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Dramatic Biography
of
Emma Smith
Keith & Ann Terry
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INTRODUCCIÓN
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grandes se aferraron de su amplia falda que se veía aún más
llena debido a los sacos cargados de manuscritos que llevaba
sujetos a su cintura bajo la ropa.
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CAPÍTULO 1.
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Ella a su vez, se sintió atraída por José, pero a Isaac no le
agradaban los busca tesoros, y menos este José Smith, cuyos
compañeros aseguraban que podía usar una “piedra
mágica” para descubrir plata u oro enterrados.
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Aunque José accedió a la petición del hombre regresando al
hogar de sus padres en Palmyra, las cartas y el contacto
mediante amigos lo mantuvieron cerca de Emma. Más de una
vez, José y Emma se reunieron en casa de los Knight, amigos
mutuos, y de los Stowell, sin el conocimiento de los padres de
Emma. Pero la separación era difícil y las reuniones poco
frecuentes.
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“José nos llamó aparte a mi esposo y a mí y dijo, `Me he
sentido muy solo desde que Alvin (su hermano) murió y he
decidido casarme. Y si no se oponen a que me una en
matrimonio con la Señorita Emma Hale, ella sería mi elegida por
sobre cualquier mujer que haya visto jamás´. No solo estuvimos
complacidos con su decisión y no solo accedimos a su
matrimonio con ella, sino que le pedimos que la trajera a casa y
vivieran con nosotros”.
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CAPÍTULO 2
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Entonces fueron sembradas las semillas de la tragedia.
Luego de repetidas peticiones de Martin Harris de que se le
permitiera llevar las 116 páginas del manuscrito a su casa
para mostrarlas a su familia en Manchester, New York, José
importunó al Señor una y otra vez recibiendo finalmente
permiso para que Harris llevara prestado el trabajo realizado.
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pobre cuidado del manuscrito. Mientras el joven velaba junto a
la cama de Emma día y noche, meditaba ansiosamente en
cuanto al destino de Martin y la traducción previa”.
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Pronto de cualquier forma, los instrumentos le fueron
regresados y la traducción del resto del libro progresó
rápidamente con la llegada de un nuevo escribiente, Oliver
Cowdery, un maestro itinerante.
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CAPÍTULO 3
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pecados te son perdonados, y eres una dama elegida a quien he
llamado…”
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Cerca del final de la revelación, el Señor estableció una
simple condición para todas las bendiciones prometidas: “Y si
no haces esto, no podrás venir a donde yo estoy”.
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CAPÍTULO 4
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Esa primavera, Emma dio a luz a gemelos, niño y niña, a los
que José llamó Thaddeus y Louissa, pero ambos bebés
murieron en las primeras tres horas desde su nacimiento. ¡Qué
angustia debió sentir la pobre Emma!, tal vez la agobiaron
sentimientos de fracaso. Una vez más, se enfrentaba a un
apagado futuro sin hijos.
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arrastrado hacia el gélido aire nocturno. Mientras luchaban
con el poderoso José, manos brutales le arrancaron la ropa en
un maizal cercano. Alguien comenzó a untar brea caliente en el
cuerpo casi desnudo de José, mientras que al mismo tiempo
otro de los del populacho le empujó una botella de ácido nítrico
contra los dientes. Uno de sus dientes resultó astillado, lo que
le causó un ligero silbido al hablar hasta que fue reparado
años más tarde en Nauvoo. Uno de los salvajes del populacho
le saltó a José encima, arrancando lo que quedaba de su ropa
y gritando: “Así es como cae el espíritu santo sobre la
gente”. Entonces clavó sus afiladas uñas en el pecho expuesto
de José.
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Emma estaba destrozada. En solo 5 breves años de
matrimonio, había depositado 4 preciosos bebés en sus
pequeñas tumbas. No resulta extraño que la amada suegra de
Emma, Lucy Mack Smith, quién parecía encontrar solamente
cualidades admirables en la esposa de José, haya descrito así
este tiempo de prueba: “La salud de Emma en ese tiempo era
bastante delicada, aunque ella no lo hacía notar, sino que
cualquier tarea que sus manos encontraran para hacer, la hacía
con toda su energía hasta sobrepasar el límite de sus fuerzas,
tanto que enfermó gravemente y permaneció así durante 4
semanas. Y aunque sus fuerzas se hubieran agotado su ánimo
era siempre el mismo, lo que de hecho era siempre el caso con
ella, aún bajo las circunstancias más extremas.”
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Su tía, que se había mudado con los Whitney, declaró con
frío resentimiento que si Emma se mudaba, ella se iría.
Elizabeth Ann, avergonzada y consternada, le pidió a Emma
que buscara otro lugar donde quedarse.
Lucy Mack Smith indicó que Emma no dijo nada sobre esa
humillante experiencia sino hasta varios años después. La
esposa del profeta simplemente se tragó su orgullo y se mudó
con otra familia caritativa.
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CAPÍTULO 5
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asuntos financieros, y convertirse en una imagen de seguridad
para sus hijos.
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CAPÍTULO 6
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Emma y el hermano Phelps agruparon los himnos y los
clasificaron en categorías tales como himnos para la mañana,
la tarde, despedidas, bautismos, sacramentales, bodas, etc. En
total, el número de selecciones era de 90 en la primera edición.
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origen en el estricto trasfondo metodista de Emma, que le
había inculcado firmes convicciones de carácter. El uso de
bebidas fuertes y de tabaco eran vicios, según ella creía, y su
crianza no le permitía ser tolerante con esos hábitos.
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CAPÍTULO 7
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Así fue que las condiciones en Kirtland empeoraron para
José y Emma, al aumentar las hostilidades dentro y fuera de la
iglesia. Los miembros estaban confundidos. Muchos perdieron
sus propiedades cuando el banco quebró, y culparon a José
llamándolo profeta falso, sin que importara el hecho de que
una caída económica nacional había hecho quebrar a cientos
de bancos más en ese mismo momento. Una hueste de
demandas civiles fue presentada contra José, e incluso hubo
un grupo que trató de confiscarle las momias egipcias que
había recibido como regalo de parte de los miembros en 1835.
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profeta, Sidney ayudó a José a escapar el peligro que sabía que
enfrentaba.
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CAPÍTULO 8
Far West se estaba volviendo la plaza fuerte del
mormonismo para cuando Emma y José al mudarse allí,
abandonaron Kirtland geográfica y culturalmente. Aun así, a
pesar de lo incómodo del trayecto, todos parecían tener buena
salud cuando llegaron, aún Emma soportó el viaje bastante
bien, considerando que tenía seis meses de embarazo cuando
la familia finalmente llegó a Far West.
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mormones. Los líderes locales comenzaron a tomar nota del
influjo creciente de mormones y se pusieron inquietos,
especialmente porque los mormones estaban comprando
grandes parcelas de tierra, y volviéndose una considerable
fuerza política.
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El 15 de octubre José habló a los hermanos con su voz
encendida por la indignación: “Todos son el populacho,”
declaró, “el gobernador es el populacho, la milicia es el
populacho, y el estado completo es el populacho... estoy
determinado a no ceder una pulgada más, y no me importa
cuántos vengan contra nosotros… Dios enviará Sus ángeles a
liberarnos, y derrotaremos a diez mil de ellos ¡tan fácilmente
como si fueran diez!”.
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Far West, donde Emma y sus hijos se refugiaban,
permanecía bajo el asedio de 2000 soldados de la milicia de
Missouri con la orden de exterminio del gobernador Boggs. Los
santos levantaron fortificaciones en preparación para la batalla
masiva que anticipaban. Al día siguiente, 1500 soldados
adicionales llegaron para darles batalla a los mormones si
estos no entregaban a sus líderes.
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Emma no sabía si alguna vez volvería a ver a su esposo con
vida.
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pública renunciando a cualquier reclamo posterior de sus
posesiones.
Clark dejó muy claro que él, como oficial en jefe, llevaría a
cabo las órdenes que había recibido del gobernador de
exterminar a los mormones de Missouri. Mencionó que si los
santos no hubiesen cooperado al punto de entregar a sus
líderes y renunciar a sus armas, ya habrían sido destruidos y
sus casas reducidas a cenizas.
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“Querida compañera de mi corazón, en tribulaciones y
aflicciones:-
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hijos a visitar a su padre en prisión. El joven José recordó una
de las visitas que hizo con su madre. Recordando haber visto a
su padre, a su “tío Hyrum” y a “otros”, escribió: “Tengo el
recuerdo de acompañar a mi madre en otra visita a la cárcel, y
fue en la ocasión una u otra de esas visitas en que mi padre,
junto con otro puso sus manos sobre mi cabeza y me bendijo,
como su hijo mayor, para recibir las bendiciones que él había
recibido mediante el linaje de sus progenitores”.
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mormones, “…pero el granjero, saliendo a las puertas nos dijo
que no temiéramos, ya que no lastimarían a nadie. En respuesta
a nuestra pregunta de si podía alojarnos por la noche dijo,
`Ciertamente´, y nos invitó a entrar”.
“La casa del granjero era lo que se llamaba una doble cabaña
de troncos, esto es: tenía dos grandes cuartos construidos en
forma separada, pero unidos por un gran pasillo cerrado en uno
de los costados y techado como la casa. En ese espacio se
almacenaban diferentes tipos de arneses, monturas,
implementos y otras cosas propias de la vida de granja de
Missouri”.
“El granjero era un hombre adusto, pero nos dio una cálida
bienvenida. El clima era frío, pero había una gran estufa en un
extremo del living y muy pronto estuvimos muy confortables.
Cenamos y luego se hicieron camas, algunas en el suelo, las
cuales se nos permitió ocupar. Dormimos cómodamente al calor
de aquel gran fuego que gradualmente se convirtió en cenizas”.
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CAPÍTULO 9
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De cualquier modo José aún no se encontraba entre los
líderes que Illinois había acogido. Emma recibió una carta suya
que había pasado entre los mormones que huían, amigos que
habían burlado a la muerte marchando al oeste. En la carta,
lamentaba su condición, pero más significativamente,
expresaba el claro amor del profeta por su familia, Emma y los
cuatro niños. Cinco miserables meses de confinamiento habían
pasado cuando escribió que estaba “… tras las paredes,
grilletes y puertas de hierro crujientes de una solitaria, sucia
prisión.”
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Dimick esperó a que el hombre pasara a su lado y le dio un
vistazo a una parte de su rostro tapado. “Dios mío, ¿es usted
Hermano José?” exclamó en voz alta alarmando al hombre
encubierto, que levantó su mano en señal de silencio y
susurró “¡Calla!”.
Era José.
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CAPÍTULO 10
Dos semanas y media más tarde, José había puesto a Emma
y los niños en una carreta y partió hacia el asentamiento de
Commerce, 50 millas al norte de Quincy, a lo largo de una
curva del Mississippi. Ya había negociado parcelas en el
terreno pantanoso de la parte baja de Commerce, porque había
llegado el momento de congregar a los santos juntamente en
su propia comunidad.
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la chance, y pronto transformó la cabaña en un lugar cálido y
hogareño. En el patio exterior había un pozo de agua y una
despensa.
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Emma abrió las puertas de su hogar a los enfermos. Aún
atendió a los afiebrados en el jardín, donde José había puesto
una tienda para que estuviesen más cómodos cuando la casa
quedó llena. Una enfermera con estilo propio, Emma ministró a
los enfermos con su reserva de hierbas y medicinas.
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como a hijos propios proporcionándoseles lo que necesitasen.
Ellos a cambio ofrecían sus servicios, no solo dentro sino fuera
de la casa, donde los mayores se encargaban de la granja y el
mantenimiento de las instalaciones.
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propio bebé Don Carlos, fallecieron por fiebre del pantano. La
muerte era tan frecuente en ese verano caluroso y húmedo
cuando los pantanos aún no habían sido drenados
apropiadamente, que Sidney Rigdon comenzó a utilizar un
sermón “general” para los funerales.
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edificio acabado, pintado de blanco tendría en total 22
habitaciones al completarse.
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CAPÍTULO 11
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José sugirió que las hermanas eligieran oficiales
presidentes, dirigidas por una presidenta y dos consejeras.
Luego de discutirlo un poco, Emma fue electa presidenta de
forma unánime; eligiendo ella como sus consejeras a su buena
amiga Sarah M. Cleveland, quién la había acogido en Quincy y
a la esposa del obispo Whitney, Elizabeth Ann. Eliza R. Snow
fue elegida como secretaria de la organización, a la que el
grupo llamó “Sociedad de Socorro Femenina de Nauvoo”.
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despensa para las provisiones. Sobre el comedor había una
serie de dormitorios, seis simples paralelos al ala norte y los
dobles con corredores que los conectaban en el ala sur”.
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También José, a pesar de toda su dignidad como alcalde de
Nauvoo, tenía sus problemas personales. Tuvo escaramuzas
con pretendidos asesinos y rufianes del río, además de los
seguidores desencantados que habían jurado matar al Profeta.
Emma fue testigo presencial del cuerpo de guardaespaldas que
patrullaban la casa de los Smith como resultado de dichos
encuentros, siempre alertas para proteger a su amado Profeta.
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Más allá de su intranquilidad mental, el viaje a St. Louis de
compras, debió coronar una era para Emma. Durante tanto
tiempo no había poseído nada, ni bienes personales ni tiempo
para nada más que tareas y las necesidades de su familia y
otros desde la mañana a la noche. El viaje para comprar bienes
para el hotel debe haber sido una excursión excitante. En St.
Louis, la ciudad repleta de comercios y mercaderes, Emma
compró cantidades de elementos para la recién expandida
casa: muebles, cortinas, sábanas, alfombras, manteles, vajilla
y utensilios. Compró felizmente todo lo necesario para equipar
el hotel.
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José le respondió que su buen amigo y confiable
guardaespaldas Orrin Porter Rockwell había regresado de su
encarcelamiento en Missouri, y que precisaría ingresos hasta
que pudiera mudarse a su nueva barbería y taberna al otro
lado de la calle. José le dijo a Emma que le había permitido a
Porter instalar un bar en el hotel de la mansión hasta la
mudanza.
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Finalmente le lanzó su ultimátum: “Eres libre de hacer tu
elección; o ese bar sale de la casa, o nosotros lo haremos”.
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CAPÍTULO 12
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los oficiales de la iglesia. El 17 de agosto de 1835, William W.
Phelps, quien debió estar convencido de que eran rumores sin
fundamento y meras invenciones de enemigos que buscaban
desacreditar a los mormones, bosquejó el folleto “Artículo sobre
el Matrimonio”, que leyó frente a una Conferencia General de la
Iglesia en Kirtland.
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En un aparente esfuerzo por calmar a su enfurecida familia
y seguidores, José habló nuevamente ese mismo día en una
reunión a la tarde. Sin embargo, en esa ocasión declaró que el
momento para el matrimonio plural podría no llegar tan rápido
como lo había anticipado, y que además el Señor ayudaría a
los santos a entender la práctica y cumplir con Su voluntad si
se mantenían fieles.
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mormones, Emma debió sentir que su posición de honorable
esposa y madre, aún como la Dama Escogida, estaba bajo
amenaza.
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Los frecuentes desbordes violentos de Emma, fueron
presenciados por varios. Aidah Clements, que trabajó en casa
de los Smith declaró haber visto a Emma tomar de la solapa a
su esposo antes de salir este de la casa, y darle una
reprimenda verbal sobre el salir a perseguir mujeres. La misma
mujer dijo haber visto en otra ocasión a Emma arrastrar del
pelo a Eliza R. Snow escaleras abajo.
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CAPÍTULO 13
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saber lo que pensaba, pero mayormente contamos apenas con
las declaraciones de otros para adivinar sus pensamientos.
Está claro que era una decisión agónica para Lucy, y que
recibía insistencia y presión de parte de José. Finalmente, él le
dijo que lo tenía palabras halagadoras que ofrecerle, sino que
el asunto era un mandamiento de Dios. Le dijo que debía
decidir en el término de un día más, si obedecería la orden de
Dios o no.
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En ese desafiante momento, recordó Lucy, “Eso hizo hervir
cada gota de mi sangre escocesa en mis venas. Por algunos
momentos me paré sin miedo ante él, mirándolo directamente a
los ojos. Había permanecido en silencio, pero finalmente
encontré las palabras y le dije `Aunque seas un Profeta de Dios,
no puedes inducirme a tomar un paso de tan grande
importancia a menos que yo sepa que Dios aprueba mi proceder.
Antes, preferiría morir´.”
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Para el pesar de Heber, el Profeta le dijo que debía tomar
otra esposa, Sarah Peak Noon, una inmigrante de Inglaterra
con dos hijas. Se le dijo también que no le revelara este
matrimonio a su esposa de tantos años Vilate. Haber quedó
tan acongojado debido a sus sentimientos de decepción, que se
enfermó físicamente. Al no revelarle la razón de su miseria a su
esposa, esta se volvió al Señor en oración.
Lucy escribió, “Era muy querida por sus esposas e hijos, así
como por todos los que la conocieran de forma cercana… Era un
ángel ministrante para aquellos en penurias… nunca parecía
más feliz que cuando ayudaba a hacer felices a otros”.
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secreto, y allí le dijo toda la verdad, y la desafió a negarla (la
poligamia) si podía. Le dijo que de allí en más, los juicios de Dios
le sobrevendrían si no se arrepentía.”
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moralidad. Además, tal vez hubiese escuchado de los ancianos
sus especulaciones sobre la forma de realeza en que el Mesías
llegaría a la tierra. Sin duda María debió sentirse sorprendida y
avasallada por el enorme requerimiento que se le hacía. Sin
embargo, su apacible respuesta denota que, como agente libre,
ella se había encomendado totalmente a Dios. “He aquí la
sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra.”
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CAPÍTULO 14
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Nauvoo era solo una de las muchas localidades preparadas
para un conflicto armado. Carthage mantenía sus tropas anti
mormonas en alerta, tal como Warsaw. Toda la región ardía de
actividad militar, lista para explotar al menor incidente.
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No existe registro o certeza de lo que pensaba José mientras
esperaba en el lado de Iowa del río por los caballos que le
llevarían al oeste. Pero Emma parece justificada en su
preocupación de que su esposo hubiera partido en lo que
parecía ser un abandono de los santos. Seguramente se
hallaba dividida entre su preocupación por José y su asombro
al ver que éste pusiera su propia seguridad primero.
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Sobrecargado por su presentimiento y lastimado por el
rechazo de sus seguidores, José dijo sombríamente: “Si mi vida
no tiene valor para mis amigos, ningún valor tiene para mí.”
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Cuando José estuvo de regreso en su mansión y con Emma,
sintió la impresión de hablarles a los santos desde el sitio del
templo. Sin duda sentía la necesidad de proporcionarles
confianza a aquellos que habían sentido que abandonó al
rebaño, y le pidió a Porter Rockwell que diese la señal para
reunir a los santos. Sin embargo a último momento José
cambió de parecer y decidió pasar con su familia la noche
previa a su rendición.
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José les explicó que el gobernador había exigido que la Legión
de Nauvoo entregara todas las armas controladas por el estado.
José parecía ansioso de cumplir con cualquier requerimiento
que le concediera tiempo para permanecer con su familia.
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CAPÍTULO 15
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La carta se parece más a un comunicado oficial que a la
tierna correspondencia de un amoroso esposo a una esposa
ansiosa. De cualquier forma, la noticia de que José regresaba a
Nauvoo bajo la protección del que sin duda debió parecerle a
Emma un gobernador considerado, debe haber aumentado sus
esperanzas de que todo el sórdido asunto se resolvería con
algún tipo de intercambio político. Las negociaciones sin duda
ocuparían el tiempo de su esposo, pero tal vez no pasara de
eso. Una y otra vez, situaciones de este tipo habían sido
subsanadas sin daño alguno para José. ¿Por qué no sería así
esta vez?
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Emma debe haber repasado una y otra vez la
desesperanzadora posdata de una carta que José le había
escrito apresuradamente a las 8:20 de esa mañana: “P.D,
Querida Emma, estoy bastante resignado a mi suerte, sabiendo
que estoy justificado y he obrado lo mejor que he podido. Dales
mi amor a los niños y a todos mis amigos, al Sr.Brewer y a todo
el que pregunte por mí; en cuanto al cargo de traición, no pueden
probar ni la apariencia de nada por el estilo. Por lo que no debes
temer que algo nos suceda en ese respecto.
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El joven José, hijo mayor de José Smith recordó la llegada a
su casa del sobrino de Emma, el hijo de su hermana Elizabeth,
Lorenzo Wasson, que llegó a la mansión en aquella sombría
hora cubierto del polvo de un largo viaje. Se había apresurado
para confirmar a la familia la noticia de las muertes de José y
Hyrum.
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Él la encontró sentada en una silla, en un cuarto pequeño,
gritando amargamente a grandes voces: “¿Por qué oh Dios soy
afligida de esta manera? ¿Por qué soy una viuda, y mis hijos
huérfanos? Tu sabes que siempre he confiado en tu ley.”
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miles que se hallaban reunidos lo escucharon detallar la
escena de muerte. Habló el tiempo suficiente como para calmar
a los santos reunidos, amargados por el trágico hecho.
Indudablemente su voz llegó hasta las ventanas de la mansión
donde Emma y sus hijos junto a la familia de Hyrum y Lucy
Mack Smith esperaban en duelo durante las horas necesarias
para preparar los cuerpos para su exhibición.
Una cosa parece cierta ante todo. Sin importar la culpa que
Emma haya podido sentir por errores de juicio cometidos que
hubieran afectado a su esposo, nadie duda de su sincero amor
por José.
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siguiente siglo. Su dedicada influencia pondría los cimientos
que solidificarían el compromiso de su familia con su destino.
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CAPÍTULO 16
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Clayton registró en su diario que le dijo a Emma en ese
momento, “Existe un peligro considerable si la familia comienza
a pelear sobre la propiedad, de que los acreedores de José
Smith se adelanten y utilicen toda la propiedad existente. Si
permanecen tranquilos, existirá propiedad suficiente para pagar
todas las deudas y aún para muchos otros usos.”
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Pero no parece haber dudas de que ese arreglo era una
afrenta para la esposa del Profeta. Sin embargo, Emma se tomó
un tiempo para pensar en el arreglo. En un esfuerzo por
calmar a los hermanos, se mudó temporalmente a la cabaña,
la casita donde José y ella habían pasado sus primeros años
en Nauvoo. El Presidente de Estaca Williams Marks y su
familia se mudaron a la Mansión, y se hicieron cargo de los
detalles de administración del hotel para la Iglesia.
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Tal vez los hermanos no estuvieran al tanto de que Emma
había estado involucrada desde hacía mucho tiempo en
asuntos de propiedades y negocios. Existen documentos que
indican que ella era parte activa en transacciones como las que
siguen: “El siguiente (Julio1841), Thompson le vendió a la
señora Smith 123 acres en el borde sur de Nauvoo por
$4.000.” Una lista de los accionistas del “anti banco” de
Kirtland con fecha del 9 de diciembre de 1836, indica que
Emma compró 1.200 acciones a $50 cada una.
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cuenta de que necesitaba actuar rápidamente si deseaba salvar
su propiedad.
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una vivienda apropiada para su líder el Profeta, se construyó
La Mansión utilizando el dinero de la Iglesia.
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CAPÍTULO 17
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como Presidente del Quórum de los Doce, fue designado como
su líder para tomar el lugar de José Smith. Pero hubo tanta
disensión entre los líderes de la Iglesia en las semanas
siguientes a la sucesión, que aparentemente lo único que
Brigham Young pudo lograr fue controlar la oleada de
descontento entre los partidos anti poligamia que pronto
surgieron.
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El Dr. Richards llegó con una misión vital. El y los que le
enviaron querían que ese sagrado registro corregido estuviese
seguro en posesión de los nuevos líderes señalados por el
Señor. Brigham Young ya le había regresado a Emma la más
que extensa biblioteca de José Smith, pero sabiendo que el
Seños había inspirado los cambios en la Biblia para el uso de
su membresía en general, Young quería las escrituras
corregidas.
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Sin pecado cual espíritu celestial
Adorable como una flor de la mañana.
Llega este sonriente, extraño infante,
en una hora sombría y malvada.
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CAPÍTULO 18
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pensó que sería mejor terminar las operaciones de esa
organización, y las labores de la Sociedad cesaron.”
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fiel Loren Walker y su joven esposa Lovina. Lovina era hija de
Hyrum, y sobrina de Emma. Wesley Knight y su familia se
agregaban al grupo, además de Nancy Carter, que ayudaba a
Emma en las tareas domésticas.
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quejaron en años posteriores de que Brigham Young había
ordenado la vigilancia. Aparentemente lo veían como un
atropello. Pero, ¿con qué propósito?
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al atacante desestabilizándolo. El fiel perro del Profeta
fallecido, el viejo “Major”, comenzó a ladrar, y el atacante,
dejando a Charles arremetió contra el perro, causándole un
corte profundo que tomó bastante tiempo para sanar.
Hubo una persona que visitó a los Smith para decir adiós,
que pareció simbolizar la partida de un grupo de personas poco
común, y que al hacerlo verdaderamente marcó el fin de una
era.
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Más temprano durante el año 1846, el grupo principal de
santos había cruzado el río hasta Iowa y se estaba preparando
para el viaje al oeste, hacia las Rocosas. La constitución de
Nauvoo había sido revocada a principios de 1845, y para el
otoño de ese año los populachos habían comenzado a atacar
los vecindarios de las afueras. Como resultado, los mormones
fueron forzados a acelerar sus preparativos para dejar el
estado. Aún la ley estaba en su contra. El gobernador Ford
había pasado una resolución que decretaba que los mormones
debían irse de una vez por todas.
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Entonces, a fines de Febrero cuando el río se había vuelto
hielo sólido, las partidas comenzaron con toda intensidad.
Caravanas de carretas llenas de santos cruzaban el río hasta el
lado de Iowa. Como William Berret el historiador lo escribió, “El
gran éxodo del pueblo mormón había comenzado”
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el que estuviera conectado con la iglesia mormona tuvo que irse,
y por esa razón, partieron algunos contra los que no se siente
ninguna hostilidad, quienes probablemente regresarán
nuevamente a disfrutar de sus propiedades. Uno de ellos es la
Señora Emma Smith, la viuda de JOE SMITH.”
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CAPÍTULO 19
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Emma se consideró afortunada de haber seguido el consejo
del doctor Bernishel y haber huido hacia Fulton City. A su
regreso en Nauvoo se enteró que los forajidos del río habían
invadido la ciudad, robando, saqueando, y destruyendo
propiedades luego de la partida de los mormones. Pero para
cuando Emma regresó, las condiciones habían mejorado
bastante. Un gran contingente de alemanes pertenecientes a
una secta religiosa habían tomado muchas de las propiedades,
sintiendo que podrían prosperar a lo largo del Mississippi. Al
menos su presencia sirvió para frenar el crimen en el área.
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general, es viudo, usa peluca y tiene dos hijas jóvenes. Una tal
Señora Kinny, que le atribuye uno de sus hijos asegura que el
aún la ama, pero se casa con Emy por su propiedad. La Señora
Smith manifestó su confianza en su futuro esposo empleando
abogados que realizaran contratos de separación de bienes
sobre toda su propiedad. La ceremonia fue llevada a cabo por el
Reverendo Metodista, el Sr. Hay… no fuimos invitados, pero se
nos contó que todo transcurrió de forma placentera. El pequeño
David H. Smith estaba muy enfermo, hubo un brindis a la tarde
y luego un baile.”
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regresaría a Nauvoo dos meses después de que Emma se casó
con el mayor, y encontró la ciudad desolada. “Nauvoo presenta
la apariencia más sombría y desolada. Los jardines y las calles
con muy pocas excepciones están cubiertos de hierbas y maleza.
Muy pocas de las casas hablando comparativamente están
habitadas; el resto se encuentra en estado desolado y
absolutamente ruinoso. Aunque las paredes del templo están en
pié, se encuentran muy agrietadas, especialmente la que da al
este; y no queda vestigio de la hermosa pila bautismal. No se ha
hecho nata por repararlo, salvo el apartar algunos escombros, y
es altamente probable que jamás se haga nada.”
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reformado, cuya nueva tarea era el mantenimiento de La
Mansión.
Lucy murió en mayo de ese mismo año. Tal vez el lazo más
directo de Emma con su esposo el Profeta se cortó con la
partida de la madre Smith. Ciertamente Emma se recluyó
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mucho más luego de su muerte. Para Emma y sus hijos, la
muerte de Lucy significó el fin de una era.
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CAPÍTULO 20
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fueron entregados a Willard Richards y William Clayton, y se los
llevaron con ellos. No creo estar relacionada con ningún evento
de importancia que no sea ya de dominio público.”
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que ella conocía muy bien a mis padres, pero ella nunca levantó
la mirada ni dijo una sola palabra mientras estuve allí.”
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CAPÍTULO 21
Les enseñó a sus hijos que jamás existió tal cosa como el
matrimonio plural durante la vida de su esposo.
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Y así les enseñó a sus hijos que su padre jamás había tenido
otra esposa aparte de ella. Aún más, ella inculcó en ellos un
verdadero odio hacia todas las personas y prácticas
relacionadas con los mormones de las Montañas Rocosas. Esas
pasiones serían arrastradas por los hijos de los Smith hacia
sus afiliaciones religiosas.
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hombres que aseguraban saber por revelación que José III
debía asumir el liderazgo de la iglesia como su legado, en
virtud de su posición en la familia Smith.
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Así, a los 27 años de edad, José III asumió el rol de
presidente para guiar a la iglesia en desarrollo.
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En esa premisa se enviaron misioneros. Antes de 1866, los
hijos de José Smith y otros de su iglesia viajaron a Salt Lake
City, Utah para hacer obra misional, esforzándose por
convencer a los mormones de que se habían equivocado al
seguir a Brigham Young.
Los hijos de Emma hicieron poco más que lograr que unos
pocos de los mormones de las Montañas Rocosas los
escucharan educadamente. Después de todo muchos de ellos
habían vivido con el Profeta en Nauvoo y conocían la verdad.
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Alguno de sus portavoces sin embargo, sintió que había que
aclarar las cosas definitivamente, no fuera que algunos se
desviaran y creyeran las palabras de José Smith III.
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que no haría por ella si solo fuera una mujer recta, pero ella
continuará en su maldad.”
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Una carpeta sellada dentro de los archivos SUD, hay un
certificado firmado por Josephine S. Fisher, hija de Sylvia
Sessions, una de las esposas del Profeta José. La Señora
Fisher dijo: “Justo antes de su muerte en 1882, mi madre me
llamó a su cama y me dijo que sus días sobre la tierra estaban
contados y que antes de dejar la vida mortal deseaba decirme
algo que había guardado en absoluto secreto de mí y todos los
otros, pero que ahora deseaba contármelo. Me dijo entonces que
yo era la hija del Profeta José Smith, habiéndose ella sellado al
Profeta cuando su esposo fue excomulgado de la Iglesia… en
conclusión, mi madre me dijo que no hiciera su declaración
demasiado pública, ya que podría causar problemas y atraer
una curiosidad desagradable.”
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tan cruel con la tía Eliza´. La llamabas tía porque sabías que era
la esposa de tu padre.”
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CAPÍTULO 22
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La señora Revel declaró que el Profeta dijo: “´Emma, ven
conmigo. Es hora de que vengas conmigo.´” La señora siguió
citando a Emma que dijo: “Me puse mi sombrero y mi chal y salí
con él. No me pareció que fuera nada inusual. Entré con él a una
mansión, una hermosa mansión, y me condujo por las diferentes
habitaciones de esa hermosa mansión. En un cuarto estaba la
guardería y en ella había una cuna con un bebé.”
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Finalmente la familia se dio cuenta de que no era a su hijo
José a quién había llamado Emma, sino a su esposo el Profeta,
quien había muerto hacía 35 años.
José III registró que “me acerqué al mayor sin dudar y le dije
que proponía enterrar a mi madre en mis propias instalaciones,
cerca de donde el cuerpo de mi padre, su esposo descansaba,
así como dos de sus hijos y otros miembros de la familia. Le dije
que enfrentaría las consecuencias de mi proceder. El elogió mi
resolución, y mis planes se llevaron a cabo sin demora ni
interferencia.”
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Bibliografía
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Latter-day Saints. Salt Lake City: Deseret Book Company,
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Ford, Thomas. A History of Illinois from It´s Commencement
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