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humilde de meollo. Todo lo entendía ad pedem literae “al pie de letra”. En Junín llego a capitán, pero allí
En 1835, Salaverry era jefe supremo y admirador de la bizarría de Paiva. Al llegar a la presidencia, fue
Habían mataperreado juntos, teniéndole especial cariño. No sabía leer, pero era hábil con la guitarra, la
zamacueca, en empinar el codo y batirse por una pelandusca. Abusando de su afecto, cometía
El asistente sufría el castigo y volvía a las andadas. Gorda, muy gorda -, debió ser la queja a Salaverry,
“Dos luces” era al rayar el alba. Iba a indultar a Cuculí. Felipe ocultó una lágrima y susurró: “¡Pedazo de
bruto!”.
Poco antes de Socabaya, hallábase un batallón del ejército de Salaverry acantonado en Chacllapampa.
Una guerrilla boliviana se presentó, y aunque sin dañar, los provocaba. El general llegó, descubriendo
una división enemiga a diez cuadras de los guerrilleros, y como sus balas no los alcanzaban dejó que
Paiva escogió diez lanceros, desconcertó y dispersó al enemigo, e inclinándose cogió del cuello a un
Y emprendió regreso; tres lanceros habían muerto en la heroica embestida y varios volvieron heridos.
Y cayó del caballo. Tenía dos balazos. Salaverry le dijo: “Anda y hazte matar”
Y decir esto a quien todo lo entendía al pie de la letra, era condenarlo a muerte. Yo sospecho que