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Lenguaje natural y lenguaje documental

Para indizar necesitamos los lenguajes documentales. ¿Qué diferencia hay entre el lenguaje natural y el documental?

Por lenguaje natural entendemos el lenguaje que usamos de forma


cotidiana: catalán, castellano, vasco, gallego, francés, etc.

Por lenguaje documental entendemos el listado o vocabulario de


términos que usamos para indizar y que puede estar en formato libre o
controlado.

¿Y por qué hay que controlar los términos del lenguaje natural? Porque el lenguaje natural es ambiguo, los
conceptos se pueden representar de formas diversas, dando lugar a problemas de recuperación. El lenguaje natural
es rico en terminología, en formas (plurales y singulares), tiempos verbales, acrónimos, sinónimos, polisemias, etc.
La principal diferencia entre el lenguaje natural y el documental controlado es precisamente el control
terminológico, que permite representar los conceptos de forma unívoca, sin ambigüedades.
Para ser más concretos, las diferencias se dan en el número de términos del vocabulario, el control de las
formas, el control del significado y las relaciones de significado entre términos.
Los lenguajes documentales reducen considerablemente el número de términos del lenguaje natural, ya que
sólo tienen en consideración los sustantivos y algunos sintagmas nominales, pero no adjetivos, preposiciones,
conjunciones, adverbios, verbos, etc. Además, entre todos los sustantivos, escogen uno que representará al resto
cuando el significado sea el mismo. Y entre diversas formas aceptadas por el mismo término, sólo una será la
aceptada, como es el caso de las siglas.
LENGUAJE E INFORMACIÓN

La información es al conocimiento, lo que el lenguaje al pensamiento: su forma de expresión


Como se dijo anteriormente, hablar del llamado procesamiento de la información obliga a hablar
necesariamente de los lenguajes de información o lenguajes documentarios.
Cualesquiera de las etapas del llamado procesamiento de la información están basadas en la utilización de
un determinado lenguaje, haciendo extensivo el término lenguaje también a las normas de descripción de los
elementos formales de la fuente a procesar.
Lo anterior implica que si se tiene que hablar de lenguajes haya que tener una noción, al menos aproximada,
del papel del lenguaje como tal, del papel del lenguaje como expresión no solo del pensamiento, sino también de la
información y, fundamentalmente, del papel de los lenguajes documentarios dentro del llamado procesamiento de
la información como una de las etapas del ciclo de vida de la información.
Para los efectos del presente trabajo se podría definir filosóficamente al lenguaje como:

Sistema de señales de cualquier naturaleza física que cumple una


función cognoscitiva y una función comunicativa en el proceso de
la actividad humana (...) siendo la forma de existencia y de
expresión del pensamiento (...) el lenguaje es el medio de
expresión, la forma de existencia del pensamiento.

La anterior definición de lenguaje desde el punto


de vista filosófico, obliga a tomar en cuenta el concepto
de pensamiento, pero ello obliga a considerar el
concepto conocimiento, ya que si bien el lenguaje es la
forma en que se expresa el pensamiento y en éste es
donde se forman los conceptos que dan lugar
posteriormente al conocimiento, entonces cabría
preguntarse:
¿Si uno de los problemas actuales de las Ciencias
de la Información radica en la definición y relación
consecutiva que se da entre DATO-INFORMACION-
CONOCIMIENTO y si el conocimiento se forma a partir
del reflejo de la realidad en conceptos que se producen
en el pensamiento y éste tiene su forma de expresión en
el lenguaje, entonces, qué relación se puede deducir
existe entre INFORMACION-CONOCIMIENTO /
LENGUAJE-PENSAMIENTO?
Indispensable resulta para este análisis valorar qué
se entiende por conocimiento y por pensamiento para
poder establecer, posteriormente, la relación que se
supone existe entre estos, la información y el lenguaje.

Se entiende por conocimiento:

"Proceso en virtud del cual la realidad se refleja y


se reproduce en el pensamiento humano; dicho proceso
está condicionado por las leyes del devenir social y se
halla indisolublemente unido a la actividad práctica.".

Por su parte, el pensamiento resulta ser:

...proceso activo en que el mundo objetivo se refleja en con-


ceptos, juicios, teorías, etc. (...) el lenguaje es el medio de
expresión, la forma de existencia del pensamiento.".

Si nos basamos en la Fig. 3 y vemos las definiciones y características que de cada uno de los conceptos ahí
expresados se expone, no resultaría del todo arriesgado decir que, de la misma manera que el conocimiento se
produce solo a través del pensamiento y se constata en la práctica como forma de concretar una abstracción, la
información se produce solo a través del lenguaje como manera de materializar algo que etimológicamente está
implícito en el propio término información y que no es otra cosa que algo que da forma y que la adquiere a través
del lenguaje.

Si como dice H. Jungeleussen,

la información es un cúmulo de signos a los que alguien les


imprime un significado al enunciarlo y al que un intérprete le
imparte también un significado,

la relación entre información y lenguaje comienza a ser más inmediata.


Si vemos, por otra parte que,

la información es conocimiento transformado, su forma


representa dicho conocimiento.

y que además

...el conocimiento humano está compuesto por conceptos y


vínculos entre estos. La difusión y el intercambio de dicho
conocimiento se realizan a través del lenguaje,

la relación entre información y lenguaje podría quedar justificada por carácter transitivo.
Si se está de acuerdo con todo lo expresado anteriormente, sería acertado entonces plantear que la información es
lo que le da forma al conocimiento, o sea, la forma "material" que tiene de expresarse el conocimiento; pero esta
forma la adquiere a través del lenguaje que es quien a su vez, expresa el pensamiento.
Pero para que el conocimiento se convierta en información, el lenguaje, que es su expresión material, tiene
que adquirir determinadas características según se trate de información o de metainformación.
Las características que debe adoptar el lenguaje a la hora de expresar la información, están estrechamente
relacionadas con la propia lengua natural. Cualquier lengua natural está en condiciones de expresar el contenido del
conocimiento en la información que ella brinda a través de sí misma.
Tradicionalmente en el llamado procesamiento de la información entra a formar parte importante del mismo
la aplicación de los lenguajes documentarios que son los destinados a expresar (para muchos traducir) el contenido
semántico de los documentos a un lenguaje artificial y especializado que brinde información sintética o analítica
sobre el mismo.
LOS LENGUAJES DOCUMENTARIOS EN SU DEVENIR HISTÓRICO

Con independencia de que en el presente material no se pretenda abordar de forma exhaustiva el tema de
los lenguajes documentarios, resulta imprescindible, al menos de forma sucinta, referirse a los mismos, sobre la base
de que ellos constituyen el soporte en el que se apoya la llamada etapa de procesamiento de la información.
Aunque no se entre en un estudio detallado de los mismos, se definirán los lenguajes documentarios como:

"sistema artificial de signos, destinado a expresar el contenido semántico


de los documentos, que constituye una parte integrante y una variable de
un sistema de búsqueda informativa."

Ahora bien, estos lenguajes documentarios, como lenguajes artificiales al fin, fueron creados por el hombre
como consecuencia de una necesidad sincrónica y han evolucionado, diacrónicamente, en la medida en que las
propias necesidades que lo crearon han ido cambiando.
Si como vimos anteriormente el lenguaje es la expresión material del pensamiento y constituye, a su vez, el
modo que tiene de expresarse el conocimiento transformado en información, este lenguaje (tanto natural como
documentario) necesariamente ha tenido que sufrir una evolución, en la medida en que el propio conocimiento se
ha ido desarrollando a lo largo de la historia.
La evolución de los lenguajes documentarios no ha sido otra cosa que la consecuencia de la evolución del
propio conocimiento humano que se ha ido reflejando en la propia actividad informativa desarrollada por el hombre
a lo largo de su historia.
Sin ánimos de pretender hacer una historia rigurosa y exhaustiva, ni de las bibliotecas, ni de los propios
lenguajes documentarios, podemos decir que ya desde los orígenes de las bibliotecas, el hombre se vio en la
necesidad de ordenar, clasificar o establecer algún modelo que le permitiera poder encontrar de forma rápida y
directa, la información necesitada o simplemente deseada. Esta necesidad obligó a crear estructuras de organización
que representaran el conjunto de "documentos", agrupados bajo diferentes características.
Se conoce que desde el siglo III antes de nuestra era, ya la indización era un ejercicio intelectual, destinado a
diversos fines.

"En una conferencia dedicada al empleo de las clasificaciones para


la búsqueda de información (Gran Bretaña, 1957), V. Vickery señaló que,
según parece, la indización coordinada (con organización inversa del
fichero) se aplicaba en Sumeria hace cerca de tres mil años. Informó al
respecto que se han hallado tablas de arcilla en cada una de las cuales se
indicaba algún síntoma de enfermedad y se enumeraban todas las
enfermedades a que el mismo podía corresponder”.

Más tarde, en el siglo IV de nuestra era, en la Biblioteca de Alejandría, fundada por Tolomeo Soter, general y
sucesor de Alejandro Magno, se establecieron, como paradigmas de organización, los llamados cánones. Estos
cánones no eran más que modelos bajo los cuales se agrupaban las obras que integraban el fondo de dicha biblioteca
y que se correspondían con el nombre del autor más representativo de cada temática en cuestión.
Para comprender el porqué de las características de este modelo resulta necesario colocarse en las
características y necesidades de la época en que el mismo surge.
Ya la Biblioteca de Alejandría, que contaba con un caudal en sus fondos de alrededor de 700, 000 volúmenes,
necesitaba, obviamente, un sistema de ordenamiento del mismo. Con independencia de que ya en aquella época
existían suficientes conocimientos sobre varias disciplinas reconocidas en la actualidad como ciencias (matemática,
astronomía, geometría y otras), no se puede hablar aún de ciencias como tal por dos razones fundamentales:

- estas disciplinas aún no estaban conformadas como ciencias independientes con objeto de estudio y
métodos propios.
- no existía una conciencia social que brindara el conocimiento de que se trataba de ciencias en
cuestión, con un desarrollo y evolución independientes de la voluntad y conciencia de los hombres que en aquel
momento las cultivaban.

Sin la existencia de la conciencia social sobre la independencia de las ciencias, estas disciplinas eran tomadas
como actividad individual de cada uno de los hombres que la practicaba o ejercía, lo que hizo que cada una de estas
ciencias se identificara con la figura más reconocida en su momento como el canon que las representara. Estos
cánones, fueron listas atribuidas a Aristófanes de Bizancio y a Aristarco (siglo II antes de nuestra era) en las cuales
figuraban los nombres de los escritores griegos que los gramáticos consideraban como modelos en sus géneros
respectivos. Por supuesto, en la medida en que fue creciendo el volumen de lo escrito por cada una de estas figuras
y, también, en la medida que fue creciendo el volumen del conocimiento del hombre, este conocimiento,
transformado en información también creció. Este crecimiento hizo que, llegado a una altura determinada, los
cánones pudieron resultar inoperantes como modelos, tanto para la organización como para la localización de la
información necesitada.
Como es sabido, ya con la desintegración del Imperio Romano en el siglo III de nuestra era y la atomización
del mismo en pequeños feudos diseminados por todo el territorio anteriormente ocupado por Roma, más la
destrucción de la Biblioteca de Alejandría y prácticamente todas las restantes, la información de todo el saber de los
antiguos queda en manos de los clérigos y encerrada en los monasterios. Estos restos, recogidos y conservados en los
monasterios fueron aumentando lentamente gracias a la labor de los copistas y siempre estaremos en deuda con los
benedictinos quienes lograron conservar la mayor parte de todo lo que de aquella época ha podido llegar hasta
nuestros días.
No obstante la labor de los benedictinos, nunca tendremos idea de todo el conocimiento que, a partir de los
criterios establecidos como heréticos o no, pudo haberse perdido bajo las ópticas discriminatorias de los preceptos
clericales del medioevo en cada una de las bibliotecas de los monasterios. Pero no obstante estas pérdidas, los
cánones, que por lógica debieron haberse mantenido en sus inicios en estas bibliotecas, fueron perdiendo valor como
criterios de clasificación, en la medida en que perdían valor, ante los presupuestos ideológicos de la época, las figuras
que servían como paradigmas.

Comienza así, en algún momento, de forma ya más regular, la clasificación de los fondos por materias
específicas, con independencia del canon que anteriormente las precisara como criterio de división. Estas materias,
unidas a las ya conocidas divisiones por título y autor, comenzaron a conformar la "clásica" estructura por todos
conocidas actualmente.

No obstante, el conocimiento, detenido en su desarrollo con la caída de Roma y poco enriquecido por el
escaso aporte científico de los romanos, quienes, con su alto sentido pragmático y utilitario, fueron más
consumidores de la ciencia legada por los griegos que verdaderos continuadores de estos últimos, vuelve a
demandar su proceso evolutivo en la medida que esta sociedad medieval gana en organización. Elementos tales
como el mercado y el comercio vuelven a exigir un soporte cognoscitivo que avale, contribuya y consolide el
desarrollo de esta actividad. Si como bien dijo Farrington, los griegos estudiaron los astros y no los renacuajos
porque tenían necesidad de navegar para el comercio, los hombres del medioevo también tuvieron esta misma
necesidad.
Ante esta necesidad los conocimientos guardados en los monasterios les eran poco útiles. Por tanto,
comienza, como consecuencia de esto, el proceso de secularización del conocimiento y este, trasformado en
información, comienza a centrarse en lo que después devino en universidades.

Estamos ya a la altura del siglo XI, donde aparece la primera universidad de la que se tenga noticia que fue la
universidad de Salerno en Italia. Todo este "movimiento", por llamarlo de algún modo, hace que no por gusto
aparezca ya en el siglo XV el Renacimiento.
El Renacimiento y el posterior descubrimiento de América, marcan un paso decisivo en la concepción del
mundo de la época. Las universidades, y sus correspondientes bibliotecas, al propio tiempo que rivalizan con las
bibliotecas clericales, se consolidan y devienen motor impulsor del acelerado ritmo de desarrollo que tuvieron las
manifestaciones científicas en esos momentos. Por si esto fuera poco, ya en 1440 se cuenta con la imprenta como
creación de Gutemberg y con ella la proliferación del conocimiento transformado en información encuentra que su
soporte en papel tiene formas de multiplicarse de manera asombrosa y alcanzar a cubrir las necesidades de los
interesados de manera más ágil y prolífera.
Indiscutiblemente, todo este desarrollo del conocimiento científico tuvo su repercusión en la actividad
informativa, actividad que ya estaba conformada como premisa y resultado de la propia actividad científica.
Pero esta actividad informativa, acrecentada por la creación de la imprenta, afronta nuevos problemas tanto
en el almacenamiento activo cómo en el almacenamiento pasivo de todo el boom de información que se potencia con
la creación de Gutemberg.
Autor, título y materia como criterios de división de todo el volumen de información existente, si bien
cumplían, y siguen cumpliendo desde un punto de vista genérico, con la necesidad de clasificar la información,
comienzan a resultar insuficientes ante la complejidad y, sobre todo, ante la interdisciplinariedad de las ciencias en
aquel entonces (y actual) momento sincrónico.
Las ciencias ya habían alcanzado un nivel de desarrollo tal, que poseían un cuerpo estructurado de
conocimientos que permitían una sistematicidad en la comprensión y presentación de las mismas.

Finalmente, con la aparición de la Teoría de la evolución de las especies (1859) de Darwin (1809-1882), la
humanidad hereda no solo un conocimiento sistemático sobre los seres vivos, sino que hereda además, una
concepción sistémica aplicable en su devenir evolutivo a cualquier otro conocimiento.
Esta concepción sistémica del mundo, hace que, ya a finales del siglo XIX, un hombre como Melvin Dewey
(1851-1931) creara su famoso Sistema Decimal para la clasificación sistemática de los fondos bibliotecarios y otro
como Cutter creara también su no menos famosa Clasificación Expansiva. Estos sistemas de clasificación biblioteco-
bibliográficos, influyeron notablemente en todos los sistemas de clasificación que aparecieron posteriormente.
Con independencia de su vinculación o no con los propios sistemas de clasificación de las ciencias, las
clasificaciones biblioteco-bibliográficas brindan la posibilidad de un ordenamiento sistémico de toda la información
procesada y evidencian lo que a juicio de este autor resulta su característica más valiosa que es hacer evidentes las
relaciones léxico-semánticas de los elementos que las integran.
Ahora bien, no obstante su valor pragmático como sistemas de clasificación biblioteco-bibliográficos, su
vinculación rigurosa o no con la propia clasificación de las ciencias condiciona extraordinariamente el valor de este
tipo de clasificación.
Pero con independencia de estos aspectos, lo importante en este caso radica en el nacimiento de una nueva
expresión lingüística dentro de la actividad informativa que son los sistemas de clasificación jerárquica.

Cada uno de estos sistemas de clasificación jerárquica, que proliferaron a partir de Dewey y Cutter, a pesar
de sus diferentes concepciones y puntos de partida, lograron crear una concepción mucho más armónica en cuanto a
la necesidad de sistematizar la información almacenada, tanto en su expresión activa como pasiva.

Pero, como todo fenómeno y sistema, en su propio nacimiento vienen engendradas las propias
contradicciones con las que necesariamente va a convivir. Estas clasificaciones biblioteco-bibliográficas si bien van a
resultar un instrumento y una herramienta de inestimable valor para la ubicación en espacio de cada contenido de
información (con independencia de la ideología del sistema), la expresión espacial de cada concepto en el sistema (el
lugar que ocupa cada clase en el conjunto total) va a estar representada siempre con retraso con respecto al tiempo
que medie entre la aparición de un nuevo conocimiento y su ubicación en el sistema dentro del subconjunto al que
este nuevo conocimiento pertenezca.
Unido a esto, la misma dinámica del crecimiento del conocimiento alcanzado ya a mediados del siglo XX, hace
que la necesidad de búsqueda de información, a partir de nuevas combinaciones de elementos, no sea posible
dentro de expresiones precoordinadas como las establecidas por estos sistemas jerárquicos, ni tampoco por los
anteriores sistemas alfabéticos carentes también de la posibilidad de recombinar sus expresiones (poscoordinarlas) a
partir de las nuevas necesidades surgidas dentro del universo de los usuarios
Todo esto da lugar a la búsqueda de expresiones lingüístico-documentarias con mayor capacidad expresiva,
fundamentalmente en el momento mismo de la búsqueda que es el momento en el que, por muy contradictorio que
pueda parecer, es cuando se materializa verdaderamente todo el llamado procesamiento como etapa del ciclo de
vida de la información.
Surgen por esta necesidad los llamados lenguajes documentarios tipo descriptor, que tuvieron su origen en
la simple extracción de palabras clave que después devinieron listas de términos autorizados (descriptores), los
cuales, estructurados a partir de las diferentes relaciones semánticas que entre los mismos establece el sistema que
los estructura, logran, a partir de la poscoordinación de los mismos en el momento de la búsqueda, alcanzar
expresiones lingüísticas de mayor profundidad semántica (sintagmas más específicos) que permitan no solo una
recuperación de información de mayor nivel de precisión, sino también de mayores niveles de relaciones intra e
interdisciplinarias.
De ahí que nos encontremos ya en los finales del siglo XX, donde los lenguajes tipo descriptor, estructurados
en forma de tesauros resultan los lenguajes documentarios de mayor utilización sin que esto implique que hayan
hecho desaparecer a los restantes.
TIPOLOGÍA DEL LENGUAJE DOCUMENTAL

La variada tipología del lenguaje documental le convierte en elemento de apoyo a disciplinas como la
biblioteconomía, documentación, bibliografía y archivística, para cuyas necesidades de descripción ofrece
posibilidades concretas. En relación con el análisis formal, el lenguaje documental completa el proceso técnico de
catalogación dotando al soporte de la descripción de puntos de acceso temáticos.
Existen diversos criterios de tipificación de los lenguajes documentales, los más generalizados son: el de
control, el de coordinación de los términos y el estructural.
Dependiendo del control ejercido sobre el vocabulario, los lenguajes pueden organizarse en dos categorías:
libres y controlados (Figura 1).

Existe abundante literatura acerca de las ventajas y desventajas que conlleva el uso del lenguaje libre y del
controlado. Del análisis comparativo de uno y otro podemos concluir que el lenguaje controlado neutraliza las
deficiencias del lenguaje libre y viceversa, por ello muchas bases de datos combinan la utilización de ambos en las
distintas fases del tratamiento documental.
Los lenguajes libres, fundados en el principio de postcoordinación, se componen de un vocabulario no
predefinido extraídos del lenguaje natural sin sufrir ningún tipo de control. Normalmente los lenguajes libres se
utilizan en sistemas. Tienen muchas ventajas en la indización, como el gasto mínimo de construcción, la actualización
inmediata, coherencia máxima y la riqueza terminológica. Pero presentan inconvenientes en la recuperación, ya que
al trabajar con lenguaje natural, arrastran todos los problemas derivados de la ambigüedad (sinonimia, polisemia,
homonimia).
Los lenguajes controlados son aquellos que están redactados previamente en forma de listas o listados de
términos que se consideran aceptados y unívocos para la indización. Sólo los términos de la lista se pueden usar para
indizar. Requieren unos gastos de construcción elevados, tanto en personal cualificado como en tiempo. Para
muchos autores son los verdaderos lenguajes documentales. También se conocen por el nombre de
lenguajesartificiales. Su función documental es la de representar un concepto con un único término y que sólo haya
un término por concepto, lo que se conoce como univocidad

La sistematización de los lenguajes documentales según el criterio de coordinación (Figura 2) se realiza en


función del momento en que se combinan los elementos que los componen. Si los términos se combinan cuando se
elabora el lenguaje o en el momento de la descripción, el lenguaje será precoordinado, y si lo hace en el momento
de la recuperación, se tratará de un lenguaje postcoordinado. Van Slype, con un planteamiento pragmático,
denomina lenguajes de clasificación a los precoordinados y lenguajes de indización a los postcoordinados; ambos
tipos representan el contenido del documento de forma sintética y analítica, respectivamente.

En los sistemas precoordinados los términos están unidos de acuerdo con unas reglas sintácticas
establecidas por el propio lenguaje. Los postcoordinados carecen de sintaxis; salvo excepciones, su vocabulario
consiste en términos simples o unitérminos que se pueden conectar en el momento de la recuperación por medio de
una sintaxis booleana. Atendiendo a los procedimientos seguidos para relacionar los conceptos al recuperar la
información, podemos concluir que en los lenguajes precoordinados la relación entre los términos es gramatical,
mientras que en un lenguaje postcoordinado la relación es lógica.
Los lenguajes precoordinados contribuyen mejor que los postcoordinados a conseguir precisión en la
búsqueda, es decir, tienen mayor capacidad para rechazar los documentos irrelevantes en el momento de la
recuperación porque las relaciones que se crean mediante el álgebra de Boole son genéricas y no impiden las falsas
combinaciones. Como contrapartida, los postcoordinados tienen la ventaja de dar respuesta a necesidades de
indización reales.

En cuanto a la estructura, se reconoce la existencia de dos tipos: jerárquica y combinatoria.


A la estructura jerárquica responden determinadas clasificaciones, en la estructura jerárquica o
arborescente, el vocabulario se presenta en forma de cadena, con términos genéricos que agrupan términos más
específicos. Todos los términos dependen de un término superior y de significado más genérico. Esta estructura
permite agrupar los conceptos por temas y también situarlos en contexto, ya que la secuencia jerárquica nos
informa de cuál es el campo temático al que está adscrito el concepto
En la estructura combinatoria, los términos no forman cadena, están listados por orden alfabético. Este tipo
de estructura surgió como reacción a la rigidez de la estructura jerárquica, que no era fácil de actualizar. La
estructura combinatoria permite la inclusión de nuevos términos y la eliminación de los obsoletos sin afectar al resto
de la estructura del lenguaje. La facilidad para actualizar el vocabulario los convierte en lenguajes adecuados para
todo tipo de entornos: enciclopédicos, científicos y técnicos.

En Resumen: Un lenguaje documental es un vocabulario de términos en lenguaje natural o un sistema


artificial de signos normalizados que facilitan la representación del contenido de los documentos. Sus funciones
principales son indizar el contenido de los documentos y permitir la recuperación a partir del campo materia.

Hay seis lenguajes documentales:


• Los sistemas de clasificación.
• Los listados de encabezamientos de materia.
• Los listados de autoridades.
• Los tesauros.
• Los listados de descriptores libres.
• Los listados de palabras claves.
CARACTERÍSTICAS DE LOS LENGUAJES DOCUMENTARIOS

Con independencia de que los lenguajes documentarios sean, por su estructura, tan lenguajes como los
lenguajes naturales, desde el punto de vista de lo particular, como también ya se vio, tienen determinadas
características que los particularizan como tales y los diferencian no sólo de los lenguajes naturales, sino también de
otros tipos de lenguajes.
Por característica el Diccionario ilustrado de la Lengua Española Aristos, lo siguiente:

Dícese de la cualidad que da carácter o sirve para distinguir una persona o


cosa de sus semejantes.

A partir de esta definición, se podría entrar de lleno en las características propias y distintivas de los
lenguajes documentarios.
Estas características o particularidades están dadas por las siguientes cualidades:
 ausencia absoluta de sinonimia, homonimia y polisemia.
 son lenguajes simétricos y uniformes
 no son, ni pueden ser lenguajes redundantes
 son lenguajes eminentemente gráficos y no orales
 no expresan nunca ni deseos, ni emociones, ni las opiniones personales de quienes los ejecutan
 no tienen posibilidad del uso de la perífrasis
 hacen uso eminentemente de sustantivos y adjetivos

AUSENCIA ABSOLUTA DE SINONIMIA, HOMONIMIA Y POLISEMIA

Por sinonimia, homonimia y polisemia se entenderá, en el presente material, lo siguiente:


Sinonimia: Coincidencia en el significado entre dos o más vocablos llamados sinónimos.
Coincidencia o cercanía de los significados de palabras de distinto sonido.
Decimos que las palabras son sinónimas cuando tienen el mismo significado. En un sistema documental, si
no se controlan y se usan indiscriminadamente, comportan silencio documental. En el caso de “alimento, nutriente,
comida, provisión”, el usuario puede estar buscando por “alimento” y no recuperar documentos porque se
encuentran indizados con otras formas, como “nutriente”. La solución de los lenguajes controlados es recoger todos
los términos sinónimos y seleccionar uno para representar a todo el conjunto de términos que tienen el mismo
significado, porque dos sinónimos son sustituibles el uno por el otro en cualquier contexto.
Homonimia: Igualdad entre los significantes de dos o más palabras que posean diferentes significados.
Coincidencia externa (en el sonido) de dos o más palabras de distinto significado.
La homonimia se da cuando dos conceptos han llegado a tener el mismo nombre, la misma forma, pero
vienen de orígenes diferentes y, por lo tanto, tienen etimologías diferentes.
Dentro de la homonimia podemos diferenciar las palabras que escribiéndose igual tienen significados
diferentes, llamadas homógrafas, como metro (unidad de mediada / herramienta para medir)y de las palabras que
sonando igual también tienen significados diferentes, conocidas como palabras homófonas: tubo/tuvo.
Polisemia: Fenómeno consistente en la reunión de varios significados en una misma palabra
Propiedad de una palabra de tener dos o más significados distintos.
Decimos que dos palabras son polisémicas cuando el mismo signo lingüístico, palabra o sonido tiene más de
un significado. Habitualmente el contexto de la conversación o lectura donde está insertada la palabra deshace los
problemas de ambigüedad, pero una palabra polisémica introducida en un sistema documental, sin el contexto,
puede dar lugar a ruido documental

De acuerdo con estas definiciones un lenguaje documentario no puede tener coincidencia entre dos o más
signos: no puede tener un significante con varios significados, ni varios significados con un mismo significante. Por lo
tanto, los lenguajes documentarios deben tener un solo significante para un solo significado, lo que condiciona su
segunda característica.
Esta sinonimia típica de los lenguajes naturales se elimina en los lenguajes documentarios a través de la
referencia: véase (v.)
Ejemplo:
lupus eritematoso v. colagenosis
emergencias médicas v. medicina de urgencia
dietética v. dieta
La eliminación de la homonimia se realiza a través de las notas aclaratorias que acompañan al descriptor o al
epígrafe para delimitar su alcance.
Ejemplo:
Mercurio (metal)
Mercurio (planeta)
Plantas (Botánica)
Plantas (edificios)
Plantas (industria)

SON LENGUAJES SIMÉTRICOS Y UNIFORMES

Dentro de los lenguajes documentarios a un solo significante le corresponde un solo significado y viceversa,
lo que hace que pertenezcan a los llamados códigos simétricos y uniformes, lo que determina la univocidad existente
en los mismos, así como la falta de ambigüedad típica de los lenguajes naturales y ausente en estos tipos de
lenguajes controlados.
El control de la sinonimia, como también vimos en el caso anterior, se realiza a través de la remisión del
término no autorizado al término autorizado por el sistema. Esta remisión se realiza, por lo general, a través de la
referencia: véase (v.)
Ejemplo:
educación profesional v. formación profesional

En el ejemplo anterior se observa que la sinonimia existente entre ambos términos se elimina a través de la
referencia (v.), la cual desautoriza el uso del término educación profesional y autoriza en su lugar al término
formación profesional.

NO SON, NI PUEDEN SER REDUNDANTES

La característica de no poder expresar a través de la sinonimia, la homonimia y la polisemia, un mismo


aspecto bajo diferentes formas, lo que los hace simétricos y uniformes, hacen que se pueda establecer esta tercera
cualidad de no poder, en momento alguno, expresar un concepto en forma redundante.
La redundancia, que es la característica que en la lengua natural se define como:

Superfluidad de palabras. Es un defecto del lenguaje

no puede estar presente en los lenguajes documentarios, no solo por el ruido que la misma implicaría, sino
por la propia incapacidad expresiva que estos lenguajes tienen para estructurar este tipo de figura lingüística.

SON LENGUAJES EMINENTEMENTE GRÁFICOS Y NO ORALES

Como se hace evidente, a través de su grafía, los lenguajes documentarios hacen explícitas las relaciones
paradigmáticas que dentro de cada uno de ellos se establecen. Esto resulta siempre así ya que los lenguajes
documentarios solo tienen manifestación gráfica a diferencia de los lenguajes naturales que poseen una
manifestación oral y/o gráfica.

NO EXPRESAN NUNCA DESEOS, NI EMOCIONES, NI LAS OPINIONES PERSONALES DE QUIENES LOS EJECUTAN

Muy relacionado con su incapacidad de expresión oral, está la característica de ser eminentemente gráficos.
Los lenguajes documentarios expresan simplemente (a través de su grafía, los códigos o las expresiones codificadas,
coincidentes en algunos casos con la propia lengua natural en la que se apoye) el criterio ya establecido e irrevocable
de aquellos que lo concibieron como lenguaje documentario.
Esta característica obliga a sus «hablantes pasivos» a que tengan que usar la expresión que el sistema (el
propio lenguaje documentario) haya establecido para «decir» lo que solo de esa forma se podrá «decir», sin poder
añadir, además, expresión volitiva alguna. Por ello y de ahí su nueva característica:

NO TIENEN POSIBILIDAD DEL USO DE LA PERÍFRASIS


Se entiende por perífrasis, dentro de la lengua natural:

Circunloquio. Rodeo de palabras para dar a entender algo que


hubiera podido explicarse más brevemente.

Dentro de los lenguajes documentarios no existe la posibilidad de, mediante rodeos o variantes, expresar de
otra forma un concepto que, dentro de él como sistema, tiene un término como única forma de expresión.

HACEN USO EMINENTEMENTE DE SUSTANTIVOS Y ADJETIVOS

Por último los lenguajes documentarios tienen como característica que, a diferencia de los lenguajes
naturales, hacen uso casi exclusivo de sustantivos (o formas sustantivadas) y adjetivos, dejando prácticamente en
desuso la utilización de verbos y demás categorías gramaticales.
ORGANIZACIÓN DEL CONOCIMIENTO EN LAS BIBLIOTECAS

En primer lugar, conviene aclarar que la organización del conocimiento excede el ámbito de las bibliotecas,
pues con distintos puntos de vista, también es objeto de estudio de la Filosofía, Psicología, Educación, Museología,
Archivología y otras áreas del saber. Sin embargo, como afirma María Inés Cordeiro, la organización del
conocimiento ha sido siempre reconocida como una de las funciones primarias de las bibliotecas, que a su vez han
sido uno de los principales proveedores de este servicio. Nosotros nos referiremos aquí exclusivamente a la
organización del conocimiento en las bibliotecas y, en particular, las bibliotecas públicas y populares que Implica por
supuesto un enfoque más restringido.

Las bibliotecas organizan los recursos bibliográficos que forman su colección, para luego poder recuperarlos.
Esta necesidad de organizar para recuperar ha sido percibida desde muy antiguo y, en procura de lograr una
solución, se han creado herramientas y prácticas que llamaremos, respectivamente, Sistemas de organización del
conocimiento y técnicas de organización del conocimiento.

¿Qué es entonces la organización del conocimiento?

Hay muchas definiciones. Por ejemplo, James D. Anderson define organización del conocimiento como “la
descripción de documentos, su contenido, características y propósitos y la organización de estas descripciones, de
modo que dichos documentos y sus partes sean accesibles a quienes buscan los documentos o los mensajes que
ellos contienen. La organización del conocimiento abarca todo tipo de métodos de indización, resumen,
catalogación, clasificación, gestión de registros, bibliografía y la creación de bases de datos textuales o bibliográficas
para la recuperación de información".
Según Mario Barité la organización del conocimiento es una "disciplina de formación reciente, que estudia
las leyes, los principios y los procedimientos por los cuales se estructura el conocimiento especializado en cualquier
disciplina. (...) El objeto de estudio de la organización del conocimiento es el conocimiento socializado o registrado, y
en lo que hace a Bibliotecología y Documentación, da cuenta del desarrollo teórico práctico para la construcción, la
gestión, el uso y la evaluación de clasificaciones científicas, taxonomías, nomenclaturas y lenguajes documentales”.

Sistemas de organización del conocimiento

Los sistemas de organización del conocimiento (SOC) son lenguas artificiales que sirven para indizar y
clasificar. También se les ha conocido como lenguajes documentales, vocabularios controlados o vocabularios
estructurados.
Podemos decir que en la bibliotecología moderna, la historia de los SOC nace en 1876, cuando en el primer
congreso de la American Library Association (ALA), celebrado en Filadelfia, Estados Unidos, se presentaron tanto la
primera edición del Sistema de clasificación decimal de Dewey (SCDD) como las Reglas del catálogo diccionario de
Charles A. Cutter, que incluían —entre otras cosas— las instrucciones para redactar los encabezamientos de materia.
Como lenguas artificiales, los SOC poseen a) un vocabulario que consta de signos, b) una estructura de
relaciones entre esos signos y c) una sintaxis.
La característica principal de los SOC es su vocabulario unívoco, es decir, cada concepto es representado por
un único término y, a su vez, cada término representa un único concepto. En otras palabras, podemos decir que el
vocabulario de los SOC está formado por un conjunto de signos y que cada signo consta de un solo significado y un
solo significante, al contrario de la lengua natural, en la que un significado puede tener varios significantes
(sinónimos).

Estructura de relaciones

Como su nombre lo indica, los SOC son sistemas, es decir constan de un conjunto de elementos (los signos
que forman el vocabulario), estructurados mediante relaciones entre esos elementos. Las relaciones de un SOC son
básicamente de tres tipos:

• Relación de equivalencia: se establece entre uno o varios sinónimos que no se usan y el signo
aceptado por el vocabulario controlado. Por ejemplo: Anacardos use CASTAÑAS DE CAJU significa que anacardos no
se puede usar como término de indización, sino que debe usarse castañas de cajú. En los sistemas de clasificación, la
relación de equivalencia se establece algunas veces desde cada una de las clases y otras desde el índice alfabético,
donde deberían aparecer todos los sinónimos que remiten a la misma notación, por ejemplo: Durazno 583.372,
Melocotones 583.372.

• Relación jerárquica: se establece entre un término más general y otro más específico que está
incluido en el anterior. El más general suele ser el género o el todo, mientras que el más específico es la especie o la
parte. Por ejemplo: VUELOS ESPACIALES sería el género y VUELOS ESPACIALES TRIPULADOS la especie. O bien,
CORAZON sería el todo y VENTRÍCULOS representaría la parte. En los sistemas de clasificación la relación jerárquica
se evidencia mediante el orden jerárquico de las clases, de modo que 333.78 Areas recreativas y silvestres es una
clase más general respecto a 333.783 Parques, que sería una clase más específica.

• Relación asociativa: se establece entre dos términos relacionados por algún tipo de asociación
mental, pero que no constituye una relación de equivalencia ni una de jerarquía. Por ejemplo: TABAQUISMO y
FUMADORES, PLANTAS y HERBICIDAS.
Estas tres relaciones suelen estar presentes en casi todos los SOC
CLASIFICACIONES BIBLIOGRÁFICAS O DOCUMENTALES

Primero definiremos qué son, dónde se aplican, qué funciones tienen y cuántas hay en el mundo. En
segundo lugar, trataremos la diversa tipología de las clasificaciones bibliográficas. En tercer y último lugar, haremos
un pequeño viaje por la historia de las clasificaciones bibliográficas.

Las clasificaciones bibliográficas o documentales son un lenguaje documental que


divide el conocimiento (enciclopédico o específico de un área temática) en una
serie ordenada de clases y subclases basadas en las semejanzas y diferencias.

Blanca Gil define un sistema de clasificación como

un conjunto ordenado de conceptos que se presentan distribuidos sistemáticamente en


clases conformando una estructura. Por regla general, estos sistemas de clasificación
se componen de tablas principales, tablas auxiliares, un índice y un procedimiento de
notación que varía sensiblemente de unas a otras. Las tablas principales del sistema
contienen todas las materias, del campo abarcado por la clasificación. Las tablas
auxiliares ya no abarcan materias sino términos de lugar, tiempo, forma y lengua, y
son útiles para concretar la materia. El índice es una lista alfabética de todos los
términos incluidos en el sistema, a cuyo lado debe figurar la notación correspondiente
que guía a la tabla principal. La notación, por último, es un sistema de símbolos,
números o combinación de ambos, que se asignan a los términos de la clasificación. El
propósito de utilizar tal recurso es designar brevemente las materias y, a veces, sus
relaciones.

Los sistemas de clasificación cumplen las tres funciones siguientes:

• Representar el contenido de un documento de manera sintética y codificada.


• Ordenar físicamente los documentos con un grado altamente significativo.
• Generar subproductos del catálogo, sobre la base de su materia. Por ejemplo, listas bibliográficas, últimas
adquisiciones ordenadas por temas...

¿Cuántas clasificaciones hay?


En estos momentos, hay al menos nueve sistemas de clasificación documental vigentes e implementados en
las redes de bibliotecas universitarias y/o públicas del mundo:
1) La clasificación decimal universal (CDU).
2) La clasificación Dewey (CD).
3) La clasificación de la Library of Congress (LC).
4) La clasificación china.
5) La clasificación japonesa.
6) La clasificación rusa (LBC, antigua BBK).
7) La clasificación Colon (CC).
8) La clasificación Bliss (CB).
9) La clasificación Brown.

Las clasificaciones documentales admiten dos tipos de categorías:

• Por alcance de contenido: enciclopédicas o especializadas.

Las clasificaciones enciclopédicas, como su nombre indica, recogen todas las disciplinas universales. Se usan
principalmente en bibliotecas nacionales, universitarias y públicas. (Ejemplos: CDD, CDU, Clasificación de la
Biblioteca del Congreso)
Las clasificaciones especializadas, como indica su nombre, hacen referencia sólo a una disciplina. Por su capacidad
de especificación, se usan en centros de documentación. (Ejemplos: Clasificación Decimal Astronómica,Clasificación
de la OCDE, Clasificación de la National Library of Medicine)
• Por estructura: enumerativas o jerárquicas, facetadas, híbridas o mixtas.

Las clasificaciones jerárquicas estructuran las clases en forma de arborescencia. Cada clase se va dividiendo
en subclases tantas veces como sea necesario para representar el dominio entero. (CDD)
Las clasificaciones facetadas estructuran las clases, primero dominios de conocimiento, dentro de cada
dominio por facetas, y en cada faceta de manera jerárquica. (Colon Classification)
Las clasificaciones híbridas o mixtas participan de las características de las dos anteriores, combinando la
estructura arborescente propia de la jerárquica con la posibilidad de expresar facetas con tablas auxiliares comunes
y especiales y signos de valor clasificatorio

La clasificación decimal universal (CDU) combina la estructura jerárquica de


las tablas con los elementos facetados para representar conceptos más complejos y
conceptos nuevos a partir de la relación de dos conceptos preexistentes.

El principal problema que presentan los sistemas de clasificación el su poca flexibilidad y su complejidad que
hace difícil la recuperación de la información. Igual que las listas de encabezamientos de materias, con los avances
tecnológicos y la difusión de tesauros especializados resulta que estos sistemas se están haciendo obsoletos.

BREVE HISTORIA DE LAS CLASIFICACIONES BIBLIOGRÁFICAS DECIMALES

Si hiciéramos un rápido viaje por el tiempo para conocer la historia de las clasificaciones documentales,
veríamos que se fueron construyendo influidas por los sistemas filosóficos contemporáneos, y a medida que iban
surgiendo las necesidades.
Aristóteles será el primer pensador que encontraremos en nuestro viaje, con la formulación de la lógica
aristotélica. Las ciencias, según Aristóteles, pueden ser de tres tipos:
• Teóricas: física, matemáticas y filosofía primera o teología.
• Prácticas: moral y política.
• Productivas: ciencias aplicadas.
Porfirio y la dicotomía: División en dos. Método de clasificación en que las divisiones y las subdivisiones son
binarias.

A continuación visitamos la Biblioteca de Alejandría (Egipto), fundada por Ptolomeo aproximadamente en el


año 300 a. C., que catalogaba su colección de manuscritos en pinakes (fichas con información sobre el nombre del
autor y el sumario del contenido).

En la Edad Media, encontramos bibliotecas en los monasterios y en las universidades. Los fondos
documentales eran religiosos o de las materias propias del Trivium (gramática, retórica, dialéctica) y Quatrivium
(aritmética, geometría, música, astronomía). En aquellos momentos, las clasificaciones bibliográficas estaban
vinculadas a la colección que tenían que clasificar, no a una voluntad enciclopedista, criterio que no surgirá hasta el
siglo XVIII.

En la Edad Moderna, y gracias a las teorías de Francis Bacon (1561-1626), se acaban las concepciones
medievalistas de la clasificación de las ciencias. Su filosofía se basa en la sustitución de la lógica deductiva medieval
por un nuevo método, experimental e inductivo. De esta época es famosa la clasificación Brunet (Francia, 1804), que
siguiendo a F. Bacon clasificaba el saber en cinco clases básicas: teología, jurisprudencia, historia, filosofía y
literatura.

Y llegamos a la Edad Contemporánea, pero aquí reducimos el ritmo para conocer a cuatro documentalistas
que han afirmado las bases de la clasificación moderna. Y para hacerlo, nos situaremos aproximadamente entre
1870 y 1940.
La clasificación de Harris: en 1870, un bibliotecario norteamericano llamado Harris publica su sistema de
clasificación. Agrupa las clases en ciencias, artes e historia, un esquema que sigue directamente el estilo de las tres
facultades de Bacon

La clasificación decimal de Dewey, de 1885


Melvil Dewey era estudiante y ayudante de bibliotecario del Amherst College de Massachusetts. En 1873,
preparó como trabajo académico (tenía 22 años) la clasificación decimal, basándose en la clasificación de Harris.
La clasificacióndecimaldeDewey se publicó en y en 1885 se editó como Decimal classification and relatix
index (título que incluye las dos grandes aportaciones de Dewey). Dewey buscaba una clasificación bibliotecaria
práctica que permitiera solucionar dos problemas:
a) De catalogación: teniendo en cuenta el aumento de las colecciones, había que reducir tiempo y gastos a la
hora de catalogar.
b) De acceso: para facilitar el acceso directo a los usuarios sin tener que consultar el catálogo.
Dewey estudió las clasificaciones anteriores y adaptó el sistema de
división decimal al sistema jerárquico de clasificación y añadió un índice.
Las tablas de la DDC son 10:
000 Generalidades.
100 Filosofía y disciplinas afines.
200 Religión
300 Ciencias Sociales
400 Lenguas
500 Ciencias puras
600 Ciencias aplicadas (tecnología)
700 Bellas Artes
800 Literatura
900 Geografía e historia.

Clasificación expansiva de Cutter: Boston, 1891.

Charles Cutter consideraba que la Dewey no era aplicable a las bibliotecas pequeñas; por eso, ideó un
sistema original que se adaptaba al volumen de los fondos de la biblioteca: la clasificación expansiva. Consiste en
pasar de una tabla a otra de manera progresiva. Influyó en la clasificación de la Library of Congress.

Clasificación de la Library of Congress: Washington, 1899-1920.

Basada en las ideas de Cutter. No es una clasificación conjunta; está formada por clasificaciones
especializadas en cada materia e independientes unas de otras, hasta el punto de que no se interrelacionan entre sí.
Tiene veintiún grupos temáticos. Se usa actualmente en la Biblioteca del Congreso y en las bibliotecas universitarias
norteamericanas.

La clasificación decimal universal, de 1905

Dos abogados belgas, Paul Otlet y Henry la Fontaine, recibieron una copia de la clasificación decimal de
Dewey en 1894. La encontraron tan magnífica y apropiada a sus intereses que pidieron permiso a M. Dewey para
traducirla al francés y adaptarla a las bibliotecas europeas. Así nació la clasificación decimal universal (CDU).
¿Cuáles eran los intereses de estos dos abogados? Desde 1895, fecha en que crearon el Instituto
Internacional de Bibliografía, trabajaban para realizar el repertorio bibliográfico universal (RBU), una
bibliografía/catálogo que recogiera todo el saber científico del momento. Una tarea de gran magnitud que
tecnológicamente tenía como soporte fichas de cartulina, doce millones de fichas de cartulina.
Con el fin de clasificar la materia de tantos documentos,
necesitaban un sistema que fuera flexible, que se pudiera
ampliar. Una vez autorizados a adaptar la Dewey (que entonces
iba por la quinta edición) la tradujeron al francés e incorporaron
novedades en ella.
En 1905, publicaban la primera edición de las tablas de
la clasificación decimal universal con el nombre Manuel abrégé
du repertoire bibliographique universel; dos años más tarde,
editaron la versión completa, que tenía 33.000 subdivisiones.
La CDU es un sistema de Clasificación con notación
Henri Lafontaine numérica, ordenado según el principio que rige en los números Paul Otlet
decimales, es decir, el valor de los números tiene el mismo que
las fracciones decimales, o sea, son las partes decimales de la unidad que resultan de dividir esta por diez, y a su vez
por diez, y así sucesivamente. Esta estructura permite que un número pueda ser subdividido indefinidamente.

Clases principales de la clasificación decimal universal:


0 Generalidades. Información y Documentación. Informática
1 Filosofía. Psicología
2 Religión. Teología
3 Ciencias sociales
4 sin ocupar de momento
5 Ciencias puras. Ciencias exactas y naturales
6 Ciencias aplicadas. Medicina. Técnica
7 Bellas Artes. Artes aplicadas. Diversiones. Juegos. Deportes
8 Lenguaje. Lingüística. Literatura
9 Arqueología. Geografía. Biografía. Historia.
La CDU mantiene respecto de la Dewey:
• La estructura decimal.
• El alcance temático universal.
• Las Tablas auxiliares (en la Dewey los auxiliares se conocen como tablas y las tablas principales son Schedules).
• El índice alfabético final.
Asimismo, incorpora algunas novedades con respecto a la Dewey:
• Deja una tabla principal vacía, la 4, mientras que la Dewey las utiliza todas.
• Permite combinar 2 materias o más materias con el Colon (:) y doble Colon (::) y corchetes ([]) para
subagrupamientos.
• Se hacen subdivisiones cada tres dígitos.
• Las subdivisiones sueño más específicas que en la Dewey.
• Mientras la Dewey nace para clasificar libros, la CDU nace con la voluntad de clasificar información, más concreta,
más específica.

Clasificación Bliss: Nueva York, 1912.

Clasificación facetada. Su primera publicación fue en 1940 por el Bibliotecario norteamericano Henry Evelyn
Bliss, su esquema está basado en que cada disciplina es vista desde 4 aspectos: filosófico, teórico, histórico y
practico), con 26 clases principales, signadas con las letras del alfabeto en mayúscula, utiliza los números del 1 al 9
para las subdivisiones. Es usado en bibliotecas anglosajonas., su edición y mantenimiento corren a cargo de la BC
Association que edita la publicación periódica "Bliss Classification Bulletin". Su ordenación se basa en clases que
reúnan todo el conocimiento, con divisiones lógicas y establece relaciones de subordinación (vertical) y de
coordinación (horizontal)

Clasificación rusa (BBK, actualmente LBC): Moscú, 1924.

Está fuertemente impregnada de ideología marxista leninista (la primera clase es marxismo y leninismo, la
segunda ciencias naturales...). Es el sistema de clasificación nacional de le antigua URSS, que significa que tiene una
magnitud sólo comparable a la de la Library of Congress (hablamos de volumen de libros). La CDU también se usa en
los países de la ex URSS, especialmente en las bibliotecas públicas, gracias a la tarea que el VINITI lleva a cabo.
Recordemos que VINITI, como la española AENOR, forma parte actualmente del Consorcio de la CDU, entre otras

Clasificación decimal japonesa: Mori-Kiyosi, 1929

Para la Biblioteca Imperial de Tokio. Influida por la CDU y Cutter. Tiene diez clases principales y pocos
auxiliares especiales (sólo los de lugar y forma)

La clasificación Colon, de 1933

El uso generalizado de esta clasificación sólo se ha dado en la India, pero su influencia es internacional,
gracias al resurgimiento de los debates sobre la teoría de las clasificaciones que provocó el concepto de las facetas.
La primera edición es de 1933, pero no será hasta la edición de 1944 en que aparecerán las facetas.
Shiyali R. Ranganathan, bibliotecario y matemático indio, propuso una nueva
estructura para los sistemas de clasificación (recordemos que el modelo básico era el
jerárquico o enumerativo). Esta nueva estructura se basaba en el análisis facetado, que es
aquel que estudia las características que permiten definir una materia y que, sin embargo, se
puede subdividir en subclases. Una auténtica evolución para el concepto de clasificación
jerárquica en que cada concepto tiene un lugar inamovible dentro del esquema general. En
cambio, la CC proponía una clasificación analítico-sintética, en la que cada documento recibe
una notación creada para él a partir de combinaciones y relaciones. Uno de los signos que se
utilizan para unir las diferentes facetas que representarán un concepto son los dos puntos:
que en inglés se llaman, precisamente, Colon.
La CC es una clasificación basada en las facetas, es decir, representa los diversos aspectos de una materia
identificando las características/categorías básicas que se pueden subdividir en clases.
Ranganathan identifica unas 30 clases principales o dominios (del tipo matemáticas, botánica, educación...),
que a su vez pueden ser caracterizadas por cinco grandes categorías o facetas: personalidad, materia, energía,
espacio, tiempo o fórmula PMEST. Algunas clases concretas tienen, también, facetas propias.

Clasificación documental china (CDC): Beijing, 1975.

Es el sistema nacional de clasificación en China. Después de la revolución, la China popular propulsó la


creación de un nuevo sistema de clasificación adecuado al cambio ideológico. Es una clasificación mixta o híbrida, es
decir, jerárquica, pero con posibilidad de expresar facetas. Tiene cinco clases principales (la primera es el marxismo
leninismo y el pensamiento de Mao Zedong).

Listas de encabezamientos de materia

Lenguaje documental precoordinado, controlado, de estructura asociativa o combinatoria que recoge


ordenadas alfabéticamente todas las materias o temas susceptibles de representar el contenido de un fondo
documental. Son lenguajes documentales de vocabulario controlado que no responden a una estructuración
conceptual, y que generalmente tienen una presentación alfabética.
Las listas se componen de encabezamientos y subencabezamientos. Los encabezamientos son palabras o
términos del lenguaje natural que representan conceptos o temas de los que trata un documento. El control
terminológico se logra gracias al establecimiento de relaciones entre términos, como el envío simple (v., Véase –
remite al término aceptado) y la explicación correlativa (U.p., Úsase por – procede al término no aceptado) para el
control de sinónimos y equivalencias, o referencias de orientación (V.a., Véase además) que remiten a otros
encabezamientos relacionados con el tema en cuestión.
Los encabezamientos pueden ser simples (formados por una sola palabra) o compuestos (dos o más
palabras). Los subencabezamientos son palabras que siguen a un encabezamiento para formar un encabezamiento
compuesto.

ORIGEN Y EVOLUCIÓN DE LAS CLASIFICACIONES NO DECIMALES O L.E.M.

El origen de este tipo de lenguaje documental lo encontramos en Estados Unidos de América. Aparece por
primera vez en 1876 de manos de Charles A. Cutter. Charles A. Cutter era el bibliotecario en jefe del Ateneo de
Boston cuando el gobierno de Estados unidos le encargó un estudio sobre la catalogación en las bibliotecas del país.
El informe tenía cuatro volúmenes, el último de los cuales contenía las Rules for a printed dictionary catalogue,
donde expone las reglas para encontrar e indizar un documento según su materia. Aparece ya el nombre de
headings (encabezamientos) para designar los términos de indización.
Charles A. Cutter elaboró los principios que rigen las LEM, como el principio de especificidad y el de entrada
directa; todos ellos continúan vigentes en la actualidad. También formuló el principio de economía, las referencias
entre términos aceptados y no aceptados, ya sean sinónimos u homónimos, los encabezamientos simples y
compuestos, los signos de puntuación, la sintaxis a la hora de construir encabezamientos compuestos, etc.
Charles A. Cutter era miembro de la American Library Association (ALA). En el año 1895, nueve años después
de la primera edición de Cutter, la asociación publicó la List of Subject Headings for use in a dictionary catalog como
lista de encabezamientos para indizar en colecciones medias y pequeñas. Tres años más tarde (1898) la lista fue
ampliada por el departamento de catalogación de la Library of Congress o Biblioteca del Congreso.
Lista de encabezamientos de materia para bibliotecas – Rovira y Aguayo

La Lista de encabezamientos de materia para bibliotecas (Lemb) es una lista de epígrafes general o universal,
que cuenta con unos 45.000 términos aproximadamente. Originalmente, su terminología se basó tanto en los
epígrafes traducidos al español, como en aquellos epígrafes de los catálogos de 21 bibliotecas latinoamericanas. En
su compilación se han seguido los tradicionales principios de especificidad, uso general, uniformidad y orden de la
lengua natural.

La primera edición de Lemb, compilada por Carmen Rovira y Jorge Aguayo, fue publicada por la Unión
Panamericana de la Organización de Estados Americanos (OEA) en 1967. Fue la concreción de un viejo anhelo, pues
durante la Primera Asamblea de Bibliotecarios de las Américas, celebrada en Washington DC en 1947, que incluyó la
creación de un Comité Latinoamericano de Catalogación, se asumió el compromiso de compilar una lista de
epígrafes para bibliotecas hispanoamericanas, que lamentablemente se vio postergado por numerosos motivos. En
la elaboración de Lemb participaron 21 bibliotecas de la región, incluidas dos bibliotecas argentinas. Posteriormente,
se publicaron dos suplementos de actualización compilados por Emma Linares, en 1969 y 1970

Sears: Lista de encabezamientos de materia

Minnie E. Sears (una bibliotecaria y editora estadounidense) elaboró esta lista de epígrafes, publicada en
Nueva York en 1923 por la editorial H.W. Wilson, basada en los epígrafes utilizados en los catálogos de nueve
bibliotecas públicas pequeñas que aseguraron su garantía bibliográfica. En 1950 y como tributo a su autora, que
acababa de fallecer, el título de la lista cambió por el de Sears list of subject headings.
Minnie Earl Sears es considerada como la creadora del lenguaje documental de los listados de
encabezamientos de materia. Aunque fue Charles Ammi Cutter el primer investigador que abrió el camino, es Sears
quien crea un sistema de amplia difusión en colecciones bibliotecarias más pequeñas.
La lista de Sears está especialmente orientada a bibliotecas generales pequeñas y medianas, que en nuestro
medio estarían representadas por la mayoría de las bibliotecas públicas, populares y escolares. Incluye además
numerosos términos tomados de la lista Subject headings for children literature, que resultan útiles para las
bibliotecas infantiles.
La primera edición en español de esta lista fue publicada en Buenos Aires por Acmé Agency en 1949, bajo el
título Lista de encabezamientos de materia para bibliotecas menores. La traducción fue dirigida por Carlos Víctor
Penna y se basó en la 5º ed. en inglés que dirigió Isabel S. Munro. Aunque tuvo una presentación editorial impecable,
recibió críticas por la traducción de algunos epígrafes. La última edición en inglés es la 19º, de 2007.

ARMarc para bibliotecas pequeñas

En 2007 ha visto la luz una nueva lista de epígrafes en español, coordinada por Camilo y Gloria Rojas León,
que se titula ARMarc para bibliotecas pequeñas. Ha sido publicada por la editorial Rojas Eberhard Editores, Ltda. de
Bogotá, Colombia.

La sigla que aparece en el título (ARMarc) responde al hecho de que se trata de un archivo de autoridades de
materia en formato Marc, compilado por las empresas del Grupo Rojas Eberhard de Colombia como un subproducto
del trabajo de tercerización de procesos técnicos por la empresa Consultores Nacionales Asociados Ltda. (CNA),
perteneciente al grupo empresarial mencionado. Es parte de un proyecto que contempla tres productos: a) las
autoridades de materia para bibliotecas pequeñas en formato impreso, b) las autoridades de materia para
bibliotecas mayores en formato impreso y c) la versión en línea para consulta a través de la Web.

ARMarc para bibliotecas pequeñas está orientada especialmente a bibliotecas hispanoamericanas con
colecciones de hasta 20.000 volúmenes. En su confección se han tomado en cuenta las listas de epígrafes Lemb y
Sears, así como la lista de Villalón con epígrafes infantiles y juveniles. También se han tomado en cuenta numerosas
listas de autoridades de materia, tesauros y diccionarios.
GUIA DE ESTUDIO

LENGUAJES DOCUMENTARIOS ES SU DEVENIR HISTÓRICO

1. Definir lenguajes documentarios.


2. ¿Cuál es la razón por la que surgen los lenguajes documentarios?
3. Siguiendo la línea del tiempo presentada, explicar brevemente cada hito histórico señalado en la misma.

ORGANIZACIÓN DEL CONOCIMIENTO EN LAS BIBLIOTECAS

1. Definir Organización del conocimiento.


2. ¿Cuál es su objeto de estudio?
3. Explicar los tres tipos de relaciones de las S.O.C.
4. ¿Por qué las S.O.C. son lenguajes artificiales?

CLASIFICACIONES BIBLIOGRÁFICAS DOCUMENTALES

1. Diferenciar clasificaciones bibliográficas de Sistemas de clasificación.


2. ¿Cuáles son las funciones de un Sistema de Clasificación?
3. ¿Cuáles son las categorías en que se dividen las clasificaciones documentales?
4. Realizar una línea evolutiva de las principales clasificaciones con sus características más sobresalientes.
5. ¿Qué son las listas de encabezamiento? ¿Cuáles son las principales y a qué tipo de bibliotecas están destinadas?

BIBLIOGRAFíA

Campdepadrós, M.J. y Martínez Ferrera, D. (2009) Lenguajes documentales. Barcelona : FUOC.


http://ebiblioteca.org/?/ver/94448

Gil Urdiciain, Blanca (2005): Manual de lenguajes documentales. madrid : trea.


http://www.mdp.edu.ar/humanidades/documentacion/licad/archivos/modulos/proces/archivos/bibliografia/proces
amiento/Eje2/P007.pdf

Martínez Tamayo, A.M. y Valdez, J.C. (2009) Indización y clasificación en bibliotecas. Buenos Aires : Alfagrama.

Pinto Molina, M. (1993). Análisis documental: fundamentos y procedimientos. (2ª ed. rev. aum.) Madrid: Eudema.

Vizcaya Alonso, Dolores (1997) Lenguajes documentales. Rosario : Nuevo Paradigma.

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