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Capítulo 2:

La teología moral fundamental

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1. Introducción la pregunta por el sentido mismo de dicha realidad y los valores humanos que la
constituyen.
Hemos visto en el capítulo anterior algunos de los principales rasgos del contexto
actual en donde se enmarca la tarea de la teología moral. Todo ello nos ha hecho ver
además la dificultad que encierra hoy la elaboración no ya solo de cualquier discurso
sobre Dios que pretenda ser significativo, sino especialmente de un discurso sobre la vida
moral que pretenda responder de manera adecuada a los retos que la nueva situación
cultural plantea, sin dejarse dominar de forma acrítica por ninguno de ellos. Por ello la
teología moral tiene que ser una disciplina que sepa moverse entre la tradición y la
recreación, pero en donde prime el interés por ayudar a las personas a orientar su vida de
forma plena y satisfactoria. En este sentido son también aplicables aquí las palabras de
Karl Rahner: «el pasado solamente puede conservarlo, en rigor, quien se sabe obligado al
futuro, quien conserva conquistando» 1.
Al mismo tiempo nuestro interés a lo largo de esta obra será la moral fundamental,
es decir, la fundamentación de la teología moral cristiana, de manera que tanto la moral
personal como la social quedan fuera de nuestro objetivo, a pesar de no ser en absoluto
ajenas a cuanto a lo largo de estas páginas diremos.
Ahora bien, ¿qué es la teología moral fundamental? Lo primero que hay que decir
es que hasta no hace mucho tiempo esta disciplina era conocida con el nombre de
Teología moral general o Principios de teología moral2, con lo cual el término de
fundamental es característico de la época posterior al CVII, que engloba todo el proceso
de renovación de la teología en su conjunto y de la moral cristiana en particular. ¿Qué
significa esto? Pues sencillamente es el reflejo de la necesidad de responder
adecuadamente a un nuevo contexto caracterizado, como ya hemos dicho, por diversos
factores importantes entre los que destacan la globalización y la pluralidad de formas de
vida y de comprensión de la moralidad. Dicho de otra manera: la moral ya no es
homogénea ni en sus formas concretas ni en sus motivaciones últimas, de tal modo que
necesita una labor profunda de justificación y fundamentación, también la moral
cristiana. Esto es lo que ha sucedido con la teología en sus distintas áreas, entre las que
ocupa un lugar especial la teología moral, por cuanto que se refiere, en último término, a
las consecuencias vivenciales y prácticas de la fe cristiana.
La moral tiene no solo que proveerse de unos adecuados procedimientos científicos
en el conjunto de saberes humanos, sino que también ha de mostrar su específica
aportación desde los presupuestos teológicos reconocidos en el Credo. En palabras de
Böckle: «la actual situación cultural e histórica exige legitimar una teoría ética sobre el
establecimiento de valores y normas y en particular poner en claro la función que en
este campo compete a la fe cristiana» 3. Por ello, la teología moral fundamental es el
intento de poner los cimientos para que la dimensión práctica de la fe cristiana siga siendo
una propuesta razonable en un mundo muy plural y en sociedades en las cuales el código
único ha dejado paso a la diversidad de comprensiones de la vida moral. Y eso tiene que
hacerlo partiendo de un conocimiento adecuado de la realidad humana para adentrarse en

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2. El lugar de la teología moral fundamental El tratado que a nosotros nos corresponde en este momento es el de la Teología
moral fundamental, que retoma los temas tradicionales de la Moral general pero con una
Aunque lo veremos en el tema dedicado a la historia de la moral, podemos anticipar perspectiva diferente. Básicamente se puede decir que este nuevo tratado tiene dos
ya una constatación conocida, y es que la teología moral en cuanto disciplina autónoma cometidos generales fundamentales. El primero es de la justificación de sí mismo, es
tiene relativamente muy poca historia4. Como dijimos un poco más arriba, la teología decir, el dar razón de su coherencia, de su identidad y especificidad no solo entre el
moral fundamental se denominaba hasta no hace mucho tiempo Moral general o conjunto de saberes teológicos sino especialmente con respecto a otras visiones de lo
Principios de Teología moral, distinguiéndose así de la llamada Moral especial, una moral. Y el segundo es el análisis y el tratamiento de las categorías básicas de la vida
división que se remonta a la Suma Teológica de Santo Tomás de Aquino. En efecto, en moral cristiana como la libertad, la responsabilidad, la conciencia, el pecado o la virtud.
la extensa II Pars de su magna obra, dedicada exclusivamente a la moral, el propio
Este nuevo cometido es importante porque da a la moral también una nueva
Aquinate la subdivide en dos partes, la I-II y la II-II, para lo cual ofrece la siguiente
perspectiva que se puede sintetizar en cuatro grandes cambios: 1) frente a la moral
explicación: «la consideración moral, por ser de los actos humanos, hay que centrarla
exclusivamente de actos surge una moral complementada también de categorías como las
primero en lo universal (I-II), pero después en lo particular (II-II)» 5.
actitudes y la opción fundamental; 2) frente al carácter absoluto de la ley adquieren
Esto significa que anteriormente la teología moral no tenía una entidad propia con también relieve categorías como valor moral y norma moral buscando una nueva
respecto al todo de la teología, sino que formaba una unidad con ella, y de ahí que sea articulación de lo deontológico y de lo teleológico; 3) la conciencia moral se trata desde
prácticamente imposible separar las aportaciones morales de los diversos autores de sus un punto de vista más personalista y atendiendo a otras ramas del saber que dan relieve a
presupuestos y afirmaciones teológicas. Antes bien la moral aparece dispersa –e incluso aspectos como la génesis, el desarrollo y el discernimiento de la conciencia; 4) el pecado
con mucha presencia– en gran parte de las obras de los autores de la tradición cristiana. se trata desde un punto de vista más amplio buscando la integración de elementos
Es más, a veces la moral aparece como uno de los núcleos esenciales de toda la psicológicos, éticos y religiosos, y ampliando su significación a través de sus
sistematización teológica, dado que, en último término, trata del ascenso del ser humano implicaciones sociales (estructuras de pecado).
hacia Dios, hacia la bienaventuranza. Así lo entendían incluso autores tan distintos como
Por otro lado, la Moral personal se ocupa básicamente de dos líneas
san Buenaventura o santo Tomás de Aquino.
fundamentales, que son la moral del amor y de la sexualidad y la bioética teológica. Por
Aun así, y a pesar de situarse en medio de la exposición teológica, a partir del último la Moral social atiende a las implicaciones sociales de la moral cristiana. Ahora
Aquinate la división de la moral en las dos partes señaladas se estandariza y tanto los bien, todas ellas remiten siempre, en último término, a la moral fundamental como la
comentadores de la Suma como los moralistas postridentinos e incluso los manuales base en la que se apoyan y los cimientos que les dan su sentido preciso.
casuistas, la seguirán prácticamente hasta el CVII6.
De esta manera la Moral general se ocupaba de establecer los principios básicos
para solucionar problemas concretos, es decir, no se ocupaba de fundamentar la moral,
sino de formular la estructura lógica y los principios de todas las actuaciones para su
aplicación concreta: principios de responsabilidad, de conciencia, leyes morales, etc. Por
otro lado la Moral especial trataba los problemas concretos de la vida moral cristiana
aplicando a ellos los principios previamente establecidos.
Esta división fue cambiando durante el siglo XX y especialmente tras el CVII, algo
motivado tanto por los cambios metodológicos de los saberes teológicos
(interdisciplinariedad), como por la nueva situación y los nuevos contextos seculares y
pluralistas surgidos en este periodo7. Como decíamos, esto supone que es preciso
justificar y fundamentar razonablemente las propias opciones éticas. Y además supone
también que hay que justificarlas sin que dejen al mismo tiempo de ser teológicas, es
decir, desde un horizonte de comprensión propiamente cristiano. Esto es lo que ha
motivado una nueva forma de dividir el tratamiento de la teología moral y su también
nueva división en Moral Fundamental, Moral Personal y Moral Social.

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3. La teología moral fundamental: definición concepto que no está exento de problemas y sobre el cual conviene que nos detengamos
un poco. Para ello conviene volver la mirada sobre el origen y el significado del
La moral fundamental es, pues, una parte de la teología moral. Ahora bien, ¿cómo concepto, especialmente en su relación con la ética10.
se define? Aunque parezca sencillo, en realidad no existe una definición única de la
teología moral. Lo cual, por lo demás, no resulta extraño. Aranguren, en su ya clásica Ética, comenzaba el estudio de la misma recurriendo a
lo que llamaba el «principio etimológico» 11. Pues bien, lo primero que hay que decir es
López Azpitarte la entiende como la «reflexión científico-crítica sobre la praxis que el concepto de «ética» proviene del griego ethos. Este es ya un primer problema,
cristiana, es decir, sobre el significado y perspectiva del comportamiento humano y de la pues se trata de un vocablo con una doble significación según comience por épsilon o por
acción del cristiano en el mundo. El sujeto de esta reflexión es la comunidad cristiana, eta, es decir, según sea éthos o êthos, siendo la primera una «ε» y la segunda una «η».
que peregrina en la tierra y comparte con la humanidad entera los gozos y las esperanzas; El mismo Aranguren hace notar que el sentido más antiguo –con épsilon– era el de
naturalmente, la Iglesia hace esta reflexión desde la autoconciencia que tiene de sí misma «residencia», «morada» o «lugar donde se habita», aplicándose primero en referencia al
y de su relación con el mundo» 8. Por otro lado, y desde la perspectiva de la teología de la hábitat de los animales y luego al propio ser humano. En cualquier caso se suele traducir
liberación, Antonio Moser y Bernardino Leers la definen como «aquella parte de la por «costumbre». Así al menos lo ha entendido, entre otros autores griegos, el mismo
teología que, a la luz de la revelación y de la fe vivida en comunidad eclesial, pretende Platón 12 e incluso Aristóteles, aunque este último no lo refiere tanto a determinada
señalar el camino de la humanización plena de las personas y de la sociedad en el camino convención para hacer algo, sino a una disposición para actuar de determinado modo. De
hacia Jesucristo y su Reino» 9. ahí que se haya traducido el concepto éthos en Aristóteles por «hábito» 13, y quizá
Juan Pablo II, en la encíclica Veritatis splendor (VS), dedicada a la moral también por ello interpretaría Heidegger el concepto de ética –tomando de base también
fundamental, la define de la siguiente manera: «La reflexión moral de la Iglesia, hecha la sentencia de Heráclito que dice que «el éthos es para el hombre su demon» (frag.
siempre a la luz de Cristo, el “Maestro bueno”, se ha desarrollado también en la forma 119)– como la «estancia del hombre» 14, la «morada del hombre en el ser» 15, «el pensar
específica de la ciencia teológica llamada teología moral; ciencia que acoge e interpela la que piensa la verdad del ser como elemento inicial del hombre en cuanto ex-sistente» 16, la
divina Revelación y responde a la vez a las exigencias de la razón humana. La teología estancia del hombre que «contiene y preserva el advenimiento de aquello que le toca al
moral es una reflexión que concierne a la moralidad, o sea, el bien y el mal de los actos hombre en su esencia» 17, el «desde dónde» del ser humano o su actitud interior,
humanos y de la persona que los realiza, y en este sentido está abierta a todos los concepción, por otro lado, sostenida también por algunos autores de la Grecia clásica. No
hombres, pero es también teología, en cuanto reconoce el principio y el fin del en vano Zenón, según el testimonio de Estobeo, llegó a decir que el éthos es la fuente de
comportamiento moral en Aquel que “solamente Él es bueno” y que dándose al hombre la vida de la que manan los actos singulares18.
en Cristo, le ofrece las bienaventuranzas de la vida divina» (VS 29).
Pero, probablemente, tal vez haya sido la segunda significación del concepto de
Ciertamente, se trata de definiciones complementarias en cuanto que todas ofrecen ética la que más vigencia histórica ha tenido. En ella, êthos, con eta, quiere decir «modo
elementos positivos que contribuyen a una visión completa de la teología moral. Con de ser» o «carácter». Este es el sentido que tiene en diversos autores griegos como
todo podemos decir de una manera muy sencilla que si el conjunto de la teología moral Hesíodo19, pasando por Platón 20 y también Aristóteles21. Con ello se refieren a êthos en
trata de la dimensión práctica del misterio cristiano, es decir, de la moralidad humana a la cuanto una forma de vida que se va adquiriendo e incorporando a lo largo de la
luz de la Revelación, la moral fundamental aportará el estudio sobre los fundamentos y existencia, algo que, por tanto, se va educando e incorporando a la propia vida: «educado
cauces de expresión de la moralidad cristiana. En el fondo, la teología moral no es más en el êthos de la ley», se dice repetidas veces22. Por tanto, no se trata de algo recibido
que la reflexión teológica –y en su caso específicamente cristiana– acerca de la espontáneamente de forma natural, no es páthos simplemente –algo que se da por
libertad en su realización existencial, es decir, en su realización efectivo-práctica bajo supuesto (los sentimientos) 23 –, sino que este carácter se va apropiando a través del
las condiciones de la existencia finita. hábito, de la costumbre, del éthos, que a su vez nace de la repetición de actos iguales: «la
Ahora bien, conviene anticipar unas ligeras precisiones de tipo terminológico. En ética (êthos) [...] procede de la costumbre (éthos)», dice Aristóteles24.
primer lugar estamos hablando de «teología», con lo cual enmarcamos la moral dentro de La ética viene a ser así –desde esta interpretación– no tanto la raíz de la cual brotan
un conjunto de saberes que tienen en Dios su referente último, es más, tienen en el Dios nuestros actos, no un punto de partida, sino más bien un punto de llegada. Es lo que
revelado en Jesucristo su criterio decisivo, también en nuestras actuaciones. En segundo somos como consecuencia de aquello que en nuestro curso vital vamos haciendo, en el
lugar estamos hablando también de «fundamental», con lo cual, como también dijimos, sentido de la praxis o del actuar humano. Obviamente se trata de una cierta relación
nos referimos no a todo el contenido de la moral sino a aquellos elementos que afectan a circular entre ética, hábito/costumbre y acto (los actus humani), algo que va
su fundamentación. Y, en tercer y último lugar, estamos hablando de «moral», un

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conformando lo que somos y a su vez, como es lógico, condiciona nuestro modo de no perder de vista la referencia trascendente que la teología aporta a la vida moral
actuar en el mundo: «practicando la justicia nos hacemos justos; practicando la humana.
moderación, moderados, y practicando la virilidad, viriles», escribía Aristóteles
25
explicándolo incluso de forma gráfica: «una golondrina no hace verano, ni un solo día,
y así tampoco ni un solo día ni un instante bastan para hacer venturoso y feliz» 26. El
mismo Ortega lo ha sintetizado de una forma magistral: «la vida es quehacer, pero el
quehacer, éticamente, es quehacerse»27.
En latín no hay un concepto para cada significación, y por ello ambos sentidos han
sido traducidos por el mismo vocablo, mos, moral, que a su vez engloba los distintos
significados de la palabra ética28. Cicerón, que parece ser quien acuña el concepto de
moralis para evitar el griego ethos, le aplica esta variedad de significaciones hasta que, en
De amicitia, llega a decir: «¿Qué diré de su carácter, en exceso agradable...?» (c. III), o
«no puede ser fiel un carácter variable y tortuoso» (c. XVIII)29. Se trata de una
divergencia conceptual que ha llegado incluso a Tomás de Aquino, que en su Summa
Theologiae dice lo siguiente: «mos tiene doble significación: unas veces significa
costumbre. Otras veces significa cierta inclinación natural o cuasi-natural a obrar algo, y,
en este sentido incluso a los animales se les atribuyen ciertas costumbres [...]. Ambas
significaciones se expresan con una misma palabra en latín; pero en el griego tienen
palabras distintas, pues el término griego ethos, que se traduce al latín por mos, a veces
tiene la primera vocal larga y se escribe con η, y otras veces tiene la primera vocal breve
y se escribe con ε»30.
Con todo, y más allá de lo que históricamente ha prevalecido (es decir, en cuanto
costumbre, hábito, o algo intermedio entre éthos y êthos)31, no sería un error el entender
ética y moral de la misma manera, es decir, como una «segunda naturaleza» 32del ser
humano, una conversión incluso, en cuanto que tanto la ética como la moral constituyen
el resultado de lo que uno hace con su vida, de las opciones que toma y de los actos que
realiza y que de alguna manera le hacen ser quien es. La ética es, diría Zubiri, «el “modo
o forma” de vida, en el sentido más hondo de la palabra, a diferencia de la simple
manera» 33, aquello que hacemos de nosotros mismos, desde lo más elemental
espontáneamente recibido hasta lo que a través de nuestra experiencia vamos prefiriendo
e incorporando a nuestra existencia.
Tras lo dicho parece obvio que si por un lado está justificada la distinción entre ética
y moral34, también lo está su indistinción. Con todo parece difícil separar tan nítidamente
distintos niveles en el comportamiento humano, con lo cual el concepto de teología moral
recoge de una manera clara no solo el segundo nivel de reflexión más orientada a la
fundamentación, sino también su referencia ineludible a la vida cotidiana, a las actitudes
y comportamientos que adoptan las personas en sus diferentes culturas y situaciones
históricas. Además se trata del concepto más comúnmente utilizado por gran parte de los
teólogos al lado de otro más novedoso como el de ética teológica. Lo más importante es

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4. La teología moral como disciplina teológica autónoma confesores o las Instituciones morales, con la finalidad específica de resolver casos de
conciencia y ayudar a la confesión por parte de los sacerdotes. No resulta extraño que en
La moral fundamental forma parte, por tanto, del tratado de teología moral, que lo este período la casuística dominara la reflexión moral, constituyendo en muchos casos
que estudia es la libertad (el comportamiento humano), el ethos, en referencia al Dios casi un tratado de leyes eclesiásticas. Dice Vereecke: «La aparición en los albores del
Creador revelado en Jesucristo, es decir, en perspectiva teológica. siglo XVII, exactamente en 1600, de las Instituciones morales del jesuita español Juan
En este sentido la teología moral es una disciplina con una entidad propia, Azor señala el nacimiento de un género literario nuevo en Teología moral. Desligada en
autónoma, aunque formando parte del conjunto de la sistemática teológica. Ahora bien, delante de la filosofía viva, del dogma e incluso de una Teología moral especulativa,
esto que parece tan básico, no lo ha sido tanto a lo largo de la historia, lo que ha traído ajena a la espiritualidad y a la mística, esta Theologia moralis practica, modesta
consigo una reducción en la concepción misma de la teología moral en dos direcciones sirviente del confesor, se llamaba pomposamente Theologia moralis»36. La consecuencia
fundamentales: o bien su indistinción con respecto al conjunto de la teología o bien la fue la desvinculación de la filosofía, de la dogmática y de la espiritualidad, con lo cual, en
negación de su carácter eminentemente teológico. De ahí que a la situación actual de realidad, la teología moral perdía entidad teológica al tiempo que ganaba autonomía. Así,
independencia y autonomía le hayan precedido diferentes modelos y paradigmas a los aunque se llamara teología moral, realmente:
que también le han correspondido diferentes estatutos disciplinares. ¿Cuáles son estos – se reducía a prontuarios, más o menos desarrollados, de casos morales37;
modelos?35 De una manera muy sintética se pueden señalar los siguientes: – se encontraba desvinculada de la síntesis teológica general, distinguiéndose de la
dogmática;
4.1. El modelo «parenético» de la Patrística – caía en una aguda juridicización;
Se trata de un modelo en donde la moral no estaba diferenciada en cuanto disciplina – desatendía las fuentes específicas de la Revelación: la Biblia era utilizada como texto
teológica. Corresponde fundamentalmente al período de la Patrística, que básicamente se prueba para confirmar los principios deducidos por ley natural.
preocupaba por el fin al cual el ser humano debe llegar, es decir, a la perfección a través
de la virtud y la caridad. En general se puede decir que se trata de una ética muy 4.4. El modelo de «reteologización» de la teología moral
teocéntrica y cristocéntrica, pero sin una reflexión independiente sobre el Algunos años antes del CVII Theodor Steinbüchel afirmaba que «la teología moral
comportamiento humano ni sobre las normas concretas. Por ello la moral se incluye en el católica vive hoy, sin disputa, un nuevo despertar que, al orientarse conscientemente
seno mismo de la teología y de la espiritualidad, pero sin formar una rama autónoma. hacia la divina revelación, asegura a esa ciencia su carácter teológico con una conciencia
más firme y un rigor más exacto, volviendo a abrir al mismo tiempo a la vida cristiana las
4.2. El modelo «teológico» de la Edad Media fuentes eternamente nuevas. Pero con ello vuelve a entrar, en forma clara y decidida, el
La Edad Media es la Edad de Oro de la teología y también un período decisivo en la hombre cristiano y concreto en su campo de observación. Cabalmente es esta nueva
conformación del discurso teológico-moral, aunque todavía no forme una disciplina orientación teológica la que induce a la consideración filosófica del hombre a contemplar
autónoma, sino que está integrada en el conjunto del saber teológico. Esto es importante la eximia obra divina de la humanitas en la existencia cristiana y a esclarecer el ser y la
porque significa que la teología moral tiene el mismo estatuto epistemológico de la esencia de esa obra como supuesto de dicha existencia, llamada por Dios a la
teología. Se trata de un período en el cual se entremezclan muchos paradigmas morales y santificación» 38.
escuelas distintas con diversidad de métodos y en donde se va perfilando lo que luego se Tales palabras volvieron a resonar de algún modo en el CVII cuando se expresó el
conocerá como moral general, con categorías tomadas del ámbito filosófico, tal y como deseo de que se tuviese especial cuidado en perfeccionar la teología moral y que para ello
podemos ver en santo Tomás de Aquino. Por ello se ha hablado en referencia a esta se lograse una exposición científica, bíblica y cristocéntrica, es decir, que englobara en
época de paradigma ontológico-racional. una unidad los aspectos humanos y teológicos de la moral cristiana. Así dice el decreto
OT: «Perfeccionar la Teología Moral, cuya exposición científica, nutrida con mayor
4.3. El modelo «jurídico» de la Edad Moderna intensidad por la doctrina de la Sagrada Escritura, deberá mostrar la excelencia de la
vocación de los fieles en Cristo y su obligación de producir frutos en la caridad para la
Es el momento en el cual la teología moral se perfila como una moral autónoma e
vida del mundo» (n. 16).
independiente de las demás disciplinas teológicas. En ello tuvo un papel fundamental la
reforma de Trento con su insistencia en la praxis penitencial individualizada y la Esta clarificación y aggiornamento de la moral pedidos por el Concilio ha venido al
reorganización de los estudios eclesiásticos. Para ese fin surgen las Sumas para comprender la reflexión teológico-moral, por una parte, como un auténtico saber ético,

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con todas las exigencias del conocimiento teórico crítico y con todas las garantías de 5. La entidad teológica de la teología moral: observación general
plausibilidad socio-cultural: ha de trabajar interdisciplinarmente con las bases racionales
de la ética. Pero, por otra parte, por la búsqueda de la identidad cristiana de su objeto y La teología moral es, por tanto, una disciplina autónoma. Ahora bien, es también, al
de la genuina razón teológica de su discurso: ha de jugar conjuntada en el equipo del mismo tiempo, una «ciencia teológica» 39 que se cultiva desde el centro mismo de la
saber teológico. Se trata de algo que se puede sintetizar en dos objetivos: teología, algo que también constituye una llamada de atención al todo del sistema
– Se trata de estar dispuesto a dar razones de la esperanza cristiana a todo el que teológico. Así lo decía Wolfhart Pannenberg:
las pida (1 Pe 3,15). «La referencia a la praxis de la vida no constituye solo una disciplina teológica
– Y se trata también de no tener miedo a plantear la crítica sobre el compromiso particular, sino que abarca a toda la teología en su totalidad. El hecho de que la
moral de los creyentes, tratando con seriedad y amplitud temas como la relación teología tenga por objeto la realidad divina como realidad que todo lo determina en
entre moral y religión, fe cristiana y moral, especificidad e identidad de la moral cuanto materia de discusión está sin duda en conexión con el hecho de que la
cristiana (peculiar aportación de la moral cristiana). realidad como un todo está aún inacabada. Esto significa que las cuestiones relativas
a la realidad que todo lo determina y a la estructura de sentido de la vida trascienden
lo inmediato y lo teóricamente determinable y que implican lo que aún no está
presente y, por tanto, también lo que debe ser producido por la praxis humana» 40.
Probablemente, nadie duda de que la teología tenga una dimensión práctica41. Sin
embargo, que la referencia a la praxis de la vida abarque a toda la teología en su
totalidad es algo a lo que la teología académica –sobre todo especulativa– no siempre ha
estado lo suficientemente alerta, preocupándose más por el desvelamiento de los
misterios de la vida intradivina que por lo que de ello se desprende para la praxis de la
vida humana en un mundo inacabado.
Ciertamente la historia de la teología ha sido en este aspecto enormemente ambigua.
Mientras la sapientia teológica más primitiva –al menos durante los primeros siglos del
Cristianismo– concebía los componentes teoréticos y prácticos bajo una indisoluble
unidad, a partir del siglo XIII la teología escolástica, en su intento de configurar
definitivamente el carácter científico de la teología en su conjunto, reducirá cada vez más
la sapientia anterior a su dimensión exclusivamente especulativa. A este respecto resulta
significativo –casi por contradictorio– el planteamiento de la Summa Theologiae de
Tomás de Aquino, en la cual a pesar de su inicial planteamiento especulativo 42 dedicará
abundantes páginas posteriores a «lo que le permite al hombre llegar al fin último», es
decir, a la teología moral43. De hecho, en su planteamiento de toda la teología, la moral
adquiere, como ya anotamos, un lugar central, tal y como queda reflejado en el siguiente
pasaje: «Así, pues, como quiera que el objetivo principal de esta doctrina sagrada es
llevar al conocimiento de Dios, y no solo como ser, sino también como principio y fin de
las cosas, especialmente de las criaturas racionales según ha quedado demostrado (q.1,
a.7), en nuestro intento de exponer dicha doctrina trataremos lo siguiente: primero, de
Dios; segundo, de la marcha del hombre hacia Dios; tercero, de Cristo, el cual, como
hombre, es el camino en nuestra marcha hacia Dios» 44.
Aunque con variantes, tal será el esquema más presente también en las grandes
Summas de los autores medievales45, y cuya fractura se evidenciará no solo con el surgir
de la «moral del confesionario» sino también con la progresiva configuración del tratado

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autónomo de Theologia Moralis46, que en realidad no era más que una Theologia con la fe misma, con la actitud religiosa fundamental. De ahí que ortodoxia y ortopraxis
casuum. A partir de entonces la «teología moral», más que ninguna otra rama del saber 54
se condicionen mutuamente en una unidad originaria que es la vida misma del creyente,
teológico, quedaría reducida a un estrato contiguo de la auténtica teología, es decir, a un cosa que, por otro lado, confirma sobremanera el misterio mismo de la Encarnación y la
apéndice de la teología sistemática (esencialmente la dogmática), pero claramente kénosis, no reductible ni a una mera experiencia religiosa ni a una simple ejemplaridad
diferenciada de ella, cuando no a una infinita distancia. Sería fácil analizar cómo y por moral.
qué la teología moral y el derecho canónico llegaron a entenderse tan bien produciendo
En el fondo se trata de que las afirmaciones morales se nutran de los presupuestos
una consecuencia aún hoy muy significativa: son los ámbitos más conocidos y discutidos
fundamentales de la teología55, cuando menos si quiere seguir siendo tal o si pretende
en la dimensión pública de la Iglesia y, sin embargo, los que más se alejan de las
mantener su irrenunciable especificidad con respecto a cualquier otra convención no
cuestiones propiamente de fe47.
religiosa. Dicho de otra manera: no se puede desvincular la vida moral humana de la
Todo ello, aun con innumerables ventajas en referencia al estatuto autónomo de la vida de fe cristiana, al menos para el ser humano creyente, lo que en ningún caso implica
teología moral, tuvo y sigue aún teniendo también sus no menores inconvenientes, que dogmatizar contenidos morales que pertenecen también al ámbito de lo imperfecto56. La
fácilmente podríamos sintetizar en uno que resulta, a nuestro modo de ver, teología, si es que en algo ha de servir al ser humano y si ha de tener un sentido visible
absolutamente fundamental: la pérdida de entidad teológica. Es más, puede sostenerse para su vida, no puede olvidar la referencia a la praxis humana en radical unidad a su
como axioma descriptivo que cuanta más autonomía ha ido adquiriendo la moral enraizamiento en Dios. De ahí la conclusión de Congar: «en su unidad superior, la
cristiana, más entidad teológica ha ido perdiendo, hasta el punto de que hoy –y a pesar teología es a la vez especulativa y práctica. Es eminentemente kerigmática»57.
de los esfuerzos renovadores y reteologizadores del último siglo– existen numerosos
escritos acerca de cuestiones de teología moral y bioética que son muy deficitarios desde
el punto de vista teológico48, a veces también debido a una equivocada comprensión del
estatuto epistemológico de la teología en el conjunto de saberes científicos y a la
necesidad de la interdisciplinariedad, para la que algunos piden ajustarse a unos cánones
de racionalidad muy discutibles sobre el mismo carácter científico de la teología en su
conjunto49.
La consecuencia de ello es la más que probable caída en dos peligros ya señalados
hace tiempo por Yves Congar: «uno, olvidar el carácter vital, orgánico, de la moral, y
considerar solamente unas reglas de comportamiento, justificadas en su carácter
imperativo por puros preceptos; otro, hacer de la moral una obra humana olvidando un
tanto su carácter teo-lógico, siendo así que se trata de Dios comunicándose a nosotros en
Cristo, santificándonos, requiriendo de nosotros los modos de vida de la alianza» 50.
Tales consideraciones no pretenden apartar a la teología especulativa de su objeto
principal –algo esencial para la moral siempre y cuando no se pierda su referencia al ser
humano 51 – ni, en modo alguno, difuminar el carácter práctico de la teología moral –que
sin duda lo tiene–, sino insistir más bien en su estatuto preeminente dentro del saber
teológico, no solo por lo que ello significa de alerta contra posibles excesos especulativos
–al menos aquellos sin referentes existenciales– sino también contra un superfluo
fideísmo del sinsentido. De hecho no pocos autores situaron a la teología moral dentro
del conjunto de la teología sistemática52, cuanto menos como posibilidad. Tal es el caso
de Karl Rahner, quien si por un lado reconoce la autonomía de la teología moral en
cuanto tiene la misión de resaltar el condicionamiento histórico de las afirmaciones y las
exigencias materiales concretas en situaciones cambiantes (y en este sentido la teología
moral es práctica), por otro lado «debería entenderse como parte de la teología
sistemática» 53, es decir, en relación directa e inmediata con la dogmática y, de este modo,

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6. La teología moral y el conjunto de saberes teológicos es para la vida humana, de su paternidad y justicia, de su bondad y misericordia, de su
amor en medio de un mundo marcado por el rostro negativo del mal y el dolor. Así lo
Las afirmaciones anteriores tienen su expresión académica en la necesaria formula Demmer: «¿cómo podremos representarnos a Dios en una época de ateísmo
vinculación entre la teología moral y el resto de saberes teológicos con los cuales forma manifiesto o tácito? ¿En qué sentido podrá hablarse de Dios como Legislador supremo,
una unidad, algo que el propio CVII ha pedido en su llamada a la reteologización de la sin provocar malentendidos? ¿Cómo podrá compaginar el pensamiento la eternidad de
moral. Esto significa la necesidad tanto de recuperar los lugares teológicos de su discurso Dios con la temporalidad del hombre? ¿En qué sentido la promesa de vida eterna es
como su relación con los demás tratados de la teología, en especial con la dogmática, la decisiva para la acción actual en este mundo y con este mundo?» 61.
espiritualidad y la pastoral, sin descuidar tampoco el vínculo siempre complejo con el c) En tercer lugar con la antropología teológica, ya que en el fondo la moral trata de la
derecho canónico. vida del ser humano en su referencia al Dios que le crea y en cuya gracia realiza toda
su existencia. Ahora bien, trata del hombre integral que a pesar del pecado sigue siendo
6.1. Teología moral y teología dogmática criatura a imagen y semejanza de Dios, llamado con toda la creación a la salvación que
Si la teología dogmática constituye el núcleo de la fe cristiana, es evidente que la tan solo Él otorga. Karl Rahner llegó a decir que «hablar de Dios y hablar del hombre
teología moral no puede estar al margen de ella, pues trata de las consecuencias que para son dos cosas conexas, no solo desde el punto de vista del contenido sino aun desde el
la vida humana se derivan de la experiencia fundamental de la fe: «el imperativo ha de mismo conocimiento» 62.
brotar del indicativo, la obligación de la gracia, la tarea humana del don divino» 58, algo d) En cuarto lugar con la cristología, pues es en Cristo en donde encontramos el sentido
que repercute de manera decisiva en la relación entre estas dos áreas de la teología. Así de una moral no solo teológica sino también específicamente cristiana. Es en el
lo decía la Congregación para la Educación Católica en 1976: acontecimiento de Jesús en donde se nos revela aquello que Dios quiere de nosotros,
porque en Jesucristo encontramos el acceso definitivo al Padre. La vida, los gestos y
«Es, ante todo, necesario tener una conciencia viva acerca de la trabazón que las palabras de Jesús se vuelven así el criterio último de lo que significa ser
existe entre la Teología moral y la dogmática, y que permite considerar y tratar la auténticamente cristianos y vivir en consonancia con ello.
moral como una verdadera y propia asignatura teológica, en conformidad con todas e) En quinto lugar con la escatología, pues se trata de que todo aquello que somos y
las reglas fundamentales epistemológicas y metodológicas valederas para cualquier hacemos no es en vano sino que encuentra su sentido definitivo en la eternidad de la
teología. A este respecto, conviene remitirse a la gran concepción de Santo Tomás vida divina. La esperanza aporta así el marco fundamental en el cual realizar nuestra
de Aquino, que, como otros maestros, no ha separado nunca la Teología moral de la vida y se convierte en el estandarte contra la desolación y los infortunios de una vida
dogmática y la ha insertado, en cambio, en el plan unitario de la Teología no carente de injusticia y de maldad.
sistemática, como parte concerniente al proceso en el que el hombre creado a
f) En sexto lugar con la eclesiología, pues todo conocimiento y acción tiene una
imagen de Dios y redimido por la gracia de Cristo, tiende hacia la plenitud de su
dimensión eclesial y comunitaria. La Iglesia es así ese «lugar hermenéutico privilegiado
realización según las exigencias de la vocación divina, en el contexto de la economía
no solo para la conversión y el seguimiento, sino también para la reflexión incesante
de la salvación históricamente efectuada en la Iglesia» 59.
acerca del mensaje cristiano a través de los desafíos –en constante sucesión–
Ahora bien, esta relación general se concreta en la vinculación específica que la planteados por la historia de las ideas» 63.
teología moral tiene con cada uno de los tratados que conforman la totalidad de la g) Y en séptimo lugar con la sacramentología, en otro tiempo uno de los objetos que se
dogmática. encuadraba dentro de la disciplina de la teología moral. Los sacramentos son fuente de
a) En primer lugar con la teología fundamental, pues la moral no es ajena en absoluto a la vida moral cristiana, «una vida bautizada en el misterio pascual de Cristo, una vida
los modos de comprender la revelación de Dios a cada ser humano concreto a lo largo reconciliada con Dios y con los hermanos, una vida que encuentra en la Eucaristía su
de la historia, pues si existe una específica moral cristiana es porque Dios mismo se ha centro celebrativo y el paradigma de la entrega diaria por los hermanos» 64.
dado a conocer en la vida de Jesús y llama a cada persona a entrar en su proyecto para
darle un sentido pleno a su vida. Es Él quien «fundamenta el imperativo moral como 6.2. Teología moral y teología espiritual
llamamiento que es de la voluntad de Dios, que al hombre le fue revelada
definitivamente en Jesucristo» 60. Decía Chenu que «los sistemas teológicos no son sino la grandeza de las
b) En segundo lugar con el tratado de trinidad o misterio de Dios, dado que solo espiritualidades. Ese es su interés y su grandeza» 65. Es cierto que la relación de la moral
mediante su adecuada comprensión podremos hablar significativamente de lo que Dios con la espiritualidad –tanto la ascética como la mística– ha pasado por momentos muy
diferentes a pesar de que la teología espiritual como disciplina sea más reciente que la

44 45
teología moral, pues no surge hasta el primer tercio del siglo XX66. Marciano Vidal aspecto de la desclericalización como de la dimensión pastoral forman parte significativa
sintetiza los momentos de esta relación al decir que de un momento inicial de unidad se de las reflexiones que está haciendo el papa Francisco.
ha pasado a una época de separación hasta la vuelta a una etapa actual de reencuentro67. Pero al mismo tiempo la pastoral hace posible que la teología moral no pierda la
Esto último es lo que ha pedido el CVII con su «llamada universal a la santidad» referencia necesaria hacia el ser humano y su realidad concreta, algo que exige una
(LG 5) y «a mostrar la excelencia de la vocación de los fieles en Cristo y su obligación de especial atención a las diferentes situaciones y dificultades en la puesta en práctica de los
producir frutos en la caridad para la vida del mundo» (OT 16). La espiritualidad aporta el contenidos de la moral cristiana. En ello no hay que olvidar que tras muchas discusiones
horizonte de sentido, las motivaciones y las fuentes de alimentación sin las cuales la vida académicas se encuentran personas que necesitan ayuda y comprensión, de manera que
moral se vuelve vacía. Del mismo modo la espiritualidad necesita cauces adecuados para tenemos la obligación de actuar siempre con la suficiente prudencia y benignidad, dado
conjugar la experiencia teologal y la vida de fe con el compromiso intramundano y la que de lo que se trata es de ayudar a las personas en el difícil camino de sus vidas. La
acción del creyente. vertiente pastoral de la moral convoca de un modo especialmente fuerte al diálogo con
las contribuciones de la psicología y la pedagogía.
El discernimiento se convierte aquí en un cauce común a la espiritualidad y la moral.
Hablamos de discernimiento espiritual y de discernimiento moral porque cada uno de
ellos tiene sus acentos y especificidad, pero al mismo tiempo no puede haber de verdad 6.4. Teología moral y derecho canónico
discernimiento moral cristiano sin apertura a la vida espiritual de las personas y las Ya en su momento nos referimos a la juridización que la teología moral cristiana ha
comunidades, ni verdadero discernimiento espiritual que no pida su validación en el tenido en algunos momentos, con todas las consecuencias negativas que ello ha
compromiso moral conforme con el seguimiento del Señor dentro de la vida eclesial. comportado y que desde hace años están siendo superadas evitando ese excesivo
De esta manera, aunque la moral y la espiritualidad sean disciplinas diferentes en juridicismo de otros períodos. Ahora bien, eso en ningún caso implica que teología moral
cuanto a su contenido y método, tienen una identidad común sustancial que proviene del no haya de tener relación con el derecho canónico, sino más bien que esta relación debe
mismo tronco teológico. De ahí que, en el fondo, sean como las dos caras de una misma ser precisada y clarificada en aras a evitar excesos y malentendidos que pueden no
moneda: «una teología digna de ese nombre es una espiritualidad que ha encontrado los favorecer la vida moral del cristiano. En ese sentido se puede destacar, a modo de
instrumentos racionales adecuados a su experiencia religiosa» 68. ejemplo, el hecho de que durante las décadas precedentes al CVII la moral que dominaba
las facultades, especialmente jesuíticas, tenía una fuerte orientación práctica, muy
vinculada por tanto al derecho canónico, hasta el punto de que algunos de los profesores
6.3. Teología moral y teología pastoral de moral se movieron con maestría entre las dos aguas. Baste señalar a título ilustrativo
En el texto ya mencionado de la Congregación para la Educación Católica se decía el ejemplo de dos profesores insignes en España: el P. Zalba, preclaro moralista con gran
lo siguiente: conocimiento del derecho canónico, y el P. Díaz Moreno, eximio canonista con un gran
conocimiento de la moral, campo en el que ha realizado contribuciones significativas. En
«De modo especial, la enseñanza de la moral a los alumnos que se preparan al
cualquier caso se trata de dos profesores que reunieron ambas dedicaciones por un
ministerio sacerdotal conlleva un estrecho contacto y relación con la pastoral; por
esta será provocada a estudiar los problemas planteados por la experiencia de la período de tiempo más o menos largo70.
vida, y a la cual proveerá de esquemas de acción inspirados en las exigencias de la Por eso hay que tener presente que el derecho canónico, en lo que a la moral se
palabra de Dios y teológicamente fundados y elaborados. Este es el camino de la refiere, es un instrumento al servicio del bien humano, de la misma manera que muchas
renovación indicado por el Concilio CVII: “Sub luce evangelii et humanae de las consecuencias vivenciales de la fe cristiana deben estar reconocidas y plasmadas
experientiae” (GS 46)» 69. en un momento de objetividad que se plasma en una norma jurídica71. En el fondo se
En realidad, esta vinculación entre la moral y la pastoral es necesaria no solo para trata también de que la teología moral no pierda su necesaria dimensión eclesial que
sacerdotes, sino para todo tipo de pastoralistas y educadores cristianos en los contextos afecta a la totalidad de los creyentes.
en los cuales puedan ejercer sus funciones. De hecho, Bernhard Häring decía que toda la Ahora bien, hay que precisar aún que el derecho canónico trata fundamentalmente
teología debería ser pastoral. Esto supone algo tan importante como es la de las actividades externas atendiendo al recto ordenamiento de la comunidad, mientras
desclericalización de la pastoral, dado que se trata de una praxis que afecta a la Iglesia en que la preocupación primaria de la moral está en las disposiciones interiores de las
su conjunto y a lo cual también toda la teología debe mirar para ser significativa. Tanto el personas. En este sentido merece la pena un texto de Mausbach y Ermecke:

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«La Moral y el Derecho se hallan estrechamente relacionados, pero no son 7. Teología moral y filosofía: de la ancilaridad a la circularidad
idénticos. Su confusión causa perniciosos efectos a ambas disciplinas. Si prevalece el
Derecho, la Moral adquiere un cierto carácter jurídico y se convierte en un amasijo La relación que afecta a la teología moral con la filosofía es extensiva a
de normas, prohibitivas las más de las veces [...]. La Moral “jurídica” acaba en un prácticamente la totalidad del saber teológico74. Ahora bien, esta relación puede ser de
legalismo externo. Por el contrario, si se impone la Moral al Derecho, este pretende diversas maneras. De hecho Juan Pablo II, en su encíclica FR de 1998, recogía tres
dominar al hombre externa e internamente, y desemboca en un rigorismo jurídico posiciones de la filosofía con respecto a la fe cristiana. La primera sería la de una
insoportable. «filosofía totalmente independiente de la revelación evangélica» (n. 75), y que se da
normalmente en aquellas épocas y lugares en los cuáles el mensaje evangélico es
Tampoco es conveniente la separación total entre ambos. Esta lleva,
desconocido, pero también en corrientes actuales para las que prima el imperio de la
respectivamente, a una Moral espiritualista, carente de toda responsabilidad social
razón. La segunda es la denominada «filosofía cristiana» (n. 76), que no se refiere a
ante la comunidad de la Iglesia, y a un positivismo jurídico, en el cual la letra mata al
una filosofía oficial de la Iglesia sino a una forma de filosofía en unión vital con la fe en
espíritu. Es errónea la concepción de que la Moral pertenece a la “Iglesia del amor”
la búsqueda de un equilibrio entre razón y revelación, entre la dimensión subjetiva y
y el Derecho eclesiástico a la “Iglesia del derecho”. Porque la Iglesia del amor y la
objetiva de la vida cristiana. Y una tercera posición sería aquella en que «la teología
Iglesia del derecho no son contrarias» 72.
misma recurre a la filosofía» (n. 77), y que desde la patrística ha llevado a denominar a
la filosofía como la «ancilla theologiae», es decir, sierva de la filosofía primera o
6.5. Aclaración final teología, con una articulación nada fácil debido al carácter autónomo que actualmente
Es evidente que todas las materias teológicas aludidas, al igual que otras que se tiene cada una de ellas.
podrían añadir a la lista, tienen su objeto propio de estudio y diversas especificidades en De esta manera podemos señalar al menos dos grandes paradigmas que han
su método, pero aun así comparten al menos tres elementos esenciales73: configurado históricamente esta compleja relación entre la teología y la filosofía: el de la
a) La misma epistemología: un discurso de racionalidad humana y de luz proveniente de ancilaridad, por el cual philosophia ancilla theologiae, y el de la circularidad, que se
la Revelación. impone con el CVII buscando una mayor integración75.
b) El mismo objeto: el universo de la fe, es decir, la Revelación de Dios en Jesucristo que
se hace presente a través del Espíritu en la Iglesia. 7.1. El paradigma de la «ancilaridad»
c) El mismo fin: hacer inteligible el creer según la fórmula clásica «fides quaerens ¿Cuáles son los presupuestos de este paradigma? Su punto de partida reside en la
intellectum». Para lo que a la moral se refiere, esto será posible en la medida en que afirmación de la existencia de una sola verdad que procede de Dios, de manera que si los
ayude a la realización plena de las personas. principios de la teología –entendida como «ciencia de Dios»– provienen directamente de
Él, esa tenía que ser necesariamente la ciencia más perfecta de todas. De esta manera
únicamente la teología podía progresar hacia la verdad del modo más seguro y firme a
diferencia de las «ciencias de los hombres», inevitablemente parciales y afectadas por
errores. En realidad ni la filosofía ni las demás ciencias podían llegar a conclusiones
contradictorias con la Revelación sin falsear la única verdad de Dios. De haber alguna
disonancia debía prevalecer la aportación de la teología, pues ella conocía las exigencias
de la Revelación mejor que ningún otro saber.
Además, al ser superior a esos otros saberes, la teología no necesitaba realmente de
ellos, por lo que su recurso a la filosofía era tan solo en calidad de auxiliar, o sea, para
guiar a la frágil razón humana hacia el conocimiento de las verdades de fe. La
servidumbre a la teología por parte de la filosofía no iba en absoluto en desdoro de esta,
sino en el sentido de dejarla desempeñar una honrosa misión. Así, en el fondo, la
filosofía se veía reducida a las siguientes cuatro funciones:

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a) Disponer adecuadamente el camino para la aceptación incondicional de las verdades a) La identidad de la teología con su propia epistemología «a la luz del Evangelio y de la
de fe explicitando sus fundamentos racionales. experiencia humana» (Revelación y razón) entraña una relación esencial con la
b) Colaborar en la elaboración del discurso teológico proporcionando conceptos y filosofía: de esta manera el diálogo entre ambas no es ni un mero adorno ni algo
razonamientos auxiliares. opcional, sino parte constitutiva de la comprensión y comunicación teológica del
c) Señalar las consecuencias que se desprenden de la Revelación y de la teología. misterio.
d) Contribuir a la defensa de la fe frente a errores diversos de índole científica o b) La especificidad en la relación de la teología con la filosofía tiene unas características
filosófica. que la distinguen de la relación que la teología tiene con las demás ciencias: la filosofía
pretende alcanzar una comprensión global y universal de la realidad, que trasciende la
Por último, cabe señalar que esta visión ancilar se completaba con otro elemento
inmediatez de los hechos y la empiría. Por lo tanto se sitúa en la misma perspectiva
adicional de no poca importancia: la determinación del sistema que podría ejercer mejor
que la teología, la cual reivindica una pretensión de totalidad y universalidad que, aun
la noble función de auxiliar de la teología. De ahí que la filosofía aristotélica cristianizada
con distintas fuentes, tiene una pretensión similar. Karl Rahner expresó muy bien este
por Santo Tomás de Aquino se hubiese convertido en este modelo en el mejor sistema
punto cuando se preguntaba: ¿cómo pueden coexistir la filosofía y la teología si ambas
para cumplir tal papel. Ella era la Philosophia perennis («Filosofía perenne») de cuya
pretenden ser ciencia fundamental, es decir, el esclarecimiento de la existencia en
única verdad las demás filosofías no perennes solo recogían fragmentos. Se entendía así
absoluto y en su totalidad, realizada por método científico y reflexivo, y ambas, por
que no pocas veces el estudio de otros sistemas filosóficos podía incluso ser pernicioso
tanto, tienen la pretensión de universalidad?
por la posibilidad de contaminación de sus errores.
c) La representación circular busca articular su relación sin degenerar en indiferencia,
A pesar de todos los matices de este modelo, lo cierto es que su presencia a lo largo conflicto abierto o anulación mutua. Podemos decir que la circularidad abre una
de la historia del cristianismo ha sido muy fuerte y ha configurado gran parte de la tensión dialéctica y constructiva (puesto que ambas conservan su propia identidad), y
teología clásica. Su crisis empezaría especialmente con la Modernidad y su desprestigio viene a superar la inferiorización de la filosofía con su consiguiente sumisión a la
era muy patente ya en los tiempos del CVII, aunque muchos padres conciliares aún teología, impidiendo que se instrumentalicen mutuamente al permanecer abiertas una a
creían firmemente que ese tenía que ser el modelo. Lo que resultó del Concilio fue una la otra y respetar su respectiva autonomía.
superación digerible de la ancilaridad, tal como vemos en las fórmulas de «compromiso» d) La apertura de la teología al pluralismo filosófico que supera la Filosofía perenne
que se adoptaron para orientarlo de una manera adecuada. Así se dice en el n. 15 del como única verdadera y canónica: la circularidad no busca una filosofía ya elaborada
decreto OT: que sirva como premisa de la reflexión teológica. Ante cualquier sistema filosófico
«Enséñense las disciplinas filosóficas de modo que los alumnos lleguen, por (incluido el de santo Tomás de Aquino) el teólogo tendrá que contextualizarlo y
encima de todo, a un conocimiento sólido y coherente del hombre, del mundo y de comprenderlo desde la dinámica interna que le es propia. Solo después podrá valorarlo
Dios, apoyados en el patrimonio filosófico perennemente válido, teniendo también críticamente y enriquecer su discurso teológico, aceptando unas aportaciones,
en cuenta que las investigaciones filosóficas de la edad moderna, particularmente matizando otras y rechazando las que considere no procedentes o relevantes. Con ello
aquellas que ejercen mayor influjo en la propia nación, y los últimos progresos de la la hermenéutica ha entrado en escena.
ciencia. De esta manera, con el recto conocimiento de la mentalidad de la época En suma, estos elementos configuran una nueva manera de entender la relación de
actual, los alumnos estarán preparados a tiempo para dialogar con los hombres de su la teología con la filosofía de manera que superando los conflictos del pasado ambas
época». contribuyan a una mejor comprensión de la verdad humana y de aquello que mejor
corresponde a su propia realización. También el propio Magisterio de la Iglesia ha
7.2. El paradigma de la «circularidad» seguido esta línea durante el siglo XX superando así los límites indudables del paradigma
de la ancilaridad77. En este sentido resulta de relevancia la formulación de la encíclica FR
Con la crisis del paradigma de la ancilaridad va surgiendo, especialmente de la mano
de Juan Pablo II.
genial de Karl Rahner76, un nuevo paradigma conocido con el nombre de circularidad. Se
trata de una manera de entender las relaciones entre la teología y la filosofía que,
respetando su respectiva autonomía, las integre en orden a un mejor conocimiento de la 7.3. La relación entre teología y filosofía en la encíclica «Fides et ratio» (1998):
verdad. A pesar de ser un modelo con divergencias y aún en proceso de continua apuesta de la Iglesia por la circularidad
elaboración, se puede decir que presenta los siguientes elementos constitutivos: La encíclica FR de Juan Pablo II constituye la toma de postura oficial más clara de
la Iglesia por el paradigma de la circularidad. Con ella se cierra de alguna manera la

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polémica secular en torno a su modo de relación y se intenta superar aquellas posturas 8. La relación de la teología moral con las ciencias78
más polémicas y menos conciliadoras. Para los propósitos que aquí nos interesan
merecen ser destacadas algunas de sus afirmaciones más relevantes: 8.1. Aclaración previa: las relaciones entre ciencia y fe cristiana
a) «La Iglesia no propone una filosofía propia ni canoniza una filosofía en particular con «En tiempos pasados, los defensores de la ciencia moderna lucharon contra la
menoscabo de otras» (FR 49). Iglesia con el siguiente lema: razón, libertad y progreso. Hoy es la Iglesia la que entra
b) Los excesos sistemáticos y especulativos han «provocado a menudo la tentación de en batalla:
identificar una sola corriente con todo el pensamiento filosófico» (FR 4). [a)] por la razón y la ciencia, a las que ha de considerar con capacidad para la
c) «El pensamiento filosófico es el ámbito de entendimiento y diálogo con quienes no verdad, capacidad que las legitima como acto humano;
comparten nuestra fe» (FR 104).
[b)] por la libertad de la ciencia, mediante la cual la ciencia misma adquiere su
d) A quienes estudian la Biblia se les recomienda el discernimiento de sus presupuestos,
dignidad como bien humano y personal;
pues «las diversas metodologías hermenéuticas se apoyan en concepciones filosóficas»
(FR 55). [c)] por el progreso al servicio de la humanidad, la cual tiene necesidad de la ciencia
e) A quienes tratan cuestiones fronterizas les recuerda que la relación entre filosofía y para asegurar su vida y su dignidad» 79.
teología «debe estar marcada por la circularidad» (FR 73) para enriquecerse Esta cita de Juan Pablo II quiere mostrar que la tradición católica no mira con recelo
mutuamente. No se puede olvidar que «la filosofía es un proyecto autónomo, que todo lo que significa avance científico y cambio tecnológico, ni participa de un tipo de
procede de acuerdo a sus propias leyes». Debe, por tanto, respetarse «la correcta discurso pesimista y alarmista que propugna como alternativa la vuelta a «lo natural» con
autonomía del pensamiento», sin confundirla con la autosuficiencia (FR 75). el consiguiente abandono y renuncia a los avances científico-técnicos. Sin pretender
f) El tradicional apelativo de «sierva de la teología» ya no se puede utilizar hoy como agotar las razones que nos hacen albergar una confianza básica en las contribuciones de
etiqueta de la filosofía, ni siquiera de la filosofía elaborada por los cristianos, debido a la ciencia y la técnica –amén de lo inviable que sería el rechazo al avance como tal–, el
los principios de autonomía mencionados (FR 79). Tampoco se puede, en nombre de pesimismo es inaceptable como principio fundamental de la realidad, pues el progreso
la Revelación, «menospreciar la razón en sus descubrimientos y en su legítima tecnológico ha supuesto importantísimas mejoras para la humanidad, y el ser humano
autonomía» (FR 79). ejerce su mundanidad constitutiva a través de una activa transformación de su entorno,
g) Por encima de todo, conviene que «la filosofía encuentre de nuevo su dimensión así como del conocimiento de la interioridad del hombre, los condicionamientos de sus
sapiencial de búsqueda del sentido último y global de la vida» (FR 81). Aquí estriba el decisiones y la responsabilidad de la persona (psicología) o de la comprensión del hombre
tema central de la encíclica: «Verdad y libertad, o bien van juntas o perecen en el entorno cultural en el que se mueve y realiza sus opciones éticas (sociología y
miserablemente» (FR 90). psicología social).
h) En lo que respecta a la teología moral resulta fundamental no perder la orientación de Desde nuestra propia perspectiva creyente, el pronóstico catastrofista no puede ser
ambas a la verdad para hacer un juicio recto sobre las situaciones y las elecciones. Por compartido, pues el cristiano confía en la capacidad humana de conversión y en la
ello la teología moral debe recurrir «a una ética filosófica orientada a la verdad del libertad responsable del hombre para enderezar las situaciones negativas tanto en el plano
bien; a una ética, pues, que no sea subjetivista ni utilitarista. Esta ética implica y personal como social. Pero tampoco lo es la resignación de los que, ante la evidencia de
presupone una antropología filosófica y una metafísica del bien. Gracias a esta visión los intereses económicos que estimulan a la ciencia y la tecnología, piensan que no hay
unitaria, vinculada necesariamente a la santidad cristiana y al ejercicio de las virtudes más remedio que aceptar lo que venga.
humanas sobrenaturales, la teología moral será capaz de afrontar los diversos
problemas de su competencia –como la paz, la justicia social, la familia, la defensa de La tradición católica tampoco comparte la estructura cientifista o tecnicista, que se
la vida y del ambiente natural– del modo más adecuado y eficaz» (FR 98). caracteriza por una confianza ciega en las soluciones tecnológicas como baluarte para
resolver los problemas humanos, creyendo que las soluciones vendrán, tarde o temprano,
de la técnica. El imperativo tecnológico, en la posmoderna ciudad secular, dice que
debemos hacer todo aquello que técnicamente podemos hacer, porque la ciencia no se
puede parar y porque detener los avances que pueden reportar felicidad a muchas
personas sería un signo de oscurantismo. Este imperativo descansa sobre una concepción
instrumental que sostiene la neutralidad de la técnica y, a la vez, su poder civilizador

52 53
tendente hacia el aumento de la libertad y la racionalidad de los seres humanos, cuando excepción y deben, por tanto, seleccionar a qué quieren dedicar sus recursos así como
no se le ponen trabas a su avance. los investigadores mismos han de elegir qué quieren hacer con su ciencia. En la
terminología ignaciana que asumimos en nuestra propuesta de moral fundamental, las
Pero proceder siguiendo un imperativo así no deja de ser una huida hacia delante,
universidades y sus investigadores deben discernir qué eligen, por qué optan y a qué
que se limita a sacrificar en el presente todo lo necesario para encontrar una solución
renuncian en su labor investigadora.
«mágica» en el futuro; una huida hacia delante cuyas consecuencias pueden ser
irreversiblemente nefastas para el conjunto de la humanidad. Si se nos permite una En este sentido, son muy luminosas unas palabras pronunciadas por Juan Pablo II
licencia cinéfila, la huida hacia delante de la inconsciencia tecnocrática nos puede llevar en la UNESCO: «La causa del hombre se servirá si la ciencia se une a la conciencia. El
al «sinsentido» que se contiene en aquella vieja imagen cinematográfica de los hermanos hombre de ciencia ayudará verdaderamente a la humanidad si conserva el sentimiento de
Marx, quemando la madera de los vagones para alimentar la caldera de la locomotora. trascendencia del hombre sobre el mundo, y de Dios sobre el hombre» 83. Así pues, la
Sin poner en duda el valor positivo implicado en el avance científico y técnico de los moral católica reconoce el valor del progreso científico o tecnológico, uniéndolo
nuevos conocimientos y métodos tecnológicos, estos, por sí solos, no pueden hacerse inseparablemente a la necesidad de una criteriología ética que sea capaz de poner todo
cargo del interés del hombre en su totalidad. Expresado más matizadamente: «la ciencia este progreso al verdadero e integral servicio del hombre. Dado el espectacular desarrollo
es un trabajo humano y debe dirigirse únicamente al bien de la humanidad. La científico y técnico conseguido por la humanidad, se hace especialmente necesaria y
tecnología, como transferencia de la ciencia a las aplicaciones prácticas, debe buscar el urgente una mayor sensibilidad ética, una creciente conexión entre la ciencia y la
bien de la humanidad y jamás trabajar contra dicho bien. La ciencia y la tecnología deben conciencia.
ser gobernadas por principios morales y éticos» 80. Hay que abundar en la línea señalada, porque «existen formas de avance científico
que no coinciden con el auténtico bien del hombre: El progreso científico se resuelve, en
Es más, frente a una visión instrumental a la que interesa enfatizar el carácter
neutral de los instrumentos, cada vez con mayor nitidez la crítica filosófica nos hace ver tales casos, en un retroceso humano que puede presagiar incluso éxitos dramáticos» 84. En
que estos están vinculados a un determinado sentido del mundo y del ser humano y que, justicia, «no podemos ocultar el peligro de que la ciencia caiga en la tentación del poder
por tanto, la no neutralidad axiológica de los medios no está solamente en el uso que de demiúrgico» 85, en virtud del cual «el hombre [...] se arroga el derecho del Creador de
ellos se haga, sino que su carácter no neutral ya está contenido en los propios medios interferir en el misterio de la vida humana. Quiere decidir mediante manipulaciones
científico-técnicos que crean valores y cultura. genéticas la vida del hombre y determinar el límite de la muerte...» 86.
Para pensar éticamente sobre la tecnología lo primero que tenemos que desmontar
8.2. La razonabilidad exigible a los argumentos morales
críticamente es la «creencia» de que la tecnología en sí misma es neutral, que el valor (o
contravalor) de cualquier objeto tecnológico dado proviene solamente de su uso. De Algunos piensan que la doctrina moral católica exige para su comprensión y
hecho, si son «puros instrumentos», solo se podría decir que son «malos» en la medida aceptación un «acto de fe», y, como consecuencia de ello, los no católicos quedarían,
en que sean usados por los seres humanos para fines inmorales. Pero una vez reconocida por definición, fuera, incapacitados incluso para comprenderla. Dicho con otras palabras,
la carga valorativa de las nuevas tecnologías, se impone, ante todo, desvelar en el tales «razones» de la moral católica no serían razonables sino irrazonables e incluso
investigador el sentido de responsabilidad ética, a fin de que la fascinación técnica y el irracionales. Pero, desde luego, con todo el respeto para los que así piensan, presentar
prurito de alcanzar nuevas metas no le ofusquen hasta el punto de arrostrar él mismo y convicciones morales sin avalarlas con argumentos razonables e informados no ha sido
someter a los otros a peligros desproporcionados, a veces sin retorno. nunca, ni lo es hoy, el modo de proceder de la moral católica (la doctrina de la ley natural
a lo largo de los siglos atestigua esa idea).
Creemos que el conocimiento y, en consecuencia, la investigación no son neutrales:
«No nos hagamos ilusiones: el conocimiento no es neutro, porque implica siempre El discernimiento requerido por la vida moral exige que deliberemos, y la
valores y una determinada concepción del ser humano» 81. Los investigadores deben deliberación comporta un ejercicio racional arduo y disciplinado (que no excluye las
preguntarse «en favor de quién y en favor de qué está su conocimiento» 82. De este dimensiones afectivas de la vida humana, pero que no se queda en pura emoción o
modo, no es verdad que haya instituciones que hacen una investigación laica y, por tanto, expresión de preferencias); un ejercicio que parte del conocimiento de los datos, en la
neutral mientras que otras instituciones, en virtud de nuestra misión, hacemos o medida en que ello es posible, pero no se reduce a ellos, pues estos tendrán que ser
queremos hacer una investigación comprometida con una determinada cosmovisión confrontados con los valores éticos y espirituales de las distintas tradiciones morales
religiosa y moral. Toda institución y toda investigación están comprometidas. Se explicite (donde están las religiosas, por supuesto) que distinguen a nuestra especie. No en vano,
o no; se sea consciente o no. Las universidades de la Iglesia no son a este respecto una por ejemplo, uno de los padres de la Bioética, Van Renseelaer Potter insistía en la

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urgencia de tender puentes fluidos entre la cultura de las ciencias y la cultura de las disciplinas, sin violentar sus exigencias metodológicas ni caer en un relativismo
humanidades, si es que queremos salvar el futuro de la especie humana y de la misma deformante, en búsqueda de la comprensión del significado pleno del hombre, de su
vida en nuestro planeta87. cultura y de su historia. La filosofía y la teología [...] desarrolladas ellas mismas en esa
perspectiva de interdisciplinariedad global, están llamadas a prestar un servicio
El acceso de la técnica a los confines de la existencia humana exige, por una parte, a
insustituible en este estilo de trabajo» 90.
los teólogos moralistas no pronunciarse sin tener en cuenta los nuevos datos científicos y
experimentales. Pero, por otra parte, la posibilidad de cambiar el ser mismo del individuo Late aquí el misterio de la encarnación en su expresión de inculturación de la fe
y del grupo humano, les exige a los científicos y tecnólogos tener en cuenta el sentido de cristiana, fe que se encarna en las culturas trascendiéndolas y actúa de marco para
la vida y de la muerte en cada persona y en el conjunto de la sociedad, tanto de la actual entender la relación necesaria entre fe y razón que en absoluto disminuye la consistencia
como de la venidera. La ciencia y la técnica amplían el campo de la responsabilidad del de lo temporal y del conocimiento que las distintas ciencias propician. El CVII lo expreso
hombre, que es a quien corresponde dictaminar cuál es el uso humanizante de las nuevas de forma inolvidablemente bella y certera: «El misterio del hombre solamente se
posibilidades que se abren y urgirlo. El juicio ético depende de si un determinado avance esclarece en el misterio del Verbo encarnado» (GS 22), haciendo una defensa nítida de la
científico o tecnológico beneficia o no al ser humano en cuanto tal. autonomía de la realidad temporal (GS 36).
La atención y el apoyo a la búsqueda de la verdad y al avance del conocimiento de Por el hecho mismo de la creación todas las cosas están dotadas de su propia
las ciencias y su aplicación tecnológica son, pues, absolutamente necesarias. Pero se han consistencia, firmeza, verdad y bondad, y de unas leyes y orden propio que el hombre
de dar en un marco de respeto y promoción de la dignidad del ser humano, centro común está obligado a respetar:
del interés tanto de las ciencias y técnicas como de la ética filosófica y teológica. En – La gracia no anula la naturaleza (STh., I, c.8, a.1) sino que la supone y se edifica sobre ella.
efecto el diálogo entre ciencia y ética es necesario, aunque a veces sea difícil. Aquí – Todo tiene su sentido último y pleno en Cristo, pero ese sentido no niega sino que refuerza la consistencia
también está vigente el paradigma circular, del cual tratamos en el apartado precedente. propia de lo creado (GS 22).
– Se rechaza toda visión dicotómica entre lo sagrado y lo secular.
En fin, ni es legítimo, por ejemplo, que las ciencias traten desde sus propias – «Un error acerca del mundo redunda en error acerca de Dios» (Suma contra gentiles, II, 3).
epistemologías de invalidar la lectura creyente de la realidad que la teología moral
El respeto debido a la búsqueda de la verdad y el conocimiento se hace efectivo
pretende articular. Ni tampoco es aceptable que esta o bien desoiga los resultados a los
reconociendo el método propio de cada una de las ciencias o artes. Y la
que han llegado las ciencias o bien los asuma acríticamente, renunciando a su propia
interdisciplinariedad, a su vez, es también cauce de respeto a una realidad diversa y
aportación específica. A este segundo respecto, la encíclica VS dice que la teología moral
plural. En efecto, proceder según esos criterios de respeto a la postre nunca puede
no puede reducirse a un saber elaborado solo por las ciencias humanas, cuya aportación
desembocar en una definitiva oposición entre la ciencia y la fe, a pesar de los conflictos y
ha de ser siempre valorada con relación a la cuestión primigenia: ¿Qué es el bien o el
desencuentros.
mal? ¿Qué hacer para obtener la vida eterna? (VS 111).
Así se expresó el Papa Benedicto XVI en su discurso a los jóvenes profesores
8.3. Verdades sectoriales abiertas a la Verdad universitarios en El Escorial: «No es casualidad que fuera la Iglesia quien promoviera la
institución universitaria, pues la fe cristiana nos habla de Cristo como el Logos por quien
Las personas y las comunidades comprometidas con la búsqueda de la verdad todo fue hecho (cf. Jn 1,3), y del ser humano creado a imagen y semejanza de Dios.
tienen un gran reto en la apertura a la interdisciplinariedad científica en la que ha de Esta buena noticia contempla la racionalidad de todo lo creado y contempla al hombre
haber lugar para la filosofía y la teología88. Se hace una llamada a «mantener un diálogo como una criatura que participa y puede llegar a reconocer esa racionalidad. La
interdisciplinar sostenido de investigación y de reflexión, un continuo poner en común los universidad encarna, pues, un ideal que no debe desvirtuarse ni por ideologías cerradas al
conocimientos de todos» 89, porque forma parte del esfuerzo del intelectual creyente que diálogo racional, ni por servilismos a una lógica utilitarista de simple mercado, que ve al
las verdades sectoriales se abran al encuentro de la verdad última de la que aquellas son hombre como mero consumidor» 91.
reflejo y camino, y ello desde la propia dinámica de las ciencias y haciéndolas avanzar no
solo hacia delante sino hacia lo profundo de sí mismas. También en la médula de la tradición ignaciana se halla el encuentro personal con
Dios que libera, compromete y envía, respetando las mediaciones de lo real y su legítima
Todas las reflexiones precedentes tienen una corriente teológica subyacente que las autonomía. El Dios que protagoniza y toma la iniciativa en el encuentro no se halla fuera
nutre y fundamenta: el mismo mensaje cristiano, que se encarna en lo humano de la realidad mundana. Es inmanente en su trascendencia y trascendente en su
trascendiéndolo, es el que «obliga a trabajar con un sentido global de interpretación de inmanencia. San Ignacio pone el acento de sus escritos en «hallar a Dios en todas las
los conocimientos, trascendiendo en lo universal la parcialidad de cada una de las

56 57
cosas»: Dios puede ser encontrado en cada persona, en cada lugar y en todo. «A Dios en búsqueda de la verdad, incluso cuando atañe a una realidad limitada del mundo y del
todas amando y a todas en Él» pide una actitud positiva ante la vida. Esas expresiones de hombre, no termina nunca, remite siempre a algo que está por encima del objeto
la Contemplación para Alcanzar Amor de los Ejercicios Espirituales reposan en la inmediato de los estudios, a los interrogantes que abren el acceso al Misterio».
convicción de que «Dios habita en todas las criaturas, en los elementos, en las plantas, en
los animales, en los hombres [en mí mismo]» y «trabaja y labora por mí en todas las
cosas creadas sobre la faz de la tierra». Igualmente al enfatizar la humanidad de Cristo
1. K. RAHNER , «Ensayo de esquema para una dogmática», en Escritos de teología, I, Taurus, Madrid 1967, 18.
invita a ver que todo lo humano, y eso incluye la ciencia, puede servir para el encuentro
2. Cf. F. BÖCKLE, Moral fundamental, Cristiandad, Madrid 1980, 15.
con Dios92. 3. Ibid., 17.
4. Esto es lo que lleva a Bernhard Häring a realizar la siguiente observación: «Contra todos aquellos que miran los
8.4. Necesidad de un horizonte sapiencial: los avancescientífico-tecnológicos manuales casuísticos y jurídicos de teología moral como expresión permanente del catolicismo clásico, hay
que afirmar ante todo que la Iglesia vivió más de mil quinientos años sin ese tipo de teología y, en general, sin
acompañados por valores éticos
una teología moral como disciplina especial. ¿Era la Iglesia menos perfecta sin pareja disciplina cerrada en sí
Con las notas anteriores desembocamos en la convicción firme de que la ciencia y la misma o se preocupó menos de la autenticidad de la vida cristiana?» («Moral», en SM, 793-794).
técnica deben ocupar un importante lugar y hacer sus valiosas contribuciones al ser 5. STh., I-II, c.6 (introducción). Cf. también, para lo que sigue, M. VIDAL, Moral de actitudes I. Moral
fundamental, Covarrubias, Madrid 1990, 7ss.
humano, pero no eliminan la necesidad del discernimiento ético que nos posibilite elegir 6. En los manuales de moral casuista se introducía aún otra división en la moral especial: mandamientos y
responsablemente los principios y criterios para resolver moralmente los conflictos de la sacramentos. Así, por ejemplo, el manual de J. Mª ARREGUI – M. ZALBA, Compendio de Teología Moral,
población presente y futura. Si lo posible y factible científica y tecnológicamente se Mensajero, Bilbao 1951, donde dicen: «Se suele dividir en tres partes: la 1ª expone los principios universales
que rigen los actos morales; la segunda, las obligaciones que se deben cumplir (virtudes que ejercitar,
convierte en necesario, muere la posibilidad misma de la ética; fracasa la reflexión sobre
mandamientos que observar); la tercera, los auxilios ofrecidos por Nuestro Señor Jesucristo para conseguir las
lo que queremos, podemos y debemos hacer, toda vez que lo factible marcará las pautas bienaventuranzas».
de lo que se ha de hacer. 7. Ejemplos de ello son los siguiente: B. HÄRING, Libertad y fidelidad en Cristo, 3 tomos: (I) Teología moral
general; (II) La verdad os hará libres; (III) Luz para el mundo; M. VIDAL: Moral de actitudes, 3 tomos: (I)
Al reconocer los beneficios que aporta la investigación científica y su aplicación y Moral Fundamental; (II) Moral de la Persona (bioética y ética sexual); y (III) Moral social; AA.VV., Praxis
propugnar que sea eficazmente impulsada tanto por los poderes públicos como por la cristiana, 3 tomos: (I) Fundamentación; (II) Opción por la vida y el amor; (III) Opción por la justicia y la
iniciativa privada, tenemos que añadir que la libertad que la sustenta –como cualquier libertad; T. GOFFI - G. PIANA (eds.), 4 tomos: (I) Vida nueva en Cristo: Moral fundamental y general; (II)
Diakonia: ética de la persona; (III) Koinonia; (IV) Liturgia: ética de la religiosidad.
otra– tiene sus límites en los derechos y libertades de los que puedan verse afectados 8. E. LÓPEZ AZPITARTE, Praxis cristiana I, Paulinas, Madrid 1980, 17.
tanto por los resultados obtenidos como por los procedimientos utilizados para su 9. A. MOSER - B. LEERS , Teología moral: conflictos y alternativas, Paulinas, Madrid 1987, 20.
consecución. El ser humano, cada ser humano, es un valor en sí mismo que no tiene 10. Cf. A. HORTELANO, Problemas actuales de moral, I: Introducción a la teología moral. La conciencia moral,
precio, y debe ser respetado sin consideración de los beneficios que puedan derivarse Sígueme, Salamanca 1979, 103ss.
para terceros o para la colectividad en su conjunto. En esta época de acelerados avances 11. J. L. ARANGUREN, Ética, Alianza, Madrid 2005, 19-26.
científicos y tecnológicos no está de más insistir en que vivimos tiempos de gran 12. Cf. como ejemplo: Crates, 434, e. 4-6; 435; Gorgias, 482, d. 2; República, 452, a. 7, etc.
13. Cf. como ejemplo Ética a Nicómaco, 1152, a. 27-35.
sofisticación en los medios y de no poca confusión en los fines. Unas palabras de Juan
14. M. HEIDEGGER , Carta sobre el Humanismo, Alianza, Madrid 2006, 78. Dice García-Baró, interpretando a
Pablo II en el n. 106 de su encíclica FR sirven para concluir: Heráclito, que el «êthos es, en efecto, el modo arraigado de vivir el hombre o su talante poco menos que
inamovible ya» (M. GARCÍA-BARÓ, De Homero a Sócrates. Invitación a la filosofía, Sígueme, Salamanca
«Dirijo también unas palabras a los científicos, que con sus investigaciones nos 2004, 55).
ofrecen un progresivo conocimiento del universo en su conjunto y de la variedad 15. J. L. ARANGUREN, o.c., 21.
increíblemente rica de sus elementos, animados e inanimados, con sus complejas 16. M. HEIDEGGER , o.c., 78.
estructuras atómicas y moleculares. El camino realizado por ellos ha alcanzado, 17. Ibid., 75. No en vano llega a traducir/interpretar el fragmento de Heráclito diciendo: «el hombre, en la medida
especialmente en este siglo, metas que siguen asombrándonos. Al expresar mi que es hombre, mora en la proximidad de Dios».
admiración y mi aliento hacia estos valiosos pioneros de la investigación científica, a 18. J. L. ARANGUREN, o.c., 21.
los cuales la humanidad les debe tanto de su desarrollo actual, siento el deber de 19. Trabajos y días, 65-70.
20. Cf., entre otras obras: República, 400, e. 3; 409, d. 1; 490, c. 5; 492, e. 4.
exhortarlos a continuar en sus esfuerzos permaneciendo siempre en el horizonte
21. Cf., entre otras obras: Ética a Nicómaco, 1095, a. 7; 1120, b. 25; 1121, a. 26; 1127, a. 16.
sapiencial en el cual los logros científicos y tecnológicos están acompañados por los
22. Cf. PLATÓN, Leyes, 625, a; 751, c; ARISTÓTELES , Política, 1337, a. 14 (Cf. W. J AEGER, Paideia, Fondo de
valores filosóficos y éticos, que son una manifestación característica e Cultura Económica, Madrid 1981, 113).
imprescindible de la persona humana. El científico es muy consciente de que la 23. Hay que hacer notar que el nivel del pathos, de lo dado, no es algo ajeno a la vida moral, sino un elemento

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indiscutible de nuestro comportamiento y de nuestro quehacer, un nivel que para no pocos se identifica con la produjo el poder divino según su voluntad (cf. I, c.2, introd.), nos queda estudiar su imagen, es decir, el
llamada ley natural, de modo que influye, por tanto, en todas las visiones objetivistas de la vida moral. hombre, como principio que es también de sus propias acciones por tener libre albedrío y dominio de sus
Aranguren escribe: «Páthos y êthos, talante y carácter, son, pues, conceptos correlativos. Si páthos o talante actos» (STh., I-II, prólogo).
es el modo de enfrentarse, por naturaleza, con la realidad, êthos o carácter es el modo de enfrentarse, por 44. STh., I, c.2 (prólogo). Sin duda, la segunda parte, dedicada a la moral, es la más extensa de la Summa
hábito, con esa misma realidad. Si el páthos es, en definitiva [...], naturaleza, el êthos es “segunda naturaleza”» tomasiana.
[...]. «Dos polos de la vida ética, premoral el uno, auténticamente moral el otro» (o.c., 217). 45. La moral siempre aparece incluida en el centro de la sistematización teológica, obviamente vinculada con
24. Ética a Nicómaco, 1103, a. 18-19. frecuencia a las consecuencias del pecado. Cf. una visión general en E. REINHARD, «Estudio comparativo de la
25. Ibid., 1103, a. 31ss. estructuras de las primeras Summae Teológicas: de Hugo a Aquino», en J. MORALES (dir.), Cristo y el Dios de
26. Ibid., 1098, a. 19-21. los cristianos. Hacia una comprensión actual de la teología: XVIII Simposio Internacional de Teología de la
27. J. L. ARANGUREN, o.c., 30, donde dice también que por eso mismo pudo Cicerón definir prefilosóficamente la Universidad de Navarra, Servicio de Publicaciones de la Universidad de Navarra, Navarra 1998, 145-154.
moral como vitae degendae ratio, modo de conducir la vida. 46. Cf. la perspectiva histórica ofrecida por L. VEREECKE, «Historia de la Teología Moral», en NDTM, 816-843.
28. Algunos autores, como Santiago Ramírez, sostienen que el latín sí tenía dos palabras para significarlos, mos y Merece la pena la lectura de los dos epígrafes titulados «La teología como ciencia práctica» y «La teología
consuetudo, de manera que la primera equivaldría a ethos, y la segunda a êthos, citando como fundamento un práctica» en la obra de W. PANNENBERG, o.c., 238-248 y 431-447.
texto de Macrobio [S. RAMÍREZ, «Filosofía y filología»: Arbor 119 (1955) 213-237]. 47. Por ejemplo, todo el mundo conoce y discute los documentos o declaraciones de la Iglesia sobre los
29. CICERÓN, De amicitia, Tal vez (trad. de Rosario Delicado), Madrid 2005. Hay que tener en cuenta las anticonceptivos o el aborto, pero, sin embargo, nadie sabe las disquisiciones teológicas especulativas acerca de
diferencias entre las distintas traducciones del texto, dado que la mayoría de ellas no tienen en cuenta lo la comprensión de la revelación, que es, sin lugar a dudas, no solo absolutamente central para la vivencia de la
peculiar de las distintas formas, dado que no se hacen para probar tesis alguna. Con todo, hay que decir que fe, sino también para una determinada comprensión de la moral cristiana.
en el mismo Cicerón el concepto de moral también se puede traducir perfectamente en ocasiones por 48. Se podrían citar muchos autores de distintas líneas que sí han realizado intentos teológicos de renovación de
sentimientos y por costumbres. la teología moral desde B. Häring (en líneas distintas). Basten, entre otros, J. Fuchs, A. Auer, F. Böckle, Ch. E.
30. STh., I-II, c.58, a.1. Curran, S. Th. Pinckaers, D. Mieth, C. Caffarra, K. Demmer, E. Chiavacci o M. Rhonheimer. También en el
ámbito español destacan, sobre todo (aunque sin duda no son los únicos), las obras de M. Vidal (Nueva Moral
31. No vamos a entrar ya en los problemas de relación entre ontología y ética ni tampoco en el distinto camino Fundamental. El hogar teológico de la ética) y de J. R. Flecha (Moral fundamental. La vida según el
que han recorrido los conceptos de ética y moral o moral pensada y moral vivida. Cf. a este respecto, por
espíritu), debido a la total vertebración teológica de las mismas. A este respecto es muy acertada la
ejemplo: A. HORTAL ALONSO, Ética, I: Los autores y sus circunstancias, UPCO, Madrid 1994, 1-25; J. J. FERRER observación rahneriana de que «una cuestión es teológica solo si mira el objeto individual en su origen y en su
– J. C. ÁLVAREZ, Para fundamentar la bioética. Teorías y paradigmas teóricos en la bioética contemporánea, destino en Dios» [K. RAHNER, «Teología y antropología», en T. P. BURKE (ed.), Las cuestiones urgentes de la
Desclée de Brouwer-UPCO, Madrid 2003, 21-29.
teología actual, Razón y fe, Madrid 1970, 24].
32. J. L. ARANGUREN, o.c., 133.
49. Sobre ello decía K. Rahner que «la reducción del concepto [de ciencia] a hechos verificables
33. X. ZUBIRI, Naturaleza, historia, Dios, Ed. Nacional, Madrid 1951, 203. Por ello Zubiri dice que lo ético experimentalmente (a la manera de las ciencias naturales, matemática y cuantitativamente, con neutralidad
«comprende, ante todo, las disposiciones del hombre en la vida, su carácter, sus costumbres y, naturalmente, valorativa) es arbitraria, es asunto de fijación meramente terminológica y denegaría a la teología una pretensión
también lo moral». de “cientificidad” que ella misma jamás ha alcanzado» (K. RAHNER, «Teología», en SM, t. 6, 532). Resulta
34. De hecho Adela Cortina afirma que moral es «un modo de reflexión y lenguaje que dirige de modo inmediato también iluminador a este respecto el discurso de Benedicto XVI en la Universidad de Ratisbona el 12 de
la conducta en la vida cotidiana y que es tan antiguo como la humanidad, mientras que la ética sería un septiembre del 2006 bajo el título Fe, razón y universidad. Recuerdos y reflexiones, sobre todo la segunda
segundo nivel de reflexión y lenguaje, de carácter filosófico, que reflexiona sobre el fenómeno de la moralidad mitad del mismo.
y, al intentar dar razón de él, es inmediatamente prescriptivo»: en A. CORTINA, «Ética filosófica», en CFET, 50. Y. CONGAR , La fe y la teología, Herder, Barcelona 1970, 241.
147. Otros dirán que la ética se refiere a la filosofía moral y la moral a los comportamientos normativos o que 51. En realidad siempre el ser humano es el punto de partida, dado que todo lo que se diga de Dios no será nunca
la ética es laica mientras que la moral es religiosa, o incluso que la ética atiende a lo teleológico (bienes, al margen de la misma estructura del conocimiento humano. De ahí que ya Kant estableciera la distinción entre
felicidad...) mientras la moral a lo deontológico (normas, deberes...).
la theologia archetypa, imposible para el ser humano, y la teología ectypa, que es siempre muy deficiente,
35. Cf., para lo que sigue, M. VIDAL, Nueva moral fundamental. El hogar teológico de la Ética, Desclée de dado que se funda en nuestra naturaleza (I. KANT , Lecciones sobre la filosofía de la religión, Akal, Madrid
Brouwer, Bilbao 2000, 887ss (aquí especialmente p. 902). 2000, 66).
36. L. VEREECKE, «Historia de la teología moral», en NDTM, 816-843. 52. Un autor como Johannes Gründel definía hace ya muchos años a la teología moral como «una de las
37. M. VIDAL, Moral de actitudes I, 142. disciplinas que pertenecen a la llamada teología sistemática» (J. GRÜNDEL, «Teología moral», en E. NEUHÄUSLER
38. TH. ST EINBÜCHEL, Los fundamentos filosóficos de la moral católica, t. 1, Gredos, Madrid 1959, 19. – E. GÖSSMANN, ¿Qué es teología?, Sígueme, Salamanca 1969, 259). Es más, él la sitúa, junto con la teología
39. K. DEMMER , Introducción a la Teología moral, Verbo Divino, Estella 1994, 12. fundamental y la dogmática –con las cuales guarda una estrecha relación– en el «núcleo medular de la teología
católica» (p. 263).
40. W. PANNENBERG, Teoría de la ciencia y teología, Cristiandad, Madrid 1981, 431.
53. En concreto –continúa– de la «antropología teológica» (K. RAHNER, «Teología», en SM, t. 6, 539). Por otro
41. Práctica no es aquí tan solo lo que es resultado de la acción libre, es decir, los actos humanos (actus humani),
lado, conviene señalar que la vivencia misma de la fe depende también de condicionantes histórico-culturales.
sino que abarca también a los principios teoréticos de los mismos y su referencialidad y, en este sentido, se
La modernidad ha sido una buena muestra de ello, de igual modo que puede comprobarse en el hecho mismo
refiere al conjunto de la teología moral y no solo a una parte de la misma.
del pluralismo religioso o de las distintas configuraciones del hecho religioso según las culturas existentes.
42. STh., I, c.1, a.4. Con todo, siendo el estudio de lo divino el objeto primario de la teología, también las ciencias
54. Cf. una visión de ello y su problemática en J. RAT ZINGER, «Magisterio eclesiástico, fe, moral», en J.
prácticas forman parte de la única doctrina sagrada, dado que tratan de lo humano en cuanto que se encamina
RATZINGER – H. U. V. BALTHASAR – H. SCHÜRMANN, Principios de Moral Cristiana. Compendio, Edicep,
al conocimiento de Dios, es decir, a la felicidad eterna.
Valencia 2005, 43-69. Dice él: «pertenece a la fe cristiana la praxis de la fe; ortodoxia sin ortopraxis pierde el
43. Es significativo el prólogo a la segunda parte de la Summa: «Cuando decimos que el hombre ha sido hecho a centro de lo cristiano: el amor que procede de la fe [...] La praxis de la fe se apoya en la verdad de la fe» (p.
imagen de Dios, entendemos por imagen, como dice el Damasceno, un ser dotado de inteligencia, libre 65-66). Cf. también K. RAHNER, «Teología», en SM, 534-535.
albedrío y dominio de sus propios actos. Por eso, después de haber tratado del ejemplar, de Dios, y de cuanto

60 61
55. En este sentido «la moral, sin ser secundaria, es segunda», en cuanto que «lo primero y fundamental es la 919-945; J. GAFO, Bioética teológica, Upco-Desclée de Brouwer (ed. a cargo de J. L. Martínez), Bilbao 2003
iniciativa de Dios» (cf. el número 4 del documento de la PCB del año 2008 bajo el título Biblia y moral). (especialmente los capítulos 3º y 4º). E. LÓPEZ AZPITART E, Ética y vida. Desafíos actuales, San Pablo, Madrid
56. Cf. M. VIDAL, «Las intervenciones de la Iglesia en cuestiones de moral con significación pública», en AA.VV., 1990, 25-47 (cap. 2º: «Desafíos actuales de las ciencias a la teología moral»).
Cuatro prioridades pastorales de la Iglesia en España. XX Semana de Estudios de Teología Pastoral, Instituto 79. J UAN PABLO II, Discurso en el séptimo centenario de la muerte de S. Alberto Magno, Colonia, 15 de
Superior de Pastoral – Verbo Divino, Navarra 2009, 154-156. noviembre de 1980. También el Papa Francisco afirma en su Exhortación Apostólica Evangelii gaudium que
57. Y. CONGAR , o.c., 245. Ello no significa que sean lo mismo. De hecho, continúa diciendo que «El saber «la Iglesia no pretende detener el admirable progreso de las ciencias» (n. 243).
especulativo apunta a la cognitio generis subiecti; el saber práctico, a la constructio ipsius obiecti». 80. J UAN PABLO II, Nueva y respetuosa actitud ante el medio ambiente: Discurso a un grupo de estudio de la
58. J. R. FLECHA, Teología moral fundamental, 24. Le seguimos en todo este apartado, pp. 23ss. Pontificia Academia de las Ciencias, 6-11-1987.
59. CONGREGACIÓN PARA LA EDUCACIÓN CATÓLICA, La formación teológica de los futuros sacerdotes, cap. II, 1976, 81. P.-H. KOLVENBACH, Discurso en la Reunión Internacional de la Educación Superior de la Compañía de Jesús,
en Ecclesia 1795 (1976) 892-893. Roma, 27.5.2001, nº 27.
60. K. DEMMER , o.c., 13.
82. J UAN PABLO II, Mensaje a la Universidad Católica del Sagrado Corazón, Milán, 5 Mayo 2000, nº 7.
61. Ibid., 13.
83. J UAN PABLO II, Discurso ante la UNESCO, 2 de junio de 1980.
62. K. RAHNER, «Teología y antropología», 16.
84. J UAN PABLO II, El reto de humanizar la Medicina: Discurso a la Conferencia promovida por la Pontificia
63. K. DEMMER , o.c., 14. Comisión por la Pastoral de los Agentes Sanitarios, 12-11-1987.
64. J. R. FLECHA, o.c., 26. 85. J UAN PABLO II, Investigación científica y ética en el ámbito biomédico, urgente necesidad de la época
65. M.-D. CHENU, Le Saulchoir: une école de théologie, Le Saulchoir, Étiolles 1937. presente: Discurso a la Pontificia Academia de las Ciencias, 20-11-1995.
66. Cf. los estudios de M. VIDAL, Moral y espiritualidad, PS, Madrid 1997; J. L. MARTÍNEZ, Moral social y 86. J UAN PABLO II, Discurso en Cracovia, 18 de agosto de 2002.
espiritualidad, Sal Terrae, Santander 2011. 87. V. R. POT TER , Bioethics. Bridge to the future, Prentice-Hall, New Jersey 1971.
67. M. VIDAL, Moral y espiritualidad, 66-73; también ID., Nueva moral fundamental, 907. 88. J UAN PABLO II, Constitución apostólica Ex corde Ecclesiae, nn. 15, 16.
68. M.-D. CHENU, o.c.. Cf. G. GUT IÉRREZ, La espiritualidad de la liberación. Escritos esenciales, Sal Terrae, 89. J UAN PABLO II, Mensaje a la Universidad Católica del Sagrado Corazón, Milán, 5 Mayo 2000, nº 7.
Santander 2013, 123-127: «Dios se encuentra en nuestras raíces», dice él recogiendo las palabras de Rilke (p.
90. P.-H. KOLVENBACH, Discursos universitarios, UNIJES, Madrid 2008, 109.
127).
91. BENEDICTO XVI, Discurso en el encuentro con profesores universitarios jóvenes (19 de agosto de 2011), en:
69. CONGREGACIÓN PARA LA EDUCACIÓN CAT ÓLICA, o.c..
Jornada Mundial de la Juventud 2011. Discursos, homilías y mensajes, BAC, Madrid 2011, 65.
70. Cf. J. L. MART ÍNEZ – J. M. CAAMAÑO, «Noventa años de Teología Moral en la Revista Estudios Eclesiásticos
(1922-2012)»: Estudios Eclesiásticos 342 (2012) 487-488. 92. Cf. A. UDÍAS , «Jesuit Scientific Tradition and Ignatian Spirituality»: Lo Sguardo. Rivista di filosofía 10
71. Cf. J.-M. AUBERT , Compendio de la moral católica, Edicep, Valencia 1989, 123ss. (2012-III) 207-219.
72. J. MAUSBACH – G. ERMECKE, Teología moral católica, Eunsa, Pamplona 1971., 38-39.
73. M. VIDAL, Nueva moral fundamental, 898.
74. Cf. J. GÓMEZ CAFFARENA, «Función de la filosofía en una carrera teológica»: Razón y fe 177 (1967) 97-108.
75. Para desarrollar este tema nos guía el artículo del profesor de la Universidad Pontificia Comillas: L. M.
GÓMEZ, «Un siglo de filosofía católica»: Estudios Eclesiásticos 56 (1981) 515-543, y sobre todo la excelente
síntesis hecha por D. PICORNELL GALLAR, La estructura de la razón moral. Diálogo teológico con la noología
de Xavier Zubiri, Universidad Pontificia Comillas-Instituto Superior de Ciencias Morales (Tesis doctoral),
Madrid 2006, 118-143.
76. Lo desarrolla en algunos de sus trabajos como, por ejemplo, «Filosofía y teología», recogido en K. RAHNER,
Escritos de Teología, VI, Cristiandad, Madrid 2007, 83-93. Su idea es que es imposible hacer teología sin
servirse de la filosofía, pues «la filosofía es un momento interior de la teología» (p. 84). Él trata la cuestión
desde los presupuestos de la relación entre naturaleza y gracia y desde la historia del mundo e historia de la
salvación. También H. U. VON BALT HASAR , Teológica 1: Verdad del mundo, Madrid 1997: «sin filosofía no hay
teología», dice él (p. 11). Cf. también A. CORDOVILLA, «“La teología es pensar”: la relación entre teología y
filosofía en K. Rahner»: Estudios Eclesiásticos 79 (2004) 395-412.
77. Cf. la encíclica Aeterni Patris, de León XIII (1879). A modo de ejemplo, citamos los siguientes dos textos de
dicha encíclica: «la filosofía, si se emplea debidamente por los sabios, puede de cierto allanar y facilitar de
algún modo el camino a la verdadera fe y preparar convenientemente los ánimos de sus alumnos a recibir la
revelación; por lo cual, no sin injusticia, fue llamada por los antiguos, “ora previa institución a la fe cristiana”
(2), “ora preludio y auxilio del cristianismo” (3), “ora pedagogo del Evangelio” (4)». [...] «pertenece a las
ciencias filosóficas, defender religiosamente las verdades enseñadas por revelación y resistir a los que se
atrevan a impugnarlas. Bajo este respecto es grande alabanza de la filosofía el ser considerada baluarte de la fe
y como firme defensa de la religión».
78. Cf. para este apartado J. L. MARTÍNEZ, «¿Cabe la Teología moral en los debates interdisciplinares y plurales de
la bioética cívica?», en J. FERRER – J. L. MARTÍNEZ (eds.), Bioética: un diálogo plural, UPCO, Madrid 2003,

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