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Los milicianos no son reclutas permanentes sino vecinos que aseguran, de manera
intermitente, el servicio de la defensa de la ciudad, la campaña o la frontera. Son miembros de
la comunidad. No son "militares” (Verdo) La expresión de “hombres armados” se aplica mejor
a la condición de estos individuos (Ayrolo).
Participan en las lógicas facciosas, utilizan la fuerza puesta a su disposición para hacer triunfar
sus miras. Los vínculos de obediencia y lealtad que existen entre los oficiales y sus tropas
refuerzan la potencia de las facciones, razón por la cual se puede considera a los
levantamientos militares como una forma de expresión política. Expresan la voluntad de
ciudadanos dotados de una fuerza de coerción en un contexto donde ya no existe una
autoridad suprema.
El apoyo de las milicias, urbanas o rurales es un elemento decisivo para buscar conquistar el
poder
La fidelidad tiene un precio que los hombres en armas saben negociar muy bien. Material,
sueldo o reparto de un botin. La estabilidad en el poder depende de ello, sacrificar los sueldos
de los empleados públicos o negociar empréstitos a veces muy altos con los comerciantes.
Concesión de grados o fueros militares. Reforzar los vínculos de lealtad entre los oficiales, sus
soldados y el gobierno. La concesión de tierras publicas en zonas de frontera. Fuero militar es
un privilegio y un ascenso simbólico en la jerarquía social. Se traduce en desafio a la autoridad
y rebelión a las autoridades civiles. Los gobernantes están atentos a que los privilegios no se
acumulen.
MACIAS Y PAROLO:
TUCUMAN:
Los regimientos del ejercito y las milicias auxiliares se desarrollo sobre la base de principios
corporativos de tipo socio-profesionales. Los oficiales provenían de familias distinguidas,
reproduciendo las jerarquías de la sociedad tucumana. Reflejaron las distinciones y tensiones
internas.
El alistamiento de los hombres en las filas del ejercito, la acción devasadora de las tropas
apostadas en la provincia y la interrupcion del tradicional funcionamiento de los circuitos
comerciales dejaron como saldo esposas abandonadas a su suerte, viudas sin recursos,
invalidos sin posibilidades de trabajo, pequeños comerciantes arruinados, soldados y oficiales
que perdieron sus tierras al regresar de las campañas, enfermos sin posibilidades de cura.
La deserción como una cuestión estructural que implicaba el abandono de las filas y el traslado
de los desertores al enemigo. En 1830 se comenzó con una política de reinserción para evitar
los movimientos sediciosos, indultando a los “traidores”. Para 1840 con la Coalicion del Norte,
hay un recrudecimiento en la política contra los desertores, poniendo la pena capital. Sin
embargo, las inclinaciones políticas se cruzaban con los sistemas de lealtades, configurándose
alrededor de la figura del jefe militar, observándose en la mayoría de los casos una reinserción
y perdón del acto de traición como en los años anteriores. Se asociaba la figura del desertor
con el de vago, ladrón y malentretenido, a su vez que con la figura del traidor.
Schmit: