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Abstract
The aim of this article is to think about other possible territorialities from considering
the different appreciations of nature and the territory from certain theoretical options.
These are the decolonial perspective, political ecology and ecology of knowledge, close
to each other with respect to its ethical-political positioning. They also share criticism
of modern science as regards simplification of reality, abstract and standardized
knowledge. They take away the conservative thought, which was only interested in
preserving order and explain the spatio-temporal continuities. Similarly it takes away
from the hierarchy of knowledge or inherited epistemicidios of modernity. Propose Key words:
situated knowledge, the art of argumentation for understanding, knowledge in dialogic
terms, as a methodological option. Since these current transdisciplinary contributions Ecology of knowledge
propose in this paper think the possibilities they offer for recognizing and addressing Political ecology
other possible territorialities, as part of ongoing investigations linked to the mining Decoloniality
model in Argentina neoextractivo. Production territorialities
* Doctora en Geografia. CONICET. Universidad Nacional de la Patagonia Austral. Instituto Superior de Estudios Ambientales (ISEA-UNC) Av. Lisan-
dro de la Torre 1070 (CP 9400) Río Gallegos, Santa Cruz, Argentina, scvaliente@gmail.com
** Doctor en Geografía/Ordenamiento del Territorio/Urbanismo. Investigador independiente CONICET-UNPA. Av. Lisandro de la Torre 1070 (CP
9400) Río Gallegos, Santa Cruz, Argentina, alejandro.schweitzer@gmail.com
ternos, la naturaleza es entendida como un bien do por el discurso neoliberal debido a la cesión
común y recurso; para el capital global la na- en el control de los recursos naturales incluidos
turaleza es vista exclusivamente como recurso, en el territorio (Villamar, A., en Sandoval Pala-
desde el cual se enfatiza su carácter escaso pro- cios et al. 2011).
moviendo, en términos del autor arriba citado, Conforme a las fuentes consultadas, en Amé-
una visión glotona de la misma. Desde esta óp- rica Latina existe un estrecho vínculo entre las
tica, el capital global promueve un extractivis- pretensiones de un desarrollo para la región y el
mo depredador basado en la permanente acu- extractivismo, expresando una valorización de
mulación por desposesión, que implica tanto la naturaleza asociada a la escasez. Esta pers-
una desposesión de los bienes comunes, como pectiva se identifica con una visión lineal de la
un despojo gradual del futuro (Delgado Ramos, historia, el progreso y el desarrollo, reconocien-
G. 2012). do una visión única de la naturaleza, la biodiver-
Delgado Ramos (2012) también afirma que sidad y los bienes comunes. Esta visión hereda-
buena parte de parte de lo obtenido en el pro- da de la modernidad, o visión antropocéntrica
ceso de acumulación por desposesión, se des- enfatiza en la valoración económica del entorno
tina a ahorro y especulación financiera, inclu- y la penetración del mercado en la naturaleza
yendo los fondos de pensión. Desde esta lógica (Gudynas, E. 2015), como lo hemos expresado
se visualiza el agotamiento de las reservas con anteriormente.
una visión basada en la escasez de los recursos. “Esta perspectiva antropocéntrica tiene mu-
Por otro lado, a partir de la década de 1990, la chas implicancias. Por un lado, la Naturaleza
emergencia de China como potencia económica es fragmentada en componentes, los que son
mundial, se acompaña de la aceleración de pro- reconocidos como “recursos”. Por otro lado, la
cesos de urbanización e incremento del consu- apropiación de esos “recursos” necesariamen-
mo de millones de personas y grandes proyectos te exige poder controlar, manipular y poseer el
de infraestructura. Ello acentúa la demanda de ambiente (…) Bajo este tipo de apropiación, la
todo tipo de bienes naturales, lo que permite utilidad discurre por intereses que giran alrede-
entender el mantenimiento en la proyección de dor del beneficio y la rentabilidad” (Gudynas,
grandes capitales hacia África y Latinoamérica, E. 2015:20, comillas en el original).
aún en plena crisis financiera, y el aumento de
la demanda de commodities para abastecer sus En contrapartida, la perspectiva centrada en
procesos de industrialización y de acumulación. la abundancia podría corresponderse o estaría
En este esquema, los grupos sociales de las en sintonía con la visión biocéntrica, la que re-
colectividades territoriales que estudiamos[3] en chaza una visión única de la naturaleza y deja
nuestros proyectos de investigación, proclaman de ser pensada como mercancía o capital. En
por visiones alternativas al desarrollo. A las co- ella todas las especies tienen la misma impor-
munidades locales se les confiere un posiciona- tancia y merecen ser protegidas. Esta perspecti-
miento marginal en la formulación de políticas va anclada en las cosmovisiones de los pueblos
públicas de valorización de la naturaleza y en la indígenas ha sido incorporada a la constitución
toma de decisiones asociadas a la distribución de Ecuador a partir del Buen Vivir, y a partir de
de los beneficios económicos en el caso de su ella, la esfera política ha incorporado la cues-
puesta en valor mercantil. En esta dinámica, la tión ambiental (Gudynas, E. 2015).
soberanía política de países y pueblos queda in- “El biocentrismo no quedó restringido a una
tegrada de manera subordinada en la lógica de discusión entre filósofos y militantes ambien-
la integración y desarrollo sustentable propicia- talistas, sino que afectó diversidad discusiones
sobre conservación y políticas ambientales (…)
Siete asambleas socio-ambientales del macizo del Deseado
[3] el biocentrismo hace posible regresar a la idea
(provincia de Santa Cruz) de una Naturaleza que deja ser un mero agre-
gado de mercaderías o capitales y vuelve a ser Estas alianzas y giros experimentados, com-
un conglomerado de especies vivas (Gudynas, plejizaron las conceptualizaciones en la disci-
E. 2015:64-70). plina. Eso ocurrió con la de territorio. En tér-
minos generales, varios autores coincidieron en
En suma, estas visiones de naturaleza, no dia- conceptualizar el territorio como un espacio de
lógicas entre sí, intervienen en la producción de poder. Souza (1995) definió el territorio como
territorialidades en tanto que tienen que ver con un “espacio definido y delimitado por y a par-
el desarrollo de un determinado proyecto po- tir de relaciones de poder” (Souza 1995:78, en
lítico-estratégico vinculado a la naturaleza que Sack, R. 1986).
cada grupo defiende. Por lo tanto, el análisis Sobre la abundante y diversa literatura exis-
de las dinámicas territoriales no puede eludir el tente, transitaremos desde las aportaciones de
análisis de las visiones de naturaleza sintetiza- R. Sack, quien enfatiza más en la dimensión po-
das en este apartado. lítica del territorio en términos de control, hasta
la propuesta multidimensional de R. Haesbaert.
Territorio y territorialidad En Sack (1986), territorio y territorialidad
están asociados a un fenómeno de orden po-
La resignificación de la noción de territorio lítico, pero también vinculado a cuestiones so-
se remonta a la década de 1980, desde el giro cio-culturales, como la identidad social. Sack
espacial en las ciencias sociales, y el giro cultu- recupera a Haesbaert, para quien existe un con-
ral en Geografía, donde lo territorial aparece senso acerca de que la dimensión política es la
como una dimensión más problematizada. Ya lo que mejor responde a la conceptualización de
planteaba Jackson, uno de los precursores de la territorio. No restringe el concepto de territo-
nueva geografía cultural. “Con el giro cultural, el rio al estado nación (Sack, R. 1986). También
proceso se ha vuelto más recíproco, tomando la recupera los aportes de Souza, quien destaca el
sociología y los estudios culturales cada vez más carácter específicamente político del territorio,
conceptos e ideas de la geografía” (Jackson, P. definido como un campo de fuerzas, donde las
1989:46) relaciones de poder están espacialmente delimi-
Desde estos giros la Geografía comenzó a rea- tadas (Sack, R. 1986).
lizar valiosos aportes en las Ciencias Sociales, Desde esta conceptualización, el territorio es
los que condujeron a la creciente popularidad el escenario en el que se desarrollan todas las
de algunos términos, tales como centro y perife- relaciones sociales. Es un espacio de poder, de
ria, frontera y zonas fronterizas, espacios, luga- gestión y de dominio donde cada uno de los ac-
res y dominios, -categorías citadas por Jackson-; tores se apropia de manera desigual y produ-
a la vez que se volvieron más sensibles a temas ce formas distintas de organización territorial.
que expresaban la diferencia, heterogeneidad, Estas formas de organización no son coinciden-
pluralidad, como la subalternidad, encontran- tes muchas veces con las necesidades locales.
do en el poscolonialismo el marco teórico más En ese contexto podrían generarse otras territo-
propicio para dar cuenta de la experiencia cam- rialidades. Por lo tanto, la concepción misma de
biante del espacio. territorio nos lleva a la de territorialidad.
“En los años 80 se identificaron una serie de “Aquí es importante explicitar la distinción en-
“nuevas direcciones” dentro de la geografía cul- tre territorio y territorialidad. Algunos autores,
tural (Cosgrove y Jackson 1987) basados en en- con una visión más estrecha, reducen la terri-
foques ya existentes para la interpretación del torialidad a una dimensión simbólico-cultural
paisaje que llevaron a nuevas alianzas con los del territorio (…) la territorilidad desde nues-
estudios poscoloniales y feministas” (citados tro punto de vista es “algo abstracto”, como
en Jackson, P. 1989:42, comillas y paréntesis en dice Souza, no en un sentido que la reduzca al
el original). carácter de abstracción analítica. Ella es una
abstracción también en el sentido ontológico, tanto para aquellos agentes identificados como
en cuánto “imagen” o símbolo de un territo- hegemónicos como para los hegemonizados,
rio, que efectivamente existe y puede inferirse recuperando la distinción de agentes propuesta
eficazmente como una estrategia político-cul- por Milton Santos. De este modo, todo territo-
tural, de igual modo que el territorio al cual se rio tiene un valor simbólico y carácter funcional
refiera no esté materialmente manifestado –o (Haesbaert, R. 2005).
no se haya conocido, ejemplo la tierra prometi- En suma, el accionar concreto y simbólico de
da de los judíos” (Haesbaerth, R. 2007:40-41, los grupos sociales produce territorios y territo-
comillas en el original, resaltado propio y tra- rialidades, porque implican dominación y apro-
ducción propia). piación, a la vez que conlleva implícitas visiones
de naturaleza. Así toda territorialidad tiene que
Ampliando esta conceptualización, Haesbaert ver con esa imagen o símbolo que determinado
abandona la noción de espacio como soporte o grupo posee de un territorio que efectivamente
escenario de actividades, para entenderlo como existe de acuerdo a su proyecto.
simultáneamente dominado y apropiado. Como Por lo tanto, no podemos eludir el abordaje de
espacio dominado está constituido por proce- estos componentes en el análisis de las dinámi-
sos puramente utilitarios y funcionales, convir- cas territoriales, y reconocer que en un mismo
tiéndose en un espacio vacío donde predomina territorio caben múltiples territorialidades, las
la ausencia de sentido socialmente compartido; que si bien son abstractas y ontológicas, están
mientras que como espacio apropiado es por- referenciadas en un territorio existente, y se vin-
tador de identidad, está cargado de dimensión culan a procesos de apropiación que encierran
simbólica y afectiva. Hay identificación y signifi- identidades. Esas territorialidades están inscrip-
cación de los grupos sociales con sus espacios tas en procesos dinámicos y cambiantes, como
vividos (Haesbaert, R. 2004). nos recuerda Porto Goncalves (2001). Esas son
Este autor, inspirado en Lefebvre, entiende la las territorialidades que aspiramos a reconocer
noción de territorio como un continumm que y analizar en nuestros trabajos de investigación,
va desde la dominación político-económica a la territorialidades que devienen de la resistencia a
apropiación cultural y simbólica, otorgándole la mega-minería.
el primero un análisis más concreto y funcional,
mientras que al segundo le cabe un análisis más De la economía política a la ecología política
subjetivo (Haesbaert, R. 2004). Siguiendo a este
autor, dominación y apropiación deben caminar Iniciaremos la presentación de las denomina-
juntas, o mejor, esta última debe prevalecer a la das, en este trabajo, perspectivas teóricas trans-
primera[4]. diciplinares actuales, enfoques que ofrecen el
Así, todo territorio carga siempre una dimen- marco teórico-epistemológico a nuestras inves-
sión simbólica o cultural y otra material o de tigaciones. Comenzaremos presentando la eco-
naturaleza política-económica. De acuerdo a logía política y luego la opción decolonial para
esta conceptualización de territorio, los territo- concluir con la ecología de los saberes.
rios deben ser trabajados en una multiplicidad La ecología política se fue configurando como
de manifestaciones. A los fines de evitar distin- perspectiva académica, como un campo de
ciones binarias, el territorio sirve tanto para rea- confluencia y de retroalimentación entre dife-
lizar funciones como para producir significados, rentes ciencias sociales. En la tradición de la
antropología anglosajona, un área problemáti-
[4]
El espacio trabajado por Lefebvre es el espacio hecho terri- ca tradicional como la ecología humana pasó a
torio a través de los procesos por él denominados de apropia- incorporar dimensiones políticas en sus análisis.
ción, que comienza por la apropiación de la propia naturaleza
y su dominación por parte de la sociedad capitalista (Haes- A diferencia de la historia ambiental, que se
baert 2005). ubica dentro de los márgenes disciplinarios de la
historia y es allí donde está dando la lucha por ción social entre el ser humano y la naturaleza[6].
su reconocimiento; la ecología política “critica Propone que:
en su práctica la parcialización exacerbada del “La ecología política puede ser definida como
conocimiento tecnológico y tecnologizado, y resal- el estudio de las múltiples articulaciones de la
ta, por el contrario, la necesaria integración de historia y de la biología, y las inevitables media-
perspectivas para dar cuenta de sus objetos de ciones culturales a través de las cuales se esta-
estudio” (Alimonda, H. 2011:42, cursivas en el blecen tales articulaciones” (2005a: 24) (...) La
original)[5]. ecología política tiene como campo de estudio
Pragmáticamente, dice un geógrafo británico: las múltiples prácticas a través de las cuales lo
“La ecología política puede entenderse como biofísico se ha incorporado a la historia o, más
una suerte de paraguas bajo el cual conviven precisamente, aquellas prácticas en que lo bio-
varias tradiciones y líneas de investigación po- físico y lo histórico están mutuamente impli-
lítica y ecológica que comparten ciertas preo- cados” (2005a:25, en Alimonda, H. 2011:43,
cupaciones ético-políticas e intelectuales […] citas en el original).
el campo de la ecología política surgió y se fue
construyendo bajo la noción de que no es una Esta visión totalizadora propone incorpo-
teoría sino un espacio común de reflexión y rar en el análisis lo económico, lo ecológico y
análisis, en gran medida definido por su pro- lo cultural, recuperando de la perspectiva de
pia historia y por los que la practican, quienes Martínez Allier (2011) la preocupación por los
comparten una visión más o menos parecida de conflictos no sólo ecológicos sino también dis-
las ideas y las prácticas que la sostienen” (Be- tributivos económicos, culturales.
bbington 2007:26; en Alimonda, H. 2011:42, Luego de lo expuesto, podemos observar que
corchetes en el original). de modo similar a como lo hace la perspectiva
decolonial, la ecología política se interesa por
Por su parte, Martínez Alier realiza una lectura deconstruir una matriz de relaciones de poder
crítica de la tradición intelectual de la economía social que está vigente en América Latina desde
política. Resalta los silencios sistemáticos y sin- el período colonial, y que tuvo como predicado
tomáticos en relación a la cuestión de la natura- central el acceso y control de la tierra y otros
leza, y rescata autores que fueron constituyendo recursos naturales. Esa perspectiva histórica
una reflexión de economía ecológica. Para este se nutre de la historia ambiental, pero también
autor, el objeto de estudio de la ecología políti- de la historia económica, social y política de la
ca serían los conflictos ecológicos distributivos. región. La perspectiva presente privilegia la lec-
Arturo Escobar, miembro de la red moder- tura de los conflictos ambientales actuales (Ali-
nidad/colonialidad va a entender a la ecología monda, H. 2011:45)
política como el entretejido de las dimensiones Desde el campo disciplinar de la Geografía,
discursivas, material, social y cultural de la rela- encontramos próximo a la ecología política, al
geógrafo crítico Harvey (2004, citado en Com-
posto, C. y Navarro, M. 2014) desde su noción
[5]
Alimonda señala que una versión ampliada y ambiciosa de
la ecología política fue presentada por el francés Alain Lipietz. de “acumulación por desposesión” centrada en
Para él “la ecología política es al mismo tiempo una perspec- los conflictos redistributivos asociados a la mer-
tiva totalizadora del conocimiento científico y una práctica cantilización de la naturaleza, o su concepción
política renovadora. Se entiende claramente que hay aquí una
homología con la tradición marxista, y Lipietz la hace explícita.
de “la trama de la vida”, entendida como siste-
Frente a la crisis del marxismo, la ecología política retomaría ma socio-ecológico abierto y dinámico, donde
algunas herencias centrales (el materialismo, la dialéctica, la
noción de crisis), dejando de lado postulados insostenibles (la [6]
Arturo Escobar utiliza apropiadamente la noción foucaul-
creencia en las virtudes del desarrollo de las fuerzas produc- tiana de “gubernamentalidad” y reivindica especialmente la
tivas, la glorificación de la tecnología, la clase obrera como importancia del Estado, aunque nunca le dedica una atención
sujeto revolucionario)” (Alimonda, H. 2011:42). específica (2005b: 134, en Alimonda, H. 2011:45).
resulta imposible separar las esferas de la pro- dad de ser vista como un fenómeno intra-euro-
ducción empresarial y la reproducción de las so- peo.
ciedades; de igual manera que resulta imposible Estas son algunas de las vastas y complejas
separar la esfera del Estado y de las políticas formulaciones que fueron articuladas por un
públicas. grupo de pensadores-intelectuales de la región
En nuestros trabajos de investigación la cues- que dieron origen al programa modernidad/
tión de la apropiación de los recursos natura- colonialidad[7]. La difusión de las conceptuali-
les y los conflictos por su distribución aparecen zaciones y postulados surgidos a la luz de este
como uno de los aspectos sobre los que más programa, ampliaron considerablemente el nú-
problematizamos en los espacios locales-regio- mero de adscriptos a esta línea de pensamiento,
nales de estudio. permitiendo en la actualidad identificarla como
Por tal, la perspectiva presentada aporta ele- una red compuesta por una gran variedad de
mentos que no podemos eludir en el análisis de intelectuales, temáticas y perspectivas en su in-
la producción de territorios, y como ya se expre- terior. Toda clasificación es arbitraria, incluye
só, siempre está de acuerdo a un proyecto po- y excluye; no obstante uno de sus pensadores
lítico, que es a su vez estratégico para el grupo situó esta línea de pensamiento entre los estu-
que lo despliega, se trate de sujetos o sectores dios culturales (Castro-Gómez, S. 2005). Pero
hegemónicos o hegemonizados. a diferencia de los estudios culturales críticos
influenciados por los desarrollos teóricos pos-
Desprendimientos y aperturas, la vía decolonial marxistas, como los llamados estudios subal-
ternos o poscoloniales; el pensamiento decolo-
En términos generales, esta perspectiva se ini- nial no llega a América Latina influenciada por
ció como una crítica a la visión eurocentrada de los departamentos de estudios culturales de
la modernidad, asumiendo que no hay moderni- las universidades estadounidenses de la mano
dad sin colonialidad. Las principales críticas se de intelectuales radicados en centros académi-
nuclearon en torno a las formas euro-céntricas cos metropolitanos procedentes de la periferia,
del conocimiento, a la desigualdad entre géne- como el palestino Edward Said[8], sino que nace
ros en relación a la producción del conocimien- en América Latina.
to y otras esferas de la vida social, las jerarquías Surge allí, a la luz de la propia experiencia lati-
raciales y también de saberes, en otras palabras,
en la persistencia de formas de dominación co- Se hace aquí referencia a los teóricos críticos latinoamerica-
[7]
noamericana[9]. Sin ánimo de sintetizar, la pers- menos, plantear algunos aportes decoloniales
pectiva decolonial reconoce como antecedentes desde los cuales pensar algunas cuestiones es-
las teorías del desarrollo que orientan el cambio pacio-temporales, esto es, pensar que la trama
social, como las Filosofías de la Liberación[10] y de relaciones de poder, género, sexualidad, por
la Teoría de la Dependencia, generadas en Amé- citar algunos heredadas de la época colonial y
rica Latina. afianzadas con el colonialismo interno, conti-
Mucho se ha escrito sobre y desde la perspec- núan operando en la producción del territorio.
tiva decolonial, quizás más “sobre” que “desde”.
Por tal, nuestro esfuerzo tenderá a pensar como El abrazo entre conocimientos científicos y no-
“desde” mirar los procesos territoriales. Como científicos: la ‘ecología de los saberes’
lo entiende Mignolo (2014), la tarea es destejer
la trama epistémica imperial, moderno/colonial. La ecología de saberes aparece como otra
En este sentido, el mayor esfuerzo parece ser perspectiva que visibiliza el conocimiento prác-
de orden metodológico, en tanto que el sentir- tico de los trabajadores, de sujetos racializados,
se decolonial no es una experiencia limitada a como también el de sujetos vinculados a luchas
ciertos sujetos o colectivos, sino que requiere concretas, no quedando limitada esta lucha a
de aperturas y desprendimientos, como bien lo los primeros. En suma, comunica los conoci-
enuncia el autor en el fragmento de abajo. mientos de quienes fueron subalternizados. De
“(…) el pensamiento de-colonial es, entonces, allí que de Souza Santos “no concibe el conoci-
el pensamiento que se desprende y se abre (de miento en abstracción; los concibe como prác-
ahí desprendimiento y apertura en el título) a ticas de saberes que permiten o impiden ciertas
posibilidades en-cubiertas (colonizadas y des- intervenciones en el mundo real” (de Souza San-
prestigiadas como tradicionales, bárbaras, pri- tos, B. 2010:38).
mitivas, místicas, etc.) por la racionalidad mo- Este autor propone la ecología de los saberes
derna montada y encerrada en las categorías como el camino para captar la pluralidad infini-
del griego y del latín y de las seis lenguas impe- ta de saberes. Desde su punto de vista, la diver-
riales europeas modernas (italiano, castellano, sidad del mundo es inagotable y carece de una
portugués, inglés, francés y alemán)” (Mignolo, adecuada epistemología para captarlo. Una
W. 2008:250, paréntesis en el original). diversidad epistémica garantizaría su abordaje,
sin embargo, este es un proyecto incompleto y
Por último, estos desprendimientos y apertu- en construcción.
ras son los que pretendemos alcanzar en nues- La ecología de los saberes no implicaría desa-
tra práctica investigativa. Para iniciar este ejer- creditar el conocimiento científico; sino explorar
cicio analítico, consideramos oportuno, por lo alternativas, y siguiendo a Boaventura de Souza
Santos (2013), para él el lugar de la interpreta-
[9]
Igualmente vale aclarar que varios de los pensadores de este ción de los saberes no es exclusivo de las univer-
programa como Mignolo o Catherine Walsh encontraron en sidades o centros de investigación; casi que al
los estudios culturales el marco teórico más apropiado para
dar cuenta de las nuevas condiciones de emergencia de lo local contrario, propone llevar esos conocimientos a
dadas por el nuevo capitalismo sin fronteras nacionales y sin la universidad más que el camino al revés[11].
arraigo espacial (Mignolo, W. 1997:3 y ss en Fernández Na- “La universidad se centra exclusivamente en el
dal, E. en revista@herramienta.com.ar, mayo de 2003). Mig-
nolo reconoce tres formas bajo las que se realiza la crítica al
saber científico. Hay que traer el saber popular
colonialismo, formas que remiten a tres locus de enunciación, para dentro de la universidad. Esto lo llamo ex-
diferenciando así la crítica poscolonial, la crítica posmoderna tensión al revés. No es llevar la universidad para
y la crítica posoccidental.
La propuesta de E. Dussel constituye el fundamento de una
[10]
Cuando refiere a esos otros saberes hace referencia al cono-
[11]
de las cuatro Filosofías de la Liberación surgidas en la región cimiento del sujeto en acción, de conocimientos que emanan
(para ampliar ver Beorlegui, C. en Revista Realidad Nº 92, de prácticas sociales ancladas en espacio-tiempos particulares
2003) vinculados a luchas concretas, por citar algunos.
afuera, es traer lo que está fuera para adentro. Y producto de ese abrazo de saberes y no de la
eso obviamente es muy complejo porque nues- intencionalidad de un determinado grupo que
tros programas de estudio fueron organizados tiene una visión opuesta a la dominante y se im-
en contra de la ecología del saber. Por eso de pone como la nueva opción, igual de excluyente
alguna manera tendremos durante algún perio- como a la que desplazó. No olvidemos que la
do transicional que crear la contra-universidad ecología de los saberes abraza saberes. Por lo
dentro de la universidad, y quizás ustedes es- tanto será nuestra tarea reconocer esos saberes
tén interesados en ese proceso” (Boaventura de para poder decodificarlos en la producción de
Sousa Santos, conferencia Descolonización Episte- otras territorialidades posibles.
mológica del Sur (0:51:58), UACM, 11 de octubre
de 2013). Hacia el diseño de otras territorialidades
posibles
Como alternativa, su propuesta de ‘ecología
de los saberes’ abraza la relación entre cono- Iniciamos este apartado destinado a pensar
cimientos científicos y no-científicos. Desde la en los diálogos posibles y pensables a partir de
ecología de los saberes se aspira a captar la in- las perspectivas expuestas en relación a los pro-
finita diversidad epistemológica del mundo. La cesos extractivos que caracterizan gran parte de
considera la mejor manera de combatir no eu- los territorios de Latinoamérica.
ro-céntricamente el eurocentrismo[12]. Y como toda perspectiva teórica y metodoló-
“Goody entiende que la mejor manera de com- gica no se piensa en abstracto sino que lo hace
batir no eurocéntricamente el eurocentrismo en relación a un objeto de estudio en particular,
consiste en mostrar que todo lo que es atribui- en este caso los procesos de territorialización
do a occidente como excepcional y único –sea vinculados a la mega-minería, es que incorpo-
la ciencia moderna o el capitalismo, el indivi- raremos algunas imágenes (Fotografías 1 a 5)
dualismo o la democracia- tienen paralelos y que ilustran tal situación. Recordamos que este
antecedentes en otras regiones y culturas del trabajo no expone un estudio de caso, sino que
mundo” (de Souza Santos, B. 2010:46). se refiere a las investigaciones en curso desarro-
lladas por los autores y sus equipos de investiga-
Como ya se expresó, se trata de una opción ción, y desde ellas se propone realizar un ejerci-
epistemológica y política en la cual el saber es cio teórico y metodológico.
convocado a convertirse en una experiencia Entonces comenzamos a pensar ¿en qué apor-
transformadora. Quizás esta dimensión éti- ta a la comprensión de los procesos territoriales
co-política aparece con mayor presencia en esta el conocimiento situado y la enunciación locali-
perspectiva que en las otras dos tratadas. zada? Y la respuesta es que encontramos en esa
Si bien la ecología de saberes constituye una vía metodológica el camino para la compren-
vertiente de menor tradición que las anteriores, sión de los procesos que ocurren en el lugar. En
de hecho es más nueva y está ligada al pensador ellos se manifiesta la dialéctica global-local, lo
citado, se trata de una perspectiva todavía poco interescalar. Si en la dimensión local se mani-
explorada. Por tal, el esfuerzo analítico en este fiesta el conflicto, es porque el mismo es puesto
trabajo consistirá en pensar esos diálogos y ar- en la voz de sus habitantes. De allí que Mignolo
ticulaciones posibles para que esta ecología de (2008) privilegia el ‘estar aquí’, ese estar en el
los saberes participe en la producción de esas lugar nos acerca a la manera en cómo se arti-
territorialidades otras. Es decir, que éstas sean culan en una determinada estructura socio-po-
lítica-económica las representaciones de ciertos
Bajo este pensamiento refiere a los pensadores orientalis-
[12]
grupos, oprimidos o subalternos desde el punto
tas, quienes dando crédito a creaciones de otras regiones del
mundo acabaron por ser euro-céntricos en su lucha contra el de vista hegemónico, que son los grupos de inte-
eurocentrismo. rés para los teóricos decoloniales. En este caso,
los habitantes de los lugares influenciados por bajo la forma de ocultamiento, persistencia o
el desarrollo de la mega-minería vienen a ser los continuidad del sometimiento de pueblos y de
sujetos que, desde una posición subalterna, lu- la naturaleza, temática que reúne y nuclea la di-
chan por imponer otro proyecto político-ideo- versidad de temas identificados con la opción
lógico y por lo tanto, proyectan otra territoriali- decolonial.
dad, como nos recuerda Haesbaerth (2007). Estos escenarios de sometimiento son leídos
Entonces, esta línea argumentativa conecta un por los teóricos decoloniales como la continui-
discurso disciplinar particular con pretensiones dad de un patrón de poder colonial (Quijano, en
transdisciplinares con una opción metodológica Lander, E. 2000). Como nos recuerdan W. Mig-
y otra teórica, la opción decolonial. Estos cruces nolo y S. Castro-Gómez (en Mignolo, W. 2014)
nos permiten avanzar hacia el entendimiento de en diferentes producciones, todos estamos atra-
las asimetrías socio-espaciales que aparecen vesados por la colonialidad del ser y del saber.
Fuente: fotografía tomada por los autores durante trabajo de campo en Andalgalá,
provincia de Catamarca, agosto de 2012
Como podemos inferir de las imágenes, los sar otros proyectos político-ideológicos, gana
conflictos ecológicos activan a pensar otras ma- en diversidad y también en complejidad.
neras de estar en el espacio-tiempo. Los conflic- Para finalizar, podemos observar que los gru-
tos derivados de la relación entre la sociedad y pos sociales de las colectividades territoriales
la naturaleza, como los que atraviesan nuestros que estudiamos están transitando ese camino.
estudios, son objeto de interés de la ecología Como lo enuncian las imágenes, tienen claridad
política. Entonces, el diálogo con esta perspec- respecto de lo que no desean, pero luego, en el
tiva representa un nivel mayor de desagregación trabajo de campo realizado, se registra cierta li-
del conflicto. Expone un mayor nivel de especi- mitación para avanzar hacia propuestas concre-
ficidad de cómo la colonialidad del poder tam- tas de cómo avanzar hacia esas territorialidades
bién opera en la naturaleza. otras.
Recuperando a Martínez Allier (2011), los con- Con énfasis sostenemos que en este escenario,
flictos no son sólo ecológicos sino también dis- el rol de los investigadores consiste en compar-
tributivos, económicos, culturales. El tema del tir experiencias alternativas de territorialidades
agua, aspecto crítico en los conflictos que estu- otras desarrolladas en escenarios similares. En
diamos y a los que refieren las imágenes, exige la términos generales, nuestra pretensión fue con-
formulación o diseño de otras territorialidades tribuir a pensar la realidad desde múltiples di-
posibles. mensiones, como las constitutivas del espacio.
Y ese diseño exige apertura, la reivindicación Finalmente, la valorización del territorio y la
de saberes plurales o la necesidad de construc- naturaleza está ligada siempre a proyectos polí-
ción de racionalidades alternativas, y allí entra tico-estratégicos -como hemos mencionado a lo
en diálogo la ecología de los saberes con la eco- largo de este artículo-, de un sector que preten-
logía política y la opción decolonial. La ecología de imponer una territorialidad a otra mediante
de los saberes representa un mayor nivel de es- formas de apropiación, delimitación e identidad
pecificidad y de diversidad. A la vez que se abre de un espacio en un momento histórico deter-
a otros sujetos portadores de racionalidades minado.
alternativas, sujetos claves desde los cuales pen-
De acuerdo a las experiencias de las investi- sar nuevos temas, sino una ‘perspectiva otra’
gaciones en marcha consideramos que las ar- que reconoce la actividad de pensar a los sub-
ticulaciones entre la perspectiva decolonial, la alternos, reivindicando lugares de enunciación
ecología política y la ecología de los saberes son que estaban silenciados[13].
pensables y necesarias e iluminan el análisis de Así, la adopción de estas perspectivas nutre
los procesos espacio-temporales. Cada vez más, nuestro mirar, pensar, nuestro sentir, se entrela-
nuestros análisis exigen no omitir la apertura za con nuestra historia, y allí se abre el camino
hacia la temporalidad y las experiencias locales, metodológico al conocimiento situado y enun-
y en esa apertura considerar las historias locales ciación localizada. En esta red conceptual no
en estos diseños globales, para, a partir de allí, se admite una investigación que no sea crítica,
pensar otras territorialidades posibles. participativa, ni dialógica.
Estas perspectivas nos acercan a explicacio- En suma, estas perspectivas también nos in-
nes más holísticas, multidimensionales y mul- terpelaron y exigieron aperturas y revisiones per-
tiescalares, sin descuidar las historias locales manentes en nuestras prácticas investigativas.
y la trama molecular en la que se construye el
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