo por la igualdad, como condición del carácter democrático de esa sociedad, es necesario
agregar, además, la identificación y el reconocimiento del Otro, del distinto, del diverso, de
aquel con el que estamos juntos en el espacio ciudadano, pero al que no podemos totalizar, al
que no podemos incorporar al “Uno” de la totalidad, siendo ese “Dos” el que da la medida de
un rechazo a la identificación en una triple medida, según Rancière: como rechazo de una
identidad fijada por otro, como demostración dirigida a otro que constituye una comunidad
“definida por un cierto daño”89, y conteniendo siempre una identificación imposible con otro
con el que no puede ser identificado y cuya sola conceptualización constituiría la reducción del
alteridad se impone, entonces, una ética, como soporte mínimo de una democracia ciudadana
89
Rancière, op.cit., pág. 34.
95
LA PO LI T I CA D EL ESPA CI O
que ponga en valor el espacio público como lugar del encuentro de los seres humanos, iguales
y, paradójica e insuperablemente, diferentes. Esta ética, por otra parte, no es posible de definir
presupuestos deben ser los del reconocimiento de la heterogeneidad humana, y porque esta
también entre las diversas sociedades, culturas y realidades que conforman el mundo
contemporáneo. Por ello, y antes de iniciar una reflexión sobre la definición de esa ética,
quisiéramos citar al filósofo argentino Enrique Dussel, quien, desde una lectura en clave
liberacionista de Lévinas, nos dice “Es por ello que, empuñando (y superando) las críticas a
Hegel y Heidegger europeas y escuchando la palabra pro-vocante del otro, que es el oprimido
latinoamericana que será, analógicamente, africana y asiática” 90. No es, pues, sólo una
inquietud de carácter abstracto, general o universal, lo que guía nuestra reflexión, sino centrada
su futuro.
90
E. Dussel, Método para una filosofia de la liberación, Salamanca, 1974, 176 (citado en Emmanuel Lévinas, Totalidad e Infinito, Ediciones Sígueme,
Salamanca, 2002, pág. 31.
96
LA PO LI T I CA D EL ESPA CI O
3.5 Ética
Pasamos así, desde una ontología de la ciudad contemporánea, desde el ser de este
organismo creado por los hombres para estar juntos, y que ha pasado, en la modernidad, a
imaginar una ética ciudadana, una ética como filosofía primera (en palabras de Emmanuel
Lévinas), una ética de ciudadanos los unos para los otros, “al margen de toda correlación y de
toda finalidad”91, en una proximidad que es la medida de la fraternidad humana, gratuita, más
allá del interés y de todo sistema preestablecido. El para-el-Otro levinasiano comporta una
política que se quisiera humanista podría contradecir este imperativo de fraternidad humana. El
intento de imaginar una ética del habitar ciudadano, más allá de la condición contemporánea de
la ciudad, tan alejada de esa pre-supuesta fraternidad humana, constituye una reflexión que
centra su observación sobre las comunidades y los individuos concretos, sobre las
circunstancias en las que se desenvuelven nuestras sociedades hoy, en esta época que ha sido
caracterizada como postmoderna¸ pero que, básicamente, y más allá de la multiplicidad de los
relatos y discursos, continúa compartiendo, aunque con un gran escepticismo, ciertos relatos
91
Emmanuel Lévinas, De otro modo que ser, o más allá de la esencia. Ediciones Sígueme, Salamanca, 1987, pág.161.
97
LA PO LI T I CA D EL ESPA CI O
Adela Cortina nos habla, explícitamente, de “bosquejar los trazos de una moral posible
para la ciudad secular” 92. He ahí el enunciado correcto para una tarea que pareciera imposible,
a partir de la “secularidad” misma de la ciudad, es decir, a partir de lo que hoy son las ciudades
de la modernidad, las ciudades de un tiempo en el que “los dioses nos han abandonado”, en el
que las certezas y las verdades universalmente compartidas han cedido el paso a la
incertidumbre, a la negación de una sola Verdad. ¿Es que frente a esta evidencia secular se
¿Es que acaso pensar en una ética contradice la condición autónoma del individuo?. Y, no
cada vez más) en conglomerados urbanos junto a otros individuos, de los cuales depende en
cada vez mayor medida. De allí que resulte válido (y cada vez más, nuevamente) hacerse la
pregunta por una ética ciudadana, aún en medio de la heterogeneidad postmoderna de los
juegos de lenguaje. A las anteriores preguntas también responde Adela Cortina cuando nos dice
“….Ninguna pregunta sobre la vida buena, sobre lo correcto o sobre lo legítimo puede serle
ajena a la filosofía práctica, porque está entrañada en la estructura moral del hombre”.93
tanto, sería muy grave para la ética fallar en la universalización de sus preceptos. Pero, al
mismo tiempo, es condición ineludible saber quienes somos para llegar a saber lo que
somos95. Somos arrojados al mundo por otros, sigue diciendo Giannini, en referencia a
Heidegger, y, agregaríamos, somos arrojados al mundo entre otros y con otros. Pero, cuando
92
Adela Cortina, Ética mínima, Introducción a la filosofía práctica. Editorial Tecnos, Madrid, 1994., pág. 17.
93
Cortina, ibid., pág. 22.
94
Humberto Giannini, Ética de la proximidad. Documento en PDF.
95
Giannini, ibid..
98
LA PO LI T I CA D EL ESPA CI O
hablamos de mundo, en realidad estamos hablando del lugar particular y diferenciado en que el
común. De allí que la ética que se vislumbra para ese espacio común entre los hombres tenga,
por una parte, una condición, ciertamente necesaria, de universalidad, y, por otra parte, deba
perfilarse según las peculiaridades de ese “lugar particular y diferenciado”, en el que se habita
“junto a otros en un espacio común”97. Al respecto, Adela Cortina se pregunta ¿quién puede
pretender que posee el secreto de la vida feliz y empeñarse en extenderla universalmente, como
De un modo que podríamos entender casi como contrapuesto, la ética para una
benevolencia hacia el prójimo y la compasión por el cercano 99, como un mínimo de ética que
proteja la autonomía solidaria del hombre100. Agreguemos, como supuesto básico de una ética
ciudadana para una sociedad verdaderamente democrática, que la consideración por el Otro
comprensión que los abarque en la Totalidad. Hablamos de una dualidad y de una diferencia
96
Giannini, op.cit.
97
Giannini, op.cit.
98
Cortina, op.cit., pág. 23.
99
Cortina, ibid., pág. 19.
100
Cortina, ibid, pág. 20.
99
LA PO LI T I CA D EL ESPA CI O
Desde este enfoque, la pretendida libertad sobre la que se intenta legitimar la sociedad
contemporánea queda puesta en cuestión por lo que constituye la esencia misma de la vida del
hombre en esa sociedad: su condición de ser con los otros, junto a los otros, entre los otros,
inmigrante, la mujer, el homosexual, el indígena, el cesante, aquel cuyo rostro nos produce
temor, aquel cuyo rostro no queremos ver, al que no queremos próximo, al que segregamos
dentro de la ciudad, aquel por el cual privatizamos nuestro espacio ciudadano, y del que huimos
en nuestros guetos de mismidad, donde todos son “gente como uno”, para huir de la expresión
nuestro Yo y su egoísmo, y hacia cuya interpelación no deberíamos tener otra respuesta que el
“heme aquí”, nacida de nuestra responsabilidad infinita para con el otro hombre. He ahí un
universal que puede, pero, por sobre todo, que debe guiar la arquitectura de una mínima ética
ciudadana y política.
condicionado por el temor por todo lo que nuestro actuar y nuestro existir pueda significar de
violencia para con el Otro: la violencia primera, dentro de una sociedad que se quiera
los seres humanos, diferencias que se crean a partir del desigual reparto de la riqueza, del
poder, del acceso a la educación, a la salud, a los bienes, y que se manifiesta no sólo de un
modo estadístico, sino también material y territorial, transformando el espacio común y público
100
LA PO LI T I CA D EL ESPA CI O
Ahora bien, “no es tarea de la ética indicar a los hombres de modo inmediato qué
deben hacer”101. La ética no constituye una moral institucionalizada, sino un cambio de nivel
reflexivo, desde la reflexión que dirige la acción de manera inmediata hacia una reflexión
filosófica que orienta el obrar en forma mediata, aunque, en el mundo de la vida práctica, las
acciones humanas se mueven por los modelos conocidos, la tradición, los deseos y las
permite a los hombres ser dueños de sí mismos y, por tanto, hacerse libres.
puede estar sino en una ética del Otro, del Otro que sufre, construida sobre una conciencia y
una vivencia del sufrimiento ajeno, impulsada por un ansia de justicia, “asombrada por el
derecho, en primer lugar, a una vida materialmente digna, derecho a ser tan dueño de la ciudad
como cualquier ser humano que habite en ella, derecho a participar en la construcción de esa
ciudad, derecho a usar el espacio que está ahí para todos. Y, en ello, la ética “mínima” deja de
ser mínima, pues comporta una máxima exigencia a los hombres de vivir unos junto a los otros,
sacrificando el egoísmo, dejándose interpelar e interpelando a esos otros con los que comparte
la ciudad.
101
Cortina, op.cit., pág. 29.
102
Cortina, ibid., pág. 34.
101
LA PO LI T I CA D EL ESPA CI O
libre satisfacción individual de las necesidades, la ética de la ciudad debe suponer que la
exigibles, y que, entre la felicidad individual y el deber para con el Otro, existe el diálogo que
los conjuga y que se sitúa entre el absolutismo de un código moral unilateral y determinado, el
relativismo, que disuelve toda fundamentación moral, y el pragmatismo que elimina toda
Sin embargo, el diálogo no tiene sentido ni destino en una sociedad que lo plantea bajo
utilitarismo dominante, necesariamente productor de injusticias, hacia una concepción ética que
partir de una empresa política común cuya legitimidad se funde en la soberanía popular, y en
originados en esa misma soberanía popular. Y estas condiciones de libertad, justicia e igualdad
acortar distancia con aquel “que puede esperarnos o rechazarnos, darnos la mano o herirnos,
distancia hacia una libertad dis-tinta, “más allá de la esencia”103. De esta proximidad, de este
103
Enrique Dussel, Filosofía de la Liberación, Editorial Fondo de Cultura Económica, México D.F., 2011, pág. 45.
102
LA PO LI T I CA D EL ESPA CI O
cara a cara, físico y metafísico, surge la responsabilidad por el Otro, el anhelo de justicia y de
igualdad.
horizonte del tiempo y de la historia. Y, cuando hablamos de mundo, estamos hablando del
“horizonte cotidiano dentro del cual vivimos” 104, como totalidad de sentido, como límite
dentro del cual todo encuentra sentido. Pero, y precisamente porque mundo es una totalidad de
sentido, en el tiempo y en el espacio, no existe mundo sin ser humano. Sin ser humano “no hay
mundo; sólo cosmos” 105, sin ser humano no hay sentido. Es en el espacio de este mundo, y no
somos-ahí, nuestro ser no se manifiesta sino cuando somos-ahí con y entre los otros, es decir,
nuestra condición ontológica es por mor de nuestra condición social, nuestro com-partir un
espacio que se hace social por nuestra presencia y la de los otros, aquellos que forman parte de
nuestro mundo de relaciones. Sin la existencia de ese espacio relacional y sin la existencia de
aquellos otros con los que nos relacionamos en ese espacio, nuestra existencia difícilmente
superaría la mera condición óntica. De allí que el hombre que es animal político y social, lo sea,
en primer lugar, porque com-parte un espacio físico con otros hombres, porque construye ese
espacio físico para habitar junto a otros hombres. Y ese espacio, presente en la historia desde
los inicios de la civilización humana, es la Ciudad (civitas), aquel espacio que permitió que
entre los hombres se desarrollaran sus más altas y nobles capacidades. Cuando ese espacio
104
Enrique Dussel,op.cit., pág. 53.
105
Enrique Dussel,ibid, pág. 54.
103
LA PO LI T I CA D EL ESPA CI O
humanidad, a ser el escenario privilegiado del habitar y del actuar del ser humano, se degrada,
se corrompe o pierde su condición esencial de ser el espacio “del estar juntos y los unos con los
otros de los diversos”, del que nos habla Hannah Arendt, ya sea que se trate de una degradación
entre hombres libres, iguales y, al mismo tiempo, diversos, es la propia condición ontológica
fundamento de un mundo por-venir, que se gesta desde una espacialidad presente. Y es desde
esa espacialidad, desde esa realidad espacio-temporal, que pensamos la Ciudad, desde un deseo
proximidad entre los hombres, daño causado por los hombres contra los hombres, daño que
proviene, en primer lugar, de una visión del mundo fundada desde y hacia un Mismo, desde
una ontología que hace del sujeto el centro de toda razón, de todo mundo, de toda
preocupación, y del Otro un peligro, un enemigo, una amenaza a nuestro egoísmo, olvidando
que el mundo no está constituido por entes autónomos, independientes, sino que todo aquello
que constituye nuestro mundo actúa como mediación, como posibilidad, y que no somos sin los
otros, entes con sentido que dan sentido a nuestro ser-ahí, haciéndonos social e históricamente
determinados. Esta visión del mundo y del ser (ontología) hace del Otro un no-ser, lo niega, lo
comunicación”106, no-ser que aparece como algo distinto y que pone en peligro la unidad de “lo
mismo”. Es la lógica del Uno contra el Dos, que compete al arte de la política, paradojalmente
106
Enrique Dussel,op.cit., pág. 86.
104
LA PO LI T I CA D EL ESPA CI O
transformado, por mor de la autoridad, en el arte que consiste en “suprimir lo político, una
fundamento a un mundo deseado futuro. La historia lleva a la humanidad, desde las sociedades
tiranos sanguinarios, oligarquías, totalitarismos modernos, etc., a formas que se quieren cada
valores que se han universalizado, tales como los derechos humanos, la igualdad, la libertad, la
justicia. Pero el alcanzar un estado verdaderamente democrático es aún un camino por recorrer.
La humanidad avanza dos pasos para retroceder uno, y, aunque el discurso democrático se haya
subdesarrollados o “en vías de desarrollo”, los niveles de inequidad hasta extremos inicuos. Y
nuestras ciudades latinoamericanas son el mejor reflejo y el signo indiscutible de que algo no
opera en nuestro discurso pretendidamente democrático. Hoy en día, nuestras ciudades, como
con el Otro, dando origen a lugares de los que pareciera necesario alejarse, ya sea retirándose a
107
Jacques Rancière, En los bordes de lo político (en línea: www.philosophia.cl/Escuela de Filosofía Universidad ARCIS.pág.12)
107
Jacques Rancière,op.cit, pág. 11.
105
LA PO LI T I CA D EL ESPA CI O
suburbios cada vez más lejanos y cada vez menos ciudadanos, ya sea a través del ideal
acaso esa ciudad de la plaza y la calle, del espacio público, la ciudad de todos, del encuentro y
el ser-con-los-otros sólo un objeto de nostalgia y melancolía o, peor aún, sólo un mito literario,
106
LA PO LI T I CA D EL ESPA CI O
A manera de conclusión
desde la filosofía o, más específicamente, desde la ética, aunque quisiéramos escuchar a Adela
Cortina cuando nos dice aquello de que “no es tarea de la ética indicar a los hombres de modo
inmediato qué deben hacer”. Es verdad, pero esta tesis no pretende ser un tratado de ética
ciudadana, buscando ser una reflexión desde la filosofía, desde inquietudes propias de nuestro
oficio de arquitecto, y, desde él, sentimos el deber de poder decir algo en relación con la
arquitectos indicar a los hombres de modo inmediato qué deben hacer para restaurar la
Ciudad y la ciudadanía, para recuperar el espacio público, para alcanzar la Vida Buena,
parafraseando a Adela Cortina. Pero sí es posible, desde la arquitectura, desde la reflexión que
podemos hacer como arquitectos, y desde la perspectiva que nos puede entregar lo que los
filósofos han reflexionado sobre los temas que hemos intentado abordar, preguntarnos por el
urbanismo, desde la arquitectura y desde la antropología, han hecho ya este camino reflexivo en
El arquitecto Rem Koolhaas, en un texto titulado “Ciudad genérica” 108 nos dice, en
relación con la identidad ciudadana ligada a la historia, como factor de integración urbana, que
esta es una propuesta destinada al fracaso, dado que, en realidad, hay muy poco que compartir,
y que este tipo de identidades construidas desde el pasado, desde la historia, desde el abuso de
108
Rem Koolhaas, Ciudad genérica, texto en línea.
107
LA PO LI T I CA D EL ESPA CI O
la historia exacerbado por el turismo, van disolviendo las verdaderas identidades hasta
convertirlas “en polvillo insignificante”109 Por otra parte, Koolhaas advierte contra la fortaleza
de las identidades, las que, a medida que aumentan, al mismo tiempo se hacen más cerradas,
más resistentes a la renovación y a la contradicción, terminando por ser como un objetivo fijo y
sobredeterminado. De este modo, París es cada vez más París, un hiper-París, “una pulida
caricatura”. Algo similar podemos decir de una ciudad como Valparaíso, que se ha ido
transformando parcialmente en una caricatura o en una postal de sí misma, sobre la base de una
imagen construida para beneficio del turismo, sin poner atención a lo que constituye,
En esta noción de identidad “toda autenticidad es implacablemente evacuada”. Por otra parte,
viene a reemplazar el vacío que va dejando lo que llama ex – ciudad, la calle ha muerto, y, al
mismo tiempo, se intenta desesperadamente resucitarla. Incluso los más radicales intentos de
hacerlo, como la peatonalización del espacio público, sólo consiguen canalizar el flujo “de
están espaciados y no interactúan entre ellos, densificando la ciudad al mismo tiempo que
109
Rem Koolhaas, op.cit., pág.1.
108
LA PO LI T I CA D EL ESPA CI O
histórica. En ella pueden convivir edificios, vías y naturaleza, pero en una relación del todo
irracional, en una diversidad organizacional que parece no estar dictada más que por el
mercado, no ya por una entidad que piense la ciudad. Y siempre el paisaje urbano estará
constituido por una parafernalia de conexiones: autopistas, pasos bajo y sobre nivel, pasarelas,
pecado original.
Por otra parte, decimos que, si bien la ciudad contemporánea es espejo y, al mismo
tiempo, el instrumento más poderoso del poder y del dominio, por otra parte aparece como el
velo detrás del que este poder y esta dominación se ocultan, haciéndose casi invisibles, dando
una falsa e ideológica imagen de libertad. Además de ello, toda ciudad tiene un barrio que
preserva, en una elaborada operación mítica, el pasado, como sólo puede hacerlo lo
recientemente concebido, como una máquina, en que la historia retorna como servicio al turista.
109
LA PO LI T I CA D EL ESPA CI O
“administración del miedo público” 110, en la que, a partir de los atentados del 11 de septiembre
de 2001, las mentalidades se conforman a la alucinación colectiva de una imagen única, “teatro
imaginario111. Virilio señala que las ciudades se han transformado en la catástrofe más grande
del siglo XX, la metrópolis contemporánea de los desastres del Progreso. En nuestro tiempo, el
“derecho de ciudad” entra en un caos total que refuerza la necesidad de cercos, de barreras, y,
en definitiva, de un Estado policíaco en el que se privatiza la seguridad y, algún día, hasta los
Denuncia además el hecho que es en la ciudad, y en ninguna otra parte más, donde se ha
probado en el siglo XX una guerra contra los civiles, que ha sucedido a la del campo del honor
militar, así con Guernica, en la guerra civil española, o los bombardeos contra Dresden y
110
Paul Virilio, “Ciudad Pánico”, Libros del Zorzal, Buenos Aires, 2006, pág.90.
111
Paul Virilio, op.cit., pág.90.
110
LA PO LI T I CA D EL ESPA CI O
mundial. Por otra parte, Virilio se refiere al llamado “turismo de la desolación”, en el que los
turistas acuden a ciudades, como Río de Janeiro, con el objeto de observar, de modo voyeurista,
1971, Jane Jacobs nos decía: “Ningún contingente de policía puede llevar una pizca de
civilización allí donde se ha quebrado la estructura de base que la hace posible en sus formas
más elementales y normales” 112. No parece ser muy optimista el futuro de nuestras ciudades,
desde la óptica de estos autores, y no lo es, en general, desde cualquier punto de vista con cierta
perspectiva crítica, y desde las diversas disciplinas que reflexionan sobre nuestras sociedades,
contemporáneas?.
Parece contradictorio imaginar una Ciudad fraterna, una ciudad justa, una ciudad
sociedad, ¿es posible imaginar que se respetan los principios elementales de igualdad y
112
Jane Jacobs, Vida y muerte de las grandes ciudades, citada en Josep Parcerisa Bundó y María Rubert de Ventós, La Ciudad no es una hoja en blanco,
Ediciones ARQ, Escuela de Arquitectura, Pontificia Universidad Católica de Chile. Santiago, 2000, pág. 55.
111
LA PO LI T I CA D EL ESPA CI O
hacer del respeto al Otro, de la igualdad, una forma de discurso normativo, compartido por esa
sociedad?. Pero, aún en medio de este colapso de la vida ciudadana, civil, en el que resulta casi
imposible establecer consensos mínimos sobre normas de convivencia, aún así la vida en
sociedad sigue resultando más provechosa que el apartarse de ella. De esta ventaja comparativa
debieran provenir las virtudes que dieran forma a una moral cívica, tales como la tolerancia, la
apertura al diálogo, la aceptación de los consensos y el rechazo de las visiones que pretenden
tener el monopolio de la verdad. Este es el discurso de una democracia que se precie de tal, una
quisieran los urbanistas, ni las leyes que regulen su crecimiento, como quisieran los
legisladores, ni el cuidado del medio natural en el que se emplaza, ni la calidad del aire, ni el
habitar de los hombres. Es el hombre mismo, son los hombres, en la delicada trama de las
compartidos: fraternidad, equidad, justicia, libertad, democracia, los que pueden hacer del
espacio entre los hombres una ciudad que, así como la ciudad contemporánea opera como
espejo de nuestra sociedad actual e instrumento de dominio y poder, sea capaz de ser el soporte
sostenible, productiva, educadora, habitable. El lugar en que la Vida Buena se haga posible, el
horizonte en el que nos enfrentemos, cara a cara, con el Rostro del Otro.
112
LA PO LI T I CA D EL ESPA CI O
BIBLIOGRAFÍA:
Hannah Arendt: ¿Qué es la Política?, Editorial Paidós Ibérica S.A., Buenos Aires, 2009.
Hannah Arendt. La condición humana. Editorial Paidós Ibérica S.A. Barcelona, 2003.
Hannah Arendt, “Filosofía y Sociología. Con motivo de Karl Mannheim, Ideología y utopía”,
Jordi Borja, Ciudadanía y espacio público, (Publicado en VVAA, Ciutat real, ciutat ideal.
Rossana Cassigoli. Morada y Memoria. Antropología y poética del habitar humano. Editorial
Adela Cortina, Ética mínima, Introducción a la filosofía práctica. Editorial Tecnos, Madrid,
1994.
D.F., 2011.
113
LA PO LI T I CA D EL ESPA CI O
Rem Koolhaas, “El espacio basura”, revista Arquitectura Viva n°74,septiembre-octubre 2000.
Emmanuel Lévinas, Totalité et infini, Essai sur l’exteriorité, Kluwer Academic, París, 2009.
Emmanuel Lévinas, De otro modo que ser, o más allá de la esencia. Ediciones Sígueme,
Salamanca, 1987.
Josep Parcerisa Bundó y María Rubert de Ventós, La Ciudad no es una hoja en blanco,
2000.
114
LA PO LI T I CA D EL ESPA CI O
1994, pág.11.
Paul Virilio, “Ciudad Pánico”, Libros del Zorzal, Buenos Aires, 2006
Slavoj Žižek, “El espectro de la ideología”, en Slavoj Žižek (comp.) “Ideología, un mapa de
115