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Cualidades del abogado (Valoración ética en la personalidad del abogado)

El conjunto de cualidades que debe reunir el abogado diariamente en su batallar jurisdiccional,


necesariamente, ha de traducir una suerte de cualidades que le deben ser Inherentes.

Puede ser El coraje cívico que impone sus esencia de profesional y, que no tenga más finalidad
que la búsqueda de su “sentirse bien”, por su colaboración hacia el prójimo, así como el promover
la libertad plena en la esfera donde se desenvuelve.

El profesor Rafael Bielsa, Notable jurista argentino, en su Obra “El abogado v El jurista”, citado
por Héctor Lugo, señalaba: “Una de las cualidades que más debe valorarse en el abogado es ese
coraje cívico que tanta significación tiene en la defensa de la libertad y el Derecho..”

En la misma revista citada, Héctor Lugo refiere, como ilustrativa anécdota, el siguiente:

“El abogado norteamericano John W. Devis, allá por el año 1924, contestando a un requerimiento
de un lector que le pedía se retirase de la defensa de un acusado que había contratado sus
servicios, por qué le podía perjudicar políticamente, dijo lo siguiente:

La única limitación a la independencia de un Abogado honesto es la obligación que él tiene con


sus clientes, una vez seleccionados por estos, para servirles a ellos, sin tener la más leve
consideración por los efectos que esos servicios puedan tener sobre su popularidad personal o su
fortuna política. Cualquier abogado que rinda que esta independencia o ensombrezca su deber
para acoplar su desarrollo profesional a los deseos de la opinión popular, en mi opinión no
únicamente desmerece su persona, sino que desacredita y degrada la gran profesión de abogado

Las citas expuestas contemplan la premura evidente que el elemento ético, por excelencia, ha de
caracterizar el ejercicio de la participación abogadil.

Las experiencias habidas y dejadas por abogados antecesores han mostrado el conglomerado
social, qué muchos de ellos han arriesgado su situación económica holgada, su prestigio
profesional, sus estatus, tanto político, cuánto social, y todo ello por hacer de su misión, la misión
de un deber. Respecto de esto último, los sucesivos son ejemplificaciones que se hacen sobre el
sacrificio que asumen Los abogados en su época.”

George T. Davis, famoso criminalista de San Francisco, defensor del notario Caryl Chessman,
quién me enjuiciado criminalmente por el solo delito de fiscalizar y exponer públicamente las
inferioridades de una investigación dubitosa. Exonerando con posterioridad, estoicamente se
limitó a decir: Este es el precio que un abogado tiene que pagar a veces por representar una causa
impopular a política antipática.

Clárense Darrow, por el año 1895, es enjuiciado criminalmente como consecuencia de haber
asumido la defensa de unos dirigentes obreros que habían osado retar el poder económico
omnímodo de las compañías ferrocarriles de entonces. En la mejor tradición del abogado
defensor, también supo decir Clárense Darrow:

“Cuando veo hombres exponiendo sus humildes ingresos por una causa, no encuentro suficientes
excusas, excepto mi interés personal, para negarme a servirles".
Algunos autores plantean como alternativa virtudes claras que han de distinguir al abogado de
otros profesionales. Son para algunos cuatro elementos que han de ser su fuerza y su sobrevida.

a) La competencia

Esta situación pone en tapete, inmediatamente el problema de la formación. Se ha


mencionado hasta la saciedad en el desarrollo del presente trabajo, que el abogado debe ser,
ante todo, un científico en razón que el derecho y las ciencias humanas son verdaderas
ciencias. CARNELUTTI, Citado por Héctor Masnatta, ha señalado con su habitual contundencia
expresiva:

“El parangón del arco ayuda para entender profundamente el valor del Derecho. Un arco, un
puente. A la izquierda está el hombre más fuerte, que mata al adversario para comer solo. Se
califica rigurosamente HOMO ECONOMICUS que no quiere cuidar nada fuera de sus intereses.
A la izquierda del puente la tierra se llama Economía . Pero a la derecha del puente está el otro
hombre , tal vez todavía más fuerte, que deja el sustento el más débil, que se califica de
“HOMO MORALIS" y no puede separar el propio del bien de los demás. A la derecha del
puente el nombre de la tierra es la Moralidad, la humanidad no puede traspasar el abismo,
que separa las dos riberas sin un puente tendido de la una a la otra. Esto nos señala que el
principio esencial, por lo menos tan importante como el de su formación técnica, debe ser la
exigencia para el abogado de lo que llamaríamos un humanismo moral, por supuesto, el
Abogado debe conocer las leyes estadísticas, la vida económica de su país y ser capaz de leer
un balance, inclusive a vivir con la computadora. Pero el agente de los procesos de cambio en
los preceptos jurídicos con referencia a los hechos sociales y económicos necesariamente el
hombre. Al hacer justicia, las orientaciones, las preferencias, los valores provienen del ser
humano. Las máquinas pueden procesar datos y los productos de esos procesos, pero no
pueden por si cumplirlos. Es por ello que el abogado debe conservar para su misión futura una
gran amplitud de miras, un gran conocimiento del hombre, una suerte de apertura hacia la
humanidad. Es en esas condiciones que el humanismo, en sentido amplio debe impregnar su
cultura…”

Sin embargo, además de las cualidades en mención debe ser un técnico de avanzada.

La profesión nunca como ahora ha sido más calumniada, a tal punto de ser vilipendiada. Las
críticas son constantes y severas. Pero, a pesar de todo ello, el Abogado deberá ser siempre un
hombre que sabe y puede orientar. Para eso su tecnicidad deberá ser aumentada para
alimentar una competencia y para dar a su rol una mayor utilidad.

b) El sentido de justicia

Al hombre, en su actuar y su conducta, le corresponde -como asimilación moral- hacer la


justicia o solicitarla. Estos aspectos son la obra más íntima, más espiritual, y más inefable del
hombre. En cada instante el profesional de la abogacía tendrá que someter a la comprobación
si aún se encuentra asistido con esa fuerza interior que ha de serlo superior al medio social
donde se desenvuelve.
Quien tenga previsión, serenidad, amplitud de miras y de sentimientos para advertirlo,
entonces será Abogado. Quién no tenga más aspiración y más guía que las leyes y el Derecho
positivo será un verdadero charlatán.

c) El sentido de la responsabilidad

Igualmente, se coordina que asume el abogado con las modificaciones que implican los
códigos y las leyes. Profundas responsabilidades se van agregando a medida que la función
social se hace evidente, contrastando los dispositivos legales que sobre ética profesional se
advierte.

Su apercibimiento entre las mencionadas cualidades y requisitos del abogado actual, nos
trasladan de la responsabilidad contemplada con la óptica individual o la responsabilidad
colectiva, como ya se esta ventilando en nuestra época

d) El cuidado de la independencia

La independencia traduce, realmente, un funcionamiento técnico más allá de la regla que a


menudo disimula. En la dolorosa perspectiva de nuestra actualidad es la única garantía de la
calidad de la defensa. Quien se dedica a la defensa pura no tendrá autoridad, si de cerca o
lejos, está ligado a otros intereses o aparece como el portavoz de otra posición que no sea la
de su conciencia.

Pero como en todo lo que toca a la libertad y a los DDHH, en ningún aspecto debe ser más
celosamente exigida que en la profesión del abogado. Y la labor indeclinable, responsable y
valiosa, conducida por los colegios de abogados y otras entidades que los agrupan, han puesto
de relieve la evidente necesidad de las unidades profesionales.

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