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DERECHO PENAL ·
ROMANO
BERNARDO SANTALUCJA

37)3
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ORIAl CENTRO DE ESTUDIOS RAMON ARECES, S. A.


ONVWOH 'lVN3d OH:J3H30
.1Itc .....___ i.., •••.• ••J .. ...... I~ ••

Director:
JAV I ER PARIClO
BER NA RDO SANTALUCIA
Catedrá tico de la Uni versidad de Florencia

DERECHO PENAL
ROMANO
TraJu..x.:i'm dt:
.1 1\\' 11: 1{ I'AHJC IO y CARMEN VI". I.ASCO

EDITORIAL CENTRO DE ESTIJOIOS


RAMÓN ARECES, S.A.
-

¡-ilulo ori~ltlOl l : I ) 'r;11I1 l' pr,,"x,SO rll:nak ndl'~lll i ( :I Ro m ;,


I<i illffrl','ditorl'. M ila lHI l ')S9 )

" CF NT R() n F I':S r u nlos I{ AM ( ) N ,\ I{FC ES


h hl:ld" por
UlITOJH AI n ,NTlW D I: EST UD IOS RAMÓN A RI T LS. S. '\ .
I'l'rnocarnl. ~ 4 .. 21'\045 Madrid

ISBN: 84-87J9 1-64 .. t.l


Depósito Legal: M-43J20- 1990

Illlprinll': (',\1\1 I'II.I.O -NI". V A I>O. S.A.


¡\lIlon;, ) <imll;ilo P"rm,_ .l5·J7· 21101" (;\b .hiJ¡
¡m lm_""I,"n I 'p'''¡;¡ I ¡'rill/nl/ll S",,¡/1
INDlCE SUMAIUQ 7

I N DI CE: SUM ARI O

Páginas

Prólogo. 13

Nota a la edición e..,pa;¡ola . . 17

Abrc)'ialuras . 19

No/(¡ bihliográjica . 23

, <.
CA PITULO I

LOS O RIGENES D E LA REP RESION CRIMI NAL

Jurisdiu;ión crimi na l del rey como s<lccrdotc de la comunidad.. 27


2. Crimenes castigados con pcna sanal . 29
3. Crímenes rem itidos a la vcnganJ"1 privada . . 31
4. J urisd icción criminal del rey como jefe milit:n. El ¡U.I" cot'n:iliol/i.\' . 33
5. A uxiliares del rey. l-I ucHas de una participación del pueblo en los
j uicios t: rim ina!cs .. . . . ....... ... . 34 /~
\...ecc 37

't . .,,: ~'t \ \.\ '~~ . • ~ <' '-o \'I;;.':~ ;,~ -C, .,
' , ':' 1<, '\ Q....
, DERECI IO PENAL ROMANO

CAPITUI ,O 11 Página.\'

LA EVOLUCION DEL I~I{OC ESO CRIMINAL


y LAS LEYES "DE PIt.OVOCATIONE"

1. La pri mera época republic..11Ja. Int roducción de la prOl'ocmio ad


populum ... . .. . , . ... . ... . . . 41
2. Natura1c:r..a y efeclos de la prol'ocaIio 44
3. Competencia crim inal de los comilia curia/a. Procesos revolucionarios
plebeyos. Transferencia de los procesos C<lpitales de las curias a las
centurias . . 45
Bihliograjía . 47

C,\PITULO 111

LA lEGISLACION DECEMVIRAL

1. El proceso y su ámbito de aplicación. Los quacsfOre.\' parricidii . 51


2. Coerción magislralual y provoca/io. Los duuml'iri perdudlionis . 53
3. Los delitos en panicu lar ................. . .. . . 55
Bihliografía . . ... . ...... . . ........ .. . .. . .. . 60

CAPITULO IV

LA EVOLUCION DE LOS "IUDlCIA POPUU "


y LAS "QUAESTIONES EXTRAORDlNARIAE"

1. Nuevas fi guras criminab y consolidación de la pro~oca/io ud popu-


~ ... . . ..... M
2. Competencia represora de los distintos magistrados 66
3. Desarrollo de los juicios ante las asambleas populares . 68
4. Las quaestione.\· extraordinaria!' . 69
Bibliograjia ....... . 71
INDlCE SUMARIO 9

CAPITULO V Páginas

LAS "QUAESTIONES PERPETUAE"

l. Orígenes de las quaesriones perpefllac . . . . .. .. . •• • • . • • . • • •• • • • . • • 77


2. La tex Calpumia y la tex Acilia repellmdarum . . • • • • • . . . . • • • • • • • • 79
3. Los sucesivos desarrollos. Leges iudiciariac y teges de repeulIldis. •• • 81
~~_~a ............................................... ~
5. Las quaestiones de época postsilana . .. .. .. .. . . .. . .. . . . .. . .. . .. . . 85
6. Desarrollo del procedimiento. . . . .. . . .. . . . .. . . . . . . .. . . . . .. .. . . . . 86
7. Las penas.................................................... 88
8. Qllaesriolles en los municipios y en las provincias. .. .. . . . .. .. . .. .. 89
Bibliografia •••••.•.•.••••......................•••.•.•.••••.••••• 91

CAPITULO VI

LAS REFORMAS AUGUSTEAS


y LA "COGNITIO EXTRA ORDINEM"

1. La tex lulia iudiciorum publicorum .. . .. . • . . .. .. .. .. . • . . . . . . .. . . 99


2.
Legislación penal augustea . . . . . . . . .. .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . 100
3.
Senadoconsultos extensivos de la primera épOC.1 imperial.......... 102
4.
Progresiva sustitución de las qllaesriollcs por la cogl/irio . . .. . . . . . .. 103
............. 5.
El tribunal imperial. Competencia judicial de los prac/ect; .....•••• lOS
6.
Competencia judicial de los gobernadores provinciales. El ills gtadii 107
7.
El tribunal senatorial......................................... 110
8.
Características del procedimiento extra ordil/em . . . . . . . . . . . . . . . . . 113
Las penas en la cogl/irio .. .. .. .. .. ......... .. .. • .. . . .... . .. .. .
9. 116
10.
Los delitos de las quaestiol/c.I' en la represión extra ordinem y los
crimina extraordinaria. •• . • •• •• • . •• •• . •• ••• •• •• •• . . •• .. .. . . . . . 118
Bibliografia ..........••.••.•.•.••••.••.....................•. .... 123

I
lO OERECHO PENAL ROMANO

CAI'ITU I,O \'11 \. Páginas


I
LA REPRESION CRIMINAL
EN EL BAJO IMPEIHO

1 Gcncralil..tlciún de la cognitio exlra ordil/C!1/ ... lJ]

2 Características del proceso criminal postdúsico . 135


3. Los crímenes y las penas 137
Bihlio}Vafia . . . . 143
PROLOGO Ll

PROLOGO

Circunstanc ias impre vistas. ajenas tanto a los traductores como a la Edito rial
Centro de Estudios Ramón Areces, han obligado ti posponer durante más de un
año la publicación en lengua española de este li bro. cuya traducción estaba lista
y anunciada para haber coincidido en el tiempo con la primera ed ici6n italia na
de 1989.
ESle Derecho pellal romal/O, titulo con el que aparece en español la obra 01 '.
se debe a Bernardo Santa lucia, cated rático de la Universidad de Florencia,
reconocido como una de las máximas autoridades actuales en el ámbito del
derecho criminal romano, materia que se ha renovado extraordina ria men te en
los últimos años, y en no peq ueña medida gracias a él. El libro constituye una
síntesis admirable de la hisloria del derecho y del proceso penal en la antigua
Roma. desde sus orígenes al bajo Imperio, que ti ene en cuenta los resultados
substanciales y melOdológicos de la doctrina más reciente. así como. naturalmente.
los alcanzados por el propio autor en di versos trabajos monográficos. Pese a sus
no excesivas di mensiones. a causa de la misma conce¡x;ión de la obra a modo de
"lecciones", se trata de la mejor ex posición moderna de conjunto sobre la
materia . y constituye un fundamento sólido para c ua lquier investigación
posterior sobre aspectos pa rt iculares en este campo.
Por a Ira parte, y ello es también un fa ctor que justific.1 la publicación en

," Con la a utorización del autor se ha cambiado por ése el de " Derecho y proceso penal en
ta antigua Rom¡," , 4uc sería el correspondiente al titulo Italiano.
14 DEHECIl O PENAL ROM ANO

español del libro, no cXlstla hasta la fecha en nuestra lengua otra obra que
afrontara en su integridad el derecho pena l romano después de la trad ucción que
efectuara Dorado Montero, hace ahora casi un siglo, del mo numenta l Romisches
Straf rechl de Mommscn ' ! I, o bra de finales d e la pasada centuria que, aun siendo
todavía hoy punto inexc usable de referencia. ha quedado, como es natural,
superada en muchos aspectos por las modernas investigaciones histórico-
jurídicas.
Como observación preliminar para el k'Ctor no especialista, qu izá resulte úti l
ad vertir que desde época muy an tigua se contraponen en Ro ma dos ti pos de
ilícitos. Un os son los delitos privados, que se suelen designar en el plano técnico
con el término deliCia, considerados como fu entes de obligalio; se entiende por
tales, los hechos ilícitos que lesio nan un interés particular y que dan lugar a un
procedimiento privado cuyo objeto es una cantidad pecuniaria que. en concl?pto
de pena, deberá paga r el delincuen te a la víctima : de este tipo so n el delito de
hurto. el de robo, el de lesio nes físicas y mo rales, el de daños patrimonia les, el
de dol o, el de intimidación y otros menos impo rtan tes. A ell os se con traponen los
delitos públicos, llamados técnica mente crimilJo. que comprenden las actuaciones
ilícitas que al no.Jesio nar sólo un inte rés pa rt icular, sino valores que la
colectividad considera de na turaleza com uni taria, dan lugar a una persecució n
estatal a.Jra.vés de los ó rganos inycsti{1os de jurisdícció n crimina l, castigá ndose al
respon sable con una pena pública, corporal O patrimonial. Este libro sólo se
ocupa de ~csJ os últimos. no de los deliCIa. que pertenecen a la esfera del derecho
privado. No obstante, debe ad vert irse también que, ya en algunos casos en la
tardía Repúb lica , pero sob re todo en el Principado, ex iste la tendencia, cada ve"!
más acentuada, de a traer a l á mbito de la represión criminal determinados
supuestos agra vados d e conductas il ícitas que antes eran sancionados a tra vés de
acciones penales pri vadas. Pese a esa tendencia, nunca ll ega a eliminarse por
com pl eto en Roma. ni siquiera en el bajo Im perio, la contraposición entre
acciones pri vadas y públicas.
Po r lo de más. aunque se.l verdad Que esta rama del derecho no alcanzó en
Ro ma la altura imperecedera del derecho privado, y aunque su innujo e n la

." Mommscn terminó c~ obra en I R9X y la primera edición ale ma na es del año sigu iente: l(l~
dos volümencs cn quc apareció la traducció n cspailola de Dorado Montero vienen sin fl"{:ha de
publiC:lüó n. cosa por lo demas ordinaria en los libros de la Editorial "Esp,a ña Moderna'·. •
l'ItO LOGO
"
tradición jurídica europea y en los modernos ordenamientos ha ya sido
incomparablemente menor que el de aquél, es igualmente cierto que el derecho
penal orrece una magnífica visión del mundo jurídico y ¡x>lítico romano.

JAVIER PARIClO
Ca/edró/ico de Derecho roma"o de la
Madrid, septiembre de 1990 Ullil1ersidad Complutense de Madrid
NOTA A LA EDICION ESPANOLA 17

NOTA A LA EDlCION ESPAÑOLA

Este breve trabajo se propone trazar un diseño histórico del derecho y del
proceso penal romano desde los orígenes a la época imperial tardía, sobre la base
de los principales resultados alcanzados por la moderna investigación científica
en este campo. Dada la brevedad de la exposición, sólo sobre algunas cuestiones
(como, por ejemplo, en materia de provocafio ad populum o de proceso
comicial) ha sido posible reseñar, aunque sea en sus grandes líneas, el camino de
la investigación que ha llevado a tales resultados. La bibliografía que se incluye
al final de los distintos capítulos pretende indicar al lector una vía para
profundizar en el exa men de los problemas tratados. He tenido en cuenta la
principal literatura especializada sobre los argumentos concretos, y en particular
las monografías que han representado un progreso en este sector.
Por la forma plana de la exposición y por la simplicidad de las líneas, el libro
se destina sobre todo a los jóvenes estudiantes universitarios. Espero, sin
embargo, que en él se pueda encontrar no sólo una síntesis de cuanto ya es
conocido. sino también alguna contribución original que pueda servir a los
futuros estudiosos para ulteriores investigaciones en el campo del derecho
criminal romano.
Es para mí un gran honor que este libro haya sido considerado digno de ser
traducido al español, y expreso a los dos traductores, Javier Paricio y Carmen
Velasco, mi más sincero agradecimiento. He tenido la posibilidad de revisar el
texto de la traducción , y no puedo sino congratularme por la gran pericia y

¡
IK DEREnlO PENAl. ROMANO

escrupul oso c uidado con que ha sido realizada. 1\ los amigos españoles y a todos
los colegas que me han permitido mejorar el conten ido del libro con su adhesión
o con su crítica. les ex preso mi más profundo reconocimien to.

BERNARDO SANTALUCIA

Florencia. noviembre de 1990


ABREV IA TURAS UTIIJ ZADAS
"

ABREVIATURAS UTILIZADAS

AAN Auí dclI'A¡;¡;ademia di scien7.e moral í e politiehe ddla Socict:l


na],iona lc di scicnze, !eucre ed arti di Napoli.
AC L'antiquité dassique.
A cm!' Aeme. Anna li dcHa FaeoltiJ. di filosofia e 1cUere dCll'Ull ivcrsit3
Statale di Milano.
AIIIX' Anuario de historia del derecho cspañn1.
A IC Art:hivum iuridicum cracovicnsc.
A}""
AI/I/lklr;
Thc Americ:m Journal uf Philology.
¡\nnah dclla F:lColtú di giurisprudcn7"1dclrUnivCTsil:1Ji Bari.
Al//ICm Annali del Seminario giuridico Jell'Un ivcrsit:i di Catanía.
AI//IG('I/ Anna l; dcll,1 Facoltá di giur¡~ prudenza clcll'Univcrsitü Ji
Genova.
AIIIIPa{ J\nnal i del Seminario giuridico dcll'U niversilit di Pa1crmo.
A//II/'i.m Annali dclla S¡;unla Norma lc Superiorc Ji Pisa. SCziOIlC di
!cUere.
A 1II/t. ·llIoII ¡\l1lichlon. Journal of the Australian Socicty for Classical
Studies.
ANRW Aufsliq~ lInd Nicdcrgang der rom ischcn Well . Geschichtc ulld
Kultur Roms im Spiegcl der ncueren ForSt.:hung.
Apol/illlIris J\pollinaris. Athcnaeum ponlificii Sem imui roman;. COIII-
mcntarium iuridico-eanollicum !;ura profcs....orulll editum.
AnhGiur Arehivio giuridico '"Filippo Scrafini" .
1 1/1/('//(/1'11111 J\thCllaeum. Studi pcriodici di 1clteralura e sImia ddl'anlichita.
1IIII'IId Aui e IllCllwrit, dd l'¡\ceadcmia di seien zc e It.:llerc di Padova.
AV.\" J\nnales Utliver~i l a t is Samviensis. Droil - eeonomic.
I1AIW Hulletin de I'Académit, Royalc ue Bclgiquc.
BI/JR flull cttino deWlslituto di difino romuno "Vi nor;o Scialoja"
tlS/. Bolleni no di sludi !:Ilim.
Chirull ChiTOn. Millcilungen deT Komm ission fiir alte GL'!';chi¡;hte und
20 DERECHO PENAL ROMANO

Epigraphik des Dculschcn Archiiologischen Insliluls.


C1L Corpus inscri ptionum lalinarum.
CIMed Classica el Mediacvalia .
ClQ T he Classica l Quarterly.
ctR The Classical Review.
CPh Classica l Philology.
CRAI Comples rendus de rAcadémie des inscriptions el belles
leUeres de Paris.
Crawford, RRC M. C rawford, Romall Republican Coinage (Cambridge
1964).
Cul/llra La cultura.
DE Di~.ionario epigrafico di antichitit romane.
ED E'nciclopedia del diritto.
Epigraphim Epigraphica. Rivlsta ital iana di cpigrafia.
FlRA Fontes iuris romani :lnteiusliniani.
¡Ierlllc.\' Hermes. Zeilschrift für klassische Philologie.
Hiswrio Historia. Zeitschrift für alte Gesch ichtc.
II/dex lndex. Quaderni cameni di stud i romanistici.
IJ The Irish J urisl.
11.,) H. Dessau, lnscriptiones latinac sc\eetae.
/URA Jura. Rivista internamma1c di diritto romano e antico.
ii? The J oumal of J uristic Papirology.
.IPh The J oumal of Philology .
jR5; The J oumal of Roman Studies.
JI/ S J us. Rivista di scienze giuridiche.
Kfio Klio. Beilragc wr alten Gc..-;chichte.
Labeo Labeo. Rassegna di diritto romano.
MEFRA Mélanges d'archéologie et d' histoi re de I'Écolc franya ise de
Rome.
MIGH Monumenla Gcrmaniae Historica.
MH Museum Hclvclicum. Schweizerische Zeil'>Chrifl fUT klassischc
Altcrlums wissenschaft.
MIL Memoric dclrlstituto lombardo di scicnze e lcllere.
Mnemosynt' Mnemosyne. Bibliolheca classica balava.
NNDI Novissimo d igesto itali ano.
PA CA PToccedings of the African Classical Associalioll .
Paideia Paideia. Ri vista lcucraria di informazio ne bibliografial.
PBSR Papcrs of lhe Brilish School at Rome.
fCPS Procecdings of the Cambridge Philological Society.
Philologlls Philologus. Zeitschrift fUT klassiche Philologie.
Phoenix T he Phocnix. Thc Journal nf the Classical Ass(xiation of
Canada.
PI' La parola del passmo. Ri vista di studi elassici.
PIVRI:· Paulys Rcalencyelnpadie de r klassischcn Altertum~wis.scllschaft .
neue BeaTb. von G. Wissowa, W. K Toll, K . Mittclhaus, K.
Zicgkr.
RA Revuc aTchéologiquc.
ARREV),\TURAS UTILIZA DAS 21

RBP/r Rc vuc bdge de philologie el d'histoirc.


RDC Rivisla di diriuo civ ile.
Rope Rivisla trimestrale di diriuo e procedura civilc.
REL Revue des études latines publiée par la Société des études
latines.
RcndBo/ Rendiconli dell'Accademia di scicnzc e !cUere dcll'!stituto di
Bologna. Classc di scienzc morali.
RNC RiviSla di filologia e d'istruzione classica.
RCD Rcvue générale du clroit. de la législation et de lajurisprudence
a
en France et l'étranger.
RH Revue historique de droit franyais et éuanger.
RhM Rheinisches Museum für .Jurisprudenz.
RIDA Revue internalionalc des droits de l'antiquité.
RIL Rendiconti dell'lstituto lombardo di scienze e lcttere.
RISC Rivista italiana pcr le scienze giuridiche.
Romallilas Romanitas. Re vista de cultura romana.
RPII Revue de philologie, de linérature et d'histoire anciennes.
RSC Rivista di studi c!assici.
RSOI Rivista di sloria del diritto italiano.
RUCM Re vista de la Fat:ultad de Derecho de la Universidad
Complutense de Madrid .
RUV Revista de estudios histórico-juríd Icos de la Universidad
Católica de Valparaíso.
SDHI Studia et documenta historiae et iuris.
Seia Seia. Quaderni dell'lstituto di stmia anlica dcll'Universitit
degli stud i di Palermo.
Semillaf Seminar. Annual Extraon.linary NlImhcr of "The J urist".
SIFC Stlldi italiani di rilologia classica.
SICugl Studi cconomleo-giuridici pubblicali pcr cura dd la Facohá di
glurisprudenza dcll'Universitá di Cagliari.
SIC! Studii c1asice.
SI/Uf Studia iuridic:! .
,<"'ISus.\· 5tudi sassaresl.
5úScn Studi senesi.
SIUfb Studi urbinati.
TAPA Transactions and Proccedings of the American Philologll:al
Association.
"IR Tijdschrift voor R eehl~gcschiedenis.Rcvuc d'histoire du droít.
WUS Washington University Studics.
ZPl:; Zcitschrift für Papyrologic und Epigraphik.
ZSS ZeitschTift deT Sa vigny - Stiftung für Reehtsgcschit:hte.
Romanistische Abteilung.
1
NOTA HlIlLlOGRAFICA 23

NOTA BIBLlOGRAFI CA

La presente nola se limita a señalar los pri ncipales tratados y exposiciones


generales. Las mo nografias y artículos c.~pcdficos se IIldican al fina l de los capítulos
relativos a los argumentos concretos.

G. GElR Geschichte des rom lschcn Cnmina l pro/es.~cs his zum Tode J ustin ian's.
Leipzig 1842.
W. REl N. D;ls Crillllllalrccht des Rilmer von Homulus bis auf J ustinianus, Le ipzig
1844.
E. I.flHO UI AYF. Essal sur les lois crimi nel1cs des Romains, Pans 1945.
A. W. ZUl'.l I'T. Das Criminalrccht dcr rii mischen Hepublik (2 vols.), Herlin 1865-
1868,
- Ocr Kri minalprOl.ess JeT romischen Rcpubl ik (2 vols.), Lcipzlg 187 1.
T II . MO MMSEN. Róm ischcs Strafrccht. Lcipl,lg 1899.
C. FERRIN!. D iritto penalc romano. Teone generall, Milano 1899.
- Diriuo penale romano. Esposiúone storica e doll ri nalc (estr. Ja ll'EnClc1opcdia
del di rit to pcna1c italiano dirctla da E. Pcsslna). Milano 190 1.
i\. H. J . G KEEN IDG E. The Legal ProccJu re of Cicero's Time. Lo nJon 190 1.
E. COSTA. ('rimi ni e pene da Romolo a Giustiniano. Bo[ogna 192 1.
G. P U(J l.I ES E. II J iritto cri minal e romano. in Guida tillo swdio della c/1'IHla romana
anticuo a cura d i v, USSAN I. Napol i- Roma-M ilano 1952.
C. G IOFFRFD I. 1 principi del di ritto pem¡]e romano. Torino 1970.
A 11. M. J ONL.'> . The Criminal COllrtS of Ihe Homan Rcpublic and Principate,
Ox ford 1972,
G, PtJ(iU FSF. D iritto pcnalc romano, in V. ARANGO-RL'IZ, A. G UAR INO, G.
P UG U ESr. If dirillo romano. Roma 1980.
B. S,flNTI\L UClA. Proces.<;ü pcnale (d iritto roma no). in t'nciclopcdia del dirillo,
X XX VI. M ilano 1987 , ] 18 ss.
CA PIT ULO I

LOS ORIGENES
DE LA REPRESION CRIMINAL'

SUMAR IO : 1. Jurisdicción criminal del rey co mo sacerdote de la


comunidad.- 2. Crímenes castigados con pena sacra\. - 3. Crímenes
remit idos a la venganza pri vada.- 4. Jurisdicción crim inal del rey como jefe
militar. El fus coercirionis. - 5. Auxi liares del rey. Huellas de una
participación del pueblo en los juicios criminales .

. Trauucción: J. P.
1
I.OS O RIGENES IlE LA REr RESION CKI MIN¡\L 27

l .-N uestros conocimientos sobre la administración de la justida criminal


en la Rom a de los reyes provienen en gran parte de una tradición posterior y
poco fiabl e, e ntretejida de datos legenda rios y de ilaciones llevadas del presente
al pasado. Para recomponer el c uadro a proximado es preciso recurrir a otras
fuentes de información. y en particular a las noticias indirectas deducidas de los
anticua rios (sacrificios, ceremonias, fi estas, ctc.) integradas con los hall azgos
arqueológicos. De la coordinación de estos testimonios con los da Los de la
narración tradicional podemos recabar preciosos ele mentos de conocimiento
que, si bien no permiten llegar a conclusiones seguras sobre muchos aspectos
particulares, ayudan poderosamente a encontrar el camino que conduzca a una
reconstrucción general próxima a la realidad.
En origen la comunidad interviene rara mente en la represión de los crímenes,
pues ello se deja en gran medida a la reacción de los ofendidos, reacción que a
veces está moderada por el talión o por la costum bre del rescate. Sólo en aq uellos
casos concretos en los que el hec ho criminal a parece como una infracción a la
pax deorum. es deci r, a la relación de paz y a mistad que permanentemente debe
existir en tre la ci udad y sus dioses, la co munidad estima necesario actuar para
reestablecer el o rden turbado. Y como el guardián natural de la paz con los
dioses es el rey. sumo sacerdote de la comunidad, a él incumbe aplica r las
sanciones idóneas de carácter religioso contra quien, con su conducla, ha
causado la exposición de todo el grupo a la cólera divina.
Amplias huell as de un siste ma punitivo fu ndado sobre la expiación sacra]
conserva n las lla madas Jeges regiae, dentro de los escaslsim os testimonios de esta
época remota que verosímilmen te pudieron llegar hasta los contemporáneos de
Augusto. En dic has leyes, o mejor en sus a5JX.'Ctos más fiables desde el punto de
vista histórico, la crítica moderna reconoce, con buen fundam ento, las fu entes
más a ntiguas del derecho crimina l romano. El co ntenido esencia lmente rel igioso
de la mayor parte de las disposiciones que conocemos no debe lleva rnos a poner
en duda su va lor normativo, pues trala de preceptos proceden tes de un soberano
I)I: IU T IIO PENAl. RO MANO

que acumula en su persona las fun ciones de sumo sacerdote y de jefe JXllíti!.:o.
Asimismo debe observa rse que si bien algunas de esas prescripciones pueden
parecern os hoy como rela tivas a la tutela de la seg uridad pública. el sentido qu e
debían te ner a los ojos de los antiguos debió ser muy distinto, pues en ellas el
interés " laico" era algo secu ndario e indirecto respecto al de restaurar el
equilibrio entre la com unidad y el mundo di vino o. a lo sumo, se confund ía con
este úhi mo. Ade mas hay que subrayar que las leyes regias no configuran un
sistema orgánico de normas y dejan amplio ma rgen, de un lado, a la li bre
coerción del mo na.rea, y. de a Iro, a la persecución privada por parte del grupo
ofendido: generalmenle prescri ben (o prohibe n) la ejecución de determinados
actos, señalando las sa ncio nes de carácter sacra l a las que se expone el
tran sgresor, o regulan el ejercicio de la venga nza por parte de quien esté
legitimado a el la por costu mbre.
Entre las disposiciones de 1<1 primera serie se enc uenl ran nume rosos preceplos
enderez..1.dos a la persecución de crímenes que afecta n a 1<1 csfera religiosa y de
conductas lesivas de relaciones fun da menta les -de fami lia. de vecindad- de la
comunidad primiti va, original mente sancionadas en el ambito domestico o a
tra vés del ejercicio indiscriminado de la represal ia enl re gru pos. En algún caso la
normativa regia se limita sin mas a recoger los antiguos mores gentilicios (baste
recordar la ley. atribuida a Rómulo, que concede al marido, asistido por el
cOllsiJium doméstico. la fa cultad de castiga r con la muerte el adulterio u otra
culpa grave de la mujer) rh: pe ro la mayoría de las veces la a ntigua persecución.
fa miliar o de gru po. queda desplazada por la persecución pública, fu ndada sobre
el concepto de la ex piación religiosa.
Las infracciones menos importantes (las fuent es hablan a este propósito de
.w.:elus expiabile) sólo conllevan para el transgresor la obligación de una ofrenda
ex piatoria - piacufllm - . consistente en el sacrificio de un animal o en la ent rega
de una en tidad patrimonial para el cu lto de la divinidad ofendida. Así. por
ejemplo, según un precepto legal que la tradición atribuye a Numa. la viuda
¡;asada de nuevo a nles del año de luto debe sacrificar - probablemenle a Tclo-
una vaca preñada (! '. y la concubina que haya violado la prohibición de tocar el
altar de Juno queda obligada a inmola r. crinibus dimissú'. una oveja a la diosa "1:

.h Dion. Hal. 2. 25. 6 .


•" Plu!. Nunus t 2, 2.
.. Fcs!. (I'¡lul ) 2.¡1;. J·6 L.: Gell . .¡. J. J .
LOS OR IGENF_<; D E 1.,\ RI;I' RESJO N CRIMI NA L 29

asimismo. por una ley atribuida a Rómulo. el marido que sin causa justa haya
repudiado a su mujer debe entregar a ecres - o, más probablemen te, a Telo-
la mitad de su fortuna, mientras la otra mitad debe darla a la mujer repudiada (~ I ;
igualmente. según una disposición atribuida al mismo rey, el padre que haya
expuesto al hijo sin haber hecho constatar antes su deformidad por cinco de los
vecinos más próximos. cs obligado a redimir su culpa con la mitad de su
patrimonio. que presum iblemente se dedicaba a fi nes de culto"'. En cambio,
menos fi able es la noticia, proporcio nada por Di onisia de Halica rnaso, según la
cual una ley scrviana habría castigado con la confiscación de los bienes y con la
reducción a esclavitud al ciudadan o que rehusaba comparecer al censo 'b': ex isten.
en efecto, motivos suficientes para pensar que también esta infracción, en cuanto
conectada con el carácter religioso del censo, conllevara. en la época más
antigua. una me ra ex piación sacra!.
2.- Sin embargo, no siempre un si mple piaclIfum es suficiente para aplacar
la ira de los di oses. Las culpas más graves no admiten expiación (se habla
entonces dc iScellls inexpiabife). yel propio transgresor es llamado ilJesponder
con su persona, y eventualmente con §!!.s bienes, ~ te la divinidad ofendida . Las
fuentes nos conserva n tcstimonios de dos formas distintas de pena sacra l, o
supplicillm, que así es a menudo llamada en relación con su rundón
apaciguadora: el abandono del cul pable y de cuanto le pertenece al dios ultrajado
(cons('Cratio capitis el bol/orum) y su ejecución di recta como sacrificio expiatorio
(deo I/ecan).
Entre los crimenes a los que se a plica la primera sanción - ex presada con la
característica fó rm ula sacer es/O- podemos recordar la violación de fi delidad
del patrono respecto al cliente y de éste respecto de aquél, sa ncionada por una
ley "romulca" con la cOlIsecratio a una divinidad inrernal (q uizá Vcdiovis) C7I; el
uso de la violencia por parte del hijo contra sus padres y de la nuera cont ra el
suegro, que leyes atribuidas a Rómulo (y Tacio) y a Servio Tulio castigan con
la consagración a las divinidades de la casa OXI; la remoción con el arado de las
piedras que delimita n los fundos, sancionada por una ley atribuida a Numa con

.o , "Iu!. Rom. 22, 3.


.' Dion Ilal. 2. 15.2.
.... Dion. Ital. 4. 15, 6.
Dion. 1131. 2. 10.3.
" Fe\1. 260, 7-1 1 L
30 DERECHO PENAL KQ MANO

la consagración del in fractor y sus bienes a l dios Té rmino ,q); y qU i7..á también la
venta de la mujer por parte del marido. si - como parccc- el "lIllíeslhai"
utilizado por Plutarco al referir la prescripción "romúlca" debe considerarse
a lusivo a la consagración, y no a la inmo lació n, del cul pable a la di vinidad
ctonia (1 " 1. Menos segura (o, a l menos, no a poyada en testi mon ios explícitos de las
fu entes) parece en cambio la cOlIsecralio en el caso de vulnerar la prohibición,
que el jurista Marcclo remonta a una anónima lex regia, de sepultar a una mujer
muerta emba razada antes de la extracción del feto l" ).
la cOIIsecralio conlleva la separación del reo de la comunidad y su aba ndo no
a la venganza de la divinidad ofendida. Desde ese momento ya no goza de
ninguna protección, ni divina ni humana , y cua lquiera puede malarlo sin temor
a incurrir en la sanción del ho micidio. La religión no reconoce, sin embargo, la
ex ige ncia de aplaca r la ira di vina mediante el sacrificio ritual del c ulpable y, aun
admit iendo que la co nsagración tenga como co nsecuencia últ ima y habit ual la
muerte del consagrado, no perm ite su inmo lación a !lI0do de víctima de
sacrificio por obra de los órga nos de la comunidad (así parece que debe
in terpretarse la discutida afi rmació n de Fc.sto: lIeque fas es/ eum imm o,(lfl~ sed
qui oecidÍ! parricidi I/on daml/a/ur) (I :l.
La inmediata .cj.c.c.u.C!.ió d I ..®_ a título de sacrifi cio expiatorio aparece
prevista en algunos crí.mcncs entendidos como lesivos la nlo para la religión
como para la socie/as cil'ium. crímenes que, a causa del daño social que en ellos
conc urre, obligan a la misma comunidad a ejecutar las consecuencias concretas
de la malc,1i.ción~na. Ejemplo típico es la 'perdueJlid, crimen dirigido al mismo
tiempo contra los protectores de la eivitas y contra la paz social , que las fuentes
nos muestra n sa ncio nada, desde época de Tulo Hostilio, con la slüpensio del
culpable de un árbol estéril y su nagclac ión hasta la muerte '''l. También es
significa ti va la prescripció n, con ten ida en las X II Tablas pero probablemente ya
enunciada en una Jex regia, según la cual el ladrón noct urno de mieses (fruges
ara/ro qllaesirae) debe ser colgado y muerto en expiación aCeres (suspensio

,•. Fcs\. (Paul). 505, 20·2 1 L.. Dio J"l 11111. 2. 74. 3.
,"" I'luL Rom. 22,3.
.". Mari.:dl. 28 di}!.. 1). 11 . 8. 2.
"" Fcst. 424. 6-8 L Vid. tambicn Dion. tla l. 2. 10.3; 2. 74. l M~ICf. SII/. 3. 7.5·8 ¡cfr. Serv. in Verg.
A {·n. 2, 104).
.". Liv. 1. lf).6.

L
LOS QRIGENI'.S DE I.A REPR ES ION CIUMI N/\I. 31

Ceren) ¡O>I: esta norma sanciona. por una parte, la lesión de un interés económico,
y, por otra, el ultraje causado a la divinidad (originariamente Telo y no CeTes)
porque el c ulpable le sustrajo la cosecha sin hacer la orrenda ritual de las
primicias y sin pronunciar las fórmu las prescritas.
3.- Por cuanto respecta a las teges regiae reguladoras, siempre con fin es
sacra les purificadores, de la persecución pri vada por parte del grupo ofend ido,
debe recordarse a nte todo la célebre norma, atribuida a Numa, sobre el
homicidio volunta rio de un hombre libre (que nos es referida por Festo en los
términos si qlli hominem liberum dolo sciens morl; duil paricidas esIO)!i s, cuya
controvertida sanción -paricidas e510 - rarece que debe interpretarse en el
sentido de im poner a los parientes del falle cido el deber de matar al homicida,
con el fin de impedir -análogamentc a la ley de Dracón en Grecia- que la
situación de impureza derivada de la sangre derramada pudiera sati sfa cerse a
través de la composición pecuniaria. Esta interpretación encuent ra un apoyo
significativo al confrontarla con la disposición complementaria de Nu ma en
materia de homicidio involuntario (c uyo contenido nos transm ite Servio u 6' con
las palabras si quis imprudens occidissel JlOmillem. pro capile oecísi agnatis 'l7'
eius in colltione I I ~I offerret arietem) quc impone al autor del crimen la obligación
I de entregar, en presencia del pueblo, un ca rnero a los agnados del fall ecido,
precisamente para que sea sacrificado en su luga r (así, explícitamente, Labeón,
en Festo; suhigere arietem... esse... dare arie/em. qui pro se agatur, ccled(llur) u"l.
Resulta indudable que una normativa como la anterior, aunque toda vía csté
anclada en las concepciones religiosas que caracterizan el ambiente social de la
época, representa un momen to de progreso decisivo en la evolución del derecho
criminal ro mano, y no sólo por la importancia atribuida a la distinción entre acto
voluntario y acto involunta rio, sino también por cuanto deja ca mino abierto por
diferentes vías a la intervención estatal en la persecución del homicidio: por un
lado, en efecto.\transforma el homicidio voluntario en un crimen no susceptible
de composición pecuniaria, del que la comunidad dcbe ser informada (el
ejercicio de la venganza, como in vita a suponer la hipótesis para lela del homicida
I

"" l'lin. naL hiw. I K, 3. 12.


"" Fes\. (I'ul,l l.) 247. 22~24 L
" .. Serv. UllCl. in VI'r}r. huc 4. 43 (cfr . Serv. il/ V/·rg. K/'fJrg. J, 31S7).
"., mss. (JI."/IlIIÚ.
,", mss. wntiIJne.
F~'SI. 476. 111-20 J..
.\2 DERECHO PENAL ROMAN O

que actuó sin dolo, debía prod ucirse ante el pueblo, in cOlllione); por otro, fija
un límite a la indiscriminada reacción de los parientes del fallecido,j>Crmitiendo
que puedan matar al homicida sólo en eJ caso de que haya act uado
voluntariamen te (en caso con trario deberán contentarse con la en trega del
ca rnero a título de sacrificio sustituto rio). Además pone las bases pa ra una
gradual configuración del homicidio como crimen de "interés" público,
sancionado con pena impuesta por el poder público, y en cuanto tal dotado de
una individualidad propia respecto a los otros delitos pertenecientes en origen a
la esfera de la vcn~a n za gentilicia, como el hurto y las lesiones corporales
(membri ruptio, ossisfractio), que a su vez terminarán confluyendo en la sanción
general de la pena pecuniaria privada.

El significado del término paricidlls y la interpretación de :a fórmula paricidas eslO son


todavía hoy objeto de viva discusió n por parte de juristas y linguistas. Escaso eco encuentra
hoy la tesis, anta ño dominante, que partiendo de un presunto valor activo de paricidas y de
una s upuesta relación con parricidium (té rmi no que, con arreglo a las distintas terminologías
propuestas, habría indicado originaria mente fLhp¡nif.ig!Q..dc_ull ¡¿aler. de !!n pariente, de ~)
!gual, o sin má.o; el homicidio pu ro y simple) supone que la cláusula final de la lex Numae
pretcndia extender [a sanció n ya existente para el parricidiufn a la muerte vol untaria de
cualquier hombre libre ("sea 'considerado' parricida": en este sentido numerosos linguistas y,
entre los juristas, sobre todo Donfante y De Francisci); o bien - considerando parieidos
sujeto de la apódosis- que exprese la exigencia de que un allegado del fallecido vengase la
sa ngre derramada ("'alli haya un pariente ve ngador": así Lenel y, en su misma línca. Grosso).
Tales interpretacio nes, pese a las autorizadas adhesiones que recientemente han recibido
( K unkel, Cloud y, <.'On matil.aciones particulares, Magdelain) ya no encuentran el favor
unan ime de la crít ica, tanto por las graves dudas relativas a la etimología y al significado
originario que debe atribuirse al térmi no, como porque la disposición de Numa, interpretada
en el modo antedicho, se limitada a la simple definición del culpable (o a la indicación de
quién debía proceder a la venganl11) sin precisar - 3 diferencia de las o tras leges regiae que
<.'O noccmos- qué sanción comporta el crimen.

La interpretación que ho y gOl11 de mayor crédito (al menos entre los juristas) parte de
prem isas diametralmente opuestas a las anteriores al atribuir al té rmino paricid(lJ' un valor
(.'scncialmenle pasivo, reconociendo en la expresión paricidas eslO la clausula sancionadora
de la lex Numlle. Tal hipótesis, presentada por vez primera por Arangio-Ruiz (y según la cual
dic ha cla usula significaría "sea sometido igualmente a muerte") y luego retomada con
notahles precisiones por Dc Visscher (q ue reco nocc en paricidas una forma sincopada de
pariddalus. como damnas lo es de damnalw,', e interpreta "sea muerto a titulo de
compensación") y por Coli (que trad uce "sca muerto en represalia" ), es sin duda la quc
mejor concuerda con la disposición paralela numana en materia de homicidio involu ntario,
que estableciendo la entrega del carnero en función sustilUtoria del sacrificio del [(,'0,
LOS ORt(j ENES DE LA IHJ'IH :!:i ION CRIMINA L :l~

co n~ tituye su nalural complemento. En la misma línea se encuentran también las


interpretaciones de Meyla n y de Pagliaro. quienes descomponen paricidas en parid y
drll'(dUlflX) y conjcturan. el primero. que la fórmula de la It'x Numae sanciona que al
homicida "le sea impuesta la pcml del saco" (/Xlrid sería cJ dativo de un desconocido
sustantivo parex o parix), el segundo, que esa le)' prescribía que el culpable "sca puesto a
disposición de los parió" (supUI,.'S tos magistrados de la época regia investidos del oficio de
aplicar la "ley de la igualación"). Siempre en c-~ te orden de ideas es merecedor de especial
mención el reciente y finí~ im o estudio de To ndo, que reconduce la primera parte de pudeidus
,ti sustantivo pera (alforja. bolsa y similarc-~) y supone que la fórmu la sa ncionadora de la lex
Numue disponía que el homicida "sea ejecutado con cJ saco de cuero". Pero estamos en 1000
caso, como es evidente, en el terreno de las conjeturas.

Una hipótesis particular. que si lograra comprobarse eliminada de raiz el problema . ha


sido ex puesta ultimarnenlc por Yan Tho mas: a su enlendcr, la disposición numana no sería
sino una falsificación postcrio r destinada a rcmonta r al legendario " rey p..1cificador" la
persecución de los delitos de sangre. Los argumentos aducidos para sostener tan osada
opin ión carecen. no obstante, de consistencia.

4.- Sin embargo, no siempre la intervenci ón punitiva del estado parece


reconduciblc a la idea de la purificación de la colecli vidad frente a la cólera
di vina. Junto a los crím enes afectados por la sacerras o sancionadas a tra vés de
la obligación sacral de la venga nza, en los que nos hemos detenido hasta ahora ,
se pueden indi vidua li7..ar otros hechos criminales que, al dirigirse contra la misma
ex istencia de la unidad estatal, son objeto de persecució n pública no con fines
purificadores, sino conforme al principio de que a la ofensa se responde con la
ofensa. Entre ellos figuran lJ! .prodilio, O conjura con el ene migo (erróneamente
considerada por algunos autores antiguos como una es pecie de perdueJlio.
crimen contra el orden politico de la eh,itas extraño al ámbito del derecho de
guerra). y una amplia gama de ilícitos susceptibl es. al igual que la traición , de
poner en peligro la integridad del populus militarmente organizado, como la
defección de un aliado (de/eelio) y los más graves .delitos militares (deserción,
cobardía, seditio, pasarse al bando enemigo, etc.).
En la persecución de tales ilícitos el rey no actúa en calidad de sace rdote sino
en el de jefe militar, y ejercita el poder coercitivo ilimitado derivado de su
imperillm' ~ I , En esos casos el mona rca no se encuentra vi nculado por normas ni
po r procedimien tos preestablecidos. si no que li bremente puede adoptar. no sólo

" Cfr. Li v. 1. 28, 9: Dio n. tM. J. 30, 4.


DERECl-IO PENA l. ROMANO

respecto a los soldados SinO respecto a cualquier otro in fractor. todos los
remed ios que est ime necesarios para la represión del crimen. La pena tiene
ca rácter laico, no sacral, y consiste por lo genera l en azotes y la posterior
decapitación con el hacha ( I'irgis caedere ('{ securi percutere): la tradición
conserva todavía el eco de esa práctica en el célebre episodio de la condena a
muerte pronu nciada y ordenada ejecutar por los primeros cónsules, a ntes de la
introducción de la pro l1ocatio ad popuJum, respecto a los hijos de Bruto y de los
de más conju rados para la restauración de los Tarquinos (!I). Por lo demás, a~¡}s
resulta necesario indicar que una actividad de este tipo no constituye ejercicio de
una verdadera y propia función jurisdiccional, sino que más bien es expresión de
la fac ultad de represión inclu ida en el supremo poder de mando: es decir, nos
encontramos. por utiliza r el lenguaje de los escritores an tig uos, en el terrcn o de
la coercilio, no técnicamente en el de la iudicado.
S.- Por cuanto se refi ere a la concrela aClUación de la potestad punitiva
regia, las ambigüedades y las contradicciones de las fuentes no permiten alca nzar
resullados seguros. Sensibles divergencias entre la narración de Ti to Livio y la de
Dion isia de Halicarnaso nos impiden conocer con certe7.a si el rey j uzgaba solo,
o tra:; haber escuchado al consejo de ancianos, O incluso con su participación 1:21.
Pa rece probable que en la persecución de algu nos crímenes se si rviera de
auxil iares, sobre todo si considera mos el creciente número de ilícitos de los que
debía entender, pero no es f:icil indicar quiénes eran (:sus auxi liares y cuáles las
runciones que se les confirieron. A este propósito, la tradición habla de los
quae:itores par(r)icidii y de los dllunll'l·ri perdueJ/ionis: función de los primeros
pa rece haber sido la de comprobar si el homicidio se produjo o no doloSa men te
y la de vigilar en la cjccución de la venga n7.a ante el pueblo in cOn/ione !!)); los
segu ndos, en cambio, conslit uían, segú n todos los indicios, un tribunal
extraordina rio al4 uC se confiaba el enca rgo de proclamar la respon:;abilidad y dc
proceder a la inmediata ejecución capit al del reo de padueJ/io sorprendido ;1/
flagrallli' ~· I.

Todavía más fáeil res ulta saber si el pueblo intervenía de algún modo en los

.,,, Li v.. 2. 5, 8: Dion. lIa l. 5. 8. 4-6.


" . li v. 1. 49. 4: Dion Hal. 2. t4. 1: 4. 25, 2_
" .. Arg. ex Fesl. ( Panl.) 247,19·24: Se rv. ¡¡nc\. in Vug. hue 4, 43.
"" Arg_ ex Cie. Rab. paJo 4. 12· 13 (cfr. inlm)'
l.OS OIUGENES DE LA REI'RE."iION CH IMt NAI. J5

procesos penales. Una tradición recogida por C icerón ( ~ \' y Li vio (!f,( remon ta
directamente al tiempo de los reyes el derecho del ciudada no a menazado con la
pena capital a in vocar el juicio de la sa mblea popular (provoca/io ad populum).
El mas antiguo testimonio de tal derecho sería ofrecido por el célebre proceso del
Horacio. único superviviente de la lucha con los C uriacios, condenado a muen c
por paduellio e indultado por el pueblo debido a los méritos adquiridos para con
la patria ,!71. Pero en realidad la prol'ocatio ad populum, seg ún veremos ( 11 .1 ). ~
una .
- inst itución característica republicana, y sólo para remomarla a época
Ill ~ n ürquica (como si la mayor ant igüedad le confiriera ma yor prestigio) los
analistas del siglo I a.e. d ieron (1 poslcriori esa configuración al leger dario
proceso.

Segun p..1rece lo m¡ís probable. el caso dd Horacio supérstitc no fue in ventado por la
analística. sino que deriva. con las o portunas adaptacion/..'S. de un antiguo episodio del
patrimonio épico. Aunque los elementos que nos ofrece la tradición son COnlrovertidos en
gnu..lo su mo, existen motivos para pensar que el rdato origina rio no contuviese alusión
alguna a la prol'OC(J(io y que el pueblo intervi niera a miciativa del rey. qu ien prctendía. al
solicitar la opinión del puehlo, evitar al héroe la cruel pena prevista I~Jr la ley (la lex horr('lIdí
carmíl/í.\· de la narración de Livio). Sólo en época posterio r, cuando los analistas quisieron
crea r. p;ua confirmar la gran antigüt:dad de la institución, un proceso arquetípico quc
remontar.! sus orígenes al período regio. la antigua historia fue oonveniemememe reela borada
y se introdujo en el texto (auténtico) de ta lex horrCllJi carmil/is 1:1 cI:íusula de provocació n.
El rela to de Livio (1 ,26.5 :\S.), fundado sobre esa rcelaboración de los anal istas, muestra
huellas evidentes de la supe rposición de las versiones más modernas sohre ta originaria
(todavia atestiguada en Dion . Ha!' 3,22.3 !j5.) y dej¡¡ ver lo dificil que resu lta modificar los
térm inos de una antigua historia. ya arraigada y difundida cn 13 conciencia popular. En
concreto. la afirmación de que la prm'ocaliu fue hecha (i/u:lort' Júllo, por benévola concesión
del re y, es difícilmente conciliable con el texto de la {cx horrCII(/i C(lrmil1l:", que conccde sin
duda la provocación al reo. y revcl3 que la clá usula si a dUU/lIlJiris prt)ll()ClIríl. prOl,()(.'a/iolll'
{'('flllfO es un añadido posterior. Ih :sulta significati\'o que dicha cláusula no figure entre laS

referencias textuales de la ley r.:o ntenidas en la oración de Cicerón en defensa de Rabirio


(Rab. per(/. 4. 13), y el mismo Ciceró n cn o tro luga r de su arenga dccla ra ex p rt~am entc q ue
el PTlICedimic:nto duum viral. Icjos de permitir la proJ'{}('(/(io. conllevaba 1.. imposición de la
pena ( apital sin d iscusión de la cau~a (ir/dielll l'fIU:lU: Rah. p erd. 4,12). Afirmación que es
digna de ser tenida en cucnw. sobre todo si co n si deramo~ que Cicerón no partia, a diferencia
de Li vio, de una fuente arwlística , sino de ¡¡ntiquisimos textos que c! trihuno Labienn hahia

t ·ll:. rep. 2. ] l. 54
,.. Li v, 1,26. 5-t2.
,. ,\¡Jcma~ oc Liv. 1. 26, 5· t2 ver Dioll. lIa!' 3. 22. 3.(¡: Val. Max. lI. l. ahs. 1; HOI. 1, 3. 6: r:cst. ]110.
14-1 7 L: Vir. ill. -l. 9; ZOIl. 7. Ó. -1: Schol. I3ob. 113 SI.
36 DEKEClIO r ENAl. KOr.MNO

encontrado en los archivos sacerdotales de la urbe (amla/il/m mOl/wnl'nta, ("()/1/I1I1!1I/(Irii


regll"': Cie. Ra!J. pud 4.15).

Sicmpr(' según Cicerón, los d('K:umcntos de lo~ colegios Stlccrdotllles mientras exctuían la
prolloeario a dUU!1/l'iris hahrían admitido en camhio la ¡Jr()1'(}clJIio 1I regihus (dI! rep. 2.31,54:
pml'Ocmionem aUfem eriam a (egibus fuissl' d<'r/aral1l pol/lificii !ihri. significt/ nI IlVstri ('Iian¡
augurales). Pero probablemente el testimonio se debe interpretar en un sentido substancial
y no en el ¡ítcml. E.~ posible q ue [os lihros de los pontífices y de los augures no hablaran
expl ícitamente de pro l'()('(I/io. sino que se limitasen ;. aludir genéricamente a una injerencia
popular en los juicios, que Cicerón trad uce en cla ve de prol'OCutio. No por casu:llidad SCneca
(l'pÓ·I. 108.3 1), tras referi r la afirmación ciceronian3, advierte: id ita in pl!mificalibm' libris
('.\"Se ('l alii [qU/l plllanl CI FCI/cs(ella. Que [os registros sacerdot31cs atestiguaran [a aistcncia
de la prOl'ocatiu a rl'Riblls no era, puc.~. un dalO comprobado, sin o tan sólo una suposición
(pllfO!1I) de algunos eruditos del último período repuhlicano.

Pero aunque [a proJloca/io sea una an ticipació n que debe reeha71Hse. una
part icipació n de la comunidad en los juicios c riminales no resulta ni imposible
ni in verosi~il. EsIO pa recen co nfirmarlo las fuentes arqueológicas, que atestigua n
la creación en los últimos años del siglo VII a.c., a los pies de la roca C<lpitolina.
de un espacio destinado a las reu niones del pueblo (el comirium), y sobre todo la
sigla del más antiguo calendario romano Q(uondoc) R(ex) C(omitiavit) F(OS)· ~i" que
l11uestra que en determinados días el rey "comiciaba", es decir -según parece que
debe interpretarse- o presidía una asamblea con fines jurisdiccionales. Ciertamente,
en origen [a intervención del pueblo no debía consistir en la emisión de voto, sino
en una simple prestación de testimonio. El derecho de decid ir correspondía al rey,
y la asa mblea reunida en la más ant igua forma del comicio cu riado se limitaba a
asistir al juicio y a la consagración (o a la inmolación) del culpable. Pero con el
andar del tiempo. primeramente por concesión del rey. y luego ya por derecho
:Idquirido por vía consuetudinaria. el pueblo comenzó sin duda a tomar parte activa
en e[ castigo de los crímenes, dando lugar así a la fo rmación gradual de una esfera
de represión criminal de co mpetencia exclusiva de In asamblea ciudadana.

,j. cn l' p. 234; Varro ¡¡I/g. l-tll. Ó. 3 1: F'cst. tp3U l.) 3 11. 1-3 L. (c~ Fl'S!. 3 10.1 2 L.. con lagonas; cfr.
también Fes!. 34ó. 30 1..).
LOS ORIGEN E" IlF lA IU!I'RESlüN CR IMINAL .17

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¡all/ille el/a ci¡, ;, MEtRA, <)], 19HI : t i. M¡\( ·C(.R~1A C K. A NO/(, 011 1/ HI'CI'III/nlt'rpn'lIl1iO/I o/
"I'oriádas ('.\'10 ': /,ahl'o, 2(), 19H2: i\. t il Ov AN ;\:l N I. 1,1'.1' ori¡:ilh'.I· dI',\' ma¡:islralllfl's fOlI/l/lI/('s , Mil,
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.l'IIlI'lIIlIi('o din'¡fo (' prO('(',I',\"() IX'lw/e rOlllllllO, Sflllli F A 1I/0li.\'I'/, 2, Milan () 1')6'i: ID. A /1, 'o ra SIIII/I
g"/II'si drl pro(n,w uimill/II(' rull/al/o. Mr;/aIlX('S A. PiKIlI/io!. 3, Paris 1966: R. !lAlJM AN. Tlle
/)/III/I/I 'iri ill 1111 ' ROlI/ul/ ('rimil/lll 1.111<' I/IUI ill t!re lIorllfiu.~ /.1'[:('Iul, \Vicshade/l 1969: A.
tl- I M;Dr1. A IN, RI 'II/(tr(I/W\' .l lIr la perdud lio, fliswrill. 22, 19Tt W . B. T, ItKI 11 " TlI(' DIIIIfI/I'iri il!
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MLFR, ·I. 92. IlJSO: B. S,\ " 1A Ll JU '\' O IJ/'rl'llzioll; ~'ui duuml'iri f', 'rdlld/ilJl/ú e slIl pro'H/imellfo
dUIlIl1l"im/l', {)/1 d lÚf;1I11'1({ das is 111 lil( ;. Supp!in',\ ('orf/ord.\" ('/ peil/e d,' 1II0rl dall.\' /¡o mom/,'
11II1¡q/lI', R(l!lle 1984 ( Ellllllios A . /)'()r.I·, 2, Pa!ll ph 'na 1QR7): A. GIOV ANNINI . LI'.\' origim's (cfr.
11, J).
Pani ú paciú/l dd j1uehlo en h •., jl¡ic io~: B. S" r-.; !',\U ( '1,\, / 1//1' u ri~ ill¡ lcfr. 11 , 1): In " If
I""('('\'-"O 1II'IIIIk lcfr. 11, 1j .
CAPITULO 11

LA EVO LUCIO N DEL PROCESO CRIMINAL Y


LAS LEYES "DE PROVOCATIONE'"

SU MAR IO: 1. La primera epoca rep ublicana. Introducció n de la


provocario ad populum. - 2. Nat uraleza y efectos de la prolloca/io. -
3. Compete ncia crim inal de los comitia curia/ti. Procesos revolucionarios
plebeyos. Transferencia de los procesos capitales de las cu rias a las cent urias.

"' Tradu¡;óún: .l . 1'.


r
LA EVOlUCION DEL I' ROCE.,",O ClU M INAL y LAS LI'YES "DE I' IWVOCATIONF." 41

l. - El CWbiQ..C.OllstituGi.p..Di!1 producido con el pasq de~. ~ o~arq ,: ía a la


__
~m~ blicª _com.lujo a una neta separación entre las fun ciones rel igiosas. y las
político-mili!:ares, an le~ reunidas en la persona del soperanQ. La suprema
dignidad sacerdotal pasó al re~rmc;o¡:un;y más tarde al jefe del colegio de
pontífices. el pOlllifex mllxim lls. Al magistrado supremo de la república se le
atribuyó. en ca mbio, el mando de los hombres armados, con la facultad
consiguiente de ejercitar rC5pccto a todos los ciudadanos (el concepto mismo de
populus se identifica de hecho en esta época con el ejército) aquel amplio poder
de coaci/io que es típica manifestación del imperi/lm. LLP..!...eocupación por .
mantener de ntro de ciertos lím ites tal poder, para eyilacc.l!f!!9.Yier tentación de_
tjmnía.o de opresión sobre los demás conciudadanos, comenzó probablemen te a
hacerse presente en tre los miembros de las ~amilias patricias, a cuYafiniciati~a..se
remonta&. la abolición de la monarq.lIía y_la instauración de la liberr~lada más
producirse la expulsión de los Tarquinas. Una . &!!.ra!:! tía i~ónea pareció la de
subordina r la imposición de las medidas represivas más graves. y ante todo la de
muerte, al jui ~io del pueblo reu nido en asamblea. Nace así la provoCJ1.Lio_ad
populum, institución que los publicistas romanos consideran como uno de los
pilares fundamentales de la constitución republicana, en virtud de la cual el
ciudada no perseg uido en vía coercit iva por el magistrado que ostentase el
impl'rium podía ev itar la muerte y la Ilagelaci ón, que de ordinario precedía a la
ejecución capital, solici tando la instauración de un proceso regular an te los
comitía. La eva luación de las fuentes no juega en favor de la hipólcsis.
recientemente sosten ida , segün la c ual la prOl'ocofio habría sido en origen un
arma de defensa de la plebe frente al patriciado, asentada a ca usa de la lucha
entre las dos clases, sino que más bien nos lleva a concl uir que se trató de un
remedio introducido por el patriciado en su propio interés para precaverse freme
a los posibles abusos de sus magistrados: remedio que en teoría estaba abierto
también a los plebeyos. integrantes del populus Romal/us al igual que los
patricios. pero q ue en la práctica muy dificilmenle debieron poder utilizar en la
prim itiva república. cua ndo los patricios tenían el monopolio del poder.

I
DERECI1 0 PENA l. ROMANO

La fe~ha en que fu e creada dicha institución es objeto de disputa. Nuestras


fuentes. deri vadas de la tradición analística, recuerdan Ires sucesivas leyes de
proI1ocatiOl/e: una lex Valeria del 509 a.c.. aprobada por los comicios
centuriados a propuesta del cónsul P. Va lerio Publieola el mismo año de la
fu ndación de la república , med iante la que se estableció que "n ingún magistrado
pudiera hacer nagelar y condenar a muerte a un ciudadano romano que hubiese
'provocado' al pueblo" (1 1; una {ex Valeria Noratia del 449, rogada por los
cónsules L. Valerio Patito y M. Horacio Barbato inmed iatamente posterior al
deH()c¡¡miento de 195 dece mviros, que prohibía la creación en el futuro de otras
magistraturas exentas de provoca/io (11; y, por fin, una tercera lex Valeria dcl 300
a.c. , atribuida al cónsul M. Valcrio Corvo, de contenido aná logo al de la ley del
509, pero provista -según Tito Livio- de " una sanción más eficaz" (diligenriu.\·
sancta). por cuanto declaraba "merecedor de reprobación" (improbefacllIm) el
acto del magistrado que, violando el precepto, hubiese ma ndado azotar y matar
a un ciudadano a despecho de la provocalio tJ' . La última de estas tres leyes es
histórica sin duda ninguna, y, pese al escepticismo mostrado por algunos autores
sobre el valor de la trad ición, parece dificil admitir que las dos leyes precedentes
no sea n sino proyecciones de la tercera en el pasado. El hecho de que diversas
normas rela tivas a la misma materia sean atribuidas a miembros de la misma
gens no supone, en verdad, un argumento válido para entender que sólo haya
existido la últ ima ley, ya que - al margen de la consideración de que la ley del
449 no tenía por completo el mismo contenido que las otras dos- , no se puede
excluir que la falsificación de los ana listas (si en verdad la hubo) tuviera por
objeto no la mu ltiplicación de las leyes, sino la atribución de las mismas a
diversos miembros de la gel/s Valeria. Por lo demás, que el limite de la
provOCQfio existiera antes de las XII Tablas (aun cuando la primera lex Valeria
fuese una anticipación) no está sólo implícitamente comprobado a través de los
escritores anliguos, segú n los cuales los decemviros y el dictador no estaban
vinculados por la pro lloca/io (~\ sino que también cabe inferirlo de las leyes

. • Cic. 'Pp. 2. 3 1. 5J; cfr. arad p'. 2.5. IJ. v . lambién Liv. 2. 8.1; Dion. lIal. 5. 19. 4 (cfr. 5. 70. 2):
Val Max 4, 1, 1: Plul. PopL 11 ,2: Po mpon. J.5. ench., D. 1. 2, l. 16 e lJ; Viro il l. 15, 4.
"" Liv. 3, 55. 4-5: Cíe. Fí'p. 2, J I. 54.
,,, Li v. 10, 9. Vi .
." I)ara los dCl:Cmviros dr. Cic. f"I.'p, 2. 3 1, 54: 2. 36. 61 : Liv. 3, 32, 6; 3. 33, 9; 3. 36. 6; 3, 55, 4; para
el ¡JiL1a¡Jor, U v. 2. 18,8: 2, 29. 11 ; 3. lQ. 8; Diull. Ha!' 5, 75, 2: 6.58.2: PomjX)n. l .1:. I.'nch .. D. l . 2. 2.
18.
LA I; \'OLUCION DEL I' I{()CESO CRIMI N,\ I. y LAS LEY E.'" '"O l! I' IWV(K'ATI ON E"
"
Atemia Tarpeia del 454 Y MCllellia Sexlla del 452, a.c., quc fija ron el límite
máximo dentro del c ual los magistrados podían imponer multas sin llamamiento
al pu e blo '~J, y, en particular, encuentra sólido apoyo en la noticia proporcio nada
por Cicerón en el tratado De re publica, según la cual las XII Tablas "en
numerosas disposicio nes" (co mpluribus legibu:-.) permitían al ciudadano recurrir
al pueblo contra las medidas reprcsivas irrogadas contra él "" .
Así, pues, no cxiste motivo válido alguno que induzca a desconfiar, al menos
en sus líneas esenciales, del testimo nio de las fuent es. Las razones por las que la
misma norma debió se r rcnovada tres veces (a unque la ley del 449, como ya se
dijo, no es una simple rcnovación de la precedente) pudiero n scr muy distintas,
y quizá no esté lejos de 10 cierto la o pinió n de Livio según la cual la re¡x:tició n
se hi zo necesa ria porque en la fasc inicia l de la república "cl poder de unos pocos
(los patric ios) tenía mayor peso que la libertad de la plebc" o,. En efecto, resulta
fácil suponer que, mientras si era un patricio quien 10 solicitaba el magi strado
casi sicmpre se vería obligado a acceder a la provoca/io, todo menos infrecuente
dcbía ser el supuesto de que un plebeyo fu ese ejecutado sin rcs¡x:tar su petición
de un proceso comicial. Es verdad q ue el perscguido podía recurri r al auxifium
de los tribunos dc la plcbe, pero 1.1 intervención tribunicia era por su misma
naturaleza alcatoria , pues dependía tanto de la voluntad dcl tribun o de cumpli r
con su deber. co mo de la situació n polít ica del mo mento. Como remf.-dio
fundamental contra el ej ercicio arbitrari o de la potcstad puniti va qucdaba el
recurso al pueblo : y las fuentes menciona n episod ios de verdadera y pro pia
rebeli ón popular contra el magistrado que no quería acceder a la pro l'oca ,io (~l.
El hecho de que luego los cónsules, pese al precepto legislati vo, pudieran
desatender impuncmente la solicitud, no puede asombra rnos si tenemos cn
cuenta que todavía la tercera ley (la del año 300 a.c.), a la que las fu entes
o torga n " una sanción más eficaz" respecto a las precedentes, se li mita ba a
declarar el acto de violación del magistrado improbcfaclUm, es decir - seg ún la
suposición que parece m¡ís probable- . o bjeto de simple reprobación mo ral
(salvo, claro es, la eventua l aplicación de la nota censori:l): lo cual nos hace
sospechar q ue todas eslas leyes fu eron de las llamadas leges imperfeclae, que no

Uf. nI. 15.


Cie. r,'I' _ 2. 31. 54.
Li\'. 10.9. 4.
Cfr. Li\'. 2. 27. 12: 2. 55.4.9,
DERECilO PENAL ROMANO

imponían ninguna pena al Infractor, por lo que el ¡liS prol'ocalionis reconocido


al plebeyo contra la cocrcitio magistratual debía reducirse la mayoría de las veces
a una garan¡ía meramente platónica.
2. - Sobre la naturaleza y efectos de la provoca/io existe entre los autores una
neta disparidad de opiniones. La tesis tradicional. que parte de Momm sen,
considera la prallocatio como una verdadera y propia apelación, y el juicio
popular como un juicio de segu nda instancia. Sin em bargo, recientemente. tal
concepción ha sido objeto de una amplia crítica por parte de W. KunkeL quien
- en la línea de estudios precedentes de A. Heuss y de J. Bleicken- ha negado
que la propocarlo tuviera el carácter de medio de impugnación de una decisión
magistratual, para indiv iduar en ella una institución específicamente política,
surg ida en el curso de las luchas patricio-plebeyas, que obtuvo sanción legal sólo
en virtud de la última 'ex Valeria del 300 a.e. Hasta ese momento la pro poca/lo
habría sido un medio de lucha revolucionaria fundado en la fuerza política de la
comunidad plebeya, concretándose en una invocación del perseguido a la masa
de la plebe para que lo protegiera del ejercicio arbitrario del ¡liS coercitionis por
parte del magistrado patricio.
Por cuanto ya dijimos, resulta difícil aceptar tanto una como otra opinión.
Ya antes del fin de la época regia, segú n vimos ( 1.5). el ejercicio de la potestad
Judicial había pasado a manos del pueblo, y al rey sólo le había quedado la
cocrcitio conexa con la titularidad del imperium. El magistrado republicano era
titular de Ull poder directamente derivado del que tenía el rey: no tenía la
facultad de juzgar, sino sólo la de proceder coactivamcntc, sin juicio, contra
quien con travenía sus órdenes o impedía el ejercicio de sus funciones.
Precisamente contra los excesos de tal coerción, que el magistrado ejercía no
como juez, sino como detentador del su premo poder de mando, se introdujo la
provocario I ~I. No es exacto por tanto calificar, con Mommsen, la institución
(;01110 '·apelación al pueblo", por c uanto la apelación presupone el juicio

precedente de un magistrado, juicio que aquí falta porque la actuación coercitiva


del cónsul es un acto de admi nistración , no de jurisdicción. Más fundado parece
entender qlle la propoca/io tuviera la naturaleza jurídica de un acto de oposición
a la coercifio magistratual, acompañado de la petición de un juicio ante los
comicios. Proceso - ya se entiende- de primera y única instancia.

'" Cfr. Li v. 2. 27. 12: 2. 55. 4-9.


LA r:VOLUC ION Del. I'ROCI,SO CRIMI NA L y I.AS LEH"" - DE I'ROVO<: ,\TIONE-
"
También la tesis de Kunkel, segun la cua l la provocarlo sería una inst itución
pol ítica, ajena a cualquier relació n con el proceso comicial, se apoya en bases
frágiles. Al Illargen de la dificultad ge nérica de admitir que un régimen como el
indicado hubiera podido scr impucsto por la plebe al patriciado en la fa se inicial
de la república. caracterizada por la oligarquía patricia, se debe observa r que, si
la prol'ocarío hubiese estado configurada como Kunkcl en ti ende, habría sido un
remed io coincidente en lo substanda l con elll/ixilium /ribunicium, mientras los
autores antiguos hablan de fo rma ex plícita de "dos baluarlcs para la defen sa de
la libertad" (dllae arces Iibenaris ruelldaejlu,,: afirmación que se encuentra
plena mente confirmada por la casuística de las fuent es. en las que auxi/ium
fribullicium y prm'oCluío se presentan como medios de defensa concurrentes.
pero nelamentc dife renciados uno de otro '" '.

3. - Las fu entes no nos dicen ante qué co mi cios se desarrollaban los procesos
IX'l pulares en la más antigua república, pero C,¡be presu mir que se tratara de los
comitia curia/a. Ya vimos (1.5) que ante estos comicios adm inistrah.:1 la justicia
el antiguo sobera no y que en su presencia tenía lugar la ejec ución del homi cida
voluntario por parte de los fami li ares de la víctima. Y no se debe olvida r que.
segun la tradic ión, a nte estos l.-omic ios se desarrolló el proceso judicial cOnlra el
Horacio supérstite.
En tales ci rcunstancias cs difícil escapar de la conclusión de q ue precisamente
las c urias fueron la asamblea a la que se confió la jurisdicción cri min al en los
orígenes del nuevo régimen políti co, y a cuyo juicio la víctima de la coerción
magistratual recurría con la proll()catio ad pupulum.
Esle estado de cosas vino a modificarse hacia mediados del siglo V a.e. con
la introducción, por obra de las XII Tablas, de la regla segu n la cual cua ndo
estuviera en juego la vida del ci udadano la decisión debía reservarse a los
comicios ccntu riados. Sobre las ci rcunstancias que mOli varon tal innovación
estamos informados indirectamc nte por Cice rón, quien cn su pro Ses/io ") ' nos
co nserva la noticia de que la regla decemvira l tenía su precedente en una lex
sacrara, es deci r, es una deliberación ju rada de la comunidad plebeya . Esto
induce a ente nder que ¡tIltes de las XII Tablas los procesos capitales fu eron

'''' t iv. 3, 45, 11. Vitl. l<,mbién Liv. 3. 53, 4: 3, 55. 6; 3, 67, 9.
"" crr. Liv. 2, S5. 5; l 56. S e 11 : 8, 33. 7 .
.." Cic.. &"51. JO. 65

,
~-- ---- -_ .

46 DERECHO PENAL RO MANO

utili7.ados como arma política del patriciado y que la plebe luchó para que fuera n
transferidos de la asamblea por curias, donde los patricios dominaban a causa de
los suffragia clien/¡um, a la asamblea por centurias. El método utilizado por los
plebeyos para alcanzar ese fin se puede deducir de la tradición, que, despojada
de los elemento!,! legendarios, atestigua el frecuente recurso a formas de justicia
revolucionaria.
La persecución criminal plcbeya es una evidente imitación de la ejercitada
por los órganos de la civitas. Al igual que el magistrado tiene la potestad de
coerción derivada del imperium. así el tribuno tiene la Slimlna cocrcendi potestas
garan ti zada por la inviolabilidad atribuida a los tribunos por las leyes sagradas
(Jeges sacra/ae). Todo aquel que les o fenda es considerado sacer y puede ser
libremente matado (consecratio capitú) y privado de todos sus bienes, que son
en tregados a las divinidades de la plebe (coflsecra/io bOllorum) " 'l. Contra esta
coerción, eX Lralegal y revolucio naria, no cabe prol'Oca/io, por lo que el tribuno
vien e de hec ho a disfrutar de un poder del que no gozan ni siquiera los
magist rados patricios.
El derecho de coerción está integrado por el derecho de procesar. A
se meja nza de los comiria curia/a, la plebe se const itu ye a su vez en un colegio
juzgador, bajo la presidencia de un tribuno o un edil, arrogándose la facultad de
imponer multas y de d ictar condenas a muerte contra cualquier patricio que sea
responsa ble de actos perjudiciales a los intereses de la comun idad plebeya " 41, Si
bien alg unos aspectos pa rticu la res de los hechos narrados en las fu entes pueden
ofrecer a menudo dudas sobre su veracidad, las líncas fundamentales de la
narraCIó n tradicio nal res ultan del todo creíbles.
Frente a una presió n tan enérgica, la clase pat ricia se vio for/.ada a hacer
concesiones. Un pri mer éxito, aunque parcial, lo o btuvieron los plebeyos con las
leyes Aternia T arpeya del 454 Y Menciiía- Scxtia del 452 a.C.."" que además de
re stringir la potestad coercit iva de los magistrados fijaron en 30 blieyes y 2 ovejas
(3020 ases en aes signafllm) c1límile máximo de las mullas que podían imponer;

'''' Cfr. Fest. 422, 25-211; 424, 9-12 L., lJion, Ha!. 6, ll9, 3; 10,35,2: Zon. 7,15,
"" Cfr. Liv. 2, 35. 2-6; lJion, Ha!. 7, 38-64; Plul. Cor, 20 [a, 49 11; Liv, 2. 52, 3-5; Dino. Ilal. 9. 2i: Cass.
Dio 5 fr. 21, 3; 24, 5 [a, 4761; Liv, 2, 52, 6-8: Dion. Ha!. 9, 28-33 [a, 4751; Liv, 2, 54, 2-9; Dino. lIal. 9,37·
38 [a, 4731; Liv, 2, 61: Oioo. HaL, 9, 54: Zon. 7, 17 [a. 470]: l.i v. 3, 11 - 13: Dion, Hal. 10.5-8; eie. dom
32,86 (comilia Cl'n/urillla) [a. 461]; Dion, Ha!' 10,42 [a. 455]: Li". J, 31. 5·6: Dion. Hal. 10,48-52; l'lin,
nul, 111:>1. 7.28 (29), 102 [a. 454].
t ,\ EVOLUCION DEI. PROC ESO C RIMI NA l. Y I.AS I.EY ES " DE PR OVOCAT [ON I~-
"
a partir de ese límite existía el deret:ho de provocare ad populum {I 'I . Pero el éx ito
m¡ís nOlable lo obtuvieron muy poco después, en el a ño 450 a.c.. con las XII
Tablas, que además de confirmar el derecho a la provocatio, sancionaron
solemnementc que la ún ica sede co mpetente para pronunciar la condena a
mucrte de un ciudadano era la asa mblea ccn luriada (de capile civis nisi per
maximum comitiafUm l/e ferullIo) lIbI, A su vez los patricios lograron insertar en
el cód igo deccmvira l el precepto correlativo que prohibía ejecuta r a una persona
que no hubiese sido condenada regula rmente (indemllorum homillem imerjicl) 111,:
prohi bición que suponía la abolición para el futuro de los procesos capilales
revolucionari os dirigidos por los tributos ame los concilia plehis. Asimismo,
como consecuencia del nuevo régimen, la cOl/secra/io proba blemente- no pudo
ser impuesta más Que por los comicios del pueblo, una vez Que un proceso
reg ular hu biera comprobado la responsabilidad del reo "~ ',

UI BLl OC RAF I A

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IUllcfiUlII/l'II/('1II di' fa nm/mi.\:Siall déc(,l/I'irall' dI' '¡51·'¡-/91l1 '. l .e A e
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Jwrid " ~ forifl¡:raftci J/l/fell¡ l/elle XII TO I'O/e. llologna 19 84: E. I'UI.UZlI. ."-IOIU:I' ill &/'~I' ROII/('.
Firen1.C 19K5.
('o mpch:: ncia del C(lm i ti a lu~ mllXim lL~ para los procesos ca pi lak~: P. 1)1 F R ,\~·n s('1. I '('r 1"
I'/Uria tlf'i ('omitío ('('!/I/lrílllll. 5'/IIdi JI. Arallgio.Rll i:. 1. Napoli. 1 95~: A. M¡\( iIl LLA IN. I'r{/('/Or
II/lIximl/l 1'1 ('ollti/irIlIlS maxilll //J. I U RA . 20. 1969: A. G I ·AKI N/l. / .c' Urf¡:¡'II; quiriltlrie. RoC'('o/1tI di
.Ic·rílli romllllis/íci. N~ pol i 1973: ID.. /,(/ rÍl'/J!lIúo//(' ddltl plc·lx'. Napoli t 975: B. SANTA I II( '1,\. A 1/e
IIrí¡::il1i (cfr. 1n. 1): ID.. /I pron'.lso p(' //t//r (cfr. 1 n. 1): E. G..\BB" . M llximllS (·UIIJ IÚallls. AIf/I'I/(/('III11.
(15. 1987.
CAPITULO 111

LA LEGISLACION DECEMVIRAL'

SU MARIO: l . El proceso comicial y su :ímhito dc apl icación. Los


2. Coerción magislratua l y pmIJoca!io. Los l/fllOI/l1fri
qUlIl'.worcs pllrricidii.
pcrdul'fliollis. J. Los delitos en particlIlar .

. TraJuroúll: .1. l'


I,A I,Ft;ISLAClON DFCHdVIRAL ;1

l .- El princ ipi o de que una condena a muerte no puede se r impuesta a un


ciudadano sin o a tra vés de un juic io de la asamblea centuriada, por cuya
consol idación habían luchado tenazmente los jefes plebeyos en los años
anteriores a la codificación deccmviral, logra reconocimiento legal, como ya
hemos dicho (11.3), por obra s!e 1..?S XII Tabla ~ Los decemviri fegibus scribulldis.
además de r ecog~ las disposiciones precedentes en materia de pro)localio.
prescribieron con una disposición expresa que en todas aquellas causas en las que
est<!ba en juego la vida o la muerte de un ciudadano (de capile civiJ) no pudiese
juzgar sino el máximo co micio de todo el pueblo. Con la l medida se sustrajo
definitivamente a los comiLia curiala la cognición de los delitos ca pitales, y el
úni co órgano competente para conocer de esos ilíci tos pasa a ser el comilia/us
maximus, es decir, la asamblea de centurias.
No es improbable que los decemviros establecieran también el proceso a
segui r ante el pueblo: eso 10 deja entrever Pomponio !" cuando dice que en las
XII Tablas se hacía mención de los quaeslOres par(r)icidii. que, como sabemos
- -
(I. S), desde época antiquísima tenían encomendada la función de indagar sobre
la respo nsab ilidad de los reos de hom icidio. Las fue ntey no precisan cuá l~s era n
las atribuciones de ®:i...Dlagisyados en el mo mento histórico de la codificac~ó n
-
decemviral. pues se limitan a indicar que su esfera de actividad se refería a la
-
perse~ución de crimenes castigados con la pena de mucrte~ sin embargo, parece
verosím il que ya en esta época, en consideración de sus funciones originarias de
c~ indagatorio. les fuera-;;lcomcndada la tarea, que mantendrán en época
histórica posterior, de- instruir el pro5eso y de promover la acusación ara el
ju icio popular.
J unto a ladlsposición dp capilc ciL'i\ figuraba en el código decemviralla otra
prescr ipción, impuesta por el patriciado. que prohibía ejecutar a un ciudadano
que no hubiera sido condenado en un proceso ~egu"tar. Ésta estaba dest inada .
_.- ~-

" I'omp l..1·. I'/Kh.. D. 1.2,2.23; Fes!. 310. 25-27 L Isuppl. J (XII Tab. 9. 4).
OEREC lI O I'EN ,\ !. ROMAJ>.;O

co mo dijimos (11.3). a poner un freno a la actividad de los trib una les


revoluciona rios ~_e la plebe. que dura nte la primera mi tad del siglo V a.C. se
-había n arrogado el derecho de pt.:rscgui r. incl uso con la pena ca pital, a los
exponen tes de la clase patricia que fueran responsa bles de violar las IcgcJ
sacra/(le, y en pa rticu la r a los ex-magistrados culpables de haber tra nsgred ido los
deberes de su oficio. sobre todo en el ejercicio del mando mil itar. 1\ pa rtir de las
XII Tablas el autor de la infracción p uede ser llamado por los tribunos a
. responder de- su actuación a nte el concillilm p/~bis sólo si la acusación lleva
apa rejada una pen~ distil1la de la de muerte; en ca mbio, si el hecho se encuentra
castigado co n la pe na ca pital. necesa ria llle~ te debe tener lugar el p~so
co micial. en el que el tribun o, al ig ual q ue los quacstorcs en los procesos_de su
competencia. actúa en calidad de instructor y acusador.

El juicio ante el pueblo con la acusació n dt: Ilb t¡//(/{'Slor('S o de los Irihunos dt: la pkbi.'
cra un j uicio dt: primera y llOica inslancia. l.a opinión de Mommsen. según la cual 1m;
comicios sólo ¡xlll ían conocer tOn grado de :Ipelación de las nmdenols ya pronunciadas por
d ichos magistrados en el ejt:rcicio de su potestad puniti\'a, se presta a serias objeciones)
contrasta con las nolicias que rcponan las fucmes (crr. 11 .2). En cfcclo. como ha indicado
Brcchl. lo~ tesl imonios qut: han IIcgado hasta nosotros nos ofrecen indicios cienos de que d
proccs() anlt: las ,lsa mh1cas popu lares no cslaba precedido por un Juicio o por una condena
magislrahla l. sino que el magi:M:ldo actuaba de principio a fin cn calidad de 'Il:usador.
limit;índosc a conducir la inSlrucción y a propo ner la pcna a los t'O midDS. El único )
verdad t:ro ju icio t:fa d del put:blo.
ülro aspecto que SUSl,;ila discusiollt:s c~ d relat ivo al ámbilo de aplicación del proct:So
comicial. En epoca reciente Kunkd ha puesto en duda ljue los comicios t:ellluriados juzgMlIn
tamhién en malcria de delilOs com unes. restrillgit:mJo su competencia sólo a los delitos tÍ('
índo le poJitica. En su o pinió n, l ~ dclilOs comullt.'S no habrian estado somClidos a persecución
públ ica, sino q ue habrían dado lug¡lr a un proccdimicnlo privado imrod ucido mediante la
legis (I('(io .l'lIcramefllO amt: ulltrihunal juzgador presidido (o compucslO) ¡x)r los quaeSfOrl'J
parricitlii. y tras la scnlel1t:ia d culpable era cntregado 1L la vcnganza de la víelima o de sus
parientt:s. Pt:ro de tan arrit:sgada hipútc~is el autor presema pru eba~ t:xtrcmadamente fnígilcs
y t:quívocas una no/(¡ de Valcrio Prooo (45) de intcrprctación mu y dudoS:l. un pasaje con
gra n d e~ lagunas de FcsltJ (466. 2-9 L. ) Y un cnigm<ilico fr;¡gmento de Livio (23.14,2-4)
mientras, por otf<l pi_rte. dc:.v:lloril a con argu mcnlOS suliles una am pl ia serie de testimonios
quc ConlraSlan, en todo o tOn par\t:, con su hipótesis. En pan icular, se ve obligado a negar.
en la línea de una imp robable eonjctura de t a lle. la idemidad de los q lllll'slor('.'i par(rJiádii
y aemii (pero, al margen de las dudas a que put:de dar lugar Pom po 1.5'. ('1/('11. D. 1.2.2.22-
23 . la Ira(\idún es unívoca en la l semido; cfr. en panicuhlf Varr.fing lal. 5,8 1 y ZOI1. 7,13).
y a considerar como cotrcntcs de 1000 valor hiSlórico los ejcmplos suminiSlrados por los
t.~ril orcs antiguos sobrc procesos dcsarrollado~ anlt: el pueblo hajo 111 direcció n de lo!'
q llaI'S/Ofj ',\: 1;11110 anItOS como d~pués de las XII T,lhlas (proceso de Esp, Casio (ailo 485
1./\ IH jISL,\ClON 1)J-.(·EMVIRJ\ l. 53

a.c.]: Cíe. r('p. 2.35.60: Li \'. 3.41 ,11 : Dion . de Hal. 8.77.1: proceso de M. Vol~i o {año 4591
458 a.c.): Li\'. 3.24.3: 3.25. 1-3; 3.29.6: proceso de Camilo [:lño 391 a.c.]: Plin nato hUI. 34.
7. 13: Cíe. (10111. 32. 86; proceso de Q. T rogo. n.:cordado en el l'efllS lvmmNllarium
(wqui.riliolli.r de! CUL'Stor M. Sergio (posterior al 243 a.c.] en V¡IH. Ii"K. {.aI. 6.90-92): lo que
no puede ae('ptar~e sin grandes rescrv:lS.
Por lo OcmÚs. oc una intervención de los comilia en materi,1 dc delitos \:om UIlC!:i existen
huellas scguras en el leatro de Plauto, donde expresiones como dI' cup lte meo ~"W1I ("omiria.
m{'U S/lllf capiti comitia (equi valentes mas o menos a la nuestra "está en juego mi vida"), que
e! comediógrafo pone frL'C uentemente en !"loea de personajes del pueblo (cfr. AII/. 700: Pscud.
1232: Trile. 8 19). no ~ pueden explicar ~ ino admitiendo q ue la L'Ompctencia de la asamblea
de centurias no cstaha limitada ~úlo a los crímenes politicos.

2.--;- Fue ra del tírnbito de la represió n criminal verdadera y propia, la an tigua


potestad coercitiva dc1magistrado C/U1I imperio m ntin uab<1 actuándose libremente.
con el único límite de la provocarlo (Id populum. El recurso a I~asamb l ca popular
resultaba posible, como ya se ha dicho , sólo en el caso de Que el magistrado
tratara"de Imponer al ciudadano una pena ca pital o constreñirlo a pagar una
multa 4ue exced iera cllTrllite de 3020 ases - originariamente 30 b ueyes y 2
ovejas- fijad o por las leyes Atero!a Tarpeya y M c~cnia Sextia (supra, 11.3). En
ca mb io. no quedaban sometidas a prOl'ocalio las medidas coercitivas de menor
gravedad, como las multas inferiores a la maxima, el encarcelamien to (il/ vincllla
dllcrio), el secuestro tle bienes (pig lluris capio) y, al menos hasta las leges Porciae
de la primera mitad del sig lo 11 a.c., la fustigación (verbera/io). considerada-
co mo pena autó noma respecto a la ejecución capital (a la que frec uentemente iba
unida : efr. además lV.I).

El derecho de prOl'OCor(' ad po/JUlum estaba lim itauo también desde olras rcr.;ptttivas.
Así, la prOlI()("lIIio efll posible sólo dQmi. es dL'Cir. en Roma y en el radio de mil pasos de la
ciudad (Liv. 3.20.7); además. en el ámbito del imperiuIII militja('. la potcstad coercitiva del
cónsul recobraba Sll pleno vigor y el magist rado tenia facultad de ejecutar o de oondenar a
a1.Otcs al autor de la infracción sin 411e éste pudiera recurri r al comicio (la extensión de la
prol'(J("(l(io al territorio extraurbano parece que debe atribui~ a una de las ya mencionadass
/('R('S PorciO!' del siglo 11 a.c.). Por Olr:l parte. en la mism:. ciudad de Roma el recurso :.1
pueblo no era posible si el hecho hahía sido L'Ornetido por un extranjero. por un esclavo ()
por una mUJcr. pues t¡xlos ellos carccían de capacidad p;Ha particip..1r en los comicios (sólo
¡.:un el andar dcltiempo. y limitadamente a algunos erímene:¡ cometidos por mujeres. \'cmo);
al pueblo concurrir a la irrogación de la pena: cfr. Gel. 4, 14,3; Liv. 10,3 1,1 y 25.2.9).
Tampoco rxxlían ser sornelidas al juicio del pueblo las condenas del dictador, al menos hasta
1,./ex Vil/aja del 300 a.c., y las sentencias pronunciadas por magistrados extraordinarios que
hubieran sido expresamente exonerados (como los decemvims legisladores). Por (.ltimo. la
DERECIIO PENA L ROfo,MNO

prVl'ucaliu estaba excluida en algunos ilícitos 4ue por su L'Spcóal índole pertenecían más a 1:1
esfera religiosa q ue a la del der\X:ho y eran sancionados a tran:s de la moJim cm'rcitio. que
correspondía al pontífice máximo tras consuhar con los sacerdotes a él subordinados (pero
L'\mbién en estos c.'\sos se permitió más tarde r\X:urrir al pueblo: cfr. IV. l ).

Sólo en casos de perduellio flagrant e la persecución tenía luga~ sin


participaóón de la asamblea popular. El cónsul (al igua l que an tiguamente el
rey) delegaba el oficio de proceder a d os co ll1i sa ri os~ peciales elegidos para la
ocasión, los duulIlI'I'ri perduellionis. que - por cuanto nos es posible inferir
te nían la misión de proclamar-¡; responsabilidad del reo y de ejecutarlo
inmediatamente y sin juicio (indicta causa). A diferencia de los qllaeslOres
par(r)iddii. que eran aux il iares estables de los cónsules y tenían co mpetencia
limitada a la instrucóón del proceso y a la propuesL1 de la pena, los duumviri
eran nombrados por los cónsules caso por caso y procedían. de mQdo directo e
inmed iato contra el culpable. Más Que jueces, eran menos ejecutores de la pena.
La fl agrancia, al excluir la necesidad de probar el delito, eliminaba [a necesidad
.de un proceso. y el reo carecía de la posibilidad de hacer valer sus razones,
justificá ndose 0, al men os, atenuando su culpa . Atado de manos y con la gI beza
tapada era colgado de inmed iato a un árbol e.<;téril y golpeado con varas hªsta la
muerte.

La opinió n común de los au tores tOS distín ta n la aq uí sostenida. y entiende que la deósión
de los duu ml'iri estaba sujeta a prol'omtio (!..4../J,Upulum.. Pero los argumentos en que se funua
- y en pa rticula r el aluuido tcstiml)1l io ue Liv. 1.26.6- están lejos dI.: rt!sultar decisivos.
Bastc recordar. a este propósito. las eonsideracÍlmcs desarrolladas anteriormente (1.5).
Puede sorprender q u..: un procedimiento como el desen vuelto apud duuIIIl'iros. arbitra rio
y su mario. ~in partieip:.it.:ió n del pue hlo, pudiera ex istir en Roma no sólo en la época regia.
sino también en la primera eund republ icana,:l1 menos h;lsla que no comenzó a lOma r forma
el proceuimielHo tribunicio (cfr . IV_l)_ A tal respecto con\'ielle no olvidar que ello no
constituía la regla. ~ino ljue era la cxu:pción. Si el delito no era nagra nte. el reo era j uzgado
por los tri hunales onJin¡ l ri o~ . IlO por los dUlIIIII'in: Es significativo que el proceso contr¡¡
Espurio Ca~io. ljlle ¡UHl lugar en el 485 a.c.. antes de que existieran loS procesos trihunic io~.
resultase di rigido según la \'cr."ión ljuc Livill entiende como m,b fi able por los
qllllc 'SfUrl'.~ ante la asamblea popular y no por lus tribu nalL'S c5JX'Cíaks dI.: q ue ahora l rat amo~
( Li\ . 2.4 1.1 1).
Sobre el prll\.:cdimielllo d uum\'i!al. al nwrgen de 10 ya indicado. estamos mu y P O(; O
in forlllado~. Las fuente, sólo conservan el recuerdo de tres proü'sos dirigidos por dicho~
magistrados: el proceso dI.: lI oracio, del ljUl' ya nos ocupamos con detalle en otra sede (15):
el de M. Manlio Capitolino. del 384 a.c.. llue ~egú n una \'cr.;ión recordada por Li vio
(6,20. 12) hah ria sido somctkh l a lo~ dllllll/I'iri en \'C7 de a la asamhlea 1)\lpul;lr: y. por fin . el
I.A 1.I:GISI.AC'ION DEC'EMVlltAt. 55

de C. Rabirio. del 63 a.C., al que se refiere la célebre oración de Cicerón: pero se trató, en
este último caso, de una artificial revitali1.ación del antiguo procedimiento, querida por el
tribuno Labieno, en un momento histórico en el que lujurisdicción duumviral hacía tiempo
que había caído en desuso.

3.-Si ryamos ahora nuestra atención en el contenido substancial de la


legislación decernviral, resulta f<ícil advertir que se -C;;UciCriia, deUñTadg,-por la
notable extenSión de la represión púbHca, a la que son atraídos much~~_ actos
lesivos contra el interés general que antes no eran considerados como
merecedores de sanción, y. de olro~ -por la fuerte tendenciá a someter 'contrOl al
.estatal el arcaico régimen de la venganza pri~~~,<l' - "" -" ,- -
No faltan, como es natural, disposicion~.que vugly~n a confirmar la flicitud
de algunos "hechos ya perseguidos criminalmente a través de normas anterio¡cs,
regias o consuetudinarias: así, -por ejemp'lo·, para· el ~o~ié:iÜo invol~nt~:no se
renueva -probablemente como complemento de un"a ·dis-posícróo· 'soore el
'homicidio voluntario, ya elevado a título de crimfJll merecedor de pena
capital ,ll- la primitiva sanción 111 de la entrega de un carnero a los agnados del
ei
fallecido (.I?e;o a~or~_ !1~c~~~ia, -cómo heni-os dicho, Qn~~~'~de~-;--i;or p~~
pueblo)'41; para el fraude cometido por el patrono en relación con su cliente
. persiste la cOllsecratio del culpable a una divinid<td-irifernal (precedida también,
según cabe deducir de Fésto, de un juiCio "popular) cSI;jlani'la prodiiio. -en 'Ias dos
formas gravísirnas de incitar a los eEI~migo~ cO!Jtr.aJa p.at~~a (lzoslem-cóJícitare)
y de entregar a un ciudadano al enemigo (cil/em 1z0S1i tradere). se mantiene la
pena de muerte asentad'.l'en·la -praxis 'd~i ejercicio de la coercitio magistratua[ic".
Junto a estos_~!QS, reconocidos ~oino otros-tantc)s"supüestos-de ¿rimen ya en
época predecemviral, las XII Tablas contemplan una notable serie de nuevas
figuras criminales qU!t.. en cuanio susceptibleS de lesionar los intereses de la
comünidad ciudadana o de ofender a la conciencia ético-política de la misma,
quedan sometidos a la persecución pública. Especial importancia revisten, a este
·prOpósito~algunos crímenes que lesionan el supremo interés de los ciudadanos a
- la inviolabilidad
--._,- -
d-c la-jusÜcla-:-coma
---
la corusf6ñ-dcrJueZo~del ¡írbitro con una

,t, Arg. ex Plin. naL hirL 18,3, 12, (XII Tab. 8, 24 b).
•" Serv. allCl in VCIX. buCo 4, 43 (supra, 1.3).
'" eie. Tul! 22, 51; crr. fOp. 11,64; de aroL 3, 39, 158 (Xli Tab. 8, 24 a) .
... Serv. in flerg. Aen. 6, 609 (XII Tab. 8, 21); cfr. Fcsl. 424, 5-6 (supra. JI.3).
.., Marcian, 14 insto D. 48, 4, 3 (XII Tab. 9, 5).
" DERECIIO PENAL ROMANO

de las parles litigantes, s,ancionada con la pena de muerte (desconocemos la


forma de la ejecución) 11); la consagración dolosa de la cosa litigiosa a fin de
peJjudicar a la otra parte, castígaaa:·coñ'laecna-P~~.ñii:raria.dc.LdQble...dd valor de
ia-cosa Tlos mismosa¿tiguos dudaba~--~i -~~ favor del estado o de la parle
.- "iCslónada)18J; el falso tcsti!E~nio. ~tigado con la deyección del culpable desde la
roca Tarpcya (pe-ro- quh.á castigado ya por ros'
Jiiores antes de ¡as XífTablas, al
"menos-cuando hubiese ocasionado la condena de aquél contra el cual se
prcstó)I~J; por último, la negativa a prestar testimonio, sancionada -si había sido
públicamente ascgur!lcta -a- travéS
Cierntüaicaracrérístiéo de la obvalgulatio-.lEE
hl. pérdida para el futuro de la capacidad de prestar testimonio y con la
correiat~"ª i~~i>~t:id.¡¡d. de llamar a.otroijjara· que· tcstif¡:qü~~iíJnJ~..Y2! pr~E~o.~I~J.
- -Enérgica es también la represión de algungs hechos susceptibles de perturbar
el pacífico desarrollo de las ~ctividades agrícolas, gue constituyen -"apenas es
neccsarró-r-csaltarlo un elemento de capital importancia en la vida de una
sociedad y economía substancialmente' rural, como lo es la sociedad romanaOe
-esta' épocii~ El que dolosamente incend{ü"la morada cie"otfoo-~gavriiasoe
..pnopróXimas a ella, debe ser'quemado en 'una hoguera 'IU; quien lleva a sus
a~iffi-alcs para que pasten de nocne en terreño ajenoocxporta-fÜrti"v'amentiTas
miescs
__ es sacrificado
_ . a Ceres si__es ...-púber, en otro·
_... _____ cáso
.... ·.r_·· es
____ · 'aiotado
. . -'con
- -las
.- varas
_.
y condenado al doble del daño ca:ll_sa~oU"2'; el que maldice las cosechas o trata de
atraer con encantamientos a su propio fundo lii.S1f1icscs 'dcl-vccino--escashgado
··(próbablerncnte) con la'muerte!ll_; Nórmü,·csÜi"última, qüc refleja todavfiiuru¡---'
concepción primitiva, mágica y súpcrsticiosa, de la que se encuentran abundantes
muestras también en otras disposiciones del código decemviral, ante todo en las
prescripciones relativas a la represión de 105 hechizos y de las prácticas de mal
agüero. como el occelllare y el malum carmen inCa/liare (expresión mal
entendida por Cicerón y por Horacio -al igual que por algunos autores
modernos- en el sentido de composición y divulgación de un poema

." Gell. 20, 1, 7 (XII Tab. 9, 3).


," Gal, 6 ud L XII Too., D. 44, 6, 3 (XII rabo 12. 4).
'" GeJl. 20, 1, 53 (XII Tab. 8, 23); err. Liv, 3, 29, 6.
"., Fcst. 262, 19-22; 514, 6-8 L. (XII Tab. 2, 3); Gell. 15, 13, 11; 7, 7, 2-3 (XII rabo 8, 22).
"" Gai. 4 ud L XlI Too., D. 47, 9, 9 (XII Tab. 8, 10).
,," Pin.1UII. hist. 18,3, 12 (XII Tab. 8, 9).
"" Plin. naL hirL 28, 4, 17-18; Sen. naL quaes' 4 B, 7, 2: Serv. in Verg. buCo 8, 99; Aug. cil~ DI!i 8,19
(XII Tab. 8, 8).
I.A LEti JSLM'ION I)E(·EMV IR AI.

difamatorio, mi entras que en origen se refería al pronunciamiento de fórmulas


mágicas dcsti nadas a provocar la muerte de un hombre) oI4'.

No eran probablemente objeto de juicio públio.::o, sino quc eran perseguidos por el
magistrado en el ejcn:it:i o de su poder de policia, algunos ilíc.; itos de menor gravedad,
concretados sobre lodo en la violación de prohibiciones en maleria de higiene pública (como,
p. ej .. 1:1 prohibición de sepultar c:.davercs dentro de la viudad Cie. leg. 2,23.58 [X II Tab.
10.1]) o de seguridad urbana (como el tener reuniones nocturnas: Latro dcd. in CtII. 19 [XII
Tab. S.26]).

J unto a los actos hasta ¿lhora mencionados, considerados como lesivos de los
intereses de la comunidad y por ello objeto de persecución pública a ca rgo de los
órgan os de la ciJ!iws, [as XII Tablas contemplan otros supuestos delictivos,
reconocidos como lesiyos de los derechos de los partic ula res, cuya represión se
deja IX'r tanto a la iniciativa de la parte lesionada. La legislación decemviral
m;:lrca en esta materia un momento de transición, en el que el antiguo régimen
de la venganza pri vada aparece ya s uperado en gran medida por el de las
composiciones volun tarias. dejadas al libre acuerdo entre ofensor y ofendido, a
la vez que se va diseñando el nuevo siste ma de composiciones legales, fijadas por
el estado en una cantidad dctermin ada de dinero para ctlda delito. En este
sentido, resultan significat ivas las sa nciones previstas para algunos actos de
violencia física contra la pe rsona. que con el paso del tiem po 4uedará n
absorbidos en el concepto general de iniuria. En caso de mutilación (memhrum
ruplllm) se admite todavía el talión, a no ser que las pa rtes acuerden una
composición voluntaria (ni cum eo p(Jeit. talío esto): pero en los demás casos de
lesiones física s la composición es impuesta di rectamente por la ley: para la
rraclura de un huCSü (os f ractu/1/) e n 300 ó 150 ases, según sea libre o esclavo
el ofendido; en 25 ases para actos de violencia física m:'¡s leves (los únicos
denominados ¡I/iuria en la codificaci ón decemviral) "~ '.
Análogas observaciones se pueden hacer en materia de hurto. En caso de
hurto nagra nlc (fimum mallife3·tum), la víclima dcl hurto pu<.'.<Ie ma ta r al ladrón
sorprendido in nagra nti siempre que el delito se haya cometido de noche ljúr

. ~ I'tin. /faL hil·/. 28. 4. 17· 18; Cie. f"I.'P. 4. 10. 12 ap. I\ ug. dI'. Dd 2. 9; ¡use. 4, 2. 4; lIor. SOL 2, 1,80-
83; ep. 2, 1, 152-154, cfr. I'orpb. ad Ilor. 11. 0;:.; Pseud. Corno ;11 Pers. SOL l. 123; ArROb. adl'. naL 4,34; Paul
senl. 5, 4. 6 (XII Tab. 8. 1l. .
"" Gai. 3. 223; Gel l. 20. 1. 12. 14.32; Fesl. 496. 15-17; 508. 14- 15 L ; Paull .r. de flliuriiJ. ColI 2 5
5; PauJ scm. 5. 4. 6 (X II Tab. 8, 2-4). . , .
DERECIIO I'ENAL KOMAN O

flOClumw) o de día a mano armada (fur diumus qui !efo se defendi!). con tal de
que en esta úhima hipótesis haya invocado en su aux ilio, y como tC'itimonio de
la agresión sufrida, a los vecinos (cndop loralio)""'; en los demás casos de hurto
Oagrante, en cambio. la venganza no queda permitida , y el ladrón, si es una
persona libre, debe ser azotado y at ribuido - addiclus- a la víctima (se discutía
entre los propios a ntiguos si como esclavo o en situación dc adjudica/u,,»~. si es
escla vo, azotado y arrojado desde la roca Tarpeya ,m . A salvo queda siempre la
posibilidad de un acuerdo am igabl e (de fimo paci.l"ci) " ~ '.
Al supuesto de hurto Oagrante asim ilan los decemviros la hipótc'iis de que la
cosa hurtada sea encontrada por la víctima en la casa del ladrón tras una
pesq uisa solemne efect uada de acuerdo con un antiquísimo ritual de carácter
mágico (la llamada quaestio lal/ce el licio). sobre cuyo sig nificado concreto
existen por lo demús en la doctrina bastantes discusiones y dudaS I ' " ' .
Mientras que para el hurto Oagran te la composición es todavía voluntaria,
ésta es ya legal para el hu rto ~O-ªgrante (fuman I/ec lIIamjcslllm). en cuyo caso

-
el ladrón se ve constreñido a pagar a la víctima , a título de pen a, el doble de!
-
valor de la cosa hurtada (dupliorc damnum decidi/o)'~", y para el jur!um
coflceplum y ohlalUm (es decir, respectivamente, en caso de que la cosa se
descubra en presencia de testigos en casa del sospechoso, pero sin el solem ne
ritual de la quaesfio lance CIlicio. y en caso de que sea hallada en ma nos de un
tercero de buena fe, que queda a su vez legitimado para proceder por hurto
contra quien se la ha transmitido) la pena es en ambos casos del triple m,.
J\ la misma pena que el ladrón no nagran te quedan sometidos el deposilario
infiel ,~" y el tutor responsable de sustracciones dolosas en detrimento del
pu pilo '~ '1. Con la pena del cuád ruplo se castiga al usurero que haya prestado
dinero a un tipo de interés superior al máxi mo legal , fijado, según parece, en el

".. Cje. Tull. 20.47; 21, 50 (cfr. Fest 402, 33-34; Fest fPaul. ) 67, 12-1 4 L. ); Mil 3.9: Gaj. 7 ed. prov.
D. 9, 2. 4, 1; !3 ed. pro~.. D. 47, 2. 55 (54). 2; Ud!. 11, 18.6-7; 20, 1, 7; Ulp. 8 {'d.. ColI. 7. 3. 1, Maer.
SaL 1. 4, 19 (X II Tab. 8, 12-13).
"" Gai,3, 189; Gell. tI. 18.8; 20.1,7 (X II Tab. 8. 14).
,," Vlr· 4 eJ. . D. 2. 14, 7. 14.
"" Gaj. 3.192; GeH. 11. 18.9; 16. 10.8; Fest. 104.5-8 L. (XII Tab. 8.15 b).
,,,, Gai. 3. 190; GcH. J J, 18, 15; Fcst. 158, 32-33 L. (X II Tab. 8, 16).
<' " Gai. 3. 19 1, GcH. 11. 18. 12 (X II Tab. 8, 15 a).
"" Paul, sent. 2. 12. I1 = Coll. 10, 7. I1 (X II Tab. 8. 19).
"', Tryph. /4 dirp.. D. 26. 7, 55, I (X II Tab.!l, 20 b); e=Isarncntc atendible V lr . 35 ed. D. 26,10. l.
2 (XII Tab. 8. 20 a).
LI\ L EGI SLI\ClON DECEMV IRAI ,

cien por ciento anual (fCIIUS ul1 d(Jrillm)· l~l: norma cuya inserción en el cód igo
decem viral se debe considerar probablemente como fruto de la presión de la
clase plebeya, gravada fuera de toda medida por los enorm es intereses im puestos
por los gra ndes propietarios pat ricios. Por último, quedan castigados con sanción
pec uniaria algunos casos determinados oc daño causado a las cosas, co mo la tala
de árboles ajenos - Glstigado con la pena de 2S ases por cada árbol talado- '~'.
las inmisiones abusivas de ganado para que paste cn el fund o ajeno (4 ue, como
ya vimos, era reprimido como delito público si sucedía de noche o
clandestinamente) "'" y los daños ca usad os por cuadrúpedo:s do mésti cos sin culpa
humana ,m: pero sobre el importe de la pena correspondicllIc a estos dos últimos
ilíCitos no dispo nemos de ninguna noticia.
No siempre resulta I¡icíl saber que infraccionl.'S fueron contcmpt¡uJas por las XII Tablas
como crímenes públicus. j uzgados y <.: aslig:tJos por el popu{u.\", y cuú1cs W Tl10 delitos
privados, en cuyo caso el ofendido quedaba Icgilimado a perseguir privadamente al ofensor
(y ya heJl10s vislo. por lo dem;ís. que l()s mismos juristas clásicos dudaban en algunos casos
:.i la sanóún (lI.:cunia ria estaha previsla a fa \'or del pOpll/US o del particular o[cndido: cfr.
Gayo, en D. 44.6.3). I'ero p3rcce exn.'sivamcnte radical la opinión de aquellos aulorcs q ue,
en la línea de Kunkcl , sostienen que en esta epoca sólo fuemn elevados al ra ngo de delilos
pltblil.:os la pt'rdlld/io y algunos de los m:ís graves crí menes S<lcrak'S. En efecto. siempre que
se admila (como [as fuentes inducen a admitir) I..\UC con la norma di' ("(/pile c¡¡'is los
dcce mviros no prclendían aboli r los tribu nal !!., re volucionarios de la plebe. sino reivindiGlr
p;.lra la asam blea centuriada el derecho de decidir sobre la vida y la muerle de los ciudadanos.
no parece que pueda dudarse UC I..\ue el carácte r capital de la sanción constitu ye un indicio
seguro del carácler publico del ilíeilO.

Aparece diseñada así. ya en el sistema de las XII Tablas, la distinción


fu ndamental, que marca el derecho pe nal romano de la época clásica. entre
tlclitos públicos (llamados técn ica mente a iminu).!. . l?crscguidos por el estado a
través de los órganos in vestidos de la j urisdicción criminal y sancionados con
pena pública, corpora l O pecuniaria. y delilos pri vados (de nominados, con
alguna oscilación, deliCia o maleficia), perseguidos por el ofendido en las formas
del proceso privado 'j sancionados con pena pri vatla, siempre pec uniaria. debida
a la parle ofendida .


"" Cato r .. rU$/. prdcf.; Tac. aflll. 6, 16,2 (XII Tab. 11. 18).
'''' I'lin. na/ I!(w. 17. 1.7; Gai. 4, 11 (XXI Tab.lI. 1t)
.,.. IJlp. 4 / .'Wh.. D. t9. 5. 14,3 (XII Ta b. 8, 7).
" Ulp. 18 ¡Yl.. D.9. 1, 1 pr.; JUSI. ill.f/. 4. 9 pro (XII Tab. 11. 6).
DE RECI-IO PENAL ROMANO

A partir de ahora sólo los primeros serán objeto de nuestro estudio; lo~
segundos, configurados por la jurisp rudencia como fue nte de obligación.
pertenecen al ámbito del derecho privado y exceden por ello del ámbito del
presente libro.

BIBLlOGRAflA

fl. I Cornpctc nl.; i;¡ capi tal de los co miti n Cl'llluriata: sl/pra. 11.
Quacs\orcs pnrricidii: supra, I n. 5.
- Persecución capital privada: W . K UNKU .. {)lIfrr.\·llc/¡ulIgrl/ (cfr. 11 nn. 1-2); ID., QIIGI'.\"Iio,
PWRE. 24. 1963 (Kleine Sch rijre/1/, Weimar 1974); G. SAC( ·ONJ. Si fll'ga/. saCfUfllelllO /jl/aailV,
S DHI. 29. 1963; W . K UNK Fl. Ein diri'ku's Zcugnis/iir dcn priroU'1I Mordprozl's.\ i/1/ allrúlIli.wJuln
I?cch/. ZSS. 84. 19ó7 (K!('inr Schrijr(,/1/. cit.).
n. 2. Cocrcitio magistratual y provocatio: supra. 11 nn. 1-2 . Duumviri pcrducllionis: JI/pra.
I n. 5
n. 3. Los delitos de las XII Tablas. En general: R. PERR IN. Le ctlraclál' .lllbjl','II! de la
réprcssiofl páw!e dans les X /J Tub/cs. RI1, 29. 19:'\ 1: F \VIEACKHl.. Zwúlftafelprobleme. RIDA.
3. 1956: C. S. TOMULESCU. Infrac/ions de droir pénal public dal/s la loi drs X/J rahles. RlDA,
26. 1979.
Homicidio : S. TONDO. l,rR" s r(,giuc (' parieidas (cfr. 1 n. 1); B. SAN T,\ Ll!ClA Omicidio
(diril/V rVII/mw). El). 29, 1979; C. A. M FLlS. Arirlem offerre (cfr. 1 ll. 5).
- Fraude a l diente: F. SFRRAO. Palrol/O e elien/e da Romolo al/I' XII T(ll'o/e (cfr. I 11.2).
Perducl lio. proditio: C. H. HHEC HT. Perduellio (cfr. r 11. 4): M. FUIIRM ANN. Prodüio (cfr. 1
n.4 ).
-Corrupc ión judicial: G. M M·CO RM¡\CK. rhe LiabilÍlY o/ [h e .Iud!:l' in Ihl' RCjllIblic ami
Principnlp, ANRW, 2. 14. 1982.
Consagrm:iúl1 de la res litigiosa: F. DE MAR INI A V(JNZO. llimÍli alla dÓ'f!ol/ihililá dl'lla r /'.I'
li/lgiosa I/d diril/O rOn/al/o. Milano 1967.
Dcncgaciún de testimoni o y falso testimonio: M. Ri\D1N. Obl'aglll;¡¡iv. PWRE. 17.2.1 973:
J. A. AR IAS HON ET, Prueba [e.l'/ifica! y ohmgll!mio en 1'1 al/lIguo der('(,'/W mil/uno. SI/Idi P. D~'
Frull¡:úd. 1, Milano. 1956; G. llROUU1NI. La prom 111'1 proc('.\so rommlO nrmico. .Ius. 11. 1960
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1.,\ I.HilSI.ACION ])I'CEMVIR¡\I ("

(/Ol/lwggÍlIllIt'I/W /1///' IIII'S!¡; 1/('1 S;SfI'l/U/ /11' 111' XII 1'01"011'. Al/l/Bar;. 2. 1939: Il I'FRRI N. L e dé/II
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!t'.I· XI/ Table.l· ("hli/a;em le.s d/?;rat/a!io!H I"I/ml, '~. ' EmUHlIJOVfk;¡ ' Errcupis.
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62 DERECHO PENAL ROMANO

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CAPITULO IV

LA EVOLUCION DE LOS
"IUDlCIA POPULI"
y LAS
"QUAESTIONES EXTRAORDlNARIAE'"

SUMAR 10: l . Nuevas fi guras criminales y consolidación de la prol'ocalio


ad popululII. - 2. Competencia represora de los d istintos magislrados.- 3.
Desarrollo de los juicios ante las asambleas popularcs.- 4. Las quaesliolles
e:araordina riae.

• Tradllo.:i\ln : .1 1'.
1.,\ EVOl.UCION DE LOS " IUI)J{ 'I!\ l'OI'UU" \ ' ,-,\5 "QU'\I'STIONI 'S I .X rK AOK D INAKI AE" bS

I ,- EI sistema de los delitos y de las penas públicas, (¿I I y como había sido
sancionado por la legislación decemvira l, se manlU vo con pocas mod ificaciones
durante buena parte de la época republicana, y en concreto hasta mediados del
siglo 11 a.c. Sólo hacia el añ o 200 a.c. tenemos conocimiento de la aprobación
de alg unas leyes que crearon nuevas figura s crim inales, CO IllO una lex de alea del
204 ('?) a.C. I I " que prohibió el juego de azar med iante la imposición de una
mu lta, y las dos leyes Comelia Baebia del 18 1 Y Comelia Futl'/'a del 159 a.c. (ley
ésta de la que se ignora el proponente y sólo como conjetura se la sucle designar
con el nombre de los cónsules epónimos) que castigaron - parece que con la
pena ca pital- el ambitus, es dec ir. la obtención ilícita de votos en las elecciones
med iante la distribución de regalos a los electores '!', Pero se trata de
disposiciones esporádicas y ci rcunstanciales, cuya infl uencia en la evolución del
derecho crim inal romano es escasísima.
Contenido y significación mucho mayores ti enen otras disposiciones,
pertenecientes a la misma época, enderezadas a reforz¡¡r la eficacia de la
prol'oc(lfio ad populum y a extenderla a otros supuestos para los que hasta
entonces no estaba adm itida, Las fuentes recuerdan - como ya indica mos
(111.2)- tres leges Porciae. muy-discu tidas por la doctri n'!.:..Ia primera. la lex
Porcia de {ergo C'Í11illm, probablemente debida a Ca tón el viejo, cónsul en el 195,
habría conced ido la posibilidad de prOl1ocare ad poputulfI cont ra la fu stigación
como pena autónoma (si es que no prohibió directamente fustigar a los
ciudadanus romanos); la seg unda, propuesta por P. Porcio Leca, tribuno de la
plebe en cl 199 Y pretor en el 195. habría extendido el ius prol!ocarionis más allá
del lími te de los mil pasos de Roma para favorecer a los ciudadanos residentes
en las provi ncias y a los soldados respecto a sus jefes militares; por últ imo, la
tercera. de la que ignoramos tan to el proponenle como la fec ha, habría
introducido una nueva )' m:is severa sanción - probablemente la pena de

" Iau\. miL g/or. !64: efe Hor. carm. 3,24,58: Ovió. Iri.l'L 2. 470-471.
,', I.I'X Cornelio Baebla: Li \', 40. 9, 11. I.ex Comelia f'u/via.· Li v. per¡och. 47.
"fK~, ________ __________ ___ DERECHO PENA L ROMM"O

muertc- contra el magistrado que no se hubiese att:nido a las normas sobre la


prol'ocotio fl " ¡\ la misma tendencia se debe verosímilmente adscri bir la ex tensió n
de la provoca/lo a las mullas impuestas po r el pOlllifex maximus a mie mbros de
los colegios sacerdotales " '. Pero sobre la fecha y sobre las ci rcunstancias de esta
innovació n no disponemos de ninguna natiei,¡ segu ra.

2.- Mientras el cuadro de crí menes y el ámbito de actuació n del ¡fllpaillm


magislratua l fueron, aunque en escasa medida, modificados a través de las
disposiciones legales,que acabamos de mencionar, los procesos judicia les ante las
asambleas popula res no sufrieron mod ificaciones legislativas: aun cuando fue ra
éste un campo en el que, desde el punto de vista substancial y en la realidad de
las ¡;osas, se d cctuaron en el período de que tratamos algunas tran sfor macion L~
importa ntes que allana ron el camino para la reforma del proceso penal. El
antiguo precepto de capile cil,js. que s upo nía el ju icio de la samblca centuriada
en las causas capitales, conserva, al menos formalm ente, su pleno vigor.
Legitimados para instruir el proceso y ll evar ante el pueblo las propuestas de
co ndena est.i n, co mo an tes, los qU(leSlOreS ' ~), sal vo , co mo es natural , que se trate
de pl'rducllio fragranle , en cuyo caso la persecució n corresponde a los dlllmll,jri
perduelliol/is' hl • Junto a estos magistrados actúan, y adqu ieren con el tiempo una
importancia cada vez mayor, los tribunos de la plebe (cfr . 11.3. 111.1 ). Se disc ute
acerca del mo me nto en que los tribunos obtu vieron esta prerrogativa: numerosos
au tores tiende n a fijarlo hacia comie nzos del siglo 111 a.c., pero resu lta más
rrobable supon er que ya hacia mediados .del siglo V a. c., desaparecida a ca usa
de la normati va dccc mvira l la facultad del concifium plebis de juzgar sobre la
vida de un ci udadano (cfr. 111 .3, 111 . 1), se a tribuyera a los tribunos la función de
conducir los procesos con propuesta de pena capital a nte la asamblea
cO l11petente, es decir, ante el comicio centuriado (naturalmente, como ell os no
disponía n del jlls agendi ('/1m populo, debían solicitar a tal fin al magistrado con

" Cie. '('p. 2. 3 1. 54; Rab. f'/'rd. 2,3 1. 54: Rab. perd. 3,11 y 4, 12: Var. 2. 5. 63.163; Sall. Cmil. 51. 22
e 40: Ps.. Sal!. in Tull. 3. 5: li v. 10. 9.4; Gel!. 10, 3. 12: f'!l'l. 266, 29-36 L; moneda dt P. Poreio lcca
(Crawford. RRC, n, 301 ). '
", err. Li v. 37. 5 1. [·5 [ 1119 a .c.~ l iv. 40. 42. 8- 10 [ 180 a.e]; CiI;. "hil. 11. 8. J8 [ 13 1 a,e.]: Fes\. 462.
30-36 L (63 a .C.l.
,.. Cfr. Plin. miL hisf. 34. 7, J 3; Cic. dQn1, 32, 86 (ma v. Uv. 5. 32. 8; D ion. l/al. 13. 5. 1: l' lul. Cam. J 2.
1) [39 1 a.c.]; Varr. ling. Lal. 6. 90-92 [post. 243 a. e.]: O ros. 5. 16,11 ( 104 a.c.¡.
," efr. Liv. 6. 20.1 2 [384 a.C]: Cic. Rab. pad 4, 12- 11 Cass. Dio 37. 26-2& SUCI. Cm's. 12 (b3 a.c.].
1.,\ t VOUJCION 1>1. I.OS ~ I U Il I CIA 1'01'01.1"' y LAS '" QUA F."'Tl Ot\ !:.... I,X I R "O RDIN AIUAI,~ 67

imperiuflI la fija ción de un día para la convocatoria de las ce nturias), C uando el


trib unado de la plebe llegó a ser una magistratura estata l ordinaria, su papel
j udicial comenzó a transformarse rápidamente: de la a ntigua competencia
represiva con tra quien ofendie ra a su persona o con tra quien violase las
prerrogativas de la comunidad plebeya, los tribun os pasaron poco a poco a
perseguir algunos delitos de cadcter público (e n primer término los distintos
tipos de perduellio: affeclatio regni. ilícitos cometidos por los magistrados tan to
en el desempeño de sus funcion es como en el mando miliwr. ejecución de
ciudada nos sin un procc<;o regula r, actuaciones hosti les contrn los populares,
cte.), terminando por asumir tambié n la acusación en los casos origina ria me nte
confiados a los dU/(f1/l'iri o1 l • Función ésta - apenas es prec iso scñala rlo- de gran
importancia política, pues es ev idente (y esto ha sido se ñalado muy hien por
a utores reciell tes) que a través de los procesos relativos al abuso de poder de los
magistrados se convetía muy pronto en perduelfio todo aquel lo que los tribu nos
quería n considerar como tal.
Cosa distinta debe decirse en relación a los juicios de multa. La ley
decernvi ra1. que encomendaba la decisión de las causas capitales al comicio
centuriado. no había privado al cOl/cifium plebis de la fa cultad de conoccr sobre
los crímenes que daba n luga r a simples sa nciones pecunia rias, por lo que los
tribunos - y también sus ayuda ntes, los ed iles- conservaron (y pudieron
ejercitar li bremente durante toda la época republicana ) la anugua fa cultad de
instaurar procesos unte dichas asambleas para la imposición de multas. Esa
fa cultad pasó también luego a los ediles curules, a los que no es infrecuente
encon trar ocupados, lo mismo que a los ediles de la plebe, en procesos de mu ltas
relati vos a ilícitos de distinta naturaleza. por lo común relacionados con sus
funciones características de policía urba na y de enca rgados de la ClW/OIIlI (ofensas
públicas a la mora l co mún, acaparamiento ilícito de merca ncías, lisura, ctc. ): con
la única diferencia de que, al tratarse ue magistrados patricios. la competencia

" Allcoofio re¡;:ni: Liv. 6. 20. 1- 12 (duum\'iri"!) [384 a.c. ). Responsabi lidad de magislrndos en d
\k:scmpciio de sus funciones y del mando mi lita r: l.i v. 6, I 6 [389 a .c.~ Schol. Bob. 90. 3-8 SI. [248 a.c.J;
ti\". 26, 3, 9-1 2 [2 11 a ,C.]: I.i v. 29, 22. 7-9; Gell. 6. 9, 9 [204 a.e.] Cic. /¡'g. 3, 16,36; Oros. 5, 15,24 [ 107
a .~.]; Liv.{Jt'rioch. 67: "uc!. ad Hcr. 1. ] 4. 24; GTiIl1. I.icin. 12. 1-2 er. [103 a.c.]. Mucncde ciu dauill10s sin
proceso: Li\". pcriorh. 61 [120 a.c.]. Actos hostil es co ntra los popul(jrt'.~: Li\". perioch. 69: Oros. 5. 17. 4 [100
II.C.J: Diod 38-39, 4. 2; Appian. bdL ('i~. 1,74 [87 a.c.]. Violcn ~ias co ntra la república: Lív. 25, 4, 8 [2 12
a .~.I. Actoo; Ilostiles cont ra los lribunos: Lh·. 4 3. 16. 10-1 6: Va l. Mu. 6. S, 3 (169 a.C.].
DERECHO PENAL ROMANO

para juzgar de las mullas por ellos propuestas no correspondía a los concilia
plchis sino a los camiria Iribula "l.

3.- Por cuanto afecta al procedimiento de los j uicios ante las asambleas
(iudicia paplllt). la osc uridad y la imp recisión de las noticias que aportan las
fu entes, que a menudo se prestan a más de una interpretación , convierten en
extre madamente discutidos los detalles particulares, y sólo en lín eas ge nerales
resu lta posible describir las fases de los mismos con cierta claridad.
El procedimiento ti ene un carácter típicamente inq uisi tivo. Lo promueve de
oficio el magistrado, que cita al acusado para que comparezca en una fecha
concreta (diem dicere) ante una asa mblea informal del pueblo (comío).
in dicando la imputación y la pena que piensa proponer' ~ I. El acusado debe
presentar gara ntes de su comparece ncia (¡'(¡de.}). en caso contrario queda
sometido a detención preventiva 110 , . Sig uen tres sesiones con una distancia de al
menos un día entre cada una (intermíssa die) en las que el magistrado expo ne los
motivos de la acusación , el acusado expone a continuación su defensa (por si
mismo o a través .de abogado) y se esc ucha a los testigos presentados por las
partes"". Luego el magistrado, salvo que prefiera desistir, formula la acusación
y propone al pueblo la condena. Concluida esta primera fase de carácter
instructorio (anquisirio), tiene luga r -tras un interva lo de al menos un
Irinundium - una cuarta sesión, forma l, en la que el pueblo - una vez oída la
demanda fina l del magistrado (quarla accusalio)- emana la sentencia, tras una
votación que desde la ¡ex Cassia del 137 a.e. (y, para los juicios dc perduellía.

.. , Ofensas públícas a la moral oomim: lí v, 8, 22. 3; Val. Max. 8, 1. 7 [329 a.e.¡: Lív. 10.31. 9 [295 a.c,]:
Val. Max. 6, 1, 7: Plut. Mure. 2, 2-41226 a.e.¡: Lív. 25, 2, 9 1213 a.e.¡; Val. Max. 6, 1, Il 188 a.c.?).
Acaparamiento de mercancías: U\'. 38. 35, 5-6; dr, Plaut. capl. 4924951189 a.c.]. Usu ra: Liv. 7. 28. 9 [344
a.e.¡; Plin, nal. hisL 33,6, 191304 a.e.¡: Li \'. 10.23, 11 [296 a.e.]; Liv. 35, 41. 9 [ 192 a.e.¡. Ocupación
indebida de suelo publico: Liv. 7, 16.9: Val. Max. 8. 6, 3 [357 a.c.]. Pastoreo abusivo en tierras publicas:
Li\'. 10, 13, 14 [298 a. e.]: liv, 10.23. 13 (296 a.C.]: Lí\'. 10.47,4 [293 a.e.]; Fest. 276, 3-7 L.: dI. Vano
Iing. LaL. 5,32, 158 [241 a,e.]: li v. 33. 42.10 [196 a.e.]: l.ív, 35. 10. 11 [193 a.el- Ofensas a la dignidad
ya la persOna del edil: Gell. 4.1 4.3 [15 1 a.c. ]. Dístur.¡os para turbar el Mden público: Gell. 10.6.2; cfr.
Val. Ma~. 8. 1. damm. 4 [246 a.c.]. Maleficios en daño de la propiedad prívad.'l.. Plin. na/. hisl. 18,8,4 1 (191
a.C:!]. En la república tardía, también crímenes polit icos: Cic. ad. Quim.lralr. 2. 3,1-2: Val. 17,40: SeSL
44.95156 a.e.]; vid. también Cic. Ve". 1.12,36: 2, 1,5. 12 e 14,
'" l.í \'. 25, 4. 8; 37, 57, 12; 43,16, II:perioch. 69: Ascon. 21, 3-6 eL: GelL 6, 9. 9; SchoL Bob. 90, 3-
4 SI.
".. Liv. 25, 4, 8; Dion. HaL 11. 46. 3: Appían. bell. civ, 1. 74. Sobre los orígenes legendari os de di~ha
práctica cfr. Uv. 3. 13. 8: Dion. Ha1. 10. 8, 2.
" ', Cic dOrrt 17.47; Appian. bd/. dv. 1,74; dI. l.ex Osea Tab. &nL (FINA In. 16), linn. 13-18,
1" EVOLIJClOJ\' DE t OS "IUDle l" I'OI'UU" y L\S "OU,\ [ ST ION I:S LX r K"OIHm.:,\KI ,\E·· (>'J

desde la lex Caelia del 107 a.c. ). tiene lugar de forma secreta ''''. No es posible
posponer la votación para una fecha distinta de la fijada: si por cualqui er moti vo
la se ntencia no se pronu ncia el día establecido. el proceso termina y el
magistrado no puede proponerlo de nuevo (fOfa causa ludlciumque sublafum
esr) 'H'. La ejecución de la pena capi tal se encomie nda de ordinario a un esclavo
público. el carnifex. bajo la vigila ncia de los Iresviri capitales o noclUrnl
(magistrados menores, creados probablemente en torno al 290-287 a.c.. a los
que estaba con fi ada la custodia de las prisiones, la encarcelación de los acusados
pendien tes de proceso. la indagación preli minar sobre los crímenes y el servicio
de policía en general, especialmente por las noches)''''. Por lo demás, debe
in dicarse que la pena de muerte se aplicaba de hec ho muy pocas veces, pues
estaba en uso la práctica - que Po libio califica como "loable y digna de
rncnción"- de permitir al acusado. mientras no se hubiera pronunciado el
últ imo voto decisivo pa ra la conde na. el abandono del territorio ciudada no y
exi lia rse volunla riamente a otra ciudad ligada a Roma por un acuerdo
"i nternacional" que reconociese tal derecho (por ejemplo a Nápolcs, a Prenesta
O a Tívoli). A la expatriación del reo seg uía una declaración forma l de
"prohi bición del ag ua y del fuego" (aqua el igni Imerdlello). que suponía la
pérd ida de la ciudadanía, la confiscac ión de los bienes y la prohibición de
reg resa r, bajo pena de muerte, al territorio urbano l " ',
4,- Hasta comienzos del siglo JI a.c. los ludicia populi parecen haber
funcionado, salvo Ta ras excepciones. de manera basta nte sat isfactoria. Pero
después de la segunda guerra púnica, en el ma rco de la decadencia genera l de las
instituciones tradicionales de 1;1 ciudad -estado y sobre todo tras la degeneración
de las asambleas, causada por la creciente proleta rización de las masas urbanas.
el juicio com icial comenzó a resultar por distintos motivos anticuado e

/1 , I.cx C/l.I·Jia: Cic. leg. 3. 16.35; 8,u/, 25, 97, 106: SCSI. 48. 103: amir. 12. 41 ; Ascon. 78. 5-8 el. I.ex

Caelia.' Cic. leg. J, 16, 36.


oo. Cie. dam. 17. 45; Liv. 40, 42. 10: eass. Dio 37. 27. 3: $chel. Bob. 90, 4-6 SI.
".. Vigitallcia de las cjecuciones capilales: Sall, Ca/iL 55. 1-5; Val. M a~. 5. 4. 7; 8. 4. 2; Tac. ann. 5 (6 ),
9.2 1; I'ompon. Ls. e1K"h.. D. 1. 2. 2. JO. Custodia de Las prisiones: Li v. 32. 26. 17; Po mpon_. loc. eI/.
Enca rcelaci6n pre\'cntiva dc 105 acusados: Val. Ma ~. 6. 1, 10; Plin. naL hisl. 2 1,6 (3), 8; Gell. J. 3. 15.
R.xcpci6n de denuncias e indagaci6n preliminar sobre los crimenes: Plaut. aut 4 16: asin. 13 1; Van o ling.
/.01. 5.8 1: eic. ClaenL 13. 38·39. Servicio de policía y prevención de los incend ios: Li v. 9. 46, 3: 25. 1. 10:
J9, 14, 10: 39. 16.12: 39,17. S; Val. MaK. 8, 1, damm. 5-6; Pau1..l J. de off p,aef vigilo D. 1. 15, 1.
" .. Polyb.6, 14,7-8. Ver Illmbién Cit. Caf'(. 34, 100; Sall. CaliL, S I, 22 e 40; Liv. 25, 4, 9: 26.3. 12.
l'r~'CcJtn(es kgendarios: Li~. 3. 13, 18: 8, 58, 9· 10: S, 32, 8-9 (cfr. D ion. Ha!. 10.1:\.4: 11,46. 4; 13. S, 3).
70 IJEKECIIO PENAL ROMANO

inadecuado. El desorbitado nú mero d e procesos sometidos a la cog tllció n


popu lar. la excesiva d uración del proced imi ento, la dificultad de afronta r
adecuadamente cuestio nes de cierta compl ejidad, y en especia l la desconfian z¡¡
de la clase gobernante. q ue veía en el iudicium popufi una fo rma de proceso cada
vez más fácilm ente do m inada por presio nes demagógicas, determinaro n una
lenta pero incontenible decadencia de la función judicial de los com icios. Todo
ello luvO una consecuencia inevitable: e n los crí menes de particular gravedad .
que a menaza ba n la seguridad pública y e n gencra lla autoridad del estado (como
co nspiracio nes. del itos cometidos por ba ndas. asociaciones pa ra delinquir
ra mificadas po r distintas ciudades), el Senado - que progresivamente se iba
arrogando el papel de tutor supremo de las in s titu c i o nc ~ republicanas contra
cualqu ier perturbació n del o rden con stituido - comenzó a atribuirse la fa cu ltad
de eje rcitar la represió n criminal independientemente de los comicios val iéndose
de fo rmas de j urisd icció n ajenas a las reglas proces.1 lcs o rdina rias. Así, aun
cuando el procedi miento de los iudicia populi no fuera fo rmal mente aholido, a
part ir de los primeros doce nios del siglo JI a.e. sabemos q ue la asa mblea
senatorial confiaba cada ve7" con mayor frecuencia a tribunales de j ust icia
extraordinarios (quacslioncs ('xlraordinariaae). integrados por los cónsules o por
un o de los preto res con la asistencia de u n co legio de jurados. la tarca de inq uirir
y dc jul.gar. con un procedimi ento determi nado caso por caso, sobre crímenes de
resonancia pú blica y sobre delitos de trasfo ndo pol ítico cuya cognición debería
haber correspond ido institucionalmente a los co micios del pueblo (baste
recordar la célebre represión de los Bacana les. en el 186 a.c.; los procesos sobre
envenena mientos de los años 184, 180 Y 152 a.e.: el proceso instituido en el 138
:l.c. contra los responsables de graves hechos sang rientos ocurridos en la 5i la: la
persecución de los secuaces de Tiberi o Graco en el 132 a .c.; c t c.) (I~,.
T ri bunal es ex traordina rios del mism o tipo se instit uyeron luego media nle
plcblsc ito <l: ': y probablemente sólo med iante plcbisóto tras la lex ,\'cmproni{/ de
taflif~' cil'is. prop uesta por Cayo Graco en el 123 a ,e. (parece que co n el fin de

... Bacanales: Liy. 39, 14-18; Se, dl' BacclulIwlibus ( f7RA 1 n, 30). Envenena mientos: U \', 39. 4 1. 5-6;
40. 37. 4-7; 40, 43, 2-3: p/.'rioch. 48; Val. MaJ!.. 6, J, 8. Ho micidios en la Sila: Cíe. BrUL 22. 85--8R. Represión
anligraca na: Cie. amic. 11. 37: Sall. IUK. 3 1. 7; Vd L 2, 7, J; Val. Max. 4, 7. 1; Pl ut T. Gracch.. 2Q. J.
,," I.ex Marcia di' I,iguribus ( 172 a.c. ): Liv. 42. 21-22. Ln: Caceilia di' L CQfIL Len/uJo LU{1Q 1154 a,c.
V~I I Ma.\. 6. 9. 10; Li v. pí'riOt:h. 47. Rogll/io Seribonia di' Lusi/anu ( 149 a.c. ): Cie. Bru/. 23, 89-90: dI.' oraL
1. 53. 227-228; Mur. 28. 59; AII. 12.5.3: Liv. pí'rioch. 49; Val. Ma~ . 8. 1, abs. 2: Appian. bell. hi5p. 6O. /.t·x
Muda de L Hos/ilio Tubu/n ( 14 1 a,C,I: Cie. fin. 2. 16. 54: 4, 2!o!, 77; /JIII. (Ieor. 1 30. 74: Ascon. 23. 15-17
LA FVOLUCJON DE LOS "I UD IO,' POPULr y LAS "QU¡\I'STlONES EXTRAORDlNM{ IAL" 71

perseguir a cuantos estaban implicados en la represión extraordinari a promovida


por el Senado algunos años antes contra los partidarios de su hermano Tiberi o),
la cual ~según una suposición digna de crédito- declaró ilegítima la institución
de quaesliones capitales sin la sa nción del voto popu lar ol ~ '. A pa rtir de esa fecha,
en efecto, no disponemos de más noticias sobre tribunales extraordinarios
instituidos mediante senadoconsulto, y los procedimientos extra ordinem que
aparecen en las fuentes son ll evados a cabo todos con la participación popular.

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Appian. &11. dy. 3. 95; SUCI, ,yero 3, 1, Ga/bu 3. 2; Cass, Dio. 46, 48, 2.
12 DERECHO PENAL ROMANO

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CAPITULO V

LAS
"QUAESTIONES PERPETUAE'"

SUMAR IO : l . Orígenes de las quaesrio/lcs perpefUae. - 2. La lex


Ca/pumia y la /e-': Acilia repc/Undarum. - 3. Los sucesivos desarrollos. LCKes
illdióllrim' y leges de repewfldi.\', - 4. La obra de Sila.- 5. Las qU(I('Sf¡O"CS
de época postsi lana.- 6. Desarrollo del proccdimiento.- 7. Las penas.-
S: Qllaesliorles en los municipios y en las provincias.

. T r,HJUl:L:iún: C. V.
L/\5 "QUA FSTI ONI:'s l 'EJl. I'¡'.TUAE·· 77

l.- La institución de tribuna les de justicia ext raord inarios fu e el medio a


través del cual se pudo sortear caso por caso, a lo largo del siglo 11 a.C. el
farragoso y cada vez más inadecuarlo procedimien to de los iudicia populi: pero
resultaba evidente ya que sólo a través de la creación de tribunales permanentes,
a los que se encomendara inst itucionalmente el conoci miento de categorías
completas de crímenes que correspondían a la competencia judicial de las
asa mbleas, podría satisfacerse la ex igencia de la eli minación total de la fu nción
juzgadora popular.
Las represiones de carácter extraordinario fueron así cediendo el puesto
progresivamente a tribunales establ es (quaesliones perpeluae). instit uidos por ley
y presididos por un magistrado o por un ex magistrado, que debían en un primer
momen to limitar. luego absorber al antiguo proceso ante los comicios. para
conven irse linal mcnte en el órgano ord inario de represión crimina l de la última
época republicana y los primeros tie mpos del imperio.

Kunkc!. a la par Que relaciona la introducción de las ({1I(/('.\·/ioll('.\·/){'r/w/Il(U' por delitos


JXllíticoo con las (jllacsliones exmlOrdinariac instituidas por ley y JXlr scnadoconsulto a lo
I:ugo del siglo 11 lI.C., formula la hipótesis de que las (junes/iollcs pupe/uae en Illllte ria de
delitos comunes encuentran sus raíces en un,! "justicia criminal cxtr:.\Ordina ria" atri buida a un
!>upucsto "tribunal de JXllida" de los m!sl'iri cupilales. la cual se había colocado ya durante
el siglo 111 a.c. aliado del antiguo proceso capital privado que se desa rrollaba ante un jurado.
originariamente presidido por los ({utll'.l"Iores pur(r)iádii y en crxx;a posterior por el pretor.
Pcro la tesis resulta ditlcilrncntc aceptable. porque, aun prescindiendo dc las graves dudas que
~usci ta ese presunlO proceso pcnal-privatistico (cfr. 111 .1). no ¡xtrecc que los /res~iri capitales.
además de t.'S tar invc... tidos de las funciones genericas de JXllicía pn.:f.:ooentemcnte recordadas
(cfr. IV.3 ), hubieran Cl>tauo jamás provistos de una indiscriminada jurisdicción criminal: los
indicios aJXlrtados por Kunkcl (en ¡xtrticular Cie. C/Ut'lll. 13.38 s..... ). cxtraordinariamenle
fr¡ígilcs. no convencen de lo contrario.

El movimiento de reforma que debía conducir a la instauración del nuevo


sistema de las qU(l('sliolles pcrpellwe parle de la represión de las repelllfldae. es
DERECHO PENA L ROM ANO

decir. de las apropiaciones ilíci tas y extorsiones realizadas por magistrados


roma nos en perjuicio de pueblos al iados o sometidos al dominio de Roma .
Para la persecución de ta les ahusos no ex istia originariamente una vía legal
bien definida. Sabemos por Livio que todavía en d \ 7 \ a.c., habiéndose
presentado ante el Senado una legación e nviada por las dos provincias de España
pma la mentar los ex polias l.'Ometidos por los gobernadores provinciak-s en
perjuicio de aqucllas poblaciones. la asam blea "cncargó al pretor L ü lI1uleyo, al
que había correspondido en suerte España , que asignase como jueces, pa r¡¡ cada
uno de aquellos a ~os que los españoles exigía n la restitución de las sumas
indebidamente ex torsionadas, cinco recuperalOres provenientes del orden
senatoria l, y que permitiera que los dañados escogiesen los patronos que
qui sieran" " '. M~í s que una quaes/io propiamente dicha el Senado dio vida así a
un procedimiento o rganizado según forma s que im itan el modelo del proceso
pri vado, amí logas en muchos aspectos a las vigentes en los juicios entre roma nos
y peregrilli, rem it idos a colegios de recuperlllorcs. El objeto del juicio no era la
represión de un crimen, sino la mera restitución de un im puesto ex igido
indebidame nte (de a hí la denominación de pecullitu' rept>/lllldae dada a l ilíci to);
ello revela la preocupación de la oliga rqu ía senatorial por circunscribir la
responsabilidad de los magistrados con cusionarios al campo patrimonial ,
evitando que pudieran sufrir, por la culpa cometida, consecuencias de caní r..: tcr
penal. ¡\ la mi sma ex ige ncia respondía tambi én el nombramiento de jurados de
rango senatoria l y la asistencia obligatoria de un pat rono romano (elegido
tam bien entre los senadores), cuya fun c ión e ra principalmente la de simar a los
súbditos provinciales bajo la innuencia di recta de la clase goberna nte. Se tn\ló,
en otros términos, de una decisión de natura leza esencialmente política orien tada
a tutelar el prestigio de la aristocracia dominante más que a la efecti va
sa lvag uarda de las poblaciones sometidas.

Nll siempre, sin emha rgo. ~e scguía este sistema . 1\ \'ct.:cs. cuando las víolaciol1l..'S era n tan
g ravo.:.~ ljue suscita ban resonancias en la opinió n púhlica, se hacia inevitable un pmce.<.n pen al
promovido por lo:. tribunos de la ptebe ante la asamhlea r<lr tribus (d r. Li\'. 29. 22. 7: 4.l
8. 1- 10). O tra" \'t.."CCS la represió n se ('jereíta ba medí,Hlle d nombr'Ullicnw. !'Klr iniciativa
popular. de un trihu nal c:.pt.." i'll 4uc juzgaba extra (lT(!iI/('1I/ (cfr. Liv. 42. 2 1-22: Val. Max. 6.
9.10: ( 'ie. Brul. 23.89-90).

'" Liv. 43, 2, 3.


" AS ~QtJ¡\ F_<;TlON ES PI'R I'ETUAE- 79

2.- Sólo hacia la mitad del siglo 11 a.c., en el 149, un plebiscito propuesto
por el tribuno de la plebe L Ca lpurn io Pisón Frugi. la lex üllpumia (para
algunos ident ificab le con la ley del m ism o nombre que introdujo la legis acljo per
col/dicriOlu'", pa ra los crédi tos de cosa cierta en el proceso privado) instituyó un
tribunal permanente para los supuestos de concusión I ~ ', confiá ndose la
presidencia a l proelOr pcregrinus y disponiendo la forma ción de una lista anual
de j ueces, pertenecientes al orden se natorial, de la q ue caso por caso d ebía n
designa rse los que intervenía n en cada proceso concreto. Los deta lles de esta ley
nos son desconocidos, pero sobre la base de algu nos indi cios provenientes de la
posterior lex Acilia (por la que sabemos q ue el proceso se desa rro llaba med iante
sacmmentum) se p uede supone r razonablemente que debió confirma r en sus
líneas esencia les el sistema adoptado en el 17 1. co nfigura ndo el juicio a nte el
tribu nal co mo un procedim ien to de ca rácter escn.: ialm cnte privado. dcstin<tdo
tll¡ís a la indem ni zación de los dañad os que a la persecución de un crimen, y
promovib lc só lo con la asistencia de patronos romanos ex lraídos ex ordil/(,
senatorio,

Al régimen que acabamos de describir no parece haber :Iporlado modific;u;iones


sustanciales una posterior fex Junia, propues ta entre el 149 Y el 123 a.e. por el tribuno de
la plebe M. J unio Silano, dc la cual nos refie ren las fu entes que I,;llnfi nn ú el procedimiento
pl'f Sllcmll/t'IIllIm adoptado por la lex C:lllpumia (cfr. ft'x Acilia, lino 23).

Un cambio radica l de la política jud icial rcspecto a las malversaciones


perpetradas por los gobernadores de la s provincias se produjo e n los años 123-
122 a.c. en el marco de la amplia actividad reformadora de Cayo Graco. 1\ ese
periodo pertenece la ¡ex Acilia repelundarum, un plebiscito q ui zá propucsto por
M, Acilio G labrió n, colega de Cayo en el tribunado (cuyo texto, con toda
probabilidad, es el co nse rvado en las llamadas "tablas de Bembo", depositadas
parte en el Museo Nat:ional de Nápoles y parte en el M usco de Antigüedades de
Viena ). q ue instit uyó el primer verdadero tribunal cri minal permanente pa ra
juzgar de las acusaci ones de mal ve rsación promovidas contra magistrados
ro manos (quaestio perpetua repelulldarum) LI\.
l a disposició n contenida en la ley Acilia probablemente preced id;¡ por

Ck. BrUI. 27. 106: off 2. 21. 75; YNT. 2, J, 84, t95; 2. 4. 2.'i, 56.
nRA I n. 7: cfr. Cie. VeTr. 1, 17,5 1: 2. 1,9.26.
DERECHO PENAL ROM !\N O

una ley judicial general (Iex ~)'empro nia iudiciaria. identificada de form¡¡
discutible por críticos recientes con la ley de las tablas bembinas), que excluyó
del oficIO de juez a los senadores para atribuirlo a los caballeros, aliados del
partido democrático en la lucha con tra la lI()bilislas'~ I- sustituyó la acIio
repcfllndarum (esencialmente civil) de las leyes Calpurnia y J unia por una acción
de ca rácter penal, in duplu/1/ respecto del va lor de las cosas o del dinero
ex torsionados '.< ', confiando la presidencia del tribunal a un pretor ad hoe. el
praclOr de repenmdis, que debía nombrarse cada año entre los elegidos a la
magistratura. Éste, en los diez díaz sig uientes a la asunción del ca rgo. debí:l
confecciona r una lisIa de 450 ci udadanos, pertenecientes a la clase de los
caba lleros, y disponer su publicación en un álbum especial: de tal álbum. para
cada proceso co ncreto. el acusado r escogía 100 nombres y los comunicaba al
ac usado (edifio). y ~s t e a su vez elegía a 50 de ellos (e1ectio). por los que quedaba
integrado el tribuna l 1'''. El dañado, a diferencia del régimen de la ¡ex Ca /pI/mio.
estaba legitimado para promover personalmente la acusación -llamada
técnicamente lIominis delatio- y gozaba de la facultad, ya no del deber, de
hacerse asistir po r un patro no (los patronos [legaron así a transformarse en meros
asistentes judiciales de las partes lesionadas)' '': en caso de victoria, si era
extranjero. obtenía el privilegio de la ciudadanía romana y el derecho al voto en
la lribu del acusado: si era lat ino, la elección entre la ciudadanía y el ius
prol'o("(J(ionis " ~ 'o

Son nOlahks las di ferencias -correctamente puestas de manifiesto por Eder en' un
ro.:ciente o.:stud io sohro.: el proceso d .. repefllndis en la época presilana- ent re la estructura del
tribunal creado por la lex Cal{J/If11 ia y el modelo constituido por la ley gracana; all i la
ado¡X;lón del sa("rame/llum. aqu í la dc/afio lIominis; allí la dependencia de lo;; peregrinos de
los pa lrllllOS roma nos, lIquí la lihre pcrsonaeión de los sútxl ilOs provi ncia les; allí un
n:stringido colo.:gio do.: rI'cuperalUrl".\". aqui un tribunal de 50 jueces: alli la intención d", ~al var
en cuanto fuera posible al magistrado somet ido a proceso, aqu í el propósito de castigar el
del ito de concusión con fuertes sanciones crim in:.rlcs: allí la ~imple restitución de 1:1 suma
arre hatada como consecuencia de la sentencia civil. exenta de consecuencias pcmllcs, de un

", Ta~ . ann. 12,60. 3. Vid. también Varro in No n. 728, 20--23 L. (= I'ila pop. Rom. fr. 114 Rip.): Vdl
2,6, 3 (cfr. 2, 13, 12; 2. 32, 3): Diod. 34-35, 25. 1: Appian. bdl. ciV. 1,22; Flor. 2, 1 (3. 13),6; 1':;. A>wn.
189. 10-- 11 (cfr. 218, 29·30) SI.
.. l .('-x AciliQ, lin o 59 .
.., Lex Acilia. lino 15 ss.
" Lex Acilia. lin. 9 ~s.
" . I./'x A cilia. lin. 76 ss. (dr. 83 s.~ .).
l.,'.'> "QlJAESTIONE.'> I 'I: R I'ETU:\I,~ ~I

procedi miento re<:upcratonü. a4.ui la sentencia de un tribunal públ ico. 4.ue producía
Lonsccucnd¡¡s patrimoniab y pu1il ica~ en perjuicio del condenado.
im IX)f(¡¡ m~

3. - La quaesrio pape/ua r('p(!llllldarum sirvió de modelo a otros tribunales


colegiados. que fu eron creaJos poste riormente para la represión de (llrOS
crímenes, tanto po líticos lA)mO co mun es. Pero los testimonios de las fue ntes
sobre los modos y sobre la época de introducción en la organi zación judicial
romana <.le otros tribunales permanentes posleriorcs al instituido por la lex
Ca/purnia son por desgracia basta nte escasos. A una qua(!srio de ambitu parece
hacer mención Pl utarco en un pasaje relativo a un proceso por frau de electoral
sufrido por Cayo Mario en el 11 6 a.e. "~lO, sin embargo la noticia es demasiado
indeterminada como para extraer de ella conclusiones seguras; más probable
resulta. según ha n aclarado recientes investigaciones, que e n el año 103 a.e. se
creara por la J(>x Appull'ia dellribuno Saturnino "ij, un tribunal permanellle pa ra
la persecución del crimen nwie.waris (genéricamenlc enlendido co mo cri me n
wn tra la seguridad del estado, cometido por magistrados con abuso de los
poderes a ellos co nferidos. pero de contenido incierto), y que fuera una qllacstio
perpetua para los casos de peculado ante la que. como refiere todavía Pl utarco,
fue absuelto el joven Pompeyo en el 86 a.e. de la acusación de sustracción de
dinero público ol !>. Bien poco sabemos respecto a la ex tensión del sistema de las
qtllH'stiofles perpe/uae a los del itos comu nes. Tenemos noticias por Cicerón de un
pretor, L. Oslilio Túbulo, que pres idió una qU(l('.wio inter sicarios en el 142
a.e. 11:,. pero no está claro SI se tra taba de un tribu nal extraordinario o
perma nen te; a tribunales extraordin arios para la represión de hechos singu lares.
y no a un tribunal estable. pa rece referirse Asconio a propósito de L Cassio
Long ino Ra villa . cónsul en el 127 a.C .. que había sido varias veces quaesilOr en
procesos por hom icid io ' P': mientras que no es del todo desechable la suposición
de que una inscripción relativa a e. Claudio Pulcro. illdex (es deci r. preside nte)
qllaesfioflis de l'<'IICficiis en el 98 ('?) a .C .. se refiera a un tribuna l permanente
para casos de c n vc n cnam i e n to ol~l. El primer testimo nio seguro de la existencia de

'" PllII. Mar. 5.2-5; cfr. Val, Max. 6. 9, 14.


,,~ Cie. de url/l. 2. 25, 107: 2, 49. 20 1; cfr. in~. 2. 17. 53:p(jrt. uro 30. lOS: AucL ad Her. 2. 12. 17.
"" Plul. Pompo 4. 1: dr. Cie. Br/ll. 64. 230: Va l. Max. 5, 3. S.
.," Cic. fin. 2. 16. 54.
'''' As.:oII. 45, 22-26 el.
" en Vt 11. 1283.
DERECHO PFN!\L ROM ANO

un ¡ribunal estable para el homicidio se nos ofrece en dos pasajes del discurso
ciceroniano Pro Sexto Roscio 11 merino, pronunciado al comienzo del 80 a.c., en
el que se menciona una quaestio de sicariis anterior a la restauración silana y se
recuerda un sup ucsto llevado ante la misma pocos años antesil ~ \ ; en cuanto al
envenenamiento, parece comprobada la existencia de un tri bu nal permanente
destinado a conocer de él, en los años precedentes a la guerra civil, por un
fragmento del opúsc ulo De úll1eflfione. también de Cicerón, redactado en torno
al 85 a.c. "(". Ninguna prueba positiva e n favor de la institución de una quaestio
perpet/la para el qelito de plagium podemos deducir, en cambio, de una lex
Fobia de plagiarüs, de fecha incierta, pero verosímilmente muy poco posterior al
tiempo de la guerra social, que castigó con una pena pecuniaria la reducción a
esclavitud de personas libres y el ejercicio indebido de la potestad dominical
sobre los esclavos ajenos'Ii'.
Sea como fuere, parece evidente que la persecución de los crimina por medio
de tribunales estables constituidos por leyes expresas tenía aún en esta época
carácter excepcional. Para cada uno de estos tribunales se confeccionaba cada
año una lista de jueces, de la que se extraían los que debían formar el tribunal
en cada proceso concreto: presidía, por lo general, uno de los pretores. Por
cuan (O respecta al título exigido para la inscripción en la lista, ca mbió muchas
veces seg ún las diferentes fases de la lucha que mantuvo durante más de
cincucnta años la oligarq uía senatorial contra la clase ecuestre. Sucesivamente se
rogaron distintas leyes, algunas relativas a los tribunales en gen.eral~ ¡'eg~.;
iudiciariac) y otras a la quaestio de repelUndis en particular:. desde la ¡ex Serl'ilia
Caepioflis del 106 a.c., que dcvolvió parcialmente a los senadores la
composición de todos los tribunales ,"o, hasta la lex Serl'ilia Glauciae del 104 (?)
a.c. , que puso exclusivamente en manos de los caballeros el lribunal de
1"l!p('tulldis""'; y de ésta a la lex Lil'ia del 91 a.c., que estableció que todos los
tribunales colegiados se extrajeran de un "se nado ampliado" compuesto en igual
medida de senadores y de equites 1::0\ hasta la lex Plauria del 89 a.c., que ordenó
que los jueces fuesen elegidos - antes que por los pretores- por las tribus, sin

1'" Cic Rose. Aro. 4, 1 t ; 23, 64·65 .


.... Cic. in~. 2. 19,58-59.
,,'. Cie. Rab. perd. 3, 8; PauL sem. 5, 30 b = Coll. 14, 2; Ulp. 9 de off. proc.. Coll. 14, 3. 4-5; D. 48. 1S.
,'" Obscq. 41 : Cassiod. clzron. (MGH 11 p. 132); de manera distinta Tae. ann. 12.60,3.
"" Cic. Scaur. fr. d; Bru! 62, 224; Ascon. 21 . 18-20.
,,., Appian. bell. civ. 1.35: Viro ill. 66, 4 e 10; Lí\'. paiuch. 71 ; de manera distinl.:l Vd!. 2, 13. 2.
lAS "QUAESTIONES PI',RPETL Al 10
h

consideración de su ru ngo '!!>. Sistema, éste últ imo. que probablementc


permaneció en vigor hasta la reforma dc Sila.
4.- La generalización y la consolidación del sistema de las quae.wiol1e.'O
pcrpefllae fu eron obra de Silia.
En el iÍ mhito de su programa de reslau ración oligárquica, el dictador
promovi ó una importante serie de disposiciones encamin adas iI la reconquista
del monopolio de los tribunales y a la polenciación de su ca rácter permanente en
det rim en to de [as asam bleas popu la res. Con una tex Comelia iudiciaria del año
RI a.c. (ley a la que probablemente se debe también la introd ucción del nuevo
sistema de la .'Ooni/io. es decir. de 1.. extmcción por sorteo de los j ueces de la lista
4ue se redactaba cada año. consistente e n sucesivas recusaciones alternati vas por
parte del acusador y del ac us.1do hasla logra r el número necesario pMa formar
el consi/fum) derogó. ex presa O táci tamente. la 'ex Plaulia y resti tu yó la
ext racción senatorial de todos los tribunales I~!' . a umen ta ndo previamente los
miembros del Senado y el á rea de la cua l se extraía n 11" . Después, con leyes
concretas. procedió a reorganii'..t1T las quoestioll('s ya existentes y a instituir otras
nuevas. nxiuciendo de ese modo en gran parte el poder j udicia l de los comicios.
Se fijaron con exactitud para cada tribu nal los términos del c rim en (o de los
crimenes) a perseguir. el procedi miento a a pl icar y la pena que debía im ponerse
a l transgresor. La presidencia fu e confiada a un pretor. o (por no haber pretores
sulicientcs para todos los tribunales) 11 un i/ldex qllaeJlionis elegido entre los
(Il'dificil:
Las fu entes recuerda n una lex Com elia de ma/esfa/e. que ampli ó y precisó el
alcance de la qllaeslio de maiesfllfe instituida por la lex A ppulda. que prohi bía
bajo a me naza de la pen a capita l dive rsas especies de atentado. comelido por
cua lquiera. con tra la independencia. la seguridad, el prestigio del popullls
Ruman/ls y de sus órga nos fundam entales. incluye ndo a lgunas violaciones
contenidas en los térmi nos de la a nligu<l fJl'rdu"IIiu y de la misma proditio I! ' I; una
le.\" Comdia de (/ mbÍfIl. a veces confundida con la 'ex Comelia Baebia del 18 1,
que in trodujo una q/llJesfio perpetua pa ra el delito de corrupción electora l.
sancionado con la pena de inelegibll idad pa ra las magistra turas por un pe ríodo

'" Cie. Como I fr. 54: Ascon. 79. 7- 14.


,."." . Vd l. 2. 32. 3: Tac. amI. 11. 22. 6: l's. Asn>n. 189. 12·13 SI.
,. " Ap pl:¡n. be!/. eil·. l . 100: liv. pm()ch 89: Sullr. Calif. 37. 6: Dion. Hal. 5, 77, S.
'" Cie. fu 2 1. SO: Ascon. 59. 15- 18 el.; dr. Cie. Clucnl. 35. 97; Ven. 2. 1. 5. 12: /am. 3. 11, 2.
DERECHO PEN A L KO M ,\;<>lO

de diez años '!" ; una ¡ex Comdia de repelUlldú~ que dictó nuevas normas sobre
los juicios de extorsión contra magistrados, reduciendo al simplum la pena que
había dc imponerse al acusado '!"'; una lex Comelia lesta menlaria lIummaria
(también llamada de ¡alsis), que institu yó un a nueva quaestio para la reprcsión
de distintos ti pos de fal sedad testamentaria o monetaria (creación de tabli llas
tcstamentarias falsas: alteración, sustracción, destrucción de las verdaderas:
fa lsificación de sel los: adulteración del oro en barras: fabricación de monedas
falsas. etc.) conminando a los transgresores con la pena capita l ':7'; una lex
Cum elia di' sicarit:\' el vcueficis. que illl rodujo (o, más probablemente.
reorgamzó) una qua f'.nio capital que tenía po r obj eto la persecución de diversas
forma s de atentado contra la vida ajena (homicidio doloso; tenencia de armas
para matar o robar: incendio doloso; fabri cación, suministro o venta ele
sustancias venenosas; corrupción jud icial): también fue probablemente transferido
al tribunal el pa rricid io. castigado, hasta la lex Pompeia del 55 (ó 52) a,C., con
la antigua pcna de la sumersión (la llamada poella clIlI('i) ' ~I; una lex Com elia de
¡n¡lIriis. que separó de los supuestos de ¡"iuria que daban lugar a simplo:
persecución pri vada algunas especies de particular gravedad (golpes, pali7..as.
violaciones de domicilio) para convertirlos en delitos públicos deferidos, con
toda probabilidad , a una específi ca quaesrio (pese a 4uc la atribución de la
iniciativa procesa l co rrespondía sól o a la persona ofendida, al igual que a ella
correspondía la suma debida como pcna) m ,. Dudosa es, por el contrario, la
ex istencia de una lex Com elia de vi. de la que faltan referencias text uales seguras.
y de una lex Comelia de pec/lla/u, qui7.á me ncionada en una a mbigua alusión de
Cicerón {que podría sin embargo referirse también a una ley no silana) I(I,;
asim ismo parece probable 4ue una supuesta lex Com elia de adu/terüs el de
pudicitia "" no debió tener existencia autónoma, sino que constituiría simplemente
un capítu lo de la lex Com elia sumptllaria.

d " Sehol. Bob. 78. 34-36 SI.

,.. Cie. Rab. Post. 4, 9; dr. Cluef/L 37. 104.


m. Cic. Ve" . 2. 1. 42. IÓ8; naL deo, .. 3, 30. 74; Suel. Aug. 33.2; Pa ul. scnt. 5, 25; D. 48, 10; C. 9. 22;
lusl. ¡1ISt.. 4. 18.7.
,a> Cie. CIUef/l 54, 148; Paul. sent. 5. 23; D. 48. 8; C. 9. 16; lust. ÍllSl 4, 18.5.
"., Ulp. 56 ed.. D, 47. 10.5; Papo I de adl.lll. D. 48, 5, 23 (22), 2: Ven. Sal. 2 de ¡ud. puM. 0 . 48.2,
12. 14: Paul. sen\. 5. 4. 8; [US!. ¡"si 4. 4. 8.
,'" Cie. f/al deo'. 3, 30. 74.
'lO, I'luL Comp. I.ys. el Sull. 3. 2.
! AS "QU¡\ [ STlüNES I'EIU'F.TlJAE··
"
5.- Tras la época de Sila fueron aprobadas muchas otras leyes, dirigidas más
que a instituir nuevas quaesliones a modificar o a reorgani7. ar las quaeslÍoJ/es ya
ex istenles. Panic ula nnentc abunda nte es la legislación en ma teria de ambitus.
que nos ofrl!ce un testi mon io impresionante de las proporciones alcanzadas por
el fe nómeno de la corrupción electoral en el último siglo de la República: tras
una (ex Aurelia dc1 70 en
a.c., de la que sabemos muy poco' ''', cabe señalar una
Ü'X Ca/pumia del 67 a.c., que aumentando la sa nción de la ¡ex Com elia del 8 1
convirtió en perpetua la ¡nelegibilidad para las magistra turas, añadiéndole la
perdida del mngo senatorial así como una pena pecunia ria '''~; más ta rde una /ex
Tu/lia, propuesta por Cicerón durante su consulado (63 a.c.), estableció pa ra
algunos casos de especial gravedad la pena del exili o durante diez años"";
fina lmente una ¡ex Pompeia, del 52 a.c., agra vó la sanción de la /ex Tu/lia en
términos que no nos es posible de t erminar u~ , . Próx ima por contenido a tales
leyes está la ¡ex Licinia de sodaliciis, del 55 a.c. , destinada a repri mir más que
el fra ude electoral la organización de asociaciones para procurar votos a los
ca ndidatos mediante maniobras ilícilas o presiones indebidas sobre los electores
(crimen sodaficiorum) """'. Un notable cncrudccimiento experi men ló también la
discipli na del crimen rcpclundarum gracias a una lex lulia de Césa r (59 a.c. ),
que reordenó toda la materia, ampl ia ndo sensible mente el círculo de personas
punibles y el nú mero de supuestos crimi nales que podía n inclu irse en el concepto
de repe/undae. aun manteniendo (co mo parece) la pena del simplum establecida
por la ley sil ana 111 ,. Carácter innovador tuvieron, fin almente, la 'ex Plaulia (o
Plolia) de 111; del 78 (1) a.c.. que introdujo un tribunal estable para la represión
de distintas hi pótesis de violencia que lu viesen releva ncia pública, y acaso
ta mbién algunos actos de violencia pri vada susceptibles de poner en peligro la
paz social '·<liJ, y la ¡ex Pompeia de parricidiis, del 55 (ó 52) a.c., que creó un

')1) Cic. ad Quin/. Ira/r. 1, 3, S.


",. Ascon. 69, 11 -13; 88, 15· 16 CI.; Schol. Bob, 78, 36-37 51.; cfr. Cie. Mu r. 23, 46; 32, 67; SufL 26, 74.
'''' $chol. Bob. 79, 1-3 SI.; Cu<;. Dio 37, 29, 1; cfr. Cie. Mur. 2. 3; 23, 47; 32, 67; 41 ,89; Va/jI!. 15. 37;
l'1anc.. 34, 83.
, ... Asoon. 36, 6- 10 O.: Caes. beIl ci~. 3, 1; Appian,. be!L dv. 2, 23; Plut. CaL Mi. 48,3.
",' s..:hol. Bob. 152,2 1-26 Sl; cfr. Cic. P/t¡nc. 15, 36;fam. 8,2, 1: Cass. Dio 39, 37, 1.
"~ Cic. Sen 64, 135: Va/in. 12,29; Rab. POSL 4, 8; 5, 12; Pis. 16,37: 2 1, 50; 37, 90; domo 9, 23:PfQ~.
COIlS. 4, 7;fam. 2, 17, 2: S, 20. 2; A 1/. 5, 10, 2; S, 16, 3: Seho\. Bob. 149, 19-20 51.; Paul. sen!. S, 28; D. 48,
11 ; C. 9, 27; IUSL illSt 4, 18, 11.
,.., QUi1,á pueda idcntifi(2~ con la ley de Q. Lutacio Catulo recordada en Cic. l.4l'l 29, 70. Cfr. &aU.
Ca/ji 31,4; !'s. Sall. jn TulL 2. 3: Cíe. Mil 13, 35;fam. 8, 8.1; Asoon. 55. 11 CI.; Quinú.l. ifU!. oraL 9,3,
56: Seho!. Bob. 84, 22 S\.: Gal. 2, 45; lul. 44 dig., 0 . 41 ,3,33,2; lust. irlSt. 2,6,2.
DEKECIIO r ENA L ROMANO

tribunal permanente para los casos de parricidio, extendiendo el alcance del


crimen a la muerte de los parientes próximos, y haciendo aplica ble al mismo la
pcna propia del homicidio '''''.
En cuanto a la composición de los tribu nal es, una solución de comprom iso
se alcanzó en el 70 a.e. graóas a una 'ex A urelia iudiciaria propuesta por el
preto r L. Aurelio Coua, con la que se estableció que las listas de jueces deberían
estar compuestas por un tercio de senadores, un tercio de caballeros y un tercio
de tribu", aerar"". y que los colegios debía n formarse med iante sorteo de igua l
número de personas de cada una de las tres catcgorías ,.ool. Este régimen,
sustancialmente confirmado por una Jex Pompeia del 55 a.c.''I', fue más tarde
modificado por una 'ex Julia. hecha vota r por César en el 46 a.c., que excluyó
de la lista a los trilmni aerarii y confió el mlll/US ¡udjcandi sólo a los senadores
y ca ballcrosi>l'.
En los últimos tiempos de la época republica na funcionaban por consiguiente
en Roma nueve tribunales criminales permanentes, de los que cinco se
encargaban de juzgar delitos de carácter político (majestas. repetundae, ambilus.
peculatus. vis) y cuatro de delitos comun es (homicidio, parricidio, falsedad,
injurias graves). Dcsarrolhi ndose de form a gradual, en concurrencia con los
iudida populi por un I<ldo y con la libre cogllüio magistra tual por otro. se
convirtieron, tras la decadencia de las asa mbleas populares, en el órgano
ordinario mediante el cual se efect uaba la represión criminal en la Urbe (ordo
iudiciorum publicorum): y el proceso correspondiente, au n articulándose en
tantos ¡udicia distintos como delitos se contemplaban en las distintas leyes, se fu e
cstructurando. sal vo e n algunos matices. según un modelo uniforme. que
conocemos bastante bien en sus líneas fundamentales y que puede ser objeto de
exposición unitari a.
6.- EI proceso, de naturaleza acusa toria, puede ser promovido (sal vo
algunas excepciones) por c ualquier ciudadano privado co mo representante de l
interes público (de ah í la calificación de iudicium publicum que le atribuyen las

.'" I'aul. se nl. 5. 24: D, 48. 9: lus!. insl. 4. 18. 6.


,.., Ascon. 17.4·7: 67. 10-1 3 Cl.; 1':;. Ascon. 189.13· 14 SI., Schu!. llob. 9 1,13-15: 94. 24-26 SI.: Cic.
A 11. 1. 16, 3. Sólo en aparente con traste Cíe. C/uent. 43. 121: 47. 130: Fum. 16. 36: FIIJa'. 38. 96: Rah, " Q; I.
6.1 3: 'V el!. 2, 32, 3: Liv. periach. 97: l'lul. Pompo 22, 3.
,oh Ascon. 17. 7-10 D.; cfr. Cie. t'hiL 1, 8. 20: Pis. 39. 94.

"" Slk.1. Ca.>$. 4 1. 2: Cass. Dio 43, 25,1: cfr. Cíe. l'hil l. 8. 19.
L¡\S "QlJ l\LSTI O NES l'ERI'ETtI¡\E" );7

fu entes). A la acusación propia mente dicha precede una insLancia preliminar


(poslUla/io}l ~ l ) con la que el denuncia nte pide al magistrado que preside la
quaeslio el reconocimiento de su legitimación para acusar. El magistrado verifica
que no hay incompatibil idades y controla el que se cumplen los requisitos
establecidos por la ley, sobre todo la honorabilidad dcl postulantc. Si hay varios
postu lantes por el mismo hecho criminal, tiene lugar un procedimiento
prejudicial (di"iflati()) ' ~4 1 dirigido a la elección del acusador preferente: los
excluidos podrán, si quieren, adherirse mediante subscriptio a la acción
promovida por el acusador principal. Luego tiene lugar la presentación formal de
la acusación (nominis delatio) '~~' y la aceptación de la misma por parte del
magistrado (nominó' receplio) '·"I, el c ua l ordena la inscripción del nombre del
acusado en la lista de los que pueden ser juzgados (inscriplio inter reos)i47'. Según
una disposición de la lex A cilia - a unque se trata probable men te de una regla
general- el acusador, en el acto de la nominis detalio. debe prestar juramento
de no promover la acusación con el fin ún ico de causar daño al acusado y con
la convicción de su propia inocencia (ca lumniae causa non poslulare) ..~': el
ejercicio doloso de una acusación infu ndada se conside ra como crimen y. en
virtud de una Lex Remmia (anterior al 80 a.c.), el calum niador es llamado a
respo nder ante la misma quaes/io competente para el delito sobre el que versa la
acusación por él formul ada { '~' . Constituid o el tribu nal según las reglas ya vistas,
tiene lugar el debate, con las oroliolles del acusador y del acusado (o de sus
patronos) y el examen de los testimonios a fa vor y en contra . C uando por ex istir
un número elevado de abstenciones (sibi non Iiqu ere) no se pueda llegar a una
mayoría respecto a la condena o a la absolución. el debate puede repetirse
(ampliatio) una o más veces ,\o,. Pa ra las causas de rcpe/lmdae. sin e mba rgo, la fex
Senilia Glallciae sustituyó la amplia/io (con frecuencia demasiado explotada
para prolongar artificiosamente la duración del proceso) por la denominada
comperendin(/tio, es decir, la división obligatoria del debate en dos fases (oelio

'" Cic. di". ¡tI CfH'C_ 20. 64 J om. 8. 6. L


.... Gell. 2. 4, 1-6; 1'5. As¡;on. 186, 4-8 SI.; Cic. d¡~. i" C/lff. 3. 10.
,,,. Cie. divo in Cace. 19, 63; Varo2. 2. 38. 94; jamo 8. 6. l.
"•. Cie. Ven 2,2. 38. 94;fam, 8, 8, 2: Va l. Max. 3. 7. 9.
'''' Cie. dolll. 20, 5 1; Clul'nt 31. 86; Phi! 2. 23. 56.
,,,. I.u Acil¡o. Ii/l. /9.
,... Cic. Rose. Am. 19.55 (err. 20. 57): Sehol. Gronov. 309, 12- 13 SI.; Marcian. J ad S e.: l'uFpiJfiofl.. D.
48. 16. 1,2: Pap. / de adult.. 0 . 22, 5. 13.
,... ¡.ex Ar ilia. lin. 48: Cie. I'frr. 2. 1. 9. 26: !'s. AS(;on. 230. 28-32 SI.: Val. M3 X. 8, 1, ah<;. 11.
" DERECHO PF:Nfl t ROMANO

prima el secunda) con un día de inlcr valo entre una y otra ,~h. Concluido el
debate, el tribunal pasa a emi tir la se ntencia. Cada miembro recibe una tablita
encerada que lleva escrita por un lado la letra A (abso/¡'o), y por el o tro la letra
e (colldemno). y tras haber tachado una de las dos deposita la tabella en la urna:
el magistrado (que no tiene derecho al VO IO ) recoge las decisiones de los jueces
y declara el resultado del escrutinio I~!). Es necesario recordar que la sentencia se
limita a establecer la c ulpabilidad o la inocencia del acusado sobre el hecho
crimi nal (fecisse o non fecisse I'idemr), p ues la pena se determina seg ún los
cri terios fijados por la ley consti tutiva de la quaestio y no pued e ser modificada
por los jueces en relación a la gravedad del delito (damatio eSf iudicum, poella
/egis) "·\o. En alg unos casos (repelU ndae. peculado) la causa principal era seguida
de un juicio accesorio d irigido a fijar el montante de la indcmn i71lción debida por
el condenado (/itis aeslimalj()) I ~ ¡.

7.- Po r lo mcnos hasta la época de S ila , las sanciones previstas por las leyes
constitutivas de quaesfiones cran las mis mas de la época anterior, es decir la de
muerte o el pago de una suma de din ero. De fo rma errónea la doctrina menos
reciente (en pa rticular Mo mmsen), argumentando sobre el carácter defi nitivo e
irrevocable de la condena impucsta po r los nuevc tribunales, supuso que las
qUOl'sliones no podían imponer a l ciudadano la pena capital. En reali dad, como
demostró Lcvy, la legislación silana ma ntenía la antigua pena de muerte, y la
impresión de lo contrario se debe úni camente a que perduraba la antigua
práctica del ex ilio voluntario sancionado por la interdiclio aqua el ¡gni (efr.
IV.). Esta pra xis, primero consuetudio<lTia y después favorec ida por concretas
disposiciones legales, conduj o finalmente al legislador, en los últimos 65-70 años
de la República, a cstablecer el exilium con pérdida de ciudadanía como pcna
autó noma para algunos crímcnc..<; rem itidos al juicio de quaesliones (la primera
ley en la que se cncucn tra tal innovación es la /ex Tu/ha de ambilll del 63 a.C.).
Con ello el exi lio se transformó de un simple medio para esca par a la ejecución
de la I.:ondcn a en una pena propia mente dic ha, y bajo la deno minació n de poe,w

"" rest. (Pau1.) 355, 1·2 L.; cfr. éte. VI'". 2, 1,9,26; Ps. Ascon. 23 1. 1·4 SI.
" lO l.ex A cilia, linn. 49· 56; Cic. di~. in Caer. 7. 24: Cie. V/'fr. 2, 5. 6.14.

". Cic. SulL 22, 63_


..... RepeluNloe: lu A cilia, linn. 58·59; Cic. Ver. 1, 13.28; CIIIL"'! 41. 116;fQlT/. 8. 8, 2. Peculado: Cic.
Mur. 20.42
1,¡\S " QUAESTIO NES rER r ETIJ,\E"
'"
Cllpitalis se en tendió desde entonces no sólo la muerte, sino tambié n el exilio con
la consigu iente aqua et igni interdicto.
La condena impuesta por las quaes fiones. por no constituir ma nifestación de
¡'mperium. no era sucepli ble de prol'ocatio ad populum. Si n embargo en el último
período de la República algunos jefes de movimientos políticos, a fin de ga narse
el favor popular, trataron de que se adm itiese el recurso al comicio también
respecto a las sentencias de los tri bunales. Tras una tentati va infructuosa de
Tiberio Graco " -" , Marco Antonio hizo aprobar, en el 44 a.c., una ley que
concedía la prol'ocatio a los condenados en las quaes/iones de I'i y de
maieJ/(lt(" ~I. Pero esta medida, a la que se oponía n los miembros de la clase
senatorial , fue abolida muy pron t o '~ll y no se presentaron otras propuestas
similares.
S.- Las qUlleslioucs pcrpemae tenían j urisdicción sólo e n Roma y en el radio
de mi l pasos de la ciudad ,i~~ los municipia. casi con seg uridad, te nía n sus propios
tribunales de justicia que operaban con un procedim iento aná logo al de [os
tribun ales romanos '-"!'. En las provincias. donde el sistema de las quaestiones era
inaplicable, la persecución criminal se efect uaba por los respecti vos gobernadores
a través de sus poderes de coercitio (a sa lvo, nalUralmente, la facultad de
prOl'ocare ad populum reconocida por las leges Parciae a los ciudadanos
romanos). Hay que observar, por otra parte, que todos [os procesos que
conocemos desarrollados en las provincias a lo largo de la época republicana
(con la sola excepción de un caso, relativo al hu rto de cosas So:1gradas quc lU VO
lugar en Catania , que fue juzgado por el senado loca l qui7..á en conside ración de
la particular naturaleza del del ito) f W t son juzgados por el gobernador con la
asistencia de un cansiliutn de ciudadanos romanos reside ntes, elegidos libremente
por él segú n su posición y ra ngo social '0" . Tal modo de proceder no encont raba
su fundam ento en una norma jurídica , sino ún icame nte en el sent ido de co rrecta
actuación y de responsabilidad de cada gobernador: aunq ue, como afirman las
Vcrri nas. el sentimiento jurídico popu la r considera ba ulla mera ficción de justicia

'" ¡'lut. 7: Graech.. 16. 1.


,... Cir. Phil l. 9. 2 1.
,,', Cic. Phil 13. 3. 5: Cass. Dio 46, 36. 2.
,'" aL Ulp. 7 dI' off proc.• Col! l. 3. 1.
..... Arg. ex Tob. /lrrae! (FlRA I n. 13).lln. 11 9.
'" Cic. Ve". 2. 4. 45. 100.
•" Cic. Vm. 2, l. 29. 73; 2. 2. 29. 70.
90 DERECl IO PENAL RO~MNO

" un proceso Sin acusador, una se ntencia sin cOIIsilium. una condena sin
posibil idad de defensa" I~ " . Esto debió fa vorccer la progresiva afirmación , incluso
en el ambiente provincial , de un procedimiento análogo al de las qllaesliones
ci udadanas. En el 6 a.C. sabemos que funcionaban en la Cirenaica tribunales de
justicia criminales compuestos por jueces ex traídos por sorteo de oportunas listas
confeccionadas anua lmente por el gobernador. A diferencia del viejo c:olIsilium
de romanos residentes. I.lles tribuna les no co nstituyeron un simple ó rga no
consultivo, sino un colegio de jueces propiame nte dicho. in vestido de la
capacidad de decidir sobre la culpabilidad o la in oce ncia del imputado; y el
magistrado tampoco cancurria con su voto al pronu nciamicnto de la
sentencia "01,. Parece daro, sin embargo, que la adopción de tal procedimiento
representa só lo una práctica , no una condición de validez de l juicio.
Jurídicamente el go bernador es libre de elegir si decide por sí mismo o convoca
al tribunal: y, al mcnos en el caso de delitos de ca rácter polhico, muchos son los
factores que ind ucen a mantener q ue él ejercitaba personalmen te la represión ¡"",
Pero mientras respecto a los súbd itos provincial es la cocercilio se ejercitaba por
lo gencral sin ninguna li mitación, en relació n <1 los ciud<ldanos romanos el
imperium del gobern ador encontraba un límite en las garantías const itucionales
reconocidas a los ciJles. y por tanto el gobernador, cuando considerase la
acusación probada o probable, debía enviar al acusado bajo escolta a Roma para
que fu ese sometido al juicio de la quaesfio cO l1lpe t e nte (~~'

,," Cic. Ve". 2, 5, 9, 23.


",' Ediela AUKUSli ad Cymrt'fI:j'l!J" ( PIRA I n. 68). l. linn. 32·33.
V. en particular F"Jic/u tlugu.r/i (Id Cyn'n<'m.,s. IV. lin. 66.
Cfr. Plin. ('p. 10, 96. 4.
LAS "QU,\E.'iTl0NES l' ER I'I:."I"U"L·· 'H

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CA PIT ULO VI

LAS REFORMAS AUGUSTEAS


y LA
"COGNITIO EXTRA ORDlNEM'"

SUMA RI O: lo La {ex Julia iudiciorum publicorum .- 2. Leg islación


penal augustca. - 3. Senadoconsultos ex tensivos de la prim era época
impcrial.- 4 . Progresiva sustitución de las quaestiones por la cognilio.-
S. El tribunal im perial. Compctcncia judicial de los praefecti.- 6. Competencia
judicial de los gobernado res provinc iales. El tUS gladii. - 7. El tribunal
senatoria\.- 8. Características del procedimiento extra ordinem.- 9. Las
penas en la cognitio.- 10. Los delitos de ¡as quaesliones en la rep resión ex/m
ordinem y los crimina extraordinaria .

. T raducción: C. V.
I.AS 1~ I;I"OI(r.MS ,\Uti USTb \S y 1.,\ ~l"OtiN I TlO ¡:XTR ,\ O RI>I NI: M "

l .- El sistema de las quaesriOlws perpeluae encont ró sistematización


definili va y orgá nica en la {ex Jlltia iudiciorum publicorum, hecha votar por
Augusto en el 17 a.e. con temporáncamenlc (si no conjuntamente) con la !ex
lulia iudiciorum pri)'{l/orum, que rcordenó el proceso privado.
Oc este gran cuerpo legislalivo sólo nos han llegado tc..'i timonios fragmentarios,
ljll C sin embargo mUl'Stran con suficien te cl aridad las lí neas y el alcance del
proyecto augusteo. Todos los aspectos importantes del procedimiento an te los
tribunales fueron objeto de una reglamentación deta llada : las condiciones de la
ca pacidad para j uzgar, las dispensas del ofi cio de juez. el nú mero de patronos, las
limitaciones del derecho de a(;usación, la prohibición de prestar tcslimonio. etc. (1 ,
Además se introdujeron algunas otras innovaciones importa ntes. El a/hum
iudic/I/1/, que según la lex Aurelia estaba compuesto por las tres decurias de
se nadores. de caball eros y de lrihunii aeraii (decuria. ésta última, más ta rde
abolida po r César) pasó a componerse, según la lex l idia, por tres decurias de
el/uil!>S. ,!, a las que se afiadió posteriormente una cua rta decuria , for mada por
miembros de un censo inferior. para juzgar las causas civiles de me nor ent idad (.".
Una quinta decuria fue luego insli lllida por Calígula "~ l. Sin embargo, c uesta
uabajo creer que tras la reordenac ión augustca los senadores dejara n de formar
parle de los tribunales de justicia: m:ís probablemente fu eron incluídos en las tres
dec urias de caballeros. en cuyo seno. no obstante, constilUían sin duda una
pcquefia minoría. si se considera que toda dCl:uria se componía de alrededor de
mil miembros. nombrados vitaliciamente por el emperador " '. La edad mínima
exig ida para se r juez fue rebajada de los treinta a los ve intic inco afios: y como.
seg ún refiere SuelOn io. muchos inten taban sustraerse de este oficio. se hizo

, Astun. 23 SI.; Ven. Sal. 1 dI' iud. publ., D. 48. 2, 12.2; l'auL I.s. df' grad.. 1). 311. 10. 10 pr.: Vlp. dI'
off pru('f.. lut., Val. frag. 197.. 198 .
. PI;n. nUlo his~ 33. 7. 30: cfr. Tac. unn. J. JO. 1; SueI. Tib. 4 1: CII. V n. 7567.
, SUCL Aug. 32.2.
" SUCI. Cul. 16. 2: Plin. !lUI. hisl. 33.8, 33.
," Plin. na/o his~ 33. 7. 30.
100 DEIU,('!lO PENA L ROMANO

necesa rio permiti r q ue loda decuria goza ra por turno de un año de d ispensa del
servicio y que la acti vidad j udicial q uedase suspend ida en los meses de
no viemb re y diciembre 1"'.
No parece q ue la legislació n Jul ia at ribuye ra al emperador el poder de j uzgar
en grado de apelación contra la scntenc ia pro nu nciada por una qUllesfio. No
obstante. en caso de condena por un solo volo de diferencia, Augusto podía
hacer valer el derecho, que le fue conferid o en el 30 a.c., de suma r su pro pi o
voto al de la mino ría, provocando de esta fo rma un empate y consegui r así la
a bsolución del reo {es el lla mado ca/Cil/IIS Minervae, o "voto de Minerva". con
alusión al pa pel de Atenea en las Euménidcs de Esqui lo) 11 ,.
2.- A este impo rtante cuerpo de disposicio nes se agregaron otras leyes.
d irigidas a regula r de modo distinto o más deta llado algunas figuras dcl ictual es
ya reguladas por la legislació n criminal precedente: así la ¡ex de ambitu, del 18
a.c.. q ue mitigó las severísimas normas tardo-república nas en materia de
corrupción electo ra l, reduciendo la pe na a una simple multa, aco mpañada de la
inhabilitación q uinquenal para cargos públicos ,.,: la ¡ex de I'i publica el pril'u/a.
del 17 a.c., que, acaso extendiendo el contenido de una ley pro puesta por César.
procede a una deta llada enumeració n de los supuestos de violencia con tra las
instituciones públicas (alteració n del normal desarrollo de los juicios y de las
asa mbleas. abuso de poderes inherentes al imperium, imposició n ilegitima de
nuevos impuestos, etc ... ) o co ntra los ciudada nos privados (ocupació n de
in muebles a Illano a rmada, rapiña co n ocasión de ca lamidad pública,
so metimiento a to rt ura de esclavos aj enos, cte.) perscg uiblcs a través de la
quO(',wio de 1'/: co nminando rcspccti varnc llIc co n la inrerdiclio aqua el ¡gil; y la
confi scació n de un tercio del pa trimo nio ' ~); la /ex de pecu/alu, de fecha incierta.
que d ictó nuevas normas contra la sustració n y el uso indebido de d inero o
bienes públi cos (peculado en sentido estri cto), contra el hurto de cosas sagradas
o religiosas (sacrilegium), y, si la materia no co nstituía o bjeto de una ley especial,
conlra la retención indebida de bienes o sumas recibidos del erario para el
desempeño de un o fi cio pú blico (crimen de residuis). con minando a los
tra nsgresores con una sanció n pecuniaria que ascend ía en los dos primeros casos

oO . Suel. A ug. 32, 3: cfr. Ediera A ugusfi tul C}'renenses. 1, liR. 16.

", Cass. Dio SI , 19.7,


'" Ca<os. Dio 54, 16. I (cfr. loR. 10, 34): D. 48, 14: C. 9, 26: lust. insl. 4, UI, II
'" Paul. se n!. 5. 26; e o)l , 9, 2: D. 48, 6 Y 7; C. 9, 12: lusl. ;n..II. 4, 15,6 e 4, 18, 8.
I.,\S REFORMAS AlJGUSTEAS y LA "COC, NITIO EXTRA ORDlNFM" IUI

al cuád rupl o de lo que se sustrajo, y en el tercero a una suma igua l a la ca ntidad


debida aumentada en un tercio '10'; fin al mente la lex de mofes/o/e, también de
fecha incierta. que, qui7.á enlai'Ando con una ley procedente de César, estableció
un minucioso elenco de los diferentes ti pos de ofensa a la " majestad" del pueblo
romano (ultraje a los magistrados del estado. sedición, incitación a la rebelión,
CIC.. . ), que entraba n en la co mpetencia de la quaesfio instituida para juzgarlos,
conm inando con la pena de aqua el igni imerdictfo,II,.
Asim ismo fue obra de Augusto la institución de dos nuevos tribunales
permanentes para los del itos de adulterio (quaeslio de adulleriís) y para los
crímenes en materia de abasteci mie nto (quaesrio de al/I/OIUI). Es fundam ental
para la primera categoría de del itos la ¡ex Julia de adulleriis coercel/dis, del 18(?)
a.c.. pues gracias a ella el adulterio fue, por vez primera , incl uido en el ámbito
de los crímenes públicos. La ley castigaba la unión sex ual tanto con mujer casada
(adulterio en sentido estricto) c uanto con mujer no casada de condición honesta
(.wuprum), asi como la ex plotación lucrativa y el favorecer tales crímenes
(lellocin ium). No contemplaba en cambio, segú n nuestras noticias, como figura
autónoma del delito la un ión sexual entre parientes o afines (illceswm), que sólo
se castigaba en caso de concurrencia con el adulterio o el estupro. La acusación
se ejercitaba, en orden de preferencia, por el marido y por el padre de la adúltera
(accusalio iure marili I'el pafrú): pero el marido no podía . como en época
an terior, perdonar a la mujer y ocultar el hecho, porque, si tras conocer el
ad ulterio no disolvía el matrimonio, era considerado culpable de lenoci nio, y si
no promovía la acusación en sesenta días a parti r del divorcio. ésta podía se r
ejercitada por cualquier ciudadano (accusalio iure e;"(/rollei) durante cua tro
meses útiles. Los reos eran castigados con el confinamiento en distintas islas;
ademlÍs, la mujer sufría la confiscación de la mitad de la dote y de un tercio de
los bienes parafernales. y el ho mbre la confiscación de la mitad del
patrimonio " ~ '.
Respecto a los crímenes en ma teria de abastecimiento de víveres, las normas
fundam entales que los regulaban fu eron dictadas por la lex Julia de 0 1/110110 del
18 el) a.c., que hi zo pcrseg uible a través de una qllaeslio concreta toda forma de

'" I'aul Sl:nt. 5. 27; D. 48, 13; C. 9, 28 'J 29; lusl. illS~ 4. 18. 9.
Cic. Phil 1, 9,23; Pau l. sen\. 5,29; D. 48, 4; C. 9, 8; lus!. irl5L 4. 18,3.
Su..:!. Aug. 34; Sen. ~n. 6. 32. t; Paul. :;enl. 2, 26; Coll. 4; D. 48. S; C. 9, 9; lust. illSt 4. 18. 4.
lU2 DEREClIO PENAL RO:-'1i\~O

acaparamiento y de especulación encam inada al encarecimiento art ificial de los


precios en los productos alimenticios, especial men te el grano, castigando a los
tra nsgresores con una pena pecunia ria 11". Pero, a diferencia de la quaesfio d(~
adulferiis. este tribunal no tuvo larga vida y fu e muy pronto sustituido por
tribunales ex traordinarios de fun cionarios im periales.
3. -las normas originarias de las leyes constituti vas de quaesriol1es sufrieron,
a lo largo de la prim era época imperial, una importante serie de extensiones en
virtud de algunos senadoconsultos que recond ujeron a la órbita de los crímenes
preexisten tes nuevos supuestos considerados como merecedores de represión
criminal. Tilles senadoconsultos, que algunos a utores han parangonado a las
fo rmulae jicficiae del derecho privado (l evy), que otros consideran dirigidos a
extender por vía interpretativa el contenido de las disposiciones de las leges
especia les ( Brasiello), y que otros aú n - con mayor propiedad- consideran
enca minados a reconocer la afinidad ex istente entre el nuevo caso y el
m ntemplado por la ley, sobre la base de un criterio sustancia l no form ulado
("rchi ). incrementaron de forma notable el número de hechos c riminales
pcrseguihles a tra vés de las formas procesa les ordina rias. La atracción de nuevos
casos al ámbito de las viejas leyes se realizó, en el pla no formal , atribuyendo a
los mismos 1¡1 pena fijada para los supuestos originariamente considerados por las
disposiciones especiales (efr. D. 47 ,13,2: sellatllsc:olI.wltis, quiblls poena legü'
Comelioe /el/eri iubentllr; O, 48,7,6: ex sena/ll.\· consulto ... lege l ulia de vi privala
fellellfllr; Coll. 8,7, 1: senalllscollSul/ut1l ... qua paella fegis Comeliae inragll/ur.
cte. ); por lo de más, no ex isten dudas - como ha sido justa men te subrayado- de
ljuc ti través del criterio extrínseco de la pena "se viene implícitamente a incidir
sobre el plano susta ncia l, y segun el estilo roma no que construye sin formular" .
Especialmente dignos de mención son algunos senadoconsultos del tiempo
de Tiberio que hicieron perseg uibles con la pena prev ista por la lex Camelia
festamef/wria Ilummaria dist intos supuestos de fa lsedad no con templados en el
tex to de la misma, como la inclusión de d isposiciones en beneficio propio dentro
de un testamento ajeno (Sc. um. Ubonianum, 16 d. C.) ' !~', la siglla/io, o fijación
de sellos, a docum entos fal sos distintos del testamento (¿el mismo scnadoconsul-
tO'!) '''I, el acuerdo o la aceptación de dinero para acusar a un inocente (SC. UIII .

. " D. 48. 10; C. 9. 23: Papo f 5 rl',5fI.. D. 26, 2, 29; lul. 78 eJ.. D. 34. S, 1.
" .. Ul p. 8 dI' off proC. eoll. 8. 7. I (Lfr. D. 4ll, 10.9,3).
"" D. 4S. 12; jusI. illSl. 4. 18, 11 .
LAS IH.I· OI~ MAS MJGUSTE AS y LA '"COO NlnO EXTR A O I{f) INF.\ r· lO.>

Messaliallum. 20 d.C.) "6I, los acuerdos destinados a preparnr fal sos medios de
prueba documeI1lal o testimonia l (Se. 11m. Licinianum, 27 d.C.) H71, la alteración
de tcstimon ios (Se. um. Geminiallum, 29 d.C.) I I~,.
Fuera del ámbito de la fa lsedad las noticias son más fragm entarias.
Conocemos, gracias a Tácito, dos scnadoconsultos de la época de Tiberio y
Claudio, que sometieron a las sanciones de la (ex Iulia repelufldarum a los
gobernadores dc provi ncias por los crímenes cometidos por sus esposas en
perjuicio de los provinciales (24 [¿ó 20?] d.C.) it Q, y a los abogados que hubi escn
percibido honorarios superiores al limite máximo permitido (Se. 11m. CJaudiallum.
47 d.C.) ':Ul. Un senadoconsulto del 19 d.C., recordado por Suctonio, Tácito y el
jurista Papiniano (el llamado Se.um. de mulronarum lenocinio coerccndo)
extendió la pena de la lex /ulia de adu/leriis a las matronas que, para evitar el
juicio publico instituido por aquélla, se hu biesen dedicado al lenocinio, la
prostitución o el arte escénico (!". En materia de violencia privada se conserva n
noticias de un Se. /ml. VoJusiunum, del 56 d.C., que aplicó las sanciones de la lex
Julia de vi a quienes se hicieran dolosa menle copa rtícipes del pleito ajeno para
reparti rse las ga n a n ci¡¡ s '~l'. Conocemos además una serie de senadoconsultos, de
distintas fechas, que castigaron con las penas previstas por la lex Comelia de
sicariis el ejercicio de las a rtes mágicas, la castración y determinados supuestos
crimina les cometidos con ocasión de un naufragio " .1,. Por último, el jurista
Modcstino menciona un sellafllscollsuJlUm de fecha desconocida, que habría
permitido aplicar la lex /ulia de ambitu a la imposición ilegítima de nuevos
impuestos, ya castigada por la legislación auguslea como supuesto de I'is puhliea:
pero se trata de un testimonio que ha ca usado gran perplejidad en la doctrina (2~, .
4.- EI sistema de las quaestiones perpefU(l('. tal como había sido fijado por

"" Ulp.l/ de of! pM.. CoII . 8, 7. 2: cfr. Mace r 1 de publ iud.. D.47, J]. 2: Marcian. 14 inst. D. 48.
10, 1. 1.
" Ulp. 8 de of! proc.. CoIl. 8. 7. I (cfr. D. 48, 10,9.3).
" Ul p. 8 de of! proc.. Coll. 8. 7.]: cfr. Macc:r 1 depubl iud , D. 47. J3, 2; Mardan. 14 inst. ]). 48.
10. 1. 2.
,,,, Tac. aflfl. 4, 20: Ulp. l de off proc.. D. 1. J6. 4, 2.
,:.> Tac. afl. J J, 5-7.

,," , Suct. "lib. 35. 2; Tac. 111111. 2. 85. 1: Papo 1 dI' l/dull. . D. 48. 5. JJ (12). 2. Una co pia ~pi grMi ca del
texto del scnaloconsu lto ha sido cnoontmda rcdcntemente en Lari no.
,'" Mod. lJ , eg.. D. 48. 7. 6.
'''' ArtCo mágicas: Ulp. 7 de off proc_. ColI. 15,2, L Ca.<;tración: Marcia n. J.I itUI.. D. 48, 8, 3, 4. Ilícitos
ron Ol1l$i6n de un naurragio: Ulp. 56 ed., D. 47. 9. 3, 8 (cfr. Marcian. J.I irut. D. 48. 8. 3. 4).
" . Mod. 1 de roen.. D. 48. J4. l. ]; cfr. Paul. l .~ ad SC. 1urpillian., D. 48, 6. 12.
I{" DERECHO PENAL ROMAN O

las leyes J ulias, comenzó desde los pnmeros años del Principado a sufrir la
concurrencia de un nuevo tipo de procedimiento criminal, más acorde con el
nuevo orden político-constitucional del estado. Parece claro que los tribunales de
justicia permanentes, que el propio Augusto era inicialmente propenso a
mantener como organismo procesal ordinario, no podían encontrar el favor del
nuevo régimen . La función de juzgar estaba atribuída a ciudadanos privados, las
listas eran demasiado amplias para consentir una interferencia decisiva del
princeps en su composición (loda decuria comprendía, como se ha dicho,
alrededor de mil personas), las formas de reclutamiento del órgano juzgador
impedían toda posibilidad de control por parte del poder central. También desde
el punto de vista técnico los defectos era n numerosos. El particular que pretendía
entablar una acusación por un hecho nuevo que consideraba merecedor de
represión no podía ejercitar acusación anle una quaeslio. porque cada tribunal
era co mpetente sólo para el supuesto concreto previsto por la ley const itutiva
especí fica. Asimismo derivaban notables inconvenientes de la imposibilidad de
someter al juicio de un mismo tribunal los casos de concurso de personas o de
delitos y de graduar la pena en relación a las circunstancias subjetivas y objetivas
de los diferentes su puestos criminales.
Esto debía conducir a una lenta pero incontenible decadencia de los
tribu na les o rdinarios, a la par q ue el afianzamiento de la supremacía de la figura
del princeps sobre los antiguos órganos republicanos posibilitaba una influencia
cada vez mayor y más decisi va del poder imperial en la esfera de la represión
cri minal. Aunque su ex istencia todavía esté docu mentada a lo largo de todo el
siglo 11, los trib unales de just icia permanente fueron progresivamente cediendo el
campo a un nuevo procedimiento, sin participación de jurados, en el que todo el
asunto era confiado al emperador o a un delegado suyo, que asumía
co mpletamente el juicio desde su introducción hasta la sentencia 11.'1 . Tal
procedimiento, designado corrientemente con el nombre de cognitio eXTra
ordinem. porque surge y se desarrolla al margen del sistema procesal y criminal
del ordo iudiciorum, y por consiguiente sin los vínculos y las restricciones
fo rmales de la jurisdicción ordi naria, vi no en un primer mo mento a concurrir, y
después a sustituir al procedimiento de las quaeslÍones, dando lugar a la

"" Cfr. Macer J de ¡ud. pub. D. 48. 11, 7, 3: Ulp. 8 dispuI., D. 48. 19. 1, 3; Mod. 2 de pom, D. 48. 14.
1; Pau1. sen t. fr. leido 7.
l. AS REFORMAS ,\UGUSTLAS y LI\ "COGNI'IIO EXTRA OIWL'>:H.l" 10:'i

formación de un derecho criminal extraordinario que debía suplantar poco a


poco al antiguo régimen de delitos y de penas.
5. - EI mencionado desarrollo comienza a perfilarse con Augusto mismo,
co n la entrada en función de dos nuevos tribunales criminales, uno constituido
por el emperador con la asistencia de su consilium, el otro por el senado bajo la
presidencia de los cónsules.
El fundamento jurídico de la competencia jurisdiccional del princeps es
controvertido. Un sector notable de la doctrina lo relaciona con la noticia de
Dión Cassio según la cual, desde el 30 a.c., se habría concedido a Octaviano,
mediante plebiscito, el derecho de "ékkleton dikázein·' 1!61, es decir (según se
debería entender) de "juzgar sobre una demanda ": pero sobre el valor jurídico de
dicho testimonio, genérico e impreciso, como suelen ser las referencias de
carácter técnico del historiador tardío de lengua griega, no parece que deba
merecer excesiva confianza. También es dudosa la hipótesis, sostenida por otros
a utores, de que la potestad jurisdiccional del príncipe encuentra su base legal en
uno de los poderes de los magistrados ya previstos por la constitución
republicana o en la cláusula discrecional de la ¡ex de imperio, puesto que los
argumentos aducidos son demasiado ambiguos como para extraer deducciones
seguras. Sobre la base de los datos textuales en su contexto histórico parecería
preferible la opinión (a la cual se aproxima sustancialmente la tesis,
recientemente sostenida, de una usurpación de poder que se fue legalizando con
el tiempo) que individuali7..3 el fundamento así como la justificación constitucional
de la jurisdicción del príncipe en la aUClOritas imperial.
El ejercicio de tal poder de represión cri minal reviste tres aspectos
fu ndamentales: la avocación, la apelación y la delegación de jurisdicción . El
prineeps puede avocar a su tribunal, espontáneamente o a instancia de los
interesados, no sólo el conocimiento de supuestos delictivos no previstos por las
leges publicae, sino también el de los crímenes para los cuales se hubiese
establecido una quaeslio específi ca, que de ese modo quedan fuera de la
competencia del juez ordinario. Existen en las fuentes casos documentados de
cognitio personal del emperador desde la época de Augusto - baste recordar la
condena del poeta Ovidio !1i': las intervenc iones ex traordinarias en materia de

.;., Cass. Dio 51. 19.7.


,'" Ovid_tris/. 2. 131-132_
D ER EO IO PENAL RO~I A NO
'''''
pa rricidio, falsedad y difa mación, de las que nos informa Suetonio '~~ I; el proceso
de lesa majestad contra Aul o Estlacio Máx imo, mencionado en el segundo edicto
de Circnc l!'l ,_ , pero (sólo bajo Claud ia se gcncrali7. a el fenómeno y comienza n
:1 DOnc rsc las bases de un a progresiva afirmación del tribunal del príncipe como
",UIJII.;ffiO tribun al del imperio '·oo ,. Los supuestos que se someten al emperador son
de lo más variado: se tra ta especial mente de acusaciones relativas a criminll
maies/llIis que tiene n relación con la persona del príncipe, o bien de del itos
cometidos por oficia les o fun cionarios de la admi nistración públ ica IJI!: no son
ta mpoco infrec ue ntes los procesos cont ra magos, astrólogos, adivinos. que
ofe nden con su práctica a la majestad imperial, en cua nto pretenden revela r con
artes misteriosas el futuro del emperador o de [os miembros de su fa milia ":".
Además de la j urisdicción en primera instancia, de la que hemos hablado, el
príncipe tiene el poder de conocer en grado de a pelación de las sen tencias
pronu nc iadas, ta nto en Italia como en las provincias, por magistrados O
funciona rios subordi nados a él, cuando haya n sido recurridas ante su a utoridad
(appellatio ad Caesarem) (JJ ,. El fundame nto de tal poder debe buscarse - como
ya ha sido señalado en genera l para la cogni/io. en cuyo á mbito se encuadra-
en la aIJe/oritas imperia l. Esto induce a e xcl uir, pese a la o pinión cont ra ria
manlenida recie ntemente por varios aulores, que la apelación derive directamente
de la pro l'oeatio ad populu lI/ (convert ida en esta época, tras el agotamiento de la
función judicial de los com icios. en una de manda de devolución del caso a una
quae.f/io perpetua o al tribunal imperia l o sena torial, sustrayéndolo a la libre
onimadl'ersio del magistrado). a unque no se puede ignorar que con el paso del
tiempo la nueva instituc ió n vendrá a reemplaza r, en cuanto a los efectos
prácticos. al antiguo recurso ti las asa mbleas populares.
Pero más que por cogni ción directa o tras apelación . el emperador ejercita Sl l
j urisdicción por delegación. es decir, atribuyendo de modo general y perrna nentc
el co nocimiento de determin adas materias ¡¡ funcionarios suyos (corno para

"" SUCI. A ug. 33. J-2; SI. 1-2.


"" Edicla Augurl; ud (j·rl'nen.'iCS. 1I,li"n. 5 1-55.
... Suet. CÚlUd. 14.2·3; 15: 33 (cfr. Sen. apoca/. 7, 4-5): Tac. mm. 11. 5. 1: 13. 4.2; Cass. Dio 60. 4.
'-4.... Cfr. Sen. clem. 1, 9, 2- 12: Ta~ an n. 3, 10. 1: 11 .2. 1; 12. 4 1,3: 12. 42,3: 14.50,2; Jiul d.' Qm/. 7.
1: Plin. ('p. 4, 22, J, 6, 22, 1-6; 6, 3 1, 1- 12: 7, 6, 6 c 8: Sucl. 'lii. 9, 1: C~. Dio 55, 7, 2; 60, 25, 4; 6 1 (60),
29,6 a; 6 1 (60), 33, 6; 66,19, 1; 67, 2, 4; SHA l'. Murd JO, 6: 24. 1-2.
," Cfr. Tac. ann. 12, 52.1 : 16, 14.2-3: Suct. Dom. 15, 3; 16, 1: Ca-;s. Dio 59, 29. 4.
"" Ad. Apos!. 25, 9-12: I'aul senl. 5. 26, L
1.;\5 REFOII.M /\S /\UGUSTI:AS y 1.1\ "COGNITIO .·:Km ,\ O Il.DINl:.M - \ 107

Roma e Italia, los cuatro prmjec/i: urbl~ praelOrio. amwnae y vigilum. y, para las
\
provincias, los legoli A ugus/i y los procura/ores ) o remitiendo la decisión de
casos pa rticulares a comisa rios especiales nombrados caso por caso (iudices dOli).
La competencia j udicial del prae/ ce/liS urbi, limitada en un principio a las
materias relacionadas con su acti vidad de policía, se ex tiende. ent re fines del siglo
11 y principi os del 111, a lodo delito cometido en Roma y en el radio de cien
millas de la Urbe, suplanta ndo así definitivamente a la just icia ordinaria de las
quacs/iolles' 1'1 . En el resto del territorio de la península itálica, el eje rcicio de la
represión es confiado a los prerectos del pretorio, los cuales, a partir de la época
de los Severos, son adem:í.s in vestidos de la runción de juzga r en grado de
apelación, en lugar del emperador (vice sacra), de las ca usas criminales
procedentes de cualquier parte del imperio ''''. A los praeJecli anuol/ac y vigilllm
se les confiere la potestad de proceder jud icialmente contra los responsables de
actos delicti vos relacionados con el ámbito de sus competencias administrati vas,
y por ta nto contra los aca paradores de grano y otros géneros alimenticios ,lto, y
(como refi ere I'aulo) con tra "los incendiarios, los descerrajadores, los ladrones,
los atracadores, los encubridores, sal vo que se trate de personas tan pérfidas e
Infames que deban ser remitidas al praeJecflls urbt' IJl ,.
6.- Un tra tamiento más amplio merece la cuesti ón de la co mpetencia
criminal de los runciona rios encargados del gobierno de las provincias. Como
hemos visto ya (V.8). en los comienzos del principado los poderes represivos de
los gobernadores provinciales ",¡riaba n sensiblemente según que el ilícito hubiera
sido cometido por un peregrino o por un ciudadan o romano: y cllo tanto en las
provincias imperiales como en las se natoriales. Rcspcr..:to de los no ciudadanos,
la al/imadversio del gobernador. sal vando los límites deri vados de la autonomía
j urisdiccional de cada una de las pófl>is. podría desarrolla rse libremente. aunque
en la práctica el representante del gobierno romano prercría con frecuencia
ejercitarla seg ún fo rmas y reg las amilogas ¡¡ las de las quaesliollcs ciudadanas. Si
era necesario, se acudía a la a pela ción al príncipe. C uando, por el contrario, se

., Lil p. !.J. JI' uf! prmf. uro.. D. l. 12. 1: ,·id. lambit'n 1:1l' 111m. (,. 11 . 2-3: l-t. -t 1: lml. 2. Ó.'. 1: Stal
,jll". l. -t. 9·1-t e -t 3·-tS: Jo,. alll. j uJ. I S. Ó. S lló9 ).
Ulp. y JI'U.ff. prve. Coll. l-t. 3. 2: \ Id .:nn bi':'n Ph il. 1"11. Mlpll. 2. .12\( 17); Ulp. I fill .. D..l~. 1.·-1: Ab ,
(" -t ós. 4. I la . 212): Gord .. l". 9. 2. ó. 1 [:1. 24J): Gurd .. (" 11. -tO (-t I l. IJ h.tl.l: I'aul. '\t'I1l. 5. 12. 6.
. -. I'ar. [¡JII. Id,' ("<m\/.. [) 4!o!. 11. J. 1: lI,1:L r~ian .. 1 ,1,. puM. j",/. . D. -ts. 2. 1)
,m".;:
., 1':uJl . I..I". d, ' o}/ rj¡.:.. D. 1, \ 5,3. 1 (cfr. D. 47.18.2): h il. 2.' di¡.:.. D. 47. 2.:'\7 (%). l . Pomp.
11 San.. D. 12.4..i.
r---------------------------

108 DERECHO PENAL ROMANO

trataba de delitos cometidos por ciudadanos romanos y sancionados con la pena


capital, los gobernadores estaban limitados en sus poderes de represión penal por
las garantías reconocidas a los cives, y por tanto, cuando éstas eran exigidas.
quedaban obligados a enviar al acusado a Roma para que allí se sometiera al
juicio de una quaeslio perpetua o bien del tribunal imperial o senatorial. Si [as
fuentes nos conservan testimonios de alguna ejecución capital de ciudadanos
romanos por obra de gobernadores provinciales ""1, debe entenderse que en tales
casos los gobernadores actuaron por su cuenta y riesgo, ejerciendo la represión
al margen de los límites legalmen te fijados y desafiando las sanciones previstas
por la lex lu/ia de vi respecto al magistrado que, sirviéndose de su imperium
"haya co ndenado a muerte a un ciudadano romano, lo haya azotado, o ha ya °
ordenado que se le haga algún daño, o le haya puesto alguna soga al cuello para
torturarlo con desprecio de la provocación interpuesta"' ''''.
Tal régimen estaba destinado a sufrir profundas transformaciones en el curso
del principado. Ya en el siglo I los emperadores inauguraron la práctica de
delegar - sólo en el ámbito militar- el ius gladii. es decir, la alta jurisdicción
capital que a ellos correspond ía sobre los cives, a algunos gobernadores de
provincias imperiales puestos al mando de un ejército, quc de ese modo llegaron
a adquirir el derecho de condenar a muerte a un soldado. ciudadano romano, sin
que éste pudiese exigir la devolución del proceso en cuestión a los tribunales de
la Urbe '""". Con el paso del tiempo, las frecuentes concesiones de la ciudadanía
romana a los habitantes de las eipirares provinciales y la consecuente facultad
adquirida cada vez por más personas de valerse del ius provocationis debieron
convcncer a los emperadores de la im posibil idad de mantener centralizada en
Roma la jurisdicción capital sobre los ciudadanos, y esto debió inducirles a
delegar el fus gladií con libertad creciente. incluso más allá del restringido ámbito
militar. A comienzos del sigl o 111 esta prerrogativa se otorgó con carácter general
a todos los gobernadores provinciales, ya fuesen procónsu les o legal/' ¡j ugusti pro
praefOre. Ulpiano. que escribe en tiempo de los Severos, no titubea al afirmar
que "quienes son nombrados para gobernar una provincia entera tienen el fus

.." Cfr .. p. ej .. JOl;. beiL ¡mL 2. 14, '} (308); Suct. Ga/ha 9.1; Cass. Dio 63 (64). 2. 3.
,.., Ulp. 8 de off proc.. D. 48, 6, 7.
•0:. Ca:>s. Dio 53. 13. 6-7; cfr. Jos. bc!l ¡ud 2. R. 1 (117).
I.,\S IH ,FORM¡\S ¡\UGUSTE¡\S y 1,1\ "COliN IT IO I,xm" ORnl.'1Et.I" I~)

g/adil. y se les concede ta mbién la potestad de condenar a trabajos forwdos en


las minas" "'1.
Los ciudada nos romanos se vieron pri vados así de la a ntigua gara nt ía de la
prollocalio, Podían, naturalmente, recurrir al príncipe mediante el ejercicio de 1<1
apelación: pero se trataba de un remedio menos seg uro, que se prestaba a abusos
f¡iciles, co mo se desprende del célebre rescripto de Alejandro Severo al 'koin ón'
de Bitinia (¿a. 233 d.C.?), que prohi be a los procllrafor es y a los praesides
prOl'inciarum ejercer violencia sobre los que apela n y so meterlos a custod ia
mi litar para impedir que se dirijan al tri buna l imperial '~!', De cualquier forma ,
prescind iendo de estos excesos, los poderes de los funciona rios del príncipe en
este aspecto era n bastante amplios. Podía n nega rse a recibir las apelaciones
interpuestas con el único fin de aplazar la ejecución de la se ntencia y las que
tenía n por objeto decisiones fundadas en la co nfes ión del reo ".", Asimismo,
como refiere Modesti no, podían no adm itir las impugnaciones presentadas por
aquellos cond,;:nados que " por motivos de seguridad púhlica deben ser castigados
inmediatamente, como los band idos famosos, los que instigan a la rebelión, los
jefes de facc iones" ·... '. Y todavía, según un testimonio ulpianeo, estaban
autorizados a no recibir las apelaciones que por falta de funda mento en los
motivos ad ucidos no tenían posibilidad de ser acogidas en sede superior, a unque
las fuentes no nos ofrecen detalles precisos al rcspecto H ",

Las ideas expuestas anteriormente en relación al il/.\" glcu/ii se basan ~()b re observaciones,
fundame ntales. de Mommscn, que han sido acogidas (si hien en oca~iones COI1 alguna
lIariación) por la mayo r parte de los historiadores y los juristas. En la línea del estudioso
alemán se encuentra lambién J O IIl'S, que aporta al ..:uadro recién del ineado precisiones de
notable interés, aunque discutihle!, en algun~ aspectos. Segú n este autor, el ¡us gladii (del que
~ ubra y a, con fu ndamento en Dión Cas io 53. 12.6-7. su originario car:icter militar) se ha bría
concedido a todos los gobcrnadon..'S de provincias respeclo a todos los ciudadanos sometidos
a su j urisdicción - soldados o no a partir del 2 12 d .C., fecha de la consúfwio Amon¡nifll/(l
búlo esporádicamente en época anterior: Cfr. Vcnukyo Saturni no. en 1). 1. 16, 11; Pllssio S.
l'cr¡}(' /II{/t', 6 ); sin embargo, desde los inicios del princi p<ldo. los gobernadores ha brian tenido
d J~'rech(l de juzgar sin Pl1sihilidad de apelación a t n~ ("/1·f'.I" rom¡lOns a l"u~¡ld(ls de l"fi ll1 o.:nl·~

.• , Ulp. b . dI' off prue! urb..


1). J. 12. 1; vid. también Tac. unn. 6, 11 , 2·3; 14. 41, h/;,t 2, 63, 1: Stal.
1. 4, 9- 14 e 43·48; Jos. Ulll. iud. 18,6,5 (169) .
.\'i/\'.
•'~ Ulp. 9 de uf! proC. Coll. 14. 3. 2; vid también I'hil. pil. soph. 2,32 (627): Ulp. J fid.. D. 32. 1. 4; Alex ..
C. 4. 65, 4, I [a. 222]: Gord .. C. 9, 2, 6. I [a. 243J; Gord., C. 8. 40 (41), t 3 (s.d.); Paul. sen!. 5, 12.6 .
... I'ap. lusl. f de COf/SJ.. D. 48. 12. 3, 1; Marcian .. J de pubL iud , D. 48, 2. 13.
,,~ Paul.ls. deof! prtU'j \'ig.. D. 1. 15, 3. 1 (cfr. D. 47. 18.2); lul.l1dig .. D. 47, 2. 57 (56 ), 1; Pompo
11 Sob., D. 12, 4, 5.
11. Il EREC tl O PENA l. ROMM.;Q

previstos por las I('gl'.~ iu(/iciorum pub/iCOrlIfrL' derecho que J oncs llama exercitio pub/id
¡udiej; lcfr. Papiniano. en D. l, 2 1, 1, pr.). Pero talmtlslrucdún. clcgame e ingeniosa. no
em.:uentra un lIpoyo con¡,;rcto cn !as fuen tes, y sobre toJo en lo que respecla al !'xadrio
puhlici illdicÍI: esl,í alm por demostrar.
Una crítica radical de las ideas de Mommscn es form ulada ahora por Garnsey. en un
lúcido artículo dedicado a los poderes de represión criminal de los gobernadores provi nciales.
El autor inlenta probar. a través de un cuidadoso examen de los pri ncipales textos j urídicO),
y litera rios sobre la cuestión, que el ¡us gladií correspondía a todos los gobernadores de
p rov¡ n tia.~ desde la époc:l rcpublicllna tardia, y q ue la doct rina enunciada en algunlY.\
frag mentos del D igesto (papiniano. en D. 1,2 1.1 . pr.- I; Ulpiano, en D. 1.1 6.6, pr.. cfr. D .
50. 17.70). a cuyo tenor el derc(;hu dc infligir penas capitales a los ci u{L1danos encontraría su
fu ndamcnto en una delegación imperml, es obra de los juristas sevcrianos. quienes se
preOl..:uparon de s ubordinar todo el poder al del príncipe. La opin ión de Garnscy. por otra
parte, se funda sobre una interpret:u.:ión más sutil que convincente de los textos (no persuade.
en pMticular.la interpretación de Plin. ('p. 10,96.4. donde Plinio afirma explícitamente haber
cnviado a Ro ma para su alstigo a algunos cristianos de la provincia de Bitinia '"porque eran
ciudadanos romanos"). lIsí q ue. en ausencia de datos más concl uye ntcs. p..1rece toda vía
preferible la tesis tradicional.

7 . ~ Porcuan to respecta al origen y runda mento de la competencia


jurisdicciona l del Senado. puede decirse que la moderna romanística ha llegado
a concl usiones sufici entemente seguras. Mientras la doctrina menos recientc
mantenía que podían aceptarse co mo a ntecedentes históricos de tal competcncia
las in tervenciones represivas establecidas ¡:x:>r la asamblea senatorial durante las
luchas políticas que turbaron la paz en el último siglo de la república
(constitución de quoeslionej' extmordinorioe. proclamación de la ley marcia l por
medio de selloluscol/sullUm ultimum, decla ración dc 110Slis publicus respecto a
los ciudadanos acusados de haber atentado cont ra la seguridad del estado). otras
investigaciones mÍls prorundas han venido a aclarar que ta les intervenciones no
co nfi guran un directo ejercicio de actividad jurisdiccional. de algún modo
comparable a la que el Se nado desarrollará a lo largo de la época imperial , sino
que eran med idas de naturaleza exq uisitamente política. mediante las cual es la
alta asamblea. en casos de particular gravedad, confería a los cónsulcs poderes
ex traordinarios de represión respeclo a los ciudadanos. La o pinión que goza hoy
de mayor aceptación renuncia . pucs, a la búsq ueda de hi¡:x:>téticos preceden tes
republ ica nos y prefiere. con buen criterio, indi vidua r el funda men to jurídico de
la com petencia cri minal del Senado en una delegación por parte del emperador,
med iante un aCIO expreso o táci to de consent imiento. Tal delegación
ind udablemente consti tuía una medida política en favo r del Se nado. dirigida de
1 AS HEFORMA S AU(jUST b\ S y LA "C Q(jN ITlO 1.· XTRfI OHDlNI:M·· 111

algún modo a compensa r la sensible reducción de su actividad de gobierno: pero


no es improbable que la (unción jurisdiccional de la asamblea fuese fa vorecida
por el prínci pe también por motivos de ca rácter j urídico, es decir, para obvia r la
rigidez del ordo iudidorum publicorum mediante la introducción de un
proced imiento más elástico. que permitía perseguir nuevos sup uestos de hecho
que no entraban en la esfera represiva de las quaesfion es. de agravar o mitigar las
penas establecidas para los crímenes correspond ientes a la competencia de las
mismas, o bien de proceder al mismo tiempo contra más personas o por más
del itos. Naturalmente el príncipe. al igual que tenía libertad pa ra hacer que se
deli berase por el Senado a ntes que por las quaesliones o por su mismo uibunal
un proceso dado. tenía la posibil idad de inlervenir de fo rma determina nte en
cada fase de la cognitio senatorial , ya impidiendo, a traves de la rribllllicia
pOleSraJ~ la admisión de la acusación o la em isión de la sentencia ,-1(,'. ya
cond icionando de hecho. al dar en prim er lugar su vato co mo princeps senalUS,
la decisión de los parres l .¡'.
La intervención del Senado en materia crimi nal parece haberse limitad o,
durante loda la época auguslea, al crimell maicslaris y al crimen repewfldarum.
Justa mente a este último delito se refiere el seflalU.)· COIlSllftllm Calvisial/um,
aprobado. por sugerencia de Augusto, a pro puesta de los cónsules C. Calvisio
Sabino y L. Passieno Rufo, en el 4 a.c.. con el cual el Semldo fue investido de
la competencia de juzga r, a través de una comisión de cinco miembros extraídos
de su seno, algunos supuestos de concusión (no deter minantes de un crim en
capita l), hasta entonces rcmitidos a la compctenci a de la quaestio de
repefll"dis l~~' . Pero ya en época de Tiberio resulta absorhido por la asamblea el
conocimiento de delitos de todo género (adu lterio, lenocinio, ca lumnia. fa lsedad ,
homicidio, violencia, robo) .q" al tiempo que se viene delineando una
competencia especial, ralioue persollae. para los c rí menes de ca rácter político

,... Ta~. 1.73.3; J, 70. 1: 4. JO. 1: l3. 43. 15: 14, 4~. 2.
(11111.

.o', Tae. l. 74. 4·6.


Ulln.
" ., ("rimell llluin/u/is: SUi'I. , III/:. óó. 2: Tae. 1/1111. 1. 72. J. C ,lm('1I "'lIr'IUlldIlTUIII. Dlin'i AllglI.'/i fUI
(:m'II<·II.\("s. v. 83·1 44 (Sr:. 11111 (al!'i.\'iltlilll) .
•. Adulh;riO: Tac. '11111. 2 . ."i0: 3.22·23: 3. lS. 2: 4. 42. 3; 4. 52: 6. 40. 3: 6. 47-4S: Suelo N/'''' 5. 2: Ca:..,.
DIO 58. 27. 2. Lenociniu; Tac.mlll. 2.1\5. 3. Ca lumnia: Tac. ami . 3. 37. 1: 4. 31. 4: Ó. 7. l. Fal.~um Tac.(imr.
.1,22. 1. 6. JO. !. Homicid io: Tac. IIl11t 2,67: J. 10-18; 3. 22. 1: 4. 22. Violcnci;, )' ra pi na: Su.·!. "fib.30.

.
112 DERECI IO PENAL RO~iANO

cometidos por senadores o, más en general, por miembros del ordo senatorius l '<" .
La jurisdicción del Senado continúa ejercitándose, con altibajos, hasta los
últimos decenios del siglo 11: luego cede progresivamente el campo a la
jurisdicción imperial. El declive se inicia con el régimen absolutista de
Cómmodo, y se acentúa en la época severiana. Bajo Alejandro Severo no
te nemos ya noticias de cognitiones criminales confiadas a los patres, yel tribunal
senatorial es sustituido definitivamente por el tribunal del príncipe y por el de los
funcionarios que actúan por delegación suya, en particular del praefeClus urbi y
del pra(jectus praetorio" ",

El procedimiento senatorial, incl uso configurando una cognitio en sentido técnico (Cfr.
Tac. (//111. 1. 75.1. que explícitamente contrapone las cognitionl!s pa/rum a los iudicill
ordinarios: pero \'. también Plin. ep, 2.11,4; 4,9,1 7 Y QuinL Il/sl. oro 3, I O, 1), está infl uido en
gran medida por el sistema acusatorio de las quaestiones y copia algunos de Jos aspectos del
procedim iento seguido ante los jurados. UI acusación (posfulolio) es prescntada a los
cónsules. los cuales, SI la aceptan (reccp/iu), remiten la causa a la asamblea. No era
infrecuente. por otro lado. que tndo el Senado deliberase sobre la admisibilidad de la
dcmanda, y en tal caso el príncipe. si estaba presente en la deliOCraciÓn. podía paral izar con
~u inlt'rcl'ssiu la decisión dc los plllre~; Al acusado le era asignado un término para
comparecer (sólo excepcionalmente pod ía iniciarse el proceso inmediatamente después de la
rccep/io); mientras tanto no se le somelía. al menos normalmente. a medidas rest rictivas de
la libcrt;ld personaL El día fijado para la discusión. el rClü debía presentarse ante cl Senado;
su presencia puede scr asegurada incluso con medios coercitivos. El debate comenzaba con
el informe introductorio del magistrado presidente, al que seguían las oraliones del acusador
y el :Jcusado (o de sus patronos), intercaladas con la audiencia de los testigos de cargo y de
descargo: el tiem po concedido al acusador para su alocución se li mitaba normalmente a los
dos tercios del tiempo concedido al imputado para hacer valer su defensa. Terminado el
dehate, los senadores son invitados a expresar su opinión (roga/io sCnll!l1/iarum): pero a
diferencia de los Jurados de las qllac.wion c.\', que se pronunciaban únicamente sobre la
culpabilidad o inocencia del acusado, éstos pu~'den manifestar su parecer también sobre la
pena aplicable. Naturalmente el príncipe. si participa en la sesión. tiene la posibilid¡¡d de
infiuir de modo decisi vo sobre el parecer de la asamblea. El magistrado presidente somete
dcwu~s a votació n 1;ls propuestas que parecen dign¡¡s de aprobación y los scnadorc~,
mediante ,hfecss /u. manificstan su voluntad. También en esta fase puede lIItervenir el

"" Tae. (l/III. l. 73. 3: 3, 70, 1; 4, 30. l. 13,43. 15: 14,48. 2.


" " Tae ann. 1. 74.4·6,
,.." Crimen maies/mis; SueL Aug. 66. 2; T~c. ann. 1,72,3. Crimen fCpe/U1UÚlrum: Edicla Augusli ad
Crr,n,'lISc,'-, V. 83·144 (Se. um Ca/~isinum).
'" Adulterio: Tae. unn. 2. 50; 3. 22-23: 3. 38. 2; 4. 42, 3; 4. 52; 6. 40.16. 47-48; Suel. NeTO 5. 2: Ca.';s.
D!C' 58. 27, 2. Lenocinio: Tae. unn. 2, 85. 3. Calumnia: Tae. ann, 3. 37. 1: 4, 31. 4: 6. 7. 1. Falsum Tae, unlt
22. 1: 6. 30. 1. Hom icidi o: Tae. anll. 2. 67; 3. ¡O-¡ R; 3, 22, !. 4, 22. Violencia y rapin~: Suelo Tib. JO.
LA S REFORMAS AUGUSTF AS y l.A " Cü GNIT10 EXTl~'\ ORDJN EM " 11 )

prínó pc. impidiendo la formación de la sentencia a Irav6; de su poder de intercesión. La


dcc.;i~ ión final (decrclUm) tiene la forma de un scJladoc,(lIlsulto. peTO la eficac ia de una
disposición j udicial. Esta es redactada por escrito y deposilad:! en cl llerar ;UfIJ So/um;. Iras
tic lo cual puede ser inmediatamente ejecutada. Sin emb;ugo. para permiti r a l emperador 4ue
no hubiese tomado parte en el proceso la posibilidad de un control sobre las sentencias
c.;a pitales, un senatuSCOlIsllllUm hecho votar por Tiberio en el 21 d.e. est:tbleció que b tas no
podían sc.:r depositadas (y por tanto ejecutadas) antes de diez días desde ~ u pronunciación.
Cuando la condena imporle una restitución pecuniaria a len.:eros (lo que ocurre sobre lodo
en matcria de repc/ulldoe), la determinación de las sumas debidas e~ confiada a un restringido
colegio de rccuperawrl'.I'. Tal procedimiento sustituyó, verosi milmente a partir de la época dc
los Claudios, al introducido en el 4 a.C. por el Se.11m. ClIll'i.rI(lnum. según el cual el juicio
cntero (es decir. la verificación de la responsabilidad así como la determinació n de la cua ntia
del rcsarcimielllol era remitido a una comisión de cinco miembros. elegidos entre los
senadores. que sustituía ;¡ la aS:tmblea plenaria. La sentencia senatorial en principio
irre\'ocable podía ser dejada sin erecto como consecuencia de una disJX>Sieión de d emencia
dictada por el príncipe o por el propio Senado; bastante dudoso L'S por el contrario si. y
eventualmente denlro de qué li mites, la decisión dc la a~ mbl e:t podía ser o bjeto de appd mio
lid l (/('.mrem (cfr.. en diferentes sentidos, los estudios sobre la cuestión de Marin i Avo nw, de
Bellen. de Bleicken y ahora de Vincenti).

8.- A cxce¡x:ió n de la cognilio senalio; que - com o he mos visto- seguia


e n lineas generales las reglas e n uso para los procesos o rdi narios y estaba
subordinada a una acusació n, e l procedimiento extra ordinem te n ía un ma rcado
ca rác ter inquisitorio. El proceso se promovía de oficio. y no era necesaria una
aCCIIsaúo formal: a veces la inic iativa del magistrado venía incitada por la
denu ncia de un particular (dell/U/tiatio, de/mio), pero los de nuncia ntes (de/aJOre.})
c ran simples informadores, no acusadores e n se nlido técnico (sometidos, en
c uanto tales, a las sancio nes prev istas contra quien promovía una acusación con
dolo o la abandonaba injustificadamente) ":'. Sólo para los ant iguos crímenes
configurados por las /eges iudiciorum publicorum, tamb ié n perseguidos e n las
nuevas fo rmas, estaba toda via prevista la acusació n pública. Ello debió inducir
a algunos ju ristas clásicos tardíos (por ejemplo a Macer. en su tra tado de publicÍJ
iudidú,) a calificar, abusivamen te, como iudic:ia pública no sólo los procesos
prom ovidos ante un jurado media nte acusa c ió n pública. sino también las
('()~flit¡olles relativas a los c rim e nes que habian co rres pondido originaria mente a
las quaesliones perpefll(/(" " '.

,,', La situación ca mbia a lo largo del siglo lU. l/Wi djsti nta.~ jnter ~enciooes im pcri~ b: cfr. Pa ul. Ls. di' iud.
puM . O. 47. 15, 6; I st'IIt. O. 48. 16. 3: Macer } de puM ¡ud., D. 48. t6. t S, L
.'" Mao::r I ~ pub! ¡ud.. D. 43. 1. 1.

1
"4 DER(ClIO PENAL ROMANO

Pero incluso en los ¡imilados casos en que se {;onserva el princi pio acusatorio.
éste queda sujeto a una progresiva invol ución q ue favo rece la generalización del
principio opueslO de la libre il1quisilio del juez. Así, por ejem plo, se tiende cada
vez m,Is a lim itar la facul tad de acusar a quien tenga un interés personal en el
castigo del reo, reconociendo por una parte ventajas especiales al ofend ido y a
sus paricnlcs próx imos ,q " y por otra perm it iendo la acusación a ciertas personas
que antes estaba n excluidas - como las mujeres, los impúberes, los infamcs-
cuando actuasen en interés propio o de sus allegados ''''; se hace más difícil y
arriesgado el cjc racio de la acusación, bien ex tend iendo los ter minas del delito
de calumnia ''''', bien hacie ndo cri minalmente perseg uible la confabulació n entre
acusad o r y acu::¡ado '<J" bien so metiendo a pena al acusador que abandona el
proceso iniciado '\~'; se ponen li mitaciones nota bles al principio de la acusación
abierta :1 todo ciudadano (prccl uyendo el ejercicio de la misma a determinadas
personas (<'l, O excl uyendo su posibi lidad de ejercicio respecto a las relaciones
personales ex istentes entre acusador y acusado) ".o,; se introduccn, fin al men te,
distintos casos de acusació n ob ligatoria, que constituyen otras tantas derogaciones
al principio de la libre iniciativa del particular (el heredero está obligado a
ejercitar la acción penal en defensa de la memoria del difu nto 'M', el tutor en el
interés del pupilo '''':', etc.). D isposiciones, todas. q ue alteran notablemen te el
carácter y la funci ó n de la acusación pllblica (a vcces transformándola en una
especia de q uerella de parte, ejercitable únicamente por el titular dcl interés
lesionado) y que su po ne una verdadera desnatural ización del principio
republ icano del proceso promovible por quiJlis de populo.
Pero la antítesis entre procedimiento o rd inario y cognifio ordinem se
manifiesla profunda también bajo o tro aspecto. A d iferencia de cua nto sucedia
en los iudida publica, donde la pena era fija y el jurado se limitab¡¡ simplemcn tl'

"" Scaev. 4 fl'g.• 1>. 411, 5.1 5 (14). 2; Alex .. C. 9. 46, 2 [a. 2241: Cal. Carin. Numer., C. 9. 46. 4 [a. 2k31.
'''' Mujeres: Pa po I de adult.. D . 48 , 2, 2 pr.; Alcx , C. '1 , 1, 4 Y 5 la. 222J; Diod. Ma.\., C. 'l. 1, J2 la. 293J.
Impúbctts: Papo I de aduh. D. 48, 2. 2, 1: I'aul. I de iure rlJ("~ D. 34, 9, 5, 9: PauJ. sen\. 5. 12. 4. InFames.: Paul.
Ls. fk adulL. CoII. 4. 4. 2; Mace, 1 d(' l'ubJ. iud . D. 48, 2, 11 pro
.... V. infra.. nt. 121.
.,,, V. infr• . nI. 123.
,..., V. infra, nI. 124.
, <~ Ven. Sal. 2 de pub/o iud. D. 47, 15, 5: D. 48, 2, 12. 2; Mace r 1 de pub[ iud. D. 48. 2. K
"." Marcia n. 1 ¡"SI.. D. 48. 10. 7; A l c~ .. C . 9. 22. 5 [a. 230J .
.. " Papo IJ dig.. D . 34. 9,17: Pa ul. 16 rcsp .• D . 29, 5. 22: Hcrm . j iur. ep.. D . 34, 9, 20: &:v. Anl.. C. 6 . .15.
1 pro[a. W4j: Alc•.. C. 6, 35, 7 [a. 23 2t Diod. Mu, C . 6, 35, 9 [a. 291] .
.." Tryph. 5 disp.. D. 34. 9, 22; Ulp. 7 de off pmc.. 0 . 48, ]fí, 14: Alu., C. 9. 46, 2. 1 [a. 2241.
t./\:-; IU· FO K ~"'S ,\t}(jUSTb\ S y l./\ ··nX;NITIO I: X rK ,\ OKDlN loM·· li S

a afi rmar o a negar la responsabilidad del acusado, en la cogllitio extra ordil1em


la pena podía variar en relación a las circ unstancias subjetivas y objetivas del
delito, a la pa rticipación del reo en él, a su comportamiento anterior o posterior
al hecho criminal, a su condición personal o social (los que pertenecían a la elase
de los hOllesliores era n c.¡stigados con sanciones más leves que las infligidas a los
que pertenecía n a la clase de los "un/iliores; los libres con menor severidad que
los escla vos). Al jUl.gador se le reconocía una amplia discrecionalidad en la
determinación de la pena. y a un cuando estu viese enca rgado del conocimiento
de un crimen contemplado en el sistema del ordo no se e ncontraba vincu lado a
la rigurosa observa ncia de las penas lega lcs 't,J,. Natu ralmente, su benevolencia no
podía a lcanzar el punto de eximir de pena a l culpable. La gracia (indulgenfia.
Ilenia) era un a prerrogativa del príncipe y del Senado, y no estaba incluida entre
los podercs del juez ordinario. Pero, fu era de estos casos límite, el juez g07..aba de
la m:Í xi ma libertad en la determinación de la especie y de la medida de la pena,
y las mismas constituciones imperia les le in vitaban de manera explícila a " tener
en cuenta escrupulosa mente la condición de las personas y la gravedad del delito,
de modo que no se infligiera una pena ni más grave ni más leve que aquella
ex igida por caso concreto'>,,,,,. Del mismo modo los e mperadores, cua ndo era n
consultados respecto 11 la punibil idad de determinados hechos, se limi taban a dar
directrices fl exibles en vez de disposiciones de ca rácter vincula nte, y cuando se
pronu nciaba n por una pena determ in ada tenían cuidado de deja r al juzgador una
cierta libertad de estimación, en el evidente presupuesto de que ningú n hecho
criminal es exacta men te igual a Otro.

Respecto a la facutlad del juzgador. frente a las disposicione.-. imperiaks. de graduar :1su
arhilrio la pena segun la gravcdau J el hecho. se han cxpn.--sado opiniones contra puestas por
De Robcrtis y Levy en do!'! impon,ulIcs trahajos puhlicado~ a finalc.~ de los arIos lreinla.
Segun el primer aulor. lO!'! magistrados y los funcionarios encargados de la función rcprcsi\'a
hahrian e~tado \"inc llladu~ desde la época dc los Ant(1n i no~ a la más estrit:ta observancia dc
la!'! penas establecidas por las constitucio nes imperiales. rcsuttando absoluta mente in¡;oncebihk
que aquellos que ··recibía n sus atri bu cionc.~ del poder imperial. () que cslab.1n directamente
\ometidos a ésle, pudiesen prescindir de las di~r.:.ls it: 1!1I1 C-~ rclati vas no re~rclúnd o la s· · : a juicio
dd scgund() autor. por d contrario. las con~ ti l u(:l(lne~ de los príncipes cxccpciún hecha

" '. Cfr. I'lin. ,'p. .j . (¡. 17: Ulp. J de "pp.. D. 4 1;. t \l. U: 7 dI! off. pmc . D. 4)1. !J. 1 (6): /O di' off pmc . D.
411. t9.9. I t.
- Paul. j '¡ !'d. D. 4 7. 9, 4, l . t.... afirmaciÓll. repelida casi al pie de la Io!lra por Mudan. 2 dP publ ¡ud. D.
4~. 19. 11 pr .. rocogc vcrosímilnl<!nte el texh! de una n",xlilmio.

.:.l
lió DER ECHO PENAL ROMAKO

sólo de los mttnt!alll- habríu n dado a los juzgadores, al menos hasta ta epoca (k
Constantino, simples directrices que les dejaban una amplia dis.;r.: Óonalidad en la lInposidún
de la pena. Esta l¡lti ma tesis, que se apoya sobre testimonios numerosos y difícilmcntt:
contruvertibles. es admitida ho)' por la communis opil1io y es "cogida también en estas
páginas.

9.- La gran d iscrccio nalidad inhcrcllIc a las cognüiones lleva consigo. como
es natural, importa ntes consecuencias en el plano de las sanciones, donde las
penas. sustancia lmente leves. fijadas en el ordo. quedan sustituidas por un sistema
gradual de penas prcvalc ntcmcntc aflicti vas y de mucha mayor gravedad que
aquellas con las que conm inaban [as teges. La pe na de muerte, caida en desuso
pa ra los ci udadanos en el úl timo siglo de la república Iras [a difusión de [a
prút:tica del exilio co n [a consiguiente aqua el iglli imerdiclio. queda res¡ablccid;1
desde los inicios de la época imperial para nuevos supuestos cri minales o incl uso
para del itos ya contenidos en los supuestos previstos por las leyes constitu tivas de
las qU(lesfiol/(~s. cua ndo las penas legales parecían excesiva mente leves. La forma
normal de ejecución sigue siendo la decapitació n (capiriHlmputalio), a un cua ndo
el hac ha viene susti tuida por la espada ""'. El fenó meno se refl eja también en el
plano terminológico, donde junto a la expresió n poella capitalis (illdicillm capilis,
capüis aCCIlsare) que ahora no ind ica más que el ex ilio, alcanza una difusió n
cada vez mayor la expresión poena capiris (capite plecti. capile punin), en la cual
está implícita la referencia a la pena de muerte llevada a cabo mediante
separació n de la cabeza. Penas más crueles que la decapitació n, como la
oucirix ión (damllll/io in crllcem) ''''''. la ex posició n a las rieras en la arena
(daml/ario {Id b('stias) ' ~: '. o la hoguera ( I,¡"pi cremll/io) ""'. son impuestas en 105
crí menes de mayor gravedad o cometidos po r personas pertenecientes a las cl ases
sociales más humildes (esclavos. llIImiliores). Ha de observarse que no se trata de
difere ntes modos de ejecución de la pena de muerte, sino de penas en sí. que
tienen su propia indi vidua lidad y su propio ámbi to de aplicación , aunque
tendentes todas ell as a la supresión risica del culpable. J unto a estas sanciones.
caliricadas por su atrocidad SlImma supplicin '''''', las fuentes mencionan o tras qUl'

,... Ulp. 9deoff proc.• D. 48. 19.11. 1: 8tkoff proc.• CoIl. 11. 7.4.
... , Paul. seo!. S. 21.4: 5, 22, t ; 5, 23. l.
.. ;, Ulp. 7 di' off pro<.. D. 411. 13, 7 (6): Mod. 3 d,' ~'n... D. 48, 19. 31.
- , Ca ll. 6 cogn.. . D . 48. 19, 28. 1 t: Ulp. 7 de off proc.. 1). 411 . 13.7 (6): Acta Pol)·c. 13-1 4 .
..... Ca l!. 6 co;;n .. D. 411. I~. 2~ pr .: Paul. sen!. 5. 17.2 {3).
LAS REFORMA S ¡\UGUSTEAS y 1,\ "l'O(j:-:nlo EXTR ,\ ORDINfM" I Ji

aun no suponiendo inmediatamente la privación de la vida la ponen en peligro


directo y son por tanto asimiladas a las penas de muerte, Ta les son la condena
a trabajos forzados en las minas (daml/alio in metallumY 1O'. a servicios en la
ex plotación de las mi nas (il1 opus meralli) Ol1l, o a otros trabajos accesorios menos
graves y de menor pel igro (in minislerillm metaJlicorttm) 17!): la condena a la
ejecución forzo sa de obras públicas (damnatio /1/ opus pllblicum), que. si es
perpetua, lleva consigo la pérd ida de la ciudadanía 171 ,; la condena a exhibirse e n
el circo como glad iadores (damnario in ludum gladiarorum) 1'" o a luchar con la
fie ras (daml/alio ill ludum l'el1afOrium) " ~I; la condena a la deportación
((/epurtalio). es decir al destierro perpetuo, norma lmente e n una isla o en un oasis
del desierto. con pérdida de la c iudadanía y de los bienes: pena, esta última. que
viene a sustitu ir, desde la época de Trajano, a la nn tigua ¡merdicrio llqUfl el
iglli ';~'. La imposición de penas privativas de la vida o de la libertad (muerte.
summa supplicia, fII e/al/flm, opus meraili, y minislerium melallicorum perpetuos,
juegos) colocan al co ndenado en la condición de "siervo de la pena" (ser vlI.j·
pOl'nae): viéndose pri vado de toda ca pacidad jurídica, su matrimonio se disuelve,
sus bienes son con fiscados y se le despoja del derecho de recibir y de disponer por
testamento m,.
Junto a las sa nciones mencionadas. la cognitio conoce otras penas, menos
severas. que no comporta illa pérd ida in mcdiattl de la vida ni su PUest¿1 en peligro
directo. G ran importancia tiene la relegación (re!egalio), consisten te en el
confinamiento a ul1a isla o a una ciudad o región concreta, o bien en la
proh ibición de reside ncia en determinados lugares. A diferen cia de la
deportación, que es siempre perpetua, la reft'ga/io podía ser también temporal, y
además no hacía perder la ciudadanía ni los bienes mi. Figura n despui:s algunas

,,., Ul p. 9 tk off. Pro(.. 0 . 48, 19. 8. 4-6: Maa:r 1 tk publ ¡ud. n. 48, 19, 10. 1; Mod. f di/l. D. 48, 19. 22.
. , Call. I rogn.. D. SO. 13, S. 3: Call. 6 cogll.. 0.48, 19.28.6: Ulp. 9 d.' off. proc.. 0 . 48. 19. 11. 6; ¡\Ic;¡., C.
9.47. 9 (s.d.).
." Ulp. 9 dt> off. prot:.. 0 . 48. 19.8,11; ¡\lcl .. C. 9. 47. 9 (s.d.).
," I'ap. ló. resp.. D. 48. 19, J4 pr.; Ulp. 11 <k ofl proc.. ( ..11. 11, 7, 1; Marcian., I inst.. D. 48. 19. 17. 1: }'aol.
!\Cm. 5. 18. 1. Ant. [Pi usJ. C. 9, 47, I (s.d.).
,,, Ulp. 8 de ofl proc., Coll. 11,7, 4.
,'" Ulp. 1,1 de 0/1 proc.. D. 411. 19. 8. 11-1 2.
,~, lJlp. 48 ed.. D.411. 19.2, 1: Ulp. 9deo/1 proc.. 0.411. n. 6; Mard an ., D. 411. 22, 15; Henn. 3 ¡uro(.p .. D.
50. 17. 97.
"., (j a;. 17 ed. pro~.. D. 28, 1. 8, 4; Ca ll. ti cag/!.. D. 49. 14. 12; Ulp. 8 Stlb.. D. 29. 2, 25. J ; 10 Sub.. D. 211 ,
.1. 6. 6: 9 tk off. prtJC.. D. 48, 19. 8, K '1 11·12: Marcian. I ;'UI.. D. 48, 19. 17 pr.: I f ¡tUL. D. 34. 8. 3 pr.; Mace/
1 dt> u/I pral'X. O. 48, 19. 12; He/m. f ¡uro ep.. D. 48.. 19, 36.
,,,, Call .. D. 48. 22. 111: Ulp. ro de off proc., D. 48, 22. 7: Ulp .. D. 48. 22, 14: Marcian. I "'1:.. 0 . 48, 22, S.
r
'" OERECII O l'ENA l ROMAN O

sancio nes corporales, -que a menudo acompañan a la pena capital , como el


apaleamiento (flls/iufII ie/us) () como la flagelación (flageJlorum iClw): la primera
empleada pa ra los ¡'ollesliorc's. la segunda - considerada infama ntc- p<lra los
humil/iores y para los esclavos ,N'. Carácter accesorio tiene, normal mente. la
co nfiscación del patrimonio. que puede ser total o parcia l ,'0 1. Existen, finalm ente.
varias penas menores, de carácter pecunia rio (multu(') o de otra na lUralcza
(limitaciones a la consecución de los hOllores. prohibición del ejercicio de oficios
o profesiones, ctc ... ) 1 ~ 1i . La prisión no constituye, ni siquiera en época imper ial,
una pena propiamente dicha. "La cá rcel en efecto (escribe Ulpiano) está
destinada a c ustod iar a los ho mbres, no a castigarlos" 'O!': se trata, por tanto, de
una medida preventi va, que no puede ser utilizada co n fin es de represión.
I D.- En conexió n con el fenómeno de la creació n de nuevas sancio nes está
la tendencia, que se delinca en el curso del principado. a reprimir con formas
nuevas, amplia ndo su contenido, supuestos crimina les ya sa ncionados por las
'. leges iudiciorum JJUblicorum (o por los sucesivos senadoconsuhos de la primera
edad im perial). L1S intervencio nes imperiales introducto ras de las nuevas formas
de represió n modifica n profundamente la configu ración y la concepción misma
de los distintos crí menes, q ue con frecue ncia terminan por perder las
.'
características que tenía n en el texto norma ti vo originario.
Así. por ejemplo, el crimi'll maiesfalis, q ue era en sus oríge nes un del ito
cont ra el estado rOlllano y su seguridad. se transforma gradualmen tc cn un delito
co ntra el emperador, en el cual se ve en c ierto modo perso ni fi cada la majestad
del estado. En su ámbi to se incluyen nu merosos SUPU{,'stos extraños a la lex Julia.
como la ofensa a la persona y al nombre del príncipe '"" , el ultraje a las estatuas
e imágenes que lo representan ''''. las operac io nes mili tares realizadas sin su
permi so '~<', el uso de pr:i c ti ca~ mágicas para conoce r su futu ro ("" , el nega rse a

.. " UI[J. I op.. D . !. 1k, 6, 9: /O d,' f1!! prQC" D. 4k, 19. 9: D. 4);, 22, 7. 20·n.
,.., Ulp. 9 d.. off pro<.. D. 4);. 19. 6, 2: C~ IL 6 ro!:" .. D. 48, 19. 7: D. 411. 19. 28. 2 , ~: Ma~...,r 2 di' puh!. ¡mL
D . 4& 19, 10 pr.
.... Call. / de ¡u,., fIXi. D. 48. 20. 1 pr.: I'aul. St'Rt S. 22. 3: S. 30 b. 1: ,'Iex.. C. 7. 66, 3 la. 228~
"" Ulp. 9 d,' off pro,." D. 48, 19. 11. 'l.
"" PauL scnt. 5, 29, 1 i.f.
"" Ven. Sal. 2 de iud/lUlll, O. 48, 4. 6: Sea"". 4 " '/:.. D. 48. 4, 4, 1: Marcian. j " '/:,, D. 48. 4, ~ .
.,~ Marcian. 14 inst , D. 48. 4. 3: I'aul. sem. 5. 29, l .
•~ Supra m. 32.
lO " Ael. Polye. <J, 2: lO, 1: Ael. &illit. 3 y 5: Aet .o\polloll. 7 y 3 1: Al't I'erp. 6, 3.

"•. Paul. sent. 5, 29, l .


!iu!imu.:lo n OC oocumcntO!i autcnucos (SUOrepuo mstrumemurum) "~" , "UllltIU~U~
1.1\:-; REI'ORM I\S ,\ U( iUSTE¡\S y L \ ·TOlir.' ITI O EXT Rt\ OR Dlr.'1 ~ ..
'"
vcnera r a la divinidad imperial (supuesto, éste último. que constituyó el
fundament o ju rídico de las persecuciones de los cr i stianos ) r ~1' . La pena que se
impone normalmente, al menos en la época de los Severos, es la decapitación
pa ra los JWllesliores, y la hoguera o la exposición a las fi eras pa ra los
IlIlmilliores '~~ '.

Profunda s transformaciones exper imenta tam bién el crimen repelul1darum,


Llebido al cambio de las concretas condiciones soci¡¡]es y po líticas que habían
determinado su apa rición. Ya no se aplica sólo a los ex polios cometidos por los
gobernadores de provincias en pe rjuicio de las poblaciones sometidas, sino
t,nubién (según una tendencia iniciada ya en la legislación de Césa r) a los abusos
cometidos por cua lquier magistrado o funcionario in vestido de un ca rgo
plJhl ico '·" '. Algunos supuestos que originariam en te se incluían en su ámbito
4ucda n conve rtidos en figuras cri minales autónomas: por ejemplo, las ex torsiones
w n abuso de poderes in herentes al ca rgo, que, bajo el no mbre de concusión
(col/cussio) se someten ahora a persecución extraordinaria y se castiga n con
~a ll ci ones de particula r gra vedad 1..... '. En cuanto a los casos normales de exto rsión,
la pena pecuniaria prevista en la lex /ulia cede su lugar a nue vas sam.: iones de
caráctcr afli cti vo (en primer lugar 1;\ deportación), que podían ser graduadas por
el juez según la gravcdad del delito l~I •. mi entras 4ue la antigua pena patrimon ial
viene a sustanciar, según parece, una acción de repetición dirigida a resarcir a los
dañados del detrimento patrimonial ocasionado l";'.
El ambitus, cntendido en su trad icional acepci ón de corrupción electoral, se
tra nsfo rma, despu0s de que Tiberio transfiriese sustancia lmente a l Senado la
misión de elegir los c<mdidatos para las magistraturas, en un crimen perpclrable
sólo fuera de Roma . El jurista Mode~lin o, que escribe en tiempo de los últimos
Severos. a fi rma que en su tie mpo la lex Julia de ambilu " no enc uen tra ya
aplicación en la Urbe. puesto que la creación de los magistrados corresponde a
la decisión del príncipe, no a la preferencia cleI pucb lo" I"", y alude a un
sc nadoconsulto. de fecha desconocida, según el cua l la ley augustca fue cx tendida

~ Ven. Sal. 3 publ ¡ud D. 48. 11 ,6,2; Mace. I ¡ud publ D. 41\. tI. 3; D. 48, 11,7 pr o
•. Ulp. j "p.. D. 47. 13. 1; MacCf J publ iua.. D. 47.13.2.
,." M'H." r I iud f'uM .. D. 41\. l 1, 7. 3
.• " 1'",,1. senl. fr. leid. 7.
f'" Mod. 2 dr f'Ol'n.. D. 48. 14. 1 pro

....l
I

120 DERECHO PENAL ROMANO

a la pefitio de las magistraturas y de los sacerdotes en los municipia """ . La pena


es pecuniaria, y lleva aparejada la infamia r"~I.
Extensiones de gran importancia se encuentran también en materia de delitos
co munes.
A la esfera del homicidio son atraídos, a través de constit uciones im peria les
o de la obra interpretati va de la jurisprudencia, importantes supuestos de hecho
no contemplados en la {ex Camelia de sicariis, como la muerte intencionada de
un esclavo'''''', la exposición o supresión de los recién nacidos 1m" la circuncisión
de personas no pertenecientes a la religión judía "''', y sobre lodo (por cuanto
parece deducirse de dos célebres rescriptos de Adriano) el hom icidio
prctcrintencional" "1 y cu lposo' 1''''. No parece aceptable, en cambio, la tesis que
considera como extensión de este crimen el aborto provocado, que fue
verosímilmente repri mido como delito autónomo ex/m ordillem a partir de
Severo y Caracalla ""11. Como supuesto autónomo respecto al homicilio
permanece si n embargo el parricidio, que fue castigado con penas de especial
gravedad (para la muerte de los padres se restableció expresamente la antigua
poena cullet) 'Wc.l. La pena para los casos de homicidio ordinario es normalmente
la deportación para los halles/iores, y la crucifixión o la exposición a las fieras
para los humiliores '1n1 '.
También el crimen falsi experi menta notables ampliaciones respecto al
régi men de la lex Cornelia {eslamen/aria (y de los sucesivos senadoconsultos
sobre la materia ). En él se incluyen ahora la creación de escritos falsos, incluso
si no están sellados (sil/e cOllsigl/aliolle) ,Wl), el uso de documentos falsos ' lO \ la
sustración de docu mentos auténticos (subreptio ¡IIs/rumen/orum) "'"''' numerosos

'''' Mod. } de poe"-. D. 48. 14. l. 1


'''' Mod. } de f'OC"-. D. 4X. 14, 1, l .
,~ . Ulp. 7 de off proe.. Coll. lo 3. 2: Marcian. /4 ins~. D. 48. 8, lo 2.
lO " Palll. } .~en[. D. 25, 3.4 .

.... , Mod. 6 fesp. , D. 411. 11, 11 pro


..., Ulp. 7 de off "roc.. Coll. 1. 11, reproducido parcialmente tamb icn en D. 48. 8. 4. 1 Y ~n D. 48. 19. 5. 2.
"." Ul p. 8 de off. prrJ(.".. e oll. L 6.1-4: Man.-;an. 14 ;'lSl.. D. 41!. 8. l. J: Paul. sent 5. 23.14. 3-4 = Coll. L
7.1 -- 2. rcproducido parcialm clllc lambién ~n D. 48. 8.17. Cfr. Call. 6 cogn.. D. 48. 8.14,
' lO" Tr yph. 10 disp.. D. 41!, 19,39: cfr, Ulp. 33 ed. . D. 4R,1!. 8: Marcian. / ,rí:o, D. 47. 11. 4.
"",, Moo. 11 pand D, 48. 9. 9 pr.-!. Paul sem, S. 24.
"'" PauL >eI1L 5, 23; 1; cfr. Marcian. 14 ins~, D. 48, 8. 3. 5; Mod. 3 de f'lif'''-. D. 48, 8. 16.
""" PauL 3 re.rp.. D.48, 10, 16,2; Mar<: ian. 14. i,,-r[ , D. 48, !O. 1,4.
".., Call. J cogn.. D. 48, 10,3 1; l'auL sen!. 5, 25, 9 (10).
"... PauL 3 rf>Sp.. D. 48, 10, 16, 2; MarÓan. /4 i,,-,·I.. D. 48,10. 1. 4
,

L. ,\S REFORt.MS ,\ UüUSTb\S \' l A -COGNITIO EXTRA OK UlNFM " 121

supuestos de 1~'\lsedad judicial 111m, la asunción de un nombre fa1so<l"II, la


simulación de parto (par/lis supposifW) '''''I, algunos casos de ostentación de
crédito '"01. la divulgación por parte del depositario de documentos del
depositante " II'. La pena consiste, por lo general, en la deportació n para los
hvnes/iores, yen las minas o en la crucifixión para los Jwmiliores ll1 1,.
Más problemática resulta la reconstrucción de las ampliaciones sufridas por
el crimen vis, a ca usa de las profundas modificaciones introducidas por los
comisionados justinianeos. Casi con certcw se inclu yeron, por obra de la
j urisprudencia o de los emperadores, en el ámbito de la l'I"s pril'ola la violencia
utilizada para hacer c umplir por la fuer.la una obligación , 11 _'1 y el apoderamiento
arbitrario de los bienes del delldor (ll ~,. Muchas dudas subsisten por ct co ntrario
cn relación a otras figuras, como el rapto l "" , el estupro violcnto' ''"\ y el sec ucstro
de personas ' I I )'. La pena varía cn relación a la gravedad del hecho, y puede llegar
hasta la deportació n para los hOllesliores y al melallum para los hllmi/iores lll ~ l .
Extensiones mas modestas se dan en otros delitos, como el peculado (que es
castigado con la deporta/io, si fue cometido por ¡'onesf;ores. y con el metaflum,
si fu e cometido por los ¡'umiliores)III~ ' y el plagium (castigado con la relegación
vita licia y la ¡,;onfiscación de la mitad del patrimo nio para los ho;¡estiores. y la
damnatio ill melallum o la crucifix ió n para los humi/iore!J) 112<" .
En cualllO a los crímenes contra la admin istración de la justicia hay que
seña lar algunas in teresantes evolucioncs. La calumnia. es decir, la interposición
dolosa de una acusación infundada. ya cOlllcmplada por la lex Remmia del

, ,*, , PauL h. Jr po<'l!. omn. I"K.. ColI. 8, 2: I.s. ad se. Turpill. D. 48. 10.2 1 (;Ip"!): 1I1p. 8 de of! proc.. D. 4!!,
10.9.4: Marcian. 14 insl.. D. 48. lO, 1, 2 ¡J. (i Lp?): Mod. 8 reg.. D. 48,10.27 pr.-I: PauL senL. 5. 25. 2 -"" ColI.
8. S.
•-. Pap. 15 "'sp., 0 . 48. 10. IJ pr.: Paul. sen\. S. 25. 11.
....., Paul. S 5tI1l.• D. 48, 10, 19, 1; Macer ] de puM ¡ud. O. 48. 2. 11, 1; Mod. / 1 {HJnd. 0 . 48, 10,30, 1;
AnLon;n., C. 9. 22. 1 la. 2 121: DiocL Mu , C. 9. 22.10 la. 285~
"," PauL se n!. S, 25, 13; pero 1'. 1I1p. 77 cd.. D. 47. lO. 15. 3D.
" ". Marcian. /4 il!.lL. O. 48. 10, 1. 6: Paul. sen\. S, 25. 8 Y 10 (9) = D. 48. 19,38.8 Y 9.
"". Paul. sen l. S. 25. 1: cfr. Marcian. 14 il!5/.• O. 48. 10, 1. 13.
,," Marcian. 14 i/l.)'I., D. 48. 6. S pr .
•. n Pa.ul. senl. S, 26. 4: Mod. 1 de pot'n.. D. 48. 7. 8.
"l'. Marcian. 14 inst.. D. 48. 6. S, 2: Diocl. Max .. C. 9, 12,3 1:1· 293).
." .. Marcian. 14 In". D. 48. 6. 3. 4.
"'. DiocL Max .. C. 9, 12. 3 [~. 293 J.
'11 " PauL senl. 5. 26. I Y 3.

Ulp. I de udull" 0 . 48. 13.3; 7 de off prrx'" 0 . 48. 13.7 (6) .


.,,., PauL se n!. S. 30 b = Con. 14.2.
122 DERECIIO rENA l. IW MANQ

tiempo de Sila , se ex tiende por el senaruscoIIsullum Turpillianum del 6 1 a.e. al


su puesto de in stigar a [a acusación y por sucesivas constituciones imperiales hasta
la de/afio, que se asimi la de este modo a la acusación pública ,' ! I ), La pena
impuesta al calumn iador es la misma que la establecida para el delito por el cual
fu e hecha la delación temeraria 0I!",. A un régimen a nálogo queda sometida la
prael'aricatio (ya prevista por la !ex lulia illdiciorum /Jllblicurum), es deci r, la
co nfabulación ent re el acusador y el acusado dirigida a excluir a otro acusador.
no dispuesto a compro misos con el reo. y a obte ner así la absolución de este
último ll!.l'; mientras una simple pena pecuniaria castiga la rergiversalio, o
abandono doloso de la acusación, que constituyó el objeto específico del
recordado senadoconsulto Turpilliano 11':" .
Junto a la persecución en forma nueva de supuestos reconducibles a una lex
publica, de [os que hemos tratado hasta ahora, se asistc, en el curso del
principado, a la creació n de nuevos crímenes extraordina rios, extraños por
completo a las previsiones normativas de las leyes republicanas. Particularmo.! ntc
interesante es la tendencia a atraer a la esfefll de la represión pública (t'x/ra
ordinem) algunas figura s delictivas originariame nte sancionadas con una acció n
penal privada. Así, por ejemplo, son ahora castigados con sanciones extraordinarias
los ladrones de ganado (obigei, obae/ore",), los ladrones q ue operan en los baños
públicos (jures balneari), los carteristas (saccularii), los ladrones quc se
introducen en las casas (dereclarii) los lad rones que rompen las cerraduras
(effraclores), los encubridores (recepta/ore..,), los saqueadores (expifalOres). los
ladrones nocturnos (jures "oclllmi)"~". A w les supuestos se puede lambicn
aprox ima r la eJ.pilaJa heredilas, es dec ir, la a propiación furti va de cosas
pertenecientcs a la herencia yacente , Ilb). Entre las otras figura s de crí menes ya
objeto de acción penal privada se deben recordar, sobre todo, algunos casos de
iniuria (d ifusión de libelos difamatorios, uhmjc al pudo r de la mujer o de los
jóvenes, injuria a miembros de las clases privilegiadas o magistrados.

",,, Marcian. l s. m1 sc. TurpilL. 0 . 411, 16. 1, 13; P-"ul. I senL. O. 48. 16.3.
",,, Marcian. !S.. ud K . TurpilL, D. 48. 16, l. 2: cfr. Ps. Quin(; I. dtrl /Mior. 11 . 210. 23.
",. Tac. ann. 14. 4 1: Ulp. J d,>adult.. D. 50. 16.2 12; Macer J puM judo 1). 47. 15. J. 1: Pa ul. l s. de ¡ud puM .
0 . 47. 15,6.
"" Marcian. ls.. ud K . Turpill, D. 48. 16. 1. 7: Macer J puM ¡ud , D. 47. 15. J, J .
,,', Abigei· D. 47, 14. FUf/'S bul",'Un· y R(J("llIrn i: D. 47. 17. Ejjraclorts. ,>XrjlalOr<'.~ 5/lCculan·,; dN I'CUlri;: 1). 47.
18. Rl'CtplalOm· O. 47,16.
"lo, D. 47. 19; C. 9. 32.
LMi JU]:ORM ,\S ,\UG UST(\i\S y LA "COC,NITIO EXTRA OHDINI'.M" 12.1

vilipcndio) "!¡' y la violación de sepulcro (cril1WIl sepulcri violati) oIZt1I, prcl.'Cdcn-


tcmcntc reprimida como del ito pretorio. Figuras que no pueden ser reconducidas
a una originaria matriz pri vatística son, en cambio. el slel/ionaflls (crimen de
contornos difuminados e imprec isos, que comprend ía distintos supuestos de
actividad fraudul enta no encasillables en un específico de delito) "!''', la evasión
de la cá rcel rompiendo la puerta (effraelio carceris) " ~" y la re moción de linderos
(crimel/ rermini lIIori) " \1 ,,

BIRU OGRAFIA

n ,. l t!x lulia iudióorul11 publicorum: P. F. G II{,\ HJ). 1.(')" {¡'¡;es lu liae iudidorum pub/icorlllll
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2, cit. ).
n. 2. Lcgi~la ción augusla. En ge neral: V. i\RAN(jIO·IUJlZ, La h'xi,\1aziOllt' (cfr. n. 1); H.
1I10 l\DI. u/ {f'gis/uúOllt' di Augl/.\'fO (cfr. n, 1); 11).. Lex/'s pU¡JlIIi romall; (cfr. n. 1); W , KUNKU...
QlI/I('.I"lio (cfr. 111 n . 1): G. P lla . I1·.s I,~ U//('(· g('l/erllli dc'ff'f' I'Oluz/o//I' lid dir itlo pellale puhIJlico
dum/l/f' il pril1n/Jlllo, ANR IV. 2. 14, Ikrlin-Ncw York 1982 (,\'crilli, 2, cit.).
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IV 11 . .'i).
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124 OEHEClIO PENAL RO M ANO

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126 DERECHO PENAL ROMANO

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128 DERECHO PENAL ROMANO

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- Vis: supra. V n. S: además: H. NIEDERMEYFR, Crimí'l/ plogii ulld crimel/ violetlliac (cfr. V
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GON IA. Ralla (cfr. n. 2): L. D ESAN'TI. Osser~aziOl1i su/mulrimonio riparalOre l/elle fOI1/Í retoriche
e l/elle fonli giuf/diche, Aui 111 .\e minario Romanislico Gardesano. Milano 1988.
- Peculado: supra. n. 2.
- Plagium: supra. V n. 1
- Calumnia, praevaricatio, lergivcrsatio: supra, V n. 6: además: M. L,\URI ,\ . Calum nia, Studi
u: Ratli, Milano 1933 (Sfudii, cit.); G. PURPUKA. JI ¡x/piro BGU. 6/1 e la genesi del Se.
Turpillian Q. Al/nPa/. 36, 1976: T. SI'AGNUOI.O V IGORITA. Sl'Cta lemporum mcorum (cfr. n. 8): J.
G. C AM INAS. Delator (cfr. n. 8): T. SPAGNUOLO V IGONITA, Exsecranda pcmideJ' (cfr. n. 8); L.
FAN IZlA. De/atori e occuSlllori (cfr. n. R).
- Hurto de ganado: U. 8 RASIEI.I.O. Abigeato (dirillo romano), NNDl, 1.1 .. 1957.
- Hurto: M. B,\LZ ,\RINI, In lellla di repressione ex/m ordinl'm del furia /U.'l dirillo dassico,
BIDR. 72, 1969.
- Expilatio hereditatis: S. SOI.AZZI. Sul crimen expilatae hereditalis, RIL. 69. 1936 (Seritlf di
dirilto romano, 3. Na poli 1960); F. G NOl!, llereditOlem t'xpilare (1), Milano 1984.
- Iniuria: M. BALZAN INI, La represión de la injurio en D. 47, JO. 45 y en algu nos rescriptos
de Diodecial1o. Contribución al estudio del derecho penal romal/o de la edad imperial. R UCM, 59,
1978: 1]).. De iniuria eXlra ominen! J1alui. COlI/ribUIO allo sludio del diri/lo 1H.' tUlle romano deIretii
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- Violario scpulcri: 1. PFAFF, Sepulcri I'¡'alariv. P WRE. 2A.2, 1923: F. DE VI SSCHElC L.l' droit
del' tombeau:c romains. Milano 1963.
- Slcltionatus: l. PFM'F. SlelliQnaluS, PWRA , 3A.2, 1927; E. VO l.TERRA. SldlionalUS. SISas~:
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- Termini mOlio: R. T ,\UBENSCIlLAG. Terminus mOl/l.\; PWRE 5A . I . 1934: G . MACCORM ACK.
T('rmil/us IIIQtUS {cfr. I n. 2l-

.J
(
CAPITULO VII

LA REPRESION CRIMINAL
EN EL BAJO IMPERIO '

SU MARIO: 1. Gcnerali;¡llción de la cogl1i1io extra ordinem.- 2. Carac-


terísticas del proceso criminal postclásico.- 3. Los crímenes y las penas.

• Traducci6n : C. v . (nn. 1·2) y J. P. (n. 3).


,--
LA Itl:I'IU!SION CRIMINAL EN El. II,\JO IMI'ERIO 133

l.-La cognitio extra ordinem, que tras el agotamiento de las quaestiones


había ido extendiendo el ámbito de su aplicación a 10 largo del principado, se
afirma en época post-clásica como la única forma de procedimiento.
En los comienzos del siglo IV todo el territorio del imperio aparece
subdividido en provincias, regidas por gobernadores de distinto título y grado
(procollsules, cOI/sIllares. praesides. correctores); las provincias se reagrupan a su
vez en diócesis, regidas normalmente por un vicario; las diócesis en prefecturas
(Oriente, Iliria, Italia, Galias), con un prefecto del pretorio al frente de las
mismas. Provincias, diócesis y prefecturas constituyen así los tres escalones de la
administración y coinciden con los tres grados establecidos ahora para el
ejercicio de la jurisdicción.
Los gobernadores provinciales son los jueces ordinarios de primera instancia,
con algunas limitaciones sólo para la aplicación de ciertas penas: no pueden, por
ejemplo, infligir la pena de muerte ni confiscar totalmente el patrimonio sin el
consentimiento del emperador 111. Para los delitos de menor gravedad la
jurisdicción es ejercida por los magistrados municipales w y, a partir del siglo IV.
por el defensor cil'itatis m. La apelación de sus decisiones se dirige al gobernador
de la provincia (~I.
Contra la sentencia del gobernador cabe apelación ante el prefecto del
pretorio O el vicario de la diócesis I~', según estuviera más próxima la sede de la
prefectura o del vicariado·b ). La apelación contra la sentencia dictada por los
procol/sules debe ser, en cambio, dirigida al emperador, pues estos funcionarios
no están sometidos ni al prefecto ni al vicario·". Los mismos procónsulesjuzgan

... TIIcod. VaIcm., CTh. 9. 41. 1 ~. C. 9. 48. I [a. 42$).


•" Arcad. HOllor., CTh. 2. 1, 8. 2 (a. 395].
," No .... 15.6, 1 [a. 5351: err. C. 1.55. $ (itp.).
,,. Nov. 15.5 (a. 535).
=
C'onst.aotio., C'Th. 11. JO. 16 C. 7, 62, 19 [a. 331); ValcnL Va[cns. CTh. 11. 30. 33 [a. 364); Arcad.
Honor .. CIño 11,30,57 e 1.4.6; 7. 62, 29 [a. 398).
Sov. Marc. 1. 21,L. 450).
'l'onst.antin.,CTII. II.JO. 16 '- C. 7.62. 19 (a. 3311.

~
134 DERECIIO PENAL RO~IANO

además, por delegación imperial , de las apelaciones contra las sentencias de


gobernadores de Olras provincias ' ~'.
Sólo de forma excepcional vica rios y prefectos pueden ser llamados a juzgar
en primera instancia: ello sucede principalmente en el caso de denegación de
justicia por parte del gobernador y de fundadas sospechas acerca de la
imparcialidad del mismo (9"
Contra la sentencia de los vicarios cabe interponer apelación ante el
emperador ""'. La sentencia de los prefectos resulta por el contrario inapelable,
puesto que ellos sólo, en rigor, juzgan vice sacra ill l . Sin embargo, desde la
segunda mitad del siglo IV se perm itió, aunque con alg una restricción, solicitar al
emperador una revisión del caso an te la misma instancia (suppticatio) ll!i
Aunque Italia había ingresado ya en las circunscripciones administrativas
generales (constituyendo la denominada diócesis Italiciana, gobernada por dos
vicarios: el l'icarius ¡tatiae con competencia en el norte peninsular y el I'icarius
urbis Romae para el resto de la península y las islas), la capital conserva una
posición de pri vilegio. En ella y sobre el territorio circundante hasta cien millas
tiene jurisdicción el praejeCfus urb/: de nombramiento Imperial y perteneciente
a la clase de los iIlustres l lll • De él dependen jerárquicam ~nte el praefeclus vigi/um
(al que se atribuye la cognición de las ca usas de menor importancia relacionadas
con su cargo) 'Hl y el praejectus allllOnae (competente para los delitos
relacionados con el abastecimiento de víveres o en los que estu viesen implicados
miemb ros de las co rporaciones al se rvicio de dicho abastecimiento) 1111 .
A pesar de la existencia del I'icarius urbis R omae, residente en la capital e
investido de una jurisdicción parcialmente conc urrente HO\ el prefecto urbano
tiene de hecho en sus manos toda la administración de juslicia. Él es juez de
primera instancia para los delitos mayores cometidos en su distrito (delitos de

1' ) CIL VI n. 1682, 1690, ! 739.

'" Constantin .. CTh. L 16. 1 [a. 315J; Consta n!., eTh. l. 5. 4 la. 342J: Gral. Valenl. Thcod , CT h. 2,1.
6 [a. 385].
..", Co nstantin" eTh. 11 , 30. 16 = C. 7,62, 19 [a. 331 J: lulian., CTh. 11, 30, 29 [a. 362); Arcad. Honor..
CTh. 11,30.61 [a. 400J.
"" Co nstantin. , CTh. 11,30, 16 = C. 7, 62, 19 [a. 33 11-
"" Valen!. Vatens, C. 1, 19, 5 [a. 365]: Nov. Thcod. 13 = C. 7, 42, 1 la, 4391: IU5t.. C. 7. 615 [a, 529)
,,,, Not. Dign. Occ. 4.
" .. Valen!. Theod. Arcad .. C. 1, 43, 1 [a. 385-389J; Cassiod.. var. 7. 7.
,", Honor. Theod., CTh. 13. 5,38 [a. 414]; Hono r. Th ood .. CTh. 14,4,9 [a. 4 17): Cassiod. ,''u. 6. 18.
"" Cassiod. var. 6 , 15; Valen!. Valcns Gratian .. CTh. 11, 30. 36 [a. 3741; Arnrn. 28, 1, 22; 32: 43-47.
LA ItEPRESION CRIMINAL EN 1'.1. B¡\J O IMPERIO 135

sangre, lesa majestad, fa lsificación incluida la de dinero, peculado, etc ...) m,; tiene
una jurisdicción especial sobre los miembros de las corporaciones urbanas 11M) y
sobre las personas de rango sa nato rial , que juzga con la asistencia de cinco
senadores designados por sorteo (quinquevirale iudicium) 1) 9 1; es, finalm ente, juez
de apelación de las sentencias de los jueces menores subordinados a él
(praefectus vigilum y praefectus annonae) '~' y de las de los gobernadores de
algunas provincias de Italia y, durante un cierto tiempo, de ultramar ,lI,. Sus
sentencias pueden apelarse ante el e mpcrador {~! '.
La misma organ ización judicial de Roma se implanta también cn
Constantinopla (nova Roma), que tiene por tanto un praefeclus urbi
Conslanlinopolitanae cuyas atribuciones sólo difieren de las del prefecto de
Roma en cuanto incluyen directamente también las causas en materia de
abastecimiento {l.'l.
2.- La generalización de la extraordinaria coglllllO y la relevancia que
asume en ella la actividad de los funcionarios encargados de la indagación y de
la persecución de los distintos crímenes llevan a la imposición definitiva del
procedimiento inquisiti vo sobre el acusatorio. Ya en los primeros siglos
imperiales, como vimos. las numerosas disposiciones relativas a los acusadores
privilegiados, la adm isión de las mujeres y de los im púberes, los riesgos para los
acusadores, las limitaciones al ejercicio de la acusació n y los casos de acusación
obligatoria habían abierto grandes brechas en el principio de la accusalio publica.
Esa tendencia se acentúa a lo largo de la época postcJásica. En las constituciones
imperiales de los siglos IV Y V la acusación se encuentra mencionada sólo de
forma esporádica. Por lo general, los delitos son persegu idos de oficio, y en los
pocos casos en los que aún se habla de accusolio generalmente .se alude a la
acusación privada correspondiente a la parte lesionada ':'1: la acusación públ ica

,,~ Arom. 28. 1, 8; Coost.antin ~ CTh. 9, 19, 2"" C. 9, 22, 22 [a. 320); CTh. 9, 5, 1 :o C. 9. 8, 3 [a. 32Q.
323); CTh. 9, 2 1, 2 = C. 7, 13, 2; 9, 24. I [a. 32 1}
"JI Arcad. Honor. Theod., CTh. 16.4,5, I 101. 404]; Valenl Thood. Arcad .. CTh. 1, 6, 11 [a. 423).

".. Va.Jens Gratian. Valen!. CTh. 9, l, 13 (01.376); Honor. 1bcx:d., Clli. 2, 1. 12 [a. 42J). -
,lO! Constantin .. CTh. 11 ,30, 18 [a. 329]; CTh. 11,30, 13 [a. 3m}.
"" Arg. ex Con,tanl. Constans, CTh. 11,30, 27101.357]; vid. además Symm. ,eL 38 e 40; No .... Valent.
13,2.
,,,, Constan\. Constans, CTh. 11 ,30, 23 [a. 345); lul., CTh., 1 1,30,30 = C . 7, 67,2 [a. 362); Gra\. Valen\.
Thood .• CTh. 11 , JO, 44 [a. 384J.
,,~ Lyd. de mago 3, 38.
"" Cfr. Constant., CTh. 9, 17, 4 = C. 9, 19. 4 [a. 356); Valen\. Valens Gratian .. CTh. 9. 24, 3 [a. 3741;
CTh. 9. 20. 1 = C. 9. 31, I [3. 378)
DERE<.:IIO I'I!NAL ROM ANO

sólo se recuerda en relación 11 los antiguos crímenes con rigurados por las leges
iudiciorum IJ/lbJicorum y en a lgún otro caso en el que el mismo legislador scnal a
su ear¿íetcr excepcional ':<'.
La il/quisi/io se encuentra ahora en la base de la represión de los crímenes.
Una co nstitución de Consta ntino relati va a l crifll cn fa/si. aunque in spirada sin
duda en principios de carácter ge neral, establece que el delito debe ser perseguid o
" Ianto si ex iste un acusador, como si el reo debe ser llevado ti juicio por la
a uto ridad pú b l ica" '~b': lo que eq ui vale a decir q ue la acusación no es necesaria y
que el runcio nario (,!stá autorizado siempre a proceder de oficio. El mismo
emperador, en otra constituc ió n, establece que el abandono injustiricado de la
acusación 11 0 sirve para suspender el procedimiento e impedir el castigo del
culpable i :; ': la persecució n de los crímenes se considera por tanto como una
runció n eSlata l, en la que el acusador no hace sino dar el impulso inicial , sin que
su desistimiento pueda innuir sobre el desarrollo del juicio y sobre el
pronunciamiento de la sentenc ia.
La decadencia del procedimiento acusatorio y la generalización del
procedimiento inquisiti vo se encuentra acompañada por el decli nar de aquel
debate <lmplio y li bre ent re acusador y acusado característico de los iudidll del
ordo, con la inev itable y progresiva reducción de la derensa del acusado. El
principio de la publicidad de los procesos surre notables restricciones, y las
cognitiones tienen lugar a Illen udo en los secretaria de los runc i o nari os '~" .
La nueva situació n política con lleva, además, una eslrecha dependencia entre
el juzgado r y 1<1 autoridad que ha creado la norma , y esto limita de manera muy
notable la discreciona lidad del mismo a la hora de determina r la sa nció n
correspondiente. A unque toda vía existen a lgunos delitos mcnores respecto a los
cua les el juez tiene libertad de fijar la pena seglln su critcrio de valoración
personal , todos los críme nes importantes estún so met idos a hora a las penas
establecidas por las consti lUcio nes imperiales. El juez debe limita rse a co mprobar
si el supuesto delicti vo se ha verificado o no: la pcna procede d irectamen te de la

.,,, Cfr. Cons tantin"CTh , 11 ,36.1 la. 3 14 (3IS?) I; CTh. 9. 19. 2 =o C 9. 22. 22[3. 320t Va\cns Gratia n.
Valen\.. CTh. 9, 6, 2 [a. 376J.
,,.. Constantin .. CTh. 9, 3, 1 =o C . 9, 4, 1 [a. 3201-
." COflSa ntin .. CTh. 9. 37. 1 =o C. 9, 42. 2, la. 3 t 9].
,,,, Consta ntin .. e Th. l. 16. 6 =o C. 1. 40. 3 la. 33 1].

I
LA lü .I'IUóSIO N CR IMINAL t,,~ l',," BAJO 1.\1 1'1-1(10 1.17

ley y ljueda impedida cualquier posi bi lidad de graduar d lscrec ionalmen tc su


alca IH;c' !'I '.
3.- Las liguras criminalcs tradicionales rcr manecen ta mbié n en esta época
sustancia lmete estables en los términos fijado ... por la legislación precedente, si
bien los emperadores ensanchan sus lími tes incluyendo en ellas nuevos supuestos
a veces ajenos ;1 1 espírit u y a la finalidad de las d isposiciones antiguas. La nu eva
legislación es fragmentar ia y no carente de osci laL:io nes. t\ menudo los
emp\!radores legislan co n base en criterios de oportunidad mo mcn tánea. sin
oc uparse de coordinar los nuevos supuestos cnmi naks con los precedentes y
trata ndo tan solo de castigar con sanciones adecuadas los actos que entie nden
merecedo res de represión. Esto conviene en mu y ardua la larca dc presenta r una
sí ntesis de las líneas maestras de l derecho penal de este período. y sólo con
d ificultades y cautelas res ulta posible deli nc¡tr un cuadro general.
En relación al crimen maiestar;.\" las constituciones imperiales muestran la
tendencia a extender la tutela an tes reservada a la persona del prí ncipe a o tros
di stintos aspectos del aparato estatal. Asi. quedan ahora ¡maídos al ámbito y a las
sanCl()1lCS de la lesa majestad la celebración de sacrificios y ceremo nias
paganas I~ " . el uso de c:írccles privadas 1-' 1,. la fabncac io n de mo neda faba ' ' ~ '.
turbar el o rden público tras disputas teo!ógica ~ ' n,. O la conspiración en daño de
altus oficiales dd estado ' '''o Los acusados dc lIIaiestas pueden se r sometidos a
tortura sin disti nción de clases ·J' l y los escla vos están autorizados para acus;.tr a
sus :tIllOS';"'. Las penas son las mismas que en la época precedente: pero en casos
de especial gravedad (consplTació n co ntra ¡IIusrres) la condena se hace recaer
también sobre los hijo ... y sobre los desce ndientes del reo. los cuales son
declarados incapaces de ~uceder no sólo respecto al padre o al ascend iente. sino
rcsper..:to a la madre y a cualqui er otra persona. y quedan excl uidos a perpetuidad
de los hOl/ores y de la milicia " " .

".. Cfr. Conswnl.. C llI. 1. 2. 7 C. 9, t 2,!t 3 la. 390 ).


, o" ·lb~'Od. Arcad, Honor., eTII. 16. 10. 12 [a. 392].

," Valenl. Tllcod. Arcad_. Clb, 9. I l. t [a. 388~ cfr. Zeno C. 9. 5. t [a. 4861-
Valen!. Thcod. Arcad .. eTh. 9. 21. 9 [a. 389]
" " V,den l. TII<-'Od. Arcad., C'Th, 16. 1.4; cfr, 16,4.1 [a. 3M].
, ~, Mead. !lo nm .. CTh. 9. t4, 3 = C. 9. 8, 51a_ 397).
V~Jenl. Vakns Gratian .. e n . 9. 35. 1 C. 9. 8. 4 [a .l69]: CTh. '01. 35. 2 = C. 9. 41 , Jó la 376J;
dr. I'au l. scnL 5. 29, 2.
• Valcns Gra!ian. Valen!.. CTII. 9. 6. 2 [a. 3761; pero vio.!. ya Se~ . I\ntnnin" C. 9. 41 . ! [a. 1%1,
"lUId. Honor., e TII. 9, 14,3 pro = C. '). 8. 5. 1 [a. 3971_
138 DERECIIO PENAL ROMANO

Se amplía también el ámbito del crime1l repelulldarum. En el marco de una


tendencia ya manifestada durante la época precedente, las constituciones
postchísicas reconducen al campo de las repeumdae toda una serie de abusos
perpetrados por los funcionarios de la burocracia imperial, haciéndose a veces
muy tenue la línea divisionaria cntre este c,imell y el crimen cOllcussionisos,.
Entre los supuestos más relevantes podemos recordar las malversaciones de los
duces y de los integrantes de su séquito respecto a los provinciales o9 '. la
percepción de impuestos superiores a Jos establecidos'.w" las extorsiones
cometidas por los comites domesticorum en perjuicio de quienes a ellos están
sometidosC4II,la administración dolosa de la justicia I';!I: supuesto, este último, de
especial gravedad, para el cual la acusación (por lo común permitida sólo una
vez que el funcionario ha concluido la administración) puede promoverse
excepcionalmente también durante el tiempo que dura la función HII. Las
sanciones son muy severas y alcanzan hasta la pena capital 1-1-11; el resarcimiento
del daño queda establecido por lo general en el cuádruplo(~S).
Nuevas y variadas figuras criminales quedan instituidas en el intento de
frenar el desorden administrativo y la corrupción de los funcionarios públicos: las
constituciones imperiales establecen también en este campo la pena de muerte
con facilidad y largueza, llegando incluso en algunos casos a castigar la infracción
no dolosa 14M.
Penas severísimas se establecen para sancionar el peculado. Honorio y
Teodosio 11 castigan con la pena de muerte a los funcionarios que en el
desempeño de su actividad hayan sustraído dinero público, al igual que a sus
cómplices y a cuantos hayan recibido en depósito la cosa hurtada tU,. A la misma

"" Crr. CIñ. 8, 10•


=
•,., Gratian. Valen!. Theod .• CTh. 8, 27, 3 C. 9, 27, 1 [a. 382].
,.., Consta.nt., CTh. 11, 16, 8 [a. 357J; Valenl Valell$, CIñ. 11, 16, 11 (a. 365J, unHicadas en C. 10,48,
8; Aread. Honor., CTh. 11, 8, 1 [a. 397] e 2 [a..4oo], unificadas en e 10, 20, 1; Honor. Theod., CTh. 11,
7,20 [a. 412J.
=
'''' Valent. Thcod. Arcad., en.. 9, 27,7 C. 9. 27, S [a. 39G}.
=
,,/) Gratiao. Valen!. Theod., CTh. 9, 27, 4 C. 9, 27, 2 [a. 382]; CTh. 9, 27, S = C. 9, 27. 3 (:l. 383];
CTh. 9, 27. 6 = C. 9, 27, 4 [a. 386].
=
'u, Cfr. Gratian. Valenl Thcod., CIñ. 9, 27, 6 C. 9, 27, 4 [a. 386J.
"., Arcad. Honor., CTh. 11, 8, 1 = C. 10, 20, 1 la. 397}; Honor. Thcod., CTh. 11, 7, 20 [a. 412].
"" Cfr. n!. 40; vid. además Gratian. Valenl Thood., CIñ. 9, 27, 3 = C. 9, 27, l [a. 382]; Arcad. Honor.,
C. 1, SI, 3 [a. 399].
,.., Crr. Con-;tantin., CIñ. 2, 30.1 = C. 8. 16, 7 [:l. 315]; CTh. 13, S. S, [a. 3261; CTh. 1, 16,7 [a. 331];
Valenl Valens., CTh. 14, 17,6 [a. 370]; Grntian. Valenl Theod., CTh. 6, 10, I = C. 12, 7, 1 (:l. 380].
•m Thcod. [Arcad.] Honor., C. 9, 28, 1 [a. 415] discut.iblemente identificada con CTh. 9, 28, 1.
LA lUlI'Rf:.SION CRIMINAL EN EL BAJO IMI'ERIO 139

pena quedan sometidos los oficiales del fisco que, bajo apariencia de crédito
público, hayan prestado dinero del patrimonio impcrial·4~1. Por cuanto afecta al
sacrilegio, que en origcn era una forma especial de peculado, pasa a ser
concebido como un delito contra la religión 1491, en el que se incluyen no sólo las
ofensas causadas a los sacerdotes y a los lugares de culto I~', sino también la
inobservancia de las disposiciones legislativas y administrativas del príncipe ISlt en
cuanto proviencn de una autoridad provista de investidura divina (divina
praecep/a). En el mismo orden de ideas Constancia 11 configurará como
sacrilegio la destrucción, mediante fusión, de monedas de la ceca imperiall~l).
El crimen ambitlls, cuya estructura originaria de corrupción electoral habia
decaído hacía tiempo con la desaparición de los comicios, viene ahora a
identificarse esencialmente con el COlllraclus suffragü: es decir, con el acucrdo
secreto en un precio f!Jo con un dignatario dc la corte para obtener un cargo
palaciego o un hOllar cuya concesión qucda reservada al príncipc· m. También
son castigados con el mismo título los culpables de iteracción en un cargo
público en contra de las prohibiciones imperiales O quienes hayan obtenido por
segunda vez el cargo con sllpplica/iolles abusivas 1SoIl. La pena, en ambos casos,
consiste en la deportación.
Particularmente enérgica resulta la represión de la I'Ó: Constantino abole
toda distinción entre vis publica y vis priva/a y establece para cualquier tipo de
violencia la pena de muerte, declarando inapelable en esos casos la sentencia U}I.
En época sucesiva, Valentiniano 11, Teodosio y Arcadio limitarán dicha pena a
los esclavos, y la sustituirán por la de trabajos forzados en las minas si el delito
fue cometido bajo instigación o por orden del domilllls '56I •
Entre los delitos COntra la fe pública asume especial gravedad e importancia
elfraus mOlle/ae. Mientras Constantino permanece todavía substancialmente fiel

,U} =
Gratian. ValcnL Theod., CIñ. 10,24,2 C. 10,6,2 [a. 381).
.. " Gratian. Valent. Theod.. CIñ. 16,2, 2S = C. 9, 29, 1 [a. 380).
=
,... Arcad. Honor., CIñ. 16,2, 31 C. 1,3, 10 [D.. 398].
"" GratiD.n. VD.lenL Theod., CIñ. 6, S, 2 = C. 12, 8, 1 [a. 384]; ValenL Theod. Arcad., CIñ. 1,6,9 =
C. 9, 29, 2 [a. 3851.
d:, ConslanL, CIñ. 9, 23, 1 [a. 3521.
<'Jo Arcad. Honor., CTh. 9, 26, 1 [a. 397]; cfr. también ConstanL Constants, CIñ. 8, 1, 1 [a. 343]; Honor.
Theod., C. 4, 2, 16 [a. 408].
• \00 Arcad. Honor., CIñ. 9, 26, 2 [a. 400] e 3 [a. 403], unificadas en C. 9, 26, 1.

=
'''0 Constantin., CTh. 9, lO, I C. 9, 12, 6 [a. 3171].
.... ValenL Theod. Arcad., CTh. 9, 10,4 = C.9, 12, 8 [a. 390].
1<0 DERECllü PENAL ROMANO

a los precedentes clásicos" ]', Constancia 11 se ve forzado, al agravarse el


fenómeno, a aClUar con extremada dureza "R., estableciendo que los falsificadores
deben ser "castigados capiLe. entregados a las llamas o sometidos a otra pena
mortífera" I" ". Algunos decenios depués Teodosio I configurará la fabricación de
moneda falsa como un tipo especial de crimen maieslalis,wl. El agravamiento de
la sanción viene acompañado por una extensión de los términos del delito. Así.
se inclu yen también ahora en el concepto de falsum: la alteraclón de la moneda
corriente mediante limado, lavados químicos, dorado o plateador~ li, el reChai'ÁIT
monedas estampadas con el rostro del emperador (";I, la fusión de moneda
acuñada con el fin' de sacar provecho del valor intrínscco del metal '"J): supuesto,
este último, en el que Constancia 11 ve incluso una ofensa a la persona del
príncipe, tipificable como sacrilegio """,
En el ámbito de los delitos contra la administración de la justicia, la noción
de calumnia se dilata hasta comprender cua lquier acusación desprovista de
pruebas o que no determine la condena del acusado 1".'1. La prael'arica(io
desaparece, absorbida por al configuración más amplia de la calumnia. Por
contra asume carácter de crimen la de/atio, que Constantino censura con
aspereza y castiga con la pena de mue rte (resu lta sin embargo probable - tal y
como se ha sostenido recien temente por algún autor- que el emperador no se
refiriera a todas las dcnunicas penales. sino tan sólo a la delario fiscal) l""',
La esfera de los delitos contra la persona aumenta y las penas establecidas
para ellos se agravan. Para el parricidio. Constantino impone la paena mI/á
incluso cn el caso de causar la muerte a familiares distintos de los padres, l'
incluye en los términos de este crimen la muerte del hijo causada por el padre.
antiguamente considerada lícita por suponer ejercicio del ius I'irae el lIecis"': '.

,..,Constantin., CTh. 9, 21. [ [a. 3 [ 91; cfr. también CTh. 9, 21. 2 = C. 9, 24. [ [a. 32[1.
,..,Cotlstant.. Cfh. 9, 2 1. 5 = C. 9. 24, 2 la. 343].
,", Constanl., C"Th. 9, 22, I la. 343?].
'"''Cfr. nI. 32.
~ " Pau l. sent. 5, 25. l. Cfr. también Constant. , CTh. 9, 22. [ [a . 343"!J.
,,",, Nov. Val. 16 13.445]: cfr. Paul. se n! . 5, 25, l.
,. " Constan\., Cfh. 9. 23, [ [a. 352): Valen!. V,,[ens .. CTh. [1 .21 . [ [a. 371 ]: cfr. Paul. scnl. 5, 25, [.
,.. , Cfr. nt. 52.
,." Constántin .. CTh. 9, 10.3 = C. 9, [2. 7 [a. 3 [9]: Edictun Con.rlanlini de acc/L';alionibu.\· [a. 3 13.323J.
FlRA. I n. 94, [i nn. 12- 14: Marcian .. C. 9. 39, 2.] [a. 45[].
''''' Constantin .. CTh., 10, [0.2 [a. 3 12].
,." Constantin .. Cfh. 9,15. [ = C. 9,17, 1 [a. 318]: cfr. lusl. in.w. 4. I R. 6. Además Constanlin .. CTh.
4. R, 6 =
C. 8.46. 10 la. 323); Va[en l. Va[cns, CTh. 9, 13. I = C. 9, [ 5. [ la. 365"1].
IA I~EI'RES l üN CR I:'1INA I. EN EL BAJO 11\I I'LRIO 14 1

Con la pena capital se castigan también el in fa nticidi o 1bll l y la ex posición de los


recién nacidos ,.... 1, configurados ya como crímenes al final de la época clásica.
Idéntica pena se establece para la castración, incluso si se rea liz¿1 en la persona
de un escl avo: la condena viene acompañada por la confiscación del escla vo y de
la casa donde se comctió el delito '''''. Algunos supuestos, como el incendio, la
práctica de artes mág icas y la circuncisión se separan de la fi gura del homicidio,
a la que cn origen había n estado unidos, y se con vierten en crímenes
a ulónomos <1lJ. El secuestro, muy difundido en el bajo im perio, apa rece reprimido
con la máxima severidad: Diocleciano y Ma ximiano establecen que el sccuC,.<;l ro
de un hombre libre o el de un esclavo seguido de su exportación de Roma debe
ser castigado con la muerte o:,. y Consta ntino a lgunos años después impone la
pena capilal para una de las mlÍs crueles categorías de plagiarios: la de los
secuestradores de niños y adolescentes (11,.
En ma teria de delitos con tra el orden fa milia r y con tra la mora l, la legislación
poslclásica muestra la influencia ideológica del cristianismo, aun cuando sobre la
intensidad de la misma y sobre los c rimenes específicos en los que se deja sentir
ex isten muchas dudas e incertidumbres. Una seña l de las ideas cristia nas acaso
pueda verse en la nueva regulación del adulterio. Constantino abole la accu.mlio
¡/ire extral/e¡ y li mita la fa cultad de efectua r la acusació n a l marido, al padre y
a los parientes más próximos " pa ra que no sea lícito a cualquiera deshonrar
temerariamente a los matrimonios" il~ f. El marido, ademús, a diferencia de lo que
sucedía a ntes. puede ahora di vorciarse sólo tras habe r ejercitado la acusación y
obtenido la condena de la mujer: el adulterio se convierte, en efecto, en esta
época en una causa legal de rep udio il" . La pena es severa, alcanzando incluso la
poena cuIJe¡ y la hoguera ,;,,¡. Menos graves son las sanciones prcvist,ls para el
sluprum i11 '. salvo en el supuesto de sfllprum ('um mascufo (pederastia), en cuyo

...' Valen\. Valens. Gratian_, CTh . 9. 14, I =- C. 9. 16, 7 (8) [a. 374).
.." Valel11. Valello;. Gratia n., C. 8, 5 1 (52), 2 pro [a. 3741.
COTlStantin., C. 4, 42, 1 (s_d.).
>l. locendio: Pal1l. sent 5. 20. Ejercicio de las artes máglca.\ : Paul. sent. S. 21. CirCUl1(;isión: Pautosen!.

S, 22. 3-4.
¡; . Diocl. Max., C. 9. 20,7 [a. 2871.

COTlStant in" CTh. 9. 18. I = C. 9, 20, 16. [a. 3 151.


,. ConsUlntin.. CTh. 9. 7.2 = C. 9. 9. 29 [a. 326].
"' . Cfr. 111. 80.
".. ConSUlnt. Constans. CTh. 11 ,36,4 [a. 3391.
"'0 Constantin .. CTh. 9, 8, 1 ::: C. 9. 10. I (a. 32611_

J
142 DERECIlO rENAL ROMANO

caso se impone la pena c<¡pital '~' . También está castigada con la pena capital la
unión sexual de una mujer con su propio esclavo oJ~\.
El divorcio unilateral (repudium) queda atraído en la órbita crimin al, aun
cuando las leyes no presentan al respecto una d isciplina orgánica. Constantino
exige que el repudio sea justificado por ciertas causas taxativamen te determinadas
(en tre las que se cuenta , como hemos visto, el adu llerio de la mujer), y castiga
con sanciones al cóny uge que 10 provoque a l margen de las mismas: la mujer
queda pri vada de la dote y deportada in illsulam. el marido debe restituir todos
los bienes dotales y no puede con traer nuevas nupcias ,sol. Un siglo después,
Tcodosio 11 y Valentiniano 111 derogan esta normativa '~II, pero se ven
paulatina mente obl igados a restablecer el derecho preceden te, aun cuando
aumentando el número de las ca usas justificativas del repud io y disminuyendo el
rigor de las penas para los repudios injustificados'!:'.
El rapto queda configurado como delito autónomo. Las penas, extremadamente
severas (está prevista hasta la ingestión de plomo rundido), alcanzan no só lo al
raptor, sino también a la raptada que volunta riamente le haya seguido y a los
event uales cómplices. No se permiten las bodas reparadoras 'KJ1. Con igual rigor
está castigado el rapto de ví rgenes y vi udas santimonialcs (es decir, con voto de
castidad) e incluso corteja rlas con la finalidad de casarse con e llas ' ~·) .
También el lenocinio se convierte en crimen independiente. Teodosio 11 y
Valentinia no 111 prohiben a l padre o al dominus prostituir a la hija o a la esclava
bajo amena7...a dc pérdida de sus derechos y de la damnalio ;n melallum '~" . Más
ta rde el emperado r León prohíbe en térmi nos generales a los a lcahuetes el
desempeño de su acti vidad, amenazando a los trasgresores con el melallum y la
deportació n si so n personas d e baja extracción social y la pérdida de la dignilas
si son de condición ho nesta '.... ,.

"" Constan\. Constans., CTh. 9. 7, 3 = C. 9. 9, 30 [a. 342]; Valen\. Theod. Arcad., CTh. 9. 7, 6 = ColI .
5,3,2 [a. 390].
,,., Constanti n., CTh. 9. 9, 1 = C. 9. 11 , I {a. 326].
,.. Constantin., CTh. 3, 16, I la. 33 1).
"" Nov. Thcod. 12 [a. 439J.
,." Thood. Valen\.. C . 5. 11, 8 [a. 449].
,,~ Constantin., CTb. 9, 24, I [a. 320].
'''' Constan\., CTh. 9, 25. 1 (a. 354J; lovian., CIñ. 9. 25, 2 = C. 1,3. S la. 364J; Honor. Tbood .• CTh.
9, 25. 3 la. 420J.
"" Theod. Valen\.. CTh. 15. 8, 2 = C. 1. 4, 12; 11 , 41. 6 [a. 428J; cfr. también Nov. Thcod. 181a. 4391·
,... lLo, C. 11 ,4 1 (40).7, cfr. C. 1,4, 14 [a. 4S7467}.
1,\ REI'RESION CRIMINAL EN EL IIAJO IMPERIO 143

Las nupcias incestuosas son perseguidas con rigor. Constancio y Constante


ex tienden los términos del delito hasta alcanzar la unión entrc tío y sobrino y
entre cuñados, y establece para los cul pables la pena de muerte <'7 1; Teodosio I
llega incl uso a establecer para los cul pables la pena de la hoguera (pena que será
sucesivamente abolida por Arcadio y Honorio)ISI<I.
Típica de esta época es, por último, la represión de los delitos contra la fe,
que resulta pa rticularmente in tensa después del 380 d.C., año en que la
monarquía absoluta as ume el cristi anismo como religió n oficial del estado. La
lcgislación establece sanciones con tra los movimientos heréticos y contra los
seguidores de creencias rel igiosas distintas de la oficial, pero su orientación es con
frecuencia voluble y oscilante en relación al mayor o menor pel igro y a la mayor
o menor gravedad de la amenaza a la religión cristiana rS"I.

RI8L10GRAFI A

n. I J usticia criminal en el bajo Imperio. En general: E. STEIN, Hiswire du Ba~·.Emp¡re,


Rruges 1959: A . H. M . .l ONES. The Laler Roman Empire, 1, Oxford 1964 (11 lardo impero
romano, 2, Milano (974).
- Organosjuzgadores: W. ENSSLlN, PrUij<,clus (cfr. VI n. 5): ID.. pracfectus praelOrio (cfr. VI
n. 5): E. SACIlERS, PraefixlUs urbi (cfr. Vln . 5); W . ENSSLlN, Vicarius, PWRE. 8A. 2, 1958: W .
G. SINNIGEN. The Vicarúü Ur/Jis Romae and /he Ur/Jan Pr(jeclUre, HislOrius, 8, 1959; A
OIASTAGNOL. La préfeclure urhaine á Rome SOl/S le Ba.\·-Empire, Paris 1960: H. T . W. ¡\RNIIElI\.1.
Vicars in/he La/u Roman Empire, HiSlOrill, 19, 1970: H. PAVIS D'[SCURAC, I.u préfec/ure (cfr.
VI n. 2): G. RICIIMAN. rhe COrll Supply (cfr. VI n. 5); V. MANN INO. Ricerche J'u/ d(jen~'or
ch'ilulis, Milano 1984.
- Apelación contra las sentenci as del prefecto del pretoriu: W. I.JTF.WSK1. Origine del dMelO
di appe/lare COn/ro le s('l1Ienze del ¡;refello d('1 prf'lOrio, RISG, 79, 1972: I D. La sl/pplicalio COn/re
la senlence renduce par le préfe/ du prétoire, ArchGiar, 185, 1973; G. PURPURA. Riccrche salla
Jupplica/io awerso la senlenza del prefl'llo del prcwrio, Annl'ul, 35, 1974; M . HALESTRI
FI JMA(;,\LU. If divielo di appdlo ("(J n/ro le sen/ente del prefellO del prClOrio (CT/¡. 2, JO. 16), Alli
JI Seminario Romanistico (;ardeo5al1o, Milano 1980: J. GAIJDEMFT. COlIslilwion.\· cvnslan/illienl1es
rclmivesá ¡'appe/, ZSS, 98,198 1.
- Quinquellirale iudieium: CH. H. COSTFR, The Iudicil/m Quinqllcviru!I', Cambridge ( Mass.)
1935: A. CHASTAGNOL, La préjecture urhaine, cil.: A. L II'I'OLD. QuinqueI'irale iudiáum, PWRE,
24, 1963: U. VINCENTI. NOlc su/Follivild giudiziariu dd S('l1ulO dopo i Sevcri, I.aheo, 32, 1986; I D .
Allcoro sul/'allivita giudiziaria de! sel1alO dopo i Selwi, illi.

('onSlant. ümSl ans. CTh.", 12. 1 [a . .. 421; CTh. 3, 12,2 [a. 355 1.
Arcad. Honor .. CTh 3.12,3 - C. 5, 5. ó [a. 396J.
Cfr. Crh . 16

,
144 DERECHO PENA L KO M ANO

n. 2. Características del proceso criminal postc1ásico: M. LA UIU,\. Accusalio-inqUl:~itio (dr.


V 11. 6): L. MER . / . 'accusaliol/ dalls la procédurc péf/alc dll Blls-Empire (I h¡:·sc), RCl1ncs 1953: B.
BIONDI. 11 dirilW romaf/U criJljano. 3, Mil:mo 1954: F . D E M ¡\RI¡.,"I AVON ZO. La giuslizia /1(,11(,
propine/' agfi il/izi del hussv impero, 1 / principi ge f/t'rafi del proc/'sso in UI/ edilla di COJwlllino.
StUrh, 31. 1962-63: ID.. Lu ~iu.l"lizia nell/' prOl'ince agli iniú del ha.\·so impero, 11. L 'Orgilllizzilziol1l'
Xiudiziuriu di CO.f!ll/1/¡'W. S/Urh, 34, 1965-66: J . D ,\ HYOl-O OLlVET. lA proddure pénafe (dr. VI
n. 8): G. PUGL_I L~ I'~ 1_1' gurunúe del/'impul(Jlo (cfr. 11 n. 2); T . St'A(jNUOI.O VIGORIT A. Ers('I."f(l1/(1o
IH.'rniáes (cfr. VI n. 8).
Arbilrium iudica11lis y variaciones de la pena: :mpra, V I n. 8; ademas: J . G,u;D1'.MI:T. 1)(,
la re:ipOluubilite pénll/c dOlls lo Iég¿~IOIion pos/-classique, S()(/(lli/as. Seriui A. Cuarino, 6. Napoli
1984.
- Apelación: s upra. n. 1; además: U. VIN CENTI, Pa 111/0 sI/dio slIgli appefli lIIlIe sJ'/lIenfiam
(cfr. V I n. 8); ID.. Ame 'Sc fllr'llIiam IIppdlari pOt{'~'1 (cfr. VI n. R).
n.3. Los delitos y las rx:nas, En general: C. OUPONT, lA' droÍl uimine! dans les col/stitlllions
di' Constan/in. Ll'~' ¡nfrucfiolls, Lille [953; [ D .. Ll' droil crimine! dans les constit/llion~' de
COII.\·wntin. Le.\" p<'int'J, Lille 1955; iI. HIONDI, 11 dirÍ/{() romano cristiano, 3 (cfr. n. 2); D .
GIWDZYNSKI. Tortufl's mortclll's e/ mlégorie.f .wciales (eír. VI n. 9); J. P. C,\tLU. Lejllrdin d('.~
~'upp/iet'~' ou Has-Empifl'. 1)11 /'Ilá/in/enl dims la cité. Supp/ices CQrpvrl'l~ N peine de mort d(lllS le
mOl/di' omique, Ro me 1984.
- Maicstas: G . HAs''iANEUJ SOM MIIIUVA. e TI!. 9, 5 lid /(>gem luliam maies/ató: nfDR, 86-
!:I7, 1984; A. M . DEMICIIEU, J processi di lesa ma{'~'/(j in Ammitmo MarceJlino, Ann(;/'n. 20,
1984-85 [Per e Cas/ello. Tardo impero. difillo romallO l' trodiziolle romanisrico].
- Repetundae: F. PONTENIIY DE Fm.ITETrE. Leg/,j' repe/undarum (cfr. V nn. 1-2); F.
SE~RAO, 11 fmmm el//o leidense di Paolo (efr. V n. 5); ID.. Rl'petundac (cfr. V nll. 1-2).
- Peeulalus: C. H. HRECIIT, PeculalU.\· ( cfr. VI n. 2).
- Vis: H. NIEDERME YEK, Crime" plagii ulld crimen I'iolemiae (cfr. V n. 3); G. LONGO. Lu
rl'preS!l'ione (cfr. V n. 5 ).
- Crimen fabi: G. G. ARt'Hl, CiI'iliu'r ¡'el crimillaliler agere il/ remo di falso documenta/e.
ConrrihulO .~lOrico dommatico 01 problema del/a efficacio ddlo scfiptura, S crilli beatificoziont~ e
Ft' rrini. Milano 1947 (S(:rilll: 3 cit.): A. G I,\RDlNA, Sul problemo dello frous mone/ul', He/ikoll,
13- 14, 1973-74: B. SANTIILIJCI,\ , La legislazionc silfalla (cfr, V n. 4).
- Calum nia: E. LEVY, Van den iómischen Anklogervergehl'lI (cfr. V n. 6 ); M. L\URIA
Calumnia (cfr. Vln. 10); T. SI'IIGNIJOLO VI(jORITA. E:csecranda fH'rnicies (cfr. VI n. 8).
Homicidio: U. H ~ASltI.LO, Su/la n·co.l"Tfll zio ne d('i crimini (cfr. V n. 4); A. WU.lNSK I,
Bf'merkungen wr 1'e rminologie dl'~' r()lschlag~' im romischen S/ra/rech/ .'or Kons/alllin dcm
Gm.ncll. A/C 8,1975; U . V INCENTI, "I!Ilernedl'i exererl' I/('Iionem" e "aimen SUspl!('llIe mortis
imendae"' (e. Th. 9, 1, 14), BIDR, 88, 1985.
- Parricidio: A. K UPlSZ¡:WSKI, QuelqueJ remarques sur le parriddium (cfr, V n, 5); R.
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Romllfli.wico Costantiniana, Perugia 1976.
Exposición y supresión de niños: M. HIANCII I F OSSAn VA NlF.lTl, Vendiw ed nfHJsiziolll'
dcX1i infanti da CostantÍlro (1 Giu~"linillno, SDII/, 49, 1983 .
- Plagium: M. LAU~IA. Appumi sul plagio (cfr. V n. 3); R. L'\~1BER TI Nr. Plogium (efr. V n.
3).
1.,\ REI'R ESION ClHMINAL EN EL [lAJO IMPERIO 1,15

Divorciu: V. (J..\S,\NOFf. Les sourcl's chré/il'l/m'.\" de lu loi de COl/slanlin sur le repudium.


Sludi S. Riccobol/o. J. Palrrmo 1936; o. VANNUCCHI FOR/lFRI. I,a legis!aúonc impmák del IV·
V.I"('("o!o in lema di dh-orúo. SDflJ. 48, 1982; C. C,\STELlD. A.ucl/za d"i.spiraúone cristial/a in
c. "fh. 3. 16. l. Mélallgcs.l. El/u!, Paris 1983.
- Adulterio: M. A. DE DO~1! N I ClS . Sul/I' origil/i romall(NTistiane del diril/O del n/arito ud
(/{ ·¡·Il.Wlrl' COI/.I"I¡1II11' ma/rimol/io la mOKlie adul/er(!. SDIII, 16. 1950.
Pederastia: M. MOl t. Sluprum (cfr. VI n. 2); D. DA LLI\ Ubi VCIIUS mlllalur (cfr. VI II. 2).
- Rapto: D. GRODZYNSKJ. Ravies e/ coupabll's. Un e.\"Sai d ·in/crprélllliol/ de la /oi IX, 24. I
du Code Thcodo.\·ien. MEFRA. 96. 1984; 1. DES¡\NTt. Cos/al1lil/o. il rallo {' il matrimonio
njlaralOrc..')'OH/. 52, 1986: F. GORIA Rallo (cfr. VI n. 2): L. D ESA:HJ. Su/ matrimonio di dOlll/c
¡·Of!.\"(wralc (/ Dio lid dirillo rOlllano cristiano. SDHI. 53, 1987: 1D.. Citwini(l!/I) C iI rallo. A I/nFerr.
1,1987: ID. Veswli c twgini crúlÍalll', AI/I/Fcrr, 2. 19K8.
- Delitos contra la religión: L. DE GIOV ANN!. 11 libro X VI del Codice Tl'Odosiallo. A !le origini
del!a codificaziol/c in Icma di rappor/i chiesa-.wato. Napoli 1985.

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