Está en la página 1de 3

“LAS PALBRAS DEL ATALAYA”

“Y aconteció que al cabo de los siete días vino a mí palabra de Jehová, diciendo: Hijo de
hombre, yo te he puesto por atalaya a la casa de Israel; oirás, pues, tú la palabra de mi
boca, y los amonestarás de mi parte. Cuando yo dijere al impío: De cierto morirás; y tú
no le amonestares ni le hablares, para que el impío sea apercibido de su mal camino a
fin de que viva, el impío morirá por su maldad, pero su sangre demandaré de tu mano.
Pero si tú amonestares al impío, y él no se convirtiere de su impiedad y de su mal
camino, él morirá por su maldad, pero tú habrás librado tu alma. Si el justo se apartare
de su justicia e hiciere maldad, y pusiere yo tropiezo delante de él, él morirá, porque tú
no le amonestaste; en su pecado morirá, y sus justicias que había hecho no vendrán en
memoria; pero su sangre demandaré de tu mano. Pero si al justo amonestares para que
no peque, y no pecare, de cierto vivirá, porque fue amonestado; y tú habrás librado tu
alma”. (Ezequiel 3:16-21).

Contexto histórico

*En el trasfondo histórico diremos que este profeta desarrollo su ministerio entre el 590-
570 A.C. en los días de la cautividad y antes de ello. Hijo de sacerdote, se cree que a los
30 años de edad Dios lo llamó al profetismo y durante varios años hablo al pueblo de
Israel siendo lamentablemente resistido, aunque sus profecías se cumplieron todas ante
los ojos del pueblo en forma asombrosa.

Dios llama al profeta

*En este pasaje vino palabra de Dios a Ezequiel (si a un hombre no le viene palabra de
Dios no es profeta) diciendo; “hijos de hombre” (humano, débil, el hombre de Dios no es
un súper hombre, ni un ángel) “yo te he puesto” (Dios llama, coloca, ordena, comisiona)
“por atalaya a la casa de Israel” (atalaya= “centinela” soldado que vela y custodia un
puesto del cual se la ha confiado. Aquel que está en una torre en medio del desierto y
observa los caminos y advierte del peligro (2ª. Crónicas 20:24, 2ª Samuel 13:31, Isaías
58:8). Los profetas son levantados por Dios para predicar primero al pueblo de Dios.

*”Oirás, pues tú la palabra de mi boca” (recíbela, hacela tuya, vívela, créela). “Y los
amonestaras de mi parte” (repréndelos, exhórtalos, remécelos de parte de Dios). Lo
primero Que el atalaya debe hacer es predicar al impío, al pecador, al inconverso, al
perdido. Debe hacerlo con amor, fuerza y pasión, con el íntimo deseo que el pecador se
arrepienta y sea tocado por Dios. Este debe saber que si no se arrepiente morirá perdido,
que necesitaba a Jesús para salvarse (Hechos 4:12, Juan 14:6). Si el atalaya no habla,
calla, no se lo dice, el impío morirá por su pecado (Romanos 6:23, Romanos 5:12) pero
el atalaya será responsable por su sangre; “¿Cómo creerán sin haber quien les
predique?”, ¡predicador dile la verdad a la gente! La verdad solo podrá salvarlos (Juan
8:32-34, Juan 17:17). Pero si el atalaya habla al impío y este muere por su pecado, el
profeta de Dios quedara libre de esa sangre; “por tanto yo os protesto en el día de hoy,
que estoy limpio de la sangre de todos; porque no he rehuido daros todo el consejo de
Dios” Hechos 20:26,27.

*Lo mismo dice acerca del justo (el creyente, el salvo, el hijo de Dios, el converso) si este
se aparta, peca, se descarría, apostata, desobedece y tu no le pones tropiezo, no le
amonestas, no le reprendes, no le predicas, el morirá por su pecado (Hebreos 10:26-27)
sus buenas obras en Cristo no vendrán a memoria, pero su sangre demandaré de tu mano,
sin embargos si tu le adviertes y él se arrepiente se salva, y tu libras tu alma de
responsabilidad por haberle predicado la verdad como buen atalaya de Jesucristo.

El gran deber del atalaya

*Es decir que el atalaya tiene una tremenda responsabilidad, y al mismo tiempo una
doble responsabilidad; predicar a “los pecadores del mundo” y también predicar a “los
pecadores de la iglesia” (que existen muchos en las congregaciones cristianas). Bajo el
nuevo pacto, el fiel y verdadero ministro de Dios debe así mismo advertirles a quienes en
su congregación está llevando una vida impía y mundana que serán excluidos del reino de
Dios y de la salvación si no se arrepienten (Gálatas 5:21, 1ª Corintios 6:9). Aquellos
que hoy enseñan que los creyentes pueden llevar una vida inmoral e impía sin poner en
peligro su salvación eterna, se enfrentan al severo juicio de Dios. La iglesia es de verdad
un atalaya para este mundo, pero dentro de ella se deben levantar muchos atalayas para el
pueblo de Dios; “porque toda la casa de Israel es dura de frente y obstinada de
corazón”.

*Dios quiere siervos sinceros y fieles que proclamen su palabra al pueblo, ellos deben
decir todo lo que Dios quiere que digan sin temor ni transigencia. Su mensaje no debe
estar determinado por la reacción del pueblo, sino por su absoluta lealtad a Dios y a su
palabra; “compra la verdad, y no la vendas” Proverbios 23:23. En el N.T. Pablo afirma
que la muerte espiritual es la inevitable consecuencia del pecado habitual aun para el
creyente, nadie puede vivir siempre deseando el deleite inmoral y aun así heredar el
reino de Dios (Romanos 8:13) también los profetas del antiguo testamento con
frecuencia proclamaban este principio que la iglesia de nuestro tiempo nunca debe
olvidar (Romanos 6:16, Santiago 1:15, 1ª Corintios 6:9-10).

*Para hacerlo más claro la versión católica latinoamericana nos dice; “Hijo de hombre, te
he puesto como centinela de la casa de Israel, así que estarás atento a las sentencias que
salgan de mi boca, y los aconsejaras de mi parte” también dice; “pero a ti te pediré
cuenta de su vida”. Esto es muy sencillo y se puede expresar a sí; “es necesario
obedecer a Dios antes que a los hombres”. Es menester para todo predicador saber que
si está dispuesto a predicar todo el consejo de Dios, todo el evangelio completo, la verdad
del Señor sin comprometerse con los hombres, se deberá pagar un alto costo y se deberá
exponer al odio del diablo y al rechazo de la gente.

Palabras finales

*Todo temor, cobardía e inseguridad, debe quedar de lado cuando hablamos la palabra de
Dios por fuerte que esta sea, ya que somos atalayas para dos pueblos; el pueblo gentil o
impío, y el pueblo de Dios o los cristianos; “tu, pues, ciñe tus lomos, levántate, y
háblales todo cuanto te mande; no temas delante de ellos, para que no te haga yo
quebrantar delante de ellos. Porque he aquí yo te he puesto en este día como ciudad
fortificada, como columna de hierro, y como muro de bronce contra toda esta tierra… y
pelearan contra ti, pero no te vencerán; porque yo estoy contigo, dice Jehová, para
librarte” Jeremías 1:17-19.

También podría gustarte