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Memoria: Estructura y Funciones: January 2016
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Memoria: Estructura y Funciones
Teresa Bajo, Ángel Fernández, Marcos Ruiz y Carlos J. Gómez-Ariza
1. INTRODUCCIÓN
La memoria juega un papel central en nuestras vidas; nos permite almacenar
información y recuperarla cuando nos es precisa; nos permite revivir el pasado y
evocar las sensaciones y emociones que experimentamos en situaciones pasadas;
también nos permite realizar acciones que aprendimos en el pasado y activar
rutinas apropiadas al contexto; y aún de forma más sorprendente nos permite
mantener objetivos e imaginar situaciones futuras donde llevar a cabo esos
objetivos. Pero la memoria también parece frágil. Con frecuencia olvidamos
nombres de personas que conocemos, fechas importantes, acciones que queremos
realizar o recordamos de forma distorsionada los hechos que ocurrieron. A lo largo
del capítulo se describen las características de la memoria que nos permiten
recordar la información cuando la necesitamos y los factores y procesos que
intervienen cuando la memoria parece fallarnos. También nos preguntaremos si
son todas estas funciones el resultado de un sistema de memoria unitario o son la
manifestación de distintas operaciones mentales, limitadas por las características
de distintas estructuras de memoria con bases neurales diferentes.
Aunque los trabajos pioneros de Ebbinghaus y, posteriormente, de la Escuela
del Aprendizaje verbal sugerían que la memoria consistía en el almacenamiento de
un conjunto indiferenciado de asociaciones adquiridas por la mera exposición a
estímulos que aparecen en contigüidad, una serie de trabajos experimentales
publicados entre los años 1958 y 1968 mostraron la necesidad de distinguir entre
distintas estructuras de memoria con una serie de propiedades estables que
limitan su forma de funcionamiento. De forma paralela, ciertos datos mostraban
que la memoria no es un mecanismo pasivo sino que procesos activos que ocurren
durante el aprendizaje y la recuperación permiten utilizar la información en esas
estructuras de forma más eficaz. Estas investigaciones también han mostrado que
el olvido no es necesariamente un aspecto negativo de nuestra memoria, sino que
nos permite recordar la información importante con mayor facilidad, no tener
intrusiones de recuerdos no deseados o reconstruir nuestro pasado e imaginarnos
el futuro. El enfoque experimental que comenzó Ebbingaush se ha visto
enriquecido a lo largo de los años por el estudio de las funciones mnésicas
deterioradas en pacientes con distintos daños cerebrales y, posteriormente, por
los estudios que utilizan técnicas electrofisiológicas y hemodinámicas, que han
permitido observar la activación cerebral durante la memorización y la
recuperación de información. En este capítulo revisamos estos estudios. En primer
lugar comenzamos con una discusión de los distintos sistemas de memoria y sus
funciones. En segundo lugar introducimos las distintas maneras de codificar la
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Figura 7.1. Organización de la memoria autobiográfica (Conway, 1999)
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Figura 7.2. Sistemas de memoria
La memoria procedimental se ha asociado a estructuras cerebrales
relacionadas con los ganglios basales y el cerebelo, ya que mientras los pacientes
con daño en el lóbulo temporal medial suelen ser capaces de aprender nuevas
rutinas, los pacientes de Parkinson, que no presentan daño en el lóbulo temporal
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sino en los ganglios basales y el cerebelo, tienen serios problemas para aprender a
realizar tareas que requieren respuestas a regularidades del ambiente. Aunque
este punto es objeto de debate, Squire (2009) propone que algunos fenómenos de
condicionamiento clásico y habituación, que también dependen de estructuras del
cerebelo, son manifestación de la memoria procedimental. La Figura 7.2. muestra
un resumen de los distintos sistemas de memoria y estructuras neurales asociadas.
3. PROCESOS DE CODIFICACIÓN Y CONSOLIDACIÓN
El que la memoria humana pueda cumplir adecuadamente las funciones que
la caracterizan depende de múltiples aspectos, todos ellos relacionados con las
operaciones básicas de un sistema de memoria: el registro y codificación de
información, su almacenamiento a lo largo del tiempo y la recuperación de esa
información cuando las circunstancias lo requieren. Por lo que respecta a las fases
iniciales de registro y codificación, la investigación ha puesto de relieve que existen
una serie de factores que son cruciales a la hora de formar representaciones ricas
en contenido, temporalmente persistentes y fácilmente recuperables. La
investigación se ha realizado fundamentalmente sobre aspectos relacionados con
la memoria episódica, asumiendo que aunque pueda haber diferencias específicas
relacionadas con cada uno de los diferentes sistemas o subsistemas, existen
mecanismos y procesos de carácter general, aplicables a la formación de cualquier
tipo de representación relativamente perdurable. En lo que sigue, se describen los
más relevantes haciendo énfasis en las contribuciones específicas, aun cuando
conviene no olvidar que sus efectos son en todo caso convergentes.
3.1 Tiempo de estudio y práctica
La relación que existe entre el tiempo que se dedica a la práctica o estudio y la
consiguiente memorización de lo practicado o estudiado ha sido extensamente
documentada en numerosas investigaciones. Ya en los estudios fundacionales de la
ciencia de la memoria, llevados a cabo por Herman Ebbinghaus (1885), se pueden
encontrar los primeros datos que caracterizan cuantitativamente una relación
positiva, sistemática y proporcional entre el tiempo inicialmente dedicado al
estudio de una lista de sílabas y la facilidad para reaprender la misma lista 24
horas más tarde. Investigaciones posteriores replicaron estos hallazgos en
diferentes condiciones y con diferentes materiales, acumulándose una cantidad de
evidencia tal que condujo a la formulación de la llamada hipótesis del tiempo total
(Cooper & Pantle, 1967), en la que se establecía que, con ciertas limitaciones, el
tiempo total dedicado al estudio era un predictor directo de la probabilidad de
recuerdo.
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Figura 7.3. Efectos del nivel de procesamiento (adaptado de Craik y Tulving, 1975)
El intento de convertir esta propuesta en una teoría psicológica encontró
dificultades, fundamentalmente por problemas en la operacionalización del
concepto de profundidad de procesamiento y por su anclaje en una visión
estrictamente serial del procesamiento de la información (Baddeley, 1978). No
obstante, la noción de que la codificación es un proceso flexible, que se puede
modular para responder a las necesidades de procesamiento de cada situación en
particular, y la idea de que la durabilidad y utilidad de las representaciones se ve
afectada por el tipo de procesamiento predominante durante la codificación inicial
están ampliamente aceptadas en la actualidad y han inspirado líneas de
investigación muy relevantes. Entre otras cosas, el desarrollo de estas líneas de
trabajo ha permitido descubrir que los cambios en la memoria asociados al
envejecimiento están en parte determinados por procesos de codificación menos
profundos (Craik & Rose, en prensa), o que algunas de las regiones cerebrales que
se activan con cada tipo de procesamiento durante la codificación inicial son las
mismas que se reactivan posteriormente durante la recuperación (Nyberg, 2002
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3.3 Elaboración
Que la práctica en si misma, incluso la más simple y repetitiva, contribuye a la
memorización está fuera de toda duda. Pero también es cierto que la práctica que
conlleva elaboración es más eficiente. Esta diferencia entre los tipos de práctica o
repaso fue observada ya por William James (1899), quien concluía que ”el arte de
recordar es el arte de pensar”, de conectar lo nuevo con lo que ya está en la mente.
La investigación empírica posterior ha venido demostrando consistentemente los
beneficios del repaso elaborativo, caracterizado por la búsqueda propositiva de
relaciones entre elementos de lo que se intenta memorizar o entre éstos e
información previamente memorizada, y su implicación en las estrategias más
eficaces de codificación. Un caso ilustrativo es el de las ventajas de la organización,
es decir, de una estrategia activa de agrupamiento u ordenación de elementos en
función de un criterio, como pudiera ser la pertenencia a una categoría natural, el
puesto ocupado en una clasificación taxonómica, o la similitud funcional (Mandler,
1967). También está la elaboración en la base de las estrategias de codificación que
denominamos reglas mnemotécnicas, procedimientos en los que se actúa sobre lo
que se quiere recordar transformándolo intencionalmente, para producir
representaciones más memorables, bien reduciendo la cantidad a almacenar o bien
añadiendo información que vuelva esas representaciones más recuperables.
Conocidas desde la antigüedad (Yates, 1966), y apoyadas a menudo en la
utilización de imágenes, este tipo de estrategias elaborativas, en las que se
combinan los procesos dirigidos a aumentar la distintividad de los elementos de
una experiencia con los dirigidos a extender las relaciones entre elementos,
continúan demostrando su valor en aplicaciones recientes desarrolladas en el
ámbito de la rehabilitación cognitiva (Ptak, Van der Linden, & Schnider, 2010).
3.4 La consolidación
Aparte de las contribuciones de la cantidad de práctica, su distribución, y su
tipología, existe un factor determinante de la retención a largo plazo que tiene
también que ver con los procesos iniciales de registro y almacenamiento de la
información. Se trata del proceso de consolidación, que se refiere a la operación de
un conjunto de mecanismos que conducen a la permanencia relativamente estable
de una representación en la memoria. Es este un proceso que se desarrolla en el
tiempo, no de manera instantánea, que comienza con la experiencia que se codifica
y que continúa, de manera más bien autónoma, durante algún tiempo después de
concluida esa experiencia. Las estimaciones del tiempo necesario para que culmine
el proceso de consolidación varían, yendo desde algunos minutos hasta días, meses
o incluso años. El amplio rango de estimaciones que existen podría muy bien
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Figura 7.4: Consolidación sistémica. Transferencia de la información desde el hipocampo hasta
módulos corticales
Las condiciones que afectan a la consolidación han sido objeto de estudio
desde diferentes perspectivas en las que se combinan paradigmas de
experimentación animal y humana con el estudio de pacientes con daño cerebral.
Aun estando buena parte de las cuestiones pendientes de resolución definitiva,
varias líneas de investigación han contribuido a entender algunas características
importantes de la consolidación. Así, se han conseguido identificar mecanismos
celulares muy básicos como el de la potenciación a largo plazo, la implicación del
hipocampo en las fases iniciales de la fijación de los recuerdos, y la interacción
entre las estructuras subcorticales y corticales en las fases posteriores (Squire &
Bayley, 2007). A la vez, los resultados más recientes revelan que la estabilidad de
las representaciones mentales es ciertamente relativa y que los recuerdos
episódicos, aun estando ya almacenados en la MLP, podrían ser vulnerables y verse
modificados por mecanismos de reconsolidación (Hardt, Einarsson, & Nader,
2010). La importancia de estos descubrimientos va más allá de lo que pueden
implicar para la conceptualización teórica de los procesos de almacenamiento, y
están ya posibilitando el desarrollo de procedimientos potencialmente aplicables
al borrado selectivo de atributos perniciosos de los recuerdos traumáticos (Schiller
et al., 2010).
Para finalizar, merece la pena destacar los resultados de estudios que ponen
de manifiesto que este proceso más bien autónomo, encapsulado, y en principio
dependiente de la propia dinámica del sistema nervioso central, puede verse
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Figura 7.5. Representación de la lógica de aplicación de la teoría de detección de señales
a la memoria de reconocimiento en una tarea de respuesta si/no. El eje de abscisas representa
el valor de fuerza o familiaridad de los ítems en la memoria, con la distribución de los ítems
nuevos a la izquierda y la de los ítems estudiados (a la derecha). La línea vertical representa el
punto de corte del criterio de decisión en el continuo de familiaridad. Los valores por debajo
del criterio se traducirán en respuestas “NO” mientras los que se encuentren por encima de ese
punto determinarán una respuesta “SI” en la tarea de reconocimiento.
En los últimos años una buena cantidad de investigación ha ido dirigida a
estudiar si familiaridad y recuerdo reflejan dos procesos diferentes, haciendo uso
de distintos procedimientos experimentales como el de recordar/saber (Tulving,
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mayor implicación de esa región del córtex prefrontal en las condiciones de mayor
interferencia (Sohn, Goode, Stenger, Carter, y Anderson, 2003).
De acuerdo a algunas teorías (Anderson, 2003), uno de los mecanismos de
control que ayuda a la recuperación de trazos de memoria objetivo se encarga de
reducir la activación de otros trazos que compiten por la recuperación,
haciéndolos menos accesibles. Desde esta perspectiva, la inhibición de información
irrelevante facilitaría la selección de la información relevante en la memoria. Sin
embargo, si más tarde las circunstancias cambian y se requiere recuperar la
información que fue anteriormente inhibida, la consecuencia será una menor
probabilidad de recuerdo y reconocimiento de esta información. Una buena parte
del apoyo experimental a esta idea proviene del estudio de las efecto de olvido
inducido por la recuperación (retrieval-induced forgetting); esto es, el impedimento
en el recuerdo o reconocimiento de cierta información por el hecho de haber
recuperado selectivamente otra relacionada a partir de una clave común. Los
resultados de distintos estudios sugieren que este efecto es consecuencia de un
mecanismo de control ejecutivo (Román, Soriano, Gómez-Ariza y Bajo, 2009)
dependiente de la corteza prefrontal lateral (Kuhl, Dudukovic, Kahn y Wagner,
2007), y que podría modular la actividad del hipocampo para dar lugar a una
disminución temporal en la accesibilidad a la información (Anderson y Weaver,
2009, para una breve revisión).
5.4. Olvido intencional
Frente a las situaciones en las que el olvido nos sobreviene sin buscarlo, un
buen número de circunstancias de nuestra vida ilustran que olvidar es
precisamente lo que necesitamos. Unas veces nos enfrentamos a objetos o
personas que nos recuerdan automáticamente episodios de nuestra vida que
preferiríamos no rememorar. Otras de lo que se trata es de actualizar el contenido
de nuestra memoria para no dejar que información que ha dejado de tener
vigencia interfiera en nuestras decisiones. De ahí que la capacidad para olvidar
intencionalmente pueda considerarse una importante función de control y auto-
regulación. Pero, ¿podemos realmente olvidar algo si nos lo proponemos? La
investigación reciente en psicología y neurociencia cognitiva indica que sí.
Mediante el paradigma de olvido dirigido con el método de la lista, por
ejemplo, se ha demostrado que dar la instrucción de olvidar una primera lista de
ítems justo después de que haya sido memorizada, y antes del aprendizaje de una
segunda lista, lleva a un peor recuerdo de la primera lista en comparación a
cuando no se da la orden de olvidar (MacLeod, 1998, para una revisión). De
acuerdo a una prominente interpretación de este efecto de olvido intencional, la
instrucción de olvidar antes de la codificación de una segunda lista induce un
estado temporal de inhibición de los ítems de la primera lista que limita su
accesibilidad (Bjork, 1998). Más recientemente se ha propuesto que este olvido
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recuerdo
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No think Control
Figura 7.6. En la parte superior puede verse el esquema del procedimiento estándar del
paradigma think/no think. Tras memorizar un conjunto de pares de palabras (Fase 1), los
sujetos pasan a la fase de think/no think en la que se les presentan algunos de los primeros
miembros de los pares estudiados. En los ensayos think la tarea consiste en recuperar el
segundo miembro del par que corresponde a cada caso. En los ensayos no think, por el
contrario, la tarea es evitar recordar la palabra asociada tratando de mantenerla al margen
de la conciencia. En la última fase del experimento los sujetos realizan una prueba de memoria
de los segundos miembros de los pares estudiados. En la gráfica de la parte inferior de la figura
se muestra el efecto de los ensayos no think sobre la accesibilidad posterior de esos ítems,
comparando su recuerdo con el de los ítems de una condición control.
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“cognitivo” -no social- por cuanto su explicación está basada en principios que
regulan la memoria individual (Rajaram y Pereira-Pasarin, 2010).
6.2. Memoria colectiva
Pero la explicación de la inhibición colaborativa en el ámbito de la memoria
individual nos puede ocultar que sus consecuencias comportan ciertos beneficios
para la memoria colectiva. El carácter paradójico del fenómeno, que con frecuencia
se señala, obedece en buena medida a la utilización de lo que Wertsch (2009, pág.
122) ha denominado el “criterio de la precisión”. En efecto, consideramos
paradójico el rendimiento inferior de los individuos que colaboran porque nuestra
medida de su precisión se define por referencia a la información presentada en
adquisición. Pero cabría la posibilidad de medir el rendimiento como grado de
aportación al objetivo de lograr unos contenidos compartidos por los miembros del
grupo que sean estables y distintivos. Definida así, la inhibición colaborativa
trabaja en beneficio de la estabilidad y homogeneidad de los recuerdos del grupo, a
costa incluso de la precisión del recuerdo individual.
Hay datos que respaldan la idea que acabamos de apuntar: ciertos fenómenos
como el contagio social (Meade y Roediger, 2002), especialmente por inoculación
en los miembros del grupo de los recuerdos –correctos y erróneos- propios del
narrador dominante (Cuc, Ozuru, Manier y Hirst, 2006), conducen al
establecimiento de recuerdos más homogéneos entre los individuos del grupo y a
su transmisión más simplificada. Esos recuerdos compartidos por un grupo social
conforman lo que actualmente se conoce en psicología experimental como
memoria colectiva. Una memoria cuya característica fundamental es que no se
presta a ser evaluada en función de su parecido con la realidad del pasado -el
criterio de precisión mencionado arriba-, sino en función de su utilidad para actuar
en el presente sobre el entorno social. Esta memoria, sin embargo, no es una
entidad etérea al margen de los individuos sino que constituye el conjunto de
recuerdos compartidos en un momento dado para el interés común de un grupo
más o menos definido. Por supuesto, no se trata de un paquete de conocimientos
fijo, sino que está permanentemente cambiando en función de las necesidades del
momento del grupo propietario.
La memoria deja de ser así un mero mecanismo de recuperación de
información, para convertirse en un mecanismo de utilización del pasado para
enfrentarnos al presente. La concepción del pasado de los individuos puede y debe
transformarse en aras de los objetivos presentes del propio individuo o del grupo.
No se trata de usar los recuerdos, sino de utilizarlos (“memoria utilizable”) como
instrumentos de actuación sobre el presente individual o grupal. Y existe cierto
acuerdo en que, además de facilitar la comunicación entre los miembros del grupo
y, por tanto, su cohesión, la memoria colectiva persigue subrayar la identidad del
grupo -su diferenciación de los demás grupos del contexto de contraste- y la
identidad de los individuos mismos dentro del grupo.
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