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3 actividades que debe hacer toda

familia católica
Te damos tres actividades para que se mantengan unidos y conserven su fe.

Como familia católica realicen actividades juntos para mantener viva su fe. Foto: Vero
Cohen/Cathopic.

En estos tiempos en que hay tantos ataques contra la familia, y los medios de
comunicación nos presentan como ideales o normales situaciones que atentan
contra la unidad e integridad física y moral de los miembros de las familias,
podemos preguntarnos, ¿qué necesita una familia católica para mantenerse
unida, conservar viva su fe y dar testimonio cristiano a los demás?

Diversos estudios realizados en diócesis de todo el mundo, coinciden en que hay


tres actividades indispensables para los miembros de toda familia católica:
1. Orar unidos
Dicen que: ‘la familia que reza unida, permanece unida’. Es vital hallar tiempo
para que la familia se reúna a orar. Puede rezar el Rosario, relacionando cada
Misterio con las intenciones de cada uno; puede leer, meditar y comentar algún
texto bíblico, por ejemplo de los que se proclaman ese día en Misa; puede hacer
oración de alabanza, de gratitud, de petición.
Y es muy rico si cuando alguien pide algo, los demás no están esperando que se
calle para hacer su propia petición, sino acogen y oran por esa petición. Por
ejemplo, una hija pide que le vaya bien en su examen; su papá pide que el Espíritu
Santo la ilumine; su mamá pide que la mantenga tranquila; su hermanito pide que
saque diez; así, quien pide algo se siente sostenido, no sólo por Dios, sino por su
familia.

Hoy en día mucha gente, sobre todo joven, cuando tiene un problema se
embriaga, se droga, trata de evadirse por puertas falsas porque no sabe qué hacer.
En cambio quien pertenece a una familia que ora diario, enfrenta la vida de otra
manera, con la certeza de que está en las manos amorosas de Dios y cuenta con
la valiosa intercesión familiar.

2. Ir juntos a la Iglesia
Es ideal poder ir juntos a la Misa dominical, pero si no es posible, hay que
procurar ir juntos a Misa otro día, por ejemplo entre semana, antes o después de la
escuela o el trabajo. Y desde luego, asistir juntos a los oficios de Cuaresma,
Semana Santa, y en Pascua vacacionar.

También es importante darse tiempo para ir a visitar a Jesús presente en la


Eucaristía. Una vez en una velada eucarística en una capilla, estuvo el Santísimo
expuesto toda la noche, y a eso de las dos de la mañana llegaron papás y una hija
que por su ropa se ve que regresaban de una fiesta; entraron, se arrodillaron, se
quedaron un ratito en silencio, luego hicieron juntos en voz baja una oración y
salieron. ¡Qué bello!, antes de irse a descansar se acordaron de pasar un
momentito a adorar al Señor. Esos papás enseñan con el ejemplo.

También es importante acudir juntos a la iglesia a los eventos que ésta


organiza. Cursos, retiros, charlas, para preparase mejor, y también conciertos,
fiestas, kermesses que permiten conocer a otras familias con las que se puede
hacer buena amistad, compartir la fe, apoyarse mutuamente con oración.

3. Realizar juntos obras de misericordia


El Papa Francisco anima a la Iglesia, a la familia, a los creyentes, a no encerrarnos
en nosotros mismos, sino salir al encuentro de otros para ayudar.
Es pues fundamental ejercer como familia verdadera caridad. No sólo una o dos
veces al año donar ropa, juguetes o cosas útiles que no usa, sino comprometerse
en algún apostolado, servicio, misión, que pueda realizar todos sus miembros. Ello
los une, porque cada uno ayuda en lo que puede y todos se apoyan; les permite
valorar más lo que tienen, y les da un corazón sensible, capaz de compadecerse
ante las necesidades ajenas y hacer lo que pueda para remediarlas.

La familia que unida ora, acude a la iglesia y realiza obras de misericordia,


enfrentará, como todas, problemas y dificultades, pero no lidiará con ellos
como otras, en la evasión, el pleito, la desintegración, sino con la serenidad de
saberse unida y siempre sostenida por la gracia y el amor del Señor.
10 acciones para celebrar a tu familia
Te ofrecemos actividades que te ayudarán a fomentar la convivencia familiar.

Estas recomendaciones las puedes aplicar más allá del Mes de la Familia.
POR DLF REDACCIÓN
1 MARZO, 2019
Por Daniela Díaz Canseco
La familia es la célula fundamental de toda sociedad; es la institución más
importante para el ser humano, pues brinda un sentido de pertenencia y
contribuye a nuestro desarrollo integral.
Por lo tanto, es importante que todos los actores sociales nos esforcemos cada día
en cuidarla y fortalecerla.

En la Arquidiócesis de México, en marzo de cada año se celebra el  Mes de la


Familia, una oportunidad para dedicar espacios y actividades con el fin de festejar
a esta hermosa institución y fomentar la unidad de los miembros.
Con motivo de este mes, les proponemos estas 10 ideas para celebrar la unión
familiar que pueden poner en práctica. 

1. Ámense en todo momento


El amor, el respeto y la comunicación son la base para tener una familia sana y feliz.
2. Procuren comer juntos
Hagan el propósito de desayunar, comer o cenar juntos todos los días.

3. Compartan anécdotas
Comenten lo que hicieron durante el día; escucharse les ayuda a conocerse y unirse
más.
4. Organicen juegos y pasatiempos
Puede ser desde cartas, dominó, maratón o mímica. Esto potencia el vínculo
familiar.
5. Salgan a pasear en familia
Organicen una salida al cine o visitas a parques de diversiones, zoológicos, al
campo, etc.
6. Intercambien regalos
No tienen que ser costosos, son sólo un detalle para recordar lo mucho que
agradecen formar parte de su familia.
7. Hagan pequeños favores
Desde lavar platos a ayudar al más pequeño con su tarea, un favor es un gran
gesto para celebrar a la familia.
8. Demuestren cariño sin miedo
Sonrisas, besos y abrazos son a veces más efectivos que las palabras para
comunicar amor.
9. Mantengan un buen clima
Con la ayuda de Dios encuentren formas pacíficas para resolver los conflictos. En
familia practiquen la paciencia y la aceptación.
10. Mantengan a Dios en  la familia
Vayan juntos a Misa, den gracias y encomiéndense a Dios, recen el Rosario. Familia
que ora unida, permanece unida.
Oración de los esposos: Un solo corazón
y un solo espíritu
Una oración para quienes han aceptado el Matrimonio como un llamado hecho por Dios.

El Matrimonio es una vocación para nosotros los católicos. Foto: Cathopic

Concédeles, Señor, que en la comunidad sacramental que hoy inician, se


comuniquen los dones de tu amor y, siendo el uno para el otro signo de tu
presencia, sean un solo corazón y un solo espíritu (Bendición de la Iglesia a los
recién casados en la misa del Matrimonio).
Nos llamaste al matrimonio
Nos llamaste, Señor, al matrimonio, un llamado hecho desde la eternidad, desde el
momento mismo de la creación cuando pensaste en nosotros y nos pensaste
unidos. Nos hiciste uno para el otro. Somos, mutuamente, nuestra divina vocación
venida de tu providente amor.
Hoy nos damos cuenta, Señor, cómo fuiste guiando nuestros pasos, conduciendo
nuestras vidas para que nos encontráramos por fin, nos conociéramos y nos
amáramos. Gracias por intervenir en nuestra historia sin lastimar nuestra libertad.
También nos damos cuenta, hoy, que cuando intercambios nuestro “sí” ante tu
altar, también te dimos el “sí” a ti. En ese instante aceptamos responder que sí a tu
llamado divino a la santidad y a la felicidad eterna.
Ese día nos cambiaste el corazón
Nuestro amor de novios en mucho parecía un juego. Tenía la emoción de la
aventura, la atracción del misterio y, de pronto, la urgencia de los instintos, la
pasión que nublaba la inteligencia y que nos asustaba, al mismo tiempo que se nos
hacía cada vez más atractiva. Pero la razón nos decía que más allá de la pasión
tenía que haber otra forma de amarnos que fuera más duradera. No quisimos amar
tan sólo a nuestros cuerpos; nos quisimos amar íntegramente como personas.
Escogimos vivir y envejecer juntos, hasta que la muerte nos separe.
Pero, ¿cómo hacer que nuestro amor fuera exclusivo y para siempre?, ¿cómo lo
haríamos resistente al tiempo, a los problemas, a la rutina, a los sentimentalismos?
Y entonces, ese día de nuestra boda, con tu gracias divina cambiaste nuestro
corazón humano y nos diste un corazón semejante al tuyo, capaz, muy capaz, de
amar para siempre, a pesar de todo y superándolo todo.
Ha habido tormentas…
¡Es tan difícil hacer vida con una persona extraña!, culturas diferentes, caracteres
distintos, diversos modos de pensar, costumbres opuestas, sueños que parecían
tan incompatibles, impaciencias, celos, palabras hirientes, sentimientos a flor de
piel; ¡tantas cosas que impedían nuestra unidad!
Pero míranos. Señor, seguimos juntos a pesar de todo, lamiéndonos juntos las
heridas.
Nuestro amor ha vencido. El amor nuestro… ¡y el tuyo!
Y luego vino el don de los hijos
Nos sentimos como tú. Nos sentimos Dios que da la vida. Antes no estaba y, de
pronto, allí estaba junto a nosotros una vida nueva toda nuestra, tan parecida a
nosotros que asombraba. Y no sólo que tuviera los ojos de papá y la boquita de
mamá, era todo su ser como un espejo en el que nos reflejábamos y nos
reconocíamos y, sin embargo tan diferente a nosotros, tan persona como nosotros
mismos.
Era un don tuyo, tu regalo de amor para que nuestro amor no se estancara, para
que no se echara a perder, para que tuviéramos que amar a alguien como a
nosotros mismos, ¡más que a nosotros mismos!
Y como era don tuyo, te lo regresamos; lo bautizamos para que tú fueras, también,
su Padre, porque a nosotros nos ha ido bien siendo tus hijos.
Somos signos de tu amor
Si llenaste de amor nuestras vidas quiere decir que algo esperas de nosotros. Nos
llamaste al amor. Quieres que seamos signos de tu amor para nuestros hijos y para
la comunidad en que vivimos.
Quieres que, como tú, seamos lentos para enojarnos y prontos para perdonar, que
siempre perdonemos y estemos dispuestos a comenzar de nuevo.
Los esposos somos signos de tu gran amor a la humanidad, un amor que no es
voluble, que no es capaz de decir las fatídicas palabras que destruyen las ilusiones
y la confianza: “ya no te quiero”.
Tu amor es para siempre, es alianza indestructible, amor fiel e incondicional.
Y así nos debemos amar. Y así quisiéramos amarnos.
Gracias, Señor
Porque nos llamaste al amor y nos destinaste uno al otro, por la búsqueda y el
encuentro, por el compromiso y la fidelidad, por la comprensión y el perdón de
cada día.
Gracias por el don de los hijos y por la gracia que recibimos para saber ser padres y
signo de tu paternidad para ellos.
Gracias por la buena compañía que ahuyenta las angustias de la vida y consuela
nuestras penas.
Que nuestro amor sea como el tuyo, Dios del amor.
¿Por qué es importante hablarle de Dios
a los niños?
La participación de la familia en actividades eclesiásticas es clave para recuperar la confianza en la
Iglesia.

Cualquiera que sea la situación del pequeño, se le debe hablar de Dios, porque Él está en todo lo
que acontece, bueno o malo.

“Pese a que estamos en el siglo XXI, en un mundo lleno de información que fluye a
través de diversos medios, seguimos desconociendo un mensaje fundamental: no
nos hemos atrevido a conocer a Dios como un Padre amoroso. Y, en definitiva, no
se puede confiar en alguien a quien no se conoce”, señala Juan Francisco Pineda,
consultor familiar en Cenyeliztli.
Explica que la Iglesia es una institución santa, creada por Dios, pero a través del
hombre, que sí incurre en fallas. “Los seres humanos no somos santos, aunque
podemos acercarnos a un proceso de santidad al participar en las actividades de la
Iglesia y ver en la familia la base de la sociedad, la célula en la que surgen los
valores fundamentales”, señala.
La Iglesia Doméstica
El especialista asegura que la mayoría de los padres de familia no se involucran en
la Iglesia, que imparte los Sacramentos, pero tampoco en la Iglesia doméstica, que
es la familia.
“Los papás de hoy ya no quieren ser padres; meten a sus hijos al Catecismo y se
enojan porque los tienen que llevar durante un año. De hecho, hay niños a los que
los llevan para que se entretengan, pues los papás tienen cosas qué hacer”, indica
el consultor familiar.
Por otra parte, comenta que mucha gente no sabe cómo hablar de Dios a un niño
que sufrió abusó, o es golpeado constantemente, o ha sido abandonado en casa
de algunos familiares. “Pero cualquiera que sea la situación del pequeño, se le debe
hablar de Dios, porque Él está en todo lo que acontece, bueno o malo, y sólo en Él
encontrará la fuerza para vivir y superar cualquier circunstancia dolorosa”.
La mejor arma
Juan Francisco señala que los padres deben involucrarse verdaderamente en el
desarrollo de los hijos, empezando por el tipo de convivencia en casa, pues es en el
hogar donde surgen los valores. “Los padres tienen que aprender a ponerles límites
con amor, así como a respetar su manera de pensar, pues esto ayudará a los hijos a
expresarse, a tener seguridad y a desarrollar confianza en sí mismos”, señala
Pineda.
Asegura que muchos padres, en lugar de educar a sus hijos mediante el diálogo y
la convivencia, optan simplemente por aplicarles correctivos, que generalmente
consisten en quitarles la tableta o el celular, o darles golpes. Agrega que en lugar
de amenazar a los hijos con castigos, se les debe hablar de las consecuencias de
sus actos, buenos o malos, a fin de que aprendan a discernir y formen un juicio
certero.
Finalmente, ante los casos de pederastia al interior de la Iglesia, Juan Francisco
Pineda señala que son una realidad, al igual que los que se dan en casa, que es la
Iglesia doméstica. “Pese a esto, debemos atrevernos a buscar a Dios, seguir
creyendo en Él, y no olvidar que los sacerdotes son seres humanos, que también
llegan a equivocarse”.

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