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Anarquistas, mercachifles y viajeros: el caso de Filipo Colombo y Juan García

Por: David Sánchez Platero

Director: Ricardo Arias Trujillo

Universidad de los Andes

Facultad de Ciencias Sociales

Departamento de Historia

2015
Índice
Introducción...................................................................................................................... 2

Capítulo I......................................................................................................................... 18
1. El contexto colombiano y el germinar del anarquismo.............................................18

2. El anarquismo en el país pampeano y las peripecias del viaje de los dos inmigrantes.......22

Capítulo II....................................................................................................................... 29
1. Aproximaciones a la cultura política anarquista colombiana de los años veinte...............29

1.1. De los lugares y los espacios de difusión.........................................................29

1.2. La prensa y la propaganda anarquista de la década de 1920.................................31

1.3. Algunos temas divulgados por la propaganda anarquista.....................................36

1.4. Las prácticas del anarquismo.......................................................................39

1.5. Conexiones y concepciones del anarquismo internacional...................................43

1.6. El florecimiento de la cultura política anarquista colombiana...............................44

2. El equipaje político de Juan García y Filipo Colombo..............................................46

Capítulo III...................................................................................................................... 52
1. Encuentros y desencuentros: las conexiones de Colombo y García con los grupos anarquistas
colombianos....................................................................................................52

1.1. La prensa y la propaganda anarquista.............................................................53

1.2. La actividad en las organizaciones obreras y en los círculos anarquistas..................70

1.3. El intercambio epistolar y de ideas políticas.....................................................73

2. La solidaridad obrera: superando las barreras ideológicas.........................................76

3. García y Colombo: un nodo en la red de anarquistas transnacionales...........................79

Consideraciones finales..................................................................................................83

Referencias Bibliográficas.............................................................................................85

2
Introducción
I

Para 1920 ya se había consumado el proceso de “mundialización temprana” que comenzó a partir
de las dos últimas décadas del siglo XIX. Con la invención y expansión del telégrafo; la
instalación de redes submarinas transoceánicas, que hacían posible la circulación de información
a velocidades antes no conocidas; la creación de la Unión Postal Universal en 1876, que permitió
la movilidad de todo tipo de material informativo; y la utilización del barco de vapor para el
transporte intercontinental de millones de pasajeros y mercancías, fue factible la conexión
dinámica de sociedades antes distantes1. Por este último medio migraron a América millones de
europeos durante el siglo XIX y comienzos del XX, transformando de forma irreversible
sociedades como la argentina, la brasileña o la estadounidense. A este suceso se suma que entre
los viajeros se encontraban anarquistas, quienes no dudaron en poner en práctica sus ideales en
suelo americano.

Con esta movilidad global de personas, a la vez que se transformaron las estructuras
demográficas de diversas regiones del planeta, se produjo también un intercambio dinámico de
ideas, objetos, prácticas, conocimientos y concepciones políticas que, según cada contexto,
fueron reapropiadas y transformadas. El anarquismo, originario de Europa, fue una de las
corrientes políticas que, en cuestión de décadas, logró trasponerse a las fronteras naturales,
culturales y políticas; no obstante, hubo algunos problemas en el intento de difusión de las ideas
anarquistas en el continente americano. Por ejemplo, las barreras lingüísticas, ideológicas o
culturales. Pese a esos obstáculos, “uno podría decir que los anarquistas fueron los traductores
más productivos de la época.”2

Colombia no fue ajena a la llegada de este tipo de sujetos en la década de los veinte. En la
memoria de los grupos anarquistas colombianos, la del movimiento obrero, y en los archivos
policiales, quedaron registrados algunos nombres de personajes extranjeros. Los estudios

1
Anderson, Benedict. Bajo tres banderas. Anarquismo e imaginación anticolonial. Madrid: Ediciones Akal, 2008,
pág. 9.
2
Anderson, Benedict. “Preface”. En Hirsch, Steven y Lucien van der Walt (eds.).Anarchism and syndicalism in the
colonial and postcolonial world, 1870-1940: the praxis of national liberation, internationalism, and social
revolution. Boston: Brill, 2010, pág xvi.

3
históricos se han centrado en unos cuantos, como por ejemplo, las trayectorias de los españoles
Elías Castellanos, Antonio Lacambra, Nicolás Betancourt y Gregorio Caviedes; de los italianos
Gerano Torini y Juan Candanosa; del griego Evangelista Priftis; o del peruano Nicolás Gutarra.
Otros tantos no han sido estudiados por la historiografía, tal es el caso de la librepensadora,
panamericanista, educadora y anarquista española Belén de Sárraga 3, quien estuvo en el país en
1913; también, el anarquista de origen alemán Gustav Thiele 4. En general, fueron individuos que,
por distintos motivos, pretendieron relacionarse e incluso fundar grupos políticos de tendencia
anarquista en el territorio colombiano.

Para esta investigación se estudiará un caso particular. A mediados de 1926, en Bogotá, se


reencontraron Juan García García y Filipo Colombo, dos europeos -el primero de origen español
y el segundo italiano- provenientes de la región del Cono Sur americano 5. Si seguimos la
descripción brindada en un expediente judicial6 elaborado para estos dos personajes, es posible
evidenciar que países como Bolivia, Ecuador, Colombia y Venezuela, hicieron parte de su
recorrido7. Aunque la información contenida en este relato puede que no refleje las peripecias de
su viaje, su relación con otros círculos políticos, o las intenciones de su recorrido, sino que, tal
vez, el relato haya sido modificado acorde a la situación de presión judicial y policial a la que
estaban sometidos, en este se expone que lograron atravesar vastas regiones de América del Sur
por medio del comercio de agujas para bordar. Pero lo que resulta aún más interesante es que en
su equipaje intelectual y político pesaban las ideas anarquistas que, por entonces, eran
abanderadas por diversas organizaciones e individualidades en todo el mundo, y que, para el caso
del país pampeano, ya contaba con una tradición legada de finales del siglo XIX, así como con
una difusión y diversidad de prácticas o propuestas políticas notables. Para García y Colombo, el

3
Guzzo, Cristina. Libertarias en América del Sur: de la A a la Z. Buenos Aires: Libros de Anarres, 2014, pág. 136;
Ramos Palomo, Dolores. “Una ‘obrera’ del laicismo, el Feminismo y el panamericanismo en el Mundo Ibérico”.
Baética: Estudios de arte, geografía e historia, Nº 28, 2, 2006. pág. 703.
4
Gómez Muller, Alfredo. Anarquismo y anarcosindicalismo en América Latina: Colombia, Brasil, Argentina,
México. Medellín: La Carreta Editores, 2009. pág. 118-119.
5
De acuerdo con la información recopilada en el expediente judicial, Juan García García era “[...] soltero, pintor,
ayudante, ingeniero [...]” y Filipo Colombo tenía veintinueve años de edad en agosto de 1927, era comerciante
ambulante y soltero. Archivo General de la Nación, Fondo Ministerio de Gobierno, sección IV, t. 230, folios 114-115.
6
Archivo General de la Nación, Fondo Ministerio de Gobierno, sección IV, t. 230, f. 105-195. (De aquí en adelante
AGN, FMG, sección IV).
7
Flórez Pinzón, Mauricio y Centro de Investigación Libertaria y Educación Popular. “Nuestro pasado”. Pasado y
presente del anarquismo y el anarcosindicalismo en Colombia. Buenos Aires: Libros de Anarres, 2011. págs.87-91.

4
arribo a la capital colombiana estuvo marcado por la búsqueda de recursos económicos pero, a su
vez, por el deseo de estrechar lazos políticos con las diversas organizaciones sindicales y obreras
que pululaban en América del Sur.

Si bien hay evidencia de la presencia de extranjeros de tendencia ácrata en el territorio


colombiano antes de 1926, difícilmente se encontrará documentación que resalte su interacción
con los diversos grupos anarquistas locales. Para el caso de la presencia de Juan García y Filipo
Colombo, se ha conservado en el Archivo General de la Nación 8 una documentación que da
cuenta de la fundación de nuevos periódicos, del intercambio epistolar con otros grupos, del
ingreso de nuevos autores y exponentes del anarquismo internacional, de la creación de grupos
de difusión, de la conformación de centros sociales, de la participación en congresos obreros o de
las publicaciones revolucionarias. Dichos documentos, además de permitir un estudio del bagaje
intelectual y político de estos dos personajes, también posibilitan analizar la forma como se
relacionaron con los anarquistas colombianos, intercambiando o transmitiendo ideas y prácticas
provenientes de otros contextos políticos. Aunque la breve historiografía contemporánea sobre
este tema ha reconocido la contribución de algunos extranjeros en los círculos anarquistas
nacionales, no se ha profundizado en el carácter de estos aportes. Por ello, reconocer la
dimensión, pero también el contenido de los aportes de García y Colombo, reviste gran interés
para comprender la movilidad de propuestas políticas, la aceptación de ellas en un contexto ajeno
y la consecuente reapropiación y transformación de las tradiciones políticas, en este caso la del
anarquismo en Colombia. En suma, esta propuesta de investigación busca responder: ¿qué
elementos caracterizaban a la cultura política anarquista en Colombia en la década de los veinte?,
¿cómo interactuaron los círculos anarquistas colombianos con García y Colombo, en aspectos
como las relaciones personales, los intercambios culturales y los vínculos políticos? y ¿cómo el
arribo de Juan García y Filipo Colombo modificó la naturaleza y la dimensión de los círculos
anarquistas colombianos entre 1926 y 1929?

En este sentido, el trabajo se compone de tres secciones, cada una correspondiente a un objetivo
de la investigación. El primer capítulo presenta, por una parte, el contexto colombiano de la
década de los veinte y las relaciones del anarquismo con esta sociedad; por otra, la investigación

8
AGN, FMG, sección IV, tomo 230, f. 105-195.

5
se detiene en algunos pasajes del itinerario de García y Colombo por América, resaltando el
contexto de procedencia (el Cono Sur). Para el segundo capítulo se profundizará en la cultura
política anarquista en el territorio colombiano y en el bagaje político de los dos extranjeros. En el
último capítulo se considerará cómo se transformó esta tradición política, puntualizando en los
encuentros y desencuentros entre los dos extranjeros y los grupos anarquistas colombianos; y la
forma como las experiencias y actividades de García y Colombo se vincularon, como si se
trataran de un nodo, al tejido de relaciones transnacionales del anarquismo.

II

Con el propósito de analizar los diferentes acercamientos que han tenido las investigaciones
referentes al influjo de las corrientes anarquistas extranjeras en el ambiente político colombiano
de la década de los veinte, es pertinente: en primer lugar, establecer cómo ha sido tratado este
tema por parte de los investigadores colombianos; en segundo lugar, indagar sobre las
aproximaciones elaboradas para el caso argentino, en tanto que es un país que recibe y transfiere
inmigrantes de tendencia anarquista; y, por último, señalar algunas tendencias historiográficas
que tratan el tema de las migraciones en un marco de historia “transnacional”, “global” o
“conectada”. A la vez, se anotarán algunos aportes y limitaciones propios de cada tendencia
historiográfica, en cuanto a su metodología y conceptualización.

En las décadas de los ochenta y noventa del siglo XX, varios historiadores colombianos se
volcaron al tema de la identidad obrera o de las expresiones sociales de los obreros y plantearon
nuevos interrogantes a las formas de interpretar las relaciones sociales en Colombia durante los
primeros años del siglo pasado. La reinterpretación de los enfoques del marxismo cultural o la
historia “desde abajo” han sido utilizados en sus obras por autores como Mauricio Archila Nieto
y Renán Vega Cantor, quienes, además de su compromiso político e intelectual con los actores
estudiados, pretendían renovar el estudio y comprensión de estos sectores 9. El primero, frente a la
falta de “[...] referencias a las dinámicas internas de construcción de la clase obrera, sus formas
de resistencia o adaptación a la opresión, sus valores y expresiones culturales y, en últimas, al
9
Archila Nieto, Mauricio. Cultura e identidad obrera: Colombia 1910-1945. Bogotá: Cinep, 1991; Vega Cantor,
Renán. Gente muy rebelde. Enclaves, transportes y protestas obreras. Bogotá: Pensamiento Crítico, 2002.

6
10
proceso de construcción de identidad[...]” , retoma los planteamientos de la historia cultural
marxista y los aplica a la formación cultural y política de la clase obrera colombiana en las
primeras décadas del siglo XX, sin abandonar la relación con las condiciones materiales de estos
grupos. El segundo, inclinado por la noción de historia “desde abajo” y la historia social
marxista, elaboró una lectura de “[...] la emergencia del capitalismo, el contexto en el que
discurren las protestas sociales, y las luchas de los trabajadores de los enclaves norteamericanos y
del sistema de transportes [...]”11, la cual se compromete más nítidamente con las reivindicaciones
de los grupos “dominados”. Así, el propósito de Vega en uno de sus principales trabajos consiste
en “[...] recuperar la memoria histórica de los vencidos y de sus luchas, para alimentar la
12
búsqueda de caminos distintos al capitalismo imperante hoy [...]” . Al conocer los
planteamientos hechos por ambos autores, es evidente que su énfasis está puesto en las
manifestaciones, tanto sociales como culturales, de los sectores obreros colombianos de las
primeras décadas del siglo XX.

Aunque estos dos historiadores referencian la actividad política de diversos individuos


extranjeros en las organizaciones sindicales y revolucionarias, el análisis de las transformaciones
en las prácticas políticas y culturales en estos sectores se queda, en buena parte, en la anotación
de la inserción en los procesos políticos del movimiento obrero colombiano, la expulsión de estos
personajes por parte de las políticas propiciadas por las autoridades, en los vínculos de las
propuestas de este movimiento con las corrientes ideológicas revolucionarias, y la apropiación de
costumbres, ideas y prácticas del contexto revolucionario internacional por parte de los obreros
colombianos 13.

Algo similar ocurre con el estudio elaborado por el Centro de Investigación Libertaria y
Educación Popular (Cilep), Pasado y presente del anarquismo y el anarcosindicalismo en
Colombia 14, el cual, aunque se abre la posibilidad de nuevos estudios sobre los casos de otros

10
Archila Nieto, Mauricio. Cultura e identidad obrera. 1991. pág. 22.
11
Vega Cantor, Renán. Gente muy rebelde. 2002. pág. 16.
12
Vega Cantor, Renán. Gente muy rebelde. 2002. pág. 21.
13
Vega Cantor, Renán. Gente muy rebelde. 2002; Archila Nieto, Mauricio. Cultura e identidad obrera. 1991. págs.
229-230.
14
Flórez Pinzón, Mauricio y Centro de Investigación Libertaria y Educación Popular. “Nuestro pasado”. Pasado y
presente del anarquismo y el anarcosindicalismo en Colombia. Buenos Aires: Libros de Anarres, 2011.

7
extranjeros y su inclusión a las luchas obreras y sindicales, sigue la línea de historia social, en
cuanto analiza las tensiones generadas por estos personajes y su impacto en el desarrollo de los
procesos políticos de los grupos anarquistas y anarcosindicalistas. La investigación aporta el
estudio preliminar de un corpus documental inédito, ubicado en el Archivo General de la Nación
(Fondo Ministerio de Gobierno), que soporta la investigación del Cilep y enriquece el estudio de
las relaciones de los círculos anarquistas colombianos con el contexto anarquista internacional.

Un aporte de características similares, por la nueva documentación recopilada, es el elaborado


por Orlando Villanueva en su investigación sobre Biófilo Panclasta 15. En este caso, la
interpretación de la experiencia política e intelectual de este personaje, en los contextos
internacionales, se reduce a la anotación cronológica y geográfica del recorrido que realizó. En
consecuencia, no es notorio el análisis del bagaje intelectual de Biófilo, ni su aporte a los círculos
políticos del anarquismo colombiano.

En El obrero ilustrado. Prensa obrera y popular en Colombia 1909-1929, la investigadora Luz


Ángela Núñez analiza, desde una perspectiva material y simbólica, la prensa obrera publicada
durante las primeras tres décadas del siglo XX en el país. Como ella misma lo afirma:

“[...] el objetivo de este trabajo es el de asumir a la prensa obrera como un actor social y no
solamente como una fuente histórica, para analizar, desde diferentes ángulos (ideologías, formas de
organización política, creación de imaginarios y modelos sociales y sociabilidad política popular), la
forma como contribuyó a la construcción de una cultura política popular [...].” 16.

Entre los diversos tipos de prensa que analiza, incluye las publicaciones anarquistas y concentra
una parte de su obra en “[...] las ideologías, imaginarios, símbolos y discursos presentes en la
prensa [...]”17. Los vínculos que establece la autora con un contexto geográfico más amplio que el
nacional, es una tendencia que se evidencia en el uso de una matriz interpretativa de la
simbología pictórica y discursiva utilizada por los periódicos obreros de los veinte, la cual
corresponde a un aporte teórico de Guillermo Sunkel, quien, en Razón y pasión en la prensa
15
Villanueva, Orlando, et al. Biófilo Panclasta: el eterno prisionero. Bogotá: Alas de Xue, 1992; Villanueva,
Orlando. La revolución soy yo: vida y obra del anarquista colombiano Biófilo Panclasta. Bogotá: Editorial Códice,
1999.
16
Núñez, Luz Ángela. El obrero ilustrado. Prensa obrera y popular en Colombia 1909-1929. Bogotá: Ediciones
Uniandes/Ceso, 2006. pág. xxiii.
17
Núñez, Luz Ángela. El obrero ilustrado. 2006. pág. xxiv.

8
popular (1985), formula esta matriz para entender las “representaciones” de carácter político y
cultural presentes en las publicaciones obreras del Cono Sur. Del mismo modo, la autora señala la
presencia de “Héroes Internacionales” en las publicaciones obreras de los veinte y,
específicamente, da por sentada la presencia de “Héroes” de la tendencia anarquista, como Sacco
y Vanzetti, los mártires de Chicago o Ferrer i Guardia 18. Como puede apreciarse, su objeto de
estudio es el contenido, significado y tipología de la prensa obrera de las primeras décadas del
siglo XX y, aunque intente relacionar esta producción material con las elaboradas en otras
regiones del continente, se limita a interpretar la forma en que los productores de la prensa se
apropiaron de ciertos símbolos o imaginarios; por tanto, la autora deja de lado las conexiones
materiales entre los focos de difusión de prensa obrera en otras regiones de América del Sur y, al
mismo tiempo, no profundiza en la transformaciones que tuvo la prensa obrera colombiana con la
llegada de extranjeros propagadores de ideas revolucionarias.

Por último, un trabajo relevante para la comprensión de la repercusión de individuos de origen


extranjero en los sectores obreros y los grupos políticos anarquistas, es la monografía de grado
presentada por Sergio Cáceres Sánchez al Departamento de Historia de la Universidad de los
Andes, titulada Estrella Fugaz, El caso de la Liga de Inquilinos de Barranquilla en 1923 (2011).
El tema central de esta monografía es el funcionamiento interno, la forma de organización y el
discurso de la Liga de Inquilinos de Barranquilla 19. En este estudio, la figura del anarquista
peruano Nicolás Gutarra, desde su llegada en 1924, es central para entender el desarrollo y
declive de la Liga de Inquilinos de Barranquilla. Para ello, Cáceres reconstruye algunos
elementos del contexto del anarquismo peruano y de la represión estatal que produjo la migración
de Gutarra20. Adicionalmente, propone una comprensión de la definición política y la importancia
de Gutarra en la Liga de Inquilinos de Barranquilla, a partir de las experiencias de este en los
círculos anarquistas y en asociaciones a favor de los inquilinos en Lima21.

18
Núñez, Luz Ángela. El obrero ilustrado. 2006. págs.172-175.
19
Cáceres Sánchez, Sergio. Estrella Fugaz, El caso de la Liga de Inquilinos de Barranquilla en 1923. Bogotá:
Monografía de grado, departamento de Historia, Universidad de los Andes, 2011. pág. 4.
20
Cáceres Sánchez, Sergio. Estrella Fugaz, El caso de la Liga de Inquilinos de Barranquilla en 1923. 2011. pág.50-
54.
21
Cáceres Sánchez, Sergio. Estrella Fugaz, El caso de la Liga de Inquilinos de Barranquilla en 1923. 2011. pág. 61.

9
Entre la diversidad de propuestas historiográficas señaladas puede destacarse que, buena parte de
estas, privilegian la perspectiva de los movimientos obreros y sus propuestas políticas en el nivel
nacional. Aun así, algunos historiadores se han interesado por incluir en sus estudios el papel de
las ideologías foráneas en los procesos de organización de los sectores obreros y políticos
colombianos de los veinte. El trabajo de Cáceres resulta crucial puesto que, además de incluir el
contexto social colombiano que permitió la creación de esta Liga, indaga sobre las propuestas
políticas de un extranjero de filiación anarquista y el impacto de su llegada en esta organización
popular.

Para el caso de Argentina, la magnitud e importancia de los círculos anarquistas y su


incorporación en las organizaciones obreras se expresó a través del trabajo de varios intelectuales
pertenecientes a esta línea de pensamiento, quienes se interesaron por escribir la historia del
anarquismo y del movimiento obrero argentino 22. En otros términos, a diferencia de Colombia,
los anarquistas argentinos se preocuparon por documentar y forjar el sentido de memoria para su
corriente política. Pese a su vinculación cultural con el viejo continente, los debates teóricos y
metodológicos propios del estudio histórico “moderno” elaborados en las universidades europeas,
eran desconocidos por Diego Abad de Santillán y Max Nettlau, dos de los historiadores
anarquistas de la época, afines y participes de las organizaciones ácratas del país pampeano.
Ahora bien, en términos generales, el tema de la influencia de los extranjeros en la conformación
de la tradición anarquista argentina está desperdigado en buena parte de los escritos de Abad de
Santillán y Nettlau. Así, por ejemplo, refiriéndose al arraigo de ideologías políticas en los
migrantes provenientes, en su mayoría, de Italia y España, Abad de Santillán afirma que “[...]
estos trabajadores tuvieron en su mayoría un influjo poderoso, tanto en lo económico como en lo
social; además del brazo traían el cerebro y las ideas que no podían detener las aduanas y que
tanto alterarían la geografía regional.”23. En estos autores el énfasis está en la conformación de un

22
Abad de Santillán, Diego. El movimiento anarquista en la Argentina. Desde sus comienzos hasta el año 1910.
Buenos Aires: Argonauta, 1930; Abad de Santillán, Diego. La FORA. Ideología y trayectoria del movimiento obrero
en la Argentina. Buenos Aires: Libros de Anarres, 2005;
Abad de Santillán, Diego. “La Protesta: su historia, sus distintas fases y su significación en el movimiento anarquista
de la América del Sur”. Certamen Internacional de La Protesta. Buenos Aires: Editorial La Protestas, 1927; Nettlau,
Max. Contribución a la bibliografía anarquista de la América Latina hasta 1914. Certamen Internacional de La
Protesta. Buenos Aires: Editorial La Protestas, 1927.
23
Abad de Santillán, Diego. La FORA. Ideología y trayectoria del movimiento obrero en la Argentina. Buenos
Aires: Libros de Anarres, 2005.pág. 21.

10
movimiento anarquista argentino que, según ellos, se encuentra enraizado en los primeros
migrantes europeos llegados a los puertos del Cono Sur.

En algunas investigaciones producidas en las décadas de los ochenta se pretendió elaborar una
historia social del anarquismo en Argentina, analizando las últimas décadas del siglo XIX y las
primeras del XX. Aquí la obra de Iaacov Oved es una de las que mejor representa esta corriente.
En El Anarquismo y el Movimiento Obrero en Argentina (1978), este autor se interesa por “[...]
investigar las raíces del proceso que permitió al movimiento anarquista revelar capacidad de
confrontación, con posibilidades de ocupar un lugar trascendente en las luchas sociales del primer
decenio [...]” del siglo XX. Sin embargo, en trabajos posteriores, este autor se preocupa por
demostrar la conexión y la preponderancia del anarquismo español e italiano en el caso
argentino24. De la mano de esta curiosidad por la relevancia de las corrientes migratorias europeas
y su consecuente trasporte de idearios políticos, Osvaldo Bayer elabora un análisis de la
trascendencia de la tradición anarquista italiana para la conformación, consolidación y
fortalecimiento del anarquismo en Argentina25. En síntesis, estos autores vieron en la relación
entre las tradiciones anarquistas españolas o italianas y las forjadas en Argentina, una puerta de
entrada para nuevas formulaciones.

Más recientemente, se le ha otorgado a Juan Suriano la renovación en la forma de interpretar las


manifestaciones del anarquismo en Argentina, puesto que, en su obra Anarquistas: Cultura y
política libertaria en Buenos Aires, 1890- 1910 (2001), muestra cómo el surgimiento y el declive
del anarquismo en Argentina fue producto de un desgastamiento por el conflicto entre las
corrientes dentro de este movimiento (individualismo, anarco-comunismo, colectivismo,
vitalismo); conflicto que se expresaba en la multiplicidad de expresiones culturales y políticas de
las tendencias en pugna26. Suriano, del mismo modo que Oved en su obra icónica (1978), no
acentúa el papel de los migrantes en el contexto político argentino, simplemente reseña en apartes

24
Oved, Iaacov. El Anarquismo y el Movimiento Obrero en Argentina. México: Siglo XXI Editores, 1978, pág. 110-
113; Oved, Iaacov. “Influencia del anarquismo español sobre
la formación del anarquismo argentino”. Estudios Interdisciplinarios de América Latina y el Caribe. Tel Aviv:
University of Tel Aviv, 1991; Oved, Iaacov. “The Uniqueness of Anarchism in Argentina”. Estudios
Interdisciplinarios de América Latina y el Caribe. Tel Aviv: University of Tel Aviv, 1997.
25
Bayer, Osvaldo. “La influencia de la inmigración italiana en el movimiento anarquista argentino”. 2008. págs.
111- 127
26
Suriano, Juan. Anarquistas. Cultura y política libertaria en Buenos Aires, 1890-1910.2001. págs. 20-21.

11
de su obra la relación de las expresiones culturales y políticas de los grupos anarquistas
argentinos con los contextos internacionales de las ideas revolucionarias del anarquismo; de
hecho, estos dos autores comparten la preocupación por el origen y el colapso del anarquismo en
Argentina como propuesta política arraigada en los sectores obreros.

En los últimos quince años, otros investigadores cercanos al estudio de Juan Suriano han
abordado el tema desde otras perspectivas de la historia cultural. Solo por citar algunas
aproximaciones al tema, de las cuales se puede resaltar: la importancia de la prensa anarquista
como un espacio central para los debates entre las diferentes tendencias del movimiento, la
creación de imaginario e identidades; la importancia de la lectura y de la educación para los
círculos anarquistas; la conformación de aspectos identitarios de los individuos anarquistas. 27
Enfoques que se anexan a las propuestas de la historia cultural o la nueva historia política. Sin
embargo, estas propuestas de investigación perpetuán, en gran medida, el legado de las anteriores
elaboraciones históricas, al menos en el problema de la difusión de las ideas y prácticas
anarquistas fuera del contexto argentino.

Ante el panorama de las investigaciones elaboradas en Colombia y en Argentina respecto a la


difusión del ideal ácrata, se podría llegar a pensar que las comparaciones entre los países que
albergan movimientos anarquistas fueran nulas. Por el contrario, varios autores se interesaron por
contrastar las experiencias de los grupos anarquistas en los países latinoamericanos 28. Para ello,
recurrieron a definir algunas variables como: la magnitud de la prensa anarquista, la aceptación
en los diferentes círculos obreros, los conflictos con las autoridades, o la variedad de propuestas
dentro del mismo movimientos, solo por nombrar algunas. No obstante, su carácter comparativo
muchas veces deja de lado las conexiones entre estas experiencias.
27
Anapios, Luciana. “Compañeros, adversarios y enemigos. Conflictos internos en el anarquismo argentino en la
década del 20”. Entrepasados: Revista de historia, 2007; Anapios, Luciana. “El anarquismo argentino en los años
veinte. Tres momentos en el conflicto entre La Protesta y La Antorcha”. Papeles de trabajo. Buenos Aires: Revista
electrónica del Instituto de Altos Estudios Sociales de la Universidad Nacional de General San Martín , junio de
2008 (Año 2, #3); Anapios, Luciana. “Una promesa de folletos. El rol de la prensa en el movimiento anarquista en la
Argentina (1890-1930)”. A contra corriente. Vol. 8, No. 2, Winter 2011, págs. 1-33; Petra, Adriana. “Anarquistas:
cultura y lucha política en la Buenos Aires finisecular. El anarquismo como estilo de vida”. Informe final del
concurso: Culturas e identidades en América Latina y el Caribe. Programa Regional de Becas CLACSO. 2001.
28
Simon, S. Fanny. “Anarchism and Anarcho-Syndicalism in South America.” The Hispanic American Historical
Review, Vol. 26, No. 1 (Feb., 1946), págs. 38-59; Cappelletti, Angel J. “Prólogo”. El Anarquismo en América Latina.
Caracas: Biblioteca Ayacucho, 1990; Gómez Muller, Alfredo. Anarquismo y anarcosindicalismo en América
Latina.2009.

12
No menos importante han sido los acercamientos de las historias del movimiento anarquista
argentino a la corriente de historia “transnacional”. El caso más icónico y reciente es el de María
Migueláñez Martínez, quien propone profundizar en el campo de

“[...] las dinámicas transnacionales a las que estuvo sometido el movimiento, que hasta ahora han
recibido una escasa, o nula, atención. Esto se hace más necesario si se tiene en cuenta que muchos
de los retos que en el periodo amenazaron a la continuidad del anarquismo y le obligaron a una
redefinición identitaria, se presentaron de manera transnacional, fueron transversales a todo el
universo libertario, y se afrontaron, también, de manera transnacional, a través de la cooperación y
los continuos cruces de frontera.”29.

Lo anterior, en los años comprendidos entre 1917 a 1940, estableciendo como nodo geográfico la
región rioplatense. En la misma investigación, Migueláñez Martínez acentúa su adherencia a “[...]
un enfoque próximo a la denominada nueva historia cultural o historia sociocultural, y comparte
con ella la preocupación por el mundo de los simbolismos y de las representaciones mentales” 30.
Por lo tanto, este intento de analizar el anarquismo latinoamericano a partir de una óptica
transnacional produce una apertura en la forma de interpretar la circulación y la conexión de los
diferentes grupos e individualidades afines a esta idea política; por ejemplo, propulsa el
entendimiento de cómo “[...] la movilización transfronteriza de agentes y medios de propaganda
impone una imagen de continuidad, integración y organización de la militancia transnacional que
se enfrenta a la extendida imagen del anarquismo como movimiento perennemente sometido a
31
avances y retrocesos.” . Estas ambiciones transnacionales también son compartidas por la
historia global que, para el caso de las ideas y expresiones anarquistas, ya recoge sus primeros
frutos32. La historia global de los anarquistas, como la de la idea de nación, república o libertad,
29
Migueláñez Martínez, María. “1910 y el declive del anarquismo argentino. ¿Hito histórico o hito
historiográfico?”. 200 años de Iberoamérica (1810-2010), Congreso Internacional: Actas del XIV Encuentro de
Latinoamericanistas Españoles, Santiago de Compostela, 2010. pág. 445.
30
Migueláñez Martínez, María. “1910 y el declive del anarquismo argentino. ¿Hito histórico o hito
historiográfico?”. 2010. pág. 447.
31
Migueláñez Martínez, María. “1910 y el declive del anarquismo argentino. ¿Hito histórico o hito
historiográfico?”. 2010. pág. 442.
32
Anderson, Benedict. Bajo tres banderas. Anarquismo e imaginación anticolonial. Madrid: Ediciones Akal, 2008;
Hirsch, Steven y Lucien van der Walt (eds.).Anarchism and syndicalism in the colonial and postcolonial world,
1870-1940: the praxis of national liberation, internationalism, and social revolution. Boston: Brill, 2010; Shaffer,
Kirwin. "Havana Hub: Cuban Anarchism, Radical Media and the Trans-Caribbean Anarchist Network, 1902-1915”.
Caribbean Studies, Institute of Caribbean Studies No.37, 2009. págs. 45-81; Bantman, Constance y Berry, David
(Eds.). New Perspectives on Anarchism, Labour and Syndicalism: The Individual, the National and the

13
trasciende las fronteras nacionales y continentales, aproximándose a entender estos procesos en
un marco que relaciona latitudes antes inimaginables de conectar. Hermana de la historia
transnacional y la historia global, la historia conectada (o la histoire croisée) agrega complejidad
a la relación geográfica de los procesos históricos, ya que aborda las conexiones entre las
diferentes escalas (global, nacional, regional y local) y, más allá de reducirse al límite
macroscópico del análisis, revela la existencia de una red de interrelaciones dinámicas entre las
diferentes escalas33.

III

En dos obras representantes de la perspectiva transfronteriza, los autores utilizaron metáforas


para intentar explicar cómo funcionan los procesos históricos que pretendían estudiar. Una utiliza
la idea de “corrientes planetarias” y la vincula con la misma fuerza cósmica que estimula, a su
vez, las corrientes oceánicas del Atlántico, como “[…] la transmisión circular de experiencia
humana desde Europa a África, luego a América, y finalmente de vuelta a Europa”34. La otra,
empleando la simbología astronómica, “[…] intenta cartografiar la fuerza gravitacional del
anarquismo entre nacionalismo militantes de lados opuestos del planeta” 35. Las dos metáforas
aclaran que la historia transnacional, la global, o la conectada, hacen comprensible fenómenos
sociales que trasgreden las aparentes fronteras geográficas y culturales, lo que, en conjunto,
permite entender las interconexiones o porosidades de los diferentes contextos. A pesar de su
aparente atractivo, como se evidenció en el estado del arte, la historiografía colombiana sobre el
anarquismo no ha manifestado su interés por elaborar estudios de carácter transnacional, tal vez
por la imposibilidad de reconstruir un “archivo” de los vínculos entre anarquistas nacionales y
extranjeros, o por el peso que aún se le atribuye a las historias nacionales del anarquismo.

Transnational. Londres: Cambridge, 2010.


33
Werner, Michael y Bénédicte Zimmermann. “Beyond Comparison: Histoire Croisée And The Challenge Of
Reflexivity”. History and Theory No.45, February 2006. pág. 43.
34
Linebaugh, Peter y Marcus Rediker. La Hidra de la Revolución. Marineros, esclavos y campesinos en la historia
oculta del Atlántico. Barcelona: Crítica, 2005. pág. 14.
35
Anderson, Benedict. Bajo tres banderas. Anarquismo e imaginación anticolonial. 2008, pág. 8.

14
Además de este vacío historiográfico, también es visible la ausencia de un análisis que trascienda
el mero relato histórico de eventos, fechas, nombres, grupos, publicaciones e interacciones de los
círculos anarquistas colombianos de los años veinte. La preocupación por analizar desde la óptica
de los conceptos de las ciencias sociales es casi nula en varios de los trabajos antes reseñados.
Fue necesario, entonces, recurrir a los estudios sugerentes de Renán Silva, quien ha tratado el
problema de los “transterrados” españoles y su vinculación al contexto intelectual, institucional y
político de la república Liberal36. Pese a la diferencia de periodo y de actores estudiados, la
propuesta de Silva aporta dos orientaciones a este trabajo: indica la importancia que tiene
investigar, “[...] no sólo […] la forma como las culturas se relacionan unas con otras[...]”, sino
también la forma como las culturas intelectuales y, en nuestro caso, las políticas “[...] asumen los
retos de integración de gentes que vienen a enriquecer una tradición cultural establecida” 37;
subraya la naturaleza de su trabajo, el cual corresponde al análisis de un “caso” que, más que ser
representativo del fenómeno general de la “inmigración docente”, “[...] se trata de un caso
altamente significativo”38. Esta última consideración supone la ausencia de generalizaciones sin
un sedimento histórico y, menos aún, de un modelo de la inmigración y sus implicaciones en el
campo político.

El enfoque que permite hacer comprensible buena parte de las relaciones entre los círculos
anarquistas colombianos y los extranjeros es el de la cultura política. Este es entendido en la
presente investigación como una perspectiva que hace posible el entendimiento de procesos de
cambio y continuidad, la cual privilegia el estudio de símbolos, discursos, rituales, costumbres,
normas, valores y actitudes de grupos o individuos para entender la construcción, la
consolidación o el desmantelamiento de instituciones o constelaciones de pode r39. Así pues, no se

36
Silva, Renán. La República Liberal y los transterrados españoles: cambio intelectual, instituciones educativas y
exilio republicano español, 1936-1950 [informe final de investigación]. Cali: Universidad del Valle, Facultad de
Ciencias Sociales y Económicas – Centro de Investigaciones Cidse, 2008; Silva Renán. Política y saber en los años
cuarenta: El caso del químico español A. García Banús en la Universidad Nacional. Bogotá: Universidad de los
Andes, Vicerrectoría de Investigaciones; Ediciones Uniandes, 2011.
37
Silva Renán. Política y saber en los años cuarenta: El caso del químico español A. García Banús en la
Universidad Nacional. 2011, pág. 17.
38
Silva Renán. Política y saber en los años cuarenta: El caso del químico español A. García Banús en la
Universidad Nacional. 2011, págs. 40-42.
39
Jacobsen, Nils y Aljovín de Losada, Cristóbal. “How interests and values seldom come alone, or: the utility of a
pragmatic perspective on political culture”. Political cultures in the Andes, 1750-1950. Durham: Duke University
Press, 2005, pág. 58.

15
privilegiará el determinismo cultural o lingüístico, sino que también se incluirán: las cuestiones
de las luchas de poder, la heterogeneidad interna y la manera en cómo se alimentan o nutren las
culturas políticas40. Es decir, se adoptará una concepción pragmática de esta noción. Además, se
integrarán otros elementos de la historia cultural como las instituciones culturales, los actores, la
recepción-apropiación de ideas y prácticas o las formas de sociabilidad 41. Los intercambios y
relaciones que mantuvieron los dos anarquistas con otros grupos, durante su recorrido por
América del Sur, pondrán a prueba la idea de que las culturas políticas permanecen estáticas y
homogéneas, incluso, cuestionará los imaginarios de una cultura política anarquista nacional o
regional. Y aunque también se enfatizará en los aportes individuales, la unidad de análisis
propicia para el desarrollo de la investigación son los círculos o grupos anarquistas.

Eva Golluscio de Montoya elaboró un estudio en donde profundizó en los orígenes, rasgos
generales y significación de los círculos anarquistas en el movimiento obrero y revolucionario
argentino de comienzo del siglo XX. La presente investigación retomará algunas de las
características de las agrupaciones anarquistas estudiadas por esta autora, que se resumen en:
“[...] la carencia de marcos internos permanentes, la autonomía en la acción, el a-partidismo, el
autofinanciamiento, el rechazo de estructuras de representatividad, la descentralización en el
espacio y la no obligación de continuidad en el tiempo, la libre asociación y el federalismo” 42. De
igual forma, la investigación de Golluscio de Montoya es pertinente para reconocer: la magnitud
de los círculos anarquista, que por lo general lo conformaban pocas personas y lo que implicaba
que “[...] su poder de influencia no se medía por la cantidad de adhesiones”; la forma en cómo se
relacionaban los grupos anarquistas entre ellos y el movimiento revolucionario, es decir, que
“[…] cada núcleo funcionaba de manera autónoma, seguía distintas tendencias, se identificaba
con la línea de uno u otro periódico y se fijaba objetivos propios frente a la orientación de la
propaganda y a la cultura”43.
40
Formisano, Ronald P. “The Concept of Political Culture”. Journal of Interdisciplinary History, Vol. 31, No. 3.
(Winter, 2001), pág. 395.
41
Arias Trujillo, Ricardo. Los Leopardos: una historia intelectual de los años 1920. Bogotá: Universidad de los
Andes, Facultad de Ciencias Sociales, Departamento de Historia, Ediciones Uniandes, 2007. pág. xvi.
42
Golluscio de Montoya, Eva. “Círculos anarquistas y circuitos contraculturales en la Argentina del 1900”. Cahiers
du monde hispanique et luso-brésilien, No. 46, Contre-cultures, Utopies et Dissidences en Amérique Latine, 1986.
págs. 53-54.
43
Golluscio de Montoya, Eva. “Círculos anarquistas y circuitos contraculturales en la Argentina del 1900”. 1986,
págs. 54-55.

16
Con estos elementos se procurará demostrar que la influencia de estos dos extranjeros en los
grupos de tendencia anarquista significó la transformación y renovación de la cultura política
anarquista colombiana de la década de 1920, integrando elementos de las coyunturas y
tradiciones anarquistas internacionales. Hecho que significó, además, la adhesión de algunos
círculos o individuos anarquistas a una red transnacional de intercambio de conocimientos de la
acción y el pensamiento ácrata. En cuanto a la dimensión cuantitativa de los grupos que
profesaban las perspectivas anarquistas en Colombia, la llegada de estos dos personajes se debe
comprender como un elemento más que propulsó una tímida expansión a otras regiones y
públicos.

17
Capítulo I

1. El contexto colombiano y el germinar del anarquismo


La mutación de la estructura social y económica colombiana es central durante la década de los
años veinte, y alcanza su máxima expresión durante el decenio de los años treinta cuando “[...] la
industrialización no era un fenómeno aislado y “exótico” […], sino un proceso dinámico que
estaba produciendo transformaciones [...]”44. Por supuesto, cambios limitados, que afectaban
algunos campos de la sociedad colombiana, mientras que otros, como la composición social,
tendrían un continuo. Durante los primeros treinta años del siglo la población colombiana seguía
siendo mayoritariamente rural: para comienzos de siglo XX correspondía a un 90 por ciento y
para 1938, conformaba el 69.1 por ciento45. Frente al paulatino crecimiento de las urbes, “[...] en
las primeras décadas del siglo XX predominaba de manera abrumadora la población agraria” 46.
Este descenso de la población rural fue el resultado del tímido incremento de la urbanización, el
aumento de sectores industriales, la migración a las ciudades a causa de la descomposición del
régimen de haciendas y el movimiento poblacional a regiones en donde se construían obras
públicas47. Así, ciudades como Bogotá, Medellín, Barranquilla y Cali, tendieron a conformar los
polos de desarrollo e industrialización del país para la década de 1920, menguando, en buena
medida, la base artesanal que caracterizó a las ciudades en el siglo XIX. Desde luego, estos
factores económicos afectaron la estructura demográfica y social de las regiones en la que se
estaba llevando a cabo el proceso de modernización, como por ejemplo, la constitución del
“proletariado” urbano.

El crecimiento pausado de las ciudades fue acompañado por la innovación en los patrones
culturales, por ejemplo, en los ambientes de esparcimiento que antes eran dominados,
generalmente, por las tradiciones religiosas. A la par, la urbe comienza a ofrecer nuevos espacios
de sociabilidad “[...] cafés, tabernas, chicherías, prostíbulos o clubes, según los gustos y el
44
Archila Nieto, Mauricio. Cultura e identidad obrera. 1991. pág. 51.
45
Rueda Plata, José Olinto. “Historia de la población de Colombia”. Nueva Historia de Colombia, Tomo V. Bogotá:
Editorial Planeta, 1989. págs. 360-361.
46
Vega Cantor, Renán. Gente muy rebelde. 2002. pág. 57.
47
Núñez, Luz Ángela. El obrero ilustrado. 2006. pág. 3.

18
bolsillo de cada quien […]”48. Para el caso de los obreros, artesanos, intelectuales y personajes de
la izquierda capitalina, algunos lugares de sociabilidad eran las casas del pueblo, las bibliotecas,
las imprentas, los cafés, algunas chicherías, las plazas o parques del centro de la ciudad, casas o
locales de reconocidos militantes y edificaciones destinadas a las actividades de los sindicatos y
grupos políticos49. Los sectores obreros de las ciudades organizaron sus propios espacios de vida
política y cultural, en donde, a su vez, se cimentaron los primeros grupos comunistas, socialistas
revolucionarios y anarquistas.

A esta variedad de posturas políticas se suma la diversidad de actores sociales que convivían en
esta época (campesinos, obreros, artesanos, pequeños propietarios e intelectuales), los cuales no
pueden inscribirse, a priori, en una tendencia política específica. Existieron, claro está, motivos
por los cuales los sectores obreros de la urbe y el campo expresaron su descontento: el bajo
monto de los salarios, las alzas en los precios de la canasta familiar, la calidad de vida o los altos
niveles de pobreza50. Algunos medios que canalizaron sus molestias fueron las revueltas
populares o la incorporación a grupos sindicales y políticos. Para ilustrar el complejo panorama
de opciones políticas, es posible señalar algunas de las tendencias más significativas como, por
ejemplo, el liberalismo radical, el Partido Socialista Revolucionario (PSR), los socialistas
revolucionarios (separados implícitamente del PSR) y los anarquistas. No obstante, estas
generalizaciones desconocen, por una parte, la diversidad de corrientes que existían en cada una
de las tendencias y, por otra, los vínculos que conectan a una y a otra tendencia, unas veces
conflictivos, otras de apoyo mutuo e incluso de desconocimiento. Las “[...] tendencias señaladas,
se disputarían […] la orientación del naciente movimiento obrero en los años veinte” 51 y, se puede
afirmar, de la hegemonía del conjunto de la izquierda colombiana.

Además de las confrontaciones internas entre los grupos revolucionarios y radicales, el Partido
Conservador continuaba ejerciendo una influencia notoria en la vida política del país. Fue a lo
largo de la década de los veinte cuando esta hegemonía comienza a desgastarse, sea bien por las
divisiones internas del Partido o por el surgimiento de problemas inquietantes como el de la
48
Arias Trujillo, Ricardo. Los Leopardos: una historia intelectual de los años 1920. 2007. pág. 19.
49
Núñez, Luz Ángela. El obrero ilustrado. 2006. págs. 47-51.
50
Archila Nieto, Mauricio. Cultura e identidad obrera. 1991. pág. 138; Arias Trujillo, Ricardo. Los Leopardos:
una historia intelectual de los años 1920. 2007. pág. 158.
51
Archila Nieto, Mauricio. Cultura e identidad obrera. 1991. pág. 234.

19
“cuestión social”. Este asunto fue adquiriendo mayor urgencia, en cuanto surgían nuevos
síntomas como: el descontento social, las revueltas populares, la organización de sectores obreros
y la aparición, cada vez más recurrente en la vida política, de socialistas revolucionarios o
anarquistas52. En el transcurso de la década, la polarización de la sociedad se hizo cada vez más
evidente, al punto que la prensa de la derecha “[...] multiplicó los llamados para defenderse de
una revolución que, de acuerdo a la información que suministraban los 'doctrinarios', parecía
inminente”53.

La prensa no era el único medio que disponía el sector conservador para contrarrestar el influjo
de las corrientes revolucionarias. El aparato legal, en buena medida elaborado por la hegemonía
conservadora, contaba con tratados, leyes y decretos que sancionaban todo tipo de actividades
transgresoras del orden social, político y cultural. Así, incluso antes de la consolidación de
núcleos revolucionarios en la década de los veinte, el Estado colombiano, representado por
Rafael Reyes, firmó en 1902 un tratado internacional para proteger el continente americano de las
posibles acciones de anarquistas y para facilitar la extradición de estas gentes 54. Tampoco es
extraño que se decretara la Ley 48 de 1920 “Sobre inmigración y extranjería”, que prohibía el
ingreso y permitía la expulsión a los extranjeros que “[...] aconsejen, enseñen o proclamen el
desconocimiento de las autoridades de la República o de sus leyes, o el derrocamiento por la
fuerza y la violencia de su gobierno; a los anarquistas y a los comunistas que atenten contra el
derecho de propiedad” o a “[…] los que violen la neutralidad a que están obligados, ingiriéndose
en la política interna de Colombia, sea por medio de la prensa, redactando o escribiendo en
periódicos políticos sobre asuntos de esta clase; o por la palabra, pronunciando discursos sobre
política colombiana; o afiliándose a sociedades políticas”55. A este tipo de disposiciones se le
sumarían otras como el Decreto 707 de Alta Policía de 1927 o “La ley heroica de 1928”, que

52
Arias Trujillo, Ricardo. Los Leopardos: una historia intelectual de los años 1920. 2007. págs. 15- 19.
53
Arias Trujillo, Ricardo. Los Leopardos: una historia intelectual de los años 1920. 2007. pág. 269.
54
El tratado fue firmado por Argentina, Bolivia, Colombia, Costa Rica, Chile, República Dominicana, Ecuador, El
Salvador, Estados Unidos de América, Guatemala, Haíti, Honduras, México, Nicaragua, Paraguay, Perú y Uruguay.
Segunda Conferencia Internacional Americana. Tratado de extradición y protección contra el anarquismo. Palacio
del Ejecutivo: San Salvador, 19 de mayo de 1902. http://www.oas.org/juridico/mla/sp/traites/sp_traites-ext1902.html
55
Ley 48 del 3 de noviembre de 1920, “Sobre Inmigración y Extranjería.” En:
http://www.cancilleria.gov.co/sites/default/files/Normograma/docs/ley_0048_1920.htm; Ley 69 del 30 de octubre de
1928, “Por la cual se dictan algunas disposiciones sobre defensa social. “En:
http://www.icbf.gov.co/cargues/avance/docs/ley_0069_1928.htm

20
señalarían el culmen de la tensión existente entre el gobierno, su pretendida paz social y los
grupos disidentes.

¿Qué magnitudes tenían las corrientes revolucionarias, y en especial la anarquista, para preocupar
de esta forma a los regímenes conservadores y a otros sectores de la sociedad colombiana de la
década de los veinte? Como lo han expuesto varios autores, la presencia evidente de grupos y
acciones de corte anarquista en Colombia puede datarse a partir del decenio de 1910. Por
ejemplo, Fanny Simon afirma que existían cartas de corresponsales colombianos que se
publicaban en periódicos anarquistas de Argentina y Brasil 56; mientras que, Gómez Muller
describe cómo ciertas movilizaciones sociales de esta década estuvieron inspiradas por formas de
acción anarcosindicalista (huelga general, boicot, sabotaje, entre otras), también cercanas al
socialismo revolucionario57; de otro lado, Núñez documenta la existencia de un periódico titulado
Ravachol, que desde 1910 publicó en sus páginas diatribas contra la iglesia y la religión, influido
por el anarquismo y el socialismo58. Un caso que no ha tenido resonancia en la historiografía
nacional es el del prófugo, anarquista, periodista y educador de origen colombiano, Juan
Francisco Moncaleano, quien en 1912 fundó en México, junto con sus compañeros, el Grupo
Sociedad Luz, inspirado por la ideas de Escuela Moderna propulsadas por el catalán Ferrer i
Guarda59. En relación con lo anterior, en el capítulo segundo de la presente investigación se
ahondará sobre aspectos de la cultura política anarquista como los espacios y medios de difusión,
los temas que se difunden, las prácticas políticas, entre otros.

La actividad y claridad ideológica de los grupos anarquistas se afianzó en el transcurso de la


década de los veinte. En ciudades como Bogotá, Barranquilla y Santa Marta, y en menor medida
Cali, Barrancabermeja y Medellín, se consolidaron los primeros núcleos formales de anarquistas.
Paralelo a este proceso, el decenio de los veinte conoció la llegada de inmigrantes afines al
anarquismo, una tendencia general para el continente americano, pero dispar según cada país de
acuerdo a la magnitud de las inmigraciones. Argentina, Chile, Brasil, México y Estados Unidos,

56
Simon, S. Fanny. “Anarchism and Anarcho-Syndicalism in South America.” 1946. pág. 57-58.
57
Gómez Muller, Alfredo. Anarquismo y anarcosindicalismo en América Latina.2009. pág. 71.
58
Núñez, Luz Ángela. El obrero ilustrado. 2006. pág. 133.
59
Acri, Martín Alberto y María del Carmen Cácerez. La educación libertaria en la Argentina y en México (1861-
1945). Buenos Aires: Libros de Anarres, 2011. pág. 379; Hart, John M. El anarquismo y la clase obrera mexicana,
1860 – 1931. México D. F.: Siglo XXI Editores, 1988. pág. 150 y ss.

21
fueron algunos de los territorios en donde el número de expatriados fue altamente significativo.
Por el contrario, los movimientos de migración al territorio colombiano fueron mínimos, no sólo
por la legislación vigente, sino también por las condiciones económicas y sociales del país. Como
lo afirma Vega:

“[...] Colombia no era un país atractivo para la población de otros lugares del mundo, puesto que
no existían condiciones económicas, infraestructura vial, sectores productivos dinámicos y
competitivos en el mercado mundial, ni la promesa de buenos salarios [...] tampoco existían
muchas garantías políticas para aquellos interesados en venir al país, teniendo en cuenta que el
régimen conservador era profundamente receloso con los extranjeros, por considerarlos
potencialmente peligrosos [...]”60.

2. El anarquismo en el país pampeano y las peripecias del viaje de los dos inmigrantes
Una breve mención al contexto del cual provienen Colombo y García es necesaria para
comprender la trascendencia de la participación de estos personajes en el ambiente político y
social de la Colombia de los años veinte, en especial para los círculos anarquistas.

Entre los múltiples procesos que se interrelacionaron en el contexto argentino, se destacan: la


diversificación de las actividades productivas en el campo y en la ciudad – la industrialización
que convive con los grupos de artesanos-, la tendencia a la concentración de los grupos humanos
en las urbes, las políticas y los alcances de la inmigración de europeos (españoles e italianos, en
su mayoría) y, como corolario de estas variables, el surgimiento de un nuevo sector social –
heterogéneo y cambiante-, a saber, el obrero.

Para la celebración del Centenario de la Independencia Argentina (1910), se presenció la


ebullición “[...] del malestar social ante la situación en la que se hallaban las capas menos
favorecidas de la población. Llegada masiva de inmigrantes a la capital, hacinamiento e
insalubres condiciones de vida, duras jornadas de trabajo, agotamiento, y un largo etcétera venían
delimitando la denominada 'cuestión social'” argentina61. En este punto, también son reconocidas
las tensiones de los grupos hegemónicos y las clases subalternas, pero también la presencia de
60
Vega Cantor, Renán. Gente muy rebelde. 2002. pág. 59.

22
otros sectores de clase media y alta como estudiantes universitarios, profesionales, artesanos,
pequeños propietarios, etcétera. No menos importante es la proporción de las corrientes
migratorias que arribaron a las costas argentinas, puesto que no sólo nos dan una imagen de esta
sociedad, sino que también permite establecer la relación entre ese fenómeno y las características
del anarquismo gestado en este territorio. Para el período de 1895 a 1914, la población de
inmigrantes era ya de 2.357.952 para una población total aproximada en 7.885.237. En 1914, del
grupo de nacionalidades extranjeras, los italianos y españoles seguían manteniendo su
preponderancia frente a otras nacionalidades, con porcentajes del 39,4% y el 35,2%
respectivamente62.

Italia y España fueron, para finales del siglo XIX y comienzos del XX, enclaves relevantes para
las ideas anarquistas, las cuales se habían asentado y renovado, produciendo incluso pensadores
notables para la tradición anarquista como: Errico Malatesta -quien vivió en Argentina entre 1885
y 1889-, Carlo Cafiero, en Italia, Anselmo Lorenzo, Ricardo Mella, Francisco Ferrer i Guardia,
en España; y, asimismo, iconos del anarquismo magnicida como: los españoles Mateo Morral y
Juan Oliva, o como los italiano Sante Caserio o Gaetano Bresci. No es coincidencia, entonces,
que la tendencia anarquista en Argentina se convirtiera en un referente internacional por su
claridad o amplitud, con la llegada de extranjeros de estas dos regiones de Europa. A pesar de que
García y Colombo se determinaran como anarquistas, es complejo definir en qué etapa de sus
vidas se acercaron a esta perspectiva política: si fue en Argentina o por el contrario fue en sus
lugares de origen63.

Para el período de 1900 a 1920, las actividades de confrontación, la organización de las masas de
trabajadores y la presión que estas ejercen a los patrones y a la institucionalidad, se entonan y
consolidan en la práctica de las huelgas, manifestaciones, boicots, sabotajes y otras formas de

61
Migueláñez Martínez, María. “1910 y el declive del anarquismo argentino. ¿Hito histórico o hito
historiográfico?”. 2010. pág. 439.
62
Tercer Censo Nacional de la República de Argentina Levantado el 1 de Junio de 1914, págs. 395-398.
63
Anderson, Benedict. Bajo tres banderas. Anarquismo e imaginación anticolonial. 2008, pág. 81; Bayer, Osvaldo.
“La influencia de la inmigración italiana en el movimiento anarquista argentino”. Los Anarquistas Expropiadores,
Simón Radowitzky y otros ensayos. Coyhaique: Sombraysén, 2008, págs. 111- 127; Oved, Iaacov. “Influencia del
anarquismo español sobre
la formación del anarquismo argentino”. Estudios Interdisciplinarios de América Latina y el Caribe. Tel Aviv:
University of Tel Aviv, 1991.

23
resistencia, gracias a que se combina la presencia de sectores políticos ácratas con algunos
elementos estructurales de la sociedad argentina. Ante este panorama, los representantes del
Estado y de las fuerzas de represión respondieron con aprensiones, cierres de establecimientos,
persecuciones y, en el marco de la institucionalidad, por medio de leyes, decretos y el estado de
sitio que permitieran controlar estos núcleos de rebeldía 64. Algunas de estas medidas que se
promulgaron fueron: la Ley de Residencia en 1902, la cual instauraba “[...] la expulsión sin juicio
previo e impedía la entrada de todo aquel extranjero sospechoso de perturbar el orden público y
la seguridad nacional [...]”; la Ley de Defensa Social en 1910, que “[...] prohibía la existencia de
organizaciones anarquistas y penaba el desorden público, la huelga y el uso de explosivos con
castigos que llegaban hasta la pena de muerte [...]”65.

En el primer decenio del siglo XX, se dio una notoria producción de folletos, fanzines, revistas,
periódicos y en general varias producciones que, además de estar en conexión con este tipo de
luchas, también buscaron comunicar los principios del anarquismo, sus benevolencias para la
lucha emancipadora de los obreros, el ideal de la libertad absoluta y, en términos generales,
expandir el pensamiento ácrata por medio de la propaganda 66. El proyecto cultural del
anarquismo pampeano incluyo prácticas como “[...] la creación de bibliotecas, el dictado de
clases y cursos, y sobretodo veladas que llegarían a ocupar un lugar central en las actividades
culturales [...]”. Por ejemplo, estas veladas mezclaban el proselitismo político con actividades
recreativas: “representaciones teatrales, declamaciones poéticas, conferencias, canto coral e
himnos revolucionarios, funciones musicales y bailes familiares”67.

El grado de complejidad dentro del movimiento anarquista argentino de los años veinte
alcanzaría un grado en el que la contienda entre dos bandos se hizo inminente: “[…] por un lado,
la corriente principal representada por la Federación Obrera Regional Argentina (FORA) y el

64
Abad de Santillán, Diego. El movimiento anarquista en la Argentina. Desde sus comienzos hasta el año 1910.
Buenos Aires: Argonauta, 1930. pág. 71.
65
Migueláñez Martínez, María. “1910 y el declive del anarquismo argentino. ¿Hito histórico o hito
historiográfico?”. 2010. pág. 442.
66
Suriano, Juan. Anarquistas. Cultura y política libertaria en Buenos Aires, 1890-1910. Buenos Aires: Manantial,
2001. pág. 179.
67
Suriano, Juan. “Las prácticas culturales del anarquismo argentino”. Encuentro: CULTURA Y PRÁCTICA DEL
ANARQUISMO, DESDE SUS ORÍGENES HASTA LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL , Cátedra México-España de
El Colegio de México, 23-24 de marzo de 2011. pág. 5.

24
periódico La Protesta; por el otro, los gremios autónomos y una serie de agrupaciones disidentes,
con un discurso radicalizado [...]”, en el que se destaca la publicación La Antorcha68. La
conflictividad entre estos dos sectores resultó en que afloraron dos identidades antagonistas
-protestistas y antorchistas-, y se llegó al punto en que se declararon una guerra abierta.

En la historiografía contemporánea del anarquismo argentino se ha comenzado a discutir la


noción de “auge” y “declive” de este movimiento político, ya que muchos historiadores tienen la
impresión de que el año 1910 significó la fractura o el inicio de la decadencia de la tendencia
anarquista69. Más allá de las críticas al “declive”, a partir de esa fecha se vislumbra una
transformación de la dimensión y características del movimiento anarquista, a la que los autores
atribuyen como causas: la represión cada vez más aguda por parte de las instituciones estatales
argentinas; el surgimiento de disputas con las nuevas tendencias que nacieron en las
organizaciones obreras durante los años veinte; los conflictos internos y las escisiones del
movimiento anarquista; las transformaciones en el contexto político y social, sobre todo con la
ampliación de la participación política y la intervención del Estado en las tensiones del mundo
del trabajo70. Desde 1910, es notorio un contexto de deterioro paulatino de las organizaciones
anarquistas y, en consecuencia, muchos militantes fijarán su interés por recorrer nuevas latitudes
con la esperanza de encontrar un espacio para desarrollar sus actividades y exponer sus
pensamientos. En tal contexto, México se tornaría en un destino atractivo para aquellos que
pensaban que en ese país la revolución había transformado las estructuras sociales del
“porfiriato”, lo que permitía que sus actividades e ideales no fuesen considerados como un delito.

Una primera interpretación del por qué Colombo y García atravesaron vastas regiones de
América del Sur se construye teniendo presente tanto el contexto del cual provenían -el
argentino-, como el lugar a donde pretendían arribar: México. En el contexto revolucionario de
este país, el par de anarquistas mantuvieron una relación epistolar con dos camaradas de origen
español radicados en México, quienes les informaban la situación económica personal y las
68
Anapios, Luciana. “El anarquismo argentino en los años veinte. Tres momentos en el conflicto entre La Protesta y
La Antorcha”. Papeles de trabajo. Buenos Aires: Revista electrónica del Instituto de Altos Estudios Sociales de la
Universidad Nacional de General San Martín, junio de 2008 (Año 2, #3).
69
Migueláñez Martínez, María. “1910 y el declive del anarquismo argentino. ¿Hito histórico o hito
historiográfico?”. 2010. pág. 447.
70
Suriano, Juan. Auge y caída del anarquismo. Argentina, 1880-1930. Buenos Aires: Capital intelectual, 2005. págs.
53-90.

25
dificultades que tenían que soportar en este país 71. Mateo y Fernández, los nombres de sus
compañeros, en una de sus cartas plasmaron los obstáculos a los que se veían enfrentados en el
territorio mexicano: la competencia de la venta de agujas, la falta de dinero, la búsqueda de
nuevos mercados fuera de la capital mexicana y, como última opción, la posibilidad de ingresar a
los Estados Unidos. En esta carta, fechada el 25 de mayo de 1926, apuntan como causa de estos
problemas la política contra el capitalismo impulsada por el gobierno revolucionario de México.
Aquí también es posible comprender por qué Colombo y García permanecieron por un año y
medio, aproximadamente, en el territorio colombiano: el temor a encontrarse en México con una
coyuntura inestable para las finanzas personales. Por esta misma razón, la material o económica,
alcanzaron a pensar en un viaje a Estados Unidos, “la gran tierra de las Estepas” y de las
oportunidades72; sin embargo, la necesidad de reunir suficiente dinero para autofinanciar su
empresa viajera los retuvo un buen tiempo en Colombia.

El método de cruzar fronteras mediante la venta de agujas de bordar fue aprendido por Colombo
y García en La Paz, Bolivia, a mediados de 1924. En esta ciudad, los “camaradas” Droz y
Humbert les instruyeron sobre la vocación de vender estas mercancías, lo cual proporcionaba el
sustento material individual y la excusa perfecta para entrar legalmente a otros países. Más allá
de las incertidumbres de la vida de “mercachifles”, la subsistencia y el camuflaje de sus
identidades políticas, dos elementos centrales para cualquier viajero anarquista de la época, eran
suministradas por esta actividad comercial. Sin embargo, para los anarquistas este tipo de lucro
era un mal necesario, ya que implicaba personificar al comerciante avaro, un malestar para sus
morales, pero al mismo tiempo les daba lo necesario para costear los gastos del viaje y
manutención. En palabras de García: “[...] como idealistas y propagandistas de ideas libertarias
-anárquicas-, repudiamos con sinceridad esta clase de estafas públicas como lo es el
mercachiflismo [...]”73.

71
Algunos apartes de los relatos del ingreso al país de Colombo y García, su experiencia como vendedores
transfronterizos y la relación epistolar con camaradas españoles en México, fueron retomados de la investigación del
historiador colombiano Mauricio Flórez Pinzón. Esto como consecuencia del grave estado de conservación de
algunos folios en el AGN. Flórez Pinzón, Mauricio y Centro de Investigación Libertaria y Educación Popular.
“Nuestro pasado”. Pasado y presente del anarquismo y el anarcosindicalismo en Colombia. 2011, pág. 87-89
72
AGN, FMG, sección IV, t. 230, f.157.
73
AGN, FMG, sección IV, t. 230, f. 168.

26
Esta práctica es un indicio de la presencia, en diversas regiones latinoamericanas, de una red de
anarquistas que, como excusa para poder viajar libremente por los países y lograr sobrevivir,
utilizaban la fachada de comerciantes. Con estos conocimientos en la labor de comerciante,
lograron atravesar Ecuador y al llegar a Venezuela, en 1925. Por motivos del negocio decidieron
tomar caminos distintos: Colombo permaneció unos meses en Venezuela, mientras que su
compañero ingresó a Colombia por Barranquilla. García planeó entrar a Bogotá por el Río
Magdalena en los primeros meses de 1926, pero por el verano y la sequía del río su llegada a la
capital se aplazó una temporada y tuvo que asentarse un periodo en Medellín. El relato de García
de su travesía por Colombia tiene el común denominador del trayecto obligado por el río
Magdalena y las urbes cercanas, como “[...] Zambrano, Magangué, El Barrido, Puerto Berrio,
Medellín, Honda, Girardot, Bogotá, Cali y Tulúa” 74. Lo mismo ocurre con el viaje de Colombo,
quien entró a Colombia por Cúcuta en enero de 1926, de allí a Ocaña, luego a Gamarra y
finalmente a Bogotá75.

Las incertidumbres del “mercachiflismo” y de las aventuras transfronterizas estaban a la orden


del día. En marzo de 1926, estando en Medellín con un “compañero” de travesías, Juan García
relata con pesadumbres las desgracias que le han acontecido: “[…] el pequeño negocio que
hacemos no nos puede ir peor. A duras penas nos dio hasta el 1ro de este mes para cubrir los
gastos de la pensión. Hoy van tres días que mi compañero está gravemente enfermo: sufre de un
paludismo y disentería, ambas enfermedades son crónicas y en cada recaída o manifestaciones
más activas de estos males le da fiebre de alta graduación” 76. Frente a esta situación y los
obstáculos para conseguir ayuda médica, incluso García, un anarquista iconoclasta, estuvo
obligado a hacer ruegos, a persignarse ante el Señor. Este y otro tipo de adversidades obligaba a
los compañeros de viaje a definir rumbos distintos, “[...] siempre llevando el “mercachiflismo”
como medio de subsistencia y teniendo en firme convicción de encontrarnos de nuevo en tal o
cual punto”77.

74
AGN, FMG, sección IV, t. 230, f. 114.
75
AGN, FMG, sección IV, t. 230, f. 115.
76
AGN, FMG, sección IV, t. 230, f. 188-192.
77
AGN, FMG, sección IV, t. 230, f.168.

27
Se suma a este tipo de incidentes el asunto del deterioro o inexistencia de la comunicación entre
los compañeros de viaje, puesto que, cuando se separaban, la única forma de relacionarse era por
el intercambio epistolar y, en menor medida, los telegramas. En marzo de 1926, en la capital
antioqueña, García comentó a un camarada la imposibilidad de comunicarse con “[...] Fernández
y Colombo [...]78” a excepción de un telegrama que recibió en Puerto Wilches. También le
informaba a su amigo que cuando pudiese llegar a Bogotá se proveería de algunas cartas y se
comunicaría con algunos compañeros, ello con el propósito de continuar el viaje. Algo similar
ocurrió con su compañero Marco Lizondo, con quien viajaron García y Colombo de Argentina a
Bahía Caraquéz, Ecuador: García afirmaba en marzo de 1926 que hace un año “[...] no nos hemos
podido encontrar más, ni siquiera manteniendo la comunicación corresponsal”79.

Los obstáculos materiales impidieron, en muchas ocasiones, que la red personal y política de
estos personajes fuera compacta y estable, por ello intentaron ampliar sus redes a los lugares a los
que arribaban y encontrar la solidaridad de los grupos e individualidades anarquistas o
revolucionarias.

78
AGN, FMG, sección IV, t. 230, f. 157.
79
AGN, FMG, sección IV, t. 230, f. 168.

28
Capítulo II

Entender las manifestaciones de los grupos e individuos anarquistas en el marco de una cultura
política es una tarea que debe comprender: los lugares en donde se establecieron los grupos
anarquistas y los espacios en donde desarrollaban sus actividades, los medios que emplearon para
difundir sus ideas, las principales preocupaciones o tópicos de su acción propagandística, las
prácticas políticas anarquistas, y las relaciones de afinidad o tensión internas al movimiento.

1. Aproximaciones a la cultura política anarquista colombiana de los años veinte

1.1. De los lugares y los espacios de difusión

Si se examina la distribución geográfica de los grupos anarquistas colombianos en la década de


los veinte puede concluirse que el afluente del río Magdalena y sus ciudades aledañas y las
ciudades con una creciente industrialización fueron los centros urbanos en donde más
prosperaron este tipo de grupos. Para los veinte, los principales puertos-ciudades del litoral
Atlántico fueron los lugares que, sin duda, recibieron más inmigrantes europeos y allí se
consolidaron las primeras organizaciones obreras, soportadas por los trabajadores de la rama del
transporte, los puertos y los servicios públicos80. Desde finales de 1925, la Federación Obrera del
Litoral Atlántico (FOLA) junto con los periódicos anarquistas Vía Libre y Organización,
propagaron sus propuestas en las esferas sindicales y obreras. La presencia de extranjeros fue
determinante para estos círculos anarquistas barranquilleros y samarios, como lo evidencia la
actividad propagandística de los ya nombrados Elías Castellanos, Antonio Lacambra, Genaro
Torini o Juan Candanosa81. Algo similar ocurre con la presencia, entre 1921 y 1924, de Nicolás
Gutarra, anarquista de origen peruano, quien contribuyó en la reorganización de la Liga de
Inquilinos en Barranquilla y participó políticamente con la difusión de algunos elementos de las
ideas y acciones anarquistas82.
80
Gómez Muller, Alfredo. Anarquismo y anarcosindicalismo en América Latina.2009. pág. 70.
81
Flórez Pinzón, Mauricio y Centro de Investigación Libertaria y Educación Popular. “Nuestro pasado”. Pasado y
presente del anarquismo y el anarcosindicalismo en Colombia. 2011. pág. 84.
82
Cáceres Sánchez, Sergio. Estrella Fugaz, El caso de la Liga de Inquilinos de Barranquilla en 1923. Bogotá:
Monografía de grado, departamento de Historia, Universidad de los Andes, 2011.

29
Barrancabermeja, Puerto Wilches, Girardot y Neiva fueron algunas de las ciudades ribereñas del
Magdalena que se convirtieron en focos del anarquismo. En la primera de estas, por ejemplo, se
fundó el periódico Germinal, publicado por la Tipográfica Eléctrica, de carácter anarcosindical y
punto de respaldo de las luchas de los trabajadores de la Tropical Oil Company 83. Los grupos
anarquistas o anarcosindicalistas de otras ciudades se beneficiaron de su cercanía al Magdalena,
tal fue el caso de Medellín o Cali. Incluso en otras regiones -relativamente apartadas del afluente
del Magdalena- como la boyacense, existieron propagandistas de las ideas libertarias: el más
renombrado ha sido Siervo Tulio Sánchez quien, además de colaborar con el periódico
barranquillero Vía Libre, también auxilió a las organizaciones sindicales de esta zona y
contribuyó a introducir temas como el anticlericalismo, el antimilitarismo o el internacionalismo.

En Bogotá surgió, en 1924, el “Grupo Sindicalista Antorcha Libertaria”, integrado por personajes
como “Carlos F. León, director del periódico y animador del Sindicato de Tipógrafos; Luis A.
Rozo, representante del Sindicato de Paños Colombia; Oliverio Franco G.; Pastor Velandia;
Gerardo Gómez V., del Sindicato de Tipógrafos; Pedro E. Rojas y Francisco Lopera” 84. Con su
propia imprenta ubicada en “La Casa del Pueblo”, el grupo reinició la publicación del periódico
La Voz Popular que, luego de una ruptura interna con los liberales radicales, asumió principios y
posturas anarcosindicalistas y anarquistas.

A la diversidad de regiones a las que el anarquismo logró introducirse, corresponde la pluralidad


de espacios de difusión y sociabilidad. En teatros, bibliotecas, salas de redacción, imprentas,
oficinas, cafés, tertulias, tiendas, cantinas, chicherías, talleres de artesanos o plazas, los grupos
políticos anarquistas expandieron sus redes de difusión y sociabilidad política. Por ejemplo, el
periódico bogotano El Socialista, en 1925, tenía una oficina propia y dos imprentas en donde se
producía su tiraje: la primera ubicada en la “Carrera 9 a Número 165 y la segunda en la Calle 21
Número 108; esta información, junto con el número telefónico, estaba incluida en el membrete
del periódico85. En este tipo de espacios se reunían los grupos políticos, realizaban sus actividades
propagandísticas y convocaban a conferencias o reuniones abiertas. Así, por medio del órgano de

83
Núñez, Luz Ángela. El obrero ilustrado. 2006. pág. 38.
84
Gómez Muller, Alfredo. Anarquismo y anarcosindicalismo en América Latina: Colombia, Brasil, Argentina,
México. pág. 33.
85
El Socialista. Bogotá: Viernes 12 de junio de 1925, No. 392.

30
difusión del grupo anarquista barranquillero “Vía Libre”, se publicitaron las conferencias
dictadas por Elías Castellanos. En una de estas publicidades se hizo un llamado a los “[...]
trabajadores en general, organizados o no organizados, y a los albañiles en particular [...]” a que
asistieran al “[...] local de la Asociación de Albañiles el lunes a las 7 p.m. -Calle San Juan,
Carrera San Roque”86.

La preocupación por encontrar espacios propicios para la difusión e intercambio de ideas es una
constante en los grupos anarquistas de esta época. Esto lo evidencia uno de los miembros del
Grupo Libertario de Santa Marta, el italiano Genaro Torini, en un acta de una reunión del grupo.
El citado personaje “[...] habló sobre la necesidad de organizar la biblioteca sobre asuntos
sociales [...]” y procurar encontrar un local 87. Es decir, un local posibilitaba desarrollar
actividades de propaganda de las ideas y acciones anarquistas, pero también permitía ser un lugar
de planeación, reunión y estudio. Estos espacios se convirtieron en un tema de intranquilidad para
las autoridades policiales, las cuales no dudaron en conseguir informantes y detectives para
conocer a fondo lo que se discutía y planeaba. De acuerdo con las percepciones de un detective
de la policía nacional, los grupos políticos y sindicales bogotanos “[...] tenían juntas secretas [...]
en la Agencia del Periodismo, Calle 14# 60ª, principal foco del comunismo en Bogotá, la agencia
a que me refiero es de propiedad de Silvano [¿?] Rozo comunista muy conocido por la policía
[...]”88.

1.2. La prensa y la propaganda anarquista de la década de 1920

No hay duda de que el principal medio de expresión de los grupos ácratas, e incluso de los
individuos afines a esta propuesta, fue la prensa. En el litoral Atlántico, desde finales de 1925, la
Federación Obrera del Litoral Atlántico (FOLA), junto con los periódicos anarquistas Vía Libre y
Organización, propagaron sus propuestas en las esferas sindicales y obreras. La presencia de
extranjeros fue determinante para estos círculos anarquistas barranquilleros y samarios, como lo
evidencia la actividad propagandística de los españoles e italianos mencionados anteriormente.
86
Vía Libre. Barranquilla: 10 de octubre de 1925, No. 2.
87
AGN, FMG, sección IV, t. 230, f. 72.
88
AGN, FMG, sección IV, t.230, f.107.

31
Por el contrario, periódicos bogotanos como La Voz Popular o Pensamiento y Voluntad
carecieron de la participación de inmigrantes. Aunque los periódicos El Socialista y Germinal -el
primero bogotano y el segundo de Barrancabermeja- incluían referencias a autores, temas y
acciones de anarquistas, la categoría de socialistas-revolucionarios se acomoda a su naturaleza,
ya sea por su diversidad ideológica o por su énfasis en el socialismo no reformista.

Los periódicos anarquistas de esta década, al igual que la prensa obrera en general, “[...] no era
un artículo de consumo individual, ni siquiera familiar, sino social. Incluso, algunos no
distribuían periódicos en sentido estricto, sino que se suscribían y con un sólo ejemplar se llevaba
a cabo la labor de difusión”89. El indicio más evidente de esta propuesta de difusión se encuentra
en el cabezote de El Socialista, el cual se repetía en todas la ediciones e incitaba a los obreros a
comprar, leer y compartir los ejemplares del periódico para incentivar la prensa obrera: “Si usted
quiere que haya prensa obrera ayúdela – compre EL SOCIALISTA léalo y regálelo” 90. A su vez,
la prensa anarquista del exterior tenía un valor material, social y cultural que, inclusive, podía
reemplazar, en momentos de dificultades económicas o sociales, a los periódicos nacionales:

Hace ya varios meses que estamos recibiendo con alguna regularidad EL SAGITARIO, que es
leído con verdadera avidez por nosotros, después de lo cual lo reexpedimos a los compañeros de
provincias. Nadie nos ha dado su concepto sobre él todavía, pero entendemos que las ideas se
están abriendo paso. Os agradeceremos que no nos vayáis a suspender el envío, pues no sabemos
si nuestra situación nos permita seguir haciendo publicaciones, y entre tanto que esto no suceda,
nos prestan invaluables servicios los periódicos que nos envían del exterior 91 .

En este fragmento de una carta enviada por el grupo anarquista Pensamiento y Voluntad de
Bogotá, es claro cómo la prensa era un bien oneroso, cultural y materialmente, puesto que se
enviaban estos ejemplares a lugares en donde la producción de prensa no era común o en donde
no eran conocidas las ideas anarquistas. También, solicitaron a sus compañeros mexicanos de
Sagitario, continuar el envío, puesto que debido a la imposibilidad de publicar, los periódicos ya
elaborados eran elementos valiosos para la continuación del proyecto de difusión y más si se

89
Núñez, Luz Ángela. El obrero ilustrado. 2006. pág. 60.
90
El Socialista. Bogotá: Viernes 12 de junio de 1925, No. 392 y varios ejemplares.
91
AGN, FMG, sección IV, t.230, f.121.

32
trataban de cuestiones internacionales. Las publicaciones también se intercambiaron entre
diferentes grupos nacionales, incentivando la discusión y el intercambio de ideas y proyectos.

Para los periódicos obreros la publicación de un número y la continuación de su existencia


dependía de dos factores centrales: la colaboración de un cuerpo de periodistas o escritores que
enviaban sus aportes para nutrir el contenido del periódico; la capacidad de sortear las
dificultades económicas y convertirse en un colectivo autogestionado. La primera cuestión, la
actividad y relación de los colaboradores de un periódico, era una señal de cómo la prensa obrera
y anarquista se convertía en un foco de sociabilidad, intercambio de ideas o polémicas: publicar
un periódico era una empresa de carácter colectivo, en donde además se tejían relaciones de
afinidad y camaradería. Por ejemplo, en un intercambio epistolar de 1925 entre el griego
Evangelista Priftis y Luis A. Rozo, miembro del Grupo Sindicalista Antorcha Libertaria que
cooperaba con el periódico La Voz Popular, este último afirma que: “[…] con el mayor gusto le
publicaremos el artículo informativo que usted ha tenido la bondad de enviarnos; creo que en el
número del sábado próximo salga. Ojalá nos remitiera, siquiera fuera semanalmente, una crónica
sobre los acontecimientos relativos a la organización del movimiento obrero, etc.” 92. Los
periódicos anarquistas apetecían las contribuciones de otros camaradas en regiones diferentes a
las que cubrían. Para el caso del anterior ejemplo, los informes referentes a las organizaciones
sindicales del Magdalena y Neiva.

Las dificultades económicas eran parte de la realidad de las publicaciones anarquistas


colombianas en la década de los veinte. Así se lo hacía saber, a mediados de 1926, el Grupo
Libertario de Santa Marta a sus compañeros del grupo Pensamiento y Voluntad: “[…] esperamos
vuestra hoja, mientras podemos mandaros 'Organización', pues por acá también estamos
confrontando la misma dificultad que en todas partes se presenta a esta clase de publicaciones: El
problema económico”93. El carácter autogestionario de este tipo de publicaciones generaba que
vivieran en su límite económico o, en muchos casos, sosteniendo un déficit. Esto significaba que
dependían de la colaboración material de sus camaradas para hacer continuo su proyecto.

92
AGN, FMG, sección IV, t.199, f.340.
93
AGN, FMG, sección IV, t.230, f. 127.

33
Una forma menos llamativa de financiación para varios periódicos ácratas fue la publicación de
avisos publicitarios en sus hojas. Esto ocurrió con el periódico La Voz Popular, que se mantuvo
en esta línea con la publicación anarquista barranquillera Vía Libre, durante un breve lapso,
puesto que después Gregorio Caviedes, miembro escritor del periódico Vía Libre, hizo la
concesión de incluir avisos comerciales para la segunda edición del periódico pese a que en el
primer número el autor había afirmado que la prensa revolucionaria no podía permitirse
patrocinar a los explotadores94.

Los periódicos representantes de la corriente socialista-revolucionaria, por otra parte, no tuvieron


inconvenientes ideológicos en publicitar a empresas o negocios. Por ejemplo: el periódico
barranqueño Germinal en sus hojas hacía publicidad de comprar un lote en el “Barrio
Colombia”95; el periódico El Socialista en sus últimas páginas o en la página de anuncios, por lo
general, abarrotaba sus columnas de publicidades de cerveza “El Cabrito” (de la cervecería
Germanía de propiedad de Rodolf Khon), de “Sifón de 'Pola' de Bavaria”, de lotes en “Las
granjas y huertas de 'La Fragua'” o de los servicios que prestaba un electricista en la ciudad de
Bogotá. Según la tabla de “Tarifas de anuncios” de este último periódico, el potencial de ingresos
económicos de este tipo de publicidades era notorio: “Inserciones, columna” a 50 pesos,
“Remitidos, columna” a 40 pesos, “Pulgada lineal, en página de lectura” a 40 centavos, “Pulgada
lineal, en página de avisos” a 20 centavos, “Palabra de anuncios y sueltos en las páginas
editoriales” a 3 centavos, “Palabra de anuncios y sueltos en las páginas de información” a 2
centavos y “Anuncios de solicitud de empleo y oferta de trabajo, la palabra” a un centavo 96. Se
cobraba por la cantidad de espacio que demandaba el aviso, lo cual era lógico en la medida que se
gastaba espacio para información o contenido de difusión político.

Un aspecto relacionado con los apuros económicos es el precio de las publicaciones. Como se
mencionó anteriormente, los periódicos no eran un bien de primera necesidad para los sectores
obreros y campesinos. Ni siquiera los informativos más populares, los cuales en promedio “[...]
tenían un precio de 5 centavos a comienzos de la década y de 10 al final de la misma”. Esta cifra
es representativa, si se tiene en cuenta que “[...] un jornal urbano, en el primer lustro [1920-
94
Gómez Muller, Alfredo. Anarquismo y anarcosindicalismo en América Latina. 2009. pág. 106.
95
Germinal. Barrancabermeja: 24 de enero de 1925, No. 21.
96
El Socialista. Bogotá: Viernes 12 de junio de 1925, No. 392.

34
1925], giraba en torno a los cuarenta centavos, es decir que el diario representaba una octava
parte de su salario. Ni hablar del campo, en donde los jornales eran aún más reducidos” 97. Para
esta época los periódicos anarquistas procuraron mantenerse a un precio inferior: La Voz Popular
costaba tres centavos, Organización y El Socialista tenían un precio de cinco centavos cada uno.
El último insertaba en sus ejemplares, al lado de la “Tarifa de anuncios”, la “Tarifa de
suscripciones”, en la que se cobraba: “Anual para el exterior” cinco pesos, “Anual para el
interior” cuatro pesos, “Semestre para el interior” dos pesos, “Trimestre para el interior” 1 peso y
ochenta centavos y “Valor del ejemplar atrasado” diez centavos. Estos precios, como era de
suponer, estaban pensados para dar continuidad al proyecto, puesto que eran provechosos a largo
plazo para los lectores que se afiliaban por un año, como para el director del periódico y su
financiación a corto y mediano plazo.

Ahora bien, otra forma de difundir las ideas fue la distribución de hojas sueltas en mítines,
manifestaciones, conferencias y reuniones. Estos volantes o “pasquines” también eran el medio
de conservar la información que servía para nutrir el contenido de un periódico: artículos
políticos, teóricos y reflexiones. No obstante, el uso más común de estos volantes era el de ser
pasado de mano en mano, para luego volver a ser reproducidos. En una anotación final de una de
estas hojas, puede leerse: “[...] NOTA: Si usted ama la causa de los obreros, la causa de los
oprimidos, la causa de la justicia humana, haga propaganda de esta hojita, colóquela en una parte
donde todos la puedan leer”98. Este volante, “[…] propaganda del Centro Justicia o revolución
armada”, se tituló “Meditación para todos los días” y saludaba a sus lectores como “Camaradas”;
asimismo, abarcaba una serie de prolegómenos de diversa índole: unos cuantos criticaban la
religión, sus ídolos y ministros, otros tantos que desconfiaban de las fronteras nacionales y
algunos más señalaban a la burguesía como la principal culpable de la situación de los obreros.
No era de extrañar que las autoridades policiales y judiciales se alarmaran por este tipo de
actividades: para este caso, el perseguido fue Siervo Tulio Sánchez y el perseguidor Nerbardo
Rojas, funcionario de la gobernación de Boyacá. En un telegrama dirigido al Ministro de
gobierno y fechado para el 4 de octubre de 1926, Rojas denunciaba que Sánchez “[…] ha llegado
a repartir hojas subversivas al orden público; social teniendo acción policía aquí hase (sic)
97
Arias Trujillo, Ricardo. Los Leopardos: una historia intelectual de los años 1920. 2007. pág. 92.
98
AGN, FMG, sección IV, t.213, f.207.

35
dirigido Sogamoso. Síguelo un detective y hase (sic) ordenado prefecto vigilar
cuidadosamente”99. En esta labor de propagandista, los propagadores corrían el riesgo de ser
vigilados, denunciados o apresados, puesto que, según las autoridades, perturbaban el orden
social y público.

Por último, la prensa y los volantes anarquistas estuvieron insertos en las dinámicas de lectura
colectiva o en voz alta, en un intento por democratizar el conocimiento político y propagar ideas
y prácticas a sectores analfabetos. Para la prensa obrera la lectura en voz alta fue “[...] una
práctica común en algunas casas, talleres y establecimientos comerciales. En los lugares de
trabajo, la lectura colectiva, tenía, además, la finalidad de permitir a los trabajadores enterarse del
contenido de la prensa mientras realizaban su labor [...]”100. Por este medio, un número
considerable de obreros lograron acceder a conocimientos e ideas y, además, abrió la posibilidad
de que participaran en los debates políticos y de actualidad.

1.3. Algunos temas divulgados por la propaganda anarquista

Con sus medios, los anarquistas de la década de 1920 buscaron discutir, comentar e informar al
público obrero de una serie de temas que, según sus concepciones ideológicas, eran expresiones
de la pérdida de libertad o, en otros términos, del triunfo de la autoridad, la jerarquía y la
desigualdad de la sociedad.

Un componente de la propaganda anarquista es su marcado anticlericalismo, el cual ayudaba al


anarquismo a diferenciarse radicalmente de otras corrientes revolucionarias, como el socialismo,
el comunismo o el radicalismo. Los círculos anarquistas reprodujeron, en sus hojas volantes,
periódicos, discursos y actividades, críticas a la religión y a sus instituciones. El Socialista, en
cierta medida, se adhirió a la tendencia anticlerical; en su cabezote adjuntaba un cuadro con
frases simbólicas y en una de ellas se lee: “La religión es opio para el pueblo” 101. Sin embargo, en
el lenguaje y analogías de las luchas obreras florecían expresiones como “mártires”, para referirse

99
AGN, FMG, sección IV, t.213, f.206.
100
Núñez, Luz Ángela. El obrero ilustrado. 2006. pág. 64.
101
El Socialista. Bogotá: Viernes 12 de junio de 1925, No. 392.

36
a los sacrificados por la causa, “apóstoles”, relacionado con los “líderes” o grandes representantes
de las ideas políticas, o “santos ideales”, a las ideologías políticas que defendían. Para ilustrar
esta contradicción, en la misma hoja volante que se escribía “Tened en cuenta que la religión es
opio para el [pueblo]” o “[...] Guerra sin cuartel a los ídolos y ministros de todas las religiones
[...]”, se concluía con la palabra AMEN102. Este fue un vestigio de la mentalidad religiosa que se
filtró a las luchas de los grupos anarquistas y socialistas-revolucionarios.

A pesar de las marcas de religiosidad presentes en expresiones cotidianas de la comunicación de


los grupos anarquistas, estos intentaron promover el racionalismo positivista para contrarrestar la
influencia de las creencias religiosas o dogmáticas. En la “Declaración de principios del Grupo
Antorcha Libertario” se expone que “[...] la base absurda sobre la que descansan todos los
fanatismos religiosos tiene que ser derribada por el libre análisis, los dogmas reemplazados por
las creencias de la ciencia y los instrumentos de todas las tiranías desmenuzados por la fuerza
creadora de los libertarios”103. El anterior sistema de oposiciones cristaliza la fe en la razón, el
positivismo y la ciencia, que muchos ácratas defendían.

El antimilitarismo fue otro de los temas importantes que desarrollaron en sus actividades los
círculos anarquistas de esta década. A diferencia de los postulados del comunismo o socialismo
de esta época, que no percibían la organización militar como algo totalmente negativo para el
sostenimiento de un Estado, los anarquistas renegaban de la autoridad y jerarquía presente en este
tipo de institución. En el periódico Vía Libre se hicieron diversas denuncias sobre la doctrina
militarista del Estado, la cual afectaba en buena parte a la juventud: “[...] El militarismo es la
escuela del crimen. Saber matar, esa es toda la ciencia, y saber obedecer toda la moral […]. Con
negarse al servicio militar, con rehusarse a ingresar a las filas, con mirar con desprecio a los
cuarteles y, sobretodo, con comprender la funesta influencia del militarismo, la juventud dará el
primer paso [...]”104. Los grupos anarquistas concebían la influencia del sector militar como un
agravio a la moral, la libertad, la voluntad y la conciencia de la juventud proletaria.

102
AGN, FMG, sección IV, t.213, f.207.
103
“Declaración de principios del Grupo Antorcha Libertario”, La Voz Popular. Bogotá: 9 de noviembre de 1924,
No. 80.
104
“Del antimilitarismo. A la Juventud”, Vía Libre. Barranquilla: 4 de octubre de 1925, No. 1.

37
Al militarismo también se le combatió utilizando la sensibilización y el convencimiento. En una
hoja suelta titulada “Meditación”, el autor realiza una serie de preguntas evocadoras de las
situaciones injustas o desiguales en las que viven los policías y en la forma en que defienden la
iniquidad, la jerarquía y la explotación de sus “camaradas” los proletarios. Luego de la
proposición de estos cuestionamientos morales, se le pide al agente de policía: “[...] reflexiona
fríamente estas amargas verdades, y veréis como sacáis en consecuencia de que tú también eres
hermano de nosotros, a ti también te explotan los BURGUESES (sic), que tú salario como el
nuestro, tampoco te alcanza jamás para nutriros [...]” 105. Con una crítica mordaz o con una
proposición de poner en un mismo plano al policía y al obrero, los círculos e individuos
anarquistas deseaban desestabilizar el orden jerárquico y social que posibilitaba la existencia de
la casta militar.

Un tema que fue marginal, en casi todas las publicaciones y medios de difusión ácrata,
correspondió a la situación de la mujer: tanto en el contenido de los periódicos, como en su
participación en los círculos anarquistas. Uno de los pocos artículos de prensa que trató el tema
de la mujer fue el elaborado por Ana María García, publicado en el periódico Vía Libre. En él
arremete contra la sociedad patriarcal y sus dinámicas, de las cuales no se salvan ni los grupos
políticos revolucionarios, ni el sector obrero. De igual forma, invita a las obreras a romper con las
ataduras de la ignorancia por medio del acercamiento al saber: “[...] es necesario que el tiempo
que empleamos en pintarnos y en la coquetería, lo empleemos en ilustrarnos, pues de lo contrario
poco habremos de progresar [...]”106. Para la autora era necesario un cambio de prioridades de las
mujeres, dejar de preocuparse por su aspecto o belleza e interesarse en la cultura, el conocimiento
y la razón.

Por último, la cuestión de la lucha de clases era un tópico transversal a la mayoría de actividades
y propagandas anarquistas. Los cabezotes de los periódicos o las pulgadas finales de las hojas,
por ejemplo, contenían lemas que se relacionan con la lucha sindical, la organización de los
obreros y la comunión del proletariado. En algunos ejemplares de Germinal se leía: “Es la misión
histórica de la clase trabajadora hacer desaparecer el capitalismo”107; en el periódico
105
AGN, FMG, sección IV, t.213, f.195.
106
“A la mujer”, Vía Libre. Barranquilla: 4 de octubre de 1925, No. 1.
107
Germinal. Barrancabermeja: 24 de enero de 1925, No. 21.

38
Organización y en El Socialista se plasmó el lema: “Proletarios de todos los países: uníos”; en
este último también anexaba en sus portadas freses como: “Quien no trabaja no come” o “La
tierra para el pueblo”108. Para los sectores revolucionarios, incluidos los anarquistas, la sociedad
de su época estaba dividida en un dualismo irreconciliable: “explotados” contra “explotares”,
“proletarios” contra “burgueses”, “capitalistas” o “trabajadores” o “desposeídos” contra
“propietarios”. La confrontación entre las dos formas de comprender la sociedad y la economía
quedó plasmada en el siguiente fragmento de un volante, en el que discutían un revolucionario y
un empresario radical:

“¿Cree Usted proceder con honradez al pagarle a sus Obreros un mísero salario en virtud de la
imbécil valorización que del trabajo se ha hecho al computarlo como “MERCANCIA”?... Claro
que sí Señor revolucionario, […] ¿por qué de que otra manera podríamos los industriales
conceptuar el valor efectivo del trabajo, sino fuera guiándonos de acuerdo con la apreciación
que al respecto hace “LA ECONOMÍA POLÍTICA”? [...]” 109.

Esta hoja volante tenía el título “MUERAN LOS LADRONES...LA PROPIEDAD ES UN


ROBO” y describe, de acuerdo al relato del autor, una polémica suscitada en el momento en que
un revolucionario estaba leyendo “'LA PROPIEDAD ES UN ROBO' por Proudhon”, y la
interpelación de un empresario y demócrata ultraradical. La pretensión de este pasquín era
convencer a los lectores del carácter perjudicial del capitalismo, calificando a la propiedad como
un robo y a los propietarios como ladrones, y, al mismo tiempo, demoliendo la argumentación de
la naturaleza positiva de la ganancia.

1.4. Las prácticas del anarquismo

Conglomerar en un sólo conjunto las prácticas políticas y culturales desarrolladas por los círculos
anarquistas del decenio de 1920 parece una tarea intrincada. Sin embargo, es viable resaltar
algunas prácticas que, por su reiteración, pueden considerarse como las que más interesaban a los
grupos ácratas.

108
Organización. Santa Marta: 7 de marzo de 1926, No. 16; El Socialista. Bogotá: Viernes 12 de junio de 1925, No.
392.
109
AGN, FMG, sección IV, t.213, f.196.

39
La inserción a las organizaciones sindicales o a las asociaciones de obreros, quizás sea la práctica
a la que todos los círculos e individualidades anarquistas apuntaban. Por ejemplo, la opinión del
Grupo Libertario de Santa Marta, sobre algunos puntos que se trataron en el Tercer Congreso
Obrero, permite comprender su vinculación con las organizaciones sindicales y su opinión sobre
las mismas:

“Punto 5: Toda organización que se aparte de los métodos revolucionarios, marcha al fracaso. […]
Punto 7: La propaganda y organización [debe hacerse] por cuenta de los sindicatos, pero cada
individuo, grupo u organización debe procurar la propaganda de las ideas y preparar las masas
para la lucha de clases, en la forma que esté más a su alcance; la propaganda individual [ilegible]
más efectiva”110 .

La intención de los anarquistas por difundir y expandir sus ideas en el sector de los trabajadores,
se corresponde con la concepción de lucha de clases, la cual compartía con otras tendencias
revolucionarias. Además, concebían la organización sindical como un elemento fundamental para
la propaganda, pero no el único, puesto que invitaban a propagar las ideas de forma individual.

Para el Grupo Sindicalista Antorcha Libertaria los sindicatos eran organismos “[...] específicos de
clase, tienen la misión de capacitar a los obreros para las luchas contra el Capital, infundiéndole
el espíritu de solidaridad, identificando sus intereses, estimulando su rebeldía […]. Así
entendemos nosotros el sindicalismo, así lo practicamos y en esa forma procuraremos difundirlo
[…]”111. Los círculos anarquistas buscaron divulgar en las organizaciones obreras puntos como el
combate de las instituciones autoritarias, la crítica a las organizaciones obreras jerarquizadas y la
lucha contra el capitalismo o el Estado.

La educación fue una aspiración de los grupos anarquistas y organizaciones sindicales, la cual
muchas veces era obstruida por la falta de recursos materiales y culturales. Para el Sindicato
Obrero de Barrancabermeja, apoyado por la publicación Germinal, un punto esencial para su
lucha era la instrucción de sus socios. Por eso, un porcentaje de sus fondos estaba destinado “[...]
a fomentar la instrucción gratuita entre los obreros, estableciendo escuelas laicas, diurnas y

110
AGN, FMG, sección IV, t.230, f.172.
111
“Rebeldía triunfante”, La Voz Popular. Bogotá: 9 de noviembre de 1924, No.80.

40
nocturnas”112. El Sindicato promovía un tipo de educación gratuita, secular y que se acomodará a
las jornadas laborales de los obreros. También se debe anotar que, para esta época, el proyecto
educativo de un sector de la élite política y empresarial colombiana fue inspirado por las
corrientes de la pedagogía racionalista. El ejemplo más claro fue la actividad educativa del
Gimnasio Moderno en Bogotá, y la de sus directores liberales, quienes se reapropiaron de los
principios de la Escuela Nueva con el propósito de diversificar el mercado educativo
monopolizado por las instituciones educativas religiosas y, a su vez, promover la educación
integral, la forma de pensamiento racionalista y el desarrollo del país113.

El proyecto educativo anarquista en Colombia se vio, en cierta medida, truncado con la


persecución estatal. Esto fue visible con la persecución política al educador e intelectual Juan
Francisco Moncaleano, quien a principios de 1912 arribó a México. En Colombia, como profesor
universitario, irritó a las autoridades por su colaboración con las organizaciones obreras y su
respaldo a la revolución violenta y a una sociedad libertaria. Luego de una estadía en La Habana,
se radicó en México, en donde participó en proyectos editoriales y pedagógicos como en el grupo
anarquista “Luz”, o en su órgano Luz, Periódico Obrero Literario. Este educador anarquista “[...]
creía firmemente en la complicada concepción de un sistema de escuelas de obreros,
subvencionado por sindicatos obreros que tenía Ferrer Guardia y que era conocido como Escuela
Racionalista”114.El exilio de Moncaleano dejó un vació irreparable en las esferas anarquistas
colombianas, debido a que cejó la posibilidad de aportar con sus conocimientos y experiencias a
los grupos nacionales; tal vez si Moncaleano no hubiese abandonado el país, otra seria la historia
de los círculos anarquistas y de la organización sindical. No solamente por sus actividades en el
campo de la pedagogía libertaria, sino también por sus acciones propagandísticas, como, por
ejemplo, la dirección y redacción de Ravachol en la década de 1910, uno de los primeros
periódicos considerados como anarquistas en Colombia115.

112
Germinal. Barrancabermeja: 24 de enero de 1925, No. 21.
113
Prieto, Víctor Manuel. El Gimnasio Moderno y la formación de la élite liberal bogotana: 1914-1948. Bogotá:
Universidad Pedagógica Nacional, 2000. Pág. 123.
114
Hart, John M. El anarquismo y la clase obrera mexicana, 1860 – 1931. México D. F.: Siglo XXI Editores, 1988.
pág. 150
115
Ravachol. Bogotá: 11 de septiembre de 1910, No. 11.x

41
Una actividad que promovían los grupos anarquistas y, en general, los revolucionarios, fue la
solidaridad y la reivindicación de los presos políticos. Con el fin de acompañar los procesos
judiciales, a las familias y a los camaradas, se crearon en varias ciudades “Comités pro-presos”;
sobre todo en ciudades en donde la radicalización de las luchas obreras produjeron
confrontaciones con las autoridades y la patronal, tal fue el caso de Neiva, Girardot, Medellín,
Barranquilla o Barrancabermeja. En esta última se conformó el “Comité Central 'Pro-presos
huelguistas de Barrancabermeja'”, el cual perseveraba por poner en libertad a los presos recluidos
debido al “[...] pecado de oponerse a las injusticias y abominaciones que la Tropical Oil
Company comete a diario con sus trabajadores […]”116. La solidaridad que pedía el Comité para
los presos tenía diversas facetas: “[…] este Comité se permite excitaros a que continuéis
cooperando con vuestro deseado apoyo moral y material para arrancar a nuestros valientes
compañeros de las garras de esta justicia que es laso suavísimo para los burgueses y tenaza férrea
para los proletarios”117. Los anarquistas, por su parte, supieron aprovechar este tipo de protestas
para criticar al sistema judicial y al sistema penitenciario, que según ellos era beneficioso para las
empresas capitalistas y perjudicial para los trabajadores.

En los grupos anarquistas, y en unos cuantos revolucionarios, se exteriorizaron los sentimientos


apátridas e internacionalistas. Más allá del ya citado lema “Proletarios de todos los países: uníos”,
algunos grupos se solidarizaron con las luchas sociales y las organizaciones de otras naciones.
Con el título de “El obrerismo colombiano y la cuestión religiosa en México”, un volante de la
Federación Obrera de Colombia felicitaba al gobierno mexicano por haber adoptado una política
anticlerical, puesto que ayudaba a “[...] la liberación espiritual del pueblo mejicano [...]”, y
asimismo, expresaba su “[...] anhelo de que algún día alcance también el pueblo de Colombia a
sacudir la pesadilla clerical que pesa sobre él” 118. Otro lema que reproducían las hojas volantes
elaboradas por los grupos revolucionarios se refería a que “[...] todos los obreros del universo
somos hermanos y por esta razón una ofensa hecha a un obrero es una ofensa hecha a todos los
obreros”119. No obstante, el internacionalismo que practicaban los círculos anarquistas iba más
allá de la solidaridad moral o inmaterial con los procesos anarquistas o revolucionarios de otras
116
AGN, FMG, sección IV, t.213, f.203.
117
AGN, FMG, sección IV, t.213, f.203.
118
AGN, FMG, sección IV, t.213, f.202.
119
AGN, FMG, sección IV, t.213, f.207.

42
regiones. Muchos de los compañeros anarquistas de otras partes del mundo, que se establecieron
en el territorio nacional, recibieron apoyo en los momentos de necesidad o cuando eran
perseguidos por las autoridades. Un caso fue el del griego Evangelista Priftis, quien en el lapso
que estuvo apresado, por sus actividades propagandísticas en las ciudades ribereñas del
Magdalena en 1925, recibió el apoyo material de grupos revolucionarios de Bogotá, Cali,
Barrancabermeja, Medellín y, por supuesto, Neiva y Girardot”120. Igualmente, Priftis colaboró
escribiendo y difundiendo los periódicos El Socialista o La Voz Popular.

1.5. Conexiones y concepciones del anarquismo internacional

Además de las citas en periódicos y volantes de autores del anarquismo internacional como
Proudhon, Eliseo Reclus, Tolstoi, Bakunin, Kropotkin o Anselmo Lorenzo, existen algunos
indicios para pensar que los propagandistas del anarquismo en Colombia conocían algunos
aspectos de las teorías y acciones de sus compañeros en otras partes del mundo. Primero, en la
publicación Germinal se reprodujo “La Huelga: Monólogo de Pablo”, un artículo del
anarcosindicalista mexicano Rosendo Salazar, en el cual, además de enarbolar la potencia
destructora y constructora del proletariado, une en una sola frase los pensamientos de “Ferrer,
Malato, Kropotkin y Gorki, Lorenzo, Bakounine y Malatesta”: “[...] obreros no durmáis; vigilad,
estad alerta; el burgués os espía; es un vampiro; el burgués os desea: es una fiera; y como puede
heriros, destrozaros, obreros, no durmías, estad alerta” 121
.

Segundo, en un número de El Socialista, Carlos Melguizo, corresponsal de origen colombiano


radicado en México, brinda una descripción de lo que ocurrió el primero de mayo de 1925 en
Ciudad de México. Las impresiones del corresponsal se suman a un llamamiento a los obreros
colombianos a manifestarse al igual que los trabajadores mexicanos 122. Este corresponsal tuvo
una relación epistolar con Juan de Dios Romero, director de El Socialista, en la cual
intercambiaron informaciones de sus países, prensa e ideas. En este mismo ejemplar se encuentra:
un poema titulado “Madre Anarquía”, del escritor argentino Fernando Gualtieri; un artículo
120
AGN, FMG, sección IV, t.199. f.301-340.
121
Germinal. Barrancabermeja: 24 de enero de 1925, No. 21.
122
El Socialista. Bogotá: Viernes 12 de junio de 1925, No. 392.

43
titulado “El orden burgués”, publicado por la Revista Internacional Anarquista, editada en
Francia y divulgada en francés, español e italiano; el aporte del ya mencionado Priftis, con el
artículo “¡Proletario, revélate!”; y dos textos del mexicano Enrique Flórez Magón, uno de los
afamados hermanos anarquistas.

Por último, y no menos diciente del interés por conectarse a las dinámicas de las organizaciones
sindicales y a las luchas anarquistas internacionales, el Grupo Libertario de Santa Marta, en sus
recomendaciones al Tercer Congreso Obrero, solicitaba que se vinculara esta organización a la
A.I.T (Alianza Internacional de Trabajadores) de Berlín, de corte abiertamente anarquista.
También solicitaban que se convocara “[…] una protesta al gobierno de los EE.UU para evitar
que los [compañeros] Sacco y Vanzetti sean llevados a la silla eléctrica; y solidarizarnos con el
pueblo de Méjico en lo referente al clero romano”123. Los medios que permitían el acceso a las
informaciones del exterior eran la prensa, la correspondencia y, en menor medida, los telegramas.
Sin embargo, se percibe la predominancia del conocimiento del contexto, los grupos, las
actividades, los autores, los propagandistas y los acontecimientos de México.

1.6. El florecimiento de la cultura política anarquista colombiana

El estudio de las prácticas, ideologías, ritos y concepciones de los grupos anarquistas establecidos
en el territorio colombiano durante la década de 1920 se ve truncado por la ausencia de fuentes
que puedan dar cuenta de una cultura política sólida y relativamente homogénea. A esto se le
suma que muchas prácticas y discursos eran compartidos con otras corrientes revolucionarias,
generando que la especificidad de la tendencia anarquista muchas veces fuera difusa. A pesar de
la diversidad de posturas -la anarcosindicalista, la informal o la insurreccional- y de regiones de
influencia, los círculos ácratas nacionales coincidían en algunos aspectos como: el interés por
anexarse a las luchas del proletariado, la promoción de su proyecto revolucionario y la gestación
de una red de intercambio de conocimientos, experiencias y publicaciones.

Aunque no eran totalmente independientes de otras tendencias, como del socialismo-


revolucionario, y, en contados casos, dinamizaban sus propias organizaciones obreras, los grupos
123
AGN, FMG, sección IV, t.230, f.172.

44
anarquistas se distanciaban y contendían con otros sectores revolucionarios caracterizados por su
marcado autoritarismo, reformismo o estatismo. Las disputas se exacerbaban en los Congresos
Obreros, en los que confluían grupos y sindicatos de todas las tendencias revolucionarias. En Vía
Libre, sus redactores arremetieron contra los comunistas, su proyecto revolucionario y su
pretensión de adueñarse de las organizaciones obreras asistentes al Segundo Congreso Obrero
celebrado en 1925: “[...] estos señores devotos de San Lenin creen que la dictadura roja por ser
propiedad de ellos es buena”124. El sentimiento era mutuo y para el Tercer Congreso Obrero de
1926 luego de la aprobación de la creación de PSR (Partido Socialista Revolucionario), los
dirigentes del naciente partido rompieron relaciones con los anarquistas Carlos F. León, Luis A.
Rozo y con el Sindicato de Voceadores de Prensa; los dos personajes colaboraban con el
periódico La Voz Popular y con el Grupo Sindicalista Antorcha Libertaria, mientras que el
Sindicato de Voceadores de Prensa estaba influido por la tendencia anarquista.

El proyecto cultural de los grupos ácratas nacionales careció de la constancia y la propagación


necesarias para hacer visible y concreta una propuesta cultural anarquista. En este sentido, son
contados los ejemplos en donde el arte, la literatura, el entretenimiento o el folclore, lograron
coordinarse con la ideología anarquista. Quizá, la reproducción en los periódicos de poemas o
fragmentos de obras literarias sea el medio por el cual se dieron a conocer algunas puntadas de la
cultura anarquista; por ejemplo, el ya citado poema “Madre Anarquía”, del célebre poeta, literato
y anarquista Fernando Gualtieri. Un caso marginal fue el del grupo barranquillero “Vía Libre”,
que en concordancia con su labor en las organizaciones obreras, fundó un grupo artístico que
representaba obras teatrales. Algunas de las obras representadas por el Grupo de Teatro de la
Federación fueron “[...] Primero de Mayo, del anarquista italiano Pietro Gori, y El redentor del
pueblo, obra satírica de Adolfo Marsillach”125. Esta laguna en la cultura anarquista también fue
producto de la ausencia de intelectuales, artistas y literatos de ideas anarquistas que promovieran
esta cultura. Caso contrario al anarquismo argentino que, para esta época, contaba con personajes
como Alberto Ghiraldo, promotor de la cultura, las artes y las letras; y con la puesta en marcha de
actividades como fiestas, veladas, picnics, representaciones teatrales o bailes”126.

124
“Política Obrera”, Vía Libre. Barranquilla: 10 de octubre de 1925, No. 2.
125
Gómez Muller, Alfredo. Anarquismo y anarcosindicalismo en América Latina. 2009. págs. 102-113.
126
Suriano, Juan. Anarquistas. Cultura y política libertaria en Buenos Aires, 1890-1910.2001. págs. 156-161.

45
Como ya se había mencionado, la prioridad de los círculos anarquistas colombianos fue la
inserción en las organizaciones obreras y sindicales, a lo que sigue el fortalecimiento de la
identidad o la cultura anarquista. La falta de medios de difusión, el conocimiento superficial de
algunos autores o contextos, la desatención de prácticas como la educación o la cultura, son
causas que pueden sugerir que la cultura política anarquista en Colombia poseía falencias, pero
también posibilidades de reapropiarse de elementos de otras culturas políticas anarquistas como
la mexicana o la argentina. Para comprender la magnitud de la cultura política anarquista en el
territorio colombiano se hace necesario un punto de vista comparativo con otras culturas políticas
anarquistas, pero a su vez, tener en cuenta las condiciones propias de los grupos y el movimiento
anarquista nacional; por ejemplo, la continuidad, en cierta medida, de los ritos, tradiciones,
costumbres o expresiones culturales vinculadas con el catolicismo.

2. El equipaje político de Juan García y Filipo Colombo


Las valijas de los dos extranjeros transportaban conocimientos y experiencias de un contexto en
el que la cultura y las prácticas anarquistas se habían arraigado desde las últimas décadas del
siglo XIX. Su paso por el territorio argentino nutrió sus conocimientos o perspectivas de la
política y el anarquismo. García y Colombo trasladaron periódicos, prácticas, saberes y
concepciones de los círculos ácratas del país pampeano.

Es conocida la variedad de publicaciones, la cual aumentó a comienzo del siglo XX, al igual que
las prácticas y concepciones del anarquismo argentino. Pueden mencionarse cuatro periódicos
anarquistas, que por sus enfoques eran representativos de sectores relativamente autónomos del
movimiento anarquista argentino. En primer lugar, el periódico anarquista La Protesta -en 1903
perdió el calificativo de Humana- que logró convertirse en diario para 1904; publicó un segundo
diario vespertino titulado La Batalla; y, a comienzos de 1910, lanzó un tiraje de 16.000
ejemplares. Después de los conflictos y la represión por el centenario, el periódico volvió a
aparecer regularmente en 1912 y sólo hasta 1919 volvió a tener un tiraje de 15.000 ejemplares 127.
Este fue un caso excepcional en el mundo de las publicaciones anarquistas, incluso a nivel global,
127
Suriano, Juan. Anarquistas. Cultura y política libertaria en Buenos Aires, 1890-1910.2001. págs. 188-189;
Cappelletti, Ángel J. El Anarquismo en América Latina. 1990. pág. 474.

46
puesto que por su continuidad y magnitud supera a todos los periódicos anarquistas de la época y
a muchos de otras tendencias políticas. En segundo lugar, La Antorcha, periódico antiautoritario
que nació en 1921 luego de una escisión con los editores de La Protesta. Los “antorchistas”
criticaron la centralización del movimiento libertario y defendieron la organización “[...] libre y
voluntaria de individuos o agrupaciones”: una rivalidad para los “protestistas” 128. La rivalidad
entre los dos sectores escaló a tal punto que las ofensas y los ataques a las oficinas y al personal
de los periódicos se hizo común. Por último, existieron algunas publicaciones de artes, letras y
ciencias, entre las que se destacan Ideas y Figuras, revista semanal editada de 1909 a 1916 y
orientada por el escritor e intelectual Alberto Ghiraldo. En él, las artes confluían con la crítica
social, la propuesta de una nueva sociedad y el planteamiento de una responsabilidad del artista
ante su realidad.

Los tres periódicos citados son sólo una muestra minúscula de la variedad de propuestas y
enfoques que cohabitaron en el contexto anarquista argentino de las primeras décadas del siglo
XX, de la que se escapan publicaciones especializadas en la educación, la ciencia, el
antimilitarismo o la situación de la mujer.

Entre los papeles decomisados a García y Colombo se encontraron un ejemplar de La Protesta,


con fecha del 25 de noviembre de 1926, y el Suplemento Semanal del mismo periódico, fechado
el 15 de noviembre de 1926129. Como ya se refirió en líneas anteriores, los periódicos poseían un
valor económico y cultural, el cual se incrementaba si se trataba de prensa extranjera. La
promoción de actividades regionales de organizaciones obreras (asambleas, actividades de
financiación y reuniones), la información del movimiento obrero internacional, la publicación de
autores reconocidos en el campo internacional y argentino y la síntesis telegráfica, eran algunas
de las secciones que se incluían en un ejemplar de La Protesta. Es evidente como este periódico,
al igual que muchos en esta época, reunía en sus hojas contenido con un fuerte carácter
informativo y político. Asimismo, aunque no hay indicios en los ejemplares encontrados de
estampillas de correo, es viable que algunos números de La Protesta hubiesen sido enviados

128
Anapios, Luciana. “El anarquismo argentino en los años veinte. Tres momentos en el conflicto entre La Protesta
y La Antorcha. 2008, pág. 2.
129
La Protesta: Suplemento Semanal. Buenos Aires: Lunes 15 de noviembre de 1926, Año 5, No. 249; La Protesta.
Buenos Aires: Jueves 25 de noviembre de 1926, Año 30, No. 5497.

47
directamente por los editores a suscriptores en el territorio colombiano. Esta hipótesis tiene
sentido en la medida en que, a finales de 1926, los dos extranjeros ya habían entrado a Colombia.
No obstante, se debe corroborar la red de distribución que tenía La Protesta y si era posible que
llegaran los ejemplares en un tiempo relativamente corto.

Por otra parte, García y Colombo llegaron a recomendar a sus camaradas colombianos la lectura
del periódico “La Antorcha”. Así se refería sobre la trascendencia de esta publicación: “[…]entre
la prensa revolucionaria de lengua española que conocemos, la mejor es la de Buenos Aires, y
entre el gran número de las hojas periodísticas que allá se publican, “LA ANTORCHA” es la que,
a nuestro parecer, alcanza mayor relieve por su contenido del estricto [sic] avaloramiento
ideológico”130. El silencio sobre La Protesta parece más que significativo y delata su
posicionamiento con la facción “antorchista”, lo cual pudo implicar que estos dos personajes
defendieran: la crítica al autoritarismo en el movimiento anarquista, la adopción de tácticas y
métodos revolucionarios como la huelga permanente y, en cierta medida, el uso de medios
violentos para desestabilizar o atacar a los baluartes del poder131.

De los diversos autores relacionados al anarquismo y a los que tuvieron acceso, por revistas como
Ideas y Figuras, se destaca Rubén Darío. García elaboró una reproducción manuscrita de uno de
los versos más conocidos del “príncipe de las letras castellanas”: “Juventud, divino tesoro, / ya te
vas para no volver! / cuando quiero llorar, no lloro... / Y a veces lloro sin querer...” 132. El verso es
un fragmento del poema “Canción de Otoño en Primavera”. Alberto Ghiraldo colaboró con el
prólogo de los veintidós tomos que recopilaba las obras de Rubén Darío, editadas por la empresa
editorial española Mundo Latino desde 1914. Tal como lo dejó escrito Rubén Darío en su
autobiografía, en su paso por Argentina los dos escritores se vincularon por sus intereses en el
arte y la política133; la relación significó tanto para Ghiraldo que dedicó un número completo de
Ideas y Figuras a enaltecer a esta figura de las letras hispanoamericanas134.

130
AGN, FMG, sección IV, t.230, f.134.
131
Anapios, Luciana. “El anarquismo argentino en los años veinte. Tres momentos en el conflicto entre La Protesta
y La Antorcha. 2008.
132
AGN, FMG, sección IV, t.230, f.159.
133
Darío, Rubén. Autobiografía. Madrid: Mundo Latino, 1918. pág. 127.
134
Ideas y Figuras. Buenos Aires: 17 de agosto de 1912, Año IV, No. 77.

48
Otro autor al que tuvieron acceso los dos extranjeros fue León Tolstoi. En sus últimos años de
vida, luego de haber renegado de su obra literaria e interesarse por los planteamientos del
anarquismo, el cristianismo y el budismo, Tolstoi se convirtió en una figura reconocida por los
grupos revolucionarios en diversos lugares del mundo. En una hoja suelta y manuscrita titulada
“Cositas que suceden”, que sería publicada en una sección de un periódico, García y Colombo
parafrasearon la noción que tenía Tolstoi en su época sobre el socialismo y apuntaron el desfase
de sus visiones:

“[...] Tolstoi que soñando entrevió para estos años una era de socialismo, parece no haberse
equivocado con respecto a ese sistema, desde el punto de vista político, pero erró en la apreciación
humanista, ético-moral de los pueblos. Aunque no aceptaba [...] al socialismo porque implica
autoridad, tiranía, lo suponía más suave, más moral que los sistemas gobernativos de su época. Se
equivocó. Los países Europeos políticamente, casi todos se han [ilegible] de socialismo pero en
autoridad es bestial, insoportable”135.

Citar y criticar las intuiciones políticas de Tolstoi daba soporte al argumento de que el socialismo,
en general, implicaba opresión y autoritarismo. Consecuentemente, la crítica que lanzaban en este
escrito no era exclusivamente a la naturaleza autoritaria del socialismo en general y,
específicamente, al europeo, sino también a los que en Colombia alababan los beneficios y el
progreso de este modelo de gobierno en el viejo continente.

A la par de un conocimiento y uso de ciertos autores, en las cartas y escritos elaborados por los
dos extranjeros sobresalen algunas de sus percepciones sobre el anarquismo que pretendían
propagar. El valor de la acción y el pensamiento individual para la transformación de la realidad
fue resaltada en el siguiente fragmento de una carta enviada por Juan García a su camarada
Antonio Bueno Portugal:

“Muy posible que las palabras que estoy diciendo aquí no sean sino un grito sentimental, grito que
muy bien puede considerarse surgir por falta de capacidad mental y que nada influye, como es
corriente la opinión de los grandes sucesos que deberán manifestarse el día de la debacle social.
Sea esta la verdad u opinión de muchos. Pero estoy seguro que no hay un solo Río en el mundo,

135
AGN, FMG, sección IV, t.230, f.173.

49
que por sí solo hiciera [desligar] caudalosas corrientes por su causa sin la afluente [sic] de
infinidad de chorrillos, arroyos y ríos…”136.

La metáfora del río y sus afluentes, justifica la acción del individuo, pues esta es la que alimenta
la acción colectiva. La “opinión de muchos” era la intrascendencia de la acción individual, por lo
cual el autor corrobora su criterio de que todo pensamiento, palabra o acción en contra del
“imperio de la opresión” se suma a la gran lucha de la revolución social.

En otro manuscrito que no cuenta con autoría y que bien puede ser un relato de ficción o una
narración de sus perspectivas de la vida trashumante, García describe las emociones, peripecias y
experiencias de “Pedro [...] un viajero a la 'Bohemia'”, quien “[…] viajaba sin [recuerdo]; pues le
eran [sic] indiferentes los nombres de los lugares que llegaba o los que dejaba a su espalda”. Este
personaje “[…] no comprendía nada de las fronteras que la fuerza de las conquistas había divido
la tierra en [ilegible] pedacitos, para [fijar] un derecho de supremacía contra los [vencidos]. Las
cosas que la política llama dignas y las califica y clasifica de moral social, patriotismo, etc.”137.

El relato de este peregrino apátrida, crítico de la moral social, negador de los estados y sus
fronteras, es semejante a la experiencia de vida de los dos inmigrantes. Igualmente, es diciente de
su postura internacionalista y de su rechazo a las autoridades que dividen arbitrariamente la tierra.

Finalmente, los dos viajeros transportaron relaciones personales expresadas en el intercambio


epistolar. Las cartas no sólo hablaban de política, en ellas intercambiaban información sobre los
lugares que visitaban, comentaban sucesos de la vida personal o fraternizaban. Una demostración
de los vínculos que mantuvieron con el exterior en su estadía en Colombia es una carta enviada el
17 de septiembre de 1926 por Juan Roviroza desde Tucumán, región del noroeste argentino. En
ella informaba a su camarada Juan García de la situación política del anarquismo en la región
argentina y de sus aventuras por las provincias del norte de Argentina y en el exterior (Paraguay,
Bolivia y Brasil), pero el verdadero motivo de su carta era consultarle: la situación política de
Perú; los costos, documentos y contratiempos de viajar de La Paz al primer centro urbano de
Perú; y posibilidades de “fortuna” que había para sus negocios en el territorio peruano. La
experiencia de los dos anarquistas como viajeros por América del Sur los convertía en las
136
AGN, FMG, sección IV, t.230, f.155.
137
AGN, FMG, sección IV, t.230, f.158. (Subrayado en el original).

50
personas idóneas para explicar a sus compañeros las facilidades o dificultades del viaje. En la
misma carta, Roviroza escribe la impresión que se tenía en la época de recibir correspondencia de
un compañero o camarada, especialmente si esta relación se establecía a cientos de kilómetros de
distancia: “[…] sé lo que son estas cosas. Una carta de un amigo, compañero o simple conocido,
que recibamos desde un país lejano donde se han recibido ciertas impresiones, ella, aunque sea
muy pobre y que solo trate de lo vulgar, nos imprime cierta satisfacción espiritual y nos
entregamos en brazos del ensueño, para vivir como hombres en la sociedad avenir” 138. Las cartas
entre los compañeros emanaban sentimientos de fraternidad, amistad, camaradería y confidencia,
pero lo que es más importante, concretaban un vínculo que trascendía las barreras espaciales; es
decir, el intercambio epistolar entre camaradas conocidos o desconocidos, gestaba el sentimiento
de pertenecer a un colectivo, una organización o el ser representantes de un ideal. Sin embargo,
quedan algunos interrogantes relacionados con la materialidad de las cartas, como el tiempo en
que se demoraban en llegar o las vías por las que se transportaban.

A modo de conclusión, así como las dinámicas del agua se perciben mejor en el movimiento de
las olas que en la profundidad del océano, las ideas y las prácticas de los dos extranjeros se
pueden observar con mayor claridad cuando están en relación con otros anarquistas, para este
caso, los círculos ácratas establecidos en el territorio colombiano en la década de 1920.

138
AGN, FMG, sección IV, t.230, f.140.

51
Capítulo III

1. Encuentros y desencuentros: las conexiones de Colombo y García con los grupos


anarquistas colombianos
En líneas anteriores se hizo mención a la necesidad de ser meticuloso al momento de analizar los
expedientes judiciales en donde se interrogan a los anarquistas, puesto que estos documentos
están expuestos a la presión de los jueces, fiscales, policías, detectives, secretarios y, en general, a
un proceso judicial que pudo arrebatar la libertad de estos extranjeros o dificultar su estadía en
Colombia. No obstante, hay algunos interrogatorios que fueron transcritos y que posibilitan el
entendimiento de las relaciones de Colombo y García con los círculos anarquistas y el contexto
colombiano de la década de los veinte. En los últimos días de agosto de 1927, un juzgado de la
policía nacional del Valle del Cauca hizo comparecer ante el tribunal a Juan García García y
Filippo Colombo, allí los interrogaron para comprobar si eran “extranjeros perniciosos” por
propagar ideas revolucionarias. Una de la preguntas fue: “¿Pudiera decir si Ud. siendo como es
de ideas anti-fascistas según la documentación que se le ha tomado, ha tratado de hacerlas
extensivas, ya por omisión o de modo espontáneo por consecuencia y adicción a ellas?”. A la
misma García contestó:

“[…] yo he hecho especialmente en Bogotá la propaganda o manifestaciones espontáneas de mis


ideas libertarias, por medio de la palabra y la pluma cuyas publicaciones he hecho en “La Voz
Popular”, “Pensamiento y Voluntad”, periódicos de Bogotá; por palabra he manifestado también
mis ideas por la reunión del Congreso Obrero; Conferencias privadas no he dado, únicamente
correspondencia particular y política con el Señor B. Nicolás Betancourt de Santa Marta, a quien no
conozco personalmente”139.

En esta respuesta García enunció tres espacios en donde interactuaron los anarquistas extranjeros
y los nacionales: la prensa, las organizaciones obreras y la correspondencia. Aunque en las
afirmaciones de García y Colombo no se haga hincapié en las manifestaciones públicas de sus

139
AGN, FMG, sección IV, t.230, f. 114-115.

52
ideas, además de la poca información que brindan las fuentes al respecto, no se puede descartar
en ellos el uso de propaganda escrita u oral dirigida a divulgar los supuestos anarquistas.

1.1. La prensa y la propaganda anarquista

Junto con los expedientes judiciales y otros documentos confiscados a los extranjeros,
actualmente solo hay dos ejemplares de estos dos periódicos en el Archivo General de la Nación:
uno de La Voz Popular con fecha de 29 de mayo de 1927 y que correspondía al número 107; y
otro de Pensamiento y Voluntad140 fechado el 26 de agosto de 1926 y numerado como la segunda
edición. Los periódicos eran en la década de 1920 el medio más efectivo para difundir a un
público amplió las ideas y concepciones del anarquismo. García y Colombo participaron en los
periódicos La Voz Popular y Pensamiento y Voluntad. Es difícil señalar la autoría de muchos de
los artículos publicados en estos periódicos, puesto que algunos no están firmados y otros fueron
signados con sobrenombres; sin embargo, en Colombia, los dos extranjeros plasmaron sus
posturas políticas, expresaron sus concepciones del anarquismo y sus opiniones de la coyuntura
nacional.

En primer lugar, varios artículos informativos y de opinión publicados en estos dos periódicos
trataban las cuestiones internacionales del movimiento anarquista, sus coyunturas y el
seguimiento a casos concretos de anarquistas perseguidos o sentenciados por los estados
extranjeros. El caso más sonado de la década fue el de la sentencia de los anarquistas de origen
italiano Nicola Sacco y Bartolomeo Vanzetti, por parte del Estado norteamericano, acusados de
un supuesto doble homicidio en primer grado141. La polémica en Colombia no sólo llego a oídos
de los círculos anarquistas, ya que, incluso, en el diario de derecha El Debate se dio apoyo al
aparato judicial estadounidense “[...] por condenar a los 'criminales' […] y por mantenerse firme
en su decisión, pese a la 'periquería universal de los liberales y socialistas', incluidos los
especímenes colombianos”142.

140
En 1924 los italianos Errico Malatesta y Luigi Fabbri crearon un periódico anarquista titulado Penseiro e Volontà.
Los anarquistas colombianos se inspiraron en este título para nombrar al grupo y a la publicación.
141
Varios Autores. Sacco y Vanzetti: sus vidas, sus alegatos, sus cartas. Buenos Aires: Terramar, 2011. pág. 21.
142
Arias Trujillo, Ricardo. Los Leopardos: una historia intelectual de los años 1920. 2007. pág. 269.

53
Pensamiento y Voluntad publicó una sección titulada “Sacco y Vanzetti”, la cual informaba a los
lectores de la situación de los dos anarquistas de origen italiano condenados por las autoridades
de Estados Unidos a la pena de muerte, los cuales, de acuerdo con la decisión judicial de un
jurado de Massachusetts, serian asesinados en la silla eléctrica en agosto de 1927. Los autores
denominaron el público al que estaba dirigido este artículo como los “trabajadores colombianos”.
Era, entonces, un invitación a la acción, por lo cual el autor, frente a la injusta decisión de los
tribunales de Massachusetts en el caso Sacco y Vanzetti, y “ante este llamado angustioso”,
interroga al sector trabajador colombiano: “[…] ¿permanecerá como hasta ahora, impasible, y
con su actitud permitirá que vayan a la silla eléctrica? El momento es decisivo. Hay que obrar” 143.
El artículo subraya el papel redentor del proletariado en general y a los trabajadores colombianos
en específico, quienes, según los autores del artículo, están en proceso de concienciación frente a
este abuso y actuarán a favor de la liberación y absolución de Sacco y Vanzetti.

En La Voz Popular también se hizo eco de la indignación y desaprobación de la condena a los


dos italianos. Para ello recurrieron a la publicación de una caricatura en donde se representan tres
personajes: John Calvin Coolidge, presidente de Estados Unidos para el periodo 1923-1929,
Nicola Sacco y Bartolomeo Vanzetti. El primero, vestido como un sacerdote anglicano, con una
aureola en su cabeza, una biblia en el bolsillo y una daga en la boca, lleva en sus manos colgando
los cadáveres calcinados de los dos anarquistas italianos. La imagen contiene cierto aire irónico al
exponer al presidente vestido de religioso. Si se vincula la imagen con el texto que la acompaña
se acentuaría más la ironía: “[…] con Sacco y Vanzetti a mano habla el Coolidge anglicano:- […]
¿En la esfera terrestre, algún humano se halla desamparado y necesita de la protección gratuita
del generoso pueblo americano?”144. Este supuesto bienestar que brinda la “nación de los
inmigrantes” que, en las palabras impuestas a Coolidge, se expresa en “la protección gratuita al
desamparado”, se contradice con la figura del presidente cargando los cadáveres de Sacco y
Vanzetti. Aún más, el único que podía dar la absolución a los condenados era el presidente, no
obstante, en la imagen se le representa como el verdugo. Aquí la referencia a la pasividad y a la
doble moral de la religión, frente al caso de los dos anarquistas sentenciados, se conecta con la
figura del presidente Coolidge.
143
“Sacco y Vanzetti”, Pensamiento y Voluntad. Bogotá: jueves 26 de agosto de 1926, Año 1, Número 2.
144
“Mírense en este espejo”, La Voz Popular. Bogotá: mayo 29 de 1927, No. 107.

54
El título que acompaña la caricatura es diciente al público al que se quiere impactar con la
imagen: “Mírense en este espejo”, puede hacer referencia a la proyección del asesinato de Sacco
y Vanzetti por parte de las autoridades estadounidenses en la experiencia de los individuos que
observan la imagen. Es decir, se impacta al observador trasmitiendo la idea de la posibilidad de
encontrarse en la misma situación que estos dos anarquistas. Este impacto a los observadores
también se puede leer en la pretensión de influir en su posición política: el estado, la religión y la
autoridad son enemigos innatos de los luchadores de la libertad. Así pues, teniendo en mente que
buena parte de los lectores de este periódico son pertenecientes a la clase obrera o popular
colombiana, o al menos este es el actor a quien va dirigido, es posible interpretar este espejismo
como una forma de comunicar la noción de conflicto entre las instituciones morales o estatales y
las personas que se oponen a la imposición de tales convenciones. Este ejemplo, ilustra además el
hecho de que las representaciones visuales también fueron importantes para los círculos
anarquistas, ya que la imagen era otra forma de comunicar las ideas ácratas, quizá debido a los
bajos niveles de alfabetización de los sectores populares para 1920.

En segundo lugar, la crítica de las posturas y actitudes autoritarias, centralistas, partidistas,


estatistas y dogmáticas del marxismo, comunismo y socialismo, fue un tema central en las
publicaciones anarquistas de esta década. Algunos anarquistas compartían varios supuestos de
estas corrientes de izquierda como la igualdad material, la lucha de clases o la organización de los
trabajadores; pero, asimismo, disentían en el rol y existencia del Estado, la postura antimilitarista
y, sobretodo, el desprecio a la autoridad de muchos regímenes, partidos y organizaciones obreras
de tendencia comunista. En Pensamiento y Voluntad, por ejemplo, compartieron en sus páginas
diatribas contra las “tiranías” que supuestamente representaban un avance a la revolución y la
igualdad de la humanidad: el mexicano y el ruso. “Cositas que suceden” era una sección escrita,
en ocasiones, por García en la que informaba a los lectores de la política internacional y su
relación con la situación nacional. La sección incluía una crítica al gobierno de Calles, al clero y
a la sociedad mexicana en general: al primero lo consideraba un “sátrapa” que “[...]ordena,
manda, impone”, al segundo los relaciona de forma satírica con la figura de los cuervos que “[...]
graznan enfurecidos y se atragantan de sacramentos” y a una parte de la sociedad mexicana la
desestimaba porque gastaba “[...] torrentes de lágrimas y montañas de plegarias para que dios y la

55
virgen santísima -todo poderosos- conviertan a [Calles], ese hombre perdido en otro tipo de
tirano”145. Aquí se unen la oposición a todo tipo de gobierno y el desacuerdo con las instituciones
y creencias religiosas: para los anarquistas no había una buena o mala autoridad, habían estados y
religiones que limitaban la libertad. En el mismo espacio, con un lenguaje sarcástico, se
informaba de las tensiones en el seno de la “familia comunista” en la Rusia Soviética luego de la
muerte de Lenin: “[...] estas cositas de entre familia es muy natural que se produzcan aun entre
hermanos y muy legítimos, porque el egoísmo, también muy natural, hace que Zinovief, Kalenin
y Trotzky, etc. vayan disputándose la vara y el sillón que Lenin no quiso o no pudo llevarse con él
cuando se fue hacerle compañía a San Pedro”. Para los redactores, y en contravía con “las
comadres burguesas (la prensa)”, estas cuestiones de la lucha de poder eran un asunto conocido,
incluso los envenenamientos con estricnina: “[...] todo esto ya lo teníamos archisabido desde que
la dictadura es la supresión de la voluntad y la cheka asesinato”146.

Otro artículo inspirado en desmantelar las percepciones positivas del régimen comunista en Rusia
fue titulado “Del paraíso soviético”, firmado por A. Zucar. Comienza elevando la revolución
bolchevique como uno de los acontecimientos sin precedentes en la historia de la humanidad pero
que al unísono está condenada al fracaso: “[...] fracaso que ciframos en el no afianzamiento del
motivo céntrico de esa revolución: la Libertad”. Equiparando la dictadura del proletariado con la
autocracia zarista, plantean su enfrentamiento con este nuevo tipo de gobierno: “[...] nosotros los
libertarios protestamos y combatimos el autoritarismo comunistas, como ayer nos levantamos,
arma en manos, contra la autocracia de los Romanoff”. Para persuadir a los lectores de las
atrocidades del nuevo gobierno bolchevique, el autor cita y analiza los argumentos del comunista
F. García Lavid, que desde Leningrado indaga la situación de los trabajadores rusos. A. Zucar
arremetió contra el autoritarismo de la Nueva Política Económica (NEP), la cual significaba para
los trabajadores de Rusia desigualdad, “[...] esclavitud, en una palabra”, y la fuerza coercitiva del
Estado comunista que obligaba al proletariado ruso, “[...] bajo pena de ser ahorcado o desterrado
a la Siberia, por sus 'camaradas' que forman el Estado y la cheka, a trabajar de día en la fábrica,
usina o campo, y de noche en sus piezas” 147. En síntesis el autor desdeña del autoritarismo, la
145
“Cositas que suceden”, Pensamiento y Voluntad. Bogotá: jueves 26 de agosto de 1926, Año 1, Número 2.
146
“Cositas que suceden”, Pensamiento y Voluntad. Bogotá: jueves 26 de agosto de 1926, Año 1, Número 2.
(Cursivas en el original).
147
“Del paraíso soviético”, Pensamiento y Voluntad. Bogotá: jueves 26 de agosto de 1926, Año 1, Número 2.

56
burocracia, la desigualdad y el estatismo que había corrompido a la revolución. Con la intención
de promover el diálogo, el artículo finaliza cediendo la palabra a los comunistas colombianos o
extranjeros.

La Voz Popular reprodujo varios artículos que desmaquillaban las formas de organización
partidista de los socialistas, denunciaban el oportunismo de muchos caudillos de esta tendencia y
replicaban, en el campo filosófico, las propuestas centrales del proyecto marxista. El primer
artículo titulado “Socialismo y disciplina”, signado con el seudónimo de Vagos, arremete contra
el autoritarismo practicado en los estados y organizaciones de trabajadores, el cual se expresa en
la disciplina que impone a sus integrantes, en términos del autor: “[...] los modernos partidarios
de ese salvajismo histórico, los socialistas, deben por fuerza convenir, para la subsistencia de su
estado, con la desigualdad política y económica entre esos hombres. No pueden suponer una
organización sin autoridad. Les son indispensables los hombres 'superiores' la inteligencia y
voluntad para ordenar las cosas de todos y disciplinar a los subalternos”. Frente a la arbitrariedad
de las organizaciones partidistas autoritarias del socialismo, el autor proponía que “[...] el
revolucionario, cuya disciplina es su propia voluntad y confianza íntima en el ideal que persigue,
no puede estar sujeto a dictámenes de tal jefe o cual comité del partido; su acción generalmente
expresa el conjunto de las voluntades y no la voluntad del conjunto”. Así pues, concluye
señalando que “[…] los socialistas revolucionarios de corazón deben empezar a
indisciplinarse”148. Para el autor del artículo, el anarquismo era una forma de que, incluso en la
organización de los trabajadores, no se impusiera la disciplina en contra de los intereses de los
participantes, condición que muchas organizaciones socialistas o comunistas del mundo y del
país no tenía en cuenta, puesto que la jerarquía y la obediencia era un eje central para el logro de
la revolución social.

El segundo artículo sin autoría conocida, fue un resumen de un libro del anarquista austriaco
Pierre Ramus, en el cual el célebre pensador desestabiliza buena parte de los cimientos del
materialismo histórico y la propuesta teórico-política del marxismo. El resumen del libro se
centra en dos puntos. Por una parte, la falta de originalidad plasmada en el pensamiento marxista-
hegeliano, el materialismo histórico y el Manifiesto comunista, pues Ramus “[...] recuerda que

148
“Socialismo y disciplina”, La Voz Popular. Bogotá: mayo 29 de 1927, No. 107.

57
esa reacción anti-idealista había tenido lugar [...]” varios años atrás entre pensadores de
Inglaterra, Alemania o Francia y, asimismo, Marx repite en el Manifiesto las consideraciones del
“[...] foueriesta francés Víctor Considerant”. Por otra parte, el dogmatismo del marxismo en
cuanto su determinismo económico y material, ya que “[...] su teoría consiste en sostener que
toda evolución del proceso social, político y espiritual de la vida está ligada a la naturaleza y al
grado técnico del modo de producción [...]”149. Este intento por exponer las raíces y limitaciones
de la propuesta del materialismo histórico demuestra el interés por discutir con los sectores que
defendían las ideas del marxismo en el territorio nacional.

El último artículo, escrito por González Pacheco es una sátira de los oportunistas de tendencia
comunista y socialista que endulzan los oídos de los trabajadores y luego buscan llenar sus
intereses personales en la burocracia o en el estado. Según González, “Los gatos” eran la figura
alegórica que representaba a este sector de la izquierda colombiana. “[…] Socialistas,
comunistas, blancos y colorados, vedlos: se refrigeran en las piernas del transeúnte; le abanican
con la cola el rostro sudoroso al proletario; maúllan agrias sinfonías, bajo la luna, en las plazas.
[…] La uña ganchuda, la pupila fría, los dientes filudos. Raza traidora y felina. Cachorros de
tigres”. Estos gatos predicaban en las plazas, seducían con sus discursos a los trabajadores y
estaban al asecho de las oportunidades de ascenso a costa del proletariado. La solución para el
autor era exterminar esta plaga “sarnosa” por medio de la abstención y la acción directa: “[…]
huelga de votos !Acción directa del Hombre-Pueblo contra la fiera-gobierno!”150.

En tercer lugar, algunas hojas de los periódicos reprobaban la moral y la actuación de los
sistemas políticos y económicos como la democracia, el capitalismo o el estado y sus fronteras.
En Pensamiento y Voluntad se publicaron dos artículos con estas características. Por una parte,
“Los bárbaros”, del poeta porteño José de Maturana, propulsor de la anarquía y el modernismo en
Argentina, en el cual relata la trágica anécdota de “[...] un hombre mal cubierto de andrajos”, que
por robar un pan para sus hijos fue abucheado por una multitud y retenido por un gendarme. De
Maturana finaliza su crónica denunciado la descomposición del sistema judicial que no persigue a
los usureros, corruptos o usurpadores de las horas del trabajador: “[…] si hay cárcel para el paria

149
“Anti-Marx: Breve resumen de un libro de Pierre Ramus”, La Voz Popular. Bogotá: mayo 29 de 1927, No. 107.
150
“Los gatos”, La Voz Popular. Bogotá: mayo 29 de 1927, No. 107.

58
que se apropia sólo de un mísero pan de los graneros […] qué gran presidio pudiéramos alzar con
los ladrones que la justicia de hoy titula honrados”151. En un mismo texto el poeta argentino
arremetía contra la justicia, la desigualdad social, la represión estatal y la moral social que
permitía los atropellos a los pobres. El segundo artículo con las características antes citadas, es un
texto del socialista revolucionario de origen francés Anatole France, publicado en La Voz
Popular y titulado “Los piojos”. Utilizando el lenguaje alegórico, el escritor francés expone que
“[…] la clase privilegiada -esa clase que vive a expensas de los que producen- tiene exacta
analogía con estos insectos, [los piojos], como ellos, viven de sangre ajena”. El problema no era
sólo esta clase parasitaria, era también “[…] el Estado con sus leyes y vicios; la religión con su
perniciosa y antojadiza moral, […] que han estado siempre a las órdenes del Capital, para seguir
manteniendo este estado de cosas”. Los últimos párrafos del escrito toman un rumbo distinto
dirigido a desprestigiar las guerras y los nacionalismos: “[…] y si a pesar de todo subsiste todavía
un honor en los pueblos, es un extraño medio de defenderlo, el consistente en hacer la guerra, es
decir, cometer todos los crímenes con los cuales un particular se deshonra: incendio, robo,
violaciones y asesinato”152.

A su vez, los periódicos anarquistas en los que participaron Colombo y García reprocharon el
autoritarismo y el dogmatismo de las instituciones estatales o las vías democráticas como los
aparatos legislativos, el proceso electoral o la representación política. Los círculos anarquistas
promovieron el desencanto del sistema democrático y de la delegación de la responsabilidad
política a terceros: “[…] por fin se han convencido gran parte de los que aun creían que de
manera democrática, de manera indirecta, por medio de representantes burgueses, aliados con el
gobierno y la clerecía, obtendrían su redención [...]”. El mensaje venía acompañado con la
proposición a la acción directa procurando “[...] el derrumbamiento definitivo de la democracia,
con su falso régimen representativo”, abandonado el sistema electoral, preparándose para la
revolución social y conquistando la “libertad plena”153.

Los anarquistas también hacían extensible su desaprobación a los socialistas o comunistas que
participaban en el sistema democrático y en las burocracias del estado: “[…] es necesario
151
“Los bárbaros”, Pensamiento y Voluntad. Bogotá: jueves 26 de agosto de 1926, Año 1, Número 2.
152
“Los piojos”, La Voz Popular. Bogotá: mayo 29 de 1927, No. 107.
153
“El parlamento”, Pensamiento y Voluntad. Bogotá: jueves 26 de agosto de 1926, Año 1, Número 2.

59
convencernos de una ves (sic) por todas de que no serán los parlamentos, no serán los políticos,
inclusive de los de nuevo cuño, ni los gobiernos, quienes hayan de liberar al proletariado [...]”. La
solución para este caso era similar, es decir, la acción directa contra el juego de los partidos, de
los revolucionarios estatistas y de los votos: “[…] boicot a las urnas debe ser nuestro propósito
inquebrantable, pues jamás las leyes han hecho en muchos años lo que la acción directa, la
resolución de los obreros convencidos de su derecho han conquistado en pocas horas”154.

Nada mejor para persuadir a los lectores que exponer un ejemplo concreto de los intereses
egoístas de los políticos, denunciado por los “Vecinos”, mediante un telegrama publicado en La
Voz Popular: “[…] el doctor Benigno Aguirre nos aseguró que eliminaría en la asamblea, toda
contribución que nos gravaba, y por ese motivo votamos por él. Ya diputado de asamblea, nos
desencantó con ordenanza 11 de este año, que amenaza aplastarnos con impuestos. Nuestro
diputado nos engañó miserablemente”155. De ejemplos concretos a delaciones de gran nivel, los
periódicos anarquistas de esta época buscaron deslegitimar el sistema electoral, jurídico e
institucional que regía los Estados, en especial el de Colombia.

En cuarto lugar, en las páginas de los periódicos ácratas ocupó un lugar importante la promoción
del pensamiento racionalista, para este caso en temas específicos como la irracionalidad de las
religiones y la trascendencia de la educación racionalista en el proyecto anarquista. “Para qué
sirven las religiones” fue el título de un artículo, el cual comenzaba desprestigiando tres de las
religiones más practicadas en el mundo: el islam, el budismo y el catolicismo. El argumento
central del autor era que “[…] ninguna de estas religiones [...], son capaces de resistir el análisis
de la ciencia; pues el error y el engaño son las bases fundamentales de su desenvolvimiento”.
Además de promover el ateísmo soportado por el pensamiento racionalista, el autor enfoca buena
parte de sus líneas en criticar al catolicismo por “los perniciosos efectos causados” a la clase
obrera y , sobretodo, campesina de Colombia, entre los que se encuentran: “[...] es el encargado
de obscurecer los cerebros de la clase proletaria, él toma a su cargo la educación del campesino
llenándole la cabeza de monstruosos errores [...]”; “[…] le enseña la humillación […] pues el
infeliz labriego u obrero tiene que obedecer y cumplir todos los caprichos que a bien tenga el

154
“Abstención Electoral”, La Voz Popular. Bogotá: mayo 29 de 1927, No. 107.
155
“He aquí los políticos”, La Voz Popular. Bogotá: mayo 29 de 1927, No. 107.

60
santo sacerdote[...]”; “[…] le enseña también a respetar las autoridades que en nombre de la ley
lo lanzan a la calle a morir de frío y de hambre”; “[…] le enseña a amar la patria y le dice que por
ella debe sacrificar sus hijos, su vida, sus padres[...]”; por último, “[...] está a su cargo mantener
encendidas las pasiones políticas para así tener divididos a los obreros[...]” 156. En pocas palabras,
según el autor, el clero católico colombiano enseñaba a los trabajadores a obedecer y a odiar. La
fijación por el desmantelamiento de las instituciones religiosas y, en sí, de las creencias, no estaba
apartada del contexto nacional, en el cual, el Estado Colombiano, de la mano del catolicismo,
afectó el plano educativo, moral, social, cultural y, en especial, el político de la población157.

Una muestra del intento por informar sobre las prácticas educativas racionalistas fue la serie de
artículos “Pedagogía racionalista” en La Voz Popular, firmado por Juan E. Bull. Uno de los
artículos tiene un público determinado: “[…] estas notas pedagógicas las escribimos más para los
compañeros, que para los pequeñuelos que hemos de modelar”. El texto enfatiza en la división en
“tres clases o ciclos” de la labor pedagógica, a saber: “la educación física, la educación
intelectual y la educación moral”. Estas tres clases, en términos generales, parecen ser la síntesis
del ideal de progreso racional aplicado a la educación. Así, tanto para el cuerpo, intelecto o
moral, estos educadores pretendían desarrollar las condiciones propicias para el desarrollo pleno
del individuo y del colectivo. De este modo, por ejemplo, para el caso de la educación física, las
condiciones precarias, los malos hábitos alimenticios, la falta de ejercitación o los
medioambientes nocivos, son determinantes en la degeneración de los cuerpos humanos. Las
soluciones que plantea el autor para esta degeneración del cuerpo están arraigadas en ideas como
“[…] la regularización de los ejercicios de gimnasia, […] o la adaptación del sistema de
alimentación vegetariana y las prácticas naturalistas”, las cuales constituyen “la cimentación de
esa sociedad sana y fuerte”158. En cierta medida, esta tendencia pedagógica entra en
contraposición con los ideales religiosos y modernos que imperaban en los modelos estatales y
eclesiásticos de la educación, puesto que, superando la noción de construir hombres para el
trabajo y para la vida en sociedad, los pedagogos racionalistas acentuaron su interés en formar
individuos capaces de desarrollarse en los tres ciclos. Esto se debe matizar, ya que, si bien se
156
“Para qué sirven las religiones”, Pensamiento y Voluntad. Bogotá: jueves 26 de agosto de 1926, Año 1, Número
2.
157
Arias Trujillo, Ricardo. Los Leopardos: una historia intelectual de los años 1920. 2007. pág. 173.
158
“Pedagogía racionalista”, La Voz Popular. Bogotá: mayo 29 de 1927, No. 107.

61
denota una oposición, el modelo educativo moderno y el racional comparten diversos aspectos en
común.

Por último, la prensa anarquista en la que participaron Colombo y García reprodujo elementos
concernientes a la identidad y la práctica política de los grupos ácratas. Titulado “La Federación”,
un escrito anónimo publicado en Pensamiento y Voluntad destaca entre las diversas opciones de
relacionarse a la federativa: “[…] los revolucionarios de ideología anárquica la preferimos a las
otras, más o menos autoritarias, cooperativistas o centralistas, para la organización nuestra y del
proletariado, porque el sistema federalista asegura mayores probabilidades de ejercicio de las
libertades individuales”. A diferencia de la estructura partidista, la federación anarquista tiene
como eje articulador y de acción la libertad del individuo. En el mismo artículo se recomienda al
proletariado colombiano organizarse federativamente, empezando por “[…] sociedades de
resistencia, sindicatos de oficios y de industrias en cada localidad […]”, para luego pasar a “[…]
federaciones locales, […] federaciones departamentales, hasta llegar a crear una federación
nacional”. Esta forma de organización para el proletariado velaba por la destitución de elementos
jerárquicos y autoritarios, la cual era para los anarquistas “[…] la única que podrá dar en tierra
con los viejos moldes a que estamos acostumbrados y dentro de los cuales abusaban a su antojo
los líderes [...]”159.

Estos periódicos propagaron en sus páginas poemas, versos y pensamientos de literatos


anarquistas o cercanos a esta corriente. Para ilustrar, se publicó “Anarquía”, un poema del
anarquista Inocencio Lombardozzi, quien estuvo activo en el movimiento anarquista chileno y
argentino en las primeras décadas del siglo XX. Lombardozzi, haciendo uso del lenguaje poético,
trató de detallar lo que era la Anarquía en tres instancias: la belleza, el dolor y la acción. Al
intentar darle un significado a esta palabra, surgían escenas evocadoras como:

“[…] anarquía es: […] la secreta poesía del amor, es la estrofa vibrante de los besos perdidos, el
poema de las almas que se buscan, el parto de un mundo en su eterno germinal, el viento que lleva
la semilla creadora, el aliento vivificante del céfiro que ondula flores exuberantes cuajadas de
roció[…] ; es el canto de todos los sufrimientos condensados en la estrofa desgarradora de los

159
“La Federación”, Pensamiento y Voluntad. Bogotá: jueves 26 de agosto de 1926, Año 1, Número 2.

62
dolores anónimos […] , es el vómito de sangre de la costurera tísica, los fragmentos informes del
cuerpo arrebatado por la polea, la mancha roja con que tiñera el palacio la frente despedazada del
obrero[…] ; es el ruido de las hoces que se afilan para segar los tallos más grandes […] , el fulgor
del puñal que rompe el pecho a un verdugo del pueblo[…] , es la Venganza escrita con sangre en los
oscuros calabozos, el ruido de las campanas que agitan las almas rebeldes”.

El autor cerraba su escrito reafirmándose como anarquista: “[…] por eso soy anarquista, madre
mía, porque sueño y espero, porque siento y sufro, porque soy rebelde y lucho” 160. Los versos de
Lombardozzi incitaban a sentirse parte del anarquismo sin la necesidad de reafirmarse como tal,
es decir, se era anarquista cuando se amaba la libertad, cuando se sufría por la enfermedad de la
autoridad o cuando se actuaba como un rebelde.

Los pensamientos de los exponentes internacionales del anarquismo, como la veterana de la


Commune de París Louis Michel, reverberaron en los periódicos nacionales. “Por qué soy
anarquista” de “Luisa Michel” (sic), fue uno de los artículos publicados en estos periódicos. En
él, la autora expone por qué volvió su mirada al ideal anárquico y la forma en cómo concibe el
progreso innato de esta propuesta filosófica: “[…] la anarquía es la renovación que nada podrá
impedir; las instituciones despóticas se derrumban, las multitudes se levantan más y más
numerosas en una marea que cubrirá el viejo mundo […]; el poder, la autoridad, los privilegios,
van a devenir armas tan inútiles como las saetas y las hondas de los salvajes”. Además de
idealizar la anarquía como la vía necesaria para el progreso de la humanidad, relata brevemente
dos experiencias de su vida que acentúan su afecto por esta tendencia política: en la primera
menciona que “[…] me he convertido en anarquista yendo a Caledonia, sobre un navío del
Estado que nos llevaba en jaulas como tigres (con la intención de que nos arrepintiéramos). Allí
durante cuatro meses de tiranía, entre cielo y agua, tuvimos tiempo para reflexionar”. La segunda
es su desencanto de los ex compañeros de la Comuna, que por las luchas por el poder se
convirtieron en tiranos: “[…] acababa de ver a mis amigos de la Commune, honestos, valientes,
abnegados, aniquilarse en el poder […] y comprendí bien que poner a hombres, aunque fueran
revolucionarios y buenos, en el lugar de los malos, no cambiaría en nada la servidumbre de la
gran mayoría”161. Así, la creencia en el progreso de la humanidad, la experiencia en carne propia
160
“Anarquía”, Pensamiento y Voluntad. Bogotá: jueves 26 de agosto de 1926, Año 1, Número 2.
161
“Por qué soy anarquista”, Pensamiento y Voluntad. Bogotá: jueves 26 de agosto de 1926, Año 1, Número 2.

63
de la autoridad y el despotismo, sumado a la constante crítica de las acciones revolucionarias,
generan, según Michel, que el pensamiento anarquista se arraigue en los humanos.

Algunas secciones del pensamiento de Ricardo Flores Magón ya habían sido interpretadas por los
círculos anarquistas nacionales. Sin embargo, la prensa anarquista en la que colaboraron
Colombo y García reprodujo artículos como “Trabaja, cerebro, trabaja”. Este escrito se había
publicado originalmente el 4 de febrero de 1911 en el periódico Regeneración, que para esta
época se publicaba en Los Ángeles, California, con la colaboración de los dos hermanos Magón.
En el artículo es evidente cómo para Flores Magón la revolución pasaba necesariamente por el
desarrollo intelectual de los participantes, para lo cual era necesario otro tipo de esfuerzo: “[…]
trabaja, cerebro, trabaja; da toda la luz que puedas dar, y si te sientes fatigado, trabaja, trabaja. La
Revolución es una vorágine: se nutre de cerebros y de bravos corazones. A la Revolución no van
los malos, sino los buenos; no van los idiotas, sino los inteligentes”. Estas palabras surgen de un
obrero que busca solucionar la situación del “rebaño” proletario, para lo cual se exige
intelectualmente y genera una posible solución: “[…] el medio es la Revolución; pero no la
revuelta política, cuya obra superficial se reduce solamente a sustituir el personal de un gobierno
por otro personal que tiene que seguir los pasos del anterior” 162. Con este texto, el autor quería
demostrar la posibilidad de volverse revolucionario con el sólo hecho de reflexionar y apreciar
las condiciones materiales de los desposeídos y de los asalariados, puesto que no es necesaria la
palabrería de los líderes o caudillos, ya que solo con la voluntad individual es posible pensar y
actuar como un revolucionario.

Ambos periódicos eran similares en varios puntos, tanto en su elaboración, distribución o


contenido. El uso de sobrenombres o alías en la firma de los artículos o en la responsabilidad de
la elaboración del periódico fue una práctica común: en Pensamiento y Voluntad firmaba como
gerente responsable R. Ruíz y en La Voz Popular el director era L.M. Alvarez. Los membretes,
además de señalar la información de contacto y de referencia (año, ciudad, número, precio,
telégrafo, dirección), incluía frases que introducían el pensamiento anarquista o la intención de
difundir esta tendencia política en los obreros. Entre las frases cortas impresas en los periódicos
se encuentran: “Colaboradores, todos los obreros”, “Por la plena libertad humana” o “Por la

162
“Trabaja, cerebro, trabaja”, La Voz Popular. Bogotá: mayo 29 de 1927, No. 107.

64
sociedad futura”. De las formas literarias se puede afirmar que, por lo general, los editores y
escritores incluyeron, además de lo narrativo, informativo y propagandístico, figuras como la
sátira o el poema.

En cuanto a los espacios de impresión y difusión, la prensa menciona la Imprenta Mundial, lugar
en donde los grupos revolucionarios y obreros imprimían su propaganda, y la Agencia General de
la Prensa, esta última es la misma que menciona en el expediente judicial el detective que rastreó
los antecedentes de Colombo y García163. Se puede encontrar, a su vez, un indicio de las redes
nacionales de distribución y lectura de estos periódicos, específicamente de La Voz Popular que,
por medio de su separata de “Telegramas”, reproducía los mensajes informativos, efusivos y
propagandísticos de compañeros como Carlos Humberto Durán en San Vicente (Santander),
Juana Guzmán y Francisca López en Montería, Pedro León Berbesí en Chinácota, Solano en
Santa Marta, Rojas y “Obreros” en Barranquilla, Reinales y Gonzáles en Cartagena o
“Libertario” desde Cali. Los telegramas se demoraban casi un mes en ser publicados, puesto que
los anteriores fueron enviados para la conmemoración de la fiesta del trabajo y de los mártires de
Chicago, el primero de mayo de 1927, y sólo hasta el 29 de mayo aparecían en la páginas de este
periódico.

En el conjunto de documentos confiscados por las autoridades a los dos extranjeros figura una
serie de hojas manuscritas sueltas y, en algunos casos, sin el orden correspondiente, las cuales
corresponden a borradores de artículos por publicar o ya publicados. En uno de esos manuscritos,
con el título tentativo de “Dictadura que viene”, los extranjeros advirtieron al proletariado
colombiano la posibilidad del establecimiento de una dictadura en este país, más recia que “[…]
la dictadura facsio-clerical [que] no contenta ya con flagelar [ilegible], pretende también sentar
sus ideales de terror en estas tierras de la más inocente población”. Para los autores, las semillas
de esta dictadura eran la capitalización en grande del sub-suelo y el establecimiento del “[...]
latifundio como sistema de mayor seguridad en la economía política” 164. Se abría la posibilidad
de que un caudillo tomara las riendas del país, por medio del enaltecimiento de la patria y del
sector militar. En resumidas cuentas, no era extraño que los anarquistas estuvieran inquietos por

163
AGN, FMG, sección IV, t.230, f.107.
164
AGN, FMG, sección IV, t.230, f. 161-162.

65
la probabilidad de que en esta región se implementara un sistema dictatorial de corte fascista,
pues para esta época en Italia, con la ayuda de una parte del clero, el régimen nacionalista y
antiliberal de Mussolini ya había tomado el poder.

La situación de dominación que afectaba a las mujeres hizo parte de las preocupaciones de los
extranjeros y de los círculos anarquistas en los que participaban. En un borrador, compuesto por
frases entrecortadas, se menciona que las relaciones entre pareja, en ocasiones, se tornan
conflictivas y denigrantes para las mujeres: “[…] esto es insoportable, exclaman generalmente las
mujeres acusadas por la desesperante idea ante la imposibilidad de realizar en vida práctica su
anhelo que en la espiritual intimidad hubiera concebido y que reclama incontenible, cual no
volcán en ebullición. ¿Por qué se desesperan las mujeres? Cuando son jóvenes viven en un
ambiente de aislamiento con todo el mundo […]” 165. En este corto y fragmentario texto se aprecia
cómo los anarquistas se solidarizaban con la opresión hacia las mujeres, la cual se manifiesta, por
una parte, en la esclavitud del hogar y a sus maridos, por otra, por la presión social del ideal de
mujer recatada, obediente y sumisa. Una crítica de la misma naturaleza se publicó en La Voz
Popular, en forma de “Pensamiento”: “[…] todo lo moralmente ilícito para el hombre debe serlo
también para la mujer. Los derechos y los deberes morales son humanos porque la moralidad no
distingue el sexo”166. Con esta frase sellaban su compromiso con la lucha por la igualdad entre
hombres y mujeres, un tipo de equidad que no se reducía al campo legal sino que integraba los
comportamientos, actitudes y moralidad de ambos géneros.

García y Colombo, en uno de estos manuscritos, además plasmaron un análisis comparativo de la


prensa obrera y revolucionaria de Colombia, el título era “¿Es suficiente nuestra prensa?”. El
artículo estaba colmado de enmiendas y tachones, lo cual significaba que era un borrador para ser
publicado o tal vez ya había sido publicado. En una primera sección el autor indica que, a pesar
de que “[...] en Colombia el asunto de la revolución no es una necesidad sentida, ni presupone un
motivo de agudo interés para sus habitante [...]”, era claro para los revolucionarios que “[…] la
cátedra pública, la crítica y el razonamiento sobre problemas sociales, la vía de comunicaciones
intelectuales etc. es la prensa, no hay duda”. El tipo de prensa que intentaban promover no tenía

165
AGN, FMG, sección IV, t.230, f. 150-151.
166
La Voz Popular. Bogotá: mayo 29 de 1927, No. 107.

66
como eje exclusivo la difusión de la “concepción libertaria”, sino que incluía cuestiones más
concretas de la vida cotidiana de los obreros colombianos y la opresión del capitalismo.

La segunda sección, titulada “Mejorando nuestra prensa”, iniciaba con dos comparaciones: la de
la prensa obrera de hace algunos años con la de hoy, y la prensa revolucionaria del exterior con
la de Colombia. Para los autores, el primer balance es positivo, pues se demuestra una “notable
superioridad” en la prensa actual. “Pero comparando lo mejor de nuestra prensa con la extranjera,
súbitamente nos tornamos unos tristes chiquillos”. Esta afirmación fue sustentada mencionado
que “[…] entre la prensa revolucionaria de lengua española que conocemos, la mejor es la de
Buenos Aires [...]”, y asimismo “[…] en España y Méjico se publican buenos periódicos pero no
superan a los de Argentina”. En su comparación también se incluían “[…] las publicaciones del
P.C. de la Argentina” pues tenían “gusto estético” y buena definición ideológica, síntoma de que
las fracciones revolucionarias de allí están muy bien definidas en sus conceptos teórico-
ideológicos”; tal vez ello se mencionaba para hacer el contraste con algunas publicaciones
nacionales, como las de tendencia socialista revolucionaria o radical, que incluían en sus hojas
temáticas y concepciones de muy diversa índole.

Su recorrido por la prensa revolucionaria colombiana de la década de los veinte no termina con
estas comparaciones. En el mismo manuscrito los extranjeros examinaron algunos de los
principales exponentes de la prensa rebelde, resaltando sus cualidades y sus falencias: El
Socialista de Bogotá es “valiente, hasta simpático”, pero “su doctrinarismo no tiene suficiente
firmeza”; Claridad de Bogotá “[...] sale generalmente bien presentado, pero sin 'claridad' en su
doctrina”; Pensamiento y Voluntad fue “[...] una hojita muy simpática por su definición
ideológica [pero] a falta de recursos materiales, su existencia fue muy corta”; de La Nueva Era,
órgano del P.S.R (Partido Socialista Revolucionario) sólo “[…] aparecieron tres números de este
periódico, todos ellos de buena presentación y de material puramente marxista”; La Humanidad
de Cali “[...] hace un derroche de frases hasta el delirio, sin jamás delinear el porqué de esa
'literatura' ni tampoco avalorar la teoría social que dice propagar”; y, para terminar, La Voz
Popular que “[...] hace exceso de su buena fe en doctrina, y carga al lector obrero con largas
reproducciones de artículos científicos, pero extraños a este ambiente”167. Pese a sus “tendencia

167
AGN, FMG, sección IV, t.230, f. 133-135. (Subrayado en el original).

67
opuestas”, los únicos periódicos que congratularon fueron Pensamiento y Voluntad y La Nueva
Era, por su claridad ideológica y compromiso con el proletariado colombiano. También hay que
resaltar que los puntos que evaluaban para definir la validez de un periódico eran su presentación,
su claridad ideológica, su durabilidad y, en especial, su capacidad de incorporarse en los sectores
obreros.

Sobre el proceso de la elaboración de los artículos, en un borrador de lo que parece una carta o un
diálogo escrito entre alguno de los anarquistas extranjeros y uno nacional se lee:

“[…] nos queda todavía por tratar el asunto egoísmo desde el punto de vista personal. Esta semana
no creo ya podremos tratarlo, dado que tengo algunas cositas por hacer, empezadas sí, más no
terminadas. Procuraré de atenderlas en estos días y entonces sin falta haré el párrafo que nos va
quedando en el tintero. Si me fuera posible escribir tanto cuanto yo quiero, le aseguro, tendríamos
un diario en tu casa; pero querer no es lo mismo que poder […]” 168.

Aquí también se manifiesta que, al igual que en la práctica de lectura colectiva, la escritura estaba
guiada por el trabajo en grupo, lo cual implicaba el intercambio de conocimientos, ideas políticas
y formatos discursivos. Una prioridad de los círculos y, en especial de García y Colombo, fue la
escritura y exposición de ideas, sin embargo, por cuestiones materiales, en ocasiones no
alcanzaban a producir intelectualmente tanto como querían. En consecuencia, era común la
reproducción de artículos publicados en revistas internacionales, como fue el caso de los textos
de los hermanos Magón, expuestos en Regeneración. Los fragmentos de libros también fueron
empleados como recurso para completar muchas de las páginas de la prensa anarquista. Así pues,
García y Colombo tenían en su poder el artículo mecanografiado “Protesta contra una
injustificada culpabilidad”, elaborado por el anarquista español Anselmo Lorenzo y escrito
alrededor de 1907, que hacia parte del libro El pueblo (estudio libertario). No está de más indicar
el argumento central de este texto: la crítica del autor va dirigida a los propagandistas que
pretenden implantar un modelo de pensamiento al pueblo, sin tener en cuenta las diversidad de
posiciones políticas de los individuos y, al mismo tiempo, gestando un sentimiento de autoridad y
superioridad frente al pueblo169.

168
AGN, FMG, sección IV, t.230, f. 171.
169
AGN, FMG, sección IV, t.230, f. 138.

68
Dado su valor cultural y material, los anarquistas extranjeros conservaron, transportaron y
distribuyeron prensa obrera y revolucionaria. Sus maletas contenían fragmentos de El Pueblo, un
periódico de Girardot, influido por el socialismo revolucionario y cuyo director era Urbano
Trujillo R170. La Chispa de Buenos Aires, “Órgano Central del Partido Comunista Obrero de la
Argentina”, también fue encontrado en las pertenencias de los extranjeros. El ejemplar era
relativamente reciente para la época en la que comenzaron su huida del país, 9 de abril de 1927,
tenía una estampilla y sello de la República de Argentina con remitente “Victoria 2485” de
Buenos Aires y además tenía escrito con máquina el nombre de Miguel A. Olave en Cali,
Colombia171. Sólo se puede especular en el uso que dieron los anarquistas a estos periódicos, tal
vez los utilizaron para informarse e informar del contexto nacional o internacional, para
reproducir artículos en otro periódico o para difundir las ideas o el estilo periodístico y estético de
aquellas hojas.

Algunos fragmentos de la prensa del “enemigo”, también fueron portados por los extranjeros.
Con fecha de lunes 21 de febrero de 1927 en la ciudad de Bogotá, un recorte reseñaba un artículo
de El Diario Nacional, periódico fundado por el liberal Enrique Olaya Herrera. El artículo que
reseñaba tenía el título de “Extranjeros Perniciosos” y criticaba a este periódico liberal por
defender a dos extranjeros, uno español y otro italiano, quienes habían intentado “organizar las
masas socialistas” y, en consecuencia, por orden del gobierno se había mandado a expulsar de
Colombia. El artículo derechista se posicionaba con la idea de no permitir que “[...] escudados
con nuestra bandera de pueblo libre, extranjeros perniciosos vengan a minar nuestras
instituciones y a socavar las bases de nuestra sociedad para pretender alzar sobre ellas tiranía
oprobiosa y repugnante barbarie”172. No hay duda que los extranjeros a los que hacía referencia la
polémica eran García y Colombo: incluso algunos de los sectores del liberalismo y conservatismo
se posicionaron en la polémica que suscitó la expulsión de los dos anarquistas. Este recorte pudo
ser usado como una muestra de la persecución y prejuicio que tenían ciertos grupos de la
sociedad colombiana sobre las ideas anarquistas.

170
El Pueblo. Girardot: 30 de diciembre de 1925, No. 173.
171
La Chispa. Buenos Aires: 9 de abril de 1927, Año II, No 29.
172
AGN, FMG, sección IV, t.230, f. 145.

69
Otra práctica vinculada con la difusión de la prensa anarquista y revolucionaria fue la del correo
humano. Entre compañeros se encargaban hacer llegar a determinadas ciudades publicaciones
periódicas. Una carta que estaba en posición de los extranjeros contenía una frase que demuestra
este tipo de dinámicas: “[a] Mateo Rivas [...] dígale que de Cali le mandaron “La Nueva Era”
para que le haga una buena propaganda; que lo reclame a la dirección de La Humanidad” 173. Los
camaradas que viajaban a otras ciudades de Colombia, se convertían en el medio más seguro de
hacer llegar la prensa a destinos en donde, muchas veces, no había los medios o la intención para
producir publicaciones. Hay algunas señas en algunos periódicos que trasportaban los extranjeros
que indican el destinatario o a la ciudad a la que debía llegar: la hoja de Germinal, tenía inscrita
en letra manuscrita “para don Fidedigno Mesa; el ejemplar de La Voz Popular debía llegar a
Riosucio, Caldas.

En síntesis, la participación de García y Colombo en la prensa de los círculos anarquistas


colombianos significó la integración de otros autores, temas y coyunturas de otras latitudes; la
participación en la elaboración y distribución de la prensa anarquista y revolucionaria; y, a su vez,
integraron en su agenda propagandística las cuestiones específicas del contexto colombiano.

1.2. La actividad en las organizaciones obreras y en los círculos anarquistas

García y Colombo, con traspiés y aciertos, lograron conectarse con las organizaciones obreras de
Colombia. Ante el juez policial, quien le preguntó a García sobre su representación en el
Congreso Obrero, este respondió: “[…] fui a representar a la agrupación obrera de Santa Marta,
en virtud de designación de delegado que se me hizo por la sección obrera de Santa Marta de
fecha diez de Octubre de 1926; fuera de esta representación no he desempeñado ninguna otra” 174.
La representación a la que hace referencia esta declaración es la que consignó el Grupo Libertario
de Santa Marta en el “Acta de la Sesión del domingo 10 de octubre de 1926”, en la cual
agradecía a los camaradas del Grupo Pensamiento y Voluntad por recordarles la celebración del
Tercer Congreso Obrero. Asimismo, debían seleccionar a unos delegados que representaran los

173
AGN, FMG, sección IV, t.230, f. 139.
174
AGN, FMG, sección IV, t.230, f. 115.

70
intereses del Grupo samario en Bogotá: “[e]l c. [ompañéro] Vanegas propuso se procediera a
designar los mencionados delegados, […] escogiéndolos entre los cc. [compañeros], afines,
residentes en Bogotá; después de deliberar sobre qué compañeros podría recaer estas
atribuciones, se convino en que fueran los cc. [compañeros] JUAN GARCÍA, principal, y
suplente, PAULINO CONDE”. Los anarquistas de Santa Marta convinieron en “[...] anunciar a
todos los grupos y organizaciones de la Zona que procuren hacerse representar en el 3 er Congreso
Obrero [...]”175.

Esta no fue la única invitación que recibieron los dos extranjeros. Con fecha de 11 de septiembre
de 1926, una carta de Luis A. Rozo, que en la Federación Obrera de Colombia ejercía como
secretario, comunicaba a Tomás Uribe Márquez y a Filippo Colombo que esta organización “[...]
los eligió miembros de la Junta Organizadora del Tercer Congreso Nacional Obrero que se
reunirá en esta ciudad el 24 de octubre próximo”176. Se esperaba que Uribe Márquez y Colombo,
el primero afín al socialismo y el segundo al anarquismo, dinamizaran los preparativos para la
instalación de este Congreso.

Las relaciones entre los anarquistas y las organizaciones obreras de Colombia se fueron
desgastando por la presencia de sectores de corte autoritario, centralista y estatista, lo cual no
significa que abandonaran la labor de agitación y organización de los obreros. En un borrador de
un artículo titulado “La Federación” y que era la continuación de un texto publicado en
Pensamiento y Voluntad, los anarquistas extranjeros denunciaban que la FOC (Federación Obrera
Colombiana) se estaba tornando jerarquizada y autoritaria, lo cual era producto de la inserción de
este autoritarismo tradicional “[...] en las masas productivas por las predicas y la acción de los
politicantes de la farsa de ayer y sus bullanquerias guerrilleras con que se coronan hoy” 177. La
crítica se enfocaba en el autoritarismo de la Federación Obrera del Departamento del Valle del
Cauca, con sede en Cali, la cual en una carta orgánica señaló que esta organización: “en su
calidad de órgano departamental, será la única que dispone de personería ante los órganos
nacionales”. Ignacio Torres Giraldo dirigió muchas de las organizaciones obreras del Valle del
Cauca e imprimió en ellas el centralismo y la jerarquía propia de la estructura partidista, por lo
175
AGN, FMG, sección IV, t.230, f. 172.
176
AGN, FMG, sección IV, t.230, f. 132.
177
AGN, FMG, sección IV, t.230, f. 164-166.

71
cual la desaprobación de la estructura autoritaria tenía una dirección evidente 178. “Por eso, en las
organizaciones obreras, donde sus componentes deben gozar de libertad -pues, con este fin se
asocian-, no cuadran tales articulados de tonos autoritarios179”; tal era la sentencia de García y
Colombo respecto a esta práctica organizativa. En los espacios de obreros y sindicales, donde los
encuentros entre estos personajes cercanos al autoritarismo con anarquistas eran habituales, se
gestaron discusiones en torno a la mejor forma de organizar al sector proletario. Las reuniones se
tornaban conflictivas entre los defensores de estas dos posiciones, ello es evidente en lo que
parece unas notas de una conferencia entre Giraldo y los anarquistas: “[…] nosotros somos
burgueses según Giraldo, porque no aceptamos tiranías de ninguna categoría”.

Similar a este tipo de embate, en un boletín del “Centro 'Fraternidad y Rebeldía'” titulado “Al
Proletariado Colombiano”, se advierte al proletariado colombiano a que esté alerta “[...] de
quienes hoy, elevados, por la candidez de los oprimidos, a la categoría de ídolos y amos, profanan
la libertad con acción truhanesca”: “[…] los embaucadores del Partido Socialista [que] ante ellos
piden esclavos, gente de rodillas”. Para sustentar su proposición, en el boletín citaban los
argumentos contra el sistema partidista, las instituciones y los sectores obreros que participaban
en el estado, propios de autores de talla internacional. Primero citan a Proudhon y a Bakunin,
después al anarcosindicalista español Ángel Pestaña, luego a A. Moyano y finalmente a Diego
Abad de Santillán, uno de los propagandistas más reconocidos del Cono Sur Americano; los
argumentos retomados señalaban al socialismo autoritario y estatista como un padecimiento del
proletariado. Para los anarquistas era necesario “[...] que todos comprendan la farsa, el juego de
trampa de los neo-redentores”, personificados en “[…] los amos del Partido Socialista, [quienes]
escriben: 'El socialismo es antiparlamentario' y un poco más abajo agregan: 'Sólo iremos a las
urnas cuando podamos enviar nuestros genuinos representantes'” 180. La anarquía no era
compatible con la participación en los escaños del Estado, por ello era inconcebible para los
grupos ácratas que socialistas revolucionarios, representantes de organizaciones obreras y
compañeros en algunos espacios, se corrompieran con la institucionalidad, la legalidad y el
reformismo.
178
Flórez Pinzón, Mauricio y Centro de Investigación Libertaria y Educación Popular. “Nuestro pasado”. Pasado y
presente del anarquismo y el anarcosindicalismo en Colombia. Buenos Aires: Libros de Anarres, 2011. pág. 111.
179
AGN, FMG, sección IV, t.230, f. 181.
180
AGN, FMG, sección IV, t.230, f. 147.

72
La disputa por influir a las organizaciones de trabajadores representó la confluencia de posiciones
políticas de diversa índole y el conflicto por definir la mejor forma de organizar al proletariado:
por una parte los socialistas, comunistas y liberales, influidos en gran parte por el autoritarismo,
centralismo, partidismo y reformismo de las estructuras tradicionales; y por otra, los grupos
anarquistas, quienes repudiaban la autoridad en las organizaciones obreras y el uso de medios
reformistas o vindicadores del Estado.

1.3. El intercambio epistolar y de ideas políticas

Las cartas fueron un medio que facilitó la conexión entre los grupos anarquistas del territorio
colombiano. Por ejemplo, Elías Castellanos, miembro y vocero del Grupo Libertario de Santa
Marta, envió a sus “camaradas del Grupo 'Pensamiento y Voluntad'”, el 21 de junio de 1926, un
saludo y una felicitación escrita por el nacimiento de la nueva publicación capitalina.
Representando al grupo, Castellanos escribió:

“[…] nos place sobre manera saber el nuevo impulso que habéis dado a ese Grupo.-Adelante,
compañeros! El Pensamiento y la Voluntad combinados, vencen todos los obstáculos…
habéis tenido acierto al elegir vuestro nombre, que también puede ser el lema de todos los
libertarios, porque él solo es un símbolo… Esperamos vuestra hoja, mientras podemos
mandaros 'Organización'[...]”.181

Esta carta que estaba entre los papeles de García y Colombo muestra los lazos de camaradería,
intercambio de prensa y la intención de establecer vínculos entre los grupos anarquistas samarios
y bogotanos.

Como medio de comunicación, la carta abre la posibilidad al debate entre personas desconocidas.
El 20 de agosto de 1926, en una carta enviada a Juan García por el anarquista de origen español
Nicolás Betancourt, también afiliado al Grupo Libertario de Santa Marta, se retomaba una
discusión sobre algunos principios y la acción anarquista. En ella Betancourt informaba que había
recibido una carta del Grupo bogotano con fecha de 16 de julio; de la misma afirmaba: “[...] la
cual he sabido agradecer ya que me pone en contacto ideológico, y establece la afinidad entre dos
181
AGN, FMG, sección IV, t.230, f. 127.

73
seres hasta ayer desconocidos el uno para el otro; agradezco también el que mi carta les haya
causado algún escozor, porque así vino el conocimiento entre los dos. De lo contrario, se habría
demorado nuestra comunicación”. Aquí, al igual que en otro tipo de propaganda escrita, emerge
la práctica de la escritura y la lectura colectiva, puesto que se refiere a que la primera carta
enviada por Betancourt había producido en los lectores un impacto. Según Betancourt, su carta
había sido escrita de “buena fe” pero mal expuesta o mal interpretada por los lectores; además,
“por los primeros y últimos acápites” de la carta de García, era evidente “que lo impele un deseo
loco de discusión a la que me provoca asiduamente”. Así pues, en su correspondencia, Betancourt
se propuso esclarecer “[...] a ligeros rasgos algunos de los puntos de mi carta, y trataré de
dilucidar algunos de la suya con los cuales me tienta”.

El punto polémico era lo que se debía entender por anarquismo, por eso Betancourt arremetía
contra aquellos que creían que “[...] el anarquismo se reduce a escribir artículos de periódicos
más o menos filosóficos condenándolo todo, hasta el proceder de los anarquistas militantes; creen
a pie juntillas que el anarquismo se reduce a vivir aislados, con una tempestad de odio en el
corazón y un montón de teorías en el cerebro, que no exponen por temor a contaminarse”. Así, el
personaje instalado en Santa Marta, concebía que la práctica anarquista no podía limitarse a la
propaganda de las teorías anárquicas, era necesario exponerlas ante el proletariado para que estas
tomaran vida. En efecto, citaba apartes de la anterior carta enviada por García, en la cual
afirmaba que “[…] quien persigue determinado objetivo, y cede en sus aspiraciones, de hecho ha
perdido dentro del valor intrínseco el concepto mismo”, haciendo referencia, posiblemente, al
hecho de participar en organizaciones obreras de tono autoritario o en recurrir a los medios del
estado para lograr la revolución. Para Betancourt “[…] esta teoría suya ultraconservadora no
cuadra y es una prueba del acierto en mis frases sobre fanatismo que tantos dolores de cabeza les
han producido”.

Nada mejor para argumentar que citar a los clásicos maestros del anarquismo quienes eran
“unionistas”, “[…] lo fue Bakounine, lo fueron y lo son Malato, Malatesta, y Reclus, Kropotkine,
Tcherkessori, Cipriani y muchos otros que sería largo enumerar”. Asimismo, cita un amplio
párrafo de Fernando Gonzalo publicado en su obra Anarquismo Romántico y Anarquismo
Revolucionario y utilizado para darle sustento a argumentos como: la importancia de que los

74
anarquistas se unan e integraren a las organizaciones obreras, la virtud de difundir a otros sectores
la idea ácrata y “[...] reconocer y utilizar otros procedimientos que si repugnan a nuestras
integrales y puras convicciones anarquistas, acercan, en cambio, el advenimiento de la
revolución”.

Por ello, Betancourt convenía con la propuesta de unirse a las organizaciones obreras, fortalecer
esta comunión y allí seducir a los trabajadores con las ideas anarquistas: “[…] si no aceptamos el
unionismo, si no aceptamos temporalmente la fusión de todos los esclavos en un bloque capaz de
enfrentársele al capital y sus secuaces por temor de que se demeriten nuestras ideas, nunca
haremos la revolución; y los anarquistas trabajamos es por la revolución y para la revolución”.
Invitaba su camarada García a hacer parte de este tipo de anarquismo, un “[...] anarquismo de
filtración, anarquismo abarcador, en pugna con ese otro anarquismo escolástico, “impermeable a
las lecciones de los hechos”, más propio de monjes tebaicos que de revolucionarios que amasan
el porvenir sobre las barrosas y caldeadas multitudes populares”. Estas ideas contrariaban la
noción del anarquismo disidente de las organizaciones obreras o del autoritarismo presente en
ellas.

No sobraron los embates directos a García y a la interpretación de sus ideas; así se refería
Betancourt a su camarada en Bogotá:

“[...] es usted en el campo anarquista un teórico-teorizante que defiende con calor las más
mínimas frases con las cuales cree se hiere algo su susceptibilidad, rescoldo que le ha
quedado de la hoguera del campo político al que perteneció en antes, o malezas de que le
ha sido imposible desprenderse inyectadas por el medio de fanatismo, intransigencia e
hipocresía en que lo ha tocado en suerte nacer, vivir y educarse”182.

Betancourt en su carta, en el límite de la ofensa, trataba a García como un dogmático y sectarista;


a la vez, consideraba que personajes como éste existían en Bogotá y Barranquilla. Aunque la
discusión era posible, en ocasiones se tornaba tensa y difusa, en especial porque el intercambio
epistolar era fragmentario y retardado por el tiempo en que se demoraban las cartas en llegar a

182
AGN, FMG, sección IV, t.230, f. 129-131.

75
sus destinatarios. Por ejemplo, la carta que enviaron los compañeros de Bogotá el 24 de julio,
sólo fue recibida en Santa Marta el 19 de Agosto de 1926.

Generalmente, en la correspondencia, las expresiones de fraternidad se demostraban en los


saludos y en las despedidas. Se deseaba en las primeras palabras de la carta “Salud” y
“Revolución Social”; en la carta de Betancourt, se refería a García como camarada y al final le
decía “lo abraza fraternalmente, Nicolás [...]”. Los anarquistas también se escribieron en hojas
membreteadas o selladas con las respectivas rúbricas, logo, dirección de contacto o frase
significativa propia de cada grupo: el Grupo Anarquista Pensamiento y Voluntad acompañaba sus
cartas con un membrete que contenía la imagen de una mujer desnuda con la bandera negra,
símbolo del anarquismo; el Grupo Libertario de Santa Marta agregaba en sus correspondencia
sellos con su nombre, ciudad y país. Con esta práctica se expresaba el intento de fortalecer la
identidad grupal e ideológica de los círculos anarquistas.

2. La solidaridad obrera: superando las barreras ideológicas


Una muestra de que la solidaridad entre sectores revolucionarios traspasaba los ardientes
conflictos entre las diferentes posiciones políticas, fue el apoyo que demostraron varios
personajes de la política sindical y obrera para ayudar a salir del país a García y a Colombo. Para
muchos revolucionarios y trabajadores la solidaridad era un arma política contra el
individualismo y el egoísmo de la mentalidad capitalista, a su vez, como lo dice una frase que
encabeza El Pueblo de Girardot: “LA MÁS GRANDE y noble de las virtudes es la solidaridad.
Obreros: solidaricémonos”183. Las relaciones y situaciones personales, que involucraran la
represión del Estado o sus instituciones coercitivas, también eran cuestiones políticas. Producto
de este tipo de actividad solidaria, los entes estatales temían que otros compañeros iniciaran
acciones para dificultar o denunciar la expulsión de sus camaradas, por lo cual la Secretaria del
Gobierno del Departamento del Valle del Cauca recomienda al detective: “[…] este despacho se
permite encarecer a usted la mayor actividad y energía en el asunto, así como la reserva del caso,
para evitar que los compañeros de tales individuos se den cuenta y pongan trabas al asunto”.184
183
El Pueblo. Girardot: 30 de diciembre de 1925, No. 173. (Mayúsculas en el original).
184
AGN, FMG, sección IV, t.230, f.113.

76
Buena parte de los documentos confiscados a los extranjeros eran cartas de recomendación
escritas por compañeros y conocidos que, usando sus contactos en el exterior y en el país,
buscaban facilitar el traslado de sus camaradas anarquistas. Una de ellas era enviada por el Grupo
Anarquista Pensamiento y Voluntad a unos compañeros ácratas ubicados en Tamaulipas, México.
En la carta recomendaban doblemente a los dos extranjeros: “[…] Juan García y Filippo
Colombo, son los dos compañeros de quienes hablamos, y a cuyo cuidado confiamos la presente
[…] Para terminar, por hoy, os recomendamos a los dos compañeros, pues con nosotros han sido
leales y activos”185.

Juan de Dios Romero, el editor de El Socialista, en Bogotá, colaboró con otra tanda de
correspondencia internacional y nacional. En la primera, dirigida al “Estimado Capitán Alberto
Manrique Páramo”, recomendaba a los dos compañeros, no obstante, no dice el lugar ni la forma
en donde los ayudará186. La segunda tenía como destinatario al “Señor don Salvador de la Plaza”
en México D.F. y daba buenas referencias de los dos extranjeros:

“[…] esta carta se la llevan dos buenos militantes de las barricadas obreras: Filippo Colombo y
Juan García. Se han salido del país, en los precisos momentos de que van a ser expulsados por el
gobierno colombiano. Han trabajado mucho en las organizaciones proletarias de este país, y como
resultado de sus labores, el gobierno ha decretado su expulsión” 187.

Por último, Romero escribió a los “Señores miembros de la Junta Directiva de la Confederación
Regional Obrera Mejicana” anhelando que el dúo de camaradas “[…] ojalá entre Uds. tengan
alguna acojida [sic] favorable, pues aquí soportamos todo el peso de la iniquidad oficial, y no
hemos podido corresponder a las labores de estos abnegados y activos camaradas nuestros.
Reciben por conducto de los cc. [ompañeros] García y Colombo el abrazo de quien les aprecia de
verdad”188.

Con el membrete del Sindicato de Voceadores de la Prensa, declarado abiertamente anarquista,


Carlos del Valle redacto una carta al “Señor Don Miguel Chaves B.”, capitán del Guarda Costas
#3 en Buenaventura, en la cual afirmaba: “[…] te recomiendo muy especialmente al portador y su
185
AGN, FMG, sección IV, t.230, f.121.
186
AGN, FMG, sección IV, t.230, f.122.
187
AGN, FMG, sección IV, t.230, f.123.
188
AGN, FMG, sección IV, t.230, f.124.

77
amigo; ojalá los ayudes a seguir a Panamá, facultándoles la manera de emplearse y de hacer
algunos ahorros para poder seguir”189. Aquí la ayuda no era sólo de contactos y simbólica, del
Valle solicitaba a un viejo amigo que le prestara todas las atenciones necesarias a sus camaradas,
incluyendo dinero, trasporte, alimentación o indicaciones.

Bonifacio Pérez, con Tomás Uribe Márquez, solicitó colaboración de los compañeros de La
Dorada

“[…] para que le ayuden en todo lo posible en espera de vuestros alcances a esquivarlo de modo
que no tenga peligro porque le persiguen incansablemente en esta [ciudad] y de cualquier modo
ver la manera de conseguirle modo de embarcarlo en los barcos donde hayan amigos de confianza
y aun socios para que no tenga ningún fracaso; pues el camarada en mención es el portador de esta
misma”190.

La situación no ameritaba la segregación por cuestiones ideológicas, al contrario, los dos


socialistas revolucionarios colaboraron a los anarquistas extranjeros para que su viaje por el
territorio nacional fuese seguro y sin muchos obstáculos. Algo parecido ocurrió con la solidaridad
del socialista Neftalí Arce quien, además de recomendarlos, le pedía a su amigo que si le hacía
falta dinero a García le prestara cinco pesos a su nombre 191. En otra carta, el mismo personaje le
solicitó a otro compañero vallecaucano que les ayudara, pues Arce no dudaba de su “generosidad
y compañerismo”192.

Eugenio Cárdenas Villato llegaba aún más lejos con una carta enviada a “Don Rafael Ramos
(Pallara)” en “Vera-Cruz (Méjico)”: “[…] los portadores de esta son los amigos Juan García y
Filipo Colombo víctimas de las persecuciones de la tiranía del Gobierno Colombiano; son
revolucionarios netos por lo tanto me he dirigido a vos confiado en que sabrás prestarles algún
servicio; pues ellos son mi propia persona”193. Por último, el par de extranjeros anotaron en un
fragmento de hoja algunos nombres con lugares, los cuales pueden hacer referencia a los
contactos que debían ubicar o con quienes tenían que hablar: en Girardot con “J. Rubio M de del

189
AGN, FMG, sección IV, t.230, f.125.
190
AGN, FMG, sección IV, t.230, f.126.
191
AGN, FMG, sección IV, t.230, f.136.
192
AGN, FMG, sección IV, t.230, f.139.
193
AGN, FMG, sección IV, t.230, f.137.

78
Valle”, “comunista”; en Buenaventura con el ya mencionado “Sr. Miguel Chávez” capitán del
Guardacostas; en Dagua con Fr. Erasmo del Valle padre del Dr.194.

La totalidad de la correspondencia se escribió en Bogotá entre el 16 y el 19 de febrero, ello


significa que para esta fecha los dos extranjeros ya estaban empacando sus maletas para
abandonar el país. Al igual que para el Grupo Pensamiento y Voluntad, el traslado a México de
los extranjeros también era útil a los socialistas revolucionarios, pues estos mantenían
correspondencia con viejos camaradas, y si el par de extranjeros podía llegar a su destino,
informaría acerca de la situación política y social que se vivía en Colombia.

3. García y Colombo: un nodo en la red de anarquistas transnacionales


La documentación conservada en el Archivo General de la Nación relacionada con García y
Colombo desvela la existencia de una red transfronteriza de anarquistas, alimentada por el
intercambio epistolar, los viajeros o mercachifles ácratas y, en menor medida, los mensajes
telegráficos.

En la correspondencia que el Grupo Anarquista Pensamiento y Voluntad escribió a sus


compañeros mexicanos de la publicación Sagitario, no sólo piden solidarizarse con los exiliados,
también les hacen otro tipo de solicitud: “[…] ojalá nos pongáis en relación con el mayor número
de compañeros” o “[…] agradeceremos nos déis la dirección del comp[añero] Flóres Magón
[…]”195. Para los anarquistas nacionales era crucial poder extender sus vínculos con los
camaradas mexicanos, pues ellos les enviaban ocasionalmente publicaciones y contaban con
nuevos contactos, quienes los apoyaban en situaciones como las de García y Colombo.

Un indicio de los enlaces de la red de anarquistas en América Latina se encuentra consignado en


un número de Pensamiento y Voluntad. Enmarcada en la coyuntura de la sentencia de Sacco y
Vanzetti, la publicación reprodujo una carta de Bartolomeo Vanzetti para Librado Rivera
-anarquista mexicano amigo de estos dos personajes- el 12 de mayo de 1926. En ella le informaba
a Rivera de la negación de la apelación de la sentencia a muerte y le animaba a que agitara a los
194
AGN, FMG, sección IV, t.230, f.167.
195
AGN, FMG, sección IV, t.230, f.121.

79
sectores trabajadores de México para salvarlos de la silla eléctrica y darles la libertad 196.No
obstante, no es del todo claro de donde proviene la referencia a esta carta, puesto que es viable
que se haya enviado directamente de México por Librado Rivera, o algún cercano a la
publicación anarquista Sagitario, a los autores de este número de Pensamiento y Voluntad;
también es posible que esta carta circulara en otras publicaciones anarquistas, y se volviera a
publicar en Pensamiento y Voluntad, por ejemplo las argentinas, de las cuales Colombo y García
tenían conocimientos y referencias.

El par de anarquistas no solamente recibió ayuda de sus camaradas, también brindó apoyo e
información a otros compañeros que, desde el Cono Sur, pretendían vivir las experiencia de
mercachifles, conocer otros países o simplemente llegar a un destino determinado. Ese es el caso
de Juan Roviroza, que en septiembre de 1926, desde la provincia de Tucumán, noroeste
argentino, le expone a su camarada García el deseo de recorrer otras regiones de Sur América.
Además de infórmale sobre el contexto argentino del momento y de cuestiones personales,
Roviroza le comenta su itinerario de los últimos meses y su proyecto para los que vienen:

“[…] anduve en un tren e aventuras por los territorios del Chaco, Misiones, Mesopotamia
[Argentina], provincias del norte, Paraguay, Brasil y algo por Bolivia; en todas partes me
acompaño buena y también mala suerte, también algunas gratas imborrables impresiones. De aquí
pienso seguir viaje para el Sur. San Juan, Mendoza, Bahía Blanca, Buenos Aires y de esa, bien a
Europa o Centro América”197.

Roviroza contemplaba la idea de ir al norte por tierra, lo cual lo obligaba a recorrer Bolivia y Perú,
trayecto conocido por García y Colombo. No era extraño que lo interrogara por las facilidades y
dificultades del viaje, en cuanto a factores como el dinero, la perspectiva de los anarquistas extranjeros en
estos países o la necesidad de documentos: “ […] ¿Qué tal de fortuna por esos lares para mis
negocios? ¿Hay facilidades para andar en el Perú? ¿Qué contratiempos tiene el pasajero para ir de
La Paz (Bolivia) al primer pueblo o ciudad del Perú? ¿Son costosos los pasajes y debe estar uno
[provisto] de que requisitos o documentos?”198.

196
“Sacco y Vanzetti”, Pensamiento y Voluntad. Bogotá: jueves 26 de agosto de 1926, Año 1, Número 2.
197
AGN, FMG, sección IV, t.230, f. 142.
198
AGN, FMG, sección IV, t.230, f. 143.

80
En una de estas correspondencias internacionales, García trató de remediar la amistad con A.
Bueno Portugal que, por razones de diferencias políticas, se habían distanciado; en el campo
personal García aun creía que había posibilidades de fraternizar. Así se lo hacía saber:

“[…] siento necesidad de escribirte un par de líneas con el único propósito de saludarte;
pero sé que por ciertas circunstancias de nuestra lucha pasada quedo establecida una valla
–por cierto; a mi ver de poco valor y menor solidez- que ‘decía’ a manera de un letrero
‘Enemistad por fuerza’ […] Todas las veces que he intentado escribirte me he visto frente
a frente con esta pregunta: ¿Somos amigos o enemigos? Si al haber sido amigos y al
haber dejado de serlo por determinados motivos, una vez éstos desaparecidos ¿pueden
volver a ser amigos dos o más personas? Si, lo creo, abiertamente”199.

Para García no habían motivos personales para seguir sembrando la enemistad con su compañero
Portugal, todo lo contrario, accedía a anular “todo resabio de las enemistades pasadas” con el fin
de volver a construir la relación. Sin embargo, parafraseando a García, ahora solo hacía falta que
los dos personajes se entendieran en el campo político revolucionario.

No se debe descartar el rol informativo de los mercachifles anarquistas, quienes poseían el


conocimiento parcial de las condiciones políticas de los países que visitaban. Como se ha
apreciado a lo largo del trabajo, estos viajeros trasportaban publicaciones, información de los
contextos de donde provenían, amistades y enemistades, relaciones epistolares, prácticas,
concepciones y conocimientos.

199
AGN, FMG, sección IV, t.230, f.154-155.

81
Consideraciones finales

En la evolución de las culturas políticas anarquistas en Colombia de las primeras décadas del
siglo XX, los anarquistas provenientes de otro contexto procuraron relacionarse con los círculos
nacionales, pero, a su vez, los inmigrantes se integraron con sus discursos y actividades
propagandísticas a los problemas específicos de la coyuntura colombiana (la cuestión agraria, la
prevalencia del comunismo, la amalgama de Estado-iglesia o el catolicismo impregnado en un
porcentaje considerable de la población). García y Colombo se vincularon con organizaciones
obreras colombianas en las que, pese a tendencias autoritarias, difundieron su percepción de la
acción y el pensamiento ácrata. Sin embargo, el contexto nacional, caracterizado por la represión
estatal, las leyes heroicas y el temor a la amenaza comunista impidió, en cierta medida, el ingreso
de inmigrantes de tendencias revolucionarias, por lo cual, el paso de los dos inmigrantes -García
y Colombo- por el país fue un caso relativamente aislado.

El anarquismo en el territorio Colombiano, para los últimos cinco años de la década de 1920, se
extendió a otras regiones como la vertiente del Magdalena, el suroeste colombiano, la región de
los Santanderes o Boyacá. Aquí la actividad periodística y de propaganda, como prácticas de
lectura y escritura colectiva, fue esencial para expandir el eje de influencia de los círculos
anarquistas. Este aumento en las conexiones en el interior se correspondió con la idea de los
grupos nacionales de tener contacto con compañeros del exterior, con quienes, además de
intercambiar solidaridad simbólica, se relacionaron por medios como la correspondencia o la
prensa.

El cosmopolitismo de los grupos libertarios colombianos, en los que participaron los extranjeros,
se reflejó en el ingreso de nuevos autores, temáticas y perspectivas del anarquismo. Esta actitud
se corresponde con la tendencia general del movimiento anarquista internacional, el cual formuló
una perspectiva cosmopolita radical y una identidad que abrazaba la diversidad, rechazaba las
jerarquías y extendía la solidaridad más allá de las fronteras nacionales, étnicas y raciales 200.
Ligado a este punto, el internacionalismo o el anacionalismo se expresaron en la solidaridad entre

200
Zimmer, Kenyon. "The Whole World is our country": immigration and anarchism in the United States, 1885-
1940, PhD, University of Pittsburgh, Estados Unidos, 2010, pág.V.

82
los obreros de diversas regiones, la búsqueda por conectarse con compañeros de otras latitudes o
el interés por los acontecimientos y actividades de grupos e individuos anarquistas

En el momento en que se encontraron múltiples formas de concebir el ideal y la práctica


anarquista surgieron los debates, para los cuales emplearon vías como la correspondencia o las
publicaciones, y medios para argumentar sus opiniones, tales como citar autores reconocidos y
obras influyentes en el campo ácrata. Temas como el de la pedagogía o las expresiones culturales
del anarquismo quedaron simplemente enunciados en publicaciones periódicas; los dos asuntos
carecieron de la misma atención que el de la participación en las organizaciones obreras o la
producción de prensa.

Algunas vetas que deja este trabajo son: las culturas políticas como las de los grupos socialistas o
comunistas también se pueden analizar desde una perspectiva comparativa y transnacional; las
transformaciones de las culturas políticas revolucionarias, lo cual impone una investigación que
tenga presente trayectorias individuales y colectivas; en el campo de la documentación, se puede
ampliar esta investigación revisando archivos nacionales de otras regiones del mundo; por último,
en el Archivo General de la Nación y en los archivos regionales de Colombia aún se conservan
fuentes inéditas de la actividad de grupos anarquistas y sus actividades políticas, culturales y
personales.

83
Referencias Bibliográficas

I. Fuentes primarias

 Archivo General de la Nación

Fondo Ministerio de Gobierno, Sección Cuarta, tomos 199, 212, 213,230.

 Prensa

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Germinal, Barrancabermeja, 1925.
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La Chispa, Buenos Aires, 1927.
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La Voz Popular, Bogotá, 1924-1926
Organización, Santa Marta, 1926.
Pensamiento y Voluntad, Bogotá, 1926.
Ravachol, Bogotá, 1910.
Vía Libre, Barranquilla, 1925.

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"http://www.cancilleria.gov.co/sites/default/files/Normograma/docs/ley_0048_1920.htm"http://w
ww.cancilleria.gov.co/sites/default/files/Normograma/docs/ley_0048_1920.htm

-Ley 69 del 30 de Octubre de 1928, “Por la cual se dictan algunas disposiciones sobre defensa
social.”En:http://www.icbf.gov.co/cargues/avance/docs/ley_0069_1928.htm

- Segunda Conferencia Internacional Americana. Tratado de extradición y protección contra el


anarquismo. Palacio del Ejecutivo: San Salvador, 19 de mayo de 1902.
En:http://www.oas.org/juridico/mla/sp/traites/sp_traites-ext1902.html

84
II. Fuentes Secundarias:

 Sobre el anarquismo en Colombia:

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Barranquilla en 1923. Bogotá: Monografía de grado, departamento de Historia,
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- Vega Cantor, Renán. Gente muy rebelde. Enclaves, transportes y protestas obreras.
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- Villanueva, Orlando, et al. Biófilo Panclasta: el eterno prisionero. Bogotá: Alas de Xue,
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anarquista en la Argentina (1890-1930)”. A contra corriente. Vol. 8, No. 2, Winter 2011,
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