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Personajes: El viajero, El campesino, La patrona, La sordita.
Decoración: El patio de una casa de campo.

El viajero. (Apareciendo a espaldas del campesino.) ¡Eh,


buen hombre… ¡Buen Hombre! (El campesino
no le atiende.) ¡Ni que fuera sordo como yo!
(le toca un hombro) ¡Oiga! Germán Berdiales
(1896-1975)

Nació y murió en Buenos Aires,


Argentina. Se inició en la actividad
periodística a los dieciséis años
y la abandonó (temporalmente)
al terminar sus estudios como
maestro. Con auténtica vocación
magisterial, se encaminó hacia
la provincia de Chubut donde
fue maestro de niños aborígenes
durante varios años. Retomó el
periodismo a su regreso de La
Pampa y la Patagonia y colaboró
en publicaciones de prestigio
como La Prensa de la Capital
Federal, El Día de La Plata y otras
más. La obra de Berdiales fue
principalmente escolar. Hoy se le
recuerda como el gran poeta de
la infancia y autor de hermosos
textos juveniles. Germán Berdiales
se prodigó por entero a la
infancia y la juventud estudiosa.
Instruir, enseñar, inculcar cultura
y conocimientos fueron sus
objetivos primordiales.

El primer libro de este gran


escritor vio la luz en 1924 y se
llamó Las fiestas de mi escuelita.
Comedia, diálogos, monólogos
y discursos para la escuela y el
aula. Se trataba de teatro infantil.
Le siguieron: Fábulas en acción
(1927), Padrino (1929), El último
castigo: cuentos para padres y
maestros (1929), Fabulario (1933)
y Maestros del idioma (1936).

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El campesino. ¡Hola! ¿Qué tal? ¿Qué desea?
El viajero. Usted, que ha de conocer estos lados.
El campesino. Sí señor; Rudecindo Lagos, para servirle.
El viajero. Hágame el favor de hablar más alto, porque soy bastante sordo.
El campesino. Si no grita más, no podré entenderlo, porque soy un poco torpe de
oído.
El viajero. ¿Podría indicarme dónde queda la estancia “Los Leones”?
El campesino. ¡Claro que tienen fragancia mis melones! Es que son muy buenos, le
haré traer algunos para que los pruebe.
El viajero. ¿Nueve? ¿Nueve qué? ¿Nueve leguas? ¿Tanto? ¡No puede ser!
El campesino. (La patrona aparece en este momento.) Sí, ésta es mi mujer. (A la
patrona.) Oye. Tráele a este hombre una docena de melones, para que
elija algunos.
La patrona. ¡Ah, muy bien! ¿Así que este caballero quiere tener relaciones con
nuestra hija? Tanto gusto, señor. En seguida se la presentaremos.
(Gritando hacia el interior de la casa.) ¡Mariquita!... ¡Mariquita!... Esa
chica es más sorda que yo, todavía... Un momento, siéntese... (Se
introduce en la casa.)
El viajero. ¿De modo que usted dice que la estancia “Los Leones” queda a nueve
leguas de aquí?
El campesino. Sí, señor; se lo he dicho y se lo repito. La fragancia de mis melones es
exquisita… (Aparece la patrona.)
La patrona. No grites, hombre; aquí está Mariquita. (A su hija.) Bueno, hija aquí
tienes a tu pretendiente…
La sordita. Ay, mamá, ¿cuántas veces quiere que le diga que no me duelen los
dientes ni nada?
La patrona. ¿Qué no tiene nada? ¿Y tú qué sabes? A lo mejor resulta que es rentista.
La sordita. ¡Mamá!, por favor, ¿para qué quiero yo un dentista, si no tengo
enferma la boca?
La patrona. Ya sabes que tu madre pocas veces se equivoca: ha de ser rentista no
más.
El campesino. ¿Y los melones, mujer?
La patrona. Es lo que yo le digo, ¿por qué te pones así, hija?
El campesino. Pero, si no les traes ninguno, ¿cómo quieres que elija?
La patrona. Es que tú sabes cómo es esta niña; ella quiere salirse siempre con la
suya. (Al viajero.) Ésta es mi hija, se llama Mariquita.
El viajero. ¿Cómo cerquita, si su esposo me ha dicho que faltan nueve leguas?

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La patrona. (Al campesino.) ¿Qué dice este hombre de las yeguas?
El viajero. Sí, y como ya de luz quedan pocas horas.
La sordita. No, todavía no soy señora.
El viajero. No sé, ni siquiera si es bueno el camino.
La sordita. ¡Ah, yo no pretendo que usted sea adivino! Sólo le he dicho que sigo
soltera.
El viajero. ¡Ah!, ya entiendo: ¿llegando a la tranquera, sigo hasta la derecha? ¿Y
de ahí, a “Los Leones”?
El campesino. ¡Ah!, como buenos le aseguro que son buenos. Y puedo mandarle
todos los que quiera…
El viajero. Sí, ya me dijo la señorita: de la tranquera, a la derecha.
La patrona. Yo no digo que usted no quiera a la chica, pero convendría que fijara
fecha…
El viajero. (Desapareciendo.) Bueno, hasta otra vez, y perdonen la molestia.
La patrona. ¡Oiga, oiga! ¡Más bestia será usted, atrevido!
El campesino. ¿Qué? ¡Tiene razón!, no iba a esperar hasta mañana que le trajeras los
melones.
La patrona. Y no. Jamás consentiré que nuestra hija tenga relaciones con semejante
gente.
La sordita. Déjelo que se vaya; total, aquí a nadie le duelen los dientes.
El campesino. No es que te lo reproche, pero hubiera comprado tres o cuatro…
La sordita. ¡Ay, qué bueno eres, papá! ¿Oyes, mamá? Dice que nos llevará al
teatro a ver las comedias.
La patrona. ¡Cierto! Ya me había olvidado que tenía que zurcirle las medias.
¿Sabes dónde he dejado la lana azul?
La sordita. ¡No me digas! ¿La comedia de Barba Azul? ¡Qué bonito título! ¡Ay,
qué contenta estoy, madre mía!
La patrona. Es lo que digo siempre a tu padre: ¡que Dios nos conserve esta
armonía! Porque el día que nos entendamos, esta casa será un
infierno…

TELÓN

Germán Berdiales, “Los sordos” en http://www.bambalinasteatro.com.ar/downsordos.htm, consultada el


1° de febrero de 2012.

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Lo que dicen Para cada palabra de la primera columna existe uno o dos sinónimos

las palabras y antónimos. Elíjanlos entre los siguientes y anótenlos en el lugar


correspondiente:

acertado, ágil, aroma, arrendatario, caballo, casero, concordancia, corcel, desequilibrio, discordia,
esencia, hedor, inhábil, jaca, obtuso, paz, pestilencia, potranca, propietario, rentero, rasgarle, reforzar,
remendarle, romperle.

Sinónimos Antónimos

torpe

fragancia

rentista

yeguas

armonía

zurcirle

¿De qué se
trató? Respondan el siguiente cuestionario.

En forma breve den a conocer el asunto de la obra.

¿Por qué creen que el relato se titula “Los sordos”?

¿Quiénes de los personajes están sordos?

¿Qué fue lo que les agradó o desagradó de la historia?

¿Qué busca el viajero y, al despedirse, qué se lleva?

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Anoten lo que cada uno de los protagonistas pretende a lo largo de la obra:
El campesino Mariquita
La patrona El viajero
¿Qué opinan del desenlace?

¿Cuál es el recurso que usa Berdiales para dar un sentido humorístico a los parlamentos?

Hagan un listado de al menos cinco palabras o expresiones con las correspondientes que dieron lu-
gar a la confusión.

Jueguen, dibujen, escriban, Jueguen con el lenguaje


hablen, escuchen... I. En esta ocasión, el reto será elaborar una obra
que pueda ser representada. Como lo hace Ger-
mán Berdiales, jugarán con el lenguaje. Al poner
atención en el sonido final de las frases o las palabras, les será fácil relacionar una palabra o frase para
que puedan continuar la historia.

Elijan una situación común a partir de la cual se pueda contar una historia y mencionen el lugar de la
obra (puede ser la escuela, un parque, una tienda, una casa o cualquier lugar que se imaginen).
Cada equipo propone un personaje, al cual dará voz.
La historia comienza cuando un equipo escribe lo que dice su personaje.
Al terminar, otro equipo escribirá lo que responde el personaje al que da voz, y así sucesivamente, cada
equipo escribirá su intervención.
Cada personaje hablará tantas veces como sea necesario.
En cada participación incluyan frases cortas, así la obra será ágil y más fácil recordar las intervenciones
cuando la representen.
Recuerden retomar la participación del último equipo que haya escrito, para jugar con el lenguaje y dar-
le un toque de humor a la obra.
Pueden cambiar el orden en que se escuchará la voz de cada personaje, las veces que sea necesario.

II. Al terminar de escribir su guión, revísenlo y pónganse de acuerdo para representarlo. Pueden hacer va-
rias representaciones, para que todos participen interpretando algún papel o distribuir otras funciones
que también son importantes, como el cuidado del escenario, el vestuario, etcétera.

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