Está en la página 1de 7

UNIVERSIDAD DEL VALLE SEDE PACÍFICO

ADMINISTRACIÓN DE EMPRESAS
COMPRENSIÓN Y PRODUCCIÓN DE TEXTOS ACADÉMICOS
ESTUDIANTE: CARLOS ANDRÉS SOLIS OCORÓ
CÓDIGO: 201966298
ENSAYO ARGUMENTATIVO

Ensayo de la Película Duro Aprendizaje

El contenido de esta cinta es una sátira sobre los estereotipos que envuelven a una sociedad

fragmentada por sucesos históricos que han marcado un antes y un después en la lucha por el

reconocimiento individual y el notorio estatus social que diferencia a unos de otros en un país

como los Estados Unidos de América donde tienen una gran diversidad cultural y el arraigo a las

ideologías conservadoras locales y extranjeras que aún prevalecen en algunos sectores de la

comunidad, estas ideas han sido transmitidas a lo largo de una historia con múltiples guerras que

fueron impulsadas por ideologías de tipo racial, económica y territorial, las cuales dejaron

secuelas que hasta hoy en día se pueden evidenciar. En la película, a parte del notable racismo y

la xenofobia, se puede identificar una clara disputa psicológica que más adelante se vería

superada por los personajes principales debido a hechos de gran impacto a nivel general que

darían paso al clímax del metraje.

Algunas escenas mostraban pequeños grupos que evidencian la necesidad de compartir sus

ideales que se acentuaban cuando eran reconocidos y aceptados por un grupo personas.

La falta de información, los prejuicios o creencias erróneas, pueden crear estereotipos sobre

los extranjeros y los refugiados que son meras simplificaciones de una realidad mucho más
compleja. En este sentido, la información y la educación son fundamentales para acabar con los

estereotipos.

Por una cuestión social, psicológica o de simple conveniencia, el ser humano posee la

tendencia de temer a aquellos que son diferentes. Los grandes triunfos de la antigua humanidad

fueron logrados por esclavos que en poco se diferenciaban de animales o insectos para sus amos

de látigo fácil. La absurda pelea sobre qué supuesta raza es superior a las demás ha costado

demasiadas muertes al ser humano y más si tenemos en cuenta que la opinión general de los

biólogos es que no existe otra raza humana que la “homo sapiens” y que las distinciones más allá

de esa serían causadas por las percepciones sociales.

Este es el inicio la Declaración de Independencia de los Estados Unidos, publicada el 4 de

julio de 1776. “Sostenemos como evidentes en sí mismas estas verdades: que todos los hombres

son creados iguales; que son dotados por su creador de ciertos derechos inalienables; que entre

estos están la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad”. Comúnmente sobre el papel todas

las palabras parecen hermosas y llenas de ilusiones, pero cuando estas salen al mundo real la

cosa suele cambiar.

De este modo, la sociedad parece regirse por el lema despótico ilustrado “Todo para el

pueblo, pero sin el pueblo” en el que solo determinadas personas, las que más se asemejen o

convengan, son las beneficiarias de los avances y mejoras que se han conseguido en nombre de

la libertad, la igualdad y la fraternidad, (el mundo siempre se ha visto a través de un filtro

cromático que dejaba fuera a mucha gente).


Debido a revueltas de esclavos y protestas de todo tipo, la lucha contra el racismo y la

xenofobia ha ido ganando adeptos y triunfos a lo largo del reciente siglo XX, aunque también

hubo pequeñas victorias previas que fueron allanando el camino para la igualdad real.

Esas pequeñas victorias abrieron el camino a una revolución que desencadenaría la lucha por

los derechos de poblaciones que venían siendo maltratadas a lo largo de la historia, formando

movimientos radicales y uno de los más conocidos fue llamado “El Nacionalismo Negro”,

gracias a esto podemos disfrutar de una sociedad que aparenta más igualdad e intenta superar

todas las barreras raciales y diferencias de pensamiento, con esto se busca la aceptación y se da

un paso positivo a la convivencia en paz de todos los seres humanos.

No obstante, hay una evidente represión de las verdaderas ideas de pensamiento en una

sociedad materialista y superficial que generó una nueva forma de discriminación a la cual

podeos llamar “Racismo silencio”.

No es posible explicar la cara del actual racismo por simples fragmentos aislados de ideas

racistas en la cabeza de algunos pocos individuos retrógrados. El racismo y la discriminación son

fenómenos con alcances psicosociales que atraviesan nuestras acciones y pensamientos

cotidianos de formas que pueden incluso pasar desapercibidas para nosotros mismos.

Comúnmente el ser humano pasa por alto algunas expresiones, acciones he ideas que pueden

atentar contra si mimos, por eso es necesaria una importante aclaración, el racismo no sólo se

dirige hacia otros individuos o colectividades, sino que puede ser dirigido hacía el sí mismo

como individuo o a la colectividad propia. En este caso, el racismo se interioriza volcándose

sobre sí mismo. De ahí que se hable de “endoracismo”. Sobre el endoracismo, el antropólogo

afrocolombiano Rafael Perea Chalá escribe:


“A fuerza de escucharlos, de borrarnos la historia, de impedir nuestro acceso a la educación,

de escuchar dichas ideas en la educación formal informal, en la cotidianidad, terminamos por

internalizar dichos preconceptos que nos degradan como personas humanas. Nos han conducido

al autodesprecio, a no reconocer a nuestros valores en tanto que colectivos humanos

[...]Quedamos homogenizados, representando el mal, la fealdad, todo lo no deseable [...] La

colonización de nosotros hizo un Frankenstein, donde finalmente hemos quedado como una

caricatura de los “amos”. Subsisten en nosotros dos personalidades, una es la ancestral en lucha,

con el reflejo deformado del “otro”. Este es nuestro principal enemigo, no ser nosotros mismos,

si no querer ser el otro”. (2007. “De la ideología racista”. Comisión de Equidad Racial.

Documento soporte argumental ponente ley contra discriminación racial. Septiembre 25).

Vivimos en una sociedad racista, para los expertos, el origen del problema es evidente. Si

bien Estados Unidos ha puesto fin a las leyes de esclavitud y segregación que han estado

presentes a lo largo de la historia del país, poco se ha hecho para cambiar la mentalidad de

muchas personas, formada a partir de las nociones racistas sobre las que se asentaban esas

estructuras.

“En norte américa, no se ha impulsado un debate profundo en el que participe toda la

sociedad en torno a los prejuicios racistas”, indica Ibram Kendi, director del Centro de Políticas e

Investigación contra el Racismo de la American University. “Se ha dado el caso de personas que

han señalado que era importante impulsar un debate nacional, o que han pedido “que se curen las

heridas”, porque en su opinión algunas personas sienten un profundo resentimiento y deben

empezar a sentir amor hacia los demás. Sin embargo, lo cierto es que nunca se ha hecho un

esfuerzo generalizado y a nivel nacional para cambiar los prejuicios racistas imperantes en

Estados Unidos”.
En opinión de Jamilah Lemieux, crítico cultural y escritor, estos prejuicios han calado hondo:

“Todos los estadounidenses que no son negros se han alimentado de una dieta diaria de

propaganda procedente de los padres, las escuelas, la iglesia y los medios de comunicación. Les

han dicho que las personas de color, y muy especialmente los negros y los latinos, no son

personas de fiar. Les han inculcado que somos criminales, que somos violentos, que somos

depredadores y creen que nos tienen que vigilar”.

La población negra ve una luz de cambio y esperanza con la elección de un presidente negro

por primera vez en la historia patriótica mientras los blancos de Estados Unidos interpretaron la

victoria de Barack Obama en 2008 como el inicio de una nueva era postracial. Según esta lógica,

si un hombre negro podía tener el máximo cargo público del país, los negros de Estados Unidos

podían lograr cualquier reto que se propusieran.

Obviamente, esta lógica postracial no tiene en cuenta las desventajas estructurales e

institucionales con las que deben lidiar los estadounidenses negros cuando quieren acceder a una

vivienda, mejorar su nivel económico o estudiar, y también ignora el surgimiento de lo que para

muchos es un nuevo tipo de racismo “menos evidente y más hábil”.

Tras la victoria de Obama en 2008, el escritor y activista antirracista Tim Wise describió este

nuevo tipo de racismo como uno que sigue teniendo una mala opinión de la comunidad negra

pero “acepta a personas como Obama porque les parecen diferentes”.

La presidencia de Obama propició una reacción negativa ante el cambio por parte de los

supremacistas blancos y sirvió para que se organizaran en torno a una causa común. Algunas

personas, entre ellas Obama, se cuestionan si esta victoria electoral ha servido realmente para

volver a poner sobre la mesa la agenda de igualdad racial. Según el libro de su asesor Ben
Rhodes, tras las elecciones Obama reflexionó en voz alta y comentó a un miembro de su equipo

que tal vez hemos intentado ir demasiado lejos. “Tal vez para algunas personas es importante

sentirse miembros de su tribu”, indicó.

Para eliminar definitivamente el racismo se debe argumentar que necesitamos actuaciones

decididas en cinco planos distintos pero interconectados. La primera cosa que necesitamos es

divulgación seria de los conocimientos científicos actuales sobre razas y etnias. La segunda cosa

que necesitamos es aprender a argumentar bien para, en este plano, evitar dos falacias muy

habituales que en la práctica tienen consecuencias negativas o perversas: la falacia naturalista y

la falacia inductivista. La tercera cosa que necesitamos es claridad sobre dos nociones de uso

corriente: identidad y diferencia u notoriedad; es decir, claridad sobre la importancia y límites

del enraizamiento personal y colectivo y claridad sobre la importancia paralela del

reconocimiento de las diferencias, de lo que los otros son o dicen que son o quieren ser. La

cuarta cosa que necesitamos es una renovación de la educación pública adecuada para formar a

la ciudadanía en sociedades irremisiblemente multiculturales. Y la quinta cosa que necesitamos

son políticas de inmigración y de integración intercultural apropiadas al marco sociocultural en

que vivimos.

El racismo no es simplemente la afirmación de la existencia de razas o subespecies en el seno

de la especie humana, ni tampoco la exclusión o rechazo de la alteridad. Hay racismo cuando se

establece un vínculo directo entre los atributos, rasgos, o patrimonio físicos, biológicos o

genéticos de un individuo o de un grupo y sus caracteres intelectuales y morales y se afirma

luego, a partir de ahí, la superioridad o inferioridad de estos atributos sobre otros.

En USA existía la esclavitud de los africanos y la segregación de los pueblos de nativos

americanos. En Japón y otras regiones del continente asiático se pretendía mantener la pureza de
la raza señalando y denigrando a los extranjeros. América latina sufrió el abuso de las potencias

europeas y todos sabemos lo que pasó con Hitler en Alemania y sus ideas supremacistas. El

racismo es el mayor atraso del hombre y perdura hasta nuestros días en grandes sectores de la

población que siguen viendo al que es diferente como “el enemigo”.

Se debe iniciar un proceso que nos ayude poco a poco a ser conscientes de cuáles son los

privilegios que disfrutamos con respecto a otras personas y entender que son esos privilegios los

que nos han permitido aprovechar las circunstancias, y no solo el esfuerzo y el trabajo como

solemos pensar.

Y como no siempre se es verdugo, sino que en algunas ocasiones también somos víctimas,

deberíamos aprovechar la sensibilidad que las víctimas tienen hacia la discriminación y el interés

por combatirla, e incorporar esos aprendizajes para tener más cuidado en las ocasiones que

actuamos como verdugos.

También podría gustarte