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dictadura de Porfirio Díaz quien permaneció en el poder 31 años-, que encabezó Francisco I.
Madero.
El porfiriato
!Porfirio Díaz fue presidente de México por 31 años! y durante su gobierno tan largo, solo un
pequeño grupo de personas tenían todo el poder, controlaban al país completo! El pueblo no
podía opinar sobre sus problemas ni quejarse del gobierno, además de que no podían elegir a
sus próximos gobernantes, el pueblo Mexicano estaba solo y desesperado.
Falta de democracia
Pobreza
Hasta que el 5 de febrero de 1917, se proclama una nueva Constitución, que sigue en vigencia
hoy en día y generó el cambio que existe en el país.
Nació en 1830, en la ciudad de Oaxaca. Durante su juventud, decidió apostar por la carrera de las armas distinguiéndose
notablemente en la lucha contra la intervención francesa.
Fue presidente en 1876, y de 1877 a 1880, así como de 1884 a 1911, logrando, con su larga permanencia en el poder,
varios progresos muy significativos para el país.
Por ejemplo: La implementación de una ambiciosa red ferroviaria que en su momento comunicó a varios puntos de la
República muy apartados entre sí; o la apertura de varios sectores económicos e industriales del país al capital privado y
extranjero.
Después de haber realizado estudios de agricultura en Estados Unidos y de administración en Francia, Madero creó su
propio partido, el Nacional Antirreeleccionista en 1909.
Su movimiento cobró tal fuerza que el mismo presidente Díaz se vio a obligado encarcelarlo. Desde su prisión, Madero
suscribió el Plan de San Luis, cuya máxima era la no reelección de don Porfirio encabezando un movimiento que
terminaría derrocando al general Díaz entre 1910 y 1911.
Fue presidente de la nación hasta 1913 cuando un golpe militar, liderado por el general Victoriano Huerta, quien lo
traicionó, lo derrocó y terminó con su vida en las cercanías del actual Archivo General de la Nación, junto con el
vicepresidente Pino Suárez.
De origen humilde, Zapata es sin duda el símbolo máximo de la Revolución Mexicana. Sus ideales de “Tierra y libertad”
lo llevaron a proclamar, en 1911, el Plan de Ayala, documento que exigía a los dueños de las haciendas la devolución de
las tierras a la clase trabajadora: la campesina.
De acuerdo con la tradición, fue traicionado por el coronel Jesús Guajardo y asesinado a la entrada de la Hacienda de
Chinameca, en las cercanías de Cuautla, Morelos, en 1919.
Doroteo Arango (su nombre real), nació en la población de San Juan del Río, Durango, en 1878.
Es uno de los mexicanos más famosos en el mundo y eso quizá se deba a que, después de secundar la Revolución de
Madero y colaborar con Venustiano Carranza para vencer al general Huerta, siempre se mantuvo en franca rebeldía
contra todo sistema impuesto, incluso contra el mismo Carranza, a quien combatió años después.
Su fama de gran militar lo llevó a vencer a los enemigos de las fuerzas oficiales en Zacatecas e incluso a hacer una
pequeña incursión militar en Columbus, Estados Unidos. Murió asesinado cerca del poblado de Hidalgo del
Parral, Chihuahua, en 1923.
5. Venustiano Carranza
El general le decía
Yo te concedo el indulto
Pero me vas a decir
Cual es en jurado
La causa que juzgo
Popular entre la tropa, era Adelita Y después que terminó una cruel batalla
La mujer que el sargento idolatraba Y la tropa abandonó su campamento
Porque, a más de ser valiente, era bonita Por las bajas que causara la metralla
Y hasta el mismo coronel la respetaba Muy diezmado, regresaba el regimiento
persecución de villa
Las soldaderas
Mi madre soldadera, que allá por la trinchera
Mi abuela suspiraba, y hasta se persignaba Cantó la Jesusita, Las Pelonas y el Barzón
Cuando me platicaba de la Revolución Sus manos alimento, de todo el regimiento
Contaba que el ranchito, pegado al Arroyito Con mando de sargento y de firme convicción
Fue herencia de su padre que se llamó Ramón Jugaba a la muñeca, gallina y pata chueca
No hacia ninguna mueca al rugido del cañón
Mi padre fue aparcero, domador y vaquero
Cabello alborotado y requemado por el Sol Crecí como se pudo, con mi madre de escudo
Gustaba echar guarache, con un estilo Apache Siempre la frente en alto demostrando su valor
Y a veces le cuadraba un traguito de soltol Brava como una fiera, con temple de ranchera
Orgullo de mi raza más bonita que la flor
Yo estaba confundida, cuando la despedida
Un balde de agua fría, sentí que me cayó Me acuerdo de su falda, de percalito y larga
Con cara de congoja, torció un cigarro de hoja Y de su blanca enagua y el rebozo de algodón
Se echo al hombro la alforja, y la puerta cerró Su falda mi consuelo, cobija, techo, cielo
Brillaban sus espuelas, el rocío en lentejuelas De balas y aguacero su falda mi protección
Corrió las praderas y ya nunca regresó
Yo andaba en el zoquete, mirando aquel sainete
Color rojas las faldas, otras como es esmeraldas Y al disparo de un cuete, empezaba el agarrón
Volaban con el viento, entre flores de algodón Fuego de artillería, con la caballería
Los hombres en la guerra, la mujer en la tierra Y la banda tocaba animando al batallón
La hambruna se venía y no hacia distinción Hervían los atoles, Chile pa’ los frijoles
Y el general con soles, dirigía toda la acción
Mamá tanto lloraba que el pan se le salaba
La lucha era entre hermanos en la misma situación Mujeres soldaderas, alegres mitoteras
En ollas y peroles, faltaban los frijoles Eran como unas fieras enfrentando la ocasión
Y en primera helada no hubo leña pa’l fogón Andaban sin empachos, cuidando a sus muchachos
Sin miedo a que una bala les partiera el corazón
Yo andaba preguntando, por que andaban peleando
Mi madre cavilando me dio contestación Usaban colorete, bailaban de cachete
Me hablo de las banderas, de luchas por las tierras Eran luz y alegría en la revolución
De ideales y partidos y de Revolución Sabían montar en ancas, luciendo enaguas blancas
Se fue pa’ la boquilla, donde anda la guerrilla Eran lindas Marietas como dice la canción
A combatir con Villa, por tierra y educación
Su nombre y apellido, se fueron al olvido
Se acabaron los cuentos, y los consentimientos Y en mi cantar les pido, rendirles devoción
Los rebeldes montados enfilaban para el sur Palomas mensajeras, vuelen, vuelen ligeras
Mis ojos asombrados, mirando a los Dorados Como las soldaderas, de la revolución
Que apostaron la vida pues su vida era un albur Cuenten que las mujeres, cumplieron sus deberes
Ganándose el respeto de toda la nación
Balazo de metralla, y el corazón estalla
Mi padre me dijeron que murió por la nación Ay palomitas, de la revolución
Cuando cantaba un mirlo, fuimos a despedirlo
Y luego nos marchamos a seguir la rebelión
(la valentina)
Las mujeres en la revolución mexicana le hacíamos de todo
El respeto de los subordinados nos lo ganábamos
Y a veces hasta nos hacíamos pasar por hombres para perdernos entre las tropas
Y algunas mas si era necesario hacíamos justicia por nuestra propia mano
Órale éntrenle y el que tenga miedo que se quede a coser frijoles
(niña revolucionaria)
Algunas de las mujeres que nos fuimos en la bola
Nos toco oler pólvora y echar pala junto a las granes tropas de francisco villa
Lo que importaba es que no nada más hiciéramos bulto
Las mujeres a lo largo de los años alimentamos y mantuvimos con vida
Fecundamos la revolución
(la rielera)
Pos yo la rielera me tuve que ir pa la bola
Éramos mujeres celosas y valientes
Nos tocaba saquera las poblaciones pequeñas
Así éramos las mujeres, así éramos las soldaderas
Las guerrilleras las rieleras siempre fieles leales a nuestra tierra
Y nuestra guerra, pero sobre todo a nuestro juan
(Juana Gallo)
Cuando se vino la revolución mexicana las mujeres luego luego nos hicimos noticia
Y la fama era bien ganada porque parecíamos liebre para correr tras nuestros hombres, nuestros hijos y
nuestros sueños
Le echamos corazón a la contienda, e pusimos faldas al ejercito por hambre, por coraje porque queríamos un
mejor México
Ya fuera en el serro de la gufa o en la frontera, en zacatecas o en Chinameca fuimos miles las mujeres que
entregamos la vida
Empuñando un arma siguiendo la caballería y a la infantería
Íbamos ahí junto tocando los tambores acompañamos a villa a zapata y obregón
Haya de los batallones de los revolucionarios nos parecían serenatas que invitaban a guerrear
Patria y honor nos brotaban no sabeos ni de dónde pero así fue como logramos ayudar a los soldados hasta
el fin de la revolución a derrotar al ejército de Porfirio Días y de victoriano huerta
(Marieta)
Coqueta si, y que, yo también me la jugué, caminé junto a viudas solteras amantes y casadas por nuestras
madres y hermanas formamos un fuerte batallón no importaba cual fuera a misión que nos encargaran jamás
nos estorbaron ni las carrilleras ni las cananas, juanas chismolera, cucarachas, mitoteras, busconas,
argüenderas o pelonas, no importaba como me llamaran porque sabíamos que al final nos querían decir ahí
va nuestras valientes soldaderas
(la revolución)
Viajo al norte viajo al sur, voy a oriente y occidente, paso lista y por doquier yo. revolución estoy presente.
Escucha La Adelita
En lo alto de la abrupta serranía Y se oía que decía
Acampado, se encontraba un regimiento Aquel que tanto la quería
Y una moza, que valiente los seguía
Locamente enamorada del sargento Si Adelita se fuera con otro
Le seguiría la huella sin cesar
Si por mar, en un buque de guerra
Popular entre la tropa, era Adelita
Si por tierra, en un tren militar
La mujer que el sargento idolatraba
Porque, a más de ser valiente, era bonita
Y hasta el mismo coronel la respetaba Soy soldado y la patria me llama
A los campos que vaya a pelear
Adelita, Adelita de mi alma
Pues sabía que decía
No me vayas, por Dios, a olvidar
Aquel que tanto la quería
Fue criada en el seno de una familia acomodada, era una joven muy bella y alegre. A los 13 años abandonó su
casa sin el consentimiento de sus padres para unirse a la Revolución. Adela estuvo en campaña como camillera de
la Cruz Roja, especializándose en asistir a los revolucionarios moribundos.
Historia de un amor
Durante la lucha armada conoció a un teniente villista llamado Antonio Gil del Río. Ambos quedaron profundamente
enamorados y cada noche él tocaba con su guitarra canciones de amor frente al tren donde dormía Adela.
Se volvieron amantes inseparables hasta que en la batalla de Torreón, en 1914, una de las más sangrientas de la
revolución los separó. Durante la toma de Gómez Palacio y mientras Antonio asistía a los heridos, fue alcanzado por las
balas y cayó moribundo. Adela lo sostuvo entre sus brazos y él, con sus últimos respiros, alcanzó a recitarle esta estrofa:
“Si acaso yo muero en campaña, y mi cadáver lo van a sepultar, Adelita por Dios te lo ruego, que con tus ojos me vayas
a llorar”.
Antes de morir Antonio logró indicarle que en su mochila había un regalo para ella. El obsequio era una hoja de papel
doblada con el famoso corrido escrito en ella. Adela se la entregó a los músicos de la brigada y ahí mismo comenzaron
a interpretarlo.
Petra nació el 19 de junio de 1887, en San Pedro de las Colonias, Coahuila. Falleció en febrero de 1917.
“Soldadera” durante la Revolución Mexicana, que se refería a sí misma como “generala”.
A la edad de 24 años optó por entrar a la Revolución Mexicana. Petra Herrera, cambio su nombre por el de
“Pedro” para ingresar en las tropas de Villa.
Pedro Herrera era muy estimado por sus compañeros, tanto que consiguió subir de rango rápidamente y
develar su identidad sin graves consecuencias.
Participó en varias batallas sobresaliendo por su arrojo y valentía. En la toma de Zacatecas, Petra fue herida
en una pierna, los doctores que la atendieron le informaron que tenían que amputar la pierna, Petra con
pistola en mano los amenazó con matarlos si se atrevían a cortarle la "pata", afortunadamente para los
doctores las curaciones que le hicieron salvaron la pierna de Petra y la vida de ellos.
Posteriormente, igual que muchas, Petra fue expulsada de las fuerzas de Villa. Pero ella no quiso quedarse
fuera de la Revolución mexicana y junto a otras ensambló un ejército de casi 400 mujeres, que jugaron un
papel vital en la batalla de la Toma de Torreón en 1914, donde los villistas tomaron una base militar de Porfirio
Díaz.
Finalmente se alió con Venustiano Carranza y alcanzó el grado de coronel, ya que el de general le fue
negado. Se dice que tras disolverse su ejército de mujeres se dedicó al espionaje hasta su muerte en una
balacera de cantina.
La leyenda cuenta que Petra o Pedro solía levantarse en la madrugada para fingir rasurarse. Sus compañeros
le tenían respeto y estima, por lo cual consideró que podía revelar su identidad sin que esto afectara su
trayectoria, pero la realidad le fue adversa y terminó por ser discriminada. El día que quiso dar a conocer su
verdadera identidad gritó: “¡Soy mujer y voy a seguir sirviendo como soldada con mi verdadero nombre!”.
Debido a su apoyo a las tropas revolucionarias, su nombre quedó plasmado en corridos como: “Corrido de las
hazañas del general Lojero y la Toma de Torreón por el ejército Liberador”, “Corrido de la Toma de Torreón” y
“Corrido del combate del 15 de mayo en Torreón” que entre sus versos se encuentran: “La valiente Petra
Herrera en el fragor del combate aunque cayó prisionera ni se dobla ni se abate”, “La valiente Petra Herrera al
combate se lanzó, siendo siempre la primera, ella el fuego comenzó”.
La “leona de Norotal” fue una valiente mujer que luchó en la Revolución mexicana junto a las
tropas maderistas, vestida de hombre cuando tan solo contaba con 17 años. En el campo de
batalla se hacía llamar Juan Ramírez, le bastó menos de un año para alcanzar el grado de teniente.
Valentina Ramírez Avitia nació un 14 de febrero de 1893 en El Norotal, Durango, sus padres fueron
Norberto Ramírez y Micaela Avitia, tenía 4 hermanos mayores y una menor. Su padre era labrador y
arriero, y procuraba mantenerse informado acerca de la situación política del país, incluso, llegado el
momento de que la guerra de revolución estallara, Norberto comentó a su familia sus deseos por
participar en el movimiento al lado de un grupo de amigos, su hija Valentina sintió un ímpetu de
acompañarle y luchar por los ideales que ella misma compartía, lamentablemente su padre murió
antes de poder cumplir con su objetivo, sin embargo, Valentina, haciendo honor a su nombre,
decidió enlistarse con el nombre de Juan Ramírez. Así lo contó personalmente a Leopoldo Avilés
Meza en una entrevista el 22 de febrero de 1969.
Valentina tuvo que practicar los movimientos masculinos que hacían sus hermanos al sentar,
saludar, montar a caballo y por supuesto a hablar para no levantar ninguna sospecha antes de
comenzar sus entrenamientos. En los últimos días de noviembre de 1910 aprovechó la irrupción de
las tropas revolucionarias en su pueblo, se vistió con la ropa de su hermano, se escondió las
trenzas en el sombrero, montó su caballo y se unió a la bola de revolucionarios, para enero de
1911 Valentina, o mejor dicho, Juan Ramírez estaba formalmente integrado al movimiento
revolucionario.Foto: SINAFO INAHValentina logró esconder muy bien su secreto, además de que
su fuerte personalidad causaba temor entre sus colegas y enemigos. A Juan Ramírez se le veía
portando una carabina 30-30, cartucheras cruzadas en el pecho y un gran sombrero de palma con el
que ocultaba sus largas trenzas. Gracias al triunfo del combate del puente Pumarejo en Culiacán, en
el cual pudieron derrocar y desterrar al Gobernador Diego Redo, Harold Ramírez le otorgó el grado
de teniente. Sin embargo, por un descuido fue descubierta por un compañero que accidentalmente
vio sus trenzas mientras ella le daba agua a su caballo. Primero se sospechó que era un espía del
enemigo, después se le felicitó por su osadía, pero se ordenó su inmediata expulsión, ya que no se
admitían mujeres en las filas.
El 1969 la veterana de guerra fue atropellada en Navolato y desafortunadamente quedó lisiada de
por vida, el Ayuntamiento de Culiacán decidió apoyarla inscribiéndola en un asilo de ancianos, sin
embargo, Valentina usó su fuerza y determinación para lograr escapar, no soportaba la idea de vivir
o morir como prisionera. Estos últimos años de vida los vivió pidiendo dinero en la plazuela y el
mercado de Navolato. Su casa sufrió varios incendios debido a que la mujer dejaba veladoras
prendidas en el interior de su casa en nombre de la virgen de Guadalupe, en una de estas
ocasiones, los vecinos llegaron muy tarde, así murió un 4 de abril de 1979 la valiente Valentina
Ramírez, sus restos se encuentran en la fosa común del panteón Civil de Culiacán.