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a.- INTRODUCCIÓN:
Así, en primer lugar decimos que, cuando abordamos el tema de los conceptos
jurídicos básicos, abandonamos el lenguaje del derecho, -es decir el lenguaje en el que se
expresan las normas jurídicas-, para ingresar al mundo del lenguaje de los juristas,
entendiendo por este, el lenguaje que usan aquellos que hacen Ciencia del Derecho, y que
se expresan a través de proposiciones normativas.
Es importante señalar esto, ya que aquí el eje del análisis se desplaza desde aquello
que dicen las normas, hacia aquello que dicen sobre las normas quienes las estudian, con lo
cual entramos en el terreno del análisis científico del derecho, dejando de lado el nivel
prescriptivo del mismo.
Veremos aquí, alguna de las herramientas que utilizan quienes operan con el
Derecho para describirlo; es decir para informar sobre aquellos enunciados que prohíben,
permiten u obligan ciertas conductas, y que se ven reflejadas en los llamados enunciados
normativos.
Debemos decir que cuando hacemos referencia a este tipo de lenguaje, entendemos
que estamos hablando de un lenguaje que se ubica entre el lenguaje de las normas, y aquel
que hace referencia a situaciones propias de cada una de las disciplinas que constituyen las
llamadas ramas del derecho. Esto significa que, los conceptos jurídicos fundamentales,
abarcan un campo más amplio que el alcanzado por cada una de las ramas del derecho en
particular, y por lo tanto “Sirven para aislar e identificar situaciones de tipo general que,
si cabe el giro, cruzan los límites que separan, en forma más o menos clara, los dominios
de adjudicación de aquellas. Estas expresiones de tipo B son, por ejemplo, derecho
subjetivo, deber jurídico, responsabilidad, sanción, acto ilícito, etc.”1
En los términos usados por Moreso y Vilajosana este sería un nivel intermedio de
abstracción del lenguaje de los juristas respecto del derecho, los demás niveles, -el bajo y el
alto-, corresponden a la dogmatica, (que se encarga de describir y sistematizar el derecho)
el primero, y a la filosofía el segundo.
Expuesto lo precedente, solo nos resta, analizar alguno de los conceptos básicos
que se utilizan en el Derecho7, en este propósito, nos centraremos en las expresiones
sanción, acto ilícito, obligación jurídica y responsabilidad. Antes de ello debemos hacer
dos precisiones: a) Analizaremos los mismos desde la concepción Kelseniana –coherencia
metodológica-; y b) Los conceptos que veremos no son los únicos, ya que a estos se les
suman los de derecho subjetivo, capacidad jurídica y competencia y persona jurídica (el
desarrollo de estos últimos se puede ver en el texto de Carlos Nino –Introducción al análisis
del Derecho-, el cual esta, para esta unidad, dentro de la bibliografía opcional.)
b.- SANCION
Así, preguntas como: ¿en qué consiste ese daño o mal?, ¿Quién o quiénes pueden
decidir aplicar el castigo?. ¿Cuáles conductas pueden ser castigadas?, ¿Quién determina la
calificación de esas conductas?, ¿Qué pasa con la sanción si el sujeto evade su
cumplimiento? Y si el castigo no le afecta ¿Se puede considerar o no como sanción lo
dispuesto?, nos impiden utilizar el concepto con la exactitud necesaria. Es por eso que la
Teoría General, cumpliendo con la tarea que señaláramos se ha encargado de precisar el
alcance del término.
Como señala Nino, el concepto de sanción, conforme lo sostenido por Hans Kelsen,
posee cuatro características necesarias y suficientes, las que son: 1.- La sanción es un acto
coactivo, 2.- Consiste en la privación de un bien; 3.- Es un acto coercitivo ejercido por una
6
J.J. Moreso y J.M. Vilajosana
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Debemos decir que desarrollaremos el análisis de las expresiones jurídicas fundamentales, en
función de la postura desarrollada por Hans Kelsen en su “Teoría pura del derecho”, y que como se
expuso hemos denominado la teoría de la coherencia metodológica.
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autoridad competente, y 4.- Es resultado de una conducta. Veamos ahora cada uno de estos
elementos.
Un acto coactivo, es aquel “que debe cumplirse incluso contra la voluntad del
afectado por él, pudiendo llegar en caso de oposición, al uso de la fuerza física”; (Moreso
y Vilajosana -2004-). Por ejemplo, si un sujeto ha sido condenado a una pena de prisión,
a.- puede comparecer y someterse pacíficamente al cumplimiento del castigo, o, 2.- Puede
resistirse a su acatamiento, con lo cual el Estado puede utilizar la fuerza para efectivizar la
punición. En ambos casos se puede hablar que existe sanción.
Ahora bien, una nota destacable en este punto es que la existencia de la sanción
es independiente de si su realización es efectiva; con lo cual, basta con que sea real la
posibilidad de utilizar la fuerza (aplicarla) cuando el justiciable no colabora, para que se
pueda hablar de sanción. Por ejemplo, del hecho que una persona evada la posibilidad de
ser condenado, (por ej. porque se fugó), no se sigue que no exista sanción, ya que como
hemos dicho, esta existe en tanto y en cuanto se ha previsto legalmente la eventualidad de
ser aplicada dado un caso calificado como antijurídico.
Precisamente de esta afirmación surge la segunda condición que se debe dar para
que exista sanción: la existencia de una amenaza de ser privado de algún bien, en caso de
cometer algún acto ilícito. En el derecho, ese bien por lo general, se reduce a la pérdida de
la libertad, la propiedad (multa, indemnizaciones pecuniarias, ejecución forzosa de bienes),
derechos, (inhabilitación de ejercer cargos públicos, pérdida de la patria potestad).
Ahora bien la pregunta que debemos hacernos aquí es ¿qué ocurre si a una persona,
a la que se aplica una sanción, no le afecta perder alguno de esos bienes? Por ejemplo, un
multimillonario al cual pagar una multa no le significa ninguna afectación mayor, o a una
persona que no le interesa perder su libertad, ya que según alega, vive mejor en la cárcel
que en libertad; ¿se puede hablar “pérdida de un bien” y por lo tanto que no se da la
condición para hablar de sanción?.
El tercer elemento tenido en cuenta es que la sanción debe ser ejercida por una
autoridad competente. Sabemos que una condición constitutiva del Estado de Derecho, es
que monopoliza el ejercicio de la coacción. Esto significa, que solo personas autorizadas
por normas de competencia (reglas de adjudicación), que integran el Ordenamiento
Jurídico pueden llevar a cabo el ejercicio del acto coercitivo.
Siguiendo a Kelsen podemos decir que se debe distinguir entre dos tipos de actos
coactivos, a.- aquellos que se estatuyen como reacción a una acción u omisión realizada
por un individuo, y b.- aquellos que no encuentran entre las condiciones para su aplicación,
“ninguna acción u omisión determinadas por el orden jurídico, correspondientes a
determinado individuo9”. Estos últimos son compatibles con las llamadas “medidas de
seguridad” las que se pueden disponer, en contra de alguien, como por ejemplo, la
internación de personas dementes, la cuarentena de enfermos contagiosos, etc.
Ahora bien, solo la primera aserción funda una sanción, ya que cumple con el cuarto
requisito exigido para que se constituya este concepto; para que se pueda imponer una
sanción a un individuo, previamente debe existir de parte de este o de algún allegado a él
una conducta antijurídica.
“Es por ello que solo hablamos de sanción en los casos en que entre las
condiciones de aplicación del acto coercitivo establecidas por un determinado sistema
jurídico se halle alguna acción u omisión de un determinado individuo10”
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Hans Kelsen ob. cit, pag. 123.
10
Moreso, Juan José, y Vilajosana, Josep, ob. cit. pag. 133.
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Esta condición tiene además repercusión en un aspecto fundamental de las
sociedades democráticas que es que a ninguna persona se la puede castigar por su
condición, pensamiento o cualquier otro estado de cosas que ocurran sin actuación
humana.
También llamada por Kelsen deber jurídico (Moreso y Vilajosana prefieren hablar
de obligación), la obligación jurídica es entendida como la conducta opuesta al acto ilícito.
Por ejemplo si matar es la conducta ilícita su opuesto es no matar lo que constituye
precisamente una obligación.
De lo dicho se puede ver cómo, la existencia de una obligación legal, al igual que el
acto ilícito, dependen de una norma jurídica que prevea una pena o castigo para aquel que
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realice el acto ilícito o no cumpla con su obligación. Lo que evidencia el carácter de
derivado o dependiente del concepto del concepto primitivo sanción.
De allí la diferencia que, Siguiendo a Kelsen, Moreso y Vilajosana señalan que hay
en entre el uso común y el jurídico entre los conceptos estar obligado y ser responsable.
Así, en el lenguaje común se sostiene que uno es responsable por los actos propios siendo
estos aquellos a los que está obligado realizar o abstenerse. En tanto que en el lenguaje del
derecho uno puede ser responsable por los actos propios como por las conductas ajenas.
Se dice que hay responsabilidad directa cuando el ordenamiento jurídico prevé una
sanción para aquel sujeto que ejecuta el acto ilícito; en tanto que hay responsabilidad
indirecta cuando el ordenamiento jurídico prevé una sanción para un sujeto distinto
(tercero) al que comete el acto antijurídico.
La responsabilidad indirecta, es propia de otras ramas del derecho (no del penal)
coexistiendo con la responsabilidad directa, (por ejemplo derecho civil y comercial).
Ejemplos de este tipo de responsabilidad que se pueden señalar son: el caso de los padres
que deben responder por los actos de sus hijos (vgr. Hijo menor de edad que maneja el auto
del padre y choca ocasionando daños en la propiedad de un tercero –responde civilmente el
padre) o el caso del socio de una sociedad mercantil que deben responder por los actos de
otros socios o administradores (este supuesto es llamado responsabilidad colectiva por
Moreso y Vilajosana).
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Cosa que no ocurre con la responsabilidad objetiva, ya que en esta, el autor de un acto
ilícito es pasible de ser sancionado, independientemente de que haya querido o previsto el
resultado de su conducta.
CASO PRÁCTICO
Analice el caso a la luz de lo visto en el tema de los conceptos básicos del derecho vistos.
SANCION y sus características definitorias,
ACTO ILICITO,
OBLIGACION JURIDICA,