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El joven que se casó con una mujer muy brava

ESCENA 1
PADRE POBRE : Hijo, pensalo mejor antes de cometer ese error y que después sea tarde. Esa mujer es más
rica que nosotros y no queda bien que sea la esposa quien tenga más que el marido.
HIJO: Si papá, tenés razón. Pero vos pensá que al lado de ella puedo vivir bien y no me va a faltar nada. Si vos
no me dejás hacer esto, voy a vivir una vida en la pobreza.
PADRE POBRE: Me admira tu coraje hijo y mucho más cuando los veo tan diferentes. Vos sos pobre y ella es
rica. Tiene muchas tierras, muchas riquezas. Cosas que vos ni en toda tu vida podrías alcanzar.
HIJO: No importa pá. Lo que ella tenga, yo se las voy a aumentar con mi esfuerzo.
PADRE POBRE: Es que hay otro asunto. Conocemos lo que se habla de esta mujer. Se dice que es brava, que
es mala y vos sos una buena persona. No digas después que no te advertí.
HIJO: Golpeemos a esa puerta. Yo sé que la mujer es mala, pero es de mi gusto. Si el padre no tiene
problemas, vos quedate tranquilo que yo ya sé lo que voy a hacer para demostrarle quien soy desde el
principio.
(Llaman a la puerta y los atiende el padre de la muchacha)

ESCENA 2
PADRE RICO: Hola, ¿Qué los trae por acá?
PADRE POBRE: Vengo por un asunto de mi hijo
PADRE RICO: Díganme
PADRE POBRE: Usted… tiene una sola hija… y yo… un solo hijo…
PADRE RICO: Sí, tengo una sola hija. Pero me pesa como si fueran doscientas
PADRE POBRE: y yo sólo tengo este hijo. Hace mucho tiempo nosotros fuimos amigos y juntamos nuestra
amistad… Hoy, me gustaría que juntemos a nuestros hijos ya que él la desea.
PADRE RICO: (se levanta pasmado) ¿Qué escuchan mis oídos? ¿Vos me estás diciendo de casar a nuestros
hijos? ¿De llevarte a mi hija de casa?
PADRE POBRE: Sí. Yo le advertí de la riqueza de ustedes y de nuestra pobreza… pero él quiere…
PADRE RICO: (Avanza hacia el joven quien retrocede perplejo) ¿Qué él quiere casarse con mi hija? ¿No me
engañan mis oídos?
JOVEN: Sí, eso quiero. Si usted no tiene problemas…
PADRE RICO: ¡¿Que si tengo problemas!? Pero qué peso vienes a sacarme de encima (se acerca y le da un
abrazo)
PADRE POBRE: Entonces, ¿Dice que sí?
PADRE RICO: Jamás nadie hubiese querido casarse con ella. Pero dejame advertirte algo: mi hija es muy
mala, áspera y sería muy mal amigo si no te lo dijera… No quiero consentir en tu desgracia
PADRE POBRE: Tranquilo, que mi hijo ya estuvo advertido de eso, pero así y todo, la quiere
PADRE RICO: y bueno, no se hable más. ¡Yo te la doy, por supuesto que te la doy! Pero que Dios te
proteja. (Se oye una pelea en la casa se escuchan platos que se rompen) No se espanten: es mi hija que
debe estar peleando amigablemente con su madre. (Aparecen madre e hija). ¡Hola hija! ¡Esposa! Vengan
que hay buenas noticias.
MADRE: Soltá te digo. ¡Soltá!
HIJA: ¡Dejá que esto es mío, mío y mío!
PADRE RICO: hija indomable. ¿Así te vas a presentar? ¿No ves que hay visitas?
HIJA: (con ojos desorbitados) ¿Y quién los conoce a estos? ¿Qué me importa?
PADRE RICO: (señalando al joven) el hija mía, es tu marido
HIJA: ¿Mi marido? ¿Esto? (se ríe) ¿No me encontraste algo mejor en la feria?
MADRE: Por Dios marido ¿Con el más croto venís a casar a nuestra hija?
PADRE RICO: Cállate de una vez mujer y que no se diga más. Yo digo que así sea, y así será. Mañana
mismo será la boda.
MADRE: (furiosa) ¡Claro, tu voluntad, tu voluntad. Y a mi voluntad que la parta un rayo nomás! Mi
hija… ¿con eso? Pobre mi hija.
PADRE RICO: (En secreto al padre del joven) La madre es igual, pero a esa ya no hay quien me la
saque de casa.

ESCENA 3
(Se hizo la boda. Los novios quedan solos en su casa; pero antes la muchacha recibe consejos
de sus padres):
PADRE RICO: Ya estás casada hija. Ahora te voy a dar un consejo: obedece a tu marido, hacele caso,
hacé lo que él te dice que hagas y sin protestas.
MADRE: (tomando a su hija del brazo, llevándola al otro extremo)
Casada eres hija. Ahora, escuchá mi consejo: No te dejes ablandar por nada. Ni por las buenas ni por
las malas. Acordate que vos no sos sirvienta de nadie.
PADRE RICO: Vayamos a casa y que los novios queden solos en su hogar

ESCENA 4
(Los novios, ahora marido y mujer, se encuentran solos en su casa, en su noche de bodas.
Primero, deciden sentarse a una mesa)
MARIDO: Te digo esposa, que yo no veo que es esta casa se cumpla con las costumbre de esta tierra,
que es la de preparar la mesa sin que falte nada. ¿Vos ves que hayan puesto todo acá? Para mi falta
algo.
MUJER: ¿Qué decís? ¿No ves que está todo puesto?
MARIDO: No, no veo. Falta el aguamanos ¡Y yo quiero lavarme las manos!
MUJER: ¿Aguamanos? ¿Con eso salís ahora? ¿Desde cuándo te lavaste las manos para comer? Comé
y cállate querés que bien acostumbrado estás a comer con las manos sucias. ¡Por Dios, lo que falta!
MARIDO: Siempre fui pobre, pero limpio. (Pegando un rito) ¡Quiero lavarme las manos! (Espera un
poco. Al ver que no hay respuestas le da una piña a la mesa y alza la voz) ¡Dije que quiero lavarme las
manos! (Mira alrededor y espera unos segundos. Al no ver respuesta mira al perro y le dice): ¡Vos,
perro! ¡Dame agua a las manos!
MUJER: (Riéndose) ¿Vos le estás hablando al perro?
MARIDO: (Esperando) ¿Cómo? ¿No me escuchaste perro traidor? ¡Aguantá un toque y vas a ver lo que
te pasa! (se levanta y lo mata a cuchilladas)
MUJER: (perpleja) Pero, ¿Qué hiciste? ¿Mataste al perro? ¡Cómo vas a hacer eso si el perro
no entiende!
MARIDO: Yo le mandé traer el aguamanos y no me hizo caso. (limpia la espada con el mantel, mira
alrededor y ve a un gato. Mirándolo fijamente le dice:) ¡Ey vos gato, dame agua a las manos!
MUJER: ¿Le estás hablando al gato ahora?
MARIDO: ¡Ah gato traidor! ¿No me vas a dar agua a las manos? ¿No viste lo que fue del perro por no
obedecerme? Ya vas a ver vos también. Si me seguís ignorando te va a pasar lo mismo que al perro. (Se
levanta y lo mata a cuchilladas. Se escuchan unos maullidos estridentes. Vuelve a entrar con el gato
ensamblado en el cuchillo. Lo tira contra el suelo)
MUJER: ¡Mi gato, mi pobre gato! (Lo levanta por el rabo comprobando que está muerto)
MARIDO: ¡Y ahora vos caballo, dame agua a las manos!
MUJER: ¡Ah no, eso sí que no! ¡Acordate que gatos y perros hay muchos, pero caballo tenemos uno
solo!
MARIDO: ¿Y qué te pensás? ¿Qué por tener un solo caballo, este no me va a tener que atender? Que
no me haga enojar, sino ¡Te juro por Dios que le va a pasar lo mismo que a los otros! (mirándolo
fijamente y ella que retrocede con miedo comenzando a espantarse). ¡Y no va a quedar nadie vivo
aquí que se niege a hacer lo que yo mando! ¿Escuchaste animal? ¡Dame agua a las manos, ahora! (al
ver que no responde, se levanta y lo mata a cuchilladas, de la misma manera que lo hizo con el perro y
con el gato)
MUJER: ¡Dios mío! (Santiguándose) ¡Está loco!
MARIDO: ¿Y qué? Yo mando una cosa, ¿y no se me obedece en mi propia casa? (tira la silla de un
puntapié. Vuelve a mirar por todos lados con furia. Fija los ojos en ella y le dice reposadamente):
Mujer, dame agua a las manos.
MUJER: ¿Agua? Si si marido, pero como no me lo pediste antes (corre y vuelve con el aguamanos).
Dejá, no te molestes, yo te lavo
MARIDO: está bien. Ahora dame la comida
MUJER: si si si, la comida. ¡Ya mismo! Acá está la comida (le sirve la cena con sonrisas. Queda de pie
mientras él cena).
MARIDO: ¡ha! Como agradezco a Dios que me hiciste caso, que si no, te iba a pasar lo mismo…
MUJER: ¿Y cómo no te voy a hacer caso? Si yo sé que no hay nada mejor que obedecer a mi querido
esposo. Mándeme cuanto quiera marido, que yo con mucho gusto le voy a obedecer
MARIDO: ¡Callate!
MUJER: si, si, si perdón
MARIDO: Está fea la comida
MUJER: si, si, si fea está
MARIDO: que no vuelva a pasar
MUJER: no, no, no. No va a volver a pasar
MARIDO: me voy a acostar
MUJER: si, si, si marido
MARIDO: Y cuida de que nadie me despierte que con el enojo que tengo, no se si voy a poder lograr
dormir reposadamente. (A ella) ¡Levanta esa silla!
MUJER: Si, marido perdón.
MARIDO: Alumbra
MUJER: Ya mismo

ESCENA 5
(Entra en escena el padre de la muchacha y escucha con atención)

PADRE RICO: para mi es sospechoso tanto silencio ¿Qué estará pasando acá? ¿Vivirá el muchacho?
(Golpea la puerta y sale el marido)
MARIDO: Ya está mansa, mansita
PADRE RICO: ¿Qué?¿Mi hija mansa?
MARIDO: mansa como una cordera
PADRE RICO: Pero, ¡que buena noticia es esa! ¿Cómo lo lograste?
MARIDO: Infundiéndole miedo desde el principio. Le mandé traer agua al perro y como no lo hizo, lo
maté. Hice lo mismo con el gato y con el caballo. Así que cuando le mandé a ella, me hizo caso por
miedo a que le pase lo mismo. Le prometo suegro que su hija va a ser la mujer más obediente del
mundo.
PADRE RICO: Yerno, que gran idea me estás dando. Ojalá yo pudiera hacer lo mismo con la madre,
pero a esa ya no hay quien me la saque de casa. Para intentarlo aunque sea, ¿Me prestás la espada?
MARIDO: claro que sí.
(El padre rico se va con la espada a su casa e intentará hacer lo mismo con su mujer)

ESCENA 6
(El padre rico se dirige hacia su casa con su esposa)
MADRE: ¿Qué hacés marido tan temprano?
PADRE RICO: (autoritario) ¿Y quién sos vos para preguntarme?
MADRE: ¿Cómo? ¿Qué quién soy yo decís?
PADRE RICO: Habla sólo cuando te lo mande y ojo con hacerme enojar
MADRE: ¡Ah bueno! ¿Qué te picó ahora? (canta el gallo en el corral)
PADRE RICO: y antes de contestarme, mirá muy bien lo que voy a hacer. (dirigiéndose al gallo) eh!
Vos gallo. ¡Dame agua a las manos!
MADRE: ¿Pero qué hacés? ¿Al gallo le hablas?
PADRE RICO: Silencio. Y ojo con lo que va a pasar acá. ¡Gallo traidor! ¿No me vas a obedecer? ¿No
oíste que te pedí agua en las manos? ¡Vas a ver lo que te va a pasar! (sale furioso al corral, donde se
escuchan cintarazos)
MADRE: ya… ¡A preparar el gallo para cocinarlo! (se remanga los brazos esperando tranquila. Vuelve
el marido trayendo al gallo por el cuello)
PADRE RICO: ¿Viste lo que fue del gallo por no hacerme caso?
MADRE: Sí, lo entiendo perfectamente. Pero tarde te acordaste. Hubieses demostrado bien como eras
al principio y no ahora que ya te conozco hace treinta años. (Arrebatándole el gallo de las manos y
golpeándolo) ¡Andá para adentro y dejá de hacerte el malo que no te serviría ni aunque mataras cien
caballos!

FIN

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