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Monólogo – San Charles de Foucauld

Primera escena.
(Saludo militar). ¡Aquí teniente Carlos de Foucauld, señor! Nací en Estrasburgo,
un pueblito del noreste de Francia con crepúsculos arrebolados. Estoy ahora
destacado con el 4to. Regimiento de Cazadores de África. ¡Combatimos contra los
bereberes! Soy además muy fiel a mi buena Francia, aunque le soy más fiel a las
muchas damas que me quieren, en especial a mi buena María. Eso sí, he
renunciado a toda concepción de Dios que se me presente. ¡Atención!
Segunda escena.
(Saludo judío, vestido de judío). ¡Shalom! ¡Señor! ¡Aquí el teniente Carlos! ¿O no?
Es que abandoné mi aburrido puesto en Argelia para viajar a Marruecos, y para
ello me he servido de la ayuda de un judío local, el buen rabino Abi Serur (que no
me cae muy bien y es un poco conflictivo), así que para ustedes, yo soy el rabino
Joseph Alemán, que quiere explorar estas tierras desconocidas para la cristiandad
¡shhh! (Duda) Pero incluso he empezado a leer tanto el Corán como la Biblia, y a
estudiar las lenguas de los nativos. Quién sabe, a lo mejor encuentro una
identidad propia.
Tercera escena
(Saludo cristiano, vestido de trapista). ¡Ave María purísima! Me he dado cuenta de
la verdad del cristianismo, y con fuego en mi corazón entré en el monasterio de
Nuestra Señora de las Nieves, en Francia. Soy ahora un trapista muy dedicado, y
ni siquiera debería estarles hablando por mi voto de silencio, pero quiero que lo
sepan. Aún así, no me convencía el estilo de vida en la metrópoli francesa: quería
estar cerca de los pobres, así que ahora vine al monasterio de Cheiklé, en Siria, el
más pobre de todos. ¡Dios los bendiga!
Cuarta escena
(Vestido con ropas de campesino). ¡Ave María purísima! He visto las miserias de
los campesinos palestinos, y he querido parecerme a ellos, así que abandoné el
monasterio en Siria y viajé a Nazaret, donde me he convertido en el jardinero de
una orden de monjas. Me han pedido que me ordene sacerdote para ellas, y lo
estoy pensando mucho. ¿Ustedes qué opinan? Además, recuerdo mis tiempos en
África y a aquellos hombres del desierto que vivían más abandonados que nadie.
El Espíritu me motiva a acompañarles…
Quinta escena
(Vestido con su hábito). ¡Ave María purísima! Finalmente he vuelto a África, donde
he fundado una orden de hermanos del Sagrado Corazón, ya que soy sacerdote.
¡Nadie me ha acompañado! Pero aquí estoy, solo con mis hermanitos del desierto,
del pueblito de Tamanrasset. Aunque ninguno ha querido convertirse, todos creen
en el Profeta Muhammad y a nadie parece convencerle la cruz, pero aquí estoy
para servirles, los amo y ellos me aman. Incluso les pedí que me mandaran todos
los poemas que conocieran. Estoy copiándolos todos y traduciéndolos al francés.
¡Es una bendición, son tan hermosos! Pero la guerra se ha desatado y muchos
han querido independizarse de Francia. ¿Qué haré? (Sonido de toque) Incluso
tocan a la puerta, a esta hora. Voy a ver qué desean. Si Dios quiere, mi fracaso no
será sino una victoria para él. ¡Bendito sea Dios!
(En escenas sin diálogos, Carlos es arrastrado fuera y mantenido cautivo.
Rápidamente alguien le dispara y muere en el acto).

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