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MUSICA EN LA IGLESIA

¿Es la música en la iglesia manipuladora?


Gente cantando a todo pulmón, saltando, levantando sus manos,
llorando, o tal vez gritando y aplaudiendo en 1 y 3 (haciendo sentir muy
mal a los músicos). Algunos hincados y otros moviendo su cabeza al
ritmo de la música. Lo sepamos o no, la música tiene el poder de hacer
que las personas reaccionen de manera sincronizada a las ondas
de sonido, moviéndose entre distintos estados emocionales. ¿Es esto
manipulación? ¿Es moralmente objetivo hacerlo? ¿La Biblia dice algo al
respecto?

Estas son preguntas que han tomado mucha fuerza en los últimos años.
Cada día son más las personas que piensan en los efectos que puede
tener la música en el contexto espiritual de nuestras reuniones
semanales. Tenemos a quienes defienden en nombre de la ortodoxia el
canto y ejecución exclusiva de lo descrito en la narrativa bíblica (salmos,
címbalos, sistros, arpas, liras, etcétera), y quienes creen que el mandato
cultural nos da una libertad estructurada dentro de la ortodoxia a ejecutar
todo tipo de instrumentos y estilos de música contemporáneos bajo la
autoridad de la Palabra de Dios.

Debido a este espectro de opiniones respecto al rol de la música en la


liturgia cristiana, el conocer la utilidad de la música es sumamente
importante.

Una teológía de la música

La música aparece como referencia por primera vez en Génesis 4:21. A


lo largo de la narrativa bíblica podemos ver cómo la música ha sido parte
de la vida del pueblo de Dios: Moisés escribió canciones, tenemos un
libro entero dedicado a la poesía acompañada con música, Isaías
también escribió cantos. La música ha sido un instrumento para expresar
de manera profunda quién es Dios y qué hizo por su pueblo. En el Nuevo
Testamento vemos al apóstol Pablo dando instrucción a la iglesia sobre
cómo usar la música:
“Que la palabra de Cristo habite en abundancia en ustedes, con toda
sabiduría enseñándose y amonestándose unos a otros con salmos,
himnos y canciones espirituales, cantando a Dios con acción de
gracias en sus corazones”, Colosences 3:16

La palabra Salmo en este texto traduce el griego psalmos (ψαλμός), una


palabra que significa “canción tocada con instrumentos de cuerda”. Este
verso entonces puede leerse como “canten canciones tocadas con
instrumentos de cuerda”.

La música es un regalo de Dios para la gloria de su nombre y nuestro


gozo, como todo lo que existe en este mundo. Como un regalo, debemos
ser buenos mayordomos del mismo, y no elevarlo a un lugar donde se
vuelva el objeto de nuestra adoración. A través de las diversas culturas y
épocas, la música es la forma de mayor y mejor expresión de las
emociones humanas y por ende, un gran instrumento para poder
expresar nuestra alabanza y adoración a Dios por quién Él es y lo que ha
hecho por nosotros.

Al entender esto, entonces podemos aclarar un poco mejor la pregunta


de si la música en la iglesia es manipuladora. La respuesta es sí. Como
cualquier otra cosa creada, la música puede usarse para las intenciones
perversas de nuestro corazón.

La semántica

El diccionario define manipular la acción de “hacer cambios o


alteraciones en una cosa interesadamente para conseguir un fin
determinado”. De primera instancia podríamos deducir que puede existir
una manipulación buena (manipular materia prima para crear una
medicina que ayude a la humanidad) y una mala (manipular procesos
con el fin determinado de mentir y llevar al engaño a las personas).

En nuestro contexto de liturgia, el púlpito y/o el escenario ofrece una gran


responsabilidad derivada de la influencia que conlleva. Consciente o
inconscientemente se ha caído en el error de pensar que necesitamos la
ayuda de factores externos para que la gente pueda “experimentar a
Dios”. Estos factores pueden incluir un tipo de música específico el cual
apela a los sentimientos (ej. acordes menores y/o disminuidos tienen una
sensación de tristeza). El problema es que, si creemos que el fin de
nuestra liturgia es una experiencia, hemos empezado mal desde nuestra
eclesiología.

Por cuestiones como esta, creo que la semántica juega acá un papel
importante. Hablando con un amigo, discutíamos sobre emplear mejor la
palabra persuasión y no manipulación. La manipulación puede llevar
implícito un elemento de autoridad que va en función de conducir al
engaño al esconder información y jugar con las emociones. La
persuasión, por otro lado, es también un método para convencer a las
personas, pero en un estilo muy diferente: presentando datos bajo una
luz verídica y de beneficio a su libertad.

Al final de todo, la música es un regalo de Dios al hombre. Al ser buenos


mayordomos de ella, damos gloria al Señor con su uso, y produce
emociones en nosotros  bajo la sombrilla de la gloria de Dios. La música
es como la leña, que debe de estar bien escogida para que al agregar el
combustible —el corazón de un adorador verdadero— pedimos que
nuestro buen y soberano Señor avive el fuego. Un cristiano dispuesto no
necesita llegar a que lo motiven o manipulen para “adorar”, sino que ya
posee un corazón agradecido por quien Dios es y lo que ha hecho.

La herramienta o el corazón

Si nuestra motivación está centrada en el evangelio, anhelaremos usar la


música como un instrumento para gloria de Dios y nuestro deleite (1 Cor.
10:31).  Si nuestra motivación está centrada en el valor de la Sola
Scriptura entenderemos que como diáconos de la congregación, nuestra
labor no es ser intermediarios, ni llevar a la presencia de Dios a la
congregación, ni mucho menos crear ambientes para manipular las
emociones de la congregación para que sea “más fácil” el “sentir” la
presencia de Dios.

Para un adorador en espíritu y en verdad, la música es un canal para


ayudar a enfocarse en quién Dios es, lo que Él ha hecho por nosotros en
Cristo Jesús, y la respuesta adecuada ante tal realidad. Un cristiano no
necesita la música para adorar, pero puede y debe utilizarla para, como
el salmista, recordarle a su alma “Bendice, alma mía, al Señor, Y bendiga
todo mi ser Su santo nombre. Bendice, alma mía, al Señor, Y no olvides
ninguno de Sus beneficios”

Salmos 103:1-2

¿Cómo Debe Ser La Música En


La Iglesia?
Mientras que la pregunta es bastante simple, las respuestas dadas son
también complejas y controversiales. Todavía, la cuestión crucial para
considerar el porque la música es una parte central en la adoración
cristiana. Si nuestra música no le agrada a Dios, ni la música de unos ni
de otros producirá adoración siendo esa la intención que debe producir.

Así que, ¿Pueden las iglesias honrar a Dios en la música que ellos usan?
En orden de responder esta cuestión correctamente, debemos
comenzar observando los principios de la Palabra de Dios. Ninguna
preferencia personal ni ninguna tendencia cultural puede ser nuestra
guía. Aun en el área de la música, La Escritura debe ser nuestra
autoridad.

Abajo hay diez preguntas que los pastores y los líderes de la iglesia
(junto con toda la congregación) debe hacerse acerca de la música de
adoración que se usa. Tomadas directamente los principios bíblicos,
estas cuestiones pueden no responder cada caso específico, pero ellas
proveen una lista de comprobación teológica para examinar la música
de la iglesia.
1. ¿Esta la música de su iglesia enfocada en Dios? Sin esta cuestión, la
verdadera adoración debe estar centrada en Dios (Exod. 20:3-6), para El
solamente debe ser digno de alabar (Sal. 148:13). El merece nuestra más
ferviente devoción y nuestra máxima prioridad. El es nuestro Rey
exaltado y El debe ser el centro del escenario.

El propósito de la música de la iglesia es proveer un vehículo para


dorarle, y debe ser enfocada en Dios en vez de ser centrada en el
hombre (cf. Sal.27:6, 150:3-4). Cualquier otro propósito o prioridad son
secundarios. Desde un estilo de interpretación a la audiencia y su
reacción, nada debe usurpar el lugar de Dios como el supremo objeto de
nuestro afecto. Porque la adoración bíblica demanda un enfoque
centrado en Dios, la música de la iglesia (que es legítimo que se le llame
música de adoración) debe comenzar y finalizar con El.

2. ¿Promociona la música de su iglesia un alta perspectiva de


Dios? No es suficiente para la música de la iglesia que meramente se
enfoque en Dios, y la perspectiva de Dios es presentada
inadecuadamente. Muchos canciones cristianas vienen peligrosamente
cerca de violar el mandamiento: “no tomarás el nombre de Dios en
vano” (Ex. 20:7) al tratarle en una común y mundana moda.

La música que es digna debe promover una correcta y exaltada


perspectiva de quien es El. (cf. Isa. 40:12-26). A través de la Escritura,
todos los que se han encontrado con el Dios viviente fueron
radicalmente cambiados (Moisés en Exodo 33-34, Isaías en Isa. 6, Pedro,
Santiago y Juan durante la transfiguración en Mateo 17). No hay nada
ordinario acerca del Dios que vieron o de la temblorosa respuesta de
completa adoración que ellos dieron. Nuestra música entonces, si debe
facilitar la adoración sentida, debe claramente transportar la majestad la
gloria, y el honor de Dios (cf. Heb. 10:31, Rom. 11:33-36, Apoc. 14:7).

3. ¿Es ordenada la música de la Iglesia? El Dios a quien servimos es un


Dios de orden. Esto se ve mas claramente en Su creación del mundo,
cuando le dio forma y función. (Gen. 1, cf. Rom. 1:20). No es sorpresa,
entonces, que el apóstol Pablo mandara a los Corintios que “todas las
cosas (en la iglesia) debe hacerse decentemente y en orden” (1ª cor,.
14:40).

Junto a estas mismas líneas, Efesios 5:18 ordena a los creyentes a que
continuamente estén bajo el control del Espíritu Santo todo el tiempo. La
música de la iglesia, entonces, nunca debe animar a los participantes a
salirse del control del Espíritu para el control de alguno otra fuerza, sea
emocional, psicológica u otra. Además, los miembros de la iglesia deben
estar bajo la influencia de el Espíritu de poder de la Palabra de Dios (cf.
Col. 3:16). Emocionalismo sin sentido, mas acelerado por la repetición y
el “dejarse llevar”, viene muy cerca al paganismo de los gentiles (cf. Mat.
6:7) que al de cualquier forma bíblica de adoración.

4. ¿Suena bíblicamente el contenido de la música de su


iglesia? Mientras que la música instrumental es ciertamente apropiada
durante el servicio de adoración (cf. 2º. Cron. 5:13) la mayoría de la
música dela iglesia incluye un contenido de letra. Por lo menos estas
letras deben ser inteligentes y bíblicamente correctas, fácilmente
transportando verdad Escritural hacia todo el que las cante (cf. Ef. 5:19-
20)
Mas allá de ser exacto, las letras deben también ser claras y mantenerse
en el contexto bíblico. Por ejemplo, cantos que vienen del Antiguo
Testamento (aun cuando las letras son directamente citadas del pasaje)
no deben ser hechas para aplicarlas a la iglesia el día de hoy y solo se
aplican al Israel antes de Cristo. (Un excelente ejemplo de esto es
cuando el Salmo 51:11 es cantado sin ninguna explicación de el
contexto)

Las letras nunca deben manipularse o aligerarse en su tratamiento de


los grandes temas bíblicos. En lugar de esto, la música de la iglesia (no
importa el estilo que sea) profundiza el entendimiento bíblico y teológico
de la congregación. Un canto que es inexacto, fuera de contexto, o ligero
solo obstaculizará el crecimiento espiritual de aquellos que lo canten.

5. ¿Promociona la música de su iglesia la unidad? Como he anotado


arriba, la meta principal de la música de la iglesia es adorar. Aunque, la
Escritura también habla de las canciones cristianas como una forma de
edificación (1ª Cor. 14:26, Ef. 5:19-20). Porque la iglesia es el cuerpo de
Cristo (1ª Cor. 12), nuestra adoración hacia Dios incluye nuestro servicio
hacia otros (Rom 12:1-9)

La meta de la adoración corporal entonces es para glorificar a Dios


mientras servimos a otros. Con esto en mente, el acercamiento correcto
la música de la iglesia nunca egoístamente demanda preferencias
personales, pero siempre busca los intereses de los demás (Fil. 2:1-4).
Por otra parte, si algo que hacemos atenta contra el compañerismo
cristiano a caer en pecado, debemos proceder con gran cuidado. (Rom.
14; 1ª Cor. 10:31).
6. ¿Esta realizada la música de su iglesia con excelencia? La música
de la iglesia, junto con todo lo que hacemos, debe hacerse para la gloria
y el honor de Dios (1ª Cor. 10:31). Como nuestro Maestro perfecto y
Padre amoroso, El ciertamente se merece lo mejor que podamos
ofrecerle. Darle a El cualquier cosa que se quede corta y lejos de lo que
El exige. Aun el Israel del Antiguo Testamento se esperaba que diera lo
primero y lo mejor que se pudiera. (cf. Lev. 1-7; Num. 18:32). Innecesario
es decir, si lleva Su nombre, es digno de lo mejor. Mientras que la iglesia
puede no tener los recursos para rentar una orquesta completa o
reclutar una gran banda, la música debe ser hecha con todo el corazón y
con excelencia. La música que no es sincera, de un corazón puro, no es
adoración (Sal. 24:3-4, Amos 5:23). Y la música que es hecha sin
excelencia esta realmente distrayendo, de tal modo que aleja de la
atmósfera esencial centrada en Dios de la verdadera adoración.

7. ¿Prepara la música de su iglesia a la gente para la predicación de


la Palabra de Dios? Segunda de Timoteo 4:2 nos ordena que
encendamos la suficiencia de la Escritura y su importancia en nuestras
vidas (2ª. Tim. 3:16-17). Es solo a través de la Palabra de Dios que
podemos aprender acerca de El; es solo a través de la Biblia que Dios se
revela asimismo a nosotros. La Escritura, entonces, debe ser la pieza
central de la adoración corporal, proveyendo el concepto y el momento.

Por esta razón, los tiempos de cantar (cuando el pueblo de Dios habla
con El) no deben deslucir o eclipsar la predicación (cuando Dios habla a
su pueblo a través de la Palabra). En lugar de esto, a la adoración a
través del canto que toma lugar antes del sermón debe preparar a la
congregación a lo que El Espíritu Santo quiera que oigan. Y la música de
la iglesia que sigue al sermón debe ser la respuesta apropiada para que
sea recibida (cf. Col. 3:16-17).

8. ¿Adorna la música de la iglesia el evangelio de Jesucristo? El


modelo del Nuevo Testamento de la vida de la iglesia implica que es la
función primordial de la asamblea local como un lugar de adoración y
edificación. (cf. Hechos 2:41-42). Evangelismo, por el otro lado, se espera
de los creyentes al ir a todas partes del resto de sus actividades diarias
(Mat. 28:18-20).

Al ser dicho esto, la iglesia local (como una asamblea de cristianos) debe
estar presente dando buen testimonio para ser visto por el mundo (cf.
1ª. Or. 14:23-25). Después de todo, Pablo nos ordena “adornar la
doctrina de Dios nuestro Salvador… en todo” (Tito 2:10), y Pedro nos
exhorta a “proclamar las excelencias” de Dios (1ª. Ped. 2:9). La música de
la iglesia, entonces, debe ser un testigo maravilloso de las grandezas de
nuestro Señor y Salvador. Y no debe empañar su reputación o confundir
a los inconversos así como el evangelio enseña.

9. ¿Promociona la música de su iglesia adoración apasionada? Como


ya se dijo antes, la música de la iglesia debe ser enfocada en Dios,
reverentemente presentándole en toda Su majestad. Al mismo tiempo,
nunca debe ser aburrida, seca o anquilosado. Después de todo, Dios no
es aburrido. Y el cielo (donde la primordial ocupación es la adoración) no
es aburrido (cf. Apoc. 4-5)

Mientras mantengamos una apropiado respeto por Dios, la adoración


bíblica es siempre rebosante con pasión personal y emoción de
exaltación de Cristo (cf. 1º. Cron. 15:29, 16:4-6)). Claro, la expresión de
esta pasión se manifestará por sí misma diferentemente en diferentes
congregaciones. Además, esta pasión debe ser expresada en una
manera ordenada y con un Espíritu controlado. No obstante, la
adoración apasionada (sonando mas como a un arrullo de cuna que a
un himno glorioso), no es realmente adoración del todo (Juan 4:23)

10. ¿Esta la filosofía de la música de su iglesia basada en principios


bíblicos? A través de numerosas preferencias y opiniones que existen, la
filosofía de la música de su iglesia debe estar basada en principios
bíblicos. Los líderes de la iglesia no deben simplemente apegarse a
ciertos estándares porque esto siempre se ha hecho así. No deben
permitir ciegamente algún tipo de música para ser tocada en sus
servicios de la iglesia. No obstante, ellos deben buscar las Escrituras
(como los de Berea de Hechos 17:11), determinando los principios
bíblicos que ciñen una filosofía correcta de música en la adoración.

Una vez que los principios han sido establecidos, el líder de música tiene
la libertad de aplicar estos principios en maneras diferentes
dependiendo en las necesidades específicas de su congregación. Al final,
los pastores deben cuidadosamente, no exaltar la preferencia personal
al mismo nivel como el principio bíblico, o ignorar los principios bíblicos
bajo la suposición que todo acerca de la música de la iglesia es
preferencial.

"La música" 
Estudios maranahta
Mucho se ha dicho y escrito a favor y en contra del uso de instrumentos musicales dentro
de la iglesia. Pero lo más importante para el cristiano que desea agradar a su Señor, es
clarificar si a Dios le gusta el uso de los instrumentos musicales en la iglesia, que es la casa
de Dios. Por tanto, no es asunto que si a mí me gusta o si a otro le agrada.

Los defensores del empleo de los instrumentos musicales en la iglesia de Dios,


necesariamente deben recurrir al Antiguo Testamento para sostener su posición, porque la
verdad es que en todo el Nuevo Testamento, donde se encuentran todas las enseñanzas para
que el cristiano sepa cómo debe conducirse en la iglesia, que es la casa de Dios, no figura
ninguna mención del uso de instrumentos musicales por parte de los primeros cristianos.

La historia lo confirma que no fue sino hasta el siglo VII, más precisamente en el año 670,
cuando por vez primera se introdujo un instrumento musical, y no fue exactamente en la
iglesia cristiana, sino en la iglesia católica romana, cuando el papa Vitaliano introdujo un
órgano.

Esto significa que la iglesia estuvo durante siete siglos sin usar instrumentos musicales.
Cualquier estudiante de la historia del cristianismo lo sabe. ¿Por qué la iglesia primitiva no
empleó instrumentos en sus reuniones y los israelitas del Antiguo Testamento sí?

Vale destacar que Israel es el pueblo terrenal de Dios, quien sirvió y adoró a Dios por
medio de símbolos, figuras, sombras de la realidad misma de las cosas que habrían de
venir. Así que viniendo Cristo, todas esas expresiones fueron puestas de lado.

La iglesia, el pueblo espiritual de Dios que tiene promesas celestiales, no está sujeto a esas
ordenanzas que el Señor estableció con el pueblo terrenal. Dios llamó a Abraham desde Ur
de los Caldeos para fundar en él y en su descendencia el pueblo terrenal, Israel.

Abraham es el padre de la nación de Israel y Dios estableció un pacto con él, entregándole
ordenanzas distintivas del resto de las naciones, el diezmo y la circuncisión; esto lo vemos
en Gn. 14 y 17 respectivamente, posteriormente Dios confirmó con Moisés estas
ordenanzas y le añadió una larga lista de otras nuevas en el monte del Sinaí.

Por tanto, todo lo que Dios mandó desde Abraham - hasta Juan el Bautista, fue para su
pueblo terrenal, Israel. Además no debemos de olvidar que la iglesia, como dice en Ef. 3,
era el misterio escondido desde los siglos en el Antiguo Testamento.

Si honesta y sinceramente deseamos conocer cuáles son las ordenanzas para la iglesia, su
pueblo espiritual, necesariamente debemos recurrir al Nuevo Testamento, porque allí es
donde encontramos todas las instrucciones que el Señor y sus apóstoles dejaron para los
que nos ha correspondido vivir después de Juan el Bautista. Es decir, para los que estamos
bajo la gracia, el pueblo espiritual de Dios, su iglesia, que es la esposa del Señor.

El pueblo terrenal, Israel, en la antigüedad, debía agradar a Dios por medio de complejas
ceremonias y sacrificios; en cambio ahora Dios nos dice en Jn. 4: 23 "La hora viene, y
ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad,
porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren, Dios es Espíritu, y los que le
adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren".

En el Antiguo Testamento el pueblo terrenal, Israel, le adoraba por medio de sacrificios y


cánticos que eran amenizados con instrumentos que Dios específicamente les había
señalado. Tampoco era con cualquier instrumento que a ellos les agradara, sino con los que
Dios les había indicado. 

La música se tocaba en ocasiones limitadas y especiales señaladas por Dios, por ejemplo
durante los sacrificios, 2 Crónicas cap. 29:28 "Y toda la multitud adoraba, y los cantores
cantaban, y los trompeteros sonaban las trompetas, todo esto duró hasta consumirse el
holocausto". 

El pueblo de Israel tenía varios instrumentos musicales. Pero únicamente se mencionan 4


de éstos, como autorizados para tocarlos en el templo. 2Crónicas 29:25 y 26 "Puso levitas
en la casa de Jehová con címbalos, salterios y arpas,... y los sacerdotes con trompetas".

Los israelitas tenían cultura musical y diferentes instrumentos musicales que empleaban en
sus fiestas y reuniones familiares. Pero en el templo de Dios no podían usar cualquier
instrumento que a ellos les agradara, sino solamente los 4 que Dios les había indicado y en
las ocasiones que Dios les había señalado.

Pero cuando llegamos al Nuevo Testamento, no encontramos la mención de ningún


instrumento musical que la iglesia primitiva hubiera empleado. Y la historia se encarga de
confirmarnos, como ya lo he referido, que no fue sino hasta el año 670 cuando el papa
Vitaliano, introdujo el primer instrumento musical que fue un órgano.

A Israel, el pueblo terrenal, Dios le dejó instrucciones muy específicas para el uso de los
instrumentos musicales, les dijo cuales y cuando debían usarlos.

Pero a la iglesia, el pueblo espiritual, le dice que ahora es, cuando los verdaderos
adoradores le adorarán en espíritu y en verdad, porque Dios tales adoradores busca que le
adoren. Y no menciona nunca ningún instrumento musical para la iglesia, obviamente que
no fue por olvido.

Entre las instrucciones para la iglesia podemos leer en Colosenses 3:16 "La palabra de
Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda
sabiduría, cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y
cánticos espirituales".

Los primeros cristianos cantaban himnos, pero no empleaban instrumentos musicales en sus
reuniones, seguramente que muchos de ellos los tocarían en sus casas con sus familias, pero
nunca fueron empleados en las reuniones de la iglesia.
La exhortación del Señor para la iglesia es muy clara : lo que habría de abundar en medio
de ella, no era la música, sino la Palabra de Dios. "La Palabra del Señor more en
abundancia en vosotros". Y ¿qué es lo que hoy vemos en las iglesias? ¿Es la Palabra de
Dios la que abunda en ella o es la música del mundo?

A un pueblo espiritual, como debería ser la iglesia, se le exigirá más que al pueblo terrenal,
Israel. Pero lamentablemente vemos que el mundo ha invadido las iglesias,
transformándolas en verdaderas Discotecas donde abunda el Rock Cristiano, la salsa
cristiana, la cumbia cristiana, los tangos cristianos, etc.

Todo esto amenizado frenéticamente con instrumentos estridentes que ni aún permiten
escuchar su letra ni entender lo que dicen. Y más aún, cuando para que su público se
concentre plenamente en su último ritmo musical de moda, lo interpretan en un idioma
extranjero.

Toda esta música del mundo, mantiene muy ocupada a la iglesia, saltando, gritando,
aplaudiendo y moviéndose al ritmo que interpretan los nuevos ídolos de la canción.

En estos nuevos club sociales que hoy "llaman" iglesias, el olor grato de la fragancia de la
santidad del Señor, ha sido reemplazado por el olor de las comidas que éstos comerciantes
del evangelio venden en la casa del Señor.

Qué insulto al Dios Santo ante quién los serafines se cubren en su presencia, para cantar
reverentemente : "Santo, Santo, Santo, Jehová de los ejércitos".

¿Podría alguien en su sano juicio, asegurar que toda esta basura que hoy ha invadido las
iglesias son "cánticos espirituales?" ¿O que en esos lugares "abunda" la Palabra del Señor?

Pero en cambio ese fue el mandamiento para la iglesia: "La Palabra del Señor more en
abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría,
cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos espirituales".

En las Discotecas o Club Sociales que hoy llaman "iglesias", la Palabra del Señor brilla por
su ausencia, porque la congregación está muy ocupada en un desenfreno de orgía
emocional que les mantiene moviéndose, gritando y aplaudiendo al nuevo ídolo de la
canción que está de turno.

Con justa razón dice el Señor de esta iglesia, la última antes de su venida, que es una iglesia
que le causa nauseas. Y él no está allí, sino afuera Ap. 3:16 "por cuanto eres tibio, y no frío
ni caliente, te vomitaré de mi boca. Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de
ninguna cosa tengo necesidad, y no sabes que eres un desventurado, miserable, pobre, ciego
y desnudo.

Yo estoy a la puerta y llamo". El Señor está afuera, a la puerta, llamando para que lo dejen
entrar. El Santo no puede estar en medio de esta corrupción. 
Si el Señor viniera hoy, de seguro que actuaría con la misma indignación santa que le
invadió cuando vio la corrupción y el comercio que hacían los fariseos de su época. Tomó
un látigo y los expulsó del templo y les dijo: "Mi casa, casa de oración será llamada, pero
vosotros la habéis hecho cueva de ladrones".

Estos profanos intentan justificarse, diciendo que su intención es alcanzar a los jóvenes por
medio de la música. A los tales les pregunto ¿en qué parte de la Biblia dice que debemos
hacer eso? ¿Cuándo el Señor nos ha mandado alcanzar a alguien por medio de la música?
El poder está en el evangelio, en su Palabra, no en la música.

Sólo intentan justificarse porque es a ellos, a los que nunca han nacido de nuevo, a quienes
les gusta esa música. Porque el Señor nos asegura que cuando nacemos de nuevo, he aquí
todas las cosas son hechas nuevas, tenemos nuevos gustos, nuevos intereses.

Nuestro único deseo es agradarle a él y no a nosotros mismos. Él ha sido muy claro para
decirnos que busca adoradores que le adoren en espíritu y en verdad. 

El se agrada en que su Palabra abunde en nosotros, no la música, porque el poder está en su


Palabra, no en la música.

El desea que cantemos con el corazón, himnos espirituales para él, no la música del mundo
que solamente nos hace recordar ese tiempo que pertenecíamos al mundo

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