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Facultad de Economía, Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM)

CIENCIA E IDEOLOGÍA
Author(s): JOSEPH A. SCHUMPETER
Source: Investigación Económica, Vol. 29, No. 115 (Julio-septiembre de 1969), pp. 373-388
Published by: Facultad de Economía, Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM)
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Accessed: 03-11-2016 17:59 UTC

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CIENCIA E IDEOLOGÍA*
JOSEPH A. SCHUMPETER* *

Hace cien años los economistas se hallaban mucho más satisfechos do su ac-
tuación que lo que se encuentran hoy día. Sin embargo, sostengo que si es
justificable esta complacencia, existe una mayor razón para ello ahora que
entonces o incluso que hace un cuarto de siglo. En lo que se refiere a la dis-
ponibilidad de datos, tanto estadísticos como históricos, lo anterior resulta
tan obviamente acertado que es innecesario insistir sobre el particular. Y si
tal cosa resulta cierta en relación a nuestra disponibilidad de datos, también
debe serlo respecto a todos los campos de aplicación que dependen para su
avance, principalmente en la obtención de información. No obstante, debo
insistir en la proposición de que nuestra capacidad de análisis ha crecido al
mismo paso que nuestro acervo de datos. Ha surgido un nuevo sistema de
métodos estadísticos, en cierta medida debido a nuestros propios esfuerzos,
lo que probablemente significará tanto para nosotros como para todas las
ciencias, tales como la biología o la psicología experimental, cuyos fenóme-
nos se presentan en términos de distribución de frecuencias. En respuesta a
este desarrollo y en conexión al mismo, así como en forma independiente,
nuestra propia caja de herramientas ha sido enriquecida de modo importan-
te: la teoría económica, en el sentido instrumental del término - no preten-
de la enseñanza de los fines últimos de la política ni tampoco de las hipóte-
sis explicativas, sino ser simplemente el conjunto global de nuestros métodos
para manejar los hechos - se ha desarrollado tanto como lo habían previsto
Marshall y Pareto.
Si esto no se reconoce en forma más generalizada y si resulta una actitud
fingida entre los economistas - por no hablar del público - emitir un juicio
peyorativo sobre el estado de nuestra ciencia, se debe a un número de cau-
sas que, a pesar de ser bien conocidas, ameritan repetirse: un terreno en el
que las viejas estructuras están siendo demolidas en tanto que se erigen otras
nuevas, no constituye un panorama estético; además, en un grado en extre-

* Discurso presidencial pronunciado ante la LXI reunión anual de la American


Economic Association en Cleveland, Ohio, el 28 de diciembre de 1948.
** Traducción de Roberto Figueroa.

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mo desalentador, las nuevas estructuras se de


intentos prematuros de su aplicación utilit
construcción se amplía de tal suerte, que s
jador individual comprender todo lo que su
en que se ocupa. En efecto, sería difícil prese
lo han logrado con mayor o menor éxito l
un tratado extenso que pudiera proporcionar
ner un consenso cercano a lo universal. De
dores de cada sector no estén del todo ins
están desenvolviendo, probablemente desap
más sectores desempeñan sus labores o inclus
ameritan llevarse a cabo. Esto resulta comp
muchos tipos de mentalidad para edificar l
mano, tipos que nunca llegan a entenderse
es técnica y cuanto más se desarrolla, m,ás
la comprensión no sólo del público, sino
elegida, del propio investigador. En mayor
en todas partes, si bien una mayor unifor
mayor disciplina en el esfuerzo pueden red
fusión a algo parecido al orden. Sin embar
entre nosotros otra fuente motivo de con
mayoría de los economistas, no satisfecho
llamado del servicio público y al deseo de
al hacerlo introducen en el trabajo sus esq
como las políticas y pensamiento político c
de su personalidad moral, incluyendo sus a
No tengo la intención de reanudar la vie
valor o sobre la reivindicación de los inter
para mis fines baste subrayar como funda
en sí no requiere que nos deshagamos de n
nunciemos a defender un interés determinad
llar instrumentos con tal propósito es una
vista moral o cultural es, en lógica, otra, y
ques entren en conflicto. De la misma maner
puede todavía llevar a cabo una labor analí
corroborar una cuestión para el interés al
en sí nada a favor o en contra de dicho tr
reivindicar no significa mentir. En efecto
que deforma los hechos o lo que puede inf
sirvan a un ideal o interés. Pero tal conducta
a la argumentación de un investigador qu

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ni tampoco a la reivindicación per se}


economistas han establecido proposicion
ten ningún afecto. Para mencionar sólo
tencia lógica de las condiciones (ecuacio
socialista parecería, a la mayoría de la
un punto en favor del socialismo; pero
Barone, un hombre que, fuera lo que fu
los ideales y grupos socialistas.
Pero existen en nuestras mentes ideas pr
nómico, ideas que representan un peligr
acumulativo de nuestros conocimientos
tros esfuerzos analíticos, ya que parecen e
sentido en que los juicios de valor y las
tán. Si bien estrechamente ligadas a ésto
y exponerse independientemente. Las lla

II

La palabra ideología se puso en boga en Francia hacia finales del siglo


xviii y en la primera década del xix, y el significado era similar al de la
filosofía moral escocesa de la misma y aun de las épocas anteriores o que
nuestra propia ciencia social en la acepción más amplia del término, inclu-
yendo la psicología. Napoleón impartió un sentido peyorativo al término me-
diante sus burlas a los ideologues - soñadores doctrinarios que carecían de
sentido de la realidad en cuestiones de política. Más adelante, se utilizó de la
misma manera con que frecuentemente se le emplea hoy en día, para denotar
sistemas de ideas, es decir, en fornia tal que se pierde nuestra distinción entre
ideologías y juicios de valor. No tenemos nada que ver con éste o cualquier
otro significado, excepto el que puede introducirse en relación al "materia-
lismo histórico" de Marx y Engels. De acuerdo con esta doctrina, la historia
se determina por la evolución autónoma de la estructura de la producción:
la organización social y política, las religiones, la moral, las artes y las cien-
cias son meras "superestructuras ideológicas" generadas por el proceso eco-
nómico.

1 El pasaje anterior seguramente resultará claro, pero podría convenir hacer más
explícito su significado. El mal comportamiento que se trata, consiste, como se ha afir-
mado, en "deformar los hechos o la lógica con el fin de ganar un punto, bien para un
ideal o para un interés", ya sea que el autor declare o no su preferencia por la causa
que defiende. Independientemente de esto, sería una práctica saludable sugerir que
todos enuncien en forma explícita sus "premisas axiológicas" o el interés ķ favor del
cual se va a abogar, cuando no sean obvios. Pero esto representa un requisito adicional
que no debe confundirse con el nuestro.

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No necesitamos ni podemos señalar los


cepción como tal,2 de la cual sólo tendre
una sola característica, la que se ha desar
maciones en la sociología de las ciencias, de
bres de Max Scheler y Karl Manheim. E
del siglo XIX la evolución de la "ciencia"
puramente intelectual - como una secuen
empíricamente dado o, expresado de otr
catenación de descubrimientos o ideas a
ley propia, aun cuando sin duda influía
recibía influencias de ésta en muchos senti
tir la relación de interdependencia entr
historia social en una relación de subord
datos objetivos de la estructura social y,
dentro de la sociedad de los trabajadores
pectiva de la realidad y por tanto la fór
van en ella. Esta clase de relativismo - q
dirse con ninguno de otro tipo - 3 si se lle
lógicas, determina una nueva filosofía d
de la verdad científica. Incluso en mate
en física, la selección de problemas y sus e
de quien trabaja en las ciencias, así como
co de una época, se ven condicionados s
que queremos decir al hablar de ideologí
a la percepción cada vez más perfecta de
Sin embargo, son pocos los que negaría
matemáticas, y las ciencias físicas, la in
extiende más allá de la selección de los prob
la interpretación sociológica, al menos e
desafía la "verdacf objetiva" de los descu
puede ponerse en tela de juicio sobre otr
pero no sobre aquélla que indica que una
sólo en relación a la ubicación social de lo
nos hasta cierto punto, esta situación favor

2 En particular, su aceptación no se consider


argumento que sigue y que se podría haber e
embargo, existen algunas ventajas en partir
todos, tan sólo baste mencionarla para traer
esenciales en un lapso mínimo.
3 Consideraría un insulto a la inteligencia de mis lectores, subrayar que en especial
este tipo de relativismo no tiene nada que ver con la relatividad de Einstein, si no
fuera por el hecho de que en realidad .hay casos ein que se presenta esta confusión
en la literatura filosófica de nuestro tiempo. Esto me fue señalado por el profesor
Philipp Frank.

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la lógica, las matemáticas, las ciencias f


riencias que en gran medida son invar
social del observador y prácticamente con
tanto para el capitalista como para el p
ve igual. Las ciencias sociales no compa
parece, poner en tela de juicio sus resul
los fundamentos en los que las proposic
cuestionadas, sino también en el sentid
mitir más que las afiliaciones de clase,
chas afiliaciones, no existe lugar en lo a
dadero y lo falso y, en consecuencia, p
fico". En lo sucesivo adoptaremos el tér
para esta situación - ya sea real o supu
terminar la medida en que el sesgo ide
desarrollo por lo que - de modo concebi
mar economía científica.

Al reconocer el elemento ideológico es posible trasladarse a extremos muy


diferentes. Algunos pocos escritores, en efecto, han negado la existencia en
economía de una cosa tal como la acumulación de un acervo de hechos "co-
rrectamente" observados y de proposiciones "verdaderas". Igualmente redu-
cida es la minoría que niega por completo la influencia del sesgo ideológico .
La mayoría de los economistas han adoptado posiciones entre estos extremos:
están dispuestos a reconocer la presencia de dicho sesgo si bien, al igual que
Marx, lo encuentran en los demás pero nunca en ellos mismos; pero no ad-
miten que sea una maldición ineludible que invalide a la economía desde su
mismo centro. Es principalmente esta posición intermedia la que da lugar a
nuestro problema, ya que las ideologías no son meramente falsedades; son
afirmaciones verdaderas sobre lo que un hombre cree observar. Al igual que
el caballero medieval que se veía a sí mismo deseaba cómo verse, así como el
burócrata moderno actúa de modo similar, y de la misma manera que ambos
no han podido ni pueden percatarse de que la realidad no corresponde a la
concepción que ellos tienen de sí mismo como defensores de los débiles e
inocentes y como responsables del Bien Común, todos los demás grupos socia-
les desarrollan una ideología protectora que no obstante es totalmente sincera.
Ex hypothesi no nos damos cuenta de nuestras racionalizaciones - ¿cómo
entonces es posible reconocerlas y prevenirse ante ellas?
Pero permítaseme una repetición antes de seguir adelante: estoy hablan-
do de la ciencia como técnica que produce resultados los cuales, junto con
los juicios de valor o preferencias, conducen a recomendaciones ya sean indi-
viduales o como sistemas de las mismas - por ejemplo los sistemas del mer-
cantilismo y el liberalismo entre otros. No me refiero a estos juicios de
valor y a estas recomendaciones en sí. Estoy plenamente de acuerdo con los

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que sostienen que los juicios sobre los valor


del Bien Común - están fuera del alcance d
tos de estudio histórico, que son ideologías
de progreso científico se les puede aplicar
medios que han de llevar a cabo dicha tarea
to la convicción de que no tiene sentido de
beralismo burgués es "superior" en algún
de la Edad Media, o que el mundo de ideas
liberalismo burgués. En realidad creo ade
más que las preferencias personales, para d
can más destreza o sabiduría que las de lo
que las de Carlomagno.

III

En cuanto nos hayamos dado cuenta de la posibilidad de un sesgo ideo-


lógico, no resulta difícil localizarlo. Todo lo que tenemos que hacer para este
fin es indagar en el procedimiento científico. Este empieza a partir de la
percepción de un conjunto de fenómenos relacionados que deseamos analizar
y se termina - por el momento - con un modelo científico en el cual se con-
ceptúan estos fenómenos y se formulan explícitamente las relaciones entre
ellos, ya sea en forma de supuestos o de proposiciones (teoremas). Esta ma-
nera rudimentaria de plantear el problema quizá 110 llegue a satisfacer al
lógico, pero es todo lo que necesitamos en nuestra búsqueda del sesgo ideo-
lógico.
Deberán observarse dos cosas.

En primer término, la percepción de un conjunto de fenómenos relacio-


nados constituye un acto precientífico. Este debe ejecutarse con el fin de pro-
porcionar a nuestras mentes un tema sobre el cual llevar a cabo el trabajo
científico para señalar un objeto de investigación - si bien esta base no es
científica en sí misma. No obstante su carácter precientífico, no es preana-
lítico. No consiste meramente en percibir hechos por uno o más de nuestros
sentidos. Se debe poder reconocer que estos hechos tienen algún significado
o pertinencia que justifique nuestro interés en ellos y debe comprenderse su
relación interna - para poderlos separar de los otros - lo cual implica un
trabajo analítico a través de la imaginación o del sentido común. A esta mez-
cla de percepciones y análisis precientífico la llamaremos la visión o invisión
del investigador. Desde luego, en la práctica casi nunca empezamos sin base
alguna, de manera que el acto precientífico de la visión no es enteramente
obra nuestra. Se parte de la base del trabajo de nuestros predecesores o con-
temporáneos o bien de las ideas que saturan el ambiente en el que nos desen-

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volvemos. En este caso, nuestra visión


resultados de un análisis científico prev
dicho compuesto, ya existente antes de qu
bajo científico.
En segundo lugar, si se ha identificad
modelos" al análisis científico que opera
la visión, es necesario agregar de una v
muy amplio a dicho término. El modelo
ca y sus análogos en otras ciencias son,
etapas del esfuerzo científico. Sin emba
esté presente en las formas más remot
tanto también puede decirse que surgie
individual, de modelos primitivos, frag
consiste en escoger ciertos hechos en ve
de su clasificación, en acumular hechos
tar, sino en parte, también para reemp
a fin de formular y mejorar las relacio
la investigación "teórica" y la que se ap
siguen en una cadena interminable de r
sugiriendo nuevos instrumentos analític
ciendo hacia el reconocimiento de nuevos hechos. Esto es tan cierto cuando
el objeto de nuestro interés es un informe de tipo histórico, como cuando nos
ocupamos de hacer "racional" la ecuación Schrödinger, si bien en determi-
nada instancia la tarea de buscar hechos o la de analizar, puede una dominar
sobre la otra, de tal modo que casi la haga desaparecer. Los maestros pueden
tratar de aclarar esto a sus discípulos refiriéndose a la inducción y a la de-
ducción, aun confrontándolas entre sí, y creando por tanto problemas artifi-
ciales. Lo esencial, sea cual fuere la manera que escojamos para interpretarlo,
es la "réplica y contrarréplica interminables" entre el concepto claro y la
conclusión convincente, por una parte, y el fenómeno nuevo y el manejo de
su variabilidad, por la otra.
Entonces, en cuanto hayamos logrado el milagro de conocer lo que pare-
cía incognoscible, es decir, la existencia de un sesgo ideológico en nosotros
mismos y los demás, podemos demostrar que éste proviene de un origen sim-
ple. Dicho origen radica en la visión inicial de los fenómenos que nos propo-
nemos someter a un tratamiento científico, ya que este tratamiento en sí
mismo se encuentra bajo control objetivo en el sentido de que siempre es po-
sible establecer si un enunciado determinado es comprobable, refutable o
ninguna de ambas cosas en relación a un cierto estado de nuestros conoci-
mientos. Desde luego, esto no excluye el error sincero ni tampoco la idea ten-
denciosa. Si bien no excluye evasiones de gran variedad de formas, sí permite
en cambio la exclusión de aquel tipo particular de evasión que llamamos

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ideología, puesto que la prueba que se utiliza


ellas. Por otra parte, la visión original no es
caso, los elementos que llegan a satisfacer la
tinguibles, por definición, de aquéllos que no
podríamos expresar ya que admitimos que las
verdad totalmente comprobable - , la visión
leza y puede contener cualquier cantidad de
ción social de un hombre, a la manera en qu
su clase o a su grupo, y a los opositores de su
extenderse hasta las peculiaridades de su per
sus gustos y condiciones personales y que no
grupo - existe incluso una ideología de la me
ideología de la mente alérgica a las matemát
Sería conveniente reformular nuestro pro
los ejemplos. En vista de que el origen de la
del proceso económico, previa y trascendent
causal o teológicamente - lo importante en
dicha visión se somete posteriormente a un tra
verificando o destruyendo por medio del an
desaparecer en tanto ideología. ¿Hasta qué pu
aparecer como debiera hacerlo? ¿Hasta qué g
mulación de evidencias adversas? ¿Y en qué m
dimiento analítico en sí mismo de manera qu
teniendo conocimientos menoscabados por su
En principio resulta claro que existe un am
haber tan poco peligro de deformación ideo
en las ciencias físicas. Una serie cronológica
tria manufacturera puede ser buena o mala, y
libertad para averiguar por sí mismo si es l
Walras, tal y como se plantea, puede o no pe
ciones, pero que lo haga o no, es algo susceptibl
cada persona calificada puede repetir. Las cu
sean las más interesantes o las más urgentes en
grueso de lo que es específicamente científic
punto de vista lógico, aunque no siempre de h
gía. Además, su esfera se amplía conforme m
trabajo analítico. Hubo una época en que los e
ban a favor o en contra del sector obrero, al
sada en la cantidad de trabajo y al oponerse a aq
en la utilidad marginal. Se puede demostrar
cuestiones ideológicamente pertinentes, esto en
nificativas como la sustitución de la teoría

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enfoque de !as curvas de indiferencia o


lado sencillo de consistencia (Samuelso
todavía quienes, desde su punto de vist
el análisis de la productividad marginal. N
aparato puramente formal de este últim
de la realidad económica que se haya te

IV

Investiguemos ahora los elementos id


más trascendentales del pensamiento econ
Marx y de Keynes.
En el caso de Adam Smith, lo intere
sino la innocuidad del sesgo ideológico
ligado a su época y a su país, con respecto
y a las colonias, entre otras cosas, ya qu
las preferencias y recomendaciones pol
fuera del campo de mis observaciones o
sólo en la medida en que se encuentra
que se presenta en su apoyo. Me refier
analítico en sí mismo - sólo en su senti
Una vez que se haya comprendido este
se refiere al tipo de ideología que hemo
diendo conforme al principio marxista,
decir, en sus afiliaciones personales at
connotación, en las influencias que pud
la formación de lo que hemos llamado s
demicus que se convirtió en administra
cía era de un tipo más o menos parecid
había mantenido cierto nivel de educaci
sector en la Escocia de su tiempo. Sobr
empresarial. Su perspectiva general sob

4 La opinión contraria, con la que nos enco


a las versiones simplificadas de la teoría de
los libros de texto, las que no toman en cue
sujetas en la vida real las funciones de produ
rrespondientes a empresas en operación, par
en un momento dado, inalterablemente fijo
elemental no se consideran las complicacion
supuesto simplificador de que las masas de lo
un solo punto. No obstante, una teoría que to
aun en la competencia perfecta impiden que
con sus productividades marginales, sigue sie

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382 JOSEPH A. SCHUMPETER

^stos datos a la perfección. Contemplab


en forma fría y crítica, e instintivamen
carácter mecánico más bien que personal
trabajo. Su actitud hacia las clases terrat
observador exterior, expresando con ba
al terrateniente (terrateniente "perezoso
do), en tanto que consideraba al capitalis
sa" y le proporciona subsistencia, mate
mal necesario. Esta última necesidad se
lidad, cuya apología evidentemente prov
cocés. Aparte de esto, su apoyo estaba d
jador, quien "viste a todo el mundo mien
Agréguese a esto la aversión que sentía -
por la ineficiencia de la burocracia ingle
ticos, y se podrá comprender prácticam
que no puedo mostrar aquí en qué medid
Adam Smith plantea, debo subrayar que
la filosofía de la ley natural que se le in
producto también de hombres similarme
fondo ideológico dentro de cuyo context
tad natural de acción, el derecho natura
pleto de su industria - y el racionalism
le había enseñado antes de que desarrolla
cluso no fue necesario instruirlo en dic
"naturalmente" en el ambiente que lo c
el punto verdaderamente interesante -
mente sostenida, en realidad no afectó en
A menos que recurramos a su obra en b
recibiremos de ésta una sólida enseñanza
sin duda correspondiendo a cierta época
con respecto al sesgo ideológico. Existe al
de carácter ideológico, pero ésta puede e
científico. El análisis que apoya sus conc
está basado - como en el caso de alguno
Morellet - sobre la proposición de que p
bertad de comprar o de vender donde le
mación de que el producto (total) es la
pero no se le da a ésta ningún uso analí
vierte en mera fraseología o bien se desvan
Al menos en parte, lo anterior constituy

r> Aun en esto, romo me lo ha señalado el pr


giarse quizá sea más de lo que está sujeto a cen

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CIENCIA E IDEOLOGÍA 383

un hombre responsable en grado extrem


zá un tanto incisivo le hizo tener respet
se trató de buena ventura: poco import
considerar como la psicología que había
se tiene que retener como un esquema l
- comprendiéndolo más profundamente
se pueda atribuir esta concepción a Ada
Morales) resulta ser un hombre de paja
Marx fue el economista que descubrió
prendió su naturaleza. Cincuenta años a
hazaña de primer orden. Sin embargo,
lo absoluto conciencia de los peligros q
él mismo correspondía. Solamente otras
y los socialistas utópicos, eran víctimas
carácter ideológico de sus premisas y el
ción son evidentes en toda su obra. Inc
ejemplo, Mehring) reconocían esto. Y n
gía. Él era un radical burgués que se h
Se había formado en la filosofía alema
como economista profesional hasta fine
tonces, es decir, antes de iniciar su trab
ceso capitalista ya se había afirmado de
ratificarla y no a corregirla. La anterio
había introducido en los círculos radical
encontrar en algunos escritores del sig
concebida como la lucha entre clases qu
poseídas , con la explotación de las unas
vez más la riqueza entre un número de
todo, y una miseria y degradación cad
nen, conduciendo con una necesidad in
tacular, es lo que entonces constituyó l
sionada y que se tuvo que elaborar, de l
materia prima, mediante los instrumento
implica cierto número de afirmaciones
controles analíticos. Y en efecto, a med
Marx no solamente elaboró muchos elem
neutrales frente a aquella visión, sino t
del todo con la misma - por ejemplo, s
que se basan en el subconsumo y la sob

6 Ver especialmente S. N. H. Linguet, La the


mentarios que sobre él hace Marx en el volum
über den Mehrwert.

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había aceptado en un principio y cuyos rast


su obra, para confusión de sus intérpretes. I
análisis mediante el artificio de retener una
como ley "absoluta" (es decir, abstracta), en
tencia de fuerzas contrarias que explican la
la vida real. Por último, algunas partes de l
fraseología de censura que no afecta a los ele
mentación. Por ejemplo, esté o no en lo ciert
términos de "plusvalía" es una auténtica ob
modo, todas las invectivas sobre la explotació
parte de otras teorías, incluyendo la de Böh
Böhm-Bawerk en el lugar de Marx ¿no le h
volcar su ira sobre la práctica infernal de ro
la deducción de un descuento por concepto d
No obstante algunos de los elementos de s
mente el de la creciente miseria de las masa
a la revolución final - eran, al tiempo que in
ra él. Se encontraban demasiado estrechame
timo de su mensaje, demasiado profundamen
misino de su vida, para ser descartados en f
tuían lo que resultaba atractivo a sus seguido
manifiesto su ferviente lealtad. Dichos element
nizador, es decir, de creación partidista, de
hubiera resultado trivial y carente de vida.
victoria de la ideología sobre el análisis: tod
sión que se convierte en credo social, volviendo
La visión de Keynes - el origen de todo lo
y de lo que más o menos se identifica en for
ció por vez primera en algunos párrafos filo
sus Consequences of the Peace (1920). Estos p
trina moderna del estancamiento - si bien co
esporádica se habían expresado temores en es
economistas, a partir de Britannia Languen
rísticas esenciales, características propias de
y arterioesclerótica, que trata de ahorrar m
oportunidades de inversión pueden absorber
de su mente - se la puede observar en su M
otras obras - pero en virtud de que diversos
ción de Keynes durante la década de 1920, no
tica hasta mucho más tarde. D. H. Robertson,
Price Level, expone lo que representa una pa
cepto del ahorro malogrado. Con respecto a

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CIENCIA E IDEOLOGIA 385

siguió siendo una cuestión secundaria,


haya sido el impacto producido por la
piera en forma definitiva con las caden
mente. Pero sin lugar a dudas, fue dic
que creó un público en disposición para
Una vez más fue la ideología - la visió
lo que ubicó y destacó la causa de dich
de características de la sociedad de nu
y culminó en éxito, y no la fundamen
de 1936, el que en sí mismo y sin la pr
consenso obtenido por la ideología, hu
las críticas que se dirigieron en su con
tante, el aparato conceptual fue la obra
también madura - de un discípulo de M
hombres más próximos al maestro. A
Keynes fue un marshalliano y se consi
teriormente renunció a su lealtad en f
dichos lincamientos más allá de lo estr
objetivos. Continuó siendo lo que habí
en el arte de teorizar, y por esta razó
armazón que impedía a muchos de sus
lógico. Desde luego, esto facilita ahora
de Keynes a la corriente actual del tra
verdaderamente nuevos que absorber. L
con la desocupación y del gasto negativ
no que ahorro - como puede verse con
cuantos supuestos restrictivos que ponen
daderos o supuestos). Cada quien puede
dere adecuado, y por lo que toca a los d
siempre. Esto reduce las controversias k
nica. Careciendo de apoyo instituciona
a poco en forma paralela a la situación
Aun los McCulloch más firmes de nuest
arrastrados hacia ciertas posiciones de
can una renuncia, una reinterpretació
original.

Nuestros ejemplos pueden sugerir, que las ideas no controladas analítica-


mente desempeñan su papel exclusivamente en el dominio de aquellas con-

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386 JOSEPH A. SCHUMPETER

cepciones generales del proceso económico


fondo a partir del cual surge el esfuerzo an
conocer plenamente más que segmentos. De
en cierta medida, pero no del todo, el grue
ción trata con detalles que proporcionan u
visión pura y que están sujetos a un contro
bas objetivas. Tómese por ejemplo la teorí
dentro de un contexto más amplio en el sis
ser tratada por sí sola tanto en forma teó
la época de Turgot y Smith - y por cierto
tos hasta los días de Keynes, todas la prop
pecto a su naturaleza y efectos se han reun
lento, de manera que a la luz del acervo en
ponemos en la actualidad, debe quedar poc
nión. Debería ser fácil (aun cuando no muy
sis en forma de resumen que la gran mayoría
pudiera aceptar como cosa natural. Sin em
siempre, predicación laudatoria o vituperan
por trucos terminológicos como la confusió
ha logrado producir un antagonismo simul
ocupado de éste. Las diferencias doctrinari
cia, para las que no existe una base analíti
aunque en sí no comprueban, la presencia
en ambos lados de la controversia - que en
actitudes distintas frente al esquema burgu
Otro ejemplo de la ideología sectaria de e
tud de muchos, si no es que de la mayoría
quier cosa que se relacione de alguna mane
y el establecimiento colectivo de precios (c
biado desde Aristóteles y Molina, aun cuan
nuevo significado bajo las condiciones de la
entonces, una gran mayoría de los economi
lina: monopoliiim est injustum et rei publ
es este juicio de valor el que resulta pertine
que desagrade la empresa moderna en gran
manera en que pueden no gustar muchas o
ción actual - sino más bien el análisis qu
fluencia ideológica que ejerce dicho análisis
de Marshall y mejor aún quien conozca tam
cio, recordará que entre los innumerables
minos, existen muchos que deberían considera
diciales para la eficiencia económica y los

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CIENCIA E IDEOLOGÍA 387

análisis más moderno permite demostrar


guna afirmación incondicional o gener
estos conceptos ; y que los simples hech
vendedor único, discriminación y estab
mismos son inadecuados para afirmar q
en algún sentido significativo de la pala
bajo la competencia pura en las condic
- en otras palabras, que el análisis econ
guno que apoye la "desintegración de c
que dicho material se debe buscar de ac
lares de cada caso. Sin embargo, much
tegración indiscriminada, y lo interesa
más entusiastas del sistema de libre em
entre ellos. Su ideología es la de una ec
sus funciones sociales en forma admira
la competencia perfecta, si no fuera po
polio cuya sombra se proyecta sobre u
resplandeciente. No les resulta válido ni
namiento de la empresa en gran escala,
los costos sociales que implicaría la dest
de la futilidad del ideal consagrado d
efecto nunca produce otra respuesta q
dignación.
Incluso planteados de esta manera nue
tran suficientemente lo que es la ideolo
para darnos una idea de su esfera de in
parte, dichas influencias son evidentes
los indicios de las premisas ideológicas c
que rara vez se formulan en términos p
se les objeta. La cuestión que se refier
desarrollo económico a la iniciativa de
acción política misma proporciona un exce
toriadores de la economía han exagera
dicha iniciativa de una manera que rev
de convicciones precientíficas. Incluso l
jetividad que la debiera caracterizar en
momento en que premisas ideológicament
prometidas.7 Y algunas de las corriente

7 No estoy consciente de ningún ejemplo en


rencia hayan sido deformadas ideológicament
en los cuales el rigor de las pruebas se manej
del problema bajo consideración. En virtud

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388 JOSEPH A. SCHUMPETER

lógicas y biológicas que llegan hasta nosotr


ideológicos que, observando cuidadosament
de esos campos, el economista podría deri
comparación. Si tuviéramos tiempo', podría
en todas partes: las ideologías cristalizan, s
momento determinado son invulnerables a la
fensores que luchan incondicionalmente a s
Poco alivio se deriva al postular, como se
la existencia de mentes preclaras que son i
ex hypothesi pueden superarlo. Dichas me
y, en efecto, es fácil ver que ciertos grup
otros de aquellas esferas de la vida social e
ren un vigor adicional dentro de los confli
lítico. Pero aun cuando puedan estar relat
de sus miembros, desarrollan las suyas pro
distorsión. Se puede obtener cierta satisfacció
logía perdura eternamente y que, con una
la certeza, cada una llegará paulatinamente
mente por el hecho de que los moldes soc
cada ideología económica tiende a desvanec
que la ideología tiene con ese acto precient
mado visión. En vista de que este acto ind
análisis, y en tanto que la labor analítica t
face sus pruebas, ninguna ideología económ
indefinida incluso en un mundo social esta
po y se perfeccionan dichas pruebas, éstas
rapidez y eficacia. No obstante, esto nos d
que siempre existirá una ideología, de lo que e
Sin embargo, esto no constituye una desg
otro aspecto de la relación entre la ideolo
noscitivo precientífico que es el origen de
prerrequisito de nuestra labor científica. N
- ninguna ciencia sin él. Por medio de éste,
nuestros esfuerzos científicos, así como algo
Nuestro acervo de fenómenos e instrumentos
ceso. Y de esta manera, aunque prosigamo
ideologías, quizá no avanzaríamos en lo abs

terminado resultado estadístico siempre implic


variación en la voluntad de incurrir en tal riesg
para generar la conocida situación en la que dos
inferencias contradictorias de las mismas cifras.

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