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BLOCK

Revista de cultura de
la arquitectura, la ciudad
y el territorio

Escuela de Arquitectura
y Estudios Urbanos

UNIVERSIDAD TORCUATO DI TELLA

1
Universidad Torcuato Di Tella Block, revista de cultura de la Editores del número 8:
Rector: Lic. Manuel Mora y Araujo arquitectura, la ciudad y el territorio
Fernando Aliata
Escuela de Arquitectura y Estudios Urbanos Eduardo Gentile
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Índice

BLOCK, número 8, marzo de 2011

En la tapa: Timbuctú.

Editorial 004

Fernando Aliata Historiografía 007


Eduardo Gentile
Luis Müller

Jorge Francisco Liernur Orientalismo y arquitectura moderna: 210


el debate sobre el techo plano

Ana María Rigotti Moisei Ginzburg: bases de una teoría autónoma de 028
la arquitectura y sus materiales específicos

Claudia Shmidt A propósito de la «Posdata Americana» de Pevsner 042

Patricio del Real Para caer en el olvido: Henry-Russell Hitchcock 048


y la arquitectura latinoamericana

Adrián Gorelik Historias de Nueva York. Arquitectura, capitalismo 058


y pensamiento crítico en Delirius New York

Lecturas:

Carla Berrini De la Konstruktion a la plástica: Sigfried Giedion 068


y sus dos genealogías para la arquitectura moderna

Silvio Plotquin En torno al «regionalismo crítico» 074

Virginia Bonicatto Alan Colquhoun: la aventura de la arquitectura moderna 078


Ana Gómez Pintus
Melina Yuln

Alejandro Crispiani La arquitectura y su reverso 081

Francisco Díaz P. El éxtasis de la práctica y la crisis de la crítica. 089


Notas sobre la escena arquitectónica contemporánea en Chile 0

3
En torno al «regionalismo crítico» Silvio Plotquin

El capítulo «Regionalismo Crítico: arqui- de prácticas divergentes entre sí, pero que
tectura moderna e identidades culturales» en todas las circunstancias, reinterpreta-
que Kenneth Frampton incluyó en la ban una tradición concreta sin abandonar
segunda edición ampliada publicada o rechazar la racionalidad modernista.
en 1983, de su Historia crítica de la arqui- Frampton reconocía que el ejercicio de la
tectura moderna 1 se inscribió en un par- profesión había quedado atravesado,
ticular momento de la cultura arquitec- a partir de los años cincuenta, por lógicas
tónica internacional. En un contexto de otras disciplinas, hasta la sumisión a
de llamada al orden y resistencia contra el normas y leyes de supuesta objetividad y
advenimiento de una práctica proyectual eficacia, no naturales al campo de los
evidenciada en la Bienal de Venecia de arquitectos, una «arquitectura renuncian-
1980 –que ya era reconocida dentro del do definitivamente a ser ella misma».5
rótulo de post-modernismo–, el ciclo de Paolo Porthogesi,6 autor de la presenta-
ensayos y debates críticos pertenecientes a ción del catálogo de la Bienal, planteaba
esta década, tratan precisamente del fin o la imposibilidad de continuar en esas
la supervivencia del proyecto moderno. condiciones, el proyecto moderno futu-
Sin embargo, el efecto de esta posición es rista y positivista de las diversas vanguar-
efímero. El propio Frampton comenzará dias de entreguerras y posguerra. Argu-
a volcar algunos de los elementos, de los mento contra el que Frampton declaró
pares característicos de la «actitud» regio- –como en su momento declarase
Portada de la edición española de Historia crítica de la nalista crítica, en sus trabajos posteriores Manfredo Tafuri–, la imposibilidad de
arquitectura moderna de Kenneth Frampton.
e inmediatos, que finalmente casi una continuar proyecto arquitectónico alguno,
Portada de la edición de «La posmodernidad» década después, migrarán hacia sus escri- sin antes descartar aquellos procedimien-
compilación de diversos autores donde aparecieron
publicadas por primera vez las reflexiones
tos sobre la poética de la construcción, tos contradictorios con esta continui-
de Frampton acerca del Regionalismo Crítico. la tectónica.2 dad del hacer arquitectónico en sí. Era,
Vale la pena dedicar un par de líneas a pues una posición extorsiva. Portoghesi,
la reseña que Frampton publicara en decretaba el fin funcionalista de la
Global Architecture en ocasión de la pri- «prohibición moderna»,7 –o tal vez en
mera Biennale di Architettura di Venezia, atención al International Style de Johnson
fechada en esa ciudad en 1980.3 En ella y Hitchcock–, del acceso a la historia.
mantendrá dos puntos de vista: uno sobre Se trataba pues de una democratización y
la evidencia en dicha exhibición de las desacralización de las formas históricas
sutilezas partisanas de los denominados alegóricas y monumentales, propia de los
postmodernistas; otro sobre la estrategia mass media y la circulación informática
propia de tematizar una alternativa «con- en ciernes.
tinuista» de la cultura arquitectónica, Con la construcción de su idea de
diseminada en las posibilidades locales «resistencia», Frampton en última instan-
concretas. cia, pone sobre el tablero dos disconti-
Tres años antes, en 1977, Frampton ya nuidades. La del proyecto modernista de
había reaccionado ante el «clima» susci- entreguerras y posguerra –discontinuidad
tado por la publicación de El lenguaje del presente, ocaso de una utopía futu-
de la arquitectura postmoderna de Charles rista– y la discontinuidad del pasado que
Jencks, frente a la reducción de la arqui- vuelve a inyectarse «post» modernismos.
tectura a puras imágenes.4 Su respuesta Es posible, y sin dificultad, rastrear
fue precisamente la forja de una idea de la opción de Frampton a favor de una
trinchera, resistente. Un concepto que práctica arquitectónica continuista y
surgió en realidad, como la superposición crítica.

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Frampton trazaba un borde a partir de cado en el volumen Antiæsthetics: Essays discursos «postestructuralista» como los
las omisiones de la curaduría de la pri- on Postmodern culture,11 Frampton estaba de Eisenman, Himmelblau, Koolhas,
mera bienal veneciana de arquitectura, escribiendo sobre la cuestión cultura- Zadid y de los compatriotas Gandelsonas,
con la esperanza de integrar dentro (siem- civilización, en un contexto de debate Agrest, Machado y Silvetti, entre tantos.
pre en positivo) la memoria en la cultura sobre la crisis del proyecto moderno ilu- En paralelo podría citarse aquella his-
presente. En tal sentido es notable el énfa- minista. Cabe preguntarse cómo habría de tórica sesión del Partido Comunista
sis puesto en la incipiente arquitectura implementarse tal matiz bi-frontal, Italiano en Milán en marzo de 1983, cuya
española, de la cual destaca su impronta modernizar las fuentes y espabilar cultu- agenda debatiría el impulso de la demo-
topográfica y su definida poética cons- ras letárgicas, en el vértigo de la civili- cratización interna o la búsqueda de una
tructiva y el reclamo a la curaduría por la zación universal. La cuestión de la cultura nueva vía entre el «compromesso storico»
omisión de Rafael Moneo y de Alvaro regional y la civilización global se ponía propuesto apenas diez años antes por
Siza. En estos tópicos se tendrá el germen en evidencia en aquella cita inicial de Paul Enrico Berlinguer para paliar los efectos
de la tesis más madura sobre una práctica Ricœur, que encabezaba el capítulo sobre de una modernidad nacional no realizada
regionalista y crítica desde una área regionalismo crítico.12 Este parece pre- y las alternativas de las izquierdas.
fuertemente identitaria de Europa –la sentarse como la última oportunidad de La utopía marxista a la italiana atravesaba
Península Ibérica, por caso– claramente comprensión mutua entre modernización el mismo tipo de crisis situacional que
al costado de las sedes de las vanguardias y vanguardia, cuyo divorcio definitivo la utopía urbana-arquitectónica de la
de entreguerras.8 No debe dejar de llamar despunta prontamente, con el crack finan- modernidad de la entre y postguerra. Y,
la atención cómo la topografía de este ciero de los años treinta y la Segunda del mismo modo, en el Reino Unido
borde reverberaría en la década siguiente Guerra. el descontento secular con las formas de
en la construcción del perfil editorial de El mundo de la tecnología y las tec- la arquitectura moderna planteó por lo
las publicaciones AV (Arquitectura Viva) nologías mismas, en el meollo del proyec- menos estas dos salidas entre los escépti-
y El Croquis. Ambas revistas a las que se to moderno iluminista, resultaron inca- cos practitioners de los años setenta: un
suman Quaderns del Colegio de Barce- paces, seguramente después de los años retorno a las formas históricas, cargadas y
lona, Tectónica y Arquitectura del Colegio sesenta, de favorecer formas urbanas susceptibles de significados, o bien una
de Madrid, iniciarían sus tiradas con el significativas. Sumado a que, para estas continuidad formal de lo moderno pero
género «arquitectura española». En prin- fechas, en los Estados Unidos se desacele- no de su programa o su compromiso. Por
cipio reconociendo las filiaciones no raba año a año la inversión en edilicia este lado se entendía como una demostra-
canónicas de la práctica local como la pública, con lo que las utopías modernas ción de que las formas de la arquitectura
arquitectura escandinava –en todo caso de resolver las carencias masivas arqui- moderna de entreguerras podían resultar
como espejo del reclamo similar de los tectónicas y urbanas fueron borradas bellas y significativamente detalladas,
arquitectos británicos que como el propio paulatinamente de las agendas políticas es decir, procediendo con las formas de
Frampton– logran posicionar las figuras y universitarias. Hacia el advenimiento del la arquitectura moderna como con las
distintivas, precisamente de Moneo, Siza, reaganismo, el interés en la cosa pública formas históricas. Por el otro lado, se
pero también de Eisenmann o Ando.9 se asentó en cero y con ello las posibilida- expresaba el reclamo de significado a las
Otro germen visible está en la men- des de las utopías reformistas y funcio- formas que configuran la vida moderna y
cionada síntesis entre la visión del mundo nalistas de principios de siglo. La ausencia la exigencia de que las formas del pai-
del Oriente histórico desde la coyun- de resultados, dio lugar a la difusión del saje urbano del último cuarto del siglo XX
tura arquitectónica de Occidente. discurso plástico del fracaso de la arqui- debían ser textos legibles, como lo
Ello reverberará también en su presenta- tectura de vanguardia del proyecto moder- planteara Venturi, en Complejidad y
ción de Tadao Ando, y en la descrip- nista ilustrado, construyendo otros dis- contradicción.13
ción de la pagoda en el interior de la Igle- cursos compensatorios, historicistas, pero ¿Cómo ha de ubicarse pues el fracaso:
sia de Bagsvaerd en Copenhague, de no históricos (Jencks y Philip Johnson, en el campo de las formas modernas o en
Jørn Utzon.10 por ejemplo) o populistas (Robert Venturi el campo de su proyecto teórico, funcio-
En 1982, con la aparición de su trabajo y Denise Scott Brown, por otro lado), nalista y racional? En The Fiction of
«Towards a critic Regionalism: Six Points caracterizados por una reacción conserva- Function Stanford Anderson 14 subrayaba
for an Architecture of Resistance» publi- dora, a la par que se plantearon otros que, desde el iniciático The International

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Style de 1932, Johnson y Hitchcock fueron Una vez más, se trataba de una estrate- Las prácticas del regionalismo expre-
capaces de abarcar los rasgos unívocos gia de solución a la cuestión de la Civili- san una sensibilidad muy fina hacia las
de aquellas arquitecturas que configurarían zación y la Cultura. Ante el proyecto sin peculiaridades del suelo y al paisaje urba-
tal esperanto arquitectónico: pero entre control de lo informe, la resistencia de la no íntegro, sin rechazar sentimentalmente
esos rasgos, nunca cupo el «funcionalis- forma-lugar. Contra el autismo lingüístico las tecnologías modernas ni las formas
mo». Ese resto del compromiso moderno del «postmodern» estadounidense o la racionales. La clave textural, topográfica
recibió su estocada mortal cuando durante crítica sentada en el populismo de los y material, es decir la experiencia ambula-
el viraje conservador en ambas márgenes «Grays» de Venturi, el planteo frampto- toria y táctil del edificio por un sujeto,
del Atlántico sobre el cruce de los años niano ataca la mera-visualidad de dichos refiere al lugar de esa arquitectura que es
ochenta, ni el gobierno de Reagan ni el de proyectos: la fachada compensatoria, el el lugar de ese sujeto. En definitiva se
Thatcher agendaron ninguna de las gran- «galpón» bien acondicionado. trata de «un» lugar y no el ningún lugar
des deudas sociales de sus metrópolis. Los Si Tzonis y Lefaivre operan con la de un estilo internacional.
arquitectos se verían resignados a poster- hipótesis de un regionalismo que desde la Dos autores argentinos, Marina Wais-
gar los emprendimientos urbanísticos posguerra intentaba restaurar o dialogar man y Roberto Fernández, pensaron
planificados, utópicos e imposibles sin con las utopías sociales de las vanguardias a su vez en relación a las posturas
mecenazgo estatal, orientándose hacia los de entreguerras, Frampton intenta en de Estados Unidos y Europa, la cues-
capitales corporativos, interesados ahora, cambio reinstaurar un regionalismo en los tión de la «región». Como rechazo a esta
en patrocinar «arquitecturas parlantes» ochenta, para continuar la cultura racio- retaguardia, nuevamente central, de una
elocuentes del rol que las corporaciones nal del proyecto moderno y su tradi- práctica regionalista y crítica, ambos
asumieron a partir de la crisis del petróleo ción (la modernidad) que arranca en el aportan dos calificativos complementa-
del ’73. siglo XVIII. El regionalismo de Frampton rios: divergencia y convergencia.
Para Frampton, la vanguardia que tiene además una dimensión espacial Muy tardíamente, en 1990 a la par que
enarbolaba el postmodernismo vintage ancha (incluye todas las culturas vivas del pergeñaba su Historiografía para latino-
europeo-estadounidense representaba globo) y otra ancha dimensión histórica americanos, Waisman redactaba este
entonces sin más la impotencia de las van- (que abarca toda la tradición racionalista breve lugar común con el que interpretaba
guardias, su propio final. Representaba y moderna).16 Espesor y transversalidad sui generis la reconceptualización framp-
también el fracaso de la trayectoria mo- que serán –como se intenta explicar más toniana de categorías como «regionalismo»
dernizante, al borde de la devastación adelante– su punto más endeble. y «región».18 En cuanto al regionalismo
nuclear (uno de los abismos frente a esa Frampton reconoce una tradición de crítico, Waisman, reclamaba un derecho
trayectoria) y la devastación ambiental superposiciones permanentes entre una propio particular, dado que donde se
(otro de los abismos). Desgastadas las po- civilización universal y las culturas loca- debería elaborar semejante línea de acción
sibilidades de una vanguardia, Frampton les.17 En ese sentido cree que el regio- es en las «regiones» (espacios geográfi-
concibe la alternativa de una retaguardia nalismo es la práctica actual moderna cos, culturales, humanos, distintos por
crítica, puesta a favorecer una cultura normalizada de culturas regionales, naturaleza de las metrópolis del sigo XX).
de resistencia dadora de identidad. la ininterrumpida producción de cultura Con una suerte de trasvasamiento de
¿Desde qué estrategia procedía vernácula, ese «lo cual no sea del todo vocablos, «regionalismo» y «región» se
Frampton a introducir esta retaguardia irreparable» del párrafo citado de confunden. Penoso pues es lo que ha
crítica? Pues, a partir del concepto de Ricœur ante el desbaste de las diversas intentado Frampton, precisamente la
Regionalismo Crítico, tal cual fuera acu- culturas particulares concretas. En esta fusión de los conceptos dependentistas
ñado por Alexander Tzonis y Liane producción implica revivir, reformular de «centro» y «periferia» en un continuo
Lefaivre.15 Se trata de imprimir una estra- entonces íconos e ídolos en las figuracio- moderno y dialoguista donde lo mo-
tegia adversa no sólo al recurso melan- nes de una cultura cierta. En ese contexto derno, cartografiado independientemente
cólico o folklorista de las peculiaridades ubica el ejemplo de Utzon. Imponer de su grado de desarrollo, puede sumar
del sitio sino, al mismo tiempo, adversa a al imaginario del templo transformaciones a la realización de aquel compromiso
la informe adopción de maneras popula- del tipo en el tiempo que ha pasado y moderno de las vanguardias arquitectóni-
res de solución y adaptación arquitec- la metamorfosis misma del edificio en el cas de comienzos del siglo XX. Esto su-
tónica o urbanística. tiempo. pone decir para Frampton que en la fisura

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donde lo moderno no ha satisfecho su entre las fisuras de las relaciones entre históricas universales). Esta inclusión
potencial activación de una utopía espe- Civilización y Cultura. Entendidas como subjetiva no generalizable, convierte al
ranzada, ésta debería realizarse con el «realismos» inefables, propios de la dis- regionalismo crítico desde ese lugar, en
aporte marginal al completamiento persión o distopía del centro y sus sen- una práctica resistente.
de una modernidad mundializada. Para tidos, en ellas también se filtran los
Waisman la clave de todo regionalismo «regionalismos» como pensamientos frag-
no es temporal sino local: una retaguardia mentadores en los quiebres.20 Es allí
«desde aquí». donde Frampton se muestra ansioso por
Escudándose en un romanticismo en un nuevo paradigma unificado y cohe- Notas
fuga, emprendiendo «un camino diferente, rente, lo cual resulta paradójico, pues la 1. Kenneth Frampton, Historia crítica de la arquitec-
partir hacia nuevos mundos», Waisman verdadera potencia crítica de un regiona- tura moderna, Barcelona, Gustavo Gili, 1987 (segunda
edición ampliada), pp. 317-331. La primera edición
se contradice, como quién no considerase lismo sería la de las «fracturas», la de fue K. Frampton, Modern Architecture: A Critical
tres mundos, como suficientes.19 La di- la fragmentación. El regionalismo crítico History, Londres, Thames and Hudson, 1980. El ar-
tículo se publicó por primera vez como K. Frampton,
vergencia es una tercera vía, distante de la framptoniano suple una especie de «Prospects for a Critical Regionalism», en Perspecta,
fuga antimoderna (y barroca como toda tras-nacionalidad renovada (una suerte vol. 20, MIT Press, 1983, pp. 147-162.
2. «… en cierto momento continuar con el Regio-
fuga) del «post» y del romanticismo de civilización universal), cuando lo nalismo Crítico pasó a ser casi una molestia para mí»,
resistente de retaguardia de Frampton. valioso sería la potencia fragmentadora, su en K. Frampton, «Reflexiones…», en Revista 3,
marzo/abril de 1994, nº 2, p. 51. Corresponde a la
No puede haber «spleen» en América, desvelamiento de las crisis de la moder- transcripción de la conferencia dictada en el marco de
dice Waisman, como si lo viejo fuera nidad, su valoración simultánea de la V Bienal Internacional de Arquitectura BA’93.
3. K. Frampton, «The need for Roots: Venice 1980»
Europa y no este mundo. Como si efecti- los modos de producción locales, regio- en GA Document, nº 3, 1980, pp. 13-21.
vamente hubiera otro mundo distinto al nales y sitiales de los regionalismos 4. K. Frampton, «Reflexiones…», op. cit., p. 51.
5. K. Frampton, «The need for Roots», op. cit., p. 13.
de la modernidad, sugiere apropiarse con centrípetos. 6. Paolo Portoghesi, «The End of Prohibitionism» en
moderno eclecticismo, adaptar, entender, Las prácticas que Frampton incluye en Gabriela Borsano, ed., The Presence of the Past: First
International Exhibition of Architecture, Milán,
y en última instancia contentarse, sin un regionalismo crítico, fueron en sus Electa, 1980.
ocuparse de los problemas de la moder- sedes reconocidas como modernas. Es 7. Ibídem.
8. Ibídem, p. 21.
nidad. Trilladamente, supone que no decir que cumplen al mismo tiempo con 9. P. Buchanan, «Un florecimiento cultural», en
es ésa la situación de Sudamérica en los las exigencias programáticas dentro de AV Monografías, nº 113, 2005, pp. 96-107.
10. K. Frampton, Historia crítica de la arquitectura
ochenta. Y muy sudamericanamente, las posibilidades tecnológicas del mundo moderna, op. cit., pp. 318 y 329.
plantea una tercera vía: rota la identidad actual, ambas condiciones reales de ges- 11. Hal Foster, ed., The Anti-Aesthetic: Essays on
Postmodern Culture, Nueva York, New York Press,
entre modernidad y progreso material, tión de la arquitectura. Aquí encajan los 1983. Hay edición española: «Hacia un regionalismo
propone dejar de pensarla como tal, casos de Carlos R. Villanueva, Amancio crítico: Seis puntos para una arquitectura de resis-
tencia» en La posmodernidad, Barcelona, Kairós, 1985.
y suponer una identidad utópica entre Williams y Clorindo Testa, a quien re- 12. K. Frampton, Historia crítica de la arquitectura
modernidad, calidad de vida y sustentabi- conoce como dador del carácter del moderna, op. cit., p. 317.
13. Robert Venturi, Complexity and Contradiction in
lidad. De este modo la propuesta de Banco de Londres, obra que le permite Architecture, MoMA, Nueva York, 1966.
Waisman supone una divergencia, que no reflexionar sobre la posición no-monu- 14. Stanford Anderson, «The Fiction of Function» en
Assemblage, nº 2, febrero de 1987, pp. 18-31.
puede entonces considerarse una reta- mentalista de las prácticas arquitectónicas 15. A. Tzonis, L. Lefaivre, «Regionalismo Crítico», en
guardia, sino solamente esquivar el canto «regionalistas». La escala pequeña no A/mbiente, nº 51, octubre de 1986, pp. 21-27.
16. «… Y la tradición no significa solamente la tradi-
de sirena de las modernidades «tardo» megalómana; 21 la mimetización del edifi- ción del siglo diecinueve, o del dieciocho. Significa
y «post» estadounidenses y entregarse a cio con el paisaje natural o urbano, también, la tradición de este siglo», K. Frampton, en
«Reflexiones», op. cit., p. 51.
las seguridades de un paisanismo geográfico e histórico, se presentan como 17. Ibídem, p. 51.
historicista. prácticas realistas –ni herméticas ni abs- 18. Marina Waisman, El interior de la historia.
Historiografía arquitectónica para uso de latinoame-
En uno de sus textos impregnado de las tractas–, que incluyen elementos precisos, ricanos, 2ª edición, Bogotá, Escala, 1993.
teorías topológicas deconstructivistas tomados de culturas vernáculas propias 19. M. Waisman, «Cuestión de divergencia. Sobre el
regionalismo crítico», en Arquitectura Viva 12, mayo-
de Derrida y Deleuze, Fernández ponía o ajenas. Se trata de inmediatizar la junio de 1990.
en relieve quiebres y fisuras, entre aque- presencia y al experiencia del sujeto más 20. Fernández, R. «Crisis de la modernidad: las
fracturas regionalistas», Arquitectura Sur, nº 2, sep-
llas que dejaban entrever las denuncias allá del reconocimiento visual (icónico) tiembre de 1990, pp. 37-42.
del fin de la modernidad; pero a su vez, o intelectual (referencias estilísticas 21. Ibídem, p. 331.

77
Cantidad de ejemplares: 500
Tipografía: Garamond Stempel y Futura
Interior: papel obra de 120 g
Tapas: cartulina ecológica de 220 g

Diseño gráfico: Gustavo Pedroza


Preimpresión: NF Gráfica S.R.L.
Impresión: Instituto Salesiano de Artes Gráficas

Registro de la propiedad intelectual nº 910.348


Hecho el depósito que marca la ley nº 11.723

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