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Introducciones a la filosofía

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BIBLIB~ldi,,dE ~cpt:IÓN
SERIE TEMAS DE CÁTEDRA
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Las obras reunidas en esta serie son fruto de un esfuerzo compartido entre la
Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires y la Editorial
Gcdisa. TEMAS DE CÁTEDRA fue creada para dar lugar a textos introductorios
escritos por profesores de diversas áreas de las Humanidades y concebidos espe-
cialmente para estudiantes universitarios. Incluye obras breves y accesibles, que
abordan de manera original las actuales discusiones de cada disciplina.

FACULTAD DE FILOSOFIA Y LETRAS


UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES

Introducciones
Decano
Francisco Raúl Carnese
Vícedecana
Marta Souto
Secretaría Académica
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Secretario de Investigación
a ta filosofía
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Secretario de Posgrado
Samuel Cabonchik
Secretario de Supervisión Administrativa Samuel Cabanchik
Femando Rodríguez
Secretario de Transferencia y Desarrollo
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Prosecretario de Extensión Universitaria
Rubén Noiosi
Secretario de Relaciones Institucionales
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Prosecrerario de Publicaciones
Femando Rodríguez
Coordinadora de Publicaciones
Beatriz Frenkel
Coordinadora Editorial
Julia Zullo

Consejo Editor
Francisco Raúl Carnese Ana María Lorandi

gedj~~
Noemi Goldman Noé Jitrik
Amando Toubes Berta Perelstein de Braslavsky
Sylvia Saina Daniel Galarza ll~~!!rl de 811MO!IAira•
Virginia Manzano F111C\Jll;w} tlc:t FRo~f¡,¡ 'f l'!ttrA~
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Primera edición: Julio del 2000, Barcelona


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Derechos reservados para todas las ediciones
A Mirta, por la palabra dicha,
a Mariasy a Sofía, por la palabra porvenir
© Editorial Gedisa
Paseo Bonanova, 9, 1n 1ª .!
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08022 Barcelona, España


i Tel. 93 253 09 04 'l.·:
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Fax 93 253 09 05
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ISBN: 84-7432-796-2
Depósito legal: B. 34519 - 2000
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Impreso por: Romanya Valls
Verdaguer, 1 - 08786 Capellades

Impreso en España
Printed in Spain

Queda prohibida la reproducción total o parcial por cualquier medio de


impresión, en forma idéntica, extractada o modificada, en castellano o
cualquier otro idioma.

3
Una Introducción a la filosofia es el primer libro que se debe leer,
y el último que se debe escribir.

José Gaos
Reconocimientos

Deseo expresar, en primer lugar, un sincero reconocimiento a mis


alumnos de ayer, de hoy y de mañana. Este libro esrá especialmente
dedicado a ellos. Su presencia y sus intervenciones constituyen un
estímulo permanente para volver una y otra vez a las perplejidades
básicas de las que surge la filosofía, y que el ejercicio profesional encu-
bre astutamente para evitar ser importunado.
En segundo lugar, quiero agradecer a mis colegas de la cátedra de
Fundamentos de filosofía, con quienes tengo el privilegio de compar-
tir el dictado de la materia de la que traca este libro. Sus valiosos apor-
res en la constante discusión y elaboración de los contenidos han sido
un apoyo imprescindible para la realización de la obra. Hago extensi-
vo este reconocimiento a todos los colegas y amigos con quienes he
compartido muchas horas de fructífero diálogo filosófico, en reunio-
nes académicas y en la informalidad de un paseo o un café.
Agradezco finalmente al Departamento de Publicaciones de la Fa-
cultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires y a la
Editorial Gedisa, que creyeron en este proyecco y apoyaron su realiza-
ción. Destaco especialmente en este sentido la colaboración de Julia
Zullo, Virginia Jaichenco y Yamíla Sevilla, a quien además agradezco
sus valiosas sugerencias y recomendaciones.
Índice

. . Reconocimientos ll

Introducción 17
r
l. La naturaleza de la filosofía 21
La vocación filosófica 22
La tentación 22
Filosofía y desmentida 24
La filosofía como placer 27
Filosofía y lenguaje 32
Naturaleza de los problemas filosóficos 32
Lenguaje y filosofía 37
La visión sinóptica t 41
La filosofía y lo común 44
Concepto paradójico de lo común 44
Dato y construcción 47
Platón y Aristóteles: una interpretación ~·· 50
El papel del lenguaje 52
El hombre convencional y el anarquista 55
Lo común como límite 57
BIBUOGRAFtA BÁSICA PARA EL CAPÍTULO 60

2. Significado y comprensión 61
Opacidad del lenguaje : 62
La opacidad, la transparencia y el espejo 62
Rasgos de la opacidad 64
Un ejemplo 67
. Teoría y práctica del lenguaje 70
Significado y explicación del significado 74
15
Índice
14 Introducciones a la filosofía

o·~ ~·: : : :
. .. . . . . .. . .. . . . . . . .. . . . .. .. . .. .. . . . .. .. . . . . . . .. . . . 176
Uso y mención ; 74 Soledad
Yo, los o~;~~·;·~i .. 180
La fórmuia de significado 76
T 1pos d e s1gn1
. ifrea d o Libertad · · ······ · ···· · .. · .. · · l 87
78
El malestar y la cultura 194
Significado na rural y significado no natural 78
BIBLIOGRA.FfA BÁSICA PARA EL CAPÍTULO 202
Oración, modalidad y significado del hablante 79
Dimensiones de la comprensión 83
La institución del lenguaje 87
BIBUOGRAFÍA BÁSICA PARA EL CAP1TULO 91

3. Un mundo, muchos mundos, ningún mundo 93


Filosofía primera 94
Lenguaje, oncología y decisión pragmática 96
Pluralismo, realismo e irrealismo 99
Pluralismo ; 99
ObiJecwnes
. y pos1ibles respuestas 103
Un ejemplo l 05
Nuestro mundo común .- 109
Mundos borgeanos , 114
El mundo verdadero , 118
Ideas de Platón 118
Otra vez el pluralismo 121
BIBLIOGRAFtA BÁSICA PARA EL CAPÍTULO 123

4. Los caminos del conocimiento 125


La investigación pura 127
Investigación pragmática contra investigación pura 131
Conocimiento, experiencia y justificación 141
Trampas del lenguaje 147
El conocuruenro
. . . .
a pnon 152
a) Experiencia y concepro ; .. 152
· b) Analítico/sinrético 157
e)' A priori trascendental y a priori pragmático 166
BIBLIOGRAFÍA BÁSICA PARA EL CAPÍTULO 169

5. Yo, las cosas, los otros 171


Personas y cosas 173
Introducción

Una introducción a la filosofía tiene algo de imposible. La frase de


Gaos que encabeza el libro alude, tal vez involuntariamente, a este
imposible. Pues ¿de qué otro modo que imposible sería un libro que,
siendo el último, nadie querría escribir? Ser el primero que todos en-
contrarán en su camino, ser el último que uno podría dar: un libro
ideal; un libro imposible.
Para suerte o desgracia del lector -¿y del autor?- este es sólo un
libro real, uno más de los tantos que se ofrecen, con ganas de invitar al
público en general, y al estudiante de filosofía en particular, a que se
internen por los vericuetos y laberintos del camino filosófico. Y como
todo libro real, paga ca.ro el precio de su existencia, dejando del otro
lado de sus estrechos límites casi todo, mucho de lo cual seguramente
hubiera valido la pena que estuviera adentro. '¡,
Aunque estos comentarios se aplican a cualquier libro, en el caso
de una introducción a la filosofía tienen un sentido específico. El mis-
mo problema que al autor de un libro de esta naturaleza se le presenta
al profesor que ha de organizar la materia. Las preguntas son clásicas:
¿por dónde empezar y dónde terminar? ¿tiene que ser histórico o pro-
blemático? ¿cuán elemental y cuán especializado? Huelga decir que
todas estas preguntas torturaron por un buen tiempo al autor, que no
tuvo otra salida que favorecer a alguna de las posibilidades.
El resultado es lo que aquí se presenta. El plural del título tal vez
suene extraño. Con él simplemente he intentado transmitir la idea de
que cada capítulo del libro, dedicado a un ámbito de problemas filo-
sóficos, es en sí mismo un modo de introducirse en su problemática.
Todos ellos guardan entre sí, en mayor o menor grado, una relativa
independencia. El libro no pretende ser un breve sistema de filoso-
fía del que cada capítulo ofrece una parte, sino más bien una colec-
ción de bosquejos para que el lector reconstruya la filosofía como su
lntroducctón 19
introoucctones a la ftlosofía

propio paisaje. Incluso el lector puede operar con este libro análoga- no deben ~onfluir los afanes del filósofo, a saber: qué es la filosofía,
mente a como Cortázar sugería proceder con su Rayuela. Puede ern- cuál es su peculiaridad en relación con. otras disciplinas, otras prácti-
pezar por cualquier capítulo sin perder el hilo, pues no hay el hilo cas discursivas y otros campos del saber. El capítulo 2 está dedicado al
que perder o por el cual guiarse, sino más bien un conjunto de fibras lenguaje, especialmente en lo concerniente al problema del significa-
entrelazadas, un tejido, en fin, un texto. Una lectura reuniría en un do lingüístico y a su comprensión. Después del llamado "giro lingüís-
bloque los capítulos 1 y 5 y en otro los restantes. Desde luego está tico", esta es sin duda una temática dominante en la filosofía actual.
siempre disponible la lectura obediente, del principio al final, aunque El capítulo 3 es el que clásicamente se asocia a la metafísica. El sesgo
se admire perfectamente la secuencia inversa. No recomiendo ningu- por el que se abordó esta área no es el más tradicional, aunque está
na en especial, sino que las relecruras -como se ve soy algo optimista- relacionado con muchas cuestiones tradicionales de la metafísica, como
practiquen las variaciones. el problema de los universales y la pregunta por los constituyentes
Debo ahora justificar mis opciones frente a las que dejé de lado. últimos de la realidad. El capítulo 4, dedicado al problema del cono-
Ante codo quiero aclarar que no supongo que esta sea la mejor, sólo es cimiento, es quizás el más clásico de todos, y también el más ajustado
la que más me agrada. Escogí una organización por tipos de proble- a la secuencia histórica. La explicación es que la discusión contempo-
mas en vez de histórica, porque esta última hubiera sido mucho más ránea en esta materia es altamente dependiente de la que surgió y se
arbitraria, ya que no hubiera podido abarcar la totalidad de la historia desarrolló en la filosofía moderna, por lo cual las referencias históricas
de la filosofía. Habría tenido que limitarse a unos pocos filósofos pre- resulcaron insoslayables. Finalmente, el último capítulo es una aproxi-
sentados muy esquemáticamente. En el caso más favorable, tendría- mación a algunos de los tópicos básicos de la llamada "filosofía prác-
mos un esquema de historia de la filosofía más que una introducción tica", tales como la filosofía de la acción y la ética. En cieno sentido es
a su problemática. el más controvertible, pues escoge una tradición en particular, la filo-
Pero la organización por problemas tiene también sus dificultades. sofía de la existencia, que luego retoma con los instrumentos de la
Como se afirma en el capítulo 1, la filosofía no es una disciplina iden- filosofía analítica, para terminar con una reflexión sobre Freud. La
tificable con un corpus de saber, al estilo de la química 'o alguna otra controversia puede surgir respecto de la elección de la orientación, de
ciencia, así que siempre será cuestionable por arbitrario el que se ha- su interpretación desde la filosofía práctica, su traducción en térmi-
yan incluido tales problemas en detrimento de otros. Sin embargo, nos de análisis filosófico y la pertinencia del psicoanálisis en una in-
quiero aquí reivindicar cierra amplitud que hace justicia al menos a la troducción a la filosofía. Pero no me dedicaré a justificar estas deci-
discusión vigente en la filosofía contemporánea. En efecto, los pro- siones. Prefiero que el lector juzgue por sí mismo.
blemas incluidos abarcan la mayoría de los que predominan hoy en Por último, unas palabras respecto de la orientación general del
las discusiones, sea en los departamentos universitarios, sea en los con- libro. Será evidente para el lector que las discusiones desarrolladas a lo
gresos y reuniones académicas especializadas. largo de la obra responden a un tratamiento contemporáneo de los
Todo el material incluido en el libro es inédito, excepto el segundo problemas filosóficos. Sea por gusto, temperamento o formación, hay
apartado del capítulo 1, que es una versión ligeramente distinta de un un predominio del estilo analítico, el que remite a autores muy pre-
artículo publicado en Cadernos de historia e filosofia da ciencia, en sentes en todo el libro, especialmente a Srrawson y Wittgenstein. Pero
UNICAMP, Brasil, 1996, por lo que vaya mi agradecimiento a los espero que también sea evidente que esto no ha sido realizado con
editores por permitirme utilizar el material. espíritu de escuela ni con sentido doctrinario. En este sentido, no es
El tema del primer capítulo tiene la ambigüedad de ser a la vez un una obra de filosofía analítica,
problema filosófico y el problema filosófico en el que tarde o tempra- El libro habrá cumplido su objetivo si logra acercar a la filosofía al

't
Introducciones a la filosofía
20

1
lector curioso y si se convierte en un instrumento _útil pa~a el estu-
f. r que debe imparur su ense- La naturaleza de la filosofía
diante de filosofía y aun para e1 pro eso . P b
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los diferentes niveles educauvos. ero so re
fianza no es~ecia _iza a en o si ocasiona una lectura placentera acer-
tado no sera un intento van ! Con frecuencia, los filósofos son como niños pequeños que em­
,., de' algunas de las cuestiones más importantes que ocuparlon y apa- piezan por hacer rayas caprichosas con su lápiz sobre un papel j
C" ·
. . los grandes autores de· l a era di1c1· 6 n. C. on ese p acer y esa despuéspreg,mtan a los adultos "¿qué es?". Lo que sucedió foe
:;:;;;~;~aªsido escrito. Tengo la esperanza de que el lector encuentre esto: el adulto le habla dibujado con frecuencia algo al niño y le
había dicho: "esto es un hombre", "esto es una casa': etc. Y ahora.
esas cualidades en su lectura.
el niño pinta también rayas y preg,mta: '¿qué es esto?".
Wittgenstein

El problema de la naturaleza de la filosofía divide aguas entre los


filósofos quizá como ningún otro, pues para algunos es del todo irre-
levante preguntar qué es la filosofía o cuáles son sus principales asun-
tos. Esos autores consideran que no se trata de preguntas filosóficas
. sino de preocupaciones extrínsecas a la filosofía misma, que en el mejor
de los casos pueden interesar a la burocracia universitaria o al merca-
do editorial. Por el contrario, para otros entre los que me incluyo, hay
una dimensión y un interés filosóficos en esta cuestión. Más aún, des-
de la perspectiva que sostengo, no sólo es una cuestión filosófica legí-
tima sino una que caracteriza a la filosofía de un modo esencial.
En el presente capítulo abordo el tema desde distintos ángulos. En
el primer apartado inquiero sobre la motivación del filósofo, no en
términos de una psicología individual sino de una posición discursiva,
vehículo de una vocación peculiar. Propongo interpretar esta voca-
ción a partir de un deseo y un goce que le son propios y que sitúan a
la filqsofía como una práctica sui géneris. Su singularidad se manifies-
ta, principalmente, en el modo como usa el lenguaje para formular y
elaborar sus especulaciones. Por ello, el segundo apartado tiene como
hilo fundamental la relación entre la filosofía y el lenguaje. Por esta
vía se llega a una primera caracterización de la filosofía como análisis,
uuroaucc1ones a la fllosofía
La naturaleza de la filosofía 23

!nce:pre_t~ción y crítica del lenguaje, en una huella que no oculta su los términos en que lo hemos presentado pueden ayudarnos a corn-
msprracion en la filosofía de Wittgenstein.
prender la situación del filósofo. "Filosofía" es tal vez el nombre apro-
Finalmente, el tercer y último apartado replantea un rema clásico
piado para .ese segundo paraíso que Adán y Eva gozaron por un ins-
cuando se aborda la naturaleza, el porqué y el para qué de la filosofía,
tante. Es en rodo caso una tentación poderosa a la que todos estamos
a saber: sus co~plejas relaciones con el sentido y el lenguaje comunes.
expuestos, seamos filósofos profesionales o no. A continuación inten-
Que esca ha sido una preocupación desde los orígenes mismos de la
taré caracterizar esa tentación para recrear la reiterada e insistente pre-
filosofía lo aresrigua ya el fragmento 2 de Heráclito (siglo VT a. de C.)
gunta por la naturaleza de la filosofía.
en e! q_ue se da forma a una especie de paradoja. En efecto, dice allí
Según la tradición talmúdica, ante la envidia que sentía Sarán por
Herad1ro que el legos (lenguaje, razón,· erc.) es común a todos los
. el esplendor de Adán y de su plenitud paradisíaca, Dios quiso exhibir
h?mbres Y que sin embargo la mayoría vive su vida como si respon-
la perfección del primer hombre y hasta su superioridad respecto de
diera a un logos propio y exclusivo. Todo el apartado puede leerse
los ángeles. Entonces pidió a Satán que nombrara rodas y cada una
como una reelaboración de esca paradoja y, a través de ella, como otro
de las cosas que Dios había creado, pero aquel no pudo hacerlo. Lue-
modo de plantear la pregunta por la naturaleza de la filosofía.
go pidió lo mismo a Adán, quien nombró todas las cosas e incluso al
mismo Dios. He ahí lo que muestra el tese divino: llamar a codas las
La vocación filosófica cosas por su nombre en el lenguaje de Dios es el mayor atributo de su
obra cumbre.
La tentación Tomemos ahora ese lenguaje originario como la primera institu-
ción a la que nuestro común antepasado hubo de someterse. Ninguna
Al~o falta a_Adán y a Eva mientras se pasean por el paraíso. Una tentación lo asalta al respecto. El lenguaje de Dios es el lenguaje del
doble 1gnoranc1a los sitúa: no saben lo que sólo el fruto del árbol del mundo y es también el propio. ¡Qué no darían los filósofos por estar
~onocim~e~to les revelará, y no saben que hay algo que ignoran. Esta en posesión de ese lenguaje! El ideal de la recuperación o construcción
1~noranc1a iterada es quizá laúnica que merece el nombre de inocen- de un lenguaje semejante ha marcado más de una vez el ejercicio de
cia, capaz de constituir por sí misma un paraíso. Y es respecto de ella la filosofía. En cierto sentido, la idea misma de este lenguaje tiene la
que debe ser pensada la tentación a la que sucumben Adán y Eva. En consistencia de un mito que en diferentes orientaciones filosóficas
efecto, lo que nenra a Eva no es tan sólo el saber prometido, sino la puede tomar aspectos aparentemente contrapuestos entre sí. La lla-
fantasía de tener ese saber conservando el paraíso. Quiere saber sin mada "filosofía del lenguaje ordinario" puede ser interpretada a parcir
pagar por ello, sin perder su condición, sus privilegios. Conviene te- de este mito tamo como aquellas estrategias que oponen a dicha con-
~er presente la doble significación de la palabra latina "tentatio", la del cepción el diseño de lenguajes formales ideales para el tratamiento de
impulso irr~sistible y la de prueba o experimento. Lo que impulsa a los problemas filosóficos. Los unos ijentifican el lenguaje con el len-
Eva es experunentar lo desconocido sin que ello la transforme en orra. guaje natural; los otros, por el contrario, minimizan la importancia de
su,u~do prue~e el fr_uco tendrá ese instante de goce en el que ya sabe y este último en beneficio de un lenguaje ideal del que confían obtener
sin em~argo sigue siendo Eva. Pero .además, no se traca de cualquier los mismos servicios que aquellos esperan encontrar en el lenguaje
sabe:, srn~ de uno verdaderamente transformador, lo que refuerza la común. Pero ambos sostienen el miro de un lenguaje fundamental
pamc~landad de ese goce: saber acerca del bien y del mal y permane- destinado a ser la piedra de toque de la filosofía.
cer mas allá -o más acá- del bien y del mal.
Ahora bien, lo que tienta al filósofo no es la restauración de ese
Algunas de las ricas y múltiples significaciones del relato bíblico en paraíso. Su objetivo no es hablar "la lengua de Dios", por así decir,

.
¡11¡11
,
La naturaleza de la f!losofia 25
Introducciones a la [llosofía
24

Esca descripción se aplica con total adecuación al discurso filosófi-


sino más bien go·iar de la situación ambigua en la que puede jugar a
co como tal. En efecto, gran cantidad y variedad de material histórico
hablar ese lenguaje a partir del lenguaje común a todos. El secreto de
nos provee de ejemplos paradigmáticos. Uno de los mejores nos lo
su juego es asumir una posición especulativa al respecto, sin extraer
señala con pericia Moore en su ensayo dedicado a la negación de la
las consecuencias prácticas de sus operaciones.
realidad del tiempo por parce de Bradley. A partir del análisis que
Moore ofrece sobre algunas proposiciones de Bradley, se ponede ma-
Filosofia y desmentida nifiesto que este filósofo sólo logra mantener su. tesis a través de un
rechazo o desmentida de los usos normales de ciertas palabras como
Puede apreciarse esta peculiar situación del filósofo a partir del
"tiempo", "existe" y "real", usos que en cierto sentido el mismo autor
mecanismo de la desmentida estudiado por Freud, quien distingue
mantiene. Pero en una operación típica de la especulación filosófica,
este proceso psíquico que llama Verleugmmgde la Vt>rdrangung(repre­
Bradley no advierte contradicción o incompatibilidad alguna entre su
sión) a partir de la cual explica las formaciones del inconsciente~ las
enunciación, por así decir, y sus enunciados. Sólo el trabajo del análi-
patologías neuróticas. La desmentida le sirve a Freud para ex~hcar
sis pone de manifiesto la contradicción permitiendo superar la difi-
ciertas psicopatologías específicas, como el fetichismo, la perversión o
cultad.
la psicosis, pero también para dar cuenta de una instancia estructural
Se dirá que entonces la atribución del mecanismo de la desmenti-
de la organización psíquica en general. No nos interesa aquí la teoría
da no es pertinente para todo filósofo, sino para el tipo de filosofías
psicoanalítica por sí misma, sino la luz que puede aportarnos l~ des-
como las producidas por Bradley. ¿Acaso sería justo poner en la mis-
cripción de este mecanismo·cuando lo trasponemos a la considera-
ma bolsa a Moore y a Bradley en este punto? Aunque sin pasar por
ción de la posición del filósofo, sobre todo cuando se interroga como
alto matices y diferencias, si pensamos en la famosa "prueba del mun-
nosotros aquí por la naturaleza misma de su profesión, abriendo in-
do exterior" de Moore, y la apreciamos a partir de las obserjaciones de
cluso la puerta a perspectivas descalificadoras que derivan en una ne-
Wittgenstein al respecto, vemos que también Moore realiza operacio-
gación de la filosofía, como la que muchos atribuyen a Wittgenstein o
nes teóricas y discursivas susceptibles de ser interpretadas en el senti-
más recientemente a Rorry. do que le estamos dando a la desmentida. Así lo señala Wittgenstein
El sentido que interesa retener aquí de esta noción freudiana es el
respecto del uso que Moore hace de palabras como "saber", "creencia"
de un proceso por el cual un sujeto rehúsa reconocer una realid:d ~e
y "certeza", a mi juicio muy apropiadamente. Pero entonces, ¿no ha-
la que sin embargo tiene constancia. Se produce una verdadera esci-
bremos encontrado en Wittgenstein ese filósofo que nos libra de las
sión del yo", según la expresión de Freud: aun9.ue el sujeto sabe acerca
especulaciones desviadas derivadas de las desmentidas filosóficas? Re-
del asunto que lo traumatiza -en el caso psicoanalítico se trata de la
cuérdese aquella observación suya al final de Inuestigacianes filosóficas
castración-, no se conduce según las consecuencias efectivas de este
(!F) 125, en donde afirma que el problema filosófico es el estado civil
saber. Si intentamos captar la estructura general de la desmentida, de
de la contradicción.
modo de proyectarla a la situación del filósofo respecto de su propio
Precisemos ahora el uso de la expresión "desmentida filosófica".
discurso, consideraremos que la desmentida es la puesta fuera de cam-
Como se habrá notado, estoy proponiendo que el proceso de la des-
po del lugar de enunciación, lo cual, en efecto, vuelve "vertiginoso" y
1~emida o renegación se manifiesta en la filosofía en la peculiar rela-
sorprendente el conjunto del campo de los enunc~ados. Se instaura
c~ón que el filósofo mantiene con el lenguaje. Y esto en dos aspectos
una ruptura entre el decir y lo dicho, y la posibilidad para el sujet~ de
vinculados entre sí corno dos caras de una misma moneda: una nos
reconciliarse con su propio decir no comienza a asomar más que si las
muestra una discontinuidad entre condiciones de enunciación y sig-
dos proposiciones de la escisión empiezan a contradecirse.
27
26 Introducciones a la filosofía La naturaleza de la filosofía

nificado del enunciado; la otra despliega un lenguaje que aparenta Aunque posee elementos muy estimables, creo necesar_io super~r
~antener los usos habituales de los signos lingüísticos, pero que, al la llamada concepción terapéutica atribuible parcialmenre a Wmgensrem
igual que los fulleros que marcan los naipes con signos que sólo ellos y, por ejemplo, al Rosenzweig de El libro del sentido rnmún sano y
perciben, los filósofos manipulan en un sentido desviado, en función enfermo. Según esta concepción, la filosofía es una enfermedad de
de sus propios fines. la cual hay que curarse haciendo filosofía. Se abre así la brecha por la
En casos extremos, el primero de estos aspectos nos hace pensar en que, frecuentemente, en las discusiones mecafilosóficas se distingue
algunas tesis filosóficas para las que ni siquiera hay contextos de enun- la buena de la mala filosofía, o lo que la filosofía debe ser de lo que no
ciación concebibles. Pensemos en la afirmación de Gorgias de que debe ser. Mi intención, en cambio, apunta a comprender lo que la
nada existe, la de Bradley de que lo único real es el absoluto, la de filosofía es y no legislar acerca de lo que debe ser. En cal sentido, pro-
cualquier solipsista que afirma anee su auditorio que sólo él existe o al pongo llamar filosofía a esa posición discursiva aludida a través ~e la
menos su existencia es la única que le consta, el paso argumentativo metáfora de la tentación, cuyos mecanismos lingüísticos he descripto
de Descartes al afirmar que está soñando o que está siendo engañado trasponiendo el concepto freudiano de desmentida.
por un genio maligno, la tesis berkeleyana de que ser es ser percibido,
la sugerencia de Russell acerca de que es posible suponer que el uni- La filosofta como placer
verso haya comenzado a existir hace ran sólo cinco minutos o aquella
otra que afirma que hay datos sensoriales no percibidos por nadie, etc. Volvamospor un momento a la escena del edén. Una de las e~se-
No se srata de que estas tesis no tengan un valor o un sentido, sino de fianzas paradójicas del relato bíblico es que este mundo que ~ab1ra-
que su enunciación no es admisible más que dentro del contexto mos, en el que rige el yugo del trabajo y el fruro de la sexualidad se
de las obras que las contienen y las discusiones de los filósofos entre sí. paga con dolor y sufrimiento -según lo dispuso Dios a r~í~ del pecado
Esta situación nos lleva al otro de los aspecros mencionados. En original-, es consecuencia de la transgresión de la ley divina qu~ pro-
efecto, el significado de los términos de que se componen estos enun- hibía al hombre el conocimiento del bien y del mal. Vale decir que
ciados no puede ser el que tienen en el lenguaje natural, y en algunos nuestro mundo, el mundo que finalmente importa, sólo surgió una
casos tales términos no tienen existencia alguna en dicho lenguaje. vez que la ley que fijó el primer orden falló. Esta segunda versión es
Nada de esto sería un problema y una peculiaridad de la filosofía si también un orden instituido, pero debe su origen a una transgresión
esta desarrollara verdaderas teorías explicativas sobre alguna clase de originaria sin la cual no hubiera sido posible. Dicho crudarr_ieme,una
hechos como lo hacen las ciencias, o si dichos recursos se asumieran ruptura o falla de la ley es lo que permite que algún orden h~almen~e
en su fuerza puramente retórica o por su eficacia artística, pem, aun- se instituya y perpetúe. Después de todo, en el relato, el para1so perdi-
que a veces parece ser el caso, es dudoso que alguna vez realmente do parece más bien una excusa para justificar l_os desarreglos de ,la
haya sido o sea el caso. creación, con lo' cual lo que prevalece es que gracias a que Eva Y Adan
Ahora bien, suponiendo que se acepte esta descripción del discur- cedieron a la tentación hay algo, en vez de nada. H~ ahí una respuesta
. so filosófico, resta aún lo que considero es el principal asunto: deter- a la cuestión recreada por Heidegger: "¿por qué haj'algo Y no nada?",
minar un diagnóstico o explicación de este estado de cosas, y el senti- pregunta el filósofo. "Gracias a la tentación y a haber aceptado satisfa-
do o utilidad de la filosofía encendida según esta perspectiva. Para cer el goce por ella prometido", podemos responder.
elaborar una respuesta, me referiré a algunas alternativas de impor- Se habrá adivinado ya el juego que propongo. En lugar de pensar a
tancia frente a estas mismas cuestiones, como por ejemplo la que se la filosofía por analogía con una enfermedad, invito a concebirla por
asocia normalmente con el nombre de Wittgenstein. analogía con un goce o placer peculiares y, en este sentido, con algo
Introducciones a la filosofía La naturaleza de la filosofía 29
28

positivo. Lo que tienta en ese goce es la fantasía de estar más allá de placer y el poder. Su planteo alcanza el mayor nivel de profundidad
todo orden, de estar fuera de lugar. Y puesto que todo orden es en cuando se acerca a establecer, sin lograrlo plenamente, una relación
última instancia un lenguaje y un sentido, la filosofía se presenta como imerna entre estas dos motivaciones en la forma en que se encuentran
la promesa de un orden autodeterminado, de un sentido más allá del en la práctica de la filosofía. Podemos resumir su idea en los siguientes
sentido. Es natural, entonces, que apele a imperceptibles trucos términos: el motivo más profundo de la filosofía es la voluntad de
semánticos para lograr ese objetivo. También es inevitable que cons- dominio que expresa. Esta voluntad de dominio se cristaliza en la
tantemente se afane en darse a sí misma su propia esencia. Mientras ambición del filósofo de ostentar un saber acerca de la totalidad, no
las demás disciplinas y actividades se definen a partir de campos y por conocer cada cosa, sino por el conocimiento de los principios o
objetos externos a ellas mismas, la filosofía lucha contra la imposibili- fundamentos. Y la fuente de placer del filósofo es este saber que ad-
dad de tener algún otro, algún afuera. Ella, que promete librarnos de quiere ribetes sacrílegos o satánicos, en la medida en que la inteligen-
todo orden dando cuenta de uno más fundamental a partir del cual cia cultivada por la filosofía, al pretender el dominio de los principios,
surgiría cualquier orden concebible, paradójicamente es acechada por también pretende el dominio del principio de los principios, del prin-
la totalidad en la que se vería encerrada si finalmente alcanzara su cipal, en fin, del mismo Dios.
meta. En consecuencia, una y otra vez a lo largo de su historia, la La secuencia de reflexiones seguidas por Gaos lo lleva a la escena
filosofía se esfuerza por definirse a sí misma diferenciándose de algún de la caída y la posición de Satán frente a Dios. Volviendo entonces
otro campo, discurso o disciplina con el que teme confundirse y al una vez más a nuestra analogía, cabe preguntarse qué es esta especie
que debe reducir o someter. La historia de la filosofía es la historia de "tentación de la tentación" que atrae al filósofo. Y bien, podríamos
de estas diferenciaciones: de la retórica, luego de la teología, más decir con Lévinas, autor que también reflexiona sobre esta cuestión
carde de la ciencia natural, de la psicología y actualmente nuevamen- (véase la bibliografía al final del capítulo), lo que tienta al tentado por
te de la retórica o de la literatura. la tentación no es el placer, sino la ambigüedad en la que ehplacer aún
Asociar la práctica de la filosofía con un tipo de placer tal vez pa- es posible pero el Yo conserva su libertad. Lo que aquí tienta es la
rezca extraño. Sin embargo, no es para nada inédito en la historia de la situación en la que el yo sigue siendo independiente, en la que está, al
filosofía. En esto me encuentro en la gustosa compañía de David Hume mismo tiempo, fuera de todo y participando en todo.
y de José Gaos, para citar dos casos que me constan. El primero de Este e_srar fuera de todo y participando en todo, al que antes ya nos
ellos, valientemente declaró que el origen de su filosofía era el placer hemos referido, es la tentación del saber asociado a la filosofía, que la
que sentía al practicarla con la esperanza de un saber prometedor que, define esencialmente como una subordinación de todo acto al saber
en el peor de los casos, no haría mal a nadie por su modestia, su inefi- que cabe poseer sobre ese acto, siendo el saber, justamente, la exigen-
cacia o simplemente su ridiculez. En cuanto a Gaos, hay varios pun- cia despiadada de no pasar al lado de nada, de superar la congénita
tos en común entre su modo de tratar la pregunta por la naturaleza de estrechez del acto puro y poner así remedio a su peligrosa generosi-
la filosofía y el que estoy proponiendo en estas páginas. En sus Confe­ dad. La prioridad del saber es la tentación de la tentación.
siones profesionales, Gaos sostiene que la filosofía de la filosofía es una Tanto Gaos como Levinas conciben la filosofía como el resultado
psicología de la vocación filosófica, por lo cual responder a la pregun- de una atracción por un saber que permite entrar en cada cosa estan-
ta sobre la motivación que hay detrás de su ejercicio es un camino do más allá de rodas las cosas. Pero esto no puede ser sino una fanta-
para determinar qué es la filosofía. Esta estrategia, según nos dice, es sía, la de habitar en un paraíso hecho a la medida de una ambición
la que se sigue cuando se afirma que el asombro es el origen de la desmedida, la de participar del juego sin correr riesgos. Sin embar-
filosofía. Ahora bien, los motivos de la filosofía son, para Gaos, el go, hay un riesgo mayúsculo que el filósofo corre: quedar fuera de
,,u,uuu<:c1ones a ra ruosotla La naturaleza de la fllosofía 31

juego o jugando a una especie de raro solitario que se juega entre lenguaje, la institución más importante de codas. Abre así la experien-
colegas. · . . . cia de los límites, al punto que toda su industria parece comprometi-
Reparar en esta cuestión nos lleva a preguntarnos de qué modo ese da en trazar límites, los de la razón, los de la experiencia o del sentido,
particular goce proporcionado por la filosofía le otorga a esta discipli- pero también los de lo que es y no es filosofía, los de lo que debe y no
na su fisonomía en comparación con otras prácticas y otros campos debe ser. Y como todo límite es un corte y todo corte se ejerce sobre
de saber. Como decíamos hace un momento, hay una relación intrín- algún cuerpo o superficie, a falta de un territorio, dado su rechazo de
seca entre la típica búsqueda de la filosofía por determinar su propia cualquier determinación externa, debe practicar sus operaciones so-
norma y esencia, y por otra parte su rechazo a toda institución externa bre su propio cuerpo, arrancando cada vez de sí misma algún otro que
de su objeto. Este es el hilo que puede conducirnos al meollo de lo le haga límite para poder funcionar. Es la función que cumplen figu-
que nos tienta en la filosofía. Considerémoslo más de cerca. ras como el sentido común, el lenguaje natural, la experiencia, etc.,
Se lo ha dicho hasta el cansancio: sólo la filosofía es tema de sí pero también su propia historia o alguna tradición dentro de ella.
misma; la pregunta interesante es si cien e algún otro ,tema aparre de He aquí el panorama al que nos ha llevado nuestra reflexión a
este. Desde luego, siempre podrán citarse ciertos asuntos que parecen partir de la tentación inaugural. Como se dijo, el filósofo no quiere
percenecerle por antonomasia. Sin embargo, la historia de la filosofía enmendarle la plana al mismo Dios. No le interesa adueñarse de la
es generosa en controversias acerca de cuáles son esos asuntos, cuáles creación ni reconstituir el paraíso perdido, lo que le horrorizaría como
los métodos apropiados para tratarlos y cuál el objetivo final por lo- a cualquiera. Quiere más bien perpetuar el instante de la transgresión
grar.Jvíi impresión es que esto no tiene arreglo o, si se prefiere, que en el que codo orden y toda institución vacilan. Pero no lo anima
esta situación es necesaria a la filosofía. Y es así como una consecuen- vocación alguna por el caos y menos aún la aceptación lisa y llana de
cia de lo que la filosofía es como posición discursiva, en relación con la subsecuente caída. Su juego es inventarse su propio paraíso como
el saber, con cualquier institución y cualquier sentido. Se define como un mundo más entre otros mundos posibles. El precio que paga por
un rechazo de todo objeto y toda ley que no provenga de sí misma, lo ello es muy aleo, pues habita en un limbo que lo mantiene "a igual
que hace que siempre se desplace más allá o más acá de sí misma. Este distancia de ángeles y hombres". Pero el premio por el que lucha es
permanente desencuentro le permite afirmarse como una disciplina tan grande como ese precio, pues le permite fantasear con ser, por
entre otras. Pero mientras los otros saberes y prácticas aceptan el lími- usar una expresión de Husserl, "funcionario de la humanidad". Si
te de lo que no son, de lo que se les resiste y al mismo tiempo los rechaza someterse a las reglas de juego de cualquier institución en
constituye, la filosofía persiste en su ambición de reservarse _para sí particular, es para elevar a rango.de institución al mundo y a la huma-
algún lugar más básico y fundamental, desde el cual aspira a dar cuen- nidad enteros. Se da a sí mismo la carea de fundar un juego en el que
ta de sí misma y del conjunto de las prácticas y de los saberes. A raíz de se reserva el papel de héroe, desde la alegoría de la caverna en adelan-
ello, constantemente debe medir y verificar su propia diferencia con te, Siendo un juego para pocos, le da la ocasión de sentirse parte de
el resto. una elite esclarecida.
. . . Es dudoso que este estado de cosas pueda cambiar sin que la filo- Ahora bien, si la ficción es aún efectiva, al punto que hasta los
sofía pierda roda peculiaridad y toda razón de ser. De cara a valorarla, estados inviercen dinero para mantener filósofos, es que el juego re-
lo que constituye su gloria constituye su miseria. No es capaz de brin- sulta funcional de alguna forma. ¿Será acaso que el goce del filósofo es
darnos ningún saber positivo, ninguna teoría corroborable, como tam- compartido por todos los demás, que encuentran en la filosofía un
poco consuelo final o salvación. En cambio, está allí para recordarnos espejo que les permite desconocer la fragilidad de sus propios juegos?
lo provisorio y arbitrario de cualquier institución, incluso respecto del Como sea, mientras haya quienes continúen la partida, y quienes acep-
32 Introducciones a la Itlosofía La naturaleza de la filosofía 33

ten ser cómplices del juego, no parece que el reiterado certificado de parte de esa misma esencia esquiva y caracteriza la posibilidad de la
defunción de la filosofía sea un reporte fidedigno. Seguiremos enton- filosofía de ser transmitida y compartida por "la comunidad de los
ces haciendo filosofía, dejándonos tentar por el vértigo de andar por filósofos". No olvidemos que relatos de esta clase constituyen una
los límites de cualquier cosa, por transgredir una y otra vez los órde- parte del zen, no son meta-zen. De igual modo, la pregunta por la
nes que con mayor o menor violencia pretenden imponérsenos. Qui- naturaleza de la filosofía es una cuestión interna de la filosofía, no
zás, finalmente, haya cierta grandeza en esta tarea, si no la del héroe meta-filosofía.
husserliano al menos la del humorista hurneano, ai que en todo caso En el contexto de estas reflexiones y de sus múltiples resonancias,
no se le podrá endosar otro crimen que el de provocar una gozosa enfrentemos ahora la pregunta por la naturaleza de la filosofía.
sonrisa. La misma no nos introduce en un problema filosófico más, sino en la
cuestión a la que tarde o temprano han arribado los filósofos a lo largo
de la historia de la filosofía a partir de sus comienzos en Grecia. Por el
Filosofía y lenguaje contrario, es la reflexión sobre el puesto de la filosofía misma en la
disposición general de todas las cosas lo que constituye el rasgo distin-
Naturaleza de los problemas filosóficos tivo del filósofo frente al especialista reflexivo. A tal punto pertenece a
la esencia de la filosofía interrogarse por su propia esencia que el que
En el apartado anterior he presentado una reflexión sobre la voca- la propia naturaleza de la filosofía sea uno de sus problemas internos
ción del filósofo, lo que nos ha permitido acercarnos algo más a.la no constituye tanto una solución al problema de qué es filosofía, como
peculiar naturaleza de la filosofía. Ahora debemos enfrentar más di- un dato al que debe ajustarse cualquier solución. Tenemos así un crite-
rectamente la clásica pregunta por la naturaleza de la filosofía. Para rio de adecuación para cualquier respuesta que se ofrezca frente al
introducirnos en esta cuestión, quizá resulte relevante referirnos bre- problema de determinar la naturaleza o esencia de la filossfla. No
vemente a una anécdota perteneciente a la tradición del budismo zen, alcanza para una definición, pero establece, por vía negativa, un lími-
atribuida a Basho. Alguien preguntó al viejo maestro: "¿Qué es el zen?", te a las posibles respuestas.
a lo que Basho respondió: "He estado explicando zen toda mi vida, y . Sería. imprudente pretender dar. una respuesta exhaustiva y origi-
sin embargo nunca he podido comprenderlo". "Pero -dijo su inrerlo- nal a una pregunta que, después de haber ocupado la atención de los
curor -, ¿cómo puede usted explicar algo que no entiende?". "[Oh! grandes filósofos de 'fa tradición, aún sigue abierta. Sin embargo, a
-exclamó Basho- ¿también tengo que explicarle eso?". riesgo de repetir lo que muchos otros han dicho al respecto, no será
La anécdota sugiere diversas enseñanzas que podernos retomar si ocioso elaborar algunas observaciones, sin pretensión de originalidad,
reemplazamos "zen" por "filosofía". En primer lugar, la idea de que la sino con el objetivo de profundizar algunas de las ideas ya presentadas
filosofía es una actividad más que una doctrina, y que. su ejercicio y . - en el apartado anterior.
aun su enseñanza no se vuelven posibles sólo una vez que se la ha. Para comenzar, parece conveniente evitar la expresión nominal "la
definido. Pero entonces, en segundo lugar, parece admitirse que la filosofía" -más allá de las razones estilísticas- porque bajo esta deno-
filosofía no tiene, en sentido estricto, una definición; quizá la imposi- minación no se hallará ningún corpus definido de saber, ninguna dis-
bilidad de autodefinirse es precisamente su rasgo esencial. En tercer ciplina que a cada momento fije sus verdades y principios para todos
lugar, interrogar a su vez acerca de cómo es posible enseñar y dedicar- · aquellos que se reclaman sus cultores. Sobre el modelo de la conocida ;

se a algo cuya esencia se desconoce, no puede sino llevar a un encogi- expresión de T. Kuhn, diremos que no hay "fi.lo~ofía normal" gracias a
miento de hombros, a una ironía. Pero esta ironía ingresa ahora como la cual luego hay filósofos, sino gue, por el contrario, cada filósofo o -1
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34 Introducciones a la filosofía La naturaleza de la filosofía

escuela de pensamiento define en sus obras el sentido de lo que llama filosóficas históricamente dadas? ¿O por el contrario habrá cierros ras-
filosofía; sólo a p~rtir de allí puede hablarse de filosofía en general. · gos presentes en todas esas obras singulares, que nos habiliten a defi-
Como se ha dicho muchas veces, no ocurre lo mismo en el ámbito nir para la filosofía un campo propio? Dicho de otra manera, ¿hay
de las ciencias. Un científico no se pregunta, en tanto científico, por la algo más que costumbre y respeto a cierta tradición detrás de la pala-
esencia de su ciencia. En cierro sentido, la situación de la filosofía es bra "filosofía"?
en este punto similar a la del arre. En efecto, el uso primario de la Que una concepción de la filosofía nunca sea neutral respecto de
expresión "arre" es adjetivo, por ejemplo en frases como "obra de arce" la posición filosófica desde la cual cal concepto se forja, aconseja des­
o "expresión artística". De igual modo, podemos hablar en principio cartar el objeto, y los métodos y fines de la filosofía como candidatos
de "obras de filosofía" o "reflexión filosófica". Este uso adjetivo remire, que satisfagan la búsqueda de elementos comunes que unifiquen el
a su vez,.:arito en arte como en filosofía, al acto creador de un sujeto. campo filosófico, pues estos -objeto, método y fin- serán definidos
Es también un punto de contraste entre ciencia por un lado, y arce y en el interior de cada obra.
filosofía por otro, pues la singularidad deuna subjetividad gravita de Compárese por caso a Heidegger con Hume, o a Bergson con
modo muy directo en la realidad histórica del arte y la filosofía. El Wittgenstein; será difícil o quizás imposible encontrar coincidencias
nombre propio es una marca insuprimible en los dos campos, mien- fundamentales en cuanto al objeto, el método o los fines de la filoso-
tras que en ciencia es más bien una referencia externa y prescindible. fía. No obstante, no dudamos en incluirlos como miembros conspi-
Las observaciones anteriores acercan la filosofía al arce. La obser- cuos de la familia de los filósofos. Debemos ser capaces entonces de
vación siguiente aproxima en cambio la filosofía más bien a la cien- reconocer en sus obras elementos comunes que autoricen esa inclu-
cia. Me refiero ~l compromiso con la verdad que ambas comparten y, sión. Si no es en el plano de los contenidos, los procedimientos o las
en con:~c~~nc1a, al presupuesto que les es común respecto de la metas últimas, ¿a dónde dirigir nuestra atención?
transm1S1b1lidaddel saber que procuran construir sobre fundamen- Tal vez los problemas que cada filósofo formula e intenta resolver
tos univ~rsalme~:e compartidos. No es que el arte no tenga también varían en su especificidad, pero ¿no habrá cierto tipo de problemas
S\1 peculiar relación con la verdad, pero la tiene en un sentido muy con los que codo pensamiento filosófico se enfrenta? Si lográramos
d1ference del de la ciencia o la filosofía. No podemos extendernos caracterizar dicho tipo daríamos un paso importante en nuestra tarea.
aquí en este asunto, pues nos alejaría del hilo expositivo que estamos Consideremos seriamente esa posibilidad.
siguiendo.
El hecho de que en el núcleo de la esencia de la filosofía encontre-
A través de la comparación de la filosofía con el arte y la ciencia mos su propensión a interrogarse por su propia esencia se vincula con
esbozada en las anteriores observaciones, vemos que la práctica filosó- un rasgo que generalmente se le ha atribuido: el mencionado carácter
fica sup?ne ci~rra tensión entre la singularidad de una visión personal universal que exhiben sus preguntas y respuestas. Universal en un doble
Y la umversal1dad de un saber común a todos. Una obra filosófica sentido: por un lado, su tendencia a relacionar lo aislado, establecer
pretenderá a menudo erigirse en la filosofía correcta que todos debe- conexiones y extenderse sin considerar los límites de las ciencias y
rían adoptar, construyéndose sin embargo contra las filosofías de los saberes particulares; y universal también en el sentido de dar cuerpo a
otros. Así, la filosofía parece condenada a existir en los límites de cada un saber de validez universal, una especie de "ciencia de ciencias" que,
obra filosófica, con lo que esca tenga de singular e intransferible, pero al retroceder hacia un fundamento último autojusrificado por la evi-
ningún filósofo puede resignar el ideal de universalidad intrínseco a la dencia de su racionalidad intrínseca, permita a su vez fundar la po-
filosofía desde sus comienzos. sibilidad misma de codo conocimiento y roda racionalidad. De ral
¿Debemos entonces concluir que hay tantas filosofias como obras modo, esca imagen de sí como saber fundamental obliga a la filosofía
36 Introducciones a la fllosofía La naturaleza de la filosofía 37

a dar cuenta de sí misma en su interior, pues ella no podría subordi- mundo, mientras que aquel se concibe como una instancia exterior al
narse a ninguna ciencia, porque todo saber ha de estarle subordinado. mundo. Según dónde se ponga el acento en la reflexión sobre el len-
Podríamos utilizar la palabra "mundo" para nombrar a esa totali- guaje y sus relaciones con el mundo, surgirán diferentes tipos de pro-
dad que el filósofo pretende abarcar. A parcir de estas. consideraciones, blemas. Si se atiende a las condiciones que el mundo debe exhibir
vemos a la filosofía enfrentada a la siguiente paradoja: la de ser un para hacer inteligible el funcionamiento del lenguaje, tendremos los
suceso dentro del mundo y pretender sin embargo dar una represen- problemas de tipo metafísico; si el interés recae sobre la naturaleza del
tación racional del mundo como totalidad en el interior de ese mismo lenguaje mismo, nos enfrentaremos con las cuestiones de la lógica y la
suceso. La tensión conceptual generada por la idea de una instancia semántica; si lo que nos preocupa son los criterios para evaluar nues-
en la que, por así decir, "el mundo. se autoincluiría", ubica a la filosofía tras pretensiones de verdad acerca del conocimiento del mundo, los
en un lugar de exceso y de defecto a la vez: de exceso, pues constituye problemas serán de orden gnoseológico; finalmente, si lo que nos in-
un exilio del mundo; de defecto, pues ese mismo hecho produce la teresa es el estudio de nosotros mismos como un tipo particular de ser
destoralización de esa totalidad que pretendía alcanzar. Si quisiera evi- dentro del mundo, se abrirá el complejo abanico de los problemas
tar esta consecuencia, la filosofía debería construir un discurso abso- antropológicos, desde la política hasta la sociología, desde la ética has-
lutamente cerrado sobre sí que impidiera el desplazamiento infinito ta la psicología.
del sentido. Pero en caso de ser esto concebible, ¿no sería a costa de sí
misma? En resumen, la gran empresa filosófica se ha dirigido tradicio- Lenguaje yfilosofla
nalmente hacia una visión articulada del hombre-en-el-universo o,
con otras palabras, hacia el discurso-acerca-del-hombre-en-todo-dis- Hemos caracterizado a grandes rasgos el tipo de problemas de los
curso, pero cabe preguntarse si tal meta es alcanzable, en qué consisti- que se ocupa la filosofía, más allá de las diferencias que históricamen-
ría y, fundamentalmente, qué la haría posible. te las obras de los filósofos mantienen entre sí. Siempre será posible
Volvamos ahora a la pregunta por el tipo de problemas de los que encontrar en toda obra filosófica algunos de los aspectos que nos han
se ocupa la filosofía. La caracterización realizada nos permite recono- servido· para tipificar los problemas filosóficos. La clave de esta certi-
cer dicho tipo a partir de la fuente en la que tales problemas se origi- dumbre esrá en la comprensión misma de la naturaleza de la filosofía
nan. En efecto, si atendemos una vez más a la comparación entre la como esa reflexión sobre el lenguaje a partir de la cual se sitúa como
ciencia y la filosofía, mientras las teorías científicas son conjuntos de una instancia supuestamente fuera del mundo, desde la que luego va
enunciados lingüísticos que pueden tomar los valores de verdad o fal- a interrogar sobre el conjunto de relaciones que pueden establecerse
sedad por su comparación con diferentes aspectos o regiones del mun- entre el lenguaje y el mundo. Como se dijo, la consideración que el
do, la filosofta se ocupa de las relaciones entre el lenguaje y el mundo en filósofo hará del lenguaje no será lingüística sino, para decirlo rápido,
su más amplio sentido. Y sólo puede hacerlo trabajando dentro de conceptual: Una filosofía se nos presentará entonces como un vasto
uno de los términos de la relación: el lenguaje. Llegamos de este modo ordenamiento y una interpretación general del lenguaje. Si queremos
a la idea de que los problemas a los que se dedica el filósofo son aque- entonces avanzar en nuestra indagación acerca de la situación parado-
llos que surgen cuando se toma al lenguaje como un término· de la jica de la filosofía formulada antes, debemos intentar aclarar la natu-
relación con el mundo en el sentido metafórico con el que estamos raleza del lenguaje, entendido en los términos eh que el filósofo se
usando la palabrat'mundo", esto es, la totalidad de lo dado. Luego, el ocupa de él.
lenguaje en este sentido filosófico se diferencia del concepto de len- A fin de no extendernos ahora excesivamente.en la discusión de un
guaje que estudia la lingüística, pues este es un fenómeno más del tópico de la filosofía tan complejo como el de la naturaleza del len-
38 Introducciones a la filosofía La naturaleza de la filosofía 39

guaje y a1 ~ue le dedicaremos el próximo capírulo, tomaré como pun- presenta como discontinua, esro es, nunca estoy frente al agua o a la
t~ de partida algunos de los aspectos más importantes de las concep- sal, sino a alguna muestra o trozo de esas sustancias. Ahora bien, en
cienes desarrolladas por Wittgenstein a partir de los años treinta. Lo manos de Wirtgenscein el lenguaje se comporta como una de esas
que interesa destacar aquí es el modo en que dichas concepciones sustancias y su lugar en la oración no es el del argumento sino el dd
afectan nuestra comprensión de los problemas filosóficos y de la natu- término predicado. "Lenguaje" no podría ser usado legírimamenre
raleza de la filosofía. . como un término singular absrracco; no es el nombre de un todo ni el
. En su ~srudio acerca del argumento del lenguaje privado en de alguna esencia. Pero, se dirá, esre argumento depende excesiva-
Wmgensrern, Kripke señaló que la cuestión de fondo presente en di- mente de particularidades lingüísticas y, por otra parre. aunque no sea
cho argumento es "¿Cómo puede mostrarse que el lenguaje es posi- el nombre de un universal, "lenguaje" sigue siendo en tan ro predica-
ble?": aclarando en noca al píe que se traca de una típica cuestión do el nombre de un atributo que determina una clase, por lo que se
kantiana. La formulación de la pregunra no es explícita en los textos supone un conjunto de rasgos reconocibles que determinan unívoca-
de Wittgenstein, pero atraviesa numerosas observaciones sobre la mente lo que es lenguaje distinguiéndolo de lo que no lo es, con lo
naturaleza del lenguaje en general. Una razón para no haberla for- que finalmente habría un resto de esencialismo. A lo primero puede
mulado es que Wittgenstein no podía considerar positivamente una responderse que, aun prescindiendo de accidentes lingüísticos e in-
cuestión "trascendental", en el sentido de que su tarea era más bien cluso idiomáticos, lo fundamental del argumento subsiste. Sólo por
mostrar la raíz de esta pregunta y disolver el problema filosófico a que comodidad y simplicidad se han utilizado algunos aspectos del len-
da ld~ar. La pregunta por las condiciones de posibilidad del lenguaje guaje natural. En cambio, la segunda observación no se neutraliza tan
permiten buscar un fundamento situado en una instancia más básica Hcilmenre. En rigor de verdad, hay que mostrar todavía cómo se las
que el lenguaje mismo, lo que para Wittgenstein resultaba un mo- arregla Wittgenstein para evitar una recaída en el esencialismo, para
vimiento argumentativo ilusorio. Un modo de comprender la con- lo cual debemos volvernos hacia su uso de la expresión "juegos de
cepción ~el lenguaje en Wittgenstein y su importancia .para la lenguaje".
comprensión de la actividad filosófica, es verla a la luz de esa pregun- En primer lugar, puede observarse el plural "juegos", lo que indi-
ta. Observémoslo más de cerca. rectamente pluraliza al lenguaje mismo. La respuesta de Wittgenstein
~eformulemos la cuestión en términos heideggerianos antes que es ahora "hay juegos de lenguaje' y, como es sabido, niega que haya
kantianos. En lugar de "¿Cómo es posible el lenguaje?" tenemos "¿Por algo común a todos los juegos, la esencia que los haría tales. Los jue-
qué hay lenguaje y no nada -o alguna otra cosa más fundamental en gos de lenguaje son, según se diceen IF, redes de semejanzas y diferen-
su lugar?" Puesto que se trata, según su perspectiva, .de un salto al cias que se entrecruzan en diversos grados y maneras, como "pareci-
vacío a~~umenrarivo,la respuesta de Wittgenstein es simplemente "hay dos de familia", como un manojo de fibras que dan consistencia a un
lengua;e , que es como anular la pregunta o responder "porque sí". Es tejido que no tiene ninguna fibra central que lo sostenga (volveremos
la ~füma_ción de una contingencia originaria respecto del lenguaje, su sobre este concepto en el próximo capítulo). El lenguaje es pensado
· resisrencia a cualquier reducción explicativa. Esca afirmación de con- así como una sustancia con la cual se pueden armar diversas configu-
rin_genciaafecta en profundidad el concepto mismo de lenguaje, ense- raciones. Al no definir una forma fija siempre idéntica a sí misma, su
guida veremos en qué sentido. ' · totalización no puede ser sino imaginaria. Contingencia y no totali-
En el lenguaje natural, el esquema "hay ... " se completa frecuente- dad son entonces notas distintivas del lenguaje en la concepción de
mente con los llamados términos-masa, como "aguá', "tierra" o "sal". Wittgenstein, al menos a parcir de la década del treinra.
La caracceríscíca más saliente de estos términos es que su referencia se No hay un origen del lenguaje, sólo comienzos siempre múltiples
40 Introducciones a la filosofía La naturaleza de la f!losoíla 41

y diversos. Su naturaleza no es la del árbol sino la del rizoma, pues· al filosofía surge precisamente de la indeterminación semántica del len-
igual que estos vegetales, se extiende en una horizontalidad casi super- guaje natural. Dicho de otra manera, el lenguaje no viene con una
ficial, y cualquier fragmento de esa extensión puede dar lugar a nue- interpretación ya dada en forma definitiva, y el uso lingüístico contie-
vas ramificaciones. Además, no se trata de una multiplicidad que tar- ne la posibilidad permanente de reinterpretar los signos. Esto no es
de o temprano se reduzca a un único punto de origen, sino de una más que una condición necesaria muy general, pues tomada en su
heterogeneidad plural que atraviesa el lenguaje de un extremo a otro, sentido· más laxo, la comparten todas las actividades humanas, cómo·
por así decir, ofreciendo una resistencia definitiva a todo intento la ciencia y el arre, por caso. Falta definir con mayor claridad la espe-
reduccionista. Junto a la metáfora botánica podemos recuperar tam- cificidad propia de la filosofía en relación con las características del
bién la del laberinto: "El lenguaje es un laberinto de caminos -nos lenguaje antes enunciadas.
dice \XTittgenstein en !F 203-. Vienes de un lado y sabes por dónde Lo propio del trabajo del filósofo es la creación conceptual al ser-
andas; vienes de otro al mismo lugar y ya no lo sabes" . vicio de la comprensión más amplia posible del funcionamiento de
. Esta observación refuerza la heterogeneidad y multiplicidad antes .Ios conceptos que se reflejan en el uso del lenguaje. Se trata de una
referida, pero agrega algo más, pues sugiere que es difícil o quizás tarea de creación, no en el sentido de construcción de lenguajes artifi-
imposible aplicar la identidad a un fragmento de lenguaje cualquiera, ciales -aunque esto pueda a veces ser útil- sino en el sentido de que
ya que constantemente el "lugar" identificado y determinado puede requiere ascender en la estructura conceptual hacia las nociones más
cambiar completamente extraviando una vez más al sujeto. Es preci- abstractas y abarcarivas para proyectar desde allí un orden comprensi-
samente la idea del laberinto: lo que se presenta como una salida se vo sobre el conjunto de hechos lingüísticos considerados. Ahora bien,
descubre como una trampa que nos retiene prisioneros. tal atalaya sinápiica es una conquista del trabajo filosófico, no un dato
En resumen, "lenguaje" no refiere a una unidad formal, sino a una del que parte. Este aspecto creativo es minimizado o incluso rechaza-
pluralidad diversa de acciones, disposiciones y capacidades entreteji- do en la posición de Wittgenstein, injustamente según estimo. En
das indisolublemente con instituciones y prácticas compartidas en el cuanto al énfasis puesto en los conceptos, no debe interpretarse corno
seno de las comunidades humanas. Es lo que Wittgenstein destaca un expediente cómodo que apela a entidades especialmente oscuras.
cuando afirma que imaginar un lenguaje es imaginar una forma de Después de todo, un concepto podría ser definido como una clase
vida. Lo que interesa enfatizar aquí es que el universo del lenguaje se sinónima, y los criterios para la identificación de conceptos, o para la
presenta como plural y en expansión permanente, irreductible a una atribución de su adquisición pueden formularse en términos pura-
instancia totalizadora que haga de él una teoría. A partir de estas indi- mente lingüísticos.
caciones tenemos que retomar nuestra pregunta por la naturaleza de
la filosofía. La visión sinóptica
Es el lenguaje el que nos hace filósofas. O mejor aún, las diferentes
filosofías son otras tantas posibles interpretaciones u ordenamientos con­ Quiero ahora referirme a la utilidad y necesidad de esta tarea, te-
ceptuales de nuestro lenguaje. Como dijimos, es un error concebir al mas siempre controvertibles cuándo se discute la existencia y el estatus
lenguaje natural sobre el modelo de una teoría. Sin embargo, para de los problemas filosóficos. No parece razonable pretender que la
aquellos que piensen que hay teorías subyacentes en el lenguaje natu- filosofía sea necesaria, en primer lugar, porque podría desaparecer si
ral, seguiría siendo posible concebir la filosofía, o bien como un in- la evolución de nuestra cultura así lo determina. Pero además, porque
tento de esclarecimiento de dichas teorías, o bien como una supera- el funcionamiento de nuestro lenguaje no depende de la claridad que
ción de ellas. En mi opinión, la opción más prudente es pensar que la los filósofos logren respecto de sus estrucmras conceptuales más pro-
La naturaleza de la filosofía 43
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fundas. En cuanto ¡·fa utilidad, depende ya de la incerpreración que Al retornar ahora a la situación paradójica presentada antes, vemos
demos de esa visión sinóptica perseguida por el filósofo. Al respecto, que dependía de una mala comprensión de la visión totalizadora ~ue
cabe esrablecer" una oposición básica entre una visión de la filosofía busca el .filósofo. En efecto, no se trata de alcanzar "el punto de vista
según la cual esta debe proporcionarnos el sistema total y definicivo de la totalidad" en un supuesto ultra o inframundo, sino de una vi-
de los conceptos que sostienen el funcionamiento de nuestro lengua- sión sinóptica en el mundo (en los términos de nuescr~ imag~n, en el
je, y otra que, respetuosa de la pluralidad de estructuras y prácticas curso del río). Esca visión conserva un carácter provisorio y abierto, de
lingüísticas, concibe la carea del filósofo como un trabajo siempre lo- modo que la filosofía misma tiene una historia y pue_de evolucionar.
cal y puntual sobre problemas.particulares. La primera invoca implí- Se trata de un trabajo constructivo que el filósofo realiza con sus con-
citamente la posibilidad de unafilosofla idealque cumpla el sueño de géneres, y cuya consistencia y especificidad de~enden de .la fon~rnla-
la fundamentación última de tóda teoría y toda praxis; la segunda, en ción de problemas filosóficos particulares a parur del ~unc10nan11enrn
cambio, asume la parcialidad y provisoriedad de la filoso/la real sin del lenguaje. La sinopsis en cuestión es esencialmente incompleta, por-
por ello renunciar a un ideal de la filosófla corno visión sinóptica que que 110 puede incluir toda la verdad, ya ~ue esr~ limitada p_or los con-
proporcione un ordenamiento general y clarificador de nuestros con- dicionamientos de la época y por la smgnlandad del suJeto que la
ceptos. Ahora bien, la filosofía ideal resulta una exigencia que una desarrolla. Pero esto no la hace menos útil para la comprensión de los
producción filosófica concreta nunca estará segura de satisfacer. Por problemas de que se ocupa. Por lo demás, esta inco~~lecud nos ~~r-
un lado, esto alienta actitudes dogmáticas, ya que cada filósofo podrá mire revisar las condiciones de la formulación paradójica en cuesnon,
pretender ser el artífice de la filosofüt'jdeal, sin otra desmentida que el en el sentido de denunciar como ilusoria la idea de totalidad con la
hecho de que muchos otros filósofos no están de acuerdo con él. Por que a veces aparece usada la palabra "mundo". Dicha r~ralídad rie1~e
otro lado, genera un abismo enrie la promesa de la filosofía y aquello un estatuto puramente imaginario sólo sostenido como ideal re~ulan-
que los filósofos son capaces de ofrecer efectivamente, lo que no pue- vo por la práctica filosófica real. Es decir, no hay '~el punto de vista de
de redundar sino en el desaliento de quienes la practican y el descrédi- la totalidad" sino una pluralidad de puntos de vista. Cada ~unco de
to ante el público restante. Por el contrario, la posición que propugno vista levanta un punto de vista ideal cuya función es normativa. _Des-
hace de la filosofía una actividad entre otras, cuyo aporte específico a de luego, esta función es esencial y de ella dependen algunas nociones
la evolución cultural es la clarificación de cuestiones conceptuales sur- fundamentales de las que se ocupa la filosofía, como la de verdad,
gidas en la práctica lingüística institucionalizada. Tal actividad no tie- f
para poner can sólo un ejemplo. Dicho de o era man~ra, no htty losoji«
ne fin en un doble sentido: es ilimitada en su conjunto porque se real sin ideal de la filosofia. La filosofía no puede resignar su búsqueda
alimenta del lenguaje, que carece de límites precisos y que está en de visión sinóptica y generalidad, porque ello sería abandonar su ras-
constante proceso de transformación; y no tiene fin porque no apwna go más sobresaliente y específico. · .
a un estado de cosas final al que la filosofía arribaría. Quizá pueda parecer ahora que el énfasis puesto e~, el lengu~Je Y
Si volvernos ahora a preguntar por la utilidad de la filosofía, la en el análisis conceptual diluye la grandeza de la filosoha Y la aleja de
encontramos en su capacidad analítica y crítica para abrir más y más las cuestiones más urgentes que hacen a la condición hu~a~~- ~ero
. él flujo vivo del lenguaje y el pensamiento. La rarea del filósofo en su no hemos reducido los problemas filosóficos a problemas l11.1gu1st.1~os .
mayor dimensión es, por así decir, limpiar el lecho del río de ese flujo El lenguaje da al filósofo un punto de partida para conscrulf ~a visión
vivo para aumentar su caudal e incluso colaborar en la ingeniería ne- sinóptica de la que hemos hablado. Es oporrun~ ev~car aqu1 el con-
cesaria para modificar cursos, construir diques y administrar recursos traste establecido al comienzo entre filosofía y ciencia respecro d~ l.a
para el mejor aprovechamiento de la energía. singularidad del sujeto. La visión sinóptica en cuestión no es una vi-
! La naturaleza de la fllosofia
44 Introducciones a la filosofía 45

1
¡¡ sión desde ningún lugar". Si se piensa en los juegos de lenguaje que ciente justicia a las finas distinciones conceptuales, en favor de la inte-
il describe el filósofo como mapas conceptuales construidos para repre- gración constructiva de puntos de vista abarcadores y generales. Aun-
~
il
sentar la articulación del pensamiento con el mundo, no ha de olvi- que esta oposición pueda ser válida en ciertos casos y para ciertos fi-
~ darse que tales mapas sólo funcionarán en la medida en que un sujeto nes, considero que no es en general fructífera a la hora de decidir y
.\{
se ubique en ellos a los efectos de orientarse. Esto supone la dimen- evaluar estrategias filosóficas. La razón de ello es que el análisis puede
¡¡ sión de un acto de "autoadscripción de localización" no identificable ser un camino eficaz para formular problemas muy generales,
11.;
con ningún punto representable en esos mismos mapas. Dicho en abarcadores e integradores, en una palabra, sintéticos. En consecuen-
l1,i forma más directa, no estamos diciendo "todo es lenguaje". Muy por cia, el mero hecho de que se esté anee problemas presentados en tér-
el contrario, la concepción de la filosofía esbozada en estas páginas minos globales y generales no es un obstáculo para su poder analítico.
11 enfatiza el rasgo de incornpletud que marca inexorablemente la bús- En el presente apartado mi estrategia estará orientada en ese últi-
queda de claridad y comprensión. La fuente de la filosofía se encuen- mo sentido. Me propongo desarrollar un problema muy general e
tra precisamente ahí, en ese punto de sutura siempre desplazado, por integrador, que borrará sin duda importantes matices conceptuales y
el cual una subjetividad se sitúa en una trama singular de vida y len- diferencias de nivel. A esta orientación obedece que en el título mis-
guaje. La filosofía se representa así como esa peculiar actividad que mo se utilice una expresión tan poco común como "lo común", en
describe círculos cada vez más amplios a través de los cuales un punto lugar de otras más familiares. Mi propósito es caracterizar un concep-
de vista singular busca su comprensión autoinclusiva, siempre provi- to de lo común que pueda servir para cubrir diversos conceptos más
soria, incompleta y fallida. La medida de grandeza de una obra filosó- específicos y de distintos ámbitos. Pero es precisamente el escalpelo
fica está dada por su capacidad para tejer amplías redes conceptuales del análisis el instrumento que permitirá deslindar este concepto de
en las que una multiplicidad anónima e indefinida de sujetos pueda otros con los que está entretejido en discusiones y problemas de nota-
reconocerse. Los problemas filosóficos son los puntos de concentra- ble protagonismo en la filosofía contemporánea, y de unamo menos
ción, los nudos que dan consistencia a la trama. notable insistencia a lo largo de la historia de la filosofía.
Hay expresiones que muchos filósofos han usado en el desarrollo
de variados debates con distintas finalidades. Sin pretensiones de ser
La filosofía y lo común exhaustivo pueden mencionarse las siguientes: "sentido común", "mun-
do común", "vida común", "lenguaje común", "naturaleza común",
Concepto paradójico de lo común "psicología común". Lo que intento indagar es qué es lo común a
esas diversas apariciones del adjetivo "común", si es que hay tal
Cuando se hacen consideraciones metodológicas, muchas veces se elemento constante. Por otra parte, cuestiones filosóficas que no apa-
oponen en filosofía las estrategias analíticas a las sintéticas o construc- recen explícitamente relacionadas con alguna de estas expresiones,
tivas. Según las primeras, debemos tratar problemas filosóficos clara- pueden ser interpretadas a partir de la pregunta por el estatus de
mente especificables en su particularidad, separar lo separable, estar lo común en filosofía. Así, cuando se trata de conmensurabilidad o
atentos a la minucia, distinguir niveles e instancias y no pretender inconmensurabilidad de lenguajes, teorías o paradigmas, se está tra-
luego borrar las articulaciones del análisis en beneficio de sistemas tando también de si hay o no una medida común; cuando se desarro-
más o menos especulativos e integradores. Las segundas, en cambio, a llan discusiones metafísicas, semánticas y epistemológicas en torno
menudo muestran sensibilidad sólo para las grandes palabras, las del relativismo, el realismo, el antirrealisrno y el irrealismo, algunas de
dicotomías de trazo grueso y la visiones de conjunto, sin hacer sufi- las expresiones antes mencionadas son obviamente pertinentes, como
47
inrronucciones a la ltlosofla 'La naturaleza de la filosofía

"lenguaje común" o "mundo común"; en el ámbito de la filosofía prác- a lo común, Heráclito señala que la mayoría no se rige por ello. He ahí
tica, nos preguntamos por la existencia o no de una dimensión co- ya una figura paradójica que toma lo común: siend~ un ~rden general
mún que caracterice la humanidad del hombre, su peculiar condición destinado a-proporcionar fundamento, es desconocido o ignorado_ror
de animalpolltico. . la mayoría. Se abre así un cometido para la filosofía: guardando fide-
Mi ambición es más bien establecer un problema que ofrecer nue- lidad a !o común, enseñar a los hombres el camino que pueda condu-
vas respuestas a problemas ya constituidos. Sin embargo, como es pro- cirlos hacia ello. Pero si la mayoría supuesramente sometida al mismo
pio de la filosofía, el desarrollo del problema impondrá cierras solucio- orden común parece arreglárselas muy bien ignorándolo, ¿cómo po-
nes y permitirá evaluar otras. En este sentido, sostendré, por un lado, dría el filósofo enmendar lo que el logos por sí mismo no ha logrado?
que es importante esclarecer los vínculos que la filosofía mantiene con Es de suponer que sí la generalidad de los seres humanos no se guía
lo común según algún concepto pertinente asociable a esta expresión, por lo común, es porque no hay acuerdo en qué sea lo com~tn. Ya lo
y por otro, que la relación que la filosoHa mantiene con lo común dice el repetido adagio: "el sentido común es el i_nenos comun de los
tiene el aspecto de la paradoja. En definitiva, abogaré por una cons- sentidos". Resulta entonces que lo común adquiere ahora el aspecto
trucción paradójica de lo común en filosofía, contra otras posiciones de una rarea, un orden por construir y no un punto de partid~ dado.
en las que cal dimensión no es asumida. Cuando esto último ocurre, o Claro que esro no resuelve la cuestión sino sólo la profundiza. En
bien se sacrifica la dimensión constructiva y conceptual de lo común, efecto, si el filósofo es uno más de aquellos que pretenderían hablar
o bien se sacrifican algunas de las notas esenciales de dicho concepto, en nombre de lo común, sólo podrá realizar su trabajo si hay algo
sin ~s cuales lo que lo hace un concepto de lo común se pierde. dado a lo que apelar para vincular a los más en la misma empresa en la
La necesidad de la filosofía de guiarse por lo común la expresó ya que él se ha embarcado. Luego, ha de construir un concepto de .lo
Heráclito en el comienzo mismo del pensar filosófico. En el fragmen- común con la pretensión de fundar en él ese orden general previa-
to 2 nos dice que conviene seguir lo que es general a todos, es decir, lo mente dado a todos. La paradoja se presenta aquí con toda crudeza:
común. La palabra clave de Heráclito es "logos ·: Es el logos lo que siendo una tarea por construir, lo común es "lo dado con lo dado",
afirma como general a todos, aunque, como también sostiene, lama- para usar una expresión de Strawson. Es decir, lo con~ún está dadope~o
yoría vive como si tuviera una inteligencia propia particular. no nos está dado. ¿Cómo hacer frente a este extraño giro que ha adqui-
La palabra "legos", con su riqueza semántica, sería quizá la más rido nuestro asunto? ·
adecuada como hilo conductor para caracterizar el concepto de lo co-
mún en su mayor amplitud y neutralidad. El diccionario consigna dos Dato y construcción
grupos de acepciones: uno según el cual significa palabra, expresión,
definición, proposición, declaración, afirmación, máxima, refrán, man- Mantener la estructura paradójica de esta enunciación de lo co-
dato, resolución, promesa, condición, pretexto, oráculo, ejemplo, na- mún supone no ceder a la tentación de resolver la censi_ón conceptu~I
rración, conversación, argumento, hecho, fábula; el otro incluye va- en favor de ninguno delos dos polos: el de lo dado con independencia
riantes como razón, inteligencia, rectitud, criterio, buen sentido, fun- de toda mediación conceptual y el de una construcción concep_tual
damento, prueba, explicación, justificación, juicio, relación, corres- sin dato, una especie de creación ex nihilo. Sin emb~rg~, la ac:itud
pondencia y proporción. Es imposible hallar en castellano un término más frecuente en filosofía ha sido, por así decir, reduccionisra As1 por
que reúna todos estos matices. Quisiéramos retener aquí algunos en ejemplo, toda vez que se ha pensado lo comú~ corno l.o dado en, una
especial: palabra, expresión, orden, relación, razón, fundamento. . experiencia originaria e inmediata, se ha perdido de vista su caracrer
Ahora bien, ocurre que al mismo tiempo que atribuye generalidad conceptual y constructivo.
48 Introducciones a la filosofía. La naturaleza de la filosofía 49

1
En la filosofía contemporánea, el ejemplo paradigmático de esta este desarrolla la idea de que el lenguaje no es algo común dado a sus
actitud está representado por Husserl, quien concibe lo común como usuarios, sino una teoría momentánea formulada para interpretar la
1! lo primero, originario e inmediato. No es este el lugar para desplegar conducta del prójimo. Desde esta perspectiva, el lenguaje común es
un análisis critico del pensamiento de Husserl al respecto, pero sí co- una coincidencia entre teorías momentáneas, la propia y la ajena. Sólo
rresponde señalar que para que sea posible pensar lo común como que, como lo indica la concepción davidsoniana de la interpretación
originario, es preciso desconocer el impacto de todo factor que radical, la ajena se comprende a partir de su traducción a la propia.
mediatice la relación de la subjetividad consigo misma y con lo obje- Para ilustrar con mayor énfasis y claridad sus ideas, Rorty imagina
1 tivo como tal, por ejemplo el lenguaje, la temporalidad y la intersub- que el otro sobre cuya conducta uno formula su teoría interpretativa,
j jetividad. En efecto, ¿qué se hace de esta presencia inmediata de la
conciencia a sí misma y al mundo si la propia subjetividad está media-
es un nativo de una cultura exótica. Rorty describe el encuentro entre
intérprete e interpretado en términos de un enfrentamiento en el que
da por el lenguaje, el tiempo y la existencia del prójimo? cada uno se enfrenta al otro como "a mangos o a boas constrictoras".
En el extremo opuesto encontramos a aquellos filósofos que con- Aquí no sólo lenguaje y mundo han perdido su dimensión co-
ciben lo común como una construcción relativa y contingente, pensa- mún, sino también cualquier cosa que cuente como humanidad. Y
da bajo el modelo de lo propio. Entre los muchos ejemplos que cabría nada en este caso imaginario obsta para que se aplique a nuestros
mencionar se destacan autores como Davidson y Rorty. En verdad, vecinos y familiares; por ello cabe atribuir a Davidson-Rorty una ima-
seria posible señalar diferencias importantes eritre ambos. Incluso al- gen según la cual si algo es mi prójimo, lo es en virtud de una hipóte-
guien puede discutir que se una el nombre de Davidson a alguna clase sis momentánea. Lo que, salvo por lo de "momentánea", no deja de
de relativismo. Mostraré a continuación en qué sentido constituyen tener un sabor rancio y tradicional.
versiones similares en corno de lo común. Sea cual fuere la evaluación que merezca esta posición, es cierto
Rorry, al delinear la figura del ironista liberal, sostiene que lo dado que en ella lo común pende del frágil y delgado hilo de la hipótesis y
consiste en un léxico último, un conjunto de palabras que proporcio- la conjetura. Lo único constante y sonante es lo propio, que en tanto
nan las justificaciones más básicas para los hablantes del lenguaje al contingencia originaria no se sostiene de ningún fundamento. Ex-
que pertenece el léxico en cuestión. Este léxico es contingente y revi- puesta la situación en estos términos, no veo cómo puede escaparse
sable, y la posición del filósofo transformado en ironisra se define por del relativismo más extremo e inconsistente. Una vez que se ha sacri-
su actitud crítica permanente frente a su léxico, por rechazar la posibi- ficado enteramente lo común, nunca se llegará a ello por la vía de lo
lidad de autofundamentación del mismo y por no atribuir ninguna propio, menos aún si toda su sustancia se reduce a la de una conjetura
legitimidad especial a este léxico frente a otros posibles. En contraste, proviso na.
al ironista se opone, según Rorty, el filósofo del sentido común, quien He ahí las opciones extremas a las que me refería. Con Husserl
erige su léxico en la medida de todo léxico alternativo. aseguramos lo común a costa de que no dependa ni de nuestros es-
Según esto, el ironista Rorcy concibe lo dado corno lo propio con- fuerzos constructivos ni de los de nadie, pues es lo dado a todos como
tra aquellos que asumen lo propio como lo común. Si lo común final- un factum apriorístico, Io puede aparecer como arbitrario a una filoso-
mente ha de aparecer, será como resultado de la conversación entre fía crítica. Por el contrario, Rorty y Davidson nos devuelven la capaci-
hablantes de distintos léxicos. Lo común nunca está dado, sólo lo dad de una acción constructiva, pero al hacerla depender de lo dado
propio lo está. A lo sumo, en el punto de partida hay pluralidad de como lo propio, tornan a mi juicio inconcebible lo común. ¿Es posi-
lenguajes, pluralidad sólo hipotética, conjetural. ble escapar a esta alternativa] Es al menos el desafío que debemos
En este momento, Rorty apela a un artículo de Davidson en el que proponernos enfrentar. Lo que tenemos que hacer es lograr una res-
ou Introducciones a la filosofía La naturaleza de la fllosofia 51

puesta frente a Ia cuestión de cómo es posible concebir lo común veía en el fragmento de Heráclito. Profundicemos la estructura de esre
~orno ~lgo que hacemos y, al mismo tiempo, como induyendq .una argumento en la versión de Aristóteles.
instancia previa constitutiva de eso que hacemos. En AP 99b 15, Aristóteles se pregunta cómo llegan a ser conoci-
. dos los principios inmediatos que son básicos para el conocimiento
Platón y Aristóteles: una interpretación demostrativo y qué facultad los conoce. Al respecto sostiene que ni los
poseemos por nacimiento ni podemos conocerlos como algo entera-
Comencemos por consignar algunas de las características más rele- mente nuevo respecto de lo cual no reníamos ninguna relación previa.
vantes de lo común: se trata de algo general, que se impone con nece- En consecuencia, propone una facultad específica, un sentido común
si~ad mientras rige y que se experimenta en la inmediatez y esponta- por acción del cual la repetición de muchas sensaciones da lugar a una
neidad de la vida ordinaria. Quien nos aporta una valiosa ayuda para diferencia, y esta a un concepto (legos). Como ilustración final de su
comprender cómo nos relacionamos con algo de estas características explicación propone una sugestiva semejanza. Según nos dice, los prin-
es Aristóteles. En los Ana.líticos posteriores (AP), retoma un problema cipios provienen de la sensación y, "al igual que en una batalla, si se
que ya había interesado a Platón. Se recordará que, en Menán, Sócrates produce una desbandada, al detenerse uno se detiene otro, hasta vol-
c~nsidera una pregunta de Menón en estos términos: "Según (lo que ver al orden del principio. Y el alma resulta ser de tal manera que es
dices) no es posible al hombre indagar lo que sabe ni lo que no sabe. capaz de experimentar eso. En efecto, cuando se detiene en el alma
No indagará lo que sabe porque ya lo sabe, y por lo mismo no tiene alguna de las cosas indiferenciadas, se da por primera vez lo universal
necesidad de indagación; ni indagará lo que no sabe, por la razón de en el alma".
que no sabe lo que ha de indagar" (1957, p. 419). La respuesta de En este contexto, no nos interesa el plano psicológico implíciro en
Sócrates frenre al planteo de Menón es la teoría de la reminiscencia. la argumentación aristotélica sino su esquema global. Arisróreles afir-
Supongamos ya plenamente desarrollada en la obra de Platón la teoría ma que llegarnos al logos como orden común, mediante un proceso
platónica de las ideas. Lo que aquí nos interesa de esta teoría es el cuyo punto de partida tiene el aspecto de un caos indiferenciado que
panicular vínculo que establece entre una instancia previa en la que por repetición permite introducir la diferencia propia del concepco.
los conceptos nos han sido dados y una instancia posterior en la Ahora bien, la comparación de este proceso con la detención de un
cual pueden ser recuperados como consecuencia de que se los retiene ejército en fuga en medio de una batalla establece un proceso en tres
en la forma del olvido. La matriz de este argumento introduce un etapas: la primera corresponde a un orden previo que se ha perdido
elemento "paradójico" en nuestra relación con los conceptas. En efec- -el ejército antes de la foga-, la segunda es el caos que resulta de la
t?, tenemos los conceptos, en una palabra, lo general, y al mismo pérdida de ese orden -la desbandada-; finalmente, la última erapa es
nempo no los tenemos. El momento de una pérdida de relación con la reconstitución del orden cuando los diferentes movimientos de los
las ideas es estructural: necesariamente, la idea· aparece como lo soldados responden al mando y decimos que el ejército detuvo su
reencontrado, primero perdido y luego recuperado. Pero además, el fuga. De la misma forma que en la analogía encontramos un orden
primer momento queda en cieno sentido como mítico, o al menos su previamente dado, en el acceso a los principios suponemos una ins-
consistencia le viene del segundo momento, el del recuerdo que supo- tancia ya dada a codos por medio de la cual puede reconocerse a di-
ne el previo olvido. Si ahora utilizamos esta matriz para nuestro pro- chos principios como universalmente válidos.
blema en torno de lo común, encontramos que, en cierro sentido, lo Lo que quiero retener aquí es la imagen de que lo común es una
común se construye como previamente dado en un momento posterior. instancia a la que se llega cuando logra detenerse la corriente
Tenemos lo común, y sin embargo debemos conquistarlo, como ya se indiferenciada de lo dado. La pregunta por el cómo nos remire a un
52 Introducciones a la fllosofia La naturaleza de la fílcsofla
53
1

plano empírico que aquí no nos ocupa. Lo importante es advertir la ble lo común. Pero, se dirá, ¿no es una mistificación del lenguaje otor-
necesidad de suponer un elemento cuya acción se requiere para que garle. a este foque normalmente les atribuiríamos a sus hablantes? ¿No
desde ese hipotético estado originario de indiferenciación sea posible somos acaso nosotros los que construimos lo común a partir de nues-
1
{ arribar al legos común. Propongo que el mejor candidato que tene- tras recíprocas acciones lingüísticas y no lingüísticas en el mundo?
1
' rnos para desempeñar este papel es el lenguaje. A diferencia de lo que Volvamos al esquema argumentativo que habíamos encontrado en,
1 en este sentido afirman Rorty y Davidson, necesitamos partir del len- Platón y Aristóteles. Lo común se nos presenta ahora como un o;d~n
guaje corno piedra de toque de un orden común en el cual ya nos ~ue constr~imos colectivamente a través de nuestras acciones lingüís.
encontramos, aunque al mismo tiempo reconozcamos que su "enti-. t~cas y no lmgüísticas, pero asumiéndolo al mismo tiempo como pre-
dad" consiste toda ella en una praxis colectiva que no recibe apoyo de vio, al punto que podríamos decir tamo que él nos hace a nosotros
ningún fundamento último, aunque sí quizás una explicación empíri- co1_110 que nosotr?s lo hacemos a él. La clave está en el modo en que
ca dentro de alguna teoría científica. Debemos considerar esta apela- articulemos la primera persona del singular con primera la persona
ción al lenguaje detenidamente. · del plural y en el papel que hagamos desempeñar en esto a la realidad.
Desde ~l puntode vista del hablante, hay un orden previo dado por el
El papel del lenguaje len~u~~e y su artic~lación con el mundo. Es este orden previo el que
posibilita y condiciona su posición de ser hablante. Pero, por otra
En diversos artículos, Gadamer (véase bibliografía) retoma el cita- parte, hay una acción colectiva expresada por el "nosotros" según la
do pasaje de Aristóteles para aplicarlo al aprendizaje del habla y a la cual lo común es obra nuestra. "Nosotros y el mundo hacemos con-
consideración de la naturaleza misma del lenguaje. En uno de esos juntamente a nosotros y al mundo", diríamos con Putnam.
artículos, luego de resumir el pasaje de Aristóteles sobre el ejército en Ahora es posible precisar el concepto de lo común que int~!'ntamos
fuga, dice que lo mismo ocurre con el aprendizaje del habla. No hay establecer. Lo que podemos considerar como dado no es un orden
una primera palabra, y sin embargo crecemos a medida que aprende- común por sí mismo, sino sólo su condición de posibilidad. Es decir,
mos a hablar y nos familiarizamos con el mundo. ; hay un lenguaje recibido que en muchos puntos se encuentra entrela-
En otros términos, así como ninguno de los soldados que se detie- zado con lo que genéricamente denominamos mundo o vida. Se trata
ne autoriza a decir que el ejército se ha detenido, pero en algún mo- de una materia prima indispensable e insuperable para el acceso a un 1
mento a través de ese proceso resulta que el ejército se ha detenido y orde? común. Condición y límite es lo que tal punto de partida pro-
responde al mando -al &pxl'¡, diríamos en griego-, así también cada porc10na. Luego vendrá la praxis colectiva que construye lo común a
r
palabra se vuelve tal en medio de un lenguaje que la engloba. Ningu- partir de allí. 1
na es la primera y, sin embargo, el lenguaje no es sino ese constante . Para acla~ar. esta d_imensión pragmática de lo común puede recu-
anudamiento de unas palabras con otras. Diremos que hay lenguaje rrtrse a un símil que introduce con buena fortuna Van Fraassen. En
cuando se dan relaciones ordenadas entre ellas, es decir, algo ha de un artículo en el que distingue entre ciencia pura y aplicada, e iden-
funcionar como principio de orden, como hay alguien que ejerce el ci~ca a esta última. como una dimensión pragmática autónoma e in-
mando del ejército y lo mantiene reunido. Y al igual que en cierto dispensable para la comprensión de la labor científica, este autor
sentido el comandante es un soldado más, de la misma forma el ele- compara al l~nguaje,..,-y a las teorías científicas- con mapas que utiliza-
mento ordenador del lenguaje puede concebirse como inmanente al mos para onentarnos en un territorio. En tal sentido, podemos afir-
lenguaje mismo en su funcionamiento concreto. mar que lo dado es al mismo tiempo mapa y territorio. Pero, observa,
Según la perspectiva de Gadamer, es el lenguaje el que hace posi- aun cuando se nos den todos los mapas o el mapa de todos los mapas,
tntroctucclones a la filosofía La naturaleza de la filosofía 55

para que esros sean tales o al menos funcionen como cales, es necesa- Me gustaría ahora anticiparme a cierras objeciones que pueden
rio un acto de autoadscripción de localización que nos si rúe en el· hacerse frente al planteo esbozado. Por un lado, cabe preguntar por
mapa-territorio a los efectos de poder orientarnos en ese territorio con qué no identificar sin más lo común con el lenguaje natural y el mun-
ese mapa. La dimensión pragmática y subjetiva no nos viene dada ya do de la vida. ¿No nos dan estas instancias ya un orden general al que
en_ un m~tico mapa originario, y el territorio por sí mismo no nos todos estamos sujetos? ¿No tenemos, por ejemplo, en la perspectiva
onen~a, smo q~e, por el contrario, es por su mudez al respecto que de un Wittgenstein -ya mencionada en los apartados anreriores-, ele-
. neces1r_amos ~,n instrumenro ordenador y represenracional para lograr mentos suficientes para afirmar que lo dado, esto es, "los juegos de
esta orienracron . lenguaje y las formas de vida" imponen el orden al que todos, filósofos
. , El símil en cuestión nos sirve para hacer justicia tanto a la dimen- incluidos, debemos rendir pleitesía? ¿No será el énfasis otorgado al
sion de lo dado como a 1a constructiva y conceptual. En efecto, el elemento constructivo un camino peligroso de recomo hacia la meca-
lenguaje sólo hará su trabajo en la medida que tenga la constitución física especulativa? Por otro lado, aun cuando hubiera buenas razones
adecua~a y haya un método de proyección, una función que para no identificar lisa y llanamente lo común con algo dado o algo a
correlacione los elementos del mapa con parres del territorio. Recién priori, ¿no nos deja esta fidelidad a lo dado en una posición conserva-
entonces hay orientación y un orden común puede conquistarse. Lo dora y reaccionariar . ·
común por sí mismo no tiene especificidad alguna; su sustancia es
una trama de lenguaje y vida a partir de la cual podemos hacer lo El hombre convencional y el anarquista
común en diversos órdenes. Esros órdenes son, al menos en nuestra
tradición cu~rural (pero quizá su generalidad sea mayor), la ciencia, el Para responder a estas cuestiones permítaseme recurrir a un relato
arre, la polínca, la religión y, algo no muy frecuentado por los debares de Chesterton. En su novela El hombre que fue jueves =toda ella una
filosóficos, el orden sexual y amoroso. La filosofía es esa actividad a extraordinaria construcción paradójica de lo común-, Chesrerron pre-
partir de la cual se puede construir el ensamble de lo común en esos senta un combate entre el artista anarquista y el hombre de la conven-
órdenes a través de la creación conceptual responsable. ción, representante paradigmático del sentido común. Desde el pu neo
Pero, se dirá, ¿qué contará como responsable? ¿cuál es la fuente de vista del primero, el artista es por definición anarquista, porque su
que nos permitiría distinguir en todos esos órdenes lo correcto de lo acción hace estallar el aplastante orden que rige codas las cosas. Por su
incorre~ro? ¿acaso hay alguna instancia que obre de fundamento para parte, el paladín de las convenciones sostiene que el orden en cuestión
determinar cuál es la política correcta, la ciencia verdadera, el arre es tan frágil que lo poético reside en que logre triunfar casi milagrosa-
esencial, la religión salvadora o el buen sentido amoroso? En este pun- mente frente al caos originario que todo lo envuelve. En este conrexro,
to parece razonable la postura de Rorry y tantos otros respecro de que leamos el siguiente fragmento extraído del relato: "El artista acaba con
no hay tal fundamento. El estatus de lo común se constituirá a partir toda convención", dice el anarquista. "De otra suerte la cosa más poé-
de ~a lucha Y el trabajo colectivos y sus logros serán siempre provisorios, tica del mundo sería nuestro metro." "Y así es", responde el hombre
. re?_tsables, contingentes. Sin embargo, esto no nos compromete nece- convencional. Y agrega: "lo raro y hermoso es tocar la meta; lo fácil y
sanamente co~ posiciones relativistas o irrealistas, ya que lo propio, vulgar es fallar. ( ... ) El caos es imbécil, por lo mismo que el tren (en
en la perspectiva que propongo, es derivado respecto de lo común. cualquier punto) podría ir hacia cualquier parte. (Así), el horario (del
Con~~mos para ello ~on el lenguaje natural del gue partirnos, y su metro) ... conmemora las victorias del hombre" (1993, p. 23).
relación con una realidad a la que le suponemos una existencia inde- Contra las apariencias, según esta imagen -al igual que en el pasa-
pendiente de nosotros, aunque siempre mediada por nosotros. je de Aristóteles referido antes- si ha de pensarse algo originario, to-
¡ 56 Introducciones a la filosofía
La naturaleza de la filosofía
57

l rnará el aspecto de un caos. El orden, en cambio, es una costosa cons- nuevo construyendolo común. Por todo ello, la perspectiva esbozada no
trucción colectiva siempre amenazada. El reaccionario es aquel que, lleva a posiciones reaccionarias en filosofía. Y no lo hace, precisamen-
seguro del orden establecido, sólo se complace en destruirlo. Estimo te, porque no identifica lo común con un orden dado e inmutable,
1 que no sería del todo injusto interpretar algunos aspectos de la obra sino que lo concibe como un logro colectivo en constante transfor-
1 de Rorty, o más aún del irrealismo de Goodman, bajo la figura del mación.
~ anarquista de Chesterton. Pero a diferencia de una orientación como
#
1
¡ la de Husserl, quien intenta unir el destino de la filosofía a la capta-
ción del orden dado en lo originario, el hombre del sentido común
Lo común como límite

¡ descripto por Chesterton se vuelve conservador sólo porque lo anár- Me propuse en el comienzo desarrollar, por un lado, lo que llamé
quico es lo dado. con cierta ligereza "concepto paradójico de lo común". He señalado
Pero, podría aun argüirse, si lo dado es pensable por analogía con algunos aspectos de este concepto. Por otro lado, me propuse también
una red de trenes, más allá de su posible precariedad, ¿no constituye mostrar que la filosofía debe siempre construir un concepto de lo co-
igualmente por sí mismo un orden común? En este punto cabe citar la mún, y ~go ~e ha dicho ya al respecto. Pero quisiera agregar algo más
siguiente reflexión del psicoanalista Calligaris: "Yo atendí durante va- en es_a dirección. Una vez que se ha abierto la tarea creativa y cons-
rios años a un paciente psicótico que aparentemente se sometía sin truct1v~ en. filosofía, se corre el riesgo de terminar como el psicótico
dificultad a los imperativos de lo cotidiano ( ...) y pasaba cada fin de de C~ligans. Después de todo, el científico tiene límites para sus cons-
semana viajando por la red ferroviaria sin ir a ningún lugar.( ... ) Poseía trucc~on~ en la confrontación con la experiencia, en algún sentido de
un conocimiento extraordinario de la red y de los horarios. (Pero) esta expe~1enc1a que admita algún empirismo en la ciencia. Por su parte, el
extraordinaria competencia no estaba al servicio de ningún proyecto arte tiene sus propios medios de legitimación, y el juicio estético, como
de traslado" (1991, p. 18). por ~inos muy diversos intentaron mostrar Kant y Wittgenstein,
De lo que carece este paciente, y que constituye una manifestación también encuentra su espacio público de validez. Más aún, en el apar-
de su patología, es de una orientación. Tener el conocimiento de la red tado cuarenta de la Crítica deljuicio Kant caracteriza el sentido co-
total no le proporciona por si mismo orientación y orden algunos. De mún para, a partir de allí, comprender la naturaleza del gusto estético.
la misma forma, señalaba Van Fraassen, tener la totalidad de los ma- ¿Pero qué hay de la filosofla? Si no hay un sentido común fijo al cual
pas no funcionará hasta que no nos situemos en ellos y dispongamos deba responder o en el cual deba fundamentarse, ¿cómo evitará caer
a partir de allí de una orientación parcial y específica. Sólo entonces en el delirio? ¿Alcanza. con el límite fijado por el lenguaje natural cuando
accedemos a un orden. El caso es similar al planteado por Aristóteles este mismo está necesitado de orden e interpretación?
mediante la imagen del ejército en fuga: la caótica desbandada de sol- Similares preguntas se hizo Kant en un texto notable, como lo es
dados recupera orden y unidad cuando vuelve a responder al mando, ¿Qu~ significa ~rientarse en el pensamiento? Allí señala que el mejor
es decir, cuando se somete al comando de un principio. camino para onentarse en el uso especulativo de la razón no es definir
Por otra parte, lo común entendido en los términos que propo~- arbitrariamente el contenido de un sentido común, sino partir de la
go, no se opone a lo nuevo sino todo lo contrario. Como ya señalaba determinación de una posición según un fundamento subjetivo de
Aristóteles, lo general surge a partir de la introducción de la diferencia la razón, por insuficiencia de los fundamentos objetivos. A esta de-
en lo indiferenciado. Chesterton lo sugiere bellamente cuando, en el terminación ~ubjeti:7a Kant da el nombre de "fe racional", la que en
pasaje citado, dice "lo raro y hermoso es tocar la meta''. En este senti- tanto fe se diferencia de todo saber. Así lo expresa con roda clari-
do, !.t1 cienciay el arte, cada uno a su manera, trabajan en favor de lo dad: " ... todafees un asentimiento subjetivamente suficiente, pero con
Introducciones a la filosofía La naturaleza de la füosofía 59

conciencia de ser objetivamente insuficiente; así, pues, se opone al sa­ que nos es dado como común y que describí como "trama de lenguaje
ber. (. .. ) La fe racional pura no puede transformarse nunca en un saber y vida", de aquello que es coleccivamente construi~o a partir de lo
mediante todos los datos naturales de la razón y la experiencia, por- dado, y qúe con mayor propiedad podemos llamar discurso, ya que la
que, en este caso, el fundamento del asentimiento es solamente subje- idea .de discurso supone una orientación y un ordenamiento no su-
tivo ... " (1995, p. 18). puesro en la idea de lenguaje. Ahora bien, ya que hay una c~nstante
El límite al delirio filosófico viene dado según esto por una con- subdeterminación entre ambas instancias, pues lo dado no fip su re-
vicción subjetiva racional pero no epistémica, pues no es ni opinión presentación y esca nunca agota la realidad que será representada o
-que siempre puede convertirse en saber- ni ciencia. Pero si tal fe expresada, nos vemos llevados a medir lo construido con lo dado. Para
racional no puede ser naturalizada ni fundada en razón objetiva, ¿en ilustrar esta situación, piénsese en el descubrimienro de una verdad
virtud de qué será racional? La respuesta está expresada retóricamente científica o en la imposición de una nueva expresión artística. En esos
en forma de pregunta en este pasaje de la misma obra: " ... ¿hasta qué casos no consideramos que la verdad o la belleza surgen de la nada sino
punto y con qué corrección pensaríamos si no pensáramos, por decir- que nos remiten a algo que ya estaba allí y que nuesrr? arc'.ficio cienrí~
lo así, en comunidad con orros a los que comunicar nosotros nuestros fico o artístico ha logrado recoger. Rorry, en cambio, piensa que SL
ensamiencos y ellos los suyos a nosotros? (ibid, p. 23). decimos de un enunciado que es verdadero o de una obra que es bella,
Así, la racionalidad, que es otro nombre para lo común, resulta de sólo hacemos un cumplido. Creo que hay algo de frivolidad en esta
na praxis colectiva dada por la comunidad lingüística, y por el asen- acritud. De todos modos podríamos preguntar a Rorry: ¿por qué ti
imiento subjetivo que cal praxis genera en sus practicantes. Y la úlri- elogio y no el insulro? La respuesta de Ror~ es.' como ~e- dijo, 9ue as:
a piedra de coque, si aún se empeña uno en buscarla, es una prácri- lo dice nuestro léxico. Pero ¿acaso es arbmano ese léxico? ¿l:n que
a, un modo de actuar. medida ese léxico es algo que hacemos nosotros y en qué proporción
A parcir del recorrido realizado hasta aquí, podemos volver al frag- algo que responde a instancias exrralexicales? La propu~sta aquí pre··
ento de Heráclito. Allí se afirman las siguientes tesis: sentada intenta ofrecer un modo de hacer frente a estos mrerroganres.
Un tercer elemento por señalar es el que distingue el logos general
• Hay algo común a todos los hombres. del panicular. Un buen instrumento para retomar este con~rast: esla:
• Este algo común es un logos, es decir, discurso y razón. blecido por Herádiro es el llamado "argumento del lenguaJe l:1-iva~io
• La mayoría de los hombres, aun compartiendo este logos co- de \Vitcgenscein, que muestra que la idea misma de un len?uaJe ~nva-
ún, vive como si tuviera un iogos particular, privado. . do es un mico derivado de una mala comprensión del [uncionamienro
• Debemos (¿los sabios, los hombres?) guiarnos por lo común. del lenguaje (volveremos sobre esto más adelante). Este miro no surge
por antojo de los filósofos sino porque viene virtualm~nte con el u~o
La idea de lo común que he esbozado, y su relación con la filoso- natural del lenguaje. Así, aunque rodos hablemos el mismo lenguaJe,
[: a, aporra una inrerpreración conjunta de estas tesis. En primer lugar, cada uno puede pretender que además de ese lenguaje común hay
e rá la afirmación de que hay algo común a todos los hombres, algo otro más auténtico y originario que le es propio y que nunca será
p ra lo cual no se da un fundamento sino una interpretación, la de común. Por ello, el psicótico de Calligaris aparentemente se so mece al
q e es discurso, esto es, "lenguaje orientado", por así decir. En segun- orden común y sin embargo vive en uno propio (esto no es privativo
d lugar, está la situación paradójica de que este discurso es común y de la psicosis, desde luego). Para que haya logos o ~iscurso ~omúr: ,Y'
embargo se lo sustituye por discursos privados. en relación con ello, un mundo común, es necesaria una orienracion
Mi propuesta ha sido mantener la paradoja distinguiendo aquello determinada por dos polos: el polo subjetivo de la convicción y el
Introducciones a la íllosofía
60

olo objetivo de la comunicación, como muestran las consideracio- 2


p .
nes de Kant antes menciona as.
d
.
Significado y comprensión
En cuarto lugar, sostener que nos convie~e gui~n:os por lo corn~n
no es reaccionario, porque como nos ensena Anstoteles, lo comun
Las palabras no son meros soplos de aire; las palabras c~11tienen
deriva de lo diferente, que es precisamente lo que nos sustrae ~ lo
algo. Pero ÚJ que dicen no es concreto, entonces, ¿de verdad se
indiferenciado, ese mítico Tártaro de la vida. Es uno de los sentidos dice algo? ¿o es que nada ha sido dicho? Si son diferentes del piar
que tiene concebir lo comúh como una c_o~strucción. Hacemos lo de un polluelo, ¿signffica eso que los sonidos tienen algrín senti­
común a partir de nuestra invención y creauvidad. y cuando ~asa a s~r do, o carecen de significado? ¿De qué forma se oscurece el Cami­
patrimonio de todos no cancela nunca ~nteramente esa conting~nc1a no para que haya verdad y falsetlad?, ¿qué es lo que oscurece las
a la que debe su existencia. Creo más interesante pensar al ~losofo palabras para que haya correctas y cquioocadasi, ¿dónde es que
110 existe el Caminoi, ¿d/mde es que no caben palabras?
en esta relación paradójica con lo común, antes que co~ver~'.rlo en
fundamentalista o en sofista. Ni "funcionario de la humanidad como Chuang­tzu
quiso Husserl, ni "buen conversador" c_omo, 1? quiere Rorry, el filóso-
fo es aquel que, con su particular praxis teorrca y conceptual, aporta
su propia diferencia a la realización colectiva de lo comun.

Bibliografía básica para el capítulo


+ Aristóteles. Analíticos posteriores. Tratados de lógica. T. 2. Madrid, Gredos, Hasta aquí el camino escogido para introducirnos en e§e extraño
lugar que llamamos filosofía nos aproximó más al filósofo lomo per-
1988. . . · B A
+ Calligaris, C. Introducción a una clinira diferencial de la pstcos1s. uenos tres, sonaje y a una mirada distante sobre sus dominios que a la índole
Nueva Visión, 199 l. misma ele los diversos problemas en que ocupa sus afanes, esas tareas
+ Chesrerton, G. K. El hombre que fae jueves. Buenos Aires, Losada, 1993.
específicas a las que aplica su habilidad, sus trucos y golpes de efecto.
+ Gadamer, H. G. Vertlad y Método !L Salamanca, Ediciones Sígueme, 1994.
Ahora debemos abrir una primera puerta hacia el corazón mismo de
+ Caos, J. Confesiones profesionales. México, F.C.E., 1958. . . .
+ Kant, J. ¿Qué significa orientarse en el pensamiento?, excerpta phtlosoph,ca 13. la filosofía, aquella en cuyo frontispicio se lee "lenguaje". Ya en el
Madrid, Facultad de Filosofía de la Universidad Complutense, 1995: primer capítulo señalamos la importancia estratégica de la reflexión
+ Levinas, E. Cuatro lecturas talmúdicas. Barcelona, Riopiedras, 1996. . sobre el lenguaje para elucidar la peculiar naturaleza de la filosofía,
+ Platón. Diálogos escogidos. Buenos Aíres, El Ateneo, 195~- . . pero lo que a continuación nos ocupará no es tanto eso sino algunas
+ Rabant, C. Inventar lo real, la desestimación entre pervcrsián .Y ps1C(1J1S. Buenos
de las principales cuestiones que intervienen en una reflexión filosófi-
Aires, Nueva Visión, 1993. ca sistemática sobre el lenguaje, para lo cual he optado por el proble-
+ Wittgenstein, L. Investigaciones filosóficas. Barcelona, Altaya, 1999.
ma de la comprensión del significado lingüístico, que a su vez se abre
y articula en· muchos otros asuntos asociados que en su momento
tendremos ocasión de tratar.
El primer apartado está dedicado a asentar un punto doctrinario
general acerca de la interpretación del denominado "giro lingüístico"
de la filosofía contemporánea. En los demás apartados se desarrollan
oz mtroouccrones a ia ntosona Stgn1ftcado y comprensión

varias cuestiones específicas en torno del problema del significado y hoy divide aguas en filosofía. En cambio, una decisión sobre la opaci-
su comprensión por parte de los hablantes de un lenguaje; Aun respe~ dad del lenguaje me parece estratégica a la hora de trazar un panora-
rando el carácter introductorio de esta obra, no podré evitar algunas ma de la filosofía actual y de ubicarnos en él.
discusiones técnicas, pero reducidas a su mínima expresión y sólo en Antes de la sistematización conceptual, conviene clarificar la me-
función de la presentación global de los temas. táfora misma, pues en filosofía el papel de las metáforas es poco
menos que crucial. En la expresión "opacidad del lenguaje" la dimen-
sión metafórica está dada por la atribución de una cualidad óptica de
Opacidad del lenguaje objetos físicos a algo que, sea cual fuere el concepto de lenguaje que
manejemos, no es un objeto físico ni tiene propiedades ópticas. En
La opacidad, la transparencia y el espejo cuanto al significado de "opacidad" en el contexto de la metáfora,
quisiera retener para él su sentido literal. Decir de un objeto que es
El filósofo puede extraer una importante indicación de las suge- opaco es también decir que es visible y que su misma visibilidad_ im-
rentes palabras de Chuang-tzu que ofician de epígrafe de este capítu- pide que a través de él puedan hacerse visible otros objetos. Opacidad
lo: que el lenguaje contiene un poder y una eficacia propios respecto se opone así a transparencia. Un medio opaco refleja luz mientras que
de algunos problemas centrales de la filosofía, corno el de la expli- uno transparente no ofrece resistencia alguna y hace accesible en for-
cación y comprensión del significado, el de la verdad y el de lo que ma inmediata todo lo que se encuentra detrás de él.
cuente como normativo, se trate de lógica, política o moral. Pero ade- A la metáfora de la opacidad y la transparencia, es necesario sumar
más, permite suponer que hay una distinción entre un uso que oscu- la del espejo. Muchas veces, en el uso metafórico de los filósofos, se
rece las palabras y ocro que las clarifica hasta el extremo de volverlas confunde transparencia con reflexión perfecta. Sin embargo, nada hay
transparentes, es decir, hasta el punto en que todo problema, roda más opuesto a la transparencia que el espejo. En efecto, este sólo hace
inquietud y coda búsqueda han cesado allí donde ya no caben pala- visible lo que tiene adelante, constituyendo un muro infranqueable
bras, donde reina una especie de comprensión silenciosa y definitiva. para lo que está a sus espaldas. Además, frente a él nos volvemos parte
Estimo que ambos aspectos, lo que llamo "opacidad del lenguaje" de lo visible y el panorama entero de nuestra percepción cambia, por
y lo que podríamos llamar "ideal de transparencia" están presentes en lo cual la intervención de un espejo no es indiferente para lo que se da
la reflexión filosófica contemporánea sobre el lenguaje. Quizá se pien- a ver ni para nosotros que lo vemos, como sí en cambio lo seda t~n
se que lo esencial de estos asuntos está agotado. Se dirá que mucho de medio diáfano. Quizá la confusión se produce porque tanto un espéJO
lo hecho en materia filosófica en nuestro siglo adscribe al "giro lin- como un cristal traslúcido nos dan a ver algo que no son ellos mismos,
güístico", sea en la corriente denominada analítica, sea en lo que se mientras que un cuerpo opaco nos entrega su visibilidad a costa de
conoce como la tradición hermenéutica, y que precisamente uno de cualquier otra. Pero este rasgo común no debería ocultar la diferencia
los legados fundamentales y quizá permanentes del giro lingüístico es apuntada.
· el respeto y la seriedad con la que se asume la necesidad del análisis y Proyectemos ahora las relaciones establecidas entre opacidad, re-
la comprensión lingüística para el tratamiento de los problemas filo- flexión y transparencia a su uso metafórico para pensar la naturaleza
sóficos en general, no sólo de aquellos naturalmente vinculados al del lenguaje o de nuestra relación con el lenguaje. Como puede notarse,
campo de los estudios del lenguaje. aquello a lo que atribuimos estas cualidades es concebido como un
No pretendo negar nada de esto. Sin embargo, creo que justamen- medio interpuesto. Ahora bien, cabe preguntarse sobre la legitimidad
te, por esas mismas consideraciones, no es el giro lingüísrico lo que de concebir el lenguaje como un medio. En ese caso, ¿entre qué Y qué
l SJgnlflcado y comprensión 65

!
Introducciones a la ñlosoña
64

objeto, se constituye en este proceso triádico. A consecuencia de ello,


1
¡ estaría interpuesto? Desde hace algunos años, autores como Davidson
¡ no hay instancia en que el pensamiento tenga una aprehensión intuitiva
y Rorty desestiman la construcción metafórica ~nt~ra, precisamente
¡ sobre la base de que el lenguaje no es un medio interpuesto entre
I de sí mismo y de sus contenidos dados en la simplicidad de un estado
naciente u originario. En efecto, cuando un pensamiento se forma,
nosotros y el mundo, quizás incluidos nosotros mismos en el mundo.
algún pensamiento más ya se ha formado. En otras palabras, todo .
1 Con todo, supondré de interés y utilidad para mis propósitos el uso

l de estas metáforas, a sabiendas de que podrían inducir a una concep-


ción del lenguaje como mediador entre dos instancias que, a su turno,
pe!1samiento es complejo, engloba y está englobado por otros pensa-
rruentos. Pero además, en tanto seres hablantes y pensantes nuestra
relación con el mundo supone el tupido espacio de la representación.
también necesitarían elucidación conceptual.
1fl Si entendemos la filosofía como una reflexión metódica dirigida a La realidad última será aquella que progresivamente haya quedado
atrapada en la estructura reticular de nuestros pensamientos-signos.
la comprensión analítico-conceptual de nuestra experiencia común,
sostener la tesis de la opacidad del lenguaje implica aceptar que no es
Así, tant~ de cara al mundo como a nosotros mismos, el lenguaje se
nos manifiesta como un medio opaco a través del cual nos vamos
posible alcanzar dicha comprensión en form~ clire:ta, inmediata7 total,
como muchas veces se ha imaginado en la historia de la filosofta, den- constituyendo con nuestro mundo de experiencia. Vale la pena citar
uno de los pasajes de la obra de Peirce de los que más claramente se
tro y fuera del giro lingüístico. En este sentido, da lo mismo negar~
extraen las consecuencias de la tesis del pensamiento-signo:
lenguaje el papel de mediador, que reconocérselo a título de med~o
traslúcido o, en el mejor de los casos, bajo el ideal de que el trabajo
.. .la palabra o signo que utiliza el hombre es el hombre mismo. Pues lo que
filosófico pulirá su superficie hasta convertirlo en un espejo ~ue refle-
prueba que un hombre es un signo es el hecho de que todo pensamiento es un
je exactamente nuestro pensamiento y su acuerdo c~n la reahda~. Por signo, en conjunción con el hecho de que la vida es un flujo de pensamiento; de
el contrario, aceptar la opacidad es partir del lenguaje en el cammo de man:ra que el que todo pensamiento es un signo externo prueba que el libmbre es
la comprensión, sin la nostalgia de una supuesta intuición inm~diata un signo externo. Lo que es tanto como decir que el hombre y el signo externo
del sentido de la que habríamos gozado y que habríamos perdido, y son idénticos, en el mismo sentido en que son idénticas las palabras homoy man.
sin la esperanza de superar el espesor y la densidad de las palabras Así mi lenguaje es la suma total de mí mismo, pues el hombre es el pensamiento.
(L988, p. 121)
hacia una instancia más profunda y originaria.
2) Irreductibilidad: si la suma total de mí mismo es mi lenguaje,
Rasgos de fa opacidad entonces no podré encontrar en mí o fuera de mí una instancia a la
qu~ red~cir o sobre la que fundar mi realidad de hombre-signo. Esto
Delineado a grandes trazos el panorama metafórico, vayamos a las
no implica que no haya nada más allá del lenguaje. Está lo que pode-
precisiones conceptuales. Con la palabra "opacidad" resumo una serie
mos llamar "lo sensorio", que es algo que nos viene dado en nuestra
de características atribuibles al lenguaje desde el punto de vista del
~xperi~nci~ del ~undo y de la vida. Pero hay una especie de pobreza o
hablante, que a continuación presento en forma esquemática.
insuficiencia radical de este elemento para fundar el lenguaje y, en
gener~, la estructura representativa de nuestra experiencia que con él
l) Transversalidad: mi punto de partida, inspirado en la concep-
se articula, Lo dado en lo sensorio se presenta en nuestro análisis con
ción triádica del signo propuesta por Peirce, es la ideade que la signi-
ficación de una palabra o un enunciado supone una relación lateral un _carácter.singular e inefable, que sólo se vuelve accesible a partir de
su integración en la generalidad del concepto. Lo que aquí importa
con otras palabras o enunciados a través de La cual, oblicuamente, rerni-
destacar es que nuestra experiencia y todo lo que sobre ella se funda,
te a su referente, y la idea de que todo pensamiento, sea cual fuere su
1:
00
Introducciones a la filosofía Significado y comprensión 67
-------
se nos _da originariameme en la articulación simbólica en general, y no plenamente conquistado, ni dentro ni fuera del giro lingüísrico. Sin
es pos1b!e,obviar esta instancia en favor de otra más esencial a la que embargo, hay filósofos de gran importancia en la filosofía concempo-
la reducmamos, porque no hay mecanismo reductor ni instancia a la ránea que constituyen referencias insoslayables para profundizar esca
que reducir. perspectiva. A nombres bastante obvios como el mencionado Peirce
y nuestro ya conocido Wittgenstein, me gustaría agregar el de M.
3) Eficacia·. el mito filosófico de la transparencia lleva a suponer que Merleau-Ponty,quien enuncia la tesis de la opacidad de manera vívi-
hay una experiencia silenciosa prelingüísitca en la que tenemos contac- da en el siguiente pasaje de Signos:
to con el ser, la realidad o lo que fuere, y que constituye una plenitud
que 1~ fi~osofía~ebería alcanzar. Desde esta perspectiva, el lenguaje no Hay, pues, una opacidad del lenguaje: en ninguna parre cesa para dejar sirio
podna sino ser ineficaz como instrumento para la tarea del filósofo, y al sentido puro, nunca está limitado sino por más lenguaje y el sentido sólo apa-

más aún, un obstáculo que debe ser superado. Por el contrario, la tesis rece en él engastado en las palabras.(. .. ) Su opacidad, su obstinada referencia a sí
mismo, sus vueltas y sus repliegues sobre sí mismo son precisamente lo que hace
de la opacidad reivindica la eficacia y el poder del lenguaje para entre-
de él un poder espiritual: puesto que se convierte a su vez en algo así como un
gamos aquello que la comprensión conceptual de la filosofía busca universo, capaz de alojar en él las cosas mismas, después de haberlas cambiado en
determinar en relación con nuestra experiencia. Para ello hay que su- el sentido de ellas. (1964, pp. 52-53)
~erar la d~cocomíaentre una verdad muda y un universo de palabrería
insustancial. Aceptar la opacidad es advertir que el lenguaje no inte- En mi breve panorama del contexto actual para este análisis, me
rrumpe un_a inmediatez que sin él sería perfecta, y abrirse a lo que la limitaré a la tradición analítica, pero la discusión puede rastrearse
palabra articula en su surgimiento siempre renovado. en otras tradiciones destacadas de la filosofía contemporánea, pues en
muchas de ellas se encuentran ejemplos de aceptación y de rechazo a
4) Porosidad. Esto nos lleva a una caracrerística que erróriearnenre la opacidad del lenguaje, aun cuando la cuestión no se plantee en
podría tomarse como contradictoria de la opacidad. Llamaré "porosi- estos términos. De hecho, tampoco en los autores que ahora comen-
~ad" al hecho de que el lenguaje está abierto a una experiencia que taré se la desarrolla del modo como yo la presenro, y para considerarlo
siempre excede la significación dicha y sabida. Contrariamente a lo así se requiere de cierta interpretación.
que podría parecer, la porosidad es complementaria de la opacidad,
pues si el lenguaje fuera una totalidad cerrada sobre sí tendríamos a la Un ejemplo
larga otra vez transparencia. Lo que aquí llamo "porosidad" nos re-
~uerda que el lenguaje es una praxis inserta en "formas de vida" que En su arcículo "¿Puede y debe ser sistemática la filosofía analítica?"
involucran un suelo de acciones y reacciones naturales con los que está Michael Dummett responde positivamente al interrogante que da tí-
entretejido. tulo al trabajo. Considera que puede serlo porque, a su juicio, a partir
de la obra de Frege el objeto propio de la filosofía ha quedado firme-
. Estas cuatro características que acabo de presentar no pretenden mente establecido y, naturalmente, si tuviera razón, advertidos de esto
ser exhaustivas y, además, merecerían un desarrollo más extenso y sis- deberíamos seguir lo que nuestro objeto de estudio nos marca.
temático. De todos modos, muchas de las ideas que desplegaremos a Durnmett es muy preciso al afirmar que la rarea de la filosofía es de
lo largo del libro estarán vinculadas con ellas. En lo inmediato, será de carácter ciencífico y susceptible de progreso; el propósito de esta tarea
mayor provecho mostrar por qué creo que en el contexto actual de la es el análisis del pensamiento en un sentido no psicológico. Al lengua-
filosofía, la tesis de la opacidad del lenguaje no tiene aún un sitio je le reserva el lugar de ser aquello sobre lo que se ejerce concretamen-
1
l.
1
Slgnlflcado y comprensión 69
i 68
Introducciones a la filosofía

i ce el análisis. La razón para ello es que si el filósofo intenta despojar al análisis conceptual, pero la consistencia de los conceptos es la de los
1• pensamiento de sus ropajes lingüísticos y descubrir su pura esencia juegos de lenguaje, y no una instancia más allá de ellos. Más aún, el
desnuda, sólo logrará confundir los pensamientos mismos con sus lenguaje en uso constituye el pensamiento. En consecuencia, no respe-
acompañantes psicológicos, que son internos y subjetivos. La metáfo- tar su opacidad es falsificar nuestra tarea desde el comienzo.
ra usada por Dummett es muy significativa. Si el lenguaje es un ropaje La confrontación propuesta por Durnrnert es realmente ilumina-
para el pensamiento, parece haber un elemento de opacidad. Sin em- dora, pues se establece entre dos filósofos que comparten muchas cues-
bargo, la ropa sólo es introducida aquí para ser quitada y llegar final- tiones fundamentales: la importancia del análisis del lenguaje, la idea
mente a lo que importa. La única función positiva que se le reconoce de que la actividad del filósofo es la clarificación del pensamiento y sus
al lenguaje es preservativa; pues nos evita la situación embarazosa de vínculos con la realidad, el interés por estudiar el pensamiento en
convertir a la filosofía en psicología de aficionados, poco menos que sus aspectos lógicos y objetivos antes que en sus determinaciones psi-
"un bebé de Rosemary", podríamos decir, para llevar la metáfora hasta cológicas y subjetivas, etc. Sobre el telón de fondo de estas semejanzas
su acabamiento. Esta construcción metafórica de las relaciones entre se recorta nítido el punto de divergencia, a saber: el modo de concebir
pensamiento y lenguaje en la determinación del objeto ~e la filosofía el lenguaje en las investigaciones filosóficas. En el caso de Frege, al
se fundamenta en la premisa de que es parte de la esencia del pensa- menos en la versión de Dummett, el lenguaje termina por borrarse a sí
miento no sólo ser comunicable sino ser comunicable sin que le reste mismo una vez que nos.ha entregado la representación perspicua defi-
nitiva del pensamiento; en la propuesta de Wittgenstein, la represen-
nada, mediante el lenguaje.
He aquí expresada con total claridad por uno de los filósofos más tación perspicua es la de los hechos lingüísticos, y no puede hacerse ni
representativos del giro lingüístico una versión del ideal de transpa- hay que empeñarse en hacerla de una vez y para siempre, pues no hay
rencia respecto del lenguaje. En efecto, Dummeu afirma una total tal cosa como la estructura del pensamiento o el todo del lenguaje
conmensurabilidad entre lenguaje y pensamiento; el lenguaje es sólo esperándonos al final del camino. Nuestra tarea en filosofía eit; desde
un medio inocuo a través del cual podemos conocer el pensamiento la perspectiva wittgensteniana, siempre parcial y local, pero infinita.
en su dimensión lógica y objetiva. _Per~ ~9 es_mi intención profundizar aquí en las ideas de Wittgen-
Ahora bien, Dummett contrasta esta manera de hacer filosofía con stein 01 identificar la perspectiva de la opacidad del lenguaje con su
la que cultiva Wittgenstein a partir de los años treinta. Se aprecia en estilo filosófico. En cambio prefiero remachar el clavo interrogando
este contraste que Dummett no sabe bien qué actitud adoptar frente a s?bre lo que estimo es el su~ues~o principal del que depende la posi-
la obra de Wittgenstein. Le reconoce genio e inspiración, pero la juzga ción de Durnmett, vale decir, la idea de que el pensamiento es comu-
negativa para el progreso de la filosofía y un desvío respecto del pro- nicable sin resto alguno por medio del lenguaje. Dummett no ofrece
grama fregeano. La posición de Dummetr es muy coherente, y permi- ningún argumento en favor de este supuesto, pero ¿acaso podría dar
te entonces reforzar nuestra propia coherencia al concebir un ejercicio alguno? Lo que consta en la experiencia ordinaria es la complejidad
de la filosofía que se apoye en la opacidad del lenguaje. Wittgenstein que encontramos para hacer de pensamiento, lenguaje y realidad un
es quizás el mejor ejemplo que puede exhibirse de esta estrategia. En todo homogéneo articulado en tres tiempos. Por el contrario, lo habi-
sus manos, como ya lo hemos observado en el capítulo 1, el lenguaje tual es que las palabras se resistan, a veces digan más de la cuenta y
es una pluralidad infinita de juegos, prácticas y acciones que el filóso- otras se queden cortas para expresar lo que captamos como de un solo
fo debe tratar en su especificidad. El objetivo nunca es superar dicha golpe. Ahora bien, toda esta dinámica se da ya en el habla, en el len-
pluralidad en dirección central hacía una teoría del lenguaje y el pen- guaje. No tenemos nada parecido a un acceso al pensamiento o a eso
sarniento. Desde luego, también Wittgenstein está interesado en el que metafóricamente llamamos "la realidad", para luego ajustar el
/U Introducciones a la filosofía

lenguaje a los fines de su comunicación. Entonces, ¿qué otra cosa aparece algún problema. Sí algunos de nuestros aparatos no funcio-
que un prejuicio puede ser la premisa de Dummetr en favor de una nan acudimos al técnico correspondiente, como cuando nos enferma-
c?municabilidad toral del pensamiento por el lenguaje? Este prejui- mos depositamos -a veces imprudentemente- nuestra confianza en
cio es.lo que he de~ominado "ideal de transparencia" y a él opongo un médico .'
la tesis de la opacidad del lenguaje. Para retomar la imagen de Pero, se dirá, la motivación para construir teorías científicas en el
~huang-tzu, el lenguaje concebido desde la exigencia de transparen- terreno material es clara y; por otra parte, el éxito explicativo y predictivo
cia_ no superaría mucho "el piar de los polluelos". Sí en algo distintivo de dichas teorías nos resarce sobradamente de los esfuerzos que exi-
se Juega nuestra especificidad humana, es en el poder del lenguaje, gen. ¿Acaso algo similar ocurre respecto del lenguaje? Pero en todo
que es también el nuestro. caso, aun aceptando que una teoría científica sobre el lenguaje fuera
posible y deseable, esto alcanzaría para justificar a la lingüfsrica, no a
una "filosofía del lenguaje". En efecto, la lingüística es la disciplina
Teoría y práctica del lenguaje que se propone explicar nuestra competencia lingüística normal a tra-
vés de la formulación teórica de las leyes que rigen nuestra capacidad
Este medio que hemos descripto bajo la figura de la opacidad es lingüística en sus diferentes planos. No es este el lugar para abrir una
~no en ~l que vivimos cotidianamente. Una vez adquirido, el lengua- discusión sobre el estatus epistemológico de la lingüística, pero sea
Je consmuye una especie de segunda naturaleza que ya no nosaban- cual fuere el resultado de esa discusión, conviene tener presente que
dofl;¡l. Como sus usuarios, nuestra relación con sus finas y complejas las preocupaciones del filósofo en su estudio del lenguaje son al me-
estructuras es completamente narural y espontánea. La práctica lin- nos parcialmente diferentes. Echemos un vistazo a esas diferencias
güística habitual es masivamente irreflexiva y, hasta cierto punto, no para aproximarnos a nuestro tema.
problemática. El lenguaje es para nosotros un medio vital, como el El punto de partida para la distinción entre estudio filosófico del
agua para el pez o el aire para el pájaro: no es posible concebirse fuera lenguaje y lingüística es el hecho de que esca última requiere de res-
de él, permite todos nuestros movimientos y al mismo tiempo nos tricciones empíricas precisas para sus elaboraciones teóricas. En efec-
ofrece resistencia. Sin necesidad de estudios especializados ni teorías . ro, sea o no que se conciba su interés como la descripción de las es-
explícitas, tenemos un adecuado saber práctico que nos permite un tructuras fácticas de los lenguajes naturales dados, lo cierto es que
domino lingüístico suficiente para la mayor parte de nuestras necesi- comprende la construcción de modelos teóricos de alcance empírico
dades e intereses comunes. . en el nivel fónico, sintácticoy semántico de las lenguas efectivamente
Sin embargo, como suele ocurrir con otras dimensiones del cono- existentes, como el castellano, por caso. La reflexión filosófica, por su
cimiento, cuando nuestros intereses son más teóricos y nos propone- parre, no tiene por qué someterse a dichas restricciones, ya que su
mos explicar el funcionamiento y la naturaleza de los hechos del caso, objetivo es mucho más general y conceptual. Mientras una teoría lin-
el panorama cambia osrensiblemenre. Y esro no ocurre sólo respecto güística intentará determinar las reglas en virtud de las cuales cierra
del lenguaje. Podemos saber encender un buen fuego para hacer un unidad léxica o secuencia de unidades léxicas son significativas, la fi-
asado, pero muy pocos de nosotros pueden dar cuenta de la compleji- losofía del lenguaje se permite dar expresión a imerroganres ran poco
dad de las reacciones químicas implicadas. Y así con muchas de las específicos y hasta cierto punto misteriosos como estos: ¿cómo se rela-
operaciones más triviales involucradas en el manejo instrumental de cionan las palabras con el mundo? ¿Existe, o tenemos derecho a supo-
las cosas que nos rodean. La teoría física de la vida cotidiana es enor- ner que existe una realidad independiente de nuestro lenguaje y nues-
memente compleja, pero, por suerte, no solemos necesitarla hasta que rro conocimiento al que el lenguaje se refiere? ¿Cómo sucede que en
Significado y comprensión 73
Introducciones a la filosofía
72

Volvamos al hecho principal al que estamos dedicados en este ca-


general soy capaz de dar expresión lingüística a lo que quiero decir?_ ¿Y
pít~lo. ~ cuestión fundamental que el filósofo interesado por el len-
cómo es que lo que puede ser descripto desde cierto punto de vrsta,
guaJe quiere esclarecer es cómo es posible el lenguaje, vale decir, cómo
como una sarta de ruidos o marcas tiene eso que llamo significado?
sucede que hay un comportamiento regular en la construcción de emi-
¿Cómo ocurre el acuerdo que en el uso comunicativo del_lenguaje se
siones lingüísticas siempre nuevas que son vehículos de comprensión.
manifiesta? ¿Qué significa distinguir entre la verdad y la falsedad res-
para hablantes y oyentes. El hecho es que la práctica está allí, ante
pecto de tal o cual sarta de ruidos? . . . . nosotros, con toda su riqueza, sus macices y su complejidad. Es decir,
Resulta claro que ninguno de los mterrogances listados puede ser
poseemos el saber práctico necesario, pero ¿en qué consiste este saber?
una pregunta de una teoría lingüísti~ y en cambio todos ell~s perte-
¿Es posible explicitarlo y convertirlo en una teoría explicativa de nues-
necen por propio derecho a la mochila que debe cargar el filósofo en
. tra capacidad lingüística? ¿Podría ser esta teoría de carácter filosófico,
su viaje hacia el tipo de comprensión buscada. En el fondo, lo q~e
en algún sentido pertinente de "filosófico"?
encontramos por el camino de la reflexión filosófica sobre el leng~aJe
A los fines de presentar a la filosofía desde la perspectiva analítica,
son muchas de las clásicas preguntas de la filosofía desde sus comien-
Strawson propone una analogía que puede sernos útil para encuadrar
zos. Precisamente por ello podemos presentar algunas de estas cues-
nuestro tema. La analogía funciona de este modo: el conocimiento de
tiones como un medio para introducirnos en la filosofía.
la gramática de un idioma es al uso concreto de ese idioma por parte
Ahora bien, si tenemos un saber práctico que generalmente fun-
de sus hablantes, lo que el conocimiento conceptual aporcado por el
ciona bien para habérnosla con el uso del lenguaje y si la filosofía no
~lóso.fo es al uso ~ormal de los conceptos que subyacen en la expe-
nos aportará teoría empíricamente contrastable acerca de ~se lengua-
nencra, el pensamiento y la práctica común del lenguaje. Se impone
je, ¿qué tipo de comprensión ganaremos a través d~l tratam1ent~ ~spe-
aquí la clásica distinción entre "saber hacer" y "saber que". La idea es
culativo y conceptual de preguntas como las cons1gnad:s antes. ,Nos
que sabemos hablar sin necesidad de saber que tal régimen grimatical
aportará la filosofía algún conocimiento? Y en cualquier caso, ¿qué
guía nuestra habla, como también sabemos usar cienos conceptos des-
utílídad, si alguna, tendría ese conocimiento? . ,
~acados por la filosofía, sin necesidad de que el filósofo venga a ense-
Este es un punto controvertible y, de hecho, nos situa de lleno en
namos 1,ué_ es sa?~~' en qu~ consiste la verdad o el significado de la
un debate filosófico. Para aquellos filósofos que conciben la filosofía
palabra existencia , para otar algunos de tales conceptos. Cabe en-
como una disciplina que aporta un saber positivo en un sentido sim~-
tonces la molesta pregunta que tantos profesores de filosofía acostum-
lar al que les atribuimos a las ciencias, tanto res~ec~o del _lengu,ªJ.e
bran enfrentar en sus cursos: ¿para qué sirve la filosofía, si viene a
corno en otros campos, la filosofía nos ofrece conocun1ento s1stemat1-
:ontarnos algo que, además de estar sujeto a la propia controversia
co y útil, sólo diferente del de una ciencia por su mayor nivel de abs-
inacabable de los filósofos, de todos modos no necesitamos en los
tracción y generalidad. En cambio, para otros. que encue,~t~an en_ la
requerimientos prácticos y complejos de nuestra vida? Si Austin tenía
filosofía esencialmente un método de pensamiento y análisis critico
razón, y el lenguaje natura~ est~ lleno de finas distinciones conceptua-
cuya única virtud es librarnos de las confusiones y mitos propios del
l~s que han pr obado su ef reacia en el transcurso de su larga y ancha
1
"pensamiento vulgar" o aun del pensamiento científico, u.na ve~ al-.
vida, ¿para que molestarse con las a menudo toscas y abstrusas distin-
canzada la comprensión perspicua de los hechos en consideración.
ciones filosóficas?
nada subsiste como cuerpo de conocimientos teóricos. Sobre esta pers-
L~ ~oraleja inmediata de esta analogía es, por W1 lado, que el
pectiva algo hemos dicho en el segundo ª~:nado de: ca~ítulo ante-
dom1010 de una práctica no conlleva el dominio explícito de la teoría
rior, pero ahora conviene retomarlo en relación con el ámbito de cues-
de esa práctica. Por otro lado, sugiere que así como es posible formu-
tiones que nos ocupa.
Stgnlflcado y comprenstóri 75
IU.&.IV'U,l ..U..,t..,JVUC.:S .:1. l.i:t 1uuso11a

lar la teoría de un lenguaje -por ejemplo, su gramática- también es mos al buscar en un diccionario el significado de una palabra es otra
concebible en principio esperar que la filosofía sea capaz de formular palabra, las asociaciones de palabras no son establecidas al azar, sino a
la teoría de un lenguaje en general o, mejor aún, no de un lenguaje en través de lo que llamamos "sinonimia", que no es otra cosa que _la
roda su especificidad, sino de aquellos aspectos más generales subya- identidad de significado. En co~~ec_uencia, la primera Jó,r":ula_ de .~:g­
centes que conformarían la estructura conceptual implicada en nues- nificado con la qut estamos famtl1at1zados en nuestra practica lingüís-
tro uso del lenguaje. La idea que aquí se presenta es que hay un núcleo tica es un esquema del cipo 'x" significa y o 'x" signif!ca_ 'y", ~ond~ x e
de nociones clave como las de saber, verdad, significado, explicación, y son letras esquemáticas para cualquier expresión s1~~1ficat1va._ Et~ ~l
conocimiento, identidad, existencia, que aprendemos a emplear con primer esquema la letra que está en lugar de la expres1on cuyo s1gn1h-
éxito sin el aprendizaje explícito de ninguna teoría. Para saltar de la cado buscamos es mencionada, y la letra que está en lugar de la pala-
práctica a la teoría subyacente necesitamos precisamente algo corno bra cuyo sign~ficado conocemos es usada; en el segundo_ ~sque~a,
la filosofía. ambas son mencionadas. Esa diferencia entre uso y mencton es im-
Profundizar en este curso de consideraciones nos volvería a las portante en este cipo de análisis, por lo que conviene presentarla con
cuestiones "rnetafilosóficas" que ya hemos desarrollado en el capítulo algo de detalle. ., .
anterior. Sólo las hemos retomado para enmarcar la pregunta por el Para trazar la distinción entre uso y mencion aplicamos la conven-
significado en un sentido filosófico distinguible del traramienro que ción habitual consistente en entrecomillar la expresión sobre la cual
le dispensaría la lingüística. Sea para desarmar las trampas concep- queremos hablar, es decir, la que mencionamos. Es un e~pedie~te ~is-
tuajes que se generan tanto en ideas filosóficas ingenuas como profe- temático a partir del cual creamos nombres de ~xpres:ones. Si dtg~
sionales sobre el significado y otras cuestiones asociadas, sea porque se Juan es bajo, nombro a Juan y afirmo algo de el, mientras que, s1
piense que hay una teoría sobre el lenguaje que la filosofía puede y digo 'Juan" tiene cuatro letras nombro a la palabra Juan y de ella_ a~ir-
debe brindar, lo cieno es que hay un sentido en que algunas de las mo algo. En consecuencia, juan y 'Juan" son semánticamente distin-
preguntas listadas más arriba son importantes para el filósofo, y rodas tos. Esca diferencia quizá se aprecie mejor si en lugar de un nomb~e
ellas pueden relacionarse entre sí en corno del problema de la com- como ejemplo tomamos una oración. Compárense, por caso, las si-
prensión del significado lingüístico, problema que es hora de encarar guientes expresiones: ·
en forma más directa.
(1) Juan a.firmó que Maradona es el mejor jugador de Iúrbol de
codos los tiempos, y . ,,
Significado y explicación del significado (2) "Maradona es el mejor jugador de fútbol de todos los tiempos
es una oración larga.
Uso y mención
También aquí la oración entrecomillada en (2) es un nombre d~ la
. Desde niños nos es familiar pensar que los significados de las pala- oración usada en (1). En (2) no se afirma que Maradona es el mejor
bras de nuestro lenguaje común son algo que se puede buscar y en- jugador de fútbol de codos los tiempos, sino que esa oración es larga, _ror
contrar y hay un lugar para hacerlo: el diccionario. De esta forma, la lo que podemos considerarla una afirmación verd~dera, cualquiera
tendencia a concebir el significado como alguna especie de entidad sea nuestra opinión sobre Maradona. Por su parte, st (1_) ~s _verdadera,
asociada a las palabras pero diferente de ellas tiene un terreno fértil en entonces Juan usó la oración de marras para afirmar su JUICIO sobre las

.
el que echar raíces. En efecto, a pesar de que lo único que encentra- virtudes deportivas de. Maradona.

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76 Introducciones a la f1losofía SJgni!kado y comprensión 77

La formula de significado el tratamiento del tema y dado que nuestro principal interés es la
¡
comprensión, y esta es una cuestión que, aun referida a partes de ora- 1
Hecha la distinción, se aprecia la importancia de definir, si en la
fórmula de significado, ambas expresiones son mencionadas o si se
ciones, se presenta primariamente en contextos oracionales.
Ahora estamos en condiciones de enfrentar preguntas como "¿en l
combinan uso y mención. A la luz de las consideraciones anteriores, qué consiste el significado?" o "¿qué es el significado?". Para evitar la
resulta claro que en la fórmula de significado no nos interesa hablar cosificación del significado, sea que se lo identifique con ideas, con-.
de la expresión que damos como sinónima de aquella cuyo signifi- ceptos, entidades abstractas o pares de estímulo-respuesta, lo mejor
cado queremos determinar. Por el contrario, decimos algo de esta ex- que podemos hacer es sostener que el significado es lo que explica una
presión, y lo que decimos es qué significa, para lo ctial usamos una explicación del significado a través del uso de una fórmula de signi­
expresión sinónima. Así, por el momento nuestra fórmula es 'x" signi­ ficado. Y puesto que todo uso de una fórmula semejante supone es-
fica y. Y este es el procedimiento que se sigue en la confección. de pecificar una expresión respecto de la cual se da un significado, la
diccionarios, pues a continuación de cada ítem se usan nombres y cuestión filosófica general acerca de qué es significar deja sitio a pro-
descripciones para referirse a lo que usualmente constituye la referen- blemas específicos de determinación del significado de expresiones
cia o el significado de la palabra del caso. Es decir, los diccionarios no particulares. .
relacionan literalmente expresiones con expresiones sino expresiones Sin embargo, es de esperar que esto no desaliente a quien busque
con sus significados o referencias, y hacen esto usando cierres nom- algún hecho o esencia común detrás de todo acto de significar y detrás
bres o descripciones más o menos sinónimos de las expresiones que de todo uso concreto de la fórmula de significado. Surge ante noso-
figuran corno entradas del diccionario. tros una pregunta misteriosa probablemente vociferada con tono des-
En cuanto a la fórmula de significado, falta aún una cuestión fon- esperado: ¿pero cómo es que un sonido o una marca se refieren a algo
damental. Ya en el mismo diccionario muchas veces debe apelarse a en el mundo o expresan una idea en la que pienso y que es captada
algún ejemplo que dé el contexto de uso de la expresión para la cual se por quien escucha ese sonido o ve esa marca? Resulta difícil ver claro
da el significado. Y lo que en un mero catálogo lexicográfico es una qué se pregunta aquí. Aunque creo que en estaforma es una pregun-
ayuda, pasa a ser central cuando nuestro interés es el problema de la ta descaminada, seguramente expresa una inquietud auténtica que
comprensión que los usuarios de un lenguaje manifiestan respecto de debe articularse de un modo más conveniente para tener respuesta.
sus emisiones lingüísticas. Pero si tenemos que tomar en cuenta a los Pero esto no puede hacerse de un plumazo sino paso a paso. El prime-
usuarios de las expresiones y no sólo a estas, nuestra fórmula de signi- ro es dejar establecido que dar el significado de una expresión es algo
ficado completa debe ser S significa y con 'x': donde "S" es una letra que hacemos por medio de una fórmula como la propuesta, y esto
esquemática para simbolizar el nombre o la descripción de un sujeto consiste en establecer una correlación entre expresiones que se men-
que ha usado 'x" para significar y, pudiendo ser el sujeto en cuestión el cionan y expresiones que se usan para los mismos fines que han sido
mismo que da el significado u otro que se lo explica a sí mismo o a un usadas las expresiones mencionadas. El segundo paso será entonces,
tercero. Es decir, el esquema puede dar lugar tanto a Yo significo y con especificar esos usos y esos fines o funciones respecto de los cuales se
'x" como a Él úgnificay con 'x': Por último, aunque la fórmula puede establece la correlación. Para ello es crucial tomar en cuenta que el
aplicarse tanto a palabras como a descripciones y a oraciones, inter- valor de las expresiones dependerá, al menos parcialmente, del con-
pretaremos que las expresiones de la fórmula son esquemas oracionales texto en el cual estas expresiones son emitidas, pues no olvidemos que
que simbolizan las oraciones que se usan para realizar algún tipo de · la fórmula de significado pone en relación expresiones, usos y usua-
enunciado en un contexto de comunicación a los fines de simplificar rios de expresiones. Con la orientación dada por estas indicaciones,
79
Introducciones a la ftlosofía s1gn1ffcado y comprensión

avancemos hacia una articulación más precisa del imerrogante alrede- esto dependa de convención o regla alguna que así lo disponga. Ade-
dor del cual gira este capítulo. más, en los tres casos se afirma una implicación de un fenómeno por
otro. Esto quiere decir que no es posible afirmar que las placas signifi-
can anginas y que sin embargo una persona tiene esas placas y no
Tipos de significado tiene anginas. Por el contrario, que "prohibido fumar" signifique lo
que significa, obedece a una convención, regla o costumbre que se
Significado natural y significado no natural acepta socialmente, pero el vínculo entre ese cartel y la conducta de
quien lo lee no es primariamente natural. A esto se agrega qt~e no hay
Una primera distinción básica en el ámbito del significado esla implicación entre el cartel exhibido y la respuesta producida en el
que a menudo se establece entre significado natural y no natural. Como público, como tampoco lo hay en .(6)., donde "sig~ific~" r~r~ice a una
se habrá apreciado, aquí estamos interesados por esta última clase. La interpretación. En cuanto a (5), sr bien hay una irnplicación, esta se
diferencia se percibe claramente cuando se contrastan algunos ejem- fundamenta en un acto fuertemente convencional, no en un vínculo
plos típicos de ambas clases. Los siguientes enunciados son casos de de tipo causal como en las implicaciones del grupo uno. Pero quiz~ la
significado natural: diferencia más importante entre ambos grupos, de las cua.les las sena-
ladas son aspectos parciales, es el hecho de que en los e!;mplo~ del
(1) Ganar la lotería significa un gran cambio en la vida de una segundo grupo el significado es el resultado. de una acc10~ racional
pers5ma. cuya característica es la intención de comumcar algo, propiedad au-
(2) Las placas en su garganta significan que tiene anginas. sente en los casos del grupo uno.
(3) Las formas de escas montañas significan que hubo una intensa
actividad glaciar en la región. Oración, modalidad y significado del hablante

Por su parte, son casos de significado no natural justamente los De ahora en más, siempre que hablemos de significado lo haremos
que pueden ser tratados con la fórmula de significado propuesta. Ejem- en el sentido no natural, que es, por otra parte, el sentido con el que
plos como los que siguen ilustran bien el contraste con los anteriores: venimos usando la palabra. Entre los significados de esta clase debe-
mos distinguir tres tipos o, si se prefiere, tres dimensiones:~! oracio~a~,
(4) El cartel de "prohibido fumar" significa que nadie puede en- el de la modalidad enunciativa del enunciado que se realiza al emmr
cender tabaco en el avión. la oración y, por último, el significado del hablante. Escas disrinci~nes
(5) Cuando el juez dice "los declaro marido y mujer" significa que son de la máxima importancia y habrá que desarrollarlas con cierta
los novios se han casado. extensión y sistemacicidad. Debe quedar claro que una teoría de la
(6) Cuando dijo "la casa está en orden" significó que debíamos comprensión del significado integrará todas escas ?in:1ensiones." "
desmovilizamos." Volvamos a nuestra fórmula de significado, S stgníficay con x , en
la que, como se aclaró, x e y son esquemas oracionales. Los ~res sign ¡ ..
En el primer grupo de enunciados, "significa" refiere a una regula- ficados de "significa" que hemos distinguido llevan necesáriarnente a
ridad entre fenómenos que se describirían normalmente como de cipo un análisis más complejo de su funcionamienro. Empecemos por la
causal. En esos enunciados se establece que un estado de cosas o even- estructura interna de "x". En ella deberemos discriminar la oración,
to es causa o consecuencia de otro estado de cosas o evento, sin que cuya simbolización estándar es la letra esquemática p, de la modalidad
Introducclones a la filosofía Significado y comprensión 81
80

del enunciado en el que se usa "p "para realizar determinada acción y me dirijo a otro pasajero que está parado entre la puerta de descenso
lingüística, que simbolizaremos con la letra "F" y que indica la idea yyo, diciéndole "¿baja?", la oración completa implícita en mi emisión
de [uerza o modalidad del .enunciado. El significado oracional de es mucho más compleja y larga, y, si bien el acto lingüístico realizado
"p "será una función de los significados de sus partes constitutivas y es el de una interrogación, mi intención comunicativa es también mu-
de la estructura lógica de la oración. En general, se distinguirán en cho más compleja. Precisamente para dar cuenta de este último ele-
"p" una expresión referencial y una expresión predicativa ordenadas mento es necesario hablar del significado del hablante que constituye.
en una secuencia determinada. Por sutparte, el significado de "F" esta- la dimensión puramente pragmática del lenguaje como distinto de los
rá dado por el tipo de acción que s/!; realiza al emitir el enunciado, otros dos. Pero antes de desarrollar este tema, obsérvese que el acto de
como por ejemplo afirmar, preguntar:. ordenar, prometer, agradecer, habla que realizo muchas veces no se corresponde con el acto de habla
persuadir, engañar, etc. Aunque no en todos los casos, en muchos de cifrado en las formas del lenguaje. Si pregunto a un transeúnte" .tiene
ellos la acción lingüística tiene algún tipo de codificación simbólica hor~?", el acto ~e habla que he realizado es más bien un pedido de que
explícita en el lenguaje, como los signos de interrogación o admira- me informe que hora es y no una pregunta. Aquí la zona de demarca-
ción; otras veces, el tipo de acción está solamente indicado por la es- ción entre el segundo y el tercer tipo de significado es algo borrosa, lo
tructura sintáctica de la oración y el contexto de emisión. que no quiere decir que desaparezca. Para ver claro en este punto es
Veamos cómo funcionan esas precisiones en algún ejemplo sim- conveniente que consideremos primero el significado del hablante.
ple. Alguien se dirige a mí después de la cena diciéndome "Samuel, La introducción del concepto técnico de significado ocasional del
~ bebes café?". El significado oracional de lo que dijo está dado por el hablante se debe a H. E Grice, quien lo propuso en su conocido ar-
contenido proposicional de la oración cuyos componentes son un tículo "Meaning" de 1957 y lo refinó en trabajos posteriores. Esta
nombre propio que funciona para hacer referencia y un predicado que noción se propone recoger la intención comunicativa con la que se
establece una relación entre el sujeto nombrado y un objeto o simple- realiza una acción lingüística, como una dimensión distinta de los
mente atribuye una disposición conductual a un agente. Este signifi- significados de palabras, oraciones y proferencias que obedecen a
cado oracional está presente también en "Samuel bebe café" y en las reglas_ conv~~ci~nales q~e l?~ especific~n. _Dada la prioridad que
"Samuel, ¡bebe café!". Lo que varía en los tres casos es la acción lin- e~ esta d1:nens10n nene la función comunicativa del lenguaje, es pre-
güística, que en el primero es una pregunta, en el segundo una afirma- ciso ampliar nuestra fórmula de significado incluyendo en ella un sím-
ción y en el tercero un pedido o una orden. Sí estoy interesado en bolo para el oyente o destinatario de la emisión del hablante.
comprender lo que se me dijo, necesito conocer tanto el significado de De acuerdo con el análisis ofrecido por Crice, las condiciones
la oración como el significado de.la modalidad enunciativa, pues si necesarias y suficientes para determinar el significado ocasional del
no comprendo la primera -porque no conozco el idioma en el que hablante, en términos de nuestra fórmula de significado ampliada, es
me hablan, por ejemplo- no podré reaccionar de ningún modo que se el siguiente:
base sobre lo que se me dijo, y si no capto cómo se me dijo lo que se me
dijo, mi reacción bien pudiera ser completamente inapropiada, como S intentó significar y mediante "x' si y sólo si
ocurriría si contesto "no tengo" a la pregunta del primer caso, y en intentó que su preferencia de x produjese el efecto (E) en una au-
cambio podría ser una respuesta adecuada para el terce~ enunciado al diencia (O)
menos e11 la interpretación más usual de la situación. por medio del reconocimiento por parte de Ode esa misma inten-
Desde luego, muchas veces las situaciones no son can simples y ción.
transparentes. Cuando en un viaje en autobús me dispongo a bajar
lntrnducclones a la filosofía
StgnUkado y comprensión 83

La idea esencial es que el significado del hablante se determina a significado del hablante no es convencional aunque se vehiculice even-
través de la determinación de la intención comunicativa, y sólo se da tualmente a través del uso de dispositivos lingüísticos convencionales.
esta intención si lo que causa en el oyente el efecto o la respuesta bus- La posición más sensata es entender que, al menos a los efecros de
cados por Ses el reconocimiento por parre de O de la intención de S. explicar la comprensión de la conducta lingüística, los eres tipos de
s "En,, la situación en la que digo a alguien ( O) "·tiene
~ hora?" vo soy
. )r significado son igualmente necesarios y todos juntos quizá suficien-
, x se c?mpone d.el contenido oracional "tener hora o reloj" (p) y tes. Privilegiar uno u otro dependerá de la finalidad que persiga la
del mod~ 1nterrogat1vo. (F), Y. mi intención comunicativa es lo que se teoría que se elabore. Si se pone el acento en la génesis o adquisición
expresa.na con el enunciado "dígame la hora, por favor", que es lo que del lenguaje, habrá que decidir qué es prime~o: si el significado en
~omunico a O a través de la emisión de x, sobre la base de que mi términos de intención comunicativa, del que luego se derivan y crista-
Interlocutor reconozca mí intención y reconozca que mi intención es lizan tanto los tipos de actos de habla como el significado oracional o
que ~l la reco~o~ca a parcir de mi emisión de x. Se distinguen así los si, por el contrario, se parte de la idea de que la intención comunicativa
?;
tr~s. tipos s1gn1fica~o: .el oracional, el de la acción lingüística y el de
rru rnrencron comun1cat1vá..
no podría surgir y articularse, de no existir ya un sistema de símbolos
que exhibe una estructura sintáctica y semántica que determina es-
· Debemos decir ahora algo del delicado tema de las relaciones entre tricramente las posibilidades comunicativas. Del mismo modo deberá
los tres tipos de significado. A la complejidad propia de la cuestión se tomarse alguna decisión teórica si el interés no está puesto en el aspec-
agrega ,que ella ha ~ido y es objeto de fuerte controversia. Están aque- to genético sino en el vínculo lógico o conceptual entre los diversos
llos ülosofos que siguen el programa de Grice y privilegian el signifi- significados, y quizás estas dos decisiones no rengan el mismo resulta-
ca~o del ha~lante por sobre los otros dos. Ya en el trabajo de 1957 do, y lo que es primero en el orden genético no lo sea en el orden
Gnce afirmo que esperaba que su análisis contribuyera a la clarifica- conceptual. En cualquier caso, la rarea central es mostrar cómo se da
ción del significado en general, otorgándole a la intención comunicativa la trabazón entre los tres significados en un intercambio lingüístico
e~ peso. fundamental para la determinación del significado de la ora- dado. Una teoría de la comprensión no estará lograda, mientras los
ción e incluso de las partes de la oración. En el extremo opuesto se tres significados aparezcan reunidos como si se tratase de un milagro o
encuentran quienes restringen la teoría del significado a una teoría una feliz casualidad.
semántica que proporcione para un lenguaje L las condiciones de ver-
dad para cada oración de L. El significado oracional es aquí el que
manda, y, en todo caso, a los fines de la comprensión de la conducta Dimensiones de la comprensión
lingüística, tal teoría semántica deberá ser complementada con un
estudio pragmático de tipo psicosociológico. Finalmente, están los Ahora que sabemos algo más sobre las diferentes dimensiones del
teóricos de los actos de habla, como Ausrin -iniciador de esta clase de significado, podemos intentar comenzar a responder en qué consiste
análisis- y Searle, su discípulo, quienes extienden la semántica hasta su comprensión. Identificar una sarta de ruidos o marcas como un
in~luír el estudio del significado de la fuerza ilocucionaria (tal la ter- fragmento de lenguaje implica, en primer lugar, discernir en ellos una
minología técnica). Estos autores tienden a pensar el significado de la estructura sintáctica que permita determinar las unidades de signifi.-
fuerza de las acciones lingüísticas como de naturaleza enteramente cación. Una vez hecho esto, se necesita dar una interpretación de esa
convencional, por lo que 1a semántica debe ofrecer un análisis en tér- secuencia lingüística, supongamos una oración, por ejemplo tradu-
minos de las reglas necesarias y suficientes para que tal significado sea ciéndola de la misma a un lenguaje cuyo dominio ya se posee, o sim-
dado. Así, esca perspectiva se diferencia de la Grice, ya que para esre el plemente mostrando la equivalencia de esa expresión con otra del
84 Introducciones a la fllosofia
Slgnillcado y comprensión
85
mismo lenguaje. Esta equivalencia remite, por un lado, al contenido
La expresión "actitud proposicional" fue introducida por Benrand
proposicional expresado por la oración, esto es'. el estado ?e c~sas.~~e:ca
del cual versa esa oración, y por otro lado, al upo de acción lingüística Russdl para. referirse a cierto tipo de estados psicológicos, aquellos
cuyo contenido se expresa por medio de oraciones declarativas, como
que se realiza al emitir esa oración. Finalmente, si se t~ata_ de un c~n-
texto comunicativo, se debe definir la intención cornumcanva de qmen "creer que Russell fue un filósofoJ). Creer, desear, sospechar, opinar,
etc., son casos paradigmáticos de esta clase de actitudes o estados psi-
emite la expresión. . .
Llamemos a cada una de estas instancias pnmero, segundo y tercer cológicos, que se diferencian de estados en los que se tiene una sensa-
ción, por ejemplo un dolor. Las actitudes en cuestión fueron califica-
nivel de comprensión, correlacionados respectivamente con lo~ t_res
das de "proposicionales" por Russell porque, sostuvo, los contenidos
tipos de significado. Desde luego, no se trata de un or~en_ cronoh,g1e_o
u "objetos" a los que tales actitudes se refieren son proposiciones. Las
sino de una descomposición lógica de un proceso urutano. En el pn-
atribuciones de actitudes proposicionales tendrán la forma de una
mer nivel de comprensión lo que se capta es el significado de la ora-
oración del tipo "Samuel cree que Bertrand Russell fue un filósofo".
ción que, como se dijo, es función del significado de las partes. Com-
Como se ve, estas atribuciones se presentan tanto en el análisis de los
prender el significado de las partes de la or~ción es. saber a qué _se
actos de habla como en el de la intención comunicativa en los térmi-
refiere la expresión referencial y qué se predica de dicha referencia.
nos· de Grice, por lo que una teoría del lenguaje que apunte a la eluci-
Este nivel es aquel en el que el lenguaje despliega su poder representa-
dación de la comprensión del significado deberá contener un estudio
tivo respecto de la realidad con la que se articula. En otras palabras, es
de la lógica y la semántica de este tipo de entidades lingüísticas.
el nivel en el que el lenguaje se toca con el mu~~º· . . .
Cuando la acción lingüística es la de aseveracion de un JUICIO, com- Aquí no nos interesa abrir una discusión sobre los complejos pro-
prender el juicio es ser capaz de establecer las condi ciones de verdad
1
blemas que presenta el tratamiento de estas expresiones, básicamente,
los problemas relativos 'a la opacidad referencial propios de los coritex-
de dicho juicio, es decir, cuándo es verdadero ~ cu~~o es falso .. -~n
~os intensionales. · En la bibliografía señalada al final def' capítulo se
este tipo de acto de habla, las condiciones ~e satisfacción de la ~:c10n
lingüística, es decir, las que deben cumpl~rse para que la aceren .se rnduyen algunas obras que serán de ayuda para el lector interesado en
realice, son condiciones de verdad. Otros t1pos de actos de habla ne- profundizar en su estudio. Baste señalar que una teoría de la com-
nen otras condiciones de satisfacción. Estas condiciones pue~en prensión lingüística debe combinar el estudio de las atribuciones de
traducirse como el conjunto de reglas que implícitamente es posible actitudes proposicionales con una investigación psfrológica de los es-
tados mentales implicados.
suponer que los usuarios del lenguaje sí~uen e~ s~s interac,ciones ver-
bales. En consecuencia, lo que una teona sernannca cendra como ob- Volvamos a nuestro tema principal. Comprender el significado de
jetivo es la determinación de las reglas para cada ti?o de acto ~e h~bla
la emisión de una oración usada para realizar un enunciado involucra,
entonces: la especificación de las condiciones de satisfacción del con-
más la formalización de las que rigen la referencia y ~a pred~cac1~n,
pues el supuesto básico es que la comprensión d~l significado implica tenido proposicional de dicha oración,la determiná.ción del tipo de
acción lingüística realizada y la atribución de una actitud proposicio-
algún grado de conocimiento práctico de esas mismas reglas por parte
de los hablantes. nal al hablante, a fin de interpretar la intención comunicativa con la
que ha realizado el enunciado del caso. Está claro que este tratamiento
En cambio; no hay un conjunto de reglas que fijen el terce: nivel
de la comprensión se aplica a un contexto comunicativo en el que un
de comprensión para cada intención comunicativa; En est~ 01:'el, la
comprensión está dada por la actitud proposicional que :s atribuible al oyente ? intérprete se propone comprender lo dicho por otro sujeto
emisor, lo que también está implicado en el segundo nivel. que emite en forma oral o escrita un fragmento de lenguaje. Pero ¿qué
hemos de decir respecto de la comprensión del significado en conrex-
86 Introducciones a la fllosofía Significado y comprensión 87

t~s ?e aprendizaje o adquisición del lenguaje? El problema es muy del lenguaje. Pero la comprensión no es un proceso, pues a su respecro
d1st1~1to del que hasta ahora hemos tratado, pues en las situaciones no cabe preguntar cuándo comenzamos a comprender o cuánto tiem-
cons~deradas teníamos un sujeto en posesión plena de un lenguaje po comprendemos. Este es un miro cuya aparición se ve facilitada por-
que Intenta comprender a otro sujeto también en posesión plena de que hay una diferencia genuina entre percibir un signo encendiéndolo
su lenguaje, sea este el mismo u otro distinto. En cambio, en la situa- y hacerlo sin entendimiento alguno. Pero esta diferencia no podría ser
ción de adquisición, lo que importa determinar es qué es comprender descripta adecuadamente como una diferencia entre algo que se tiene
u~a emi:ión lingüística por primera vez. Sin embargo, más allá de la o que no se tiene en la mente y que ya no es un signo, pues toda
d1feren~1~ apuntada, puede formularse un interrogante más genérico interpretación nos remitirá nuevamente a signos. Si enciendo el signi-
.~ proposiro _de la comprensión del significado: ¿cómo es que en un ficado de la expresión "rojo", no es como consecuencia de consulrar
instante, quien comprende parece tener. ante su mente de una vez y un muestrario menral de colores del que extraigo un ejemplar de rojo
para siempre la aplicación correcta de una regla o el uso de una pala- que lleva debajo la inscripción "rojo", pues también en este reducto de
bra o, en forma ~ás amplia, el significado de x, sea "x" lo que fuere? mi mente podría haber equivocado la muestra. Por lo demás, la misma
Téngase en cuenta que en la comprensión del significado se supone capacidad que me permite entender la expresión "rojo" es la que me
u~a ~plicación reiterada y abierta de eso que se comprende, no res- permitiría consultar exitosamente el muestrario mental.
tringida a una serie finita o a cierro tipo de situaciones en particular. Si estas observaciones son correctas, es necesario ofrecer otro aná-
Par~ completar el análisis del fenómeno de la comprensión del signifi- lisis de la comprensión del significado. Aún tenemos que responder
cado es necesario responder a esta pregunta. . . dónde y cómo "se juntan", por así decir, el signo lingüístico con su
. La sugestión de un misterio detrás del fenómeno de la compren- significado. La respuesta requiere concebir el lenguaje y nuestra capa-
sión desaparece una vez que dejamos de concebirlo como un proceso cidad lingüística en términos muy diferentes de los sugeridos por el
o estado de conciencia o incluso como un mecanismo mental o cere- modelo psicologista o rnentalisra que hemos desestimado. Eso hare-
bral de alguna clase. Aquí debemos separar dos planos del problema: mos en el próximo y último apartado de este capítulo.
el psicológico, en el que se trata de establecer modelos explicativos de
naturaleza hipotética que den cuenta del entrenamiento y condicio-
namiento en términos causales, y el plano conceptual en el que esta- La institución del lenguaje
mos. trabajando y pertenece a la descripción filosófica. En este plano
nos interesa la descripción del fenómeno y nos importan las razones La idea central a la que nuestro análisis arriba es que comprender
que justifican la atribución de la capacidad del uso del lenguaje, que el significado lingüístico equivale a adquirir una habilidad práctica, la
es_lo ~ue está involucrado en la comprensión del significado. Las ex- capacidad del uso regular del lenguaje. El lenguaje es en esta perspec-
plicaciones causales son hipotéticas y empíricas, y son tema para una tiva una institución, la más básica de todas las instituciones, corno ya
psicología experimental, mientras que la descripción conceptual del hemos dicho en el primer apartado del capítulo 1. Y para que haya
· filósofo se mueve en el terreno de la justificación racional. institución es necesario que haya reglas y criterios que fijen condicio-
La idea básica es que comprender el significado de una expresión nes de satisfacción de la aplicación de las reglas. Pero es en la práctica
lingüística no es un estado o proceso consistente en la presencia de una misma donde la conducta lingüística individual se anuda a los reque-
especie de sombra de la expresión ante la mente de quien comprende. rimientos de esas reglas, pues encender las reglas y aplicarlas supone
Hay una tendencia a concebir que el sig:nificado y la comprensión son haber adquirido ya la habilidad en cuestión, no viceversa. Investigar el
procesos que se producen simultáneamente y que acompañan el uso conocimiento lingüístico es investigar la adquisición de la correspon-
S1gnlflcado y comprensión 89
lntroducc1ones a la filosofía
88
Es como cuando miramos la cabina de una locomotora: allí hay manubrios
diente habilidad, y estudiar una habilidad es estudiar su ejercicio. que parecen todo~ más o menos iguales. (Esto es comprensible puesto que codos
"Conducta lingüística" debe entenderse aquí en su más amplio senti- dios deben ser asidos con las manos). Pero uno es el manubrio de un cigüeñal
do, de modo que el "habla silenciosa" con uno mismo también es una que puede gr~duarse de modo continuo (regula la apertura de una válvula); otro
conducta lingüística perteneciente a la institución del lenguaje. es .el manubrio de un conmutador que sólo tiene dos posiciones efectivas: está
abierto o c~rrado; u~ tercero es un mango de una palanca de frenado: cuanto más
Tenemos ahora el camino abierto para responder a la pregunta
. mas fuerte frena; un cuarto es el manubrio de una boímb a.: ·s ól o
fuerte. se tira,
acerca de dónde se juntan signo y significado. La respuesta es simple fu nciona mientras uno lo mueva de acá para allá.
pero rica en consecuencias. No hay un lugar donde se junten, porque
adquirir el signo es adquirir el significado. El lugar en el que se ad- Es decir, _todos esos instrumentosparecen similares mientras no se
quieren conjuntamente es la práctica misma del lenguaje y no hay preste atención a sus múltiples empleos, pero una vez que sabemos lo
una instancia más importante y fundamental a la que dirigirse para a que hacer con ellos, el contraste de sus diversos usos no puede ser ma-
su vez dar razón de este hecho. yor. Forzando un poco las cosas, podríamos incluso correlacionar di-
Por otra parte, es preciso concebir el funcionamiento del lenguaje versas palabras con las palancas del tablero. Por ejemplo, las palabras
en coordinación con el conjunto de nuestra actuación. Hablar una de colores o los números reales trabajan más o menos sobre un conti-
i lengua forma parte de una actividad que coma su sentido en relación nuo:,como el primero de.los instrumentos; "verdadero" y "falso" 0 "si"
con el resto de nuestros actos. Wittgenstein acuña el concepto de jue­ Y no podrían ser e~pare1.ados con el manubrio del conmutador. (Dejo
gos de lenguaje a fin de esclarecer esta dimensión práctica. Es una al le~tor la tarea de 1magmar las otras correlaciones.)
noción que ya ha aparecido en el capítulo anterior en función del pro- S~n ~~~argo, destacar la multiplicidad de usos d~ las expresio-
blema de la elucidación de la naturaleza de la filosofía. Retomarla aho- nes lingüísticas cobra toda su importancia cuando se la vincul ~
1 ra nos permitirá ubicar de un modo más adecuado el problema de la
comprensión del significado en una concepción integral del lenguaje.
l bi . ld
e. o~ro o jeuvo. e e af!rmar que es en la acción en donde surge el
a ... on
significado. E1~ este sentido, los diferentes juegos de lenguaje son mode­
La idea de que los signos del lenguaje cobran vida en el espacio l~s, f autas o qemplare! en los que los sígnos língüísticos adquieren su
interior de la mente se presenta frecuentemente asociada a la reduc- stgn!ficado, al ser refe:rdos a cosas, estados de cosas, rasgos O eventos del
1 ción del uso de las palabras a la nominación de objetos. La noción de
juegos de lenguaje es introducida por Wittgenstein con dos finalida-
mu~do y ". ser coordinados con el uso de otras expresiones en cursos de
accián. Dicho de otra manera, los juegos de lenguaje constituyen el signi­
des básicas: mostrar que es en la acción donde las palabras y oraciones ficado y son uehlculos de comprensión.
cobran vida y destacar la diversidad de funciones que los signos lin- ¿Por qué Wittgen$tein eligió el término "¡· uegos" en lugar de " _
güísticos ostentan. La expresión aparece en IF 7 referida a juegos o d e l os ,, o " pautas" ? L a respuesta se impone por sí misma cuandomose
prácticas a partir de los cuales los niños aprenden su lengua materna. repasan los apar.tados 6,6 a 70 de !F. Allí sostiene que no hay nada
Hacia el final de ese apartado Wittgenstein aplica la expresión "al todo como. una esencia comun a todo . lo que llamamos «1·u e gos" , smo · que
formado por el lenguaje y las acciones con las que está entretejido". Es .i
las diferentes cosas que así consideramos exhiben ciertos " id
decir, los juegos de lenguaje no son juegos en el lenguaje o juegos de ·¡ d f ·1· ,, . . pareCI os
¡ e ami ta entre ellos. S1 echamos un vistazo a la diversidad de juegos
palabras. Por su parte, la variedad de empleo de las palabras se ilustra 1 se ve el.aro. En e~ecto, ¿hay acaso un demento común que haga juegos
con las analogías que Wittgenstein propone. En el apartado 11 corn- 1 a los d~ferentes ¡uegos de tablero, de cartas, de pelota, de lucha, etc.?
para el lenguaje con una caja de herramientas y en lá siguiente con los t ~ay diversos rasgos que se repiten en algunos, y otros en otros, pero
instrumentos del tablero de una locomotora. Esta última es particu- l'i ninguno de esos rasgos se encuentra en todos ni es más esencial que
larmence iluminadora por lo que bien vale citar el texto completo:
91
mrrocuccrones a la filosofía s1gn1flcado y comprensión

codos los demás. Por eso afirma Wirrgensrein que los juegos forman habla O los juegos de lenguaje wittgensteinianos, s~n técnicas de las
familias, pues también en una familia hay una multiplicidad indefini- que la filosofía puede disponer para el mejor rrararruento de ~o~ asun-
da de rasgos que se entremezclan en sus diferentes miembros: estatu- tos que nos han ocupado en este capítulo. Desde luego, los ropicos de
ra, facciones, color de ojos y de pelo, andares, tono de voz, rasgos de un estudio filosófico del lenguaje abarcan muchos asunto~ de.los cua-
carácter, etcétera. les poco o nada hemos dicho, como ~a referencia y la predrcac16n, qu~
Y estas características de los juegos son transferibles a los juegos de a su vez llevan a cuestiones tan espinosas como la naruralez~ de. ~os
lenguaje, por lo que podemos resumir en las siguientes observaciones nombres, las descripciones y la estructura l6gica de la P:~d1cac1on.
lo que llevamos dicho sobre los juegos de lenguaje: Pero no debe perderse de visea que las diferentes áreas rernaucas de l~s
que nos ocupamos en el libro, son a~ordadas ~o~o otros tantos ,cami-
1) la aplicación que se haga de la expresión "juegos de lenguaje" nos para introducírnos en el estudio y la pracnca de la ~losofia. De
estará emparejada, en cuanto a su laxitud y vaguedad, con la aplica- codos modos, en el próximo capítulo cendremos op~rtuntdad de aso-
ción que se haga_de la palabra "juego". Los juegos forman familias y marnos a "la cara ontológica" de algunas de las cuestiones que queda-
exhiben entre sí diversos parecidos pero ningún rasgo esencial común; ron fuera de este. Probablemente eso nos permita retomar algunas
2) así como el jugar es una actividad que forma parte de nuestra cuestiones que aquí quedaron pendientes.
"historia natural", así ocurre respecto del jugar juegos de lenguaje;
3) jugar un juego de lenguaje es participar en una forma de vida;
41. así como podemos inventar juegos de diversa clase, también Bibliografía básica para el capítulo
podemos inventar juegos de lenguaje;
5) los juegos de lenguaje que inventamos nos sirven como térmi- + Ausrin, J.
EmayoJfilosó.ficos. Madrid, Alianza Universidad, 1989.
nos de comparación para dilucidar problemas originados en nuestro + Ausrin, J.
Palabras y acciones. Buenos Aires, Paidós, 1971. , , r,

+ Black, M. Explicaciones del significado, en M. Bunge, Antologt« sm1,wfml.


lenguaje natural y ordenarlo de una manera posible;
Buenos Aires, Nueva Visión, 1960. , . . . di-
6) un juego, lingüístico o no, involucra generalmente mucho más + Grice, H. P. Significado. Cuadernos de crittca. México, UNAM, 1977. (E
que lo que viene dado por las condiciones necesarias y suficientes para ción original de 1957.) · .
jugarlo (la complejidad y variedad de sus reglas, la gracia del juego, + Merleau-Ponry, M. Signos. Barcelona, Seix Barral, 1964. .
etcétera). + Peirce, C. S. El hombre, un signo. Barcelona, Edirorial Crítica, 1988.
+ Searle, J. Actos de habla. Madrid, Cátedra, 1980. . _
+ Simpson,T. M. (comp.), Semántica .filosófica: problemas .Y discusionrs. Buenos
Estos comentarios sobre los juegos de lenguaje tienen por finali-
Aires, Siglo XXI, 1973. . ,
dad insistir en una concepción del lenguaje según la cual este no es ni + Srrawson, P. F. Análisis y metaflsíca. Barcelona, Paidós, 1997.
una unidad formal ni una trama de significaciones independientes de + Scrawson: P F. Ensayos /ógico­lingiiísticos. Madrid, Tecnos, 1983.
la vida de quienes lo usan, sino una trama integrada en el conjunto de + Wittgenstein, L. lnvt•stigL1ciones filosóficas (IF). Madrid, Alraya, 1999.
Ol;lesrra vida. Por lo mismo, el significado, rasgo esencial de lo que
consideramos lenguaje, Jebe entenderse en relación con esa trama. El
punto central es la idea <le que el significado y su comprensión se consti­
tuyen en el lenguaje en uso, y los diferentes dispositivos analíticos que
hemos recorrido, como la fórmula de significado, las condiciones
gricianas para el significado del hablante, la lógica de los actos de
\

3
1 Un mundo, muchos mundos, ningún mundo
1
i
¿Podemos "conocer" de hecho el universo? Dios mío, bastante·
duro es manejártelas e11 el Barrio Chino. Pero la cuestión es:
11 ¿hay algo ahí afi,era? ¿y por qué? ¿y por qué tienen que ser tan
! ruidosos? Por último, no puede haber ninguna duda de que la
principal caracterlstica de la "realidad" es que anda escasa de
esencia. No que no tenga esencia, sino sólo que anda necesitada
de el!.a.
U'/oodyA/len

La filosofía nació metafísica, lo que hace de esta área de la filosofía


el ca.mino más ancho y complejo de todos los que podemos-escoger
para introducirnos en su estudio. Como quizá el lector sepa, debemos
este vocablo a los griegos, de quienes también heredamos la palabra
"filosofía". Cuenta la historia que Andrónico de Rodas colocó los li-
bros de Aristóteles que tratan de la prote filosofla (filosofía primera)
detrás de sus libros de física, por lo que "metafísica", que literalmente
significa detrás de la flsica, es, desde Aristóteles en adelante, el nombre
para la filoso/la primera. Pero lo que en su origen tuvo el significado
literal de detrás de la física, con el tiempo devino más allá, más funda-
mental, etc. Como en el refrán popular "detrás de todo gran hombre
hay una gran mujer", con el que se destaca que el sostén de la grande-
za del primero es la grandeza de la segunda, la metafísica, es decir, lo
que está detrás de la física, pasó a ser la disciplina fundamental, por
ser su objeto de estudio aquello en lo que se sostiene todo lo que hay.
Pero ¿en qué consiste este objeto de estudio?
En consonancia con lo ya aclarado en el prólogo, no haremos aquí
un desarrollo histórico de la respuesta a esta pregunta. Tanto más ím-
proba sería semejante relación, cuanto que en el caso de la metafísica
94 Introducciones a la filosofía
Un mundo, muchos mundos, ningún mundo 95

su historia es prácticamente la de la filosofía misma, con sus a veces


AJ10ra bien, si se deja a un lado el componente teológico, la meta-
profundas, otras enmarañadas, pero siempre apasionadas controver- -
física se identifica lisa y llanamente con el estudio de aquellos rasgos
sías. Sin embargo, no podremos prescindir de una breve referencia al
formales que presentan todos los entes en general por el solo hecho de
tema de la "filosofía primera" en Aristóteles. Por él deberemos comen-
ser. Esto lleva a un estudio lógico de los principios más abstractos que
zar para luego presentar en forma sistemática las cuestiones a las que
constituyen los criterios a partir de los cuales "las _cosas" cobran exis-
alude el, por cierto, algo misterioso título de este capítulo.
tencia y realidad. Y esto no es, en última instancia, otra _cosa que el
1
l· estudio de las diferentes categorías en que se ordena y articula lo que
Filosofía primera i existe desde el más ínfimo hasta el más excelso de los seres, pues,
¡j desde' el punto de vista metafísico, todos tienen igual dignidad.
!,! Entonces, si de la filosofía primera de Aristóteles retenemos este
Aristóteles definió la filosofía primera como "la ciencia que estu- ,¡ sentido, la metafísica será lo que se conoce más comúnmente bajo ~l
dia el ser en tanto (qua) ser y las propiedades que como tal le corres-
nombre de "ontología", expresión que se usa con mayor frecuencia
ponden". A primera vista, esta frase resulta enigmática. Su oscuridad
que la de "metafísica" en las discusiones contemporá?eas de esto~ te-
dio lugar a innumerables y abstrusos debates a lo largo de la historia 1i mas. En términos aristotélicos, la oncología se ocupana de determinar
del pensamiento. Se vuelve difícil de comprender cuando se piensa en
un algo llamado "El Ser" que hay que caracterizar para saber qué le ¡ cuáles son las categorías del ser, vale decir, las clases de cosas que exis-
ten. Pero ¿qué son, originariamente, 1 as categonas. ' ~ El. termmo
' . " cate-
corresponde qua ser. Una manera de resolver o al menos encauzar el l
coría" fue introducido con un sentido técnico por pnmera vez por el
misterio es identificar El Ser con Dios, lo que fue hecho por muchos
·- ;ropio Aristóteles, para aplicarlo a lo que l~an_1ó "términos sin enl,ace'>.
filósofos, empezando por el propio Aristóteles. Desde esta perspecti-
últimos o inanalizables, que ni afirman ru megan nada. Estos rerrnr-
va, la filosofla primera es teología. Pero en Aristóteles el sentido de
nos últimos se agrupan en las categorías, que son los tipos de predica-
"teología" es distinto del que más tarde se encuentra en la filosofía,
dos a partir de los cuales clasificamos y calificamos rodas las c?~as. ~n
sobre todo a partir del cristianismo. Aristóteles pensó la teología como
general, podría sostenerse que la idea subyacen te en la conce~c10n ans-
el saber básico y universal porque se ocupaba de estudiar aquella sus-
torélica es que debe haber algo que corresponda a todo. predicado q~e
tancia principal entre todas las primeras. Es decir, la ciencia natural
sea verdadero respecto de algo, de modo tal que al clasificar l_os predi-
no era la más fundamental de las ciencias porque no ~studiaba los
cados clasificamos las cosas de las que predicamos esos predicados.
seres o sustancias primeras en aquello que las hada ser lo que son, sino
Aristóteles reconoció diez categorías, a saber: sustancia, cantidad,
en su particularidad de ser sustancias narurales. En cambio, investigar
cualidad, relación, lugar, tiempo, situación, posesión, acción Y pa-
lo que tales sustancias son en tanto tales era la tarea propia de la teolo-
sión. El estatus de este catálogo de categorías y la justificación de que
gía, en tamo metafísica o filosofía primera. Su objeto de estudio fue
sean estas es todo un problema de interpretación y valoración del
entendido, en resumidas cuentas, como la totalidad de lo que hay, no
pensamiento de Aristóteles en el que no tenemos ne~esid~d de entrar.
en Ía especificidad de todos y cada uno de los seres existentes, sino en
Baste observar la profunda relación que las categonas nenen. con la
aquello que hace que sean, esto es, aquello que los h~ce existentes.
forma de las proposiciones, que son aquello de lo que predicamos
Pero en la medida que se piense que todos los seres deben su existencia
verdad o falsedad. Esto indica que se da un vínculo muy estrecho
a un primer principio o primera causa, cae por su propio peso que el
entre la pregunta por lo que hay y por lo que deci"!os que hay, ví;icu-
objeto último de la investigación metafísica será ese Principio Supre-
mo, que Aristóteles identifica con Lo Divino o, simplemente, Dios. lo que ha sido fuertemente afirm~do en la filoso~1a conremporan~a.
En última instancia, puede considerarse la reorta de las categonas
IJ
aristotélicas a un tiempo como teoría lógica del lenguaje y teoría del tamos en un sentido realista, la de nuestra experiencia interna sólo
ser u ontología. Por lo tanto, la filosofía primera o metafísica no es accesible por vía de introspección, alguna otra realidad inaccesible
otra cosa que una ontología para cualquier lenguaje en general, y de p~ra nuestras_capacidades cognoscitivas, etc. Si en cambio se respon-
cada lenguaje en particular o del lenguaje natural deberá poder pre- d1er~ e~ sentido pluralista, el problema sería determinar si hay o no
guntarse cuál es su compromiso ontológico, que es el modo como estas restricciones para tanta generosidad ontológica.
cuestiones se discuten en buena parte de la literatura contemporánea U~a estrategia diferente aunque emparentada con fa opción
de referencia para el desarrollo que presentaremos a continuación. pluralisra, es Ia que presentó R. Carnap en 1950. Nos conviene re-
ferirnos a ella antes de abordar los problemas de fondo sobre el modo
de concebir lo real y su articulación con el lenguaje. La idea central Je
Lenguaje, ontología y decisión pragmática Can1ap es que la ontología es siempre relativa a un marco lingüístico
Y enteramente materia de decisi6n pragmática. Lo imporcanre de esta
En los capítulos anteriores hemos sugerido que, en gran medida, perspectiva es que la aceptación de una ontología no supone una tesis
es el lenguaje el que organiza nuestra experiencia. También señalamos metafísica general acerca de cómo son las cosas. Para apreciarla en su
que una de las dimensiones del significado corresponde a las relacio- integridad, es necesario desarrollar una distinción que establece el
nes representacionales del lenguaje con el mundo, siendo la palabra mismo Carnap entre cuestiones internas a un marco lingüístico y cues-
"mundo" una expresión para referirnos a la totalidad de lo que se con- tiones exteriores a todo marco.
sidera existente o real. Cabe ahora preguntar si hay tantas ontologías Dado un marco lingüístico, esto es, un conjunto de términos con
como lenguajes seamos capaces de concebir y construir o, más sus respectivas reglas de uso, la pregunta por la existencia o realidad de .
crudamente, si hay una sola realidad o un solo mundo al que el len- !as e~tidades a las que se refieren o denotan las expresiones del lengua-
guaje natural u otros lenguajes alternativos remitan finalmente. je es mcerna y se resuelve dentro del mismo marco. Piénsese en lo que
Dijimos que la pregunta ontológica por antonomasia es '.'¿qué es Carnap denomina "el mundo de las cosas", que es el sistema espacio-
lo que hay?", pero esta pregunta resulta ambigua, pues puede signifi- temporal de cosas y eventos observables al que nos remite el lenguaje
car codas escas cosas: natural. Preguntas de tipo interno son, por ejemplo, ¿existen perso-
nas? ¿son reales los unicornios o meramente imaginarios? y similares.
• ¿qué cosas o indíviduos hay? Tales cuestiones ya vienen respondidas por la trama conceptual del
í
• ¿qué cipo de cosas hay? lenguaje mismo. Puesto que podemos expresar significativamente co-
1 1
• ¿de qué están hechas las cosas que hay? sas como "J uan es una persona, no un animal" o "los unicornios no
¡
11 existen", las preguntas internas son sólo pedidos de aclaración del fun- 1
El sentido que aquí nos interesa es el segundo. Respecto de esta
pregunta debemos considerar si hay un solo modo en que es el mun-
¡ cionamiento del marco lingüístico del caso, o cuestiones que se res-
f'
ponden con una investigación o procedimiento concreto, adecuado al
do o si el tipo de cosas que consideraremos existentes es materia de l
decisión en relación con los sistemas lingüísticos o simbólicos que r
j
marco en el que se está. Desarrollemos todavía un poco más la posi-
ción de Carnap.
podamos construir. Por otra parte, 'en caso de que se responda que la i
realidad es una, roda vía habría que decidir cuál es esa realidad: la que ¡
,,
Supóngase que en este marco, en el que hay afirmaciones como
" e~ra,,r1za
. es bl anca,, y "l as cosas blancas son más claras que las cosas
nos manifiesta el lenguaje natural en sus estructuras más generales, la J roJas , y en el que por lo tanto podrá haber un enunciado como "el
que surge como correlato de las teorías científicas cuando las interpre-
l'
l
blanco y el rojo son colores", quiero saber si existen cosas tales como
).

[
1
98
Introducciones a la fllosofía
Un mundo. muchos mundos, ningún mundo 99

la rojez o la blancura. Mientras no introduzca en ese marco nombres no los universales; precisamente, "platonistas" refiere a los que res-
a~)Stractos para cu~idades, las mismas no existen en ese marco, pues ponden afirmativamente a esta cuestión, por haber sido Platón quien
solo tengo co.sas rojas, b~ancas o de otros colores, pero no las propie- en el comienzo mismo de la filosofía sostuvo que el mundo verdadero
dades respectivas. Pero s1 para tal o cual fin deseo introducir la nueva es el de las ideas, los universales, de las cuales todo lo que hay es una
terminología y formulo las reglas de su uso en un codo coherente con instancia menos perfecta que ellas mismas. Finalmente, ni monista,
el marco que e~;ºY arn~liand_o, podré incorporar a la ontología del ni pluralista frente al tema de si la realidad debe ser interpretada como
marc? en ~uestwn la existencia de esta clase de propiedades, y luego una o como múltiple. Todas estas variantes remiten a una constela-
su existencia o no se volverá un asumo inrerno al marco.
ción de problemas que queda desestimada de raíz. Como no creo que
. ¿Qué contaría ahora como una cuestión externa al marco lingüís- las afirmaciones a que arribó Carnap sean concluyentes, y además la
tico del mundo de las cosas? Si pregunto si ese mundo mismo es real distinción entre cuestiones internas y externas en la que se apoya dista
si realmente hay cosas como personas, unicornios y colores, no en de ser clara, me parece legítimo seguir planteando discusiones onro-
términos relativos sino en algún sentido absoluto, como cuando se lógicas de las que este autor 11 ama " externas ,, .
usa la expresión "en sí" en frases del cipo "las personas tienen una Si se acepta entonces el tipo de problemas que Carnap quiso des-
realidad en sí", estoy abordando cuestiones externas para las que no cartar, queda pendiente explorar las alternativas que se abren frente a
hay respuesta alguna.
algunas de las cuestiones ya presentadas. Ahora nos ocuparemos de la
~n el planteo de Car_nap que venimos refiriendo, lo mismo que se que se enuncia en el siguiente interrogante: ¿la realidad es una? múl-
ha .dicho para el marco 1mgüístico espacio-temporal de cosas observa- tiple? En el apartado que sigue desarrollaremos este pu~to analtzan~o
bles puede decirse de cualquier otro marco lingüístico, como el de los la posibilidad de una posición pluralisra que no implique necesaria-
números, el de la física, el de la música, el de la pintura, etc. Para mente ni una tesis realista ni una tesis irrealista o antirrealisra. La
todos ellos las cuestiones externas remiten a una decisión acerca de expresión "irrealismo" fue introducida por Nelson Goodman ~ara ca-
qué ontología queremos y, en consecuencia, qué instrumentos simbó- racterizar su pluralismo. La idea básica es que hay una pluralidad de
licos adoptaremos por convención.
mundos y nosotros hacemos esos mundos al hacer sus versiones. Este
La :oncepción que acabamos de reseñar sostiene, entonces, que en concepto es diferente del antirrealismo, normalmente asociado a la
el senttc~o fuerte de la expresión, no hay compromiso ontológico, pues la tesis semántica que dice que la verdad depende de la justificación, por
onr~log1a e~ e! producto d_e .c,onvenciones lin?üísticas adoptadas por lo que cuando no hay procedimientos justificatorios, no cabe la pre-
motivos pracncos. Tal posición lleva a descalificar la cuestión encera dicación de verdad.
acerca de si hay una sola realidad, muchas o ninguna. Estos serían
~eudoproblemas surgidos de no trazar la distinción entre cuestiones
mrernas y externas. !,
Pluralismo, realismo e irrealismo
No es mi intención evaluar aquí la propuesta de Carnap. Sólo me
det_uve en ella porque considero útil tener presente este tipo de esrra- Pluralismo
tegia~ que se oponen no a tal o cual concepción metafísica, sino a: las
~uesnones de ese orden en sí mismas. Si seguimos a Carnap, en filoso-
fía no se ha d: ser ni_ realista ní idealista ante la cuestión de si lo que
En el interior del impulso filosófico, es posible discernir dos ten-
dencias que frecuentemente, a lo largo de la historia de la filosofía,
h~y es de1:end1ente o rndependiente de la mente. Tampoco nominalista, han divergido, al punto de cristalizar en una polarización de orienta-
111 plaronisra respecto de si entre los entes existentes hay que admitir
O ciones irreconciliables: lo Uno y lo Múltiple o, si se prefiere, el monismo
r:
y el pluralismo. Cuando la tendencia monista predomina, el pensa- (IV) la unificación de esa multiplicidad de sistemas simbólicos, si
1 miento filosófico cifra su destino en la descripción comprensiva de lo fuera posible, resultaría de complejas conexiones compuestas a partir
1 real en términos de una totalidad unificada y absoluta, se considere de esos sistemas; en cualquier caso, tal sistema unitario no sería un
esta cognoscible o no. Los filósofos pluralistas, en cambio, acentúan la dato de partida sino un logro más de nuestra invención, sujeto al mis-
1~ diversidad de perspectivas que nos entrega nuestra experiencia del mo tipo de restricciones que cualquier otro sistema simbólico, corno
mundo, sin que se juzgue posible, conveniente o necesario un proce- la consistencia, la riqueza, la eficacia, la corrección categorial y fa uri-
dimiento reductivo que reconduzca tal experiencia múltiple a una lidad.
unidad más básica o fundamental. Como se dijo, en este apartado se

1 escrutará la posibilidad de un abordaje pluralisca en materia de meta-


física.
La primera proposición afirma un principio relativista según el
cual, por ejemplo, nuestras atribuciones de existencia y de verdad no
Para el desarrollo de la cuestión es conveniente parcir de la distin- son determinadas por "la naturaleza de las cosas" o algo similar, sino
ción entre los alcances gnoseológicos y los metafísicos de una posición que se fundamentan en los marcos conceptuales con los que opera-
pluralista, Básicamente, se trata de trazar una diferencia entre la tesis mos y dentro de los cuales se efectúan esas atribuciones. Pero esta tesis
de que, aun cuando el conocimiento de lo real sea inevitablemente no es en sí misma ni realista ni irrealista. Para que sea realista, debe
perspectivo, lo real es en sí mismo una sustancia o una estructura complementársela con una proposición como la siguiente:
organizada según sus propios designios y con total prescindencia de
nuestro trabajo cognoscitivo, teórico y práctico, por un lado, y la tesis (I') ...conjuntamente con el contenido dado por el mundo, cuya
de que la realidad es el resultado de la articulación de ese trabajo con existencia es independiente de nuestros sistemas simbólicos.
los elementos dados en la experiencia. Denominaré pluralismo gno-
seológico a la primera opción reservando para la segunda la califi- En cambio, para obtener un posición irrealista, la proposlción que
cación de pluralismo metafísico. Para este último no es suficiente el agregaríamos sería algo así:
reconocimiento de la diversidad de perspectivas propias de nuestras
teorías o puntos de vista, sino que hace falta también comprometerse (I") ... y las estofas de las que esas cosas están conformadas, están
con la idea de que la realidad última a la que se refieren las teorías o, hechas conjuntamente con esos sistemas simbólicos y a partir de otros
más ampliamente, nuestros sistemas simbólicos, es parcial o totalmente sistemas ya dados.
construida por nosotros. .
El pluralismo que nos interesa puede caracterizarse como la con- La afirmación conjunta de (I) y(I') genera el problema con el que
junción de las siguientes doctrinas: debe lidiar todo realismo relativista, a saber, cómo hacer compatibles
los dos lados de esta doctrina: el relativista, según el cual no hay un
(I) las cosas, los estados de cosas, sus características y estructuras se mundo ya hecho, sino que toda determinación y estructura de objetos
constituyen en su realidad misma a través de la construcción y aplica- se genera a partir de la aplicación de nuestros conceptos, y el lado re-
ción de sistemas simbólicos ; alista, que insiste con la afirmación de la existencia de un algo indepen-
(II) no hay un límite a priori para nuestras posibaidades de cons- diente, una especie de sustancia determinable pero no determinada.
trucción de esos sistemas; Por su parte, la conjunción de (1) y (I") logra una mayor coheren-
(III) la experiencia nos propone, de hecho, numerosos sistemas cia, pero a un aleo costo, pues no deja espacio alguno para nuestra
simbólicos de un mismo tipo y también de diferente tipo; intuición de sentido común en favor de que el mundo o la realidad
IntroduccJones a la filosofía
Un mundo, muchos mundos, ningún mundo 103

existe ames y con independencia de nosotros. Pero mi objetivo no es


profundizar en estos problemas, sino mostrar en qué medida los mis- , unificando diariamente el mundo según modos
mos no son propios de la tesis pluralista en sí misma. á d finidos. (... ) R esu I rado de esto son innumerables y
Los esfuerzos humanos esta~
sistemáticos cada vez m s e l d 1 . ndo dentro de otras mayores,
. d l s panes e mu
P equeñas inrerdepen d encias .
Para apreciar mejor el contraste, obsérvese que el pluralista, tanto e a . . o del funcionamiento, denrro
- mun dos, no ·sólo del razonarmenro, sin
pequenos .
en su versión realista como en su versión irrealisra, a quien se opone es
del ancho Universo. d . todas las cosas se vinculan Y
al filósofo monista. El filósofo monista, por su parte, afirma la validez ¡
( ...) Hablando en genera ' pue
de ecirse que
IU .
,, •
o existe prácticamente en for-
de un solo punto de vista, esto es, el punto de vista de la realidad d 1 , do y que e ruvers . . d "
adhieren entre sí e a gun mo h d él n algo continuo o "integra o .
das que acen e u
absoluta, se interprete esta en términos de un realismo metafísico o mas rericuladas o concatena ' d U " con arreglo a estos respectos
( ) d · "el mun o es no , -
cienrificista, o bien en términos de alguna variante de idealismo. Para .. · Cabe, en ronces,
a1 ecir dquep O de una. maner a tan definitiva no es Uno, sr no
en canco pueda ser canza o. _er ., e no fracase, si en vez de escoger
el realista científico, por ejemplo, hay una sola realidad y una sola P uede alcanzarse; no h ay especie de conexion qu )
·
. no-con uctores. (1984 . PP. 121-122
d
versión correcta de la misma, la de la física en su estado actual o la de conductores adecua d os se er•gen
la ciencia unificada algún día. Para un idealista también hay una sola
versión correcta, sólo que esta se identifica con el pensamiento o con l b de James expresan con mucha plasri-
En defini~iva: estas pa a ra_s (IV) Sí el monismo tuviera un lugar,
un absoluto que nuestras múltiples versiones o sistemas simbólicos ciclad lo que indica nuestra tesis al:
, . d l plur isrno, smo e
.
1 de su más lograda
no alcanzan a concebir o, peor aún, falsifican cada vez que intentan
apresarla. no sería el de la anti tests e d d tal unificación sea concebí-
producción. Sin_ embargo, es u oso que .
En cuanto a la proposición (II), el contraste que ella establece es, ble, asequible e incluso deseable.
en primer lugar, con un realismo metafísico de acuerdo con el cual sí
hay W1 límite para nuestras construcciones simbólicas, el que marca Objecionesy posibles respuestas
"el mundo tal cual es en sí". Al mismo tiempo, contrasta con las estra-
tegias trascendentales de tipo kantiano, para las cuales hay una estruc- . , seas son correctas, podrá
Si las consideraciones hasta! aqlu1ale~puepor sí mismo no implica
tura a priori y trascendental que legisla de un modo único acerca de . l id el que e p ur isrno id
apreciarse e senu o ~n . N. l . li a porque el conreru o
cuáles son las construcciones correctas e incorrectas. Por el contrarío, al. · l rrealisrno o o imp ic ·
ni el re isrno nr eJ , • • • uede sostenerse tanto con pre-
este aspecto del pluralismo rechaza tamo los límites metafísicos tras-
mínimo de tina metafist~a plul_rahsraalp eno. s de acuerdo con la carac-
cendentes como los trascendentales. Si hay un amo, es en todo caso la ali orno irrea istas, rn . l
supuestos re istas c d . Si embargo resulta c aro
experiencia misma, pero se trata de un amo que no nos esclaviza, ya . . , d l ali 0 aquí presenta a. m ' ,
tenzacion e P ur ~s~ bi . e de no ser superadas, hartan
que esta experiencia es la que nosotros mismos protagonizamos. Esta que esta podría recibir o Jec10nes _qu , ',
tesis se co1npleca con (III), que expresa una valoración positiva de la ibl l alidad pretendida.
insosteni e a neutr , l la discusión que pro-
pluralidad que de hecho nos entrega la experiencia, contra la valora- bi . las mas re evantes para
De estas o jeciones, ibilid d entre pluralismo y rea-
ción negat:iva que de este hecho hacen tanto el realismo metafísico d na rechazar la compat1 1 1 a El
como el idealisrno. pongo con uce . d . entos interconectados.
. l d rrur en os argum , . l
lismo. Se as pue e r~su h f ado autores muy diversos, 1a
Finalment:e, lo que señala la proposición (IV) es que, aun cuando - l st como an a rrrn
primero sena a que.' . ,, contenido necesario de cua -
Iuera concebible algo así como "el punto de vista de la totalidad", este llamada "tesis de la mdependenc1al eslu~ ¡· no da cabida al realis-
sería el resultado de un trabajo de conjunción articulada entre esa .. , ali entonces e p ura ismo
quier pos1c1on re ista, . d lo real es una cons-
multiplicidad originaria de sistemas simbólicos. Es oportuno recordar , ¡ osición (I) ya enuncia a, .
aquí las siguiemes palabras de William James: mo, pues segun a pro_p . bT orlo ramo, dependiente
. , de nuestros sistemas sim o reos y, p . .
:r:~:sny tan diverso como puedan serlo ellos mismos.
Se me ocurren sólo dos respuestas .a esta objeción. Una, de tipo una tal realidad inaccesible. Pero además, no hace falta ser irrealista
trascendental, observaría que aquellos de nuestros sistemas simbóli- _ para rechazar esta interpretación de la exigencia de la condición de
cos cuya función es esencialmente determinar descriptiva y independencia. Una distinción entre lo que las cosas me parecen y lo
explicativamenre cómo es el mundo -especialmente, cierto núcleo de que las cosas son en sí mismas puede ser simplemente una distinción
nuestro sentido común y nuestra práctica cicntífica-, tienen como un entre una descripción relativa y una absoluta de esas cosas, es decir,
rasgo propio de su constitución y su funcionamiento la presuposición una más o menos dependiente de nuestra idiosincrasia perceptiva y
de que hay un mundo independiente con el que se confrontan y en conceptual y otra independiente de esos rasgos idiosincrásicos. Cabe
virtud del cual pueden adquirir corrección o verdad. Sin embargo, preguntarse si la exigencia realista necesita algo más que esto. De he-
continúa aún la respuesta, esta independencia sólo puede mostrarse cho, la distinción así interpretada se acomoda bien al llamado realis-
en la aplicación de nuestros símbolos; no hay un algo independiente mo científico, pues es justamente la ciencia la que nos permite abrigar
que sea susceptible de ;olverse objeto d~ nuestra descripción. Tome- la esperanza de alcanzar descripciones y explicaciones cada vez más
mos un ejemplo que se ha propuesto en la controversia con el irrealismo independientes de nuestras limitaciones y condicionamientos.
de Goodman. Aun cuando, con el pluralisra, digamos que hasta las Si finalmente concluimos. que este tipo de respuesta no es adecua-
remotas estrellas son en su realidad misma relativas a nuestro esquema da a la objeción según la cual pluralismo y realismo son incompati-
conceptual, no podemos sino reconocer que ese mismo esquema las bles, es natural volverse al tipo de respuestas que en lugar de apoyarse
concibe como existiendo desde mucho antes que nosotros hagamos solamente en algún rasgo formal de nuestros conceptos, lo haga tam-
nuestra aparición con todo nuestro pretencioso bagaje conceptual, sin bién en la idea de que lo que llamamos genéricamente "la realidad"
que su luz -¿y su belleza?- nos deba nada. debe ser articulado en dos instancias diferenciadas: el contenido puro
Esra primera respuesta hace del realismo un rasgo más de nuestra de esa realidad tal como nos viene dado, por ejemplo, a rravés de la
peculiar idiosincrasia, por lo cual difícilmente resulte satisfactoria. sensación, Y, ese mismo contenido ya capturado y empaquetado por
Además, si fuera correcta, quedaría por explicar cómo este punto es nuestros esquemas conceptuales. Según este tipo de respuestas, lo que
tan controvertido entre científicos y filósofos. La apelación a intuicio- conocemos como real tiene ya nuestras huellas y obedece a nuestras
nes básicas y comunes no ofrece ayuda alguna, porque la controversia construcciones, pero no se limita a ser un mero producto ele nuestras
nos persigue hasta allí, hasta el suelo mismo de esas supuestas intui- capacidades creativas, sino que contiene un aporte que viene dado por
ciones. El problema con esta respuesta es que otorga a la realidad in- el mundo y que es totalmente independiente de nosotros. Desarrolla-
dependiente una existencia casi fantasmática. En efecto, nos dice, no ré el punto con la ayuda de un ejemplo que nos permitirá ubicar el
podemos dejar de creer que cosas como los cielos y las estrellas que los tipo de opción que se suele llamar "relativismo conceptual", asociable
habitan existen con total independencia de que los conozcamos y de a cierta clase de realismo sofisticado. El desarrollo del ejemplo tam-
cómo los concibamos, pero, puesto que no podemos, por definición, bién nos permitirá presentar el segundo argumenta contra la posibili-
dar cuenta de esa realidad impoluta sin que el polvillo de nuestros dad de dar una interpretación realista del pluralismo, argumento que
conceptos la ensucie, inevitablemente tal realidad permanecerá inefa- desemboca precisamente en el irrealismo de Goodman.
ble. Pero frente a lo inefable siempre cabe sospechar que desempeña
un papel oscuro y tal vez prescindente. En cualquier caso, el desafío Un ejemplo
irrealista es proponernos una interpretación del funcionámiento de
nuestros sistemas simbólicos, aun de aquellos mi'> comprometidos con Es propio de nuestra civilización dar una notoria importancia a las
presupuestos realistas, en términos que hacen gratuita la apelación a prácticas del medir, el fechar y el calcular. En el contexto de esa orien-
106
fntroducclones a la Iílosoña Un mundo. muchos mundos, ningún mundo 107

ra:i~n cultur~, se destaca el papel fundamental que para muchos do- guntar ahora: ¿hay una edad que las personas y otros seres tengan, se
rrurnos de la vida tiene la institución de datar la edad de las personas. la date o no? Es claro que no podemos decir cuál es la edad en sí de
Entre nosotros, tal actividad se hace sobre la base del calendario solar . ¡¡ nada, pues dependerá del sistema a partir del cual dicha edad se fije .
greg~r~ano, pero es claro que podría hacerse aplicando este calendario
de distinto modo, o aplicando otros calendarios o procedimientos di-
¡
.;,
¿Pero acaso podemos negar que, sea cual fuere el sistema elegido, codo
lo que existe y dura debe tener alguna edad? ¿ Y cuál es la fuerza y
ferentes. Podemos ima?inar un tiempo venidero en el que el ciclo que l1 alcance de este "debe"? ¿ Tienen alguna edad las piedras y los niños de
se tome_como referencia para contar la edad sea, por ejemplo, el de la l Narayama? Entre nosotros, todo tiene una "edad", aunque este con-
r~novaoón celular total o parcial del cuerpo o cualquier otro ciclo . cepw lo usamos básicamente restringido a las personas y poca cosa
vital q~e pueda constituir un dato científico relevante para las prácti- más. Pero la generalidad de esta práctica de contar los años de las cosas
cas sociales del caso.
surge por una aplicación generalizada del calendario. El cómo y el por
Por otr~ fane, la edad de las personas no es la única que nos inte- qué de esta generalización es un poco misterioso, pero no de nuestro
resa. Tarnb;e_n datamos la edad de las piedras y de restos fósiles para interés en el presente contexto.
otro: proposiros y con otros métodos, y desde luego la edad de plantas A la pregunta que hemos hecho, el irrealista debe responder: "la
y animales. En nuestro entorno inmediato, hay muy pocos animales edad de las cosas es algo que nosotros hacemos con esas cosas y con
por cuya edad nos interesamos, como la de perros y caballos. Estos ,l,
¡ esos mundos en los que esas cosas habitan". La premisa a parcir de la
hech_os n~s permiten_ acentuar la complejidad y el alto grado de con- cual se llega a tal conclusión es que, puesto que no hay el sistema en el
J1
v:~wn~lismo que nene esta institución. Incluso podernos conocer ¡ que se describan las edades de cosas y personas, es arbitrario y gratuito
civilizaciones enteras donde esta institución está desarrollada de otro í sostener que sin embargo hay esas edades que pertenecen a esas cosas
modo, o está poco desarrollada o completamente ausente. Recuerdo !
~l y esas personas en y por sí mismas. En última instancia, si nuestra
una película titulada en castellano La balada de Narayama, en la cual í civilización fuera diferente y tuviera otra orientación cultural, algunas
se mues_rra la vida de un pequeño pueblo a los pies del monte Narayama. ¡ cosas perderían su edad y otras la ganarían. De hecho, a partir de
En la vida de ese pueblo, lo importante era determinar cuándo uno
llegaba a viejo, y el criterio era el comienzo y avance de la caída de los
í cierro momento las mujeres no tienen edad, diríamos con algo de
humor.
dientes. Se trataba de una organización social dominada por la esca- 1i Este es en esencia el segundo argumento contra un realismo
sez, por lo cual los_ viejos eran aparrados del grupo y entregados al dios .j pluralista, pues cómo sostener, se pregunta el irrealista, que pese a que
Narayarna, en la cima de la montaña. En un grupo humano como ese no es posible ni tiene sentido intentar consrruir un método de medi-
sin educación fo~mal obligatoria, propiedad privada ni sufragio uni- ción que nos dé la edad esencial de codas y cada una de las cosas que
versal -:ror_ rnenc10nar sólo algunas de las instituciones que entre no- cuentan como existentes en nuestro mundo, se insista en que de todos
S<:tros func'.~nan en relación con la edad de las personas- es de poca O modos hay una realidad independiente que posee tales y cuales carac-
nmguna :1td1dad sab~r desde qué edad se debe ir al colegio, se puede terísticas -en este caso la edad-, pero que dicha edad es relativa al
vor_ar o disponer de bienes personales. Pero en cambio, es de máxima sistema según el cual se la define. ¿Cuál es esa edad más allá de la que
y viral necesidad saber cuándo uno es viejo. se construye de tal o cual modo con tal o cual método? Si no se puede
Est~s consideraciones son suficientes para ilustrar la idea de que responder de ningún modo determinado a este inrerroganre, hay que
determinar la edad de lo que fuere es una cuestión convencional s· concluir, piensa el irrealista, en que no hay tal realidad independiente
1 • m
em nrgo, se prepara así el terreno para la pregunta filosófica crucial en materia de edades, como no la hay en materia alguna.
alrededor de la cual gira nuestra reflexión. En efecto, podemos pre- El realista relativista aceptará que no hay la edad en sí y que scgt'111
!a
109

1 sea el concepto de edad que se tenga será la edad que atribuyamos a las !las que introducen una diferencia real en nuestra práctica y que, por lo
1
cosas. Pero también agregará, si es que quiere permanecer realista, que tanto, no es una polémica que se pueda resolver ni que se deba resol-
·¡ aun cuando no sea construible el sistema único para datar la edad de ver. Incluso esta es la posición que termina adoptando Goodrnan en
codo, hay algo como la edad o antigüedad de las cosas que les pertenece nombre del irrealismo, pues el núcleo más importante de su propuesta
con independencia de nuestras más o menos arbitrarias disposiciones. está en el pluralismo, más allá de que se lo interprete en forma realista
1 Veamos esta confrontación ame un caso que permita apreciarla mejor. o antirrealista. Ahora bien, en la medida en que un realismo relarivis-
1 Imaginemos una situación en la que dos personas, digamos Pedro . ta identifique el núcleo de su perspectiva con el pluralismo, se mostra-
y Pablo, han sido engendradas y han nacido en el mismo momento, rá que la verdadera oposición acontece entre pluralisras y monistas.
:1 según la aplicación habitual del calendario. Obviamente, diremos que
.j tienen la misma edad. Pero supongamos que lo que cuente como edad
El resultado provisorio de lo expuesto en este apartado, si la tarea
ha sido lograda, es que el pluralismo metafísico es en principio conce-
sea el resultado de la regeneración celular, y que por diversas circuns- bible y no incluye como uno de sus rasgos ni el realismo ni el irrealisrno
tancias tales personas divergieran en sus ciclos virales al respecto. En Y que puede ser reivindicado tanto por unos como por otros en su
tal caso, Pedro y Pablo no tienen la misma edad. Según un método de polémica con el monismo metafísico. Un resultado subsidiario es que,
medición tienen la misma edad, según el otro método pueden o no como ocurre con otros tantos debates clásicos de la filosofía, la vieja
tener la misma edad y, en nuestra suposición, de hecho no la tienen. tensión entre los partidarios del dominio de lo Uno y los adalides de
Es claro entonces que las preguntas ¿qué edad tienen Pedro y Pablo? y lo Múltiple sigue dando muestras de su vitalidad.
· tienen Pedro y Pablo la misma edad? deben ser relativizadas a tal o
cual sistema de medición. No hay contradicción entre los enunciados
en los que se atribuyan las edades a ambos y la consecuente relación Nuestro mundo común
mutua de las mismas, pues tales enunciados serán verdaderos o falsos
cada uno en relación con el sistema de medición al que pertenece el Después de haber presentado la posibilidad del pluralismo en ma-
concepto de edad que en dichos enunciados se aplica. Pero esta conse- teria de ontología, en un sentido más fuerce que el implícitamente
cuencia pacificadora implica que no hay tal cosa como la edad única)' admitido en la propuesta pragmática de Carnap, es preciso plantear el
absoluta que Pedro y Pablo tienen. La posición más adecuada para un ~roblema de qué relación puede estatuirse entre esta potencial plura-
filósofo que quiera al mismo tiempo ser realista y pluralista es afirmar lidad y la ontología contenida en nuestra práctica lingüística común.
que ellos no tienen una sola edad en términos absolutos pero la edad Decidir esta cuestión tiene mucha importancia, puesto que aun aque-
única que tienen en términos relativos está determinada tanto por llos que adopten un pluralismo metafísico rumboso, no podrán des-
nuestros métodos como por algunas características de cómo el mun- conocer el carácter omnímodo del marco conceptual que Carnap lla-
do es independientemente de esos métodos y de su aplicación. Y el ma "el mundo de las cosas". Además, como se señaló en el último
hecho de que tales características no puedan ser descriptas sino en aparcado del capítulo 1, la filosofía no puede permanecer ajena ante la
forma relativa y parcial no suprime en ellas su carácter objetivo y la cuestión del mundo común .
independencia de su realidad. Si elegimos el método del calendario, es La primera tarea que debe acometerse es la de reflexionar sobre el
la realidad independiente la que determina que, después_ de un año, estatus de ese marco conceptual que envuelve nuestra vida cotidiana.
tienen un año. Otra cuestión en parce vinculada con la anterior es la de la descripción
¿Qué posición adoptar frente a esca polémica? En vena pragmatista, · del marco, lo que implica decisiones filosóficas de profunda estrate-
podríamos decir que la diferencia entre ambas doctrinas no es de aque- gia. Finalmente, corno una parte separable de este asunto, se plantea
l !O
Introducciones a la fllosolfa
Un mundo. muchos mundos, ningún mundo 11 l

el pro_blema de si hay, y eventualmente cuáles son, las presuposiciones


Pero entonces, si no es una teoría, ¿qué tipo de cosa es este supues-
metafísicas impl.icadas. En el desarrollo que sigue se intentan articular
los tres ternas. to marco conceptual? Y bien, es anee todo un marco !ingüístico co~1
las categorías sintácticas y semánticas que le son propias. Y como vi-
Partimos de la constatación de un hecho: hay ciertos rasgos pro-
mos en el capítulo anterior, el lenguaje natural debe comp.renderse
pios de nuestra experiencia vital cotidiana. La controversia empieza í
cuando se enfrenta la rarea de definir y describir estos rasgos, preci- ¡ ante todo como una práctica coordinada con todo un conjunto de
sando qué papel cumplen en dicha experiencia. Por ejemplo, es mate- ¡ modos de comportamiento o formas de vida. Ver escaspautas de com-
portamiento lingüístico y no lingüístico como una teoría parece des-

.
ria de discusión filosófica actual si lo que podemos denominar "el 1
marco conceptual de la experiencia común" constituye o no una teo- j caminado.

!!
La estrategia más conducente consiste en ensayar una descripción
ría respecto de la cual cabe un tratamiento similar al que se le dispensa
del marco en cuestión, supuesto que haya tal cosa como el marco. Son
a cualquier teoría científica. De considerarla una teoría, se le atribui- .

rían algunas de las características de las teorías: objetivos explicativos muchos los filósofos que acometieron esta tarea, y no podría~os dar
cuenta de semejante variedad, con sus múltiples contrastes y ~1~eren-
sistemáticos, formulación y contrastación de hipótesis, generalizacio-
cías, a veces de detalle y muchas más de fondo. Incluso Aristóteles
nes .err~píricas y leyes científicas que incorporan términos teóricos, pro-
cedirnienros explicativos y predictivos racional y experimenralmenre podría, hasta cierto punto, ser considerado el prim~ro de e~os filó-
controlables. Sin lugar a dudas, nuestra práctica común incluye algu- sofos que nos legó una descripción y una daborac1ó~ filosófica de
nos_ de estos rasgos, pues formulamos hipótesis tanto sobre el mundo nuestro marco conceptual común. Para Scrawson, por ejemplo, que es
nati.iral como sobre nuestros congéneres, solemos elaborar generaliza- quizásd filósofo contempor~neo q~e c~n mayor ~~~!icud ~ ~rofu~-
ciones a partir de las experiencias que se nos presentan y muchas veces didad ha intentado ese trabajo que el mismo bautizó metafísica des-
criptiva", Aristóteles es un puntal de esta orientación, que él opone a
ponernos todo ello al servicio de lucubraciones de marcado carácter
teórico con el fin de explicar y predecir eventos, conductas, procesos y lo que llama "metafísica revisionista". Junto al de Sr~awson, en~re los
estados de cosas en general. Sin embargo, no parece que al hacerlo muchos nombres que cabe citar, se destacan, por la 1mportanc1a que
sigamos designio científico alguno, sino que más bien ocurre lo con- en sus obras adquiere la descripción de la experiencia común, los de
trario: es la práctica de los científicos la gue ha afinado y perféccio- Husserl, Moore y Wittgenstein. Pero no es este el lugar para desarro-
nado prácticas comunes e idiosincrásicas de los seres humanos. Aun llar y comparar las propuestas que sobre el pa:ticularpr~sentan estos Y
cuando a veces teorizamos, ello no riñe el conjunto de nuestra vida ni otros autores. Nos contentaremos con resumir las principales caracte-
e_n su cotidianidad más ramplona ni en sus raros momentos de exqui- rísticas que podrían atribuírsele a este esquema conceptual, .Y que co-
sirez. Por lo demás, considerar nuestro comportamiento lingüístico incidirá en general con lo que muchos de estos auto~es s?suenen.
y conceprual habitual como si tuviera un contenido teórico sistemá- La idea medular es que nuestra práctica lingüística, inserta ~n el
tico, daría pie a que juzguemos como falsas la mayoría de nuestras conjunto de nuestras acciones, exhibe ciertas pautas que enunciare-
. opíniones y creencias, luego de confrontarlas, por ejemplo, con elabo- mos como si fueran juicios constitutivos de nuestro estar en el mundo.
raciones de teoría psicológica experimental o de psicoanálisis. Por el y que podemos listar tentativamente como sigue:
contrario, estas opiniones y creencias deberían apreciarse mejor como
parte de ese mismo comportamienro espontáneo y asistemático y por (1) la existencia de objetos materiales con persistencia en el riern-
lo tanto, no como un paradigma rival al del científico sino como for- po·
mando parte de los hechos que él está interesado en explicar. '(2) la posibilidad de referirnos a tales objetos, identificarlosy reí­
dentificarlos;
l/1
un mundo. muchos mundos, ningún mundo 113

(3) la existencia de personas concebidas como seres corporales, que más significativo es que Srrawson niega explícitamente que sus prefe-
evidencian vida mental y capacidad de acción; rencias cacegoriales a la hora de elaborar su descripción impliquen
(4) la creencia en regularidades naturales y de comportamiento; comprometerse con la tesis de que los tipos de entes reconocidos en
(5) la creencia en que la realidad empírica forma un único esque- ella sean los únicos existentes, reales o aquellos a los cuales toda otra
ma espacio-temporal; entidad debe reducirse. Esto sin perjuicio de considerar las entidades ·
(6) la autolocalización de las personas en tal esquema único; básicas como ontológicamence anteriores a todas las demás. Por el
(7) la creencia en que una gran parte de lo que consideramos real momento, entonces, no parece incompatible admitir la existencia de
existe independientemente de nosotros. un esquema conceptual básico (y la relevancia filosófica de su descrip-
ción) con la aceptación de versiones alternativas cuyo bagaje ontológico
Sobre algunos de los enunciados propuestos para describir las pau- diverja en mayor o menor grado del ofrecido por la versión del marco
tas o rasgos de nuestro esquema conceptual básico, posi~lern~nte qu<:- común.
pa bastante controversia, como también puede resultar msausfactona Otra consideración refuerza esca presunción. Me refiero al hecho

¡
la forma dada a esos enunciados en su conjunto, o a algunos de ellos. de que los enunciados (1) a (7) dan más una forma que un contenido
En cualquier caso, no me interesa discutir cada uno en particular, sino o, en todo caso, el contenido es mínimo, pues los conceptos centrales
asumir que hay un marco conceptual semejante y que estos son sus son muy generales. Esto hace que muchas versiones distintas puedan
satisfacer los requerimientos de la descripción. Por ejemplo, la noción
principales rasgos, para indagar qué conse~.uencias se s~guen respecto
1:¡
de la cuestión antes planteada entre pluralismo y monismo. de "objeto material" podría incluir las cosas macroscópicas ordinarias,
,J
De acuerdo con lo dicho, nuestro conocimiento y nuestra acción ·.¡
·, procesos, evencos o estados de cosas. El concepco de persona no defi-
están comprometidos con algunas presuposiciones ontológicas muy ~ ne por sí mismo un tipo determinado de ser. La variación cultvral, las
generales y básicas. Podemos concebir el esquema d~scnpto c~mo _una j' consideraciones jurídicas, políticas y morales influyen en qué clase de

uersián del mundo. La pregunta que cabe hacer es sr esca versión nene cosas son concebidas como personas. ¿Fueron personas los habitantes

alguna prelación respecto de cualesquiera otras versiones que ~ocia-
mos construir o simplemente si es una versión más, aunque cierta- ¡ de América para los colonizadores? ¿Cuándo se comienza a ser perso-
na o se deja de serlo? ¿Podrían ser concebidas las computadoras como
mente mucho más abarcadora que ninguna otra y que constituye un personas? Además, ¿qué es lo que constituye el ser persona de una
1
punto de partida insoslayable para acceder a otras. . . ..,~ personar, ¿en qué medida la manipulación genética o los trasplantes
Es sugestivo que los filósofos que se ocuparon de r,eahzar este npo de órganos modificarán este concepto? Y en cuanto a las regularidades
de descripciones de nuestro marco conceptual com~n, fuera su rn- naturales y la organización espacio-temporal de las cosas, la imagen
rención neutralizarlo, superarlo o reivindicarlo, se vieron ~leva_dos a que de ello nos presenta el marco de la experiencia común es notoria-
confrontarlo con sus límites e incluso con versiones alternativas igual- mente distinta de la que nos presenta la ciencia.
mente concebibles. Para citar sólo un caso, Scrawson ensaya una ver- Estas consideraciones no pretenden ser conclusivas sino sólo faci-
sión en la que sólo hay sonidos. Exhuma el universo de l~s mónadas litar la concepción de una pluralidad de versiones a las cuales pueda
leibnicianas y conjetura un mundo sin particulares (los objetos mate- atribuírseles alcance ontológico, sin que ello impida ponderar el papel
riales y las personas son para él particulares bási~os). P~rece q~e el estratégico del marco conceptual de nuestra experiencia común. Para
mundo único asociado a la experiencia que domma nuestra acritud completar esta carea será de gran ayuda dirigirnos a la literatura, pues
natural es uno que constantemente debemos poner en entredicho Y es allí donde tenemos las mejores oportunidades de sondear las posi-
fingir perdido para poder comprenderlo mejor. Por otra parte, mucho bilidades de esquemas en los que las presuposiciones ontológicas del
114 Introducciones a la filosofía
Un mundo, muchos mundos. ningún mundo 115

"nuestro" no rijan. Elija el lector según su gusto literario. En mi caso, Funes comparte con el descripto ames el señorío del espacio-tiem~o y
la elección ha recaído en la obra de Borges. Gocemos ahora de su la presuposición realista. Estos paniculares son uno de los cuatro npos
aguda y frondosa imaginería ontológica.
de cosas reconocidos por Aristóteles en Categorías. Las otras son espe-
cies como hombre o caballo, individuos como este hombre o este caba­
Mundos borgeanos
llo; propiedades como la blancura. Como ejemplos de particulares
abstractos tenemos los mencionados en el relato de Borges: las muchas
caras del muerto, elperfil del perro, cierta pirueta de las llamas, etcétera.
El legado metafísico de Borges está habitado por objetos extrava-
Aunque parezca exótico, algo como el mundo de Funes ha re_cibi-
gantes como libros infinitos, y discos sin dorso, por extraordinarias
do la estima y la preferencia de unos cuantos filósofos en los últimos
distorsiones del tiempo lineal y por personajes que son algo más .o
años. No es este el lugar para penetrar las honduras de los muy com-
algo menos que personas. Para nuestros presentes intereses, son espe-
plicados problemas técnicos implicados en una discusión sist~mática
cialmente pertinentes la fábula de Funes y el planeta llamado Tlon.
acerca de la viabilidad de semejante ontología. Nos basca con ilustrar,
Del primero no diré mucho, porque el mundo de Ireneo Punes no es
a partir de estas referencias, que el mundo ~e ~~nes podría sati~facer
radicalmente contradictorio con el mundo común. Con todo, nos
los siete enunciados formulados como descripción de la ontología del
servirá para ilustrar con plástica vivacidad cómo sería un mundo cuya
esquema conceptual de la experiencia cor:nún, pu.es es una o~to~ogía
ontología incluyera como emes básicos una clase muy particular de
de particulares materiales, respeta la ommpresenc1a del espac'.o-nem-
parriéulares, muy distintos por cieno de los privilegiados por Strawson,
po, tolera a las personas no sin cierta incomodida~ y es realista. Por
pero también de los arquetipos postulados por Platón en los comien-
esto antes afirmé que no constituye un mundo radicalmente contra-
zos de la filosofía con su teoría de las ideas -de la que algo diremos en
dictorio con el "nuestro". Es cierto que su ontología difiere lo sufi-
el próximo aparrado-y del mundo orgánico y jerarquizado de sustan-
cias concebido por Aristóteles en su metafísica. ciente de la que resulta más próxima a la vida cotidiana, por lo que
constituye un mundo alternativo, pero no tan lejano como lo es, este
Una circunferencia en un pizarrón, un triángulo rectángulo, un rombo, son
sí, el universo de Tlon.iorra de las invenciones borgeanas. Visitemos
formas que podemos intuir plenamente; lo mismo le pasaba a Ireneo con las ese universo para ver hasta dónde nos lleva.
aborrascadas crines de un potro, con una puma de ganado en una cuchilla, con el Tlon es un mundo de ficción dentro de la ficción, pues Borges nos
fuego cambiante y con la innumerable ceniza, con las muchas caras de un muerto lo presenta como una región imaginaria referida por las leye~das y
en un largo velorio. (. .. } No sólo le costaba comprender que el símbolo genérico epopeyas de Uqbar, que es otra región inventada por él. ~s de~1r q~e
pen·o abarcara tantos individuos dispares de diversos tamaños y diversa forma; le para los propios habitantes de la fantástica Uqbar, Tlon es 1magmano.
molestaba que el perro de las tres y catorce (visto de perfil) tuviera el mismo Es, según la conjetura del narrador, el resultado de los afanes cons-
nombre que el perro de las tres y cuarto (visto de frente). Su propia cara en el
espejo, sus propias manos, lo sorprendían cada vez.
tructivos "de una sociedad secreta de astrónomos, de biólogos, de in-
genieros, de metafísicos, de poetas, de químicos, de algebristas, de
de "Funes el memorioso"
moralistas, de pintores, de geómetras ... ". Las características de este
Según Bordes Solanas, en el mundo de Funes los seres básicos de mundo lo hacen radicalmente contradictorio con el de nuestra expe-
la oncología y de los cuales tenemos un conocimiento directo son par­ riencia común. Veámoslo en los propios términos del narrador:
ticulares abstractos, todo lo demás, nuestros particulares y universales
Las naciones de este planeta son -<:ongéniramente- idealistas. Su lenguaje y
ordinarios, son derivados respecto de ellos. Con todo, el mundo de
las derivaciones de su lenguaje-la religión, las letras, la metafísica- presuponen el
A?
· ··----· ~~ ...,. .1.uuuu.v~. tJ.Ut~UJJ.IllllflQQ
117

1 idealismo. El mundo para ellos no es un concurso de objetos en el espacio. ( ... )


i No hay sustantivos en la conjetural Ursprache de Tlon ( ... ) Por ejemplo: no hay
palabra que corresponda a la palabra luna, pero hay un verbo que sería en español
tuiro, pues permite, corno el mundo de sonidos de Scrawson, afianzar
la comprensión del esquema conceptual ordinario y, sobre codo, ver

'
l lunecer o l111111r. Surgió /11 luna sobre el río se dice hliir u fiing axaxaxas mió· o sea en c~an~o tiene de construido y convencional. Digamos que como la
1 su orden: hacia arriba (upward¡ detrás duradero-fluir luneció, ( ... ) Hay objetos ciencia Y el arte, la creación filosófica refina nuestra sensibilidad esté-
¡ compuestos de dos términos, uno de carácter visual y otro auditivo: el color del t~~a Y teóric~, por lo qu~ ~ bien vale la pena dispensarles algo de aten-
naciente y el remoto grito de un pájaro. (. .. ) (Los habitantes de Tlon) no conci- cion a estos Juegos y artificios.
1 ben que lo espacial perdure en el tiempo.( ... ) Los metafísicos de Tlon no buscan

l la verdad ni siquiera la verosimilitud: buscan el asombro. Juzgan que la metafísica


es una rama de la literatura fantástica. ( ... ) Una de las escudas de Tlon llega a
Una de las cosas que pone sobre el tapete el cuento de Borges es el
e~trecho vínculo entre lenguaje y ontología. En un lenguaje compuesto
1
·;, negar el tiempo. (. .. ) Entre las doctrinas de Tlon, ninguna ha merecido tanto solo por verbos, adverbios y adjetivos, una oración como aéreo­claro
escándalo como el materialismo. No es infrecuente, en las regiones más antiguas sobre oscuro­redondo surge arriba de duradero­fluir sería normal mien-
de Tlon, la duplicación de objetos perdidos. Dos personas buscan un lápiz; la· tras qu~ r~_s_ul~aría ex~tica nu_estra la luna surgió sobre el río, y este
primera lo encuentra y no dice nada; la segunda encuentra un segundo lápiz no hecho Iingüísrico estana coordinado con cambios en el paisaje de nues-
menos real, pero m~s ajustado a su expectativa. ( ... ) Las cosas se duplican en
tra o~tología. La psicolingüística y la sociolingüíscica han explorado
Tlün; propenden asimismo a borrarse y a perder los detalles cuando los olvida la
gente. Es clásico el ejemplo de un umbral que perduró mientras lo visitaba un este tipo de problemas. También aguzan nuestros sentidos metafísicos
mendigo y que se perdió de vista a su muerte. A veces unos- pájaros, un caballo, las refl~xio~1es (¡ue muestran cuánto de nuestro lenguaje literal es rncrá-
han salvado las ruinas de un anfiteatro. fora cristalizada. Podría decirse con cierto extremismo que una metáfo-
· de "Tlon, Uqbar, Orbis Terrius" ra es un hecho nuevo y que los hechos son metáforas envejecidas.
Confrontarnos con un mundo como el de Tlon -aun cuando tal
De manera magistral, Borges nos permite imaginar un mundo en vez se trate de un rnundo imposible, esto es, no conscrnible- ,pace que
el que nuestras convicciones más firmes y comunes no rigen e inclu- algunas de nuestras distinciones más sólidas trastabillen, corno la de lo
so constituyen escandalosas paradojas de difícil comprensión. En Tlon real Y lo n? real, o la ~e lo verdad~ro y lo f~lso. En el lenguaje de Tlün,
no hay objetos materiales como los que nos rodean habitualmente; el un ~nu~c1ado como esta es la misma lapicera que dejé ayer sobre mi
espacio y el tiempo son ilusorios o detalles secundarios; las personas escntono" sería difícilmente comprensible y en cualquier caso una fal-
pierden su identidad y su importancia en beneficio de un sujeto uni- seda?, tam~ como imposible resultaría desear bañarnos por la tarde en
versal del cual son meras máscaras (esta parte del relato no la repro- ~I 1:11smo no _en el que nos hemos bañado por la mañana. Claro que la
duje pero el lector podrá encontrarla (o inventarla) en su propio JU~1spr~denc1a de semejante universo resultaría más bien extraña, pues
ejemplar del cuento). Finalmente, como el narrador explícitamente ¿corno rrnpurar a nadie la autoría de algún deliro? Pero estas considera-
afirma, es un mundo idealista en el que lo real, que en nuestro mun- ciones no _ali~ntan el cambio y la revisión concept:ual, sino que apun-
do es lo que podemos buscar y encontrar, se mantiene en la exis- tan a flex1b1lizar nuestros puntos de visea metafísicos, por lo que el
tencia mientras sea la percepción de alguien, tesis sostenida por el lector puede aventar sus temores y recuperar la calma. Por el mornen-
filósofo Berkeley, que no era un habitante de Tlón sino de Irlanda. to, podemos dejar ya los mundos borgeanos para retomar en forma
Desde luego, se dirá, el mundo de Tlon es meramente una magní- s~stemática la cuestión de la pluralidad o unicidad de mundos, espe-
fica fantasía nacida de una pluma literaria, no un mundo de existencia cialmente en lo que toca al problema quizá más acuciante: el del mun-
plausible que un filósofo responsable pueda admitir siquiera en sus do verdadero.
más afiebradas lucubraciones metafísicas. ¿Para qué molestarse enton-
ces en considerar su viabilidad? Sin embargo, el ejercicio no es gra-
118 Introducciones a la fllosofía Un mundo, muchos mundos, ningún mundo 119

El mundo verdadero bada, esta teoría afirma que hay un mundo verdadero, que es justamen-
te el mundo de las ideas. Las ideas son modelos o arquetipos de todo lo
La expresión "mundo verdadero" es razonablemente objerable, pero que existe y tienen la particularidad de ser eternas y, por e~de, pr,ev.ias
está allí precisamente para provocar. La manera prolija de expresarse a nosotros mismos. Los ejemplos de Platón abarcan una lista prodiga
es atribuir verdad o falsedad a lo que decimos del mundo y no a este que incluye las ideas de derechura y curvatura, de color, de bueno,
mismo. Así, diríamos que hay versiones correctas o verdaderas y ver- bello y justo, de codo cuerpo manufacturado o natural, de los elemen-
siones incorrectas o falsas. Sin embargo, ni bien preguntamos qué las tos físicos, de todo animal, de roda característica anímica, de todas las
hace verdaderas o falsas comienzan los problemas. Para quien adopte acciones y pasiones. No es una lista confeccionada sin criterio, pues
una posición correspondentista de la verdad, la respuesta parece sim- Platón consigna uno muy poderoso aunque impreciso: hay tantas ideas
ple. En efecto, según esta perspectiva, una versión es verdadera si se como cosas existen por naturaleza. El problema es cómo debe interpre-
corresponde con el mundo que describe, y falsa en el caso contrario. tarse "naturaleza", pero puesto que él mismo reconoce entre las ideas
Claro que tanta simplicidad no hace sino ocultar complejos y oscuros las correspondientes a los artefactos producidos po,r el ingenio huma-
asuntos, que se resumen en lo siguiente: en qué consiste esta supuesta no, "naturaleza" no se opone aquí a "fabricado". Su significado es más
relación de correspondencia y cómo es posible concebir un mundo bien "correspondiente a la articulación real de la naturaleza de lasco-
sin versiones, digamos un mundo en sí. Dejaré a un lado la primera sas". Pero este es el punto crucial, pues ¿qué ha de contar como "natu-
cuestión, que ha resultado ser un puente bajo el que han corrido litros raleza de las cosas"? La amenaza de un círculo no precisamente virtuo-
y litros de tinta. Sólo diré que el certificado de nacimiento de la co- so asoma de inmediato, pues una respuesta evidente es que "lo que se
rrespondencia se remonta a Aristóteles, quien expresó más o menos corresponde con la articulación real de la naturaleza de las cosas''. es lo
esto: "decir de lo que es que es y de lo que no es que no es, es lo que constituye una representación perspicua del mundo de las ideas.
verdadero; decir de lo que es que no es y de lo no es que es, es lo falso". Este es quizás el principal quebradero de cabeza de Platón: cómo im-
A parcir de allí esta fórmula ha tenido diversos refinamientos, pero las pedir que el mundo de las ideas sea una versión más, por preferible
cuestiones pendientes son tantas como entonces. En cuanto a la se- que esta versión pueda ser frente a cualquier rival.
gunda de las cuestiones, la referida al mundo en sí, su raíz es tan vieja Lo que Platón quiere asegurar es que haya conocimiento y discurso
como la filosofía misma, si se acepta que Platón fue el primer filósofo, auténticos. ¿Qué mejor entonces que derivar la autenticidad de la rela-
pues es en sus diálogos donde hace su temprana aparición esca noción ción con un mundo originario cuyo ser no deba nada a nuestro artifi-
de un mundo más allá de rodas las versiones. A esta cuestión estará cio sino que, por el contrario, sea él mismo el fundamento de estos?
dedicado el último apartado del capítulo. "La verdad es una" quiere establecer por siempre Platón, y la filosofía
constituye el camino del conocimiento de esa verdad. Pero ocurre que
Ideas de Platón nuestra experiencia común es cambiante, evanescente y a menudo con-
tradictoria. Por ello, la realidad del mundo de las apariencias sensibles
Una de las contribuciones más perdurables y veneradas de la he- es desde su perspectiva una copia del único auténtico, el de las ideas
rencia platónica es lo que se conoce como teoría de las ideas. No se universales de todas y cada una de las cosas que cuenten como existen-
trata de una teoría que Platón desarrollara de un modo sistemático de tes, siempre que puedan remitirse a los arquetipos fundamentales.
un plumazo, sino más bien un conjunto de doctrinas deseminadas en Para llevar a buen puerto tal empeño, Platón debla vencer al sofista,
varios diálogos, que evoluciona a lo largo de ellos y sobre la que el su adversario. Los sofistas eran sus contemporáneos y su arte consistía
propio Platón planteó problemas agudos. Pero en su forma más aca- en la habilidad para pergeñar discursos convincentes a través de: recur-
sos retóricos, sin cuidarse demasiado de "La Verdad". Superar el obs- la rnayéucica, el método de enseñanza de Sócrates, quien fuera maes-
táculo sofista hacía necesario separar los buenos de los malos discursos tro de Platón y el principal personaje de sus diálogos. ¡Aciaga ironía
o, para decirlo a nuestro modo, las buenas de las malas versiones. esta que iguala en algún punto al filósofo y al sofista!
Ardua tarea a la que Platón dedicó muchos esfuerzos, por ejemplo en Estas consideraciones sobre algunos aspectos de la filosofía de Pla-
el diálogo B sofista, pero también en muchos otros. En el Cratilo, por tón nos han llevado a concluir que él mismo, en su misión de conce-.
ejemplo, desarrolla una distinción pertinente para esa batalla, la que bir el mundo verdadero, debe admitir que no habria tal mundo sin la
se da entre los nombres y los seres mismos. Lo real es lo que está más allá posibilidad de diferentes versiones del mundo, las que a su vez hacen
de cualquier discurso, lo que permanece siendo lo que es, pues sólo posible el discurso verdadero y el discurso falso. Con todo, una pers-
esto puede ser objeto de conocimiento. Si un discurso ha de ser verda- pectiva platónica, o que al me~os siga a Platón en este aspecto, puede
dero, deberá responder a las cosas mismas tal cual ellas son en sí y por insistir en que de todas las versiones del mundo, sólo una será verda-
sí mismas. Es lo que debe hacer el filósofo y lo que no hace el sofista. dera, la que se funde en el mundo de las ideas. Considerar este punto
Este es caracterizado por Platón como un cazador de hombres cuyo es lo que queda por hacer. .
arte es engañar a través del cebo de la enseñanza de la ciencia y la
virtud. Pero, hemos de preguncar, ¿cómo logra ser eficaz? Otra vez el pluralismo
La respuesta que da Platón en El sofista es sumamente esclarecedo-
ra de su pensamiento. Según nos dice, el sofista finge o imita el dis- Decir que sólo hay una versión verdadera acerca de cómo son las
curso de la verdad. Al menos a título de ficción, el discurso del sofista cosas es incompatible con el pluralismo que ya hemos presentado,
es algo, es decir, pertenece al ser, hasta cierto punto, con igual derecho pues dicho pluralismo afirma que son concebibles versiones verdade-
que el discurso verdadero. Pero también pertenece al no-ser, pues su ras alternativas. Para no ser contradictorias entre sí' estas versiones
,,
discurso es falso y para que la falsedad sea posible es necesario, como deben ser verdaderas de mundos distintos, lo que haría trizas ;l único
dirá Aristóteles, decir de lo que es que no es y viceversa. Para evitar mundo verdadero que imaginó Platón. La manera más directa de evi-
esta consecuencia habría que eliminar el lenguaje mismo, lo que Platón tar el pluralismo es la antes referida teoría correspondencisra de la
rechaza en el diálogo, pues sin lenguaje tampoco habría discurso ver- verdad, pero al menos en su presentación más intuitiva, esta teoría
dadero ni filosofía. Pero lo más importante es que aquello que hace pide algo imposible: comparar el mundo tal cual es en sí con las rnúl-
posible el lenguaje, hace también posible el mundo de las ideas, esto es, fa tiples versiones que compiten en su cometido por describirlo. Esro
mezcla de fo mismo y de lo otro, del ser y del no ser. Sin esta mezcla, todos resulta imposible porque implica asumir la idea de una versión que no
los géneros de cosas estarían separados _Y nada habrla y nada podría afir­ es versión, una versión no relativa a ninguna organización simbólica y
marse ni negflrse. Esto es una consecuencia que reviste cierta gravedad ninguna estructura categorial. Pero una versión así de absoluta supon-
para el proyecto platónico, pues lo que hace posible los falsos discur- dría la ausencia de toda limitación, de toda presuposición o puma de
sos es lo que hace posible los verdaderos y el mundo de las ideas sobre partida, en una palabra, de toda consistencia y toda forma. Sería más
el que estos versan. bien una especie de sustancia amorfa que cobraría forma una vez que
Más aún, en su afán por definir y acorralar al sofista, Platón se ve ha accedido a una versión.
llevado a distinguir buenos de malos sofistas. Estos últimos son los Independientemente de la posición que se adopte frenre a este pro-
que imitan el discurso de la verdad sin ser conscientes de su ignoran- blema, las versiones no deben confundirse con los mundos de los que
cia; aquellos son los que, a sabiendas de su ignorancia, producen dís­ · son versiones. Siguiendo a Platón, no pueden importarnos sólo los
cursos irónicos. Pero la ironía era una de las virtudes más celebradas de nombres sino "las cosas mismas". Pero el punto está en si se acepta o
122
fntroducc!ones a la filosofía Un mundo, muchos mundos. ningún mundo 123
1
¡
l
no que lo qu~ las cosas mismas son depende, al menos parcialmenr~, télica de la metafísica. También consideramos el estrecho vínculo en-
l
de lo que d~ct~os que son, y no sólo de lo que decimos, ya que nues-
¡
;
tre lenguaje y oncología y exploramos las opciones monista y pluralista
tros. proced1m1emos
., . n 1 a provo-
simbólicos para "hacer mundos" , segü en esca materia. Además, resaltamos la importancia estratégica de la
catrva exf resion de _Ndson Goodman, no se limitan al lenguaje ver- ! descripción del marco conceptual de nuestra experiencia común, su-
1
bal. ¿Cuál es el sentido de esta dependencia? ! giriendo que esto no es en principio incompatible con el pluralismo.
j
El, monista, entendiendo aquí por monista el filósofo que afirma j Finalmente, señalamos el problema de la verdad como una cuestión
que solo hay un mundo y una versión correcta de él podrá
I · , . aceptar, en ¡ crucial en la que desembocan algunos de los temas de la mecafísica, lo
e_ mejor ~le los _casos, que la forma del mundo depende de nuestros
s1::emas simbólicos, pero no aceptará que esa dependencia se dé rarn-
l

que a su vez debe llevarnos ahora al problema de la relación entre la
verdad y el conocimiento.
b1e;1 e1~ el contenido. Dirá: "concedo que hay casos en los que cómo 1~ Sin duda, es mucho más lo que ha quedado afuera que lo que fue
estan dispuestas las cosas depende en parte de cómo las describa, pero ¡
¡ tratado, La metafísica es un dominio muy amplío y ramificado de
qué sean ~stas cosas es asumo del mundo, no de nosotros". Por ejem- ¡ cuestiones. Apenas si rozamos algunas de ellas, como la de cuáles son
p·l~, podra aceptar que una c~~stdación de estrellas es una configura- los criterios y las opciones sobre qué tipos de entidades se incluyen en
cion que nue~rra representacwn ha creado, pero jamás admitirá que la ontología, si sólo individuos o también entidades abstractas como
las estrellas mismas dependan en su ser estrellas de al 1 las clases y las propiedades. De otros tópicos ni siquiera hemos hecho
go que nosotros
h~yamos hec.ho. El irrealisra Goodman extrema su pluralismo hasta l mención, como por ejemplo el clásico problema de la relación mente-
afmrtar que incluso hemos hecho estrellas a las estrellas lo cuerpo, el del análisis del estatus del espacio y el tiempo o el problema
d · , que no
!)Ue e sino repugnar a un realista. Y en este punto el monista que nos 1
¡ del cambio. Pero hemos de recordar una y otra vez que esto es una
interesa es realista. ! obra introductoria que, según el criterio adoptado, debe limitarse a
, . S,ea corn~ fuere que se resuelva esta cuestión, el pluralista que re- i presentar algunas cuestiones fundamentales de las diversas áreas de la
ch_az~ la teona de la correspondencia debe procurar un modo de res­ 1~ filosofía, cal vez en forma mucho más esquemática de lo conveniente.
trmgzr los mundos únicamente a las versiones verdaderas pues 'I h í Con todo, creo que al igual que respecto del capítulo anterior sobre el
" , so o . ay
r:nm d os rea l es correspondientes" a versiones verdaderas; una versión l! lenguaje, con este dedicado a la metafísica el lector tiene elementos
falsa no es la_ versión de un mundo falso, sino el intento fracasado de ¡ suficientes para ubicarse en el panorama y proseguir sus investigacio-
dar una versión de un mundo que no existe .Córno se lo 1
. . . · , gran estas l nes en las direcciones que se abren.
restncc10nes st se abandona
·
la apuesta fuerte po r un uruco
' · d
rnun o
¡
real ~ ~1na única versión correcta del mismo, fundada en su fidelidad '¡
al original? í
Bibliografía básica para el capítulo
Estas. resrricciones serán de distinto tipo , como I a corrección ·'
c.ategonal,e! respe~o a los principios lógicos más básicos, tanto deduc- + Aristóteles. Categorías y Metaflsica (varias ediciones).
tivos c~mo mdurnvos y, en última instancia, la aceptabilidad que ta- + Borges, J. L. Ficciones. Buenos Aires, Ernecé, 1956.
les versiones ostenten persistememence y para la comu id d + Carnap, R. "Empirismo, semántica y ontología", en J. Muguerza (cornp.), La
. ~ n a en su
c?n~unto, Esta línea de razonamiento conlleva adjudicarles al cono- concepción analítica de la filosofla. Madrid, Alianza Editorial, 1974.

curuenro y a la ve_rdad una dimensión social y pragmática que retoma-


+ Goodman, N. Maneras de hacer mundos. Madrid, Visor, 1990.
remos en el próximo capítulo. + James W. Pragmatismo. Madrid, Sarpe, 1984.
+ Platón. Diálogos (varías ediciones).
En este hemos visitado someramente Ia fuente platónica y arisro-
¡ /11 + Strawson, P. E Individuos. Madrid, Taurus, 1989.
4
Los caminos del conocirniento

El sujeto es un objeto desmlificado. M: ojo es el cadáver de la


luz, del color. Mi nariz es todo lo que q11ed,1 de los olores éuiuulo
ha sido demostrada su irrealidad. 1'1i mano rtji.1tt1 la cosa teni­
da. De manera que el problema del conocimiento nace de 1111
anacronismo. Implica la simultaneidad del sujeto)' del objeto
cuyas misteriosa; relaciones se pretenderla esclarecer. Pero H(Íeto
)' objeto no pueden coexistir, pues son la misma cosa, i111egrad11
primero en el mundo real, arrojada d1·spuéf ,d sumidero.
Afiche! Tournier

El presente capítulo está dedicado al problema del conocimiento.


Este problema se articula en varias preguntas complejas mufuamenre
relacionadas, que podemos expresar como sigue: (1) ¿es posible el
conocimiento? (2) ¿cómo es posible el conocimiento? (3) ¿en qué con-
siste conocer? (4) ¿cómo se justifica el conocimiento? (5) ¿qué re-
lación hay entre el conocimiento y la verdad? La primera pregunta
entraña que al menos algunas versiones de escepticismo son concebibles
y merecen ser consideradas. Una de las formas que puede adoptar el
desafío escéptico es el de pedir, a quien lo pretende, que muestre cómo
conocelo que dice conocer. la premisa implícita en la argumentación
escéptica dice en este caso que nadie conoce nada a menos que pueda
decir cómo lo conoce. Esta premisa se relaciona claramente con la
pregunta (2), por lo que una manera de responder a (1) es responder
a (2), que es un pregunta compleja, pues incluye a (1) y supone una
respuesta afirmativa a esta pregunta. Pero además, el desarrollo de la
segunda cuestión deberá incluir un análisis y una explicación del co-
nocimiento, que es lo que pide (3).
La pregunta (5), por su parte, va de suyo dado el significado mis-
126 Introducciones a la filosofia Los caminos del conocimiento 127

rno de "conocimiento". Para verlo más fácilmente es de mucha utili- tos, sino como una ilustración de las cuestiones. Mi punto de partida
dad aprovechar el hecho de que en castellano tenemos dos verbos con es una reconstrucción de algunos aspectos del proyecto cartesiano, al
modalidades de uso diferentes, pero cuya significación filosóficamen- que denominaré con Bernard Williams "el proyecto de la investiga-
te relevante es en muchos casos similar: conocery saber. Las cinco pre- ción pura".
guntas consignadas podrían perfectamente ser reformuladas en tér-
minos de saber en lugar de en términos de conocer. En el caso de la
quinta este cambio facilita la exposición, pues cuando decimos que La investigación pura
sabemos que tal y cual es el caso, una de las cosas que decimos es
que sabemos que "que tal y cual es el caso" es verdad. No es lógica- Descartes se propuso responder a la primer pregunta positivamente,
mente admisible afirmar que sé algo y al mismo tiempo afirmar que para lo cual elaboró una respuesta a la segunda. Su estrategia consistió
no sé si es verdad eso que digo saber. Esto muestra de por sí que hay en no admitir la verdad de nada que no conociera clara y distintamente
una relación importante entre saber y verdad que es necesario indagar. como verdadero. El problema pasó a ser, entonces, cómo asegurarse
A lo largo de este capítulo usaré tanto "saber" como "conocer" según de que no daría su adhesión a ninguna creencia o proposición que
lo aconseje el contexto. · pudiera tomar por verdadera siendo falsa. En pocas palabras, necesi-
Finalmente, el problema de la justificación es tal vez el núcleo más taba un método totalmente fiable. Lo encontró en la aplicación uni-
arduo del problema del conocimiento, y su tratamiento filosófico ha versal de una duda sistemática sobre todas aquellas creencias suyas de
alcanzado un grado de sofisticación tal que casi constituye un tema las que cupiera dudar. Su objetivo no era escéptico, pues aspiraba a
aparte. Por el momento sólo me interesa que se comprenda que res- que el artificio de la duda "hiperbólica" lo llevara a encontrar la ver-
ponder a las otras cuatro preguntas no equivale a responder a esta. Se dad. Pero aquí es preciso introducir una distinción entre creer en lo
puede afirmar que se cree que p y mostrar cómo se llegó a fijar la que es verdadero y saber que lo que se cree es verdadero. En el primer
creencia, elucidar los elementos de este pretendido conocimiento y ca.so no aparece el vínculo entre el estado de creencia y la condición
tener por establecida la verdad de p, sin que por ello se esté justificado veritariva de lo que se cree, pues es posible que se dé la siguiente
en afirmar que pes el caso. Más adelante se verá por qué. situación:
Desde luego, no pretendo que un tratamiento introductorio de
este tópico pueda brindar un panorama suficientemente completo (1) creo que p
de todas las cuestiones. No obstante, el desarrollo que a continuación (2) es verdad que p
se ofrecerá tocará en mayor o menor medida todos los asuntos men- (3) mis razones para creer que p no llevan a establecer la verdad de
cionados, a veces en forma directa y otras de modo indirecto o suge- quep
ri~o. ~ igual que en los anteriores capítulos, mi estrategia no seguirá
entenas de reconstrucción histórica. Sin embargo, algunos de los pro- En la bibliografía especializada se han presentado muchos ejem-
blemas conservan aún hoy, en las discusiones actuales, una marca in- plos, en particular los llamados del "tipo Gettier", por haber sido este
deleble de algunos de los filósofos más importantes de la tradición, autor quien los propuso con cierta sisternaticidad. Antes de pasar a
especialmente del período moderno, como Descartes, Hume o Kant. uno de ellos, es interesante reparar en que el artículo en el que los
He estimado valioso organizar la exposición de modo que permita un propuso se titula "¿La creencia verdadera justificada es conocimien-
desarrollo sistemático del problema, presentando a la vez algunas doc- to?". Es decir, sus ejemplos han sido concebidos para mostrar que no
trinas de estos autores, pero repito, no como una exégesis de sus tex- es suficiente estar justificado en creer que p, cuando "p" es verdadera,
--- ---~~ ...... ..,....,. ~~, \.-Vtl.V\,;11LlJC:.11L0 129

para saber que p. Uno de los ejemplos es el siguiente: estoy mirando el


Pº'. expresarlo mal, "dudar de todo". Mencionaré los pasos argumen-
tanvos para lograrlo pero no los desarrollaré en detalle. Uno es "la
partido final de un campeonato de tenis por relevisi.ón. Según lo q~e
hipó:esis del sueño"; el otro, "la hipótesis del genio maligno". Según
veo, el jugador A le gana al jugador B. Creo estar vtendo la tra.nsm1-
1~ fnmera, cada .vez que tengo una creencia cuya fuente es la informa-
sión en directo de la justa deportiva que en ese momento se disputa
c1.on que me ?nnda la percepción, podría estar soñando que rengo
en el campo de juego, pero ocurre que un problema de transmisión
d1ch~ ~~rcepc1ón. Esto haría, por ejemplo, que crea que estoy viendo
que yo ignoro ha llevado a que retransmitieran el partido del año
televisión cuando en verdad estoy en mi cama durmiendo y soñando
pasado entre A y B en otra edición del mismo campeonato, en el ~ue
qu~ est?Yvi~ndo televisión. La segunda hipótesis permite abarcar cual-
ganó A. Dadas estas circunstancias, yo creo que A le ganó el partido
qm~r s1tuac~ón, no sólo la del ámbito de la experiencia perceptiva.
a B este año, y además, lo creo justificadamente de acuerdo con la
Segun la misma, no puedo estar seguro de que no haya un ser tan
información relevante de que dispongo. Pero ocurre que precisamen-
poderoso como maligno que se empeñara en engañarme sisrernáti-
te, mientras sin saberlo veo el viejo juego, en ese mismo momento
camente acerca de todas mis creencias. Digamos que cuando afirmo
está teniendo lugar la nueva final con exactamente el mismo resultado
"2 + 2 = 4", ese diabólico personaje ríe socarronamente porque sabe
que la anterior. En consecuencia, mi creencia es verdadera pero yo no
que, por ~as?, 2 + 2 = 8. Allí hay un Otro que conoce la verdad pero
la creo por las razones adecuadas y por lo tanto yo no sé que p.
tal conocimiento me está vedado a causa de su acción sobre mí.
Ahora bien, dada esta posibilidad, si estoy en la situación en la que
A esca altura de las cosas, Descartes halla que Jo único que conoce
se coloca Descartes, mi arribo a la verdad debe estar garantizado por el
con verda? clara y distinta es que mientras piensa, existe o, si se prefie-
procedimiento a través del cual la buscó. Si no puedo presumir que
re,. Y ,roméndonos nuevamente en su lugar, que fa proposición "so;i,
soy una mente infalible, de lo que debo asegurarme es de que se cum-
existo es verdadera mientras fa pienso (proposición que se conoce corno
pla la siguiente condición: "cogito cartesiano"). Esta proposición, piensa Descartes satisf~ce las
~igencias que_ se ha dado a sí mismo como investigado,'. puro, es de-
que el método por el cual adquiero mis creencias garantice que
crr, co?1~ alguien q~e no teme alejarse de todos los fines y compromi-
sólo formaré creencias verdaderas. sos pracncos de la vida con tal de conseguir "la verdad, la pura verdad
Y nada más que la verdad". No es mi interés entrar en las disputas
· ·Qué es lo que pasaba en el ejemplo del partido de tenis? Que la
acerca de lo~ ~éritos de la argumentación de Descartes y "los embro-
verdad de mi creencia era accidental con respecto al método que me
llos del cogito , que son muchos y ya llevan tres siglos de vida. Sólo
condujo a ella, y el factor decisivo para que esto sucedier~ era ~ue
~stoy !nte~esado ahora en los aspectos específicos del método de la
algunas de mis premisas eran falsas. Luego, el. mécod? de la_rnvesnga-
investigación pura como uno que ha sido concebido para responder a
ción pura debe impedir que esto pueda ocurnr. Para 1mped1rlo, debe-
algunas de nuestras preguntas del comienzo.
ré descartar codas aquellas creencias cuya índole sea tal que puedan
., Y ~bien, ¿qué b.alance provisorio pode~os hacer del planteo carte-
llevarme al error. En una palabra, mí principio será ahora:
s~a~o. Antes de disponernos a ello, conviene señalar aquellas caracte-
nsucas de la propuesta más generales e importantes para el tratamien-
"acepta como verdaderas sólo las creencias incorregibles".
to de las preguntas listadas más arriba.
· Es otra fonna de decir que las creencias a las que estoy dispuesto a
· (1) .La investig~ci~n cartesiana es la búsqueda de un método que
asentir son indubitables. garantice el conocirruento certero de la verdad;
En su empeño por evitar toda posibilidad de error, Descartes debe,
130. Introducciones a la filosofía Los caminos del conocimiento 131

(2) se trata de un proyecto que se presenta en la primera persona corolario de la crítica, por así decir, externa al modelo, en parte en
del singular; relación con los problemas de la justificación que más adelante enca-
(3) apela a una especie de introspección que el meditador solitario raremos.
ejerce sobre sus contenidos de conciencia;
( 4) privilegia la intuición como instancia decisiva para acceder al
conocimiento verdadero (percepción clara y distinta); Investigación pragmática contra investigación pura
(5) el recurso específico del método es la aplicación universal de la
duda (posibilidad del planteo escéptico); El proyecta cartesiano, con todo lo novedoso que pueda resultar
(6) las proposiciones a las que el investigador cartesiano debe asen- cuando se lo contempla sobre el fondo de la tradición filosófica que lo
tir han de ser proposiciones incorregibles; precedió, especialmente en lo concerniente al capítulo de la escolásti-
(7) Descartes considera que el conocimiento sólo es posible a tra- ca medieval, conserva algunos elementos esenciales a la filosofía desde
vés de su método, y considera que efectivamente ha logrado acceder a los tiempos de Platón y Aristóteles. Antes de dedicarnos a la presenta-
proposiciones verdaderas cuya verdad conoce con certeza (como ejem- ción de la teoría del conocimiento pragmatista y su confrontación
plos baste citar las siguientes: "mientras pienso, existo", "Dios existe", con el cartesianismo, sacaremos ventaja en puntualizar algunas seme-
"Dios no es un ser engañador", "existe un mundo externo que causa janzas y diferencias entre Descartes yel legado común platónico y
mis creencias perceptivas", etcétera). aristotélico.
~ Tanto Platón como Aristóteles concibieron que la misión esencial
Si el proyecto cartesiano se considerara logrado, Descartes habría de la filosofía era conducir al hombre al conocimiento de la naturale-
respondido afirmativamente a la primera de nuestras preguntas, a tra- za última de la realidad. A tal efecto, Platón forjó el método dialéctico
vés de una respuesta muy elaborada a la segunda pregunta y, además, que debía culminar en la comemplaci?n intuitiva de_ las ideas, ~u:,
habría dado también una respuesta a la última de las preguntas. como hemos visto en el capítulo antenor, eran las entidades autenn-
Es menos seguro que el modelo cartesiano pueda interpretarse como carnente reales según su perspectiva. En el camino, el filósofo debía
una respuesta suficiente a la cuestión tercera, pues no ofrece un análi- vencer al sofista, que cuestionaba la posibilidad del conocimiento al
sis acabado del conocimiento. En cuanto a la cuarta pregunta, mu- desacreditar su fundamento metafísico. La garantía última de que las
chos han sostenido que efectivamente el objetivo más profundo de ideas se volverían accesibles al filósofo era que, según la llamada ceo ría
Descartes es ofrecer una teoría de la justificación del conocimiento, de la reminiscencia, nuestra alma eterna ya conoce desde siempre las
aun cuando no lo haya presentado en estos términos. No lo discutiré ideas. Si parece que las desconocemos -y que esro ocurre es lo que
aquí. En cuanto a lo que sí puede aceptarse sin controversia como hace necesario a la filosofía- es porque al nacer olvidamos el conoci-
cuestiones que Descartes responde, debemos evaluar los costos y be- miento, pero con la guía de la filosofía es posible recuperar la memo-
neficios que nos depara su modelo. Para realizar esta evaluación en ria perdida y contemplar la verdad.
fonna acabada habría que acometerdos rareas: considerar si es una Aristóteles, por su parte, modificó muchas de las doctrinas plató-
propuesta viable en sus propios términos, independientemente de si nicas, como la de la reminiscencia o la realidad separada y rrnsccndcn-
nos resultan aceptables sus supuestos y estrategias básicas, e indagar si te de las ideas, pero también llevó hasta su mayor grado de acaba-
los supuestos y características del proyecto -las siete ames enumeradas miento la concepción de una ciencia fundamental, la metafísica, como
o al menos algunas de ellas- son aceptables. En lo inmediato me ocu- cumbre de un sistema orgánico del saber en el que cada disciplina
paré de la segunda tarea. La primera se desarrollará en parte como ocupaba su lugar de acuerdo con la realidad de su objeto de estudio,
LOS caminos del conocimiento
133

Y así como Platón se había enfrentado a la aporía sofística, Aristóteles to, y que conocer es, esencialmenre, conternplar lo que es verdadero
1 lo hizo con el escéptico.
Es interesante recordar la clasificación del conocimiento propues-
de una v~z_y para siempre. No hay aquí sirio para una concepción
construct1v1sca del conocimiento, y la verdad no tiene rastro humano.
1i ta por Aristóteles. Al comienzo mismo de su metafísica, distinguió
tres modalidades de saber: el técnico, el práctico y el especulativo .
En los términos de Descartes, con el agregado de su "subjetivismo",
esto nos lleva a la situación en la que el conocimiento es la relación
.~ Cada uno se organiza según un fin. propio. El técnico busca establecer básica.entre dos instancia.s separadas, el sujeto que conoce y el objeto
i los principios generales de todas las arres productivas con las que crea- conocido. la verdad es vista como una cualidad intrínseca del saber,
1 mos y transformamos cosas, como por ejemplo la agricultura, la inge- la que a su vez se fundamenta en una realidad también intrínseca a la
1 niería y la retórica. El segundo debe brindar los fundamentos de la
acción en su dimensiones ética y política. Por último, en el saber teo-
naturaleza d~l ob~~to de conoci°:ienro. Más aún, como hace patente
e~ m~~elo anstote~1co, las modalidades del saber responden a la orga··
rético o puramente contemplativo, lo único que nos interesa es con- ruzacron de la realidad tal cual ella es en sí misma.
templar la verdad acerca de la realidad natural, el movimiento de los Para ~preciar mejor el concepto de conocimiento e investigación
astros y las enseñanzas de la matemática. Este último saber era para prag~~t1sta Y sus críticas al modelo cartesiano conviene previamente
Aristóteles el más noble, porque nuestra motivación para su cultivo se d~scnbir l~s rasgos generales de esta corriente de pensamienco en su
desentiende de cualquier finalidad práctica y extrínseca a la contem- discrepancia con la tradición clásica reseñada.
plación misma de su objeto y la comprensión de los principios que lo El programa filosófico del pragmatismo difiere radicalmente del
rigen. A diferencia de Platón, Aristóteles extiende el conocimiento al expuesto. Destaca la naturaleza dinámica y constructiva del conoci-
mundo natural, que siendo el reino de lo cambiante, para el fundador miento y no separa la práctica, la técnica y la teoría. Esta última es
de la Academia no podía ser objeto de episteme (ciencia) sino sólo de concebida como una dimensión inseparable del saber orienta-do a fi-
doxa (opinión). Pero ambos coinciden en la prelación otorgada a la nes técnicos y prácticos. Por ende, el concepto de acción estará en el
contemplación de las verdades últimas respecro de todo lo que hay, centro del análisis y la explicación pragmatista del conocimiento. Desde
que en definitiva realiza la metafísica, en esta visión, núcleo esencial luego, el.pragmarisra no negará el valor superior de la ciencia respec-
de la filosofía. · to, por ejemplo, del saber común, pero situará este contraste en otro
Es evidente que Descartes conserva buena parte de esta concep- lugar. La ciencia será considerada como una creación cultural coleen-
ción del saber. La filosofía sigue siendo protefilosofia. Como en Platón, v~, en la evolució~ del hombre, no como el ejercicio de una disposi-
el grado máximo de conocimiento es de naturaleza intuitiva y su ob- CIOn natural destinada a captar verdades eternas. La verdad será para
jeto es, al menos en parte, el reino de las ideas con las que nuestra el pragmarism o a1 go · que "h acemos " en e 1 curso d e la mvesugación
· · y
alma nace. Además, los tres autores atribuyen una neta prelación al esta es un esfuerzo comunitario, no el producto de una meditación
conocimiento contemplativo, sin vínculo alguno con la acción. indi~idual y solitaria como la cartesiana. Con este breve panorama es
En cuanto a las diferencias, está claro que ni en Platón ni en s~~c1enre para encarar las críticas puntuales al modelo de la investiga-
Aristóteles se le concede ninguna importancia a la conciencia subjeti- cion pura, desarrolladas por el fundador de la corriente pragmatista,
va. Este es un rasgo significativo para el desarrollo de los problemas Charles Sanders Peirce.
del conocimiento tal como los estamos tratando, pero ahora, a los Pe~rce de_dicó algunos de su trabajos a la crítica del pensamiento
fines del contraste con el pragmatismo, importan más las semejanzas. cartesiano e mduso algunas de sus tesis pragmatisras más importantes
La principal de todas ellas acaso sea la idea de que la metafísica es un pueden evaluarse mejor si se lo hace a la luz de dichas críticas. Entre
saber positivo que debe fundar la posibilidad misma del conocirnien- los artículos y breves ensayos suyos sobre estas cuestiones, se destacan
135
134 Introducciones a la filosofía Los caminos del conocimiento

"Algunas consecuencias de cuatro incapacidades", "La fijación de la Señalemos los principales puntos de conrrovers_ia.. Como s~ habr_á
creencia" y "Cómo esclarecer nuestras ideas", codos ellos incluidos en notado, mientras que (1) señala la verdad como obJenvo_de_la mvesn-
el volumen citado en la bibliografía. A continuación presentaré las gación, en (I) la verdad no es siquiera mencionada. Esto 1~d1ca que en
posiciones críticas y positivas de Peirce de acuerdo con el orden dado relación con la quinta pregunta que formulamos al comienzo del ca-
por las características antes atribuidas a la concepción cartesiana del pítulo, la referida a las relaciones ent~e el conocimi~nto y_ la v~~dad, el
conocirruento. modelo de la investigación pragmausta y el de la mvesngacron pura
Desde la perspectiva de Peirce, la teoría cartesiana debe rechazarse son muy diferentes. Es uno de los contrastes más importantes y estra-
como un codo, para lo cual a cada una de las tesis listadas puede opo- tégicos, por lo que vale la pena detenerse en él. ..
nerse otra de corte pragmatista. A continuación se presentan ordena- Peirce concibe la investigación corno un proceso que se ongma en
das con numeración romana, de modo que la resis l'(I)" de esta lista es el estímulo O irritación que provoca en la mente una duda real Y
la contrapartida pragmatista de la tesis "(1)" de la anterior, y así suce- concreta, y que se detiene cuando se ha alcanzado una cre~ncia. Aho-
stvarnenre. ra bien, según su punto de vista, la búsqueda queda sattsfecha una
vez que la creencia queda fijada. Consid~ramos a todas nuestras ere~
l. El objetivo de la investigación es el conocimiento, que consis- encías verdaderas, por lo que la apelación a la verdad parece aqu1
te en la fijación de la creencia a través de un método racional. redundante.
II. La investigación es una tarea comunitaria, colectiva. Para comprender mejor el punto podemos valernos de un r_est
UI. No tenemos ningún poder de introspección. Todo el conoci- propuesto por AJfred Ayer. Su~óngase, dice el tese;_ que. se nos pide
miento del mundo interno se deriva del conocimiento de los hechos confeccionar dos listas de enunciados, una en la que incluirnos propo-
externos por razonamiento hipotético. siciones verdaderas y otra en la que consignamos nuestras creenc_ias
IV. No tenemos ningún poder de intuición. Toda cognición está firmes. Ante cada enunciado que se nos presenta, no podremos in-
determinada por cogniciones previas y todo pensamiento supone una cluir ninguno en una de las listas sin que al mismo tiempo lo incluya-
operación con signos. mos en la otra. Lo que esto muestra es que, desde el punto de vista
V. La duda universal cartesiana es inconcebible porque no hay inmanente a fa ínvestigación, creencia firme y verdad son índisc:mibles.
comienzo absoluto sino que siempre empezamos una investigación Aun cuando haya una distinción lógica entre verdad y creen~1a: p~es
con todos nuestros prejuicios y conocimientos previos. Una duda debe admitirse que podemos creer lo falso, para establecer ep1stem1ca­
universal no constituye una duda auténtica, por lo que tampoco pue- mente la diferencia se requiere un punto de vista externo desde el cual
de constituir un motor real para la investigación que lleva a la fijación ejercer una crítica de la creencia. Este punto de vis~a puede ser el del
de la creencia. (No hay lugar para el escepticismo global.) mismo investigador en otra ocasión o el de _ouo suJeto. .
VI. No hay proposiciones incorregibles. Toda proposición es fa­ Este tipo de consideraciones lleva a Petrce ~ conce?1r la _ver~~d
lible. simplemente como la instancia fina~ a la que _arnba_rá I~ ~nvesr1g_ac1on
VII. Hay varios métodos de fijación de la creencia, y aunque el a través del trabajo científico colectivo. Una mvesugacion sufic1ent~-
pragmatista es el mejor por ser auténticamente racional, los otros tie- mente desarrollada en el tiempo nos guiará a un punto de convergencia
nen cada uno su valor y han tenido su importancia a lo largo de la final en el cual se dará el conocimiento de lo real. La convergencia
historia de la humanidad (los otros métodos son el de la tenacidad, el funge corno un ideal de la investigación al que ?ebem~s aspirar con la
de la autoridad y el a priori). esperanza de conseguirlo. Pero al no haber una mstanc1a trascendente y
absoluta desde la cual establecer lo que es verdad, esta no puede ser
LOS caminos uet conocimiento 137

sino el resultado final de la investigación. Pedir otra cosa es para Peirce básica y general acerca de la naturaleza del pensamiento en su relación
pedir un imposible. con el mundo. Encarémoslo desde esa perspectiva.
El punto se relaciona con la posibilidad del escepticismo. El inves- Para Descartes, el conocimiento, una de las funciones esenciales
tigador puro deja suficiente luz entre el conocimiento y la verdad para
1
del pensamiento, es fundamentalmente de carácter intuitivo. En sus
que esta brecha pueda no ser llenada nunca, pues una vez separadas Reglaspara la dirección del espíritu se afirma reiteradamente que, aun-
las dos instancias, la de la creencia establecida y la de !a creencia verda- que el conocimiento puede obtenerse por la intuición, la inducción y
1 dera, ¿cómo garantizar que no seguirán siempre separadas? Y este esta- la deducción, estas últimas dependen en definitiva de la intuición.
do de cosas lleva inevitablemente al problema de los fundamentos del Y para que haya conocimiento intuitivo deben cumplirse las condi-
conocimiento. Lo que ahora pedirá el escéptico es una base incontro- ciones de claridad, distinción e instantaneidad en la captación del objeto
vertible de que se está en posesión de la verdad, lo que quizá no sea de conocimiento. Por ello, en nuestra investigación aconseja Desear-
asequible. Si en cambio se cierra el paso a una distinción semejante tes atender primero a las proposiciones y principios más simples y
entre el resultado de la investigación y la verdad, el escepticismo se buscar en codo lo que concebimos el elemento más absoluto, hasta
reduce a la vigilancia atenta del proceso mismo de indagación. encontrar lo en sí mismo simple y absoluto que llene, por así decir, el
La situación en la que se coloca Descartes es tan extrema, que su todo de nuestra intuición intelectual.
único recurso para superar el escepticismo es apelar a una garantía La claridad se opone a la oscuridad y la distinción a la confusión.
trascendente, que en su caso es la prueba de la existencia de un Dios Según los escolásticos, una idea es clara cuando discierne unos objetos
benevolente, uno que asegura que las creencias que se manifiestan de otros y es distinta cuando concibe a su objeto según las notas in-
como verdaderas a la conciencia rnediranre, realmente lo son. Pero el trínsecas que lo definen como siendo cal. Descartes adapta para sus
problema es que el criterio de la claridad y la distinción es la fuente propios fines esta doctrina escolástica. Los rasgos más importar~es del
última incluso del valor de esta prueba, por lo que en definitiva al modo como las utiliza son, por un lado, el alcance "ontológico" que
investigador puro sólo le queda su esperanza de que lo que le parece tal doctrina adquiere, pues según sus términos, lo que se concibe clara
verdadero a su intuición, es verdadero. ¿ Y puede constituir esta espe- y distintamente (plano gnoseológico) es en sí mismo claro y distinto
ranza el fundamento exigido por el escéptico? (plano ontológico), y por otro lado, la dimensión subjetiva, pues lo
Por su parte, el investigador pragmático debe admitir que el ideal que garantiza que estemos ante las verdades buscadas es nuestro acto
de la investigación podrta no ser alcanzado nunca, pues ha renuncia- de atención consciente que las capea de un solo golpe a través de una
do a toda garantía externa al proceso mismo de investigación. Espe- intuición.
ranza por esperanza, puede ocurrir que la desesperanza sea la que El concepto peirciano de pensamiento no puede estar más alejado
finalmente gane, en este punto otro nombre para el escepticismo. del cartesiano. Para Peirce, pensar es operar con signos. Como se sabe,
Cabe interpretar la respuesta pragmatista como un intento de volver su obra es una de las contribuciones más importantes a la semiótica,
inconcebible al escepticismo, imputándole que pide lo imposible y disciplina que estudia la naturaleza de los signos en general, canto de
que sólo son problemas auténticos aquellos a los que se puede dar los símbolos verbales como de los otros tipos de signos. Peirce concibe
solución. la semiótica desde una óptica lógica y cognoscitiva. Dicho de otra
A algunas de estas cuestiones quizá volvamos más adelante cuando manera, para él una misma cosa son, en esencia, la lógica, la semiótica
tratemos el problema de la justificación. En cuanto a los otros puntos y la teoría del conocimiento. No es este el lugar para exponer sus ideas
de oposición entre los dos modelos de conocimiento en su ensamble semióticas. Sólo destacaré los elementos de su teoría más relevantes
integral, pueden verse como consecuencias de una divergencia más para la actual discusión.
Los caminos del conocimiento 139
138 Introducciones a la filosofía

Toda la intención intelectual de un símbolo consiste en el toral de todos los


Mientras que en Descartes el vínculo cognoscitivo es dual, inme- modos generales de conducta racional que, condicionados a todas las diferentes
diato y autosuficiente, en la perspectiva semiótica, dada la estructura circunstancias y deseos posibles, se seguirían de la aceptación del símbolo. ( 1988,
triádica del signo que ya mencionamos en el capítulo uno, no hay p. 224)
conocimiento inmediato, pues todo conocimiento tiene la estructura
de un signo. Más aún, el conocimiento es la mediación misma, ese Más allá de las diferencias evidentes entre ambas, señalemos los
proceso por el cual se dan el significado y la interpretación. Hasta en elementos comunes que más nos interesan. En primer lugar, la máxi-
el juicio más próximo a lo inmediato, un juicio perceptivo, hay semiosis ma relaciona conceptos entre sí, por lo que debe interpretarse como
y generalidad. El percepto reducido a su pureza no es conocimiento, un análisis del significado, lo que queda claro con el uso de la expre-
sino una pura cualidad sensible. Para que adquiera valor cognoscitivo sión "intención intelectual" en la segunda fórmula. Es decir que la
debe ingresar en el proceso semiótico a través del juicio, pero todo captación clara y distinta de una idea supone la relación entre signos:
juicio contiene generalidad, y donde hay generalidad hay compleji- el concepto del "objeto" remite al concepto de sus consecuencias prác-
dad lógica, se dé esta en la forma de la abducción, la inducción o la ticas. El segundo elemento es· este, el de las consecuencias prácticas,
deducción. Estos son los principales recursos cognoscitivos con los que nos vuelve a la concepción de la creencia de Peirce. Según su
que contamos. La abducción es un concepto de Peirce para referirse a análisis, la creencia tiene tres propiedades: es algo de que nos percata-
la instancia de invención de hipótesis y pertenece más bien a lo que se mos, apacigua la irritación de la duda y establece una disposición en
denomina "contexto de descubrimiento" que al "contexto de justifi- nosotros, un hábito o regla para la acción. Por lo tanto, lo que se con-
cación" del conocimiento. Es este proceso abductivo lo que produce cibe de un objeto es el modo en que puede entrar hipotéticamente en
novedad en el conocimiento, ya que la inducción y la deducción por el curso de acción futura.
sí mismas sólo permiten extender o asegurar lo ya conocido. Nuestro objetivo no es ponderar las virtudes y defectos de la con-
En cuanto a la búsqueda de lo claro y distinto como piedra de cepción de Peirce, por lo que no avanzaremos en el estudio de su
roque del conocimiento, una vez eliminada la intuición intelectual y teoría. Lo que debemos hacer es recapitular todo lo reseñado para
.la inmediatez como terreno fértil, queda pendiente la necesidad de resumir el cuadro final de la comparación entre ambos modelos de
encontrar un método que haga factible establecer esas características, investigación, el pragmático y el puro.
pues más allá de las discrepancias señaladas, Peirce coincide con Des- · En primer lugar, se observa que en ambos la investigación aparece
canes en que la claridad y la distinción son notas exigibles a todo lo como el método de fijación de la creencia, pero mientras en la versión
que pretenda ser vehículo de conocimiento. En función de esta exi- cartesiana esto depende de la intuición de la verdad, en Peirce depen-
gencia, propone su máxima pragmatista, que es hora de presentar. La de del hábito racional de acción que genera. Además, el modelo prag-
primera formulación de la máxima dice así: mático elimina el recurso a la intuición porque no hay pensamiento
-y por ende conocimiento-- sin mediación de signos. En tercer lugar,
Consideremos qué efectos, que puedan tener concebiblemenre repercusiones la investigación pragmática es colectiva mientras que la cartesiana es
prácticas, concebimos que tiene el objeto de nuestra concepción. Nuestra con- individual. En cuarto lugar, la versión pragmatista intenta que el es-
cepción de estos efectos es pues el todo de nuestra concepción del objeto. (1988,
cepticismo global no pueda plantearse, mientras que la investigación
p. 210)
pura usa el planteo escéptico como un medio para alcanzar la verdad.
Años después, el propio Peirce modifica esta presentación del modo Finalmente, el investigador puro exige la incorregibilidad del conoci-
siguiente: miento, en tanto que la investigación pragmática sostiene que todo
i,. conocimiento es falible.
/) LI
141

Más allá de los méritos y deficiencias que cada uno de los concep-
que el con~c_ii:1iento por experiencia directa ocupa un lugar destacado
tos de conocimiento e investigación posean, en la comparación se
en la adqu1s1c1ón y tal vez en la justificación del conocimiento. Pero
destaca que el modelo cartesiano acepta la cuestión escéptica, esto es,
reconocer este hecho nos deja todavía muy lejos de comprenderlo,
la negación de la posibilidad del conocimient?, y e~ su afán por sup~-
pues ¿en qué consiste dicha experiencia?, ¿cuál es el contenido? A estas
rarla debe apelar a algún método que perm1ta ambar a un cono:1-
Y a otras preguntas trataremos de responder en el próximo apartado.
miento seguro y absoluto en el que puedan fundarse todos los demas.
El objetivo final de la investigación así planteada es la ve~dad. Por s~
parte, el concepto pragmatista de ínves:igación se ~:senn~nde rela,n-
Conocimiento, experiencia y justificación
varnente de la verdad, y destaca en cambio la formación racional, prac-
tica y colectiva de las creencias. Su éxito hace ociosa la búsqueda de un
Hay al m~nos tres caminos que convergen en la idea de que aque-
fundamento para el conocimiento, pero ta1:1bién se con~orma con ,el
lJo que constituye el objeto directo de nuestro conocimiento son cier-
control racional de la formación de creencias, las que siempre seran
tas entidades ~ui géneris que recibieron desde la tradición empirista
falibles y cancelables hasta un estadio final de la investigación sobre el
en adelante diversos nombres. Podemos uniformar estas denomina-
que no puede decirse mucho, excepto que es u.n_a esperanza con la
ciones con la expresión datos sensoriales. Veamos brevemente los tres
cual hay que contar en nuestra empresa cognoscmva. . . . argumentos.
La discusión sobre el papel de la intuición en el conocimtento ne-
ne su propio peso. No necesariamente en el semid~ con el que apare~e
Argumento psicológico. El argumento psicológico discurre más o
en Descartes, pero sí cuando se la interpreta bajo el concepto mas
menos así: cuando percibimos un objeto o un estado de cosas deter-
amplio de experiencia. Desempeña un papel cencr~_en el modo c?mo
minado, lo que directttmente percibimos son, según el caso, imág<;nes,
la impronta cartesiana siguió su curso en el emplm~o de. ~os s~gl~s
formas, manchas de color, ere. Estos son los daros de conocimi~nto
xvii y xviii, pero además, independientem~nt~ de la_ dimensión l11~to-
inmediato, pues en nuestra mente no tenemos "las cosas mismas" sino
rica del tema, es natural preguntarse por la incidencia que la expenen-
sus representaciones, resultado de la acción de los objetos sobre nues-
cia tiene en la adquisición y justificación del conocimiento. En esto tros receptores sensoriales.
(( b ,, ((
tiene su importancia la distinción entre los usos de s~ er y cono-
Argumento epistemológico. Este argumento es el que deriva directa-
cer". Decir que alguien sabe tales y cuales cosas y que sm embargo no
mente del modelo cartesiano. Parte de una distinción entre creencias
ha tenido una experiencia directa de esas cosas, es un modo natural Y
o enuncia~os básico~ y no básicos, y afirma que los ülrimos se justifi-
correcto de hablar. Por ejemplo, puedo saber mucho acer~ ~e un_a
can a partir de los pnmeros. Estos enunciados que conforman la base
ciudad a la que nunca fui o acerca de una persona ~ue en 1111 vida vr,
de la justificación, a su vez no necesitan justificación, o bien porque se
Sin embargo, en ninguno de estos casos puedo. decir que conozco la
apela a una explicación causal que conecta los datos sensoriales sobre
ciudad O que conozco a la persona. Hay un sentido en el cual conocer es
los que versan los enunciados básicos con los estados de cosas a los
tener experiencia directa de lo conocido. Y cuando se sabe algo sobre
qu_e los da~o~ se~soriales remiten, o bien porque poseen una cualidad
alguna cosa sin tener experiencia de ella, hay otras cosas_ sobre las que
epmemolog1ca intrínseca que los hace autojustificados (infalibilidad
se ha debido tener experiencia directa para que sea posible ese saber. incorregibilidad, indubitabilidad). '
En el ejemplo de la ciudad que no visité, si sé muc_has cosas sobre ella
Argumento lingüístico. Este argumento afirma que los enunciados
es porque alguien me las contó o las leí en algún l1b~o, y ent?rices he
s~bre objetos m~teriales son imprecisos, por lo que no poseen un sig-
tenido experíencia directa de las palabras oídas o vistas. Así, parece
nificado determmado. Además, supone que esos y otros enunciados
142 Introducciones a la filosofía Los caminos del conocimiento 143

entrañan los enunciados sobre datos sensoriales. En consecuencia, la cen normalmente en términos de datos sensoriales. Aun desde el punto
filosofía debe proceder a dar un análisis reductiuo de los enunciados de de vista introspectivo -aunque aquí cada cual deberá juzgar por sí
la clase original en términos de enunciados sobre datos sensoriales, a mismc--, es más bien raro y requiere un esfuerzo peculiar presentar
los que se les atribuye un significado exacto. las experiencias comunes como versando sobre manchas, olores o for-
mas. Nuestro lenguaje y nuestra experiencia en la actitud natural es
En la tradición empirista clásica iniciada por Locke, estos argu- de objetos materiales. Por lo demás, sea lo que fuere que una teoría
mentos se encuentran entremezclados de modo complejo. Por ejem- psicológica sobre la percepción señalara al respecto, hay una cuestión
plo en los referidos a la relatividad, las ilusiones o las delusiones de la filosófica en cuanto al conocimiento que no se resuelve a nivel de la
experiencia perceptiva no se distinguen los componentes psicológicos teoría empírica, pues es necesario hacerse cargo del problema concep­
y epistemológicos. Esta mezcla se halla claramente en estrategias tual implicado en la idea de que nuescra experiencia común sea rele-
empiristas contemporáneas como las de Ayer y Price, Este tipo de gada en favor de una supuesta teoría. Conviene advertir, por orra
argumentos señala que la distinción enrre datos sensoriales y objetos parre, que muchos psicólogos privilegian actualmente la experiencia
materiales es necesaria para dar cuenta de esos casos, como las ilusio- tal cual se da en condiciones normales, no en la artificialidad de un
nes ópticas o las delusiones que se dan por trastornos en el propio laboratorio.
perceptor. Pero esto que parece ser un argumento psicológico devie- La segunda clase de argumentación recibe objeciones de diverso
ne rápidamente gnoseológico cuando se considera el valor de verdad tipo. Está el rechazo global a la idea misma de que el conocimiento sea
de Tas enunciados implicados. La mezcla también se da respecto de las algo para lo que deban brindarse fundamentos. Una crítica menos
consideraciones lingüísticas, por ejemplo en las críticas de Berkeley al radical acepta que el análisis y la explicación del conocimiento incluye
realismo representacionista de Locke, según la cual los términos gene- el capítulo de la justificación, pero considera que la experiencia no es
rales no suponen la existencias de ideas generales y los enunciados de la fuente para esa justificación, aun cuando se le atribuya algún papel
objetos materiales son enunciados sobre percepciones, no sobre pro- relevante. Otros estarán dispuestos a conceder una posición central a
piedades incognoscibles de la materia que supuestamente los. causa. la experiencia, pero rechazand~ que esta remita esencialmente á datos
Sin embargo, es útil mantener las distinciones establecidas para una sensoriales en lugar de a objetos materiales. Entre los que dan consis-
mejor comprensión de los problemas aun en los términos en que apa- tencia al debate sobre la justificación pero niegan a la experiencia toda
recen en la tradición. gravitación en el tema, están los que argumentan en favor de una
La versión integral de los tres tipos de argumentaciones constituye teoría coherentista de la justificación, según los cuales cada creencia se
una teoría del conocímienro empirista y fundacionisra. Empirista por- justifica por su relación lógica y práctica con "el todo de las creencias"
que sostiene que todo el conocimiento se deriva de la experiencia y ¡

l
del que forma parte. Dentro de esta corriente los hay extremistas y
fundacionista porque distingue enunciados básicos y no básicos y atri- contemporizadores. Los primeros no admiten que haya creencias bá-
buye la justificación del conocimiento a los primeros, los que a su vez sicas y tampoco admiten que la justificación de las creencias sea otra
se fundan directamente en la experiencia o se autojustifican, cosa más que una relación entre creencias. Los contemporizadores,
Frente a esta teoría, caben críticas puntuales tanto a cada uno de por su parte, distinguen entre el origen de las creencias y su peso
los argumentos presentados como al proyecto en su conjunto. Prime- justificatorio. Esta distinción les permite acordar con el fundacionisra
. ro veamos someramente las objeciones específicas. Contra el argu-
mento psicológico ha de observarse que es muy poco o nada intuiti-
· en que algunas de nuestras creencias pertenecientes a nuestro sistema
de creencias se originan en la experiencia, pero rechazan que esta posea
1
vo, pues los reportes de lo que conocemos por experiencia no se ofre- capacidad justificatoria, dado que la justificación es una relación lógi- 1
[44 rrrrrocnaccrorres a 1a utu::;u, 1c:1. LOS cammos ae1 conocírnrento 145

ca, y el vínculo paradigmático en ere la experiencia y las creencias es la Hagamos "recordatorios de lo obvio". Los siguientes puntos tal
causalidad, que es una relación natural, no lógica. vez no resulten prima facie controvertibles:
Pero la crítica al fundacionismo de inspiración cartesiana y empi-
rista no se limita a los cuestionamiencos externos. En efecto, dentro (1) Parte de nuestro conocimiento ordinario se compone de la
del fundacionismo hay quienes aceptan que la experiencia desempeña experiencia personal de la realidad sobre la que versa dicho conocí-
un papel necesario aunque no excluyente en la justificación del cono- miento. Esta experiencia involucra tanto la acción de la percepción
cimiento, pero no otorgan a las creencias correspondientes ningún como la de la memoria;
carácter especial intrínseco como la incorregibilidad. Estos filósofos (2) una mayor parte aún del conjunto de nuestras creencias y
pueden incluso combinar algunos elementos del füncfacionismo con saberes provienen de lo que otros nos cuentan o, en general, de muy
otros del coherentismo. En este caso deben sostener que la justifica- variadas fuentes de información. El contenido de este conocimiento
ción adopta cierta "multidireccionalidad": de las creencias fundadas no lo obtenemos teniendo experiencia directa de ese contenido;
en la experiencia hacia las otras creencias, pero también desde estas a (3) entre nuestras creencias, las hay completamente generales y
aquellas y entre sí. otras que contienen al menos algún elemento de generalidad;
Los comentarios anteriores ofrecen un panorama apretado del de- (4) nuestras creencias conforman un sistema respecto del cual cui-
bate en el que se cuestionan las razones de tipo epistemológico en darnos cohesión y coherencia internas, de modo de evitar contradic-
favor del fundacionismo empirista. Pero este panorama sería incom- ciones e incompatibilidades.
pleto si no desarrollamos esquemáticamente la motivación epistemo-
lógica que está detrás de esas razones. No olvidemos que la preocupa- Si los enunciados (1 )-( 4) describen mínima pero correctamente el
ción central de esta perspectiva, filosófica es garantizar la posibilidad contenido de nuestro conocimiento, vemos que la imagen de,..una ca-
misma del conocimiento y asegurar así un camino para establecer la dena jerárquica de creencias cuyo primer eslabón es la experiencia del
verdad acerca de cómo son las cosas en su realidad última. Veamos dato sensorial y cuyo último eslabón es cualquier creencia referida a
cómo discurre el argumento en términos más concretos: algo no observable, distorsiona el modo en que funciona el conoci-
miento. En cualquier juicio de percepción, además del elemento de
Supóngase que un sujeto tiene la creencia de que p basándose en su generalidad propio del lenguaje, hay un elemento de generalidad que
creencia de que q. No estará justificado en su primera creencia si no lo pertenece al contenido mismo del juicio. Además, cuando tenemos
está en su segunda. Esto se repetirá para todas y cada una de sus creen- una creencia perceptiva, hay un fondo de creencias actuando en todo
cias, por lo que o bien el proceso conduce a una regresióh infinita o momento. Una de las más poderosas y tenaces ilusiones cartesianas es
gira en círculo, lo que sería vicioso, o bien termina con una creencia no la idea de hacer "tabla rasa" con ese fondo de creencias para conside-
justificada o en una creencia final justificada pero no por otra creencia. rarlas una a una en perfecto aislamiento. Pero, claro, no es una ima-
gen muy realista de cómo revisamos nuestras creencias cuando esta-
Planteadas así las cosas, la única conclusión admisible es que sólo mos en busca de justificación.
en el último caso hay justificación. Y, precisamente, las alternativas Pero se dirá no sin razón, que estas "obviedades" son conocidas por
fundacionistas, de la más fuerte hasta la más débil, pretenden satisfa- el teórico de los datos sensoria.les. Por ejemplo, sostendrá nuestro fi-
cer las exigencias de este argumento. Pero, preguntemos, ¿es razona- lósofo, porque hay generalidad en nuestros más simples juicios de
ble describir nuestro sistema de creencias como una cadena de razo- objetos materiales debemos ofrecer su análisis y su fundamento en
nes del modo en el que se lo hace en el esquema expuesto? términos de juicios de daros sensoriales de los que tengamos experien-
147
Los caminos del conocimiento
146 Introducciones a la Olosofia

cia directa, y aun cuando el fondo de creencias esté implicado en un tes de puros datos sensoriales no son aptos para la justificación, excep-
repone de datas sensoriales, si ese fondo de creencias ha de estar jusri- to que se los ponga en conjunción con premisas induct!v~ e hipóte-
ficado deberá remontarse a las experiencias de los datos sensoriales sis, lo que constituye la bancarrota del proyecto fundacionista. . ,,
pertinentes. Persiste en esca réplica el fantasma del escepticismo, quien Consideremos el siguiente caso. Digo "hay un gato en el pano .
desvela al teórico del conocimiento, especialmente al fundacionista. Este es un enunciado que describe un estado de cosas y contiene mu-
Pero, precisamente, este es quizás el punto verdaderamente crítico de cha generalidad: en la palabra de clase natural "gato", en la palabra
todo este programa filosófico ya que, como muestra la historia del "patio", en la relación "en", en el numeral "un" y en el cuantificador
empirismo clásico, Hume, en la cumbre de esa historia, saca rodas las "hay". Supongamos que la justificación de mi cree~cia de que ~ay un
consecuencias escépticas del modelo cartesiano y lockeano, El fracaso gato en el patio. fuera un reporte de datos sensonales como bulto
ante el escéptico es sin duda otra motivación crítica para rechazar .el negro ahí", más el gesto ostensivo apropiado. ¿Cómo puede la creen-
argumento epistemológico a favor de los datos de los sentidos. Será la cia expresada por este último enunciado justificar la expresada por el
última que consideraremos anees de pasar, en el próximo apartado, al primero? Sólo si agrego un enunciado general referido a los caso~ an-
terreno de las controversias lingüísticas. teriores de ver ese tipo de bulto o de mancha, en los que cales fenome-
Quien alienta esta teoría se enfrenta con un dilema. Si vacía o nos resultaron ser la presencia de un gat0, y la aplicación de esa gene-
reduce al mínimo el contenido de los reportes de datos sensoriales, en ralización a este caso, lo que implica la generalidad de la inducción Y
ef mejor de los casos asegura su incorregibilidad, pero a costa de la capa- la aceptación de una entidad bastante abstracta como un tipo o clase.
cidad. de estos enunciados para ser candidatos adecuados a la función Casos como estos ilustran con cierta claridad las dificultades que
~-
de dar las premisas fundamentales del conocimiento. Si, en cambio, enfrenta el teórico de los datos sensoriales, tanto respecto de la jusrifi-
mantiene el suficiente contenido cognitivo en esos reportes, conserva . cación como respecto del acicate escéptico. En consecuencia, aunque
no se concluya que el modelo sea inviable, pueden apreciarse ya bue-
la capacidad justificatoria de los mismos, pero pone en riesgo la inco- .
rregibilidad. En la primera opción, el teórico de.los datos sensoriales nas razones para ponerlo en entredicho. Estas razones, sumadas a _las
se aproxima al escéptico, por ejemplo en su versión histórica original, anteriores y a las que a continuación desarrollaremos ene! plano lin-
el llamado "escepticismo pirrónico", En efecto, ante la imposibilidad güístico son suficientes para mostrar las dificultades principales que
de asentar un conocimiento incontrovertible acerca de cómo son las esta línea filosófica debe superar.
cosas, d pirrónico retrocede hacia las narraciones de lo que aparece.
Podrá aceptar incluso que tiene creencias acerca de cómo las cosas se
le aparecen, pero negará tener conocimiento de cómo las cosas son. Trampas del lenguaje
Dirá, por caso, "este vino sabe dulce" pero no "este vino es dulce", 0
Tomemos el siguiente par de expresiones:
"esto parece vino" y no "esto es vino". Pero a diferencia del teórico de
los daros sensoriales, no pretenderá que esto es conocimiento, sino mera (1) "este. eraje parece sucio" y (2) "la apariencia de este traje es su-
narración de fenómenos. Es decir, si el filósofo de los daros sensoriales cia". Wittgenstein llama al procedimiento por el cual obtenemos (2) a
. abraza el primer cuerno del dilema, deviene escéptico pirrónico, aun- partir de (1) objetificación. Explica el sentido de esta palabra en los
que inconsecuente, ya que pretende conocimiento y lo funda en la siguientes términos: ·
existencia de un tipo de peculiares entidades, lo que estimularía la
sonrisa irónica. del escéptico. La palabra "dato sensorial" en realidad significa lo mismo que "apariencia".
No le va mejor si escoge el otro cuerno del dilema, pues los repor- Pero el término introduce un modo particular de mirar a la apariencia. Podría-
,.,.;~.., '-(.uu. ..u1u,:j ue1 conoctn1tento 149

mos llamarlo "objetificacián', Si "personificación" significa, por ejemplo, usar la


palabra "tiempo" como si fuera el nombre de una persona, entonces objerificación Grice, con el objeto de defender la plausibilidad de alguna versión
habla de dio corno si fuera una cosa. (1997, p. 305) de una teoría causal de la percepción, sostiene que es aceptable la tesis
de que percibir implica tener datos sensoriales, para lo cual niega que
· Mientras la personificación no plantea un problema, porque se una condición necesaria de la verdad o de la falsedad de un enunciado
entiende su sentido figurado, la objetificación puede alterar en parte del tipo (1) sea que se dé la implicación mencionada. Sin embargo,
el significado de los enunciados involucrados. Por ejemplo, el enun- acepta que cuando no se cumple esca implicación, el enunciado es
ciado (1) puede entrañar "puedo estar equivocado" o "no estoy segu- engañoso en extremo. No puedo recorrer aquí los complejos argu-
ro", mientras que (2) sugiere la posibilidad de agregar "tengo razón", mentos de Grice, aunque sospecho que algunos de ellos son confusos.
1 sea que el traje esté o no sucio. Lo'. que ocurre es que asimilamos la
gramática de la apariencia a la gramática de objetos fisicos, y por este
De todos modos, me interesa destacar que el punto más importante
de la sugerencia de Wittgenstein no es tamo su tratamiento del enun-
medio creamos un nuevo tipo de objetos, todo un medio interpuesto ciado ( 1), como lo que encierra su idea de objeriíicación .. Tal vez ten-
entre nosotros y el mundo. Es como si quisiéramos decir: "después de ga razón Grice en que la implicación de marras no es parte del significa­
todo ha de haber algo allí como una 'suciedad apariencia!' que justifi­ do de los enunciados de "pareceres", mas esto por sí mismo no justifi-
ca decir 'este traje parece sucio' ". caría el uso que el fundacionisra pretende hacer de la objerificación.
Antes de explorar el diagnóstico de Wittgenstein, convendrá hacer Pero concentrémonos en el segundo enunciado en su relación con
una breve referencia a ciertas sutiles consideraciones hechas por Grice el primero. El paso inicial para ir de este a aquel, consiste en convertir
sobre este asunto. Como apunta en uno de sus ensayos, algunos críticos en objeto directo del verbo lo que ames era la expresión de una moda-
de la teoría de los datos sensoriales sostendrían que los enunciados del lidad de la experiencia, a veces indicada por un verbo principal al que
primer tipo necesariamente implican, en algún sentido de "implican", se subordina el resto de la frase. Expresiones como "el traje parece
que quien así se expresa tiene dudas sobre la verdad de lo que afirma y sucio" pueden intercambiarse en muchos contextos con expresiones
admite que la negación de ese enunciado puede ser lo correcto. como '.'el traje está sucio, según creo", "el traje está sucio, aunque no
A110ra bien, Grice observa que decir de dos enunciados que uno estoy seguro", "sospecho que el traje está sucio" o, por el contrario, "el
implica al otro puede significar que la implicación de uno por el otro traje parece sucio, pero no lo está". Aquí no hay más que un estado
no es cancelable ni separable. Para ilustrarlo con el ejemplo del pro- del traje que yo describo en relación con el modo en que lo percibo.
pio Grice: si digo (E)"Smid1 ha dejado de golpear a su esposa" im- Pero cuando las reemplazo por "la apariencia del traje es sucia" o "la
plico que Srnirh golpeaba a su esposa. Que esta implicación no es apariencia de un traje sucio", parece que mi acto de ver tiene por
separable significa que la misma se da sea cual fuere la forma en que objeto la apariencia. Y como además está el traje, soy inducido a pen-
afirmo (E), y que no es cancelable quiere decir que no puedo coheren- sarque hay tres instancias: el acro de percepción, la apariencia percibida
temente afirmar ese enunciado y luego negar la implicación, por ejem- y el estado de cosas del que esa apariencia es apariencia. Entonces
plo de esta forma: "Srnith ha dejado de golpear a su esposa, pero no damos un nuevo paso y, como muchas veces un examen más atento
quiero implicar que él ha estado golpeándola''. Luego se pregunta si del estado de cosas percibido desmiente la primera percepción, caigo
"implica" tiene ese alcance en casos como el ejemplificado por (1) más en Ia_cue_nra de que haya o no tal estado de cosas, lo cierto es que estd la
arriba, tal como querría sostener el crírico de los datos sensoriales. En apariencia. Ahora otra vez puedo querer volver a tener sólo dos ins-
efecto, este diría que "tengo dudas de si el traje está sucio" o "el traje tancias, pero el estado de cosas ha sido desplazado por la apariencia y
no está sucio" están implicadas en forma no cancelable y no separable corre el riesgo de ser identificado con un ensamble de apariencias o
por el enunciado (1). . una construcción lógica a parcir de apariencias.
150
Introducciones a la filosofía
Los caminos del conocírníento 151
Una vía por la cual se refuerza este mecanismo es la identificación
de la. apariencia con una figura. Supongamos que se nos pide que de que hay sensaciones y que estas desempeñan un papel e~pl_icativo
de tipo causal en la percepción, que_es una fuente de c?nº.~~m.1emo.
describamos el aspecto de algo. En lugar de palabras puedo utilizar
muy efectivamente un dibujo o figura de ese aspecto. Esta figura pasa Una vez que se han comprendido estos hecho~ lingüísticos, d
a ser ahora una apariencia de la cosa, y resulta como si hubiera una fundacionismo empirista que otorga un lugar esencial a _los reportes
virtualidad infinita de aspectos, figuras o apariencias de las cosas, de de dacas sensoriales, tanto respecto del análisis del lenguaje como res-
modo que sólo tengo acceso a algunos miembros de esta serie virtual, pecto de la justificación del conocimiento, puede comrrenderse con
pero nunca a la cosas mismas. Para advertir el truco, debe atenderse al mayor profundidad. Aun en el caso de qu_e no se quiera reconocer
comportamiento de las expresiones "hacer una figura de x", "ver x", prelación a los enunciados de objetos materiales sobre los de los datos
"mirar la apariencia de x", La primera nos remite explícitamente a una sensoriales, tampoco hay buenas razones para lo contrario. A lo su~~·
acción constructiva, mientras que la segunda puede ser interpretada cabe reconocer que ambos lenguajes, con sus gra~á~icas ! s~.s º?Jetl-
más corno aludiendo a una "pasión" que a una acción. ·Cuál es la vos, tienen su lugar en el conjunto de nuestras pracncas !mguímcas Y
. . d 1 ~ culturales. Por otra parte, los enunciados de datos se~sonales "" ?ªre-
situación e a tercera expresión? Mirar, a diferencia de ver, es clara-
mente una acción, pero ¿cómo he de mirar una apariencia? Parece cen ser buenos candidatos para cumplir el papel básico en la justifica-
como si tuviera que "dibujar con los ojos" sobre el objeto visto una cíón que ciertos filósofos han querido otorgarle. . . . .
figura que identifico con la apariencia, como en los casos en los que se · Las reflexiones y discusiones desarrolladas estuvieron d1r!g1~as a
me iRvita a ver "el dedo de Dios" en la forma de una montaña. Pero mostrar las múltiples dificultades de algunos aspectos ?el.
cartesrarusrno
entonces, la apariencia es algo construido o derivado, no aquello in- el empirismo clásico en materia de teoría del conocrrmenro. La tarea
1~1ediaco con lo que me encuentro en el mundo a través de la percep- ha sido en parte expositiva y en parte crítica. ~emos pon?e~ado algu-
ción espontánea. En resumen, si se identifica a la apariencia con una nas ventajas de enfoques pragmatis~as e~ teona del conoc1m.1entoy de
figura, deja de ser un dato que encuentro para pasar a ser una cons- ciertas líneas de análisis del lenguaje. Sin embargo, en particular res-
trucción que realizo. Dicho sin rodeos, hago la apariencia a través de pecto de las relaciones entre el saber y la v_erdad, ambo~ modelos, el
la percepción, no la recibo pasivamente. cartesiano y el pragmatista, presentan venraps y desventajas, pero P:?-
. Esto lleva a hacer otro cipo de consideraciones. Para fines muy fundizar la discusión queda fuera del alcance de esta o~ra. Tamb1en
diversos, puedo construir un lenguaje de apariencias, por ejemplo en respecto del escepticismo no hemos arrib~do ª, c~nclus1one~Ítrrn.es.
la crítica de arte o en Ia respuesta a test psicológicos, etc. No hay · El escepticismo es un tema de permanente interes, importancia ! difi-
nada de malo en ello. El problema empieza cuando lo que es un cultad a lo [argo de la historia de la filosofía. Aquí sólo ha aparecido en
cambio de lenguaje o de gramática, se confunde y proyecta a la inter- tamo ingrediente de una teoría del conocimiento en general, y de una
pretación de nuestro lenguaje natural y, sobre todo, al análisis de la !
de tipo fundacionista en particular. Finalmente, .antes de pasar_ al
percepción y su uso en los procedimientos para la justificación del próximo apartado, es preciso señalar que una cnnca d~I fu~dac10-
conocimiento. La objerificación desemboca entonces en la pregunta nismo empirista no implica de por sí negar que la exper1enc1atoma
fatal: ¿de qué tengo experiencia directa?, ¿qué es lo que estoy seguro de una función necesaria en la adquisición y justificación del cono-
conocer? Y la respuesta ya ha sido preparada: las apariencias o datos cimiento, al menos para buena parte de su conteni~o. Tampoco. he
sensoriales. N10ra parece que se ha encontrado un suelo firme en el querido sugerir alguna ventaja para las teorías de npo coherentisra
que Ía duda y la falsedad no pueden entrar: el reino de los datos senso- de la justificación, de las que casi no he tratado. . .
riales. Es este el punto más controvertido de la teoría, no la afirmación Hasta aquí nuestra atención ha estado centrada en el conocmue.n-
to empírico, pero este no es todo el conocimiento. Por el conrrario,
indicamos ya al pasar que en expresiones de creencias muy simples, En estrecha relación con lo que se acaba de señalar, está el papel
encontramos la acción fundamental de principios generales cuyo estatus que la tradición filosófica que ya hemos revisado les da a los enuncia-
y conocimiento queda aún por esclarecer. A ello dedicaremos el próxi- dos Y creencias de datos sensoriales. En efecto, en nombre <le la necc-
mo y último apartado de este capítulo. sidad de dar fundamentos seguros a nuestro conocimiento, ese ámbi-
to de creencia y lenguaje básicos fue imaginado como una especie de
"exilio cósmico" desde el cual dar un punto de apoyo absoluto a 1;ues-·
El conocimiento a priori tro conocimiento del mundo. Pero si somos fieles a la descripción
que acabamos de hacer, la elección como básicos de los repones de
a) Experiencia)' concepto datos sensoriales, a lo máximo que puede aspirar es a privilegiar un
aspecto del conocimiento en el mundo, el que surge cuando se consi-
En el capítulo 1 señalé que hay algo de paradójico en la filosofía, dera como fundamental la experiencia sensorial del entorno inme-
pues al mismo tiempo que remite a un suceso en el mundo -el punto diato. Y como hemos visto antes, los supuestos "datos puros" de las
de vista particular desde el cual se genera y desarrolla-, pretende un sensaciones no podrían generar por sí mismos conocimiento. En nues-
conocimiento global sobre el mundo en su con junco, como si pudiera tro comportamiento y pensamiento naturales, la experiencia sensible
exiliarse de él y enfrcntársele desde afuera. Este es un rasgo que se hace remite a la idea de un ser corporal ubicado en un espacio y un tiempo
tamo más patente en los problemas del conocimiento, como a conti- comunes a él mismo y a su entorno, y a la idea de que hay conexiones
nuación intentaré mostrar. regulares de diverso tipo -causales, por ejemplo- entre sus configura-
Hay un cierto modo de entender el escepticismo según el cual lo ciones sensoriales y el orden del mundo tal cual se manifiesta en esas
que pide es.imposible de cumplir porque, justamente, exigiría la justi- configuraciones. Precisamente en relación con estas regularidades y
ficación de nuestro esquema conceptual como un todo, esa intrincada este orden debemos reflexionar acerca del papel que le cabe" a la es-
trama de experiencia y concepto que hace posible lo que llamamos tructura conceptual en el conocimiento. Aproxim.émonos más llana-
conocimiento -y en verdad la existencia misma de toda una forma de mente a este asunto.
vida-, como si tal justificación pudiera encontrar un punto de apoyo La búsqueda de un comienzo absoluto que fundamente el conoci-
exterior a ese mismo esquema. Pero aun cuando se considere que esa miento y la posibilidad misma de una experiencia de lo real, ha lleva-
estructura no es única ni permanente, sino que se va conformando y do muchas veces a los filósofos a imaginar una instancia en la que con
transformando con la historia, los cambios culturales en general y los la intuición de lo dado se celebraría el encuentro de una mirada ino­
avances de la ciencia en particular, deberá reconocerse que alguna es­ centey un dato absoluto. Es lo propio de una perspectiva según la cual
tructura conceptual está siempre implicada en nuestra experiencia y en el el conocimiento debería ser el puente natural rendido entre un sujeto
conocimiento que tenemos de esa experiencia y que, en consecuencia, y un objeto previamente aislados en sus respectivas realidades. La ima-
su revisión crítica, incluso la de inspiración escéptica, está condiciona- gen impone la idea del conocimiento como un proceso de asimilación
da por ese mismo esquema o estructura. En otras palabras, que las de materia prima originaria por medio de los sentidos, a su vez despo-
cuestiones acerca de las posibilidades y modalidades del conocimiento jados de todo aquello atribuible al complejo organismo del que son
del mundo se formulan en ese mismo mundo y sobrenuestro vínculo una pequeña parce, es decir, el punto de vista de que el conocimiento
con el mundo. Este juego de preposiciones tiene la intención de re- se origina en una percepción sin historia, pasiones ni intereses, de una
marcar la necesidad de abarcar el conjunto de problemas que se pre- realidad absoluta que nos limitamos a recibir pasivamente.
sentan en torno del conocimiento en coda su complejidad originaria. En términos tan crudos es difícil que esta concepción tenga hoy
154 Introducciones a la filosofía Los caminos del conocimiento 155

d~fensores de fuste, aunque tal vez más de los que se piensa, si se i


dos de cualidad y de contrariedad son la fuente de un conocimiento
disfrazan conve~ie~,temenre sus aristas más ingenuas. Pero si parti- (. intuitivo o demostrativo más o menos seguro, cuyo ideal está repre-
mos de la d~scnpc10n del esquema conceptual según el cual experi- [ sentado por la matemática. En el segundo grupo de relaciones encon-
!
mentamos e interpretamos el conocimiento corrientemente, hallamos ¡, tramos las de identidad, tiempo y lugar y causalidad, que son las que
que no somos esa mirada inocente y que mucho de lo que conocemos
resulta de nuestras propias disposiciones, acciones y expectativas. To- t.:
).
i más interés revisten ahora para nosotros. (De la distinción misma algo
diré en el apartado siguiente.)
¡

¡
1~1ar en cu~nra al "sujeto cognoscente" como un ser de acciones y pa- i ¿Qué es el conocimiento en términos de Hume? El resultado de
s~ones, de tnte~eses y valoraciones, es caminar en una dirección por ciertas comparaciones entre ideas. Si las comparaciones son las del
cierto muy ~epda de la idea de la investigación pura presentada .an- primer grupo, obtenemos el fundamento de la ciencia, pero si son las
tes. Pero esa,1~ea contiene un elemento que no podemos resignarnos a del segundo grupo, ¿obtenemos conocimiento en sentido estricto?
p_er~er tan fac1lmence: la meta del conocimiento objetivo y el estable- 1 Podemos establecer las comparaciones, dice Hume, cuando ambos
cnruento de la verdad. Quizá se trate de redefinir esta meta antes que objetos están presentes, pero también cuando sólo uno lo está. En el
de abandonada. L_o que debemos preguntarnos es qué aporte, si algu- 1 primer caso no hay razonamiento sino más bien asentimiento pasivo
¡'
no, es el que el sujeto que conoce hace al conocimiento, tamo en los ¡ a lo recibido por las impresiones. Es el caso de la identidad y las rela-
procedimientos para acceder a él como a la formación misma del con- j ciones de tiempo y lugar. Pero según Hume, estas relaciones sólo son
tenido de ese conocimiento.
¡ operativas en conjunción con la de causalidad, que es la que regula la
L'!i idea de que el conocimiento involucra un papel activo del suje- comparación entre ideas presentes en la mente con ideas que están

1

es ur_1 legado problemático de la filosofía de Hume que dio un fruto ausentes de nuestra percepción. Así, en el empirismo humeano, la
11
1~pres10nante en l_a ~~osofía de Kant. Hm~e se vio llevado al escepti- í
causalidad configurará la base para la constitución de nuestra expe-
¡
cismo porque advirtió que lo que concebimos como conocimiento ! riencia. No sólo estará detrás de todas nuestras inferencias inductivas,
engloba elementos fundamentales para los que no encontraba funda- sino también en la base de nuestra creencia en la existencia de un
mento objetivo alguno. Resumir el problema en los términos plantea- mundo externo. Podemos encontrarla incluso contenida en el princi-
~los por _Hume será de gran ayuda para apreciar mejor la novedad 1
t pio de la copia, pues la observación de una conjunción constante entre
{
u~nod_ucida por_ Kant en su uso de "a priori" y algunos aspectos y impresiones e ideas simples y la precedencia temporal de aquellas res-
discusiones asociados a tal uso. · · pecto de estas llevan a nuestra creencia de que las impresiones causan
El pu~ro de partida de Hume es que todos los materiales del pen- las ideas.
sar se d~nvan ~e las impresiones, pues las ideas simples son copias Sobre el telón de.fondo de este esquema surge la pregunta crucial:
de esas impresiones, y las ideas complejas resultan de las operacio- ¿de dónde provienen las creencias en la existencia continua de percep-
n_es ~e la mente sobre las ideas simples. Entonces, el objeto del cono- ciones que no percibo -por ejemplo, la creencia de que la calle que
crmrento son las percepciones (impresiones e ideas) y las relaciones hace un rato percibí a través de la ventana y que ahora vuelvo a perci-
que la mente establece entre ellas. En cuanto a las relaciones Hume bir continuó existiendo mientras no la percibía y es la misma calle- o
distingue las que depen~en de las ideas comparadas de las 'que no mi creencia de que ciertas regularidades observadas entre impresiones
dependen de ellas. Las pnmeras son la base del conocimiento en sen- presentes se seguirán observando en el futuro, como cuando espero
tido estricto, esto es, un conocimiento seguro, mientras que las segun- que mi presión sobre el interruptor de luz hará que esta se encienda
das son I_a base del conocimiento probable obtenido por inducción. sobre la base de que en circunstancias anteriores sucedió lo mismo?
Las relaciones de semejanza, de proporción entre cantidades, de gra- Dicho llanamente, la respuesta de Hume es que la constancia y cohe-
>.AJ;;, ,.,,o.u.uuv~ Ut!i conoc1m1ento 157

rencia que presenta nuestra experiencia del mundo es un orden pro- ción presentaré un panorama esquemático en perspectiva histórica de
yectado por nosotros que no se fundamenta enteramente en esa mis- esas distinciones para luego concluir este capitulo con algunas reflexio-
ma experiencia, pero como tampoco se fundamenta en la razón, ha de nes sobre la naturaleza de lo a priori y su relación con la experiencia.
concluirse que 110 tiene íundamenro alguno, aunque sí pueda darse
alguna explicación natural de por qué creemos en ese orden. Hume b) Analí ticolsin tético
encuentra esta explicación en el hábito o costumbre que se genera en
nosotros a parcir de la conjunción constante, que es lo único de lo El par "analítico/sinrético", presentado con esta generalidad, per-
que tenemos percepción o experiencia directa. De lo que no tenemos mite mostrar cómo ciertos conceptos son instrumentados de diverso
experiencia pero constituye para Hume el núcleo de la causalidad, modo por diferentes filósofos en función de los problemas filosóficos
es de una conexión necesaria entre las percepciones que toman los roles que formulan e intentan resolver. Además, dada las diferencias que
de causa y efecto. Finalmente, en cuanto a la creencia en que existe un dichos problemas exhiben, muchas veces controversias que podrían
mundo externo, es una disposición natural que no podemos eliminar considerarse una discusión de tesis opuestas sobre un mismo proble-
pero que, en cuanto a su.justificación, seguirá siendo vulnerable a los ma son, en realidad, confusiones o malentendidos producidos por no
embates del escéptico. advertir que las divergencias están en los problemas mismos o en el
No tenemos que ahondar en la filosofía de Hume, sino tan sólo significado con el que algunos de los términos involucrados son utili-
retener el cuadro general. Según este cuadro, el conocimiento en sen- zados. Finalmente, en general, las discusiones en las que el par en
tido estricto se limita a las relaciones formales y abstractas entre ideas; cuestión cumple un papel central cobran especial relevancia cuando se
todo el resto del contenido de nuestro pretendido conocimiento es las proyecta sobre el problema de la naturaleza de la filosofía misma.
cuestión de probabilidad y, en último término, de costumbre y de fe. Atendiendo a las razones expuestas, este aparrado será concebido
Es frente a este cuadro que reacciona Kant. Su objetivo va a ser exten- como una introducción panorámica a la familia de problemas que
der el alcance del conocimiento de modo de asegurar una base sólida tienen al par "analírico/sinrérico" como un elemento importante, de-
para la ciencia y evitar así el escepticismo. Recordemos que para este sarrollando, en primer término, el contexto filosófico moderno en el
filósofo el escándalo de la filosofía era no haber dado aún con una que dicha pareja de concepros aparece sistemáticamente discutida,
explicación satisfactoria de cómo algo en nosotros representa algo fuera especialmente en la filosofía de Kant, lo que a su vez supondrá reco-
de nosotros. La solución de Kant es proponer que hay un conoci- rrer los antecedentes del tratamiento kantiano en filósofos anteriores,
miento que no proviene de la experiencia y que es a la vez condición especialmente en las obras de Locke, Leibniz y Hume. En un segundo
de posibilidad de toda experiencia y de todo objeto posible de expe- momento, se trazará un cuadro del status quaestionis en la filosofía
riencia. Es el conocimiento a priori. En pocas palabras, Kant sosten- contemporánea para, finalmenle, bosquejar algunas conclusioues res-
drá que, en efecto, el empirismo tiene razón en afirmar que el conoci- pecto de la situación de la filosofía en la actualidad vinculada con las
miento comienza con la experiencia, pero se equivoca al suponer que discusiones sobre lo analítico y lo sintético.
se deriva enteramente de ella. El contenido de la experiencia sin con-
cepto es ciego y no aporta conocimiento auténtico, como por su parte I
el concepto puro es vacío si no se lo puede aplicar a una experiencia
posible. Kant introduce la distinción entre juicios analíticos y juicios sinté-
En la medida en que la posibilidad de semejante conocimiento se ticos en función de un problema general que comparte con otros Iiló-
funda en ciertas distinciones lógicas acerca de los juicios, a continua- sofos modernos y de un problema específico propio de su proyecro
158 Introducciones a la fllosofía Los caminos del conocimiento 159

crític~ "' .filosofía. La cuestión genérica es la pregunta por el origen y. Para asegurar que una proposición como ''3 es posible" sea un caso de
la legitimidad de nuestro conocimiento; la específica se refiere a la verdad necesaria, Leibniz concibe que una idea es posible si y sólo si
posibilidad de la metafísica. En cuanto a la primera cuestión, la dis- no es aurocontradictoria, con lo que nuevamente la verdad necesaria
tinción kantiana remite a distinciones y consideraciones que ya ha- comprende solamente identidad y no contradicción. No es nuestro
bían realizado Leibniz, Locke y Hume, ninguno de los cuales habla de objetivo aquí profundizar en la concepción de Leibniz en particular,
juicios analíticos y sintéticos pero cuyos plantees pueden reinrerprerarse sino sólo presentarla a grandes rasgos para luego retomarla a partir de
a la luz de la propuesta kantiana. la distinción kantiana y su desarrollo posterior.
Comencemos por revisar la distinción establecida por Leibniz en- Pasemos ahora al aporte de Locke. Entre las proposiciones cuya
tre verdades de razón y verdades de hecho. las verdades de razón son: verdad podemos conocer con absoluta certidumbre, este autor dis-
. · ringue entre lo que llama proposiciones trivinlesy proposiciones genuinas
• Eternas. o reales. Las primeras son universalmente verdaderas pero no aportan
.. • Idénticas (sólo establecen identidades: el predicado de la propo- nuevo conocimiento; entre ellas destaca las proposiciones idénticas,
sición no agrega nada al sujeto, sino más bien se limita a repetirlo). en las que el predicado consiste en la repetición más o menos explíci-
• Necesarias (sus contradictorias son imposibles porque implican ta del sujeto. Según Locke, sólo nos enseñan el significado de las pa-
auroconrradicción). labras. Ejemplos son desde el trivial "lo que es, es" o "A es A" al no
• No incluyen afirmaciones de existencia. tan obvio "el oro es un metal" o "el oro es pesado". Por lo que se ve,
• ~jernplos de verdades necesarias son: "todo es lo que es", "A es Locke no es muy preciso en la distinción que establece. Lo que es
A", "el rectángulo equilátero es un rectángulo", "3=2+ 1 ", "el todo es seguro es que no incluye en las verdades banales las de la aritmética o
mayor que su parte", "iguales más iguales suman iguales", y similares. las de la geometría. En el parágrafo 8 del Libro IV del Ensayo, afirma
que, junto a las banales, hay proposiciones cuya verdad es certera
Por su parte, las verdades de hecho son contingentes y sus contra- y que afirman de una cosa algo que es consecuencia necesaria de su
dictorias son posibles por no implicar autocontradicción. Además, idea compleja precisa, pero no está contenida en ella. Ejemplo:
tienen contenido existencial. "El ángulo externo de todos los triángulos es mayor que cualquiera de
De acuerdo con estas ideas, una verdad necesaria no afirma ni en- los ángulos internos opuestos".
seña nada que ya no supiéramos por la sola definición de los con- Finalmente, volvemos a Hume. Como es sabido, Kant declaró que
ceptos que la conforman. No involucra más que relaciones entre el conocimiento de la obra de Hume lo despertó de su sueño dogmá-
conceptos. A través del análisis de una proposición necesaria, llega- tico, al señalarle como imprescindible invesrigar si la metafísica puede
mos en última instancia a principios también necesarios que no re- constituir un conocimiento válido como el científico, o si las conclu-
quieren demostración y a ideas simples no susceptibles de ulterior siones escépticas de Hume son inevitables. Como mostramos antes,
análisis. Amores como Berrrand Russell y Arrhur Pap han señalado Hume había sostenido que nuestra adhesión a la universalidad de la
(iu: _I~eibniz tiene ~roblemas para conciliar su exigencia de que el causalidad como una conexión necesaria entre eventos es sólo pro-
análisis nos lleva a ideas simples concebidas como composibles y su ducto del hábito, sin fundamento objetivo alguno. Kant se propuso
concepción <le que los principios en que tales verdades se fundamen- fundamentar objetivamente nuestras inferencias causales, junto a
tan son la identidad y la no contradicción. Tomemos la proposición muchas otras clases de inferencia que también suponen principios que,
"3 = 2 + l ". Leibniz dice que en ella "3" es definido como "2 + I ", como el de causalidad, no pueden ser fundamentados en la experien-
pero también implica que 3 es posible, lo que a su vez debe probarse. cia porque son necesarios para que haya experiencia. Concibió su ta-
n,
LOs caminos del conocimiento 161

rea como imprescindible para fundar sobre bases sólidas tanto las di- miento necesario y apriorístico con el conocimiento analítico -que en
ferentes ciencias como la metafísica misma. De esta forma, se da a la verdad no es conocimiento propiamente dicho- y reservaron para el
tarea de pensar cómo es posible un conocimiento que conserve al ámbito empírico la posibilidad de producir nuevo conocimiento pero,
mismo tiempo la necesidad de las verdades no contingentes o de he- al menos en el caso de Hume, sin posibilidad de fundamentarlo en la
cho en las que habían pensado sus predecesores, y la virtud de aumen- razón. Para comprender la novedad introducida por Kant, conviene
tar positivamente nuestro conocimiento. presentar resumidamente sus principales tesis:
Como vimos, Leibniz identifica el conocimiento apodíctico con
verdades que se agotan en el análisis de los conceptos. Locke, por su • Todo conocimiento necesario y estrictamente universal es a priori.
parte, no hizo esta identificación pero tampoco desarrolló sistemática • El conocimiento empírico por sí mismo nunca es necesario y
y coherentemente la posibilidad del conocimiento que Kant estaba sólo es universal en términos relativos.
buscando. Hume, recordemos, distingue tajantemente relaciones entre • Hay dos clases de juicios: los analíticos y los sintéticos.
ideas y cuestiones de hecho. Las primeras se fundamentan en purasope- • Paralelamente, hay dos clases de verdades necesarias: las analíti-
raciones del pensamiento que no implican nada de orden empírico; cas y las sintéticas a priori.
las segundas son empíricas pero no ofrecen conocimiento fundado. • Los juicios empíricos son siempre sintéticos y a posteriori.
Kant interpretó -y con él muchos filósofos posteriores- que Hume
Tenemos ahora que no es lo analítico el criterio de la verdad nece-
identificó el conocimiento aportado por las relaciones entre ideas con
saria y el conocimiento apodíctico sino lo a priori. Presentemos final-
lo analítico, pero esto no es explícito en Hume y, a decir de Pap, algu- mente la distinción entre analítico y sintético propuesca por Kant:
nas de sus ideas son compatibles con la concepción sintética del cono-
cimiento a priori. Sea como fuere, lo cierto es que Hume constituyó • Todo juicio afirmativo establece una relación entre sujetd y pre-
un punto de partida indispensable para Kant, aun cuando su inter- dicado.
pretación del mismo resulte controvertible. • Esta relación puede establecerse de dos maneras: o el predicado
La distinción entre juicios analíticos y sintéticos es introducida por pertenece al sujeto como algo que es contenido implícitamente en
Kant en función de su interés por construir un criterio que nos per- este concepto (analítico), o está enteramente fuera del concepto su-
mita separar el conocimiento necesario y universal del conocimiento jeto, aunque esté en verdad en conexión con él (sintético). (A los
empírico y contingente, de modo cal que resulte la posibilidad de ase- analíticos Kant también los llama explicativos, y a los sintéticos, ex-
gurar conocimiento auténtico para la ciencia y la filosofía. Hay en tensivos.)
Kant dos distinciones que se combinan para formar un cuadro dife- • El principio supremo de todos los juicios analíticos afirma que
rente del de sus predecesores: en un juicio analítico su verdad puede ser reconocida a partir del prin-
cipio de no contradicción.
• ANALÍTICO A PRIORI ( = independiente de • El juicio analítico no expresa en el predicado más que lo que ya
la experiencia) ha sido realmente pensado en el concepto sujeto, aunque no tan
• SINTÉTICO A POSTERIORI ( = dependiente de distintamente o con la misma (completa) conciencia.
la experiencia) • En los juicios sintéticos, el concepto predicado agrega algo al
concepto sujeto. Si la agregación procede a priori, el juicio es sintético
Redefiniendo las distinciones de Leibniz y Hume en términos a priori; si en cambio lo agregado procede por vía de intuición empí-
kantianos, diremos que ambos identificaron el ámbito del conocí- rica, el juicio es sintético a posteriori.
162 Introduccíones a la filosofía Los caminos del conocimiento 163

• Los juicios sintéticos a priori son aquellos en los que el predicado Tomemos una proposición aritmética elemental como ''2 + 2 = 4".
agrega algo al sujeto a través de la intuición pura (espacio y tiempo). Frege hace suya la demostración que ya había hecho Leibniz y consi-
• La intuición es una representación en tanto que puede depender dera, como este, que es puramente analítica. Sin embargo, observa
de la presencia inmediata del objeto. que esta demostración incluye el uso de las leyes de asociación y con-
• Los juicios de la matemática y los de las ciencias naturales son mutación para la suma, lo cual con la concepción de la lógica de Leibniz
sintéticos a priori. debió haberlo llevado a considerarla sintética. Si Frege puede conside-
rarla analítica es porque piensa que codas las nociones aritméticas son
11 definibles en términos puramente lógicos, lo que él comienza a hacer
r y concluyen -no sin dificultades- Russell y Whitehead en Principia
En nuestro siglo, la distinción entre juicios o proposiciones analí-
ricos y sintéticos cobró nuevo vigor y significación, sobre todo a partir ¡ Matemdtica. En resumen, de acuerdo con Frege, una verdad es analí-
tica si es una verdad lógica.
de la obra de Frege y su desarrollo en la corriente filosófica denomina- El segundo hito que considerar para seguir construyendo el pano-
da "empirismo lógico". A continuación sólo se presentarán brevemente
t¡.
rama contemporáneo de la discusión, es la definición de verdad lógica
1¡.
algunos hitos de esta historia y se mostrará cómo reinterpreta la discu- ¡: y analítica propuesta por Carnap.
sión clásica. !
Según él mismo declara en Meaning and Necessity, su noción de
¡
!

Como se dijo, Kanc concibió a las proposiciones de la aritmética y verdad lógica elucida lo que Leibniz llamaba verdad necesaria y
la geometría como sintéticas a priori, contra Leibniz y Hume que Kant verdad analítica. Para no entrar en tecnicismos que estarían de
según se admite las concibieron como analíticas. Los tres coinciden, más en una presentación general del tema, digamos simplemente que
por ocra parte, en considerar a la lógica como puramente analítica, si 1 según Carnap una verdad es analítica si y sólo si su verdad puede
se acepta interpretar lo que Leibniz y Hume dijeron con la terminolo- establecerse sobre la base de las significaciones que la constituyen y
gía de Kant. En Los fundamentos de la aritmética, Frege retornó el que pertenecen al lenguaje en el que se formula, con absoluta prescin-
1
problema pero en otro contexto y con otras preocupaciones. El con- dencia de cualquier contenido fáctico.
1
. texto era la separación de lo lógico y lo matemático de lo psicológico La propuesta de Carnap para la verdad lógica y para la analiticidad
y su interés era dar un fundamento puramente lógico de la matemáti- contiene muchos problemas que fueron señalados por diversos auto-
ca. Es fundamental considerar estas variaciones, porque por un lado, res. Aquí no podemos desarrollar detalladamente la discusión. Sólo
Frege coincide con Leibniz en que la lógica y la aritmética son analíti- 1
nos referiremos a la propuesta de Quine, que incluye una importante
GL~, mientras que coincide con Kant en que la geometría no puede 1 observación crítica acerca de la de Carnap. Esto constituirá el tercero
prescindir de la intuición y por ello es sintética, aunque igualmente a ¡ de nuestros hitos.
priori. Sin embargo, su concepción de lo analítico difiere de las de l Como puede apreciarse, la caracterización de analítico dada por
Kant y Leibniz y también su concepto de lógica. Carnap depende del concepto de significado. Pero para Quine, el único
Frege caracteriza así las verdades analíticas: "si en el camino de contexto en el que esta noción parece utilizable en filosofía es el de
encontrar la prueba de una verdad matemática sólo se encuentran identidad o mismidad de significado, en los que equivale a la sinoni-
definiciones y leyes lógicas generales, entonces se trata de Una verdad mia. Ahora bien, Quíne piensa que conceptos como sinonimia o
analítica". La verdad sintética será aquella para cuya prueba es necesa- analiticidad pertenecen a una familia de conceptos viciados: los lla-
rio introducir verdades o leyes que pertenecen a un campo especial de mados conceptos intensionales, y que es mejor prescindir de esros
conocimiento. enteramente. En función de tal perspectiva, distingue dos grupos di-
165

fcrentcs de proposiciones analíticas: el de las verdades lógicas y el de Con esta estrategia, Quine salva la verdad lógica pero no la analiti-
las verdades analíticas por sinonimia. Luego argumenta que no. es cidad. Sin embargo, el éxito de esta propuesta depende de que se pue-
posible caracterizar la sinonimia o la analicicidad sin circularidad vi- da caracterizar la verdad lógica sin recurso alguno a la sinonimia o
ciosa, por lo que concluye que hay que prescindir del concepto de alguna otra noción similar. Según autores como Strawson y Orayen
verdad analítica, lo que implica rechazar la distinción analítico/sinté- esto no es posible o lo es a un precio demasiado elevado. A pesar de
tico por oscura e innecesaria. Es innecesaria porque Quine piensa que que las críticas de estos autores son de gran peso, Quine ha permane-
se puede caracterizar la noción de verdad lógica sin apelar a la cido fiel a su posición inicial.
analiticidad ni a ningún otro concepto intensional. Precisemos algo Sea como fuere, el rechazo de la distinción pone a Quinc en un
más la argumentación de Quine. camino totalmente diferente del de los clásicos modernos y de autores
En primer lugar, cabe hacer notar que Quine acepta la versión de contemporáneos como Frege y Carnap. Aquí no se trata de una nueva
analítico que da Carnap como una apropiada elucidación de lo dic~o línea de demarcación entre lo analítico y lo sintético sino de la elimi-
por Leibniz, Hume y Kant. De acuerdo con Quine, lo que entendió nación de la distinción misma.
Kant por analítico se expresa así: un enunciado es analítico cuando es Unos años después de esta propuesta de Quine, Pumam insistió en
verdadero por virtud de significaciones e independientemente de los la posibilidad y aun utilidad de la distinción analítico/ sintético, pero
hechos. Luego, como ejemplos válidos de enunciados analíticos según quitándole todo valor estratégico fundamental. Según su idea, "ningún
esta caracterización pueden darse los siguientes: soltero es casado" es analítico por sinonimia cognitiva y no ve en ello
ningún perjuicio, sino que considera que estas sinonimias pueden ser
(1) Ningún hombre no casado es casado. útiles y funcionales tanto en el lenguaje natural como en el científico.
(2) Ningún soltero es casado.
Como último hito mencionaré brevemente la propuesta de K¡ipke.
Según expone en sus conferencias publicadas con el titulo EL nombrar
{l) es un caso de verdad lógica, lo que se muestra porque si en él y la necesidad, hay que separar tajantemente el plano metafísico del
sustituimos los términos no lógicos por otros términos, seguimos ob- plano epistemológico. Hecha esta separación, pueden aceptarse pro-
teniendo verdades, y esto es así en virtud de la forma lógica o esquema posiciones necesarias a posreriori, algo que hubiera resultado in-
que está en la base de esas distintas oraciones, sin que ningún hecho comprensible a los filósofos modernos. No podemos desarrollar ahora
entre en consideración. Ahora bien, si reemplazamos en (1) "hombre su concepción, pero sí señalar que depende de toda una teoría sobre la
no casado" por su sinónimo "soltero", seguimos teniendo una verdad naturaleza de los nombres y de la referencia. Para ilustrar el contraste
cuya base son exclusivamente las significaciones de las palabras que entre su posición y por ejemplo la de Kant, tomemos el juicio "el oro
forman la oración, por lo cual satisface la citada caracterización de es un metal amarillo". Para Kant es una verdad necesaria por ser un
analítico. Pero entonces, el carácter analítico de (2) se fundamenta en juicio analítico y su conocimiento es a priori, mientras que para Kripke
la sinonimia, y según Quine, tarde o temprano deberemos apelar puede ser una verdad necesaria, pero a posreriori, es decir, descubri-
nuevamente a la analicicidad para explicar la sinonimia. Esta suerte mos empíricamente la necesidad de su verdad. Nada tiene que ver en
de circularidad es para Quine viciosa, y aconseja rechazar la noción de esto ni la aprioridad ni la analiticidad.
analítico y los conceptos a ella asociados. En consecuencia, para este Con este apretado panorama de las distinciones lógicas involucra-
filósofo la distinción analícico/sintético debe dejar paso a otra concep- das, estamos en mejores condiciones de retomar el tema central de
ción del funcionamiento de la lógica y el lenguaje según la cual no hay ·este apartado y concluir analizando las relaciones entre la experiencia
verdades intrínsecamente necesarias y otras fatalmente contingentes. y lo a priori. ·
166 Introducciones a la fllosofía Los caminos del conocimiento 167

e) A priori trascendental y a priori pragmático de esos cuatro tipos. No entraremos en el detalle de la descripción y el
análisis de la estructura categorial reconocida por Kant. Sólo indi-
Kant se enfrenta al legado humeano afirmando que la razón, en el quemos que las categorías de la cantidad y la cualidad son las mate­
trabajo de esclarecerse a sí misma, debe. desarrollar una crítica de sus máticas, porque fijan las condiciones para hacer juicios sobre objetos
fundamentos, sus alcances y sus fines últimos. En el marco de esta en el espacio y el tiempo. y a las de la relación y la modalidad las
carea crítica -acabada expresión del proyecto ilustrado que con Kant denomina dinámicas. La causalidad es para Kant una de las categorías
alcanza su curnbre-, la teoría kantiana del conocimiento sostiene que dinámicas de relación, por lo que se ve que, desde el punto de vista de
en ese camino crítico, la razón debe establecer cuáles son las condicio­ la filosofía trascendental, era lógico que Hume no encontrara una
nes de cualquier experiencia y, por ende, de cualquier conocimiento. justificación satisfactoria para las inferencias causales, pues esta no
Estas condiciones, al hacer posible la experiencia, son inseparables de podía provenir de la experiencia, única fuence de conocimiento reco-
ella en todos sus niveles, aun en el básico de la percepción sensible. Si nocida por Hume.
estas condiciones no se cumplieran, ninguna impresión sensible llega- La estructura trascendental hace posible tanto los juicios empíri-
ría a ser percibida por el sujeto cognoscente. Kant concibió estas con- cos como los juicios a priori. Un juicio sintético a posteriori panicular
diciones como universalmente válidas y necesarias y su estatus se com- como "esto es un caballo" supone la intervención del espacio y el tiempo
prende cuando se las piensa bajo la distinción entre lo empírico y lo y las operaciones de categorías de las cuatro clases, como también
trascendental. ocurre con el juicio universalmente verdadero "los caballos son ani-
:Kam aplica el término "trascendental" al conocimiento a priori, que males" y con la verdad necesaria "los cuerpos son extensos" o con
es el conocimiento de las representaciones o formas que hacen posible juicios puramente formales como el que enuncia el principio de
la experiencia, por lo que no pueden ser conocidas por esa misma causalidad (la segunda de las analogías de la experiencia kantianas)
experiencia. Fijar la arquitectura para edificar una "ciencia trascen- que en su versión más simple dice: "todo lo que sucede presupone
dental" es un objetivo de la Crítica de la razón pum, la principal obra algo a lo cual sigue según una regla".
de Kant. Esta ciencia tendría como objeto el sistema de los conceptos Quizás el rasgo más notorio de la estructura a priori es que mues-
a priori que hacen posible el conocimiento. tra al conocimiento como una función de síntesis. Esta síntesis se da
Dentro de la estructura a priori del conocimiento, Kant distingue en un doble sentido: hacia el mundo, posibilitando la reunión de la
dos tipos de condiciones: las que hacen posible que algo sea una im- multiplicidad sensible en un objeto, y hacia el sujeto que conoce, dan-
presión y las que hacen posible que la multiplicidad sensible se unifi- .. do ocasión a la unidad de la autoconciencia o yo trascendental a través
que en una representación. Las primeras son el espacio y el tiempo, de la síntesis del objeto. "El yo pienso =dice Kant- debe poder acom-
las formas puras de la sensibilidad que cualquier intuición sensible debe pañar codas mis representaciones". Así, el sujeto, en su fun~íón trascen­
tomar para constituirse como tal. Es decir, toda intuición sensible dental, construye el objeto a partir de la multiplicidad sensible dada.
será espacial o temporal. Las segundas son los conceptos del entendi­ El de Kant es uno de los pensamientos más complejos de la histo-
miento o categorías, que determinan todas las formas posibles en que ria de la filosofía, complejidad sólo comparable a su grandeza. No
las impresiones sensibles pueden enlazarse en la representación y en podemos pretender hacerle justicia en estas pocas palabras y a un nivel
el juicio. tan básico. Nos basta con haber presentado algunas de las característi-
Kant "deduce" las categorías a partir de la clasificación de los jui- cas más generales de su concepción del elemento a priori en la consti-
cios. Los juicios se clasifican según la cantidad, la cualidad, la rela- tución y justificación del conocimiento, para desarrollar ahora algu-
ción y la modalidad, por lo cual el entendimiento tendrá categorías nas cuestiones que se presentan para la discusión.
______________ __;_•..:.•:: __·:..:••~··::_••::.:••::U~·C::••:.:.:W~•--·-·-•-·-jº..:.

Podemos distinguir un argumento fuerce y uno débil en favor del rno~ific~ciones que la experiencia misma puede introducir. Lo que
reconocimicnro de un elemento a priori en el conocimiento. Desde Lewis niega es que tengamos criterios para decidir a priori qué es-
dentro de nuestra experiencia describimos esta estructura, pero pode- tructuras son concebibles y cuáles no. Esto lo decide en último tér-
mos preguntarnos sí tal o cual rasgo de la misma, o bien todos e_llos, mino la experiencia. En la interpretación siempre hipotética de la
podrían ser diferentes de como son. Esto equivale a preguntar sr esa exp~riencia se mostrará la corrección de una estructura categorial
estructura es necesaria o contingente. La respuesta trascendental de Kant p_art1~ular, po~ lo cual no es una carea de la filosofía -y de ninguna
es que es necesaria, pues fija las condiciones de toda experiencia y con ciencia, por cierto- establecer el catálogo de las categorías, pues no
ello los límites de lo cognoscible y lo pensable con sentido. El concep- hay tal catálogo, o habrá tantos como sea posible hacer funcionar en
tO llevado más allá de la experiencia posible da lugar al sinsentido de la experiencia. Como se ve, reaparece aquí la tesis pluralisra vista
la especulación pura, mientras la experiencia sin el concepto no llega en el capítulo anterior desde la perspectiva metafísica, y ahora desde
la perspectiva cognoscitiva.
a hacer sentido, no llega a ser experiencia. Este es un argumento fuer-
te en favor de lo a priori. Supone que hay límites que se imponen =
una vez y para siempre a fin de que la recepción de lo dado a la sensi-
Otra diferencia importante entre ambas concepciones de lo a
priori, es que la demarcación entre este y lo empírico es en el enfoque
tras~endental estática y definitiva, mientras que en el enfoque prag-
bilidad constituya conocimiento.
Por otra parte, un argumento débil puede concebir esca estructura mático es dinámica y relativa, pues lo que en una versión funciona
como contingente, o al menos desistirá, a falta de un argumento de- como a priori puede hacerlo en otra como empírico. O mejor aún,
mostrativo, de considerarla como el único esquema para una expe- un mismo juicio puede ser interpretado como una verdad a priori o
riencia posible y, por ende, para que haya conocimiento. Como es como una verdad empírica, según sea el esquema interpretativo utili-
natural, el argumento débil, al ser menos pretencioso, ofrece menos zado. La razón para preferir un esquema a otro será pragmátjca, es
que el fuerte pero también es menos vulnerable a lacrníca, esr~cíal- decir, estará conectada con su potencialidad interpretativa de Íos da-
mente a la crítica escéptica. Un ejemplo de perspecnva mas deb1~ so- tos, por lo cual no puede decidirse sin el concurso de la experiencia.
bre el a priori es la concepción pragmática propuesta por C. Lewis, A Además, hay un elemento de convención en la perspectiva pragmáti-
ella dedicaremos nuestras últimas reflexiones en este capítulo. ca que no es admisible en la concepción trascendental. Finalmente,
Este filósofo concibe lo dado como el elemento que se impone lo que se rechaza en el enfoque pragmatista es la posibilidad y aun la
con necesidad a nuestra experiencia, mientras que el reino de lo a necesidad de acceder a un punto de vista absoluto desde el cual juz-
priori es el de nuestra libertad constru~tiva, liberta~ que ,de, todos gar las posibilidades de "encaje" de la experiencia con la estructura
modos tiene fuerces restricciones proveruentcs de la vida practtca co- conceptual. Así como en Peirce, también en Lewis el establecimiento
lectiva en la que nuestros conceptos adquieren sentido y se validan. de la corrección y la verdad obedece a criterios inmanentes a nuestra
La estructura a priori es descripta como un conjunto de hipótesis Y práctica.
proposiciones analíticas a partir de las cuales interpretamos la expe-
riencia. La raíz de la estructura es pragmática porque surge en el seno
de la acción. El contraste más notable entre esta visión y la kantiana Bibliografía básica para el capítulo
está en que en ella desaparece el rasgo trascendental según el cual lo a
priori le pone límites a la experiencia. Desde luego, Lewis t~mbién + Descartes, R. Obras escogidas. Buenos Aires, Charcas, 1980.

otorga a lo a priori la función de establecer un orden necesano para + Hume, D. Inuestigacián sobre el entendimiento humano. Buenos Aires, Losada;

la experiencia y el conocimiento, pero este orden está sujeto a las 1939.


170 Introducciones a la filosofía

+ Kant, l. Crítica de la razón pura, (varias ediciones), Introducción y Analírica 5 .


de los principios capítulo segundo, primer y segundo apartados. Yo, las cosas, los otros
+ Kant, l. Prolegómenos a toda metaflsica del porvenir. México, Porrúa, 1991,
Prefacio y parágrafos l a 13.
+ Peirce, C. S. El hombre, un signo. Barcelona, Critica, 1988.
+ Wittgenstein, L. Ocasiones filosóficas. Madrid, Cátedra, 1997. Si arrastré por este mundo. In vergiienw de haber sido y el
dolor de ya no ser...

Le Pera

"¿Ser o no ser?, esta es la cuestión", dice con profunda solemnidad


Hamlec en las páginas inmortales de Shakespeare, mienrras un no
menos inmortal Gardel frasea los versos de Le Pera que fungen como
epígrafe de este capítulo. En las páginas que siguen intentaré entrever
el significado conceptual expresado en esas frases.
El elemento común que nos interesa destacar se pone de manifies-
to cuando observamos que ambas expresiones sugieren la posible sus-
pensión del ser de quien las pronuncia. Cabe interpretar la pregunta
de Hamlet como la deliberación acerca de si seguir siendo o no. De
modo similar, avergonzarse de haber sido y lamenrarse por no ser ya es
al mismo tiempo rechazar y sentir nostalgia por el ser que se era y que
ya no se es. Así, de la mano de la poesía arribamos rápidamente a la
situación en la que alguien toma una actitud frente a lo que él mismo es
o, si se prefiere, frente al modo en el que se encuentra siendo o existiendo,
y abre así la posibilidad de decidir acerca de la continuidad de esa
orientación de su existencia y, en último extremo, acerca de la conti-
nuidad de la existencia misma.
El desarrollo conceptual de este tipo de preocupaciones acerca de
la permanente posibilidad que cenemos de poner en cuestión nuestra
vida en su conjunto es lo que caracteriza a la "filosofía de la existen-
cia", cuyo interés más destacable es, a mi juicio, el de las cuestiones
173

prácticas que promueve. Aunque hay antecedentes de la consider~- mos describir a este ser que es el hombre como aquel ser que en su ser se
ción de estos asuntos desde el comienzo mismo de la filosofía, no cabe preocupa de su ser, se hace cargo de él de tal o cual manera, orientando
duda de que como corriente vigorosa de pensamiento surge con la su vida en ralo cual dirección. A este núcleo de la condición humana
obra de Kierkegaard en Dinamarca, alza el vuelo con la de Heidegger estos filósofos lo llaman existencia. Por una de sus caras, la existencia
en Alemania y alcanza su mayo.r punto de agitación con la obra de mira hacia el ser que es "en cada caso mío", el yo o la persona que soy.
Sartre y la de Lévinas en Francia. Por la otra, mira hacia el horizonte, que en ese mismo movimienro de
A partir de los años setenta, comienza un pronunciado eclipse de encontrarse se abre hacia posibilidades de ser y, en esa apertura, se pro­
esta filosofía, y quizá va siendo hora de balances y nuevos abordajes. yecta y se trasciende hacia un nuevo sentido, aun cuando ese sentido
Aquí me limitaré a presentar con algún grado de sisternaricidad cier- sea la reafirmación de la orientación originalmente dada en el encon-
tos problemas centrales de esta tradición, sobre todo en lo que respec- trarse consigo mismo del que se ha partido. Facticidad y trascendencia
ta a los aspectos prácticos de esos problemas. Para evitar ceñirme a son los dos polos de la existencia. A la comprensión de esta polaridad
una terminología técnica en particular, trataré de traducir las expre- de la condición humana está dedicado el presente capitulo.
siones especializadas de tal o cual autor a un lenguaje lo más llano
posible. También capitalizaré el uso de estrategias analíticas para abordar
escas cuestiones. Personas y cosas
El punto de partida de este ámbito de problemas es nuevamente la
situación de un ser que se encuentra como parte del mundo respecto Antes de avanzar en nuestra indagación en forma más directa y
del cual tiene la capacidad de asumir un distanciamiento que lo pone específica, es útil reparar en que el esquema conceptual de nuestra
frente al mundo y frente a sí mismo como parte de ese mismo mundo. experiencia común, al que nos hemos referido en páginas anre9ores,
Independientemente de si hay algún otro ser que tenga esta capaci- ~os ofrece un contraste bastante nítido entre cosas y personas que
dad, lo cierto es que es idiosincrásico de la condición humana, no nene mucho que ver con los "problemas existenciales" que nos ocu-
como un rasgo accidental sino esencial. La primera dimensión que pan. Repasemos con trazo grueso esos contrastes.
aparece cuando nos aproximamos al fenómeno es este encontrarse como En primer lugar, la relación de las personas con las cosas no es
siendo ya en medio de las cosas y de los otros hombres. En los versos recíproca como sílo es la de las personas entre sí. En efecto, las cosas
de la canción de Gar<ld y Le Pera hay un rastro de esta dimensión en son tales que no me devuelven ninguna de mis actitudes hacia ellas.
las palabras "si arrastré por este mundo". Es lo que Heidegger deno- ~s miro, mas no me ven; me intereso por ellas, pero ellas se desen-
mina "esrado-de-yecro" o "facticidad", es decir, la situación de encon- tienden de mí. No ocurre lo mismo cuando dirijo mi atención hacia
trarse arrojado en el mundo. El "ser o no ser" shakespeareano suscita esos ~rros seres a los que llamo personas, pues tal como yo las percibo
engañosamente la imagen de una instancia en la que quien formula la también ellas me perciben. Mi mirada no es la única en el mundo; hay
pregunta todavía no es y está en posición de decidir ser o no ser, pero otros cuya sola existencia me otorga la posibilidad permanente de sen-
es claro que esta descripción no daría cuenca de una experiencia, pues tirme visto y, en ese sentido, de tener la ocasión de sentirme cosa entre
toda experiencia supone que ya se está allí cuando la cuestión surge. las cosas.
Entonces, lo que se ofrece a nuestra consideración es la circunstancia· Además, una persona tiene la capacidad de tomarse a sí misma
de un ser que puede y, en cierto sentido, debe interrogarse acerca de como objeto de consideración, mientras que a las cosas, así como no
su relación con ese ser que ya es y que sin embargo parece tener la les adjudicamos la potencialidad de ejercer alguna acción intencional
posibilidad de aplazar, modificar o suprimir. En otras palabras, pode- sobre nosotros, tampoco les atribuimos condición reflexiva alguna.
174 Introducciones a la filosofía Yo. las cosas, los otros 175

Sin embargo, hay una diferencia importante entre ser objeto de la pueden estar jumas y que es privativo de ellas. Se era ca de la posibili-
propia reflexión y ser objeto de la percepción de otro, pues en la re- . dad de las diferentes personas de constituir un nosotros, una existencia
flexión me constituyo en objeto para mí, por lo que dicha objetivación colectiva, tina sociedad. En cuanto a las cosas, se admite que pueden
se queda a mitad de camino, es decir, siempre estoy yo detrás. Sartre aparecer en estructuras complejas que denotan una organización na-
describe bien el fracaso de tomarse plenamente a sí mismo como ob- tural, pero no por ello les atribuiríamos a esas organizaciones el sen-
jeto en la experiencia del espejo. Cuando nos miramos en un espejo, tido de un "nosotros". Esto es algo bastante evidente, aunque no
por más que nos esforcemos por sentirnos vistos, no lo logramos, pues completamente obvio. En efecto, si cada cosa tomada individualmen-
lo que encontramos como objeto de nuestra mirada es esa mirada te no es una persona o un sujeto, mal podrían serlo reunidas. (Para
misma que mira sin poder verse. En consecuencia, la única oportuni- quien piense en los animales, considerando que para muchas especies
dad que tenemos de experimentamos como objetos es ante la presen- vale la descripción dada de las personas, basta con extender el uso de
cia de otras personas, o al menos anre la posibilidad de esta presencia. esta cacegoría más allá de los humanos, de modo que se cubra el cam-
Por lo que se lleva dicho, se repara en una tercera diferencia: las po de seres que se desee. Yo no quiero juzgar aquí si eso sería correcto
cosas son pero no existen, al menos no en el sentido de existencia o incluso útil, pero en cualquier caso, de cualquier cosa, si tiene capa-
antes presentado. Dicho de otra manera, las cosas son en sí pero no cidad de reciprocidad, reflexividad, trascendencia, interioridad y vida
existen para sí ni fuera de sí. En un mundo de puras cosas, cada una social, cabe decir que es una persona.)
permanecería aislada en su ser sin que ninguna de las otras fuera para Las diferencias señaladas entre cosas y personas facilitan la percep-
ella:"Esto significa que una cosa no podría constituirse en centro o ción del cuadro general donde se inserta el tipo de reflexiones exis-
punto de vista para el cual haya un mundo. Su ser es purarnenre tenciales que estamos encarando. La existencia, entendida a partir de
imramundano, sin posibilidad de trascendencia. Las personas, por la polarización entre facticidad y trascendencia, muestra la compleji-
su parte, hacen mundo al ordenar el conjunto de los seres según una dad de la situación humana, que se descubre en un mundo de cosas y
orientación. · personas, participando de la naturaleza de unas y otras. De cara a las
Un cuarto contraste reside en que las cosas no tienen interior, en el cosas, se afirma como un ser diferente de y hasta cierto punto ajeno a
sentido de "mundo interior". Una persona, en cambio, cuenta con un ellas; de cara a las personas, descubre la oportunidad de un universo
punto de vista que es el suyo y que reviste cierta importancia para él, de alianzas, afectos y reciprocidad, pero también de lucha y de con-
independientemente de la calidad de ese punto de visea. Debido a flicto, en el que p~rmanentemenre los vínculos con el prójimo lo po-
esto, hay un sentido en el cual toda persona es irremplazable de un nen ya en la posición de objeto, ya en la de su sujeto, sin posibilidad
modo diferente del que cualquier cosa pudiera ser irremplazable. Es de asumirse completamente ni como un puro sujeto ni como un puro
más, si una cosa es irremplazable, lo será en forma derivada, a partir objeto. En medio de esta oscilación, la reflexión le descubre su dupli-
de la elección, expectativa o necesidad de una o más personas, pero . ciclad, pero no lo ayuda a suprimirla sino por el contrario, contribuye
aun cuando nadie me considere irrernplazable, al menos soy irrernpla- a agravarla. Es en el clima de estas tensiones y oscilaciones que tene-
zable para mí, y este es un sentimiento que presumiblemente toda mos que ahondar en los vínculos constitutivos del universo práctico
persona tiene respecto de sí misma. de la existencia.
¡
1
Una nueva diferencia se destaca cuando atendemos a la reunión de
cosas y a la reunión de personas. Las cosas pueden estar juntas o sepa-
radas y esto, ciertamente, no será indiferente para sus estados o com-
portamientos. Pero hay un modo característico en que las personas 1
1
ro, las cosas. los otros
177

Soledad
del lenguaje es calificado de "agradable" y, podría argüirse, necesario.
Mas, cabe preguntarse, ¿es acaso concebible una experiencia con esas
Nuestra existencia se nos manifiesta articulada. en _relación c?n las
características? Quizá sólo como un ejercicio de la imaginación, ya
cosas y con los otros. Si nos limitáramos a ~u descripcióo. deb_enamo~
que esa "bella locura de hablar" es en verdad la única posibilidad de
. . o ar qué forma tomaría una existencra sm cosas, sm mun
evirar interr g . fil , fi r da vez que alguna cordura. Si Nietzsche hubiera dado un paso más, habría debi-
d . . Sería un ej ercicio de prudencia J oso rea, o
o y sin otros. alizar ejer do concluir que la existencia misma de un ser se volvería imposible en
tratar de concebir lo imposible invita tarde o tempra~~ a r~í hay qu~ esas condiciones. Luego, "estado de cosas" ni siquiera sería un mundo
ciclos de "mala gramática". Sin embargo, a veces en 11 oso ra . d d de sino algo parecido al T árraro, ese mar oscuro en donde toda orienta-
. arriesgarse a esos CJerc1c10s,
. . . aunque más. . no sea por. a neces1
. " orma-a
ción y toda identidad es imposible, según la imaginería griega. (Véase
. star el aspecto de las situaciones Iírnire, las expene~c1as a~ el capítulo l de este libro.)
avr
l "o simplemente ese mundo d e l a .rnrancia,
e . de los pnmeros
. , .ttempos
Y bien, ese hundimiento generalizado del ser es lo que Levinas nos
e~ lo, que aún predominaba el caos. Este apartado y el prnx,¿:~;: invita a pensar como el existir sin existente, y es respecto de ese existir
una invitación a asumir los ries?os d~ asomar:os :u:eu~a::istente se anónimo que concibe la soledad del existente. El existir sin el existen-
rnos ensayando imaginar la e~1stenc1: ante~ : intentando concebir te sería un hay sin tiempo, un vado pleno, un murmullo siiencioso. Se
haga cargo de la misma con:io e !u
existencra, uras cosas, un parecería a la situación de un insomnio interminable del cual, paradó-
qué aspecto cobraría esa ex1srenc1: en un mundo de P jicamente, no se pudiera "despertar".
mundo sin prójimos, un mundo sm Otro. . de ol e en Este existir sin sujeto proporciona a Levinas el "lugar" en el que se
No he encontrado mejores palabras para sumerg1rn;s Nº g ph . va a producir la aparición del existente. El existente es una conciencia
la soledad del existente, que este pasaje del Zaratustra e ierzsc e.
que se adueña del existir adquiriendo así la libertad de un conrienzo.
Esto es precisamente la soledad: unidad indisoluble entre el existente y su
... donde se charla. el mundo me parece dila~adrsc,ame mí c~=op~:b::g;tlos
bl h palabras y soru os. ¿no son existir. Es el punto de un primer ensimismamiento del ser a partir del
id¡Qué¡ agrada · e·5 esy puentes
que ay~¡1 usonos
. entre las cosas eternamente separadas? cual el hay anónimo puede afirmarse y constituirse en mundo. El exis-
soru os os arcos in d d al a toda otea alma es un
A cada alma pertenece oteo mun o; para ca a m ' tir, en esta especie de "caída" en el existente, ingresa en el tiempo. Sur-
ge así un sujeto que con la ganancia de poder y libertad se encadena,
ultramundo. .
Encre las cosas más semejantes es d on d e es m á s bella la ilusión: porque sobre paradójicamente, a los límites de una experiencia de la que a partir de
d d ás dificil lanzar un puente.
el abismo más pequeño es on e esfum demí? ·No hay afuera! Pero todos los entonces debe hacerse responsable, pues no tiene exilio del que escapar.
Paca mL. ¿cómo habría algo era . 1 d l id r'
id ·Q radable es quepo amos O vi a · Podemos tomar esta primera aproximación como un relato mítico
sonidos nos hacen olvi ar eso. 1 u ag 1 id . para que el hombre ,.
é

acerca de la génesis ontológica del sujeto. La idea que es importante rete-


e. No han sido dados a las cosas los nombres y os soru os
¡
~~.
ner es la de un concepto de soledad metaflsica independiente de la f
j .
se recree en las cosas? I d b .1 ·l l mbre sobre codas las cosas ..
Hablar es una bella locura: hab an o, a, a e 10 presencia o ausencia del prójimo. Es normal concebir a la soledad como f:
r:
(1979, p. 154) el estado en el que nos hallamos sin compañía de nadie. Pero Lévinas ¡
-y en general la filosofía de la existencia- nos propone una noción de ¡'
Este texto rico en sugerencias, . . . , qu
msmua . e en un mundo
' . sin dlen-s 1
soledad que opera en otro nivel, más allá de las vicisitudes de la com- i
;
l h b permanecenan separa o .
guaje, rodas las cosas y todos os om r~s el aspecto-verdadero de las pañía o la ausencia de nuestros congéneres. En pocas palabras, el mero
. bié la idea de que ese sena !
Tam hecho de existir nos vuelve seres solitarios, estemos rodeados por una '
cosas. ien
Peropromueve
aunque .ilusorio,. e l mun d o e ohesionado
, por los puentes
muchedumbre en la gran ciudad o en un lejano páramo.
178
Introducciones a la filosofía
Yo, las cosas. los otros 179

Imenremos superar la narración mírica en favor de una presenta- haya nada. Pensemos en situaciones en las que enunciados con esta
ción conceptual que resista el conrrol analítico. Parramos de las expre-· estructura lógica rengan un uso corriente. Me cercioro de vaciar un
siones mismas "hay", "el hay" "el existir sin existente". Son expresio- recipiente porque quiero preservarlo para otros fines. Al verificar m.is
nes evidentemente anormales. La sugerencia de Levinas de entender tarde el estado del frasco, lo encuentro lleno de objetos diversos que
"hay" como un enunciado del mismo tipo que "llueve" facilitaría las no me detengo a identificar e increpo a alguien diciéndole: "Aquí en
cosas si fuera correcta, pero no lo es. "Llueve" es un enunciado signi- mi frasco hay algo, ¿por qué hay algo en lugar de nada?". Sería un modo
ficacivo susceptible de ser verdadero o falso, pues es una oración com-
algo extravagante de hablar pero al menos concebible. Lo que lo hace
pleta y normal del castellano que tiene un contenido descriptivo espe- concebible, es, en primer lugar, que se establece una comparación en-
cífico. Por el contrario, "hay" no constituye una oración sino más tre dos estados de cosas (frasco lleno/frasco vado) y la expresión de
bien una lunción proposicional de tipo relacional mal formulada, cuya sorpresa o enojo se funda en esta comparación. Además, se _puede
e · 1
wrmacornpetasena ' "} 1ayxeny,en
" 1 aque "x " e "y" sonvana· bl es d e responder a preguntas acerca de qué hay y dónde lo hay, es dc~:r, har,
argumento y, convenientemente reemplazadas, dan lugar a oraciones un ámbito de búsqueda y criterios de encuentro, y finalmenre, nada
como "hay agua en el vaso", por ejemplo. Pero este esquema proposi- quiere decir alli "ningún objeto", no algo más absoluto.
cional no serviría para los fines que se persiguen con la expresión "hay", Y bien, ninguna de estas características se aplican al enunciado
de modo que tendremos que pensar en algo más aproximado. Tal es el "hay algo en lugar de nada" o, en la forma interrogativa que le da
caso de una expresión como "hay algo", pero no mejora la situación Heidegger, '"¿por qué hay algo en lugar de nada?", pues se preten-
anormal de "hay". Supóngase que ingreso de golpe en un lugar desco- de que "nada" tenga un sentido absoluto, no se delimita un cam~o de
nocido del que nada sé, y que tengo una percepción muy difusa e búsqueda y la comparación es aparente. En una palabra, no hay mu a-
insuficiente de que hay algo allí. Como se ve en las palabras subraya- ción alguna en la que yo pueda decir en términos absolutos "no hay
das, es inevitable al menos un "allí", lo que frustra la generalidad total
nada", por lo que tampoco puede haber situación en la que tenga
que se quería expresar con la oración original.
sentido decir "hay algo", también con ese alcance absoluto.
Aunque los filósofos de la existencia no lo expongan así, es claro Pero precisamente por esta anomalía un enunciado de ese tipo
que implícicameme reconocen la anomalía, a1 adoptar frases como "el
puede servir para expresar algo que ni siquiera constituye una expe-
hay", "el existir sin el existente" o "hay algo en vez de nada". En efecto,
riencia en sentido ordinario. Un análisis de estas cuestiones, pero re-
todas ellas se construyen sobre la estructura de esquemas normales.
ferido a los enunciados éticos, lo desarrolla Witrgcnstc:in en su
De paso, obsérvese que mientras las dos primeras fungen como expre-
Conferencia sobre ética. Parre de lo que hasta aquí hemos señalado es
siones referenciales y no como oraciones completas, la última-que no
similar a lo que sostiene Wittgenstein allí. Con el objetivo de: dilercn ..
pertenece a Levinas sino a Heidegger- conserva la forma de una ora-
ciar entre juicios relativos y absolutos de valor, entre 01 ros ofrece como
ción. Más allá de esta diferencia, la manera más completa de expresar
ejemplos de estos últimos: "me asombro de la existencia dd 11111ndo"
lo que todas ellas tienden a expresar, podría decirse así: "el hecho de
o "¡Qué extraordinario que exista algo!". Podemos considerarlos va-
que haya algo en lugar de nada'.
riantes de la pregunta hedeggeriana. Lo que observa \'vingc:nsrcin es
Ahora bien, ¿qué es lo que hace de estas fórmulas algo a la vez
que de esta forma se traza un símil aparente entre que el m11 ndo sea o
lógicamente incorrecto e interesante para el planteo de la filosofía de
haya algo y que no haya nada. Que el símil sea sólo ap.HclHe sirve a
la existencia? Ambas cosas se siguen de la misma cuestión. Tomemos los fines de comunicar algo "más allá de la experiencia", algo absolu-
la última de las versiones: "el hecho de que haya algo en lugar de
to. Es aparente porque no puedo comparar mi cxpcricncin de estar en
nada". Parece contener una comparación entre que haya algo y no
el mundo con nada, pues por principio no luy tal cosa como "mi
ltll

experiencia de no estar en el mundo" o "mi experiencia de estar en el en cada caso encuentra como su identidad en tanto ser en el mundo.
no mundo". Es su cuerpo, su organización psíquica, su situación y, en fin, los roles
Pero lo más interesante es la conclusión a que arriba Wittgenstein vitales y sociales que lo hacen como el yo o la persona que es. Ahora
al final de la conferencia. Advierte que lo que quería con esos enun- bien, toda vez que una identidad se afirma, se instaura una diferencia
ciados era ir mis allá del sentido, más allá de los límites del lenguaje, entre eso mismo y lo otro, esto es, una diferencia entre uno mismo el
al punto que concluye que el asombro por la existencia, más que ser . '
mundo y los otros. En particular, el tema de la relación entre el sujeto
susceptible de ser expresado en el lenguaje, es constituido por la exis­ Y el prójimo es una cuestión de larga prosapia en la historia de la
tencia del lenguaje mismo. filosofía y lo que deberá ocuparnos en este apartado.
De igual modo que Wittgenstein observa esto para la ética, pode- Al comentar la reflexión de Nietzsche sugerí que un mundo en el
rnos aplicarlo a la expresión de la existencia en su dimensión de que todo esté separado sin relación alguna no es un mundo sino un
facticidad. Se trata de una misma situación en la que hay una "volun- caos. Si esto es así es porque una condición necesaria para que haya un
tad de sinsentido", una sed de absoluto. En el tema que nos ocupa, orden y un mundo es el Otro. Todavía debo explicar la distinción
diremos entonces que la soledad metafísica a la que alude Levinas y, entre otro y Otro que he venido haciendo sin justificar. Lo haré por un
en general, coda la filosofía de la existencia, requiere una torsión del camino indirecto, imaginando primero cómo sería un mundo sin Otro.
lenguaje, dirigida, no tanto a comprender el funcionamiento de nues- El primer efecto de la presencia del otro que condiciona la relación
tro esquema conceptual, sino a expresar y afirmar la existencia como del hombre con las cosas, precisamente, el que haya un hombrefrente
un absoluto. Una misma instancia consiste en el anudamiento del hay a las cosas, se deja sentir en el nivel de la inmediatez sensible. En
anónimo con la existencia del existente, y el haber del lenguaje, lo que efecto, por las posibilidades que la presencia del otro despliega en el
obviamente es inexpresable en el lenguaje mismo del, que allí se testi- mundo el campo perceptivo se organiza en fondo y forma;';.-es el otro
monia. Lo que se debe indagar es en función de qué se produce esta el que asegura la existencia de un mundo marginal que se abre donde
torsión. mi percepción termina y la conforma desde allí. Por otra parte, tam-
Parte de la respuesta se puede encontrar en la reflexión wirtgenste- bién mis ideas y representaciones en general, y las relaciones y transi-
niana sobre la ética. Según esto, la importancia de esta orientación ciones 'operadas entre ellas son generadas y reguladas por la presencia
filosófica reside en lo que tiene que aportar a una investigación sobre del otro. En otras palabras, al fundamentar toda posibilidad, el otro
la relación práctica del sujeto consigo mismo. Antes de profundizar domina desde un comienzo todo lo que yo pueda por mi parte saber,
en el análisis de esta dimensión práctica de la existencia y de la posible percibir o desear. Por lo demás, como lo ha mostrado Wittgenstein en
indagación conceptual sobre ella, tenemos aún que describir el papel su crítica de la posibilidad de un lenguaje privado, el lenguaje mismo
de la relación con el Otro en la comprensión de la existencia. supone al otro. El otro se convierte así en el fundamento de toda
, experiencia posible.
A partir de los efectos de la presencia del otro podemos imaginar
Yo, los otros y el Otro los efectos de su ausencia. El principal efecto es la desestructuración
del mundo. En ausencia del otro, las cosas del mundo no componen
La dimensión de facticidad de la existencia que hemos abordado un paisaje armónico, la distinción fondo-superficie se desdibuja y las
en el apartado anterior bajo la figura de la soledad y del haber del cosas muestran sus aspecros amenazadores, los poderes originarios
lenguaje es más un rasgo de estructura que un contenido. Pero, claro suben a la superficie y mi propia organización interior, mi propia con-
está, tal instancia estructural engloba todo lo que el existente es y que ciencia y mi propio yo se desvanecen.
182 Introducciones a la filosofía Yo, las cosas, los otros 183

En las consideraciones que acabo de hacer escribí "otro" así, con irreflexiva de sí misma. Este afuera es, según Sacre, el yo. Al convertir-
minúscula, para no presuponer nuevamente lo que ahora tengo que· me en objeto para otro, me transformo en un yo que no es objeto para
explicar. mí, como sí es el caso en la conciencia reflexiva, sino para otro, a
Generalmente, el problema de la existencia del prójimo ha estado través de lo cual ingresa el otro en mi intimidad, pues ese yo es mío.
asociado en la filosofía con la refutación del solipsismo. Pero la pers- Según Sartre, la existencia del prójimo es tan indubitable como la
pectiva que estamos desarrollando debería mostrar que tanto el solip- mía propia. La descubro mediante la simple inspección de los daros
sismo como sus refutaciones se asientan sobre una base falsa, pues que me entrega la conciencia de mi propio existir. Pero contrariamen-
presuponen que la relación con el prójimo es primeramente un pro-'- te a la certeza de mi ser solitario, la evidencia de la existencia ajena se
blerna de conocimiento, cuando en verdad es un problema ontológico. me da a través de ciertas "conciencias" concretas, que aparecen con
Para verlo podemos seguir a Sartre, quien observa que mientras la ocasión de la mirada del otro. Estas experiencias son, por ejemplo, la
relación se plantee en la esfera del conocimiento, permanecerá como vergüenza, el orgullo, el miedo, la vanidad. ¿Pero no es acaso mera-
una relación exterior, es decir, una relación que no alcanza en su ser mente posible para mí ser visto por el otro? ¿En qué radica la certeza de
mismo a uno y a otro. Es la relación que establece un tercero que a su la que habla Sartre?
vez no se ve afectado por la relación. Por otra parte, cuando la re- La pregunta misma delata, según Sartre, una confusión del próji-
lación es interna, los términos relacionados son cualificados en su mo-sujeto con el prójimo-objeto. Este último, si bien es la ocasión de
esencia misma por la presencia o ausencia de cada uno de ellos res- la certeza de aquel, permanecerá siempre probable, precisamente por
pectocdel otro. tratarse de un objeto. Pero mi certeza no se refiere a él, sino a mí mismo
En resumen, de la perspectiva sartreana podemos extraer los si- en tanto mediado en mi relación conmigo por esa presencia absoluta, ese
guientes resultados: 1) la relación entre el ser del sujeto y su prójimo sujeto puro que está por definición fuera de "mi" mundo: el Otro.
es de tipo interno; 2) si se ha de evitar la mera probabilidad del ser del Aparece aquí, con las mayúsculas, la dimensión estructural del Otro
prójimo, este no deberá dárseme, esencialmente, como objeto; 3) es en la constitución de la subjetividad. Más que una confusión entre el
conveniente presentar esca relación desde la primera persona, para evitar otro como sujeto y el otro como objeto, la confusión se da entre el
la tentación de un deslizamiento hacia la relación de exrerioridad. Otro como estructura y el otro como fenómeno. La aparición ocasional de
A partir de ese esquema, Sartre se pregunta si hay una experiencia un otro que me mira no es sino la realización circunstancial de la
privilegiada que me entregue esta relación de mi existencia con la exis- estructura fundamental y permanente de mi ser-mirado por el otro-
tencia del prójimo, y la encuentra en mi posibilidad permanente de sujeto. El Otro con mayúscula es esa estructura que "me habita" en mi
ser visto por el prójimo. Lo fundamental de esta idea no es la apelación existencia solitaria y me constituye en mi relación con cada prójimo.
a la percepción visual, sino el hecho de que mi relación primera con el Es una trascendencia omnipresente e incaprable, posada inmediata-
prójimo es la de un objeto para un sujeto. Es decir, la mirada del otro mente sobre mí, y sin embargo separada de mí por la infinitud del ser,
sobre mí es la relación por la cual experimento mi ser-objeto para el por nada, excepro por su absoluta y entera libertad.
otro-sujeto. La inversión de la dirección del vínculo sólo aparecerá Esta estructura del Otro es un a priori que hace posible que haya
después, como un intento del existente por recuperar -o inventar- su un mundo, esto es, que yo pueda sustraerme al caos originario en el
subjetividad. ¿Qué consecuencias -cabe preguntar- trae a la subjetivi- que se constituye mi existencia solitaria y superarlo. Pero la distancia
dad el que esta sea la relación originaria que la vincula con el otro? que me separa del otro no es suprimida por esta estructura. Por el
La presencia inmediata y sin distancia del otro confiere un afitera contrario, dándole un punco de apoyo sólido, el Otro trascendente
al existente, existente que Sartre concibe como una pura conciencia otorga a la subjetividad pura la única posibilidad que tiene de no ser
ro. ras cosas. los otros
185

devorada por el torbellino de las cosas en su cruda y caótica rea~idad ~ión ?e adquirir consistencia objetiva, se huudiría en el hay anónimo.
originaria. 1magrnado por Levinas.
He seguido a Sartre en su punto de vista y su terminología por- La mejor manera de dar cuenta de esta estructura de un modo
1
j que creo que es quien mejor nos pone en la pista de algunos de los analíticamente controlable es "ascender" a un enfoque gramatical. En
1 problemas centrales que estamos estudiando. Pero es hora de tomar
i distancia de Sartre, por varias razones. En primer lugar, porque no
lugar de hablar en oscuros términos ontológicos, podemos intentar
de·scribirel funcionamiento de conceptos como yo, cosa y otro. Puesto
está justificada la preeminencia que le da a la mirada en la relación que aquí estamos interesados en particular en la relación del sujeto
1
·¡
con el prójimo. En segundo lugar, porque su concepción contempla con los otros, nos limitaremos a estos conceptos. La pregunta será
1
el vínculo entre la subjetividad y el otro, vía la mediación de la estruc-
l tura del Otro, bajo la polaridad sujeto-objeto, sin que quede clara la
ah?ra qué papel desempeñan en nuestra vida los conceptos de que soy un
sujeto de experiencia y que hay otros sujetos de experiencia además de mí.
conveniencia y aun pertinencia de esta polaridad para desempeñar A los fines de desarrollar esta tarea, acoremos el fenómeno de un
esa función conceptual. Por último, Sartre expresa sus ideas en forma sujet? de experiencia al acto de expresar una sensación, digamos
exageradamente metafórica y sin ceñir el argumento hasta su hueso un ~1~or. Lo que se debe determinar es cómo adquiere alguien la dis-
duro. En consecuencia, es preciso replantear el problema entero, apro- po~1c1ón .ª decir cosas como "rengo picazón". La explicación, de inspi-
vechando todo aquello que hayamos podido cosechar en el camino ra~1ó~ wmgensteni~na, es que estas expresiones son adquiridas en la
con la ayuda de Sartre. practica del lenguaje como reemplazos de Las expresiones naturales de
Lo que estamos intentando concebir es una estructura de tres tér- picores. El niño comienza por rascarse o quejarse, los adultos le ha-
minos cuyas relaciones mutuas son tales que impiden que ninguna de b_Ian, le enseñan diferentes tipos de exclamaciones y oraciones, es de-
ellas desaparezca en beneficio de cualquiera de las otras, o en favor cu, le enseñan nuevas expresiones de picor. Así, las confesiones de
de una totalidad superadora de las que serían meras instancias inter- pi~az?~ son una nueva conducta, mis articulada y sofisticada que la
nas. Los términos son el sujeto, las cosas y los otros. El sujeto se des- prrnutrva. La.conducra no verbal de picor es asociada con la expresión
cubre como siendo ya en medio del mundo y frente a los otros -es su verba~ de picor y reemplazada por ella. El niño adquiere una nueva
facricidad-, y en relación con lo que lo rodea y consigo mismo des- capacidad de manifestar sus sensaciones y experiencias, Ahora bien,
pliega un movimiento que lo lleva más allá de sí mismo, hacia sus puesto que el niño ha tomado las expresiones de los adultos que se las
posibilidades y su futuro; es su libertad, de la que me ocuparé en un han enseñado, su capacidad para decir "tengo picazón" se da a partir
próximo aparcado. Es necesario que ninguno de los tres términos pueda d~ su ª~,rendiz~je de esa expresión asociada a "tienes picazón" y "tiene
ser suprimido o reducido a alguna de las otras instancias, para que picazón . Las CJrcunstancias en las que aplico la manifestación verbal
sujeto, cosa y otro sean tales. En efecto, una cosa que se redujer~ a ser de mi picazón son las mismas en las que se aplica la expresión "él tiene
la representación de un sujeto terminaría por perder toda consisten- picazón", pues mi sentir la sensación y mi expresarla a través de mi
cia y su ser se reduciría a ser una representación mental, o algo por conducta, han quedado igualmente asociadas a la expresión tanto en
el estilo. Por su parce, si el otro no es comprendido bajo la figura del primera persona como en segunda y tercera personas. De ahí que no
Otro radical, esto es, como otro sujeto, también corre el riesgo de sólo puedo decir en mi propio caso "tengo picazón" sino también en
desaparecer en el medio represenracional de la interioridad del suje- el caso del otro, cuando se conduce como alguien a quien le pica, lo
to, lo que lo haría cesar instantáneamente como otro. Pero además, que me llevará a decir "tiene picazón".
el propio sujeto, sin referencia a un mundo que lo trasciende y en- · Si generalizamos lo que estas observaciones enseñan, concluimos
vuelve, y sin un otro que haga posible el lenguaje y le brinde la oca- que el concepto de que soy un sujeto de experiencia +-O, simplemente,
186
lntroducctones a la filosofía
Yo. las cosas. los otros 187

un sujeto- está. g1:amarical y esencialmente conectado al concepto de


Libertad
que hay otros su;etos de experiencia. No rengo el uno sin tener el
otro: ~ues su conexión es "lógica". Esta imagen reemplaza a otra más
Volvamos a la célebre preguma de HamleÍ:. Como señala Ernsr
trad1c10nal, según la cual sólo sé que yo soy un sujeto y, por analogía,
Tugendhat, quien formula esta pregunta no está inrer~sado ~n c?nsta,-
creo que algunos de los cuerpos que me rodean pertenecen a sujetos
que no soy yo. tar el hecho de si.él mismo es o no es, será o no será, sino mas bien en

Otra _ens~ñanza no menos importante es que la referencia a sujetos


a
decidir por sí o por no frente ciertas posibilidades prácticas, esto es,
diversos cursos de acción que implicarán otros tantos "modos de ser".
de exp~nencta no es equivalente a la referencia a personas que identi-
No es una pregunta consratariva, sino una de tipo práctico.
fico bajo alguna descripción. Como observa H. Neri-Castañeda "J
dii , uan Lo que con ello se destaca es que cada vez que elij? o decido un
lJ~ que :enía hambre" no significa "Juan dijo que Juan tenía ham-
curso de acción me elijo, es decir, defino y renuevo cierto proyecto
~re · De ~ual mo_do,. cuando digo "rengo picazón" no quiero decir
global de mi existencia, una orie~,tació~' dete~~ina~a de mi vida en :l
"Sa,m~el C:banch1~ tiene picazón". Aparece así un sentido para ese
mundo. Es lo que Sartre llama elección original . Pero, claro esta,
mi mismo que le interesa a la filosofía de la existencia un sentido
esta elección no se da en el vacío, sino siempre en situación. Y para
menos misterioso y enrarecido, pues lo vemos ahora co~o un rasgo
Sartre -corno por ejemplo para Dewey en otro contexto y con otras
de nuestro esquema conceptual, no como la hipóstasis de una entidad.
preocupaciones- no es posible descomponer analí~icamente la s~rua-
El rasgo aquí es que el pronombre personal no es ni un nombre ni una
ción en un sujeto y un objeto independiente y previamente definidos.
descripción de~nida +en el sentido técnico inaugurado por Berrrand
En todo caso, hay que decir que el sujeto lo es de la situación y esta a
Russell-. y no nene una función referencial.
su vez se recorra sobre el fondo del mundo a causa del proyecto )' la
~seas consideraciones no alcanzan a capturar rodas las cuestiones y
acción desplegados por el sujeto y a partir de ellos. Sartre se refiere a
matices que pret~nde ª?arcar una filosofía de la existencia, ni respecto
esta especie de circularidad como la paradoja de la libertad· no hay
del es~atus del ~UJ~t~ ni respecto de Ia relación del sujeto con el otro. libertad sino en situación y no hay situación sino por la libertad
Pero sr so~ un 1?d1e'.,º de cómo podrían retomarse los llamados "pro-
En cuanto a la idea de mundo aquí implicada, es una noción emi-
blema: ex1srenc1al_e~, a partir de_ herramientas más analíticas que las
nentemente práctica. Se trata de ese plexo de sentido que ordena una
que ofr~ce la trad1c10n, desde Kierkegaard y Heidegger en adelante.
situación a propósito de una acción y un proyecto determinados. El con-
~n particular, nos permiten apreciar que esos problemas apuntan a
cepto básico es aquí el de situación, en la medida en que no _hay mun-
CJ~rtos rasgos de nuestro marco conceptual común que no pueden
do por fuera de ella sino en su ~rricul~ción desde la pers~~cnva.de una
dejarse ?e lado, sobre r_odo c~ando estamos interesados en el cornpor-
acción ya orientada, pero al mismo nempo, no hay acción onentada
tar~e pracnco con la ex1scenc1a propia. En este ámbito, nociones como
sino a partir de un estado de cosas en el que el agente de esa acción ya
"su1e~-º d~ ~:periencia", "conciencia de mí mismo" y "otros sujetos de
se encuentra.
e~peuenc1a cumple~ un papel central. También son importantes no-
Lo que llevamos dicho, tanto en este apartado como en los ant~-
crones como las de libertad, proyecto y situación, de las que tendremos
riores, muestra cómo se combinan facticidad y libertad en la condi-
~ue ocuparnos al10ra y que también deberán ser sometidas al necesa-
no control analítico. ción humana, comprendida esta no sólo como sujeto de experiencia
sino también como agente. Es lo que otra conocida expresión de Sart~e
señala: "el hombre está condenado a ser libre". Se ve aquí cómo post-
. bilidad y necesidad se hallan esencialmente unidas en el terreno prác-
tico. Toda situación en que se realiza una elección está determinada
por esos dos momentos. Encontrarse en cierta situación es el ~1.omen- partidario del libre arbitrio coincide con el determinista en la impor-
to inexorable de la facticidad, pero ninguna situación práctica es tal tancia que le otorga a la causalidad en el desarrollo y la constitución
que no incluya un campo de posibilidades. Es precisamente este cam- misma del problema. En consecuencia, en las variantes más extremas,
po lo que la constituye en situación práctica. ,. como la de Sartre por ejemplo, se concederá a la acción humana la
Tugendhat ofrece un excelente resumen de lo que esta m:'olucrado capacidad de autogenerarse a partir de un corte absoluto respectó de
en preguntas prácticas del tipo de ¿set o no seri, o más senc1ll.amente: sus antecedentes, tales como motivos, móviles y causas en general.
¿qué he de hacer?, ¿cómo debo vivir?, ¿cuál es el ~eseo ~ue orienta mi Unos y otros adoptan una imagen que tiende a distorsionar los datos
vida?, ¿qué es bueno para mí? Reproduzco a continuación el resumen de la descripción, de la fenomenología de nuestra experiencia común.
Veamos qué es lo que nos entrega esta descripción.
de Tugendhat:
Lo primero y más básico que hay que señalar es que el determinis-
Primero: una pregunta práctica se refiere siempre en primera persona singu- ta trata a la libertad como si fuera una creencia que cenemos por el
lar O plural al actuar, hacer, vivir, ser, propio o colectivo. Segundo: se refiere hecho de ignorar las causas de nuestras acciones, de modo que si co-
siempre al futuro inmediato o lejano, propio o colectivo. Tercero: la preg~nta, en nociérarnos qué causa nuestros deseos, intenciones y acciones, estos
sentido estricto o amplio, no serla planteada sí yo no me preocupara, si no me dejarían de ser nuestros, por así decir. Pero ¿es justa esta concepción?
cuidara de mi hacer y, dado el caso, de mi vida, si para mí no se tratarade esta (y Los datos de la experiencia no parecen apoyarla, pues en la vida co-
esto vale igualmenre cuando mi cuidado concierne a otros). Cuarto: la pregun~a
rriente no ocurre que crea que actúo libremente porque rengo la creen-
práctica, en sentido estricto o amplio, implica que dispongo de un Cl~rto espacio
para la libre decisión, pues de lo contrario no lo podría plantear. Quinto: la pre- cia general de que soy libre, sino que mi autopercepcián de mí mismo
gunca práctica implica que la libertad tiene límites, pues donde no hay nada es, simplemente, la de un agente capaz de determinar el curso de sus
previamente dado, no hay nada sobre lo cual deliberar. Me es dado de antemano acciones. Ni respecto de nuestros deseos y preferencias, ni respecto de
que me encuentro precisamente en tal o cual situación, que rengo tal o cu~! nuestras acciones deliberadas tenemos el sentimiento de que unos y
natural y. finalmente, que existo. Sexto: no sólo nos encontram~s en "" deter~,1- otras son presencias ajenas que de pronto descubrimos en nuestra vida.
nado campo de libertad cuando planteamos la pregunta práctL~ª·. sm~ tam?ién
tenemos la libertad de plantearla o no. Séptimo: la pregunta pracnca tiene siem-
Cuando deseamos algo o cuando deliberamos, nuestra posición no es
pre el sentido de: ¿qué es mejor? ( 1993, p. 154)
la de espectadores neutrales y distantes que contemplan una escena en
la que se desarrollan los episodios de un drama que no nos concierne.
Pero se dirá estamos hablando de libertad sin que se haya defini- Muy por el contrario, deseos, intenciones y acciones son lo que somos,
do en qué consiste y, concomitantemente, si el concepto mismo de por así decir. En otras palabras, soy yo quien desea, delibera y actúa.
una acción libre es aceptable. Esca cuestión es el clásico problema del Cuando formulo una intención y realizo una acción fundada en esa
"determinismo y el libre albedrío". Parece, en efecto, que este proble- intención, soy inmediatamente consciente de haber actuado en forma
ma ha de resolverse si la libertad debe ser considerada como un rasgo deliberada e intencional y de haberlo hecho con esa intención.
esencial de la existencia humana. . Ahora bien, si se acepta que los hechos reseñados son rasgos cons-
Sí una piedra lanzada, en medio de su movimiento, adquiriese titutivos de nuestra experiencia, de nuestro "ser en el mundo", cabe
conciencia de sí misma moviéndose, pensaría que es ella la causa del preguntar si hay algo más que la idea de libertad pida. Una respuesta
desplazamiento. Esta imagen que nos proporciona Spino~ es típica- habitual y perfectamente justificada es que la idea de libertad, al me-
mente determinista. Sugiere que la idea de que actuamos libremente nos en cuanto a la acción, consiste en la posibilidad que tiene el agente
es una ilusión generada por nuestra conciencia de ser agentes Y por el de actuar de otro modo que como efectivamente lo hace. Pero aquí el
desconocimiento de las causas de nuestras acciones. Por su parte, el peso crucial está en qué se supone que significa esta posibilidad. El
190 Introducciones a la filosofía Yo, las cosas. los otros 191

presupuesto determinista asume que, si todo lo que sucede se sigue a Ahora es el determinista quien ha aventajado a su contrincante,
causa de las circunstancias antecedentes, entonces no es cierro que el pues los hechos en los que se apoya su contraataque son inconresta-
agente tenía realmente la posibilidad de actuar de otro modo, pues las bles. La movida argumentativa merece una consideración detenida de
causas d.e su acción fueron las que fueron y, en consecuencia, la acción los hechos relevantes.
misma no podría haber sido sino la que fue. Pero, además de todos los El terreno en el que habitualmente surge la controversia entre
problemas relativos al contenido de necesidad que se asocia aquí con libertarios y deterministas es el de la aprobación o reprobación moral.
el vínculo causal, está la cuestión de que no queda daro si se sigue Si estas actitudes han de estar justificadas, entonces la acción libre es
hablando aquí de causas y acciones en términos de agencia intencio­ necesaria, pues si imputo a alguien mérito o desmériro moral, le atri-
na], o si imperceptiblemente nos hemos deslizado hacia otro nivel buyo uria responsabilidad sobre su acción. Pero si esta está determina-
descriptivo en el que sólo se habla de procesos, estados y eventos físi- da por los factores anrecedentes, el agente no es libre de obrar de otro
cos. Si este fuera el caso, lo que ocurriría es que, por así decir, se ha modo y entonces no es responsable, volviéndose el juicio moral in-
cambiado de tema. Habríamos abandonado la descripción de agentes fundado. El núcleo vuelve a ser aquí la idea de que el agente tiene
actuando intencionalmente y teniendo deseos y creencias, para dar opciones para su acción efectiva. Ame una acción determinada, que-
paso a una descripción en términos físicos, químicos o biológicos. remos poder afirmar: "hubiera podido actuar de otro modo". Pero
Pero, además de que no se tiene una idea clara de en qué consistiría y ¿qué quiere decir aquí "puede"?
qué éxito real tendría un programa semejante de traducci6n de nues- Será provechoso seguir a Strawson en su hábil estrategia para tratar
tro corrfún lenguaje psicológico y social de la acción a un lenguaje el asunto. Nos propone que en lugar de dirimir la disputa directamen-
fisicalista puro, hay una razón más esencial para rechazar. la sugerencia te en el terreno de la valoración moral, consideremos previamente el
de raíz. La razón es que en tal caso, nosotros, sea en el seno de pequeñas marco general de las actitudes reactivas naturales que surgen frente a
comunidades científicas, sea en la comunidad más amplia de la socie- las acciones de los otros dirigidas hacia nosotros. (Obsérvese de pa.m
dad, habríamos decidido, quizá con buenos fundamentos, reemplazar la coincide!{cia con Sartre respecto de prestar atención al vínculo en la
un modo de descripción por otro, y esta decisión seguiría remitiéndo- dirección en la que el otro es originariamente sujeto.)
nos al "facror intencional" que pretendíamos hacer a un lado. Las reacciones que tiene en vista centralmente Srrawson son el
El determinista puede contraatacar sosteniendo que no necesita resentimiento y la gratitud. La pregunta que se nos propone respon-
ese giro hacia una reduccián fisicalista para rechazar la tesis del parti- der es en qué circunstancias neutralizaríamos estas reacciones, las de
dario del libre albedrío. Alegaría que, aun dentro del lenguaje resentimiento, por ejemplo. La respuesta es c¡ue tal suspensión de la
idiosincrásico de la psicología y la sociología comunes, nuestras ac- acritud reactiva requiere ciertas consideraciones especiales. Strawson
cienes tienen causas perfectamente determinables que las explican, distingue un primer grupo de consideraciones en las que diríamos
y que es el filósofo libertario quien, al negar todo peso a móviles y que el agente no quiso actuar como actuó, que no tenía otra salida
motivos, se resiste a reconocer que el sentimiento de libertad no res- o que no sabía que esas serían las consecuencias de su acción. En estos
ponde a nada real. Después de todo, es unhecho que somos capaces casos, aun cuando podríamos abandonar la ofensa que se nos ocasio-
de predecir muchas veces la acción de los demás basándonos en el nó, no estaríamos dispuestos a abandonar la actitud reactiva perti-
conocimiento de su comportamiento habitual, sus rasgos de carácter nente, es decir, seguiríamos considerando adecuado ese tipo de acti-
o simplemente el contexto de su acción. Si fuera cierta la tesis del tudes. En otras palabras, segu.íríamos atribuyendo responsabilidad al
fanático de la libertad, el éxito de estas predicciones aparecería como agente. En cambio, un segundo grupo de consideraciones, entre las
un milagro. cuales se hallan las de que el agente es un niño o es un alienado men-
t: J\
ro, tas cosas. los otros 19:3

tal o, en cualquier caso, alguien moralmente incapaz, sí nos llevarían Snawson, el determinista no toma adecuada cuenta del peso que la
a suspender nuestras actitudes reactivas, de manera que en esos casos red ~e prácticas emocionales y morales tiene en el conjunto de nues-
dejaríamos de atribuir responsabilidad al agente. Resumiendo, en las tra vida. Incluso si las prácticas de reprobación moral y de castigo, y
situaciones del primer cipo diríamos "hubiera podido actuar de otra las prácticas de autocorrección moral tienen eficacia, esto mismo su-
manera" en un sentido en que no lo diríamos dadas las situaciones del p_one la vigencia plena de esas prácticas, entre las que tiene importan-
segundo tipo. cia central la atribución de responsabilidad moral y con ella, la de
El contraste es explicado por Srrawson como uno que se da entre libertad.
actitudes participativas y actitudes objetivas. Ahora está en c~n.dicio- Por su parte, el teórico del libre arbitrio, quizás en defensa de lo
nes de enfrentar la evaluación de la polémica entre deterrninistas y que.siente a~acado por la visión determinista, al menos en algunas
partidarios del libre albedrío preguntándose qué consecuencias se si- versiones, exige un acto de autodeterminación absoluto como funda-
guen para estas reacciones y actitudes, según se incline hacia un lado o mento de la acción -algo así como una aurocreacióri-, en todos los
hacia otro el fiel de la balanza. La respuesta de Srrawson es que el casos en que es apropiado atribuir responsabilidad moral. Y para en-
determinismo no dejaría espacio alguno para un concepto de liber- foques como el sarrreano, por ejemplo, siempre es apropiado hacer
tad, en el único caso en que se lo interprete como afirn.1ando que esta atribución.
siempre corresponde la actitud objetiva. Es decir, si el contenido de la En algún sentido, el problema del determinismo y el libre albedrío
tesis determinista fuera que siempre hemos de describir la conducta surge cuando se pretende ir más allá del marco de actitudes dado con
humana y reaccionar ante ella como lo hacemos en los casos típi~~s de la vida social misma. Pero, para Srrawson, este marco se da como un
incapacidad y anormalidad, entonce~ ,el concept~ de .re.spons~b1l1dad codo y no admite justificación externa. La justificación es siempre
moral perdería su base, y con él cambien la perdería la idea de h~ert.ad. un procedimiento local e interno al esquema mismo. Sin embargo,
Pero no es plausible suponer que seamos capaces de tal general1zac1ón este es un punto controvertible. Por ejemplo, un filósofo como Thomas
de la actitud objetiva ni que en los casos en que la adoptamos lo haga- Nagel acepta que el problema surge como una "cuestión externa", di-
mos en razón de la tesis determinista. Incluso si, por mor del argu- ríamos carnapianamente, pero considera que el planteo es legítimo
mento, supusiéramos que es posible actuar con perfecta objetividad ~orque su actitud filosófica global es no cerrarles el paso a tales cues-
en cualquier caso, tampoco lo haríamos en virtud de la creencia en el nones externas.
determinismo. Por esta vía, piensa Strawson, se puede mostrar que la No es mi cometido entrar aquí en semejante polémica global y
disputa entre deterministas y libertarios es superable, si se at~ende al estratégica acerca de los problemas filosóficos en general, ni de este
funcionamiento de nuestro marco conceptual acerca de las actitudes y pro~lema en particular. Me concento con haber presentado una pers-
reacciones vinculadas a la valoración moral, pues las consideraciones pectiva como la de Srrawson, de acuerdo con la cual el concepto de
hechas sobre las actitudes reactivas son extensibles a fenómenos más responsabilidad moral queda ubicado en una red más amplia de acti-
estrictamente morales como la culpabilidad y la indignación. tudes y reacciones que supone un lugar para nuestra percepción de
Si Strawson está en lo cierto, canto nuestra percepción de que so- nosotros mismos y de nuestros prójimos como seres dotados de la
mos agentes libres y de que otros lo son, como nuestra capacidad capacidad de acción libre, para los cuales sus pasiones, inclinaciones,
para explicar las acciones en términos causales e intencional.es, son preferencias, deseos e intenciones son parte de esa vida en que consiste
igualmente rasgos de nuestro esquema conceptual y no hay m~~m- . su existencia, respecto de la cual tienen la posibilidad permanente de to­
paribilidad entre ellos. El conflicto surge cuando ~mbos,. dete'r~m1sta mar distancia y de comportarse reflexiva y responsublemenie. Esto cons-
y libertario, pierden algo de este esquema. Segun el diagnostico de tituye un suelo más o menos firme para que pueda plantearse la di-
194 Introducciones a la filosofía Yo, las cosas. los otros 195

mensión ética de la existencia y su relación con las exigencias morales ética nos enseña que todos queremos el bien y que este consiste en vivir
de la sociedad, así como también con la organización política que esa una vida recta y feliz; por otro lado, nos consta por propia experiencia
sociedad debe darse, o que sería deseable que se dé, para que el desa- y por el testimonio de los otros, que lo que abunda es la infelicidad y la
rrollo de las exigencias éticas y morales puedan tener cabida en su maldad. Creo que una reflexión ética no puede pasar de largo f­ente a
mayor plenitud. este contraste. No sugiero que no se puedan desarrollar bellos sistemas
morales sin preocuparse demasiado por "la presencia del mal", pero
dudo de que tales sistemas nos ayuden a comprender nuestra realidad
El malestar y la cultura · moral. En todo caso, invito al lector a disfrutar la lectura de las gran-
des e irrernplazables obras de ética de la historia de la filosofía, como
El título de este apartado alude obviamente a Freud y su célebre El las de Aristóteles, Spinoza y Kant. Hacer una presentación de esas
malestar en fa cultura. Por qué, se preguntará el lector, en el último obras en unas pocas páginas no tendría objeto ni sería en verdad posi-
apartado de un libro de introducción a la filosofía, esta alusión al ble. Para ello hay obras específicas que el lector puede consultar con
psicoanálisis. Como ya se ha indicado, nos estamos enfrentando con mayor provecho. En cambio, juzgo pertinente y provechoso presen-
preguntas prácticas, entre las que incluimos una <le las fundamentales tar, aunque sea esquemáticamente, la perspectiva freudiana sobre al-
de la ética: cómo vivir una buena vida o cómo ser feliz. Esta cuestión gunas de las preguntas antes formuladas, porque tengo la firme con-
ingresó por derecho propio en la reflexión ética desde que Aristóteles vicción de que el cuadro de la reflexión filosófica en materia ética no
afirmó-que todos los hombres desean el bien y que el bien propio del está completo y no puede ser cabalmente comprendido, si no se lo
ser humano es la eudaimonia; término griego corrientemente traduci- pone en relación con el tipo de problemas y estrategias que nos pro-
do por "felicidad", aunque esta traducción no da cuenta del sentido porcionad psicoanálisis.
completo del concepto aristotélico, que incluye tanto la idea de recti- Quizá sorprenda esta afirmación, pues si se entiende el psicoanáli-
tud como la de bien. Así es que, desde entonces, la dimensión ética de sis como una teoría explicativa y terapéutica de la psicología humana,
la existencia contiene, como uno de sus rasgos fundamentales, este con especial acento en la psicoparología, no se verá por qué sus logros
deseo de felicidad que mueve y guía las acciones de los hombres. serían de utilidad a la filosofía. Frente a esto me limito a hacer dos
Una vez que se ha hecho esta articulación básica, surgen de inme~ observaciones breves: en primer lugar, es discutible que la mejor ma-
diaro ciertas preguntas: ¿en qué consiste la felicidad? ¿Es alcanzable? nera de entender el psicoanálisis sea en términos de una teoría cientí-
¿Se la ha alcanzado alguna vez, sea individual, sea colectivamente? fica, al menos en el sentido en que la física o la psicología lo son.
Paralelamente a escas, nos son sugeridas por contraste otras: ¿mani- Lacan se refirió al psicoanálisis como una "ciencia conjetural', expre-
fiesran los hombres malestar o dolor moral? ¿Nos acercan la cultura sión que sugiere una distancia con lo que entendemos normalmente
y la organización social a esa vida feliz? Basca echar un rápido vistazo por ciencia. Pero cualquiera sea el resultado de esta discusión episte-
a la historia de la humanidad para verse desbordado por los testimo- mológica, el psicoanálisis proporciona un modelo conceptual a partir
nios de sufrimiento y crueldad en la vida humana en codos los tiem- del cual se pueden tratar muchas cuestiones filosóficas en teoría de
pos, por lo que es dudoso que alguien defienda que los ideales de la mente, teoría de la acción y filosofía moral. Además, en lo que
virtud y felicidad anhelados por la humanidad se hayan conquistado concierne a nuestro interés puntual en este aparcado, nos importa
alguna vez. Por el contrario, la mayoría coincidirá en que la historia exclusivamente la utilización extensiva hecha por Freud mismo de con-
de la humanidad es la historia de la infelicidad más que de la felicidad. ceptos psicoanáliricos, a los fines de interpretar fenómenos históricos,
Se apreciará el contraste que pretendo presentar: por un lado, la sociológicos y filosóficos. En particular, me ocuparé sólo de El males­
197

taren la cultura, ensayo en el que creo que Frcud alcanzó cierta maes-
~Iicación del malestar en la cultura algunos de sus logros teóricos más
tría en el referido uso extensivo de su propia creación. Cumplidas las 1mport~ntes.
Aquí no puedo dar cuenta de la teoría freudiana, ni en
prevenciones, vayamos sin más demora "a las cosas mismas".
su versión más acabada ni en su desarrollo histórico. Me permitiré
A mi juicio, el nudo que Frcud pretende desatar en ese texto es el
entonc~s l~acer un~ presentación sumaria de algunos elementos, para
que puede expresarse así: ¿por qué la cultura y la organizació1: s.ocial
benefic10 ~nfo_rrnattvo del lector y para utilizarlos en la comprei1sión
no sólo no logran satisfacer las aspiraciones humanas de felicidad,
de la _explicación final ofrecida por Freud. Lo primero que hay que
sino que a menudo se manifiestan ellas mismas como un factor que
apreciar es l~ que podemos denominar el modelo pulsional. El primer
vuelve más y más difícil la dicha anhelada? Antes de internarnos en
modelo puls10nal desarrollado por Freud distingue una dualidad en-
esta cuestión fundamental, cendremos que responder otras más pun- tre autoconservación y sexualidad Más tarde, en Mas allí del principio
tuales. La primera es ¿qué es lo que los seres humanos mismos dejan
delPk:cerform,ula un nuevo modelo, igualmente dualista, cuyos polos
discernir por su conducta, como fin y propósito de su vida? son Eros y Thawuos, esto es, pulsiones de vida y pulsiones de muene.
La respuesta de Freud es, aparentemente, la misma que la_ de La palabra pulsión ( 7heb) es introducida por primera vez en Tres ensa­
Aristóteles: conseguir la felicidad y mantenerla. A la hora de explicar
yos sobre un~ teoría sexual en 1905, para dar cuenca de la especificidad
en qué consiste esta meta, Freud señala que esto significa tanto acre-
de la se~ua~1dad humana. Simplificando horrores, lo que el primer
centar el placer como evitar el displacer y el dolor, que es el programa
modelo md1ca es que el yo, en canco anudamiento y unificación de las
mismo del principio del placer, uno de los principios que según el representaciones de la cultura, pone al servicio de su autoconservación
psicoanálisis rige la vida psíquica. La consecución del placer p~ede la represión de la libido, de la sexualidad. Con este modelo Freud
verse impedida por el sufrimiento proveniente de tres fuentes diver- pretendía dar cuenta de todas las formaciones de síntomas neuróricos
sas: la potencia superior de la naturaleza en relación c?n nuestr~s pro- las que _surgían del compromiso forzado por el conflicto pulsional
pias fuerzas, la fragilidad de nuestro cuerpo por sí misma y la insufi- establecido entre el yo y su vida sexual.
ciencia de las normas que regulan los vínculos recíprocos entre los Pero el primer modelo pulsional se mostró insuficiente para dar
seres humanos en el seno de la familia, la sociedad y el Estado. Es ~uenta de las llamadas patologías narcisistas y, asimismo, por razones
fácilmente reconocible que el principal conflicto se presenta ante esta Jnternas .ª la teoría. Los textos clave son Introducción al narcisismo y
tercera fuente, por dos razones: porque es más fácil resignarse a la Las pul.Hones y sus destinos. Lo que Freud articula en el primero de
influencia negativa de lo que no depende en principio de nosotros ~sc?s. dos ensayos es la idea de que el narcisismo es el complemento
que a la de lo que sí depende de nosotros, y porque ~o.s~endo_claro el lib1dmal del egoísmo propio del instinto de conservación instinto
porqué de esa insuficiencia de nuestros esfuerzos civilizatorios, n~s que está presente, presumiblemente, no sólo en el ser humam, sino en
será presumiblemente menos inaccesible sobreponernos a las dos pn- todo ser vivo. Para decirlo algo brutalmente, el reconocimiento del
meras fuentes de sufrimiento que a la última.
Tal estado de cosas genera un intenso sentimiento de frustración
!
n~rci~ismo el_auroero~ism? como una instancia primaria de la orga-
nización psiqurca lleva mev1tablemente a resquebrajar el primer mo-
ante la cultura, ya que esta nos pide grandes esfuerzos y renuncias ~in delo, según el cual el yo y_la: sexualidad estaban separados y en litigio.
retribuirnos con la recompensa esperada. En una palabra, nos dice Ahora resulta que en el mismo yo hay carga de libido, lo que exige un
Freud, la cultura se edifica sobre la renuncia de lo pulsional, y hay que nuevo esquema interpretativo.
explicar por qué mecanismos esto se logra y por qué esta renuncia Ocr_o paso lo da Freud en el segundo de los ensayos mencionados.
desemboca, desde la perspectiva de los ideales morales, en un fracase>. :'110ra incorp?ra la idea de que el yo no sólo es objeto de sus propios
Para responder a esta pregunta Freud aplica al problema de la ex- impulsos eróticos, sino también fuente de impulsos agresivos, en una
198 Introducciones a la filosofía Yo, las cosas. los otros 199

palabra, de odio. Se establece entonces una polaridad amor-odio en el signios? La respuesta de Freud es profunda y compleja. En esta res-
origen mismo de la vida pulsional, Freud llega incluso a afirmar la puesta su análisis de la cultura nos aproxima a una comprensión de la
prelación del odio respecto del amor. Pero no podemos adentrarnos moral. El punto pivote es el giro impuesto por la astucia de la cultura,
aquí en la compleja justificación teórica de esta prelación. que a través del conjunto de sus instituciones y tradiciones empuja al
A parcir de los elementos reseñados y otros que me veo forzado a individuo a dirigir sus impulsos agresivos hacia sí mismo. Se genera
dejar de lado, Freud produce en lvfds allá del principio del placer una así la instancia psíquica llamada por Freud superyá, cuya acción se
puesta en perspectiva de los pasos que lo llevan a afirmar la polaridad exterioriza en la conciencia moral La severidad agresiva de la acción
Eros-Thánacos. Esos pasos los hemos presentado someramente. En del superyó sobre el yo genera en este el sentimiento de culpa, a par-
cuanto a la nueva dualidad misma, podemos presentarla como la ten- tir del cual se distingue lo malo de lo bueno. Pero ¿qué es lo que la
sión entre una fuerza que liga y otra que disgrega. Esta dualidad actúa conciencia moral considerará malo? Aquí Freud da una dirección
conjuntamente en los vínculos del yo con sus prójimos. Es de la mez- decisiva a su posición:
cla de estas pulsiones de las que se vale Freud en E1 malestar. .. para
forjar su interpretación de la cultura y, a partir de allí, arrojar alguna lo malo es, en tm comienzo, aquello por lo cual uno es amenazado por la pérdida
luz sobre la naturaleza de la ética. Veámoslo más de cerca. de amor; y es preciso evitarlo por la angustia frente a esa pérdida. ( 1992, p. 120)
El estatus de este dualismo pulsional es bastante problemático. El
propio Freud reconoce que la pulsión de muerte es difícil de asir y que El proceso sigue la siguiente secuencia: primero, el temor por la
en últirña instancia "se la colige sólo cómo un salto tras el Eros". Para pérdida de amor induce a la renuncia de la satisfacción pulsional re-
justificar su postulación, Freud apela al sadismo como la prueba más probada; luego, Ía instauración del superyó releva a la sanción externa
evidente en su favor. En el sadismo, la meta erótica es retomada por de su función, exigiendo la misma renuncia y generando el sentimiento
los designios de los impulsos destructivos, aunque satisfaciendo las de culpa como sanción interna frente a las tendencias libidinosas del
aspiraciones sexuales. Y donde su acción aparece desligada de propó- sujeto. Las observaciones más sorprendentes que formula Freud son,
sito sexual, su satisfacción se enlaza al goce narcisista, con sus exigen- en primer lugar, que con cada renuncia pulsional aumenta la severi-
cias originarias de omnipotencia. Estas consideraciones lo llevan a afir- dad y la intolerancia del superyó y, en segundo lugar, que la fuerza
mar que represora de esta instancia no es directamente proporcional a la de la
instancia externa de la que supuestamente se deriva. Para ilustrar esto
la inclinación agresiva es una disposición pulsional autónoma, originaria, del ser último con un ejemplo: un niño que ha recibido una educación y un
humano ... Y la cultura encuentra en ella su obstáculo más poderoso. (1992, p.117) · trato "blandos" de parte de sus padres puede sin embargo desarrollar
un superyó implacable. Pero esto no debe sorprender si se recuerda
En definitiva, la cultura es para Freud un proceso al servicio del que el superyó se alimenta de la agresión del propio niño, primero
Eros, cuya finalidad es reunir en el círculo más grande de la humani- dirigida a sus progenitores y otros seres de su mundo circundante, y
dad a todos los individuos. La pulsión agresiva se constituye en obvio luego vuelta en contra de su propio yo.
obstáculo para el éxito de este programa. Y bien, a partir de la interpretación freudiana de la cultura, parece
Ha quedado preparado el terreno para otra de las preguntas que hay una fuerte antítesis entre las ansias de felicidad y las exigen-
cruciales de esta investigación sobre la naturaleza de la cultura. En cias de la organización social en sus múltiples planos, dirigidas preci-
efecto, dado el aparente antagonismo entre esta y la insistencia de los samente a satisfacer esas ansias. He ahí lo que puede presentarse como
impulsos agresivos, ¿cómo se las arregla la culcura para lograr sus de- "la paradoja de la cultura". El fundamento de esta paradoja es la es-
201

tructura y organización de la vida psíquica del sujeto, el misr_no su[eto


ti mismo", que, como dicé Freud, es un mandato que exige de noso-
al que antes hemos abordado a partir de la filosofía de la existencia.
tros más de lo que es humano cumplir. Por lo demás, si el amor de sí
Muchos rasgos de la descripción psicoanalítica son útiles instru-
es el narcisismo, y este es la fuente misma de la agresividad, no se ve
mentos de comprensión conceptual de algunos de los principales tó-
en qué el cumplimiento de semejante mandato aliviaría nuestras cir-
picos de la filosofía de la existencia. Así, e.l com~ortars~ ?rác_tico con- cunstancias.
sigo mismo, retomado desde el _punto de ~1sta ~s1coa~1almco, involucra
. El p~oblema de cualquier moral social, sea que tome la forma del
la relación del yo con sus pulsiones, sus identificaciones y las forma-
unperat1vo evangélico o del kantiano o de cualquier otro, consiste en
ciones reactivas de su conciencia moral. En el cuadro general podría-
que no es más que un refuerzo para lograr el apaciguamiento que no se
mos volver a ubicar la soledad del existente; la necesidad del Otro, la
haya logrado por otros medios. Pero este esfuerzo de la moral ha sido,
libertad y la ética. No es este el lugar para ahondar en las rela~iones
e~ y probablemente seguirá siendo ineficaz por sí mismo para condu-
entre filosofía de la existencia y psicoanálisis. La puesta en relación de
cir a los seres humanos a condiciones de vida más dichosas. Con su
ambos enfoques enriquecería el tratamiento de los problemas de la
predicación, la moral no conseguirá que el odio, la agresión y las rnúl-
llamada filosofía práctica. Por el momento y para finalizar ya este úl-
tiples.estrategias de degradación del hombre por el hombre cesen. Será
. timo apartado, retomemos una vez más la h~dla freu~i.ana en sus
necesaria una acción poderosa a través de la educación y la reforma en
implicaciones para las reflexiones morales, sociales y palmeas.
las condiciones económicas y políticas de la organización social, que
La conclusión de la interpretación freudiana es que el malestar es
apunte a favorecer las fuerzas de la vida contra las de la muerte.
un rasgo esencial de la cultura, no uno que obedezca a tal o cual ~oy~n-
. Recapitulando con trazo grueso los contenidos de este capítulo,
tura histórica, ni a algún aspecto particular, sea de orden econormco,
digamos que hemos visto un conjunto de problemas filosóficos den-
social o político. Esto no lleva necesariament~ a pe~sar ~ue entonces
t~o ~e ~o que se da en llamar "filosofía práctica". Partirnos qe algunas
no hay salida, y que las esperanzas de un_a vida mas ,~1ch~sa deban
d1strnc1ones conceptuales básicas y de nociones desarrolladas por los
sumarse a las causas perdidas de la humanidad. Pero si indica que no
filósofos de la existencia, nociones a las que dimos un marcado signi-
se puede desconocer la naturaleza de ese malestar, pues ~o no haría
fi_ca<lo práctico. Retomarnos esas nociones a través de algunas estrate-
más que facilitar que vaya en aumento. En este punto es 1mporta~te
gias de análisis conceptual para asegurar el necesario control analítico
señalar que la aplicación del concepto de malestar d~sde la perspec~1va
de la discusión. Pudimos entonces agregar a nuestra comprensión de
freudiana admite grados: a mayor presión superyorca, mayor sera el
los temas que trata la filosofía, el de la condición de la existencia hu-
malestar. Pero, puesto que el superyó se alimenta de los impulsos agre-
mana, su relación práctica consigo mismo, con las cosas y con los
sivos que son constitutivos de la libido, que es _c~mbién aquello q ~e 1
otro~ hombres y, por último, algunos problemas con los que esa exis-
alienta en el ser humano la búsqueda de la felicidad, ¿qué remedie
tencia debe enfrentarse en su búsqueda de la felicidad, que es, como
habrá para que la cultura ~o agregue ~nás ma~e~t~r a~ ~ít~imo inevit~- enseña Aristóteles, uno de los rasgos fundamentales de la vida moral.
ble, por así decir? ¿Es posible concebir una c1vtl1zac10~ srn malest~.
Así vimos que el principal obstáculo que el ser humano debe enfren-
Atesoremos lo que hastaahora sabemos: el colectivo de la socre-
tar en su camino hacia una vida dichosa está en él mismo, en sus
dad, a través de múltiples estrategias, ordena en la forma de un
tendencias destructivas y autodescrucrivas, las que por suene no impi-
mandato superyoico que renunciemos a la sati~facci6.n de ~uestros
den del todo que la vida y el amor, con marchas y contramarchas,
impulsos y deseos, o bien que los adecuemos a las pautas mas o me-
desplieguen su poder· en pos de una esperanza a la que no podemos
nos severas que nos impone. Quizás el colmo de este mandato lo renunciar sin renunciar a la vida misma.
encontramos en el mensaje evangélico "amarás a tu prójimo como a
202 Introducciones a la filosofía

Bibliografía básica para el capítulo Editorial Gedisa ofrece


los siguientes títulos sobre
+ Freud, S. Obras completas, XXI. Buenos Aires, Arnorrorru, 1992.
+ Levínas, E. El tiempo y el Otro. Barcelona, Paidós, 1993. FILOSOFIA
+ Nietzsche, F. Así hablaba Zaratustra. Buenos Aires, Siglo XX, 1979.
+ Sartre, J-P. El ser y la nada. Buenos Aires, Losada, 1966.
+ Srrawson, P. E Libertad y resentimiento. Barcelona, Paidós, I 995. pertenecientes a sus diferentes
+ Tugendhat, E. Autoconciencia y autodaerminacián. México, F.C.E., 1993. colecciones y series
+ Wittgenstein, L. Ocasiones filosóficas. Madrid, Cátedra, 1997. (Grupo "Ciencias Sociales")

HANNAH ARENDT Hombres en tiempos de oscuridad

E. BARBIER, Michel Foucault, filósofo


G. DELEUZE Y OTROS
CORNELIUS CASTORIADIS Los dominios del hombre

DONALD DAVIDSON De la verdad y de la interpretación

GILLES DELEUZE Empirismo y subjetividad

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JERRY A. FODOR Conceptos

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HANS-GEORG GADAMER Poema y diálogo

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l.
AGNES HELLER Una historia de la filosofia .,··
...

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.

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